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ADORADORES DEL PADRE EN ESPÍRITU Y EN VERDAD Sábado, 24 de octubre de 1998 (Segunda actividad) Santiago de Chile, Chile

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ADORADORESDEL PADRE

EN ESPÍRITU YEN VERDAD

Sábado, 24 de octubre de 1998(Segunda actividad)

Santiago de Chile, Chile

Es nuestra intención hacer una transcripción fiel yexactadeesteMensaje,talcomofuepredicado;por lotanto, cualquier error en este escrito es estrictamenteerrordeaudición,transcripcióne impresión,ynodebeinterpretarsecomoerroresdelMensaje. El texto contenido en esta conferencia puede serverificadoconlasgrabacionesdelaudioodelvideo. Este folleto debe ser usado solamente parapropósitospersonalesdeestudiohastaqueseapublicadoformalmente.

NOTA AL LECTOR

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Pasen todos muy buenas noches. “ADORADORES DEL PADRE EN ESPÍRITU Y EN VERDAD”.

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Y debemos mantener compañerismo los unos con los otros porque somos redimidos con la Sangre de Cristo y pertenecemos a la misma Iglesia: ¡a la Iglesia de Jesucristo, el Hijo de Dios! “ADORADORES DEL PADRE EN ESPÍRITU Y EN VERDAD”. Hemos visto quiénes son los adoradores del Padre en espíritu y en verdad: los redimidos con la Sangre de Cristo, llenos del Espíritu de Cristo, renacidos, en los cuales Cristo ha producido el nuevo nacimiento. Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes, amables amigos y hermanos presentes, y los que a través de esta conferencia grabada en video estarán escuchando y viendo esta conferencia a través de la televisión. Que las bendiciones de Jesucristo nuestro Redentor, nuestro Salvador, nuestro Cordero de Dios, que ha quitado nuestros pecados, sean con ustedes y conmigo; y pronto todos seamos transformados y llevados a la Casa de nuestro Padre celestial, al Cielo, a la Cena de las Bodas del Cordero. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén. Sigan adelante adorando a Dios, porque esa es una parte muy importante de nuestra vida cristiana, sabiendo que somos sacerdotes, para ofrecer a Dios adoración y sacrificios espirituales por medio de Jesucristo, el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo. Y por medio de Jesucristo, nuestras ofrendas y sacrificios espirituales llegan a la presencia de Dios. Que Dios les bendiga, que Dios les guarde, y dejo con nosotros nuevamente al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta noche.

ADORADORES DEL PADREEN ESPÍRITU Y EN VERDAD

Dr. William Soto SantiagoSábado, 24 de octubre de 1998

(Segunda actividad)Santiago de Chile, Chile

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes aquí en Santiago de Chile, aquí en esta

área de Chile. Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos permita entender Su Palabra y adorarlo y glorificarlo en este Día Postrero. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén. Quiero leer en San Juan, capítulo 4, verso 20 al 24, donde nos dice… aquí, cuando Jesús está hablando con la mujer samaritana: aquí, capítulo 4, verso 19 al 24, dice: “Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.

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Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que (le) adoren”. Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos ayude para ser verdaderos adoradores de Dios: en espíritu y en verdad. Nuestro tema para esta ocasión es “ADORADORES DEL PADRE EN ESPÍRITU Y EN VERDAD”. Este tema de la adoración a Dios viene desde el Génesis, porque aun la palabra Dios significa ‘objeto de adoración’; y cuando Dios creó ángeles y le adoraron, vino a ser Dios, porque vino a ser el objeto de adoración de Su Creación. Ahora, encontramos que en el Génesis, capítulo 4, hubo dos personas que fueron ante la presencia de Dios para adorarlo; y vean estos dos casos, que son muy importantes, porque todo verdadero adorador adora a Dios correctamente. No basta la sinceridad de la persona: se requiere que sea una adoración correcta, conforme a lo que Dios requiere para esa adoración. Luego de la caída del ser humano encontramos a Caín y Abel, los cuales fueron a adorar a Dios. Capítulo 4 del Génesis, verso 1 en adelante, dice: “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón. Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra. Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del

