Schmarsow, August - La esencia de la creación arquitectonica.pdf

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  • La esencia de la creacin arquitectnica

    Conferencia de habilitacin pronunciada en el saln de actos de la

    K. Universidad de Lipzig el 8 de noviembre de 1893

    por

    August Schmarsow

    Profesor titular de historia del arte

    Quien se enfrenta al cometido de impartir historia del arte medieval y moderna en una de

    las universidades ms grandes de Alemania tienen buenas razones para revisar los puntos

    de vista establecidos que van a determinar su tratamiento de un perodo de tiempo tan

    amplio.

    Tras una larga actividad docente en otras universidades, Anton Springer estaba en situacin

    de preguntarse hasta qu punto sera posible reconocer una ley en la evolucin del arte a lo

    largo del extenso espacio de tiempo que dominaba, y si la palpable recurrencia de cambios

    anlogos permitir una exposicin homognea. O preguntarse si la esencia de las artes

    plsticas podra encontrar su respuesta, cuanto menos para un perodo determinado de la

    historia, en la palabra de un pensador y poeta como Dante, como Hubert Janitschek intent

    hacer con Giotto, no sin perder la relacin con el presente. De lo contrario sera, desde

    luego, muy difcil describir en pocas palabras qu es en general la esencia del arte, dada la

    multitud de mbitos en los que se extiende a lo largo de su historia. Y justamente el

    historiador, que se ve confrontado a esta abundancia de visiones, va a decidirse muy a

    disgusto por una respuesta rpida y formulada de antemano.

    El historiador est dispuesto a limitarse al estrecho contexto de las bellas artes teniendo en

    cuenta lo que generalmente se entiende por el primer arte. Se ve, sin embargo, ante la

    objecin de los filsofos. El historiador del arte ha considerado siempre la arquitectura

    como base de la evolucin posterior, mientras que el actual crtico de esttica sostiene por

    el contrario: la arquitectura no pertenece a las bellas artes sino que es el arte de construir e incluso aade el severo rechazo: el arte de construir no pertenece en ningn caso a las bellas artes. Es un arte no libre y no existe absolutamente ninguna justificacin terica o

    cientfica que permita distinguirla de la tectnica y del resto de las artes aplicadas como si

    se tratase de una de las bellas artes[1] .Y no encontramos mejor respuesta cuando preguntamos a los racionales maestros de la obra. Ellos dominan la arquitectura como el arte de revestir [Bekleidungskunst] y apenas ven su oficio como ago ms que una combinacin superficial de carcter puramente tcnico y decorativo, como el encajar estilos

    heredados en el esqueleto de una construccin funcional, durante cuyo proceso incluso el

    mejor desespera y pierde el entusiasmo creativo[2] . Al historiador, que ha seguido con

    respeto y admiracin a travs de los siglos la evolucin majestuosa de la arquitectura, va a

    parecerle que a veces, en el celoso empeo por reproducir las formas propias, los estilos y

    los temas del pasado, el vnculo espiritual que mantena todas las partes del conjunto unidas

  • entre s y todos los medios para conseguir ese fin se hubiera perdido. Ya la expresin arte de revestir [Bekleidungskunst], aunque se base en la paradjica visin de un artista erudito y superdotado como Gottfriend Semper puede inducir slo a la superficialidad. Y a mxima

    la arquitectura es tectnica, de Eduars von Hartmann, es literalmente una contradiccin por la cual nos preguntamos asombrados si los griegos, sin ningn tipo de sentido y razn,

    habran diferenciado el arte de construir arcitektonih [arquitectura], entendido como lo

    bsico, lo inicial, la creacin original y pura, de la produccin tcnica de los oficios. Efectivamente parece que en la actualidad nadie conozca la respuesta a qu es realmente la

    arquitectura. A pesar de toda la erudicin de nuestra formacin histrica se siente por

    doquier alineacin y se hecha de menos la clida componente humana en sus obras y la

    relacin natural con este arte.

    No es ya hora de preguntar por su origen y su naturaleza intrnseca? El mtodo gentico,

    que desde hace tiempo es habitual en la ciencia de la historia y que actualmente se

    introduce poco a poco en las ciencias naturales, no podra menos que ser fructfero aplicado

    a la ciencia del arte, que se sita entre las dos. Se tratara ms bien slo de probar en lugar

    de la esttica desde arriba, que ya con Fechner se oponen entre s, una esttica desde el interior; y activar en la arquitectura, alienada tanto tiempo por una esttica desde el exterior, un movimiento desde el interior.

