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    Estudos de Religio, Ano XXII, n. 35, 87-107, jul/dez. 2008

    108 Heinrich Schfer

    * Prof. Dr. Heinrich Schfer, Universidad de Bielefeld, Alemania. Ensayo del 03/03/2008, a

    base de una conferencia presentada en: Universidade Metodista de So Paulo, XI Semana de

    Estudos de Religio: Fundamentalismo: discursos e prticas, 2 al 4 de octubre de 2007.

    ResumenEl choque de las civilizaciones viene siendo una frmula fcil si bien ampliamente

    contestada para comprender las relaciones, sobre todo, entre el oeste y el mundo

    islmico. El problema es, no obstante, que tal choque no existe. Ms bien y esta es la

    tesis de este artculo, basado en las investigaciones para un libro a publicar (SCHFER,

    2008) hay pugna entre fundamentalistas occidentales y fundamentalistas islmicos. Son

    stos que quieren hacer creer a la gente que existe un choque de civilizaciones, ms bienque un choque de fundamentalismos. El fin es el de ganarse el apoyo pblico para la causa

    fundamentalista. El efecto es el de hacer desaparecer el viejo conflicto base la injusta

    distribucin de las riquezas del planeta detrs de estrategias religiosas de identidad.

    Palabras clave: Fundamentalismo Mundo islmico Choque de civilizaciones

    Conflicto norte-sur Identidad religiosa Pensamiento poscolonial.

    Fundamentalismos, modernidades e tenses polticas globais.Sobre a religio politicamente mobilizada

    ResumoO choque de civilizaes vem sendo uma frmula fcil embora amplamente contes-

    tada para compreender as relaes, sobretudo, entre o Ocidente e o mundo

    islmico. O problema, contudo, que tal choque no existe. O que h e nisto consiste

    a tese deste artigo, baseado em pesquisas em vista da prxima publicao de um livro

    Fundamentalismos, modernidades y tensiones

    polticas globales: sobre la

    religin polticamente movilizada

    Heinrich Schfer*

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    109Fundamentalismos, modernidades y tensiones polticas globales

    (SCHFER, 2008) uma contenda entre fundamentalistas ocidentais e

    fundamentalistas islmicos. So eles que querem nos fazer acreditar que existe um choque

    de civilizaes, em vez de um choque de fundamentalismos. O objetivo conseguir o

    apoio pblico para a causa fundamentalista. O efeito desejado fazer desaparecer o velho

    conflito bsico a injusta distribuio das riquezas do planeta atrs de estratgias

    religiosas de identidade.

    Palavras-chave: Fundamentalismo Mundo islmico Choque de civilizaes Con-

    flito norte-sul Identidade religiosa Pensamento ps-colonial.

    Fundamentalisms, modernities and global political tensions.On the politically mobilized religion

    AbstractThe shock of civilizations has become an easy formula although widely contested

    to understand relations, specifically, between the West and the Islamic world. The

    problem, however, is that such shock does not exist. What exists and this is the thesis

    of this article, based in researches in light of the future publication of a book

    (SCHFER, 2008) is a dispute between Western fundamentalists and Islamic

    fundamentalists. They are the ones that want us to believe that there is a shock of

    civilizations, instead of a shock of fundamentalisms. The object is to gather public

    support for the cause of fundamentalism. The effect desired is to hide the ancient basic

    conflict the unjust distribution of the riches of the planet behind the religious

    strategy of identity.

    Keywords: Fundamentalism Islamic world Shock of civilizations North-south

    conflict Religious identity Post-colonial thought.

    1. El enfoque al problemaEl marco terico y los mtodos para enfocar un objeto de estudio tienen

    mucho efecto sobre lo que uno percibe o deja de percibir. Para hacer trans-parente el enfoque de este autor, aqu se ofrecen unas notas sobre la teoray una breve exposicin de las tesis centrales del artculo.

    1.1 TeoriaEl autor trata a el fundamentalismo no como una entidad. Ms bien

    rompe con el concepto normativo nico y analiza movimientossociorreligiosos. Esto tiene de inmediata consecuencia ya no poder hablar defundamentalismo en el singular, ya que enfocamos varios movimientosreligiosos que pueden o no! emplear prcticas fundamentalistas. Concre-tamente, nos inclinamos a la teora de los nuevos movimientos sociales(Melucci, Bader y otros europeos) que se interesa sobre todo en las condicio-

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    nes sociales, las necesidades y las crisis que generan demandas de moviliza-cin. Slo en segundo plano nos dirigimos por la teora de la movilizacinde recursos (Resource Mobilization Theory, Benford, Snow, Zald y otrosnorteamericanos) que enfoca las oportunidades y constricciones que facilitano impiden una posible actuacin. O sea, nos inclinamos ms a una teora dedemanda que a una teora de oferta. En consecuencia, detrs de las brevesnotas de este ensayo se puede vislumbrar siempre la pregunta cul es la crisissocial que genera una demanda poltico-religiosa idnea de ser respondida porofertas fundamentalistas? Vindolo de otro ngulo: lo que nos interesa es la

    correlacin entre posiciones sociales y disposiciones religiosas. En trminosde teora general, esto, para nosotros, significa ubicarse en el mbito tericode Pierre Bourdieu, retomando aqu sobre todo su concepto del espacio socialcomo espacio constituido por relaciones de fuerza entre actores colectivos ybasando el anlisis de las prcticas fundamentalistas en la teora del habitus.

    Ahora, si no se analiza el fundamentalismo como trmino genrico,sino ms bien se enfocan movimientos religiosos, es necesario desarrollar uncriterio de cules movimientos pueden ser clasificados como fundamentalistas.Esto, precisamente, es una de las tareas del presente ensayo.

    Luego, los conceptos de modernidad y modernizacin tendrn im-portancia para nuestro argumento. A diferencia de la teora de la moderniza-

    cin clsica (con teleologa en la industrializacin europeizante) nos basamosen dos teoras ms recientes. Primero, Shmuel Eisenstadt en crtica a lateora de la modernizacin clsica formula una teora de mltiples moder-nidades. Quiere decir que los impulsos polticos y tecnolgicos de la moder-nidad temprana (del siglo 18, por cierto europea en primera instancia) se hanido transformando rpidamente segn los modos de produccin y de repro-duccin cultural de los diversos mbitos culturales del mundo. Esto no espara compartimentalizar espacios culturales fijos (como lo hicieraHuntington), sino para fragmentar el concepto de la modernidad de unamanera que conviene mucho ms a la realidad actual que cualquier conceptode una modernizacin (globalizacin) totalizante. A pesar de ciertos momen-tos en comn, la modernidad de Amrica Latina o de la India o bien de los

    EE.UU. son muy diferentes a la modernidad europea. No obstante quisieraresaltar un elemento comn que es importante para el nexo ntimo entrefundamentalismo y modernidad. Se trata de lo poltico. Segn el politlogoDieter Senghaas (SENGHAAS, 1998, p. 30) la modernidad as como los di-

    versos procesos de modernizacin conllevan como elemento comn lo quel llama una politizacin fundamental de las sociedades afectadas. (Yoprefiero llamarla politizacin generalizada para no insinuar una relacinentre este concepto y el del fundamentalismo.) La transformacin moderna

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    de una sociedad significa, segn este concepto, que todos los mbitos de lavida social (y en gran medida tambin de la vida privada) se hacen objeto dela negociacin pblica y de la lucha de los poderes sociales que se organizancasi exclusivamente a partir de un juego libre de fuerzas sociales. Esto nosignifica que no existan relaciones asimtricas de poder; ms bien significa quelas asimetras de poder ya no son ajustadas y canalizadas por estructuras tra-dicionales de asignacin y control de poder. Ms bien es al revs: las posi-ciones poderosas se desarrollan con ms libertad y la tarea de regulacin porpura negociacin poltica viene siendo ms difcil que una regulacin por

    estructuras tradicionales. (Hecho que resulta muchas veces en quefundamentalismos se sirven de la memoria de orden y estabilidad como paraampliar su base de negociacin.) En consecuencia, para explicar aqu losfundamentalismos y sus luchas se enfocarn las dinmicas diferentes de dis-tintas modernidades como marco de comprensin de las identidades y es-trategias fundamentalistas.

    La pregunta bsica sera entonces: cules son las dinmicas especficasde las modernidades en cuestin de las cuales se generan condiciones idneaspara el desarrollo de fundamentalismos, cules son tales condiciones y, final-mente, cuales son las estrategias que los fundamentalismos generan a base deestas condiciones? Para discutir el tema con ejemplos de mxima actualidad

    enfocamos organizaciones del fundamentalismo de EE.UU. y delfundamentalismo islmico.

    1.2 TesisSobre esta base vamos a tratar de plausibilizar la siguiente definicin de

    lo que seran prcticas fundamentalistas en general:Fundamentalismos religiosos forman parte del proceso moderno de la politizacin generalizada, absolutizan ciertas convicciones y contenidos cognitivos, y los instrumentalizan en estrategias de control sobre ncleos sociales de poder.