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este monte ni en aquel monte allá del templo en Jerusalén, sino en espíritu y en verdad”. Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo, compuesta por los redimidos con la Sangre de Cristo, lavados con la Sangre de Jesucristo y nacidos de nuevo por medio del Espíritu Santo, son los adoradores del Padre que adoran al Padre en espíritu y en verdad. Es un privilegio y bendición grande ser un adorador del Padre en espíritu y en verdad, porque eso significa que la persona ha sido redimida con la Sangre de Cristo: la Sangre de Jesucristo nos ha limpiado de todo pecado y nos ha llenado de Su Espíritu, y ha producido en nosotros el nuevo nacimiento. Y ahora, ¿quieren saber quiénes se irán en el rapto o traslación con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero? Todos los verdaderos adoradores del Padre, que adoran al Padre en espíritu y en verdad. Todos ellos se irán con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, pues todos ellos —si están vivos aquí en la Tierra— serán transformados; y tendrán el nuevo cuerpo, y serán a imagen y semejanza de nuestro Señor Jesucristo. Y la pregunta para muchos será: “¿Y a qué iglesia pertenecerán los que serán transformados?”. Mi pregunta es: “¿Cuántas iglesias hay?”. Solamente hay una Iglesia: ¡la Iglesia del Señor Jesucristo! ¡Él es el único que tiene Iglesia!, ¡y está compuesta por los redimidos, los que Él ha redimido con Su Sangre preciosa! Así que lo importante es ser un redimido con la Sangre de Jesucristo. Y en cuanto al grupo religioso que la persona asista, eso no es lo que tiene importancia: lo que tiene importancia es que pertenezca a la Iglesia redimida del Señor Jesucristo.

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Se requiere que el adorador tenga el Sacrificio por el pecado, el cual con Su Sangre quita el pecado de la persona; de otra forma, Dios no acepta la adoración de la persona. Por eso la adoración que Caín ofreció a Dios, la ofrenda que ofreció a Dios Caín, no fue aceptada por Dios, porque lo que Caín trajo ante Dios en ningún momento representaba a Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, pues con frutas no se quita el pecado. Pero con el Sacrificio de Jesucristo, del Cordero de Dios, fue quitado el pecado; y eso fue representado en los sacrificios de aquellos animalitos que hacía el pueblo hebreo, y hacían también Adán, Abel, Set y todos esos hombres de Dios. Ahora, hemos visto el por qué Dios aceptaba aquellos sacrificios, hemos visto por qué ellos hacían esos sacrificios: porque ellos tenían la revelación de ese Sacrificio que el Mesías haría en Su Venida, como Cordero de Dios, y se estaba reflejando en aquellos sacrificios que ellos realizaban. Y ahora, vean ustedes cómo Abel representó el Sacrificio de Cristo en la ofrenda del corderito que trajo a Dios sacrificado por su pecado; y Dios vio con agrado la ofrenda de Abel, porque representaba a Jesucristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario para quitar el pecado del mundo. Ahora podemos ver que se requiere tener la revelación de cómo adorar correctamente a Dios. Primero, quitando nuestros pecados, teniendo para eso el Sacrificio del Cordero de Dios, nuestro amado Señor Jesucristo. Y ahora, lo que dijo Jesús a la mujer samaritana: “La hora viene, y la hora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. No será ni en

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fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”. Aquí podemos ver a Caín y Abel, que vienen a Dios para traer una ofrenda a Dios y para adorar a Dios; y Dios miró a Caín y Abel, y en los dos hubo sinceridad para venir a adorar a Dios, pero la sinceridad no es suficiente: no basta la sinceridad para Dios verse obligado a aceptar el sacrificio u ofrenda del que la trae a Dios. En Hebreos, capítulo 11, verso 39, dice el apóstol San Pablo, hablando acerca de la fe, nos habla que aquellos hombres de Dios del pasado “alcanzaron buen testimonio mediante la fe”. Y ahora, hablando la Escritura acerca de Abel, vamos a ver lo que nos dice San Pablo: en su carta a los Hebreos, capítulo 11, verso 4, dice: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella”. Caín trajo a Dios una ofrenda de los frutos del campo y Abel trajo un animalito, un corderito, de los más gordos de sus ovejas, y lo sacrificó y lo ofreció a Dios, un sacrificio para Dios; porque Abel por la fe (y fe es revelación), por la

