Santiago, a veintiocho de junio de dos mil dieciséis. · Canto, Alejandro Gutiérrez Arteaga,...

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1 Santiago, a veintiocho de junio de dos mil dieciséis. Al escrito folio 36058-2016: a lo principal, téngase presente; al otrosí, a sus antecedentes. Vistos: En estos autos Rol N° 15.260 XS, del Décimo Juzgado del Crimen de esta ciudad, instruido por la Ministra en Visita Extraordinaria de la Corte de Apelaciones de Santiago, doña Gloria Ana Chevesich Ruiz, por sentencia de primera instancia de treinta de junio de dos mil diez, escrita de fojas 19.149 a 20.179, rectificada a fs. 20.362, se resolvió: 1.- Absolver a Leonel Vivallos Medina, Marcos Luraschi Pandolfi, Abdón Naím Pajundakis, Sergio González Tagle, Víctor Rey Pozo, Francisco Aguirre Arias, Jorge Echenique Larraín, Francisco González del Río, Jorge Quiroz Castro, Eduardo Valenzuela Freraut, Luis Arrau del Canto, Alejandro Gutiérrez Arteaga, Francisco Donoso Díaz, Carlos Calderón Pinto, Luis Solar Pinedo, Ricardo Paredes Molina y Yerko General Carrasco de las acusaciones formuladas en su contra. 2.- Condenar a Carlos Cruz Lorenzen a la pena de tres años de presidio menor en su grado medio, suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena y al pago de las costas de la causa, como autor del delito de fraude al Fisco de Chile, en calidad de continuado; 3.- Condenar a Sergio Cortés Castro a la pena única de cinco años de presidio menor en su grado máximo, inhabilitación absoluta perpetua para derechos políticos y la de inhabilitación absoluta para cargos y oficios públicos durante el tiempo de la condena y al pago de las costas de la causa, como autor de los delitos de fraude al Fisco de Chile en calidad de continuado pesquisados en esta causa y en la signada con el número de rol 15.260 Letra R., con el carácter de reiterado; en el proceso número de rol 15.260 Letra E., y como autor del delito de fraude fiscal en la causa número de rol 15.260 Letra L IV, todos tramitados y fallados por la aludida jueza; 4.- Condenar a Roberto Salinas Briones, Sergio Hinojosa Ramírez y a Ramón Silva Améstica a la pena de sesenta días de prisión en su grado máximo, suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena y al pago de las costas de la causa, como autores del delito de fraude al Fisco de Chile en calidad de continuado; 5.- Condenar a Eduardo Bartholin Zanetta y a Gonzalo Castillo Navasal a la pena de sesenta y un días de presidio menor en su grado mínimo, suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena y al pago de las costas de la causa, como autores del delito de fraude al Fisco de Chile;

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Santiago, a veintiocho de junio de dos mil dieciséis.

Al escrito folio 36058-2016: a lo principal, téngase presente; al otrosí, a

sus antecedentes.

Vistos:

En estos autos Rol N° 15.260 XS, del Décimo Juzgado del Crimen de

esta ciudad, instruido por la Ministra en Visita Extraordinaria de la Corte de

Apelaciones de Santiago, doña Gloria Ana Chevesich Ruiz, por sentencia de

primera instancia de treinta de junio de dos mil diez, escrita de fojas 19.149 a

20.179, rectificada a fs. 20.362, se resolvió:

1.- Absolver a Leonel Vivallos Medina, Marcos Luraschi Pandolfi,

Abdón Naím Pajundakis, Sergio González Tagle, Víctor Rey Pozo,

Francisco Aguirre Arias, Jorge Echenique Larraín, Francisco González del

Río, Jorge Quiroz Castro, Eduardo Valenzuela Freraut, Luis Arrau del

Canto, Alejandro Gutiérrez Arteaga, Francisco Donoso Díaz, Carlos

Calderón Pinto, Luis Solar Pinedo, Ricardo Paredes Molina y Yerko

General Carrasco de las acusaciones formuladas en su contra.

2.- Condenar a Carlos Cruz Lorenzen a la pena de tres años de

presidio menor en su grado medio, suspensión de cargo u oficio público

durante el tiempo de la condena y al pago de las costas de la causa, como

autor del delito de fraude al Fisco de Chile, en calidad de continuado;

3.- Condenar a Sergio Cortés Castro a la pena única de cinco años de

presidio menor en su grado máximo, inhabilitación absoluta perpetua para

derechos políticos y la de inhabilitación absoluta para cargos y oficios públicos

durante el tiempo de la condena y al pago de las costas de la causa, como

autor de los delitos de fraude al Fisco de Chile en calidad de continuado

pesquisados en esta causa y en la signada con el número de rol 15.260 Letra

R., con el carácter de reiterado; en el proceso número de rol 15.260 Letra E., y

como autor del delito de fraude fiscal en la causa número de rol 15.260 Letra L

IV, todos tramitados y fallados por la aludida jueza;

4.- Condenar a Roberto Salinas Briones, Sergio Hinojosa Ramírez y

a Ramón Silva Améstica a la pena de sesenta días de prisión en su grado

máximo, suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena

y al pago de las costas de la causa, como autores del delito de fraude al Fisco

de Chile en calidad de continuado;

5.- Condenar a Eduardo Bartholin Zanetta y a Gonzalo Castillo

Navasal a la pena de sesenta y un días de presidio menor en su grado mínimo,

suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena y al pago

de las costas de la causa, como autores del delito de fraude al Fisco de Chile;

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6.- Condenar a Nassir Sapag Chain a la pena de doscientos días de

presidio menor en su grado mínimo, suspensión de cargo u oficio público

durante el tiempo de la condena y al pago de las costas de la causa, como

autor del delito de fraude al Fisco de Chile;

7.- Condenar a Héctor Quiroz Astorga a la pena de sesenta días de

prisión en su grado máximo, suspensión de cargo u oficio público durante el

tiempo de la condena y al pago de las costas de la causa, como autor del delito

de fraude al Fisco de Chile en calidad de continuado;

8.- Condenar a Dolores Rufián Lizana a la pena de sesenta días de

prisión en su grado máximo, suspensión de cargo u oficio público durante el

tiempo de la condena y al pago de las costas de la causa, como autora del

delito de fraude al Fisco de Chile;

9.- Condenar a Oscar Araos Guzmán a la pena de quinientos cuarenta

y un días de presidio menor en su grado medio, suspensión de cargo u oficio

público durante el tiempo de la condena y al pago de las costas de la causa,

como autor del delito de fraude al Fisco de Chile en calidad de continuado;

10.- Condenar a Héctor Peña Véliz a la pena de sesenta y un días de

presidio menor en su grado mínimo, suspensión de cargo u oficio público

durante el tiempo de la condena y al pago de las costas de la causa, como

cómplice del delito de fraude al Fisco de Chile en calidad de continuado;

11.- Condenar a Luis Jara Núñez a la pena de cuarenta días de prisión

en su grado medio, suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la

condena y al pago de las costas de la causa, como encubridor del delito de

fraude al Fisco de Chile en calidad de continuado;

En lo civil, se decidió:

12.- Acoger la excepción de prescripción extintiva de la acción civil

deducida por Sergio Hinojosa Ramírez;

13.- Rechazar la excepción de prescripción extintiva de la acción civil

deducida por Sergio Cortés Castro, Oscar Araos Guzmán, Eduardo Bartholin

Zanetta, Gonzalo Castillo Navasal y Nassir Sapag Chain;

14.- Acoger la demanda civil deducida por el Consejo de Defensa del

Estado, por el Fisco de Chile, condenando a los siguientes acusados a pagar:

Carlos Enrique Cruz Lorenzen la suma de $ 799.142.217.-, Sergio Cortés

Castro la suma de $ 777.842.217.-, Roberto Salinas Briones la suma de $

133.700.000.-, Héctor Peña Véliz la suma de $ 777.842.217.-, Héctor Quiroz

Astorga la suma de $ 350.177.717.-, Ramón Silva Améstica la suma de $

57.925.617.-, Luis Antonio Jara Núñez la suma de $ 150.390.000.-; Eduardo

Bartholin Zanetta, Gonzalo Castillo Navasal y Nassir Sapag Chaín la suma de $

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21.300.000.-, Oscar Araos Guzmán la suma de $ 543.562.836.-, y María

Dolores Rufián Lizana la suma de $ 307.573.953.-, de manera solidaria entre

aquellos que intervinieron en cada uno de los episodios señalados en la

demanda civil; más los reajustes e intereses señalados en el motivo signado

con el número 291°;

15.-Rechazar la demanda civil deducida en contra de Leonel Vivallos

Medina, Marcos Luraschi Pandolfi, Abdón Naim Pajundakis, Sergio González

Tagle, Víctor Rey Pozo, Francisco Aguirre Arias, Jorge Echenique Larraín,

Francisco González del Río, Jorge Quiroz Castro, Eduardo Valenzuela Freraut,

Luis Arrau del Canto, Alejandro Gutiérrez Arteaga, Francisco Donoso Díaz,

Carlos Calderón Pinto, Luis Solar Pinedo, Ricardo Paredes Molina, Yerko

General Carrasco y de Eduardo Arriagada Moreno.

Impugnada esa decisión por la vía de los recursos de casación en la

forma y apelación, una Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, por

sentencia de once de agosto de dos mil catorce, escrita a fojas 20.671 y

siguientes, resolvió:

a.- Rechazar el recurso de casación en la forma interpuesto por la

defensa de Carlos Cruz Lorenzen;

b.- Revocar la sentencia de primer grado en aquella parte que son

absueltos de cargos los imputados Marcos Luraschi Pandolfi, Abdón Naim

Pajundakis, Sergio González Tagle, Francisco González del Río, Eduardo

Valenzuela Freraut, Luis Arrau Del Canto, Alejandro Gutiérrez Arteaga,

Francisco Donoso Díaz, Carlos Calderón Pinto, Luis Solar Pinedo y Jorge

Quiroz Castro y, se les condena, en cambio, a cada uno de los diez primeros

nombrados, como coautores del delito de fraude al Fisco de Chile, previsto y

sancionado en el artículo 239 del Código Penal, a las pena de sesenta días de

prisión en su grado máximo, accesoria de suspensión del cargo u oficio público

mientras duren sus condenas más el pago de las costas de la causa, mientras

que el acusado Jorge Quiroz Castro, queda condenado como coautor del

mismo delito a la pena de cuarenta y un días de prisión en su grado máximo y

accesorias de suspensión del cargo u oficio público mientras dure la condena

más al pago de las costas de la causa.

c.- Se les impone además a cada uno de los sentenciados el pago de

una multa a beneficio fiscal ascendente al veinticinco por ciento (25%) del

perjuicio causado con su actuar, y que en cada caso está señalado en forma

individual en la demanda civil deducida en contra de cada uno de ellos por

parte del Consejo de Defensa del Estado, sumas que al momento de su pago o

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conversión, serán transformados a Unidades Tributarias Mensuales, al valor

que dicha unidad tenga a esa fecha.

d.- Revocar el fallo en cuanto rechaza la acción civil deducida en contra

de las personas que se indican a continuación, la que queda acogida en contra

Marcos Luraschi Pandolfi, Abdón Naím Pajundakis, Sergio González Tagle,

Francisco González del Río, Jorge Quiroz Castro, Eduardo Valenzuela Freraut,

Luis Arrau del Canto, Alejandro Gutiérrez Arteaga, Francisco Donoso Díaz,

Carlos Calderón Pinto y Luis Solar Pinedo, quienes deberán pagar al Fisco de

Chile las sumas que en cada caso se indica: Marcos Luraschi Pandolfi $

22.550.000; Abdón Naim Pajundakis $ 42.603.764; Francisco González del Río

$ 12.400.000; Jorge Quiroz Castro $ 13.000.000; Eduardo Valenzuela Freraut $

11.520.000; Luis Arrau Del Canto $ 10.000.000; Francisco Donoso Díaz $

21.300.000; Sergio González Tagle $ 15.000.000; Alejandro Gutiérrez Arteaga

$ 16.500.000 y Carlos Calderón Pinto junto a Luis Solar Pinedo, solidariamente,

la suma de $ 59.300.000.

Dichas sumas deberán solucionarse reajustadas en un porcentaje igual

a la variación que haya experimentado el índice de precios al consumidor entre

las fechas que se indican en la demanda para cada uno de los casos, salvo

tratándose de Francisco Donoso, pues en dicho caso, el reajuste deberá ser a

contar del 30 de abril de 2001 y no desde el 30 de diciembre de 1999.

Las citadas sumas, debidamente reajustadas, deberán pagarse con

intereses corrientes para operaciones reajustables desde que los sentenciados

incurran en mora y hasta su pago efectivo.

e.- Confirmar en lo demás la sentencia del a quo con declaración que

los sentenciados Carlos Cruz Lorenzen; Sergio Cortés Castro, Roberto Salinas

Briones, Héctor Quiroz Astorga, Ramón Silva Améstica, Sergio Hinojosa

Ramírez, Héctor Peña Véliz, Eduardo Bartholin Zanetta, Gonzalo Castillo

Navasal, Nassir Sapag Chain, María Dolores Rufián Lizana y Oscar Araos

Guzmán, quedan condenados, además, al pago de una multa a beneficio fiscal

ascendente al veinticinco por ciento (25%) del perjuicio causado con su actuar

ilícito, y que en cada caso está señalado en forma individual en la demanda

civil deducida en contra de cada uno de ellos por parte del Consejo de Defensa

del Estado, sumas que al momento de su pago o conversión serán

transformadas a Unidades Tributarias Mensuales al valor que dicha unidad

tenga a esa fecha.

f.- A todos los condenados, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 239

del Código Penal, se impuso, además, la pena de inhabilitación especial

perpetua para cargo u oficio público, y en razón de ello no se les impone la

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accesoria de suspensión de cargo u oficio público por estar esta última

subsumida en la primera.

En contra de este fallo de segundo grado, el sentenciado Carlos Cruz

Lorenzen dedujo recurso de casación en la forma y los acusados Dolores

Rufián, Héctor Peña, Sergio González Tagle, Francisco González del Río,

Jorge Quiroz Castro, Alejandro Gutiérrez, Francisco Donoso y Carlos Calderón,

dedujeron recursos de casación en la forma y en el fondo, en tanto que las

defensas de los condenados Sergio Cortés, Sergio Hinojosa, Ramón Silva,

Nassir Sapag, Héctor Quiroz, Oscar Araos, Marcos Luraschi, Abdon Naím, Luis

Arrau y Luis Solar Pinedo solo formalizaron el recurso de casación en el fondo,

respectivamente.

Por decreto de fojas 21.203, se ordenó traer los autos en relación.

Considerando:

Primero: Que, a fojas 20.729, el representante del condenado Sergio

Hinojosa Ramírez dedujo recurso de casación en el fondo sustentado en las

causales quinta y tercera del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal.

Por la primera de ellas, se pretende la declaración de prescripción de la

acción penal. Para ese fin reclama la infracción de los artículos 433 N° 7 y 434

del Código de Procedimiento Penal, 21, 93 N° 6, 94, 95, 96 y 239 del Código

Penal.

Explica el recurso que la primera supuesta figura delictual que se le

imputa ocurrió el 15 de junio de 1998, fecha de la suscripción del Convenio Ad

Referéndum entre la Dirección General de Obras Públicas y la Facultad de

Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile para la

ejecución de la consultoría denominada “Elaboración de un Índice de Calidad

de Servicio de Obras Viales Concesionadas”. La última o las últimas, datan del

19 de abril de 1999, fecha de suscripción de los Convenios Ad Referéndum

entre la Dirección General de Obras Públicas y la Facultad de Ciencias

Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile para la ejecución de

las consultorías denominadas “Elaboración del Índice de Seguridad Vial y

Metodología para la Aplicación de Premios, Multas y Auditorías de Seguridad

Vial en las Carreteras Concesionadas de Chile” y “Experiencia Piloto para

determinar Índice de Calidad de Servicio en Carreteras Concesionadas y

Aspectos Legales y de Organización para su Aplicación Sistemática”.

Se sostiene que Hinojosa fue notificado del procesamiento como autor

del delito de fraude al Fisco el 1 de abril de 2003. La acusación fiscal, particular

y demanda civil del Fisco le fue notificada el 11 de septiembre de 2009.

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El término de la prescripción empieza a correr el día que se hubiere

cometido el delito, siendo la última de las acciones incriminadas el 19 de abril

de 1999.

En la especie, faltándole a Hinojosa un año y dieciocho días para que se

cumplieran los cinco años desde que se cometió el último de los supuestos

delitos, la prescripción se suspendió al dirigirse el procedimiento en su contra,

el 1 de abril de 2003, con la dictación y notificación del auto de procesamiento.

Los hechos del procesamiento del 2003 y de la acusación del 2009 son

idénticos, lo que quiere decir que la causa en seis años y medio no tuvo avance

ni retroceso, situación que es sinónimo de paralización. De este modo, al

notificársele la acusación habían transcurrido más de 10 años desde la fecha

de comisión del último de los hechos.

En relación a la causal tercera, se reclama la infracción de los artículos

239 y 260 del Código Penal. A este efecto refiere que Hinojosa, a la época de

acaecimiento de los hechos, sólo poseía la calidad de agente público, no de

empleado público. Pero el fallo de manera errada rechaza esta alegación

porque entiende que en lo penal la noción de empleado público es diferente y

más amplia que la del derecho administrativo, porque el interés del primero se

relaciona con la función pública, independientemente de la naturaleza del

vínculo que regula la relación existente entre la Administración del Estado y la

persona que desempeñe dicha función, sobre quien recae la obligación de

custodiar los intereses del Estado.

Enseguida, el recurso acusa la falta del elemento del tipo consistente en

intervenir “por razón de su cargo” en las operaciones en que le es atribuida

participación, infringiéndose el artículo 239 del Código Penal por errónea

interpretación y falsa aplicación. Asegura que para configurar el delito el sujeto

debe desempeñar un cargo, relacionado con el cual, intervenga en

determinadas operaciones. El cargo de un empleado público se encuentra

establecido en la planta del personal del servicio al que pertenece y debe estar

en posesión de él como titular, interino, suplente o a contrata, pero los agentes

públicos no poseen una designación en un cargo de la planta del servicio, pues

se trata de particulares de alto nivel de especialidad o de alta experiencia que

han sido contratados en un servicio público para desempeñar temporalmente

ciertas funciones necesarias en un momento dado.

Hinojosa a la fecha de los hechos se desempeñaba en el área de

concesiones del MOP, en virtud de haber sido contratado a honorarios como

experto y con la calidad de agente público. Así intervino en los casos “Aristo”,

“Exe Ingeniería y Software Ltda.” y “Facultad de Ciencias Económicas y

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Administrativas de la Universidad de Chile”. Solo se dedicaba al estudio,

investigación y elaboración teórica de políticas públicas en materia de régimen

de concesiones y únicamente representaba a la Coordinación General o a la

Dirección General de Obras Públicas en la suscripción de convenios

necesarios relacionados con estudios sobre el tema.

También se reclama en el recurso la inexistencia de actos defraudatorios

o complacientes con éstos y ausencia de perjuicio fiscal, denunciándose la

infracción a los artículos 7 de la Constitución Política, 4° del Código Orgánico

de Tribunales y 239 del Código Penal.

La tesis de la condena es la del ardid destinado a producir un

abultamiento en el precio de los contratos suscritos por Hinojosa, vale decir, los

convenios debían tener un valor menor, pero, a su juicio, el Poder Judicial no

puede inmiscuirse en materias especializadas propias de otras autoridades del

Estado como es el Poder Ejecutivo o la Administración.

La teoría del abultamiento constituye una intromisión indebida en las

facultades de un Poder del Estado. Por lo demás, todos los actos

administrativos donde se habría consagrado el ardid contaron con el visto

bueno de los Ministros Lagos y Tohá, y nunca fueron impugnados por la

Contraloría de modo que se trata de actos lícitos.

Concluye solicitando que se anule el fallo atacado y se dicte el

correspondiente de reemplazo que revoque, en lo penal, el de primer grado y

absuelva de las acusaciones, tanto fiscal como aquellas particulares a Sergio

Hinojosa Ramírez.

Segundo: Que a fojas 20.752, la defensa del condenado Alejandro

Gutiérrez Arteaga, dedujo recursos de casación en la forma y en el fondo.

El primero de tales arbitrios se funda en la causal novena del artículo

541 del Código de Procedimiento Penal, por infracción al artículo 500 Nros. 4 y

5 del mismo cuerpo legal. Indica que el fallo no se hace cargo de sus defensas

y establece los hechos sin explicar por qué desestima la descripción que de

ellos efectúa. Tampoco se exponen las razones legales o doctrinales por las

cuales se le considera como autor del delito, que requiere de un sujeto activo

calificado, un funcionario público.

No se expresa por qué es sancionado como coautor del artículo 15 N° 3

del Código Penal, pues no hay justificación del concierto para la ejecución del

hecho. No hay descripción de personas o circunstancias concretas de esa

determinación ni referencia en cuanto en qué consistió la conducta

defraudatoria: es decir, a quienes se engañó y bajo qué esquema de

concertación.

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Considera que de haberse extendido el fallo de acuerdo a la ley habría

advertido la imposibilidad jurídica de condenar y se habría confirmado la

absolución de primera instancia

Solicita en la conclusión que se anule el fallo y se declare en sentencia

de reemplazo que se le absuelve de los delitos por los que fue acusado.

El recurso de casación en el fondo promovido por la misma parte se

funda en las causales tercera y séptima del artículo 546 del Código de

Procedimiento Penal.

En relación a la infracción a las leyes reguladoras de la prueba se

denuncian transgredidos los artículos 457 N° 6 y 488 del Código de

Procedimiento Penal.

Refiere que en el relato de los hechos están ausentes una serie de

elementos de la tipicidad objetiva y subjetiva que impiden configurar el delito de

fraude al Fisco. Los hechos que añade la Corte pretenden llenar los vacíos que

la descripción original representaba en relación a la tipicidad, forzándose el uso

de las presunciones o indicios para afirmar ciertos hechos porque no se reúnen

los requisitos del artículo 488 citado. Así, en el considerando 24 del fallo de

alzada, se señala que el cobro del monto superior al costo real de la consultoría

era un procedimiento conocido de antemano por los consultores, incluso antes

de postular a la adjudicación de algún trabajo. Sin embargo, según se afirma,

los consultores presentaban una cotización del estudio por el valor real y solo

después de eso se les pedía abultar el precio, es decir, no es efectivo que

antes de postular supieran del cobro adicional. Una afirmación tal carece de

sustento probatorio, contradice la lógica y solo busca establecer una colusión

que no existe entre los funcionarios del MOP y los consultores. Pero en el caso

de los últimos, a lo sumo pudo haber negligencia, que no permite configurar el

delito de fraude al Fisco. La conclusión del conocimiento previo no es un

hecho, es una presunción, pero no se deduce del hecho conocido, que es que

el consultor haya consentido en abultar el precio de la consultoría.

Luego, se agrega, el fundamento 25 del fallo impugnado da por

establecido, debido al artificio anterior, que existía colusión entre los

funcionarios del MOP y los consultores. Esa sería la concertación de acuerdo al

artículo 15 N° 3 del Código Penal en la realización del hecho típico, que

consiste en defraudar y perjudicar patrimonialmente al Fisco. Su mandante,

refiere, no participó del mayor precio ni obtuvo una mayor ventaja, como sería

adjudicarle otra consultoría. A nadie se le invitó a concertarse para ejecutar un

hecho típico. No actuó con dolo, y el desconocimiento del hecho típico deriva

de que no se le hizo participar en beneficios económicos.

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A lo sumo, plantea, el consultor fue utilizado como un instrumento no

doloso a causa de la falta de información, pues solo se les explicó que el

procedimiento perseguía agilizar la gestión del MOP.

En cuanto a la afirmación del fallo de que una persona con mediana

inteligencia entiende que abultar el precio en las condiciones anotadas

representa un fraude, no es suficiente. Esa afirmación no aparece demostrada.

No hay prueba de la mediana inteligencia. En todo caso, el consultor siempre

pudo actuar en la creencia de que no se perjudicaba patrimonialmente al Fisco.

Esta falta de antecedentes objetivos de la colusión y concertación para realizar

el delito impiden condenar, porque al hacerlo se vulneró el artículo 488 del

Código de Procedimiento Penal.

En relación a la causal tercera, se señala que no concurre la calidad

especial del sujeto activo del fraude al Fisco del 239 del Código Penal, cuyo

destinatario son los funcionarios públicos. Su mandante, sin embargo, no

desempeñó ni cargo ni función pública que permita considerarlo comprendido

en el artículo 260 del Código Penal.

Enseguida se afirma la inexistencia de una conducta defraudatoria

objetiva en su actuación. A su mandante el MOP le solicitó aumentar el precio.

No simuló ni generó una puesta en escena para engañar. Por lo mismo,

tampoco indujo a error a nadie. El solo siguió, tal vez por descuido, las

instrucciones que se le señalaron por la misma repartición pública.

También se afirma la existencia de error en cuanto al tipo subjetivo, pues

los hechos descritos no dan cuenta de la existencia de dolo, consistente en el

conocimiento y voluntad de realización del tipo objetivo, lo cual no se

desprende de los hechos. No se advierte de ellos que su mandante haya tenido

conocimiento que se estaba defraudando al Fisco. Pero aun deduciendo que

participó de un procedimiento irregular, no puede decirse que supiera del

perjuicio patrimonial al Fisco.

Se afirma que de no haberse incurrido en los errores de derecho

relatados, debió confirmarse el fallo absolutorio de primer grado, porque las

presunciones no son múltiple graves, precisas ni directas.

Finaliza solicitando que se anule el fallo de alzada y se dicte el

correspondiente de reemplazo, que absuelva a su representado del delito por el

que fue acusado.

Tercero: Que a fojas 20.779, el representante de la sentenciada

Dolores Rufián Lizana dedujo recursos de casación en la forma y en el fondo.

La invalidación formal se funda en las causales novena y décima del

artículo 541 del Código de Procedimiento Penal. En relación a la primera de

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éstas, se reclama el incumplimiento de los requisitos de los numerales 4°, 5° y

6° del artículo 500 del Código de Procedimiento Penal.

En cuanto al fraude, respecto del contrato contenido en las resoluciones

444 y 207, adjudicados a la empresa ABACO INGENIEROS CONSULTORES

LTDA., el fallo afirma que los depósitos y el pago se efectuaron previo acuerdo

entre personeros del MOP y el consultor, ascendiendo a $307.573.953, pero no

hay explicación del alcance de dicho acuerdo. En el considerando 75 del fallo

del a quo, se da un versión aproximada en virtud de la cual dicha recurrente, en

una época en que era jefa de la Unidad Ejecutiva de Concesiones, intervino en

la negociación de los contratos, conversando con Oscar Araos o con el

representante de la empresa, para la fijación del porcentaje de la partida de

gastos generales o por procesos administrativos que le serían solicitados a la

consultora para solventar el gasto operacional de las concesiones. Pero esa

versión, se dice, de cómo operó el fraude, es incorrecta y existen antecedentes

en el proceso que así lo avalan, los cuales fueron obviados por el fallo. Vale

decir, la sentencia no se hace cargo de las dudas razonables que planteó

acerca de cómo y cuándo se habría cometido el delito y, por ende, de la

participación que en el mismo cabía a su representada.

Su parte alega la inverosimilitud del ardid por la exorbitante cantidad pedida en

relación a lo que se solicitó a las demás consultoras, de manera que no pudo

formarse convicción para condenar, en los términos señalados por el artículo

456 bis del Código de Procedimiento Penal.

Por otro lado, se indica, en la sentencia recurrida se aumenta la pena,

añadiendo el pago de una multa ascendente al 25% del perjuicio causado, sin

tener en cuenta la modificación introducida al artículo 49 del Código Penal por

la Ley N° 20.587 y se agrava la sanción accesoria por la de inhabilitación

especial perpetua para cargo y oficio público.

En relación a la causal de invalidación de ultra petita, también esgrimida,

se reclama del pronunciamiento de alzada el que se haya agravado la pena, sin

apelación sobre ese tópico, aparentemente en uso de las atribuciones de los

artículos 527 y 528 del Código de Procedimiento Penal, lo que hoy día está

proscrito, de acuerdo a lo que dispone el artículo 360 del Código Procesal

Penal.

Solicita en la conclusión que se anule el fallo de alzada a fin que en su

reemplazo, sin omitir la ponderación de la prueba, se dicte sentencia

absolutoria, o, en subsidio, la que en derecho corresponda.

El recurso de casación en el fondo deducido por la misma parte se funda

en la causal séptima del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal, al

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valorar la prueba existente en relación a la participación atribuida,

denunciándose, en esa parte, la infracción a los artículos 457 y siguientes del

aludido cuerpo normativo, en particular, los artículos 459, 472, 473, 477, 478,

482 y 488. Respecto del contrato aprobado por las resoluciones 444 y 207, de

6 de diciembre de 1999 y 3 de julio de 2000, adjudicado a la empresa ABACO,

se sostiene que los hechos que se han tenido por acreditados para condenarla

no son efectivos, por lo que es necesaria su modificación, agregando que las

presunciones se construyen sobre la base del relato de testigos que no son

hábiles, que están además involucrados en los hechos, pero pretenden revestir

de legalidad sus actuaciones. Aportan versiones que no son categóricas ni

uniformes, de modo que no se logra demostrar que la defraudación se haya

realizado por la vía de distraer de la partida “procesos administrativos” un

porcentaje de dinero.

Por otra parte, siempre en torno a la participación, califica de

incongruente el razonamiento del fallo si se establece una presunción legal que

permite condenarla por ser jefe de la Unidad Ejecutiva de Expropiaciones en la

época en que se firmó el contrato y por otro lado, se reconoce que en la misma

fecha desempeñaba labores de asesoría a la Coordinación General de

Concesiones y que tenía otras funciones de tipo profesional. Es por ello, se

afirma, que ninguna de las presunciones cumple los requisitos del artículo 488,

Nros. 1, 3 y 4, del Código de Procedimiento Penal, pues se escogió de entre

múltiples declaraciones, algunas que le atribuyen responsabilidad, afectando el

juicio de reproche respecto de esos relatos.

En cuanto a la infracción a los artículos 472 y 473 del Código de

Procedimiento Penal, se reclama que existen dos informes sobre la consultoría

que realizó Abaco, respecto del contrato por el que se condena a Rufián, los

que fueron obviados por el fallo. Tales constan de fojas 6.458 y 10.652, que

dejan de manifiesto la falta de respaldo de la imputación.

También se consideran transgredidos los artículos 459 de Código de

Procedimiento Penal, por falta de estimación de testimonios exculpatorios, 477

y 478 del referido texto, al dar valor a documentos que no han podido ser

considerados, conforme a las reglas del artículo 346 del Código de

Procedimiento Civil y 1700 y siguientes del Código Civil, pues son instrumentos

privados que no ha sido reconocido en juicio, o bien públicos que no

constituyen prueba completa de la verdad de su contenido.

Por último, se alega la contravención al artículo 482 del Código de

Procedimiento Penal, pues los enjuiciados Cruz, Cortés y Quiroz confesaron su

12

delito pero trataron de darle una apariencia de legalidad incorporando en ello a

su mandante, en circunstancias que su actuación no fue probada.

Considera el recurso que de haberse apreciado correctamente la

prueba, sin infracción a las normas señaladas, no se habría podido condenar a

Dolores Rufián. Finaliza solicitando que se anule el fallo impugnado y se dicte

sentencia de reemplazo que la absuelva de la acusación, rechazando también

la demanda civil deducida en su contra por el Consejo de Defensa del Estado,

con costas.

Cuarto: Que a fojas 20.707, la defensa del condenado Luis Alfredo

Solar Pinedo dedujo recurso de casación en el fondo fundado en las causales

tercera y séptima del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal. Se

denuncia la infracción a los artículos 94, 95 y 96 del Código Penal; 456 bis del

Código de Procedimiento Penal, en relación a los artículos 1, 14, 15 y 239 del

Código Penal.

En forma previa al desarrollo de las infracciones de derecho señaladas,

se explica en el libelo que dicho enjuiciado fue uno de los representantes

legales de la empresa consultora CCP LTDA, hasta el 10 de noviembre de

1998, fecha en que vendió, cedió y transfirió sus derechos a Minerva Aros

Guerra y a Carlos Calderón Pinto, dejando de ser socio y de tener

representación legal. Por ello, todos los hechos que se le imputan con

posterioridad a esa fecha le son ajenos, lo que ocurre específicamente en

relación con las Resoluciones Nros. 2863, 2859, 3849, 3970, 3973, 3975, 2039.

Sostiene que el contrato individualizado en la acusación como Resolución 766,

de 10 de noviembre de 1997, Estudio de Ingeniería para la Recuperación de

Terrenos de la Ribera Norte del Río Bío-Bío y el aumento de obra de éste,

individualizado como Resolución 902, de 10 de febrero de 1999, corresponden

a contratos adjudicados a otra sociedad, cual es, Consorcio CCP-AC

Ingenieros Consultores Limitada. Respecto de ese contrato, el inspector fiscal o

contraparte, Erwin Stagno Rojas, no fue acusado por delito alguno. Este

contrato, que se modificó por Resolución 902, se desarrolló íntegramente,

jamás se abultó su precio y fue entregado en tiempo y forma al MOP. La

representación legal de la empresa Consorcio CCP-AC Ingenieros Consultores

Ltda., estaba en manos de dos personas que debían actuar en forma conjunta,

Luis Ayala Riquelme, representante de AC Ingenieros Consultores Ltda., y uno

de los representantes de CCP Ingeniería Ltda., es decir, Carlos Calderón Pinto

o su mandante, Solar Pinedo. Sin embargo, Luis Ayala Riquelme, ni siquiera es

parte en esta causa. La sociedad Consorcio CCP-AC Ingenieros Consultores

Ltda. jamás pagó boleta alguna a la empresa GATE ni recibió instrucciones en

13

tal sentido por el inspector fiscal. Se agrega que el único contrato adjudicado a

CCP Ingeniería Limitada en el período en que él era socio y uno de sus

representantes fue el que en la acusación se identifica como Resolución 268,

de 21 de abril de 1997, denominado Reformulación Proyecto Autopista

Santiago-Viña del Mar, el que se ejecutó en forma íntegra y completa en los

plazos contractuales y no fue abultado, como erróneamente pretende la

sentencia. Prueba de ello es que el inspector fiscal de ese contrato, Enrique

Zamorano Oyarzún, no fue procesado ni acusado en la causa. Se sostiene que

la acusación dice sobre este contrato que fue abultado, pero no especifica qué

partida o qué cantidad, lo que impide la defensa de esa imputación. Por otro

lado las boletas que habrían sido pagadas por CCP a GATE son posteriores a

la fecha en que él dejó de pertenecer a la sociedad CCP.

El contrato asignado mediante la Resolución 268, de 21 de abril de

1997, se inició un año y siete meses antes del pago de la primera boleta de

CCP a GATE. El término de ese contrato, incluso considerando un aumento de

plazo autorizado en la Resolución 634, de septiembre de 1997, fue el 5 de

noviembre de 1997, es decir, más de un año antes del primer pago a GATE.

Por otro lado, explica que su mandante no reviste la condición de

funcionario público y, como particular, se limitó a participar con su empresa de

una licitación privada, como ya lo había hecho con dicho Ministerio, adhiriendo

a un formato de contrato preestablecido por ese órgano público, con total

buena fe.

No es posible suponer, se agrega, en los términos del artículo 488 del

Código de Procedimiento Penal, ni adquirir convicción por los medios de

prueba legal, en los términos del artículo 456 bis del mismo cuerpo legal, que a

su mandante pudo caberle responsabilidad de autor en el delito del artículo 239

del Código Penal, que exige dolo directo en su conducta, conociendo las

intensiones o los destinos dados por las autoridades del MOP a los fondos

pedidos para GATE S.A. y otros profesionales. La falta de dolo impide que

pueda ser sancionado, porque no se reúnen a su respecto todos los elementos

del tipo penal del artículo 239, antes señalado. Jamás se representó que en los

convenios se estaba cometiendo un delito. Más aún, el primer pago a GATE se

hizo cuando Solar ya no era socio ni representante legal de CCP Ingeniería

Ltda.

Ahondando en torno a los errores de derecho denunciados, refiere que

los hechos por los cuales se le condena ocurrieron más de 5 años antes de que

se dirigiera el procedimiento en su contra. Los dos primeros contratos de la

acusación, esto es, Reformulación Proyecto Autopista Santiago Viña del Mar y

14

Estudio de Ingeniería para la Recuperación de Terrenos en la Ribera Norte del

Río Bío Bío, son de 21 de abril de 1997 y 10 de noviembre de 1997,

respectivamente, fecha a partir de la cual empieza a correr el plazo de

prescripción. Respecto de los delitos materia de la acusación el término

requerido es de 5 años, el que se cumplió íntegramente, sin interrupción, hasta

completarse, porque el auto de procesamiento dictado en su contra es de 4 de

febrero de 2003.

También se infringe, según se sostiene, el artículo 456 bis del Código de

Procedimiento Penal, precepto que consagra el principio de inocencia y la

máxima in dubio pro reo, vale decir, si existen dudas respecto de los hechos,

del presunto abultamiento o del perjuicio, el tribunal no pudo condenar, como

acontece con el fallo de primer grado.

El fallo supone una confesión que no existe, generaliza el

comportamiento de los consultores sin pruebas, y le impone la obligación de

conocer la existencia del ardid o maquinación para obtener fondos para

sobresueldos, que era el método usado para defraudar.

En relación a la infracción al artículo 488 del Código de Procedimiento

Penal, se señala que aun cuando la sentencia no funda explícitamente su

condena en dicha norma, aparece violada del modo en que el fallo construye

su conclusión, dando por probado que su representado conocía la inexistencia

de los trabajos de GATE a la fecha que contrató, todo ello a partir de hechos

que no resultan múltiples ni graves, menos precisos y ninguno de los cuales

conduce lógica y únicamente a dicha conclusión. Entonces, asegura, no se

satisfacen las exigencias de ninguno de los numerales de artículo 488.

En síntesis, no está acreditada su participación, no está probada la

colusión con los inspectores previo a la adjudicación de los contratos, tampoco

se demostró su responsabilidad en el pago de 5 boletas a GATE por parte de

CCP Ingeniería Ltda., porque eso sucedió cuando dejó de ser socio en la

empresa. No se probó que los contratos hubiesen sido abultados ni el perjuicio

para el Fisco.

Finalmente, se reclama la contravención a los artículos 14 y 15 del

Código Penal, lo cual es consecuencia de suponer su confesión, lo que en rigor

no es tal. Tampoco reviste la condición de empleado público, sino que era un

particular que desarrolló un trabajo a cambio de un honorario, por lo cual no

existe la comunicabilidad que afirma la sentencia, lo que deriva, además, en la

vulneración al artículo 1° del Código Penal.

De no haberse incurrido en tales equivocaciones, asegura que el fallo

debió ser absolutorio. En todo caso, los hechos que constituirían el delito por el

15

que resultó sancionado estaban prescritos, por lo que la ley penal no los

considera delictuosos.

Finaliza solicitando que se anule la sentencia impugnada y se dicte la

correspondiente de reemplazo que absuelva a Luis Solar Pinedo de todo cargo.

Quinto: Que a fojas 20.834, el representante del sentenciado Marco

Luraschi Pandolfi dedujo recurso de casación en el fondo, invocando las

causales tercera y séptima del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal.

Explica el impugnante que Luraschi, representante de la empresa

consultora ECONAT LTDA., suscribió 4 contratos con el MOP, pero solo uno de

ellos motiva la condena: el Convenio ad referéndum de marzo de 2000,

“Impacto productivo de la reducción de agua en cultivos, apoyo al diseño de

especificaciones agrícolas y recopilación de información de instrumentos de

desarrollo agrícola”, por el que pagó a GATE $22.550.000 en cumplimiento de

instrucciones del inspector fiscal.

Añade que Luraschi no es empleado público y se limitó a participar con

su empresa en una licitación privada, adhiriendo a un contrato preestablecido

con el Ministerio, del cual no lucró. Por eso no es posible presumir, en los

términos del artículo 488 del Código de Procedimiento Penal, ni adquirir la

convicción que exige el artículo 456 bis del mismo cuerpo legal, que pudo

caberle participación de autor en el delito del artículo 239 del Código Penal, con

dolo directo en su conducta, conociendo las intensiones de las autoridades del

MOP.

Se reclama en el recurso la contravención al artículo 456 bis del Código

de Procedimiento Penal pues el fallo de alzada, sin señalar medio alguno que

no sean las declaraciones de su parte, construye una argumentación para

justificar la convicción condenatoria. Se desconoce la presunción de inocencia

y concluye la existencia de un concierto culpable, directamente doloso,

estableciendo de paso una comunicabilidad imposible.

En su caso, la boleta a GATE se genera por una orden posterior del

inspector fiscal contra una parte reservada del contrato para pagos a terceros

de un presupuesto general de asesorías. Con error, el fallo supone que su

mandante conocía de este método de trabajo y que confesó, cuestión que, de

ser efectiva, dejaba sin sustento la decisión absolutoria de primer grado.

Se infringe por el fallo el artículo 488 del Código de Procedimiento Penal

al dar por probado que su mandante conocía de la “inexistencia de los trabajos”

de GATE a la fecha que contrató, porque no hay a este respecto presunciones

múltiples, graves, precisas, directas y concordantes, y ninguno de los hechos

conduce lógica o naturalmente a esa conclusión. Al contrario, hay pagos a

16

terceros investigados y que fueron considerados legales, lo que genera una

duda razonable en cuanto a la condena

El error del fallo, afirma, es sumar elementos que son particulares para

otros condenados en circunstancias que su consultora trabajaba en forma

individual con el Ministerio.

Vale decir, no es un hecho probado su participación y colusión con los

inspectores fiscales previo a la adjudicación de los contratos. No se ha probado

el supuesto perjuicio para el Fisco, ni hay prueba de participación dolosa o

elementos que inequívocamente conduzcan a la conclusión de que cometió

delito.

Se infringen los artículos 14 y 15 del Código Penal toda vez que su

conducta no se puede subsumir en ningún tipo de autoría. Tampoco puede ser

estimado cómplice o encubridor como consecuencia de una conducta legítima

de celebrar contratos de su especialidad con un órgano del Estado en los

términos que el MOP definía.

Se infringe el artículo 239 del Código Penal pues su mandante no reúne

las características de empleado ni agente público. Es un particular, ingeniero,

que desarrolló su trabajo y recibió un honorario por ello.

Con esos argumentos finaliza solicitando la invalidación del fallo para

que se dicte la correspondiente sentencia de reemplazo que lo absuelva de

todo cargo.

Sexto: Que a fojas 20.850 la defensa del condenado Luis Gustavo

Arrau del Canto dedujo recurso de casación en el fondo por las causales

tercera y séptima del artículo 546 Código de Procedimiento Penal.

Se denuncia la infracción a los artículos 14, 15 y 239 del Código Penal;

108, 456 bis, 457 y 481 N° 4 del Código de Procedimiento Penal, pues no solo

no está acreditado el delito sino que tampoco ha podido atribuírsele

participación en él. Según se expresa, a él se le acusó por el ardid de aumentar

en 10 millones de pesos el valor de la consultoría contratada para pagar dinero

que el Fisco no adeudaba por honorarios y sobresueldos a personas que están

en los listados de fojas 542 y 1392 de los autos. Se afirma que en la causa

resultó acreditado que el incremento del valor propuesto inicialmente se verificó

después de la adjudicación y ya al término incluso de los trabajos de la

consultoría, por lo que las conclusiones de la colusión son inexactas.

De los antecedentes de la causa no se puede concluir que él hubiere

obrado a sabiendas de la existencia del fraude y del destino de los dineros. A

Luis Arrau ningún empleado público le habló de abultar o incrementar su

cotización cuando se le adjudicó la propuesta a la consultora Geofun, solo

17

conoció de la sociedad GATE cuando Roberto Salinas Briones, el inspector

fiscal, le hizo llegar la respectiva boleta para el pago. Afirma que para su

mandante la sociedad GATE efectivamente había efectuado trabajos de

estudio ambiental, lo cual se integraba a su consultoría una vez finalizada como

un subcontrato, por lo cual no hubo acuerdo, concierto o colusión.

Es por ello que sostiene la errónea aplicación de los artículos 14, 15 y

239 del Código Penal, calificando los hechos de manera que su actuar

concuerde con el de coautor en la figura de fraude al Fisco cometido por

funcionarios públicos, asimilando para ello su conducta a las de éstos, dando

por acreditado un convenio entre todos ellos y su conocimiento del destino de

los dineros objeto de la defraudación. Nada de ello se acreditó, pasando por

alto las reglas de los artículos 108, 456 bis, 457 y 481 N° 4 del Código de

Procedimiento Penal.

Se sostiene que de las aseveraciones de Arrau no puede concluirse lo

que afirma la sentencia, una confesión, pues cuando ésta no es completa, el

tribunal no puede darle el carácter de plena prueba, que es lo que ocurre en

este caso, en que falta el requisito del N° 4 del artículo 481 del Código de

Procedimiento Penal, porque si bien el delito está acreditado, el reconocimiento

que él hace no está referido a un delito de fraude al Fisco.

En cuanto a la causal tercera de casación en el fondo asegura que

respecto de Arrau el hecho no es delito, ya que no conocía ni participaba del

ardid

Finaliza solicitando que se anule el fallo y se dicte la correspondiente

sentencia de reemplazo que lo absuelva y, por ende, se rechace la demanda

civil intentada en su contra por el Fisco.

Séptimo: Que a fojas 20.886, la defensa del sentenciado Héctor Peña

Véliz dedujo recursos de casación en la forma y en el fondo. El primero de ellos

se funda en la causal novena del artículo 541 del Código de Procedimiento

Penal, en relación al artículo 500 Nros. 4 y 5 del mismo cuerpo legal.

Explica que el fallo impugnado elevó la pena accesoria a inhabilitación

especial perpetua para cargo u oficio público e impuso multa a beneficio fiscal

ascendente al 25% del perjuicio causado por su participación en el delito.

Como el perjuicio asciende a $777.842.217, el 25% corresponde a

$194.460.554. Estas decisiones, según se sostiene, constituyen un error,

porque se le está aplicando la pena correspondiente a los autores en

circunstancias que es cómplice y, por ello, le corresponde una culpabilidad

disminuida.

18

Solicita que se anule el fallo y en su reemplazo se rebaje la pena de

multa y la accesoria impuestas.

El recurso de casación en el fondo se funda en la causal primera del

artículo 546 del Código de Procedimiento Penal, denunciando la infracción de

los artículos 1 inciso 3°, 18, 51, 59, 61 N° 2, 67 incisos 1 y 2, y 239 del Código

Penal, porque se impone una pena más grave que la establecida en la ley,

cometiendo error de derecho al fijar la naturaleza y el grado de la sanción.

Explica que su representado es condenado como cómplice y se le

reconoce la circunstancia atenuante del artículo 11 N° 6 del Código Penal. La

pena corporal asignada al delito en el artículo 239 del aludido código, es de

presidio menor en su grado medio a máximo. De acuerdo a lo que dispone el

artículo 51 del Código Penal se redujo la pena en un grado y, dentro de él, se le

impuso el mínimum. Pero respecto de la pena accesoria y la multa, agrega, se

le impuso la pena correspondiente al autor, cual es el 25% del perjuicio

causado y la accesoria de inhabilitación especial perpetua para cargo u oficio

público, es decir, no se aplicó la rebaja correspondiente de acuerdo a lo

prescrito en el citado artículo 51, como sí lo hace el fallo de primer grado que

no aplica multa alguna. En el escenario más desfavorable debía rebajar la

multa prudencialmente por debajo del 10%.

Además, de las infracciones de ley señaladas, la sentencia contraviene

los principios de culpabilidad, de proporcionalidad y de equivalencia de las

penas, porque no es razonable que al cómplice se aplique las mismas penas

que al autor.

La multa y la inhabilitación, de acuerdo a lo que disponen los artículos

239, en relación a los artículos 51 y 67 del Código Penal, debieron aplicarse en

el mínimum, pero del grado inferior de la pena, lo que el fallo no hizo, con lo

cual se hace caso omiso del mandato legal, en cuanto a la pena aplicable, por

lo que se infringen los artículos 1 inciso 3 y 18 del Código Penal, al imponer el

fallo una pena superior a la legal.

En cuanto a la inhabilitación, debió el fallo aplicar la escala N° 5 del

artículo 59 del Código Penal, por lo mismo se infringe el artículo 61 N° 2 del

citado código, tanto en relación a la inhabilitación como a la multa.

Finaliza solicitando que anule el fallo y se dicte el correspondiente de

reemplazo en las que se rebajen las penas de multa e inhabilitación, aplicadas

al condenado.

Octavo: Que a fojas 20.899, la defensa del condenado Carlos Cruz

Lorenzen dedujo recurso de casación en la forma por las causales novena y

décima del artículo 541 del Código de Procedimiento Penal.

19

En relación a la primera de ellas, se reclama la infracción al numeral

cuarto del artículo 500 del mismo cuerpo legal. Su materialización, según el

recurso, se desprende de las fundamentaciones que se contienen en los

considerandos 60, 61, 62 y 63 del fallo de primera instancia, que define la

conducta atribuida a Cruz como constitutiva del delito de fraude al Fisco,

descrito en el artículo 239 del Código Penal y que se copian literalmente en el

recurso en estudio y que en general, se refieren a las exculpaciones dadas por

dicho acusado respecto de sus conductas que se consideraron ilícitas y que no

fueron aceptadas por la sentenciadora de primer grado.

