Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

45
Una modernización conservadora: El reformismo borbónico y su impacto sobre la economía, la fiscalidad y las instituciones Ernest Sánchez Santiró Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora “Preparar y disponer las cosas al establecimiento de este nuevo sistema de Gobierno Económico” José del Campillo y Cossío (1743) Introducción Este trabajo parte de un principio rector cual es el estudio de la acción reformista de la monarquía católica sobre la economía novohispana, en los distintos sectores y agentes económicos privados, 1 como uno de los elementos determinantes del proceso de transformación que experimentó en el siglo XVIII. Una modificación en la que se encontraron y articularon, no sin conflictos, los intereses y proyectos de reforma de la dinastía borbónica con los de diversos sectores de la sociedad virreinal. Esta delimitación deja fuera, por lo tanto, la acción “modernizadora” de los agentes privados en la economía novohispana. 2 Si bien la exposición se inicia con la presentación de diversas medidas emprendidas en la segunda década del siglo XVIII, se atenderá de manera prioritaria a las disposiciones adoptadas desde la década de 1750, ya que es a partir de entonces cuando se constata una mayor amplitud e intensidad en lo que la historiografía ha acabado acuñando como “reformismo borbónico”. 3 1 Esto no significa que fuesen agentes individuales, algo más propio del horizonte económico capitalista, ya que todos ellos se encontraban enmarcados en un orden corporativo cargado de privilegios y obligaciones que iban más allá del racionalismo económico que iba a preconizar el individualismo posesivo liberal. 2 Lo que implica desatender el análisis de aspectos tales como la creación, introducción y/o adaptación de nueva tecnología y procesos productivos, la transformación de las relaciones laborales, los cambios cualitativos en la formación del capital humano, etc. Respecto del contenido del término “modernización”, que es el objetivo de este trabajo, se realizará una definición en el apartado final como cierre del mismo. 3 Un reformismo que lejos de ser algo propio de dicha casa reinante se puede rastrear en otras dinastías coetáneas como los Braganza en Portugal, los Habsburgo en el Imperio Austríaco, los Hohenzollern en Prusia o las diversas dinastías que gobernaban los principados del norte de Italia, entre otros casos. Un reformismo pues, que hay que ubicarlo en el amplio contexto de lo que, según latitudes, se ha denominado el Iluminismo o la Ilustración. Al respecto véanse los textos ya clásicos de George Rudé, Europa en el siglo XVIII. La aristocracia y el desafío burgués, Barcelona, Altaya, 1998 y Franco Venturi, Ilustración y reformas en el siglo XVIII, 2 vols., México, Instituto Mora, 2007. Para una visión general sobre el reformismo borbónico en el espacio americano, véase, John Lynch, “El reformismo borbónico e 1

Transcript of Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

Page 1: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

Una modernización conservadora: El reformismo borbónico y su impacto sobre la economía, la fiscalidad y las

instituciones

Ernest Sánchez Santiró Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora

“Preparar y disponer las cosas al establecimiento de este nuevo sistema de Gobierno Económico”

José del Campillo y Cossío (1743)

Introducción Este trabajo parte de un principio rector cual es el estudio de la acción reformista de la

monarquía católica sobre la economía novohispana, en los distintos sectores y agentes

económicos privados,1 como uno de los elementos determinantes del proceso de

transformación que experimentó en el siglo XVIII. Una modificación en la que se

encontraron y articularon, no sin conflictos, los intereses y proyectos de reforma de la

dinastía borbónica con los de diversos sectores de la sociedad virreinal. Esta

delimitación deja fuera, por lo tanto, la acción “modernizadora” de los agentes privados

en la economía novohispana.2

Si bien la exposición se inicia con la presentación de diversas medidas

emprendidas en la segunda década del siglo XVIII, se atenderá de manera prioritaria a

las disposiciones adoptadas desde la década de 1750, ya que es a partir de entonces

cuando se constata una mayor amplitud e intensidad en lo que la historiografía ha

acabado acuñando como “reformismo borbónico”.3

1 Esto no significa que fuesen agentes individuales, algo más propio del horizonte económico capitalista, ya que todos ellos se encontraban enmarcados en un orden corporativo cargado de privilegios y obligaciones que iban más allá del racionalismo económico que iba a preconizar el individualismo posesivo liberal. 2 Lo que implica desatender el análisis de aspectos tales como la creación, introducción y/o adaptación de nueva tecnología y procesos productivos, la transformación de las relaciones laborales, los cambios cualitativos en la formación del capital humano, etc. Respecto del contenido del término “modernización”, que es el objetivo de este trabajo, se realizará una definición en el apartado final como cierre del mismo. 3 Un reformismo que lejos de ser algo propio de dicha casa reinante se puede rastrear en otras dinastías coetáneas como los Braganza en Portugal, los Habsburgo en el Imperio Austríaco, los Hohenzollern en Prusia o las diversas dinastías que gobernaban los principados del norte de Italia, entre otros casos. Un reformismo pues, que hay que ubicarlo en el amplio contexto de lo que, según latitudes, se ha denominado el Iluminismo o la Ilustración. Al respecto véanse los textos ya clásicos de George Rudé, Europa en el siglo XVIII. La aristocracia y el desafío burgués, Barcelona, Altaya, 1998 y Franco Venturi, Ilustración y reformas en el siglo XVIII, 2 vols., México, Instituto Mora, 2007. Para una visión general sobre el reformismo borbónico en el espacio americano, véase, John Lynch, “El reformismo borbónico e

1

Page 2: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

Tres son los ejes que vertebran el estudio. En primer lugar, la economía, en la

que se estudiarán como variables fundamentales la producción y circulación de bienes y

servicios, en el entendido de que se atenderán a aquellas iniciativas destinadas a

transformar las condiciones económicas heredadas del siglo XVII, así como las

contingencias que se sucedieron en el setecientos. Reformas que, en unas ocasiones,

encontraron su impulso originario en la corona, mientras que en otras, el reclamo

fundamental se halló en los agentes privados (novohispanos o peninsulares). En

segundo lugar, la fiscalidad, como uno de los objetivos fundamentales de la

intervención de la esfera de la política en la economía novohispana, la cual constituye

una de las facetas más desarrolladas por la historiografía del periodo. En tercer lugar, el

cambio institucional como una variable fundamental a la hora de estudiar los costos de

transacción que enfrentaban los diversos sectores económicos del virreinato. El objetivo

último del trabajo consiste en evaluar los resultados económicos del denominado

“reformismo borbónico” y si éste puede ser equiparado al concepto de “modernización”,

lo cual dependerá del contenido específico que se dote a este último término.

1. El impulso a la economía novohispana

En una concepción bastante articulada de las relaciones entre la economía y la esfera

política, los principales representantes del reformismo borbónico en la península (José

del Campillo y Cossío, el marqués de Santa Cruz de Marcenado, el marqués de la

Ensenada, Bernardo Ulloa, Bernardo Ward, etc.) asumieron el principio de que la base

del fortalecimiento de la monarquía española pasaba por el impulso a la población, la

producción y la circulación de mercancías. Sólo si la renta de los agentes privados se

elevaba sería posible la conformación de un real erario poderoso que diese sustento a la

política imperial y esto, alegaban, únicamente se produciría si se introducían medidas

que liberalizasen la actividad económica. La síntesis más clara de estos postulados la

encontramos en el proyecto del nuevo sistema de gobierno económico para la América

de José Campillo (1743) en el cual se afirmaba que uno de los principales objetivos de

la reforma consistía “en dar a los vasallos todos los medios y maneras de enriquecerse,

como camino y único medio seguro de hacerse rico el Erario y el Estado".4

Hispanoamérica”, en Agustín Guimerá (ed.), El reformismo borbónico, Madrid, Alianza Universidad/CSIC/Fundación MAPFRE América, 1996, pp. 37-59. 4 José del Campillo y Cossío, Nuevo sistema de gobierno económico para la América, Madrid, Imprenta de Benito Cano, 1789 (texto original de 1743).

2

Page 3: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

Población

Una política esbozada en términos tan amplios abarcaba una gran diversidad de facetas

que iban desde los aspectos poblacionales hasta los productivos y de circulación. En

relación con el fomento poblacional, en tanto en cuanto “gobernar era poblar”, destaca

el proyecto colonizador del noroeste novohispano como una de las metas más claras de

la política borbónica. Dos eran los objetivos básicos. El primero era claramente

geoestratégico. Poblar el territorio noroccidental implicaba asegurar la línea de fuertes y

presidios que conformaban la imprecisa frontera septentrional, en especial, frente a los

ataques de las poblaciones indígenas, las pretensiones rusas y, en menor medida, franco-

británicas. El segundo era fiscal, ya que el poblamiento del enorme territorio

noroccidental permitiría la ampliación de las rentas reales al abrigo del incremento de

las actividades económicas, caso de la minería, la agricultura, la ganadería y la pesca.

Sin embargo, existía un obstáculo institucional: el sistema misional desplegado desde

finales del siglo XVI por los jesuitas.5

Desde la visita del brigadier Pedro Rivera a los presidios internos entre 1724-

1728, pasando por la realizada a Sonora y Sinaloa por José Rafael Rodríguez Gallardo

entre 1748-1750, hasta la practicada por José de Gálvez a la región noroccidental a

partir de 1768, todas ellas tenían un punto coincidente en materia poblacional. La

efectiva colonización de dicho territorio por vasallos útiles, asimilados a “gente de

razón”, implicaba la abolición del sistema misional que, alegaban, impedía la libertad de

los indios, amortizaba un recurso fundamental, cual era el factor tierra, y obstaculizaba

la conformación de poblaciones “mixtas” en términos étnicos que facilitasen la

conformación de una sociedad económicamente dinámica.6

La expulsión de la orden en 1767, así como el despliegue de todo un entrado

institucional a partir de la visita de José de Gálvez fueron los elementos básicos que

permitieron un incremento poblacional redituable para la corona en términos militares y

fiscales. Hitos de esta política fueron la erección de fundos legales a los pobladores

indígenas y de castas fuera del sistema misional, la creación de curatos, el otorgamiento

de la capacidad jurídica a las comunidades de indios para arrendar tierras a particulares

sin hacer exclusión de la población española o de castas, la creación de las cajas reales

de Álamos (1770) y El Rosario (1783), así como la pagaduría de Arizpe (1780), la 5 Sergio Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional. El noroeste de México, 1530-1880, México, UNAM, 1993, pp. 52-54. 6 Ignacio del Río, la aplicación regional de las reformas borbónicas en Nueva España. Sinaloa y Sonora, 1768-1787, México, UNAM, 1995, pp. 117-130.

3

Page 4: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

capitanía general de las provincias internas de Sinaloa, Sonora, Californias y Nueva

Vizcaya en 1776 y, finalmente, la creación del obispado de Sonora en 1779. Todas estas

medidas respondían al dinamismo económico de la región, así como a la voluntad de la

monarquía de promover la colonización del noroeste novohispano.7

El resultado en términos de volumen y composición demográfica de la reforma

tuvo un balance claramente positivo, de manera que si en 1750 la población de la

gobernación-intendencia de Sinaloa y Sonora se estimada en 90 000 habitantes, de los

que un 67% era población indígena y el restante 33% estaba formada por españoles y

castas, en 1800 alcanzaba los 125 000 habitantes, con el matiz de que se habían

invertido los términos de su composición étnica, ya que la denominada “gente de razón”

representaba 56% y la indígena 44%. Esta tendencia se consolidaría al final del periodo

virreinal, ya que en 1821 el total poblacional se había incrementado a 150 000

habitantes, de los que un 60% eran españoles y castas cuando la población indígena ya

sólo representaba 40% en la gobernación-intendencia.8

Aunque se dieron otros grandes proyectos colonizadores, como la conquista-

colonia de Nuevo Santander entre 1748-1749, el caso del noroeste novohispano tuvo un

mayor impacto en términos de políticas de poblamiento con fines económicos-fiscales,

mientras que otras ocupaciones como las de Texas y Nuevo Santander tuvieron un papel

político-militar mucho más marcado.9

Si el binomio población/territorio era una de las vertientes fundamentales,

aunque de más difícil aplicación, que recibió una atención preferente por parte del

reformismo borbónico en Nueva España, otra área prioritaria fue la que atendió a la

política económica, entendida ésta como la promoción de la actividad productiva y

7 Ibídem, pp. 131-165. 8 Ortega, op. cit., p. 113. 9 Peter Gerhard, La frontera norte de la Nueva España, México, UNAM, 1996, pp. 441-453. Asimismo, otras medidas reformistas como el decidido impulso a la secularización de los curatos novohispanos, la progresiva sustitución de las parroquias delimitadas de manera étnico-territorial por otras bajo un principio territorial estricto, o la política de adoctrinamiento y escolarización/castellización de la población indígena, con ejemplos destacados en las figuras de los arzobispos de México Manuel Rubio y Salinas, Francisco Antonio de Lorenzana y Alonso de Haro y Peralta, así como en el obispo de Puebla, Francisco Fabián y Fuero, eran acciones que de manera mediata facilitarían, según los supuestos reformistas, la progresiva emancipación de la población indígena y su incorporación plena a la economía mercantil. Sobre estos aspectos, véase, David Brading, Una iglesia asediada: el obispado de Michoacán, 1749-1810, México, FCE, 1994, Nancy M. Farriss, La Corona y el clero en el México colonial, 1579-1821, México, FCE, 1995, William B.Taylor, Ministros de lo sagrado. Sacerdotes y feligreses en el México del siglo XVIII, México, El Colegio de Michoacán/Secretaría de Gobernación/El Colegio de México, 1999, Dorothy Tanck de Estrada, Pueblos de indios y educación en el México colonial, 1750-1821, México, El Colegio de México, 1999, Ernest Sánchez Santiró, “El nuevo orden parroquial de la ciudad de México: población, etnia y territorio (1768-1777)”, Estudios de Historia Novohispana, núm. 30, ene.-jun., 2004, pp. 63-92.

4

Page 5: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

mercantil desde las instancias del poder político. Sin embargo, antes de adentrarnos en

los distintos sectores, vale la pena hacer notar que, aunque desde la primera mitad del

siglo XVIII existía un análisis bastante coincidente entre los ministros de la corona

sobre los problemas que afectaban a la economía americana en general y novohispana

en particular –el monopolio mercantil sobre el comercio exterior, la excesiva

concentración y amortización de la tierra, la falta de moneda fraccionaria que

dificultaba la circulación interna, la segregación étnico-jurídica que obstaculizaba el

desempeño económico, etc.-, las iniciativas y los ritmos de la aplicación de las reformas

promovidas desde el reinado de Felipe V hasta el de Carlos IV estuvieron pautados por

las coyunturas internacionales y las circunstancias regionales, en las que se dirimían los

distintos intereses sectoriales y territoriales, así como el peso de los diversos grupos de

poder.

Plata y moneda

En relación con el sector económico que recibía una atención preferente de las

autoridades virreinales, la minería de metales preciosos, la interacción entre los

ministros de la corona y los propietarios de las minas y las haciendas de beneficio de

metales fue una constante del siglo XVIII. Una interacción que se puede ejemplificar

en la atención destacada que se daba al sector en las instrucciones que recibían los

visitadores que acudían a Nueva España, o en los informes que se solicitaban a los

alcaldes mayores y virreyes, así como en los diversos proyectos de reforma que

distintos individuos y corporaciones elevaron a la monarquía en aras de aplicar medidas

que diesen un impulso al sector minero.10 Sin embargo, ante la coyuntura de crisis que

experimentó la minería argentífera durante la década de 1760,11 la corona desplegó un

amplio repertorio de medidas destinadas a fomentar la inversión en el sector y a

restablecer los márgenes de ganancia en el negocio minero.12

Así, en cuanto a los insumos, en especial, azogue y pólvora, la corona procedió a

asegurar un suministro continuo que evitase los problemas de abastecimiento. En el

caso del azogue, se reforzó el monopolio de las minas de Almadén y las remisiones de 10 Para diversos ejemplos de este tipo de informes sobre las minas, véase: Álvaro López Miramontes, Las minas de Nueva España en 1753, México, INAH (Col. Científica, fuentes 29), 1975 y Álvaro López Miramontes y Cristina Urrutia de Stebelski, Las mimas de Nueva España en 1774, México, INAH (Col. Científica, fuentes 83), 1980. 11 Bernd Hausberger, La Nueva España y sus metales preciosos. La industria minera colonial a través de los libros de cargo y data de la Real Hacienda, 1761-1767, Madrid, Iberoamericana. 12 David Brading, Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810), México, FCE, 1975, p. 195.

