Scannone Iglesia y Discernimiento Espiritual

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1 IGLESIA Y DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL EN UNA EDAD SECULAR Y UN MUNDO GLOBAL Según el Concilio Vaticano II, la Iglesia “debe escrutar los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio” (GS 4). Pues no sólo caracterizan la época, sino que son también “signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios” (GS 11). Pues bien, en esta edad secular y en este mundo globalizado, tal discernimiento espiritual puede y debe ser compartido por todos los hombres y mujeres de buena voluntad, sean o no creyentes. Para la Iglesia sigue siendo válida la lectura evangélica de dichos signos de acuerdo con la tradición del “sentir” y discernir espirituales. Pero el núcleo radicalmente humano y religioso de esa experiencia puede ser compartido por toda persoma de buena voluntad. Por ello, en esta exposición trataré primero del discernimiento de fe, siguiendo la herencia ignaciana. Luego me detendré en un discernimiento de la acción y pasión históricas iluminado por la experiencia y la filosofía contemporáneas, en principio aceptable por todos. I Discernimiento cristiano de los signos de los tiempos Según el método ver, juzgar, actuar, practicado por Gaudium et Spes, y por las Conferencias del Episcopado Latinoamericano, hemos de partir desde una mirada de fe, para la cual nos puede ayudar el siguiente texto de Walter Kasper: “siempre donde surge algo nuevo, siempre donde se despierta la vida y la realidad tiende a superarse extáticamente a sí misma (), se muestra algo de la eficacia y la realidad del Espíritu de Dios”. Un signo de éste en la historia se da, por consiguiente, en la novedad de vida - sobre todo si emerge inexplicablemente-, en la auto-superación de lo fáctico, en un “más” que se acaece con una sobreabundancia inesperada no deducible de lo anterior. Se da, acontece -según la terminología de Marion- como fenómeno saturado: saturado de ser, sentido y valor, no pocas veces desde realidades de muerte, desde los pobres, excluidos y víctimas. Tales afirmaciones encuentran su fundamentación en la experiencia y teología espirituales, iluminadas por la analogía de la fe pascual. De eso trataré a continuación.

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Teologia del Pueblo

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    IGLESIA Y DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL

    EN UNA EDAD SECULAR Y UN MUNDO GLOBAL

    Segn el Concilio Vaticano II, la Iglesia debe escrutar los signos de los tiempos

    e interpretarlos a la luz del Evangelio (GS 4). Pues no slo caracterizan la poca, sino

    que son tambin signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios (GS 11).

    Pues bien, en esta edad secular y en este mundo globalizado, tal discernimiento

    espiritual puede y debe ser compartido por todos los hombres y mujeres de buena

    voluntad, sean o no creyentes.

    Para la Iglesia sigue siendo vlida la lectura evanglica de dichos signos de

    acuerdo con la tradicin del sentir y discernir espirituales. Pero el ncleo radicalmente

    humano y religioso de esa experiencia puede ser compartido por toda persoma de buena

    voluntad. Por ello, en esta exposicin tratar primero del discernimiento de fe,

    siguiendo la herencia ignaciana. Luego me detendr en un discernimiento de la accin y

    pasin histricas iluminado por la experiencia y la filosofa contemporneas, en

    principio aceptable por todos.

    I Discernimiento cristiano de los signos de los tiempos

    Segn el mtodo ver, juzgar, actuar, practicado por Gaudium et Spes, y por las

    Conferencias del Episcopado Latinoamericano, hemos de partir desde una mirada de fe,

    para la cual nos puede ayudar el siguiente texto de Walter Kasper: siempre donde surge

    algo nuevo, siempre donde se despierta la vida y la realidad tiende a superarse

    extticamente a s misma (), se muestra algo de la eficacia y la realidad del Espritu

    de Dios. Un signo de ste en la historia se da, por consiguiente, en la novedad de vida -

    sobre todo si emerge inexplicablemente-, en la auto-superacin de lo fctico, en un

    ms que se acaece con una sobreabundancia inesperada no deducible de lo anterior.

    Se da, acontece -segn la terminologa de Marion- como fenmeno saturado: saturado

    de ser, sentido y valor, no pocas veces desde realidades de muerte, desde los pobres,

    excluidos y vctimas. Tales afirmaciones encuentran su fundamentacin en la

    experiencia y teologa espirituales, iluminadas por la analoga de la fe pascual. De eso

    tratar a continuacin.

