SANTILLANA - as.com · verdad es que intentaban conven-cerme con 12 años de que me preparara para...

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SAN

TILL

ANA

MARCO RUIZ /

Santanderino, goleador, diecinueve años y en bus-

ca de la gloria”. Con ese enuncia-do presentaba el AS Color del 10 de agosto de 1971 a Carlos Alon-so Santillana, más conocido unos años después como “la mejor ca-beza de Europa”, cogiendo el tes-tigo del Zarra de los años 50, del que también se decía ser “la me-jor cabeza de Europa después de Churchill”.

Aquel chaval llegado de pro-vincias, de la cántabra población de Santillana del Mar, con su me-dia melena a lo Beatle, terminó convirtiéndose en uno de los de-lanteros más importantes de la historia del club blanco. Fueron 17 temporadas metiendo goles, de todos los colores, con el Ma-drid, en los 70 y 80, la mayoría de ellos de espléndidos cabezazos, la suerte que mejor dominó. “Soy delantero centro nato, no centro-campista”, se esforzaba en expli-car a su llegada aquel gran des-conocido, quizás preocupado por ocupar el puesto de ariete que en aquellos años estaba bacante en el Madrid.

En 1971, el entonces re-dactor de AS Color, Chema, entrevistaba a un jovencísi-

mo Santillana, que afirmaba llegar dispuesto a ganarse

el puesto de 9 en el Madrid.

Hablar de Carlos Alonso González (así se llama) es hacerlo

de una de las leyendas vivas del madridismo: 17 temporadas, 643

partidos oficiales, 290 goles y 56 veces

internacional.

IRRUMPE EL MITO DE LA MEJOR CABEZA DEL MUNDO

Hablamos con el propio Carlos Alonso Santillana para saber de dónde salía aquel chico que llegó a la capital con 18 años para en-fundarse la camiseta del Madrid. “Dicen mis paisanos sobre San-tillana del Mar que es la villa de las tres mentiras. Ni es santa, ni es llana, ni tiene mar… Pero es el pueblo medieval mejor conserva-do y más bonito de España”. Hijo de un Guadia Civil, Adolfo Alonso

Canal, y de Angelines González, los apellidos de sus progenitores se perdieron para el mundo del fútbol por el archiconocido San-tillana: “Ya lo siento por ellos. El apodo viene de cuando me fui con Juan Antonio, ‘El Platanito’, al Satélite de Barreda a jugar. Aquel entrenador, Agustín Cuétara, nos llamaba por el nombre del pueblo para identificarnos. ‘A ver, el de Santillana’, decía. Y el de Santilla-na era yo… Y luego seguí así en el Rayo Cantabria y el Racing. Y yo encantado de que me llamaran así, porque, al fin y al cabo, era el nombre de mi pueblo”.

Bien pudo Carlos Alonso cam-biar su destino en sus primeros años de infancia en su natal San-tillana del Mar. Nuestro protago-nista fue monaguillo antes que futbolista. Lo fue primero en La Colegiata, donde ayudaba todos los días por dos pesetas sema-nales, y luego en el convento de clausura de las monjas clarisas franciscanas, que, por un permi-so concedido por el Papa, daban clases a los niños de la localidad. “Recuerdo a las monjas con mu-cho cariño. Ellas se alegraron de que triunfara en el fútbol. Pero la

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verdad es que intentaban conven-cerme con 12 años de que me preparara para ser misionero en Filipinas”. De haber sido así, no habría jugado 643 par tidos ofi-ciales con el Madrid ni marcado 290 goles, siendo 56 veces inter-nacional.

Pero volvemos al presente, o al menos al presente de aquel AS Color de agosto de 1971 que aho-ra rememoramos por boca del pro-pio futbolista, aquellos primeros días como madridista. “Mi pre-sentación fue un 2 de agosto a la siete de la tarde. Pero recuerdo mejor aún cuando llegamos por primera vez al Bernabéu Aguilar, Corral y yo, porque nos ficharon a los tres desde el Racing. Prime-ro nos enseñaron el campo, lue-go la sala de trofeos y después la sala de juntas para firmar. Yo

me enteré de que había fichado por el Madrid porque me llamó Fernández Mora, que era el entre-nador que teníamos en el Racing, y me dijo: ‘Oye Carlos, has ficha-do por el Real Madrid’. Yo esta-ba haciendo PREU, metido en los exámenes de julio, y ni me había reunido con nadie ni hablado de nada. Lo único que pasó es que había sido máximo goleador junto con Manolín Cuesta en Segunda, y había leído en el periódico que el Espanyol me quería. Pero nun-ca me imaginé eso… Me acuerdo como si fuera ahora. Yo estaba en mi habitación estudiando y vino la señora del hostal donde estaba y me dijo: ‘Te llaman por teléfono’. Y era Fernández Mora”.