5

Page 6: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

azogue de Alemania, además de proceder a la rebaja en el precio final que se ofrecía a

los mineros.13 Hasta 1767 el quintal de azogue se vendía a 82 pesos, cuando en ese año

se rebajó el precio a 62 pesos y en 1774 se volvió a abaratar hasta los 42 pesos el

quintal, lo cual significó una reducción promedio de 49% sobre el precio existente hasta

la década de 1760.14 En relación a la provisión de pólvora dos fueron las medidas que

adoptó la Real Hacienda: se abandonó el sistema de arrendamiento de la fábrica de

pólvora de Chapultepec, de manera que pasó a ser administrada por ministros de la

corona, y se otorgó un precio estable y preferencial a los mineros.15 Ambas medias

permitieron un abasto continuo a precios estables de dos insumos básicos de la minería,

con el añadido de que su costo se redujo de manera sustancial.

En esta misma línea de apoyos directos de la corona al sector se produjo el

otorgamiento de un privilegio fiscal en materia de alcabalas. Desde finales del siglo

XVII todas las transacciones y permutas que se efectuaban en Nueva España

enfrentaban un gravamen de 6% sobre el valor de las mercancías, lo que hacía de ellas

un genérico impuesto indirecto. Una tasa que, en momentos de necesidades financieras

de la corona por motivos de bélicos, se llegó a elevar a 8% caso de 1780-1791 o de

1794-1795.16 En aras de aliviar el peso de la fiscalidad indirecta sobre el sector, la

corona otorgó en 1781 la exención del pago de la alcabala a la venta de todos aquellos

utensilios y efectos mercantiles que se destinasen a la extracción y beneficio de

metales.17

Con respecto a los mecanismos de financiación de la minería, la monarquía

promovió la conformación de un Banco de Avío que empezó a funcionar a partir de

1784. Se trataba de uno de los puntos más críticos para el sector, en la medida en que la

necesidad de liquidez de los mineros para el pago de jornales e insumos iba asociada a

13 Rafael Dobado González, “El monopolio estatal del mercurio en Nueva España durante el siglo XVIII”, Hispanic American Historical Review, núm. 82:4, 2002, pp. 685-718. 14 Fausto de Elhúyar, Memoria sobre el influjo de la minería en Nueva España, México, CNCA/CONACULTA, 1964, p. 65. 15 Los mineros pagarían un precio de 6 reales por cada libra de pólvora delgada común frente a los 8 reales que costaba la libra a los particulares en la ciudad de México. En el caso de los compradores foráneos, en un radio de 120 leguas, el precio se elevaba a 12 reales. En 1801 esta fábrica producía más de 786 000 libras y su precio, en ese mismo año, se volvió a reducir pasando de 6 a 4 reales la libra. Covadonga Villar Ortiz, La renta de la pólvora en Nueva España (1569-1767), Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos/CSIC, 1988, pp. 67 y 100; David Brading, Mineros…op. cit., p. 199. 16 Ernest Sánchez Santiró, “Igualas, producción y mercado: las alcabalas novohispanas en la receptoría de Cuautla de Amilpas (1776-1821)”, Secuencia. Revista de Historia y Ciencias Sociales, núm. 49, ene.-abr., 2001, p. 20. 17 Fausto de Elhúyar, op. cit., p. 74. Una medida que generó enfrentamientos entre los mineros y los administradores de alcabalas respecto del alcance de tal exención. David Brading, Mineros…op. cit., p. 199.

6

Page 7: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

una carestía crónica de circulante en los reales de minas. La iniciativa no era nueva.

Desde al menos 1744, con el proyecto de Compañía Refaccionaria del genovés

Domingo Reborato, minero en Zacatecas, se habían elevado a las autoridades reales

diversos proyectos que solicitaban la creación de una instancia financiera que otorgase

créditos a los mineros fuera de los circuitos típicos del crédito novohispano, los cuales

se basaban mayoritariamente en fondos eclesiásticos o mercantiles.18

En aras de superar esta situación estructural, dos apoderados del cuerpo de

minería de Nueva España, Juan Lucas de Lassaga y Joaquín Velázquez de León,

elevaron a Carlos III una Representación en la que, entre otros elementos, se solicitaba

al monarca la creación de un banco de avío para la explotación y beneficio de los

minerales.19 Una vez creada, esta institución gestionó créditos por un monto total de 1

527 587 pesos entre 1784 y 1792 a diversas explotaciones mineras, en especial del

centro de Nueva España, aunque su momento de mayor actividad se produjo entre 1784-

1785.20

Pero la plata, según la legislación real, no podía circular tal cual sino que tenía

que ser amonedada.21 Hasta la década de 1730 las principales actividades relacionadas

con esta actividad (apartado de metales –oro y plata-, ensaye y acuñación), si bien eran

parte constituyente de las regalías de la corona, se hallaban en manos privadas. En este

campo, la acción de reformismo borbónico se orientó a la asunción de estas actividades.

Así, en 1733, la Casa de Moneda de la ciudad de México pasó a ser administrada por

ministros de la corona, en 1778 se incorporó la oficina del apartado y en 1783 las

oficinas de ensaye.22 Estos cambios facilitaron un servicio más expedito a los

18 El proyecto más conocido y debatido en la época fue el presentado por Francisco Xavier Gamboa en 1761 que abogaba por la conformación de una Compañía General Refaccionaria de la minería que estuviese bajo el control del consulado de mercaderes de la ciudad de México. Eduardo Flores Clair, El Banco de Avío Minero novohispano. Crédito, finanzas y deudores, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2001, pp. 22-35. 19 Juan Lucas Lassaga y Joaquín Velázquez de León, Representación que a nombre de la Minería de esta Nueva España hacen al rey nuestro Señor los apoderados de ella, D. Juan Lucas de Lassaga, regidor de esta Nobilísima ciudad, y juez contador de menores y albaceazgos, y D. Joaquín de Velázquez de León, abogado de esta Real Audiencia, y catedrático que ha sido de matemáticas en esta Real Universidad, México, Imprenta de D. Felipe de Zúñiga y Ontiveros, 1774. 20 Eduardo Flores Clair, op. cit., p. 95. Para un panorama general sobre el conjunto de modificaciones que experimentó la minería tardocolonial, véase, Ernest Sánchez Santiró, “La minería novohispana a fines del periodo colonial. Una evaluación historiográfica”, Estudios de Historia Novohispana, núm. 27, jul.-dic., 2002, pp. 123-164. 21 David Brading, Mineros…op. cit., p. 194 22 Víctor Manuel Soria Murillo, La Casa de Moneda de México bajo la administración borbónica 1733-1821, México, UAM-Iztapalapa, 1994 y “La incorporación del apartado del oro y la plata a la Casa de moneda y sus resultados de operación, 1778-1805”, Historia mexicana, vol. XLIV, núm. 2, 1994, pp. 269-298; Antonio Ibarra, “Plata, importación y mercado colonial. Circulación interior de importaciones: de Guadalajara al septentrión novohispano (1798-1818), Siglos XIX. Cuadernos de historia, año VI, núm.

7

Page 8: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

propietarios de metales preciosos al integrar, bajo una misma institución, las diferentes

operaciones básicas y auxiliares de la amonedación. Esto implicó la eliminación del

cuello de botella que representaba su operación por particulares, máxime cuando los

volúmenes físicos de producción experimentaron a lo largo de la segunda mitad del

siglo XVIII un crecimiento nunca visto hasta entonces.23

A esta creciente eficiencia en los procesos de amonedación de la plata,24 la

corona añadió su atención a los problemas de liquidez de las empresas en los reales

mineros. El buen funcionamiento de las actividades extractivas y de beneficio de

metales implicaba la obtención de una mano de obra acostumbrada al cobro de la mayor

parte de su salario en metálico, algo de lo que carecían los mineros, entre otras cosas

porque la plata que extraían tenían que enviarla a la capital virreinal para que se

amonedase, lo cual implicaba tiempo. Los casos más extremos se daban en los reales

mineros norteños, donde el retorno de la plata en moneda podía tardar hasta seis meses.

Así pues, se daba la contradicción de que los mineros poseían plata pero no moneda.25

Desde finales del siglo XVI, los comerciantes presentes en los reales, que en la

mayoría de los casos eran meros representantes de las grandes casas mercantiles de la

ciudad de México, aviaban a los mineros con mercancías y circulante a cambio de la

entrega del mineral de plata, con un descuento sobre el precio corriente. Esta situación

hacía que los mineros perdiesen una parte de sus ganancias a manos de los agentes

mercantiles cuando los riesgos en la producción los asumían ellos.

Con un evidente propósito doble, tener una mayor control sobre la producción

minera y aliviar la carencia de circulante en los reales de minas, la corona empezó a

ejercer en la década de 1790 un papel activo en los cambios de barras de plata por

moneda, mediante la constitución de los bancos de rescate de plata, como resultado de

la aplicación de la ordenanza de intendentes de 1786. Gracias a recientes estudios,

podemos indicar que los bancos de rescate de platas significaron un cambio cualitativo

importante en los centros mineros. Su establecimiento en San Luis Potosí, Zacatecas,

Pachuca, Sombrerete, Guadalajara, Durango, Chihuahua, Guanajuato, Zimapán y

Cosalá, permitió responder parcialmente al problema crónico de la escasez de

16, 1996, p. 32; Inés Herrera, “La circulación de metales preciosos en el centro de México durante la guerra de Independencia”, Vetas. Revista de El Colegio de San Luis, núm. 7, 2001, p. 36. 23 Cuauhtémoc Velasco Ávila et at., Estado y minería en México (1767-1910), México, FCE, 1988. 24 En 1804 la Casa de Moneda de México tenía capacidad para acuñar más de treinta millones de pesos al año, cuando a principios del setecientos apenas enfrentaba un monto cercano a los cinco millones. Brading, Mineros…op. cit., p. 198. 25 Ídem.

8

Page 9: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

circulante. Con esta medida se reducían los costos en fletes y la demorada en la llegada

de la plata amonedada, lo cual posibilitó una disminución en los costos de explotación,

en especial para los medianos y grandes mineros.26

En relación con la problemática de la escasez de circulante en el virreinato de

Nueva España en el siglo XVIII, con los problemas derivados para la circulación de las

mercancías en los diversos mercados regionales, varios son los puntos a comentar. En

principio, esta situación tenía tres motivaciones fundamentales. En primer lugar, la

periódicas y continuas salidas de circulante hacía Europa, Asia y Sudamérica con

destino a la adquisición de diversas mercancías (textiles, alcoholes, herramientas,

cerámica, cacao, etc.), así como las remisiones netas que por concepto de situados y

envíos a la tesorería de Madrid se realizaban cada año. Si el dinero era la sangre que

circulaba por el cuerpo social, la salida de circulante constituía una verdadera sangría

de numerario que presionaba a la baja sobre los precios de las mercancías y dificultaba

los intercambios.27 En segundo lugar, el tipo de piezas acuñadas. Los diversos autores

que han trabajado sobre el tipo de emisiones de la Casa de Moneda de México,

coinciden en afirmar que la práctica totalidad de la plata acuñada era de moneda de alta

denominación, es decir, pesos de ocho reales, en una proporción que iba de 80 a 90%

durante el periodo 1747-1802. Por lo tanto, una emisión “aristocrática” destinada a los

grandes intercambios económicos que marginaba su uso amplio y cotidiano entre la

población.28 En tercer lugar, la inexistencia de moneda de cobre, de vellón, que hubiese

ocupado la esfera de las pequeñas transacciones.

Siendo esto así, recientes investigaciones centradas en el número de piezas

acuñadas según su valor han permitido concluir que la Casa de Moneda de México no

desatendió totalmente, tal y como pareciera, la emisión de moneda menuda, entendiendo

por ésta las emisiones que iban desde piezas de 2 reales de plata hasta las de ¼ de real.

Así, de los más de 591 millones de piezas de moneda acuñadas entre 1747-1802, unos

121 millones, es decir, 20.5%, fueron piezas de moneda menuda, de los que la mayor

parte (58.8%) eran medios reales. Incluso, a partir de 1794, la ceca mexicana empezó a

26 Clara Elena Suárez Argüello, “Los bancos de rescate de platas. ¿Incremento en la circulación monetaria y ahorro de fletes? Una nueva propuesta a fines del siglo XVIII”, Relaciones. Estudios de historia y sociedad, núm. 79, verano, v. XX, 1999, pp. 83-128 y “Los bancos de rescate de platas: ¿una opción alternativa para el financiamiento de la minería? El caso de Zacatecas: 1791-1810”, en Guillermina del Valle (coord.), Mercaderes, comercio y consulados de Nueva España en el siglo XVIII, México, Instituto Mora, 2003, pp. 98-132. 27 Ruggiero Romano, Moneda, seudomonedas y circulación monetaria en las economías de México, México, FCE/El Colegio de México, 1998, pp. 35-101. 28 Ibídem, pp. 116-121.

9

Page 10: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

emitir monedas de un cuarto de real, aunque sobre este tipo de emisión se conoce

todavía poco.29 Lo relevante, a efectos de las medidas promovidas por la corona para

evitar los problemas que provocaba la salida de moneda, en especial la menuda con

destino a los situados, hace referencia al establecimiento en 1750 de un mínimo de

acuñaciones de moneda igual o inferior a dos reales que no fuese inferior a los 40 mil

marcos de plata.30 De ellos, un 25% debía ser en piezas de medio real. Más aún, la

decisión de emitir los famosos cuartillos de real a partir de 1794 parecen mostrar la

voluntad de asegurar la existencia de una moneda fraccionaria que no se viese limitada a

una circulación aristocrática, aunque tampoco lo suficientemente numerosa y de baja

denominación como para hacer desaparecer los tlacos y pilones, o la moneda de la

tierra, los granos de cacao.31

Comercio externo

Otro sector que recibió una atención preferente por parte del reformismo borbónico fue

el comercio externo. Al respecto, la historiografía ha asentado que los intercambios

sobre el comercio internacional en el imperio español durante los siglos XVI y XVII en

el Atlántico y el Pacífico se realizaban a través de monopolios de puerto único y

navegación periódica. Un sistema que tenía como principal finalidad el drenaje de

metales preciosos de los territorios americanos a Europa y que, ante la crisis política y

militar de los Habsburgo, en especial durante la segunda mitad del siglo XVII, había

encontrado sus principales apoyos en las grandes potencias europeas: Holanda, Francia

e Inglaterra. En lugar que acabar con el imperio español, tal y como realizaron con el

portugués en Asia, obtuvieron amplias ventajas arancelarias y mercantiles a cambio de

mantener la integridad política del imperio y el monopolio mercantil, sin tener que

asumir los costos de administración y defensa.32

El ascenso de la dinastía borbónica al trono español derivó en el intento de poner

fin a este acuerdo tácito, en especial a partir del reinado de Fernando VI durante el cual

29 Antonio Ibarra, “Mercado colonial, plata y moneda en el siglo XVIII novohispano: comentarios para un diálogo con Ruggiero Romano, a propósito de su nuevo libro”, Historia Mexicana, XLIX, 2, 1999, pp. 279-308 y Enriqueta Quiroz, “La moneda menuda en la circulación monetaria de la ciudad de México. Siglo XVIII”, Mexican Studies/Estudios Mexicanos, vol. 22, Issue 2, summer, 2006, pp. 209-249. 30 Aproximadamente, unos 350 000 pesos. Un marco de plata equivalía a 8.7353 pesos. Bernd Hausberger, op. cit., pp. 24-25. 31 Ruggiero Romano, op. cit., pp. 170-177. 32 Luis Alonso Álvarez, “El impacto de las reformas borbónicas en las redes comerciales. Una visión desde el Pacífico hispánico, 1762-1815”, en Antonio Ibarra y Guillermina del Valle Pavón (coords.), Redes sociales e instituciones comerciales en el imperio español, siglos XVII a XIX, México, Instituto Mora/Facultad de Economía-UNAM, 2007, pp. 188-189.