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fe, por revelación, la fe que tenía, la revelación que tenía, sabía cómo acercarse ante la presencia de Dios. Toda persona que se presenta ante Dios necesita hacerlo en la forma correcta para adorar a Dios, y Dios recibir esa adoración. Caín y Abel se acercaron a Dios, y ambos eran sinceros; pero a Caín no le bastó la sinceridad: necesitaba tener la fe, la revelación, para saber cómo acercarse a Dios. Ahora, vean ustedes, lo que trajo Caín en nada representaba el Sacrificio de Cristo por el pecado; pero la ofrenda que trajo Abel sí representaba el Sacrificio de Cristo por el pecado en la Cruz del Calvario. Y por cuanto la ofrenda de Abel era tipo y figura de Cristo, el Cordero de Dios, en los tipos y figuras y sombras del Antiguo Testamento encontramos a Jesucristo, el Cordero de Dios, representado en el corderito que trajo Abel ante Dios, y también en aquellos corderos y machos cabríos que en medio del pueblo hebreo eran ofrecidos a Dios por el pecado; por lo cual, el pecado de las personas que ofrecían a Dios con fe y por fe esos sacrificios, el pecado de esas personas era cubierto con la sangre de aquellos animalitos; aunque no era quitado el pecado, solamente era cubierto, en lo que llegaba el Sacrificio perfecto, el Cordero perfecto, nuestro amado Señor Jesucristo, el cual no cubre el pecado, sino que quita el pecado. La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado1. Y Juan el Bautista, cuando presentó a Jesús dijo2: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan conocía los tipos y figuras del Antiguo Testamento que daban testimonio del Mesías, que vendría como el 1 1 Juan 1:72 San Juan 1:29

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un día”, dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, y el Salmo 90, verso 4, ese Salmo del profeta Moisés. Y los días postreros pues son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. De los días postreros delante de Dios, que para los seres humanos son los últimos tres milenios, ya han transcurrido dos días delante de Dios, que son estos dos milenios que han transcurrido de Cristo hacia acá, pues si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene ya estamos en el séptimo milenio. Y para el séptimo milenio, que es el Día Postrero y Día del Señor, y día grande y terrible de Jehová, Cristo ha prometido la resurrección de todos los creyentes en Él que han partido. Y ahora, vean ustedes que para el Día Postrero hay grandes bendiciones para la Iglesia de Jesucristo que está viviendo en esta Tierra; y para los que partieron también hay grandes bendiciones, porque Cristo los resucitará en un cuerpo eterno, y a nosotros los que vivimos nos transformará; y así nos dará un nuevo cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo, y así seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Ahora hemos visto este misterio de los verdaderos adoradores del Padre, que adoran al Padre en espíritu y en verdad; porque son los miembros de la Iglesia de Jesucristo, nacidos de nuevo, los cuales sirven a Dios en espíritu y en verdad; y son sacerdotes de Dios, y son del Nuevo Orden Sacerdotal: del Orden de Melquisedec; y por eso pueden ofrecer a Dios adoración y sacrificios a Dios, sacrificios espirituales, como nos dice San Pedro. Ahora hemos visto quiénes son los verdaderos adoradores, que adoran al Padre en espíritu y en verdad.

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es la cabeza; porque Él es la cabeza de Su Iglesia8, y Él es el principio de la Creación de Dios9, de esa Nueva Creación que Cristo está realizando, una Nueva Creación en donde está creando seres humanos. Cuando la persona cree en Cristo como nuestro Salvador y lava sus pecados en la Sangre de Cristo, se opera el nuevo nacimiento en la persona al recibir el Espíritu Santo, y nace de nuevo: nace en el Reino de Dios; y por consiguiente tiene un cuerpo teofánico de la sexta dimensión. Y en el Día Postrero y para el Día Postrero Cristo ha prometido que nos dará un nuevo cuerpo físico. Esto lo habló Cristo en San Juan, capítulo 6. Si una persona muere, no tiene por qué preocuparse. Si ya ha recibido el Sacrificio de Cristo, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha recibido Su Espíritu Santo, no tiene por qué preocuparse, porque va al Paraíso a vivir en el cuerpo teofánico, que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de la sexta dimensión. Y allá en esa sexta dimensión hay árboles, hay lagos, hay pajaritos, hay animales también; es otra dimensión. Y ahora, para los muertos en Cristo miren lo que Cristo ha dicho. En San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40: “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”. Y el Día Postrero es el séptimo milenio; porque “un día delante del Señor es como mil años y mil años como 8 Colosenses 1:189 Colosenses 1:15, Apocalipsis 3:14