    La consideracin esttica de nuestras formas lineales ms sencillas las explicaciones

    psicolgicas de sus impresiones inmediatas o el juego de asociacin de elementos tienen

    actualmente su punto de partida en el sujeto creativo y perceptivo[3]. A este anlisis del

    detalle y de la forma singular, que tan fcilmente puede descontextualizarse del conjunto,

    slo nos acercamos partiendo del ngulo contrario, cuando buscamos el ncleo del

    organismo que justifica todas las partes y las formas individuales. Se tratara precisamente,

    en un estudio bsico, de asegurar la prerrogativa natural del origen psquico del acto

    creativo de probar la certeza de que en este arte, como en los dems, lo realmente esencial

    solo puede encontrar su origen en la mente del creador y su finalidad en la del observador.

    Hay que admitir que el historiador que se pregunta por la esencia de la creacin

    arquitectnica prediga que la respuesta no puede contener nada nuevo. El germen motor,

    sobre el que estamos investigando, tiene que estar necesariamente presente tanto en los

    intentos ms imperfectos, de los que la historia del arte verdadero apenas da testimonio,

    como en las obras maestras de los perodos ms florecientes que lo muestran como un

    organismo complejo y estructurado. Y este elemento atemporal, siempre presente de forma

    consciente o inconsciente, solo puede ser algo sencillo y natural, ya que a lo largo de todos

    los tiempos, implcita o explcitamente, ha estado activo, prosperando y procurando la

    misma satisfaccin tanto en los orgenes modestos como en las imponentes obras del arte

    monumental. Alejndonos de todos los anlisis abstractos y las construcciones dialcticas,

    de los que se ocupa con gran afn la esttica especulativa, tiene que presentarse como algo

    evidente al sentido comn capaz de reflexionar por s mismo. Por tanto no queremos ms

    que iluminar un lado oscurecido, recuperar algo olvidado, recordar una vieja historia

    porque tiene un valor inalienable.

    A veces en la ciencia se trata nicamente de dar la vuelta al trompo que ya desgastado un

    de sus puntas y hacerlo girar sobre la otra. Claro que la mano gil que amenaza con poner

  • tan fcilmente un pequeo mundo al revs, va a ser reprendida a la ligera por todos los

    tranquilos habitantes del microcosmos y va a cobrarse muchos enemigos. Pero es

    significativo que justo al hombre de la historia le interesa ese cambio de polaridad.

    Quien vuelve la cabeza hacia el pasado buscando el origen de un largo proceso histrico

    tropieza rpidamente con hechos prehistricos , cuya procedencia y desarrollo ya son

    inaccesibles para el espritu de la ciencia histrica. Por ello desde un principio el historiador

    va a trabajar hombro con hombro con los etnlogos y con los antroplogos y junto a ellos

    se acoge al pensamiento psicolgico del Homo Sapiens. Pero para que estos vecinos

    entiendan qu es lo que realmente quiere y busca tiene primero que atreverse a exponer su

    caso y tiene que hacerlo en cierto modo con sus mismas formas. Solo la explicacin

    gentica derivada de la organizacin intrnseca de la naturaleza humana, como ya sabe,

    puede facilitar el soporte que necesitamos para entender la evolucin. Y slo va a ser

    verdaderamente satisfactorio el enfoque que nazca de la completa naturaleza de nuestra

    constitucin psquica, incluso si durante mucho tiempo no se ha tenido conciencia de la

    trascendencia y del potencial formativo de la primera obra instintiva. A la vista del elevado

    desarrollo de la arquitectura, ante la visin de la inmensa lista de monumentos existente es

    difcil recordar sus inicios y extraer el senillo germen del que naci la actividad del espritu

    humano o encontraren nuestra propia conciencia un slido punto de partida donde pueda

    arrancar nuestra investigacin.

    Qu encontramos tanto en esta aula de la universidad donde estamos reunidos, como en la

    ermita del sabio que vive solitario en sus pensamientos? Qu tienen en comn el edificio

    del tribunal supremo al otro lado de la calle con el auditorio o la biblioteca de al lado, con

    el Pantheon de Roma o la catedral de Colonia, con el igl del esquimal o la tienda del

    nmada? Dnde reside el elemento comn del proceso creativo del que nacen y nacieron

    todos ellos?

