Sarmiento y los árabes, historia de una contradicción

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    Sarmiento y los rabes: historia de una contradiccin

    "En los siglos de la mayor ignorancia de Europa y

    cuando en ella slo saban leer los obispos y los abades, eran

    doctos los rabes, as en Oriente como en frica y en

    Espaa". D. F. Sarmiento

    Domingo Faustino Sarmiento (San Juan 1811 - Asuncin del Paraguay

    1888) es una de las personalidades ms influyentes de la historia

    argentina y regional. Fue entre muchas otras cosas gobernador de suprovincia, embajador ante los Estados Unidos, presidente de la Nacin

    (1868-1874), senador, ministro de gobierno. Obsesionado por la

    educacin casi desde su niez, luego de su paso por la presidencia

    desempe cargos como Director General de Escuelas de la Provincia

    de Buenos Aires (1875) o Superintendente General de Escuelas (1881).

    La obra del sanjuanino consiste en su mayor parte en una enorme cantidad de artculos periodsticos

    y ensayos de carcter poltico, a veces incursos en los ms virulentos exabruptos. Para dar una nocin

    de sus monumentales proporciones basta decir que la ltima edicin de sus obras completas comprende

    cincuenta y tres tomos y supera las quince mil pginas.1

    Gauchos, rabes y albarracines

    "A mediados del siglo XII, un jeque sarraceno, Al Ben Razn, conquist y dio nombre a una ciudad y a una familia

    que despus fue cristiana. M. Beauvais, el clebre sericicultor francs, ignorando mi apellido materno, y sin haberme visto

    en el bornoz, me haca notar que tena la fisonoma completamente rabe; y como le observase que los Albarracines

    tenan, en despecho del apellido, los ojos verdes o azules, replicaba en abono de su idea que, en la larga serie de retratos de

    los Montmorency, apareca cada cuatro o cinco generaciones el tipo normal de la familia. En Argel me ha sorprendido la

    semejanza de fisonoma del gaucho argentino del rabe, y mi 'chauss' me lisonjeaba dicindome que al verme, todos me

    tomaran por un creyente. Mentle mi apellido materno que son grato a sus odos, por cuanto era comn entre ellos este

    nombre de familia; y digo la verdad, que me halaga y sonre esta genealoga que me hace presunto deudo de Mahoma".2

    El pequeo municipio de Albarracn, en Aragn, provincia de Teruel, Espaa, que una vez fue

    1 Universidad Nacional de la Matanza, Provincia de Buenos Aires, 2001, distribucin a cargo del Fondo de Cultura

    Econmica. Dicha edicin no fue tenida a la vista para la redaccin del presente artculo.2 Recuerdos de provincia. Biblioteca Argentina, Librera y Editorial La Facultad, de Bernab y Ca., Buenos Aires

    1938, pg. 82. La ortografa fue adaptada para esta cita, pues el original est editado tal como lo escribi el autor,con su peculiar posicin fonetista: "Arjel", por "Argel"; "i", por "y", etc.

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    capital de una taifa, ha sido declarado monumento nacional. La ortografa del nombre de la familia

    fundadora vara segn la fuente, pero no hay dudas sobre su filiacin rabe, que halaga y sonre al lejano

    descendiente de los moriscos. Sarmiento se muestra aqu orgulloso de las huellas del pasado rabe de su

    familia materna y complacido por el hecho de ser confundido con un moro debido a sus facciones.

    Sarmiento en Argelia

    El paso de Sarmiento por Argelia data de 1847. En Orn, el 2 de enero de 1847, escribi a Juan

    Thompson una carta que form parte de la coleccin publicada en Santiago de Chile, en 1849, bajo el

    ttulo de "Viajes en Europa, frica y Amrica", por la Imprenta de Julio Beln y Ca. 3 En esta epstola

    africana, da muestras el autor de haber sido ganado por el ms crudo de los orientalismos: la mezcla de

    horror y admiracin, la representacin de aquello que ve como extico, pintoresco, a veces brutal y el

    ensayo de explicaciones generalizadoras y estereotpicas as lo revelan.

    El escrito es interesantsimo para analizar la visin y representacin de lo rabe por ojos americanos

    a travs de la intermediacin del orientalismo europeo, pues, como se sincera el cronista, "nuestro