10

Page 11: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

se pretendió la conformación de un imperio mercantilista similar al de otras potencias

europeas. Una de las aristas de este proyecto fue la liberalización del tráfico mercantil

transoceánico del que se esperaba un volumen mayor de ingresos fiscales que financiase

el creciente costo militar que implicaba esta nueva política.33

Si bien en un primer momento, durante el reinado de Felipe V, la dinastía

borbónica intentó restaurar el régimen monopólico mediante diversas reformas (traslado

de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz, la apertura de la feria de Jalapa, la

modificación del régimen fiscal, caso del establecimiento del derecho de palmeo que

sustituía a una diversidad de gravámenes, así como una reglamentación general sobre el

comercio externo, el denominado Proyecto para galeones y flotas del Perú y Nueva

España de 1720),34 los embates militares contra Inglaterra, caso de la guerra de la Oreja

de Jenkins (1739-1748), lo hicieron inviable. Así, durante el periodo de la citada

contienda, el régimen de flotas fue sustituido por navíos de registro y por barcos de

naciones extranjeras neutrales, con arribadas más frecuentes que las previstas en las

flotas. El golpe definitivo llegó con la guerra de los Siete Años (1756-1763) que derivó

en la toma de los puertos de La Habana y Manila en 1762, lo cual aceleró la

introducción de cambios profundos en el régimen del comercio externo. Unas reformas

que retomarían las ideas principales plasmadas por José del Campillo en su ya citado

Nuevo sistema de gobierno para la América, que en materia de comercio quedaban

sintetizadas en las ideas de que la libertad era “el alma del comercio” y que este sector

“era el fundamento principal de todos los demás intereses de la Monarquía; pues es

vivificador de la agricultura, de las artes, de las fábricas y de las manufacturas de la

industria”.35

En un primer momento, gracias a las cédulas de 1756, la apertura mercantil

consistió básicamente en el permiso para que diversos puertos peninsulares y del Caribe

tuviesen un comercio recíproco, fuera del control del puerto de Cádiz, y la sustitución

del derecho del palmeo por un gravamen ad valorem.36 Progresivamente, las medidas

liberalizadoras fueron llegando a Nueva España, de manera que en 1767 se permitió la

reexportación de mercancías europeas de Veracruz a Campeche, mientras que en los dos 33 Josep M. Delgado Ribas, Dinámicas imperiales, 1650-1796. España, América y Europa en el cambio institucional del sistema colonial español, Barcelona, Edicions Bellaterra, 2007. 34 Antonio García-Baquero, Comercio colonial y guerras revolucionarias, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1972 y G. J. Walker, Política española y comercio colonial, 1700-1789, Barcelona, Bloomington, Ind., 1979. 35 José del Campillo y Cossío, op. cit., p. 64 36 Matilde Souto Mantecón, Mar abierto. La política y el comercio del Consulado de Veracruz en el ocaso del sistema imperial, México, El Colegio de México/Instituto Mora, 2001, pp. 42-43.

11

Page 12: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

años siguientes se aprobó la libre exportación de víveres desde Campeche y de carne

desde Veracruz, Campeche y Yucatán a Cuba. En 1770, Campeche y Yucatán se

incorporaron al régimen de comercio libre con la Península y en 1774 se suspendió la

prohibición, acordada en el siglo XVII, para que se intercambiaran directamente

productos americanos entre Nueva España, Guatemala, Perú y Nueva Granada. Si bien

todos estos aspectos quedaron plasmados en el Reglamento y aranceles reales para el

comercio libre de España y las Indias de 1778, no tuvieron una aplicación inmediata y

plena a Nueva España hasta 1789. A pesar de ello, el sistema de flotas no pudo

sobrevivir a los conflictos marítimos que se desataron a raíz de la guerra de

independencia de los Estados Unidos, de manera que la última flota que salió de

Veracruz lo hizo en 1778. Ese mismo año, la corona acordó que los navíos que

transportaban azogue a Nueva España quedasen sujetos al régimen fiscal del comercio

libre y en 1779 se autorizó a once navíos de registro procedentes de España para que

pudiesen acceder al puerto de Veracruz, a los cuales se aplicó el reglamento y aranceles

de 1778.37

El hecho de que el régimen de “comercio libre” tuviese plena vigencia en Nueva

España a partir de 1789, no significa que el comercio exterior novohispano funcionase

mucho tiempo bajo este sistema ya que las consecuencias políticas derivadas de la

llegada de Napoleón al poder hicieron que la monarquía española se viese inscrita en el

marco de la política exterior francesa, lo cual implicó la participación de la armada

española en diversas guerras navales contra Inglaterra durante las décadas de 1790 y

1800 que supusieron el fin del poderío militar naval español. A partir de 1797, la

subsistencia del comercio entre la Península Ibérica y Nueva España dependió

básicamente del comercio de neutrales, en especial de los Estados Unidos, lo que llevó

aparejado un incremento notable del contrabando.38 En relación al otro eje

transoceánico, el organizado entre Acapulco y Manila, cabe indicar que sufrió severas

alteraciones por la apertura de negociaciones directas entre el puerto de Cádiz y las

Filipinas vía la circunnavegación del estrecho de Magallanes, así como por el permiso

otorgado a los comerciantes adscritos a los Cinco Gremios Mayores de Madrid para

realizar ventas en Nueva España. En este caso el reformismo borbónico implicó el

37 Ibídem, p. 45, John R. Fisher, Comercio entre España e Hispanoamérica (1797-1820), Madrid, Banco de España, 1993, p. 135. 38 John R. Fisher, op. cit., Josep Fontana, El ‘comercio libre’ entre España y América (1767-1824), Madrid, Fundación del Banco Exterior, 1987, Johanna von Grafenstein, Nueva España en el Circuncaribe, 1779-1808: competencia imperial y vínculos intercoloniales, México, UNAM, 1997.

12

Page 13: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

progresivo debilitamiento de unos lazos comerciales transpacíficos que habían tenido en

el siglo XVII y las primeras décadas del XVIII su más claro momento de esplendor.39La

culminación institucional de estas modificaciones, que será analizada en un momento

posterior, derivó en la creación en 1795 de dos nuevos consulados mercantiles en Nueva

España, el de Veracruz y el de Guadalajara. Viva evidencia de las grandes

transformaciones que había experimentado el comercio externo e interno del virreinato.

Sin embargo, en términos de impacto económico, el elemento que más destaca

del reformismo borbónico en materia de comercio externo fue la existencia de una más

frecuente y diversificada presencia de navíos y comerciantes peninsulares en Nueva

España que realizaban negocios fuera de la intermediación de los almaceneros

agrupados en torno al Consulado de Mercaderes de la ciudad de México,40 que fue

acompañada por un claro proceso de incremento en los volúmenes intercambiados y por

un descenso en los precios de los productos europeos en los mercados regionales

novohispanos.

Con referencia a estos elementos, hoy en día ya contamos con toda una serie de

trabajos que permiten observar de forma más minuciosa el comportamiento del mercado

de bienes de importación de Nueva España durante el periodo de comercio libre y

neutral (1778-1810).41 Gracias a ellos podemos esbozar un panorama general del

comportamiento de dicho sector en la economía novohispana, constatando varios

elementos: las importaciones realizadas en la etapa de comercio libre por Veracruz

muestran que su tonelaje aumentó en promedio entre 300 y 400%;42 dicho comercio de

importaciones no sufrió graves reveses en los momentos de crisis bélicas gracias a la

implantación del comercio neutral,43 impidiendo la aparición del fenómeno del

desabasto a lo largo del periodo de 1767-1810;44 los precios, en especial los textiles y la

39 Carmen Yuste López, Emporios transpacíficos. Comerciantes mexicanos en Manila, 1710-1815, México, UNAM, 2007 y Luis Alonso Álvarez, op. cit. 40 Matilde Souto Mantecón, op. cit. y Antonio Ibarra, “Mercado urbano y mercado regional en Guadalajara colonial, 177’-1810”, tesis doctoral, México, Centro de Estudios Históricos-El Colegio de México, 2000. 41 Javier Ortiz de la Tabla, Comercio exterior de Veracruz, 1778-1821. Crisis de dependencia, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos-CSIC, 1978; John R. Fisher, Commercial Relations between Spain and Spanish America in the Era of Free Trade, 1778-1796, Liverpool: The University of Liverpool, Centre of Latin American Studies, 1985 y Comercio…op. cit.; Yuko Nakamura, “Importación y mercado interno en Nueva España, 1767-1810”, tesis doctoral, México, Centro de Estudios Históricos-El Colegio de México, 2000. 42 Javier Ortiz de la Tabla, op. cit. 43 Matilde Souto Mantecón, op. cit. pp. 179-211 y 213-240. 44 Resultado obtenido a partir del análisis del impuesto de avería de la ciudad de México. Yuko Nakamura, op. cit., passim. Es más, este trabajo demuestra que la mayoría de las importaciones fueron a

13

Page 14: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

bebidas alcohólicas, descendieron en razón no sólo de la llegada más amplia de

mercancías como consecuencia de la apertura mercantil, sino, sobre todo, por el cambio

que se produjo en la composición de las mercancías importadas (textiles, en especial

lino prusiano y holandés, unido a los aguardientes catalanes, todos ellos de menor

precio) que hicieron que el valor de la plata novohispana experimentase una

revalorización con relación a los productos de importación. Este cambio en la

composición de las importaciones permite entender que un comercio de importación

que aumentó su tonelaje en un 300/400%, únicamente aumentase su valor un 40%, esto

es, el aumento del valor de la plata exportada por particulares con destino a la

importación de mercancías.45

Agricultura

Si bien la minería de metales preciosos y el comercio externo fueron los sectores que

recibieron una atención preferente por parte del reformismo borbónico, la agricultura

también fue objeto de algunas medidas de apoyo, sin bien más limitadas en su alcance.

Así, desde el punto de vista fiscal, las haciendas agropecuarias obtuvieron el mismo

privilegio que las minas y haciendas de beneficio de metales. En 1790, la Real Hacienda

acordó exentar del pago del impuesto de alcabala a los metales, ganados “y cualesquier

otros utensilios que los hacendados introducen en sus haciendas para sus cultivo,

beneficio y apero”.46

Un subsector claramente beneficiado por el reformismo fue el de la agroindustria

azucarera. En este caso, la conjunción de factores internos y externos permitió el

relanzamiento de esta actividad económica que tenía una relativa amplia presencia en el

virreinato (en especial en las zonas de tierra caliente de las intendencias de México,

Puebla, Veracruz y Michoacán).

Desde el punto de vista de las diversas medidas de apertura del comercio

externo, la autorización del comercio intercolonial a partir de 1774 facilitó la llegada de

crecientes volúmenes de cacao de Guayaquil de relativa baja calidad (y precio) con

relación al de Caracas y Maracaibo, vía el puerto de Acapulco, lo cual favoreció la

ampliación del consumo de este producto entre mayores sectores de la población

parar directamente a las localidades situadas en el centro-norte de Nueva España, lugares dónde se ubicaban las principales explotaciones mineras. 45 Ibídem, p. 73. 46 Juan Carlos Grosso y Juan Carlos Garavaglia, La región de Puebla y la economía novohispana. Las alcabalas en la Nueva España, 1776-1821, México, Instituto Mora/BUAP, 1996, p. 32.

14

Page 15: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

novohispana. En la medida en que el cacao de Guayaquil necesitaba mayores

volúmenes de azúcar para fabricar el chocolate, el sector recibió un claro impulso.

Asimismo, la rebelión de los esclavos de Haití en 1791, el mayor proveedor

internacional de azúcar para Europa, motivó el colapso su producción, con la

consiguiente elevación de los precios en el viejo continente. La actitud de la monarquía

ante esta coyuntura consistió en apoyar una serie de medidas fiscales y de política

mercantil que favoreciesen la producción y exportación de azúcar en sus posesiones

ultramarinas. Para el caso de Nueva España, Carlos IV acordó en 1792 otorgar al azúcar

novohispano el mismo privilegio que a Cuba, es decir, la exención de derechos de

entrada, tanto real como municipal, al azúcar novohispano que se enviase a España. Esta

real orden se complementó con otros edictos en 1794 y 1796 por los cuales se eximió a

este sector de los impuestos de salida, en especial, el almojarifazgo. Asimismo, en 1796

se produjeron dos nuevas modificaciones: se otorgó libertad a los agentes económicos

para la libre instalación de ingenios y trapiches azucareros y se eliminó la prohibición

de fabricar aguardiente de caña, conocido como chinguirito, en Nueva España. Su

condición de una agroindustria potencialmente capaz de generar elevados ingresos

fiscales a la monarquía, en el contexto de una amplia reformulación de los centros

abastecedores de azúcar a Europa, motivó este conjunto de medidas de la corona que

hasta la década de 1770 había contenido su expansión en Nueva España, en detrimento

de otros territorios imperiales como la isla de Cuba.47

Repartimiento de mercancías

El repartimiento de mercancías fue otro ámbito de actuación del reformismo borbónico.

En términos generales se trataba de un mecanismo de circulación comercial en el cual la

autoridad provincial –el alcalde mayor o corregidor- repartía un bien (una materia

prima, un medio de producción, un bien de consumo o dinero) con un valor establecido,

por lo general superior al precio de mercado, en concepto de avío o financiación a los

productores de una jurisdicción (en la mayoría de casos población indígena aunque

también podía afectar a mineros pobres, pegujaleros y rancheros), a cambio de que en

un plazo determinado devolviesen ese valor en otra especie, cuyo precio solía estar por 47 Eduardo Arcila Farías, Comercio entre México y Venezuela en los siglos XVI y XVIII, México, Instituto Mexicano de Comercio Exterior, 1975, Horacio Crespo et al., Historia del azúcar en México, 2 vols., México, FCE, 1989-1990, Teresa Lozano Armendares, El Chinguirito vindicado. El contrabando de aguardiente de caña y la política colonial, México, UNAM, 1995, Ernest Sánchez Santiró, Azúcar y poder. Estructura socioeconómica de las alcaldías mayores de Cuernavaca y Cuautla de Amilpas, 1730-1821, México, UAEM/Editorial Praxis, 2001.

15

Page 16: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

debajo del que ofrecía el mercado, o en dinero. La clave de este intercambio desigual

radicaba en la capacidad coactiva de la autoridad política que realizaba y organizaba el

intercambio.48

Su origen lejano se localiza en la gran transformación que experimentó la

economía novohispana durante la segunda mitad del siglo XVI en la cual el descenso de

la población indígena llegó a niveles dramáticos y la economía minera de metales

preciosos experimentó un gran impulso. Ante el declive de la provisión de alimentos,

así como de otros bienes de producción y consumo, por parte de las comunidades

campesina indígenas se procedió a la instauración de un régimen compulsivo, no sin

resistencias y protestas, para forzar el trasvase de fuerza de trabajo y bienes hacia los

sectores productivos y consumidores controlados por la población española. Un trasvase

que tenía como condición de posibilidad la existencia de un “tiempo excedente” en la

economía doméstica indígena que traducido en trabajo era susceptible de ser extraído

por medio de la coerción.49 Lo peculiar de dicho sistema es que se ubicaba al margen de

la legalidad en la medida en que desde el mismo siglo XVI la corona había emitido

diversas cédulas (1551, 1563, 1578, 1594) en las que se prohibían los repartimientos a

los alcaldes mayores.50 La constatación de su necesidad para el funcionamiento de la

economía colonial y los intereses articulados a su alrededor hicieron que las normas

protectoras emitidas por la monarquía para la población indígena fuesen letra muerta.