Era otro fútbol. Uno muy dife-rente al de ahora, en el que los jugadores no eran dueños de sus propios destinos. “Fíjese como era el fútbol. Los jugadores no te-níamos ni voz ni voto. Por eso lue-go vino lo que vino, las huelgas de los años ochenta para quitar los derechos de retención, unos movimientos de los que tanto se han beneficiado los futbolistas de ahora”.

Hecha la reivindicación, volve-mos a aquel primer contacto vera-niego de Santillana con el Madrid. “Para mí fue un acontecimiento. Tenía 18 años. Y la primera vez que entré en el vestuario de la Ciudad Deportiva estaba Antonio Calderón, que era el gerente, y nos fue presentando uno por uno a los demás jugadores. Imagíne-se allí, con gente como Amancio, Velázquez, Zoco. Fue muy emocio-nante. Y me dijeron, ‘éste es tu sitio y tu taquilla’. Tenía a la de-recha a Amancio y a la izquierda a Velázquez. ¡Casi nada! Yo esta-ba allí calladito y casi le hablaba a la gente de usted. Y el que más rompía el hielo era Zoco: ‘¿Qué pasa por el Sardinero?’, me decía siempre. Me costó un poquito de tiempo adaptarme y que me res-petaran, porque yo era un chava-lín de provincias”. Y recogiendo el guante que lanza sobre la inocen-cia del recién llegado, intentamos repescar de sus recuerdos algu-na posible novatada. “No recuer-do novatada alguna, pero me tuve que ganar entrar en el círculo. Era un vestuario que estaba cargado de jerarquías. No era como aho-

ra, que todos parecen ser iguales. Allí los que mandaban de verdad eran los capitanes, y no manda-ban de palabra, sino de hechos… Si Amancio decía ‘esta tarde nos vamos de cañas’, para allá que íbamos todos. Hasta los solteros y los jóvenes”.

Es fácil imaginar cómo era la vida para él en la bulliciosa capital de la época, tan diferente a aque-lla Santillana del Mar donde ni si-quiera había campo de fútbol y los chavales tenían que correr 14 ki-lómetros para encontrar un cam-po. “La directiva me buscó sitio en un hostal de Madrid, el Santa Isabel, donde había muchos juga-dores metidos, también de la can-tera. Y Corral, que llegó conmigo, era sobrino de la dueña del sitio. Estaba un poco lejos de la Ciudad Deportiva, pero pasamos buenos momentos allí. Había mucha vidi-lla, estábamos mezclados con es-tudiantes universitarios. ¡Y no vea el control que teníamos allí de la señora Pilar! Aquello era como el control antidoping… La veíamos como la madre superiora. Ya mu-rió la pobre, pero yo sigo tenien-do mucho contacto con su hija,

Marisa, que se casó con un chi-co, Pedro, que estaba allí alojado mientras estudiaba ingeniería de caminos… Y mire qué casualidad que uno de los hijos de ese ma-trimonio es Kiko Catalán, el presi-dente del Levante”.

Fueron sus cualidades, que luego fue puliendo y mejorando en el propio Madrid, como sucedió con otros muchos jugadores (caso de Gento, también cántabro), las que llevaron a Santiago Bernabéu a ficharle. Le planteamos a Santi-llana un ejercicio de análisis. ¿De dónde sacó los fundamentos para

ser tan excelso cabeceador?. “No de la niñez, desde luego. Ponía-mos cuatro piedras y jugábamos en la calle. No pisé un campo de fútbol hasta los 14 años. En infan-tiles, cuando fui a jugar a Barre-da. Y yo nunca me destaqué por ir bien de cabeza. En mi familia na-die había jugado al fútbol antes. Es una condición natural que fue surgiendo en mí, porque yo nunca sobresalí en eso. Es más, empe-cé a jugar en el centro del campo. No era un rematador. Yo jugaba con el ocho. Y la primera vez que fui a la Selección, con Santama-ría, debuté en París contra Fran-cia jugando con el ocho. Cuando empecé a desarrollar el remate, con el pie y el de cabeza, fue en el Racing. Allí teníamos a Aguilar de extremo, que entraba y centraba muy bien, y tenía que aprovechar-

“Me enteré de que había firmado por el Real Madrid

porque me llamó el entrenador del Racing, Fernández Mora”

“No pisé un campo de fútbol hasta los 14 años, cuando fui a jugar a Barreda, y no destaqué por el remate de cabeza”

CON CABEZA

Y CARÁCTER.

Carlos Alonso

Santillana se

hizo acreedor

de su fichaje

por el Real

Madrid a

base de goles

en el Racing.

Fue pichichi

de Segunda

con Manolín

Cuesta.

UNA IMAGEN

REPETIDA. Ver

instantáneas

de Santillana

volando, casi

en sentido

literal,

conectando

de forma

ortodoxa el

balón con el

cabeza era

algo habitual

en la prensa.

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me de eso. Y Fernández de Mora, el técnico, estaba todo el día ha-ciéndome rematar sus centros. Él me enseñó los movimientos del delantero centro”.