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    1.1. Siguiendo la espiritualidad ignaciana

    Segn Ignacio, uno de los modos de encontrar la voluntad de Dios en la vida

    personal es por medio de la experiencia afectiva de consolaciones y desolaciones. La

    consolacin es un incremento y novedad de vida humana y creyente (aumento de fe

    viva, amor desinteresado, gozo, paz profunda del corazn, dones y frutos del Espritu

    Santo). Su autenticidad se manifiesta cuando: a) la iniciativa viene de arriba en el

    doble sentido de la expresin castellana (en forma gratuita y descendente); y b)

    cuando nace de una muerte a s, de la renuncia al propio amor, querer e inters y al

    espritu de revancha, surge del servicio solidario, alegre y gratuito a los otros, de una

    anterior desolacin que nos ha purificado de actitudes narcisistas y egostas. Pues bien,

    es lcito aplicar el itinerario de consolaciones y desolaciones no solo a la vida personal,

    sino tambin al discernimiento eclesial de los procesos histricos.

    En lo personal, la desolacin muestra que el movimiento de nuestro espritu no

    coincide con el del Espritu de Dios, por lo cual nos encontramos turbados, en

    oscuridad, sin paz y tranquilidad interior, en contradiccin con nuestro llamado ms

    profundo. En lo social, se podra decir que donde hay deterioro de vida, convivencia y

    dignidad humanas -sobre todo de los pobres-, sufrimientos innecesarios, contradicciones

    sociales aparentemente insolubles, lo que Bernard Lonergan denomina un absurdo

    social, all no est el Espritu del Resucitado, sino por el contrario, la presencia del

    pecado personal y estructural, fuente de muerte.

    Pues la historia es para el creyente una historia de salvacin y de lucha entre la

    gracia y el pecado (Agustn habla de las dos ciudades e Ignacio, de las dos banderas),

    que no se terminan de separar sino al fin de los tiempos. Pero puede ser discernida

    personal y comunitariamente, aunque con temor y temblor, a la luz de la Escritura,

    con temor humilde a equivocarnos, en dilogo con los otros, utilizando la mediacin de

    las ciencias humanas y esperando en la asistencia y confirmacin del Espritu Santo.

    2. Discernimiento filosfico de la accin y pasin histricas

    Segn mi opinin, desarrollada en mi libro Discernimiento filosfico de la

    accin y pasin histricas, el ncleo humano de dicha experiencia y juicio puede hoy,

    en un mundo secular y globalizado, ser expuesto filosficamente y practicado por toda

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    persona de buena voluntad. Para plantearlo me han ayudado la filosofa blondeliana de

    la accin, contribuciones tericas de Paul Ricoeur y aportaciones metodolgicas de

    Bernard Lonergan.

    2.1. El trasfondo blondeliano

    El presupuesto ltimo de mi comprensin lo encuentro en Blondel, para quien en

    la accin confluyen todas las dimensiones del hombre. Las diversas ciencias del

    hombre, la sociedad, la historia, la cultura, incluidas la filosofa y, para quien tiene fe, la

    teologa, se enrazan en ese mundo de la vida que es la accin. En sta tales mbitos se

    dan unidos sin separacin, pero tambin sin confusin: inconfuse et indivise. Por mi

    cuenta explicito adems, junto al discernimiento de la accin, el de la pasin histrica,

    sobre todo de las vctimas de la injusticia y la violencia.

    2.2. Discernimiento de la accin y pasin como texto segn Ricoeur

    Con ste considerar a la accin como un texto, cuyo mtodo de interpretacin

    es similar en ambos casos (2.2.1). Luego me inspirar en el mismo autor para plantear el

    correspondiente discernimiento, a la luz de las que l llama: imaginacin de inocencia

    y categora de sobreabundancia (2.2.2).

    2.2.1. Accin y pasin como textos

    Segn Ricoeur, el texto sirve de paradigma para interpretar la accin y la

    historia, de modo que se les puede aplicar el mismo mtodo hermenutico. Pues, como

    los textos, tambin los acontecimientos implican un significado propio, que se

    independiza de las intenciones de sus autores inmediatos. Ello permiti, por ejemplo,

    que numerosos filsofos, literatos y cineastas pudieran reinterpretar el acontecimiento

    de la Revolucin Francesa desde su propia situacin y perspectiva , o que el xodo haya

    dado pie a un sinnmero de relecturas desde nuevos contextos del pueblo de Israel, del

    Nuevo Testamento y aun actual.

    Ricoeur afirma que los textos abren un mundo de posibilidades, aun para

    lectores de otras generaciones y culturas; pues bien, lo mismo acaece cuando la accin

    histrica es tratada como texto. Pero, no slo se trata del contenido estrictamente

    semntico, sino tambin del pragmtico, con su fuerza ilocutiva de temor, esperanza,

    alegra, tristeza, fervor, etc. Pues en los textos, pero tambin en las acciones histricas,

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    se configuran figuras de lo humano, modos de vida, posibilidades reales de futuro,

    con un potencial semntico y pragmtico inagotables.