A principios del siglo XVIII, el repartimiento de mercancías se encontraba

plenamente consolidado en términos de ser una práctica extendida territorialmente

(especialmente en Michoacán, Guanajuato, Oaxaca, Chipas, Veracruz, la Sierra de San

Luis Potosí, el Valle de Toluca, la Sierra de Puebla y la región de Tehuantepec), en la

que se veían involucrados grandes sectores de la población campesina, así como

numerosos bienes (ganado, grana cochinilla, cera, algodón, añil, petates, tejidos,

dinero). Su importancia económica no podía ignorarse en la medida en que funcionaba

como un nexo entre la economía campesina del centro y el sur de Nueva España,

masivamente indígena, con la esfera mercantil controlada en gran medida por los

48 Rodolfo Pastor, “El repartimiento de mercancías y los alcaldes mayores novohispanos. Un sistema de explotación, de sus orígenes a la crisis de 1810”, en Woodrow Borah (coord.), El gobierno provincial en la Nueva España 1570-1787, México, IIH-UNAM, 1985, pp. 2001-236.. Para un panorama general del repartimiento de mercancías en el siglo XVIII en Nueva España, véase, Margarita Menegus, “La economía indígena y su articulación al mercado de Nueva España. El repartimiento forzoso de mercancías”, en Margarita Menegus (comp.), El repartimiento forzoso de mercancías en México, Perú y Filipinas, Instituto Mora/CESU-UNAM, 2000, pp. 9-64. 49 Margarita Menegus, op. cit., pp. 14-15. 50 Rodolfo Pastor, op. cit., p. 211.

16

Page 17: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

mercaderes del consulado de México, gracias a la participación de los alcaldes mayores.

Siendo esto así en términos generales, el repartimiento de mercancías cumplía funciones

distintas según las regiones. Mientras que en los pueblos del centro sirvió para ampliar

el mercado de los productores españoles (ganado y textiles), en los del sureste

(básicamente Yucatán y Chipas) se empleó como un sistema compulsivo de trabajo para

abastecer los mercados locales y para generar diversos bienes que las familias

encomenderas y las autoridades regionales iban a comercializar en el centro y norte del

virreinato, caso de los patíes de algodón y de la cera de abeja. Un caso especial lo

constituían los repartimientos de Oaxaca enfocados a la obtención de un colorante que

tenía su principal mercado de consumo en la industria textil europea: la grana

cochinilla.51

La regionalidad también impactaba en la dirección de los bienes intercambiados

y en la carga que representaba para las comunidades indígenas. Mientras que en el

centro del virreinato los indígenas recibían por lo general ganado y textiles para acabar

entregando dinero a los repartidores, en el sur y el sureste lo que obtenían los indígenas

era dinero para el pago de los tributos, las obvenciones eclesiásticas y la adquisición de

bienes que no se generaban en el ámbito doméstico, a cambio de ciertos productos que

los repartidores podían comercializar en otros espacios. De igual manera, el tiempo de

trabajo estimado que tenían que dedicar al repartimiento era claramente disímil. Así, en

el caso de que un indígena tuviese que entregar al alcalde-repartidor el equivalente a

cuatro reales, el que habitaban el centro de México lo podía realizar mediante su empleo

como peón en una hacienda durante dos jornadas, ya que el salario medio de los

jornaleros era de dos reales al día, mientras que un indígena de Yucatán tenía que

51 Margarita Menegus, op. cit., p.13. Como ejemplos de las distintas plasmaciones regionales del repartimiento contamos con diversas obras. En el caso del centro de México tenemos el trabajo de Arij Ouweneel, “El gobernador de indios, el repartimiento de comercios y la caja de comunidad en los pueblos de indios del México central (siglo XVIII)”, en Margarita Menegus (comp.), El repartimiento forzoso de mercancías en México, Perú y Filipinas, Instituto Mora/CESU-UNAM, 2000, pp. 65-97, mientras que en el caso de Puebla-Tlaxcala contamos con el estudio de Horst Pietschmann, “El comercio de repartimientos de los alcaldes mayores y corregidores en la región de Puebla-Tlaxcala en el siglo XVIII”, en Estudios de política indigenista española en América, 3 tomos, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1977, tomo III, pp. 147-153. Para el centro de Oaxaca destaca el trabajo clásico de Brian R. Hamnett, Política y comercio en el sur de México 1750-1821, México, Instituto Mexicano de Comercio Exterior, 1976, actualizado y reinterpretado por Jeremy Baskes, Indians, Merchants, and Markets. A reinterpretation of the Repartimiento and Spanish-Indian Economic Relations in Colonial Oaxaca, 1750-1821, Stanford, Stanford University Press, 2000. En el caso de Tehuantepec disponemos del texto de Laura Machuca, “El impacto del repartimiento de mercancías en la provincia de Tehuantepec durante el siglo XVIII: los pueblos de la grana”, en Margarita Menegus (comp.), El repartimiento forzoso de mercancías en México, Perú y Filipinas, Instituto Mora/CESU-UNAM, 2000, pp. 120-145, toda vez que para la Península de Yucatán en el siglo XVIII sobresale el análisis realizado por Robert Patch, Maya and Spaniard in Yucatan 1648-1812, Stanford, Stanford University Press, 1993.

17

Page 18: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

entregar el equivalente a dos meses de trabajo si, por ejemplo, se dedicaba a la

recolección de miel, puesto que en dicho tiempo podía llegar a obtener unas tres libras

de cera, siendo que cada una se le pagaba a un real.52

Además del incumplimiento de la política protectora de la corona con sus

vasallos, por los claros abusos que cometían los alcaldes mayores con los pueblos de

indios,53 el repartimiento implicaba problemas de orden fiscal para la monarquía. En

numerosas ocasiones los alcaldes mayores empleaban los montos del tributo para

financiar sus actividades mercantiles con los pueblos de indios, con el agravante de que

la autoridad podía acabar más enfocada a la vigilancia de su negocio particular que al

cuidado del fisco real, mientras que, en aras de poder incrementar sus ganancias y las de

los comerciantes con los que trataba para recibir o distribuir mercancías destinadas a las

comunidades, facilitaba el fraude en el pago de las alcabalas, un impuesto que gravaba

la compra-venta y la circulación de las mercancías en el espacio virreinal.54

Ante estos problemas, la actitud de los monarcas fue la de ensayar dos políticas

reformistas radicalmente distintas. En un primer momento se propició la regularización

del repartimiento.55 Al legalizar una situación de hecho se pretendía trasladar a la

economía formal una práctica mercantil, con lo que se esperaba obtener un doble

beneficio: limitar los abusos de los alcaldes mayores, ya que se establecería un arancel

con las mercancías sujetas a repartimiento a las que se asignaría un precio equitativo, y

reducir los problemas de fraude fiscal y malversación de los fondos reales (tributos y

alcabalas). Si en la Península de Yucatán se procedió a la legalización en 1731,56 en el

conjunto del virreinato se realizó en 1751.57 El resultado económico de dicha medida

arroja pocas dudas: el repartimiento legalizado experimentó un notable crecimiento en

cuanto al volumen y valor de las mercancías; algunos autores le atribuyen un monto

superior a los tres millones de pesos en la década de 1750.58 Sin embargo, en similar

proporción lo hizo la queja y protesta las autoridades eclesiásticas y de la población

52 Margarita Menegus, op. cit., p. 19. 53 Manuela Cristina García Bernal, Política indigenista del reformismo de Carlos III y Carlos IV”, Temas americanistas, núm. 13, Sevilla, 1997, pp. 8-16. 54 David Brading, Mineros…op. cit., y Brian Hamnett, op. cit.. 55 Lucio Mijares, “la permisión reglada de los repartimientos por los corregidores y alcaldes mayores”, en Estudios de política indigenista española en América, 3 tomos, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1977, tomo III, pp. 99-105. 56 Robert Patch, op. cit., pp. 154-156. 57 Una legalización que tenía una dimensión imperial ya que también contemplaba al virreinato de Perú. Brian Hamnett, op. cit., p. 43. 58 Margarita Menegus, op. cit., p. 57.

18

Page 19: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

indígena que, en algunos casos, llevó a la rebelión abierta como sucedió con el

levantamiento indígena de Yucatán en 1761.59

En un segundo momento se procedió a la restauración de la condena y

prohibición del repartimiento de mercancías. En este caso, el cambio de coyuntura se

inició en 1765 con la llegada del visitador general, José de Gálvez. A la idea ilustrada de

José del Campillo y Cossío, expresada en 1743, de considerar a la población indígena,

en tanto grupo demográfico mayoritario, como el tesoro más valioso de la monarquía

católica en las Indias, se añadió la denuncia de un marco institucional que obstaculizaba

su pleno desarrollo económico dada la condición jurídica asignada de minoría de edad,

la compulsión legalizada sobre su fuerza de trabajo o los obstáculos al libre ejercicio del

comercio por parte de este colectivo. En aras de remover estos obstáculos, Gálvez

procedió a realizar una dura condena del trato que los alcaldes mayores daban a los

pueblos de indios en la que el repartimiento de mercancías se constituyó en uno de los

principales cargos.60 En su opinión, había que transformar el sistema de gobierno

provincial, acabar con el sistema de alcaldes mayores y corregidores e implantar un

sistema de funcionarios, en tanto ministros de la corona, que no dependiesen para su

sustento “decoroso” de las conexiones que entablasen con los comerciantes/mercaderes

proveedores de mercancías y efectivo (ligas que llegaban hasta las fianzas que debían

presentar para acceder a los cargos), con los cuales organizaban el repartimiento de

mercancías en las comunidades indígenas.

Sin embargo, los distintos pareceres sobre el proyecto de reforma y la oposición

a la misma por autoridades de prestigio como la de Antonio María de Bucareli y Ursúa,

virrey de Nueva España (1771-1779), motivaron que el cambio en la normativa se

demorase hasta la promulgación de la Ordenanza de intendentes de 1786, momento en

el cual José de Gálvez ocupaba el cargo de ministro de Indias.

Como parte del diseño institucional planteado en el sistema de intendencias se

establecía el cargo de intendente, con jurisdicción sobre un territorio, la intendencia, al

59 La iglesia novohispana mantuvo por lo general una actitud de condena hacia el repartimiento de mercancías que ejercían los alcaldes mayores. Dos explicaciones se han dado para este proceder, en parte complementarias. A la protección que el clero regular y secular pretendía ejercer sobre sus fieles se unía la lucha contra una autoridad civil que en el ejercicio del comercio coactivo podía poder en riesgo sus propios ingresos al presionar de una manera tan gravosa a la economía indígena, lo cual podía entorpecer el pago de las obvenciones eclesiásticas. Para algunos ejemplos de la condena ejercida por el clero, en este caso oaxaqueño, en el siglo XVIII, véase, Brian Hamnett, op. cit. En el caso de la rebelión yucateca de 1761 encabezada por Jacinto Canek, consultar, Robert Patch, “Cultura, comunidad y ‘rebelión’ en el levantamiento maya de 1761 en Yucatán”, en Margarita Menegus (comp.), El repartimiento forzoso de mercancías en México, Perú y Filipinas, Instituto Mora/CESU-UNAM, 2000, pp.146-169. 60 Brading, Mineros… op. cit.

19

Page 20: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

que se le otorgaban competencias en las denominadas “cuatro causas”, a saber: justicia,

policía, hacienda y guerra. Como subordinados inmediatos del intendente estarían los

subdelegados, autoridades que sustituían a los alcaldes mayores, los cuales recibirían un

sueldo por el desempeño del oficio, generalmente 3% sobre el monto del tributo

recaudado en la subdelegación a su cargo –la antigua alcaldía mayor-. A cambio de este

salario se establecía de manera nítida la prohibición de realizar cualquier reparto de

mercancías con la población, así como la libertad de los indios para comerciar según su

voluntad (art. 12° ordenanza de intendentes).61

Si bien existe un relativo consenso sobre el fracaso de las intendencias en

términos político-administrativos,62 no existe un acuerdo total sobre los efectos

económicos de la abolición del repartimiento de mercancías. Para las autoridades

regionales de la época, léase los intendentes, la situación no era unívoca, ya que

mientras algunos de ellos –caso de los de Veracruz y Yucatán- indicaban que con el

abolición del repartimiento la economía local había entrado en crisis, otros señalaban

sus efectos positivos, en especial para la población indígena. Así lo manifestaron los

intendentes de México, Oaxaca o Puebla.63

Sobre la ambivalencia de la medida, la historiografía ha puesto de manifiesto los

intereses en los que se apoyaban estas consideraciones –ya fuesen políticas o

económicas-, de manera que no siempre es fácil distinguir entre la opinión interesada y

los datos aportados en apoyo de cada postura. Sin embargo, algunos estudios centrados

en las transformaciones vividas por los mercados regionales novohispanos y los

ultramarinos conectados con el problema del repartimiento permiten esbozar algunas

líneas maestras. En algunas zonas, caso del Bajío y Michoacán, donde predominaban

los repartos de ganado, parece ser que el propio desarrollo de la producción mercantil

motivó la desaparición del comercio coactivo, de manera que la abolición no habría

tenido un impacto destacado.64 En relación a los repartimientos realizados en Oaxaca,

con el objetivo básico de obtener grana cochinilla, todo parece apuntar a que la medida

61 “Entendiéndose que los indios y demás vasallos míos de aquellos dominios quedan, en consecuencia en libertad de comerciar dónde y con quién les acomode, para surtirse de todo lo que necesiten”. Real ordenanza para el establecimiento e instrucción de Intendentes de ejército y provincia en el reino de la Nueva España, 1786, México, UNAM, 1984, pp. 18-19. 62 David Brading, Mineros…op. cit., Horst Pietschmann, Las reformas borbónicas y el sistema de intendencias en Nueva España: un estudio político administrativo, México, FCE, 1996, Águeda Jiménez Pelayo, “Tradición o modernidad. Los alcaldes mayores y los subdelegados en Nueva España”, Espiral. Estudios sobre Estado y Sociedad, vol. VIII, núm. 21, may.- ago., 2001, pp. 133-157. 63 David Brading, Mineros…op. cit., pp. 121-125. 64 Rodolfo Pastor, op. cit., p. 232.

20

Page 21: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

reformista actuó sobre una producción en declive desde 1784, de manera que no puede

atribuírsele una causalidad directa. De hecho, parece ser que los cambios en la demanda

europea, su descenso, y los elevados costos de transporte y seguros que se produjeron

con las guerras navales desarrolladas a partir de 1793, fueron los que provocaron la

crisis del sector.65

Por lo que hace al otro producto dominante en Oaxaca en el repartimiento, la

producción de mantas (especialmente en Villa Alta), todo parece apuntar a que se

produjo el mismo fenómeno que en los repartimientos yucatecos destinados a la

obtención de patíes de algodón y cera. La evolución de la demanda novohispana de

estos textiles, manifestada en los precios, era claramente menguante desde los años 40

del siglo XVIII, adquiriendo especial fuerza a partir de la década de 1760. La

competencia ejercida por la industria textil de Puebla, Nueva Galicia, Michoacán y

Chipas, a la que se unió la producción catalana desde 1778 y la inglesa en 1797, cerró la

puerta a una producción compulsiva de tejidos de baja calidad en tanto proveedora de

los mercados mineros, urbanos y rurales del centro y norte de Nueva España. La

abolición del repartimiento en 1786 pudo empeorar el estado de cosas pero no puede ser

considerada la causa del declive de las producciones textiles de Oaxaca y Yucatán.66

A la luz de estos trabajos, parece claro que, a partir de 1786, el repartimiento

tuvo que transmutarse en una relación económica más libre, desde el punto de vista de

la coacción sobre el trabajo indígena, en la que las autoridades inmiscuidas pasaron a

hacer hincapié en su función como “mecanismo crediticio” que ayudaba a la producción

indígena al allegarles productos que, de otra manera, les sería muy difícil obtener, en

especial el ganado mayor. Si en 1794, se volvió a autorizar a las autoridades locales, los

subdelegados, el ejercicio del comercio fue porque primaron consideraciones de orden

político ya que la administración virreinal no había conseguido desarrollar un

mecanismo adecuado para allegarse recursos con los que pagar a su administración

local. El fondo reformista de la reforma en relación a los indígenas que intentaba

impedir la compulsión y el monopolio mercantil de la autoridad, se intentó salvar de

manera retórica al indicarse que el permiso para comercial no implicaba la legalización

de la coacción ni el monopolio. Este panorama fue el que pudo retratar Alejandro de 65 Entre 1783 y 1784 se produjo una caída de un 46% en la producción de grana oaxaqueña. Brian Hamnett, op. cit. y Jeremy Baskes, op. cit., p. 60. 66 En el caso de la crisis de la cera yucateca cabe apuntar dos factores. El desprestigio que sobrevino al descubrirse la adulteración en su fabricación y la aparición de competidores en el centro del virreinato, caso de los Altos de Morelos, aunque sobre este punto faltan estudios específicos. Robert Patch, Maya…op. cit., pp. 154-168.