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Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo. Ahora, si en los tipos y figuras del Antiguo Testamento funcionaba en esa forma, y Dios aceptaba la adoración de las personas que venían con esos sacrificios de esos animalitos (que representaban el Sacrificio de Cristo que vendría a ser efectuado en la Cruz del Calvario); si en los tipos y figuras funcionaba, ¡cuánto más en la realidad del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario! Ahora, hemos visto que los adoradores en el Antiguo Testamento tenían que venir con una ofrenda: una ofrenda de un sacrificio por el pecado; porque Dios no acepta la adoración de los pecadores. Y por eso se requiere que el pecador tenga un sacrificio, para que con la sangre de ese sacrificio sus pecados sean quitados. Pero en el Antiguo Testamento, por cuanto los sacrificios de los animalitos no eran perfectos…, solamente era cubierto el pecado, en lo que llegaba el Cordero perfecto, el Sacrificio perfecto, que quitaría el pecado del mundo. Y todos aquellos adoradores en el Antiguo Testamento, que habían ofrecido a Dios esos sacrificios, tenían sus pecados cubiertos; pero cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, el pecado de esas personas, que estaba cubierto, fue quitado. Y entonces cuando Cristo resucitó, resucitaron con Cristo los santos del Antiguo Testamento, como nos dice el Evangelio según San Mateo, en el capítulo 27 y versos 51 al 53, donde dice: “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él (o sea, después de la resurrección de Jesucristo),

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vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos”. Aquí tenemos el Sacrificio de Cristo, el Sacrificio perfecto, el Sacrificio del Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Y así como en el Antiguo Testamento se requería que la persona tuviese un sacrificio por el pecado, para acercarse a Dios y para adorar a Dios y ser aceptada la adoración por Dios (de esa persona que la ofrecía a Dios), ahora encontramos que ya esos sacrificios de animalitos fueron quitados. Encontramos que en medio del pueblo hebreo ya no tienen el templo, donde adoraban a Dios y donde ofrecían a Dios esos sacrificios por el pecado, como el sacrificio de la pascua y el sacrificio del macho cabrío el día 10 del mes séptimo de cada año: el sacrificio de la expiación, del macho cabrío para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios. ¿Por qué ya no se tienen esos sacrificios ni ese templo? Porque ya se ha pasado del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento; y en el Antiguo Testamento solamente lo que se tenía era las figuras, los tipos y figuras de lo que Dios tendría en el Nuevo Testamento. La realidad corresponde al Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento es la realidad de lo que fue reflejado en el Antiguo Testamento. Por eso es que ya no requiere Dios, ni acepta Dios, sacrificios de animalitos por el pecado, porque ya fue hecho un Sacrificio perfecto: el Sacrificio del Cordero de Dios, Jesucristo nuestro Salvador; y ese Sacrificio no cubre el pecado sino que quita el pecado. Y ahora, al quitar el pecado, la persona está justificada delante de Dios. ¿Y qué significa estar justificado delante de Dios? Significa que la persona está como si nunca en