Explica, en contra de las imputaciones que lo incriminan, que lo que

Carlos Cruz sugirió, a propósito de los hechos de la causa, fue efectuar

algunas modificaciones con el objeto de optimizar el uso de los recursos

financieros de la Coordinación General de Concesiones, consistente en

centralizar gastos y no separarlos por contrato. Sostiene que Cruz, como

Coordinador General de Concesiones, no tenía facultades administrativas de

ninguna especie, por lo cual toda la responsabilidad en la administración de la

Coordinación de Concesiones se hacía por la Dirección General de Obras

Públicas, a esa época a cargo de Juan Lobos Díaz, el funcionario de mayor

rango que participó en el otorgamiento de los contratos de consultoría

objetados, como generadores de los recursos que tipificaron el fraude al Fisco.

Como delegado de él, la responsabilidad recaía en Sergio Cortés, que también

tenía facultades administrativas, a diferencia de Cruz. Por lo tanto, se explica

en el libelo que el recurrente solo pudo hacer sugerencias, no vinculantes ni

impositivas, que para transformarse en actos administrativos debían ser

asumidos por su superior, Juan Lobos, y/o por un subalterno administrativo,

Cortés. Sin embargo Cortes interpretó las sugerencias de Cruz como una

instrucción, cuestión que éste no tenía facultad alguna, menos para adulterar

contratos discutidos y acordados por la Dirección General de Obras Públicas,

como son los impugnados como delictivos en este proceso no obstante que era

claro que la jefatura de Cruz en la Coordinadora era más bien protocolar.

Lo que se sostiene es que si Carlos Cruz nada podía hacer en relación a

los contratos que tenían las partidas “gastos pro forma” y “gastos

administrativos”, mal puede imputársele haber intervenido en la contratación

fraudulenta de estudios para obtener recursos suplementarios. No lo

entendieron así los sentenciadores al decir del recurso, pues en el motivo 62

del fallo de primer grado se le señala que lo declarado por éste coincide

plenamente con la detectada en la pesquisa judicial y que fue la que, en

definitiva, se utilizó en la Coordinación General de Concesiones para hacer

20

pagos que el tesoro público no estaba obligado a solventar, interpretación

errónea porque dicho imputado no tenía autoridad para mandatar y solo sugirió

el uso de recursos para gastos de administración y proforma asignados en

algunos contratos, ni menos sugirió la adulteración de los contratos para

extraer dinero para pagos a otras personas y que no hubo uso personal de

tales dineros.

Es por ello que las conductas que se describen en los fundamentos 61 a

63 respecto de Cruz no se materializaron y si lo fueron no son objeto de

reproche penal. Además, son totalmente diferentes e incompatibles con las que

son sancionadas en el considerando 77, consistentes en hacer falsas

licitaciones, con resultados acordados, por montos abultados y obligación de

restituir los excedentes a GATE contra factura. Las conductas que se describen

en los motivos 61 a 63 aludidos que no se materializaron y que si lo fueron no

son objeto de reproche penal alguno para Carlos Cruz y además son

totalmente diferentes e incompatibles con las que fueron sancionadas según el

motivo 77, antes indicado, consistente en hacer falsas licitaciones, con

resultados acordados, por montos abultados y obligación de restituir los

excedentes a Gate, contra factura suya, sin considerar las diferencias entre

todas estas operaciones y que en verdad existen y como se trata de conductas

tan diversas no puede cometerse con ellas un mismo hecho delictivo. Se trata

de consideraciones que se anulan entre sí configurándose la causal.

Al mismo tiempo, el considerando 10 del fallo segunda instancia, párrafo

final, dice que Cruz con su conducta consintió en que se defraudara al Estado.

Pero no se explica cómo se materializó esa conducta, remitiéndose a los

considerandos 61 a 63 del a quo, que enumeran sugerencias hechas por Cruz,

que consistían en centralizar fondos para gastos administrativos que no se

sabe si se cumplieron o no, pero que no han sido objeto de reproche penal.

Es decir, la conducta que se imputa a Cruz, se alega, no está

específicamente descrita, pues lo que se desprende de los considerandos 61 a

63 no corresponde a abultamiento de contratos de consultoría. Tampoco es

posible sostener que ha consentido en los abultamientos. Ninguno de los

delitos se refiere a las medidas sugeridas por Cruz en lo que señala en su

confesión. Las conductas fueron ejecutadas en la Dirección General de Obras

Públicas, administradora exclusiva de la Coordinadora General de

Concesiones.

En consecuencia, Cruz promovió dos cosas: el manejo conjunto de los

gastos de administración y de los gastos pro forma, que no se utilizó por ser

incompatible con la reglamentación de los contratos de asesorías o de

21

consultoría de la Coordinadora General de Concesiones y si se usó tal hecho

no merece reproche penal; y la exigencia de puntualidad en el cumplimiento de

los plazos de pago de las obligaciones, tampoco es reprochable.

En cuanto a la causal de casación del artículo 541 N° 10 del Código de

Procedimiento Penal, en relación con la infracción a los numerales 3, 4, 5, 6 y 7

del artículo 500 del referido texto, se señala que el fallo de alzada dice que

Cruz consintió en que se defraudara al Estado. Esa declaración conlleva una

calificación diversa a la acusación, pues un hecho es defraudar directamente y

el otro es consentir, ambas conductas son diversas con cursos de acción

incompatibles, lo que importa el vicio de ultra petita. Por ello se infringe el

artículo 424 del Código de Procedimiento Penal, pues el delito por el que se le

sanciona no estuvo comprendido en la acusación fiscal, en la que se le

reprocha una defraudación directa al Fisco, que es distinta a la que finalmente

se le condenó. No hay congruencia en lo que hoy se sanciona de manera

diferente en las normas de los artículos 259 y 341 del nuevo Código Procesal

Penal. Sostiene que la declaración hecha por la sentencia recurrida al final del

considerando décimo provoca que los sentenciadores hayan rechazado que se

trata de una imputación relativa a la figura de la primera parte del artículo 239

del código punitivo, sino por otro delito tipificado que es el de consentir que se

defraude al Fisco, lo que importa es que esta ultra petita, vale como fuerte

argumento para absolver a Cruz del delito por el que viene condenado,

considerando finalmente que esa declaración importa no haber sido extendida

la sentencia de acuerdo con la ley, por carecer de consideraciones para

establecer los hechos atribuidos al acusado Cruz, como lo exige el numeral 4°

del artículo 500 del Código de Procedimiento Penal, configurándose así la

causal de casación establecida en el N° 9 del artículo 541 del mismo cuerpo de

leyes;

Solicita en la conclusión que se anule el fallo y se dicte el

correspondiente de reemplazo que absuelva a Cruz Lorenzen de todo cargo.

Noveno: Que a fojas 20.919, los representantes del sentenciado Abdon

Naim Pajundakis dedujeron recurso de casación en el fondo contra la decisión

penal y civil del fallo.

Previo al desarrollo del recurso, señalan que su mandante era ingeniero

jefe del área de estudios viales de la empresa R&Q Ingeniería S.A., compañía

que interviene en el contrato de “apoyo al proceso de expropiación Concesión

Ruta 5, tramos Santiago-Talca y acceso sur a Santiago”, la cual se

desarrollaría en dos fases. Mientras estaba en ejecución la fase A, el inspector

fiscal, Héctor Quiroz Astorga, le solicitó que por necesidades urgentes del MOP

22

le hiciera llegar la totalidad del estado de pago de la fase B, que se había

entregado a un tercero, todo antes de la regularización del contrato.

En relación a la causal tercera, aducen que se está ante una conducta

atípica, objetiva y subjetivamente. Siendo el delito de fraude al Fisco un delito

especial impropio, el sujeto activo debe ser un funcionario público, calidad que

su representado no revestía a la fecha de los hechos de la acusación. Pero si

la conducta es llevada a cabo por un particular, persiste la ilicitud, aunque a

otro título, el que corresponde al delito común, estafa o estafa residual, de los

artículos 468 y 473 del Código Penal.

Sin embargo, se sostiene que la figura de estafa del artículo 468 no es

aplicable a Abdon Naim, porque no existe ardid o maquinación fraudulenta,

pues en el marco de un contrato válido y en ejecución celebrado con el MOP,

se recibe una instrucción de la autoridad pública (la inspección fiscal y la

jefatura de finanzas) orientada a establecer las modalidades operativas, lo que

es aceptado en el entendido que la instrucción proviene del mandante, que se

encuentra en situación de necesidad y urgencia de cancelar trabajos

ejecutados por terceros. Lo que existe es una verdadera diputación para el

pago, es decir, no se trató de un procedimiento ideado para defraudar al Fisco.

Respecto de su mandante existe la hipótesis de un error de tipo esencial, pues

éste actuó en el entendido y bajo el convencimiento de que estaba realizando

un acto que no era delictivo, recayendo el error en uno de los elementos del

tipo legal, cual es el engaño, error que suprime totalmente la punibilidad del

hecho. No existe dolo de defraudación: el recurrente accedió al procedimiento

requerido con plena convicción de estar actuando de manera lícita, porque la

suma de dinero que recibía inmediatamente la devolvía a las personas que

prestaban o habían prestado servicios al MOP.

Entonces, apuntan, no existe concierto para delinquir, sino una

instrucción de parte del MOP; un acuerdo de voluntades destinado a dar

operatividad a un contrato. Además, se sostiene, no existe perjuicio patrimonial

para el Fisco, pues el perjuicio debe estar cubierto por el dolo del agente, es

decir, el sujeto activo debe desplegar la conducta con el propósito de causar un

detrimento al Fisco, nada de lo cual ocurre. Su mandante aceptó representar el

rol de diputado para pagar una deuda real del Fisco con personas que habían

desarrollado labores en su favor.

En consecuencia, se afirma, se vulneran por la sentencia los artículos 1

del Código Penal; por falta de aplicación, pues se pretende aplicar una pena

respecto de una conducta que no se ajusta a tipo penal alguno, 15 N° 3° y 7

inciso 1° del Código Penal, por falsa aplicación, preceptos que se refieren al

23

autor cómplice y al delito consumado, 239 del Código Penal por falsa

aplicación, norma que describe y sanciona el delito de fraude al Fisco con el

que se pretende fundar la condena; artículo 19 del Código Civil, por falta de

aplicación, porque si no se desatiende el tenor literal del 239 del Código Penal

se habría llegado a la conclusión que los hechos que se describen en el tipo

penal no recogen la conducta de su representado.

En lo que concierne a la decisión civil, el recurso se funda en el artículo

546 inciso final de Código de Procedimiento Penal, denunciándose la infracción

de los artículos 19, 2314 y 2332 del Código Civil; 103 bis inciso 1° del Código

de Procedimiento Penal. El fallo se refiere al rechazo de la prescripción de la

acción civil ejercida entendiendo que esta nace con la sentencia, en

circunstancias que de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 2314 del Código

Civil esto ocurre desde el momento en que se ejecuta un hecho que causa

daño a otro. El plazo para interponer la acción civil por responsabilidad

extracontractual es de 4 años desde que se produjo el hecho dañoso, -artículo

2332 del Código Civil-. Precaviendo casos de procesos extensos, como

acontece, el artículo 103 bis del Código de Procedimiento Penal permite

interrumpir el curso de la prescripción extintiva de la acción civil con la

demanda debidamente cursada en el sumario criminal, lo cual no ocurrió,

transcurriendo íntegramente el plazo de prescripción.

De no haberse incurrido en tales equivocaciones, se reclama, se habría

llegado a la conclusión que la acción civil quedaba rechazada, por ello, no se

habría condenado a su mandante a pagar la suma de $42.603.764, más

reajustes, como ordena el fallo.

Finalizan solicitando que se anule el expresado veredicto y se dicte otro

de reemplazo, que lo absuelva por el delito de fraude al fisco y rechace la

demanda civil, con costas.

Décimo: Que a fojas 20.938, la defensa del condenado Oscar Araos

Guzmán dedujo recurso de casación en el fondo contra la decisión penal y civil

del fallo.

En cuanto a lo penal, el recurso se funda en las causales tercera y

séptima del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal, denunciándose la

infracción a los artículos 459, 464, 481 en relación al 456 bis del referido

cuerpo legal, en relación con los artículos 14, 15 y 239 del Código Penal.

Refiere que los hechos que se le atribuyen se vinculan a la intervención

de la consultora ABACO INGENIEROS CONSULTORES LIMITADA. El fallo

estima probada la participación con la confesión de Araos, además de los

elementos reseñados en el fundamentos 2°, los cuales serían concordantes,

24

respecto de la aceptación del procedimiento y del depósito de sumas de dinero

en la cuenta corriente de un tercero. Sin embargo, no se precisa en el fallo a

qué elementos del aludido considerando 2° se refiere y, además, por qué

modifica o altera la fuerza probatoria de las probanzas allí indicadas. Ello

porque los testigos que allí se mencionan dieron cuenta que quien se reunía,

negociaba y aceptaba el procedimiento fraudulento propuesto por personeros

del MOP era el encargado de la unidad de expropiaciones de ABACO, Javier

Rivas Velásquez, y una vez recibidos los estados de pago de las consultorías

realizadas, las órdenes de depósito eran dadas por él mismo.

Existen, sin embargo, elementos probatorios que no fueron desechados,

de los que no puede, salvo error, determinar que Araos tuvo participación. De

la declaración de Araos solo surge que al momento de los contratos celebrados

con el MOP era el gerente general del Holding Abaco Group, compuesto por 7

empresas, una de las cuales era ABACO INGENIEROS CONSULTORES

LTDA, de la cual era su representante legal. Dicha empresa tenía asentada en

Santiago una unidad de expropiaciones que funcionaba autónomamente y que

era gerenciada por Javier Rivas Velásquez, quien tenía amplias facultades al

efecto. Oscar Araos no fue responsable de la elaboración de las ofertas

técnicas ni económicas presentadas, ni tuvo injerencia en la determinación del

monto de los gastos. La empresa hizo depósitos de acuerdo a las solicitudes

de Rivas Velásquez, las que recibía de los personeros del MOP. Nunca tomó

parte en alguna negociación de fijación de precios o modalidad de pagos. Así,

no le era posible dudar que a través de la inspección fiscal o de la Unidad de

Expropiaciones pudiera cometerse algún delito o falta administrativa. Por ello

aceptó el procedimiento utilizado, según consigna el fallo, porque estaba dentro

de los términos de referencia del contrato en cuya elaboración no intervino y

porque todo estaba aprobado por la Contraloría General de la República.

La aceptación del procedimiento a que se refiere el fallo, está fundada

en su falta de intervención en todo el proceso previo a la firma de los contratos

y en el tener en consideración, frente a su empresa, la fe pública que emana de

las actuaciones de los órganos del Estado, su contraparte, y la intervención de

la Contraloría. Pero, sin embargo, se afirma, a partir de testimonios

discordantes y una alteración errada del valor de los elementos de convicción,

se llega a la conclusión de que participó en el delito. Manifiesta que existe en la

causa un acusado absuelto, Ricardo Paredes Molina, Decano de la Facultad de

Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile que está en

igual situación que el recurrente, vale decir, que firmó convenios sin conocer a

cabalidad el procedimiento y no fue quien acordó con los personeros de la

25

Coordinación General de Concesiones la incorporación de una partida

fraudulenta.

En síntesis, afirma, se ha alterado el valor de convicción de los medios

de prueba, porque todos los testigos están contestes en que en Santiago,

durante los meses previos a la adjudicación por trato directo hecha a ABACO

INGENIEROS CONSULTORES LTDA. y en las oficinas de la Coordinación

General de Concesiones, personeros de esa oficina pública se reunieron con

Javier Rivas Velásquez, a quien hicieron partícipe de un ardid ideado para

defraudar al Fisco, que consistía, aprovechando una futura vinculación

contractual, en facilitar las cuentas bancarias de la consultora para dirigir pagos

hacia cuentas de terceros, sin detrimento ni lucro para la firma, los cuales eran

gestionados por Rivas Velásquez, recibiendo este último un depósito personal

final por más de $30.000.000 del acusado Jara Núñez, infringiéndose así los

artículos 459 y 481 del Código de Procedimiento Penal.

Las infracciones denunciadas han vulnerado también el artículo 456 bis

del Código de Procedimiento Penal, porque se ha llegado a una decisión de

culpabilidad en virtud de una valoración de prueba no legal; y el artículo 15 del

Código Penal, pues de no haber mediado el error no se habría dado por

acreditada su participación culpable. Las infracciones señaladas hacen también

aplicable la causal tercera de nulidad del artículo 546 del Código de

Procedimiento Penal.

En cuanto a la decisión civil, se reclama la contravención de los artículos

2492, 2332 y 2314 del Código Civil. Explica que el Fisco ejerció la acción civil el

17 de agosto de 2004. La resolución N° 207 de la Dirección General de Obras

Públicas, relativo al hecho establecido en el N° XI, es de 3 de julio de 2000. La

resolución N° 399 relativa al hecho XII del considerando 22 es de 28 de

diciembre de 2001. Los hechos atribuidos a su mandante se perpetraron el 28

de diciembre de 2001, fecha de la emisión de la resolución de la Dirección

General de Obras Públicas N° 399. El Fisco logró interrumpir la prescripción

solamente respecto del acto dañoso emanado de la resolución N° 399, de 28

de diciembre de 2001, como se estableció en el fallo, pero no lo hizo respecto

de la resolución N° 207.

Por ello solicita que se anule la sentencia y se resuelva absolverlo por no

encontrase acreditada su participación en el delito de fraude al Fisco; y en

subsidio, en lo civil, acoger la prescripción, rechazando parcialmente la

demanda y acogerla solo por la suma $235.988.883, sin costas por no haber

sido totalmente vencido.

26

Undécimo: Que a fojas 20.865, la defensa del sentenciado Sergio

Alberto Cortés Castro dedujo recurso de casación en el fondo por las

causales primera y séptima del artículo 546 del Código de Procedimiento

Penal. Por la primera, se reclama la infracción de ley al determinar la sentencia

recurrida participación del condenado en el delito de fraude al Fisco,

vulnerando los artículos 1, 15 y 239 el Código Penal, pues el fallo

erróneamente resuelve que es autor, en los términos del artículo 15 N° 1 del

Código Penal, al intervenir de modo inmediato y directo. Se sostiene en el

recurso que las declaraciones tenidas como base para condenar a Sergio

Cortés, consisten en testimonios que exclusivamente lo sindican como una de

aquellas tantas personas que prestaron servicios para distintas reparticiones

del MOP, a contrario sensu, son incapaces de afirmar, fuera de toda duda, que

efectivamente realizó la conducta típica descrita por el artículo 239 del Código

Penal, es decir, haber defraudado, como es el caso de Cruz Lorenzen, único

responsable en la hipótesis contenida en la norma. En la especie, se afirma, las

operaciones en que intervinieron los procesados no ocasionaron perjuicio al

Fisco, y los presuntos autores tampoco se beneficiaron ni consintieron en que

se beneficiara a un tercero, por lo que faltan elementos para determinar la

existencia del tipo penal. Cortés Castro no actuó con abuso de confianza o con

infidelidad a las obligaciones. Se infringió, además, la norma del artículo 15 del

Código Penal porque su representado no tuvo señorío sobre la acción ni sobre

sus efectos.

En relación a la causal del infracción a las leyes reguladoras de la

prueba se reclama la contravención de los artículos 456 bis, 459, 485, 486 y

488 del Código de Procedimiento Penal y 19 N° 3 inciso 5° de la Constitución

Política. De acuerdo a estas normas, para condenar es necesario haber

alcanzado convicción incontrovertible de que la persona acusada le ha

correspondido una participación culpable y penada por la ley. En virtud de tales

disposiciones no es posible tener por acreditado de modo legal la participación

de Sergio Cortés en los hechos. El artículo 19 N° 3 de la Constitución Política

se ha vulnerado porque se apartó el juzgador, en la decisión de condena, del

proceso racional y justo que asegura dicho precepto.

Se agrega que Cortés no tenía señorío sobre el crimen, no tuvo a su

cargo los dineros objeto de la investigación provenientes de los contratos

cuestionados, no formaba parte de los sujetos que objetivamente dieron las

órdenes y dirigieron los actos de sus subordinados, jamás recibió suma alguna

de aquellas que motivaron la investigación. No había planificado ni organizado

el delito, lo que provendría de actos ejecutados por sus superiores jerárquicos.

27

La calidad participativa que se le imputó a Cortés en el delito de fraude

al Fisco, a título de autor, debe ser sustituida por motivos de tipicidad,

legalidad, lógica y equidad. Las acciones destinadas a concretar las conductas

investigadas tienen su origen en las directivas que realizaba el acusado Cruz

Lorenzen.

Se sostiene que el reconocimiento de haber realizado las actuaciones

investigadas no significa haber tomado parte directa y haber realizado actos

relacionados con el supuesto fraude, solo prueba que tomó conocimiento de

esos hechos como lo pudo haber hecho cualquier integrante del Ministerio de

Obras Públicas de esa época, y no por ello corresponde decidir su culpabilidad,

porque no tenía dominio del hecho.

Es por ello que califica de ilógico el razonamiento del tribunal, porque el

fallo se sostiene en elementos aislados que omiten su consideración total

respecto de las pruebas allegadas al proceso. Se enfatiza que los errores

denunciados configuran las causales 1ª y 7ª del artículo 546 del Código de

Procedimiento Penal, a consecuencia de la existencia de un fallo erróneo,

arbitrario y atentatorio con principios constitucionales referentes a la

sustanciación de los juicios, afecta la libertad individual, efectiva o de

desplazamiento, sin perjuicio del derecho de contar con un justo y racional

procedimiento, lo que deriva de haberse desestimado la conducta absolutoria,

cuya existencia está probada. Así, afirma, se ha condenado por un delito y a

una pena que no corresponde.

Finaliza solicitando que se anule el fallo de alzada y se corrijan los vicios

de que adolece, de acuerdo con las normas de orden público sobre

competencia criminal de los órganos jurisdiccionales y en definitiva se dicte

sentencia absolutoria.

Duodécimo: Que a fojas 21.000, la defensa del condenado Nasir

Sapag Chain dedujo recurso de casación en el fondo por las causales tercera

y séptima del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal.

Explica que en los hechos que describe la sentencia como constitutivos

del delito de fraude al Fisco, en relación con la empresa consultora DIAGNOS,

referidos al capítulo X del Considerando 22 de la sentencia de primera

instancia, no se menciona a su mandante ni se señala la forma en que

teóricamente habría engañado al Fisco o se habría coludido con terceros para

hacerlo. Los escuetos elementos que relaciona la sentencia de primera

instancia para la participación de Sapag en los considerandos 73° y 74°,

constituyen a juicio del recurrente un error de ponderación jurídica de los

28

hechos y una omisión para tener por razonablemente acreditada su

intervención.

El fallo apunta que, a pesar de su negativa, obra en su contra el

reproche -valor de presunciones- de Enrique Rafael Ponce de León, en cuanto

a que Sapaj estaba en conocimiento que con el dinero de la consultoría que

efectuaría la empresa DIAGNOS se iban a pagar honorarios adicionales a

personal directivo del MOP, imputación que mantuvo en la diligencia de careo

de fojas 4686 y que se transcribe en el motivo 59° del fallo de primer grado. A

ello agrega la labor de dirección que cumplía en el Centro de Investigación

Aplicada para el Desarrollo de la Empresa, CIADE, y el trabajo que

desarrollaba para que el MOP adjudicara contratos al centro que dirigía, lo que

implicaba, en síntesis, analizar los antecedentes del proyecto para la

elaboración de las ofertas técnicas y económicas, preocupándose en la

confección de éstas últimas, en la determinación del overhead o utilidad a que

tenía derecho la Universidad.

En cuanto a la causal de infracción a las leyes reguladoras de la prueba

se denuncia la vulneración a los artículos 459, 464, 485 y 488 del Código de

Procedimiento Penal. Refiere que se ha otorgado un valor desmedido e inusual

al testimonio de una persona, además, implicada directamente en los hechos,

quien es Enrique Ponce de León Milnes. Sus dichos son especulaciones sin

base probatoria, que pueden ser errados, si se atiende a otros testimonios de la

causa que dan cuenta que no tuvo conocimiento de los pagos irregulares a

funcionarios del MOP. Si Ponce de León es el único testimonio incriminatorio,

su peso está fuera de los márgenes del artículo 459 aludido, radicando en la

norma del artículo 464 del Código de Procedimiento Penal, pero atendiendo a

los artículos 485 y 488 Nros 2, 3 y 4 de ese cuerpo normativo, para constituir

plena prueba las presunciones deben ser múltiples y graves, precisas y

directas. El fallo dice que sus dichos concuerdan con otros elementos de

convicción, pero junto a la declaración de Ponce de León se alude al cargo de

director del CIADE, lo que no significa que haya tenido conocimiento de lo que

determinados subalternos hacían, a lo más de ahí podría surgir responsabilidad

política o administrativa, no penal, pues esta requiere dolo, vale decir,

conocimiento y voluntad de la realización del tipo objetivo. El hecho de ser

director no deriva en una presunción directa de responsabilidad. Aquí no hay

pruebas ni certezas. Por lo tanto los dichos de Ponce de León serían una

presunción que no es directa, no cumple el requisito del 488 N° 3 del Código de

Procedimiento Penal; y del cargo de director del CIADE tampoco surge

necesariamente que haya sabido de las irregularidades.

29

A la inversa de lo sostenido por el fallo, sí hay elementos que debilitan la

culpabilidad que se le atribuye. Se trata de un hombre de 58 años con una

trayectoria académica aplaudida y un pasar económico normal. Los dineros

fueron a parar a manos de personas del MOP que él ni siquiera conocía, es

decir, no existe para él un beneficio económico. El socio y dueño de DIAGNOS,

Francisco Donoso, dice que su contacto fue únicamente con Ponce de León,

pues nada acordó con Sapag. Por último, hay testimonios que apuntan a que

su representado no conocía de los hechos, los que debieron ser ponderados,

porque cumplen los requisitos del artículo 457 del Código de Procedimiento

Penal, entre ellos, Bartholin (cons 35); y Castillo Navasal (cons 36).

En relación a la causal tercera, también esgrimida, se afirma que la

sentencia califica como delito un hecho que la ley penal no considera como tal.

No hay en la sentencia un relato de la conducta que se le atribuye, solo

el proceso por el cual se terminó subcontratando a DIAGNOS y pagando a

través de esa empresa sobresueldos a funcionarios del MOP. Lo que hace la

sentencia es suponer que su mandante sabía de estos hechos, lo cual se

construye sobre la base de cuestionables testimonios. El fallo dice que Nasir

Sapag se coludió. Pero no dice cuándo, con quién o de qué forma. Afirma que

consintió, pero no dice cómo ni en qué circunstancias, primero, conoció lo que

habría consentido y, luego, consintió. Hoy no se sabe qué verbo rector del

artículo 239 ha satisfecho su mandante con su conducta, y es porque ésta no

fue descrita.

Por ello, calificar el relato que hace el motivo 22° del fallo como delito

cometido por su representado es jurídicamente improcedente. Ahí no hay

hecho descrito respecto de su representado que dé cuenta de actuaciones o

conductas concretas de su persona.

Solicita en la conclusión que se anule el fallo y se dicte otro de

reemplazo que absuelva a su mandante del delito de fraude al Fisco por el que

fue acusado.

Décimo tercero: Que a fojas 21.110, se dedujo recurso de casación en

el fondo por el condenado Ramón Silva Améstica, motivado en las causales

tercera y séptima del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal.

Explica el recurso que Silva estaba contratado a honorarios como asesor

del MOP. El tipo penal exige la participación de un empleado público, condición

que él no tenía, sin perjuicio de la ausencia de dolo y obtención de provecho.

Asegura que su mandante obró sin otra intención que la de cumplir sus

funciones de asesor técnico, sin potestad ni capacidad de tomar decisiones en

algún acto que pudiere significar que “interviniere por razón de su cargo, para

30

defraudar o consentir en que se defraude al Estado, sea originándole pérdida o

privándole de un lucro legítimo”.

En relación a la causal de infracción a las leyes reguladoras de la prueba

reclama la contravención del artículo 456 bis del Código de Procedimiento

Penal, porque la sentencia en sus fundamentos 22° a 29° no señala medio de

prueba legal alguno que no sean las declaraciones de su parte. Se desconoce

la presunción de inocencia. No era empleado público sino un asesor a

honorarios sin potestad de decisión en materias financieras ni de pagos a

terceros y que desarrollaba sus funciones con un inspector fiscal, de quien

recibía instrucciones, estableciéndose una comunicabilidad imposible en los

hechos. Se vulneran el artículo 488 del Código de Procedimiento Penal, pues

aun cuando la sentencia no se funda en esa norma, se violenta, por el modo en

que el fallo construye su conclusión, dando por probado que su representado

tenía facultades para abultar contratos y que conocía de la inexistencia de los

trabajos de GATE a la fecha de que se trata. Todo ello a partir de hechos que

no resultan múltiples ni graves, ni precisos, ninguno de los cuales conduce ni

lógica ni naturalmente a dicha conclusión. Al contrario de lo que establece el

fallo, en la causa existen múltiples elementos que comprueban su inocencia.

Por ello se afirma que no se cumple la exigencia de que las

presunciones se funden en hechos reales y probados y no en otras

presunciones; no está probada su participación ni que se coludiera con los

contratistas, consultores externos y fiscales; no se ha probado que a

consecuencia de su proceder exista perjuicio para el Fisco; no hay

presunciones que sean múltiples, graves, precisas, directas y concordantes de

participación dolosa. Está reconocida su calidad de asesor no funcionario, pues

él podía actuar como contraparte técnica, pero no podía resolver nada en

relación a los pagos a terceros, labor propia de un inspector fiscal. Tampoco en

sus funciones de asesor está probada la existencia de concertación con los

empleados públicos gestores del procedimiento para procurarse de fondos

fiscales.

En cuanto a la causal sustantiva en que se sostiene el recurso, se

reclama la contravención a los artículos 14 y 15 del Código Penal, pues su

conducta no puede subsumirse en ninguno de los verbos rectores de los

diversos numerales del artículo 15. No puede ser autor, menos cómplice o

encubridor, dada la conducta legítima de ejercer como asesor a honorarios en

materias que sus contratos determinaban. El fallo de manera ilegítima resuelve

que extraños, no funcionarios, de agregación reciente al Ministerio como

asesores, se integran a un complot que operaba un sistema desde hacía

31

mucho tiempo, y solo así permite justificar una comunicabilidad imposible, pero

el dolo directo requerido no está probado.

Por último se reclama la infracción artículo 239 del Código Penal, pues

su mandante no reúne las características de empleado ni de agente público, es

un particular, ingeniero, que desarrolló su labor como asesor del MOP a fin de

emitir opinión técnico profesional sobre los proyectos de la Dirección General

de Concesiones, en la especie en relación a la empresa Aristo, EXE y Facultad

de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile. El tipo

penal en cambio, requiere de un empleado público que interviene y opera por

razón de su cargo, cual no es su caso.

Solicita en la conclusión que se anular el fallo impugnado y se dicte otro

en reemplazo que lo absuelva de los cargos.

Décimo cuarto: Que a fojas 21.026 la defensa del sentenciado

Francisco González del Río formalizó recursos de casación en la forma y en

el fondo. Explica que su mandante es representante de Sociedad Agraria

Limitada a la cual invitó a participar el Coordinador General de Construcción de

la Coordinación General de Concesiones.

La invalidación formal se sustenta en la causal del artículo 541 N° 9 del

Código de Procedimiento Penal, en relación con el artículo 500 Nros. 3, 4 y 5

del referido cuerpo legal. En lo sustancial el recurso de casación en la forma

está tratado en los mismos términos que el promovido en defensa del

condenado González Tagle, por lo que no es necesario reiterar los defectos

denunciados del fallo, como se dirá más adelante.

En relación al recurso de casación en el fondo, se sustenta en las

causales tercera y séptima del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal

Por la primera de ella se denuncia la infracción de los artículos 1, 239 y

260 del Código Penal. Se reitera en este libelo que se trata de un delito de

sujeto activo especial que solo puede ser cometido por empleado público,

además de otros elementos normativos de contenido jurídico tales como

defraudar al Fisco, cuya falta de conocimiento por parte del interviniente lo

hace actuar bajo error de tipo, que excluye el dolo. En la especie falta la

tipicidad objetiva porque su mandante no era empleado público. El extraneus

no puede ser autor, por lo que la comunicabilidad que establece el fallo no es

acertada. No se puede llenar la conducta descrita en la parte objetiva

recurriendo a lo subjetivo

En cuanto a la causal séptima, indica el recurso que se ha admitido un

medio de prueba proscrito por la ley para acreditar el hecho punible, cual es la

confesión de los procesados, lo que surge de los artículos 110, 111 y 481 del

32

Código de Procedimiento Penal. En todo caso, tampoco es prueba suficiente

del abultamiento de un contrato el hecho de haberse girado fondos a la

empresa GATE.

Solicita por estos motivos la nulidad del fallo para que se dicte otro de

reemplazo que absuelva a su representado de los cargos formulados.

Décimo quinto: Que a fojas 20.968 la defensa del sentenciado Sergio

González Tagle dedujo sendos recursos de casación en la forma y en el fondo.

Explica que el funcionario del MOP Ramón Silva Améstica invitó a su

mandante a participar en un proyecto, señalándole que se iba a efectuar a

través de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile. Para estos

efectos la empresa ARISTO presentó un proyecto por 40 millones de pesos, sin

embargo, Silva Améstica le señaló que por instrucciones de Sergio Cortés,

responsable del área administrativa de la Unidad de Concesiones del MOP, se

debían pagar 15 millones de pesos a la empresa GATE por trabajos ya

ejecutados. Por ello, la Facultad de Economía de la Universidad de Chile cobró

50 millones de pesos. 40 millones los pagó a ARISTO, sociedad que, a su vez,

pagó 15 millones a GATE.

La casación en la forma deducida se funda en la causal novena del

artículo 541 del Código de Procedimiento Penal, en relación al artículo 500

Nros. 3, 4 y 5 del mismo cuerpo legal. Según señala, la sentencia confunde la

enumeración de medios de prueba con su ponderación. Para estar ante una

decisión fundada, afirma, el fallo debe explicar por qué adhiere a una

determinada tesis en desmedro de otra. Debe ponderar las pruebas y

pronunciarse sobre las defensas contenidas en la contestación. En la especie,

la sentencia no se pronuncia acerca del hecho concreto por el cual se condena

a su mandante, contiene considerandos contradictorias, hace afirmaciones

arbitrarias y no analiza la prueba rendida. Así explica que cuando el fallo de

alzada revoca la decisión absolutoria de primer grado respecto de su

mandante, hace un mínimo resumen de la contestación a la acusación y luego

incorpora afirmaciones arbitrarias, desechando en grupo todas las

contestaciones de los distintos acusados. La contradicción que advierte es que

el fallo de alzada no eliminó los considerandos de la sentencia de primer grado

en virtud de los cuales se absuelve a su defendido. Tal es lo que sucede con el

considerando 87 del fallo de primer grado, en que se consigna que la

intervención culpable en los hechos materia de la investigación respecto de los

acusados, entre otros Sergio González Tagle, se limitó a cumplir la instrucción

dada por la contraparte técnica del contrato, encontrándose imposibilitado, por

su posición frente a la administración, de cuestionar o verificar la efectividad de

33

los expresado por el mandante, menos inquirir antecedentes para tener certeza

acerca del destino final dado al importe del cheque que expidió. Añade que la

señalada instrucción resultaba sensata a la fecha de los hechos. Pero tales

aseveraciones se contraponen a lo consignado en los fundamentos 22 a 27 del

fallo de alzada, motivos en los que se rechazan las defensas de Sergio

Gonzalez.

También indica que son contradictorios los considerandos 18° del fallo

de alzada con el 275° de primer grado, pues mientras el primero declara

hacerse cargo de la contestación del acusado, en el segundo se sostiene que,

como fue absuelto, es innecesario referirse a su defensa.

Lo propio sucede con los motivos 34, 35 y 36 y la parte resolutiva que

condena civilmente a su representado, todo en la alzada, con el fundamento

277° de fallo de primer grado. En los primeros se rechaza la prescripción, se

niega la rebaja del monto de la indemnización por exposición imprudente y se

acoge la demanda. El 277° en cambio rechaza la demanda contra su

representado y otros acusados dada la decisión absolutoria.

Al mismo tiempo se reclama por el recurso que las afirmaciones

contenidas en los motivos 22° a 27° de alzada son arbitrarias, pues carecen de

antecedentes de hecho que las funden. El fundamento 22° apunta que las

empresas habrían sido contactadas por funcionarios del MOP solicitándoles

aumentar sus costos. Pero ARISTO fue contratada por la Facultad de

Economía de la Universidad de Chile, no por el MOP. Primero se le adjudicó el

contrato y después se le dijo del pago a GATE. El considerando 23° señala que

en el costo se incluía el pago, pero no está demostrado que su representada

haya abultado el contrato con una partida inexistente. González rebajó su

expectativa de ganancia para pagar a GATE, por lo que la pérdida fue de

ARISTO. El motivo 24° refiere que las consultoras sabían de antemano que se

estaba cobrando un precio superior simulando un gasto inexistente, afirmación

que no encuentra antecedentes de respaldo en la causa. La reflexión 25ª dice

que los funcionarios del MOP se coludían con los consultores para alterar

precios, lo cual reiteran los basamentos 26° y 27°, en el sentido que sabían de

la anormalidad. El último de estos incluso parte de la base que ARISTO tenía

una larga relación con el Estado, lo que no es efectivo, pues se dedicaba a

consultorías privadas, y para esta gestión fue buscada, no postuló.

Tampoco se precisa la prueba del supuesto sobreprecio y la claridad del

ánimo de defraudar que se atribuye a los acusados. El considerando 28° de

alzada dice que su mandante reconoce haber tomado parte del fraude

indagado, en circunstancias que jamás ha reconocido haber abultado el

34

contrato, por el contrario, declaró que rebajó el presupuesto de manera de

poder girar los 15 millones de pesos a GATE.

Por último reclama falta de análisis de la prueba. En concreto, arguye,

no se señala por qué, pese a las declaraciones de Ramón Silva Améstica,

Felipe Masjuán Undurraga y Gabriel Montero Barrera, tiene el fallo por

establecido que se habría abultado el contrato celebrado entre ARISTO y la

Universidad de Chile.

Silva Améstica fue el inspector fiscal del contrato, quien declaró que

luego de transmitir el requerimiento de Cortés, su mandante señaló que no

correspondía elevar el presupuesto. Masjuán y Montero declararon que ambos

trabajan en ARISTO y están contestes en que no se abultó el contrato, sino que

ARISTO bajó sus costos.

Con estos argumentos finaliza solicitando que se anule el fallo

impugnado y en su reemplazo se dicte la sentencia que en derecho

corresponda conforme al mérito de los hechos, absolviendo a su mandante de

los cargos.

El recurso de casación en el fondo promovido por la misma parte se

funda en la causal tercera del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal,

al calificar erróneamente los hechos como constitutivos del delito de fraude al

Fisco, denunciándose la infracción a los artículos 1, 239 y 260 del Código

Penal. Afirma que se trata de hechos atípicos en que falta la calidad del sujeto

activo. Refiere el recurso que el delito por el que se condena sólo puede ser

cometido por empleado público, recargado además de elementos normativos

de contenido jurídico tales como defraudar al Fisco, cuya falta de conocimiento

de parte del interviniente lo hace actuar bajo error de tipo que excluye el dolo.

En la especie, no hay fraude, porque los 47 millones de pesos que cobró

González por su asesoría profesional pasó a ser parte de su activo, de manera

que sólo a él atañe determinar su destino, lo cual es indiferente al Estado.

Entregó 15 millones de pesos a GATE por engaño, rebajando su ganancia.

Plantea que el delito del artículo 239 del Código Penal es un delito

especial propio que solo puede ser cometido por funcionarios públicos. El

extraneus, aunque lo desee, no puede ser autor, pues no reúne los requisitos

exigidos por el tipo penal. La comunicabilidad que establece el fallo no es

acertada, pues para imputar el delito primero hay que determinar si su

conducta realiza el tipo objetivo y luego si conocía tal situación. En el tipo penal

del artículo 239 si no hay funcionario público no hay delito, porque la autoría

está restringida solo a determinadas personas que por la función que ocupan

tienen el deber jurídico extrapenal de velar por el patrimonio fiscal.

35

Por ello es errónea la referencia del fallo al artículo 64 del Código Penal,

pues es una cláusula de comunicación de circunstancias objetivas de

atenuación o agravación de la pena, pero no de comunicación de todos los

elementos del delito. Para que opere se requiere primero la comisión del delito,

y después se puede comunicar alguna circunstancia modificatoria de

responsabilidad criminal, pero no se puede comunicar el elemento configurador

de la misma. O sea la calidad exigida por el tipo para el sujeto activo es un

elemento esencial del delito, no una circunstancia modificatoria de la

determinación de la pena.

Respecto de la condena civil, se impugna la decisión por la causal del

artículo 546 inciso final del Código de Procedimiento Penal, dada la infracción

de los artículos 2332 del Código Civil y 103 bis del Código de Procedimiento

Penal. Refiere que la sentencia, con error de derecho, resolvió que la

prescripción comienza a correr “de la sentencia dictada en autos y los

antecedentes nunca estuvieron paralizados”. El plazo se cuenta desde la

perpetración del acto y se interrumpe si se ejerce la acción en el sumario, lo

cual no ocurrió. Los hechos datan de junio de 1999, por lo que la acción se

extinguió en junio de 2003.

Finaliza solicitando que se acoja el recurso, se dicte otro fallo conforme

al mérito del proceso absolviendo a su mandante de todo cargo.

Décimo sexto: Que a fojas 21.050, se formalizaron recursos de

casación en la forma y en el fondo en representación del sentenciado Carlos

Calderón Pinto. La casación en la forma principia aclarando que el contrato

adjudicado por resolución 766, de 10 de noviembre de 1997, denominado

Estudio de Ingeniería para la Recuperación de Terrenos en la Ribera Norte del

río Bio Bio no fue asignado a CCP, sino que como consta de la resolución, a un

consorcio formado por las empresas “CCP y AC Ingenieros Consultores”.

Además, el hecho del abultamiento en la consultoría es una mera afirmación

sin demostración, ni siquiera se precisa cual sería el precio real, original, para

deducir el abultamiento.

Se funda el recurso en la causal 9ª del artículo 541 del Código de

Procedimiento Penal en relación al artículo 500 Nros. 3, 4 y 5 del aludido

cuerpo de leyes. Con los mismos argumentos esgrimidos en el recurso

promovido por el representante del condenado González Tagle solicita se anule

el fallo y se dicte el correspondiente de reemplazo que absuelva a su

mandante.

En cuanto al recurso de casación en el fondo, asilado en la causal

tercera del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal, se reclama la

36

infracción a los artículos 1, 239 y 260 del Código Penal, reiterándose los

argumentos detallados en el motivo anterior acerca de la calidad de sujeto

activo especial requerido por el tipo y la impropiedad de pronunciarse sobre el

monto cobrado por una labor contractual privada. Se reitera en el libelo que no

hubo fraude porque lo honorarios que cobró su mandante por su asesoría

profesional fueron correctos. Los fondos entregados a GATE fueron con cargo

a su propio patrimonio, por lo tanto, por el trabajo se cobró un precio real, y

para pagar los 59 millones de pesos a GATE se recurrió a la caja de CCP y se

rebajaron los costos en algunos contratos. El precio que CCP cobró no puede

ser ponderado por el órgano jurisdiccional.

Respecto de la condena civil, fundado en el artículo 546 inciso final del

Código de Procedimiento Penal, 765 y 767 del Código de Procedimiento Civil,

2332 del Código Civil y 103 bis del Código de Enjuiciamiento Criminal se

reclama el rechazo de la prescripción de la acción civil sobre la base de una

errada determinación del cómputo del plazo, el que, de acuerdo al artículo 2332

del Código Civil, ha de contarse a partir de la perpetración del acto. Afirma que

nunca se ejerció la acción durante el sumario, como forma de interrumpir la

prescripción. De este modo, los hechos en que se funda la demanda ocurrieron

en junio de 1999, por lo cual la acción se extinguió en junio de 2003.

Finaliza solicitando que se anule el fallo y se dicte otro de reemplazo que

absuelve a su representado del cargo.

Décimo séptimo: Que a fojas 21.081, la defensa del sentenciado

Francisco Donoso Díaz formalizó recursos de casación en la forma y en el

fondo. El impugnante obró en condición de representante de la consultora

Diagnos. Como el recurso señala las misma alegaciones que se han explicado

en los fundamentos precedentes, se tendrán por reiteradas, a fin de evitar

repeticiones innecesarias.

Décimo octavo: Que a fojas 21.134, el representante del sentenciado

Jorge Antonio Quiroz Castro, dedujo recursos de casación en la forma y en

el fondo. El recurso de casación en la forma se funda en la causal novena del

artículo 541 del Código de Procedimiento Penal, dada la infracción cometida en

relación al artículo 500 Nros. 4 y 7 del mismo cuerpo legal.

Según se afirma, a propósito de la exigencia del ordinal cuarto del

precepto citado, la decisión condenatoria se adoptó a través de considerandos

contradictorios y con inobservancia de la prueba recopilada en el proceso,

llegando a sostenerse que determinadas pruebas reseñan ciertos hechos que

en rigor no consignan. En tal sentido, indica que los fundamentos 28° y 30° del

fallo de alzada se refieren a la participación de los consultores señalando que

37

reconocen haber tomado parte en el fraude, aceptando expresamente haber

abultado el monto de los trabajos a realizar, justificándolos con una boleta de

un tercero que no prestó servicio alguno, y que es inverosímil que ese tipo de

profesionales no entiendan tales sucesos, a partir de lo cual concluye que a

sabiendas participaban del fraude. Sin embargo, el considerando 22° letra d)

del fallo de primer grado establece que el pago de la boleta N° 059 extendida

por GATE el 22 de septiembre de 1999 por 13 millones de pesos y la boleta

013 extendida por Econat Consultores el 23 de agosto de 1999 por $ 5.700.000

se efectuó cumpliendo instrucciones del inspector fiscal o contraparte técnica.

La sentencia también se sustenta en la declaración de Roberto Salinas Briones

(N° 31), quien fuera contraparte técnica en el contrato que se le adjudicó a

GERENS LTDA., el cual depone acerca de los fines de los gastos de

administración incluidos en el precio de la consultoría y el modo de operar en la

época. Entonces, no hay un correlato entre la decisión de condena y la prueba

del proceso, pues la declaración a la que se recurre no establece formalmente

los hechos que el fallo consigna.

En el considerando 28° ya aludido, en relación a las indagatorias de los

procesados, se contiene una aseveración antagónica con lo consignado en la

declaración de su mandante, que tampoco está en las fojas que cita el fallo,

sino que a fojas 3.865. Él señaló que los pagos los cursó después que Salinas

Briones le informara que las asesorías habían sido realizadas a plena

satisfacción del MOP, es decir, la sentencia reproduce en forma errada la

declaración de su representado, estimando que confesó un hecho que en

realidad jamás ha aceptado.

En cuanto a las exigencias del ordinal séptimo del artículo 500 del

Código de Procedimiento Penal, se señala que la Corte dejó subsistentes

considerandos “resolutivos” que sostienen la inexistencia del delito materia de

la acusación. Tal es el caso de los motivos 93° de primera instancia que

contiene una decisión absolutoria que es incompatible con la resolución de

condena adoptada en la alzada.

Por último, en cuanto a la decisión civil, el recurso de casación en la

forma se funda en la causal del artículo 768 N° 7 del Código de Procedimiento

Civil, esto es, en contener decisiones contradictorias, lo cual surge de la

revisión del considerando 30° del pronunciamiento de segundo grado, que

rechaza la exculpación, en circunstancias que el 93° del fallo del a quo

establece que no es culpable del delito de fraude al Fisco que se persigue.

38

Solicita en la conclusión que se anule el fallo atacado y se dicte otro de

remplazo que absuelva a su representado y lo libere de las condenas e

indemnizaciones impuestas.

Por su parte, el recurso de casación en el fondo promovido en

representación del mismo condenado se funda en las causales primera, tercera

y séptima del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal.

Según se asegura, el fallo calificó como delito un hecho que la ley no

considera como tal, e impone a la vez una pena no contenida en la ley,

violándose las leyes reguladoras de la prueba. Explica que los hechos

establecidos por el fallo de primer grado la Corte los reproduce, salvo los

considerandos 86°, 87°, 275° y 277° que se refieren a la decisión de la

sentencia del a quo de absolver y rechazar las demandas. Tales sucesos,

respecto de su mandante, están en el motivo 22°, V, en relación a la empresa

consultora GERENS LTDA. Los hechos allí establecidos, a su juicio, no

configuran el tipo penal del artículo 239, sin perjuicio de la infracción cometida

en torno a las leyes reguladoras de la prueba y al hecho que se impuso una

pena más grave que la contenida en la ley.

Se reclama la infracción al artículo 15 del Código Penal por cuanto la

conducta de su mandante no es punible por la vía de alguna de las hipótesis de

participación. Para la coparticipación se exige la aportación material común de

todos los intervinientes en el hecho, como también un elemento subjetivo que

es el principio de convergencia en el dolo o dolo común. El primer elemento no

se satisface simplemente cuando un sujeto toma conocimiento de lo que otro

hace o solo lo tolera. El segundo supone que la comisión del delito sea

producto de una decisión delictiva común, en sus dos elementos, cognoscitivo

y volitivo. Nada de lo cual concurre en la especie.