En aquellos años 70 la plantilla inicial del Madrid solía estar so-brecargada de jugadores. De ahí salían descar tes, cesiones… Y ya entrada la temporada, los par-tidos de los jueves servían a los suplentes para dar a sus carreras una oportunidad. Era una prueba por la que muchos pasaron. “¡Cla-ro que sé lo que eran los partidos de los jueves! Pero mire, llegué en un momento clave. Tuve la suerte de que no había delantero centro. El ariete era Grosso, que Dios lo tenga en su gloria. Y él en realidad era centrocampista. Entonces re-sulta que jugábamos como se jue-ga ahora, sin un delantero centro

puro. Llegaba Amancio por banda, Pirri se incorporaba desde atrás… Y en esas llegué yo. El puesto es-taba libre. Bueno, estaba Plane-lles, Rafa Marañón… Gente que podía jugar ahí sin las condiciones específicas de delantero centro. Y Miguel Muñoz, que era el entrena-dor, vio que el equipo adolecía de eso, y, desde que llegué, me puso a jugar. Sí, tuve suerte”.

No muchos pueden hablar de esa facilidad, ni tampoco la que tuvo para lucir el dorsal nueve: “Debuté aún con 19 años, en agosto, contra un equipo francés de Primera, y luego nos fuimos a los trofeos de verano y me que-dé como titular para empezar la Liga. Y, además, con el nueve, porque Grosso, que era el que llevaba el nueve, pasó a tener el ocho o el seis. Y antes de Grosso el que llevó el nueve era Di Stéfa-no. Así que yo me puse aquella camiseta acojonado. Y me acuer-do que Amancio y Pirri me decían: ‘¡Vamos, chaval, ya puedes espa-bilar y morirte a correr que llevas el nueve de Di Stéfano!’. Eso para quitarme presión, sabes… (bro-mea). Luego estuve 17 tempora-

das en el Madrid, 14 como titular y las otras tres como suplente de Hugo Sánchez. Aquel último tra-mo lo asumí bien. Primero coinci-dí con Butragueño. Di Stéfano me quitó del equipo y empezó a colo-car un poco más al Buitre, y hubo polémica, no se crea, porque la gente se cansa de ver siempre al mismo después de 14 años. Pero el Buitre y yo no teníamos nada que ver y éramos compatibles, como luego se demostró cuando estuvimos jugando cinco años jun-tos. Y luego realmente el que vino como delantero centro fue Hugo, que era más joven y con mucho ímpetu. Yo, en esa transición, lo que intenté era ayudar al equipo. Asumí mi rol y aporté mi experien-cia, en el vestuario, y tuve la for-tuna, además, de que, cuando sa-lía a jugar desde el banquillo, hice goles importantes. Como ante el Borussia, el Inter, el Derby Coun-ty… Pasamos eliminatorias impor-tantes, y eso me motivó para se-guir, aunque sabía que al partido siguiente no jugaría, pese a que me entrenaba como un fiera”.

No habría espacio para narrar en estas páginas las múltiples

proezas que Santillana protago-nizó sobre un campo de fútbol, después de 17 años de exitosa carrera. Nos ceñimos, pues, a los detalles de su llegada al Madrid, que de eso versa el ar tículo de aquel AS Color del 71. ¿Quiénes eran sus mejores amigos en el vestuario? “Tuve muchos en 17 años. Pero mejor hablar de los primeros. Cuando llegamos, los solteros teníamos muy buena re-lación. Rafa Marañón, Juan Verdú, Eduardo, que era un argentino que llegó. Nos juntábamos para ir a los locales de moda, aquellas mí-ticas discotecas: ‘Cerebro’, ‘Noví-simo’, ‘Sunset’, ‘New Sunset’… Y sí que entonces ya se notaba que los del Madrid teníamos tirón con las niñas (risas). Éramos más o menos bien parecidos, famosos… Las cosas han cambiado mucho, pero entonces también éramos admirados e iban las niñas a los entrenamientos con las carpetitas y las fotos”.

Santillana no tardó mucho en darse cuenta de que estaba to-cando el cielo. Titular en el todo-poderoso Madrid nada más llegar, con el nueve a la espalda, recono-

cido en la sociedad madrileña… ¿Y con dinero en el bolsillo? “Qui-nientas mil pesetas al año de con-trato, eso es lo que firmé al llegar, más el sueldo al mes, que eran unas 27.000. Esos éramos los solteros, los casados ganaban más (vuelve a bromear). Pero yo nunca gané esas 500.000 pese-tas. Le cuento una anécdota muy buena. Un día llegó el presidente y, delante del gerente y de mí, dijo: ‘Don Antonio, ¿cuánto gana este chico? Pues lo que gane es poco. Así que ya sabe usted lo que tiene que hacer’. Yo me quedé de pie-dra. Me dije, ‘mira el presidente lo que ha dicho en mi primer año en el equipo. Esto marcha fenome-nal’. Y me doblaron la ficha. Así que mi primer año ya gané un mi-llón de pesetas de ficha”.