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no tienen sacrificio por el pecado; y el único sacrificio por el pecado, que Dios acepta, es el Sacrificio de nuestro amado Señor Jesucristo; y ellos no lo tienen, porque no lo recibieron; y por eso el juicio divino ha estado cayendo sobre el pueblo hebreo. Pero nosotros los amamos, y deseamos que Dios tenga misericordia de ellos. Y Dios tendrá misericordia del pueblo hebreo cuando haya entrado el último de los escogidos de entre los gentiles; y luego se tornará Dios al pueblo hebreo, le abrirá los ojos; y entonces ellos verán, ellos comprenderán, y entonces serán convertidos a Cristo, a Dios; pues luego dice: “… y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados”. Cristo va a quitar sus pecados, Dios va a quitar sus pecados; y solamente hay un Sacrificio que quita el pecado del ser humano; no lo cubre, sino que lo quita. Y si Dios va a quitar el pecado del pueblo hebreo, tiene que ser con un Sacrificio perfecto; porque el sacrificio de los animalitos solamente cubría el pecado, pero el Sacrificio de Cristo quita el pecado. Ahora podemos ver la situación del pueblo hebreo; pero Dios está tratando todavía con los gentiles, y de entre los gentiles está llamando un pueblo para Su Nombre; un pueblo: está formando una Iglesia, un Cuerpo Místico de creyentes. Esa es la Iglesia de Jesucristo, y ese es el Nuevo Templo que Cristo está construyendo, del cual Jesucristo

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estos dos mil años que han transcurrido; y por esa causa ellos han estado bajo el juicio divino, porque, vean ustedes, ya no tienen templo (desde el año 70 el general romano Tito destruyó el templo), no tienen sacrificio por el pecado (no tienen el sacrificio del macho cabrío para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios cada año); y por consiguiente, el juicio divino ha estado cayendo sobre el pueblo hebreo. Y aún más: Dios no acepta otro sacrificio por el pecado y para la reconciliación del ser humano con Dios, si no es el Sacrificio del Cordero de Dios, de Jesucristo nuestro Salvador. Ya Dios no acepta —desde el Sacrificio de Cristo en adelante— los sacrificios que el pueblo hebreo realizaba allá en el templo. Así que el que no tenga el Sacrificio de Cristo y haya lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y recibido Su Espíritu, está bajo el juicio divino. Y por eso el pueblo hebreo casi es extirpado de sobre la faz de la Tierra, a causa de que el juicio divino ha estado cayendo sobre el pueblo hebreo. Y por cuanto ellos también dijeron6: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”, la Sangre de Cristo ha estado siendo demandada de mano del pueblo hebreo, y el juicio divino ha estado cayendo sobre el pueblo hebreo. “Porque la paga del pecado es muerte”7, y por eso la muerte los ha seguido por estos dos mil años en todas las naciones, y han estado siendo perseguidos y han estado siendo masacrados; pero ellos no saben por qué ha estado sucediendo esto con ellos. Pero ya hemos visto que es a causa de que ellos ya 6 San Mateo 27:257 Romanos 6:23

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su vida hubiese pecado; por lo tanto, se puede acercar a Dios; porque la Sangre de Jesucristo nos ha limpiado de todo pecado. Y nos presentamos a Dios para adorar a Dios con el Sacrificio del Cordero de Dios, sobre el cual nosotros hemos confesado nuestros pecados. Y si alguno en su vida cristiana llega a cometer algún error o pecado, confiesa a Jesucristo sus errores y sus pecados, y la Sangre de Jesucristo lo limpia de todo pecado; porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. Y mientras la Sangre de Jesucristo esté en el Propiciatorio, sobre el Propiciatorio, en el Arca del Pacto, sobre el Propiciatorio del Templo que está en el Cielo, del Trono de Dios, allá hay misericordia para los hijos e hijas de Dios. La Sangre de Cristo está sobre el Propiciatorio, o sea, sobre el asiento o silla de misericordia en el Cielo; donde Cristo ascendió y llevó Su propia Sangre, y la colocó allá en el Templo de Dios que está en el Cielo, la colocó sobre el Propiciatorio, la silla de intercesión, el lugar de intercesión allá en el Cielo; la colocó allá, sobre el Trono de Dios en el Cielo, porque Jesucristo es el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo. Y el único que podía entrar al Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo, para hacer intercesión por todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, era nada menos que el Señor Jesucristo, que es el Melquisedec que le apareció a Abraham y le dio pan y vino3. Él es el Melquisedec, Príncipe y Rey de Salem, y 3 Génesis 14:18-20, Hebreos 7:1-3