Para el fallo su representado sería coautor, sin precisar a qué clase de

autoría se refiere. Pero a él no se le imputa haber tomado parte en la ejecución

material o intelectual del ardid, porque esa imputación solo se formula respecto

de los funcionarios públicos involucrados. Tampoco se le imputa haber inducido

a otro a ejecutar el hecho, ni es posible afirmar que se le atribuya haberse

concertado con terceros para defraudar al Fisco.

Según asienta el considerando 29°, el habría prestado su acuerdo o

consentimiento previo, lo que sería imputación de autor cooperador, del artículo

15 N° 3 del Código Penal. Pero la aceptación de que se abultara el precio no

basta para constatar que tomó parte en el plan de los autores y en

consecuencia para sostener que estaba concertado. A lo sumo su

representado aportó materialmente con un acto que es posterior a la

39

conformación del engaño, lo que descarta la participación en la consolidación

de la maniobra defraudatoria, pues los que la impulsaron fueron

exclusivamente los agentes públicos.

También se reclama la errónea aplicación del 239 del Código Penal,

porque falta el elemento subjetivo: el dolo. Aquí el agente público creó y diseñó

el engaño en perjuicio del Fisco. Pero Quiroz no tenía conocimiento que los

trabajos que estaba pagando eran inexistentes. El propio agente estatal

(Roberto Salinas) dijo que se pagaba por trabajos que se habían realizado por

las empresas Econat y Gate. Por otro lado, refiere que su representado

efectivamente realizó la consultoría que le fue encomendada, lo que descarta el

engaño, el ánimo de lucro.

En lo concerniente a la causal primera de casación en el fondo, se

reclama por el recurso la errónea aplicación de la sanción del artículo 239 del

Código Penal, en atención a lo dispuesto en el artículo 18 inciso 2° del mismo

cuerpo legal y 19 N° 3 inciso 8 de la Constitución Política. Al efecto señala que

en la alzada se impone la pena de inhabilitación especial perpetua para cargo y

oficio público. Pero la norma actual, modificada por la Ley N° 20.341, de 2009,

contempla la pena de inhabilitación absoluta temporal para cargos, empleos u

oficios públicos en sus grados medio a máximo, cuya adecuada inteligencia

debe atender, además, a lo dispuesto por el artículo 39 del Código Penal. Esto

es, cuando la pena es temporal, se extiende por el tiempo de la condena, lo

que resulta más benigno al condenado.

Por último, en relación a la causal de infracción a las leyes reguladoras

de la prueba, se denuncia la contravención a los artículos 108, 110, 111 y 481

del Código de Procedimiento Penal, preceptos de los que surge la prohibición

de acreditar la participación y el hecho punible únicamente sobre la base de la

confesión del acusado. El fallo no hace referencia a probanza alguna para

estos efectos y, además, al reproducir la sentencia de primer grado, mantiene

subsistentes considerandos contradictorios, todo lo cual deja sin motivación la

resolución. Finalmente, se afirma que los hechos que establece el tribunal de

alzada en sustento de la decisión de condena no tienen correlato con la

prueba.

Con estos argumentos, en la conclusión, solicita la anulación del fallo a

fin que en su reemplazo se absuelva a su representado de los cargos

formulados.

Décimo noveno: Que a fojas 21.123 se formalizó recurso de casación

en el fondo por la asistencia letrada del sentenciado Héctor Quiroz Astorga,

fundado en las causales primera y tercera del artículo 546 del Código de

40

Procedimiento Penal. En cuanto a la primera de ellas, se explica por el recurso

que en el fundamento 7° del fallo se rechazó la eximente de responsabilidad de

error de prohibición que, en el parecer del tribunal, solo podría prosperar

cuando el desconocimiento es invencible, es decir excusable en atención a las

características y circunstancias concretas del sujeto y del hecho, por lo que

gana plausibilidad cuando se trata de materias normativamente complejas, lo

que en este caso no acontecería, porque no resulta verosímil aceptar que se

desconocía que se utilizaba un procedimiento diferente y no regular para

sustraer más recursos del Estado.

Refiere que la doctrina nacional ha situado el error de prohibición en el

artículo 1° del Código Penal, al exigir el carácter de voluntario de la acción

delictiva. Pero el fallo, con desconocimiento de dicha norma, no analiza a la luz

de la situación particular de cada caso encausado si constaba la falta de

voluntariedad. A propósito de su mandante, asegura que tal circunstancia

constaba, porque su calificación y experiencia profesional dice relación con el

ámbito técnico ingenieril, siendo ésta su primera experiencia profesional -

también técnica como inspector- en el ámbito de contrataciones y concesiones.

A ello debe sumarse que su jefe directo sí es letrada, Dolores Rufián Lizana,

conocida como abogada especialista en concesiones, y fue ella quien le

instruyó y defendió la licitud de los procedimientos.

En cuanto a la motivación tercera, se reclama la infracción al artículo 239

del Código Penal, figura ilícita cuyo verbo rector es defraudar y con resultado

de perjuicio. En este caso, según refiere, el Fisco pierde en sus haberes pero

en forma equivalente a lo que gana, al reducir en forma idéntica sus deberes.

Eso descarta el perjuicio fiscal y avala, en alguna medida, el error de

prohibición.

Con tales argumentos solicita en la conclusión que se anule la sentencia

impugnada y, en su reemplazo, se resuelva que Héctor Quiroz Astorga queda

absuelto de los cargos.

Vigésimo: Que para un mejor orden en el desarrollo de los recursos que

han sido interpuestos en contra de la sentencia de segunda instancia y en

relación a los numerosos acusados en este proceso, se hará el análisis de los

arbitrios en relación a la situación impugnativa de cada uno de los recurrentes,

de modo que se analizará en primer término, aquellos procesados que han sido

condenados en primera instancia y cuyas sanciones han sido confirmadas en

alzada, con algunas modificaciones que se verán en cada caso y luego,

aquellos imputados que siendo absueltos en primer grado, resultaron

condenados por la sentencia de segunda instancia. En este entendido,

41

resultaron sancionados en ambos grados jurisdiccionales los acusados Carlos

Cruz, Sergio Cortés, Sergio Hinojoza, Ramón Silva, Nassir Sapag, Héctor

Quiroz, Dolores Rufián, Oscar Araos y Héctor Peña y en cambio, lo fueron por

el fallo que revoca el de primera instancia, los procesados Marcos Luraschi,

Abdón Naim, Sergio González, Francisco González, Luis Arrau, Alejandro

Gutiérrez, Francisco Donoso, Carlos Calderón, Luis Solar Pinedo y Jorge

Quiroz Castro. Todos los antes mencionados impugnaron la sentencia

condenatoria a través de los recursos de casación.

Resultaron también condenados en ambas instancias los procesados

Roberto Salinas, Eduardo Bartholin, Gonzalo Castillo y Luis Jara y en segunda

instancia el acusado Eduardo Valenzuela, pero no recurrieron de casación ante

esta Corte Suprema. Y, finalmente, fueron absueltos en ambas instancias los

encausados Leonel Vivallo, Francisco Aguirre, Jorge Echeñique, Eduardo

Paredes, Yerko General y Eduardo Arriagada, este último fallecido durante la

tramitación de la presente causa. Tampoco hay impugnaciones que este

tribunal debe resolver al respecto de estas absoluciones.

I.- Recurso de casación de Carlos Cruz Lorenzen.

Vigésimo primero: Que como se señaló, este acusado recurrió de

casación en la forma en contra de la sentencia de segunda instancia, que

confirmó la de primer grado, en cuanto lo condenó a la pena de tres años de

presidio menor en su grado medio, suspensión de cargo u oficio público

durante el tiempo de la condena y al pago de las costas de la causa, como

autor del delito continuado de fraude al Fisco de Chile, con declaración que

además, queda sancionado con el pago de una multa a beneficio fiscal

ascendente al 25% del perjuicio causado y se le impuso asimismo, la accesoria

de inhabilitación especial perpetua para cargo público, subsumiendo de esta

forma la accesoria que se le había impuesto en primera instancia. Se le

condenó además al pago de una indemnización civil a favor del Fisco por la

suma de $799.142.217.

Vigésimo segundo: Que el aludido recurrente basó su impugnación,

como se indica en el motivo octavo de esta sentencia, en las causales de

nulidad formal previstas en los Nros. 9 y 10 del artículo 541 del Código de

Procedimiento Penal, la primera, en relación a lo indicado en el N° 4° del

artículo 500 del mismo texto legal. Se basa en lo inicial, en la falta de

consideraciones que le atribuye a la sentencia recurrida, al hacer suya la de

primera instancia, en cuanto a la participación penal que se le atribuyó en el

delito de fraude al Fisco por el cual fue acusado, denunciando una serie de

contradicciones que hacen ineficaz ese dictamen condenatorio y porque, en el

42

segundo caso, se le condenó por un delito que no estaba contenido en la

acusación judicial ni tampoco en las de los querellantes o acusadores

particulares.

Vigésimo tercero: Que con respecto de la primera causal, el reproche

como ya se señaló en el considerando octavo aludido, se habría producido en

el fallo de primer grado, pero que reclamó de la falta ejerciendo en contra de

esa misma sentencia el recurso de casación en la forma que fue rechazado por

la decisión recurrida, de modo que estima preparado este arbitrio. Las faltas de

consideraciones se radican en el análisis que efectúa respecto de los

considerando 60, 61, 62 y 63 del dictamen de primera instancia, que define y

declara la conducta ilícita de Cruz en el delito de Fraude al Fisco por el que fue

condenado, en la que se le atribuye a sus declaraciones un reconocimiento de

su participación criminal que finalmente determinaron su incriminación y

condena, cuando por lo contrario, al explicar sus funciones públicas dicho

enjuiciado, esas declaraciones no constituyen una colaboración a reconocer

ciertos hechos que lo incriminen, sino que estima que son dichos exculpatorios

que dan razones de los actos que sirvieron para optimizar el uso de los

recursos públicos, confiando en sus colaboradores y en la responsabilidad que

le atribuye a su jefe directo, considerando además, alguna contradicción entre

dichos motivos y el considerando 77 de la sentencia de primera instancia que

los anulan entre sí .

Vigésimo cuarto: Que el artículo 541 del Código de Procedimiento

Penal dispone que el recurso de casación en la forma sólo podrá fundarse en

alguna de las causales siguientes: N ° 9 “No haber sido extendida en la

forma dispuesta por la ley”. A su vez, el artículo 500 del mismo cuerpo de

leyes dispone que la sentencia definitiva contendrá: N° 4° “Las consideraciones

en cuya virtud se dan probados o por no probados los hechos atribuidos a los

procesados; o los que éstos alegan en su descargo, ya para negar su

participación, ya para eximirse de responsabilidad, ya para atenuar ésta”. De

este modo, habrá que determinar si efectivamente la sentencia recurrida al

mantener, en la parte reclamada, la de primera instancia, incurrió en el defecto

denunciado de la manera como se expone en el recurso y que se ha resumido

en el motivo octavo precedente.

Al efecto, es necesario puntualizar que para la existencia del motivo de

invalidación formal que se ha promovido, hay que considerar que la ley, en esta

situación, impone a los jueces al fundamentar sus fallos, consignar las

consideraciones de hecho y de derecho que sirven de fundamento a la

conclusión a que arriban, haciendo un análisis y ponderación de la prueba de

43

autos. Al respecto, ha dicho la jurisprudencia que basta que la sentencia

contenga tales fundamentos, que además, sean congruentes con la cuestión

debatida y que no se contradigan los unos con los otros. Y aún cuando se

considera que es posible la concurrencia de la causal de casación aducida,

cuando existiendo consideraciones en el fallo impugnado, éstas resultan de tal

entidad que revelan un estudio deficiente del expediente que entraña el riesgo

cierto de una conclusión errada, sin que dicho examen deba ser tan exhaustivo

de todas las defensas de los litigantes o de toda la prueba producida, cuando

ésta resulta impertinente o innecesaria o carentes de valor probatorio.(C.

Suprema, 30 de julio de 1969. R.,T. 66, sec. 4°, página 164 y C. Suprema, 5

abril 1972.R., t. 69, sec.4°, p. 22);

Vigésimo quinto: Que en lo que respecta al acusado Cruz Lorenzen, la

sentencia de primer grado desarrolló el estudio de este voluminoso proceso,

consignando en el motivo 2° de la parte penal y hasta la página 521 de tal

dictamen, los elementos de convicción que estimó necesarios para acreditar la

existencia de determinados hechos que le sirvieron para justificar la

configuración de los ilícitos que fueron materia de las acusaciones. Hace

además, un estudio exhaustivo verificando la normativa de la Coordinación

General de Concesiones, Dirección de Obras Hidráulicas y MOP, referentes

necesarios en los hechos fraudulentos; considera además, la función del

Coordinador General de la Coordinación General de Concesiones y sus

funciones; además el objetivo de la Coordinación General de Concesiones y el

marco normativo general y en particular de los Contratos y Convenios que se

pueden suscribir, de los contratos de honorarios, del reglamento de

contratación de consultorías y otros aspectos atingentes a los contratos y

convenios que han sido materia de la investigación, trabajo que le significó a la

sentenciadora hacerlo entre los considerandos 3° a 21 de la parte penal y de la

página 521 a 550 de dicha sentencia, para explicitar, con la máxima claridad, la

génesis y desarrollo de las operatorias que luego se estimaron ilícitas, de modo

de determinar, luego de ese extenso desarrollo descriptivo, según el motivo 22,

los hechos que se estimaron acreditados.

Vigésimo sexto: Que en este entendido conviene consignar los hechos

que estima acreditados el fallo de primera instancia, para demostrar la

existencia del delito materia de la investigación, expresado en el considerando

22 de esa sentencia definitiva, especificando con la precisión suficiente, que los

elementos de juicio que describe en el motivo 2° de esa resolución,

demuestran la relación de la Coordinación General de Concesiones en el

interior del Ministerio de Obras Públicas, en contratos de asesorías irregulares,

44

considerando las siguientes operaciones que se describen desde el número I al

XIV, y que se transcribirán en el entendido de ser hechos ciertos y

demostrados en las instancias y que son materia de los reproches de nulidad y

que servirán, además, para responder a cada recurso por los distintos

acusados, además del indicado Cruz. En este entendido, el motivo 22 aludido

llega a determinar las siguientes operaciones, que califica luego como

fraudulentas:

I contrato con Econat Consultores.

a).Que la Coordinación General de Concesiones de la Dirección General

de Obras Públicas requería realizar una consultoría, cuyo propósito era

identificar cómo se verían afectados los cultivos en términos productivos al

enfrentar menores ofertas de agua, apoyar al diseño de especificaciones

agrícolas en Bases de Contratación de Estudios y recopilar información

respecto de instrumentos para el desarrollo agrícola de tal forma de contribuir

al diseño de un Fondo Agrícola para apoyar las concesiones de embalses,

invitando a presentar cotizaciones a las empresas Ingeniería Agrícola Ltda.,

Econat Consultores Ltda., y AC Ingenieros Consultores.

b). Mediante el Convenio Ad-Referéndum de 3 de marzo de 2000,

suscrito entre la Dirección General de Obras Públicas, representada por el

ingeniero de la Coordinación General de Concesiones, Pablo Anguita Salas, y

la empresa consultora Econat Consultores Ltda., representada por Marco

Luraschi Pandolfi y Flavia Maldini Benítez, se encargó al consultor el desarrollo

del trabajo de consultoría y las labores especificadas en los Términos de

Referencia, señalándose que el valor del trabajo de la consultoría contratada

alcanza un monto total de $ 39.600.000.-, incluido impuestos.

c). Que por Resolución de la Dirección General de Obras Públicas

signada con el número 1831, de 27 de junio de 2000, suscrita por el Director

General de Obras Públicas, Eduardo Arriagada Moreno, y con el visto bueno

del Ministro de Obras Públicas de la época, Carlos Cruz Lorenzen, para dar

cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 2 del Decreto Nº 48 que aprueba el

nuevo Reglamento para Contratación de Trabajos de Consultoría, se ratificó el

Convenio Ad-Referéndum para la realización de la consultoría denominada

“Impacto Productivo de la Reducción de Agua en Cultivos, Apoyo al Diseño de

Especificaciones Agrícolas y Recopilación de Información de Instrumentos de

Desarrollo Agrícola”, dejándose constancia que el valor de la consultoría es la

suma de $ 39.600.000, incluido todos los impuestos.

d). Que efectuado el informe respectivo y pagado por el Ministerio de

Obras Públicas el precio de la consultoría, se procedió a pagar las siguientes

45

boletas y facturas: Boleta Nº 099 extendida por la empresa Gestión Ambiental y

Territorial (GATE S.A.) el 1 de agosto de 2000, por la suma de $ 22.550.000.-;

la factura N 072 extendida por la Consultora y Profesional El Álamo S.A. el 24

de julio de 2000, por la suma de $ 3.500.000.-; la boleta de honorarios Nº 056

extendida por Tomás Enrique Olivares Ramírez el 25 de septiembre de 2000,

por la suma de $ 900.000.-; la factura Nº 111 extendida por F Y S

Agroingeniería Ltda. el 2 de agosto de 2000, por la suma de $ 1.500.000.-; y la

boleta de honorarios Nº 24 extendida por Maricel Rita Gibbs Robles el 2 de

agosto de 2000, por la suma de $ 540.000-. Dichos pagos se efectuaron

cumpliendo instrucciones del inspector fiscal o contraparte técnica y, respecto

de la primera boleta, la beneficiaria no prestó ningún servicio y tampoco

intervino en la consultoría encargada.

e). Que dichos pagos fueron considerados como gastos en la

contabilidad de la empresa consultora.

f). Que la suma de $ 22.550.000.- se destinó al pago de sumas de dinero

que el Fisco de Chile no estaba obligado a solucionar.

II. Operación empresa R & Q INGENIERÍA LTDA

a).Que la Coordinación General de Concesiones de la Dirección General

de Obras Públicas requería realizar una consultoría, cuya finalidad era la

prestación de una asesoría para la recopilación, revisión y procesamiento de la

información referente a las expropiaciones del proyecto Santiago-Talca

(Santiago-Pelequén) y Acceso Sur a Santiago (zona Urbana), debiendo,

además, el consultor realizar la labor de atención de público y los estudios y

confección de los antecedentes legales para la relocalización habitacional del

sector Acceso Sur a Santiago zona Urbana, para lo que invitó a presentar

cotizaciones a las empresas Consultoras Abaco Ingenieros Consultores Ltda.,

Gauss S.A. y a R&Q Ingeniería Ltda.

b).Que conforme a las Bases de la Consultoría la labor que debía

desarrollar el consultor estaba dividida en las Fases A y B. La primera fase

constaba de 7 etapas. La Fase B contemplaba la asesoría de especialistas en

diversos temas relacionados con el proceso expropiatorio, para apoyar

puntualmente la labor de la Unidad Ejecutiva de Expropiaciones y, para el

efecto del presupuesto y de la oferta económica del consultor, debía

presupuestar: 4 H-mes para el Jefe de la Asesoría y 10 H-mes para los

asesores legales. Asimismo, conforme a las bases de la consultoría era de

responsabilidad del consultor considerar el personal necesario para realizar en

forma adecuada, eficiente y oportuna las actividades y servicios contratados,

debiendo el personal ser comunicado a la Unidad Ejecutiva de Expropiaciones

46

con un plazo máximo de 15 días antes del inicio de las tareas y ser aprobado

por ésta. Si el personal no era aprobado, el consultor debía sustituirlo en un

plazo máximo de 15 días desde la notificación de la no aprobación. De acuerdo

al mismo instrumento, se dejó expresamente establecido que estaba prohibida

la subcontratación de servicios que no fueran indicados por el consultor en la

oferta técnica, siendo siempre, en todo caso, responsable el consultor del

cumplimiento de todas las obligaciones contraídas en virtud del contrato, las

que en ningún caso podrían ser traspasadas al contratista.

c).Que la empresa R & Q Ingeniería Ltda., al presentar la documentación

exigida por las Bases de la Licitación y al referirse a la Fase B, señaló que ésta

contempla la asesoría de especialistas en diversos temas relacionados con el

proceso expropiatorio, para apoyar puntualmente la labor de la Unidad

Ejecutiva de Expropiaciones. En el documento elaborado por dicha empresa,

denominado “Presupuesto Propuesta Económica” y al aludir a la Fase B, se

señaló que el costo será el equivalente a U.F. 2.800, especificándose en forma

individual el costo de cada uno del personal que por cuenta de la consultora

debía realizar las labores que comprende dicha fase.

d). por Resolución de la Dirección General de Obras Públicas, signada

con el número 55 de 21 de febrero de 2000, suscrita por el Director General de

Obras Públicas de la época, Juan Lobos Díaz, y con el visto bueno del Ministro

de Obras Públicas, Jaime Tohá González, para dar cumplimiento a lo dispuesto

en el artículo 2 del Decreto Nº 48 que aprobó el nuevo Reglamento para

Contratación de Trabajos de Consultoría, se ratificaron las Bases

Administrativas y los Términos de Referencia de la consultoría y se aceptó la

oferta presentada por el empresa consultora R & Q Ingeniería Ltda., para la

ejecución de la consultoría denominada “ Apoyo al proceso de expropiaciones

Concesión Ruta 5: Tramo Santiago-Talca (Santiago- Pelequén) y Acceso Sur a

Santiago (zona urbana), autorizándose el gasto ascendente a la suma de UF

30.824, impuestos incluidos, correspondiente al valor de los servicios

contratados. Dicha resolución quedó tramitada por la Contraloría General de la

República con fecha 14 de marzo de 2000.

e). Que con fecha 5 de abril de 2000 la empresa R & Q Ingeniería Ltda.

extendió la factura signada con el número 4707 al M.O.P. Administración de

Sistema de Concesiones por la suma de $ 80.752.392.- especificando que

correspondía al estado de pago Nº 1, e ingresados dichos fondos a su cuenta

corriente procedió a pagar la boleta de servicio signada con el número 092

extendida por la empresa Gestión Ambiental y Territorial ( GATE S.A.) por la

suma de $ 42.603.764.-, cumpliendo instrucciones del respectivo inspector

47

fiscal o contraparte técnica y sin que la beneficiaria hubiere prestado servicio o

intervenido en la elaboración de la consultoría encargada.

f). Que dicho pago fue considerado como gasto en la contabilidad de la

empresa consultora.

g). Que la suma de $ 42.603.764.- se destinó al pago de sumas de

dinero que el Fisco de Chile no estaba obligado a solucionar.

III. Operación empresa ARISTO CONSULTORES.

a).Que la Coordinación General de Concesiones de la Dirección General

de Obras Públicas se encontraba elaborando un instrumento denominado

Índice de Calidad de Servicio de Obras Viales Concesionadas (ICS),

advirtiendo en el desarrollo de dicho estudio la conveniencia de profundizar en

aspectos que escapaban del alcance original del estudio del ICS y que se

manifestaron como necesarios y con un gran potencial de aprovechamiento

para su sistemática aplicación en el sistema concesional de carreteras para

Chile.

b). mediante el Convenio Ad-Referéndum de 19 de abril de 1999,

suscrito entre la Dirección General de Obras Públicas, representada por el Jefe

del Área de Estudios de la Coordinación General de Concesiones, Sergio

Hinojosa Ramírez, y la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de

la Universidad de Chile, representada por su decano Ricardo Paredes Molina,

encargó al consultor, esto es a la Facultad, la ejecución de la consultoría

denominada “ Elaboración del índice de Seguridad Vial y Metodología para la

aplicación de Premios, Multas y Auditorías de Seguridad Vial en las Carreteras

Concesionadas en Chile”, señalándose que el valor de los trabajos a realizar

por el consultor asciende a la suma de $ 50.000.000.-, incluido honorarios,

gastos e impuestos.

c). Que por Resolución de la Dirección General de Obras Públicas

signada con el número 1600 de 7 de junio de 1999, suscrita por el Director

General de Obras Públicas, Juan Lobos Díaz, y con el visto bueno del Ministro

de Obras Públicas de la época, Jaime Tohá González, para dar cumplimiento a

lo dispuesto en el artículo 2 del Decreto Nº 48 que aprobó el nuevo Reglamento

para Contratación de Trabajos de Consultoría, se aprobaron los Términos de

Referencia y el Convenio Ad-Referéndum para la realización de la consultoría

denominada “ Elaboración del índice de Seguridad Vial y Metodología para la

aplicación de Premios, Multas y Auditorías de Seguridad Vial en las Carreteras

Concesionadas en Chile”, dejándose constancia que el valor de la consultoría

es la suma de $ 50.000.000, impuestos incluidos.

48

d). Que no obstante que la Facultad de Ciencias Económicas y

Administrativas, Departamento de Economía, de la Universidad de Chile, no

estaba autorizada para subcontratar y con abierta infracción de lo dispuesto en

el artículo 57 del Decreto Supremo Nº 48 que aprueba el nuevo Reglamento

para Contratación de Trabajos de Consultoría, celebró el 11 de mayo de 1999

un convenio con la empresa Aristo Consultores Limitada, encargándole el

trabajo de consultoría denominado “ Elaboración del Índice de Seguridad Vial y

Metodología para la aplicación de Premios, Multas y Auditorías de Seguridad

Vial en las Carreteras Concesionadas en Chile”. El valor del trabajo se fijó en la

suma de $ 47.000.000.-, impuestos incluidos.

e). Que como la empresa Aristo Consultores Ltda., realizó el trabajo con

la Asociación Española de la Carretera, el Departamento de Economía de la

Universidad de Chile cumpliendo instrucciones del consultor pagó directamente

a la sociedad española con cargo al precio del contrato la suma de $

7.000.000.-

f). Que efectuado el informe respectivo y pagado por el Departamento de

Economía de la Universidad de Chile la suma de $ 40.000.000, el consultor

pagó con cargo a dicha suma las siguientes boletas de servicios: Nº 051 de 6

de agosto de 1999 por la suma de $ 2.250.000; Nº 56 de 3 de septiembre de

1999 por la suma de $ 3.000.000; Nº 65 de 19 de octubre de 1999 por la suma

de $ 4.500.000, y la Nº 69 de 2 de diciembre de 1999 por la suma de $

5.250.000.-, las que en total ascienden a $ 15.000.000.-, todas extendidas por

la sociedad Gestión Ambiental y Territorial (GATE S.A), cumpliendo las

instrucciones del inspector fiscal o contraparte técnica del contrato y sin que la

beneficiaria hubiere prestado servicio o intervenido en la elaboración de la

consultoría encargada.

g). Que dichos pagos fueron considerados como gastos en la

contabilidad de la empresa consultora.

h). Que la suma de $ 15.000.000.- se destinó al pago de sumas de

dinero que el Fisco de Chile no estaba obligado a solucionar.

IV. En relación a la empresa CONSULTORIA PROFESIONAL AGRARIA

LTDA.

a) Que conforme a los Términos de Referencia elaborados por la

Coordinación General de Concesiones de la Dirección General de Obras

Públicas, dicho organismo requería la elaboración de un trabajo cuyo propósito

era la realización de un catastro y descripción de los sistemas de riego

asociados a los ríos Aconcagua ( 3º y 4º sección), La Ligua y Petorca de la V

Región, identificando y caracterizando la red de canales matrices y derivados,

49

para obtener una visión completa respecto de las características del sistema en

términos de usuarios y derechos, así como capacidad, estado de conservación

y posibilidad de mejoramiento que presentan los diferentes canales que

integran esta red y sus obras de arte, invitando a presentar cotizaciones a las

empresas Gerens Ltda., Econat Ltda., y Agraria Ltda.

b). Que mediante el Convenio Ad-Referéndum de 28 de julio de 1999,

suscrito entre la Dirección General de Obras Públicas, representada por el

ingeniero de la Coordinación General de Concesiones, Roberto Salinas

Briones, y la empresa consultora Consultorías Profesionales Agraria Ltda.,

representada por Francisco González del Río, se encargó al consultor el

desarrollo del trabajo de consultoría y labores especificadas en los Términos de

Referencia, señalándose que el valor del trabajo de la consultoría contratada

asciende a un monto total de $ 46.300.000.-, incluido impuestos.

c). Que por Resolución de la Dirección General de Obras Públicas

signada con el número 3151, de 5 de noviembre de 1999, suscrita por el

Director General de Obras Públicas, Juan Lobos Díaz, y con el visto bueno del

Ministro de Obras Públicas de la época, Jaime Tohá González, para dar

cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 2 del Decreto Nº 48 que aprobó el

nuevo Reglamento para Contratación de Trabajos de Consultoría, se aprobaron

los Términos de Referencia y el Convenio Ad-Referéndum para la realización

de la consultoría denominada “ Factibilidad de Desarrollo Agropecuario en el

Área de Influencia del Embalse Illapel”, dejándose constancia que el gasto por

el valor de la consultoría asciende a la suma de $ 46.300.000.-, incluido los

impuestos.

d). Que efectuado el informe respectivo y pagado por el Ministerio de

Obras Públicas el precio de la consultoría, se procedió a pagar la Boleta Nº 084

extendida por la empresa Gestión Ambiental y Territorial (GATE S.A.) el 24 de

febrero de 2000 por la suma de $ 12.400.000.- y la Boleta Nº 056 extendida por

Pedro Antonio Salazar Rodríguez el 20 de diciembre de 1999 por la suma de $

360.000.-, cumpliendo instrucciones del inspector fiscal o contraparte técnica

del contrato y, respecto de la primera boleta, la beneficiaria no prestó ningún

servicio y tampoco intervino en la consultoría encargada.

e). Que dichos pagos fueron considerados como gastos en la contabilidad de

la empresa.

f). Que la suma de $ 12.400.000.- se destinó al pago de sumas de dinero

que el Fisco de Chile no estaba obligado a solucionar.

V. En relación a la empresa consultora GERENS LTDA.

50

a). Que la Coordinación General de Concesiones de la Dirección

General de Obras Públicas requería realizar una consultoría, cuyo propósito

era identificar el producto que hace confluir la oferta con la demanda en una

obra de riego, desde un punto de vista contractual, y en función de dicha

conceptualización poder estimar demandas con parámetros de mercados

reales y simples, para lo que invitó a presentar cotizaciones a las empresas

Gerens Ltda., Sergio Merino y Cía. y Econat Ltda.

b). Que mediante el Convenio Ad-Referéndum de 11 de junio de 1999,

suscrito entre la Dirección General de Obras Públicas, representada por el

ingeniero de la Coordinación General de Concesiones, Roberto Salinas

Briones, y la empresa consultora Gerens Economía Finanzas y Gestión

Consultora Ltda., representada por Jorge Antonio Quiroz Castro, se encargó al

consultor el desarrollo del trabajo de consultoría y las labores especificadas en

los Términos de Referencia, señalándose que el valor del trabajo de la

consultoría contratada alcanza un monto total de $ 36.700.000, incluido

impuestos.

c). Que por Resolución de la Dirección General de Obras Públicas

signada con el número 2087, de 21 de julio de 1999, suscrita por el Director

General de Obras Públicas, Juan Lobos Díaz, y con el visto bueno del Ministro

de Obras Públicas de la época, Jaime Tohá González, para dar cumplimiento a

lo dispuesto en el artículo 2 del Decreto Nº 48 que aprobó el nuevo Reglamento

para Contratación de Trabajos de Consultoría, se aprobaron los Términos de

Referencia y el Convenio Ad-Referéndum para la realización de la consultoría

denominada “Concesiones de Obras Hidráulicas: Conceptualización de la

Oferta y Proyección de la Demanda”, dejándose constancia que el valor de la

consultoría asciende a la cantidad de $ 36.700.000.-, incluido todos los

impuestos.

d). Que efectuado el informe respectivo y pagado por el Ministerio de

Obras Públicas el precio de la consultoría, se procedió a pagar las siguientes

boletas: Boleta Nº 059 extendida por la empresa Gestión Ambiental y Territorial

(GATE S.A.) el 22 de septiembre de 1999, por la suma de $ 13.000.000.-, y la

boleta Nº 013 extendida por Econat Consultores Ltda., el 23 de agosto de

1999, por la suma de $ 5.700.000. Dichos pagos se efectuaron cumpliendo

instrucciones del inspector fiscal o contraparte técnica y, respecto de la primera

boleta, la beneficiaria no prestó ningún servicio y tampoco intervino en la

consultoría encargada.

e). Que dichos pagos fueron considerados como gastos en la

contabilidad de la empresa consultora.

51

f). Que la suma de $ 13.000.000.- se destinó al pago de sumas de dinero

que el Fisco de Chile no estaba obligado a solucionar.

VI. En relación a la empresa consultora EXE INGENIERIA Y

SOFTWARE LTDA.

a). Que la Coordinación General de Concesiones de la Dirección

General de Obras Públicas se encontraba elaborando un instrumento

denominado Índice de Calidad de Servicio de Obras Viales Concesionadas

(ICS), destinado al establecimiento de indicadores que permitan evaluar, por

una parte, la calidad del servicio que las carreteras ofrecen a los usuarios así

como la forma en que es percibida por éstos y, por otra parte, el grado de

cumplimiento de las obligaciones contractuales que las empresas

concesionarias tienen en relación a este tema. En el desarrollo del estudio se

advirtió la conveniencia de profundizar en ciertos aspectos no previstos en el

planteamiento del estudio inicial y de gran interés para garantizar la aplicación

sistemática del desarrollo metodológico realizado.

b). Que mediante el Convenio Ad-Referéndum de 19 de abril de 1999,

suscrito entre la Dirección General de Obras Públicas, representada por el Jefe

del Área de Estudios de la Coordinación General de Concesiones, Sergio

Hinojosa Ramírez, y la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de

la Universidad de Chile, representada por su decano Ricardo Paredes Molina,

se encargó al consultor, esto es a la Facultad, la ejecución de la consultoría

denominada “ Experiencia Piloto para determinar índice de Calidad de Servicio

en Carreteras Concesionadas y Aspectos Legales y de Organización para su

Aplicación Sistemática”, señalándose que el valor de los trabajos a realizar por

el consultor asciende a la suma de $ 43.000.000, incluido honorarios, gastos e

impuestos.

c). Que por Resolución de la Dirección General de Obras Públicas

signada con el número 1606, de 7 de junio de 1999, suscrita por el Director

General de Obras Públicas, Juan Lobos Díaz, y con el visto bueno del Ministro

de Obras Públicas de la época, Jaime Tohá González, para dar cumplimiento a

lo dispuesto en el artículo 2 del Decreto Nº 48 que aprobó el nuevo Reglamento

para Contratación de Trabajos de Consultoría, se aprobaron los Términos de

Referencia y el Convenio Ad-Referéndum para la realización de la consultoría

denominada “ Experiencia Piloto para Determinar el Índice de Calidad de

Servicio en Carreteras Concesionadas y Aspectos Legales y de Organización

para su Aplicación Sistemática”, dejándose constancia que el valor de la

consultoría es la suma de $ 43.000.000, impuestos incluidos.

52

d). Que no obstante que la Facultad de Ciencias Económicas y

Administrativas, Departamento de Economía de la Universidad de Chile, no

estaba autorizada para subcontratar y con abierta infracción de lo dispuesto en

el artículo 57 del Decreto Supremo Nº 48, que aprobó el nuevo Reglamento

para Contratación de Trabajos de Consultoría, celebró un convenio con la

empresa Exe Ingeniería y Software Ltda., encargándole parte del trabajo de la

consultoría denominada “Experiencia Piloto para Determinar el Índice de

Calidad de Servicio en Carreteras Concesionadas y Aspectos Legales y de

Organización para su Aplicación Sistemática”. El valor del trabajo se fijó en la

suma de $ 19.377.000.-, impuestos incluidos.

e). Que efectuado el informe respectivo y pagado por el Departamento

de Economía de la Universidad de Chile la suma de $ 19.377.000.-, el consultor

pagó con cargo a esa suma las siguientes boletas de servicios: Nº 050 de 6 de

agosto de 1999 por la suma de $ 3.600.000.-; Nº 55 de 3 de septiembre de

1999 por la suma de $ 6.000.000.-; Nº 64 de 18 de octubre de 1999 por la

suma de $ 1.920.000.- , las que en total suman $ 11.520.000.-, todas

extendidas por la empresa Gestión Ambiental y Territorial ( GATE S.A). Dichos

pagos se efectuaron cumpliendo instrucciones del respectivo inspector fiscal o

contraparte técnica y sin que la beneficiaria hubiere prestado servicio o

intervenido en la elaboración de la consultoría encargada.

f). Que dichos pagos fueron considerados como gastos en la

contabilidad de la empresa consultora.

g). Que el monto de $ 11.520.000.- se destinó al pago de sumas de

dinero que el Fisco de Chile no estaba obligado a solucionar.

VII. En relación a la empresa consultora MUSANTE, ASTORGA, ARRAU

LIMITADA (GEOFUN LTDA.)

a). Que la Coordinación General de Concesiones de la Dirección

General de Obras Públicas requería realizar una consultoría, cuyo propósito

era identificar el impacto que iba a tener en el tamaño del embalse Illapel y en

la demanda de la concesión diferentes niveles de disponibilidad de derechos de

aguas permanentes y eventuales y, además, caracterizar las curvas de entrega

de agua para los diferentes tipos de servicio de almacenamiento que podría

ofertar la empresa concesionaria, invitando a presentar cotizaciones a las

empresas AC Ingenieros Consultores, Ingedet Ltda. y Geofun Ltda.

b). Que mediante el Convenio Ad-Referéndum de 27 de julio de 1999,

suscrito entre la Dirección General de Obras Públicas, representada por el

ingeniero de la Coordinación General de Concesiones, Roberto Salinas

Briones, y la empresa consultora Geofun Musante, Astorga, Arrau Ltda.,

53

representada por Luis Arrau del Canto, se encargó al consultor el desarrollo del

trabajo de consultoría y las labores especificadas en los Términos de

Referencia, señalándose que el valor del trabajo de la consultoría contratada

alcanza un monto total de $ 34.300.000.-, incluido impuestos.

c). Que por Resolución de la Dirección General de Obras Públicas

signada con el número 2506, de 7 de septiembre de 1999, suscrita por el

Director General de Obras Públicas, Juan Lobos Díaz, y con el visto bueno del

Ministro de Obras Públicas de la época, Jaime Tohá González, para dar

cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 2 del Decreto Nº 48, que aprobó el

nuevo Reglamento para Contratación de Trabajos de Consultoría, se aprobaron

los Términos de Referencia y el Convenio Ad-Referéndum para la realización

de la consultoría denominada “Regulación de los Derechos de Agua y

Simulación de la Concesión para el Embalse Illapel”, dejándose constancia que

el valor de la consultoría asciende a $ 34.300.000.-, incluido todos los

impuestos.

d). Que efectuado el informe respectivo y pagado por el Ministerio de

Obras Públicas el precio de la consultoría, se procedió a pagar las siguientes

boletas: Boleta Nº 63 extendida por la empresa Gestión Ambiental y Territorial

(GATE S.A.) el 19 de octubre de 1999, por la suma de $ 10.000.000.-; la boleta

de honorarios Nº 59 extendida por José Gabriel Solar Pinedo el 11 de octubre

de 1999, por la suma de $ 6.620.000; y la boleta de honorarios Nº 1311

extendida por la empresa Álamos y Peralta Ingenieros Consultores Ltda., por la

suma de $ 7.170.643.-.Dichos pagos se efectuaron cumpliendo instrucciones

del inspector fiscal o contraparte técnica y, respecto de la primera boleta, la

beneficiaria no prestó ningún servicio y tampoco intervino en la consultoría

encargada.

e). Que dichos pagos fueron considerados como gastos en la

contabilidad de la empresa consultora.

f). Que la cantidad de $ 10.000.000.-, fue destinada al pago de sumas de

dinero que el Fisco de Chile no estaba obligado a soportar.

VIII. En relación a la empresa consultora CONSEC LTDA. ECONOMÍA Y

FINANZAS.

a). Que la Coordinación General de Concesiones de la Dirección

General de Obras Públicas requería realizar una consultoría, cuyo propósito

era estimar la demanda de agua que se generaría en los potenciales usuarios

del sistema de Las Brisas de Santo Domingo, una vez que se construyera

dicha obra, de acuerdo al proyecto de ingeniería desarrollado por la Dirección

de Obras Hidráulicas, para lo que invitó a presentar cotizaciones a las

54

empresas Econat Consultores Ltda., Consec Ltda. Economía y Finanzas e

Ingedet Ltda.

b). Que mediante el Convenio Ad-Referéndum de 19 de abril de 1999,

suscrito entre la Dirección General de Obras Públicas, representada por el

ingeniero de la Coordinación General de Concesiones, Roberto Salinas

Briones, y la empresa consultora Consec Ltda. Economía y Finanzas, se

encargó al consultor el desarrollo del trabajo de consultoría y las labores

especificadas en los Términos de Referencia, señalándose que el valor del

trabajo de la consultoría contratada alcanza un monto total de $ 35.800.000.-,

incluido impuestos.

c). Que por Resolución de la Dirección General de Obras Públicas

signada con el número 1609, de 7 de junio de 1999, suscrita por el Director

General de Obras Públicas, Juan Lobos Díaz, y con el visto bueno del Ministro

de Obras Públicas de la época, Jaime Tohá González, para dar cumplimiento a

lo dispuesto en el artículo 2 del Decreto Nº 48 del nuevo Reglamento para

Contratación de Trabajos de Consultoría, se aprobaron los Términos de

Referencia y el Convenio Ad-Referéndum para la realización de la consultoría

denominada “Estimación y Proyección de la Demanda de Agua en el Proyecto

Canal Brisas de Santo Domingo”, dejándose constancia que el valor de la

consultoría es la suma de $ 35.800.000.- incluido impuestos.

d). Que efectuado el informe respectivo y pagado por el Ministerio de

Obras Públicas el precio de la consultoría, se procedió a pagar las siguientes

boletas y facturas: Boleta Nº 048 extendida por la empresa Gestión Ambiental y

Territorial (GATE S.A.) el 1 de julio de 1999, por la suma de $ 16.500.000.-; y la

boleta de honorarios Nº 037 extendida por María Paulina Solar Pinedo el 2 de

julio de 1999, por la suma de $ 1.000.000.-. Dichos pagos se efectuaron

cumpliendo instrucciones del inspector fiscal o contraparte técnica y, respecto

de la primera boleta, la beneficiaria no prestó ningún servicio y tampoco

intervino en la consultoría encargada.

e). Que dichos pagos fueron considerados como gastos en la

contabilidad de la empresa consultora.

f). Que la cantidad de $ 16.500.000.- fue destinada al pago de sumas de

dinero que el Fisco de Chile no estaba obligado a solucionar.

IX. En relación a la FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y

ADMINISTRATIVAS DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE.

a). Que la Coordinación General de Concesiones de la Dirección

General de Obras Públicas requería realizar una consultoría, cuyo objetivo

central era desarrollar una metodología para definir y cuantificar un Índice de

55

Calidad de Servicio de las Obras Concesionadas (ICS) que permitiera una

valorización y comparación objetiva de los diferentes niveles de servicio que

ofrecerían las concesiones de carreteras durante su período de explotación.

b). Que mediante el Convenio Ad-Referéndum de 15 de junio de 1998,

suscrito entre la Dirección General de Obras Públicas, representada por Sergio

Hinojosa Ramírez, y la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de

la Universidad de Chile, representada por Sergio Yánez Henríquez, se encargó

al consultor el desarrollo del trabajo de consultoría y las labores especificadas

en los Términos de Referencia, que en conjunto con la Oferta Técnica y

Económica del consultor forman parte integrante del convenio, señalándose

que el valor del trabajo de la consultoría contratada alcanza un monto total de

U.F. 12.970, incluido impuestos.

c). Que por Resolución de la Dirección General de Obras Públicas

signada con el número 560, de 27 de julio de 1998, suscrita por el Director

General de Obras Públicas, Juan Lobos Díaz, y con el visto bueno del Ministro

de Obras Públicas de la época, Ricardo Lagos Escobar, para dar cumplimiento

a lo dispuesto en el artículo 2 del Decreto Nº 48 que aprobó el nuevo

Reglamento para Contratación de Trabajos de Consultoría, se aprobaron los

Términos de Referencia y el Convenio Ad-Referéndum para la realización de la

asesoría denominada “Elaboración de un Índice de Calidad de Servicio de

Obras Viales Concesionadas”, autorizándose el gasto de UF 12.970, incluidos

todos los impuestos, correspondiente al valor total del trabajo contratado.

d). Que no obstante que la Facultad de Ciencias Económicas y

Administrativas de la Universidad de Chile no estaba autorizada para

subcontratar y con abierta infracción de lo dispuesto en el artículo 57 del

Decreto Supremo Nº 48 que aprobó el nuevo Reglamento para Contratación de

Trabajos de Consultoría, Ricardo Paredes Molina, en representación de esa

Casa de Estudios Superiores, celebró siete convenios con la empresa Gestión

Ambiental y Territorial S.A., representada por Héctor Peña Véliz, cinco por la

suma de $ 5.000.000.- cada uno, uno por la suma de $ 4.405.617.- y otro por la

suma de $ 2.000.000.-. En dichos convenios se señala que se encarga al

consultor la siguiente labor: “Estudio Elaboración de un Índice de Calidad de

Servicio de Obras Viales Concesionadas, encomendado por Ministerio de

Obras Públicas” (Zonas I, II, III, IV, V), y se agrega que para la contratación del

servicio fue determinante para la Universidad la confianza que le merece la

persona del prestador del servicio. Asimismo, la referida Facultad representada

por Ricardo Paredes Molina celebró cinco convenios con la empresa González,

56

Díaz y Cía. Ltda., representada por Sergio Miguel González Tagle, del mismo

tenor del anterior.

e). Que efectuado el informe respectivo y pagado por el Ministerio de

Obras Públicas el precio de la asesoría, se procedió a pagar por la referida

Facultad las siguientes boletas: Nº 14 extendida por la empresa Gestión

Ambiental y Territorial (GATE S.A.) el 15 de octubre de 1998, por la suma de $

9.405.617. ; Nº 17, 18, 19 y 20 extendidas por la empresa Gestión Ambiental y

Territorial (GATE S.A.) el 6 de noviembre de 1998, por la suma de $

4.080.000.- cada una; Nº 41, 42, 43, y 44 extendidas por la empresa Gestión

Ambiental y Territorial (GATE S.A.) el 25 de mayo de 1999, por la suma de $

920.000.- cada una y la Nº 45 extendida por la empresa Gestión Ambiental y

Territorial ( GATE S.A.) por la suma de $ 2.000.000.-, que hacen el total de $

31.405.617.-; y las boletas Nº 17, 20, 23 y 32 extendidas por la sociedad

González, Díaz y Cía. Ltda. el 15 de octubre, el 27 de noviembre, y el 23 de

diciembre todas del año 1998 y el 19 de marzo de 1999, todas por la suma de $

2.500.000.-; la boleta Nº 36 extendida por igual empresa el 11 de mayo de

1999 por la suma de $ 4.000.000.-; y la boleta Nº 38 extendida por la misma

empresa el 6 de julio de 1999, por la suma de $ 2.500.000.-, que hacen el total

de $ 16.500.000.- Los pagos efectuados a la empresa GATE S.A. se

efectuaron no obstante que no prestó ningún servicio y, además, sin que

interviniera en la consultoría encargada.

f). Que dichos pagos fueron considerados como gastos en la

contabilidad de la Facultad mencionada.

g). Que la cantidad de $ 31.405.617.- fue destinada al pago de sumas de

dinero que el Fisco de Chile no estaba obligado a solucionar.

X. En relación a la empresa consultora DIAGNOS LTDA.

a). Que la Dirección de Obras Hidráulicas del Ministerio de Obras

Públicas necesitaba efectuar un estudio, para determinar alternativas de

financiamiento para ejecutar obras complementarias que requería el Proyecto

Zanjón de la Aguada para su operación y buen funcionamiento; razón por la

que necesitaba contratar una consultoría que evaluara y propusiera las

alternativas de financiamiento más viables para el logro del objetivo.

b). Que mediante el Convenio Ad-referéndum, de 24 de abril de 2001,

suscrito entre la Dirección de Obras Hidráulicas del Ministerio de Obras

Públicas, representada por su Director Nacional Eduardo Bartholin Zanetta, y la

Facultad de Economía y Administración de la Universidad de Chile,

representada por su Decano Ricardo Paredes Molina, se encargó al consultor,

a través del Centro de Investigación Aplicada para el Desarrollo de la Empresa,

57

CIADE, la realización de los estudios técnicos y económicos especializados

conducentes a optimizar la gestión de financiamiento de las obras

complementarias que generaría la operación, conservación y mantención de

los tramos ya terminados, que forman parte del proyecto Zanjón de la Aguada,

principal vía de evacuación de la aguas lluvias del Gran Santiago. En la

cláusula cuarta se estipuló que el precio de la consultoría asciende a la suma

de $ 27.825.000.- impuestos incluidos, sin reajustes y, en la octava, se dejó

expresamente establecido que la consultoría no podía traspasar a terceros el

contrato que se celebra.

c). Que por Decreto Supremo (exento) signado con el número 450, de 30

de abril de 2001, dictado por Ministro de Obras Públicas de la época, Carlos

Cruz Lorenzen, se aprobaron las Bases Administrativas y Términos de

Referencia del estudio denominado “Análisis y evaluación de alternativas de

financiamiento para obras complementarias del Proyecto Zanjón de la Aguada”,

la oferta presentada por la Universidad de Chile y, además, el Convenio Ad-

Referéndum suscrito entre la Dirección de Obras Hidráulicas del Ministerio de

Obras Públicas y la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la

Universidad de Chile. En el punto signado con el número 4, se señaló que el

costo de la consultoría asciende a la suma de $27.825.000.-, impuestos

incluidos, sin reajuste.