    1.3 Desarrollo

    El argumento del ensayo se desarrollar de la siguiente manera. Primerovamos a analizar, con el ejemplo de Guatemala, al movimiento pentecostal uno de los sospechosos habituales de ser fundamentalista (2). De este anlisis

    vamos a derivar algunas caractersticas que segn otros estudios del autor son frecuentes en la praxis de movimientos fundamentalistas as como criteriosacerca de quienes legtimamente pueden ser titulados de fundamentalistas yquienes no (3). Despus vamos a repasar las prcticas de los fundamentalismosen EE.UU. y islamistas a base de los criterios elaborados y con el inters de

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    detectar algo de sus dinmicas de lucha (4). Finalmente ubicamos estos dosfundamentalismos en un modelo de distribucin de poder global y sacamosconclusiones para nuestra tesis bsica de que estamos presenciando ms bienun choque de fundamentalismos que uno de culturas.

    2. Son fundamentalistas los Pentecostales? Guatemala 1985Esta pregunta nos facilita examinar un movimiento religioso para poder

    distinguir diferencias internas, analizar las respectivas prcticas y ganar msclaridad de quienes deberan de ser clasificados como fundamentalistas y

    quienes no.Sin poder decir mucho aqu, quisiera sealar acerca de la modernidad

    especficamente latinoamericana solamente que ella est, sobre todo, caracteri-zada por fuertes contradicciones socioeconmicas y una lucha constante entrefuerzas centrfugas de orientacin hacia afuera y, por el otro lado, centrpetasde orientacin hacia el fortalecimiento de las propias races culturales e interesespolticos. A partir de la victoria de los liberales sobre las coronas ibricas y laaparicin de la doctrina Monroe, las fuerzas centrfugas se orientan en losEE.UU. y las fuerzas centrpetas se organizan siempre ms en la forma demovimientos de masas. Esta es a grandes rasgos la situacin en Guatemalaen el tiempo de la guerra contrainsurgente, a mediados de los ochenta, cuando

    el autor hizo los estudios de campo que llevaron a las siguientes observaciones(SCHFER, 1988; SCHFER, 1992; SCHFER, 1997)1. Un fuerte conflictode clases resulta en una insurreccin armada y en represin militar que reprimecualquier resistencia popular. Ya no hay camino para la organizacin poltica nimilitar desde abajo. En esta situacin, el movimiento pentecostal transform,para los que se convirtieron a sus filas, al campo de lucha poltica y econmica.La lucha por intereses se transform en una lucha de identidad. No obstante

    y esto es clave esta lucha de identidad se desarroll y se re-entrelaz conlo poltico de una manera muy diferente segn las posiciones sociales de losactores involucrados. Esto se visualiza bien en un modelo del espacio socialcomo espacio de estilos religiosos.

    1 Los estudios de campo enfocaron movimientos religiosos en tiempos de guerra civil en

    Guatemala y en Nicaragua, adems de estudios en EE.UU. en los aos de 1983, 1985 y

    1986. Se hicieron un total de aprox. 200 entrevistas a fondo as como 100 grabaciones y

    protocolos de cultos religiosos, la mitad de ellos en Guatemala. El material sobre Guatemala

    se evalu con el mtodo cualitativo de anlisis de habitus, desarrollado por este autor a base

    de la sociologa de Pierre Bourdieu. Los resultados as como el mtodo se validaron durante

    10 aos de enseanza sociolgica y teolgica en Amrica Latina entre 1995 y 2003, en gran

    parte con estudiantes pertenecientes al movimiento pentecostal.

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    2.1 El espacio social de los estilos religiosos

    Tal modelo se construye a partir del mtodo correlacional, simplificandoun poco el mtodo usado por Bourdieu (BOURDIEU, 1998). El modelopermite medir y visualizar, primero, las diferencias verticales en cuanto alcapital econmico (dinero etc.) yal capital cultural (formacin etc.); o sea,refleja el inters de una sociologa de clases. Segundo, se modelan diferenciashorizontales en cuanto al capital cultural en su relacinal capital econmi-co; o sea, reflejando en cierta medida el inters de una sociologa de la dife-renciacin funcional. El modelo como tal se construye como una cruz decoordenadas. El eje vertical se comprende como una escala del grado de

    acumulacin de capital econmico (ingresos y posesiones) ycultural (forma-cin), agregados; siendo que arriba se encuentra un alto grado (ricos conformacin) y abajo un bajo grado (pobres sin formacin). Sobre el eje hori-zontal se desagregan los capitales cultural y econmico distinguiendo as lossectores poblacionales que se basan ms en el capital econmico de los quese basan ms en el cultural. El capital cultural (conocimiento y ttulos, encuanto a su utilidad en el proceso de modernizacin y no en cuanto a su valorcultural de identidad etc.) es poco a la derecha del cuadro y mucho a la iz-

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    quierda. Sobre el mismo eje horizontal se concibe, en el reverso, una escalade capital econmico: mucho a la derecha, poco a la izquierda. De este modo,el eje horizontal permite mostrar la distribucin relativade las diferentesformas de capital en una posicin dada sobre la escala vertical. Por ejemplo,la vieja oligarqua y los industriales se sitan ms o menos sobre el mismonivel de la escala vertical; pero se diferencian, ya que los industriales se ba-san ms en su conocimiento de relaciones modernas de produccin. O bien,los pequeos campesinos se diferencian de los trabajadores industriales, yaque se basan ms en sus conocimientos de produccin moderna, mientras que

    los otros se basan en su pequea propiedad de terreno. De esta manera, esteespacio tericamente construido permite una ubicacin diferenciada de actoressociales. Una vez construido el modelo, se pueden ubicar los actores religiososa partir de su capital econmico y cultural dentro del modelo como forma-ciones de habitusreligiosos colectivos, obteniendo as un modelo del espaciosocial de estilos religiosos.

    En este artculo no puedo ms que mencionar algunos de los resultadosms importantes de los estudios de campo en cuanto que sean interesantes paranuestro fin de entender mejor a los fundamentalismos (ver grfica). Lo mssignificante es la diferencia entre los pentecostales clsicos en el cuadrantederecha bajo y los neopentecostales en el cuadrante izquierdo arriba una

    diferencia prcticamente de laboratorio que resulta tan marcada por la extre-ma polarizacin social y poltico-militar que viva Guatemala en esa poca. Elmodelo nos presenta en total cuatro formaciones de habitus religiosospentecostales que todos se sirven del mismo inventario simblico religioso perodesarrollan disposiciones religiosas muy diferentes segn su posicin social.

    Arriba y en el lado de la modernizacin, el habitus neopentecostal se giraalrededor de la acumulacin de poder divino a travs de experiencias delEspritu Santo siendo que los practicantes son jefes y gerentes de industriamodernizante y tecnolgica, profesionales bien situados y de profesiones deconocimiento moderno de la clase media alta e, incluso, de clase alta. En estaposicin religiosa se absolutiza la nocin de que los miembros poseen alEspritu Santo enfrentndose a enemigos demonacos dentro de un contexto

    de guerra espiritual. Sobre este trasfondo se persegua una estrategia ofensiva(apoyo a la dictadura militar, propios candidatos presidenciales en tiemposdemocrticos etc.) para obtener el control poltico-social.

    Abajo en el lado derecho se encuentran pentecostales tradicionales pequeos campesinos, trabajadores de campo y ocasionales, pequeos y pre-carios comerciantes etc. que esperaban fervientemente el arrebatamiento dela Iglesia al cielo y se sentan cerca del fin del mundo. Esta nocin se afirmabacon seguridad absoluta. Al mismo tiempo se segua una estrategia evasiva

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    frente a la represin militar, evadiendo el compromiso sociopoltico, asegu-rando as la sobrevivencia de las comunidades bajo condiciones de guerracontra-insurgente.

    Abajo, sobre el lado moderno, se encuentran obreros industriales, profesoresde escuela, estudiantes, tcnicos de bajo nivel econmico etc. que se congreganen pequeas comunidades pentecostales. Aqu se enfocaba sobre todo el don delenguas como una forma de protesta simblica. Al don de lenguas se asocia lacerteza absoluta de presencia del Espritu Santo en las iglesias. En el foco de laestrategia sociopoltica estaba un cambio democrtico a mediano plazo.

    En la capa social media, al lado tradicional, se hacen identificar dos co-rrientes, ambas compuestas de artesanos, campesinos medios, comerciantes,pequea burguesa executiva, como funcionarios de bajo rango etc. Aqu seconcentran comunidades pentecostales tradicionales de clase media enestagnacin, centrados en la santificacin y la disciplina, as como comunidadesevangelicales, cuyo habitusreligioso se centra en la infalibilidad de la Escritura.

    Tanto santificacin como biblicismo tenan el rango de verdades absolutas. Laestrategia social enfocaba el apoyo al poder autoritario con el inters de man-tener el estatus quo social en contra de los movimientos de cambio.