    Un arquitecto genial como Semper, que ha construido la Hochschule de Zurich y el Hoftheater en Dresde, rechaza sencillamente semejante sntesis entre lo ms elevado y lo ms sencillo[4].

    Segn l la cabaa del indgena del caribe no tiene nada en comn con la arquitectura

    entendida como arte y nicamente puede ser objeto de nuestra atencin por ser el esquema

    ms elemental de estructura de cubierta combinada con esteras, por ser el esquema

    elemental de particin vertical. En nuestra opinin un rechazo tal de la cuestin no sera ni

    histrico ni filosfico, puesto que la construccin ms primitiva pertenece a la historia del

    desarrollo de la arquitectura tanto como el edificio del Reichstag, al que nos enfrentamos exigindole que cumpla los ms altos requisitos de arte consumado. Y rechazar la

    existencia de una analoga sera como vaciar la baera con el nio adentro. Acaso no tienen nada en comn en su esencia intrnseca el palacio monumental del sultn con la

    efmera tienda levantada por su ancestro?.

    Nos preguntamos si una creacin provisional y de estructura ligera tiene el mismo origen

    que la construccin ms duradera, hecha de materiales slidos y costosos. La lgica

    constructiva, la articulacin de todas las partes y el desarrollo de todas las formas

  • individuales en la ltima pueden ofrecer una satisfaccin esttica muy rica, pero lo

    necesario tambin puede encontrarse ya en la primera.

    Tenemos que preguntarnos adems cuanto contienen de la esencia original de la creacin

    arquitectnica los diferentes tipos de dibujos, planos, proyecciones verticales, secciones y

    vistas, de modo que un ojo experto y una imaginacin entrenada puedan con estos medios

    auxiliares reproducir el todo. Pasara lo mismo con una pintura de una composicin cuyos

    efectos el experimentado director de orquesta puede anticipar solo leyndola? Nos

    preguntamos por fin-y esta pregunta es determinante para nuestras consideraciones-si la

    construccin tcnicamente perfecta de un edifico monumental tiene una mayor

    trascendencia para el disfrute de esta obra de arte que la ejecucin tcnicamente perfecta

    por parte de una orquesta consumada para el disfrute de una obra de arte musical. Con la

    radical diferencia, en efecto, de que la ejecucin de la pieza musical pasa, se extingue casi

    en el mismo instante en el que cobra vida, mientras que la ejecucin de un edificio persiste.

    Es ms, sta puede consolidarse con una existencia duradera, en el caso de que fuese

    necesario.

    Pero, depende en algo de esto nuestra actual pregunta? Constituyen la gran cantidad de

    piedras adecuadamente talladas y apiladas, la buena unin entre vigas y los arcos

    estructuralmente seguros la obra de arte arquitectnica? O sta surge slo en el instante en

    que la reflexin esttica del hombre empieza a penetrar en el conjunto y, con una opinin

    puramente libre, entiende y disfruta de todas las partes?.

    Tan pronto como vemos en esta apreciacin visual lo verdaderamente esencial, una

    representacin, (que como en el caso de la msica puede ser repetida a voluntad) entonces

    el esqueleto tcnico y el gran gasto de materia, es decir los medios para alcanzar el fin

    esttico, pasan lentamente a un segundo plano. Y el gran valor de la materia, el brillo de las

    columnas pulidas los capiteles dorados se sitan al mismo nivel que la calidad y el carcter,

    es decir, el timbre de los instrumentos que concurren juntos en la orquesta, La construccin

    completa de un edificio se manifiesta como el medio de produccin de la misma manera

    que nosotros consideramos el revestimiento del armazn estructural, la articulacin

    tectnica y el desarrollo completo de las formas de arte como el medio de presentacin. As

    nos desprenderamos, por lo menos por un instante, de todo el peso de la materia, de la

    confusin de formas multiplicadas a lo largo de los siglos. Y la creacin arquitectnica

    aparecera ante nuestra mente, aunque todava bajo mltiples formas, ya pura y accesible

    para la pregunta que nos planteamos.

    Y para continuar adelante tendramos que recordar slo uno de los principios aplicables a

    todas las creaciones humanas. Nada puede convertirse en algo material y sensorial que no

    haya sido anteriormente imaginado como idea del resultado deseado y as por o menos dar

    el impulso a la mente para el ejercicio de las facultades creativas.