¿Acaso era Santillana el ojito derecho de don Santiago? “Yo te-nía una relación muy especial con él. Siempre que me veía me de-cía tres cosas. La primera, que como estaba yo. La segunda, que como estaba mi familia. Y para la tercera se ponía muy serio: ‘¡Hay que ser humildes Carlos, hay que ser humildes!’. No sé por qué le

caía tan bien. Puede que me viera como un chiquillo que llegaba del pueblo con ganas de comerse el mundo. No lo sé. Nunca era duro conmigo. Ni siquiera se atrevió a decirme que me cortara el pelo como hizo con otros. Pero me lan-zaba indirectas. Un día me llegó a decir: ‘Oye Carlos, y a ti esos sudores que te bajan por los pe-los hasta la cara, ¿no te moles-tan para ver la pelota?’. Yo me partía de risa: ‘De verdad que no, don Santiago, de verdad que no, que yo mismo me voy recortando el flequillito’. En el fondo me veía como un niño imberbe y me pro-tegía”. Eso es lo que, después de tantos años, sigue pensando Carlos Alberto Santillana. Pero la verdad es otra. Don Santiago Ber-nabéu siempre tuvo gran ojo para reconocer a los cracks.

“Tuve suerte, porque el Madrid no tenía delantero centro puro

y Miguel Muñoz me puso a jugar desde el principio”

“Tenía una relación especial con Bernabéu, y no sé por qué, quizás me veía como un niño imberbe y me protegía”

PESADILLA EN

LOS DERBIS.

En el Atlético,

sobre todo

sus defensas

(en la imagen

Arteche y

Marcelino) y

los porteros,

han sufrido

los remates de

Santillana:

13 goles en 27

derbis de Liga.

QUERIDO POR

BERNABÉU.

Santillana

afirma que

siempre tuvo

una relación

muy especial

con don

Santiago, el

presidente.

De hecho, le

dobló la ficha

al poco de

llegar.

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CHICOTEDE ZAMORA A CASILLAS EN LA BARRA DE

En 1971, el famoso barman narraba en las páginas de AS Color sus peripe-cias como deportista.

En 1931, Perico Chicote abría en la Gran Vía de Madrid el que sería punto de encuentro de deportistas, intelectuales, científicos, actores,

toreros y cantantes. En la actualidad, su estilo y su razón de ser permanecen inalterables.

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L S

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CH

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ALBERTO PIMENTEL /

En 1971, año en que nacie-ron figuras de nuestro de-

porte como Pep Guardiola, el Cha-va Jiménez (DEP), Pedro Martínez de la Rosa o Arantxa Sánchez Vi-cario, AS Color recogía en sus pá-ginas una entrevista en la que Pe-rico Chicote se sentía deportista, a pesar de que su mayor práctica atlética fue subirse a una bicicleta para repartir telegramas a la edad de once años.

Sin embargo, el barman, que se hizo famoso por su especial habilidad para idear cócteles, siempre estuvo muy vinculado al mundo del depor te, aunque lo cierto es que más que por su práctica, por su amistad con los deportistas, puesto que su Mu-seo Chicote, fundado en la Gran Vía madrileña en 1931, era un bar de referencia para el famoseo, no sólo en España, ya que su encan-to traspasaba nuestras fronteras. Tan insigne camarero escuchó de labios del papa Pablo VI la frase “ya había oído hablar de usted antes” cuando fueron presenta-dos. Chicote conoció a 47 Jefes de Estado. Mil anécdotas se pue-den contar del hombre que por pri-mera vez dijo “Tararí que te vi” y que decidió probar a mezclar vino con sifón.

Entre la clientela del singular barman figuraron personajes de la talla de Ava Gadner, Frank Sina-tra, Grace Kelly, Bette Davis, Sofía Loren, Hemimgway, Gary Cooper, Cantinflas, Liz Taylor, Errol Flynn, Orson Welles, Tyrone Power, Ja-mes Stewart, Gina Lollobrigida, Gregory Peck…

Intelectuales, científicos, escri-tores, actores, músicos o políticos de todo el mundo se dieron cita en Chicote. Hasta Eisenhower acudió a conocer sus cócteles. La Policía del Régimen no acudía nunca al local, puesto que Franco estaba encantado con la labor que hacía de promoción de España.

Por la barra de Chicote pasa-ron ciclistas, boxeadores, futbolis-tas… Miguel Muñoz, Santamaría, Rial, Di Stéfano, Puskas, Joseíto o Sapor ta... Son innumerables las figuras del deporte que eran asiduos del bar. Con Ricardo Za-mora le unió tal amistad que fue padrino de su boda y del bautizo de su hijo Ricardo. Era aficionado a todos los deportes, aunque sin-tió una especial devoción por el gimnasta Joaquín Blume, que fa-lleció a los 26 años en accidente de aviación.