21

Page 22: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

Humboldt cuando en su visita a Nueva España en 1805 manifestaba que los

corregidores se constituían arbitrariamente “en acreedores de los indios, y por lo tanto

en dueños de su trabajo, adelantándoles mulas, caballos y ropa”.67 Sin embargo, el

impacto de su abolición y/o reforma sobre el desempeño de la economía en las regiones

donde estaba presente parece haber sido mucho menor de lo que cabe atribuir a las

polémicas declaraciones vertidas en la época.

2. La reforma fiscal

Si bien el impulso a la economía productiva era la base sobre la se debía asentar el resto

de medidas del reformismo borbónico, la esfera fiscal era un ámbito de atención

prioritario porque desde ella se debían obtener los ingresos que financiasen la posición

política que la monarquía española pretendía ocupar en el orden europeo.

La orientación de la nueva política fiscal en Nueva España se dirigió al

restablecimiento del control directo por parte de la Real Hacienda del conjunto de rentas

enajenadas o arrendadas y al establecimiento de nuevos monopolios fiscales que

derivaron en un incremento de la administración hacendaria.68 En este ámbito, una de

las primeras medidas adoptadas por la nueva dinastía en la corona de Castilla y sus

territorios ultramarinos consistió en recobrar el control de aquellas rentas, derechos y

oficios que por cualquier motivo se habían enajenado de la corona, en el entendido de

que ante las urgencias del real erario era “de justicia y equidad usar de lo propio antes

que entrar a gravar los ajeno”.69

Y como “propio” cabía entender todo el conjunto de impuestos que derivaban de

las regalías de la corona, entre las cuales se encontraban los derechos sobre la

explotación de las minas y la acuñación de moneda. Tal y como hemos indicado, entre

1733 y 1783 la Casa de Moneda de la ciudad de México, la oficina del apartado y la de

ensaye pasaron del régimen de arrendamiento a particulares a ser administradas por

ministros de la corona, lo cual, además de un mayor control sobre el sector minero de

metales preciosos, significó una creciente entrada para las arcas reales. A la altura de la

primera década del siglo XIX, gracias, entre otras cosas, a la mejora y mayor eficiencia 67 Rodolfo Pastor, op. cit., p. 204. 68 Horst Pietschmann, “Consideraciones en torno al protoliberalismo, reformas borbónicas y revolución. La Nueva España en el último tercio del siglo XVIII”, Historia Mexicana, vol. XLI:2, 1991, p. 195. 69 Pablo Fernández Albaladejo, Fragmentos de monarquía. Trabajos de historia política, Madrid, Alianza Editorial, 1992, p. 386.

22

Page 23: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

en los procesos de amonedación, la ceca mexicana aportaba a la Real Hacienda un

promedio anual de un millón y medio de pesos al año.70 Este aumento en la eficiencia

de los procesos de amonedación, en unión de la mejora en el abastecimiento y las

rebajas en los precios del azogue y la pólvora permitieron que un volumen creciente de

la producción de oro y plata pasase a ser fiscalizada por la Real Hacienda.71

Respecto de la fiscalidad sobre las actividades mercantiles, dos ámbitos son los

que destacan: el impuesto de alcabalas y el del pulque. En ambos, la primera operación

para proceder a la mejora en la recaudación consistió en la transferencia del gravamen

de manos privadas a la corona. En el caso de las alcabalas, la prueba que marcó el

camino fue la finalización del contrato de arrendamiento de las alcabalas de la capital

virreinal al consulado de México en 1754. El éxito de la medida, que permitió que se

pasase de una recaudación anual de 373 000 pesos a unos 800 000 pesos, marcó la

orientación a seguir.72 En 1776, se dispuso que toda la renta de alcabalas que

comprendía 102 aduanas interiores fuese gestionada por ministros de la corona. Este

control de la renta por parte de la Real Hacienda, fue acompañada por un conjunto de

medidas administrativas que iban desde la generalización de las normas aplicadas en la

aduana de la ciudad de México al conjunto del virreinato, pasando por la selección de

los administradores y receptores de alcabalas, hasta el establecimiento de cabezas

regionales de inspección y registro, caso de las administraciones foráneas de alcabalas,

entre otras medidas, que hicieron posible que la renta creciese de manera clara. Si entre

1762-1775 se recaudaron 10 248 444 pesos, en los quince años que van de 1780 a 1795

se obtuvieron 26 164 694 pesos, un incremento pues de 160%.73 El crecimiento que no

sólo era relevante en términos de recaudación sino también en términos de control

territorial de la economía, en la medida en que la reforma hizo posible que espacios que

habían vivido al margen de dicha renta, o muy marginalmente, fuesen fiscalizados. En

este sentido los consumos de los habitantes del norte minero y las importaciones de

70 David Brading, Mineros…op. cit., p. 198. 71 Pedro Pérez Herrero, Plata y libranzas. La articulación comercial del México borbónico, México, El Colegio de México, 1988 y “Reformismo borbónico y crecimiento económico en la Nueva España”, en Agustín Guimerá (ed.), El reformismo borbónico, Madrid, Alianza Universidad/CSIC/Fundación MAPFRE América, 1996, pp. 75-107. 72 Juan Carlos Garavaglia y Juan Carlos Grosso, Las alcabalas novohispanas (1776-1821), México, AGN/Banca Cremi, 1987, p. 9. 73 Ibídem, p. 10.

23

Page 24: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

mercancías foráneas, europeas y americanas, por el puerto de Veracruz pudieron ser

captados de manera creciente gracias a la reforma de la renta de alcabalas.74

En relación a la renta del pulque, una bebida alcohólica fermentada de baja

graduación, el proceso fue muy similar. A partir de 1763 se fueron sustituyendo los

arrendamientos rematados en almoneda de la renta del pulque por el sistema de

administración de manera que en 1778 toda la renta estaba en manos de la Real

Hacienda a través de 27 aduanas y 12 receptorías ubicadas, la mayoría de ellas, en las

diócesis de México, Puebla y Oaxaca. La reforma implicó también una simplificación

en las tasas y en las formas de pago, así como un incremento en el gravamen, sobre todo

en su principal centro consumidor, la ciudad de México.75 Al igual que había sucedido

con la renta de alcabalas, el resultado fue una clara elevación de los rendimientos de

manera que si entre 1765 y 1776 se obtuvo un promedio anual de 400 000 pesos, entre

1780 y 1800 se recaudaron unos 800 000 pesos anuales.76

Junto a esta política de reintegración de las rentas al control directo de la Real

Hacienda, el reformismo borbónico también abogó por la generación de otros ramos

fiscales que apoyasen las finanzas reales. Fueron los casos del estanco de tabaco y el

indulto por la fabricación del aguardiente de caña. En el caso del estanco de tabaco,

establecido en Nueva España en 1765, se configuró como el mayor “éxito fiscal” de la

corona en la medida en que llegó a remitir a la tesorería de Madrid un monto neto

superior a los tres millones de pesos a partir de la década de 1780. Para ello se procedió

a un estancamiento paulatino que primero abarcó la producción de tabaco, básicamente,

en los valles de Córdoba, Orizaba y Zongolica, para proceder después al estancamiento

de la elaboración de los cigarros y puros, así como su comercialización. El combate al

cultivo libre y a la fabricación por particulares, la apertura de diversas fábricas (México,

Querétaro, Guadalajara), algunas de las cuales eran verdaderos núcleos populosos –la de

la ciudad de México hacia 1800 tenía más de 10 000 trabajadores, la mayoría mujeres-,

así como de las oficinas de distribución (estancos y estanquillos), y el control sobre una

potente red de arrieros que distribuían la materia prima y sus derivados fueron las

74 David Brading, Mineros…op. cit., p. 81; Ernest Sánchez Santiró, “La Hacienda reformada: la centralización de la renta de alcabalas en Nueva España (1754-1781)”, en Ernest Sánchez Santiró, Luis Jáuregui y Antonio Ibarra (coords.), Finanzas y política en el mundo iberoamericano, Del Antiguo Régimen a las naciones independientes 1754-1850, México, UAEM/Instituto Mora/UNAM, 2001, p. 168. 75 Ernest Sánchez Santiró, “La fiscalidad del pulque (1763-1835): cambios y continuidades”, en Ernest Sánchez Santiró (coord.), Cruda realidad. Producción, consumo y fiscalidad de las bebidas alcohólicas en México y América Latina, siglos XVII-XX, México, Instituto Mora, 2007, pp. 70-105. 76 José Jesús Hernández Palomo, La renta del pulque en Nueva España, 1663-1810, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos-CSIC, 1979, cuadro 9.

24

Page 25: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

principales herramientas que permitieron hacer de este estanco la renta más pingüe de

la corona.77

Otra novedad destacable en el régimen de rentas de la Real Hacienda fue la

legalización de la fabricación del aguardiente de caña en Nueva España en 1796,

contraviniendo una máxima que se había defendido desde el siglo XVI, cual era que en

el rubro de los “licores fuertes”, léase aguardientes, Nueva España debía ser una mera

consumidora y no productora, en beneficio de la producción española (en especial de

Castilla y, llegado el siglo XVIII, Cataluña).78 Los distintos circuitos mercantiles según

las capacidades de pago y el desabasto relativo hicieron que esta previsión no fuese

totalmente acatada en la medida en que el norte novohispano se desarrolló una

atomizada producción de “vinos mezcales” y de vino y aguardiente de uva –caso de

Parras- que convivieron con los caldos procedentes del comercio transatlántico.79 En un

contexto de promoción de la agroindustria azucarera a partir de los eventos

internacionales acaecidos en 1791, y ante las halagüeñas perspectivas de introducir un

ramo fiscal que incrementase los recursos del erario real, se procedió a legalizar la

fabricación del chinguirito en 1796.80 Dos eran los rubros a partir de los cuales se iban a

obtener ingresos. Uno, desde el denominado “indulto” para la fabricación del

aguardiente de caña que consistió en una contribución directa sobre la producción (6

pesos por barril quintaleño) y otro, a partir del pago que se tendría que realizar por

concepto de alcabalas por la venta de este producto en los diversos distritos fiscales

(suelos alcabalatorios). De manera directa, el indulto llegó a generar un ingreso anual

adicional a la Real Hacienda de unos 180 000/200 000 pesos entre 1796-1810.81

77 David Brading, Mineros…op. cit., pp. 82-83; Susan Deans-Smith, Bureaucrats, Planters and Workers: the Making of the Tobacco Monopoly in Bourbon Mexico, Austin, University of Texas Press, 1992; Guillermo Céspedes del Castillo, El tabaco en la Nueva España, Madrid, Academia de la Historia, 1992; Laura Nater, “Integración imperial: el sistema de monopolios de tabaco en el Imperio español. Cuba y América en el siglo XVIII” (Tesis de doctorado en historia), México, El Colegio de México, 2000; Carlos Marichal, “El sistema fiscal del México colonial, 1750-1810”, en Luis Aboites Aguilar y Luis Jáuregui (coord.), Penuria sin fin. Historia de los impuestos en México, siglos XVIII-XX, México, Instituto Mora, 2005, pp. 37-78. 78 José del Campillo y Cossío, op. cit., p. 56. Sergio Antonio Corona Páez, “La producción y consumo de los vinos y aguardientes legítimos de Nueva Vizcaya. Siglos XVII-XVIII”, en Ernest Sánchez Santiró (coord.), Cruda realidad. Producción, consumo y fiscalidad de las bebidas alcohólicas en México y América Latina, siglos XVII-XX, México, Instituto Mora, 2007, pp. 21-42. 79 Alberto Ramos Santana y Javier Maldonado Rosso (eds.), El comercio de vinos y aguardientes andaluces con América (siglos XVI-XX), Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1998; Sergio Antonio Corona Páez, op. cit. 80 Desde la década de 1780, en el contexto de la apertura mercantil, se habían elevado voces en Nueva España para su legalización. José Jesús Hernández Palomo, El aguardiente de caña en México, 1724-1810, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos-CSIC, 1974 y Teresa Lozano Armendares, op., cit. 81 Ernest Sánchez Santiró, Azúcar…op. cit., pp. 80-82.

25

Page 26: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

En otros ramos de la Real Hacienda, la actividad reformista se enfocó al

reforzamiento del control sobre los ingresos. Este fue el caso de los dos novenos reales

que la corona percibía sobre el diezmo que recaudaba la iglesia sobre la producción

agropecuaria, o el del tributo de indios y castas. En relación a la renta decimal, el

mecanismo empleado para controlar/asegurar la parte correspondiente al monarca

(aproximadamente, un 11% de la recaudación decimal bruta) fue la entrada de

contadores reales a supervisar las cuentas decimales de las diócesis a partir de 1774, lo

cual acabó generando agrias disputas entre la corona y la iglesia.82 En el caso de los

tributos, las acciones de la Real Hacienda se enfocaron a la reforma de la matriculación,

tasación y recaudación del impuesto directo personal.83 Si bien el tradicional espacio y

población sobre la que se recaudaba dicha renta, las repúblicas de indios del centro de

Nueva España, resistieron el embate reformista, la ampliación geográfica del tributo, en

especial hacia el norte novohispano, y étnica, al incluir de manera creciente a la

población de castas sometida al tributo –negros, pardos, mulatos, lobos, etc.- permitió

que la renta creciese de manera notable a lo largo del siglo XVIII, con dos momentos

claros de despegue, la década de 1730 y la de 1770, lo que posibilitó que se pasase de

una recaudación cercana a los 330 000 pesos anuales entre 1700-1710 a 1 120 000 pesos

entre 1780-1790.84 Un crecimiento que evidenciaba dos factores, el comportamiento

demográfico de la población causante, que se elevó en el siglo XVIII, y las reformas

emprendidas por la Real Hacienda en dicha renta que hizo posible, entre otras cosas,

82 Para constatar otros aspectos del reformismo borbónico en materia eclesiástica, véase, Mazín, Entre, 1986. Cabe añadir que la opción más radical en el control de los ingresos decimales de las diócesis por parte de la corona se produjo con la ordenanza de intendentes de 1786 según la cual en cada diócesis se conformaría una Junta de diezmos que procedería a controlar efectivamente la recaudación eclesiástica. La oposición coordinada de las diócesis novohispanas, encabezada por el arzobispado de México, impidieron que tal medida se llevase a efecto. Para apreciar la composición de dichas juntas y su fracaso, véase, Luis Jáuregui, La Real Hacienda de Nueva España. Su administración en la época de los intendentes 1786-1821, México, UNAM, 1999, pp. 121-123 y David Brading, Iglesia…op. cit., pp. 236-248. 83 Daniela Marino, “El afán de recaudar y la dificultad en reformar. El tributo indígena en la Nueva España tardocolonial” en Carlos Marichal y Daniela Marino (comp.), De colonia a nación. Impuestos y política en México, 1750-1860, México, El Colegio de México, 2001, pp. 61-83 y Rafael García Pérez, “El régimen tributario en las intendencias novohispanas: La ordenanza para la formación de los autos de vistas, padrones y matrículas de Revillagigedo II”, Anuario Mexicano de Historia del Derecho, núm. 11-12, 2000, pp. 279-307. En el caso de Yucatán, el cambio consistió en una alteración en la forma de conceptualizar a los tributarios ya que hasta la incorporación de las encomiendas yucatecas a la corona en 1785, la unidad básica eran los pueblos y a partir de entonces lo serían las personas. Al respecto, véase, María Isabel Campos Goenaga, “Huracanes, sequías y plagas de langosta en el Yucatán colonial: la sociedad yucateca y los desastres en la segunda mitad del siglo XVIII”, tesis para el grado de doctor en Historia y Etnohistoria, México, ENAH, 2008, pp. 207-209. 84 Herbert S. Klein, Las finanzas americanas el Imperio español, 1680-1809, México, Instituto Mora/UAM, 1994, pp. 109-111.