    Intentemos despus, bajo un punto de vista comn, agrupar las ms variadas visiones que

    nos surgen a travs de las primeras reflexiones sobre el tema: desde la cueva del troglodita

    hasta la tienda del rabe, desde la larga avenida de los templos de peregrinacin egipcios

    hasta la maravillosa cubierta adintelada para los dioses griegos del perodo helnico desde

    la cabaa del indgena del caribe hasta el edificio del Reichstag, podemos decir, en

  • trminos lo ms generales posibles, que todos sin excepcin son entes espaciales

    [Raumgebilde] cualesquiera que sean el material, la duracin la construccin, o cualquiera

    que sea la configuracin estructural de las partes portantes y portadas.

    Lo esencial es solo el cierre del espacio [Raumabschlieung], dice adems Eduard von Hartmann, pero con su apreciacin para una finalidad real de uso social [Raumbenutzung] rebasa nuestro objetivo.

    La referencia a la necesidad humana de protegerse contra las inclemencias del mundo

    exterior, como cualquier otra alusin a una finalidad concreta, es prematura en tanto que se

    trata de una investigacin esttica. Los estmulos exteriores proporcionan solamente la

    causa, la ocasin para el ejercicio del talento humano. Cada intento del hombre por

    insignificante que sea, por envolver un espacio [Raumumschlieung], supone en primer lugar que el sujeto tiene la idea del fragmento espacial [Raumausschnitte] deseado; y de

    este modo llegamos al ltimo requisito: la predisposicin para intuir la forma que llamamos

    espacio.

    Psicolgicamente, la forma instruida del espacio tridimensional nace de la experiencia de

    nuestro sentido de la vista, aunque sea con ayuda de otros factores fsicos. Todas las

    percepciones visuales y todas las ideas grficas de la imaginacin se rigen, ordenan y

    desarrollan conforme a ella y este hecho es tambin la fuente del arte, cuyos origen esencia

    buscamos.

    Nuestras formas espaciales intuidos, es decir, el espacio que nos rodea donde quiera que

    estemos, el que levantamos desde ahora y siempre alrededor nuestro y que consideramos,

    incluso ms necesario que la forma de nuestro propio cuerpo, resultan de las huellas de la

    experiencia sensorial, a las que contribuyen las sensaciones musculares, la sensibilidad de

    nuestra piel y la construccin de todo nuestro cuerpo.

    Tan pronto como hemos aprendido a sentirnos a nosotros mismos y nosotros solos como el

    centro de ese espacio cuyos ejes de coordenadas se cortan en nosotros, hemos encontrado el

    valioso ncleo, el capital inicial, por as decirlo, sobre el que se basa la creacin

    arquitectnica, aunque no parezca ms valioso que un trbol de la suerte. Una vez que la

    imaginacin, siempre activa, sea apodera de este germen para desarrollarlo conforme a la

    ley de las tres direcciones axiales, inerte al ms pequeo ncleo de cada ideal espacial,

    entonces nace del grano de mostaza un rbol, un mundo entero alrededor nuestro.

    El sentido del espacio [Raumgefhl] y la imaginacin espacial[Raumphantasie] empujan

    hacia la creacin espacial [Raumgestaltung] y buscan su satisfaccin en un arte. Lo

    llamamos arquitectura y lo podemos denominar en alemn, brevemente, como creadora de

    espacio [Raumgestalterin].

    Sus races se encuentran justamente all donde los orgenes de nuestro pensamiento

    matemtico y donde la base psicolgica de la ciencia del espacio tienen que buscarse, slo

    que el arte aspira inmediatamente a transformar sea como sea la idea interior de un

    fenmeno real; la alusin sensorial y visible, la designacin y el cierre de un fragmento de

    espacio en un espacio general, mientras que la ciencia solo piensa, calcula y concluye con

  • formas puras y abstractas pero no emprende ninguna creacin. El parentesco de hermana

    entre las dos lo reconocemos siempre en su comportamiento general.

    Los primeros intentos por trasladar la idea espacial a la realidad dan testimonio de la

    organizacin del intelecto humano. Un par de signos, visibles para el ojo al pasar su mirada

    por su entorno e indicios para la imaginacin, son suficientes para reconocer la proyeccin

    en el mundo exterior y experimentarla como un hecho consumado.