Tras la muer te de Chicote, en 1977, Museo Chicote no ce-rró. De hecho, el local ha estado abierto ininterrumpidamente des-

de su inauguración hasta hoy, in-cluso en los meses más cruentos de la Guerra Civil.

Museo Chicote pasó por las manos del inefable Ruiz Mateos antes de recalar en el Grupo Gran Vida Siglo XXI, del empresario To-más Gutiérrez, que lo regenta en la actualidad.

Museo Chicote pretende man-tener inamovible su esencia. Alexis Rojas, relaciones públicas del local, señala que se ha preten-dido crear “un lugar donde se pue-de encontrar una amplia variedad de bebidas y licores y una extensa mezcla de gentes; entre los clien-tes puede haber desde un joven de 20 años a un ejecutivo encor-batado de 60 o una drag queen”.

El local, que jugó un papel des-tacado como punto de encuentro en la movida madrileña, sigue siendo una referencia en la no-che de la capital.

Iker Casillas, Míchel (el entre-nador del Sevilla), Guti o Pedro Delgado son algunas de las ca-

ras famosas del deporte que han sido vistas en la sala. Hoy Chico-te sigue siendo el local preferido por cantantes, toreros, actores… Por su cercanía de los principales teatros y cines de la capital, no es inusual encontrarse al equipo en-tero tras un estreno.

La colección de botellas. Una de las grandes atracciones del local era la colección de bote-llas que Chicote exhibía en el só-tano. Logró reunir más de 18.000 envases, fundamentalmente de licor y cerveza, entre las que se puede encontrar desde un vino de Napoleón hasta un recipiente lle-vado a la luna por Armstrong. Era tal el apego que Chicote tenía por su colección que sólo se despren-dió de una botella, la que le regaló a Alexander Fleming. Un periódico italiano recogió el titular ‘El Veláz-quez de los cócteles dice ‘no’ a la Loren’, en referencia a la negativa de Chicote al insistente interés de la actriz por hacerse con un reci-piente de porcelana en el que ella salía modelada.

Las botellas estuvieron en pa-radero desconocido desde que un empresario naviero las comprara por 40 millones de pesetas tras la expropiación de Rumasa. Todo apunta a que ahora están en ma-nos de un prestigioso hostele-

ro de Madrid, que tiene previsto montar una exposición en breve.

La importancia del Museo Chi-cote en la sociedad española del siglo XX no pasó inadvertida en la creación musical. “…Servía Peri-co Chicote copas de vino espa-ñol…”. En los primeros años de nuestra democracia, Joaquín Sa-bina ya hablaba del más famoso barman del mundo en su canción Adivina, adivinanza, una divertida sátira sobre la muerte de Franco. No es la última vez que el cantau-tor recurre a la figura de Chicote al escribir sus canciones. Así, en el retrato de la España de la pos-guerra que hace en De Purisíma y Oro (1998) se puede escuchar “…reclinada en la barra de Chicote, la bien pagá derrite con su esco-te…”. En el chotis Madrid, Madrid de Agustín Lara también aparece el genial camarero: “…En Chicote un agasajo postinero con la crema de la intelectualidad…”.

Chicote, que nació en la madri-leña calle del Limón en 1899, ha pasado a la historia como uno de los personajes más castizos y sin-gulares. Afable e involucrado en los problemas de sus trabajado-res, tenía como máxima en la vida que cualquier cosa se podía con-seguir con unos zapatos bien lim-pios. Y él siempre dio buen lustre a su calzado.

Cuando le presentaron al papa Pablo VI, el pontífice le confesó: “Yo ya había oído hablar de usted antes”

MUSEO.

Perico Chicote

llegó a

reunir en su

colección de

botellas de

licor y cerveza

más de 18.000

ejemplares.

La colección

se exhibía en

el sótano del

local.

FAMOSOS.

Chicote

era gran

aficionado al

fútbol. Entre

los muchos

jugadores

que

frecuentaban

el bar se

encontraba

Alfredo

Di Stéfano.

RECEPCIONES.

Franco no fue

sino uno de

los 47 jefes de

Estado a los

que Chicote

saludó a lo

largo de su

vida. Todos

querían

conocer

al famoso

barman.

CULTURA. Hasta el mismísimo

Salvador Dalí se incluyó en el

círculo de amistades de Chicote.

REPLICADO. Perico Chicote posa

junto a dos bustos esculpidos que

se pueden ver en el bar.

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AS Color sacaba una fotos inédi-tas de unas instalaciones en Madrid (si se pueden llamar así) en las que se iban a dilucidar dos plusmarcas nacionales: lanzamiento de peso y martillo.