    De ah que el mtodo hermenutico de lo histrico parta de la relacin todo-

    partes. Se comienza con una conjetura, que privilegia ciertas partes en una provisoria

    comprensin del todo. Luego, aunque no hay un mtodo para plantear conjeturas, s lo

    hay para validarlas o no, mediante anlisis y explicaciones ms o menos cientficas,

    hasta que se logra una comprensin satisfactoria. Ricoeur compara esa tarea con la del

    juez de instruccin quien, mediante datos, signos e indicios puede llegar a rechazar

    alguna interpretacin como imposible, calibrar el ms o el menos de probabilidad de

    otras, y aun llegar a una certeza moral acerca de alguna.

    Por otro lado, en los mbitos de lo humano, no slo hay que atender a lo que

    objetivamente se interpreta, sino tambin a la actitud radical subjetiva del intrprete,

    porque, segn Lonergan, -despus de los maestros de la sospecha- hoy no se puede

    suponer la autenticidad del intrprete. Ya Aristteles afirmaba que, en cuestiones

    prcticas, es decir, de tica y poltica, el apetito recto es conditio sine qua non del

    conocimiento verdadero. Pues ste puede ser distorsionado ideolgicamente por

    afecciones no rectas. Por eso subraya Lonergan la importancia de la conversin afectiva

    para el mtodo de las ciencias humanas (las de la historia, la sociedad, la cultura, la

    religin, etc.), as como de la filosofa y la teologa, en cuanto tienen que ver con el

    mundo del significado y del valor.

    2.2.2. La imaginacin de inocencia y la categora de sobreabundancia

    En su obra El hombre lbil, Ricoeur menciona tres pasiones humanas: las del

    poder, del tener y del valer, que se relacionan, respectivamente, con la poltica, la

    economa y la cultura. Aunque, dada la falibilidad humana, tienden a desordenarse, sin

    embargo, de suyo son neutras. An ms, pueden y deben dar la base afectiva a las

    virtudes. De ah que, para juzgar su desorden, distinguirlo de lo neutro de la pasin

    misma, y orientarlas o reorientarlas hacia su respectivo bien de orden, el mismo autor

    propone la imaginacin de inocencia. Pues a la luz de sta se puede efectuar un atento

    discernimiento de las actitudes afectivas tanto personales como sociales. Segn mi

    opinin, esa propuesta sirve de paralelo filosfico a la teolgico-espiritual de Ignacio,

    cuando nos ensea a examinar y discernir los movimientos afectivos que nos provoca

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    subjetivamente la contemplacin (objetiva) de la vida, accin y pasin de Cristo como

    modelo de afectividad recta, de virtud y de inocencia.

    Tal discernimiento no solamente se puede dar en forma contrafctica, ante el

    desorden moral y/o el decaimiento cultural y aun el absurdo social; sino tambin en

    forma positiva, cuando, a la luz de la imaginacin de inocencia se descubren en la

    accin y pasin histricas grmenes de mayor humanidad, posibilidades reales de

    humanizacin, un plus emergente de ms vida y libertad, de crecimiento en la justicia,

    la solidaridad y el respeto de la dignidad humana. Se puede discernir ese plus aun en

    estructuraciones e instituciones polticas, econmicas, culturales.

    Pedro Trigo y -como ya lo dije, Walter Kasper- sealan como criterio positivo

    de discernimiento de un futuro mejor realmente posible, el hecho de que emerja vida en

    exceso, sobre todo -segn el primero- si acaece en circunstancias de muerte. Pues bien,

    para comprenderlo puede ayudarnos -tambin aqu- el mismo Ricoeur. ste nombra,

    entre las categoras de la esperanza -aun en el nivel razonable de una filosofa del

    umbral- la de sobreabundancia, la cual puede servir como criterio esperanzador de

    discernimiento, ya que donde abund el pecado, sobreabund la gracia. Esto acontece

    tambin hoy, en la actual edad secular.

    Pues tal emergencia de nueva vida en situaciones de muerte no slo provoca un

    asombro radical, sino que es signo de la presencia creadora de Dios y de la capacidad

    creativa del hombre, cuando, habi endo llegado al lmite, se abre al don que le viene de

    arriba.

    Por lo tanto, es posible leer y discernir los signos del tiempo en la accin y la

    pasin histricas, a fin de renovar la esperanza y actuar conforme a sta.

    Juan Carlos Scannone S.I.