En la exposición de motivos del Decreto Supremo se expresó que la

Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile,

a través de su Centro de Investigación Aplicada para el Desarrollo de la

Empresa, CIADE, reúne los requisitos de especialidad y competencia para

llevar a cabo los servicios que se contratan y que como se trata de una

prestación de servicios otorgada por una Universidad no es necesario el

procedimiento de cotización privada, conforme a lo establecido en el artículo 3º

del D.S. de Hacienda Nº 98 de 1991. Dicho Decreto Supremo quedó tramitado

el 10 de mayo de 2001.

d). Que no obstante que la Facultad de Ciencias Económicas y

Administrativas de la Universidad de Chile no estaba facultada para traspasar

el contrato a terceros y que fue contratada por el Ministerio de Obras Públicas

conforme al Decreto Supremo Nº 98, de 12 de febrero de 1991, en los términos

señalados en el apartado precedente, Ricardo Paredes Molina, en

representación de esa Casa de Estudios Superiores, celebró el 1 de mayo de

2001 un convenio con la empresa Diagnos Ltda., representada por Francisco

Donoso Díaz, por la suma de $26.155.500, mediante el cual se encargó al

58

consultor la labor denominada “Análisis y evaluación de alternativas de

financiamiento para obras complementarias del Proyecto Zanjón de la Aguada”.

e). Que efectuado el informe respectivo y pagado por el Ministerio de

Obras Públicas el precio de la asesoría a la referida Facultad, ésta procedió a

su vez a traspasar la correspondiente suma de dinero a la consultora Diagnos

Ltda., la que, por su parte, procedió a efectuar pagos por concepto de

honorarios adicionales o sobresueldos a las siguiente personas: Eduardo

Bartholin Zanetta, Juan Rusque Alcaíno, Pablo Anguita Salas, Gisela Aguirre

Rosenbaum (cónyuge de Gonzalo Castillo Navasal), René Ruiz Cifuentes, a

María Yannette Marchioni Matus, David Guzmán Silva, Humberto Peña

Torrealba, Juan Antonio Arrese Luco, Dolores Rufián Lizana, Ivannia Goles

Barrientos y a Pablo Anguita Salas.

f). Que las personas antes mencionadas extendieron las siguientes

boletas de honorarios a la empresa consultora Diagnos Ltda.: Eduardo

Bartholin Zanetta por la suma líquida de $ 2.000.000.-, con fecha 7 de mayo de

2001; Juan Rusque Alcaíno por la suma líquida de $ 1.800.000.-, con fecha 7

de mayo de 2001; Humberto Peña Torrealba por la suma líquida de $

2.700.000, con fecha 8 de mayo de 2001; Juan Antonio Arrese Luco por la

suma líquida de $ 1.800.000.-; Dolores Rufián Lizana por la suma líquida de

$1.800.000.-, con fecha 8 de mayo de 2001; Ivannia Goles Barrientos por la

suma líquida de $ 1.800.000.-; con fecha 9 de mayo de 2001, Gisela Aguirre

Rosenbaum (cónyuge de Gonzalo Castillo Navasal) por la suma líquida de $

2.000.000.-, con fecha 14 de mayo de 2001; René Ruiz Cifuentes por la suma

líquida de $1.800.000.-, con fecha 14 de mayo de 2001; María Yannette

Marchioni Matus por la suma líquida de $ 1.800.000.-, con fecha 18 de junio de

2001 y David Guzmán Silva por la suma liquida de $ 1.800.000.-, con fecha 21

de agosto de 2001.

g). Que los referidos pagos fueron considerados como gastos en la

contabilidad de la consultora Diagnos Ltda.

h). Que la cantidad de $ 21.300.000.- se destinó al pago de sumas de

dinero que el Fisco de Chile no estaba obligado a solucionar.

XI. En relación a las consultorías a que se refieren las resoluciones de la

Dirección General de Obras Públicas signadas con los números 444 y 207,

adjudicadas a la empresa ABACO INGENIEROS CONSULTORES LTDA.:

a). Que la Coordinación General de Concesiones de la Dirección

General de Obras Públicas requería finalizar de manera oportuna y eficiente el

proceso expropiatorio de diversos terrenos, para llevar a cabo la ejecución de

las obras correspondientes a los contratos de concesión Internacional “Ruta 5

59

Tramos Chillán. Collipulli, Santiago-Los Vilos, Talca-Chillán y Santiago- Talca

(sectores Acceso sur a Santiago y By Pass Rancagua”); razón por la que, la

referida dirección, adoptó la decisión de contratar por trato directo una

consultoría que efectuara un apoyo a la fiscalía del Ministerio de Obras

Públicas en la tramitación de dicho proceso. Para el logro de dicho objetivo, se

estimó necesario que el consultor contara con personal idóneo, movilización,

equipamiento y útiles de oficina, según lo que se estipuló en los Términos de

Referencia.

b). Que mediante el convenio de 22 de noviembre de 1999, suscrito

entre la Dirección General de Obras Públicas, representada por su Director

General Juan Lobos Díaz, y la empresa consultora Abaco Ingenieros

Consultores Ltda., representada por Oscar Araos Guzmán, se encargó al

consultor la realización de determinadas labores de acuerdo a los “Términos de

Referencia”, “Bases Administrativas” y su “oferta Técnica y Económica”,

señalándose que el valor del trabajo de la consultoría contratada alcanzaba un

monto total de UF 60.476. Se dejó constancia que el trabajo se contrataba a

precios unitarios y en unidades de fomento.

c). Que por resolución de la Dirección General de Obras Públicas

signada con el número 444, de 6 de diciembre de 1999, suscrita por el Director

General de Obras Públicas Juan Lobos Díaz y con el visto bueno del Ministro

de Obras Públicas de la época Jaime Tohá González, se aprobaron las Bases

Administrativas, Términos de Referencia, antecedentes de la Oferta del

Consultor y el convenio de 22 de noviembre de 1999, autorizándose el gasto de

UF 60.476 conforme al valor de los trabajos a realizar detallados en la oferta

económica del consultor. En la misma resolución se designó como inspector

fiscal a Héctor Quiroz Astorga, jefe del área de ingeniería de la Unidad

Ejecutiva e Expropiaciones para Obras Concesionadas.

d). Que mediante el convenio de 14 de marzo de 2000, suscrito entre la

Dirección General de Obras Públicas, representada por su Director General

Eduardo Arriagada Moreno, y la empresa consultora Abaco Ingenieros

consultores Ltda., representada por Oscar Araos Guzmán, debido al aumento

de servicios, se procedió a modificar el presupuesto de la consultoría,

incrementándose en UF 19.336. En consecuencia, el presupuesto general

definitivo del contrato quedó en UF 79.812.

e). Que por Resolución de la Dirección General de Obras Públicas

signada con el número 207, de 3 de julio de 2000, suscrita por el Director

General de Obras Públicas Eduardo Arriagada Moreno, se aprobó el convenio

60

de 14 de marzo de 2000, señalándose que el presupuesto modificado de la

consultoría se fija en UF 79.812.

f). Que durante la ejecución de los trabajos propios de la consultoría y

una vez cursados los respectivos estados de pago, la consultora procedió a

efectuar 23 depósitos en dinero efectivo por la suma total de $ 211.573.953.-

en la cuenta corriente personal que Luis Jara Núñez mantenía en el Banco

Santander, en el período que corre entre el 31 de marzo y el 9 de noviembre de

2000, depósitos que nunca fueron respaldados contablemente. La referida

persona no tenía ninguna vinculación con el Ministerio de Obras Públicas.

Además, la consultora pagó tres boletas de honorarios extendidas por Gestión

Ambiental y Territorial, GATE S.A., signadas con los números 071, 081 y 087,

por las sumas de $ 22.000.000.-, $ 11.000.000.- y de $ 20.000.000.- de 10 de

diciembre de 1999, 15 de febrero de 2000 y de 28 de marzo de 2000,

respectivamente, y depositó, el 25 de mayo de 2000, en la cuenta corriente

personal que Héctor Peña Véliz mantenía en el Banco Santander, la suma de

$43.000.000.-.Tanto los depósitos de dinero como el pago de boletas de

honorarios se efectuaron previo acuerdo entre personeros del Ministerio de

Obras Públicas y el consultor, ascendiendo a la suma total de $ 307.573.953.-

g). Que la consultora incorporó los depósitos que no fueron respaldados

contablemente en la cuenta denominada “anticipo de proveedores”. Los

respaldados con las boletas de honorarios extendidos por GATE S.A. fueron

considerados como gastos en la contabilidad de la empresa consultora.

h). Que la empresa GATE S.A. y Héctor Peña Véliz no prestaron ningún

servicio como contraprestación a las sumas de dineros que les fueron

depositadas en sus respectivas cuentas corrientes.

i). Que la cantidad de $ 307.573.953.- se destinó al pago de sumas de

dinero que el Fisco de Chile no estaba obligado a solucionar.

XII. En relación a las consultorías a que se refieren las resoluciones de

la Dirección General de Obras Públicas signadas 398 y 399, adjudicadas a la

empresa consultora ABACO INGENIEROS CONSULTORES LTDA.:

a). Que la Coordinación General de Concesiones, de la Dirección

General de Obras Públicas, requería contar con el apoyo de una empresa

consultora que le brindara una asesoría en materias de recopilación, revisión,

análisis y actualización de los antecedentes relacionados con los procesos de

expropiación que se estaban llevando a cabo a lo largo de la Cuarta a la

Décima Región, y, además, que prestara apoyo a la labor que desarrollaba la

Fiscalía del Ministerio de Obras Públicas en la tramitación de los procesos

expropiatorios. Para el logro de dichos objetivos, era necesario que el consultor

61

contara con personal idóneo, movilización equipamiento y útiles de oficina,

según lo indicado en los Términos de Referencia.

b). Que mediante el convenio de 6 de diciembre de 2000, suscrito entre

la Dirección General de Obras Públicas, representada por su Director General

de Obras Públicas Eduardo Arriagada Moreno, y la empresa consultora Abaco

Ingenieros Consultores Ltda., representada por Oscar Araos Guzmán, se

encargó al consultor la realización de determinadas labores de acuerdo a los

“Términos de referencia”, “Bases Administrativas” y su “oferta Técnica y

Económica” señalándose que el valor del trabajo de la consultoría contratada

alcanza un monto total de UF 123.450. Se dejó constancia que el trabajo se

contrataba a precios unitarios y en unidades de fomento.

c). Que por resolución de la Dirección de Obras Públicas signada con el

número 398, de 18 de diciembre de 2000, suscrita por el Director General de

Obras Públicas Eduardo Arriagada Moreno y con el visto bueno del Ministro de

Obras Públicas de la época, Carlos Cruz Lorenzen, se aprobaron las Bases

Administrativas, Términos de Referencia, antecedentes de la Oferta del

Consultor y el convenio de 6 de diciembre de 2000, autorizándose el gasto de

UF 123.450.- conforme al valor de los trabajos a realizar detallados en la oferta

económica del consultor. En la misma resolución se designó como inspector

fiscal a Leonel Vivallos Medina, jefe de la Unidad Técnica de Expropiaciones de

la Coordinación General de Concesiones.

d). Que mediante el convenio de 10 de diciembre de 2001, suscrito entre

la Dirección General de Obras Públicas, representada por su Director General

Eduardo Arriagada Moreno, y la empresa consultora Abaco Ingenieros

Consultores Ltda., representada por Oscar Araos Guzmán, se procedió a

modificar el presupuesto de la consultoría debido al aumento de servicios,

incrementándose en UF 21.782, quedando el nuevo presupuesto general del

contrato en UF 145.225., atendido a que el primitivo había experimentado una

reducción de UF 7.

e). Que por Resolución de la Dirección General de Obras Públicas

signada con el número 399, de 28 de diciembre de 2001, suscrita por el

Director General de Obras Públicas Eduardo Arriagada Moreno, y con el visto

bueno del Ministro de Obras Públicas de la época, Carlos Cruz Lorenzen, se

aprobó el convenio de 10 de diciembre de 2001, señalándose que el

presupuesto modificado de la consultoría se fija en UF 145.225.

f). Que durante la ejecución de los trabajos propios de la consultoría y

una vez cursado los respectivos estados de pago, la consultora procedió a

efectuar 56 depósitos en dinero efectivo por la suma de $ 235.988.883.- en la

62

cuenta corriente personal que Luis Jara Núñez mantenía en el Banco

Santander, y en el periodo que corre entre el 1 de enero y el 4 de diciembre de

2001, depósitos que nunca fueron respaldados contablemente, Dichos

depósitos de dinero se efectuaron previo acuerdo entre personeros del

Ministerio de Obras Públicas y el consultor.

g). Que, atendido a que los depósitos de dinero nunca fueron

respaldados contablemente, la consultora los incorporó en la cuenta

denominada “anticipo de proveedores”.

h). Que el monto de $ 235.988.883.- fue destinado al pago de sumas de

dinero que el Fisco de Chile no estaba obligado a solucionar.

XIII. En relación a la empresa consultora CCP INGENIERÍA LTDA.

a). Que la Dirección General de Obras Públicas adjudicó a la empresa

CCP Ingeniería Limitada, entre el 21 de abril de 1997 y el 13 de julio de 2000,

mediante las resoluciones signadas con los números 268, 766, 2863, 2859,

902, 3849, 3970, 3973, 3975 y 2039, los estudios y trabajos denominados:

Reformulación proyecto Autopista Santiago-Viña del Mar, por la suma de $

89.472.578.-;Estudio de ingeniería para la recuperación de terrenos en la ribera

norte del río Bío-Bío, por el equivalente a 40.158,5 unidades de fomento,

modificado con posterioridad a la suma equivalente a 47.578.2 unidades de

fomento; Complementos al estudio de ingeniería para la concesión de una obra

de riego, por la suma de $ 45.000.000.-; Diseño y elaboración de un catastro

para la concesión de una obra de riego y apoyo en la definición de variables de

interés, por la suma de $ 45.000.000.-; Recopilación de antecedentes sanitarios

para la factibilidad de agua potable y aguas servidas en la concesión defensas

fluviales y carretera ribera norte río Bío-Bío, sector Chiguayante- Puente Viejo,

por la suma de $ 18.875.000.-; Reposición, construcción y habilitación de

caminos para vialidad complementaria de la Concesión Internacional Ruta 5

Tramo: Talca-Chillán Sector 1, por la suma de $ 39.600.000.-; Prestación de

servicios topográficos a Unidad Ejecutiva de Expropiaciones por la suma de $

42.500.000.-; Revisión, dibujo y complementación de planos de diseño

geométrico de la obra Collipulli-Temuco por la suma de $ 15.891.549.-; y

Revisión, dibujo y complementación de planos de diseño geométrico de la obra

Ampliación, Rehabilitación y Mejoramiento Interconexión Vial sector Santiago,

Valparaíso, Viña del Mar, por la suma de $ 12.550.000.-

b). Que el agente público que se desempeñaba en la Coordinación

General de Concesiones y que, en esa calidad, ejerció la función de inspector

fiscal o contraparte técnica de los referidos estudios y trabajos, cumpliendo

instrucciones de personeros de dicho organismo funcional, señaló a los

63

representantes de la sociedad CCP Ingeniería Ltda., que debían incorporar o

comprender sumas de dinero adicionales en el precio que señalarían en las

respectivas ofertas, para destinarla a fines ajenos a la consultoría.

c). Que durante la ejecución de los citados estudios y trabajos, esto es,

en el período que corre entre el 21 de abril de 1997 y el 13 de julio de 2000, la

sociedad CCP Ingeniería Ltda., cumpliendo instrucciones dadas por el

inspector fiscal o contraparte técnica, con cargo al precio pagado por el

Ministerio de Obras Públicas, abultado de la manera señalada

precedentemente, procedió a girar cinco cheques que fueron depositados en la

cuenta corriente que la sociedad Gestión Ambiental y Territorial, GATE S.A.,

mantenía en el Banco Estado número 5543541, por las sumas de $

11.800.000.-, $ 14.000.000.-, $ 15.000.000.-, $ 8.500.000.- y $ 10.000.000.-

Ésta sociedad, durante el referido período estaba ejecutando trabajos de apoyo

administrativo adjudicados por la Dirección General de Obras Públicas.

d). Que la sociedad Gestión Ambiental y Territorial, GATE S.A., para

respaldar contablemente el ingreso de esas sumas de dinero a sus arcas

sociales y el egreso de las mismas cantidades de las de CCP Ingeniería Ltda.,

emitió las boletas de honorarios signadas con los números 024, 030, 078, 083 y

088, por $ 11.800.000.-, $ 14.000.000.-, $ 15.000.000.-, $ 8.500.000.- y $

10.000.000.- Las glosas estampadas en dichas boletas de honorarios rezan:

“servicios prestados en asesorías ambientales”, “servicios profesionales

prestados” y “servicios de asesorías”.

e). Que la sociedad Gestión Ambiental y Territorial, GATE S.A.,

incorporó a su contabilidad las referidas sumas de dinero como ingreso por

concepto de prestación de servicios en asesorías ambientales, no obstante que

nunca los prestó.

f). Que en la contabilidad de la consultora CCP Ingeniería Ltda., se

asentó como gastos los pagos que efectuó y por concepto de asesorías

recibidas.

g). Que la empresa Gestión Ambiental y Territorial, GATE S.A., y Héctor

Peña Véliz no prestaron ningún servicio como contraprestación a las sumas de

dineros que se depositaron en la cuenta corriente de la primera.

h) Que un particular, que cumplía instrucciones de un agente público,

era el que manejaba la cuenta corriente que la sociedad Gestión Ambiental y

Territorial, GATE S.A, mantenía en el Banco del Estado.

i). Que las sumas de dinero obtenidas por el expediente señalado,

depositadas en la cuenta corriente de la sociedad Gestión Ambiental y

Territorial, GATE S.A, ascendentes a $ 59.300.000.- se destinaron para

64

efectuar diferentes pagos que el Fisco de Chile no estaba obligado a

solucionar.

XIV. En relación a pagos efectuados a terceros.

a). Que entre los meses de mayo de 2000 y junio de 2001 se ideó un

sistema denominado “caja paralela al sistema MOP-GATE”, para administrar

los dineros que sociedades consultoras habían restituido o devuelto al

Ministerio de Obras Públicas, previamente retirados del patrimonio fiscal

mediante el artificio de abultar el precio de las consultorías, pagándose con

cargo a esas sumas de dinero honorarios adicionales o sobresueldos que el

patrimonio fiscal no estaba obligado a soportar.

b). Que entre los meses de septiembre de 2000 y noviembre del 2001 un

sujeto facilitó una de sus cuentas corrientes bancarias personales para que

fuera utilizada para los mismos propósitos indicados en la letra a), y recibió

boletas de honorarios que fueron extendidas por algunas de las personas

mencionadas en los listados que rolan a fojas 25 y 142 del Tomo I Letra A, que

no corresponden a ningún servicio prestado a aquél, incorporándolas en su

contabilidad como si se tratara de un gasto de su empresa.

c).Que entre los meses de marzo de 2001 a enero de 2002 una persona

administró una suma de dinero que recibió en efectivo, ascendente a $

150.000.000, con cargo a la cual pagó, por intermedio de un tercero, diferentes

sumas de dinero, también en efectivo, a las personas mencionadas en la lista

que rola a fojas 248 del Tomo I Letra A. La referida suma de dinero fue

obtenida del patrimonio fiscal mediante el artificio o ardid señalado.

Vigésimo séptimo: Que en seguida, esa misma sentencia, en el motivo

23°, determina como hechos demostrados, actuaciones de la Coordinación

General de Concesiones que acreditan:

a) Que la Coordinación General de Concesiones, para los efectos

presupuestarios, es considerada como un programa de la Dirección General de

Obras Públicas, programa que en la Ley de Presupuesto de la Nación está

reflejado en la partida 12 con el número 8 del capítulo 2.

b) Que la Coordinación General de Concesiones en la Ley de

Presupuesto de la Nación correspondiente al año 1997, tuvo un aporte fiscal de

$ 45.928.914.000.-, asignándosele en el ítem “estudios para inversiones”

$6.071.525.000; en el ítem “gastos en personal” $445.210.000; y en el ítem

“bienes y servicios de consumo” $ 178.839.000.

c) Que la Coordinación General de Concesiones en la Ley de

Presupuesto de la Nación correspondiente al año 1998, tuvo un aporte fiscal de

$ 34.095.490.000.-, asignándosele en el ítem “estudios para inversiones” $

65

7.746.324.000; en el ítem “gastos en personal” $715.224.000; en el ítem

“bienes y servicios de consumo” $185.080.000; y en el ítem “expropiaciones

sistema de concesiones” $29.782.500.000.

d) Que la Coordinación General de Concesiones en la Ley de

Presupuesto de la Nación correspondiente al año 1999, tuvo un aporte fiscal de

$ 52.670.723.000.-, asignándosele en el ítem “estudios para inversiones”

$3.897.690.000; en el ítem “gastos en personal” $1.132.165.000; en el ítem

“bienes y servicios de consumo” $397.632.000; y en el ítem “expropiaciones

sistema de concesiones” $77.113.020.000.

e) Que la Coordinación General de Concesiones en la Ley de

Presupuesto de la Nación correspondiente al año 2000, tuvo un aporte fiscal de

$ 98.705.606.000, asignándosele en el ítem “estudios para inversiones” $

6.739.476.000; en el ítem “gastos en personal” $ 1.114.560.000; en el ítem

“bienes y servicios de consumo” $ 362.898.000; y en el ítem “expropiaciones

sistema de concesiones” $ 17.415.764.000.- .

f) Que la Coordinación General de Concesiones en la Ley de

Presupuesto de la Nación correspondiente al año 2001, tuvo un aporte fiscal de

$ 79.343.610.000, asignándosele en el ítem “estudios para inversiones” $

4.554.537.000; en el ítem “gastos en personal” $ 956.216.000; en el ítem

“bienes y servicios de consumo” $ 360.811.000; y en el ítem “expropiaciones

sistema de concesiones” $ 24.396.761.000.-

g) Que la Coordinación General de Concesiones en la Ley de

Presupuesto de la Nación correspondiente al año 2002, tuvo un aporte fiscal de

$ 49.818.635.000, asignándosele en el ítem “estudios para inversiones” $

9.829.849.000; en el ítem “gastos en personal” $ 979.795.000.-; en el ítem

“bienes y servicios de consumo” $ 358.553.000; y en el ítem “expropiaciones

sistema de concesiones” $ 32.823.947.000.-

h) Que la Coordinación General de Concesiones en el curso de los años

1997, 1998, 1999, 2000, 2001 y 2002, con cargo al ítem “estudios para

inversiones”, adjudicó a diferentes consultoras contratos de apoyo

administrativo o de “outsourcing”.

i) Que la actividad de la Coordinación General de Concesiones declinó en

el curso de los años 1999, 2000 y 2001, debido a la reducción de los proyectos y

a que el de mayor envergadura, conocido como “Ruta 5”, pasó a la etapa final de

licitación. Lo anterior, trajo consigo que fuera considerada excesiva la dotación

del personal que se desempeñaba bajo las siguientes calidades jurídicas:

contrata, comisión de servicio y a honorarios, ya sea en virtud de contratos

66

celebrados directamente con la Dirección General de Obras Públicas o por la vía

de los contratos de apoyo administrativo u “outsourcing” .

j) Que la Coordinación General de Concesiones era percibida por

personeros del Ministerio de Obras Públicas y del de Transportes y

Telecomunicaciones como un organismo que tenía excedentes y que podía cubrir

compromisos de diferente orden; y

k) Que ninguna autoridad de la Coordinación General de Concesiones, de

la Dirección General de Obras Públicas ni del Ministerio de Obras Públicas puso

en conocimiento de la Dirección de Presupuestos del Ministerio de Hacienda la

existencia de compromisos asumidos al margen de la normativa legal y que se

carecía de los recursos para su cumplimiento;

Vigésimo octavo: Que conforme a los hechos antes señalados, el fallo de

primera instancia tuvo presente, además, en el considerando 24°, que se

encuentra establecido que la suma obtenida mediante el arbitrio fraudulento,

ascendente a la cantidad de $ 799.142.217, se destinó al pago de dinero que el

tesoro público no estaba obligado a soportar, porque los supuestos encargos o

contrataciones que dieron origen a los pagos que se efectuaron a particulares o

empleados públicos, no cumplieron las normas establecidas por el legislador

como se señaló en los motivos 10º, 11º, 17º y 18º de la aludida sentencia, que

conduce a la conclusión que no hubo una manifestación de voluntad de la

Administración en orden a que era necesaria la celebración de convenios que

involucraba la prestación de servicios personales del contratante; y que no se

verificó el cumplimiento de toda la regularidad administrativa destinada a velar

para que el encargo se haya efectuado a cabalidad y en tiempo, y que los

honorarios pagados eran acordes al cometido y a las normas establecidas al

efecto. En lo relativo al pago de labores efectuadas fuera del horario normal de la

Administración Pública y de viáticos, también denuncia irregularidad porque

tampoco se respetaron las normas que, sobre la materia, establece el Estatuto

Administrativo y que la única finalidad fue mejorar el sueldo sobre lo consultado

en la Escala Única de Sueldos, y otros que emitieron boletas de honorarios

porque así les fue requerido por su superior jerárquico y que, por lo mismo, no se

beneficiaron con las sumas de dinero consignadas en aquellas; esto último, unido

al hecho que existe una importante suma de dinero no respaldada

documentalmente, todo lo cual conduce a la conclusión que también se destinó

parte del dinero a fines no públicos;

Vigésimo noveno: Que la sentenciadora de primera instancia estima en el

considerando 25, que los hechos antes aludidos configuran el delito de fraude al

Fisco, previsto y sancionado en el 239 del Código Penal, con el carácter de

67

continuado, que significó un perjuicio patrimonial fiscal de $799.142.217,

considerando al efecto una importante doctrina penal emanada de varios

especialistas sobre la materia. Luego en el considerando 26, afirma la

sentenciadora aludida, que concluye con esa calificación considerando, además:

1.- que los consultores, para adjudicarse trabajos de consultoría, en sus

cotizaciones no consideraron el monto real y efectivo del trabajo encomendado,

incluyendo dinero adicional, fijado y dado a conocer por funcionarios públicos o

agentes públicos en forma previa, lo que se tradujo en un abultamiento artificial

del costo de las consultorías, en los montos consignados, tanto en las boletas de

honorarios que emitió “Gate S.A.”, como en las papeletas de depósito de dinero

que se efectuaron por Abaco Ingenieros Consultores Ltda., en las cuentas

corrientes bancarias de Luis Jara Núñez;

2.- que “Gate S.A.” emitió boletas de honorarios por las sumas indicadas en el

acápite primero de este considerando, estampando en ellas glosas que daban

cuenta de la realización de trabajos de consultoría, lo que no era efectivo;

3.- que la suma de dinero obtenida mediante el artificio señalado, por el monto de

dinero antes indicado, respaldada en parte en la contabilidad de las consultoras

con boletas emitidas por “Gate S.A.” y otras, con boletas emitidas por la

Coordinación General de Concesiones o del MOP, a petición de sus superiores

jerárquicos que ingresó a una “caja paralela” para su administración por

particulares, se destinó a pagar dinero que el Fisco no estaba obligado a

satisfacer, porque dichos pagos no se efectuaron de la manera que señalan las

normas que se expresan en los motivos 9, 10, 11, 12, 17 y 18 de dicho fallo.

Recalcando, además, que los viáticos y horas extraordinarias deben sólo pagarse

en la forma dispuesta por el Estatuto Administrativo y con cargo a las partidas

consultadas en la Ley de Presupuesto. Concluye en esta parte de calificación

jurídica de los hechos, la sentenciadora de primera instancia enfatizando en el

considerando 27, que las personas que a la fecha de los hechos tenían la calidad

de empleados o agentes públicos defraudaron el patrimonio fiscal o consintieron

en dicha conducta originando al Estado una pérdida de $799.142.217, en la

medida que dicha cifra se obtuvo mediante el abultamiento de los precios de las

consultorías cuestionadas, dándole también un destino diferente al señalado en

los contratos, utilizándose el referido monto para pagar sumas de dinero que el

Fisco no estaba obligado a solucionar. Se agrega que terceras personas, no

empleados públicos, desplegaron conductas que permitieron defraudar al ente

fiscal, ya que concurrieron con su voluntad a la creación del sistema ideado para

aquello, lo aceptaron y facilitaron su empresa para su implementación, creándose

una “caja paralela al sistema Mop-Gate” que sirvió para administrar dineros

68

fiscales que se obtuvieron mediante el artificio de abultar el precio de las

consultorías y, otra persona que facilitó una cuenta corriente bancaria personal

para que se llevara a cabo la administración indicada e incorporó a la contabilidad

de su sociedad boletas de honorarios que no correspondían a ningún servicio

prestado;

Trigésimo: Que el recurso de casación en la forma del acusado Carlos

Cruz, en gran parte, plantea un reproche de nulidad en lo que toca a las

fundamentaciones consideradas en la sentencia recurrida en cuanto a su

responsabilidad penal en los hechos investigados, también en mínima medida

advierte un vicio de considerandos contradictorios al imputársele autor en la

situación punible de haber consentido en la defraudación al Estado, que

considera el artículo 239 del Código Penal, sin perjuicio que como se desprende

de lo señalado en el motivo anterior, la sentencia impugnada estima demostrada

esa conducta, además en la situación punible de la defraudación propia y directa

que previene el precepto indicado. Con todo, la casación en la forma

principalmente se radica en la falta de consideraciones o contradicciones

advertidas en cuanto a las presunciones de autoría que lo incriminarían o a la

declaración de haber reconocido su implicancia en los hechos delictivos como se

consigna en el motivo octavo de esta sentencia, en la que en su discurso

minimiza la importancia de su conducta, responsabilizando al Director de Obras

en unas veces y en otras a Sergio Cortés, delegado de él en dichas actividades,

quien también tenía facultades administrativas, de modo que el imputado Cruz

solo tenía la posibilidad de hacer sugerencias que no tenían carácter vinculante ni

impositiva, no respondiendo en cuanto su delegado Cortés haya creído que esa

sugerencia era una verdadera instrucción. Agrega que nada podía hacer en

relación a los contratos proforma y gastos administrativos, de manera que sus

actos no son objeto de reproche penal, criticando lo que se afirma en los

considerandos 61 a 63 y denunciando que esas motivaciones entran en colisión

con lo que se argumenta en el motivo 77 de la misma sentencia. Agrega además,

que el motivo 10 del fallo de segundo grado y recurrido de casación le imputa la

acción de haber consentido en la defraudación por otros, sin explicar cómo se

habría materializado esa conducta. Eso, con respecto a la primera causal de

nulidad formal;

Trigésimo primero: Que para verificar la existencia de las faltas de

consideraciones que se han denunciado respecto de la condena de Carlos Cruz,

el fallo de primera instancia, no modificado por el que se recurre, en el

considerando 29 consigna las diferentes declaraciones que prestó este acusado

en la causa y que extienden desde la página 580 a 625 de la primera sentencia y

69

comprenden sus testimonios que se contienen a fs. 154, 449, 567, 681, 738, 875,

887, 1389, 2107, 2903, 9.540, 11854, 12,290, 12389, 16.900, 18,518, 4607, 4563

y 6.695, en las que, luego de expresar los cargos que ejerció en el Ministerio de

Obras Públicas, tanto como Coordinador de Concesiones y luego, como Ministro

del mismo ministerio a partir de 1995 y hasta enero de 2002, reconoció en

general la existencia de los hechos y en especial, la naturaleza de los pagos que

la sentencia los califica de ilícitos de la manera como se indicó en los

considerando anteriores, especialmente la existencia de Gate S.A. que sirvió

como instrumento para el tema de las concesiones y el pago de honorarios que

estima en general, que se trataba de operaciones regulares y útiles para los fines

de las obras a desarrollar y asegurar las remuneraciones de las personas

involucradas en ellas, que también reconoció esas actividades que ya se

realizaban sin objeciones, por ello aceptó el pago de boletas a favor de empresas

ajenas a Gate S.A. los que consideró recursos privados, aceptando que tomó la

decisión de mejorar los sueldos de distintas personas. En este contexto, de las

afirmaciones dadas por el mismo Cruz, la sentenciadora hace el juicio de valor de

ellas para determinar si las acciones desarrolladas por Cruz podían aceptarse

como lícitas o ilícitas, trabajo que se efectúa a través de los considerandos 60 a

64. Por el primero, se establecen algunos reconocimientos básicos del procesado

en distinta etapas del proceso investigado en el MOP, tales como: I.- Que cuando

se desempeñó como coordinador general de concesiones y como ministro,

dispuso personalmente de dos nuevas fuentes o modalidades de recursos, del

modo siguiente: a) centralizó los fondos “pro forma” o de imprevistos contenidos

en todos los contratos de asesoría, según el procesado, para optimizar su uso,

los que anteriormente fueron utilizados individualmente por los inspectores

fiscales, de cada contrato en particular, y b) obtuvo aportes voluntarios de

contratistas con obras adjudicadas y en ejecución. II.- Que dichas fuentes o

modalidades de recursos provocaron las siguientes innovaciones en la actividad

financiera del MOP: a) se centralizaron los pagos extraordinarios en una cuenta

única administrada por Sergio Cortés, jefe de finanzas de la Coordinación

General de Concesiones hasta junio de 2000 y luego por quienes administraron

el contrato Gate; b) se centralizaron los recursos provenientes de las diversas

fuentes privadas en el contrato Gate, sociedad que hizo las veces de caja de

todos esos fondos a través de diversas cuentas corrientes; III.- que cuando se

desempeñó el aludido Cruz como coordinador, no obstante que no tenía potestad

para celebrar contratos de honorarios ni para mejorar remuneraciones de

responsabilidad del Director General de Obras Públicas, dispuso el mejoramiento

de los emolumentos percibidos por funcionarios públicos que se desempeñaban

70

en el MOP por la vía del pago de dinero y que además como Ministro de Estado

mejoró u ordenó mejorar sueldos para directores del mismo MOP. Lo consignado

en los números I y II precedente, según el considerando 61 de la sentencia en

examen, se ratifica con la transcripción textual del escrito que rola a fs. 1702

firmado por el mismo Cruz y su abogado y cuyo tenor ratificó a fs.1886,

especialmente relacionado con los párrafos escritos en las líneas 4 a 13 de fs.

1704 y líneas 17 a 27 de fs. 1705;

Trigésimo segundo: Que continuando la sentencia de primer grado en el

análisis de la participación criminal que le atribuye la sentencia a Cruz, en el

considerando 62, refuta las alegaciones del aludido procesado, en lo relativo a las

fuentes o modalidades de recursos que dispuso de manera personal y a la

operatoria que aquello generó, puesto que dicha actividad ilícita coincide

plenamente con la detectada en la pesquisa judicial y que fue la que en definitiva

se utilizó en la Coordinación General de Concesiones para solventar los pagos

que el tesoro público no estaba obligado a soportar. En efecto, se sostiene en la

sentencia, los dineros que se obtuvieron por el procedimiento descrito son

públicos y no privados como lo afirma el encausado aludido, porque no se trata

de donaciones o aportes de dinero efectuados por los consultores, según se

concluyó en la aludida resolución, puesto que se depositaron en las cuentas

corrientes de Gate S.A y/o de personas relacionadas (Peña Véliz, Jara Núñez,

General Carrasco) situación que conformó en definitiva una caja paralela.

Continuando en su relato argumentativo, la sentencia de primera instancia,

en el motivo 63, se refiere al alegato del procesado Cruz de intentar atribuir

responsabilidad a otros personeros, en particular a los Directores de

determinados servicios del MOP los que habrían definido las fuentes de los

recursos que, conforme lo señala, podían ser del presupuesto asignado a la

repartición o de anticipos por trabajos en ejecución solicitados a empresas

contratistas de distinta naturaleza que se incorporaban en definitiva a la época de

la liquidación del contrato. Sin embargo, se señala por la sentenciadora, esa

exculpación no puede ser admitida por falta de sustento, atendido el resultado de

careos a que fue sometido Cruz con Bartholin Zanetta; Guzmán Silva; Anguita

Salas y Arriagada Moreno. En cuanto al cambio de las declaraciones de Cruz, el

fallo en el considerando antes indicado enfatiza que esa modificación, en cuanto

que la instrucción que dio fue la de ejercer una administración centralizada de las

partidas “pro forma” y de “gastos administrativos generales” en los términos

señalados a fs. 18.518, no tiene la virtud de liberarlo porque la que dio en el curso

de la causa y que se sintetizó en el considerando 60, coincide precisamente con

el modo como operó el personero que estaba a cargo de la Unidad de

71

Supervisión y Desarrollo de la Coordinación General de Concesiones que cambió

luego a División de Operaciones y porque se trata de una nueva versión del

acusado no corroborada, según se advierte de las declaraciones prestadas por

Jana Calderón, Anguita Salas, Arriagada Moreno y, en particular, las dadas por

Díaz Silva, Montellana Cantuarias, Toro, Dieterich Rodríguez y Garín Carrasco,

quienes desempeñaron jefaturas en diversas unidades de la Coordinación

General del Concesiones, los que señalaron desconocer la citada instrucción y

que de haber existido habría estado en contraposición con la normativa legal y

reglamentaria existente sobre la materia. Además, porque una instrucción en el

sentido indicado por Cruz se encuentra reñida con las normas legales y

reglamentarias que regulan el uso de las partidas “pro forma” y con la naturaleza

y finalidad que tienen las denominadas partidas “gastos administrativos

generales”. Por último, se agrega, en contra de las aseveraciones de Cruz, las

declaraciones de Cortés Castro en orden a que aquél-Cruz- fue quien dio las

instrucciones de centralizar o manejar en forma centralizada dichas partidas y

que los dineros obtenidos mediante ese procedimiento se ingresaron a la cuenta

corriente de Gate S.A. y se utilizó como caja pagadora.

Finalmente, siguiendo con las fundamentaciones incriminatorias de la

sentencia en contra de Cruz, el motivo 64 de ese fallo, confirmado por el de

segundo grado y recurrido por el acusado Cruz, sostiene que las declaraciones

de éste, reseñadas en el motivo 60, reúnen los requisitos establecidos en el

artículo 481 del Código de Procedimiento Penal e importan una confesión judicial

que unida a los elementos de convicción a que se hace alusión en el fundamento

segundo de esa resolución, son suficientes para tener por acreditada la

participación de autor que le cupo en el delito de fraude en perjuicio del Fisco de

Chile, que en el carácter de continuado, se estimó configurado;

Trigésimo tercero: Que como se advierte de lo razonado en los motivos

anteriores respecto de los argumentos de la defensa de Cruz, en cuanto que el

fallo recurrido no contendría las consideraciones en cuya virtud se dan por

probados o por no probados los hechos atribuidos al enjuiciado aludido, ya para

negar su participación, ya para eximirse de responsabilidad, ya para atenuar ésta,

como lo exige el N ° 4 del artículo 500 del Código de Procedimiento Penal, resulta

que la sentencia que se impugna en exceso se refiere a las motivaciones que le

sirven para determinar la responsabilidad penal que le cabe en el delito de autos

al mencionado acusado Cruz, analizando al efecto toda la prueba existente en su

contra y además, concordando que, de sus dichos, fluye además el cargo de su

propia confesión, medido de la manera que reglamenta el artículo 481 del mismo

cuerpo de leyes. La verdad es que la exposición del recurso trata más bien de un

72

análisis crítico de la manera como se estructuran los cargos de la imputación

penal, cuestión que se refiere más bien de una crítica a la valoración de la prueba

que al efecto desarrolla la sentenciadora de primera instancia, tanto en la

apreciación de los cargos existentes en su contra, como en el mérito que la

misma juez hace con respecto a la confesión, pero esos aspectos valorativos no

aceptados en el recurso son cuestiones de fondo en cuanto al valor probatorio de

las evidencias que aporte el proceso y que analiza el fallo cuestionado, lo cual

corresponde discutir como infracción de leyes reguladoras de pruebas más que

de falta de consideraciones demostrativas de responsabilidad criminal, de modo

que el arbitrio del mismo sentenciado Cruz no pueden ser aceptado por la vía del

presente recurso;

Trigésimo cuarto: Que en lo que se refiere a la aparente contradicción

que alude el recurso, entre lo que se afirma en los considerandos 61, 62 y 63 de

la sentencia de primera instancia y el motivo 77 del mismo dictamen, es lo cierto

que este último apartado no está referido claramente a Cruz Lorenzen, puesto

que dicho motivo se refiere a otros acusados cuya responsabilidad se analiza en

la sentencia con posterioridad a las fundamentaciones que acreditaron la

participación del indicado Cruz, en verdad refiere después de haberse establecido

la imputabilidad de Dolores Rufián Lizana y otros inculpados, pero además el

motivo cuestionado de contradictorio tiene en todo caso un sentido de mayor

abundamiento, al expresar “que abona lo anterior” en orden a que corresponde

hacer efectiva la responsabilidad punitiva de los acusados, además de otros

cargos, por tres argumentos: uno, el afirmar que ninguna de las resoluciones

dictadas por la Dirección General de Obras Públicas, citadas en la acusación

judicial, tampoco los convenios ad referéndum, las ofertas de los consultores, los

términos de referencia y las bases administrativas conforme a los cuales debían

efectuarse las asesorías o consultorías contratadas, instrumentos que fueron

aprobados por dichas resoluciones, consultaban la existencia de “partidas pro

forma” o “partidas de gastos administrativos generales” en los términos señalados

por los acusados, pues los contratos se celebraron bajo la modalidad “suma

alzada” o “precios unitarios”; en la letra b) siguiente el considerando cuestionado

se pone en todo caso, en la posibilidad de la existencia de dichas partidas, se

dice en argumento contrario, que tampoco dicha práctica autorizaba a los

acusados para operar de la manera como quedó acreditada en la investigación

judicial, porque la finalidad que persigue es precisa y determinada, conforme a las

definiciones dadas en el considerando 13° de ese fallo y a lo declarado por los

diferentes profesionales sobre este tema que se desempeñaron en la

Coordinación General de Concesiones. La letra c) se refiere en dicho motivo a un

73

caso puntual de Abaco Ingenieros Consultores y relativo a la apropiación de

$50.000.000 y que no viene al caso con el vicio que se denuncia. De modo que

no es efectiva la contradicción de este fundamento 77 con aquellos que

determinaron la responsabilidad penal de Cruz Lorenzen, sino que al contrario

viene a afirmar lo que se señaló respecto de su participación en los

considerandos 61, 62 y 63, puesto que cualquiera que haya sido el sentido de su

actuación, siempre su conducta fue ilícita y que derivó en el perjuicio patrimonial

al Fisco de Chile.

Finalmente, en lo que concierne a este motivo de nulidad formal, que el

recurso hace ver con relación a una contradicción de la sentencia de primera

instancia en los considerandos referidos anteriormente, que traspasaría su

participación a la conducta de consentir en la defraudación por otros en perjuicio

del Estado, hace ver que esa conducta no está debidamente descrita en el fallo

de primera instancia, de modo que sus actuaciones habrían sido lícitas, es lo

cierto que esa contradicción no existe, ya que la sentencia puntualizó siempre los

dos extremos punitivos del artículo 239 del Código Penal, conforme a los hechos

particulares que a cada procesado le correspondió en las maniobras fraudulentas

y eso es lo que se especificó con claridad respecto de Cruz, como quedó

latamente explicitado en los motivos anteriores.

Por último, en lo que se refiere a la de falta motivaciones relacionadas con la

participación de Carlos Cruz y que éste echa de menos, habrá que agregar a lo

dicho anteriormente, que esa afirmación se desmiente categóricamente bastando

la lectura de las consideraciones 105, 106, 108, 109, 110, 112. 114, 116, 119,

120, 121, 123 y 124 del fallo de primera instancia, no modificado por la de

segundo grado, a virtud de la cual la sentenciadora ordenada y sistemáticamente

va desestimando sus pretensiones defensivas, respecto de su calidad de

empleado público, de cómo las declaraciones de distintos testigos no apoyan las

aseveraciones de Cruz, de la ilicitud de los pagos, del perjuicio causado al Fisco,

de lo acreditada que se encuentra su participación, que los abogados del MOP no

fueron consultados por estas operaciones, que no se demostró la existencia de

un error de prohibición y en cuanto no podría haber convicción para condenar;

Trigésimo quinto: Que con relación a la causal de ultra petita,

denunciada en el recurso del enjuiciado Cruz Lorenzen, la que se verificaría,

según el recurso, precisamente en la circunstancia de haber considerado la

sentencia recurrida como actuación culpable del indicado procesado, una

calificación de haber consentido en la defraudación investigada figura delictiva

que no tendría correspondencia con la acusación y que le atribuye una acción

distinta de la del fraude genérico de la norma del artículo 239, o sea el acto de

74

defraudar, es lo cierto que el recurso se limita en su denuncia, además de lo

indicado en el artículo 424 del Código de Procedimiento Penal, a manifestar una

vez más y de manera improcedente una ausencia de consideraciones lo que no

es efectivo como se consignó en los motivos anteriores y en expresar además,

que se infringe el principio de congruencia en los términos del nuevo Código

Procesal Penal, que no viene al caso, porque este cuerpo legal no estaba en

vigor a la fecha de la comisión de los delitos investigados, de modo que no es

posible acudir a él, además que lo prohíbe perentoriamente el inciso segundo de

la octava disposición transitoria de la Constitución Política de la República;

Trigésimo sexto: Que de esta manera, concretada la infracción de la ultra

petita como vicio de nulidad formal en los términos del Código de Procedimiento

Penal, habrá que señalar que el N° 10 del artículo 541 de dicho texto explicita que

esta causal concurre cuando la sentencia impugnada ha sido dictada

extendiéndola a puntos inconexos con los que hubieren sido materia de la

acusación y de la defensa. Si en el presente caso la objeción está referida a una

distinta calificación jurídica pero sobre los mismos hechos investigados es

improbable que concurra el vicio invocado, pero además, hay que entender esta

causal en los términos del artículo 527 del mismo cuerpo de leyes que le otorga a

la Corte de Apelaciones, que conocerá del recurso de apelación, amplias

facultades en el conocimiento del indicado recurso, ya que autoriza la norma a

dicho tribunal a tomar en consideración y resolver todas las cuestiones de hecho

y las de derecho que sean pertinentes y se hallen comprendidas en la causa. De

tal manera que, si fuera cierto el reproche que se denuncia, el vicio por sí solo no

es suficiente para tenerlo como causal de ultra petita, puesto que los hechos en

que se funda no la conforman y por lo mismo no puede ser acogida dicha

pretensión de invalidación.

Por consiguiente procede rechazar en todas sus partes el recurso

deducido por la defensa de Carlos Cruz Lorenzen.