    2.2 La modernidad guatemalteca y el fundamentalismo

    Resumiendo las observaciones, quisiera resaltar lo siguiente. La tensinbsica de la modernidad guatemalteca se caracteriza por un conflicto de interssociopoltico. En el tiempo del estudio de campo este conflicto estaba en unafase de escalada militar. Dentro de este marco se distinguen cuatro formacionesreligiosas pentecostales. Todas tienen en comn que absolutizan algn conte-nido de fe cristiana. Una marcada diferencia, sin embargo, se da en cuanto a lasestrategias sociales connotadas a las disposiciones religiosas. Los polos extremosse encuentran en el movimiento neopentecostal modernizante y el movimientopentecostal clsico en la clase baja tradicional. Mientras que el primero aplicauna estrategia de poder ofensiva, apoyndose en una teologa exorcista, el se-gundo aplica una estrategia de aislamiento, con base en una doctrina de hudaal mundo. A partir de esta diferencia se concluye que, para clasificar un movi-

    miento de fundamentalista, no es suficiente que ste absolutice alguna creen-cia. Ms bien se recomienda construir un criterio doble de modo queadicionalmente a la absolutizacin de una conviccin cultural o religiosa esnecesario que el movimiento en cuestin emplee una estrategia de imposicinde los propios conceptos de convivencia social sobre otros actores sociales, sibien en contra de la voluntad de stos. Este criterio doble se va a reflexionarsistemticamente ms abajo. Empleando este criterio, en Guatemala el movi-miento neopentecostal llega a ser el actor religioso ms sospechoso de

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    fundamentalismo. Adems, el sector tradicional de clase media tantopentecostal como evanglica cae bajo sospecha hasta cierto punto, ya queemplea una estrategia de apoyo a fuerzas autoritarias y excluyentes en busca desu propio inters social. Aqu, no podemos discutir los resultados empricos afondo. Ms bien vamos a enumerar algunas prcticas ms del movimientoneopentecostal, identificndolo claramente de fundamentalista.

    La clase social de su incidencia es la clase media alta modernizante. Suauto-ubicacin frente a la cultura y la modernidad latinoamericana es crtica. En

    vez de desarrollar la modernidad latinoamericana a partir de fuerzas culturales

    nutrindose de las culturas indgena e hispana como hasta cierto punto hasido el caso en la revolucin mexicana y en el modelo cultural brasileo elneopentecostalismo se rige por el modelo norteamericano protestante as comoel neoliberal. Segn este auto-posicionamiento, sus contrincantes estratgicosson la clase alta tradicionalista la antigua oligarqua as como los movimien-tos populares entre indgena, sindical y poltico-militar. Su estrategiasociopoltica opera a travs de la exclusin y el apoyo al militarismo y encuentrauna transformacin religiosa que se centra en la expulsin de demonios con-notado con cualquier contrincante social a travs del Espritu Santo a fin deabrirle el camino a la mxima prosperidad posible a los miembros de las iglesias.

    A partir de estas observaciones empricas vamos a proseguir a sacar

    conclusiones para un concepto sistemtico del fundamentalismo.3. Reflexiones intermedias: caractersticas generales ycriterios

    Primero vamos a discutir algunas caractersticas generales. Estas pue-den darse en movimientos fundamentalistas, pero no necesariamente. Msbien dependen en alto grado del tipo de modernidad dentro del cual elfundamentalismo especfico se desarrolla. Se trata, entonces, de indicadoresblandos. Segundo, vamos a elaborar criterios para una definicin defundamentalismo y la clasificacin de prcticas observadas comofundamentalistas o no. Se trata solamente de dos criterios puramente for-males, orientados en formas de accin. Pero estos criterios s pretenden ser

    duros, en el sentido de que son condiciones necesarias para que un movimien-to religioso pueda clasificarse como fundamentalista. En este sentido loscriterios definen al concepto.

    3.1 Caractersticas generalesDe forma general, se puede decir que las siguientes condiciones

    contextuales y prcticas sociales se observan en combinacin con movimien-tos fundamentalistas.

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    Tales movimientos forman parte de procesos sociales de politizacingeneralizada (Dieter Senghaas) dentro de los marcos de diferentes procesosde modernizacin. Esto conlleva que cada uno de los fundamentalismosdesarrolla creencias, prcticas y estrategias que son altamente adaptadas a lasdemandas especficas de ciertas posiciones sociales en los procesos de moder-nizacin. De este modo, los fundamentalismos se desarrollan segn las lgicasespecficas de las mltiples modernidades (Eisenstadt 2000). Parece que enmuchos casos los fundamentalismos se asocian a las demandas de clases conperspectivas de ascenso social, pero frenadas por clases dominantes bien

    sean estas ltimas de rechazo a la modernizacin (como las oligarquas lati-noamericanas), bien sean a favor de una modernizacin secularista sectorialen contra de las tradiciones religiosas (como los potentados de Medio Orien-te). De aqu se puede concluir con mucha reserva que hay una ciertaprobabilidad de que prcticas fundamentalistas se desarrollen ms en clasesmedias (altas) que en otras capas sociales. La forma en que se emplean con-tenidos religiosos en este marco as como las estrategias sociales se modelansegn la modernidad en cuestin segn sea latinoamericana, europea, esta-dounidense, oriental etc.

    3.2 Criterios de definicin

    Es interesante enumerar caractersticas ms o menos accidentales, ya queesto ampla la sensibilidad de observacin. Para una definicin de lo quetendra que llamarse propiamente fundamentalismo, sin embargo, no sirvemucho. La descripcin de caractersticas nos lleva a listas siempre ms largas,tales como se encuentran en la descripcin de diferentes tipos en lastipologas weberianas. Con ello se obtiene rico material, pero ninguna defini-cin. Por ello quisiera nombrar aqu dos prcticas que son independiente-mente del contexto cultural necesarias para que se d fundamentalismo.Se derivan dos criterios meramente formales que no se apegan a ningncontexto especfico, sino que se rigen solamente por la lgica de las prcticasempleadas mismas. Histricamente, los dos criterios se deben a una condicincontextual que califica el fenmeno del fundamentalismo como un fenmeno

    moderno generado dentro del marco de la politizacin jacobnica, segn loteoriza Eisenstadt (Eisenstadt 1995).

    Se puede decir, entonces, que un movimiento religioso es fundamentalista,si en el contexto ms amplio de un proceso social de modernizacin

    (1) absolutiza sus convicciones religiosas centrales y (2) las usa para luchar por el control de un ncleo de poder social (re-

    lativamente superior al campo que est controlando de todas formas.

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    La condicin contextual de modernizacin entendida comopolitizacin generalizada (segn Senghaas) es necesaria, ya que sin estacondicin el movimiento o no se formara del todo o bien sera simplementetradicional.

    Ad 1) Sin absolutizacin de contenidos especficos, el movimiento encuestin podra bien ser simplemente de resistencia democrtica y pluralista.Uno podra imaginarse la teologa de la liberacin o bien un movimientopoltico como el de los Sandinistas en Nicaragua, que buscaban sustituir a undictador por un sistema de participacin popular. Por lo menos al principio

    de la revolucin en los ochenta no haba ninguna tendencia a absolutizarningn contenido poltico. Estos movimientos no se clasificaran comofundamentalistas.

    Ad 2) Sin lucha por el control social, el movimiento podra bien ser unode huida a la modernidad, a la poltica o bien a la represin. En este caso, elmovimiento absolutiza ciertas creencias y prcticas como para aislarse dedesarrollos que los miembros consideran nocivos para ellos mismos. Unmovimiento de este tipo sera el de los Amish en los EE.UU. o bien algu-nos grupos de menonitas en Amrica Latina. Estos grupos tampoco se cla-sificaran como fundamentalistas.

    El criterio de absolutizacin de ciertas convicciones religiosas abstrae

    deliberadamente de conceptos ampliamente difundidos acerca defundamentalismo que se refieren a ciertos contenidos, como por ejemploal literalismo bblico. Es cierto que esta prctica en el siglo XIX y hasta losaos sesenta del siglo XX en los EE.UU. ha sido la variante bsica y msampliamente difundida de fundamentalismo. Pero si, hoy, el concepto serestringira a esta prctica, casi no podramos hablar ya de fundamentalismo.Primero, porque hasta en EE.UU. este estilo religioso ha sido marginado y eso justo por los nuevos fundamentalistas, como vamos a ver. Segundo,tampoco se podra hablar de fundamentalismo judo ni musulmn, ya que lasreferencias de stos a sus respectivas escrituras precisamente no siguen elmodelo literalista, sino que se sirven de una infinitud de puentes tradicio-nales como los midraschim, el talmud, la sunna, la sharia o bien las palabras

    de los imanes shiitas. El criterio de absolutizacin, por lo tanto, ms bienrecoge la lgica de operacin vigente en el biblicismo anterior: la de declararalgo que es a la disposicin de los actores respectivos como un valor absolutoy con ello proclamar a los actores los legtimos intrpretes de las verdadescorrespondientes. De este modo, se pueden absolutizar muchas conviccioneso artefactos religiosos, comenzando con los dictmenes papales ex ctedra(Primer Vaticano), pasando por la palabra del Espritu en elneopentecostalismo hasta el califato simblico de un Osama bin Laden.

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    Fundamentalismo segn nuestro criterio sin embargo, slo se da si talabsolutizacin se emplea para funcionar en estrategias sociales de poder. Lodecisivo es que estrategias de dominacin entre divulgacin medial hasta la

    violencia se emplean para imponer las propias normas absolutasde vidasocial a otros actores. El empleo de violencia como tal no es ni puede ser

    clave, ya que violencia puede ser empleada tambin como ultima ratioenuna situacin de defensa. Lo decisivo, en consecuencia, es el empleo conjuntode las dos prcticas: la absolutizacin de lo propio yuna estrategia ofensivade dominacin. Se trata, entonces, de un criterio doble.