    Oriente es la Europa, y si alguna luz brilla ms all, nuestros ojos no estn preparados para recibirla,

    sino al travs del prisma europeo".4

    Llega Sarmiento a Argelia cargado de nociones histricas, preconceptos que se vern conmovidos

    por la observacin de la realidad. Aquello que es presentado como lo ms genuino de la poblacin

    argelina es una muchedumbre de individuos indescifrables, supersticiosos, fanticos, irracionales, "unpueblo original, un idioma primitivo y una religin intolerante y feroz por su esencia".5 El autor no oculta sus

    sentimientos acerca de aquello que ve y no comprende: "No s qu sentimiento mezclado de pavor y admiracin

    me causa la vista de este pueblo rabe, sobre cuyo cerebro grantico no han podido hacer mella cuarenta siglos; el mismo

    hoy que cuando Jacob separaba sus tiendas y sus rebaos para ir a formar una nacin aparte; pueblo anterior a los

    tiempos histricos, y que no obstante los grandes acontecimientos en que se ha mezclado, las naciones poderosas que ha

    destruido, las civilizaciones que ha acarreado de un lugar a otro, conserva hoy el vestido talar de los patriarcas, la

    organizacin primitiva de la tribu, la vida nmade de la tienda y el espritu eminentemente religioso que ha debido de

    caracterizar las primeras sociedades humanas, cuyos abuelos haban presenciado el diluvio o sido testigos de alguna grande

    manifestacin de la presencia de Dios sobre la tierra an despoblada. Porque para comprender los acontecimientos actuales

    del frica no basta, a mi juicio, abrir el Corn, que no dara sino una imperfecta idea del carcter, creencias y

    preocupaciones rabes. En la Biblia slo puede encontrarse el tipo imperecedero de esta imperecedera raza patriarcal.

    rabe era Abraham, y por ms que los descendientes de Ismael odien y desprecien a sus primos los judos, una es la

    fuente de donde parten estos dos grandes raudales religiosos que han trastornado la faz del mundo; del mismo tronco han

    salido el Evangelio y el Corn; el primero preparando los progresos de la especie humana y continuando las puras

    3 La edicin que utilizamos en el presente trabajo se titula Viajes, Editorial de Belgrano, Buenos Aires 1981, pgs.235 a 274.

    4 Op. cit., pg. 239.5 Op. cit., pg. 242.

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    tradiciones primitivas; el segundo, como una protesta de las razas pastoras, inmovilizando la inteligencia y estereotipando

    las costumbres brbaras de las primeras edades del mundo".6

    Como l mismo reconoce, Sarmiento est mirando Argelia con anteojos europeos. Ignora el

    contenido del Corn y las circunstancias de su revelacin, no a un pueblo de pastores, sino a pueblos

    urbanos: el Islam ganar las ciudades mucho antes de ser plenamente adoptado por las tribus nmades.Resulta que los anteojos europeos tienen incorporadas deformaciones de las que debera liberarse un

    americano, un individuo perteneciente a una nacin que, estrictamente hablando, nunca ha sido ni

    metrpoli ni colonia. La llamada poca colonial, en la Argentina y otros pases americanos, no se

    vincula con el dominio de una etnia oprimida por una nacin opresora, ni la emancipacin consiste en

    la liberacin de una raza sojuzgada. Razones polticas llevaron a los administradores criollos de las

    posesiones espaolas a luchar contra la burocracia central y generar las nuevas naciones que hoy son

    Amrica. Esta particular caracterstica debera dar origen a una forma diferente de observar yrepresentar el mundo, que an hoy no ha cicatrizado las heridas de la colonizacin y descolonizacin de

    Oriente.

    Pero Sarmiento elige sin vacilar el prisma colonial, intacto, con toda su rmora de prejuicios

    tendientes a justificar el dominio de las potencias europeas en tierras de ultramar. Al nativo se le

    atribuirn cualidades a veces brutales, a veces excelsas: los prejuicios son un arma de doble filo. Las

    fanticas masas brutales que creen porque no son capaces de pensar, comprenden tambin personajes

    anlogos a los baqueanos de las pampas argentinas, de habilidad extraordinaria para orientarse en elterreno, valindose de la asombrosa agudeza de sus sentidos. Sin embargo, no cabe ms que pedir a

    Dios que afiance la dominacin europea en esta tierra de bandidos devotos7, prestos a la insurreccin y

    a la venganza.

    Slo tres aos despus, superado el descubrimiento traumtico de Argel, se enorgullecer Sarmiento

    de su apellido materno Albarracn, de sus orgenes moriscos y de su fisonoma rabe.8

    La Europa brbara frente a la civilizacin rabeEn los ltimos aos de su vida, Sarmiento expone sus puntos de vista sobre la Inquisicin y las

    persecuciones religiosas en la Espaa de la Edad Moderna. La civilizacin est, ahora, del lado de los

    rabes y sus primos los judos, mientras que la barbarie es ejercida por quienes los preceden en el

    dominio de la Pennsula Ibrica. En 1882 Sarmiento dedica su obra "Conflicto y armonas de las razas

    en Amrica" a la viuda de Horace Mann, el gran educador norteamericano al que haba conocido

    personalmente.