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Sacerdote del Dios Altísimo. Él es el Sacerdote del Templo que está en el Cielo. Y por eso, cuando Jesucristo murió aquí en la Tierra, Él no tomó Su Sangre y la llevó al templo terrenal que estaba allá en Jerusalén, porque Él no es sacerdote del orden de Aarón. El sumo sacerdote del orden de Aarón era el que llevaba la sangre al lugar santísimo y esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio. Pero ahora Jesucristo es Sumo Sacerdote según el orden no de Aarón, sino de Melquisedec; ese es el Orden Sacerdotal Celestial. El terrenal fue el de Aarón por la tribu de Leví, el orden sacerdotal levítico, del cual Aarón fue el sumo sacerdote; y todo sumo sacerdote tenía que venir por medio de la descendencia de Aarón; y el sacerdocio pertenecía a Aarón y a sus descendientes. Pero ahora, un Sumo Sacerdote de otro orden, del Orden celestial del Templo que está en el Cielo, llevó Su propia Sangre al Cielo, al Templo que está en el Cielo, y la colocó sobre el Propiciatorio del Templo que está en el Cielo, donde los sacerdotes del orden de Aarón no pueden ministrar. Y ahora vean ustedes, este misterio del Templo que está en el Cielo y del Orden Sacerdotal del Templo que está en el Cielo, para poder comprender ese Orden celestial tenemos que comprender el orden sacerdotal levítico o de Aarón, porque en el orden de Aarón o levítico, ese orden sacerdotal, se reflejó el Orden Sacerdotal Celestial de Melquisedec. El orden levítico o de Aarón es temporal, porque es el orden que corresponde a la Dispensación de la Ley; y ya no tienen templo los hebreos, y la Dispensación de la Ley ya terminó.

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completado el número de los miembros de la Iglesia de Jesucristo, habrá entrado la plenitud de los gentiles. ¿Y entonces qué pasará? Pues los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados. ¿Y luego qué? Vamos a ver lo que pasará con el pueblo hebreo cuando haya entrado hasta el último de los escogidos de la Iglesia de Jesucristo. Dice: “… y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados. Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios”. Ahí podemos ver cómo el Programa Divino con Su Iglesia se está llevando a cabo durante estos últimos dos mil años que han transcurrido, y todavía Dios está obrando en medio de Su Iglesia; y cuando se complete el número del Cuerpo Místico de Cristo, los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados. Y luego se abre la puerta para el pueblo hebreo. Por eso es que aunque durante estos dos mil años muchos predicadores han tratado de convertir el pueblo hebreo a Cristo, como también lo trataron los apóstoles de Jesucristo y el apóstol San Pablo, no han podido. Dios trata con el pueblo hebreo como nación. Y ellos han estado ciegos durante todos estos años,

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Su propia Sangre por todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, que son las personas que pertenecen al Israel celestial; porque hay un Israel terrenal, que es el pueblo hebreo, y está el Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Y ahora para el Israel celestial tenemos el Templo celestial, donde el Sumo Sacerdote Jesucristo, Melquisedec, ha estado haciendo intercesión por estos últimos dos mil años; y todavía está allí haciendo intercesión, hasta que entre hasta el último de los escogidos de Dios, hasta que entre hasta el último que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. San Pablo hablando de este misterio, que está oculto en el Programa Divino, y hablando del pueblo hebreo y la ceguedad que tuvo el pueblo hebreo en la Primera Venida de Cristo, nos dice en Romanos, capítulo 11, versos 25 en adelante: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles…”. O sea, hasta que haya entrado hasta el último de los gentiles, hasta el último hijo o hija de Dios, que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo; hasta que haya recibido a Cristo como su Salvador y haya entrado al Cuerpo Místico de Cristo, lavando sus pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo Su Espíritu Santo. Y cuando haya entrado hasta el último de los escogidos se habrá completado el Cuerpo Místico de Cristo, se habrá