26

Page 27: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

que el citado dinamismo demográfico fuese fiscalizado mediante la actualización y

alteración de las matrículas de tributarios.85

El resultado último de toda esta actividad reformista en materia fiscal fue la

notable transformación que experimentó la Real Hacienda en el siglo XVIII. No sólo se

trató de que los ingresos crecieron de manera considerable, uno de los fines perseguidos

por la reforma, de manera que en el periodo 1710-1719 se obtuvieron en promedio 3.75

millones de pesos brutos al año, mientras que en el periodo 1780-1789 se recaudaron

19.86 millones de pesos, lo cual supuso un crecimiento de 430%, sino que la

composición de este ingreso también se alteró de manera notable, tal y como podemos

apreciar en el siguiente cuadro (ver cuadro 1):

Cuadro 1 Evolución de los ingresos de la Real Hacienda de Nueva España, 1710/19-1780/89

1710-1719 (promedio)

% 1780-1789 (promedio)

%

Impuestos a la minería (producción y amonedación)

1 223 728 32.6 4 305 094 21.7

Impuestos mercantiles (alcabala, almojarifazgo, pulque, avería, etc.)

1 088 532 29.0 4 775 696 24.0

Estancos (tabaco, azogue, pólvora, sal, naipes, gallos, nieve)

809 445 21.6 6 977 436 35.1

Tributo de indios y castas 382 898 10.2 1 121 122 5.6 Préstamos y situados 67 509 1.8 892 987 4.5 Otros 178 217 4.8 1 788 157 9.0 Total 3 750 329 100.0 19 860 492 100.0

Fuente: Herbert S. Klein, Las finanzas americanas el Imperio español, 1680-1809, México, Instituto Mora/UAM, 1994, pp.88-117.

Si a principios del siglo XVIII la mayor parte de los ingresos de Real Hacienda

de Nueva España surgían del control ejercido sobre la producción minera de metales

preciosos (quintos y diezmo minero y derechos de amonedación) y los tributos de indios

y castas, lo que representaba un 42.8% de los ingresos brutos, mientras que los

impuestos establecidos sobre el control de la venta de mercancías –libres y estancadas-

85 Carlos Marichal, “Sistema…”op. cit., pp. 43-45. El único caso que se aleja de esta evolución fue el de la población tributaria de Yucatán, la cual sufrió un deterioro tendencial durante el siglo XVIII, a pesar de leves ascensos muy circunscritos temporalmente. Al respecto, véase, María Isabel Campos Goenaga, op. cit., p. 243.

27

Page 28: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

alcanzó 50.6%,86 a la altura de 1780-1789, las aportaciones relativas de la minería y los

tributos cayeron de manera ostensible, al representar apenas 27.3% de los ingresos de la

Real Hacienda. Por el contrario, la fiscalidad sobre la venta y circulación de bienes de

producción y consumo, incrementó su participación al alcanzar 59.2% del total

recaudado en 1780-1789, siendo los principales responsables de este ascenso los

cambios ocurridos en la renta de alcabalas y la creación del estanco de tabaco. Con ello,

la fiscalidad indirecta, que gravaba los intercambios y la circulación de las mercancías,

se convirtió en la base fiscal del erario real novohispano, cuando a principios de la

centuria lo eran las contribuciones directas reales (la producción minera y la acuñación)

y personales (los tributos). Esta transformación se ajustaba plenamente a lo postulado

por personajes como José del Campillo cuando en su proyecto de gobierno económico

para América indicaba que en materia de impuestos había que aproximarse a lo

establecido por franceses e inglesas, esto es: “sustituir el peso intolerable de los

impuestos y duros tributos [por] la contribución voluntaria del comercio, y del consumo

que produce mucho más, y es la que enriquece al Erario sin empobrecer al vasallo”.87

El éxito de la reforma, en términos fiscales, se hizo más patente cuando llegaron

las difíciles décadas de 1790 y 1800, en la medida en que, además de los ingresos

directos generados por concepto de tributación, la rentas reales se convirtieron en

garantía para la negociación de diversos prestamos internos y externos con destino a

financiar los crecientes gastos bélicos derivados de la política exterior de Carlos IV.88

3. Cambio institucional

El último aspecto que pretendemos tratar sobre las reformas borbónicas en el ámbito de

la interacción del poder político sobre la economía novohispana es el que hace

referencia a la transformación del marco institucional.

Pero antes de continuar es necesario realizar algunas presiones conceptuales.

Cuando nos referimos a las instituciones, lo hacemos bajo una acepción

neoinstitucionalista, esto es, como el conjunto de restricciones formales (reglas, leyes) e

informales (patrones de conducta, convenciones, códigos de comportamiento

autoimpuestos, etc.) que hacen posible, entre otros elementos, la interacción económica 86 La participación del sector minero era todavía más amplia ya que entre los estancos se contabilizaban el monopolio del azogue y el de la pólvora que tenían como principal destino la explotación de las minas y el tratamiento del mineral en las haciendas de beneficio. 87 José del Campillo y Cossío, op. cit., pp. 63-64. 88 Carlos Marichal, La bancarrota del virreinato. Nueva España y las finanzas del Imperio español, 1780-1810, México, Fondo de Cultura Económica, 1999.

28

Page 29: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

de los distintos agentes económicos. Unas instituciones que adquieren su lógica

“cuando negociar es costoso”. En ese momento las instituciones importan, en tanto son

una parte relevante de la estructura económica de una sociedad que permite reducir los

costos de transacción, entendiendo por éstos los costos en los cuales incurren los actores

económicos en la adquisición de información sobre los bienes a intercambiar y en

generar certidumbre a la hora del cumplimiento de los acuerdos económicos.89

Bajo esta perspectiva, el reformismo borbónico procedió a realizar profundas

modificaciones de la estructura institucional de Nueva España, de entre las que

destacamos cuatro medidas, a saber: la creación del Tribunal de Minería en 1776, las

diversas oficinas territoriales que potenció la reforma fiscal –en especial en los ramos de

alcabalas y el estanco de tabaco-, la implantación del régimen de intendencias en 1786

y, por último, la creación de los consulados de comercio de Guadalajara y Veracruz en

1795.

Si bien la historia de estas creaciones y reformas ha tenido una amplia

historiografía,90 lo que pretendemos aquí es resaltar los aspectos del cambio

institucional promovidos por la dinastía borbónica en el ámbito económico. Así, ante el

problema de obtener información con destino a los agentes económicos privados y el

poder político, en un contexto de reformulación de rutas, agentes y productos

mercantiles, así como sobre el propio desempeño de la economía novohispana, el

reformismo borbónico generó nuevos instrumentos institucionales.91 Así, por ejemplo,

con la “constitución” del cuerpo de Minería en 1776, que dotó de una cabeza

estructuradora al conjunto de diputaciones mineras que existían en el virreinato, de

manera que se consiguió una jerarquización en los canales de información que iban

desde los mineros a las respectivas diputaciones mineras y de éstas al Tribunal General

de Minería de la ciudad de México. Una instancia en la que se trataban cuestiones 89 Douglass C. North, Estructura y cambio en la historia económica, Madrid, Alianza Editorial, 1994, p. 17 y “El desempeño económico a lo largo del tiempo”, El trimestre económico, vol. LXI (4), oct.-dic., 1994, p. 569. 90 Sólo a título de ejemplo, véase, Walter Howe, The Mining Guild of New Spain and its Tribunal General 1770-1821, Cambridge, Mass, Harvard University, 1949; David Brading, Mineros…op. cit., Horst Pietschmann, Reformas…op. cit.; Pedro Pérez Herrero, “Reformismo…op. cit.”. 91 Es sintomático de esta necesidad que una de las primeras funciones que deberían desarrollar los distintos visitadores que habrían de proponer las reformas pertinentes en los diversos espacios americanos del imperio fue la de recabar información. Tal y como indicaba José del Campillo en 1743: “Se tomará razón más puntual que se pueda de la población de cada distrito, de la inclinación de los habitantes, del modo de ocupar hombres y mujeres, de su manera de vivir y vestirse, de su disposición y repugnancia a la industria, de los frutos propios de cada Provincia, del modo de aumentar y perfeccionar los que tienen despacho en Europa, de las fábricas que hay en ambos Reinos, del número de telares, de los géneros en que trabajan, de las gentes que se surten con ellos, y del precio a que se vende cada especie”. Jospe del Campillo y Cossío, op. cit., p. 53.

29

Page 30: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

vitales para el sector como eran el problema de los insumos (azogue, pólvora, sal, etc.) o

el de la fiscalidad.92 De igual forma, la creación de los consulados de comercio de

Veracruz y Guadalajara en 1795 representó una importante fuente de información para

las oligarquías mercantiles de ambas regiones merced el control que pasaron a ejercer

sobre el impuesto de avería93 que les dotó de noticias sobre las rutas, productos y

precios entre puertos, ciudades y reales mineros.94 Los ejemplos más depurados de esta

capacidad para obtener y procesar la información económica serían las balanzas de

comercio marítimo y las cuentas generales del consulado de Veracruz.95

Pero si la creación de estas corporaciones privilegiadas dotaba de información a

las dos principales modalidades de agentes económicos novohispanos del periodo, los

mineros y los comerciantes, la transferencia de rentas de manos privadas a la corona –

Casa de Moneda, alcabalas, pulques-, su reestructuración territorial, así como la

creación de otras rentas, como el estanco de tabaco, dotaron de renovadas fuentes de

información a la monarquía, de manera que la corona ya no quedaba supeditada a los

canales tradicionales cuales eran los alcaldes mayores y el clero presente en cada uno de

los curatos del virreinato. La nueva red de factorías de tabaco96 y de administraciones

foráneas de alcabalas,97 la ampliación de las cajas reales novohispanas en el siglo

XVIII,98 la introducción de contadores reales para fiscalizar los ingresos decimales de

92 David Brading, Mineros…op. cit., p. 229. 93 Figura fiscal del siglo XVI, “originalmente destinada a cubrir los gastos de protección de navíos a la Carrera de Indias, fue modificando su función y gravámenes hasta formar parte de los recursos regulares de los cuerpos americanos de comercio, cobrándose una ‘avería’ a las importaciones internadas al reino, según la jurisdicción territorial de cada Consulado”. Antonio Ibarra, “Mercado…op. cit.”, p. 51. 94 Antonio Ibarra, “El Consulado de comercio de Guadalajara: entre la modernidad institucional y la obediencia a la tradición, 1795-1818”, en Guillermina del Valle Pavón (coord.), Mercaderes, comercio y consulados de Nueva España en el siglo XVIII, México, Instituto Mora, 2003, pp. 310-333. 95 Matilde Souto Mantecón, op. cit., pp. 133-178. 96 Se crearon 11 factorías de tabaco (México, Guadalajara, Valladolid, Durango, Rosario, Puebla, Veracruz, Oaxaca, Orizaba, Córdoba y Mérida), así como cuatro administraciones independientes en Monterrey, Coahuila, Santander y Mazapil, de las cuales se hizo depender una amplia red de estancos y estanquillos. Clara Elena Suárez Argüello, Camino real y carrera larga. La arriería en la Nueva España durante el siglo XVIII, México, CIESAS-SEP, 1997. 97 En 1776, los 262 suelos alcabalatorios novohispanos pasaron a ser administrados por 81 aduanas y 64 subreceptorías sujetas a la Dirección General de Alcabalas de la Real Hacienda, las cuales fueron agrupadas en 1781 en doce administraciones foráneas de alcabalas (Guadalajara, Puebla, México, Guanajuato, San Luis Potosí, Veracruz, Valladolid, Durango, Zacatecas, Oaxaca, Sonora y Yucatán) que llevaron el control de la renta. Juan Carlos Garavaglia y Juan Carlos Grosso, op. cit., p. 125, Ernest Sánchez Santiró, “Hacienda…op. cit.”, pp. 166-167. 98 Durante el siglo XVIII se duplicó el número de cajas reales, de manera que a finales del siglo XVII eran once (Acapulco, Durango, Guadalajara, Guanajuato, Mérida, Pachuca, San Luis Potosí, Sombrerete, Tabasco, Veracruz y Zacatecas), mientras que al finalizar el siglo XVIII ya eran 22 (a las anteriores se añadieron Arizpe, Bolaños, Campeche, Chihuahua, Michoacán, Oaxaca, Presidio del Carmen, Puebla, Rosario, Saltillo y Zimapán). John J. TePaske y Herbert S. Klein, Ingresos y egresos de la Real Hacienda de Nueva España, 2 vols., México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1986, 1988.

30

Page 31: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

las diócesis novohispanas,99 o la aplicación del régimen de intendencias a partir de

1786,100 permitieron la generación de informes, noticias y estadísticas que facilitaron al

gobierno virreinal la toma de decisiones, lo cual significó un claro reforzamiento de la

capacidad negociadora y de coerción de la monarquía española con relación a los

distintos agentes económicos novohispanos.

En el ámbito de la polémica entre uno de los principales afectados por las

reformas mercantiles, el consulado de mercaderes de la ciudad de México, y el gobierno

virreinal, a raíz de las consecuencias derivadas del régimen de comercio libre, destaca la

respuesta que pudo elaborar el virrey II conde de Revillagigedo (1789-1794) al Informe

del consulado de mercaderes de la ciudad de México elaborado en 1788,101 a partir del

cual la corporación mercantil pretendía que se desanduviese el camino recorrido y que

se retornase a la situación existente en 1778. Gracias al Informe reservado de Ventura

Beleña de 1791, como al Ensayo apologético de 1792, el virrey pudo obtener

información sobre la recaudación de la gruesa de diezmos en las diócesis novohispanas,

como manifestación del estado de la agricultura; de las cifras de acuñación de la Casa

de Moneda de México, como indicador del estado de la minería, y datos de la renta de

alcabalas, como referente de la situación del comercio. Con estos elementos, se pudo

rebatir el núcleo de la argumentación del consulado de México, a saber: la apertura del

mercado novohispano en 1778 había provocado la crisis de la economía virreinal y,

como consecuencia, de las finanzas de la corona. Frente a esta argumentación, los datos

sobre los diezmos, los de las acuñaciones en la Casa de Moneda, como los de

recaudación de alcabalas eran claramente positivos si se comparaban la recaudación del

99 David Brading, Iglesia…op. cit., p. 236. 100Se crearon doce intendencias (México, Valladolid, Oaxaca, Puebla, Veracruz, Guanajuato, Durango, Zacatecas, Guadalajara, Sonora, Sinaloa y San Luis Potosí), de las que se hicieron depender las antiguas alcaldías mayores y corregimientos, que se transformaron en subdelegaciones. Áurea Commons, Las intendencias de la Nueva España, México, IIH-UNAM, 1993. 101 Este informe ya fue analizado detenidamente por Guillermina del Valle en su trabajo sobre el apoyo crediticio del consulado a la corona en el siglo XVIII, con una marcada orientación hacia los problemas de la saturación de los mercados novohispanos por el arribo de mercancías ultramarinas y la salida de numerario. Guillermina del Valle Pavón, “Oposición de los mercaderes de México a las reformas comerciales mediante la resistencia a otorgar crédito a la corona”, en Carmen Yuste López y Matilde Souto Mantecón (coords.), El comercio exterior de México, 1713-1850, México, Instituto Mora, 2000, pp. 84-109. Asimismo, Clara Elena Suárez Argüello indicó la relevancia de dicho informe consular en su estudio sobre la posición que los mercaderes desplegaron en torno al impacto que el libre comercio estaba ejerciendo sobre la situación económica del virreinato de Nueva España. Clara Elena Suárez Argüello, “El parecer de la élite de comerciantes del Consulado de la ciudad de México ante la operación del libre comercio (1791-1793)”, en Bernd Hausberger y Antonio Ibarra (eds.), Comercio y poder en América Colonial. Los consulados de comerciantes, siglos XVII-XIX, Madrid/Frankfurt/México, Iberoamericana/Vervuert/Instituto Mora, 2003, pp. 103-130.

31

Page 32: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

periodo 1765-1777, previo a la reforma, con la de 1778-1790, luego la ecuación

“reforma igual a crisis económica” no era sostenible.