    La delimitacin de cualquier recinto cercano y apreciable supera la disposicin de un nio,

    pero la decisin determinante de la imaginacin erige muros donde solo hay lneas. Dado

    que la fe es ciega no importa cuan escptico y superior el adulto mire con desprecio este

    procedimiento simblico. Las huellas de las pisadas en la arena, los estrechos surcos

    trazados por el bastn son ya nuevos pasos en la representacin de la frontera. Cuando el

    viento se los lleva y la lluvia los borra se va a proceder, en primer lugar, a reemplazarlos

    por marcas ms duraderas como una lnea de piedras del campo, un seto o una cerca. La

    creciente habilidad manual los progresos en el trabajo de los materiales existentes ponen de

    manifiesto diseos ulteriores. Las fronteras insinuadas se acercan cada vez ms a la lnea

    recta. Los espacios entre las piedras u otras marcas revelan la tendencia a la regularidad y el

    intencionado cierre en su conjunto toma como rasgo fundamental la forma de la figura

    regular. Cuanto ms claro es el permetro de esa rea ms seguro va a ser el trazado

    paralelo de los lados y la homogeneidad simtrica de la dimensin longitudinal, incluso los

    obstculos locales van a ser superados por las reglas del hombre. Tambin aqu la

    organizacin natural del hombre, inconsciente y necesaria, influye tanto en todo lo que

    produce con sus manos como en la decoracin y el ornamento de sus utensilios o de su

    propio cuerpo, que se manifiesta como la serie anloga la alternativa o la repeticin

    simtrica, y con las formas regulares del rectngulo, del crculoetc. La hondonada ancha de un valle o la garganta estrecha entre las montaas, la cueva formada por casualidad o la

    grieta entre las rocas son impresiones espaciales [Raumeindrcke] que la realidad ofrece al

    hombre estmulos para su imaginacin. Sin embargo, al imitarlos en nuestra creacin las

    lneas se regularizan y se depuran conforme a la ley que rige la organizacin de nuestra

    mente. En el desarrollo histrico, con el que ya nos hemos familiarizado, arquitectura y

    matemticas van indudablemente de la mano. La forma pura se imagina siempre como un

    ideal cuyas leyes explora la ciencia del espacio, como debera ser, mientras que el arte del

    espacio, que lo ejecuta con materiales reales, tiene que hacer frente a resignarse a los

    elementos de entorno natural y a las leyes fsicas de la realidad. Pero en ambos casos acta

    como la ley bsica de la mente del hombre, por lo cual tambin ve y desea el orden en el

    mundo real.

    En todo lo que hace es evidente que la conformidad con la ley el reconocimiento de la

    recurrencia rtmica de elementos, la regularidad y la pureza le proporcionan la verdadera

    satisfaccin. De este modo el hombre refiere los troncos que han crecido derechos a los

    curvos. Quita intencionadamente las huellas del crecimiento casual y las variadas

    influencias que dependen del entorno descortezndonos, alisndolos y escuadrndolos. As

    se mantiene la preferencia por la regularidad abstracta de las lneas, de las superficies y de

    los cuerpos como medio caracterstico del efecto arquitectnico tanto en las superficies que

    levanta en forma de muros como en los pilares y postes que los sujetan o como en todas las

    formas singulares de la creacin tectnica posterior. Cada irregularidad despierta la

  • sensacin de derivar hacia otras ramas del arte. La arquitectura es por tanto la creadora del

    espacio acorde con el ideal de forma de la intuicin espacial del hombre.

    Cuando la mano del hombre interviene en su entorno real, ordenndolo y dndole forma,

    esto supone la satisfaccin de una necesidad profundamente interna, pero la necesidad de su

    procedimiento nos viene a la conciencia slo cuando vemos cmo nace de lo ms profundo

    de nuestro organismo. La creacin arquitectnica comienza en nosotros con la ereccin

    tangible si se me permite decirlo as, de la espina dorsal de nuestra capacidad para observar.

    La ley de formacin natural de toda creacin de espacios por parte del hombre representa

    en un sistema de ejes de coordenadas como una frmula concluyente. Se manifiesta

    inmediatamente a partir de la necesidad de un sentido muy especial y, sobre todo, en el

    importante hecho de que la creacin arquitectnica no se separa en absoluto del sujeto sino

    que, por el contrario , presupone siempre la relacin con el autor, con la persona que

    contempla.

    Cualquier creacin espacial parte en un principio de la envolvente de un sujeto . Por ello se

    distingue esencialmente la arquitectura como arte humano frente a todas las pretensiones de

    las artes aplicadas. El creador y el usufructuario son inicialmente el mismo y, por ello, el

    punto de partida de nuestra explicacin gentica.