EL TRISTE FINAL DE LA PISTA DE ATLETISMO DE MADRID

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FÉLIX LINARES /

Estadio Vallehermo-so, corría el año

1987, Edwin Moses de-jaba de ser un atleta im-batible. El culpable, su compatriota Danny Ha-rris. Ironías del destino, el gran Moses caía por vez primera en los 400 metros vallas tras nueve años, nueve meses y nueve días de dominio absoluto en la prue-ba. Cuentan los que estaban allí que Harris viajó a Madrid sin sa-ber que se enfrentaba al campeón olímpico de Montreal y Los Ange-les y que, al enterarse de quién era su rival, pronunció estas pala-bras: “No sabía que me enfrenta-ba a Moses, de haberlo sabido os pido el doble de dinero. De todas formas, voy a ganarle”.

Un cuarto de siglo después de tan histórica hazaña, Madrid ca-rece de unas instalaciones a la altura del vetusto Vallehermoso. El fracaso olímpico, la burbuja in-

mobiliaria, la especulación y la ausencia de apoyo al atle-tismo han privado a la capital de España de unas instalacio-nes únicas que funcionaban a la perfección. Un socavón de 12 metros de profundidad luce en Vallehermoso donde antes volaban estrellas de la talla de Carl Lewis, Merlene Ottey o el citado Moses.

En julio de 2007, el Ayun-tamiento bajó el telón del estadio con vistas a construir un nuevo Va-llehermoso más moderno y equi-pado. El 15 de octubre de 2008, ABC publicaba cómo “los arqui-tectos del proyecto de reforma contemplaban la actuación de las máquinas de derribo con la mente puesta en el futuro”. Este proyec-to iba a ser llevado a cabo por el estudio Cano Lasso, ganador del proyecto en concurso, pero nunca vio la luz. Curiosamente, uno de sus arquitectos, Alfonso Cano, había sido olímpico en la discipli-na de salto de pértiga en Los An-geles 84.

El Ayuntamiento de Madrid di-vidió el terreno en dos fases, tras el fracaso en la construcción del nuevo estadio. La primera fase fue adjudicada en julio de 2011 a una Unión Temporal de Empresas (UTE), liderada por la organización dedicada a la gestión deportiva Ingespor t, para la construcción de un centro deportivo, que verá la luz en 2013. El nuevo proyecto —del estudio ABM arquitectos— contará con piscina, gimnasio, pistas de pádel, de baloncesto, de tenis, spa, 45 plazas de apar-camiento, zona de esgrima; pero por ninguna par te tendrá pista de atletismo. El centro deportivo será de gestión privada y tiene la concesión del consistorio para los próximos 40 años, fecha en la que volverá a pertenecer al Ayun-tamiento. La segunda fase está re-servada para un hipotético estadio de atletismo que sustituya al anti-guo, pero no hay ningún proyecto a la vista. ABM arquitectos justifica la no inclusión de una pista debido a “falta de rentabilidad”.

En Vallehermoso han corrido

estrellas como Carl Lewis, Merlene Ottey o Edwin

Moses, pero en 1987 cerraba sus puertas. En 2008

se presupuestó un proyecto

para reformarlo que nunca vio

la luz. Hoy luce un gran socavón de 12 metros de

profundidad.

La situación actual del atletis-mo madrileño no es la misma que en 2007. Guillermo Ferrero es di-rector técnico y entrenador de la Agrupación Deportiva Marathon, una de las asociaciones con más tradición en España. De ella deri-vaba la escuela Marea, ubicada en Vallehermoso. Ferrero habla de la falta de apoyo al atleta en la capi-tal: “La pérdida de Vallehermoso supone un hándicap. Al no exis-tir un estadio en condiciones, las pruebas se celebran en diferentes localidades de la Comunidad. Cen-tralizar las pruebas en un lugar era más sencillo para los deportistas, ahora supone un esfuerzo mayor en los desplazamientos que cuan-do existía el estadio. Esto provo-ca que haya menos practicantes, menos entrenadores…”. Ferrero augura un gris futuro para el atle-tismo capitalino: “No hay ninguna instalación en Madrid donde se pueda lanzar peso, disco, jabali-na o martillo, la única pista que tenemos está en Moratalaz, muy lejos de lo que era Vallehermoso,

y es difícil que la situación cam-bie a corto y medio plazo. La Pei-neta carece de pista de atletismo por las obras del nuevo estadio del Atlético de Madrid. Este año el campeonato de España juvenil tuvo lugar en Aranjuez, ya que su estadio cuenta con las condicio-nes suficientes; en Moratalaz no las hay. Una pista de atletismo no es rentable para una empresa”, concluye.

Madrid 2016 era el sueño de to-dos los que aman el deporte, pero por el camino se ha quedado Va-llehermoso, un templo donde los más grandes dejaron su huella. Hoy por hoy ningún atleta de la ta-lla de Moses puede correr en la ca-pital de España. Hasta cuando…

Guillermo Ferrero: “La pérdida de Vallehermoso es un hándicap, pero una pista de atletismo no es rentable”

CAÍA EDWIN

MOSES.