La importancia de estos datos no puede minusvalorarse se tenemos en cuenta

que sirvió de base para que Alejandro de Humboldt asentase la imagen próspera de

Nueva España en su Ensayo político sobre el reino de Nueva España.102

En esta misma esfera de la capacidad creciente de la monarquía para obtener y

procesar volúmenes crecientes de información económica y social, destacan las diversas

noticas y “estadísticas” elaboradas por los intendentes de Nueva España, de entre los

que destaca por su calidad los estados sobre la agricultura, industria y comercio de la

provincia de Guadalajara elaborados por el intendente José Fernando de Abascal y

Sousa entre 1802 y 1804.103

El segundo rubro destacable del cambio institucional hace referencia al

problema de la certidumbre en el cumplimiento de los contratos y en la resolución de las

controversias, de una manera expedita. Al respecto cabe apuntar que, en la medida en

que los agentes económicos encuentran canales que expeditos de resolución de sus

controversias, así como una normativa específica, se aminoran los costos derivados del

empleo de la justicia como garantía del cumplimiento de los contratos. En un contexto

jurídico de antiguo régimen, cual era el de Nueva España, en el que convivían tribunales

con competencias y jurisdicciones que en numerosas ocasiones se traslapaban, la

adquisición de un “derecho privado”, de un privilegio en materia judicial, constituía una

gran ventaja a la hora de la resolución de las controversias en el ámbito económico.104

Hasta 1783, y desde el siglo XVI, únicamente el selecto gremio de mercaderes

del consulado de la ciudad de México disfrutaba de tal prerrogativa.105 Sin embargo,

con la creación del Tribunal de Minería en 1776 y la promulgación de sus Ordenanzas

en 1783, empezó a cambiar el panorama, en la medida que con su promulgación se

produjo una reformulación de las ordenanzas de minería castellanas e indianas que,

hasta ese momento, asignaban la función judicial a los alcaldes mayores, como justicias

102 Enrique Florescano y Fernando Castillo, Controversia sobre la libertad de comercio en Nueva España 1776-1818, tomo 1, México, Instituto Mexicano de Comercio Exterior, 1975. 103 Antonio Ibarra, La organización regional del mercado interno novohispano. La economía colonial de Guadalajara, 1770-1804, México, BUAP/UNAM, 2000. 104 John H. Coatsworth y Gabriel Tortella Casares, “Instituciones y desempeño económico a largo plazo en México y España (1800-2000)”, en Rafael Dobado, Aurora Gómez Galvarriato y Graciela Márquez (comps.), México y España. ¿Historias económicas paralelas?, México, Lecturas del Trimestre Económico, núm. 98, FCE. 2007, pp. 47-74. 105 Guillermina del Valle Pavón, “El régimen de privilegios de la Universidad y Consulado de Mercaderes de la ciudad de México”, en Beatriz Rojas (Coord.), Cuerpo político y pluralidad de derechos. Los privilegios de las corporaciones novohispanas, México, Instituto Mora /CIDE, 2007, pp. 155-187.

32

Page 33: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

de minas, mientras que los posibles recursos se resolvían en las audiencias. En el fondo

se trataba de otorgar el fuero al Cuerpo de Minería, es decir, el privilegio de que los

mineros fuesen juzgados por sus iguales.106 Una justicia de la que se esperaba que fuera

sumaria para evitar las dilaciones que se producían en el fuero común. En el caso del

Tribunal General de Minería, ubicado en la ciudad de México, éste tendría

conocimiento de las controversias que se produjesen en un radio de 25 leguas en torno a

la capital del virreinato, mientras que en el resto del territorio, estas mismas funciones

las desarrollarían las diputaciones de cada uno de los reales y asientos mineros.107 En

este mismo tenor hay que entender la concesión real para la creación de los consulados

y tribunales mercantiles de Guadalajara y Veracruz en 1795.108 Con estas medidas se

amplió el número de tribunales destinados a atender las controversias económicas de

corporaciones privilegiadas.

Consideraciones finales

El reformismo borbónico desplegó en Nueva España un volumen amplio y diversificado

de iniciativas que abarcaron desde la promoción y protección de determinados sectores

y espacios económicos, pasando por el reforzamiento de las instancias fiscalizadoras de

dicho crecimiento, para llegar a una reestructuración del marco institucional que

ampliase y diversificase los interlocutores de la corona en dichas reformas, lo cual

redundaba en una minoración de los costos de transacción.

Aunque el debate historiográfico entre las décadas de 1970-1990 se articuló en

torno a la cuestión de si las reformas borbónicas habían sido la causa del crecimiento

económico vivido por Nueva España durante el siglo XVIII o si únicamente se habían

producido en un contexto de crecimiento previo, el cual aprovecharon y reforzaron,109

hoy en día existen pocas dudas sobre la secuencia de la economía novohispana en dicha

centuria, así como de la interacción entre la esfera económica y la política. Tanto los

datos de producción minera y agrícola, los de circulación mercantil, como los

demográficos permiten apreciar que el crecimiento de la economía novohispana se

produjo desde, al menos, la década de 1720 para ir ganando impulso durante las tres

décadas siguientes. Durante este periodo, la acción reformista de la monarquía se centró 106 David Brading, Mineros…op. cit., p. 41. 107 Ernest Sánchez Santiró, “Privilegio versus monopolio, El cuerpo de minería de Nueva España durante la segunda mitad del siglo XVIII”, en Beatriz Rojas (Coord.), Cuerpo político y pluralidad de derechos. Los privilegios de las corporaciones novohispanas, México, Instituto Mora /CIDE, 2007, p. 236. 108 Matilde Souto Mantecón, op. cit.; Antonio Ibarra, “Consulado…op. cit.”. 109 La síntesis de este debate se puede seguir en Pedro Pérez Herrero, “Reformismo…op. cit.”

33

Page 34: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

de manera prioritaria en recabar información, en la incorporación de las distintas rentas

y regalías fiscales a la corona, así como en la rearticulación del comercio externo. Los

obstáculos percibidos a mediados del siglo XVIII, en especial en la década de 1760,

fueron rápidamente superados gracias a una política reformista mucho más agresiva que

abarcaba, de manera prioritaria, la provisión periódica, y a menores precios, de insumos,

las rebajas fiscales para la minería, el cuidado a la circulación monetaria y las

desgravaciones fiscales en la producción agropecuaria mercantil. Un impulso desde la

esfera del orden político que permitió reemprender el camino del crecimiento

económico.

La otra cara de este impulso a la economía productiva fue la profunda reforma

de la Real Hacienda que abarcó preferentemente los ramos de los diezmos mineros, la

Casa de Moneda, las alcabalas, el estanco de tabaco, los tributos de indios y castas y los

diezmos eclesiásticos. Gracias a ello, la Real Hacienda obtuvo una presencia más

extensa en el territorio novohispano, mayores fuentes de información y, como corolario,

una ampliada capacidad de negociación con los actores económicos, con el fin último de

poder incrementar los ingresos del real erario. Esta política fue tan exitosa que cuando

llegó el periodo de 1797-1810, que desestabilizó política y militarmente a la monarquía

española e implicó un incremento nunca visto antes en los gastos militares, las rentas de

la Real Hacienda novohispana fueron una garantía para la obtención de préstamos

internos y en Europa destinados a sufragar los crecientes gastos bélicos de la corona.110

Sin embargo, la promoción de la economía productiva y de la reforma fiscal, no

fueron percibidos como mecanismos suficientes para alcanzar los objetivos políticos y

económicos propuestos por la monarquía. Había que atender también a las instituciones.

Así, el despliegue de un conjunto de transformaciones institucionales dotaron a la

política reformista de los Borbones de instrumentos y aliados a partir de los cuales se

pudo llevar adelante la política de apertura mercantil, entendía no sólo como una mayor

libertad espacial y temporal para la circulación de las mercancías al interior del espacio

económico imperial, con los esperados efectos positivos que estas medidas provocarían

en los distintos sectores productivos, sino también como la conformación de un sistema

mercantil y productivo multipolar en el cual la corona contaría con un repertorio más

diversificado de actores involucrados. Actores dotados de privilegios corporativos, con

110 Carlos Marichal, Bancarrota…op. cit., y Guillermina del Valle Pavón, “El consulado de comerciantes de la ciudad de México y las finanzas novohispanas, 1592-1827”, tesis para el grado de doctor en Historia, El Colegio de México, 1997.

34

Page 35: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

sus derivaciones de agremiación, justicia y representación111 que favorecieran el

incremento en la competencia, la ampliación de la esfera productiva y, como derivación

de la misma, de las rentas fiscales de la monarquía.112 Gracias a la aplicación de esta

política, los consulados de comerciantes de Cádiz, Lima o México dejaron de ser los

interlocutores predilectos en el armazón institucional del imperio. El reforzamiento de

las distintas oficinas de la Real Hacienda, la creación del Tribunal de Minería y de los

consulados de Guadalajara y Veracruz, así como la introducción del régimen de

intendencias, fueron los arietes de una política que pugnó por romper el monopolio

mercantil ejercido por las antiguas corporaciones consulares.

Lo más relevante de este proceso, en términos de caracterización, es que en esta

política se emplearon los instrumentos institucionales del antiguo régimen. La

monarquía católica no combatió el monopolio a través de un pretendido

“protoliberalismo”, un especie de liberalismo avant la lettre, sino que lo hizo mediante

el empleo del privilegio corporativo. De la multiplicación de estos actores privilegiados

(consulados, tribunales de minería, universidades, juntas de comercio, sociedades

económicas, etc.) se liberalizaron las relaciones económicas, lo cual derivó en una

ampliación, interconexión y creciente especialización de los mercados. Que el resultado

último fuese que la Real Hacienda pudiese captar volúmenes crecientes de la renta

generada en los distintos espacios, sectores productivos y grupos sociales parecía

abonar el acierto de dicha política. Así pues, la lógica de la reforma consistió en una

modernización conservadora en la cual el monopolio fue combatido mediante la

multiplicación del privilegio corporativo, lo que permitió que se produjese una

incipiente liberalización de los mercados en el marco del antiguo régimen colonial

novohispano.

Los límites de la reforma pronto se harían evidentes al enfrentar el reto de las

guerras que se desataron en Europa a partir en la década de 1790. En un ávido impulso

por obtener fondos con los que financiarlas la monarquía trastocó los fundamentos

111 Robert Sidney Smith, , “Los consulados de Nueva España”, en Smith, Robert y José Ramírez, Los consulados de comerciantes en Nueva España, México, Instituto Mexicano de Comercio Exterior, 1976, pp. 13-38. 112 Antonio Ibarra, “Mercado, élite e institución: el Consulado de comercio de Guadalajara y el control corporativo de las importaciones en el mercado interno novohispano”, en Bernd Hausberger y Antonio Ibarra (eds.), Comercio y poder en América colonial. Los consulados de comerciantes, siglos XVII-XIX, Madrid/México, Iberoamericana/Instituto Mora, 2003, pp. 145-170.

35

Page 36: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

crediticios de la economía novohispana,113 junto a una extracción sin precedentes de

numerario a través de mecanismos fiscales. El tiempo de la reforma había quedado

atrás, lo que vino después fue una extracción desesperada de recursos para atender los

compromisos bélicos ultramarinos y europeos que sólo se detuvo con la crisis político-

militar que estalló en Nueva España en 1810.

113 El principal elemento disruptor fue el decreto de Consolidación de Vales Reales de 1804. Al respecto, véase, Gisela von Wobeser, Dominación colonial. La Consolidación de Vales Reales, 1804-1812, México, IIH-UNAM, 2003.

36

Page 37: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

Referencias

Alonso Álvarez, Luis, “El impacto de las reformas borbónicas en las redes comerciales.

Una visión desde el Pacífico hispánico, 1762-1815”, en Antonio Ibarra y

Guillermina del Valle Pavón (coords.), Redes sociales e instituciones

comerciales en el imperio español, siglos XVII a XIX, México, Instituto

Mora/Facultad de Economía-UNAM, 2007, pp. 187-213.

Arcila Farías, Eduardo, Comercio entre México y Venezuela en los siglos XVI y XVIII,

México, Instituto Mexicano de Comercio Exterior, 1975.

Baskes, Jeremy, Indians, Merchants, and Markets. A reinterpretation of the

Repartimiento and Spanish-Indian Economic Relations in Colonial Oaxaca,

1750-1821, Stanford, Stanford University Press, 2000.

Brading, David, Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810), México,

FCE, 1975.

___, Una iglesia asediada: el obispado de Michoacán, 1749-1810, México, FCE, 1994.

Campillo y Cossío, José del, Nuevo sistema de gobierno económico para la América,

Madrid, Imprenta de Benito Cano, 1789 (texto original de 1743).

Campos Goenaga, María Isabel, “Huracanes, sequías y plagas de langosta en el Yucatán

colonial: la sociedad yucateca y los desastres en la segunda mitad del siglo

XVIII”, tesis para el grado de doctor en Historia y Etnohistoria, México, ENAH,

2008.

Céspedes del Castillo, Guillermo, El tabaco en la Nueva España, Madrid, Academia de

la Historia, 1992.

Coatsworth, John H. y Gabriel Tortella Casares, “Instituciones y desempeño económico

a largo plazo en México y España (1800-2000)”, en Rafael Dobado, Aurora

Gómez Galvarriato y Graciela Márquez (comps.), México y España. ¿Historias

económicas paralelas?, México, Lecturas del Trimestre Económico, núm. 98,

FCE. 2007, pp. 47-74.

Commons, Áurea, Las intendencias de la Nueva España, México, IIH-UNAM, 1993.

Corona Páez, Sergio Antonio, “La producción y consumo de los vinos y aguardientes

legítimos de Nueva Vizcaya. Siglos XVII-XVIII”, en Ernest Sánchez Santiró

(coord.), Cruda realidad. Producción, consumo y fiscalidad de las bebidas

alcohólicas en México y América Latina, siglos XVII-XX, México, Instituto

Mora, 2007, pp. 21-42.

37

Page 38: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

Crespo, Horacio et al., Historia del azúcar en México, 2 vols., México, FCE, 1989-

1990.

Deans-Smith, Susan, Bureaucrats, Planters and Workers: the Making of the Tobacco

Monopoly in Bourbon Mexico, Austin, University of Texas Press, 1992.

Delgado Ribas, Josep M., Dinámicas imperiales, 1650-1796. España, América y

Europa en el cambio institucional del sistema colonial español, Barcelona,

Edicions Bellaterra, 2007.

Dobado González, Rafael, “El monopolio estatal del mercurio en Nueva España durante

el siglo XVIII”, Hispanic American Historical Review, núm. 82:4, 2002, pp.

685-718.

Elhúyar, Fausto de, Memoria sobre el influjo de la minería en Nueva España, México,

CNCA/CONACULTA, 1964.

Farriss, Nancy M., La Corona y el clero en el México colonial, 1579-1821, México,

FCE, 1995.

Fernández Albaladejo, Pablo, Fragmentos de monarquía. Trabajos de historia política,

Madrid, Alianza Editorial, 1992.

Fisher, John R., Commercial Relations between Spain and Spanish America in the Era

of Free Trade, 1778-1796, Liverpool: The University of Liverpool, Centre of

Latin American Studies, 1985.

___, Comercio entre España e Hispanoamérica (1797-1820), Madrid, Banco de

España, 1993.

Flores Clair, Eduardo, El Banco de Avío Minero novohispano. Crédito, finanzas y

deudores, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2001.

Florescano, Enrique y Fernando Castillo, Controversia sobre la libertad de comercio en

Nueva España 1776-1818, 2 tomos, México, Instituto Mexicano de Comercio

Exterior, 1975.

Fontana, Josep, El ‘comercio libre’ entre España y América (1767-1824), Madrid,

Fundación del Banco Exterior, 1987.

Garavaglia, Juan Carlos y Juan Carlos Grosso, Las alcabalas novohispanas (1776-

1821), México, AGN/Banca Cremi, 1987.

García Bernal, Manuela Cristina, “Política indigenista del reformismo de Carlos III y

Carlos IV”, Temas americanistas, núm. 13, Sevilla, 1997, pp. 8-16.

García Pérez, Rafael, “El régimen tributario en las intendencias novohispanas: La

ordenanza para la formación de los autos de vistas, padrones y matrículas de

38

Page 39: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

Revillagigedo II”, Anuario Mexicano de Historia del Derecho, núm. 11-12,

2000, pp. 279-307.

Gerhard, Peter, La frontera norte de la Nueva España, México, UNAM, 1996.

Grafenstein, Johanna von, Nueva España en el Circuncaribe, 1779-1808: competencia

imperial y vínculos intercoloniales, México, UNAM, 1997.