    El sujeto porta en s mismo la dominante del sistema de ejes, la perpendicularidad desde su

    vrtice hasta su base, de la cabeza a los pies. Es decir, siempre y cuando el cerramiento de

    un sujeto sea deseado, el meridiano de nuestro cuerpo no requiere una definicin material

    ni visible; nosotros mismos somos su manifestacin en persona. La arquitectura, nuestra

    creadora de espacio, consigue, como arte independiente que es capaz de no tener que servir

    a ningn otro arte, crear envolventes de nosotros mismos en las que el eje central

    perpendicular no se manifieste de manera corprea sino que permanezca vaco,

    produciendo un efecto an ms ideal y concreto que la situacin del sujeto. Por eso

    permanecen los espacios interiores como espacios fundamentales incluso a lo largo de su

    extensa evolucin en el arte. La creacin espacial es en cierto modo una irradiacin del

    hombre contemporneo, una proyeccin desde el interior del sujeto, independientemente de

    si se encuentra en persona all dentro o se traslada espiritualmente; es igualmente

    independiente de si adopta su lugar un busto de hombre o la sombra de un difunto. En

    etapas an ms desarrolladas de la hiptesis el arte logra emisiones de una ciudad ideal: una

    persona jurdica, una corporacin, un municipio o cualquier idea abstracta derivada de la

    comunidad estatal, social religiosa, un factor de la civilizacin existente del trabajo cultural

    prevaleciente, cualquiera de estos entes puede ponerse en el lugar del hombre original como

    por ejemplo en el Palacio de Justicia, en la Casa de Dios, en el Universitas literarum, etc.

    La envolvente del espacio del sujeto en cuestin es siempre el primer asunto de reflexin y

    el ms fundamental, es decir, el vallado o tapiado de sus lados, no la cubricin superior ni

    la determinacin y desarrollo del eje vertical. La cerca, proteccin o tapiado del eje vertical

    puede tener lugar durante mucho tiempo al aire libre. Los espacios creados de esta forma,

    como el templo griego hipstilo y el templo egipcio de peregrinacin, no pertenecen menos

    a la arquitectura que nuestras cuatro paredes de las que todava hoy en da hablamos como

    algo fundamental.

  • Adems del eje vertical (cuyo soporte vivo con su orientacin corporal influye en la

    determinacin del arriba y abajo, delante, detrs, derecha e izquierda)[5], la direccin de

    nuestro movimiento libre, o sea, hacia delante, y a su vez la direccin de nuestra mirada,

    determinada por el lugar y posicin de nuestros ojos, es decir, la expansin en profundidad,

    es la dimensin ms importante para la verdadera creacin espacial. Su longitud supone

    para el observador la medida de su libre movimiento en el espacio dado y es tan necesaria

    como acostumbrado est a caminar y mirar hacia delante. Es con la libre expansin del eje

    de profundidad con la que se crea la carcasa, el refugio del espacio habitable, en el que uno

    no se encuentra atrapado sino que por el contrario permanece y vive por eleccin propia. Es

    tambin una necesidad espiritual que se ve satisfecha en cuanto a que ganamos suficiente

    espacio en juego. El ensayo inverso confirma esta circunstancia: si el cuerpo se tumba en el suelo del tal modo que el eje vertical cae en la posicin perpendicular al suelo y adopta la

    direccin del eje horizontal, en ello se da lugar a disminuir inmediatamente el eje vertical

    de la creacin espacial.

    Una tienda de campaa se alza slo como proteccin para el que duerme pudiendo

    disminuir en altura. Se impone el eje de profundidad, segn la longitud del cuerpo, como

    dominante de la forma espacial. As mismo el carcter de cualquier espacio interior en el

    que impere la dimensin de la profundidad reside indudablemente en ella, como por

    ejemplo en el caso de la forma de las baslicas occidentales y su perfeccionamiento en la

    visin perspectiva desde la entrada hasta el coro de la parte ulterior del altar.

    La apertura de nuestros brazos hacia la izquierda y la derecha ofrece una escala mnima

    para la medida de la anchura siempre y cuando el ojo no favorezca una distancia mayor, de

    pared a pared opuesta de un espacio, con el alcance de la mirada y su cambio de direccin.