    A base de este criterio doble ahora vamos a examinar brevemente amovimientos religiosos en los EE.UU. y en pases musulmanes.

    4. Los fundamentalismos cristiano-norteamericano y musulmn Aqu no se puede dar una exposicin exhaustiva de los dos

    fundamentalismos. Ms bien se trata de un pequeo test de nuestros criterios.Por ello empezamos, para cada uno de los movimientos religiosos en cuestin,con un brevsimo repaso histrico para ubicarlo en su correspondiente moder-nidad. Luego repasamos algunas de sus caractersticas bsicas clase social,contrincantes etc. para llegar a una clasificacin segn nuestro criterio doble.

    4.1 Estados Unidos de AmricaEn cuanto al contexto histrico en que el fundamentalismo norteame-ricano se gener cabe decir que la modernidad norteamericana es a diferen-cia de la europea bsicamente religiosa. La colonia inglesa en Norteamricaconsista de personas que haban salido de Europa por causa de persecucino marginalizacin religiosa, connotando al nuevo continente la idea de cons-truir el Nuevo Jerusaln, o sea el reino de Dios en la tierra. Este modeloutpico formaba al sentido comn de la poblacin hasta la mitad del sigloXIX. Si bien los padres de la constitucin norteamericana no eran en sumayora fervientes evanglicos, s eran por lo menos destas y no estaban encontra de la religin como tal. En este sentido, el primer apndice a la cons-titucin bien prohbe la construccin institucional de una iglesia-estado

    segn el modelo europeo, pero el discurso poltico, por el otro lado, se en-cuentra fuertemente permeado por una racionalidad religiosa y moral. Mien-tras que en Europa la modernidad se construye a base de un entendimientoinstitucional entre Iglesia y Estado en combinacin con una definitiva exclu-sin del discurso religioso de la poltica, en los EE.UU. se separan las insti-tuciones para desarrollar al mismo tiempo una cultura poltica fuertementeimpregnada por el discurso religioso. Adems hay que tomar en cuenta quela modernidad en los EE.UU. parte de una revolucin ya completada. Con la

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    independencia y la constitucin la utopa moderna se encuentra realizada. Osea, ya no tiene sentido cultivar una utopa social y poltica ms all de larevolucin norteamericana misma; un socialismo utpico como el europeo,por ejemplo, no tiene lugar en este modelo. Al contrario de Europa, en losEE.UU. las utopas posibles se formulan en trminos religiosos y, hasta mitaddel siglo XIX, tan slo como perfeccionamiento de la cultura ya existentenorteamericana. El nfasis del metodismo en el perfeccionamiento de la san-tificacin, la ideologa postmilenarista del reino de Dios en la tierra, concen-trados en el dinamismo del avivamiento de los 1830s, forman el complemento

    religioso ms directo de esta fase de desarrollo de la modernidad norteame-ricana. En este sentido, la religin y con ello, ms tarde, el fundamentalismo

    goza en cierto modo de una funcin de control, pblica y crtica, sobre larealizacin de los ideales de la revolucin estadounidense.

    Sobre esta base, el fundamentalismo religioso tiene un campo amplio deaccin una vez que se desarrolla lentamente a partir de las experiencias de laGuerra Civil (1861-1865), de las crecientes contradicciones sociales en lasubsiguiente era de oro (Gilded Age) y la influencia acadmica de la teologailustrada liberal alemana. La Guerra Civil se puede interpretar como unaexperiencia de choque que le quit la plausibilidad comn a la idea de lasociedad americana como Nueva Jerusaln en la tierra. Teolgicamente esto

    se puede constatar en que despus de la Guerra Civil la concepcinpostmilenarista de la historia le perdi mucho terreno a la concepcinpremilenarista. Ya no se predicaba la construccin del reino de Dios en latierra, sino que el cataclsmico fin de la historia y el arrebatamiento de loscreyentes de un mundo en ruina hacia el cielo. Esto le corresponda al pano-rama social visto desde abajo. Mientras que la industrializacin les permitia los capitalistas acumular fortunas exorbitantes, en las zonas industriales delnorte se acumulaban las reas de miseria pobladas de obreros mseramenteasalariados, de inmigrantes catlicos y de indigentes de todo tipo. En estasituacin los conceptos teolgicos de John Nelson Darby (1800-1882), CyrusScofield (1842-1921) y Dwight Moody (1837-1899) explicaron a las masas estasituacin por la cercana del fin del mundo y como resultado de la amoralidad

    humana. Movilizaron grandes masas en eventos de evangelizacin y ayudarona cooptar estos creyentes avivados como base masiva de las polticas religiosasfundamentalistas. stas a su vez se comprenden mejor como estrategias dedominio sobre el campo religioso y acadmico. Hasta mediados del siglo XIXen los EE.UU. la Biblia cuenta entre telogos y el pblico con el papel degua de orientacin general dado que se entenda como palabra inmediata deDios sin ni pensar en dudarlo. Con la influencia de la teologa ilustradaalemana, sin embargo, la Biblia fue siendo calificada como un documento

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    histrico sujeto a la crtica de la razn cientfica. Con ello, a la vez, se pusoen duda la base moral por excelencia de la sociedad norteamericana as comola posicin de los telogos en aquella sociedad. A esto, telogos acadmicos

    entre otros Archibald Hodge (1823-1886) y Benjamin Warfield (1851-1921)del Princeton Theological Seminary contestaron con teoras de la infalibi-lidad de las escrituras fundamentadas en las ciencias empricas en la tradicinde Francis Bacon. La base de la coalicin entre el movimiento de avivamientoy la teologa acadmica fueron diferentes lderes eclesiales, teolgicos y delmovimiento que desarrollaron estrategias de control sobre el campo religioso.

    En esta primera fase de lucha pblica, entre 1900 y 1914, los fundamentalistasbuscaban controlar a las instituciones eclesiales. Con la Primera GuerraMundial muchos fundamentalistas buscaban de presentarse como los repre-sentantes de la verdadera Amrica en contra del anticristo, el Kaiser ale-mn y cooptar de esta manera a toda la nacin. Con ello se inaugur la segun-da fase, la de estrategias de dominio sobre educacin y moral social quetermin con la derrota pblica en el conocido proceso de Scopes (1925).Despus de este incidente el movimiento fundamentalista se retir de la es-cena pblica hasta los aos setenta. Cabe notar que el movimiento a princi-pios del siglo XX no era polticamente de derecha si bien tampoco de iz-quierda. Bastantes representantes, como p. e. el conocido William Jennings

    Bryan (1860-1925), criticaban fuertemente a las injusticias del siglo de oro.Las estrategias fundamentalistas de absolutizacin y dominio se dirigan msbien sobre el campo religioso y sobre ciertos sectores de la vida social.

    En los aos setenta fue que en los EE.UU. se comenz a formar unnuevo movimiento protestante conservador. En parte, se entiende comoreaccin al liberalismo moral y poltico de los aos sesenta, los movimientosde los derechos civiles, de la mujer y de los homosexuales, las protestas contrala guerra de Vietnam, el movimiento estudiantil etc. El movimiento crecejunto con la transformacin y el auge del as llamado Bible belt, la zona delsur que se desenvuelve de una zona marginal de agricultura en un paisaje deextraccin de petrleo y de industrias modernas. Los jvenes profesionales

    acostumbrados a ser mal vistos por las elites del nor-oriente junto con su

    xito econmico ahora comenzaron a reivindicar respeto para su forma reli-giosa de vida, su moral y sus convicciones polticas conservadoras. Por el otrolado, en zonas del Middle West como p. e. en Kansas con los ochentay noventa se da un decrecimiento econmico y una marginalizacin de sec-tores sociales medios bajos. Estos se vuelven otro corriente social formandoparte en los rangos inferiores del nuevo movimiento religioso conserva-dor, parcialmente fundamentalista. En lo que se refiere a organizaciones cla-ramente fundamentalistas, la Moral Majority con su representante Jerry

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    Falwell (1933-2007) era la ms importante de muchas en la fase entre 1980 y1990. La orientacin religiosa era evanglica y biblicista segn el perfil delantiguo movimiento. Las estrategias de poder se dirigan sobre todo haciacuestiones de la moral social como p. e. la homosexualidad, la enseanzareligiosa, el aborto etc. El gobierno de Ronald Reagan brind un trasfondofavorable para estrategias conservadoras. Pero, no obstante, la forma delmovimiento de presentarse al pblico y la estructura interna de las organiza-ciones no dieron el resultado deseado, de modo que al principio de la eraClinton el movimiento y sus organizaciones vivieron cambios importantes.