Grosso, Juan Carlos y Juan Carlos Garavaglia, La región de Puebla y la economía

novohispana. Las alcabalas en la Nueva España, 1776-1821, México, Instituto

Mora/BUAP, 1996.

Hamnett, Brian R., Política y comercio en el sur de México 1750-1821, México,

Instituto Mexicano de Comercio Exterior, 1976.

Hausberger, Bernd, La Nueva España y sus metales preciosos. La industria minera

colonial a través de los libros de cargo y data de la Real Hacienda, 1761-1767,

Madrid, Iberoamericana.

Hernández Palomo, José Jesús, El aguardiente de caña en México, 1724-1810, Sevilla,

Escuela de Estudios Hispanoamericanos-CSIC, 1974.

___, La renta del pulque en Nueva España, 1663-1810, Sevilla, Escuela de Estudios

Hispanoamericanos-CSIC, 1979.

Herrera, Inés, “La circulación de metales preciosos en el centro de México durante la

guerra de Independencia”, Vetas. Revista de El Colegio de San Luis, núm. 7,

2001, pp. 29-47.

Howe, Walter, The Mining Guild of New Spain and its Tribunal General 1770-1821,

Cambridge, Mass, Harvard University, 1949.

Ibarra, Antonio, “Plata, importación y mercado colonial. Circulación interior de

importaciones: de Guadalajara al septentrión novohispano (1798-1818), Siglos

XIX. Cuadernos de historia, año VI, núm. 16, 1996, pp. 7-38.

___, “Mercado colonial, plata y moneda en el siglo XVIII novohispano: comentarios

para un diálogo con Ruggiero Romano, a propósito de su nuevo libro”, Historia

Mexicana, XLIX, 2, 1999, pp. 279-308.

___, “Mercado urbano y mercado regional en Guadalajara colonial, 177’-1810”, tesis

doctoral, México, Centro de Estudios Históricos-El Colegio de México, 2000.

___, La organización regional del mercado interno novohispano. La economía colonial

de Guadalajara, 1770-1804, México, BUAP/UNAM, 2000.

___, “El Consulado de comercio de Guadalajara: entre la modernidad institucional y la

obediencia a la tradición, 1795-1818”, en Guillermina del Valle Pavón (coord.),

39

Page 40: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

Mercaderes, comercio y consulados de Nueva España en el siglo XVIII, México,

Instituto Mora, 2003, pp. 310-333.

___, “Mercado, élite e institución: el Consulado de comercio de Guadalajara y el control

corporativo de las importaciones en el mercado interno novohispano”, en Bernd

Hausberger y Antonio Ibarra (eds.), Comercio y poder en América colonial. Los

consulados de comerciantes, siglos XVII-XIX, Madrid/México,

Iberoamericana/Instituto Mora, 2003, pp. 145-170.

Jáuregui, Luis, La Real Hacienda de Nueva España. Su administración en la época de

los intendentes 1786-1821, México, UNAM, 1999.

Jiménez Pelayo, Águeda, “Tradición o modernidad. Los alcaldes mayores y los

subdelegados en Nueva España”, Espiral. Estudios sobre Estado y Sociedad,

vol. VIII, núm. 21, may.- ago., 2001, pp. 133-157.

Klein, Herbert S. Las finanzas americanas el Imperio español, 1680-1809, México,

Instituto Mora/UAM, 1994.

Lassaga, Juan Lucas y Joaquín Velázquez de León, Representación que a nombre de la

Minería de esta Nueva España hacen al rey nuestro Señor los apoderados de

ella, D. Juan Lucas de Lassaga, regidor de esta Nobilísima ciudad, y juez

contador de menores y albaceazgos, y D. Joaquín de Velázquez de León,

abogado de esta Real Audiencia, y catedrático que ha sido de matemáticas en

esta Real Universidad, México, Imprenta de D. Felipe de Zúñiga y Ontiveros,

1774.

López Miramontes, Álvaro, Las minas de Nueva España en 1753, México, INAH (Col.

Científica, fuentes 29), 1975.

López Miramontes, Álvaro y Cristina Urrutia de Stebelski, Las mimas de Nueva España

en 1774, México, INAH (Col. Científica, fuentes 83), 1980.

Lozano Armendares, Teresa, El Chinguirito vindicado. El contrabando de aguardiente

de caña y la política colonial, México, UNAM, 1995.

Lynch, John, “El reformismo borbónico e Hispanoamérica”, en Agustín Guimerá (ed.),

El reformismo borbónico, Madrid, Alianza Universidad/CSIC/Fundación

MAPFRE América, 1996, pp. 37-59.

Machuca, Laura, “El impacto del repartimiento de mercancías en la provincia de

Tehuantepec durante el siglo XVIII: los pueblos de la grana”, en Margarita

Menegus (comp.), El repartimiento forzoso de mercancías en México, Perú y

Filipinas, Instituto Mora/CESU-UNAM, 2000, pp. 120-145.

40

Page 41: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

Marichal, Carlos, La bancarrota del virreinato. Nueva España y las finanzas del

Imperio español, 1780-1810, México, Fondo de Cultura Económica, 1999.

___ “El sistema fiscal del México colonial, 1750-1810”, en Luis Aboites Aguilar y

Luis Jáuregui (coord.), Penuria sin fin. Historia de los impuestos en México,

siglos XVIII-XX, México, Instituto Mora, 2005, pp. 37-78.

Marino, Daniela, “El afán de recaudar y la dificultad en reformar. El tributo indígena en

la Nueva España tardocolonial” en Carlos Marichal y Daniela Marino (comp.),

De colonia a nación. Impuestos y política en México, 1750-1860, México, El

Colegio de México, 2001, pp. 61-83.

Menegus, Margarita, “La economía indígena y su articulación al mercado de Nueva

España. El repartimiento forzoso de mercancías”, en Margarita Menegus

(comp.), El repartimiento forzoso de mercancías en México, Perú y Filipinas,

Instituto Mora/CESU-UNAM, 2000, pp. 9-64.

Mijares Lucio, “la permisión reglada de los repartimientos por los corregidores y

alcaldes mayores”, en Estudios de política indigenista española en América, 3

tomos, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1977, tomo III, pp. 99-105.

Nakamura, Yuko, “Importación y mercado interno en Nueva España, 1767-1810”, tesis

doctoral, México, Centro de Estudios Históricos-El Colegio de México, 2000.

Nater, Laura, “Integración imperial: el sistema de monopolios de tabaco en el Imperio

español. Cuba y América en el siglo XVIII” (Tesis de doctorado en historia),

México, El Colegio de México, 2000.

North, Douglas C., Estructura y cambio en la historia económica, Madrid, Alianza

Editorial, 1994.

___, “El desempeño económico a lo largo del tiempo”, El trimestre económico, vol.

LXI (4), oct.-dic., 1994, pp. 567-583.

Ortega Noriega, Sergio, Un ensayo de historia regional. El noroeste de México, 1530-

1880, México, UNAM, 1993.

Ortiz de la Tabla, Javier

Comercio exterior de Veracruz, 1778-1821. Crisis de dependencia, Sevilla,

Escuela de Estudios Hispanoamericanos-CSIC, 1978.

Ouweneel, Arij, “El gobernador de indios, el repartimiento de comercios y la caja de

comunidad en los pueblos de indios del México central (siglo XVIII)”, en

Margarita Menegus (comp.), El repartimiento forzoso de mercancías en México,

Perú y Filipinas, Instituto Mora/CESU-UNAM, 2000, pp. 65-97.

41

Page 42: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

Pastor, Rodolfo, “El repartimiento de mercancías y los alcaldes mayores novohispanos.

Un sistema de explotación, de sus orígenes a la crisis de 1810”, en Woodrow

Borah (coord.), El gobierno provincial en la Nueva España 1570-1787, México,

IIH-UNAM, 1985, pp. 2001-236.

Patch, Robert, Maya and Spaniard in Yucatan 1648-1812, Stanford, Stanford University

Press, 1993.

___, “Cultura, comunidad y ‘rebelión’ en el levantamiento maya de 1761 en Yucatán”,

en Margarita Menegus (comp.), El repartimiento forzoso de mercancías en

México, Perú y Filipinas, Instituto Mora/CESU-UNAM, 2000, pp.146-169.

Pérez Herrero, Pedro, Plata y libranzas. La articulación comercial del México

borbónico, México, El Colegio de México, 1988.

___, “Reformismo borbónico y crecimiento económico en la Nueva España”, en

Agustín Guimerá (ed.), El reformismo borbónico, Madrid, Alianza

Universidad/CSIC/Fundación MAPFRE América, 1996, pp. 75-107.

Pietschmann, Horst, “El comercio de repartimientos de los alcaldes mayores y

corregidores en la región de Puebla-Tlaxcala en el siglo XVIII”, en Estudios de

política indigenista española en América, 3 tomos, Valladolid, Universidad de

Valladolid, 1977, tomo III, pp. 147-153.

___, “Consideraciones en torno al protoliberalismo, reformas borbónicas y revolución.

La Nueva España en el último tercio del siglo XVIII”, Historia Mexicana, vol.

XLI:2, 1991, pp. 167-206.

___, Las reformas borbónicas y el sistema de intendencias en Nueva España: un

estudio político administrativo, México, FCE, 1996.

Quiroz, Enriqueta, “La moneda menuda en la circulación monetaria de la ciudad de

México. Siglo XVIII”, Mexican Studies/Estudios Mexicanos, vol. 22, Issue 2,

summer, 2006, pp. 209-249.

Ramos Santana, Alberto y Javier Maldonado Rosso (eds.), El comercio de vinos y

aguardientes andaluces con América (siglos XVI-XX), Cádiz, Servicio de

Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1998.

Real ordenanza para el establecimiento e instrucción de Intendentes de ejército y

provincia en el reino de la Nueva España, 1786, México, UNAM, 1984.

Río, Ignacio del, la aplicación regional de las reformas borbónicas en Nueva España.

Sinaloa y Sonora, 1768-1787, México, UNAM, 1995.

42

Page 43: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

Romano, Ruggiero, Moneda, seudomonedas y circulación monetaria en las economías

de México, México, FCE/El Colegio de México, 1998.

Rudé, George, Europa en el siglo XVIII. La aristocracia y el desafío burgués,

Barcelona, Altaya, 1998.

Sánchez Santiró, Ernest, Azúcar y poder. Estructura socioeconómica de las alcaldías

mayores de Cuernavaca y Cuautla de Amilpas, 1730-1821, México,

UAEM/Editorial Praxis, 2001.

___, “Igualas, producción y mercado: las alcabalas novohispanas en la receptoría de

Cuautla de Amilpas (1776-1821)”, Secuencia. Revista de Historia y Ciencias

Sociales, núm. 49, ene.-abr., 2001, pp. 6-41.

___, “La Hacienda reformada: la centralización de la renta de alcabalas en Nueva

España (1754-1781)”, en Ernest Sánchez Santiró, Luis Jáuregui y Antonio Ibarra

(coords.), Finanzas y política en el mundo iberoamericano, Del Antiguo

Régimen a las naciones independientes 1754-1850, México, UAEM/Instituto

Mora/UNAM, 2001, pp. 139-177.

___, “La minería novohispana a fines del periodo colonial. Una evaluación

historiográfica”, Estudios de Historia Novohispana, núm. 27, jul.-dic., 2002, pp.

123-164.

___, “El nuevo orden parroquial de la ciudad de México: población, etnia y territorio

(1768-1777)”, Estudios de Historia Novohispana, núm. 30, ene.-jun., 2004, pp.

63-92.

___, “La fiscalidad del pulque (1763-1835): cambios y continuidades”, en Ernest

Sánchez Santiró (coord.), Cruda realidad. Producción, consumo y fiscalidad de

las bebidas alcohólicas en México y América Latina, siglos XVII-XX, México,

Instituto Mora, 2007, pp. 70-105.

___, “Privilegio versus monopolio, El cuerpo de minería de Nueva España durante la

segunda mitad del siglo XVIII”, en Beatriz Rojas (Coord.), Cuerpo político y

pluralidad de derechos. Los privilegios de las corporaciones novohispanas,

México, Instituto Mora /CIDE, 2007, pp. 215-246.

Smith, Robert Sidney, “Los consulados de Nueva España”, en Smith, Robert y José

Ramírez, Los consulados de comerciantes en Nueva España, México, Instituto

Mexicano de Comercio Exterior, 1976, pp. 13-38.

Soria Murillo, Víctor Manuel, La Casa de Moneda de México bajo la administración

borbónica 1733-1821, México, UAM-Iztapalapa, 1994.

43

Page 44: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

___, “La incorporación del apartado del oro y la plata a la Casa de moneda y sus

resultados de operación, 1778-1805”, Historia mexicana, vol. XLIV, núm. 2,

1994, pp. 269-298.

Souto Mantecón, Matilde, Mar abierto. La política y el comercio del Consulado de

Veracruz en el ocaso del sistema imperial, México, El Colegio de

México/Instituto Mora, 2001

Suárez Argüello, Clara Elena, camino real y carrera larga. La arriería en la Nueva

España durante el siglo XVIII, México, CIESAS-SEP, 1997.

___, “Los bancos de rescate de platas. ¿Incremento en la circulación monetaria y ahorro

de fletes? Una nueva propuesta a fines del siglo XVIII”, Relaciones. Estudios de

historia y sociedad, núm. 79, verano, v. XX, 1999, pp. 83-128.

___, “Los bancos de rescate de platas: ¿una opción alternativa para el financiamiento de

la minería? El caso de Zacatecas: 1791-1810”, en Guillermina del Valle (coord.),

Mercaderes, comercio y consulados de Nueva España en el siglo XVIII, México,

Instituto Mora, 2003, pp. 98-132.

___, “El parecer de la élite de comerciantes del Consulado de la ciudad de México ante

la operación del libre comercio (1791-1793)”, en Bernd Hausberger y Antonio

Ibarra (eds.), Comercio y poder en América Colonial. Los consulados de

comerciantes, siglos XVII-XIX, Madrid/Frankfurt/México,

Iberoamericana/Vervuert/Instituto Mora, 2003, pp. 103-130.

Tanck de Estrada, Dorothy, Pueblos de indios y educación en el México colonial, 1750-

1821, México, El Colegio de México, 1999.

Taylor, William B., Ministros de lo sagrado. Sacerdotes y feligreses en el México del

siglo XVIII, México, El Colegio de Michoacán/Secretaría de Gobernación/El

Colegio de México, 1999.

TePaske, John J. y Herbert S. Klein, Ingresos y egresos de la Real Hacienda de Nueva

España, 2 vols., México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1986,

1988.

Valle Pavón, Guillermina del, “El consulado de comerciantes de la ciudad de México y

las finanzas novohispanas, 1592-1827”, tesis para el grado de doctor en Historia,

El Colegio de México, 1997.

___, “Oposición de los mercaderes de México a las reformas comerciales mediante la

resistencia a otorgar crédito a la corona”, en Carmen Yuste López y Matilde

44

Page 45: Sanchez_Reformismo Borbonico y Economia (1720-1810)

Souto Calderón (coords.), El comercio exterior de México, 1713-1850, México,

Instituto Mora, 2000, pp. 84-109.

___, “El régimen de privilegios de la Universidad y Consulado de Mercaderes de la

ciudad de México”, en Beatriz Rojas (Coord.), Cuerpo político y pluralidad de

derechos. Los privilegios de las corporaciones novohispanas, México, Instituto

Mora /CIDE, 2007, pp. 155-187.

Velasco Ávila, Cuauhtémoc et at., Estado y minería en México (1767-1910), México,

FCE, 1988.

Venturi, Franco, Ilustración y reformas en el siglo XVIII, 2 vols., México, Instituto

Mora, 2007.

Villar Ortiz, Covadonga, La renta de la pólvora en Nueva España (1569-1767), Sevilla,

Escuela de Estudios Hispanoamericanos/CSIC, 1988.

Walker, G. J., Política española y comercio colonial, 1700-1789, Barcelona,

Bloomington, Ind., 1979.

Wobeser, Gisela von, Dominación colonial. La Consolidación de Vales Reales, 1804-

1812, México, IIH-UNAM, 2003.

Yuste López, Carmen, Emporios transpacíficos. Comerciantes mexicanos en Manila,

1710-1815, México, UNAM, 2007.

45