    Bajo el ttulo de "Educar al soberano", repleto de resonancias sarmientinas, se concluye: " La

    6 Op. cit., pg. 244.

    7 Op. cit., pg. 252.8 Recuerdos de Provincia data de 1850.

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    incorporacin de un pueblo conquistado al que lo subyuga se hace tan lentamente que el gobierno de Espaa, en el siglo

    XV, pudo todava apartar de la sociedad catlica a las razas hebrea y rabe, que se haban impuesto por el comercio y la

    usura la primera, por la invasin y la conquista la otra, desde ocho siglos antes. Cuando el pueblo conquistado es superior

    en civilizacin e inteligencia a los conquistadores acaba, como en la China con los trtaros, y en Europa con los brbaros

    del norte, por asimilrselos, siendo al cabo de algunos siglos la civilizacin chinesca o romana lo que prevalece, absorbiendoa los conquistadores mismos. Cuando razas inferiores en civilizacin, como era la que poblaba la Espaa desde los

    Pirineos hasta Castilla, sacude el yugo de otra raza ms civilizada, como lo era la hebrea y la rabe en el siglo XVI,

    tiene que hacerse a s misma las ms dolorosas amputaciones, a fin de borrar los vestigios del antiguo poder. Por poco no

    sepulta en la barbarie a su pas el pueblo francs, con el andar de la revolucin, extraando o exterminando a sus nobles,

    reputndolos extraos en nombre de la democracia ignorante pero francesa. Peor sucede si creencias religiosas triunfan con

    el pueblo emancipado. La expulsin de los rabes y de los judos de Espaa presenta el ms terrible ejemplo. No san

    jams de las heridas que se infiri por depurar su sangre".9

    En otra recopilacin de escritos, con el mismo ttulo de Conflicto y armonas, pero de contenido

    sustancialmente diverso, se lee: "En los siglos de la mayor ignorancia de Europa y cuando en ella slo saban leer los

    obispos y los abades, eran doctos los rabes, as en Oriente como en frica y en Espaa".10

    Son estas afirmaciones una contradiccin total de lo expresado tan categricamente en la carta de

    Orn, cuarenta aos antes? Literalmente, s. Pero el orientalismo es ante todo un sistema de imgenes y

    representaciones. Las imgenes que evoca la lectura de Averroes son diferentes de las que se suscitan al

    ver unas tiendas de beduinos en la Argelia del siglo XIX, ocupada por los franceses. Sarmiento habacosechado estas imgenes en la misma huerta orientalista: es su liberalismo europesta lo que lo motiva

    a criticar a la Inquisicin y las persecuciones religiosas en Espaa, como tambin a apoyar la presencia

    colonial de Francia en el norte de frica. Los estereotipos no han sido inventados, sino recibidos, por

    Sarmiento, y no creemos que l haya advertido la contradiccin, pese a lo evidente que sta hoy nos

    parece.

    Por otra parte, Sarmiento conviva con sus propias contradicciones, que eran, ms bien, las de su

    tiempo. A poco que leamos "Facundo, o civilizacin y barbarie en las pampas argentinas", notaremosque ambos extremos confluyen a veces, incluso desde el punto de vista del autor, en el mismo pas, el

    mismo partido y la misma persona. Lavalle, jefe unitario, encarna muchos valores caros a la Argentina

    brbara, como la caballera y la temeridad, puesto que era de un arrojo proverbial, y Sarmiento lo pone

    de relieve en la obra; los federales "lomos negros" o "apostlicos" forman parte, a diferencia de los

    federales "netos", del partido de la civilizacin. El mismo Sarmiento es hombre de a caballo, se jacta de

    serlo incluso en la carta de Orn, y en su momento culpar a Alberdi 11, durante una polmica, de no

    9 Obras completas de Sarmiento. Segunda parte pstuma. Tomo XXXVIII. Editorial Luz del Da. Buenos Aires 1953,

    pg. 239.10 Obras de D. F. Sarmiento, publicadas bajo los auspicios del Gobierno Argentino. Tomo XXXVII. Imprenta y

    litografa Mariano Moreno. Buenos Aires, 1900. Pg. 161.11 Juan Bautista Alberdi (San Miguel de Tucumn 1810 - Pars 1884). Abogado y jurista, sus escritos tuvieron

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    saber montar. La creencia vulgar segn la cual Facundo defiende la anttesis entre la ciudad, unitaria y

    civilizada, y el campo, brbaro y federal, es totalmente falsa y fcil de refutar con la simple lectura del

    libro. Es sugestivo que para el ttulo se utilice la conjuncin "y": no se trata de civilizacin "o" barbarie,

    sino de civilizacin "y" barbarie; ambas ideas conviven en desgarrante simultaneidad. Si los argentinos

    eran civilizados y brbaros al mismo tiempo, qu tendra de sorprendente que los rabes tambin lofueran?

    Pasados unos ciento cincuenta aos de la publicacin de Facundo, muchas de sus conclusiones

    continan teniendo una vigencia preocupante. Ms que una toma de partido a favor o en contra, los

    trabajos de Sarmiento exigen la reflexin rigurosa y desapasionada para alcanzar conclusiones tiles.

    Pablo Tornielli

    influencia en la organizacin constitucional argentina. Fue embajador ante distintos estados europeos y se opusotenazmente a la guerra contra el Paraguay.