    De estos cambios surgieron agrupaciones e instituciones fuertes de laDerecha Religiosa. Se pueden distinguir por lo menos tres factores. Primero,las organizaciones modernizaron su forma de gerencia, agilizaron la comuni-cacin con las bases y de profesionalizaron el lobbying poltico en el Ca-pitolio y la Casa Blanca. Se perfilaron como agencias de influencia poltica.Segundo, se haba venido cambiando el estilo religioso desde algn tiempo,siendo que el cambio se impone junto con la creciente importancia de lasclases medias ascendentes y la neopentecostalizacin de sus conviccionesreligiosas. Ahora ya no se llevan largos debates racionalistas acerca de la in-terpretacin de versos bblicos. Ms bien, lderes como Pat Robertson(*1930), Benny Hinn (*1952) reciben la palabra de Dios directamente sin

    consultar a nada y, as, establecen un estilo carismtico posmoderno de legi-timacin religiosa. Junto con ello otros elementos del estilo neopentecostalcobran siempre ms importancia en las prcticas religiosas del movimiento:el evangelio de la prosperidad legitimiza la pretensin de ascenso econmi-co y poltico; la teora de la guerra espiritual sirve como instrumento deexclusin radical de adversarios sociales; una tendencia al posmilenarismo ylas novelas left behind brindan un marco apocalptico de interpretacin paraprocesos polticos. Estos son, tercero, el nuevo objetivo de las estrategias delas organizaciones fundamentalistas. Si bien siempre se trabajan asuntos demoral y de familia (que son muy idneos para movilizar gente de clase mediabaja), los temas de la constitucin y de la poltica exterior han cobrado impor-tancia. Organizaciones como la Christian Coalition o el Alliance Defence

    Fund lanzan iniciativas para cambiar la constitucin en direccin a un Estadoreligiosamente definido. Y en el mbito de la poltica exterior despus 1990,el papel de Israel en el conflicto de Medio Oriente as como la llamada gue-rra contra el terrorismo son temas claves para una estrategia doble de in-fluencia y control. Por un lado se moviliza la poblacin evanglica a favor deposiciones conservadoras; por el otro lado se extorsiona a polticos con estafuerza de influencia. De esta manera funcionaba p. e. la campaafundamentalista a favor de la guerra en Iraq. A diferencia del

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    fundamentalismo temprano, el nuevo se sirve de un modelo carismtico delegitimacin completamente diferente del biblicista, est claramente identifi-cado con las polticas de la tecnocracia neoconservadora republicana (si bienesta no es religiosa) y promueve una poltica exterior estadounidense agresivay explcitamente imperialista.

    Para concluir este repaso quisiera resaltar lo siguiente. Segn el criteriodobleuna parte de las bases movilizables sobre todo de la clase media baja

    no puede ser calificado de fundamentalista, las organizaciones de la DerechaReligiosa, por el otro lado, merecen de esta clasificacin. En lo siguiente se

    suman algunas de sus caractersticas bsicas de las organizacionesfundamentalistas y sus bases en EE.UU. Este fundamentalismo se dirige a unatensin fundamentalque vive la modernidadnorteamericana actualmente. Setrata de la crisis de la hegemona mundial del sistema norteamericano que serefleja en un auge de prcticas neo-imperialistas por un lado y un rechazosiempre ms fuerte a los EE.UU. desde el exterior. La insercin de clasedeeste fundamentalismo es doble. Por el lado del liderazgo y de los cooperado-res ms activos se trata de la clase media alta modernizante (lderes); por ellado de los movilizables hablamos de la clase media baja frustrada, abiertapara discursos de reivindicacin cultural-religiosa de lo que se ha ido perdien-do en lo econmico-social. Las diferentes demandas religiosas, correspondien-

    tes a estas condiciones, resultan en la siguiente transformacin religiosa: elbien y el mal se distinguen a travs de la yuxtaposicin de Espritu y demo-nios, estableciendo as al mismo tiempo el exorcismo como una estrategiaagresiva de exclusin; la pretensin de ascenso social se legitima y fomentacon el evangelio de prosperidad; y el carcter violento de la relacionesexteriores as como la percibida necesidad de emplear fuerza se racionalizana travs de un cuadro apocalptico de la historia. Los contrincantes estrat-

    gicosque percibe este fundamentalismo son, por un lado, la clase media-altaliberal que promueve un estilo de vida secularista, democrtico y un tantohedonista; por el otro lado son las fuerzas externas que actan en contra deuna hegemona unilateral de los EE.UU. en el mundo, sobre todo el Islam.Las estrategiasque emplea este fundamentalismo no son de violencia inme-

    diata a mano de los fundamentalistas mismos. Ms bien ellos apoyan polti-camente, hacia afuera, un militarismo crudo incluyendo la tortura y el asesi-nato poltico. Hacia adentro promueven la abolicin de derechos cvicos, elprograma social conservador en general y un cambio de constitucin en di-reccin hacia un Estado religioso. Si finalmente preguntamos por la auto-ubicacinde estos fundamentalistas en el macro de la modernidadnorteame-ricana podemos ver que se identifican plenamente con la modernidadnorteamericana en general, pero tratan de moldearla en una direccin espe-

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    cfica. Visto ms en detalle, los fundamentalistas, a travs de sus alianzas,estn creando un hbrido entre la corriente religiosa de la modernidad norte-americana y su corriente tecnocrtica neoconservadora en detrimento de yen explcita oposicin a su corriente democrtica-liberal. Buscan transformarla modernidad estadounidense en un sistema tecnocrtico religioso. Losmedios que usan para ello corresponden a su posicin social relativamente altay a un sistema poltico que est abierto a la influencia social sobre la poltica(lobbying, elecciones) y que, al mismo tiempo, sanciona efectivamente amtodos violentos.

    La violencia ms bien viene siendo la ltima opcin desde abajo, ensistemas que no permiten ninguna injerencia social a la poltica. Tales sistemasson el contexto de accin del fundamentalismo islmico.

    4.2 Medio OrienteLa modernidad en el Medio Oriente llega desde afuera como programa

    poltico-cultural del colonialismo europeo y es bsicamente irreligiosa, secular.Lo es programticamente. Antes de todo, hay que dejar claro que la poltica yla religin tradicionalmente han sido dos mbitos bien distintos en el mundoislmico. Esto ha sido as en la Shia con la diferencia entre los clrigos y lospolticos as como en el realismo sunita, segn el cual los regentes se legitiman

    por su capacidad de preservar la paz, no obstante, siendo musulmanes. Ahora,con el colonialismo ingls en el Medio Oriente as como en India, el sistemaoccidental de tecnologa y poltica que se impone conlleva una orientacinprogramticamente irreligiosa. La modernidad, de este modo, no slo llegacomo dominacin poltico-econmica extranjera, sino tambin comocuestionamiento religioso-cultural a la misma vez. A la dominacin extranjerase aade, ms tarde, la dominacin por los dspotas secularistas, dejados en elpoder en la fase neocolonial. De modo que las poblaciones en el mundo isl-mico viven la modernidad sobre todo como una doble dominacin: por eloeste y por las lites locales, ambos secularistas. Este cuadro instiga, en ciertosentido, a movilizar la religin como estrategia anti-colonialista. Vindolo desdems cerca, los intercambios entre movimientos islmicos y modernidad y, as,

    el camino hacia una modernidad musulmana han sido algo ms complejos.El movimiento Aligargh de Sayyid Ahmad Khan (1817-1898) en India,

    p. e., buscaba una apertura hacia el pensamiento de la ilustracin, impulsosdesde Europa para el Islam de la India y, al fin, un Islam reformado. Un pocoms crticos hacia Europa eran los intelectuales egipcios al rededor de Djamalal-din al-Afghani (1838-1897) y su alumno Muhammad Abduh (1849-1905).Su intento de dilogo intercultural era ms fuertemente combinado con unarevitalizacin del Islam original de los tiempos tempranos. Pero esta

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    reorientacin muy notablemente! pasaba por una reforma de la herme-nutica del Corn hacia un modo de interpretacin histrica (abrir las puestasdel Ijtihad ). Ambas iniciativas de entrelazamiento fracasaron ante el milita-rismo colonial. En India, los ingleses suprimieron el alzamiento de soldadosindios (SEPOY, 1857) brutalmente, lo que le quit toda legitimidad a AhmadKhan frente a sus compatriotas. En Egipto, los ingleses, con resultados simi-lares, sofocaron el movimiento Urabi en la batalla de Tel el Kebir (1882). Enambos casos, de la dinmica entre movimientos de reforma y militarismocolonial surgieron movimientos islamistas que recurrieron a la religin como

    instrumento de lucha en el contexto moderno de la politizacin generalizada.En India, o sea Pakistn, surgi la Jamaat e Islami; en Egipto la HermandadMusulmana (al-ikhwan al-muslimun). Nos concentramos en la segunda.