Corría el año

1987, en el

estadio de

Vallehermoso,

cuando

el gran

campeón

perdía por vez

primera en

los 400 metros

vallas ante su

compatriota

Danny Harris.

NUEVO

PROYECTO.

Está dividido

en dos

fases. La

primera fue

adjudicada

por el

Ayuntamiento

en 2011

para la

construcción

de un centro

deportivo,

para 2013. la

segunda no

tiene proyecto

a la vista.

EL CARTEL DE

DESPEDIDA.

Así se

anunciaba

el fin de las

instalaciones

de

Vallehermoso,

tras 46 años

de existencia.

30 31

RIPLA TUMBA DEL

ATLETISMO

MADRILEÑO.

Esto es lo que

queda de las

instalaciones

de

Vallehermoso:

un socavón de

12 metros de

profundidad.

Parece que

cayó un

meteorito.

32 33

En 1971, Gonzalo de la Vega ana-lizaba para AS Color el fenómeno surf en España, que había llegado a nuestras costas unos pocos años antes.

SURFMADE INSPAIN

Hace aproximadamente medio siglo que los primeros surfistas españoles se lanzaron a surcar

las olas sobre sus tablas, muchas veces autofabricadas.

Hoy contamos con más de 17.000 federados y algunos

‘surfers’ que parecen preparados para dar el salto al WTC,

el primer circuito profesional.

en uno de los pioneros del sur f patrio. ¿Fue Félix el primer surfis-ta español? En Cantabria afirman que no, que tal honor le corres-ponde a Jesús Fiochi, que, según algunos, sur feó el 10 de marzo de 1963, unos meses antes que Cueto, aunque no hay ningún res-paldo gráfico de este hecho, y hay otras versiones que contradicen esta afirmación, siendo la fecha más probable del inicio del sur f cántabro en torno a marzo de 1965. En Cádiz también afirman que se sur feaba ya a finales de los 50 y que había españoles en-tre los surfistas de Tarifa, sobre todo, aunque tampoco hay evi-dencias de ello. Incluso cuenta la leyenda que el cónsul español en Hawai hasta 1912, Ignacio de Arana, trajo a su vuelta una tabla de surf de madera (así como un li-bro sobre la materia), que bien po-

MARIO PEÑA /

A principios de los 60, algo se movía entre la juventud

española. El país se abría al ex-tranjero, del que llegaban influen-cias variopintas en forma de cine, música, revistas... Allá por 1962, hace casi la friolera de 50 años, un vinilo cayó en manos de un jo-ven asturiano, de nombre Félix Cueto. El disco en cuestión era el Surfin’ Safari de los ya míticos es-tandartes de la música surf, los Beach Boys. En su portada, los cuatro muchachos californianos sostienen una tabla montados en un jeep amarillo. Es probable que no fuera la primera vez que viera una, pero sí que parece que fue lo que le empujó, definitivamente, en el verano de 1963, a echarse al mar a intentar montar las olas del Cantábrico, y así convertirse

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EL INICIO, EN IMÁGENES

No sabemos si fue el primer surfer patrio, pero sí sabemos que fue el prime-ro en fotografiar el proceso. Arri-ba, Félix Cueto con su tabla, hecha por él mismo. En la se-gunda fotografía, probándola en la piscina para asegurarse de su fiabilidad. En las siguientes, ya en la Playa de Salinas, el asturiano se convierte en uno de los pioneros del surf ‘made in Spain’.

PIONEROS...

En la primera

foto, Jesús

Fionchi, el

tercero por

la izquierda,

junto a otros

surfistas en

la playa de

Liencres, en

1968. Abajo

a la derecha,

José Luis

Elejoste surfea

en los 80.

Málaga, a principios de la década de los 70. En apenas un lustro, los surfistas españoles pasaron de ser pocas decenas en 1965 a unos 200 en 1970, y a principios de los 80 ya se surfeaba por to-das las costas del país.

La desaparición de la SNS no significó, ni mucho menos, el fin del surf en España. Actualmente, la Federación Española de Sur f (fundada en 1997 y heredera de la citada SNS) cuenta con unos 14.000 federados. La FESurf in-tegra a las distintas Federaciones regionales (Asturias, Galicia, Can-tabria y Canarias), pero no a la Fe-deración Vasca (más de 3.000), formada en 1989 y que decidió mantenerse independiente. Pre-

cisamente a ésta pertenece Ari-tz Aranburu, que es por ahora el primer y único representante del surf español en haber consegui-do competir en el primer circuito profesional, el World Tour (WTC), siendo el quinto europeo en con-seguirlo y llegando a batir al míti-co Kelly Slater, nueve veces cam-peón del mundo. El gallego Gony Zubizarreta (campeón del mundo júnior ISA en 2002) , el canario Jo-nathan González o el también vas-co Hodei Collazo aspiran a seguir los pasos de Aritz y competir pron-to en el circuito principal.