    As se diferencia de nuevo el refugio frente a la vivencia, la necesidad del que duerme de la

    del que est despierto, el refugiarse en una cueva oscura frente a la vida en aposento claro.

    Yendo ms all, se puede alternar el estudio de ambos ejes horizontales. Si miro una pared

    longitudinal desde una distancia apropiada en todo su ancho, aparecen tambin aqu

    inmediatamente las mediciones hacia la derecha y hacia la izquierda conmigo como eje

    central. Si por el contrario miro en direccin del eje de profundidad las dos paredes

    longitudinales (y opuestas) de un espacio, percibo y aprecio ambos lados en perspectiva

    paralela. Cuanto ms se aproximen las dimensiones de ambos ejes horizontales, cuanto ms

    se acerque pues la planta al cuadrado o al crculo, ms latente ser el predominio de la

    mirada en altura. Y, mientras la simetra prevalezca a lo largo de la extensin horizontal o

    en todas las direcciones, la ley de la proporcin dominar en el eje vertical, siempre en

    relacin con el sujeto y su escala ptica. Si se facilitaran finalmente ambos ejes

    horizontales en su longitud mnima, la estancia en ese espacio se convertira pronto en

    castigo para el que est despierto de tal modo que deseara subirse por las paredes. El

    castigo aumentara sensiblemente para quien o fuera ciego en lo relativo al espacio, si la

    clula tuviera una plata triangular o cualquier otro movimiento Un personaje relevante

    como Lessing declar no ser capaz de aguantar en un espacio con ngulos agudos.

    Pero si el eje vertical se tumba en el suelo sobre el eje direccional, la dimensin en anchura

    adquiere la importancia que pierde la vertical. De cualquier modo a menudo permanece la

    anchura sensiblemente subordinada, tanto como prevalece la direccin de nuestra mirada y

    de nuestro desplazamiento hacia delante.

  • Esta relacin experimenta rpidamente una inversin latente en cuanto el sujeto sale del

    espacio interior y observa el exterior del espacio creado. Con nuestro meridiano operando

    como eje central de extensin y mirando hacia la izquierda y hacia la derecha, requerimos

    del cumplimiento de nuestra ley de simetra al enfrentarnos al eje vertical del espacio

    creado y requerir que el resto de las dimensiones estn en proporcin. Todo el espacio

    creado nos parece ahora como un cuerpo exterior a nosotros mismos en un espacio general.

    As, todos los principios en relacin con el exterior del edificio se encuentran tambin en

    relacin con aquellos del espacio interior, es decir, con la envolvente del sujeto, con la que

    empezamos.

    Pero antes de que hablemos del exterior debemos desarrollar el principio de creacin

    individual sucesiva con el que el sujeto se relaciona con el espacio interior que le rodea.

    Los trminos lingsticos que usamos para referirnos al espacio, como expansin, extensin o direccin, sealan la continua actividad del sujeto que, enseguida, traslada su propia sensacin de movimiento a una forma espacial esttica. No puede expresar de

    otra manera su relacin consigo mismo sino presentndose en movimiento ( considerando

    su longitud , ancho y profundidad) o atribuyndoselo a lneas fijas, superficies o cuerpos

    estticos que le ensean sus ojos o las sensaciones de sus msculos, incluso cuando

    prescinde de sus dimensiones si est en posicin de reposo. La creacin espacial es una

    creacin humana y no puede enfrentarse al creador y al usufructuario como si fuera una

    forma fra y cristalizada.

    Aqu se muestra la diferencia fundamental entre el arte del espacio y la ciencia del espacio,

    incluso cuando esta ltima es denominada, con razn, arte csmico. El pensamiento

    matemtico, abstrado de todas las causalidades del escenario terrestre, se eleva cada vez

    ms consecuentemente a las regiones donde viven las formas puras y calcula con seguridad

    en su procedimiento las leyes de la mayor de las lejanas en el cosmos igual que las de

    nuestro fundamento y suelo, abarcadas por el horizonte del ojo humano. El arte del espacio

    por el contrario, vido de apariciones latentes y visibles de su actividad, est unido

    igualmente al suelo como fundamento slido del hombre pero o es capaz, incluso en las

    creaciones ms osadas, de prescindir del hombre fsico y sensible ni de sus semejantes. Si

    es capaz de reaccionar ampliamente ante cualquier estmulo del entorno real y natural, pero

    siempre de acuerdo con las leyes vinculadas a la realidad, la cohesin de materiales, la

    esttica y la mecnica, la gravedad y las leyes csmicas del universo. Precisamente as

    consigue la ms diversa de las relaciones con las experiencias y la vida del hombre en el

    mundo terrestre en que vivimos. Esto ayuda al arte del espacio a llenar de vida nueva la

    obra de arte, que permanece como obra del hombre an en su ms elevado logro. La forma

    pura y rgida en solitario, como envolvente diaria del hombre, sera a la larga una

    insoportable presin incluso permitiendo toda preferencia explcita de legitimidad y regla.