    Hassan al-Banna (1906-1945) funda la Hermandad Musulmana en 1928en un asentamiento de obreros en el proyecto del canal de Suez. Ya con esto,la organizacin est socialmente posicionada. Sin embargo, en el principio nopersiguieron a objetivos polticos sino ms bien en yuxtaposicin entreIslam y los poderes coloniales a una reafirmacin de su identidad religiosa-cultural. Respondiendo a las necesidades de la clase baja, la Hermandad den-tro de poco desarrolla amplios programas de medicina, nutricin y escolari-dad. Al Banna, en los aos treinta, escribi dos libros en que proclama la

    resistencia armada (jihad) en contra de los colonialistas. El enemigo externo o, como Bin Laden dice, el enemigo lejano queda establecido en lalgica religiosa del islamismo. Teolgicamente, en el islamismo sunita tempra-no, la nocin base viene siendo la doctrina del Tawhid, la unidad y unicidadde Dios, como imagen de la unidad de la comunidad musulmana, la umma.Esta lgica permite establecer una distincin frente a los no-musulmanes. En1946 la Hermandad Musulmana ya llega a 500.000 miembros inscritos, tieneuna base social muy amplia y siempre ms influencia en la administracin.Funda un propio aparato de inteligencia y comienza a cometer atentados, loque lleva a fuertes tensiones con el gobierno y, probablemente, causa el ase-sinato de al-Banna en 1949. Es muy importante notar que con el rgimensocialista de Gamal Abdel Nasser (1918-1970), las relaciones tampoco se

    mejoran, a pesar de que la ideologa de la Hermandad favorece mucho a lajusticia social. La poltica anti-religiosa de socialismo rabe ms bien estsiendo respondida por la Hermandad con un atentado a Nasser en 1954,seguido por represin en contra del movimiento. Es en esta fase en queSayyed Qutb (1906-1966), un intelectual quien haba visitado a EE.UU. ypublicado una tica social islmica en 1949, se integra al movimiento y seradicaliza. Con la tica sistematiza tericamente el compromiso social,importantsimo para todos los movimientos islamistas. Teolgicamente aporta

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    una radicalizacin estratgica de las nociones claves del tawhidy de la umma.La conviccin absolutizada de la unicidad de Allahtiene como referenteexperiencial la comunidad musulmana como un todo. La persecucin demovimientos islamistas por autoridades musulmanes, sin embargo, no se dejainterpretar satisfactoriamente slo con este smbolo. Por lo tanto, Qutb pro-cede a establecer una lnea demarcadora dentrode la misma comunidadmusulmana: la entre los verdaderos creyentes y los musulmanes incrdulos(djahiliyya). De esta forma se construye a un frente doble: al enemigo externose aade el enemigo interno, representando as la estructura neocolonial de

    dominacin poltica. Es en la confrontacin constante con el socialismo rabenasserista que se desarrollan dos corrientes en el movimiento: una busca lacooperacin con y la influencia sobre el sistema poltico; otra se radicaliza. Laprimera encuentra, a principios de los setenta, un compromiso con el presi-dente Saddat, restituyendo al Islam como religin oficial. Por las eleccionesde 2005 se establecieron con 88 diputados en el parlamento y oficialmenteratificaron los principios de la democracia y la pluralidad (un proceso que anms est desarrollado en la Hermandad de Jordania). La segunda hace brotarnuevos grupos que siguen la estrategia de declarar a la mayora de la poblacincomo incrdulos, retirarse y responder con atentados (Jamaat al-Djihad, Jamaaal-Islamiya). Esta ltima corriente ejerce cierta influencia sobre la generacin

    de al-Qaida y sus conceptos religiosos. Todo este proceso, visto en el marcode las luchas por definir la modernidad en Medio Oriente, se caracteriza porla hegemona de conceptos seculares de modernidad como el socialismo rabeo el pan-arabismo. Ninguno de ellos contemplaba una orientacin religiosacomo para definir los rasgos especficos de la modernidad rabe.

    Un dato clave para entender la revitalizacin de la religin como opera-dor central de la identidad poltica se encuentra en la guerra de los seis dasen 1967. La victoria israel marcaba simblicamente el inicio del fin de losproyectos secularistas rabes. La creciente prdida de legitimidad de estosmodelos cre un vaco que se ha ido llenando con los programas derevitalizacin religiosa islmica. Adems, la relacin entre Israel y lospalestinos se ha ido estableciendo siempre ms como operador simblico en

    la creacin de una identidad poltico-religiosa islmica. Esto se puede observarparadigmticamente en la transformacin del conflicto de inters poltico(representado por el movimiento Fatah) en un conflicto de identidad religiosa(representado por la Hams, una organizacin procedente de la HermandadMusulmana de Egipto). Al mismo tiempo, el ejemplo de la Hams(similar ael de la Hisbolah) muestra la ambigedad de las prcticas que por supuesto

    se refleja en luchas fraccionales dentro de movimiento. Por un lado, laopcin religiosa mantiene convicciones absolutas en combinacin con una

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    programtica exterminista (Art. 7 de la Carta) y las corrobora con atentadossuicidas en contra de la poblacin civil israel. Por el otro lado, el movimiento

    por su moral religiosa y sus obras sociales adquiere la confianza de lapoblacin, gana las elecciones y, as, comienza a orientarse en mecanismos delegitimacin y negociacin que nofuncionan a base de la religin sino ideal-mente a base de representatividad, derecho y reciprocidad o sea, que pordefinicin no permiten la absolutizacin de las convicciones propias.

    Ms all de estas ambigedades se encuentra la corriente ms radical delos movimientos islamistas, al-Qaida, una amplia red de grupos djihadistas.

    Ideolgicamente, al-Qaidase comprende a partir de la radicalizacin del islamsunita. Combina elementos de la discusin egipcia, arriba esbozada, con latradicin wahhabitay con una posicin de clase media alta subordinada (enlo que se refiere a la posicin de sus cuadros). Las convicciones religiosas delos grupos djihadistas egipcios se radicalizan a travs de la teora de Lealtady ruptura, desarrollada por Ayman az-Zawahiri. Basndose en la idea delenemigo doble de afuera y de adentro la teora ahora pretende obligar acualquier musulmn creyente romper definitivamente con cualquier incrduloy ejercer lealtad prctica para con cualquier creyente dondequiera que est.Esto apunta a una obligacin religiosa de solidaridad universal y violentamentecombativa, dado que se debe expresar hasta en el asesinato de los incrdulos

    a mano blanca con pual, garrote o lo que sea. Correspondientemente a estateora, las estrategias de al-Qaida y grupos afines se dirigen sobre el mundoislmico. Enfocan el enemigo lejano por haberse mezclado en asuntosmusulmanes, haber ocupado su tierra y estar aprovechndose de sus riquezas.La demanda primera es que los poderes no-musulmanes se retiren de lospases musulmanes. La demanda segunda se dirige contra el enemigo cerca-no, las lites seculares despticas en Medio Oriente. En el caso de al-Qaidala exigencia es un cambio de rgimen en la pennsula saudita. Las estrategiaspolticas se basan en la pretensin de estos grupos de representar todo elmundo islmico en trminos religioso-culturales lo que se refleja p. e. en queBin Laden le gusta presentarse un atuendos de califa; pero los territoriosreivindicados son percibidos como territorios histricamente islmicos (incl.

    al-Andaluz). Lo nuevo es que con la teora de la Lealtad y ruptura se amplael teatro de operaciones ya que, ahora, el enemigo lejano se puede atacartambin en su propio terreno, ejemplificado en los ataques a las embajadas,a Nueva York y Washington as como a Madrid y Londres.

    Lo que resulta clave para entender la dinmica de los movimientosislamistas sean fundamentalistas o no es el hecho de que tienen unaamplia base masiva. Los movilizables sobre todo son las masas urbanasmarginalizadas, testigos diarios de la corrupcin y la ostentacin de lujo por

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    parte de los econmica y polticamente poderosos. Los cuadros activistas,visto ms a detalle, se reclutan entre la gran cantidad de profesionales jvenesquienes, bien formados, no encuentran ningn futuro en el sistema econmi-co dominante, as como entre los ms individuos activos de las maras debarrio. Los movimientos islamistas responden a las demandassocioeconmicas de estos sectores sociales transformndolas en exigenciasreligioso-polticas, o sea en estrategias de identidad. Esta estrategia cuenta, enel pasado reciente, con un apoyo religioso que funciona como una transfor-macin publicitaria de la religiosidad popular musulmana. Se divulgan siempre

    ms tratados que importan motivos del apocalipticismo cristiano condicionan-do la fe musulmana de esta manera con un sentido de urgencia temporal hastaahora no sentida de esta manera.

    Para concluir, es vlido subrayar lo siguiente. Nuestro criterio doblenoshace diferenciar el cuadro de la siguiente manera. Primero habra que recono-cer que las bases movilizables de la mayora de las organizaciones no setildaran legtimamente como fundamentalistas. Tambin habra que distinguirentre las organizaciones (y hasta entre sus diferentes ramas) y entre diferentesfases de su desarrollo. Mientras que los cuadros de la Hermandad Musulmanaegipcia de mediados del siglo XX se clasificaran claramente defundamentalistas islmicos, la organizacin de hoy en Egipto (y mucho menos

    en Jordania) debera de ser clasificada como islamista simplemente, ya queconcuerdan con principios pluralistas y democrticos. Otras organizaciones,como (todava) gran parte de Hamsy toda la al-Qaidacon sus gruposfranchise, clasificaran claramente como fundamentalistas. Sus prcticas sepueden describir ms a fondo a partir de las siguientes caractersticas bsicas.El fundamentalismo islmico contesta las tensiones bsicasde la especficamodernidadde Medio Oriente. El hecho de que esta modernidad se asociacon el dominio externo, el despotismo interno y el secularismo programticohace que el fundamentalismo se basa en teoras de enemigos externos(imperialistas) e internos (lites despticas) y busca instalar como respuestadirecta programticamente la confesin y tica islmica como referentepoltico constitucional. La insercin de clasemuestra clases intermediarias a

    diferentes niveles que padecen de manera diferente de los efectos de unamodernizacin fragmentaria y cada vez ms excluyente: los cuadros de la clasemedia (alta) intelectual y los movilizables de las masas urbanas frustradas. Losactores fundamentalistas operan una transformacin religiosade las demandassociales interpretando las experiencias especficas de deprivacin relativasocioeconmica y poltica a travs de conceptos religiosos. Sobre todo pro-pagan una hermtica separacin entre verdaderos creyentes musulmanes eincrdulos o sea una diferencia de adentro vs. afuera , refirindose tanto