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Por eso es que Cristo estuvo hablando también acerca del templo, que sería destruido4, y también Él dijo frente al templo: “He aquí uno mayor que el templo”5. Estaba hablando de Sí mismo; porque Él, siendo el templo humano de Dios, es mayor un templo humano que un templo de cuatro paredes de piedras. Y ahora, todos los hijos e hijas de Dios son templos también de Dios, como seres humanos, para morada de Dios en Espíritu Santo dentro de la persona: allá, en el trono de su alma, es donde Dios mora. Y así como Moisés esparcía sangre, la sangre de la expiación sobre el propiciatorio, y también sobre las cosas que estaban allí, y sobre el templo; así también el Sumo Sacerdote del Orden de Melquisedec ha esparcido Su Sangre sobre nuestra alma y sobre todo nuestro ser, para limpiarnos de todo pecado, para llevar a cabo la expiación en cada uno de nosotros. Y ahora, estamos viendo cómo Dios ha establecido la adoración. Él ha establecido que los verdaderos adoradores adoren al Padre en espíritu y en verdad; y para eso el adorador, en el Nuevo Testamento tiene que tener el Sacrificio por el pecado (que es el Sacrificio de Cristo) y haber lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y haber recibido Su Espíritu Santo, y así haber nacido de nuevo. Como le dijo Cristo a Nicodemo, cuando Nicodemo fue a Él y le dijo: “Nosotros sabemos que nadie puede hacer estas señales que tú haces, estas cosas que tú haces, si Dios no está con él”. Jesucristo enseguida le habla del nuevo nacimiento y le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de 4 San Juan 2:19-215 San Mateo 12:6

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Dios”, o sea, no lo puede entender. Vamos a leerlo aquí como lo dice Jesús: capítulo 3 de San Juan, verso 3 en adelante, dice: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”. Ahora vean cómo se requiere el nuevo nacimiento, porque por medio del nuevo nacimiento la persona entra a formar parte de la Casa de Dios, de la Iglesia del Señor Jesucristo, nace dentro de la Iglesia del Señor Jesucristo; esa es la forma para pertenecer a la Iglesia del Señor Jesucristo. Y la Iglesia del Señor Jesucristo es la Casa de Dios, es la Familia de Dios, es un Templo espiritual de Dios; ese es el Nuevo Templo que Jesucristo está construyendo, y lo está construyendo con seres humanos. Por eso es que nos dice San Pablo en su carta a los Efesios, hablándonos acerca de este Nuevo Templo que está siendo construido por Jesucristo, dice de la siguiente manera: capítulo 2, verso 19 en adelante: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,

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Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”. ¿Serán sacerdotes de quién? De Cristo, y reinaremos con Él mil años; ese es el Reino Milenial. Y siendo sacerdotes, durante el Reino Milenial, el Orden Sacerdotal, ¿pertenece a quién? Al Sumo Sacerdote Melquisedec y a todos los redimidos con la Sangre de Cristo. Y el Sumo Sacerdote Melquisedec es nuestro amado Señor Jesucristo. Él es el que está haciendo intercesión en el Cielo, y ya lleva unos dos mil años; así como el sumo sacerdote, el día 10 del mes séptimo, entraba con la sangre de la expiación, la sangre del macho cabrío, y la llevaba al lugar santísimo, y esparcía de ella sobre el lugar santísimo, sobre el propiciatorio, que estaba sobre el arca del pacto. Y la labor que el sumo sacerdote realizaba en ese día, en donde entraba unas cuantas veces al lugar santísimo (era una vez al año, o sea, un día en el año, que entraba al lugar santísimo, pero entraba y salía unas cuantas veces al lugar santísimo), realizando las labores para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios, y así el pueblo hebreo quedar perdonado de todos sus pecados y comenzar un nuevo año lleno de las bendiciones de Dios. Por eso ese día para el pueblo hebreo era tan importante, y el sumo sacerdote no podía fallar en las labores correspondientes a ese día, como tampoco Jesucristo podía fallar en Sus labores como Intercesor en el Cielo, en el Lugar Santísimo, haciendo intercesión con

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y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”. Y en Apocalipsis, capítulo 5, verso 9 en adelante, dice (9 al 10, dice): “… y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”. Ahora miren todo lo que Cristo ha hecho con Su Sacrificio; porque el Sacrificio de Cristo es el que nos ha reconciliado con Dios. No hay otro sacrificio para el ser humano. Ya Dios no acepta los sacrificios que se ofrecían en el Antiguo Testamento porque ya Dios ha enviado a la Tierra un Sacrificio perfecto, el Cordero de Dios, y ya realizó ese Sacrificio; y ese es el único Sacrificio por el pecado que Dios acepta. Dios fue el que proveyó ese Sacrificio, ese Cordero perfecto; y si ya tenemos un Sacrificio perfecto, cualquier otro sacrificio es imperfecto. Solamente hay un Sacrificio perfecto, y es el Sacrificio de Jesucristo; por lo cual ya Dios no acepta otro sacrificio, sino el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. En Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 al 6, dice: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.