II.- Recurso de casación en el fondo de Sergio Alberto Cortés Castro.-

Trigésimo séptimo: Que como se consignó en el motivo undécimo de

esta sentencia, el acusado Cortés Castro fundamenta su recurso en la infracción

de distintos preceptos legales y que, en su caso, constituirían las causales de los

Nros. 1 y 7 del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal, en las páginas

20.867 y 20.868 de su libelo, transcribe los motivos de nulidad sustancial aludidos

y se hace la precisión, puesto que en la parte final del escrito incluye en vez de N°

1 aludido el del N ° 3 del referido precepto, que por supuesto tiene un contenido

distinto entre ambas situaciones. Pero, aceptando que se trata el reproche en la

concurrencia de la causal del N° 1, puesto que es más explícito al concretar el

75

error de derecho de la sentencia impugnada, al determinar la participación que ha

cabido al condenado en el delito, sosteniendo que aunque la sentencia califica el

delito con arreglo a la ley, comete error de derecho al atribuir a Cortés

participación en los hechos ilícitos investigados, atendido que nos “encontramos

precisamente en la hipótesis que contempla el artículo 456 bis del Código de

Procedimiento Penal, en cuanto a que V.S.I. no pudo ni debió haberse formado la

convicción necesaria para arribar a una decisión condenatoria”. En el recurso

luego de transcribir los considerandos primero a décimo de la sentencia recurrida,

que en lo que respecta al recurrente Cortés en poco innova con relación a su

participación determinada en el fallo de primera instancia, que es confirmado por

la sentencia impugnada, refiere como tener a la vista lo que dispone el artículo

459 del Código de Procedimiento Penal que copia para inferir su importancia en

lo que dispone el artículo 456 (sic) en lo que se refiere a la certeza de condena,

desarrollando que los testimonios, base de su condena, solo lo sindican como

una persona que solo prestó servicios en el MOP, pero que no establecen que

realizó la conducta típica del artículo 239 del Código Penal, de modo que no

existe la acción de defraudar que se le reprocha, ya que no actuó con abuso de

confianza o con infidelidad a las obligaciones propias al cargo, por lo que no

estaba en condiciones de incurrir en la situación de señorío a que se refiere el

artículo 15 del Código Penal, engarzando dicha afirmación con los artículos 485,

486 y 488 del código procesal antes aludido, de manera que no se ha producido

ese convencimiento legal a que se refiere la norma del artículo 456 bis. Se

sostiene que la calidad de participación acreditada de Sergio Cortés no satisface

los requerimientos típicos que exige el concepto de autor, dando cuenta de la

doctrina emanada de autores especialistas en derecho penal, en las variantes del

ejecutor o del autor intelectual, para agregar, más adelante, los antecedentes que

contradicen y vulneran la convicción necesaria, copiando tres considerandos de

la sentencia de primera instancia, lo que constituiría una flagrante ruptura con la

garantía del racional y justo proceso que asegura la Constitución Política. En

concreto, se explicitan las infracciones de ley a los artículos 1, 15 y 239 del

Código Penal, por cuanto la sentencia resolvió erróneamente que el recurrente

Cortés obró en calidad de autor, y a los artículos 456 bis, 459, 485, 486 y 488 del

Código de Procedimiento Penal, toda vez que tal resolución funda su convicción

sobre la base de presunciones que no permiten tener por acreditado, de modo

legal y fehaciente, la participación de Sergio Cortés en los hechos investigados;

Trigésimo Octavo: Que en concreto el recurrente aludido basa su arbitrio

en un grupo de infracciones de leyes que de manera conjunta se adaptan

arbitrariamente a las causales de los Nros. 1 y 7 del artículo 546 del Código de

76

Procedimiento Penal, olvidando que el recurso de casación en el fondo es una

impugnación de derecho estricto en la que el recurrente debe precisar la

infracción de ley con una determinada causal de invalidación. Así cuando se

refiere a la primera de ellas, que se precisa en la ley en el ataque a una sentencia

cuando ésta, aunque califique el delito con arreglo a la ley, imponga al

delincuente una pena más o menos grave que la designada en ella, cometiendo

error de derecho, al determinar la participación que ha cabido al reo, supuesto

reclamado en el libelo, parte de la base que el delito ha sido calificado

correctamente y que tampoco se cuestiona su responsabilidad, lo que significa

que la nulidad sólo es posible en la equivocada calificación de esa

responsabilidad, en cuanto a determinar si es autor, cómplice o encubridor pero

no a exigir que no tenga ninguna, porque se trata de determinar si efectivamente

en ese error se han aplicado penas más o menos graves que las designadas en

la ley, de modo que es improcedente para pretender una absolución, en relación

en esa determinación de responsabilidad. En este entendido, el recurso en

estudio no puede prosperar de la manera que lo pretende el recurrente y por

consecuencia, es imposible determinar la existencia de una infracción a las

normas de los artículos 1, 15, y 239 del Código Penal, toda vez que se trata,

conforme a los hechos establecidos por los jueces del fondo, de la demostración

de una acción u omisión voluntaria penada por ley; en la que se acreditó según la

sentencia recurrida la participación de autor del imputado Cortés en los hechos

por los cuales fue condenado y finalmente, porque su conducta reprochada

importa la comisión del delito de fraude al Fisco, conforme a lo que se estableció

en el considerando 22 del fallo de primera instancia, con lo cual no se ha

configurada la primera causal de nulidad sustancial aducida en el escrito de

casación del aludido Cortés Castro;

Trigésimo noveno: Que con respecto del reproche contenido en el mismo

recurso, de haberse infringido leyes reguladoras de la prueba, especificando al

respecto la vulneración de los artículos 456 bis, 459, 485, 486 y 488 del Código

de Procedimiento Penal, es lo cierto que el recurso, aparte de copiar dichos

preceptos, denunciando que la sentencia se ha basado en presunciones que no

permiten tener por acreditado, de modo legal la participación de Cortés, en el

fondo esta causal pretende excepcionalmente, sobre la base de la existencia de

un quebrantamiento de una norma decisoria litis, en materia probatoria, alterar los

hechos de la causa de la manera que estas normas reguladoras de la prueba

exigen, nada de lo cual se fundamenta en el recurso, ya que su discurso solo

atiende a que el imputado Cortés en verdad no tiene participación en los hechos

incriminados, pero no hay ningún relato para justificar la manera como esas

77

infracciones de ley se han producido, especificando si en verdad las normas que

estima infringidas tienen el carácter de reguladoras de la prueba, como lo exige

una adecuada formalización en los términos del artículo 772 del Código de

Procedimiento Civil, aplicable al caso, según lo manda el artículo 535 del Código

de Procedimiento Penal. En todo caso viene al caso recordar, que los artículos

456 bis, 459, 485 y 486 del código citado, según jurisprudencia constante de esta

Corte Suprema, no son reguladoras de la prueba y por tanto no denunciables por

esta vía, ya que se trata de normas que consideran ciertas declaraciones de

principios o permiten facultativamente una valoración de la prueba solo para los

jueces del fondo. Hace excepción a lo dicho el artículo 488 que se ha aceptado

como reguladora de la prueba, solo en cuanto a los requisitos de los Nros. 1 y 2

de ese precepto, es decir cuando se ha demostrado un hecho en mérito de una

sola presunción o cuando las concurrentes no se basan en hechos reales y

probados, nada de lo cual ha demostrado el recurso, con lo cual este arbitrio

debe ser rechazado, sin necesidad a entrar al análisis preciso de la sentencia

recurrida;

III.- Recurso de Sergio Hinojosa Ramírez.

Cuadragésimo: Que como se relata en el motivo primero de esta

resolución, el recurrente Hinojosa reclama la nulidad de la sentencia recurrida a

partir de dos causales de invalidación. La primera prevista en el N° 5 del artículo

546 del Código de Procedimiento Penal, para que se declare la prescripción de la

acción penal de los ilícitos que se le atribuyen y, la segunda denuncia de

invalidación, se fundamenta en la causal 3° del mismo precepto, por estimar que

se le ha condenado por un hecho que a su respecto no es punible, primero,

porque no era empleado público a la fecha de los hechos investigados, calidad

esencial para la configuración del fraude a que se refiere el artículo 239 del

Código Penal, enseguida, porque no ha intervenido en los contratos cuestionados

en razón de su cargo y finalmente, por la inexistencia de los actos defraudatorios

denunciados y además, no aparece justificado en los actos reprochados un

perjuicio fiscal.

Cuadragésimo primero: Que como cuestión previa vale la pena

consignar algunas deficiencias formales que se advierten en la proposición

anulatoria del recurso de Hinojosa. En efecto, como ya se indicó, se plantean dos

causales de nulidad. La primera, del N ° 5 del artículo 546 citado, al efecto,

dispone el precepto lo siguiente: “La aplicación errónea de la ley penal que

autoriza el recurso de casación en el fondo, sólo podrá consistir: …En que

aceptados como verdaderos los hechos que se declaran probados, se haya

incurrido en error de derecho al admitir las excepciones indicadas en los números

78

2°, 4°, 5°, 6°, 7° y 8° del artículo 433; o al aceptar o rechazar en la sentencia

definitiva, las que se hayan alegado en conformidad al inciso segundo del artículo

434;” El segundo motivo de nulidad, N° 3 del artículo 546, también permite la

invalidación cuando: “ la sentencia califique como delito un hecho que la ley penal

no considera como tal;” en consecuencia, aparece patente una contradicción

clara en el planteamiento del recurso en relación a la nulidad que pretende,

puesto que si aspira por esta vía el reconocimiento de la prescripción de la acción

penal, debe aceptar para ello como verdaderos los hechos que se declaran

probados por la sentencia impugnada, lo cual entra en colisión de inmediato con

la segunda causal en la que precisamente discute la inexistencia de hechos que

configuran el delito por el cual se le condena, agregando, además, que el recurso

en análisis no plantea ninguna discusión acerca de haberse infringido leyes

reguladoras de la prueba que permitirían a esta corte de casación modificar los

hechos establecidos por los jueces de la instancia, que en su dictamen lo

calificaron como constitutivos del delito de fraude al Fisco;

Cuadragésimo segundo: Que aun cuando el defecto anotado en el

motivo anterior es suficiente para desestimar el arbitrio de nulidad sustancial que

ha intentado el acusado Hinojosa, se entrará de todos modo al análisis de las

causales, principiando con la alegación de prescripción, basada en la causal del

N° 5 del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal, en la que el recurrente

considera quebrantados los artículos 21, 93 N°6, 94, 95 y 96 del Código Penal,

por falta de aplicación y consecuencialmente, el artículo 239 del mismo texto

punitivo, por errónea interpretación. Se basa el libelo, aceptando como hechos los

siguientes: que las tres supuestas figuras delictuales que se imputan al acusado

Hinojosa ocurrieron entre el 15 de junio de 1998 y el 19 de abril de 1999; que fue

sometido a proceso el 1° de abril de 2003, como autor del delito de fraude al

Fisco contemplado en el artículo 239 antes citado y que la acusación fiscal,

particular y demanda civil le fue notificada el 11 de Septiembre de 2009. En su

exposición, expresa que entre la fecha de la comisión del delito, a partir de 19 de

abril de 1999, empezó a correr el término de prescripción de cinco años para el

caso de los simples delitos y que dicho plazo se suspendió, en su opinión,

cuando se dictó y notificó la resolución de procesamiento, ocurrido el 1° de abril

de 2003, pero a partir de esa fecha el proceso, en lo que a su persona respecta,

se paralizó porque no habían sido producidas actuaciones judiciales que se

refirieran a su participación criminal, sin perjuicio de reconocer que la causa

siguió tramitándose respecto de otros acusados, de modo que operaría para el

recurrente la situación del artículo 96 del Código Penal, ya que encontrándose

paralizado el expediente respecto de su situación personal, hubo una suspensión

79

en la actividad procesal de más de tres años que le permite computar el primer

tiempo que anota, antes del procesamiento, con el lapso después de este acto

procesal y la acusación judicial, que hace exceder el tiempo de cinco años que

permite la ley para la prescripción de la acción penal. O sea, considera que en

este proceso hubo una paralización de seis años y medio, ya que no tuvo

avances ni retroceso alguno en relación a Hinojosa, otorgándole al concepto de

procedimiento una significación jurídica distinta a la materialidad física del

expediente;

Cuadragésimo tercero: Que la sentencia de primera instancia, mantenida

en esta parte por la de segundo grado, pronunciándose sobre esta alegación

planteada por el reo Hinojosa, en el considerando 168, rechaza esta pretensión

sosteniendo que del examen del proceso se aprecia que no se paralizó la

prosecución del procedimiento dirigido en su contra, por el contrario, afirma, se

mantuvo activo con la práctica de todas las diligencias decretadas y destinadas a

cumplir con los objetivos del sumario criminal y sólo accede a concederle al

recurrente, según el motivo 181, el factor de rebaja de la pena considerado en el

artículo 103 del Código Penal, pues estimó que entre la fecha del delito y la

época en que el imputado Hinojosa prestó declaración indagatoria por primera

vez, 21 de febrero de 2003, interruptivo de la prescripción, había transcurrido la

mitad del tiempo que se exige para la prescripción. De esta manera, habiendo los

jueces de la instancia, en esta materia, establecido como hechos de la causa, los

antes referidos, o sea, que no se paralizó la prosecución del procedimiento por

tres años, puesto que en dicho lapso el expediente se mantuvo activo con la

práctica de todas las diligencias decretadas y destinadas a cumplir con los fines

de la investigación, necesariamente habrá que concluir que los tribunales de la

instancia, lejos de incurrir en la infracción de las leyes que se suponen

vulneradas, les dio la correcta aplicación e interpretación, puesto que no

habiéndose denunciado infracción a las leyes reguladoras de la prueba, para

alterar esa realidad fáctica, debía ésta considerarse como inamovible, de modo

que en esta parte el recurso no tiene la razón;

Cuadragésimo cuarto: Que por la causal del N° 3 del artículo 546 del

Código de Procedimiento Penal, del recurso de nulidad sustancial del acusado

Hinojosa, se denuncia la infracción a los artículos 7 de la Constitución Política, 4

del Código Orgánico de Tribunales, 260 y 239 del Código Penal. Resumiendo lo

que se consignó en el motivo primero de esta sentencia, se reprocha del fallo

impugnado que se le haya considerado al recurrente la condición de empleado

público para los fines del artículo 239 citado, cuando sólo era un agente público

que no es suficiente para incluirlo en la calificante del hecho punible, y en la que

80

la sentencia recurrida le otorga a la noción de empleado público en materia penal,

un carácter más amplio que en el derecho administrativo. En segundo término, se

reclama que en el presente caso ha faltado un elemento del tipo penal de fraude,

por no darse en el caso el requisito “por razón de su cargo” en las operaciones en

que le es atribuida intervención, en tercer lugar, se hace presente la infracción al

tipo penal ante la inexistencia de actos defraudatorios o complacientes con éstos

y finalmente, ausencia de perjuicio fiscal.

Previo resulta recalcar que, salvo la interpretación que ha de darse a la

expresión de agente público como referido a empleado público, las demás

infracciones de ley, inexistencia del elemento “por razón de su cargo”, la falta de

actos defraudatorios y ausencia de perjuicio fiscal, necesariamente deben ser

construidas sobre la base de apreciaciones de hechos demostrados a través de

la prueba legal, lo que resulta importante porque cualquiera variación fáctica que

involucre los tres aspectos indicados deberá justificarse con vulneración de

normas reguladoras de la prueba que de haberse infringido posibilitarían el

cambio de los hechos de la causa. En este aspecto, el recurso en análisis no

plantea esta posibilidad, lo que impone a este tribunal de casación el deber de no

innovar en dichas cuestiones de hecho previamente establecidas por los jueces

de la instancia;

Cuadragésimo quinto: Que en relación a la denuncia que efectúa el

recurrente, con motivo de la causal de nulidad indicada en el considerando

anterior, respecto de las infracciones de leyes que aduce, se habrían cometido

con motivo de imputarle participación de autor en el delito de fraude al Fisco, en

las que sostiene que no se han establecido distintos elementos del tipo para

responsabilizarlo criminalmente, es menester previamente repetir lo que la

sentencia de primera instancia determinó con motivo a los hechos investigados,

en lo que se refiere especialmente a la situación del acusado Hinojosa. Estos

hechos se consignan en el motivo 22 del fallo aludido y se consignó casi

literalmente en la fundamentación 26 de esta sentencia de casación.

Hinojosa está relacionado, según aquellos considerandos, en las

operaciones que se identifican con los capítulos N° III, VI y IX y que titulan

respectivamente: Operación Aristo Consultores; Empresa Consultora Exe

Ingeniería y Software Ltda., y Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas

de la Universidad de Chile, en los que se relatan operaciones basadas en

contratos ad-referéndum o resoluciones administrativas que se describen en

dichos motivos por las que las consultorías se ejecutaron de manera irregular,

que permitió defraudar en cada caso las sumas de $15.000.000; $11. 520.000 y

$31.045.617, que es el perjuicio fiscal. En dos de esas operaciones aparece la

81

intervención directa de Hinojosa al firmar algunos de los documentos necesarios

para el perfeccionamiento de las consultorías objetadas.

Como se recordará también, según el considerando 25 de esa sentencia

de primer grado, estos hechos juntos a otros fueron calificados como constitutivos

de fraude al Fisco previsto y sancionado en el artículo 239 del Código Penal.

Cuadragésimo sexto: Que la sentencia de primera instancia, mantenida

en esta parte por la recurrida, en el motivo 33, resume las declaraciones

indagatorias que Hinojosa prestó en la causa con relación a las operaciones

antes señaladas, declarando que trabajó para el Ministerio de Obras Públicas, en

una primera etapa a contrata y desde 1997 como agente público, remunerado a

base de honorarios y como asesor de Carlos Cruz, en esa época Coordinador

General de Concesiones, tuvo además, designaciones de inspector fiscal o

contraparte técnica del contrato de asesoría que celebró con la Facultad de

Economía de la Universidad de Chile, la que a su vez trabajaba con EXE

Consultores y que por indicación de Sergio Cortés instruyó a Exe a que rebajara

el precio de la asesoría o que se incorporara como parte del precio una suma

para disponer más recursos; declara que lo mismo ocurrió con Aristo, otras de las

empresas involucradas. En cuanto a su participación penal, el considerando 69

de la sentencia de primera instancia, establece que dicho imputado reconoció que

se desempeñó como inspector fiscal en convenios de asesorías adjudicadas a la

Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile y

que efectuaron las consultorías la Asociación Española de la Carretera Exe

Consultores y Aristo Consultores y que Cortés le señaló que antes que firmaran

los respectivos convenios, los consultores debían rebajar los precios de las

asesorías y/o incorporar como parte del mismo una partida para solventar

determinados gastos. Se concluye en dicha motivación que tal declaración

cumple los requisitos del artículo 481 del Código de Procedimiento Penal, para

estimarla como confesión judicial de los hechos incriminados, sin perjuicio de

señalar, como afirmación de lo decidido, la imputación que le hace el acusado

Silva Améstica, en cuanto acusa que Hinojosa tenía pleno conocimiento de todo

el procedimiento que se utilizó para proporcionar recursos a concesiones y el

valor del estudio, esto es, el componente técnico más la administrativa destinada

para el estudio y para los gastos del sistema de concesiones; le reprocha además

la sentencia en el mismo considerando, la circunstancia de haber suscrito los

convenios irregulares, uno como representante de la Dirección General de

Concesiones y los otros dos como Jefe del área de estudios de la misma entidad,

lo que implica que tenía conocimiento del tenor de los términos de referencia

redactados para la elaboración de los trabajos a que dieron lugar. Más adelante,

82

la sentencia de primera instancia, en el motivo 170 rechaza las alegaciones de

Hinojosa de falta de los elementos del tipo por no tener como funciones las

conductas que se le imputan, en cuanto no se trata de operaciones que hubo de

realizar en razón de su cargo, que dichas actuaciones no son actos de

defraudación y que no existió perjuicio fiscal, porque precisamente dichas

conductas si son ilícitas y verificadas con ocasión al desempeñó de una función

pública y que derivó en detrimento pecuniario al Fisco de Chile, como se afirma

en el considerando 171, remitiéndose a los fundamentos 8, 14, 19, 24, 25, 26 y

27 de la misma sentencia, reafirmando dicha apreciación en el apartado 175, en

cuanto se demostró que Hinojosa elaboró los términos de referencia del trabajo a

que se refiere la resolución de la Dirección de Obras Públicas N° 560 de 27 de

julio de 1998 y suscribió el convenio ad-referéndum como representante de la

misma dirección y aquellos que se refieren a las resoluciones 1600 y 1606 de 7

de junio de 1999, en calidad de jefe del área de Estudios de la Coordinación

General de Concesiones, con lo cual sabía los trabajos a ejecutar, los

profesionales que debían participar, las condiciones en que se solicitaron los

servicios, sus alcances y los aspectos que debían cubrir, las etapas de entrega

etc., etc., por lo que no podría ignorar que no estaba actuando conforme a la ley

al dar lugar a un acuerdo de incorporar al precio de los contratos a suma alzada

montos diferentes por la que los consultores se obligaron a efectuar los trabajos

contratados, los que fueron destinados al pago de sumas de dinero no

contemplados en dichos contratos y que por lo mismo el tesoro público no estaba

obligado a soportar, más aún si fue designado inspector fiscal de los trabajos

encomendados;

Cuadragésimo séptimo: Que a este tribunal no le cabe otra alternativa

que aceptar los fundamentos dados por los jueces del fondo, en orden a tener por

demostrados los elementos del tipo de fraude a que se refiere el artículo 239 del

Código Penal, de la manera en que se consigna en los considerandos

precedentes con respecto de Hinojosa, puesto que su conducta claramente

aparece como dolosa y que las operaciones engañosas las verificó por razón de

su cargo y que causó un perjuicio efectivo al patrimonio fiscal, de manera que

contrariamente a lo que se sostiene en el recurso de este imputado, la sentencia

al dar por demostrado esos supuestos calificantes del delito que se le atribuyó,

lejos de quebrantar la norma antes aludida, conforme a los elementos de juicio

referidos en los motivos anteriores, adaptó claramente dicha preceptiva a la

acción que se le reprocha al aludido acusado, por lo que en esta parte el recurso

deberá ser desestimado;

83

Cuadragésimo octavo: Que la última observación del recurrente Hinojosa

a la sentencia impugnada, la hace consistir en la falta del elemento esencial que

tipifica la norma punitiva aludida, cual es la de no revestir la calidad de empleado

público sino que solo se trataba de una actuación en su condición de agente

público, ya que se remuneraba bajo el sistema de honorarios y por lo mismo, al

faltar un elemento privilegiado del tipo penal debió haber sido absuelto de la

acusación deducida en su contra. Da a entender entonces el recurrente que

reconociendo que actuó en las operaciones ilícitas cumpliendo un cometido

público en una institución del Estado con financiamiento estatal del Presupuesto

de la Nación y con un título que le permitía actuar con competencia suficiente en

la suscripción de contratos irregulares, la falta de titularidad del cargo no le

permite suponerlo empleado público en los términos indicados en el artículo 239

del Código Penal y en la indicación precisa que al efecto señala el artículo 260

del mismo cuerpo de leyes. Al respecto, la sentencia recurrida, con relación al

inculpado Hinojosa, en el considerando 169 rechaza esta pretensión defensiva,

aplicando el criterio hecho valer con respecto a otro acusado de la causa que

alegó la misma cuestión, sin perjuicio de enfatizar que al indicado reo, se le

confirió el título de agente público por resoluciones DGOP N° 24 y 14 de 20 de

enero de 1998 y 21 de enero de 1999, respectivamente, documentos que

aprobaron los convenios ad-referéndum que celebró con el Director General de

Obras Públicas, agregando que la noción de empleado público para el derecho

penal tiene una significación más amplia que la del derecho administrativo porque

el interés del primero se relaciona con la función pública independiente de la

naturaleza jurídica del vínculo que regula la relación existente entre la

administración del Estado y la persona que desempeña dicha función, sobre

quien recibe la obligación de custodiar los intereses del Estado. Se remite según

se ha dicho para complementar la sentencia de primera instancia el rechazo de la

argumentación de que un agente público no alcanza el requisito de empleado

público que fija la ley, el considerando 105 de esa misma resolución, indicando el

concepto de empleado público que utiliza el artículo 260 del Código Penal, que

reputa empleado todo el que desempeñe un cargo o función pública, sea en la

administración central o en instituciones o empresas semifiscales, municipales,

autónomas u organismos creados por el Estado o dependientes de él, aunque no

sean del nombramiento del Jefe de la República ni reciban sueldo del Estado, no

obstando a esa calificación el que el cargo sea de elección popular. Se indica

que, la Coordinación General de Concesiones, ente funcional dependiente de la

Dirección General de Obras Públicas, fue creada por Resolución de la Dirección

General de Obras Públicas signada con el número 1.603, de 19 de agosto de

84

1996, por lo tanto, se debe concluir que se trata de un organismo creado por el

Estado y que, además, es dependiente de él. Conforme a la misma resolución la

persona que debe estar a cargo de la Coordinación General de Concesiones es

el Coordinador General de Concesiones, cargo también de tipo funcional

dependiente del Director General de Obras Públicas para todos los efectos que

tengan relación con las atribuciones que la ley otorga al Director General, todo

según se expresa en la citada resolución.

Se enfatiza que la calidad de agente público, que se otorgó, según se

expresa en las resoluciones que aprobaron los convenios ad referéndum, para

que, en el desempeño de sus funciones, asumiera la representación de los

intereses del Fisco, del Director General de Obras Públicas o de otras

autoridades del Ministerio de Obras Públicas, cuando éstas lo estimen

conveniente y en materias relacionadas con la licitación, construcción y

explotación de obras del Programa de Concesiones de Obras Públicas.

También conviene considerar que la Contraloría General de la

República, en relación a los agentes públicos, ha señalado que los contratados

a honorarios en el Ministerio de Obras Públicas, conforme a la especial

modalidad contenida en la glosa 01 partida 12 de la Ley de Presupuestos,

común para todos los capítulos de ese ministerio, deben considerarse

funcionarios públicos, lo que se relaciona principalmente con la responsabilidad

administrativa a que quedan sujetos, regulándose, en relación con sus

derechos y deberes, por el propio estatuto convencional celebrado con la

Administración, contratación a honorarios que posee características propias y

excepcionales que deben interpretarse estrictamente, debiendo los interesados

ser considerados como agentes públicos en la medida que desarrollan labores

técnicas directamente relacionadas con la infraestructura pública que atiende la

aludida Secretaría de Estado. (N° 39.013 de 3 de agosto de 2004, N° 4.463 de

30 de enero de 2002).

Cuadragésimo noveno: Que la opinión expresada en la sentencia

impugnada para dirimir el cuestionamiento producido si un agente público está

incluido en la expresión empleado público, para los fines de los artículos 260 y

239 del Código Penal, en la que el dictamen impugnado se inclina por la

inclusión del concepto debatido, tiene también su antecedente jurídico en lo

resuelto sobre el mismo tema por esta Corte Suprema, que conociendo la

misma discusión doctrinaria zanjó la cuestión en la opinión inclusiva, lo que

ocurrió a través de la sentencia de 19 de mayo de 2008, en los autos rol N°

2.321-07 de este tribunal, precisamente en un cuaderno separado de esta

mismo proceso, cuyo rol del tribunal de primera instancia es el N° 15.260-L-IV

85

del antiguo 17° Juzgado del Crimen de Santiago. En dicha sentencia se analiza

la defensa de los imputados que a la fecha de los ilícitos, en los que

participaron como autores, afirmando que eran agentes públicos remunerados

a base de honorarios y por lo tanto, no concurría la condición objetiva de

punibilidad respecto de un delito que solo podía cometerse por un empleado

público. Esta Corte, luego de analizar el sentido literal del artículo 260 llega a la

conclusión, fuera de dudas, que esta norma es aplicable a dicho caso, habida

consideración que el delito de fraude que se imputa a los acusados de esa

causa, en su respectiva condición de funcionarios del Estado se encuentra

tipificado en el artículo 239 del Código Penal del que se trata en el párrafo 6°

del Título V de su Libro II. Agregando en seguida, que esos hechores para el

caso ejercieron una función pública en un cargo servido en un organismo

creado por el Estado o dependiente de él, sea o no de elección popular. En los

considerandos 45 a 49, la sentencia de esta Corte amplía con más

consideraciones la doctrina que sustenta en la que otorga razón suficiente a la

resolución impugnada por el recurso en este proceso, en cuanto establece la

concurrencia del requisito previsto en el artículo 239 aludido, al decidir que el

autor en las acciones que lo incriminan actuó en calidad de empleado público

por cumplir precisamente una función pública para un órgano del Estado.

En estas condiciones el recurso de casación en el fondo del aludido

procesado Hinojosa ha de ser desestimado, incluyendo además el rechazo de

la infracción a los artículos 7° de la Constitución Política y 4 del Código

Orgánico de Tribunales, puesto que es evidente que la jurisdicción con

respecto a la investigación y sanción de estos hechos ilícitos y la participación

de Hinojosa se hallaba con competencia suficiente para enjuiciarlo sin que por

ello hubiere traspasado la barrera de la competencia que dichas normas le

entregan a otros organismos del Estado;

IV.- Recurso de casación de Ramón Silva Améstica.

Quincuagésimo: Que como se señaló en el considerando 13° de este

fallo, el encausado Silva basó su recurso de casación en el fondo en las

causales de los Nros. 3 y 7 del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal,

sosteniendo que habiendo trabajado para el MOP en calidad de asesor, que no

implicaba una titularidad de empleado público, en el desempeño de sus

funciones obró sin otra intención que la de cumplir sus tareas sin potestad ni

capacidad de tomar decisiones en algún acto que pudiera significar una

intervención en razón de su cargo para defraudar o consentir que se defraude

al Fisco, de modo que su participación en los actos que se le reprochan lo fue

con ausencia de dolo y de obtención de algún provecho con respecto de las

86

operaciones que le fueron objetadas. Indica que en la especie se han

quebrantado, como leyes reguladoras de la prueba los artículos 456 bis y 488

del Código de Procedimiento Penal y, en cuanto a la causal de fondo, denuncia

la vulneración de los artículos 14, 15 y 239 del Código Penal, reclamando su

falta de autoría en los hechos investigados los que el fallo cuestionado reputa

dolosos en cuanto a su participación. Respecto de la última norma citada,

sostiene su quebrantamiento, porque el recurrente no reúne las características

de empleado ni de agente público, ya que se trata de un particular que

desarrolló su labor como un simple asesor del MOP a fin de emitir opinión

técnica sobre los proyectos de la Dirección General de Concesiones con

relación a las empresas Aristo y Exe en combinación con la Facultad de

Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile, insistiendo

que el tipo penal requiere la presencia de un empleado público que opera e

interviene por razón de su cargo, lo que al recurrente no lo involucra;

Quincuagésimo primero: Que con relación a la infracción de leyes

reguladoras de la prueba, el recurso de Silva Améstica sostiene el

quebrantamiento de los artículos 456 bis y 488 del Código de Procedimiento

Penal. Por la primera norma se afirma, luego de transcribir el precepto, que la

sentencia recurrida en los motivos 22 a 29, sin señalar medio legal de prueba

alguno como no sean las declaraciones del inculpado, construye la convicción

para condenarlo desconociendo la presunción de inocencia, ya que es esencial

que lo haga a través de las evidencias presentadas al juicio, aseverando que

no siendo empleado público sino un simple empleado a honorarios sin potestad

alguna le agrega el fallo una comunicabilidad imposible. En cuanto al

quebrantamiento de lo dispuesto en el artículo 488 del código aludido, enfatiza

que si bien la sentencia no funda explícitamente su condena en este precepto,

ella aparece claramente violada por el modo como el fallo construye su

conclusión, dando por probado que el imputado tenía facultades para abultar

contratos, que conocía de la inexistencia de los trabajos de Gate S.A. a la

fecha de que se trata y todo ello a partir de los indicios que señala, los cuales

no resultan ni múltiples, ni graves, ni menos precisos y ninguno de los cuales,

por lo demás, conduce ni lógica ni naturalmente a dicha conclusión, de manera

que existen dudas razonables para condenarlo, resultando arbitraria la

conclusión sancionatoria impuesta;

Quincuagésimo segundo: Que en verdad la sentencia de segunda

instancia no razona, respecto de Silva, para determinar su responsabilidad en

el delito de fraude sobre la base de la comunicabilidad, al contrario, se afirma

en las consideraciones del fallo de primer grado que este enjuiciado responde

87

como autor por haber actuado dolosamente en los hechos investigados en su

calidad de empleado público, por cuanto se trata de una persona contratada

por el MOP para cumplir funciones públicas, respecto de los cuales incurrió en

ilegalidad al participar en la celebración de contratos que resultaron irregulares

y que obligaron al Fisco a pagar sumas de dinero que legalmente no

correspondía, de manera que toda alegación del recurso acerca de una

supuesta comunicabilidad que no corresponde ni se estableció, con respecto a

dicho acusado es inconducente. Ahora entrando al quebrantamiento del

artículo 456 bis aludido, será necesario repetir que esta norma no es decisoria

en esta cuestión, como lo ha declarado este tribunal en innumerables

oportunidades argumentado que: “este precepto legal no señala una regla

reguladora de la prueba ni contiene una disposición de carácter decisorio litis,

sino que se limita a consignar una norma encaminada a dirigir el criterio o

conciencia del tribunal respecto al modo como debe adquirir la convicción de

que realmente se ha cometido un hecho delictuoso y de que ha cabido en él

participación al reo y, en tal virtud, sancionarlo con arreglo a la ley.”; o también:

esta disposición es una norma de carácter jurídico o doctrinal, que no tiene la

condición de decisoria litis y, por lo tanto, su posible infracción no puede ser

invocada para un recurso de casación en el fondo, pues si así fuese, ello

significaría rever la apreciación de la fuerza de convicción que los jueces con

sus facultades privativas atribuyen a las diversas probanzas que suministra el

proceso, lo que llevaría a desnaturalizar el recurso de casación en el fondo,

cuyo objeto y finalidad le impiden remover los hechos del pleito.” Repertorio de

Legislación y Jurisprudencia Chilenas- Código de Procedimiento Penal -Tomo

2° páginas124 y 125. De modo que el recurrente yerra al fundamentar el

recurso de nulidad sustancial en el quebrantamiento de esta norma, puesto que

los errores que podrían producirse con la aplicación de este precepto, pueden

ser de carácter formal, como por ejemplo la falta de consideraciones sobre el

análisis de toda la prueba producida en el juicio en orden al establecimientos

de los hechos para acreditar el delito o la participación criminal o bien, la

infracción de leyes reguladoras de la prueba, en cuanto el juez haya

equivocado su convicción sobre la base de un error en la valoración de las

evidencias en el logro de la certeza para condenar, puesto que en este caso la

libertad del juzgador queda restringida por la obligación que le impone la ley

para asentar el convencimiento sancionatorio en la demostración del hecho

punible y la responsabilidad del reo.

En este tópico el impugnante Silva denuncia únicamente la infracción al

artículo 488 del Código de Procedimiento Penal, que sí resulta reguladora de la

88

prueba, pero no con respecto de todos los requisitos establecidos por la ley ya

que también la jurisprudencia y la doctrina han entendido que hay infracción de

ley sólo en los casos de los Nros. 1 y 2 del precepto y en esta última condición,

solo en cuanto se exige multiplicidad, sin embargo el recurso plantea su tesis

de nulidad considerando todos los requisitos en su conjunto sin que se haya

limitado y explicado aquellos que si son decisorios de la litis, como se ha

indicado, pero además el vicio planteado no resulta esencial, puesto que

limitado el reproche a la manera como se determinó su responsabilidad, es lo

cierto que la sentencia de primera instancia la estableció no sobre la base de

presunciones sino que a través de la confesión judicial, como lo indica

claramente el considerando 70 de dicha resolución, ya que en dicho apartado

se estima que la declaración indagatoria de Silva reúnen todas las condiciones

establecidas en el artículo 481 del Código de Procedimiento Penal, en las que

en síntesis reconoció que como contraparte técnica y a instancias de Cortés

Castro solicitó a los consultores que abultarán el precio que debían consignar

en la oferta que presentarían para adjudicarse determinados trabajos,

declaración que mantuvo en los careos con Cortés Castro, Peirano Rodríguez

e Hinojosa Ramírez, llegando la sentenciadora de primer grado a demostrar la

configuración de una confesión judicial que unida a los elementos de

convicción a que se hace referencia en el motivo 2° y al mérito de lo que surge

del careo con Cortés e Hinojosa, los estima suficientes para tener por

acreditada la participación de autor que le cupo en el delito de fraude que se le

imputa. Como el recurso no denuncia ningún quebrantamiento a esta norma

procesal, habrá que concluir que no puede haber reparos en la declaración

antes indicada, de considerar al procesado Silva confeso en los hechos

demostrativos de su responsabilidad criminal;

Quincuagésimo tercero: Que respecto de la infracción a los artículos

14, 15 y 239 del Código Penal, que denuncia el mismo recurrente Silva, basada

en la causal tercera del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal, se

sostiene al efecto, que su conducta como funcionario del MOP en los hechos

que se le reprochan como constitutivos de fraude al Fisco no se subsumen,

tratándose de un asesor a honorarios, en su imputabilidad y que la sentencia

construye ilegalmente al admitir que extraños no funcionarios, de agregación

reciente al Ministerio como asesores, se integran a un complot que operaba

como sistema justificando una comunicabilidad imposible, ya que el recurrente

Silva no es empleado público, que es de la esencia del delito, que no interviene

ni opera por razón de su cargo, con competencia en el tema y un grado de

responsabilidad en la corrección de los procedimientos empleados y en las

89

decisiones. Agrega que el delito aludido se produce en relación a la posición

del funcionario por tratarse de un delito especial impropio. No idea ningún ardid

se sostiene, y no actuó con dolo directo, lo que termina en la infracción al

artículo 239 antes aludido;

Quincuagésimo cuarto: Que como se señaló con respecto de las

pretensiones impugnativas del acusado Silva Améstica, ya ha quedado

descartada la concurrencia de la causal N° 7 del artículo 546 del Código de

Procedimiento Penal, de modo que al no existir infracción a leyes reguladoras

de la prueba en que hubieren incurrido los jueces del fondo, esta Corte de

Casación debe analizar el motivo sustantivo de nulidad sobre la base de los

hechos establecidos en la sentencia recurrida, los que resultan inamovibles

para el recurso de casación intentado. Al respecto, la sentencia de primera

instancia no modificada por la que se recurre, ha establecido con relación al

imputado Silva Améstica, en el considerando 22°, todas las operaciones que se

estimaron irregulares y que constituyeron en definitiva el delito de fraude al

Fisco y que corresponden a los capítulos III y VI y que en esta sentencia se

transcribió íntegramente en el fundamento vigésimo sexto precedente y que se

refieren a las operaciones “Empresa Aristo Consultores” y “Consultora Exe

Ingeniería y Software Ltda”, que se resume en las siguientes maniobras. En el

primer caso, Aristo Consultores, se trataba de la necesidad de la Coordinación

General de Concesiones de la Dirección General de Obras Públicas de

profundizar el estudio de Índice de Calidad de Servicios (ICS) de Obras Viales

Concesionadas, para ello se celebró un convenio Ad-Referéndum en la que la

aludida Dirección y la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la

Universidad de Chile, que actuaría como consultora, debían trabajar una

consultoría denominada “Elaboración del Índice de Seguridad Vial y

Metodología para aplicación de premios, multas y auditorías de Seguridad Vial

en las Carreteras Concesionadas de Chile”, fijándose un precio de

$50.000.000. Luego de aprobados los términos de referencia y el convenio ad-

referéndum para la realización de la auditoría, pero bajo el subterfugio no

permitido de una sub contratación se celebró un convenio con la Empresa

Aristo encargándole la totalidad de la consultoría por un precio de $47.000.000.

Se afirma que el trabajo subcontratado a Aristo fue ejecutado por la empresa

Asociación Española de Carreteras, por lo que el Departamento de Economía

de la Universidad de Chile, cumpliendo instrucciones, pagó directamente a la

sociedad española la suma de $7.000.000, entregando el consultor con cargo

de los $40.000.000 varias boletas de servicios por un total de $15.000.000 que

fueron extendidas por Gate S.A. cumpliendo ésta instrucciones del inspector

90

fiscal o contraparte técnica y sin que el beneficiario hubiere prestado servicios o

intervenido en la elaboración de la consultoría causando un perjuicio al Estado

por $15.000.000.

En relación a la empresa consultora “Exe Ingeniería y Software Ltda.”, la

operación sigue el mismo irregular formato anterior, se encargó a la misma

Facultad de Economía una consultoría “Experiencia piloto para determinar

índice de calidad de servicio de carreteras concesionadas y aspectos legales y

de organización para su aplicación sistemática” por un valor de $43.000.000, se

aprobaron los términos de referencia y el convenio ad-referéndum para la

ejecución de dicha consultoría, volvió la Facultad aludida a sub contratar el

proyecto a EXE por $19.377.000 y se pagaron boletas de servicios por un total

de $11.520.000 a la empresa Gate S.A., por instrucciones del inspector fiscal o

contraparte técnica y sin que la beneficiaria hubiere prestado servicios o

intervenido en la elaboración de la consultoría, ocasionándose un perjuicio

fiscal de $11.520.000;

Quincuagésimo quinto: Que sobre estos episodios el imputado Silva

prestó declaración indagatoria y el considerando 34° del fallo de primer grado,

no modificado, deja constancia de sus atestados, reconociendo el recurrente

que ingresó al MOP en julio de 1997 a la Unidad de Estudios que dependía de

la Coordinación General de Concesiones y estaba contratado a honorarios que

pagaba el MOP y que sólo participó en estudios para generar recursos para el

financiamiento del sistema en dos casos, primero como miembro de la unidad

de estudios para determinar un indicador de calidad de servicios percibidos por

los usuarios de las carreteras concesionadas y que Cruz le indicó que hablara

con Cortés para financiar el proyecto, aprovechando el contrato con la Facultad

de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile,

elaborando al efecto los términos de referencia, conversando la posibilidad que

en la consultoría participaran Exe, Diagnos y la Facultad de Economía, ésta

aceptó y mandó dos presupuestos y se entregó a EXE como sub contratada,

habló con Cortés para su financiamiento ya que Concesiones necesitaba

dinero, por lo que Cortés le pidió que ampliara el presupuesto en $8.000.000, lo

que fue aceptado por la Facultad y Exe, para el pago llegaron facturas de Gate

S.A que giraron cheques diferenciales de contratos sobrevalorados, admite que

en esta operación fue contraparte técnica del contrato y que el inspector de

obras fue Hinojosa. Igual participación reconoce con respecto de la operación

Aristo, respecto de un estudio sobre seguridad vial que se hizo a través de la

facultad de economía ya aludida, agregándose un sobreprecio de $15.000.000,

todo lo cual se hizo a través de Gate S.A.. Como ya se indicó, esta declaración

91

determinó que el fallo de primera instancia lo estimara como confeso en los

hechos de fraude que se tipificaron en ambas operaciones, ya que no cabe

dudas que en su calidad de contraparte técnica, en representación del MOP,

solicitó a los consultores aludidos que abultaran el precio de la consultoría

contratada, como se indicó en el motivo 70 del dictamen de primera instancia,

se hicieron pagos que no correspondían y se provocó con ello un perjuicio

patrimonial en detrimento del Fisco de Chile;

Quincuagésimo sexto: Que la sentencia de primera instancia, tantas

veces referida, con respecto de los hechos que se indicaron en los motivos 22,

23 y 34, los califica en el considerando 25 como constitutivos del fraude al

Fisco, previsto y sancionado en el artículo 239 del Código Penal, y que

complementa mayormente en la configuración de este ilícito, relatando todas

las maniobras dolosas que hubo de incurrirse para defraudar al Estado por una

suma total $799.142.217, como se extractó casi en su integridad en el

fundamento 26 de esta sentencia, que no necesita hacerse presente ahora

para desvirtuar las alegaciones dadas en el mismo sentido por el acusado Silva

Améstica. De lo expresado en estas fundamentaciones, más las que se

contienen con respecto a los hechos y participación que le cabe al indicado

Silva, serían suficientes para demostrar, al contrario de lo que se afirma, la

existencia del delito de fraude al Fisco, en la que dicho recurrente participó en a

lo menos en dos operaciones de manera directa contribuyendo en la ejecución

de las maniobras ilícitas el imputado, provocando un perjuicio fiscal por esta

actividad, reconocida por el mismo enjuiciado en la que contribuyó a la

operación para abultar precios de consultorías y que ese dinero se destinó a

pagos improcedentes en detrimento de las arcas fiscales, de modo que no

cabe dudas que a su respecto se encuentra más que justificada la participación

punible de Silva en los hechos ilícitos que se le atribuyen, de modo que los

jueces del fondo lejos de infringir las disposiciones de los artículos 14, 15 y 239

del Código Penal les han dado la debida aplicación frente a los hechos

constitutivos de delito y de participación criminal, que la sentencia dejó

claramente establecidos y que no pueden ser modificados por esta Corte, dada

la inexistencia de infracción de leyes reguladoras de la prueba.

Finalmente, en lo que se refiere a la calidad de empleado público que

rechaza el recurrente Silva, al contrario de lo que afirma, está demostrado que

cumplía una función pública en el MOP sobre la base de honorarios y en esa

calidad intervino en la ejecución de los contratos de asesoría a virtud de los

cuales se defraudó al Estado, para ello se estará en todo lo referente a este

92

acápite, a lo razonado en los considerandos 48 y 49 de esta sentencia, que se

reproducen por la situación similar establecida con respecto de Silva Améstica.

Que de todo lo dicho, corresponde desestimar el recurso de casación en

fondo deducido por el indicado encartado;

V.- Recurso de casación de Nasir Sapag Chain.-

Quincuagésimo séptimo: Que según se relata en el motivo duodécimo

de esta sentencia, la defensa de Sapag sostiene el recurso de casación en el

fondo en las causales contenidas en los Nros. 3 y 7 del artículo 546 del Código

de Procedimiento Penal, enfrentando con ello la sentencia impugnada que

confirmó sin modificaciones, en lo que se refiere al suceso por el cual fue

acusado, el fallo de primera instancia. En síntesis, refiere que la conducta que

se le reprocha dice relación con el capítulo X del considerando 22 de esta

última resolución vinculado a la empresa Consultora Diagnos, según los

hechos que en ese aspecto se indican en tal sentencia y que involucró una

consultoría sobre un estudio para ejecución de obras en el Zanjón de la

Aguada, encargado por la Dirección de Obras Hidráulicas y la Facultad de

Economía y Negocios y que ésta encomendó a Ciade que era dirigido por el

aludido Sapag y que en definitiva desarrolló la empresa Diagnos Ltda, quien

finalmente efectuó pagos con el dinero obtenido, por concepto de honorarios

adicionales y sobresueldos a diferentes personas. Este hecho, se indica, fue

calificado de ilícito y constitutivo de fraude al Fisco, conforme a lo que dispone

el artículo 239 del Código Penal, sin indicarse de qué manera podría haber

intervenido en dicha operación, engañando al Estado y coludido con terceros

para la comisión del delito para estimarlo responsable en mérito de los

antecedentes que se indican en los considerando 73 y 74 de la sentencia de

primera instancia, cometiendo clara infracción a leyes reguladoras de la

prueba, sobre la base de un indicio que emana de la declaración de un

inculpado en los hechos, Enrique Ponce de León, contraviniendo los artículos

459, 464, 485 y 488 del Código de Procedimiento Penal. Pero además ha

calificado el fallo recurrido, con error de derecho, como delito un hecho que la

ley no considera como tal;

Quincuagésimo octavo: Que para verificar la existencia de los errores

de derecho que se denuncian por la defensa del imputado Sapag, imperioso

resulta conocer lo que la sentencia estableció con respecto a los hechos que le

atribuyen a dicho enjuiciado y de la manera como se estableció su

responsabilidad penal en el delito que se le imputa.

Al respecto, el considerando 22 del fallo de primer grado, en lo que se

refiere al capítulo X, relacionado con la empresa consultora Diagnos Ltda,

93

estimó suficientemente acreditado, a virtud de los antecedentes probatorios

que se indican en el mismo dictamen, que la Dirección de Obras Hidráulicas del

Ministerio de Obras Públicas necesitaba contratar una consultoría en relación al

Proyecto Zanjón de la Aguada, de modo que a través de un convenio ad-

referéndum entre dicha dirección y la Facultad de Economía y Administración

de la Universidad de Chile, se encargó al consultor a través del CIADE, la

realización de los estudios técnicos y económicos especializados conducentes

a optimizar la gestión de financiamiento de las obras complementarias que

generaría la operación, conservación y mantención de los tramos ya

terminados, por un precio de $27.825.000, dejándose establecido que la

consultora no podía traspasar a terceros el contrato que se celebra. Luego se

aprobaron las Bases Administrativas y Términos de Referencia del estudio, la

oferta presentada por la Facultad de Economía y además el convenio ad

referéndum. Se añade que no obstante que a la aludida facultad no le era

permitido traspasar el contrato, igualmente celebró un convenio con la empresa

Diagnos Ltda por un precio de $26.155.500 encargándole la labor denominada

“Análisis y evaluación de alternativas de financiamiento para obras

complementarias del Proyecto Zanjón de la Aguada”. Se indica en dicho

motivo, que efectuado el informe respectivo y pagado por el MOP el precio de

la referida consultoría a la facultad antes indicada, ésta procedió a su vez a

traspasar la correspondiente suma de dinero a la consultora Diagnos, la que

por su parte procedió a efectuar pagos por concepto de honorarios adicionales

o sobresueldos a distintas personas por una cifra total de $21.300.000, las que

extendieron boletas de honorarios a Diagnos. Estos pagos fueron considerados

gastos en la contabilidad de la indicada consultora, pero representó una suma

de dinero que el Fisco de Chile no estaba obligado a solucionar. A su vez el

considerando 24 de la misma sentencia, añade a lo anterior, que las sumas

obtenidas en esta maniobra se destinaron a pagos no regulares, porque los

supuestos encargos o contrataciones que dieron origen a dichos desembolsos,

que se efectuaron a particulares o a empleados públicos, no cumplieron las

normas legales que se señalaron en los motivos 10, 11, 17 y 18, lo que

conduce a la conclusión que no hubo una manifestación de voluntad de la

Administración en orden a que era necesaria la celebración de convenios que

involucraban la prestación de servicios personales del contratante y que no se

verificó el cumplimiento de toda la regularidad administrativa destinada a velar

para que el encargo se efectuara a cabalidad y en tiempo, y que los honorarios

pagados eran acordes al cometido y a las normas establecidas al efecto,

94

además que no se respetaron las disposiciones sobre pagos de viáticos y

horas extraordinarias de la manera que se exige por el Estatuto Administrativo;

Quincuagésimo noveno: Que los hechos antes establecidos,

vinculados a la actuación que se le reprocha al procesado Sapag, el tribunal de

primera instancia en el considerando 25, los califica como constitutivos del

delito de fraude al Fisco, que significó un perjuicio patrimonial total de

$799.142.417, (en particular por este episodio de $21.300.000), previsto y

sancionado en el artículo 239 del Código Penal y que se describe de manera

más pormenorizada en el fundamento 26 de esta sentencia. A su vez la

sentencia de segunda instancia complementando la configuración de las

maniobras fraudulentas, en el considerado primero, estima comprobado en el

proceso que personas que se desempeñaban como funcionarios públicos, a

sabiendas, idearon un procedimiento para hacer pagos que el Fisco no estaba

obligado a realizar, abultando y sobrevalorando precios de contratos para

pagar honorarios que no correspondían. Añade además ese fallo de segundo

grado, en el fundamento 5° que el mecanismo de pagar honorarios y servicios

a través de empresas consultoras, habría constituido simplemente un medio

necesario para implementar el sistema y así burlar la rigidez de las

asignaciones presupuestarias que no cubrían las aspiraciones que pretendía la

Coordinadora General de Concesiones, dependiente del MOP, aspecto que era

conocido por todos los acusados y bajo esta fórmula el erario fiscal contribuyó

a solventar remuneraciones y otras necesidades funcionarias e institucionales

que excedían el marco legal, provocando un menoscabo al Tesoro Público,

porque de haberse pretendido legítimamente esos fondos, ello no habría sido

posible, dado el estricto marco presupuestario y la clara definición

remuneratoria que rige para los funcionarios públicos y las instituciones

estatales;

Sexagésimo: Que no obstante que en un caso similar, pareciere más

procedente examinar la veracidad de infracciones a las leyes reguladoras de la

prueba para definir previamente si los hechos establecidos por la sentencia

impugnada se corresponden con el legítimo examen de leyes probatorias de

orden imperativo, para luego entrar al análisis de si tales hechos en verdad

coinciden con los elementos del tipo penal a que se refiere el artículo 239 del

Código Penal, esa situación en el caso del recurso de Sapag no se seguirá y se

entrará a determinar primeramente si es efectivo que se le ha condenado por

un hecho que es lícito, como lo previene el N ° 3 del artículo 546 del Código de

Procedimiento Penal, ello porque en verdad el recurrente aludido no plantea la

nulidad sobre la base de la inexistencia del hecho punible respecto del cual fue

95

acusado, sino que en él no ha tenido participación de haber actuado

maliciosamente para defraudar al fisco, sosteniendo que en la sentencia ni

siquiera se le menciona ni mucho menos la forma en que, teóricamente, habría

engañado al erario nacional o se habría coludido con terceros para hacerlo.