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    a enemigos externos como internos a la cultura islmica. Y adems generanuna presin por el activismo a travs de una teora (Lealtad y ruptura) quecondiciona la legitimidad de la fe con la disposicin a la violencia. Una miradahacia los contrincantes estratgicosde los fundamentalistas revela que la in-jerencia del (neo-) colonialismo (britnico y norteamericano) est siendoentendido como un desafo a la dignidad cultural-religiosa, o sea, genuinamen-te como conflicto de identidad. La relacin con las lites internas, de lo con-trario, es, en el primero plano, un conflicto acerca de la justicia(importantsima para la tica islmica); o sea, un conflicto de inters que slo

    en segundo plano se transforma en un conflicto religioso con supuestos in-crdulos. Las estrategiasque se emplean por los fundamentalistas se sirvenen muchos casos de la violencia directa, como atentados y ataques a objetivosmilitares y civiles. Esto corresponde, por una parte, a su posicin subordinadaen sistemas polticos quasi-dictatoriales que no permiten una cooperacinpoltica efectiva; en otra parte (p. e. en al-Qaida) se debe a sus pretensionesabsolutistas que no contemplan regmenes de participacin y negociacincomunes y pluralistas. Por el otro lado, las estrategias religioso-polticas sepueden amoldar segn las posibilidades de participacin democrtica. Por logeneral y con la excepcin de Irn las estrategias de los fundamentalistasse conciben a partir de una lgica desde abajo y as cooptan la poblacin

    pobre. Preguntndonos finalmente por la auto-ubicacin frente a la moder-nidadde los fundamentalistas islmicos podemos concluir que los movimien-tos ya como talesmodernos buscan una reivindicacin cultural islmicade la modernidad tecnocrtica a base de una organizacin social segn loscnones del derecho islmico y con el islam como religin oficial. La dictadurafctica del ayatolah Khomayni en Irn muestra un posible extremo de esteprograma. No obstante, los movimientos tienen que tomar en cuenta su arrai-go en la poblacin pobre y, de este modo, estar abiertos a establecer sistemasdemocrticos de participacin como p. e. hasta el sistema revolucionarioiran se basa en el modelo de la constitucin francesa, opera con peridicaselecciones y limita la influencia religiosa. A lo largo, parece que el modelo demodernidad perseguido por los fundamentalistas islmicos tambin resulta en

    un hbrido entre tecnocracia y religin con la concesin de procedimientosformalmente democrticos. Siendo el caso que en la mayora de los Estadosde Medio Oriente la modernidad siempre tiene el rostro de un despotismotecnocrtico secularista, parece que los movimientos fundamentalistas todavatienen en adelante una va relativamente larga de una estrategia esencialmentemoderna: la violencia revolucionaria.

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    4.3 Comparacin de las lgicas prcticasDespus de esbozar brevemente algunos rasgos de los fundamentalismos

    cristiano-protestante e islmico, aqu hacemos un resumen comparativo. Pornuestra definicin de trabajo, dos prcticas comunes ya se sobreentienden:ambas absolutizan sus propias convicciones religiosas y emplean estrategias dedominacin. Ms all de esto, no obstante, hay algunas caractersticas comunesy diferencias significativas. Mencionamos brevemente las ms importantes.

    Como ya qued bastante claro, ambos fundamentalismos estn abiertoshacia la modernidad tecnocrtica. Esto no en simple sentido que les gusta ms

    usar telfonos celulares que luchar con alguien en el espacio de una clula detelfono pblico. Ms bien se trata de una afinidad ms intrnseca que con-siste en el tipo de la racionalidad favorecida. La modernidad tecnocrtica remontndose a la lgica empiricista y positivista de las tempranas cienciasnaturales se basa en un concepto instrumentalista de la razn. Esta raznobserva de manera positivista a hechos y saca conclusiones siempre bajo lasuposicin que las observaciones son objetivas y las conclusiones, por tanto,universalmente vlidas y exclusivamente verdaderas. Esta racionalidad escompletamente diferente a la racionalidad hermenutica y relativista queimpregna gran parte de la filosofa y teologa europea. Es una racionalidad queno permite dudas y sirve como instrumento para lograr objetivos predefinidos

    ms bien que reflexionar sobre la relatividad de las metas y de las propiasposiciones. Es la forma de racionalidad a partir de la cual funciona la tecno-loga de dominio de la naturaleza igual como la tecnologa social, de dominiosobre acumulaciones poblacionales. La efectividad de lograr el objetivopreestablecido funcional como criterio de calidad de esta forma de razn.Como los fundamentalistas ya disponen de sus verdades preestablecidas, sloles interesa la efectividad de moldar las condiciones sociales segn suspreconceptos. De este modo, la racionalidad instrumental apoya: ayuda porsu misma forma de funcionamiento, y ayuda por el hecho de que es el prin-cipio mismo de funcionamiento de los procesos de la modernizacin tecno-lgica. Fundamentalistas valoran esto. Y por ello no tienen mayor problemacon el dominio de esta racionalidad sobre la organizacin social: la tecnocracia

    si no entra en contradiccin con reglas religiosas de vida personal.Normas religiosas para fundamentalistas cristianos y musulmanes tienen

    importancia clave. Incluso frenan a la racionalidad tecnocrtica en ciertosentido. Los dos fundamentalismos tienen en comn que su oposicin a laracionalidad instrumental se limita a los sectores de la vida personal, o sea alcampo del derecho civil, mayormente. Son asuntos como el aborto, las rela-ciones reproductivas, sexuales, maritales que los fundamentalismos sustraena una regulacin por la pura racionalidad instrumental y pragmtica. Son, en

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    otras palabras, los campos de la vida que desde siempre han sido ms objetode regulacin religiosa.

    En lo que se refiere a la organizacin del campo poltico como tal, losdos fundamentalismos tienen en comn que buscan enmarcarlo en un marcoreligioso-constitucional, de modo que la religin se establezca como lgicareguladora general de los procesos polticos sin que tenga que dictar cadanorma. Esto se debe a que ni la religin cristiana ni la musulmana dispone desuficientes normas concretas como para regular, p. e., asuntos del derecho decomercio internacional, del derecho tributario etc. Intervenciones

    fundamentalistas en el sentido poltico ms bien son poco sistemticas, ya quese orientan ocasionalmente en normas contingentemente presentes en loscnones de la religin en cuestin, como p. e. ciertos preceptos sobre castigocorporal, limosnas etc. En cuanto al sistema poltico como tal, losfundamentalismos como movimientos modernos ms bien parecen, a grandesrasgos, republicanos favoreciendo, por supuesto, repblicas en las que ellostienen el control. En este sentido, ambos fundamentalismos no tienen unaactitud contraria de principio en contra de la corriente procedural-democrticade la modernidad, si bien las formas concretas (p. e., ?shuro no?) puedenestar objeto de debate. En breve, ambos fundamentalismos han mostradobastante flexibilidad en cuanto a la adaptacin a modelos polticos; y adems

    existe la posibilidad de que se disminuye el grado de comportamientofundamentalista a la medida del involucramiento activo en procesos de nego-ciacin democrtica.

    Las diferenciasms importantes entre los fundamentalismos cristiano-protestante y musulmn se dan en cuanto a las estrategias y metassocioeconmicas y al uso de la violencia.

    El fundamentalismo cristiano estadounidense tiene que resolver unadiferencia socioeconmicaen la sociedad norteamericana y dentro del mismomovimiento. Mientras que muchos de sus lderes son empresariosmultimillonarios en el sector de la comunicacin masiva y los cuadros mediosson profesionales bien situados, una gran cantidad de los movilizables perte-necen a la clase media baja en descenso. En trminos de su mensaje econ-

    mico neto o sea disminuido por el bagaje simblico-religioso los repre-sentantes del movimiento proclaman una orientacin neoliberal-monetaristajunto con la idea de que todo mundo, sin atencin de su posicin social departida, puede hacerse rico. Religiosamente, esta creencia popular se transfor-ma en el llamado evangelio de prosperidad que legitima el xito econmicopor la presencia del Espritu Santo sobre los exitosos y vice versa, pero notan claramente proclamado explica la falta de xito con influencias del malsobre las personas. A fin de cuentas, este abordaje promueve estrategias

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    individualistas y excluye una lgica de solidaridad social as como la referenciaa razones econmicas sistmicas como explicacin para la desigualdad socialcreciente. Correspondientemente, el descenso social de una parte de la clien-tela no se explica en trminos econmicos sino como un fenmeno culturalque se debe a la influencia nociva de prcticas amorales, fuerzas externas y lafalta de religiosidad en la sociedad en general as como la de fe en el casopersonal. En conclusin, las convicciones religiosas acerca de las diferenciassocioeconmicas se entienden como un sistema conjunto de legitimacin delas posiciones altas. Esto se da, anlogamente, tambin en relacin a las di-

    ferencias entre la riqueza de los EE.UU. en relacin a la pobreza de muchosotros pases. Esta ltima se adscribe a la falta de fe cristiana y, a veces tam-bin, a la presencia de demonios territoriales en tales naciones. Elfundamentalismo musulmn, de lo contrario, resalta el tema de la justiciasocial de manera ms fuerte an que la tradicin musulmana en general. Porun lado, su arraigo en las clases bajas y medias bajas se refleja en este inters.Por el otro, el tema es reclamado como eje de accin programticamenteislmica, p. e. en la tica social de la pluma de Sayyed Qutb. La justicia socialfrecuentemente se encuentra ligada a la cuestin de la dignidad humana y,sobre todo, a la voluntad de Dios. Es la cuestin de la justicia social al nivelnacional (interno) y al nivel internacional (externo) que sirve como ope-

    rador que genera un entendimiento transversal desde los mismos marginadosy frustrados a los movimientos sociales islamistas hasta los cuadrosfundamentalistas y grupos terroristas. La reivindicacin de justicia frente adiferentes enemigos funciona como el eje de transformacin de fuerza socialhacia cuadros lderes, si bien las personas en las bases no tengan intencionesterroristas. En breve, el operador comn de la justicia social sirve para for-mular reivindicaciones desde abajo si bien los activistas no fueran de estra-tos bajos de la sociedad y slo buscasen a cooptar los marginalizados por susfines de estrategias de poder.