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edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”. Aquí podemos ver la construcción de este Nuevo Templo; ya no es un templo hecho con piedras y madera, como fue construido el templo de Salomón (y los demás templos, que fueron la restauración del templo de Salomón), y tampoco está siendo construido como construyó Moisés el tabernáculo; sino que ahora Cristo está tomando piedras vivas, que son seres humanos, como nos dice San Pedro. Así como Cristo es una Piedra viva, la Piedra que los edificadores desecharon, ahora Cristo está construyendo Su Templo y está tomando piedras vivas, está tomando seres humanos; y con ellos Él está construyendo un Nuevo Templo, para morada de Dios en Espíritu Santo en ese Templo. Y Dios morará en toda Su plenitud en ese Templo espiritual, en Su Iglesia. Actualmente encontramos, del Día de Pentecostés hacia acá, Cristo ha estado manifestado en las primicias del Espíritu en Su Templo y también en los miembros de ese Templo; porque las primicias del Espíritu Santo es el bautismo del Espíritu Santo. Pero para el Día Postrero, en adición a las primicias, vendrá la plenitud del Espíritu Santo, tanto sobre la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes como también sobre cada miembro de la Iglesia de Jesucristo, sobre cada cristiano nacido de nuevo. Ahora, vean lo que dice San Pedro en Primera de

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Pedro, capítulo 2; verso 4 en adelante dice: “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados”. Ahora, vean ustedes cómo Cristo está construyendo un Templo espiritual. Por eso ya no se requiere el templo que el pueblo hebreo tenía en Jerusalén, tampoco se requiere el tabernáculo que Moisés construyó y tampoco se requieren los sacrificios que se ofrecían en el Antiguo Testamento; porque ya tenemos un Sacrificio perfecto, el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y Su Sangre nos limpia de todo pecado; y tenemos un Templo espiritual que Cristo está construyendo, el cual es Su Iglesia. Y ahora, cada miembro del Cuerpo Místico de Jesucristo ha sido redimido por la Sangre de Cristo y ha sido lleno del Espíritu de Cristo (tiene las primicias del Espíritu, el

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bautismo del Espíritu Santo), y por consiguiente ha nacido de nuevo y ha nacido en la Casa de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo. Y ahora, siendo descendientes de Melquisedec, que es Jesucristo, el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, ahora encontramos que somos sacerdotes de Dios también. A lo que Cristo es heredero y lo que Cristo es, somos también nosotros. Él es Sacerdote del Templo que está en el Cielo, del Orden de Melquisedec. Y ahora nosotros somos sacerdotes de Cristo, somos sacerdotes de Melquisedec, somos sacerdotes del Sumo Pontífice del Templo que está en el Cielo. Por eso San Pedro dice: “… y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”. ¿Por qué? Porque tenemos el Sacrificio perfecto, el Sacrificio de Cristo y Su Sangre aplicada en nuestras vidas. Y ahora, somos sacerdotes, para ofrecer a Dios sacrificios espirituales y ofrecer a Dios adoración. ¿Ven la forma correcta en que se ofrece a Dios una adoración perfecta? Hay que tener primero el Sacrificio por el pecado, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, para así ser limpios con Su Sangre y ser llenos de Su Espíritu, y nacer de nuevo así, nacer en la Casa de Dios, y ser hecho sacerdote de Dios. Y ahora, vean ustedes lo que nos dice en Apocalipsis, capítulo 1, acerca de lo que Cristo ha hecho con nosotros. Capítulo 1, verso 5 en adelante, nos dice: “… y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,