Agrega más adelante que no hay relato en el fallo censurado sobre lo que el

encausado habría hecho o sobre la conducta que habría desplegado, se dice

que se coludió pero no se indica con quién lo hizo, de modo que a su respecto

no se contienen los dos verbos rectores de la norma punitiva de defraudar o

haber consentido que otros defrauden. De esta manera de argumentar, se

desprende que en el fondo no hay un cuestionamiento con la declaración de los

jueces de la instancia en cuanto a que en el episodio del caso Diagnos, se

supuso la existencia de un contrato de consultoría con un valor superior al real,

que fue pagado y dicho remanente se utilizó para hacer pagos de

remuneraciones que no correspondían, privando al Estado de recursos que de

manera ilegal le fueron apropiados y en las que el imputado era una pieza

fundamental, por ser el encargado de una de las instituciones que aceptó

participar en dicha maniobra ilícita, de modo que con respecto al hecho

incriminado no cabe ninguna duda que se enmarca en la situación del artículo

239 indicado y por lo tanto, se ha sancionado a personas por hechos que para

la ley penal son punibles. En verdad lo que plantea el recurso con esta causal,

es alegar por parte de la defensa de Sapag que éste no ha participado en la

comisión de ese delito, de manera que el reproche mira a ese aspecto penal,

que no se soluciona con la infracción de la causal del N° 3 del artículo 546

citado, de forma que desde este punto de vista no ha existido la infracción al

artículo 239 citado, por lo que el recurso por esta causal y por dicha infracción

de ley penal no puede ser acogido;

Sexagésimo primero: Que el recurrente Sapag invoca, como otra

causal de nulidad sustancial, la infracción de normas reguladoras de la prueba,

prevista en el N° 7 del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal. Indica

como quebrantadas las disposiciones de los artículos 457, 464, 485 y 488 del

mismo cuerpo de leyes, basado en que se ha otorgado un valor mayor al

testimonio de una persona, resultando que el dicho de Enrique Ponce de León

es el único elemento de prueba que sirve a la sentencia para demostrar su

responsabilidad en el hecho punible que le imputa, como se demuestra del

tenor del considerando 73 de la sentencia de primera instancia, ya que el

segundo elemento utilizado para acreditar su participación sería la intervención

que le correspondía en la empresa que dirigía CIADE, sería solo una

especulación equivocada, lo que importa la infracción al artículo 464 del Código

96

de Procedimiento Penal, ya que le otorgaría, según lo señala el artículo 459 del

mismo código, el carácter a dicho testimonio de presunción, lo que deriva en la

vulneración de las normas de los artículos 485, que define la presunción y el

artículo 488 del mismo texto procesal, que contiene los requisitos de los

indicios para atribuirles valor probatorio, ya que no se demuestra la

multiplicidad, gravedad, precisión y que sean directos para configurar la

participación del inculpado Sapag, además de no considerar otros

antecedentes probatorios que demuestran que Sapag no tenía conocimiento de

la maniobra de traspasar dineros de Diagnos para el pago de honorarios a

empleados del MOP, ignorando además que el contrato de consultoría suscrito

entre el MOP y la Facultad de Economía no podía subcontratarse o delegarse

en otra empresa como la que dirigía;

Sexagésimo segundo: Que la sentencia de primera instancia, en lo que

respecta al recurrente Sapag, resume en el motivo 37 su declaración

indagatoria en la que reconoce que el CIADE era un organismo creado por la

Facultad de Economía de la Universidad de Chile, pero luego pasó a depender

de la Casa Central para uso de toda la universidad. Sostiene que dicho Centro

no tenía personalidad jurídica, ni RUT, tampoco cuenta corriente usando los

correspondientes a la Universidad y cuenta corriente de la Facultad. Afirma que

lideraba la negociación de todos los proyectos, pero a veces lo delegaba en los

jefes de proyecto cuando eran inferior a $30.000.000, con excepción de los que

eran de su especialidad, pero él determinaba si correspondía hacerlo.

Manifiesta que desde 1992 empezaron los contratos con el MOP y luego fueron

requeridos constantemente, pasando los servicios a ser permanentes, tanto

que se habilitó una oficina en el mismo MOP a cargo de Enrique Ponce de

León y así fue que éste le señaló lo importante que era el proyecto Zanjón de la

Aguada y le propuso subcontratar el trabajo a Diagnos Ltda, quien lo haría por

$26.000.000 y accedió a esta operación ya que le dejaba a la Universidad una

utilidad del 6%, que fue lo único que le informó Ponce de León quien se

desempeñó como jefe técnico de la consultoría y aprobó el informe final.

Refiere que se sorprendió con el hecho de que la Facultad de Economía no

podía traspasar a terceros el contrato, porque no tenía idea de esta prohibición,

reconociendo que efectuó un análisis muy superficial de los documentos, bases

administrativas y términos de referencia. En el considerando 73 de la misma

sentencia se declara que no obstante que Sapag niega su participación en el

fraude que se le imputa, los reproches claros, precisos y categóricos de

Enrique Ponce de León en orden a que Sapag estaba en conocimiento que con

el dinero de la consultoría, relacionado con el proyecto Zanjón de la Aguada,

97

que efectuaría Diagnos Ltda., se iban a pagar honorarios adicionales a

personal directivo del MOP, información que aquél se la dio en la primera

conversación sobre el tema. Imputa además, según dicho fallo, la labor de

dirección que Sapag cumplía en CIADE y el trabajo que desarrollaba para que

el MOP adjudicara contratos al centro que dirigía, lo que implicaba analizar los

antecedentes del proyecto para la elaboración de las ofertas técnicas y

económicas, preocupándose de estas últimas, en la determinación overhead o

utilidad a que tenía derecho la Universidad de Chile. Sobre la base de lo

anterior, el considerando 74 de la misma resolución determina que los

antecedentes reseñados en el motivo anterior constituyen presunciones serias,

graves, múltiples, precisas, directas, concordantes y basadas en hechos reales

y probados, que unido a los demás antecedentes de convicción referidos en la

sentencia, permiten tener por acreditado que a Sapag le correspondió

participación de autor en el delito de Fraude al Fisco que prescribe el artículo

239 del Código Penal;

Sexagésimo tercero: Que como se indicó, la causal de nulidad del

recurso de Sapag, basada en la infracción de leyes reguladoras de la prueba,

considera el quebrantamiento de los artículos 459, 464, 485 y 488 del Código

de Procedimiento Penal, vinculadas las dos primeras con la prueba testimonial

y las otras dos con la de presunciones judiciales, aun cuando también

relacionadas con la declaración del testigo Enrique Ponce de León. En

resumen, como se señaló precedentemente, el recurso atribuye con error de

derecho la aceptación de la sentencia recurrida de ese testimonio como

incriminatorio, sin serlo y porque otro indicio, la calidad de director del CIADE,

no logran conformar otra presunción en contra del indicado imputado Sapag.

Sin embargo, radicado el tema del error de derecho en las indicadas normas,

es del caso precisar que ni el artículo 459 ni el 464 del código de enjuiciamiento

citado, son reguladoras de la prueba. En efecto, el precepto del artículo 459

aludido estatuye el valor probatorio de dos o más testigos que, siendo hábiles,

contestes en el hecho, lugar y tiempo en que acaeció, y no contradicha por otro

u otros igualmente hábiles, podrá ser estimada por los tribunales como

demostración suficiente de que ha existido el hecho; de este modo, este

precepto no opera en la presente cuestión ya que es un hecho pacífico que la

sentencia reclamada basó la imputación en la declaración de un testigo cuyo

valor probatorio se decide en el artículo 464 de la misma codificación que

faculta al tribunal para apreciar la fuerza probatoria de las declaraciones de

testigos que no reúnan los requisitos exigidos por el artículo 459, permitiéndole

aceptar que esas declaraciones pueden constituir presunciones judiciales. De

98

lo acotado por la ley, resalta de inmediato que esa apreciación valorativa solo

constituye una facultad que los jueces del fondo pueden hacer valer dentro de

sus atribuciones privativas, apreciación que por ser de carácter discrecional,

para que en dicha ponderación pueda intervenir esta Corte de Casación para

decidir lo contrario a lo que se afirma por aquellos sentenciadores, no cabe a

este tribunal innovar en la apreciación probatoria antes indicada;

Sexagésimo cuarto: Que con respecto de la infracción a los artículos

485 y 488 del Código de Procedimiento Penal denunciados por el recurso de

Sapag, es del caso que la primera norma contiene un concepto de presunción

judicial en su aplicación al proceso penal, que como ha dicho este tribunal, en

casos similares, no es reguladora de la prueba, porque solo tiene un carácter

definitorio referida a principios generales de orden procesal y no constituye una

norma que regula de manera imperativa la prueba. En cambio el precepto del

artículo 488 citado, sólo es reguladora y con efectos obligatorios, en cuando se

refiere a los requisitos de multiplicidad y que los indicios se funden en hechos

reales y probados, o sea, aquellos requisitos previstos en los números 1 y 2 del

citado precepto, y en este último casos cuando se exige la multiplicidad. El

recurso basa el reproche en que la sentencia al determinar la participación

penal de Sapag a base de presunciones judiciales se equivocó en todas las

exigencias que se indican en la norma en análisis, con lo cual ya el libelo

carece de la precisión necesaria para su acogimiento, además que se impugna

que la sentencia no tomó en consideración pruebas que harían un contraste

con los indicios condenatorios, materia que correspondería discutirla a través

de un recurso de casación en la forma que no ha sido propuesto. En resumen

solo cabe analizar si la prueba indiciaria en la que se basó la declaración de

culpabilidad de Sapag cumplía con los objetivos obligatorios de toda

presunción, en cuanto a que sean múltiples y que se funden en hechos reales y

probados y la verdad es que la resolución impugnada basó su criterio

condenatorio en dos presunciones, la declaración de un testigo, que como dice

el fallo reclamado, es claro, preciso y categórico en atribuirle a Sapag una

participación directa en el fraude investigado y el segundo indicio, se basa

precisamente en que éste dirigía todas las operaciones de consultoría

relacionadas entre el MOP, la Facultad de Economía y la delegación indebida

que ésta efectuó con la empresa Diagnos Ltda., para la obtención de un trabajo

que devino en el aprovechamiento de terceros de dineros del Fisco, en la que

Sapag reconoció tal trabajo, aduciendo que no sabía el destino de los fondos

obtenidos y que solo fue poco cuidadoso en no examinar con más detalle los

documentos que le permitieron decidir dicha consultoría. De este modo, se dan

99

las condiciones objetivas que exige la ley para la aceptación como prueba de

las presunciones, de ser múltiples y estar fundadas en hechos reales y

probados y no en otras presunciones. Cabe agregar que los aspectos de

gravedad, precisión, de ser directas y concordantes tales indicios constituyen

requisitos que los aprecian privativamente los jueces del fondo y no son

revisables por la vía del recurso de casación en el fondo, de manera que el

arbitrio deducido en favor de Nassir Sapag Chaín debe ser desestimado;

VI.- Recurso de casación en el fondo de Héctor Quiroz Astorga.

Sexagésimo quinto: Que como se dejó consignado en el motivo 19 de

esta sentencia, la defensa de Héctor Quiroz Astorga basa su recurso de

nulidad sustancial en los números 1 y 3 del artículo 546 del Código de

Procedimiento Penal. Por la primera causal solo plantea la invalidación de lo

resuelto en la infracción del artículo 1° del Código Penal, reprobando lo que el

considerando 7 ° de la sentencia recurrida fundamentó para desestimar la tesis

del error de prohibición, que según el recurso constituiría una eximente de

responsabilidad criminal, en las que no se analiza en profundidad la falta de

voluntariedad que le asiste a dicho imputado, ya que por su calificación

profesional no estaba en condiciones de entender los actos que derivaron en el

fraude investigado, puesto que solo cumplió instrucciones de la asesora letrada

experta en concesiones, que le permitía al recurrente deducir que estaba

actuando conforme a derecho. Por la segunda causal, invoca la infracción al

artículo 239 del Código Penal, porque en su opinión el principio de tipicidad no

obliga a cumplir estrictamente con las hipótesis del tipo, evitando la aplicación

analógica de la norma, de modo que de no cumplirse todos los extremos del

tipo penal no existe el fraude, asegurando que el Fisco fue perjudicado, pero no

resultó agraviado puesto que los recursos obtenidos los destinó a solventar

remuneraciones y otras necesidades funcionarias e institucionales, por lo que

se trata de faltas administrativas incorrectas pero no punibles, considerando

también en este aspecto defensivo el error de prohibición;

Sexagésimo sexto: Que como se observa el recurso del encausado

Héctor Quiroz sostiene la nulidad de la sentencia en cuanto ésta no había

considerado el error de prohibición, negando su reclamo de haber actuado con

desconocimiento de ciertas reglas que inducirían a una ilicitud penal,

considerando a su respecto la concurrencia de una causal de justificación que

permitiría su inclusión en la causal primera del artículo 546 citado, pero luego,

sobre la base del mismo error de prohibición, se habría incurrido en infracción

al artículo 239 del Código Penal, porque no contendría su actuación el factor de

tipicidad, lo que daría lugar al motivo de nulidad previsto en el número tercero

100

del mismo artículo 546 del código procesal antes indicado. Sin embargo la

primera causal de invalidación establece, como premisa para su concurrencia,

la circunstancia que el recurrente acepta que la sentencia impugnada califique

el delito con arreglo a la ley, sosteniendo el error de derecho en la imposición

de una pena más o menos grave que la designada en la ley provocada en la

determinación de la participación que ha cabido al condenado en el delito, ya al

calificar los hechos que constituyen circunstancias, agravantes, atenuantes o

eximentes de su responsabilidad, ya por fin, al fijar la naturaleza y el grado de

la pena. A su vez, la segunda causal presupone que la sentencia recurrida

califique como delito un hecho que la ley penal no considera como tal. En estas

circunstancias, peticionando de absolución el recurrente en su libelo, es

evidente que la concurrencia de ambas causales resultan incompatibles, ya

que por una se acepta una calificación del delito con arreglo a la ley y por la

otra se pretende que se anule la sentencia porque ha calificado un hecho como

delito sin ser tal, de modo que tienen dichos motivos objetivos distintos de

invalidación que hacen imposible su convivencia jurídica e impide a este

tribunal tratar de manera adecuada el discurso del recurrente, ya que

planteadas las causales de manera conjunta no hay posibilidad de elegir

alternativas contrapuestas, en atención al carácter de derecho estricto que

presenta este recurso extraordinario de nulidad, lo cual sería suficiente para

rechazarlo por inadmisible;

Sexagésimo séptimo: Que, aparte de lo anterior, el mismo recurso no

aporta tampoco argumentos suficientes para su tesis del error de prohibición,

puesto que la sola circunstancia de alegar que no estaba en condiciones de

discernir si su conducta reprochada importaba un acto de voluntariedad, puesto

que frente a requerimientos técnicos de los que carecía y por la influencia de su

jefa directa que sí era experta en la materia, no estaba en condiciones de

entender que en las operaciones actuaba ilícitamente, cuestiones de hecho que

no demuestra, aparte de sus solas afirmaciones, ni tampoco fluye de manera

clara y precisa en la sentencia que se reclama. De toda manera, tampoco se

explica cómo su poco conocimiento alcanzaba el extremo de ser considerada

una causal de justificación que enervara la pretensión penal del Estado.

Tampoco se advierte en el recurso, de manera razonada y convincente la

manera cómo se habría infringido, en el supuesto de la causal 3° del artículo

546 del Código de Procedimiento Penal, el artículo 239 del Código Penal, salvo

advertir la inexistencia de tipicidad porque no habría perjuicio para el Fisco en

las operaciones por las cuales fue condenado, en circunstancias que dicho

perjuicio fue claramente consignado por los jueces de la instancia, de modo

101

que también en el aspecto de la fundamentación el recurso carece de

explicaciones precisas en orden a señalar en qué consisten los errores de

derecho que se denuncian, quebrantando claramente lo prescrito en el N ° 1

del artículo 772 del Código de Procedimiento Civil, aplicable a la materia penal

por la remisión que se hace en el artículo 535 del Código de Enjuiciamiento

Criminal;

Sexagésimo octavo: Que en todo caso, la sentencia de primera

instancia estableció claramente el conocimiento ilícito que tenía el recurrente

Quiroz en los hechos punibles que se le atribuyen. En efecto, en el

considerando 68 se analizan las numerosas declaraciones prestadas en la

causa por el aludido Quiroz que se extractan en el motivo 32, para luego en el

acápite 68, considera ese fallo, que esos dichos constituyen la confesión

judicial a que se refiere el artículo 481 del Código de Procedimiento Penal, al

reconocer que como inspector fiscal de contratos adjudicados por la Dirección

General de Obras Públicas a las empresas R&Q Consultores y a Abaco

Ingenieros Consultores Ltda., gestionó con las consultoras el traspaso de

recursos asignados en los valores pro forma a la unidad que Cortés Castro

(otro condenado) dirigía y que con éste y Rufián Lizana (también sentenciada),

tratándose del contrato adjudicado a Abaco Ingenieros Consultores

determinaron el porcentaje que de los estados de pago correspondiente a la

partida procesos administrativos, se iba a ocupar para solventar los gastos de

concesiones, porque Cortés Castro, a uno o dos meses de la fecha de su

celebración, les señaló que para pagarlos era menester que el contrato en la

partida de gastos generales, reflejara las necesidades del gasto del sistema

general de concesiones que en un momento ascendió a $250.000.000,

estimados a incurrir. Luego en los motivos 161 y 162 el mismo fallo se encargó

de desvirtuar las defensas de Quiroz, en especial aquella en la que se

escudaba en su falta de experiencia y de conocimiento de acciones ilícitas que

se realizaban con su concurso, declarando que respecto de la existencia del

ardid para la operación con R&Q, que lo niega y que además no tuvo

participación, la sentencia le indica que es inexplicable que la suma equivalente

a 2.800 UF, que debía utilizarse para la contratación durante trescientos días

del personal, se haya gastado entre el 21 de febrero al 10 de marzo de 2000, lo

que conduce que el contrato fue ideado de manera como fue redactado

precisamente para que el dinero de la fase B se pudiera utilizar de forma libre,

sin cortapisas y en fines ajenos al contrato. Se agrega que en cuanto a su

participación, si bien se reconoce que era inspector fiscal, a la fecha de la

licitación se desempeñaba como jefe titular del área indicada y como

102

subrogante de la Unidad Técnica de Expropiaciones y por tales calidades en

dicho organismo no resultaba lógico que ignorara o desconociera los términos

de la negociación. Se agrega en el considerando 162 de la misma resolución

que advirtió Quiroz que el procedimiento aludido era a lo menos irregular y por

lo tanto, no se le acepta que se haya limitado a cumplir instrucciones, lo que en

todo caso, no es efectivo.

En este entendido, resulta claro que no es cierta la participación

secundaria que se atribuye el acusado Quiroz Astorga y de la ignorancia

acerca de los aspectos técnicos y legales que involucraban las operaciones

fraudulentas en las que participó, de manera que la sentencia de segunda

instancia está en lo cierto, cuando en el considerando 7° descarta la tesis del

error de prohibición que alegó, por la razones de derecho que en ese motivo se

contienen, en particular en cuanto exige para la aceptación de dicha excepción

que debe tratarse de un desconocimiento invencible, esto es, cuando es

excusable en atención a las características y circunstancias concretas tanto del

sujeto como del hecho, sobre materias altamente complejas, que en el caso no

opera y porque no resulta atendible, ya que parece inverosímil aceptar que se

desconocía que se usaba un procedimiento diferente y no regular para sustraer

recursos del Estado cuyos propósitos no se transparentaban correctamente, ya

que eran conocidas las restricciones presupuestarias y legales y además, el

claro principio que gobierna el sector público, de solo poder hacer aquello que

la ley le permite. Agrega dicha sentencia que: “ resulta evidente y probado, que

se usó un procedimiento para burlar la debida asignación de recursos fiscales,

incrementando artificialmente los valores de contratos con el fin de cubrir con

ellos otras necesidades no previstas ni conocidas por quienes debían asignar

los fondos públicos y controlar su debida asignación.”

Sexagésimo noveno: Que de lo expuesto y conforme a los hechos

establecidos en los considerandos anteriores, resulta evidente que la alegación

de falta de voluntariedad y de carencia de tipicidad, en cuanto a las conductas

que se le imputan a Quiroz Astorga no son efectivas. Al contrario, los jueces del

fondo con gran claridad han demostrado su innegable participación dolosa en

los hechos que fueron materia de la acusación en su contra, de modo que los

jueces en esta parte, lejos de incurrir en error de derecho, le han dado a las

normas jurídicas atinentes al caso la debida aplicación, por lo que de todos

modos, el recurso del aludido procesado debe ser desestimado;

VII.- Los recursos de la acusada Dolores Rufián Lizana.

a) Recurso de casación en la forma.

103

Septuagésimo: Que como se relata en el motivo tercero de este fallo, el

recurso de nulidad formal de la imputada Rufián lo basa en dos aspectos

constituidos en dos causales de invalidación. En primer término, sobre la base

del N° 9 del artículo 541 del Código de Procedimiento Penal, se denuncia que

la sentencia recurrida no cumple con lo prescrito en el N° 4 del artículo 500 del

citado código en cuanto obliga a los jueces, en la dictación de la sentencia

definitiva contener: “Las consideraciones en cuya virtud se dan por probados o

por no probados los hechos atribuidos a los procesados; o los que éstos alegan

en su descargo, ya para negar su participación, ya para eximirse de

responsabilidad, ya para atenuar ésta”. Para justificar el defecto anotado el

recurso señala la falta de consideraciones incurridas por la sentencia de

primera instancia en los motivos 22, apartado XI, letra a) y 75, que refiere al

hecho punible, en la que se critica todo razonamiento respecto del acuerdo que

permitió el pago de honorarios y con respecto de la participación que se le

atribuye a la recurrente, señalando que contestando los cargos explicó que no

era verosímil la colusión que se le imputa, lo que se desestima en los

considerandos 245 y siguientes de ese mismo fallo. Hace presente que estas

alegaciones se hicieron valer en los alegatos de la segunda instancia, pero

igual se dieron por acreditados los hechos de la misma forma que los tuvo por

establecidos la sentencia de primera instancia, haciendo suyos los vicios que

afectaban a ésta última decisión.

Que como se observa de la exposición precedente, los defectos

anotados en esta parte del recurso de casación en la forma se cometieron en el

fallo de primer grado, ya que como lo anota el recurso, la sentencia de segunda

instancia solo se refirió a los acusados que fueron absueltos en el dictamen de

primera instancia, de manera que el arbitrio no ha sido preparado de la manera

que exige el artículo 769 del Código de Procedimiento Civil, aplicable en la

especie de que se trata por mandato del artículo 535 del Código de

Procedimiento Penal, puesto que con respecto de la primera decisión sólo se la

impugnó por la vía de la apelación, renunciando la recurrente a la casación en

forma, por lo que es evidente que no ejerció oportunamente y en todos grados

los recursos establecidos en la ley, de manera que el arbitrio en esta parte es

improcedente;

Septuagésimo primero: Que el segundo defecto formal que se plantea

en este recurso de casación en la forma tiene como argumento el error

supuesto que comete la sentencia de segunda instancia, al agravar la pena

impuesta por la juez de primer grado, agregando a la pena privativa de libertad,

sin fundamentos ni petición alguna, ya que no había apelación al respecto, una

104

multa a beneficio fiscal, ascendente al 25% del perjuicio causado e imponerle la

accesoria de inhabilitación especial perpetua para cargo u oficio público, lo que

le causa un manifiesto agravio puesto que teniendo una pena principal remitida,

no estaba expuesta a otra reclusión en el evento de no pagar una multa, para

ello sostiene que se incurre en las causales de los N° 10 y 9 del artículo 546

del Código de Procedimiento Penal, en relación la segunda, a los N° 5 y 6 del

artículo 500 del mismo estatuto procesal. Se basa en el primer motivo de

invalidación, que en la especie se ha utilizado el obsoleto método de los

artículos 527 y 528 del aludido código, prescindiendo del nuevo sistema

procesal penal que no admite la reformatio in peius, con lo cual estima se ha

producido la ultra petita, quebrantando al mismo tiempo lo previsto en el

artículo 19 N °3 de la Carta Fundamental. En segundo lugar, porque la

sentencia impugnada no ha expuesto los fundamentos fácticos o de derecho

para modificar la condena que se había dictado en primera instancia,

agraviando con ella a la recurrente Rufián;

Septuagésimo segundo: Que es efectivo que la sentencia recurrida al

conocer de los recursos de apelación interpuestos por los condenados y el

Fisco de Chile y de casación en la forma por parte del sentenciado Cruz

Lorenzen, modificó la parte resolutiva de la sentencia de primer grado,

imponiendo la pena de multa y la accesoria de inhabilitación especial perpetua

para cargo u oficio público a todos quienes resultaron condenados por el delito

de fraude al Fisco. Pero es del caso precisar, como lo señala el recurso y la

misma sentencia de segunda instancia, que el Fisco de Chile apeló también del

fallo de primer grado, y como en el recurso de apelación, en materia penal, no

es exigible contener fundamentos de hecho y de derecho y de peticiones

concretas, como lo es en el proceso civil, en atención a que el artículo 510 del

Código Procesal Penal solo exige que se entable la apelación verbalmente o

por escrito, de modo que aun cuando un apelante fundamente algunos

aspectos de su recurso, debe entenderse que en todo lo que el fallo puede

agraviarle resulta igualmente impugnado. De este modo, no es que opere la

institución de la reformatio in peius, proscrita en el nuevo proceso penal,

porque lo cierto es, que la vigencia del antiguo estatuto procesal se mantiene

en todas sus partes para este proceso, porque así lo autoriza la disposición

octava transitoria de la Constitución Política.

En el caso es una cuestión evidente que el artículo 239 del Código Penal

contiene, aparte de una pena principal, presidio menor en su grado medio a

máximo, de manera expresa las penas de inhabilitación especial perpetua para

el cargo u oficio y multa del diez al cincuenta por ciento del perjuicio causado,

105

de modo que habiéndose omitido en la primera instancia imponer estas últimas

sanciones, el tribunal revisor por la vía de la apelación y también por el trámite

de la consulta, artículo 533 N °3 del Código de Procedimiento Penal, estaba en

la obligación de corregir el error evidente en que había incurrido el fallo de

primer grado en cuanto a la determinación de la pena, de modo que la

sentencia recurrida no ha podido incurrir en el vicio de ultra petita sino que ha

actuado dentro de la esfera de la competencia que le permitía adecuar la pena

a lo que la ley indica. Tampoco es del caso reprochar una falta de

consideración al respecto, porque el defecto denunciado se habría producido

en la parte resolutiva y en ella, en los resuelvos b) y e), se explicita

expresamente que la sanción corresponde conforme a la norma del artículo

239 del Código Penal que determina el cumplimiento de lo indicado en el N ° 6

del artículo 500 del código antes aludido.

De este modo, no cabe sino rechazar el recurso de casación en la forma

interpuesto por la defensa de la acusada Dolores Rufián Lizana;

b) El recurso de casación en el fondo.

Septuagésimo tercero: Que el arbitrio aludido se sustenta en la causal

señalada en el N° 7 del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal,

denunciando la infracción de leyes reguladoras de la prueba, en particular el

artículo 488, además de los artículos 459, 472,473, 477,478 y 482 del mismo

código, afirmando que la sentencia condenatoria en contra de la recurrente

está basada en presunciones y no en hechos reales y probados (sic),

concretando sus afirmaciones en que el contrato aprobado mediante las

resoluciones N° 444 y 207 adjudicados a la empresa “Abaco”, los hechos que

se han tenido por acreditados para condenar, no son efectivos, de modo que

pretende con el recurso que se modifiquen y se determine finalmente su falta

de responsabilidad criminal respecto de los ilícitos que se le imputan y que son

materia de la acusación.

En cuanto a la infracción al artículo 488 del código procesal antes citado,

explica el recurso que el fallo estableció el fraude que ocasionó al Fisco una

pérdida total de $799.142.217 mediante la maquinación de abultar los precios

de consultorías, ideada sobre la base de una serie de contratos firmados por

trece auditorías, una de las cuales sería “Abaco Ingenieros Consultores”, en la

que son imputados en este hecho, además de la recurrente Rufián, los

funcionarios públicos Carlos Cruz, Sergio Cortés y Héctor Quiroz, todos

condenados respecto del primer contrato y el fraude, según la sentencia, se

consumó porque los consultores, para adjudicarse los trabajos de consultoría,

según el considerando 26 letra A, “presentaron cotizaciones en sobre cerrado

106

que caratularon “oferta económica” que no consideraba el costo real y efectivo

del trabajo encomendado, pues en ellas incluyeron sumas de dinero

adicionales, fijadas y dadas a conocer por funcionarios públicos o agentes

públicos en forma previa, lo que se tradujo en un abultamiento artificial del

costo de las consultorías”. La descripción del fraude respecto de contrato está

contenido en el considerando 22 apartado XI de la sentencia de primera

instancia y que se transcribió literalmente en el motivo 26 de esta sentencia,

que no cabe repetir, puesto que el reproche mira a la participación de la

recurrente y no a la existencia misma del delito aludido en el capítulo respectivo

y por ello es que el recurso refiere a este tema copiando los considerandos 75

y 76 del fallo de primer grado, en los que se indican los elementos de cargo

que abonarían la declaración de culpabilidad en la figura punible de fraude, y

que corresponden a los dichos claros, precisos y categóricos de Quiroz

Astorga, Cortés Castro y Rivas Velásquez. Agrega además la declaración de

Cruz Lorenzen y los testimonios de Hormazábal Sánchez, Espinoza Zapata e

Ibarra Coronado, para luego afirmar que estos elementos constituyen un

conjunto de presunciones, serios, graves, múltiples, precisos, directos,

concordantes y basadas en hechos reales y probados que unido a los demás

antecedentes de convicción referidos en el fundamento 2° de dicho dictamen,

permiten tener por acreditado que a la imputada Rufián le correspondió

participación de autora en el delito de fraude al Fisco de Chile previsto y

sancionado en el artículo 239 del Código Penal;

Septuagésimo cuarto: Que la sentencia de primera instancia en el

considerando 75, luego de señalar que la enjuiciada Dolores Rufián negó su

participación en los hechos investigados, estima que ésta se encuentra

justificada en atención a los elementos de cargo que en su contra se han

reunido en la causa, especificando las imputaciones claras, precisas y

categóricas de Quiroz Astorga, Cortés Castro y Rivas Velásquez. El primero

afirma categóricamente que la encausada aludida intervino en la negociación

de los contratos conversando con Araos o con el representante de la empresa,

y que la fijación del porcentaje de la partida gastos generales fue determinada

con ella y con Cortés Castro. El segundo señala que con Rufián Lizana y

Quiroz Astorga determinó el porcentaje que del estado de pago

correspondiente a la partida procesos administrativos, se ocuparía para

solventar los gastos de la unidad de concesiones, pues uno o dos meses antes

de la fecha de celebración de los convenios les manifestó que dichas partidas

debían reflejar las necesidades del sistema general de concesiones y, el último

afirmó, que aproximadamente en septiembre u octubre de 1999, Rufián Lizana

107

le manifestó que al contrato se le iba a incluir un monto de la etapa “procesos

administrativos”, con cargo al cual se iban a solicitar dineros para solventar el

gasto operacional de concesiones, y que el presupuesto oficial fue entregado

consignando ítems, cantidades, precios unitarios en unidad de fomento como

también la suma total. Se afirma que esas imputaciones las mantuvieron en las

diligencias de careo cuyas actas rolan a fs. 6.503, 6.632 y a fs. 6.657, y a las

que se hace mención en el motivo 59. Se sostiene en el mismo fallo que

también Cruz Lorenzen afirmó que a Rufián, entre otros, le solicitó que las

partidas pro forma de los contratos se administraran en forma centralizada por

la División de Operaciones de la Coordinación General de Concesiones, y que

solicitara recursos a empresas, afirmación que mantuvo en el careo de fs.

2.951. A lo anterior el mismo considerando agrega las declaraciones de

Hormazábal Sánchez, Espinoza Zapatel e Ibarra Coronado, que son enfáticos

en señalar que Rufián Lizana siguió ligada a la Unidad Técnica de

Expropiaciones de la Coordinación General de Concesiones hasta el mes de

marzo de 2000 y que siguieron afirmando en careos posteriores, referidos en el

considerando 59. Luego el mismo fallo, en el fundamento 76, concluye que los

antecedentes anteriores constituyen un conjunto de presunciones serias,

graves, múltiples, precisas, directas, concordantes y basadas en hechos reales

y probados que unidas a los demás antecedentes de convicción referido en el

fundamento signado con el N ° 2, permiten tener por acreditado que a Dolores

Rufián le correspondió participación de autora en el delito de fraude al Fisco de

Chile, previsto y sancionado en el artículo 239 del Código Penal;

Septuagésimo quinto: Que conforme a lo anterior y en atención a la

causal invocada, queda claro que el reproche para la nulidad sustancial está

basado solo en cuanto se determinó la responsabilidad criminal de la enjuiciada

Rufián que como autora le correspondió en el fraude al Fisco, invocándose

como quebrantadas solo disposiciones reguladoras de la prueba, con lo cual ha

de asumirse que no existe cuestionamiento que el delito imputado a dicha

recurrente se encuentra acreditado. Se alza como principal norma quebrantada

el artículo 488 del Código de Procedimiento Penal, porque el recurso denuncia

que las presunciones señaladas en la sentencia recurrida no cumplen los

requisitos indicados en la norma probatoria antes aludida, en particular los de

los númeross 1, 3 y 4, sosteniendo que las declaraciones de Quiroz emanan de

un testigo inhábil por ser una persona que está procesada y condenada en esta

misma causa, que reconociendo que puede ser serio su testimonio no es

preciso y por fin que no se basa en hechos reales y probados y que tampoco

puede ser estimada su declaración como confesión por oponerse a ello lo

108

dispuesto en el artículo 482 del mismo cuerpo de leyes; con respecto de Cortés

se le reprocha su calidad de testigo inhábil que ha confesado su participación

en los hechos de la causa, no resulta verosímil y no son contestes con la de

Rivas; respecto de éste último, se hace presente que lo tachó como testigo, lo

que fue desestimado en la sentencia, pero esa misma resolución tratándose de

otro imputado le restó credibilidad a su declaración y además no está

sustentada en otro hecho probado. En cuanto a Cruz se desacredita sus dichos

porque es inhábil por haber sido condenado en la misma causa y su acusación

en contra de la recurrente no tiene ningún tipo de precisión. En cuanto a los

dichos de Hormazábal, Espinoza e Ibarra se sostiene que lo único que vale de

esos dichos y que constituye un hecho probado es que la imputada Rufián

siguió ligada a la Unidad de Expropiaciones, lo que no ha negado pero que

estuvo en una oficina de un piso distinto a la Coordinación General de

Concesiones, lo que deja de ser una presunción directa que pueda conducir a

la conclusión de que haya participado en el delito;

Septuagésimo sexto: Que como se ha dicho en otros considerandos y

respecto de otros recursos, sobre la misma causal invocada, el artículo 488 del

Código de Procedimiento Penal que señala los requisitos que deben cumplirse

para dar valor probatorio a las presunciones, es reguladora de la prueba y por

lo tanto atacable a través del recurso de casación en el fondo, solo respecto de

los requisitos de los números 1 y 2 de dicha norma, o sea, cuando no se

funden en hechos reales y probados y no en otras presunciones, sean legales

o judiciales, y cuando no cumplan el factor de multiplicidad. El recurso invoca el

quebrantamiento de los números 1, 3 y 5 del citado precepto, con lo cual los

requisitos de precisión y concordancia de los dos últimos numerandos se alzan

como condiciones que las determinan los jueces del fondo libremente y esa

decisión escapa del control de esta Corte de Casación, de modo que en este

escenario solo debe confrontarse si las presunción impugnadas en el recurso

cumplen o no con el requisito en cuanto se funden en hechos reales y

probados, puesto que dicho libelo implícitamente admite la concurrencia de la

multiplicidad que exige el N °2 del precepto aludido y porque espontáneamente

se advierte que el fallo en análisis consideró un grupo numerosos de indicios

para determinar la culpabilidad de la procesada Rufián;

Septuagésimo séptimo: Que como se señala en el motivo

septuagésimo cuarto precedente, la sentencia recurrida basó su convicción de

condena respecto de la enjuiciada Rufián en el testimonio de siete personas en

las que la sindican como partícipe en las operaciones dolosas que derivaron en

el fraude en perjuicio del Fisco y la mencionan dentro del grupo de funcionarios

109

que conociendo los métodos ideados para abultar el precio de ciertos trabajos,

esa suma de dinero fue a parar indebidamente al bolsillo de varias personas

contratadas a honorarios. El hecho punible no fue cuestionado en este recurso,

sólo que alega la inocencia de la recurrente Rufián, sin embargo el fallo de

primer grado consideró que las declaraciones de estas personas eran

incriminatorias y tenían la fuerza suficiente para atribuirle responsabilidad penal

en calidad de autora de dicha imputada. El reproche a los testimonios que la

perjudican pasa principalmente, respecto de cuatro de ellos, por cuanto son

imputados y condenados en esta causa y por lo tanto, no pueden ser

considerados testigos hábiles y los otros, porque no son enfáticos en asegurar

una participación cierta y directa de la misma procesada, por eso que vincula el

error de derecho respecto del indicado artículo 488 con la norma del artículo

459 del Código de Procedimiento Penal. En ambas situaciones el recurso no

puede prosperar, primero por una razón de carácter general, en cuanto el

reproche se basa en la apreciación equivocada que extrae el tribunal de los

dichos de las personas que incriminan a la procesada Rufián más que

denunciar la inconcurrencia del requisito establecido en el N ° 1 del artículo 488

del aludido código y, en seguida, porque el fallo no ha trasgredido el requisito

de considerar los indicios antes indicados con prescindencia de que éstos no

se basan en hechos reales y probados, puestos que los testimonios antes

indicados consisten en declaraciones judiciales prestadas en la causa con

todas las formalidades prescritas en la ley y en las que se extraen imputaciones

en orden a la participación punible de la recurrente, lo que es suficiente para

satisfacer la exigencia que se rechaza en el recurso, puesto que objetivamente

siete testimonios es más que suficiente para satisfacer cualquiera preocupación

de la ley en orden a establecer los hechos que se prueban con dichas

declaraciones. En cuanto a la infracción del artículo 459 del citado código

procesal, es lo cierto que esta norma no es reguladora de la prueba porque se

refiere al valor probatorio de los testigos de los cuales los jueces tienen la

facultad de asignarle el mérito de plena prueba, de manera que dentro de esta

posibilidad discrecional no le cabe a este tribunal determinar si ese análisis fue

o no fue el correcto;

Septuagésimo octavo: Que en cuanto a la infracción de los artículos

472 y 473 del Código de Procedimiento Penal, estas normas no imponen a los

jueces del fondo una regla de carácter obligatorio, ya que la primera norma

indica precisamente que tratándose del dictamen de dos peritos perfectamente

acordes, que afirmen con seguridad la existencia de un hecho que han

observado o deducido con arreglo a los principios de la ciencia, arte o que esos

110

instrumentos han tenido para determinar la existencia de un hecho, claramente

le entrega una facultad valorativa a los jueces de fondo que resulta inatacable

por la vía de la casación en el fondo. El artículo 473 a su vez, que trata de un

peritaje que no cumpla los requisitos de la norma anterior, se le asigna el valor

de una presunción judicial, de modo que su valor probatorio sólo puede

discutirse precisamente con respecto de esta última norma. Pero en definitiva,

el reproche valorativo de dos pericias relativas a la consultoría que realizó

“Abaco” radica en que la sentencia impugnada no los consideró de ninguna

manera, lo cual constituye un vicio de carácter formal que no fue denunciado

en su tiempo a través del recurso de casación en la forma, de modo que nada

hay que analizar respecto de este reproche. En lo que se refiere al

quebrantamiento denunciado a los artículos 477 y 478 del código procesal

antes indicado, por haber el fallo otorgado a dos documentos un valor

probatorio que no tienen, porque se trataría de instrumentos privados en los

que no se puede otorgárseles un contenido verdadero a lo que en ellos se

expresa. Sin embargo el recurso no hace ninguna exposición en cuanto a la

relevancia probatoria de esos instrumentos para decidir la responsabilidad

criminal de la recurrente, con lo cual en esta parte el recurso resulta vago e

impreciso y no permite revelar el vicio que se invoca en contra del mismo

dictamen. Tampoco resulta atendible el quebrantamiento del artículo 482 del

código de enjuiciamiento citado, ya que este se hace consistir en no considerar

que por la declaración de los procesados Cruz, Cortés y Quiroz se les tuvo

confeso de la participación que se les atribuyó en hechos punibles investigados

en este proceso, sin considerar que esas personas calificaron sus confesiones,

al darle un carácter de legalidad a sus actuaciones ilícitas, pero se olvida el

recurso que esta posibilidad defensiva solo corresponde ejercerla a los que

declararon en la causa como procesados y no tiene por ello ninguna incidencia

en lo que corresponde para determinar la responsabilidad de la enjuiciada

Rufián, sin perjuicio que esa calificación en todo caso no es un hecho

demostrado en la causa en lo que se refiere a la participación de la recurrente

aludida.

Que de lo razonado precedentemente, al no existir los errores de

derecho denunciado por la recurrente Rufián, corresponde rechazar su

pretensión invalidatoria;

VIII.- Los recursos de casación de Héctor Peña Véliz.-

a) El recurso de casación en la forma.-

Septuagésimo noveno: Que como se expone en el considerando

séptimo precedente, Peña Véliz sustenta el recurso de casación en la forma en

111

la causal prevista en el N ° 9 del artículo 541 del Código de Procedimiento

Penal, denunciando que la sentencia recurrida no fue extendida en la forma

que dispone la ley, puesto que no contiene las consideraciones en cuya virtud

se dan por probados o no probados los hechos atribuidos a los procesados; o

los que éstos aleguen en sus descargos, ya para negar su participación, ya

para eximirse de responsabilidad, ya para atenuar ésta, ni tampoco contiene

las razones legales o doctrinales que sirven para calificar el delito y sus

circunstancias. Se reclama porque el fallo impugnado, al confirmar el de primer

grado, en cuanto a las accesorias, les impuso la de inhabilitación especial

perpetua para el cargo u oficio y, además, una multa a beneficio fiscal del 25%

del perjuicio causado con su actuar, pena que en su opinión corresponde a los

autores, en circunstancias que su responsabilidad declarada en la sentencia es

la de cómplice, sin embargo al aumentarse esas sanciones el fallo recurrido no

ha invocado ninguna razón de hecho ni menos jurídica para imponerle una

pena más grave que la que señala la ley para el delito investigado y al grado de

participación que le corresponde, ya que a los cómplices debe siempre

rebajársele la pena en un grado, lo que se hizo solo con la sanción principal y

con la atenuante demostrada debía aplicársele en su mínimum, lo que hace

que el fallo aludido carezca de los requisitos antes señalados para su validez;

Octogésimo: Que la sentencia de primera instancia, en su parte

resolutiva, en lo que respecta al acusado Héctor Peña Véliz, lo condena a sufrir

la pena de sesenta y un días de presidio menor en su grado mínimo,

suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena y al pago

de las costas de la causa como cómplice del delito de fraude al Fisco de Chile,

en calidad de continuado. Consideró ese dictamen en el fundamento 79 que el

recurrente se hallaba confeso en los términos del artículo 481 del Código de

Procedimiento Penal, lo que demuestra su participación de cómplice en el

delito aludido, en conformidad al artículo 16 del Código Penal, porque dicho

imputado cooperó en la ejecución del hecho punible por actos simultáneos de

la manera como se señaló en el motivo anterior de esa sentencia. En el

considerando 101, expresa el fallo citado que el delito que contempla el artículo

239 del referido código, se encuentra sancionado con presidio menor en su

grado medio a máximo, inhabilitación especial perpetua para el cargo u oficio

público y multa del diez al cincuenta por ciento del perjuicio causado. Hace

presente tal resolución, que en la determinación de la pena debe considerarse

lo prevenido en los artículos 68 y 69 del mismo cuerpo de leyes, haciendo

referencia al considerando anterior, que solo alude a la pena principal de

presidio, con respecto a atenuantes acogidas y finalmente en el basamento

112

234, se le reconoce al sentenciado Peña Véliz la atenuante del artículo 11 N° 6

del Código Penal, la que no considera como muy calificada;

Octogésimo primero: Que cabe recordar lo dicho con relación a

reproches de otros encausados, en cuanto a que por esta situación de nulidad

pero basada en la causal de ultra petita, se declaró que ese vicio no existió,

puesto que habiéndose apelado el fallo en que se contenía el defecto procesal,

dicha apelación incluía ese agravio del Fisco de Chile y porque además, el

tribunal estaba habilitado a través de la consulta, para corregir un error en la

aplicación de la pena, que no correspondía, en el caso de primera instancia, a

lo que expresamente señalaba el artículo 239 del Código Penal. En el recurso

de Peña Véliz, sobre la misma cuestión ha planteado su nulidad formal por

carecer la sentencia de primera instancia de consideraciones tanto de hecho

como jurídicas en cuanto a que en su condición de ser cómplice del delito y

favorecerle una atenuante no cabía modificar la decisión de primer grado en

cuanto no aplicó multa y consideró la accesoria prevista en el artículo 30 del

Código Penal, error que por supuesto no existe, desde luego porque en la

aplicación de la pena y no habiéndose demostrado que la sentencia fue

llamada a decidir expresamente sobre este tópico cabe concluir que el fallo de

segunda instancia procedió en la parte resolutiva, sin necesidades de mayores

reflexiones, a considerar la pena que la ley expresamente señala para el delito

por el cual fue condenado el acusado Peña Véliz, esto es, considerando la

imposición de una multa de un diez a un cincuenta por ciento de lo defraudado,

cualquiera fuere la situación del condenado en tanto su grado de participación y

la concurrencia de minorantes que le hayan sido acogidas. De este modo, no

cabía hacer mayores relatos sobre esta cuestión técnica y jurídica de aplicación

de sanciones y no es efectivo que la sentencia de primer grado al no castigar

con una multa por tal omisión habría que considerar que procedió a la rebaja

de ésta para no imponer ninguna, ya que los jueces pueden hacer dicho

recorrido pero dentro de los márgenes porcentuales que contempla la ley.

En definitiva, por el error denunciado, no han existido los vicios formales

que se han planteado en el recurso de casación en la forma deducido por Peña

Véliz y corresponde su rechazo;

b) El recurso de casación en el fondo.

Octogésimo segundo: Que como ya se señaló, el recurso del mismo

enjuiciado Peña, se sustenta en la causal del N ° 1 del artículo 546 del Código

de Procedimiento Penal, señalando el quebrantamiento de los artículos 1 inciso

3, 18, 51, 59, 61 N° 2, 67 incisos 1 y 2 y 239 del Código Penal. Sostiene, en

cuanto a la sanción aplicada, que el fallo censurado le impone una pena más

113

grave que la establecida en la ley. Se reconoce que fue sancionado como

cómplice por el delito de fraude al Fisco, por lo que se rebajó la pena privativa

de libertad en un grado, quedando su situación en el presidio menor en su

grado mínimo y como goza de una atenuante, corresponde fijar la pena en su

mínimum, según el artículo 67 inciso 2 del código punitivo. Sin embargo radica

el error de derecho en la circunstancia que no se hizo del mismo modo, como

lo resolvió el fallo de primer grado, con respecto de las penas de multa y de

inhabilitación especial perpetua. Como se trata de la misma cuestión que se

planteó como fundamento del recurso de casación en la forma precedente y

explicado en ese capítulo que la penalidad que fijó la sentenciadora de primer

grado en esas dos penas, fue claramente errónea, porque cabía aplicar al caso

lo que expresamente señala el artículo 239 del Código Penal, es evidente que

la sentencia impugnada al corregir ese defecto jurídico no solo no infringió las

normas penales que se aducen como quebrantadas sino que, por el contrario,

ajustó a la legalidad las sanciones que en definitiva se le aplicaron, ya que

cualquiera sea el grado de participación de Peña en el ilícito en que intervino y

aunque tuviera una atenuante, en el grado de las penas que correspondían a

su caso no cabía ninguna rebaja del mínimum prevista por la ley, de modo que

el recurso en estudio no puede prosperar y debe ser desestimado.

IX.- Recurso de casación de Oscar Araos Guzmán.