    En cuanto al empleo de la violencia, ya se mencion que elfundamentalismo musulmn responde con sus estrategias a la situacin de unactor subordinado en contextos de fuerte dominacin poltica; emplea el

    arsenal tctico de movimientos de resistencia, lo que incluye el uso de violen-cia armada directa. En parte, esta violencia dirige en contra de instalacionesmilitares y representantes polticos; en parte emplea mtodos terroristas contraobjetivos blandos, o sea poblacin civil en general. Con los medios globalesde comunicacin, la funcin de terror de la violencia cobra una funcin siem-pre ms importante para impresionar el pblico contrario, ganar respeto fren-te a las masas simpatizantes y nuevas posibilidades de movilizacin y mo-

    vilizar al mismo tiempo los fundamentalistas del otro bando, creando as un

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    campo poltico polarizado en el cual las voces de la razn son siempremenos relevantes. El fundamentalismo cristiano-protestante, por lo general,no emplea violencia inmediata. Los casos habidos en los grupos de laChristian Identity y los ataques a clnicas de aborto ms bien son excepcio-nes. El fundamentalismo en EE.UU., por el hecho de identificacin casicompleta con los gobernantes tecnocrtico-neoconservadores, no confrontade ninguna manera una necesidad de violencia desde abajo. Adems y estoes vlido tambin para la situacin del fundamentalismo temprano el sistemapoltico norteamericano est abierto a diferentes formas de influencia sobre

    los procesos polticos, de modo que la violencia casi nunca parece opcinviable. Lo que s no se puede decir es que los fundamentalistas cristianosestn en contra de la violencia por razones de principio. Ms bien, al nivelestatal y nacional, propagan tanto la pena de muerte como el libre uso dearmas de fuego. Al nivel de la poltica exterior propagan el empleo de violen-cia militar preventiva, tortura y asesinato poltico efectuados por agentes delEstado o bien por empresas militares contratados por el Estado de EE.UU.

    En el marco de la distribucin del poder a escala global estas diferenciasestratgicas entre los fundamentalismos cobran un significado especial.

    5. Tensiones globales la lucha de los fundamentalismos

    Las prcticas religiosas y las condiciones materiales de vida, la poltica,las relaciones sociales, el derecho etc. nunca han sido muy distantes unos delos otros. Ha estado cambiando gradualmente slo la relacin proporcionalsegn la cual cada uno de estos ingredientes de la vida social humana hapodido ejercer su influencia sobre los otros. Desde 1990 y, ms an, desde2001, discursos y prcticas religiosas han cobrado nueva fuerza frente a unpblico poltico que ha ido desacostumbrndose poco a poco de la presenciade religiosos en el mbito de la poltica. Visto ms de cerca, la religin se est

    volviendo siempre ms un dispositivo poltico que expresa y canaliza expe-riencias de crisis y desafos percibidos entre determinados sectores de lapoblacin hacia el campo poltico. Lejos de estar reclusas en el sistema re-ligioso, las prcticas religiosas en general y, sobre todo, las prcticas

    fundamentalistas tienen su especificidad en transformar experiencias socialesde manera religiosa, resolverlas simblicamente y re-transformar prcticascorrespondientes al campo poltico. Es de este modo que conflictos de intersse transforman en conflictos de identidad. Con ello, es significativo ubicar laposicin de los fundamentalismos analizados en el marco de la distribucinde relaciones de poder globales.

    En lo siguiente esbozaremos un modelo anlogo al modelo arriba bos-quejado del pentecostalismo en Guatemala. Ahora se refiere a la escala mun-

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    dial y se basa slo en estimaciones muy generales, de modo que obtenemosun modelo aproximado del espacio global de los estilos fundamentalistas.

    De modo simplificado, vemos que el fundamentalismo norteamericanose sita muy arriba en el espacio de distribucin del poder. Representa unaposicin de un gran volumen de capitales agregados. El fundamentalismoislmico se sita en una posicin media. En posiciones ms abajo todava seencuentran movimientos comunalistas (como la Hindutvaen la India) quesiguen a estrategias ms bien de aislamiento frente a las fuerzas de laglobalizacin, as como movimientos de accin poltica desde el TercerMundo. De esta constelacin, por ahora, derivamos dos observaciones.

    Primero, la posicin objetiva que tiene el islamismo en este cuadro es la

    posicin clsica de movimientos revolucionarios. No ha sido otra la posicinde clase de los revolucionarios franceses frente a la aristocracia por un ladoy a los campesinos y pequeos artesanos por el otro. Ha sido as la posicinde la clase revolucionaria estadounidense frente a los representantes de lacorona inglesa por un lado y los pobres colonos por el otro. La posicinmedia, con relativo poder pero impedido de ejercer su cuota de poder vienesiendo la clsica posicin social de revolucionarios, una posicin que permitecooptar a las masas pobres por las metas de la clase media en busca de poder.

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    Segundo, para aprender a percibir bien la dinmica de esta situacin ge-neral vale la pena tratar de tomar la posicin de aquellos que se sitan abajo enel cuadro. Visto desde abajo, el papel del fundamentalismo norteamericano estan visible como claro en cuanto a su funcin: propaga la expansin agresivade los privilegios de un sper-poder poltico mundial a detrimento de todosloshabitantes del planeta, salvo una diminuta minora. Por el otro lado, elfundamentalismo musulmn parezca simptico o no lo parezca mantieneuna posicin objetiva desde la cual se perfila como vanguardia de todaslasreivindicaciones de justicia desde abajo. Adems, las organizaciones del movi-

    miento afirman la posicin y la pretensin correspondiente con su prctica.Hams, Hisbollah, Jamaat-e-Islami y muchas otras organizaciones corroboransu inters en justicia social con vastos programas sociales de todo tipo y conposibilidades de activismo social y poltico para hombres y (!) mujeres. De estemodo, los movimientos islmicos desarrollan una posicin y una poltica conla cual pueden volverse como cooperantes naturales de otros movimientossociales del Tercer Mundo si bien no necesariamente en cuestiones religio-sas, s en la cuestin de la justicia social y de la posibilidad de llevar una vidadigna. De modo que el tema vital de la justicia resulta ser de un inters clave,si se trata de discutir el problema de los fundamentalismos.

    Finalmente, de todo lo visto nos permitimos concluir, primero, que no

    estamos presenciando ningn choque de civilizaciones, sino que un choquede fundamentalistas de diferentes bandos. Con el discurso generalizante (yvulgarizante) del choque de culturas, ms bien los protagonistas de estrategiasagresivas de poder quieren hacer creer al pblico que ellos representan elmejor inters comn sea del occidente o bien sea del oriente. El mismoBin Laden comparte con George W. Bush su simpata con la teora del cho-que de civilizaciones simpata que para ambos abre todas las posibilidadesde usar al otro para legitimar las propias estrategias de poder.

    En cuanto al concepto terico de fundamentalismo parece que elcriterio doble funcion. Por un lado ayud en distinguir organizacionesfundamentalistas y sus lgicas prcticas especficas de movimientos religiososy practicantes en general. Por el otro permiti comparar mejor a diferentes

    movimientos fundamentalistas.Con esta comparacin pudimos ver que las diferencias ms importantes

    entre los fundamentalismos protestante-norteamericano y el islmico se en-cuentra en su diferente posicin social a nivel global, el diferente papel quese le da al tema de la justicia social as como las prcticas diferentes de adop-tar estrategias de violencia.

    En el occidente el fundamentalismo cristiano y sus allegados polticosneoconservadores constantemente invocan el cantus firmusde que todos

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    estamos amenazados por el fundamentalismo islmico y que la mejor garantade proteccin son polticas fundamentalistas cristinas. Esto es expulsar eldiablo con el belceb. Nuestro anlisis ms bien demuestra que la mejorestrategia es la de solucionar en contra del fundamentalismo de EE.UU. el problema de la injusticia social. Es que la religin no es una cosa tan simpleque bastaran respuestas religiosas para resolver problemas religiosos.

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