Además de buenos surfistas, en nuestras costas también hay excelentes olas: la localidad de Mundaka (Vizcaya) acogió duran-te una década, hasta 2009, el Bi-llabong Mundaka Challenge, prue-ba puntuable para el circuito WTC y conocida por ser una de las me-jores y más pintorescas olas iz-quierdas de todo el circuito. Des-pués de un par de años de parón, el surf de primer nivel internacio-nal estuvo a punto de volver esta

primavera, pero no pudo ser al no poder asegurar olas de la altura requerida (de 6 a 8 pies, entre 1,8 y 2,4 metros). A pesar de este pe-queño traspiés, los organizado-res están seguros de poder or-ganizar el evento el próximo año. Aritz Aranburu ha confesado a AS que “Mundaka es una ola mágica, probablemente mi favorita. Siem-pre que rompe, intento estar allí. De hecho, he llegado a modificar viajes para sur fearla”. Con res-pecto a la cancelación, se mostró comprensivo: “Todo el mundo se quedó un poco triste después de que Mundaka desapareciese del calendario del WTC. La verdad es que no coincidió ninguno de esos días que los surfistas llamamos ‘épicos’: con buenos fondos, bue-nas olas y buen viento. Entiendo que no se celebrase, porque to-dos queremos que, el día que la barra esté perfecta, todo el mun-do pueda ver Mundaka en su es-plendor. Creo que es una especie de reivindicación de todos los que adoramos Mundaka”.

a principios del siglo XX. De allí pasó a California, en la parte con-tinental de los EE UU, y de allí se propagó en dirección a Gran Bre-taña (dos focos principales: New-quay y Jersey), Australia, Sudáfri-ca, Perú (un único foco: Lima), Francia (Biarritz)...

En nuestro país, en cambio, surgieron espontáneamente y, más o menos en las mismas fe-chas, surfistas en Asturias, Can-tabria y País Vasco. Poco tiempo después, en Canarias, Cádiz, Má-laga o Galicia, en algunos casos, con tablas hechas por ellos mis-mos, en otros, traídas desde Fran-cia o compradas a sur fers que, bien por pertenecer a las bases americanas instaladas en nues-tro país poco antes, bien por el ‘boom’ turístico que se originó por aquella época, habían venido a nuestras costas. En Asturias, el ya citado Félix Cueto y Amador Rodríguez; en Euskadi, José Luis Elejoste, Carlos Pradera e Iñaki Arteche; en Cantabria, Jesús Fio-chi. Todos ellos jóvenes ávidos

de aventuras que, en la mayoría de las ocasiones, no estaban al tanto de los movimientos de sus colegas surferos de otras partes del país.

Fue en la costa cantábrica, en Zarautz, donde se celebraron los primeros campeonatos de Espa-ña, desde 1969 a 1973. También fue en el norte donde surgieron las primeras escuelas y la idea de crear una Federación nacional. Así surgió, en ese 1969, la Sección Nacional de Surf (SNS), que, aun-que nunca logró ser una federa-ción independiente (per teneció primero a la Federación de Esquí Acuático y luego a Delegación Na-cional de Educación Física), sí que le corresponde el honor de ser la primera estructura federativa del sur f en España, manteniéndose en activo hasta su desaparición en 1985. Formada, al principio, por una docena de clubes perte-necientes a la zona del Cantábri-co, al poco tiempo la procedencia se diversificó, apareciendo más clubes en Cádiz, Las Palmas o

En nuestro país surgieron, más o menos en las mismas

fechas, surfistas en Asturias, Cantabria, País Vasco...

“Mundaka es una ola mágica”, asegura Aritz Aranburu, único surfer español que ha llegado

a competir con la élite mundial

dría haber usado en alguna playa del País Vasco entre su regreso y 1919, año de su muerte. En reali-dad, no sabemos quién fue el pri-mer español en subirse a una ta-bla, aunque a Félix Cueto le queda el honor de ser el primero del que se tienen pruebas fotográficas. Así como él fue el primer asturia-no, más o menos en las mismas fechas, jóvenes de otras partes de la geografía española se lan-zaban a la mar con intención de subirse, literalmente, a la cresta de la ola. De hecho, ésta es una de las peculiaridades del surf en nuestro país, que no se inició en una zona concreta, como había pasado en muchos países des-de que salió de Hawai, su cuna,

Y ESTRELLAS.

Arriba, a la

izquierda.,

Gony

Zubizarreta,

en el Reef

Hawaiian

Pro en 2010.

Abajo, a la

derecha, Aritz

Aranburu, en

el Billabong

Pro Teahupoo

en 2009, en la

Polinesia.

LOS CHICOS

DE LA PLAYA.

Arriba, a la

derecha, la

portada del

‘Surfin’ Safari’

de los Beach

Boys. A la

izquierda,

Mundaka.

Abajo, unos

surfistas

esperan

las olas en

Barcelona.

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