Octogésimo tercero: Que según se explica en el considerando décimo

precedente, el acusado Araos en el recurso de casación en el fondo deducido,

plantea errores de derecho, tanto en la parte que lo condena como autor del

delito de fraude al Fisco, como asimismo, en la parte civil que le impone el

pago de una determinada indemnización de perjuicios a favor del Estado de

Chile. En lo primero, el recurso se funda en las causales contempladas en los

N° 7 y 3 del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal, señalando como

infringidos, por la primera causal, los artículos 459, 464 y 481 del mismo cuerpo

legal, en relación con los artículos 456 bis de dicho código y 14, 15 y 239 del

Código Penal. Respecto de la segunda causal, no hay ningún desarrollo en

cuanto a su concurrencia, salvo indicar, al final de la exposición del primer

motivo de nulidad -infracción de leyes reguladoras de la prueba- que las

vulneraciones señaladas, también hacen aplicable la causal de casación en el

fondo del N° 3 del artículo 546 aludido, “por cuanto en virtud de la infracción al

N° 7, se ha calificado como delito un hecho que la ley penal no califica como

tal”. Del mismo modo, no hay ningún argumento jurídico en el recurso respecto

del quebrantamiento de los artículos 14 y 239 del Código Penal, señalados

como infringidos y respecto del artículo 15 del código punitivo solo se refiere a

114

su posible vulneración al indicar: “ Se ha infringido, también, el artículo 15 del

Código Penal, pues de no haber mediado el error de derecho no se habría

dado por acreditada la participación culpable del acusado Araos Guzmán

estatuida en la referida disposición sustantiva, como erradamente se

estableció.”

Desde luego, de lo anterior, necesario es precisar, que el discurso del

libelo aludido se radica en el reproche en contra de la sentencia recurrida solo

en relación a la participación que le habría cabido al acusado Araos en los

hechos que se le imputan, con lo cual, por la deficiencia del mismo recurso no

cabe discutir por medio de este arbitrio la existencia del hecho punible de

fraude al Fisco y por lo mismo, se descarta, prima facie, la concurrencia de la

causal de invalidación sustancial contenida en el N ° 3 del artículo 546 citado.

De igual manera, al no explicar el arbitrio la manera cómo se habrían

quebrantados los artículos 14, 15 y 239 del Código Penal, habrá que entender

que los jueces del fondo han aplicado, en el caso de Araos, correctamente

estas normas, puesto que no se ha dado cumplimiento a la exigencia contenida

en el N° 1 del artículo 772 del Código de Procedimiento Civil, aplicable al caso

por disposición del artículo 535 de estatuto procesal penal antes indicado, con

lo cual torna bastante discutible basar una nulidad por infracciones de normas

probatorias, frente a los reparos antes dichos;

Octogésimo cuarto: Que sin perjuicio a lo señalado en el motivo

precedente, el recurso, en lo que se refiere a la infracción de leyes reguladoras

de la prueba, es necesario precisar, conforme a lo que señala el Considerando

22 de la sentencia de primera instancia, que la imputación a Araos se refiere a

los capítulos XI, XII y XIV. En el primer caso, a las consultorías a que se

indican en las resoluciones 444 y 207, adjudicadas a la empresa Abaco

Ingenieros Consultores Ltda., que irrogó un perjuicio fiscal de $307.573.953; en

el segundo caso, se concreta en las resoluciones de la Dirección General de

Obras Públicas signadas con los números 398 y 399 y que causó un perjuicio

al Fisco de $235.988.883, y el último capítulo que le afecta al recurrente, se

radica en lo que se denomina ”pagos efectuados a terceros” que significó un

perjuicio patrimonial al erario nacional de $150.000.000. Estos hechos, se

copian literalmente en el considerando 26 de esta sentencia por lo que más

detalles de estas operaciones se contienen en dicho fundamento. También los

copia el recurso, agregando además, los acápites 24, 26 y 27 del fallo recurrido

y señala, también, que el considerando 25 de esa decisión, determinó que los

hechos establecidos configuraban respecto de todos los acusados los delitos

de fraude al Fisco del artículo 239 del Código Penal, con el carácter de

115

continuado, consideraciones que no podrán sufrir modificaciones, puesto que el

reproche del recurso de Araos sólo se refiere a su participación, de modo que

como se señaló en el motivo anterior, la existencia de los delitos que se le

imputan a este enjuiciado se encuentran legalmente comprobados;

Octogésimo quinto: Que la sentencia de primera instancia, no

modificada por la de segundo grado, en el considerando 80, analiza la

declaración de Araos y que se hace alusión en el motivo 54, desestima la

exculpación de éste, en cuanto el responsable sería su subordinado Javier

Rivas y argumenta que en todo caso, los contratos que celebró lo autorizaban

para obrar como lo hizo, señalando en la primera situación que Rivas no

suscribió los convenios ad referéndum ni las ofertas económicas, y si bien fue

aquella la persona con quien los personeros de la coordinación General de

Concesiones se contactaron para darle a conocer el procedimiento que se

utilizó en los contratos adjudicados a Abaco Ingenieros Consultores, aquél se lo

comunicó a Araos siendo éste quien lo aceptó, tal como lo reconoce en el

careo de que da cuenta el acta que rola a fs. 6651, reproducido en el motivo 59

de esa misma sentencia. En cuanto a la segunda explicación, también se la

rechaza según ese fallo, porque no la avala el mérito de las declaraciones de

Quiroz Astorga, Cortés Castro y Rivas Velásquez que se trascriben más

detalladamente. Agregándose que como el consultor de la oferta económica

debe indicar el presupuesto que le permitiría llevar a cabo la consultoría,

valorizando todos los ítems incorporados en el formulario proporcionado por el

MOP, que debe ser el fruto de un estudio de costos, el procedimiento utilizado

por dichos acusados y aceptado por Araos se tradujo en un abultamiento de los

precios de las consultorías en la suma total de $543.526.836, dineros que son

fiscales y no particulares, como parece sugerirlo el recurrente. Se agrega más

adelante que tampoco confirma esa alegación el tenor de los contratos que

celebró, de los que forman parte los términos de referencia y las bases

administrativas, que si bien se consultan etapas llamadas “procedimientos

administrativos”, lo son para solventar los gastos en que debe incurrir el

consultor para efectuar a cabalidad la consultoría que se le adjudicó y no para

depositar su valor en la cuenta corriente bancaria de un tercero y que se le

diera un destino ajeno al considerado en el contrato, lo que es confirmado

según el tenor de las cláusulas de los contratos, aseverando que los honorarios

adicionales por sobresueldos no pueden ser considerados como gastos

generales, atendida la definición dada en el considerando 13 y lo expuesto,

sobre la materia, por los profesionales que se desempeñaron en la

Coordinación General de Expropiaciones. Se refiere en esta parte la juez de

116

primer grado, a la excusa de haber existido una apropiación de dinero de parte

de Rivas que afectaría a la consultora, sin que nadie hiciera un

cuestionamiento sobre esta ilicitud y en el caso concreto, contribuye a formar

convencimiento de que a Araos le cupo participación culpable de los hechos

pesquisados. Luego de este análisis para desvirtuar las afirmaciones

explicatorias de una conducta, la sentenciadora de primera instancia en el

considerando 81 llega a la convicción de que las declaraciones de Araos,

reúnen las condiciones establecidas en el artículo 481 del Código de

Procedimiento Penal, en las que, en síntesis, reconoció que aceptó el

procedimiento implementado por determinado personal de la Coordinación

General de Concesiones que se tradujo en el abultamiento del precio de las

consultorías, y que autorizó que se depositara la suma de $543.562.836, en

diferentes partidas, en la cuenta corriente bancaria de un tercero, todo lo que

importa una confesión judicial que, unida a los elementos de convicción a que

se hace referencia en el fundamento 2°, son suficientes para tener por

acreditada la participación de autor que le cupo en el delito de fraude;

Octogésimo sexto: Que concretando la manera como se habrían

producido las infracciones a las leyes reguladoras de la prueba que denuncia el

recurrente Araos, se indica que la sentencia aludida al incluir como

componente de concordancia de la confesión el mérito de los elementos que se

indican en el considerando 2 de ese mismo fallo, se ha equivocado porque

esas evidencias en caso alguno demuestran alguna responsabilidad del

procesado, al contrario, denuncia la existencia de una contradicción sustancial,

con un claro error en la valoración de la prueba, mencionando los elementos de

cargo emanados de declaraciones de Rafael Ibarra, Mauricio Morales Cid,

Francisco Navarro Muñoz, Javier Rivas, Leonel Vivallos y la misma declaración

de Oscar Araos que se contienen en el considerando 54, todas las cuales

obstan para configurar su participación, negando algunas particularidades que

se presentaron con los contratos cuestionados, lo que provoca que testimonios

discordantes tienen como inequívoca causa la modificación o alteración del

valor probatorio de los elementos de convicción anotados, señalando que se

encontraba el recurrente en la misma situación de Ricardo Paredes Molina, que

como Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la

Universidad de Chile actuó de la misma manera que Araos y sin embargo fue

absuelto en este proceso, agregando en su tesis los careos que se practicaron

con todos aquellos que manifestaron una actividad culpable de Araos como

representante de Abaco Ingenieros Ltda. Concluye que por este error, aquellas

pautas básicas que importan prohibiciones o limitaciones impuestas por la ley a

117

los sentenciadores para asegurar una correcta decisión en el juzgamiento

criminal han sido violadas, provocando la condena del acusado Araos, en

especial, los artículos 459 y 481 del Código de Procedimiento Penal, además

del artículo 456 bis del mismo cuerpo de leyes;

Octogésimo séptimo: Que desde luego, el recurso luego de un extenso

acopio de atestados de personas que han declarado con respecto a la

participación que se le imputa al recurrente Araos, afirmó solamente que se ha

incurrido en error de derecho en la aplicación de las normas probatorias

aludidas, 459 y 481 del Código citado, precisando el error jurídico en la

valoración hecha de esos antecedentes por los jueces de la instancia, pero se

sabe, porque así se ha resuelto invariablemente por este Tribunal, que el

artículo 459 aludido no es una ley reguladora de la prueba y pierde su carácter

de decisoria litis para este recurso de nulidad sustancial, puesto que dicha

norma está referida al valor probatorio de los testigos cuando dispone que la

declaración de dos testigos hábiles, contestes en el hecho, lugar y tiempo en

que acaeció, y no contradichas por otro u otros igualmente hábiles, podrá ser

estimada por los tribunales como demostración suficiente de que ha existido el

hecho, siempre que dicha declaración se haya prestado bajo juramento, que el

hecho haya podido caer directamente bajo la acción de los sentidos del testigo

que declara y que éste dé razón suficiente, expresando por qué y de qué

manera sabe lo que asevera. Desde luego el recurso no indica cuales de las

innumerables condiciones que señala dicha norma se ha dejado de cumplir por

los jueces del fondo para privar de valor probatorio a la declaración de dichos

testigos, no se refiere en particular a aquellos testimonios que le han servido a

Araos. Pero además, como se indicó, dicha disposición no resulta obligatoria

en su aplicación para los jueces de la instancia, ya que son estos los que

determinan la existencia de los requisitos para convencerse de la veracidad de

los declarantes de acuerdo a las pautas procesales indicadas en la norma

aludida, pero también, esa apreciación valorativa resulta siempre facultativa de

dichos sentenciadores, respecto de la cual, esta Corte Suprema no puede

intervenir en la justificación de un recurso de casación en el fondo. En cuanto a

la vulneración del artículo 481 citado, este precepto determina que la confesión

del procesado podrá comprobar su participación en el delito, cuando reúna

determinados requisitos: “1.- Que sea prestada ante el juez de la causa,

considerándose tal no sólo a aquel cuya competencia no se hubiere puesto en

duda, sino también al que instruya el sumario en los casos de los artículos 6 y

7; 2.- Que sea prestada libre y conscientemente; 3.- Que el hecho confesado

sea posible y aun verosímil, atendidas las circunstancias y condiciones

118

personales del procesado; y 4.- Que el cuerpo del delito esté legalmente

comprobado por otros medios, y la confesión concuerde con las circunstancias

y accidentes de aquél.” En rigor, habiendo acuerdo que la sentencia tuvo como

confeso al recurrente Araos en los hechos que resultaron punibles en su

contra, es porque se estimó concurrente las condiciones antes indicada y por

ello, habría error de derecho con respecto a dicho artículo si la sentencia

hubiere errado en la existencia de alguno o algunos de los requisitos

establecidos por la ley para establecer dicha prueba, pero en el recurso no hay

ninguna referencia sobre la ausencia de tales condiciones de procedencia de la

confesión, de modo que no hay manera para determinar la existencia de la

infracción a tal precepto. En verdad el recurso mira en su reproche,

reconociendo que Araos confesó lo sustancial de su participación, en que éste

habría calificado tal confesión, ya que le atribuye circunstancias que pueden

eximirlo de responsabilidad, pero es lo cierto que el artículo 482 del código

procesal aludido no se denuncia quebrantado y nada puede decirse entonces

sobre su procedencia. Se invocó también la vulneración del artículo 464 del

código procesal citado, pero nada se dice al respecto en su desarrollo de las

causales, pero aun así este precepto tampoco es regulador de la prueba, ya

que por defecto de las declaraciones de testigos estos testimonios podrán

derivar en presunciones, siempre dentro de las facultades privativas de los

jueces del fondo. El artículo 456 bis del mismo código que se indica como

vulnerado, solo se hace referencia a su respecto en la parte en que explica la

influencia sustancial de los errores de derecho en la parte resolutiva del fallo

impugnado, pero nada se expresa tampoco respecto de la forma como se

habría infringido, y también resulta que dicho precepto no se constituye como

reguladora de la prueba, como se explicó anteriormente en el análisis de otros

recursos en que también lo invocan como trasgredido. En las leyes de fondo

del Código Penal, como ya se refirió, ninguna argumentación existe en el

recurso en cuanto a la manera cómo podrían haberse infringido por la

sentencia que se impugna, de modo que en esta parte el recurso debe ser

desestimado.

En conclusión, el recurso de casación en el fondo deducido por el

encausado Araos, en lo que se refiere a la parte penal, por las razones

consignadas precedentemente, será rechazado.

Octogésimo octavo: Que el mismo recurrente, por el indicado recurso

de nulidad sustancial, lo extiende a la condena civil que se le impuso a dicho

acusado como consecuencia de los hechos ilícitos por lo que penalmente debe

responder. Al efecto, invoca como trasgredidos los artículos 2492, 2514 y 2332

119

del Código Civil y se concreta el error de derecho únicamente en el rechazo de

la excepción de prescripción extintiva, opuesta en primera instancia, decidido

por el fallo de primer grado en el resolutivo III y sólo en la parte que se refiere a

la resolución N° 207 de la Dirección General de Obras Públicas de 3 de julio de

2000 y correspondiente al hecho establecido en el número XI del Considerando

22 de la indicada sentencia. Se basa en que la sentencia aludida fijó como

fecha de la interrupción de la prescripción el 17 de agosto de 2004, ya que

entre las fechas aludidas transcurrió el plazo de cuatro años fijado en el artículo

2332 del citado código, para la extinción de la acción indemnizatoria deducida

por el Fisco de Chile, lo cual influye sustancialmente en lo dispositivo del fallo

censurado, ya que de no haberse incurrido en dicha infracción legal, habría

permitido deducir de la suma ordenada pagar al demandante, la cantidad de

$307.573.953:

Octogésimo noveno: Que el acto punible atingente a la excepción de

prescripción parcial alegada por el demandado Araos, se corresponde a los

hechos que se describen en el N° XI del considerando 22 de la sentencia de

primera instancia, que se reseñaron además en el motivo 26 de este fallo. En

concreto se le atribuye a Araos el delito de fraude al Fisco, referidos a las

consultorías autorizadas por las resoluciones 444 y 207 que fueron adjudicadas

a Abaco Ingenieros Consultores Ltda., cuyo objetivo era finalizar de manera

oportuna y eficiente el proceso expropiatorio de diversos terrenos, para llevar a

cabo la ejecución de las obras correspondientes a los contratos de concesión

Internacional “Ruta 5 Tramos Chillán, Collipulli, Santiago-Los Vilos, Talca-

Chillán y Santiago-Talca”. Esta última resolución -207- fue dictada el 3 de julio

de 2000, que es el momento de inicio del acto delictual, según el recurso, para

los fines de la prescripción, sin embargo la maquinación fraudulenta no se

ejecutó en ese acto sino que a través de varias acciones que sirvieron para la

configuración del delito y propios de actividades ilícitas y que fueron

establecidos como hechos de la causa, en la letra f) del capítulo XI del aludido

considerando 22 al señalar: “f) que durante la ejecución de los trabajos propios

de la consultoría y una vez cursados los respectivos estados de pagos, la

consultora procedió a efectuar 23 depósitos en dinero efectivo por la suma total

de $211.573.953.- en la cuenta corriente personal que Luis Jara Núñez

mantenía en el Banco Santander, en el período que corre entre el 31 de marzo

de 2000 y el 9 de noviembre de 2000, depósitos que nunca fueron respaldados

contablemente.” De modo que es innegable que la actividad ilícita desplegada

con motivo de la consultoría cuestionada, conforme se ha establecido en la

sentencia e inamovible para este tribunal, concluye el 9 de noviembre de 2000,

120

y siendo también un hecho reconocido por la misma demandada que se

interrumpió la prescripción por este hecho delictivo, el 17 de agosto de 2004, es

claro que el término de cuatro años para la prescripción de la acción civil, de

acuerdo con lo prescrito en el artículo 2332 del Código Civil, no alcanzó a

transcurrir, de manera que la sentencia recurrida, lejos de vulnerar dicho

precepto lo aplicó correctamente al desestimar la excepción liberatoria opuesta

por el acusado Araos. Con lo cual, además, no se divisa la incidencia que

puedan tener los artículos 2492 y 2514 del citado código, que define tanto la

prescripción adquisitiva como la extintiva y describe los requisitos de esta

última, ninguno de los cuales se han demostrado quebrantados.

De esta manera el recurso de casación en el fondo, especificado en la

materia civil por la defensa del procesado Araos, debe ser desestimado;

X.- Recursos de casación de Alejandro Gutiérrez Arteaga.

a) Recurso de casación en la forma.

Nonagésimo: Que como se señaló en el considerando 2° de esta

sentencia, el recurrente Gutiérrez dedujo recurso de casación en la forma en

contra de la sentencia recurrida sustentado en el N° 9 del artículo 541 del

Código de Procedimiento Penal, en relación a los números 4 y 5 del artículo

500 del mismo cuerpo de leyes. Se sostiene el libelo en tres capítulos: por el

primero, se reprocha la resolución recurrida en que ésta no se hace cargo de la

defensa de Alejandro Gutiérrez Arteaga y establece los hechos sin explicar por

qué desestima la descripción de ellos efectuada por el recurrente, dejando de

cumplir el requisito indicado en el N° 4 del aludido artículo 500 lo que no se

hizo con respecto de otros condenados en las que a su respecto, se ha

reproducido la defensa esgrimida y las razones para desestimarla, todo lo cual

es inexistente en su caso, de modo que no hay consideraciones por los cuales

no se dieron por probados los hechos alegados por el indicado imputado en su

descargo, lo que se demuestra de la sola lectura de la sentencia atacada. En

segundo término, se reprocha que la resolución aludida no explica las razones

legales o doctrinales por las cuales considera al acusado Gutiérrez autor del

delito contemplado en el artículo 239 del Código Penal, omitiendo el requisito

indicado en el N° 5 del mismo artículo 500. Se señala que en la sentencia de la

Corte de Apelaciones no hay ninguna referencia clara por la cual se condena a

dicha persona como autor del delito de fraude al fisco, en la que se exige del

autor la calidad específica de ser funcionario público. En el caso, el fallo no

hace ninguna distinción sobre este aspecto, bien se trate de funcionario público

que en su caso no es verdad, o porque igual sin serlo se le sanciona por tal

delito, sin dar argumentos legales o doctrinales para adoptar una decisión

121

sobre la cuestión, impidiendo de este modo ejercer debidamente su derecho a

defensa. Finalmente, se reclama que la sentencia que se ataca no expone las

razones legales o doctrinales por los cuales se considera al enjuiciado

Gutiérrez como autor conforme al N° 3 del artículo 15 del Código Penal. Se

arguye en este caso, que la sentencia da por sentado que el reo aludido es

coautor de un delito especial y más allá de no explicar cómo sortea la evidente

objeción de que se trata de un particular, lo califica en el N°3 del precepto

indicado, sin expresar razón legal o doctrinaria alguna para justificar que actuó

concertado para la ejecución del hecho. Nada se dice, según el recurso, sobre

bajo qué consideraciones se habría concertado para defraudar al Fisco, no hay

ninguna descripción sobre esta materia, nada se expone sobre la conducta

defraudatoria del recurrente, a quién engañó ni bajo qué métodos, ni en qué

circunstancias;

Nonagésimo primero: Que con respecto del procesado Gutiérrez, a

éste se le imputó haber participado en los hechos que se describen en el

capítulo VIII, del considerando 22 de la sentencia de primera instancia,

relacionado con la empresa Consec Ltda. Economía y Finanzas y por la cual se

determinó que por convenio ad referéndum de 19 de abril de 1999, suscrito

entre la Dirección General de Obras Públicas y la empresa Consec aludida, se

encargó a ésta el desarrollo del trabajo de consultoría y las labores

especificadas en los Términos de Referencia, señalándose que el valor del

trabajo de consultoría contratada alcanza un monto total de $35.800.000. Por

resolución N° 1609 de 7 de junio de 1999, suscrita por la primera institución, se

aprobaron los términos de referencia y el convenio ad referéndum para la

realización de la consultoría “Estimación y proyección de la demanda de agua

en el proyecto Canal Brisas de Santo Domingo” por el precio antes señalado.

Se señala además, que efectuado el informe respectivo y pagado por el MOP

el valor de la consultoría, se procedió a pagar las boletas y facturas extendidas

a Gate S.A. el 1 de julio de 1999 por $16.500.000 y la boleta de honorarios a

María Paulina Solar el 2 de julio de 1999 por $1.000.000, pagos que se

efectuaron cumpliendo instrucciones del inspector fiscal o contraparte técnica y

respecto de la boleta la beneficiaria no prestó ningún servicio y tampoco

intervino en la consultoría, ocasionándole al Fisco un perjuicio ascendente a la

suma de $ 16.500.000;

Nonagésimo segundo: Que la sentencia de primera instancia aludida

consigna en el considerando 51, en lo que se refiere al hecho que se describe

en el motivo anterior de esta resolución, la declaración prestada en los autos

por el imputado Gutiérrez, en las que señala que invitado a cotizar un estudio

122

sobre demanda de agua en el proyecto Canal Brisas Santo Domingo, este

trabajo fue valorizado inicialmente por la suma de $18.000.000, pero Roberto

Salinas del MOP, le señaló que debía incluir en la cotización un monto

adicional por estudios ambientales y de riego que requería el ministerio por

$17.500.000, lo que daba un total de $35.800.000, monto que fue por el que se

hizo la oferta y que se consideró como precio, lo que no le llamó la atención,

porque en diferentes reuniones con personeros de concesiones,

fundamentalmente con Salinas, se le explicó que se estaban desarrollando las

funciones con criterio de eficiencia y productividad más moderno, por lo cual

accedió a la petición porque esos estudios no significaban un trabajo ni costo

para la consultora, pues serían realizadas por otras entidades que facturarían a

Consec Limitada y sería supervisadas por el ministerio. Señala que desconocía

la modalidad de contrataciones con concesiones pues era la primera y única

vez que se relacionó con dichas personas. Agrega que, entregado el estudio, la

consultora emitió tres facturas, las que fueron pagadas por el MOP, recibido el

dinero y la boleta de Gate S.A. por la suma de $16.500.000 se emitió el cheque

respectivo contra la cuenta de Consec Ltda., y se hizo llegar la boleta por

$1.000.000 emitida por Paulina Solar por concepto de asesoría de proyecto de

riego, sostiene que en esos estudios adicionales encargados por el MOP no

tuvo intervención ni conocimiento, sólo se limitó a efectuar la cotización y pagar

las dos boletas, el valor total percibido fue de $35.800.000 y a su sociedad le

correspondió $18.300.000 y la diferencia fue pagada de la manera que le indicó

Salinas, inspector fiscal. Cabe agregar que el mencionado Roberto Salinas en

su calidad de empleado público del MOP fue condenado en esta causa por una

serie de operaciones, entre ellas la relacionada con la consultora Consec Ltda.,

y en el considerando 31 de la sentencia de primera instancia, se hace una

extensa relación de sus declaraciones indagatorias y se refiere a este capítulo,

fs. 19.813, explicando el precio de la consultoría realizada por Consec Ltda.,

que se fijó en $35.800.000, en la que se pagó una boleta GATE por

$16.500.000 y a María Paulina Solar la suma de $1.000.000, porque siguiendo

las instrucciones de Sergio Cortés incorporó un valor adicional por gastos

administrativos, y el pago a Solar se efectuó porque ésta cumplió una labor de

apoyo asociada al contrato, agregando que no efectuó un contrato con dicha

persona para obviar temas administrativos. Indicó previamente que el sistema

operaba, en cuanto al aumento de precio de consultorías, en la que Cortés le

preguntaba qué empresa sería competente para hacer la asesoría, citándole

una o dos, según sea el caso. Cortés entonces le decía que llamara a una de

esas empresas y que le preguntara cuánto cobraría por la consultoría y si

123

aceptaba incorporar el valor adicional que Cortés señalara. Si la empresa

aceptaba, le informaba a Cortés y éste indicaba el monto del valor adicional,

procediéndose a la elaboración de todos los documentos con el precio

abultado, y en definitiva, se le adjudicaba en contrato a la empresa;

Nonagésimo tercero: Que conforme a estos relatos la sentencia de

primera instancia, en el motivo 87 decide absolver del delito de fraude, junto a

otros acusados, al aludido Gutiérrez, indicando una referencia al considerando

anterior como argumento de dicha decisión, pues parte dicho basamento con la

indicación: “Que a la misma conclusión arriba esta sentenciadora respecto

de….Alejandro de los Sagrados Corazones Gutiérrez Arteaga”, de modo que

los fundamentos del acápite 86 deben entenderse incorporados en el 87 para

los fines de entender el motivo de la absolución. Tratándose del recurrente

Gutiérrez, este último considerando basa la decisión absolutoria, en la que se

incluye también a los acusados Quiroz Castro, Valenzuela Freraut y Arrau del

Canto, en los siguientes términos: “Porque también se limitaron a cumplir las

disposiciones del inspector fiscal designado por la Dirección General de Obras

Públicas, y Donoso Díaz las dadas por el Jefe de Gabinete del Subsecretario

de Obras Públicas que asumió la calidad de contraparte técnica del contrato,

que se tradujo en incorporar un monto que aquellos determinaron de manera

adicional al presupuesto que confeccionaron, para cubrir trabajos efectuados

por otros consultores o por funcionarios públicos del Ministerio de Obras

Públicas cuyos honorarios no se habían solucionado, y pagar las boletas de

honorarios emitidas por la sociedad GATE S.A. y por dichos funcionarios, en el

entendido que las asesorías se habían realizado a plena satisfacción del

mandante; procedimiento que permitió a los acusados recibir el estipendio por

el trabajo que efectuaron en tiempo y sin que se les formulara reparo por la

contraparte”. En cuanto a las instrucciones dadas para operar en el sistema

que se ha cuestionado, se hace presente para fundar la absolución, que dicha

instrucción resultaba razonable por la manera en que era percibida la

Coordinación General de Concesiones, como un ente que operaba de forma

diferente a la mayoría de los servicios de la Administración Pública, y porque la

resolución adjudicatoria, que contempló el aumento del precio, fue dictada por

el Director General de Obras Públicas, aprobada por el ministro del ramo y

sancionada por la Contraloría General de la República, lo que, obviamente, le

daba visos de regularidad administrativa. Además, por la posición de los

acusados frente a la administración, de manera que los consultores se

encontraban imposibilitados de cuestionar o comprobar la efectividad de lo

expresado por el mandante, menos inquirir datos para tener certeza acerca del

124

destino final dado el importe del cheque. Se trataba de consultores dedicados

al ejercicio liberal de la profesión con vasta experiencia en el área privada.

Sosteniendo finalmente, en dicho acápite, que todos los pagos cuestionados

fueron respaldados con una boleta de honorarios remitida a los acusados por el

inspector fiscal o la contraparte técnica, que tenía estampada una glosa que

daba cuenta que se había prestado el servicio de “asesorías ambientales”. El

considerando 86 al que se complementó el 87 del fallo de primer grado, aun

cuando se refiere al imputado Luraschi, que resultó absuelto en dicho grado,

también basa esa conclusión, de falta de participación, ya que se señala que

éste se limitó a cumplir instrucciones dadas por autoridades competentes, por

trabajos que se cumplieron y que la aceptación de abultar el precio del contrato

no es óbice para la exculpación, porque las explicaciones que el inspector fiscal

le dio aparecían, a la fecha de los hechos, como convincentes y plausibles,

más aún si el pago cuestionado se respaldó en una boleta de honorarios. Todo

lo cual el tribunal, como lo previene el artículo 456 bis del Código de

Procedimiento Penal, no logró adquirir la convicción probatoria de condena y

haya optado en ese dilema por la absolución, lo cual dados los argumentos

señalados resultaba obligatoria;

Nonagésimo cuarto: Que la sentencia de primera instancia en el

fundamento 269, extracta los fundamentos y peticiones aducidas por el

enjuiciado Gutiérrez, en relación a las acusaciones dictadas en su contra, en la

que reclama la absolución, porque no concurren los tres requerimientos típicos

que la doctrina y la jurisprudencia exigen, a saber: dolo directo, engaño y el

perjuicio, en este caso, fiscal, ya que obró por expresas instrucciones de la

autoridad, instigado o inducido por ella sin que sea posible inferir o deducir que

hubiere mediado de su parte conocimiento alguno que el estudio de Gate S.A.

no se realizaría ni existía, ni menos aún que haya urdido ni siquiera consentido

en participar en una simulación para engañar al Fisco, que son las únicas

alternativas para dar por establecido el dolo que el tipo exige. Sencillamente, se

arguye, que el imputado aceptó, acató y dio fe a las instrucciones de la

autoridad, en el sentido que el estudio ambiental lo efectuaría Gate S.A. bajo la

supervisión del ministerio, por lo mismo no concurre el engaño o la simulación.

Se agrega, que se podrá estimar que el acusado fue crédulo, ingenuo y hasta

descuidado, al creer o dar fe de la instrucción de la autoridad, pero ello no

puede servir para atribuirle la calidad de coautor del fraude ni de la estafa, que

requieren de dolo directo. Sostiene que habría un solo autor (mediato) que fue

la autoridad que los instruyó o indujo a efectuar los pagos a Gate S.A. como lo

establece la acusación. En cuanto a los perjuicios, se sostiene que no concurre

125

porque los dineros fueron precisamente aplicados al pago de deudas del Fisco,

como lo eran los honorarios y sobresueldos, respecto de los que los

respectivos beneficiarios emitieron los documentos tributarios de respaldo. A

estas alegaciones, la misma sentencia se pronuncia en el considerando 275 de

los descargos del acusado Gutiérrez, que se hace extensivo a otros inculpados,

señalando que como serán absueltos de la acusación, por las razones

señaladas en los motivos 85, 86, 87,88, 89 y 90, que se reproducen, se estima

innecesario hacerse cargo de esas defensas a que se ha hecho alusión de

manera sucinta en los motivos aludidos, como también de las pruebas rendidas

en la etapa procesal pertinente;

Nonagésimo quinto: Que la sentencia impugnada de segunda

instancia, eliminó los considerandos 86, 87, 275 y 277, consecuentemente

mantuvo los demás del fallo apelado y declaró, para condenar a Gutiérrez, en

lo que se refiere al hecho punible -fraude al Fisco- en su considerando primero,

coincidiendo con lo declarado por el tribunal de primera instancia que se

abultaron o sobrevaloraron, intencionalmente, los precios de ciertos contratos

celebrados entre la Dirección General de Obras Públicas y diversas consultoras

para luego depositar las diferencias generadas por este exceso artificioso, en

las cuentas corrientes bancarias de la firma Gate S.A., de Héctor Peña, de Luis

Jara y de Yerko General y que con esos fondos se pagaban honorarios y otros

fines del Servicio, ajenos a la contratación que les sirvió de base. Es decir, se

añade, se generaba un proceso artificioso en que se comprometían mayores

fondos de los que se necesitaban, de modo que se generaba un exceso que

una vez adjudicados al respectivo consultor, se destinaban total o parcialmente

a otros fines no asociados al contrato que se trataba. En el considerando cuarto

de ese dictamen, aún cuando se refiere a los casos particulares de los

acusados Peña Véliz, Sapag Chaín, Araos Guzmán y Jara Núñez, que no eran

funcionarios públicos, pero partícipes importantes en la configuración del

fraude, se sostiene a su respecto que en la figura del artículo 239 del Código

Penal, la calidad personal del autor es un elemento que queda comprendido en

la descripción del tipo, de modo que se trata de un delito especial en que el

sujeto que actúa debe revestir la calidad de empleado público, sin embargo es

perfectamente posible que en la ejecución del ilícito puedan concurrir también

otros individuos que no cumplan con dicha exigencia, a quienes se le comunica

la calidad especial del sujeto que sí las reúne por estar en conocimiento de la

función que desempeñaban sus copartícipes y haber prestado su concurso

para la materialización del delito, en cuyo caso debe responder por su conducta

del mismo modo que cabría a los agentes calificados para la comisión del

126

delito. Cabe agregar, para fines de congruencia que Peña Véliz, Sapag, y

Araos, mencionados en el considerando aludido, no fundaron sus recursos de

casación en el tema de la comunicabilidad, de modo que no hubo de su parte

impugnación sobre esta cuestión y los rechazos de sus libelos se basaron en la

inexistencia de otros vicios que adujeron para la nulidad de la resolución

reclamada. En lo que respecta a la situación de Jara, también condenado, éste

no impugnó el fallo de segundo grado.

En el considerando quinto de la sentencia recurrida, de manera general

y dirigida a todos los acusados, sin considerar situaciones particulares de cada

uno de ellos, se afirma que el mecanismo de pagar honorarios y servicios a

través de empresas consultoras habría constituido simplemente el medio

necesario para implementar el sistema y así burlar la rigidez de las

asignaciones presupuestarias que no cubrían las aspiraciones que pretendía la

Coordinara General de Concesiones, aspecto que era conocido por todos los

acusados. De este modo, se explica, que bajo esta fórmula, el fisco contribuyó

a solventar remuneraciones y otras necesidades funcionarias que excedían el

marco legal. En el motivo sexto, de igual manera general, se refiere a la

alegación de la inexistencia del perjuicio patrimonial, señalándose que si bien

los valores pagados a los consultores se pueden corresponder en parte a algún

servicio prestado, no es menos cierto que se engañó al fisco, haciendo suponer

la necesidad de mayores recursos por esas mismas prestaciones que no eran

tales, ya que por su deliberado exceso, se desvían a otros fines, en desmedro

de otras necesidades públicas que han sido definidas y proyectadas en

conformidad a la ley. En el basamento 7° de la misma sentencia se refiere a la

eximente del error de prohibición, que termina rechazando y que no viene al

caso, puesto que el recurrente Gutiérrez no ha alegado dicha excepción.

Además, los considerandos octavo, noveno, décimo, undécimo tampoco son

atinentes al recurso en estudio. Sin embargo, a partir del motivo duodécimo se

refiere la sentencia censurada a analizar la defensa planteada por todos

aquellos recurrentes que habiendo sido absueltos en primera instancia, fueron

condenados por el fallo recurrido y que corresponden a los acusados Luis

Arrau del Canto, Francisco González del Río, Marcos Luraschi, Eduardo

Valenzuela, Abdón Naim Pajundakis, Francisco Donoso Díaz, Sergio González

Tagle, Luis Alfredo Solar Pinedo, Carlos Calderón Pinto;

Nonagésimo sexto: Que atendido lo anterior, la sentencia de segunda

instancia, en lo que se refiere al imputado Gutiérrez, omite claramente indicar

de manera precisa las argumentaciones aducidas por éste en su defensa para

descartar su participación punible en el delito de fraude que se le imputa, con

127

respecto al único contrato en que tuvo participación con respecto del MOP y

que se describe en el motivo 91 precedente, de modo que hay que entender

que toda la defensa aducida a aquellos que expresamente señala la sentencia

y nombrados en la parte final del considerando anterior, le atañe, de manera

analógica, también a Gutiérrez y, en este entendido, el fallo recurrido afirma, en

general, en el fundamento 23, que el consultor o empresa llamado antes de

una licitación, aceptaba la modalidad de operar basado en el aumento del costo

de la consultoría, de modo que no está en cuestión la existencia o calidad de

ésta, como tampoco lo que efectivamente se contrataba o se cubría con la

cantidad de dinero que se solicitaba, reprochando que dentro del costo se

incluyera, además, una partida importante de dinero, que se justificaba con una

boleta de Gate S. A. por trabajos inexistentes. Luego en el fundamento

siguiente se afirma que los consultores o empresas consultoras sabían de

antemano, y antes de postular a la adjudicación, que estaban cobrando un

precio superior al real y que éste no era para su beneficio o utilidad, sino que

servía para simular un gasto inexistente, que se justificaba para pagar otras

obras, servicios o mejorar los sueldos de los que laboraban en el MOP. Más

adelante, se sostiene, en ese mismo dictamen, considerando 25, que dicho

artificio deja en evidencia que los funcionarios del MOP se coludían con los

consultores, los que obraban a sabiendas que se estaban alterando los precios

y que se prestaban a ello para adjudicarse la propuesta, por lo que es claro y

notorio que tales consultores no podían estar ajenos a lo anormal del

procedimiento, ya que lo conocían y concertaban antes que se iniciara el

proceso de invitación y presentación de propuestas, con la seguridad que de

esa forma se aseguraban la adjudicación del trabajo. En el fundamento

siguiente -26- la aludida resolución no acepta excusas de los consultores de

eximir su culpa por el hecho de que el procedimiento era propuesto por

funcionarios del MOP, de acuerdo a un procedimiento que se le aseguraba era

lícito, en atención a su calidad profesional, de modo que debieron darse cuenta

que abultar un precio representa un fraude para quien paga y encarga un

trabajo. Se sostiene en el motivo siguiente, como argumento de participación

punible que los consultores, que no son primerizos en su relación con el Estado

de manera que resulta inverosímil alegar que por el contrato realizado habrían

resultados también engañados, pues para ello debieron haber consultado una

asesoría jurídica y que en todo caso, no se necesitan mayores conocimientos

para entender la ilicitud de pagos en los cuales lo recibido es manifiestamente

inferior a lo que se cobra y por las cuales se emiten las boletas

correspondientes abultando sus montos. Atendido lo anterior, por el fallo

128

aludido, se desechan las alegaciones de que no ha habido fraude, ya que está

probado su existencia en todos los casos que se le imputan a las personas

acusadas. Se añade que se probó el sobreprecio cobrado y por ende la

existencia de un perjuicio fiscal, con lo cual aparece en forma clara el ánimo de

defraudar y que no se ha producido en ningún momento el error de prohibición

que se ha alegado;

Nonagésimo séptimo: Que en este estado, la sentencia de segunda

instancia, concluye sus argumentaciones en torno a la revocación del fallo de

primer grado, respecto de once de los acusados, estableciendo la participación

punible de ellos, entre los que incluye al recurrente Gutiérrez Arteaga, porque

dicha responsabilidad penal está debidamente acreditada en virtud de las

probanzas reseñadas en el fallo que se revisa, como asimismo con sus

declaraciones indagatorias, en las que éste reconoce haber formado parte del

fraude indagado, aceptando expresamente haber abultado el monto de los

trabajos a realizar, justificándolos con una boleta de un tercero que no prestó

servicio alguno, lo que importa una confesión respecto del ilícito que se le

imputa, agregando a continuación, en el considerando 29 de la aludida

sentencia, que existiendo un fraude al Fisco, ideado y llevado a cabo por

funcionarios públicos, pero que habría sido absolutamente imposible de cumplir

sin el acuerdo o consentimiento previo de los consultores, de alterar el precio y

aceptar la boleta por un trabajo inexistente, lo coloca en la categoría de

coautores a que se refiere el artículo 15 del Código Penal, aplicándoseles la

comunicabilidad señalada en el considerando cuarto de la sentencia recurrida,

para concluir con el rechazo en general, de las defensas de los imputados

mencionados en el aludido considerando 29, en cuanto actuaron de acuerdo a

la ley, en razón que un funcionario público les solicitaba actuar de esa manera,

por los fundamentos entregados anteriormente y, por ser inverosímil que

profesionales de la envergadura de los acusados no entiendan que abultar el

precio de una obra con trabajos o estudios inexistentes es ilegítimo,

justificándolos con boletas de honorarios extendidas por terceros, cuyo

resultado es que el Fisco de Chile pague un precio superior al verdadero y,

todo ello con la finalidad de adjudicarse la propuesta en que participaban, por lo

que no cabe sino concluir que a sabiendas participaban del fraude que se le

proponía;

Nonagésimo octavo: Que el N° 9 del artículo 541 del Código de

Procedimiento Penal, autoriza el recurso de casación en la forma cuando la

sentencia no ha sido extendida en la forma dispuesta a la ley, de modo que

este motivo de invalidación se remite al artículo 500 del mismo cuerpo de leyes

129

que determina los requisitos que deben contener, en general, las sentencias

definitivas dictadas en el juicio penal, entre los cuales se alzan como

condiciones evidentes de validez, que en ellas se contengan las

consideraciones en cuya virtud se dan por probados o por no probados los

hechos atribuidos a los procesados; o los que éstos alegan en su descargo, ya

para negar su participación, ya para eximirse de responsabilidad, ya para

atenuar ésta; se exige además, considerar las razones legales o doctrinales

que sirven para calificar el delito y sus circunstancias, tanto las agravantes

como las atenuantes, y para establecer la responsabilidad o la

irresponsabilidad civil de los procesados o de terceras personas citadas al

juicio. Lo anterior implica el deber que le asiste a los jueces, dentro de un

estado democrático de derecho, de respeto de las garantías y derechos

constitucionales de toda persona en la persecución penal, de cumplir con la

obligación de fundamentar adecuadamente las decisiones que emitan en el

desarrollo y fin del proceso jurisdiccional, dentro de los marcos de publicidad y

transparencia, inherentes también dentro del concepto institucional antes dicho.

Esa debida fundamentación tiene el efecto de legitimar la actividad del juez

ante la sociedad que conocerá, de este modo, las razones que se han tomado

en consideración para decidir de una determinada manera en un juicio,

conforme a la explicación clara y precisa de los antecedentes, que el tribunal

ha considerado valedero para convencer de la misma resolución. Por lo demás,

así lo ha dicho esta Corte con motivo del tema de la justificación de un

dictamen judicial, al sostener que la fundamentación de las sentencias es

garantía de la correcta administración de justicia y tiende a evitar la

arbitrariedad en los fallos; los jueces de la instancia deben sentar los hechos y

consignar los razonamientos en que apoyan su conclusión, para hacer posible

la revisión que en último término pueda hacer el tribunal de casación; y

también, para que las partes conozcan los motivos en que se fundó la decisión,

les haya sido favorable o adversa. (C.S,13 de julio de

1964.R.,t,61,sec.4°,p,226). Del mismo modo, la jurisprudencia dando más

claridad sobre el tema, en el caso de los requisitos específicos de la norma, ha

sostenido que en las sentencias se deben establecer los hechos sobre que

versa la cuestión destinada a fallarse; y junto con el señalamiento de esos

hechos, expresar cuáles se encuentran justificados legalmente, dando los

fundamentos que autorizan para considerar verificada la comprobación. La

presentación de los hechos en la forma indicada, será la base en la cual se

asienten los razonamientos jurídicos o consideraciones de derecho que

conduzcan a sancionar al inculpado que aparezca como responsable, o

130

absolver al que sea inocente. Insistiendo, por vía de claridad, en la doctrina

precedentemente manifestada, que no basta que en la sentencia se enuncien

los hechos de los cuales se cree derivar un acto delictivo. Tales hechos deben

ser examinados y ponderados, dando razones de por qué se estima que

constituyen actos ilícitos. Junto con ese examen y ponderación, se analizarán

los pormenores y circunstancias que rodearon los hechos, lo que servirá para

derivar conclusiones sobre la calificación (si éste ha existido), señalando la

clase y grado de responsabilidad que corresponde atribuir al inculpado. Así,

examinados los hechos y determinada la responsabilidad, se impondrá la

sanción penal que proceda, aplicando los preceptos legales pertinentes.

(Repertorio de Legislación y Jurisprudencia Chilenas- Código de Procedimiento

Penal-Editorial Jurídica de Chile-Tomo III, páginas 14 y 15);

Nonagésimo noveno: Que precisamente lo incumplido, de lo que se

señaló en el motivo anterior, es el reproche que se formula en el recurso de

casación en la forma deducido por el acusado Gutiérrez, como se relata en el

motivo 92 precedente, puesto que a su respecto, al contrario de lo que

aconteció con otros acusados que estaban en las mismas condiciones de

participación, el fallo no se refiere para nada a los argumentos aducidos por

éste para desvirtuar los cargos en su contestación a la acusación, como lo hizo

con respecto de Arrau en el motivo 12, González del Río en el motivo 13,

Luraschi en el motivo 14, Valenzuela en el motivo 15, Naim en el 16, Donoso

en el motivo 17, González Tagle en el motivo 18, Solar en el motivo 19,

Calderón en el motivo 20 y Quiroz Castro en el motivo 21, respecto de los

cuales se hacen consideraciones para rechazar sus defensas señaladas en sus

respectivas acusaciones, cuando repudia los argumentos defensivos

considerando que es inverosímil el relato, al expresar desconocer el sistema

para el pago de las consultorías, que actuaron por una sola vez y que fueron

engañados por aquellos que idearon el sistema irregular de abultar trabajos

para satisfacer honorarios de funcionarios del MOP. El mismo rechazo se hace,

respecto de las alegaciones de no existir el fraude por estar probado que ello

ocurrió en todos los hechos que se le imputan a las personas acusadas y que

establecido el sobreprecio se demuestra el perjuicio fiscal, con lo cual

aparecería de manera clara el ánimo de defraudar de los acusados, para luego

en el considerando 22, respecto de los mismos acusados antes indicados, pero

agregando ahora a Gutiérrez Arteaga, determinar la participación punible de

cada uno de ellos, considerando, aparte de las probanzas reseñadas en el fallo

que se revisa, sus declaraciones indagatorias, en las que habrían reconocido

haber tomado parte del fraude indagado, aceptando expresamente haber

131

abultado el monto de los trabajos a realizar, justificándolos con una boleta de

un tercero que no prestó servicio alguno, lo que importa una confesión respecto

del ilícito que se le imputa, para sostener luego, en los considerandos 29 y 30,

dar por establecido el delito de fraude de fisco, el que no habría sido posible

realizar sin el concurso de estos procesados, extraneus en el caso, y los coloca

en la categoría de coautores a que se refiere el artículo 15 del Código Penal,

aplicándoseles la comunicabilidad señalada en el considerando cuarto, para

terminar rechazando la defensa en cuanto habrían actuado sin conciencia de

estar infringiendo la ley, por los mismos fundamentos anteriores.

En lo que se refiere al aludido Gutiérrez, recurrente en este caso,

resulta evidente que cuando la sentencia revocatoria determina

responsabilidades penales a un grupo de encausados, desvirtuando los

descargos que éstos han formulado en contra de la acusación judicial, hay que

entender que esa referencia está formulada a todos aquellos procesados que el

mismo fallo señaló expresamente, pero que en nada conciernen al acusado

Gutiérrez, respecto del cual se omite todo señalamiento de lo que éste habría

formulado en apoyo a su pretensión absolutoria, de modo que todas esas

afirmaciones incriminatorias podrán entenderse referidas a los acusados por

los cuales las sentencia describió los argumentos defensivos, pero no podrá

justificar que ha satisfecho ese mismo escrutinio con respecto del indicado

recurrente, como lo hizo el fallo de primera instancia, cuando estimó del caso,

conforme a lo indicado en el considerandos 87, absolverlo, para luego en el

considerando 275, sobre la base de la misma decisión, estimar innecesario

hacerse cargo de la alegaciones de la defensa contenidas en el motivo 269;

Centésimo: Que de lo expuesto en el motivo anterior fluye claramente

que la sentencia impugnada, en lo que se refiere a Gutiérrez, con la omisión

antes indicada, no ha podido satisfacer los requerimientos previstos en los

números 4 y 5 del artículo 500, para otorgarle la validez que exige la norma, ya

que como se señaló, se razonó en dicho respecto de la incriminación atribuida

al indicado acusado, sobre la base de argumentos defensivos de otros

enjuiciados y omitiendo toda consideración con aquellos fundamentos que

dicho acusado quiso rebatir de la acusación en los escritos de contestación de

fs. 18.109 y 19.095, de modo que el recurso, en dicha parte, tiene razón al

reclamar de la falta de consideraciones sobre las específicas alegaciones para

rebatir la acusación, aún cuando pudiera haber alguna similitud defensiva con

las de otros procesados, pero dado el carácter estricto que significa la

imputabilidad penal, dicho error no puede aceptarse, porque de alguna manera

estaría convalidándose una argumentación analógica para atribuir

132

responsabilidad penal a un sujeto del juicio criminal, lo que sería bastante para

acoger, en beneficio del citado Gutiérrez, la invalidación formal que ha

propuesto, por lo que de este modo el dictamen aludido ha carecido de las

debidas consideraciones para explicar el rechazo de la defensa del imputado

Gutiérrez, con lo cual se incurre en la causal de nulidad considerada en el N ° 9

del artículo 541 del Código de Procedimiento Penal;

Centésimo primero: Que sin perjuicio de lo anterior, cabe señalar que

también respecto de las argumentaciones de la sentencia impugnada, en

cuanto a incluir a Gutiérrez como partícipe en el delito de fraude al Fisco

investigado, dentro de un determinado grupo de consultores referidos en la

parte final del considerando 95 de esta sentencia, bajo la figura de la

comunicabilidad, por revestir la calidad de extraneus en el desarrollo de las

operaciones que se estimaron fraudulentos, cabe hacer el mismo reproche

anterior de reproducir situaciones atingentes a otros procesados, distintos a los

que se indicaron en el aludido motivo 97 y también diferente a Gutiérrez y que,

según se refiere el considerando cuarto del fallo impugnado de segunda

instancia se refiere a las situaciones especiales de los acusados Peña Véliz,

Sapag Chain, Araos Guzmán y Jara Núñez, ninguno de los cuales discutió la

procedencia de la comunicabilidad como lo hizo Gutiérrez y porque,

evidentemente el nivel de compromiso delictual aparece mucho más

comprometedor que los que corresponde a los consultores antes aludidos,

incluido Gutiérrez, de modo que la argumentación analógica de imputabilidad

no resulta aceptable en un sistema reglado en que la ley exige claramente que

a cada imputado se le analice personalmente su grado de participación en los

hechos ilícitos que fueron materia de la acusación, de manera que en este

punto no se comprende a cabalidad el cumplimiento exigido por la ley procesal

a los jueces del fondo de contener en cada caso las razones legales y

doctrinales que sirven para calificar, en particular a cada enjuiciado, el delito

que se les atribuye. En efecto la sentencia de manera general, respecto de un

grupo de representantes de consultorías, entre ellos Gutiérrez Arteaga, señala

que los consultores aceptaban una modalidad de operar en la que se incluía

una partida de dinero destinado a otros fines aprovechados por funcionarios del

MOP para pagar gastos u otros servicios no consultados en el presupuesto

público, los que sabían de antemano que se trataba de un gasto inexistente y

que por lo tanto, afirma, se producía una colusión en la que los consultores en

general, se prestaban para la ejecución de una operación irregular del sistema,

personas que por su preparación profesional no podían no saber o ignorar que

participaban en un sistema que aparecía como ilícito y por ello que también en

133

general, se les imputa como coautores, aparentemente en concierto, no lo

describe con claridad ese grado de involucramiento la sentencia, para

finalmente decidir que en sus declaraciones estos procesados habrían

confesado haber participado en esa operación y como resultado de esa

actividad material de actuación les presume un designio de defraudar, lo que

involucra también de carácter material una confesión judicial, sin especificar de

qué modo se conjugan en dicho reconocimiento los requisitos que señala el

artículo 481 del Código de Procedimiento Penal;

Centésimo segundo: Que claramente del relato señalado, ante la

delicada imputación que se atribuye a Gutiérrez, de haberse concertado con

malicia cierta con funcionarios públicos, siendo él un extraneus, y por ello ese

particular elemento del fraude al Fisco, se le comunica por el solo hecho de

haber intervenido en el contrato por el cual funcionarios públicos se

aprovecharon de diferencias de dineros para otros fines no legales ni

reglamentarios, sin explicar detalladamente la manera como en el caso

particular del mismo recurrente a sabiendas habría participado en esa

maquinación dolosa, hace que la sentencia recurrida no cumpla

adecuadamente con las condiciones de explicar razonadamente como lo exige

el artículo 500 del Código de Procedimiento Penal, todos los supuestos

exigidos para demostrar la participación ilícita de Gutiérrez en el hecho

incriminado, de manera que también en ese aspecto el fallo revocatorio y

perjudicial a los intereses de Gutiérrez adolece de la causal de casación en la

forma prevista en el N ° 9 del artículo 541 del indicado código, de manera que

se hace procedente su invalidación;

b) Recurso de

casación en el fondo de Alejandro Gutiérrez Arteaga.

Centésimo tercero: Que como ha quedado de manifiesto en los

considerandos precedentes, habiéndose acogido el recurso de casación en la

forma en beneficio de Gutiérrez, se tendrá por no interpuesto el de fondo

formalizado por el mismo acusado, en el primer otrosí del escrito de fs. 20.752.

XI.- Los restantes recursos de casación en la forma.

Centésimo cuarto: Que aparte del procesado Gutiérrez Arteaga, otros

acusados, absueltos en primera instancia y condenados por el fallo recurrido de

segundo grado y mencionados en el considerando 29 del dictamen impugnado,

formalizaron recurso de casación en la forma y que corresponden a los

imputados Sergio González Tagle, Francisco González del Río, Jorge Quiroz

Castro, Francisco Donoso Díaz y Carlos Calderón Pinto, todos sustentados en

la causal del N° 9 del artículo 541, denunciando el quebrantamiento por parte

134

de la sentencia aludida de los números 3, 4 y 5, del artículo 500, del mismo

texto procesal y que se tratarán en el mismo orden en las motivaciones

siguientes;

Centésimo quinto: Que a Sergio González Tagle, se le acusó de haber

participado en los hechos referidos en el acápite III del considerando 22 del

fallo de primera instancia y que se ha repetido en el motivo 26 de este

dictamen, por lo que solo se dirá que esa consultoría se refirió a un proyecto

denominado “ Elaboración del Índice de Seguridad Vial y Metodología para la

aplicación de Premios, Multas y Auditorías de Seguridad Vial en las carreteras

concesionadas de Chile” que fue entregada para su elaboración a la Facultad

de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile por un

precio de $50.000.000, pero que ésta subcontrató con la empresa Aristo,

recibiendo aquella solo la cantidad de $3.000.000, la segunda empresa, a su

vez compartió el trabajo con la empresa Asociación Española de la Carretera,

quien recibió del Departamento de Economía de la aludida facultad, la cantidad

de $7.000.000, con cargo al precio del contrato, el resto lo recibió de la misma

facultad la aludida empresa Aristo, la que a su vez por instancias de su

mandante, pagó varias boletas de servicios a Gate S.A. por la suma total de

$15.000.000, cumpliendo las instrucciones del inspector fiscal, en este caso el

condenado Ramón Silva, funcionario del MOP, quien a su vez recibió las

instrucciones de su jefe Sergio Cortés, también sentenciado en este proceso.

Es lo que señala el recurrente en su recurso y que se resume en el motivo 15

de esta resolución, agregando que dicho trabajo se realizó a plena satisfacción.

En el recurso se denuncia que la sentencia recurrida, revocatoria de la primera

instancia en esta parte, no contiene una exposición breve y sintetizada de los

hechos que dieron origen a la formación de la causa, tampoco de las defensas

y sus fundamentos; ni las consideraciones en cuya virtud se dan por probados

o por no probados los hechos atribuidos a los procesados y tampoco las

razones legales o doctrinales que sirven para calificar el delito y sus

circunstancias, porque observa que la sentencia carece de razonamientos y

solo cita partes del expediente, limitándose a efectuar afirmaciones y reproducir

declaraciones sin analizarlas, confundiendo la enumeración de los elementos

de prueba con la ponderación de la misma, y de cuyo cumplimiento se otorga

una garantía material que no puede cumplirse formalmente, como ocurre en la

especie. En concreto, el recurrente ataca el fallo impugnado porque éste no se

pronuncia acerca de qué hecho en concreto es por el que se condena, además,

contiene consideraciones contradictorias, hace afirmaciones arbitrarias y no

analiza la prueba rendida. Así, conforme a los hechos antes indicados, que

135

copia literalmente y que corresponde a lo que se señaló precedentemente,

enfatiza que el fallo atacado hace un mínimo resumen en el considerando 18

de lo que sería la contestación a la acusación deducida en contra del acusado

González Tagle, en los considerandos 22 a 30 se hacen una serie de

afirmaciones arbitrarias por las que desecha en grupo todas las contestaciones

a las acusaciones de los distintos imputados, como si se tratara de casos

idénticos, olvidando describir cuál es el hecho por el que se condenó al

recurrente, lo que no se salva con la suposición que importa el considerando 22

de ese mismo fallo. Señala que hay contradicciones entre los considerandos 87

del fallo de primer grado por el cual se fundamenta la absolución de González

Tagle, que dicen algo distinto a lo que se afirma en las motivaciones 22 a 27 de

la sentencia de segundo grado, lo que ocurre también entre el considerando 18

de la resolución recurrida y el motivo 275 de primer grado. En cuanto a las

afirmaciones arbitrarias la sentencia recurrida en los fundamentos 22 a 27, en

el primero se dice que está demostrado que el MOP realizó sin llamar a

propuesta pública, sino que por estar bajo el monto y para tener que utilizar ese

procedimiento, se recurrió a la licitación privada o por invitación o trato directo,

donde antes de invitar a las empresas consultoras para que presentaran sus

ofertas para un determinado trabajo, funcionarios de esa cartera estatal

tomaban contacto con una de ellas a la que le proponía participar en la

consultoría, pero se le solicitaba que aumentara su costo en una determinada

cantidad, la que justificaría con una boleta de la empresa Gate S.A., por una

asesoría inexistente, y de esta manera aseguraba que se le adjudicara el

trabajo al que se llamaba por esta modalidad. Argumento que, según el

recurso, contradice con lo que se señaló en el motivo 22 de la sentencia de

primera instancia no modificada, que establece que Aristo fue contratada por la

facultad de Economía de la Universidad de Chile, y no por el MOP, y que

primero se le adjudicó el contrato y, sólo después de eso, se le señaló que del

monto recibido debía transferir $15.000.000 a la empresa Gate.

Se continúa señalando que también es antojadiza la afirmación general que se

contiene en el considerando 23 de la sentencia impugnada, pues no hay

prueba que demuestre que el recurrente González Tagle haya abultado el

contrato en cuestión, incluyendo una partida inexistente sin señalar prueba

específica sobre el contrato y se encuentra en contradicción con lo dicho por

Ramón Silva en la que reconoció que el recurrente no aceptó elevar el monto

del presupuesto y sólo accedió a rebajar algunas partidas para cumplir con el

requerimiento exigido por Cortés. Del mismo modo, se objeta lo señalado

también de manera general en el motivo 24, que los consultores sabían de

136

antemano que estaban cobrando un monto superior, simulando un gasto

inexistente para pagar otras operaciones en el MOP, sin que exista algún

antecedente en la causa que corrobore tal afirmación, en el caso de González

Tagle, y se equivoca la sentencia al señalar que Aristo fue la que postuló a la

licitación cuando lo fue la Universidad de Chile. Discrepa además el recurso,

cuando señala en el considerando 25 de la sentencia impugnada, que era

evidente que los consultores se coludían con funcionarios del MOP, los que

obraban a sabiendas de que abultaban los precios, considerando dichas

afirmaciones del fallo voluntariosas y carentes de todo fundamento, misma

situación advierte de lo señalado en los considerandos 26 y 27 y finalmente,

cuando en el considerando 28 en bloque determina que un grupo numeroso de

consultores, entre los que incluye a González Tagle, habrían reconocido haber

tomado parte en el fraude indagado aceptando expresamente haber abultado el

monto de los trabajos a realizar, justificándolos con una boleta de un tercero

que no prestó servicio alguno, lo que importa una confesión, cuando dicho

imputado jamás ha reconocido haber abultado el monto del precio del contrato,

único que participó como sub contratista de la Facultad de Economía de la

Universidad de Chile. Por último, reprocha de nulidad formal el recurso, el no

haber analizado la prueba testimonial de Ramón Silva, Felipe Masjuán y

Gabriel Montero, que descartan que por parte de González Tagle éste hubiera

intervenido en aumentar el precio del contrato, y que solo aceptó rebajar el

costo del proyecto, bajando su expectativa de utilidad, atestados que no son

considerados en el fallo recurrido;

Centésimo sexto: Que en el recurso de casación en la forma deducido por el

acusado Francisco González del Río, cuyo relato se contiene en el motivo 14

de esta resolución, pretende la nulidad de la sentencia que lo condenó como

autor del delito de fraude al Fisco, correspondiente a la operación que se

describe en el capítulo IV del considerando 22 del fallo de primer grado y que

se copia, además, en el fundamento 26 de esta sentencia. En síntesis, la

empresa Consultoría Profesional Agraria, representada por el aludido González

del Río, participó y obtuvo una consultoría denominada “Factibilidad de

Desarrollo Agropecuario en el Área de Influencia del Embalse Illapel”, otorgada

a través de la resolución 3.151 de 5 de noviembre de 1999, en la fue

contraparte técnica e inspector fiscal el condenado de esta causa Roberto

Salinas, por el precio total de $46.300.000, y de cuyo valor se pagaron dos

boletas de honorarios por $12.400.000 y $360.000, extendidas a Gate S.A. y

Pedro Salazar, respectivamente, que no realizaron ningún trabajo con relación

a la consultoría contratada.

137

Como se sabe, en primera instancia fue absuelto por dicho hecho González

del Río, pero revocada dicha decisión en segundo grado, fue condenado por el

delito de fraude al Fisco, respecto de la cual se interpuso el recurso en estudio,

por la causal del artículo 541 N° 9 del Código de Procedimiento Penal y por no

cumplir los requisitos que al efecto exige el artículo 500 del citado código. En

los fundamentos de la nulidad formal planteada por el recurso en análisis, se

repiten casi los mismos argumentos dados por el recurrente González Tagle y

señalados en el motivo anterior, en cuanto el fallo impugnado no determina con

la precisión necesaria el hecho por el que se condenó a González del Río, por

existir considerandos contradictorios y por contener el fallo recurrido

afirmaciones arbitrarias;

Centésimo séptimo: Que en el recurso de casación en la forma deducido por

la defensa del acusado Jorge Antonio Quiroz Castro y que se relata en el

considerando 18 de esta sentencia, se denuncia el incumplimiento de los

requisitos del artículo 500 del Código de Procedimiento Penal, con lo cual hace

concurrente la causal prevista en el N ° 9 del artículo 541 del mismo estatuto

procesal y lo sustenta tanto en infracciones de tipo penal como civiles. En lo

criminal, se sostiene como primer acápite de invalidación, el incumplimiento de

la previsión exigida por el N ° 4 del artículo 500 antes aludido, por existir una

total falta de coherencia de la decisión condenatoria al incluir considerandos

contradictorios, que por un lado sostienen la absolución y por otro la condena

del recurrente, puesto que la sentencia recurrida luego de eliminar los

fundamentos 86, 87, 275 y 277, mantuvo considerandos de la resolución de

primera instancia que se contradicen entre sí, se consolida dicha diferencia, se

reclama, cuando en el considerando 28 del fallo de segundo grado se afirma

que la participación de los inculpados que obraron como consultores, entre

ellos Quiroz Castro, está acreditada en mérito de sus declaraciones

indagatorias, en la que reconocen haber tomado parte del fraude indagado,

aceptando expresamente haber abultado el monto de los trabajos a realizar,

justificándolos con una boleta de un tercero que no prestó servicio alguno, para

en el considerando 30, rechazar las defensas, por ser inverosímil que

profesionales de la envergadura de los acusados no entiendan que abultar el

precio de una obra con trabajos o estudios inexistentes, justificándolos con

boletas de honorarios extendidas por terceros, cuyo resultado es que el Fisco

de Chile pague un precio superior al verdadero, y todo ello con la finalidad de

adjudicarse la propuesta en que participaban, por lo que no cabe sino concluir

que a sabiendas participaban del fraude que se les proponía, a pesar que en

considerando 22 de la sentencia de primera instancia se afirma en la letra d)

138

que se pagaron boletas extendidas por la empresa Gate S.A, por la suma de

$13.000.000 y otra extendida por Econat Consultores Ltda., por la suma de

$5.700.000, sosteniendo que dichos pagos se efectuaron cumpliendo

instrucciones del inspector fiscal o contraparte técnica. Por otra lado, no se

considera la declaración que se consigna en el motivo 31 del fallo de primer

grado de Roberto Salinas que sobre esta consultoría señaló que cuando se

utilizaba la terminología de incluir gastos de administración en el precio de un

determinado contrato, su objetivo era pagar insumos de oficinas relacionados

con el contrato o gastos en general de concesiones, en los que podría estar

involucrado el pago de honorarios de algún consultor que estuviera pendiente

de pago y por labores efectuadas. Agregando que no recuerda si a Quiroz le

manifestó que había que pagar los honorarios de otros consultores, con cargo

al precio de su consultoría, pero, de acuerdo a los antecedentes y al modo de

operar a esa época es lo más probable. En segundo término, se reclama la

flagrante y grave inobservancia formal del correlato necesario que debe existir

entre la decisión de condena y la prueba efectivamente rendida en el proceso.

El sentenciador al hacer referencia a la declaración del acusado Quiroz como

confesión consigna otros hechos a aquellos que se establecen en la

declaración judicial, lo que importa por una parte hacer referencia formal a una

probanza que no está contenida en las fojas que se mencionan en el

expediente, además esa declaración judicial no establece formalmente los

hechos que la sentencia de segunda instancia afirma que se consignan en ella,

por lo que la decisión condenatoria se sustenta en una supuesta confesión

respecto de los hechos imputados, consignando lo que se dice en el

considerando 28 del fallo impugnado, que Quiroz habría confesado, según las

declaraciones de varios acusados que se indican, pero que no corresponden a

la de éste, que declara a fs. 3.685, como se deja constancia en el considerando

48 de la sentencia de primera instancia, que se reproduce por la que se

impugna, en las que en realidad lo que señala Quiroz Castro es que los pagos

los cursó sólo después que Salinas le informó que las asesorías habían sido

realizadas a plena satisfacción del MOP, con lo cual se demuestra que nunca

confesó participación en un hecho ilícito. En tercer término respecto del

reproche en la parte penal de la sentencia impugnada, se invoca el

quebrantamiento de lo indicado en el N ° 7 del artículo 500 del Código de

Procedimiento Penal, que sustenta en que la sentencia recurrida al dejar

subsistente los motivos del fallo de primera instancia, obvió la subsistencia de

considerando resolutivos que sostienen derechamente la inexistencia del delito

materia de la acusación y que determinaron la absolución en ese grado

139

jurisdiccional, puesto que el motivo 93 de la resolución de primera instancia, se

pronuncia acerca de la existencia de delitos de fraude al Fisco, aceptando lo

solicitado, en ese sentido por el Fisco, pero no en cuanto pide que se califique

los delitos como reiterados y rechaza, la misma pretensión, en cuando se pidió

el castigo por ese delito a varios encausados, entre ellos, Quiroz Castro,

atendido los raciocinios dados en los motivos 85, 86, 87, 88 y 90 que se dan

por transcritos. El recurso le da el carácter de resolutivo a dicho considerando

lo que se contrapone con la decisión final de condena, lo que determina la

existencia de decisiones contrapuestas que anulan el fallo recurrido. En cuanto

a la parte civil, se basa el recurso en la causal del N ° 7 del artículo 768 del

Código de Procedimiento Civil, porque considera que la sentencia impugnada

contiene decisiones contradictorias, cuyo fundamento lo refiere a las

contradicciones advertidas en el último párrafo del recurso en la parte penal,

estimando como considerando resolutivo el fundamento 93 de la sentencia de

primera instancia, que no fue eliminado por el fallo de segundo grado, con el

motivo 30 de esta última resolución, en la que en el primero se sustenta la

declaración de absolución para Quiroz Castro y en el motivo 30 del fallo de

segunda instancia, rechaza las defensas de los mencionados encausados

dirigidas a obtener una absolución, lo que deriva en una contradicción al

pretender el pago de indemnizaciones civiles por delitos no debidamente

justificados;

Centésimo octavo: Los recursos de casación en la forma de los acusados

Carlos Calderón Pinto y Francisco Donoso Díaz, que se resumen en los

motivos 16 y 17 de esta sentencia, son bastantes parecidos entre sí, por lo que

se explicarán, para su desarrollo, conjuntamente. En el primer caso, Calderón

es acusado por el hecho que se describe en el capítulo XIII del fallo de primera

y que se transcribió en el motivo 26 de este dictamen, y que está relacionado

con la empresa CCP Ingeniería Ltda., en la que habría actuado por ella dicho

encausado y que trata de varios contratos que fueron adjudicados por la

Dirección General de Obras Públicas y que corresponden a las obras:

Reformulación proyecto Autopista Santiago-Viña del Mar; Estudio de Ingeniería

para la recuperación de terrenos de la ribera norte del río Bío-Bío;

Complementos al estudio de Ingeniería para la concesión de una obra de riego;

Diseño y Elaboración de un catastro para la concesión de una obra de riego y

apoyo en la definición de variables de interés; Recopilación de Antecedentes

Sanitarios para la factibilidad de agua potable y aguas servidas en la concesión

defensas fluviales y carretera ribera norte río Bío-Bío, sector Chiguayante-

Puente Viejo; Reposición, construcción y habilitación de caminos para vialidad

140

complementaria de la Concesión Internacional Ruta 5, Tramo Talca-Chillán,

Sector 1; Prestación de servicios topográficos a Unidad Ejecutiva de

Expropiaciones; revisión, dibujo y complementación de planos de diseño

geométrico de la Obra Collipulli-Temuco y revisión, dibujo y complementación

de planos de diseño geométrico de la obra Ampliación, rehabilitación y

Mejoramiento Interconexión Vial sector Santiago, Valparaíso, Viña del Mar.

Sosteniendo que un agente público, como inspector fiscal o contraparte técnica

de los referidos trabajos y estudios, cumpliendo instrucciones de funcionarios

del MOP, le señaló a la empresa aludida que debía incorporar o comprender

sumas de dinero adicionales en el precio que indicaría en las respectivas

ofertas, para destinarlas a fines ajenos a la consultoría, dineros que fueron

girados por CCP Ingeniería Ltda., a Gate S.A., que se justificaron por servicios

prestados en asesorías ambientales, o servicios profesionales prestados o

servicio de asesoría, que no fueron prestados y se destinaron en el MOP para

efectuar diferentes pagos que no correspondían, causando un perjuicio fiscal

por la suma de $59.300.000. Por dicho hecho, la sentencia de primera instancia

absolvió a Carlos Calderón, decisión que fue revocada por la resolución de

segundo grado, resolución que ha sido impugnada por el recurso de casación

en la forma en estudio, advirtiendo que esta última sentencia nunca describió el

hecho por el que se le condenó al recurrente, sin que pueda presumirse que

sea el que se relata en el considerando 22 de la sentencia de primera instancia.

Arguye en consecuencia, como defectos formales, la existencia de

considerados contradictorios que existirían entre aquellos que sirven para

atribuirle responsabilidad penal en los hechos indicados, contra los contenidos

en los motivos 87 del fallo de primer grado y los expresados en las

motivaciones 22 a 27 de la resolución impugnada y entre el fundamento 20 de

esta misma resolución y el 275 de la de primera instancia y que se manifiesta

además, entre las contradicciones advertidas en las fundamentaciones 34, 35,

y 36 y la parte resolutiva de segundo grado, en cuanto por una se niega la

demanda civil y por la otra se le condena por esa misma acción. En segundo

lugar, se sostiene, que el fallo reclamado se basa en afirmaciones arbitrarias,

que advierte en los considerandos 22 a 27, pues en sus afirmaciones no se

contiene ningún antecedente de hecho que afirme lo que ahí se declara, pues

no se indica prueba alguna que el recurrente haya abultado los contratos en

cuestión o que haya incluido una partida inexistente, porque si estuviera

probado dicha maquinación, resulta que la mayoría de los inspectores fiscales

que participaron en la maniobra objetada no fueron procesados por estos

episodios y solo lo fue Roberto Salinas, tampoco se ha probado que el acusado

141

Calderón hubiese sabido, antes de adjudicarse los contratos, que con cargo de

los fondos que hubo de transferir a la empresa Gate S.A. se pagaron otros

costos y servicios, lo que no ocurrió, porque no sabe el precio real de las

consultorías, tampoco está probado con antecedentes fidedignos, que no se

dicen, que Calderón se hubiese coludido con los funcionarios del MOP como lo

afirma el fundamento 25 de la sentencia recurrida, en orden a alterar los

precios de los contratos y que supiera toda esa maquinación en su totalidad, ni

tampoco se fundamenta con el relato de prueba, la afirmación de la sentencia

recurrida de la existencia clara del ánimo de defraudar de los acusados, que lo

hace común a todos ellos cuando no hay antecedentes que siquiera se

conocieran entre sí, al contrario ha alegado, sin que se hubiere pronunciado al

respecto, que con fondos propios no devueltos transfirió $59.300.000 a la

empresa Gate S.A. Finalmente, se alega una falta de consideraciones acerca

de la prueba rendida en el juicio, pues hay un grupo importante de testigos que

menciona que declararon y que intervinieron en los contratos descartando

algún abultamiento en los precios de los contratos, pero la sentencia recurrida

nada dice sobre esta prueba;

Centésimo noveno: Que en lo que concierne al imputado Francisco Donoso,

recurrente por la misma causal señalada por el anterior acusado, aparece

involucrado en el hecho que se describe en el capítulo X del fundamento 22 del

fallo de primer grado y que se copia en el considerando 26 de esta sentencia, y

que en resumen consiste en que el MOP adjudicó a la empresa Diagnos Ltda.,

representada por Donoso, un estudio para determinar alternativas de

financiamiento para ejecutar obras complementarias que requería el proyecto

Zanjón de la Aguada para que se evaluara y propusiera las alternativas de

financiamiento más viables para el logro del objetivo, lo que se efectuó a través

del MOP-Dirección de Obras Hidráulicas, representado por Eduardo Bartholin y

la Facultad de Economía y Administración de la Universidad de Chile y se

encargó al consultor a través del CIADE, por un precio de $27.825.000, sin

posibilidad de subcontratación, pero que igual lo hizo traspasando el trabajo a

Diagnos por la suma de $26.155.500. Se pagó ese precio a la facultad aludida

y ésta a su vez se lo traspasó a Diagnos, quien hizo varios pagos por concepto

de honorarios a distintas personas, incluyendo a Bartholin, extendiendo éstas

las respectivas boletas de honorarios, lo que causó un perjuicio fiscal de

$21.300.000. Como ya se señaló, por este hecho en primera instancia fue

absuelto el mencionado Donoso, pero la de segunda instancia revocó esa

decisión y lo condenó como autor del delito de fraude al Fisco. Se sostiene

como defectos formales el no cumplimiento a los requisitos de los números 4 y

142

5 del artículo 500, que al igual que el recurrente Calderón, corresponden a la

existencia de considerando contradictorios, lo que se produce entre las

motivaciones 86, 275 y 277 de la sentencia de primera instancia y las que se

contienen en los considerandos 17, 22 a 27, 33, 34, 35 y la parte resolutiva de

la de segundo grado. Igualmente reclama de la existencia de afirmaciones

arbitrarias, que en lo sustancial son similares que las contenidas en el recurso

que se relata en el motivo precedente y que sería redundante repetir;

Centésimo décimo: Que como se ha señalado en los considerandos

anteriores, la sentencia recurrida revocó en parte el fallo de primer grado y por

ello decidió la condena de Marcos Luraschi, Abdón Naim, Sergio González,

Francisco González, Eduardo Valenzuela, Luis Arrau, Alejandro Gutiérrez,

Francisco Donoso, Carlos Calderón, Luis Solar y Jorge Quiroz, como coautores

del delito de fraude, en los hechos que como representantes de empresas

consultoras celebraron contratos de consultorías con el MOP y en la que parte

de su precio, por intermedio de una empresa, Gate S.A., sirvió para pagar

servicios y estipendios indebidos a funcionarios del mismo Ministerio. De

dichos condenados, todos impugnaron la sentencia por la vía de la casación,

con excepción del acusado Valenzuela, todos por la vía de casación en el

fondo y los imputados González Tagle, González del Río, Quiroz Castro,

Gutiérrez, Donoso y Calderón, además conjuntamente con el recurso de

casación en la forma. De ellos se analizó el deducido, en primer término, por el

sentenciado Gutiérrez, en la que por los motivos 92 a 102, correspondiente al

capítulo X de esta sentencia, se estimaron acreditados los vicios denunciados

en el recurso de nulidad formal interpuesto por este último encausado, con

influencia sustancial en lo dispositivo del fallo recurrido, lo que obligó a su

invalidación. Por ello es que se dispuso el análisis conjunto de los recursos de

casación en la forma deducidos por los otros recurrentes antes mencionados

por estimar que sus argumentos anulatorios se encuentran en iguales

condiciones que los planteados por Gutiérrez, con la salvedad que en el fallo

recurrido, claramente se omitió toda consideración respecto de las alegaciones

de éste, planteadas al contestar la acusación y en definitiva, sin explicar la

contradicción el fallo atacado asimiló sus descargos indebidamente al caso de

aquellos en que la sentencia si los indicó. Pero además, la decisión de nulidad

formal que favoreció al indicado Gutiérrez se basó en otros defectos que se

contienen en los motivos 101 y 102 precedentes, y que sí sirven para los casos

de las personas indicadas en este basamento y está referida la omisión

precisamente en hacer asimilable la situación de los acusados señalados en el

considerando 4° de la sentencia recurrida de segunda instancia, en lo que se

143

refiere a la comunicabilidad de extraneus con funcionarios públicos para la

participación de aquellos en el delito de fraude al Fisco, sin que se demostrara

que la situación de participación de los que se indican al inicio de este

fundamento, emanara de una confesión que el fallo la señala concurrente por la

sola actividad material de haber participado los consultores aludidos en

determinados contratos de cuya generación y aprovechamiento sólo sirvió en

beneficio de funcionarios públicos sin que se profundizara, como correspondía,

si efectivamente esas declaraciones cumplían las exigencias básicas que

señala el artículo 481 del Código del Procedimiento Penal, de manera que lo

dicho en el señalado acápite 101, sirve para sustentar la nulidad formal de los

que dedujeron el mismo recurso de casación en la forma, en contra de la

sentencia de segundo grado, porque no se advierte que su situación en el

establecimiento de los hechos sea diferente a la situación favorable de

Gutiérrez. A este respecto, cabe insistir en la inconsistencia de la sentencia

revocatoria en cuanto a la manera que determina la responsabilidad criminal de

los encausados mencionados en el inicio de este fundamento, ya que al

respecto para este fin, sólo se señala que dicha culpabilidad se demostraba en

virtud de las probanzas reseñadas en el fallo que se revisa, sin indicar ninguna

en especial que probara fehacientemente los actos imputables de

coparticipación que habrían realizado dichos acusados en la operación de

consultoría, en la que actuaron para su beneficio funcionarios públicos para

obtener dichos recursos sobre la base de un abultamiento en el costo de la

consultoría respectiva. En rigor el fallo en esa amplitud de convencimiento no

entrega ningún dato fidedigno de cooperación ilícita de los imputados antes

señalados y en cuanto a la mentada confesión, el fallo es más sorprendente

por la carencia de precisión. Se dice en general, que asimismo sirven para esa

responsabilidad penal, las declaraciones indagatorias de fs. 718 a 728; 732 a

739; 741 a 742 y 751 a 756, que en el expediente no corresponden a ninguna

declaración de los indicados acusados, en verdad utiliza lo que la sentencia de

primera instancia resume de declaraciones de estas personas, en los

considerandos 41, 42 y 43, 47, 48, 49, 50 y 51, 53 y 55 y 56, que se refieren a

Luraschi, Naim, González Tagle, González del Río, Quiroz Castro, Valenzuela,

Arrau, Gutiérrez, Calderón y Solar y que corresponden a la foja respectiva del

mismo fallo, que por supuesto no se relaciona a la real de las deposiciones de

dichos encausados y tal resumen, no alcanza a contener por supuesto, todos

los argumentos que éstos dieron en explicación de su intervención en los

contratos impugnados, de manera que no revisó ni dejó constancia de otras

situaciones distintas a una inculpación penal y de este modo, se explica el

144

resumen de esos dichos en tal fallo de primer grado, puesto que la

sentenciadora de esa instancia llegó finalmente a la convicción de inocencia y

determinó la absolución de todos estos encartados, de manera que si la

sentencia de segunda instancia, decidía distinto, o sea la condena, porque

estimaba que la participación de los indicados acusados era punible,

necesitaba forzosamente entrar a considerar en todos sus aspectos dichos

atestados para hacerlos coincidir con los supuestos legales que al afecto exige

el indicado artículo 481 del citado cuerpo procesal. A mayor abundamiento

sirve de ejemplo la situación del procesado González del Río, cuyo atestado se

consigna en el motivo 47 de la sentencia de primera instancia y que fue

prestado a fs. 3700, en la que sostiene que por la empresa Consultorías

Profesionales Agraria Ltda., participó en una consultoría encomendada por el

MOP, proyecto “ Factibilidad de desarrollo agropecuario en el área de influencia

del Embalse Illapel”, que se interesaron en el estudio por lo que elaboraron la

oferta técnica y económica y presentaron todos los documentos necesarios,

recuerda que el precio ascendía entre $25.000.000 y $30.000.000, en ese

estado el funcionario del MOP Roberto Salinas, condenado en esta causa, le

manifestó la existencia de gastos que era necesario cubrir, porque no tenían el

equipamiento y personal necesario para incluir esos costos, lo que le pareció

inusual, sin embargo a la empresa no le significaba un mayor precio, por lo que

conversaron con los socios y se aceptó, por lo que luego devolvieron ese

exceso con cheque por $12.400.000 a la empresa Gate S.A., lo cual demuestra

la inconsistencia del fallo recurrido, al determinar la participación de este

acusado sobre la base de una confesión que de ningún modo corresponde a la

declaración antes dicha, en la que no se reconoce ninguna participación en

alguna conducta dolosa, como lo declara la sentencia recurrida, situación que

se repite de igual modo con los otros encausados antes mencionados. De la

misma manera, se hace asimilable, a la situación de los recurrentes aludidos

anteriormente, la demostración de existir los vicios a que se refiere el

considerando 102 que precede, en cuanto se advierte la falta de

consideraciones en que incurre el fallo en análisis con respecto a la existencia

de la malicia necesaria para la concurrencia de un elemento del tipo en el delito

de fraude, con respecto de los aludidos recurrentes y la demostración que

debió verificar la sentencia recurrida al afirmar que existió una maquinación de

dichos inculpados dentro de las operaciones objetadas, en la que tal malicia

debía aparecer como incontrarrestable, lo que resultaba indispensable para

demostrar la culpabilidad de los recurrentes en los hechos indagados;

145

Centésimo undécimo: Que los vicios antes dichos, por su gravedad e

influencia sustancial en lo dispositivo del fallo impugnado, determinan que la

sentencia en cuanto atribuyó una participación punible y culpable no

demostrada de la manera que exigen los números 4 y 5 del artículo 500 del

Código de Procedimiento Penal, determinan que ésta ha sido dictada

concurriendo a su respecto un grave defecto formal que hace concurrente la

causal de nulidad prevista en el N° 9 del artículo 541 del mismo estatuto

procesal, lo que implica necesariamente la invalidación de ese veredicto en

cuanto, revocando el fallo de primera instancia, dispuso la condena indebida de

los procesados recurrentes Sergio González Tagle, Francisco González del

Río, Jorge Quiroz Castro, Francisco Donoso Díaz y Carlos Calderón Pinto,

estimando innecesario analizar los otros defectos formales denunciados por los

indicados recurrentes en sus respectivos libelos, sin perjuicio de considerar

además, que si bien algunos de los recurrentes antes analizados plantearon la

nulidad formal por existir considerandos contradictorios entre algunos de la

sentencia de primera instancia, en especial las reflexiones 86, 275 y 277 que

razonan en el motivo de absolución de los indicados acusados y aquellos de la

sentencia de segundo grado que establecen en cambio, su participación

punible, de modo que se anulan entre sí, con lo cual el fallo impugnado

carecería de las debidas consideraciones de hecho y de derecho, es lo cierto

que el dictamen recurrido expresamente eliminó los fundamentos 86, 275 y 277

aludidos, de manera que desaparece la contradicción objetada, pero el recurso

no observó ni tampoco la sentencia de segunda instancia, que el motivo 93 de

primer grado se mantuvo, y en él la sentenciadora, con relación de la acusación

del Fisco que solicitaba la condena de dichos imputados, rechaza dicha

pretensión porque estima que debe absolverse a dichos enjuiciados como

autores del delito de fraude al Fisco, lo que evidencia una clara contradicción

con lo expuesto en este tema por la sentencia recurrida, lo que si permite su

nulidad formal;

Centésimo duodécimo: Que los indicados recurrentes dedujeron, además,

recursos de casación en el fondo en contra la misma sentencia de segundo

grado, pero acogidos a su respecto los de forma, se aplicará lo señalado en el

artículo 808 del Código de Procedimiento Civil, aplicable en la especie por

mandato del artículo 535 del Código de Procedimiento Penal, que permite tener

por no interpuestos estos arbitrios de nulidad sustancial;

Centésimo décimo tercero: Que los acusados Marcos Luraschi, Abdón Naim,

Luis Arrau y Luis Solar recurrieron en contra del fallo revocatorio que los

condenó como autores del delito de fraude al Fisco, sólo por la vía del recurso

146

de casación en el fondo. Otro acusado, Eduardo Valenzuela, también

condenado no impugnó el fallo antes aludido, pero según se infiere en relación

a los cuatros primeros nombrados, en el reclamo de nulidad sustancial que se

detalla en los considerandos 4, 5, 6 y 9 de esta sentencia y como se expresa

tanto en los considerandos 86, 87, 261, 262, 267, 268, 270, 275 y 277 del fallo

de primera instancia y 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21 del de segundo

grado, se encontraban en similar situación con los otros representantes de

empresas consultoras que contrataron con el MOP y que fueron mencionados

en el motivo 111 precedente y, por los cuales, según se relata en los

fundamentos anteriores se ha acogido el recurso de casación en la forma por

vicios o errores que le son comunes entre sí, de modo que es evidente que

este tribunal se encuentra en la obligación de corregir dicha asimetría, lo que

permite el artículo 775 del Código de Procedimiento Civil y lo acepta

expresamente el penúltimo inciso del artículo 544 del Código de Procedimiento

Penal y en cuya virtud autoriza la casación en la forma de oficio, si de los

antecedentes de los recursos que se han interpuesto y de conocimiento de esta

Corte se advierte la existencia de una causal de casación en la forma, como en

el caso ocurre con respecto de la del N° 9 del artículo 541 del último código

citado, lo que este tribunal hará en relación a los acusados Luraschi, Naim,

Arrau, Solar y Valenzuela, de modo, que con respecto de los cuatro primeros,

se tendrán por no interpuestos los recursos de casación en el fondo que han

deducido.

Por estas consideraciones y de conformidad con lo señalado en los artículos

535, 544, 547 y 548 del Código de Procedimiento Penal, 766, 767,769, 775,

785 y 808, de Código de Procedimiento Civil, se decide:

1.- Que se rechaza el recurso de casación en la forma deducido a fs. 20.899 y

siguientes, por la defensa del acusado Carlos Cruz Lorenzen, en contra de la

sentencia de once de agosto de dos mil catorce, escrita a fs. 20.671 y

siguientes;

2.- Que se desestiman los recursos de casación en la forma y en el fondo

interpuestos por las defensas de los procesados Dolores Rufián Lizana y

Héctor Peña Véliz, en los escritos de fs. 20.779 y siguientes y 20.886 y

siguientes, respectivamente, en contra del indicado fallo;

3.- Que se rechazan los recursos de casación en el fondo formalizados por las

defensas de los encausados Sergio Hinojosa Ramírez, Oscar Araos Guzmán,

Sergio Alberto Cortés Castro, Nasir Sapag Chain, Ramón Silva Améstica y

Héctor Quiroz Astorga, a fs. 20.729 y siguientes, 20.938 y siguientes, 20.865 y

siguientes, 21.000 y siguientes, 21.110 y siguientes, y 21.123 y siguientes,

147

respectivamente, en contra de la misma sentencia señalada en el N° 1

precedente;

4.- Que se acogen los recursos de casación en la forma, deducidos en

representación de los acusados Alejandro Gutiérrez Arteaga, Sergio González

Tagle, Francisco González del Río, Jorge Quiroz Castro, Francisco Donoso

Díaz y Carlos Calderón Pinto, corrientes a fs. 20.752 y siguientes, 20.968 y

siguientes, 21.026 y siguientes, 21.134 y siguientes, 21.081 y siguientes y

21.050 y siguientes, por lo que se anula en lo que se refiere a los indicados

sentenciados la sentencia recurrida de once de agosto de dos mil catorce,

corriente a fs. 20.671 y siguientes, por lo que se procederá dictar, acto continúo

y sin nueva vista la sentencia que corresponda conforme a derecho;

5.- Que actuando esta Corte de oficio, se anula también la aludida sentencia en

lo que respecta a los acusados Marcos Luraschi, Abdón Naim, Eduardo

Valenzuela, Luis Arrau y Luis Solar Pinedo;

6.- Se tienen por no interpuestos los recursos de casación en el fondo

deducidos por los encausados antes mencionados, con excepción de

Valenzuela.

Regístrese.

Redactó el Ministro Sr. Juica.

Rol N° 25.378-2.014.

Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres. Milton Juica

A., Hugo Dolmestch U., Haroldo Brito C., Sra. Andrea Muñoz S., y Manuel

Valderrama R., No firma el Ministro Sr. Brito, no obstante haber estado en la

vista de la causa y acuerdo del fallo, por estar con permiso.

Autorizada por el Ministro de Fe de esta Corte Suprema.

En Santiago, a veintiocho de junio de dos mil dieciséis, notifiqué en Secretaría

por el Estado Diario la resolución precedente, como asimismo personalmente al

señor Fiscal Judicial de la Corte Suprema, quien no firmó.

148

149

150

Santiago, veintiocho de junio de dos mil dieciséis.

Dando cumplimiento a lo ordenado en el fallo de casación precedente, se dicta

la siguiente sentencia de reemplazo.

Vistos:

Se mantiene, de la sentencia de segunda instancia, que se ha

invalidado, todo lo atinente a las consideraciones de rechazo del recurso de

casación en la forma deducido por el procesado Carlos Cruz Lorenzen, en

contra del fallo de primer grado y en cuanto a los recursos de apelación

impetrados en contra del mismo dictamen, se reproducen los motivos del 1° al

11° y 31, en el entendido que solo se refieren a las situaciones procesales de

los acusados señalados en el basamento 10, de los antes aludidos.

Del fallo de casación precedente, se reproducen las consideraciones 25,

28, 29, 32, 45, 47, 48, 49 y 56, además de las motivaciones que se incluyen en

los capítulos X y XI finales de esta sentencia.

Se reproduce la sentencia de primera instancia.

Y SE TIENE ADEMÁS PRESENTE:

PRIMERO: Que en atención a las fundamentaciones que se han

reproducido, este tribunal no puede sino llegar a la convicción, basada en la

prueba que analiza profusamente el fallo de primer grado, que en la especie se

ha configurado el delito de fraude al Fisco ocasionado con las maquinaciones

que se expresan claramente en el fundamento 22 del dictamen de primera

instancia y que ocasionó al Estado un perjuicio efectivo de $799.142.217, en la

que un grupo de personas idearon un procedimiento para sobrevalorar el precio

de consultorías necesarias para cumplir objetivos de obras públicas estatales,

para obtener indebidamente recursos que se destinaron a pagar honorarios no

consultados en el presupuesto público y que el Fisco no estaba en el deber de

solucionar, lo cual según los antecedentes latamente explicados en dicha

sentencia, que se ha reproducido en lo pertinente, importa cumplir con los

elementos del tipo penal que hacen ilícita esas maniobras dolosas;

SEGUNDO: Que con el mismo rigor probatorio se ha demostrado que en

dichas conductas ilícitas tuvieron participación culpable en el delito, que se

calificó como continuado, los acusados Cruz Lorenzen, Cortés Castro, Salinas

Briones, Hinojosa Ramírez, Silva Améstica, Bartholin Zanetta, Castillo Navasal,

Sapag Chaín, Quiroz Astorga, Rufián Lizana, Araos Guzmán, Peña Véliz y Jara

Núñez, de modo que esa convicción de condena basada rigurosamente en la

prueba aportada y que se constituyen como cargos fehacientes de esa

responsabilidad, obligan a aceptar el criterio de condena manifestado en la

151

sentencia de primera instancia y por lo tanto, no es posible modificar esas

determinaciones y que aparecen reclamadas en los recursos interpuestos por

dichos sentenciados, para enervar esas decisiones;

TERCERO: Que de la misma manera, esta Corte coincidirá con la juez a

quo en lo que se refiere a las absoluciones de determinados consultores que

dispusieron los giros de cheques de la cuenta corriente de su empresa para

hacer devolución de una parte de un precio que a instancias de funcionarios del

MOP, mandante de dichos contratos, según condiciones impuestas de forma

perentoria y que aparecían como aceptables o plausibles, de manera que en

los casos de los inculpados Marcos Luraschi, Abdón Naím, Sergio González,

Francisco González, Eduardo Valenzuela, Luis Arrau, Alejandro Gutiérrez,

Francisco Donoso, Carlos Calderón, Luis Solar y Jorge Quiroz, no demostrada

de manera vehemente la existencia de una colaboración maliciosa en la

producción del suceso ilícito, ideado por funcionarios públicos de un organismo

del Estado como es el MOP, es dable aceptar la certeza moral absolutoria

arribada por la juez de primera instancia y que autoriza el artículo 456 bis del

Código de Procedimiento Penal;

CUARTO: Que el artículo 239 del Código Penal, junto con establecer

una pena privativa de libertad, impone la obligación a los sentenciadores de

considerar, además, la pena accesoria de inhabilitación especial perpetua para

el cargo u oficio público que se establece, no en relación a la pena que en

definitiva se imponga al sentenciado ni al grado de su participación, sino por la

naturaleza misma del delito de que se trata. Del mismo modo, obliga la norma

perentoriamente al pago de una multa especial, relacionada con el monto del

perjuicio causado, en una determinada proporción, de manera que a su

respecto, no cabe aplicar preceptos generales que la ley contempla, ya que su

imposición es obligatoria por el sólo hecho de constituir el delito de fraude al

Fisco;

QUINTO: Que conforme a lo que se razonó por la sentenciadora de

primera instancia, en los motivos 95, 115, 144, 179, 189, 197, 206, 220 y 231

del fallo en alzada, corresponde dictar sentencia absolutoria respecto del delito

de asociación ilícita, por el que se acusó a los sentenciados en los términos

contenidos del motivo 92, de la misma resolución;

SEXTO: Que en lo que se refiere a la indemnización de perjuicios que se

ordena pagar por los condenados al Fisco, conviene aclarar que, como se

expresa en el fundamento 97° del fallo de primer grado, en relación a su motivo

294°, la suma de $ 799.142.217 corresponde a la cantidad total del detrimento

causado con ocasión de una multiplicidad de operaciones delictivas,

152

denominadas como episodios “Econat Consultores, R&Q Ingeniería Ltda.,

Aristo Consultores, Consultoría Profesional Agraria Ltda., Gerens Ltda., Exe

Ingeniería y Software Ltda., Geofun Ltda., Consec Ltda. Economía y Finanzas,

Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile,

Diagnos Ltda., Abaco Ingenieros Consultores Ltda., y CCP Ingeniería Ltda.”

cada una de las cuales resulta independiente de las otras, de manera que el

pago solidario que se ordena satisfacer se cumplirá por cada uno de los

enjuiciadosB hasta el monto del daño que en el episodio particular en que

intervino se causó, esto es, operando la solidaridad solo entre quienes hayan

concurrido en cada uno de tales eventos, según se regule en la ejecución de la

sentencia.

SEPTIMO: Que con lo declarado, se ha dado cumplimiento a lo que

indica el artículo 514 del Código de Procedimiento Penal, con respecto del

informe de la fiscal judicial, contenido a fs. 20.454.

Por estas consideraciones y visto, además lo dispuesto en los artículos

527, 527 bis, y 533 N° 3 del Código de Procedimiento Penal, se declara:

A.- Que se rechaza el recurso de casación en la forma deducido por el

acusado Carlos Cruz Lorenzen, en contra de la sentencia de treinta de junio de

dos mil diez, escrita de fs. 19.149 a 20.179, rectificada por resolución de

veintisiete de julio de 2010, a fs. 20.362.

B.- Que se confirma aludido fallo, con las siguientes declaraciones:

1.- que se le impone además a los condenados Cruz, Cortés, Salinas,

Hinojosa, Silva, Bartholin, Castillo, Sapag, Quiroz, Rufián, Araos, Peña y Jara,

las accesorias de inhabilitación especial perpetua para el cargo u oficio público

y se les impone además, una multa ascendente al diez por ciento del monto

defraudado, en atención a las cantidades que en cada caso correspondiere en

sus propias acciones ilícitas.

2.- Que en el pago solidario de las sumas ordenadas solucionar por

indemnización de perjuicios, se atendrá a las cantidades que a cada uno de los

condenados le correspondiere, como se señala en el considerando sexto de

esta sentencia.

C) Que se absuelve a los enjuiciados Cruz, Peña, Cortés, Salinas,

Hinojosa, Silva, Bartholin, Castillo, Sapag, General Carrasco y Jara de la

acusación particular por el delito de asociación ilícita.

D) Que se aprueba en lo consultado la referida sentencia, en la parte no

apelada.

E) Se aprueba el sobreseimiento definitivo relativo al acusado Arriagada,

de fecha dos de diciembre de 2009, escrito a fs. 18.162.

153

Regístrese y devuélvase, con sus agregados.

Redactó el Ministro Sr. Juica.

N° 25.378-2014.

Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres. Milton Juica

A., Hugo Dolmestch U., Haroldo Brito C., Sra. Andrea Muñoz S., y Manuel

Valderrama R., No firma el Ministro Sr. Brito, no obstante haber estado en la

vista de la causa y acuerdo del fallo, por estar con permiso.

Autorizada por el Ministro de Fe de esta Corte Suprema.

En Santiago, a veintiocho de junio de dos mil dieciséis, notifiqué en Secretaría

por el Estado Diario la resolución precedente, como asimismo personalmente al

señor Fiscal Judicial de la Corte Suprema, quien no firmó.