    El espacio debe llenarse de vida propia para satisfacernos y hacernos felices. De ah que la

    proyeccin de la visin tridimensional, que nace slida y ya desarrollada de lo sustancial

    del hombre, asuma otro propsito en su presencia en el camino: el establecimiento de su

    propia vida, el empuje para formarse y aislarse como organismo independiente. De ah que

    la oposicin de las fuerzas, de las partes portantes y portadas, que proveen de existencia

    independiente al cerramiento del espacio con leves deformaciones en sus paredes a travs

    de su estructura interna, motive la existencia y la forma de ser de la persona e inaugure para

  • ella una nueva fuente de deliciosas consideraciones estticas. Consecuentemente, nuestros

    filsofos del arte cayeron en el error de considerar la arquitectura como representacin

    ideal de las leyes de gravedad que regulan el universo o como representacin emocional de

    los trminos de fuerza y carga[6], como si esta funcin, aparentemente didctica, fuera su

    principal propsito, cuando lo cierto es que esto puede serle atribuido como mucho a una

    construccin articulada, es decir, al desarrollo posterior del crecimiento del organismo.

    Por esta razn los especialistas en esttica y composicin arquitectnica dan como vlida

    una construccin cuando sta muestra mediante la existencia de una cubierta slida la clara

    contraposicin entre la fuerza y la carga, los elementos portantes y los portados[7]; es decir,

    cuando la fraccin de espacio creado aparece como un cuerpo espacial fijo e inmvil. Se

    detienen por ello preferentemente slo en la estructura y en el exterior del edificio, sin

    prestar ninguna atencin a la creacin del espacio como tal, al desbordamiento, la

    perspectiva y la composicin espacial. La cara interior de la creacin arquitectnica y la

    explicacin psicolgica de un motivo cada vez ms vivo se les pierde con ello.

    La forma en la que los impulsos de las sensaciones comunes, en respuesta a los

    acontecimientos exteriores, se condensan en tendencias, en sus subidas y bajadas, o

    progresan hacia una ilusin deliciosa o un dolor conmovedor para seguir movindose hacia

    el exterior y llenar el entorno prximo con vibraciones del interior, determinndolo(aunque

    slo sea por la rpida extincin de la voz del hombre debido a su volumen) es el mismo

    modo en el que las impresiones puramente intuitivas y su colocacin o unin en formas

    tridimensionales se proyectan involuntariamente hacia el exterior, desarrollndose en una

    realidad emocional perceptible. Igual que la msica como arte que nos enriquece de mil

    maneras diferentes como elaboracin creativa de sensaciones auditivas y como orden sujeto

    a leyes del mundo de los sonidos y anlogamente a sensaciones cinticas, la arquitectura

    como creadora del espacio est basada en la ordenacin sistemtica del material de visin

    espacial y constituye una elaboracin creativa de la imagen visual tridimensional para el

    propio uso y disfrute del hombre. As como en la msica, que opera en el tiempo,

    predomina el movimiento en sus diversos grados y efectos dinmicos, en la arquitectura,

    que opera en el espacio, las cualidades dominantes con la constante expansin y el poder

    sereno de sus proporciones. Pero, en qu sino en poesa del espacio se basa el estmulo de

    las visiones perspectivas o del desarrollo espacial de un edifico real, produciendo un efecto

    sereno y liberador en nuestra alma, expandindola y elevndola?Acaso el espacio no

    ejerce parte de su magia con la mera visin de sus planos de arquitectura?.

    Aunque podamos contemplar un edificio cerrado desde el exterior, no comprenderemos su

    construccin legtima sin el examen de su espacio interior. Aqu se separan el creador y el

    usufructuario, el autor y el observador. Se trata de un acto de libre contemplacin cuando,

    con ayuda de nuestra fantasa, nos situamos en el centro de un espacio interior cuya cara

    exterior se yergue ante nosotros y nos afanamos por descubrir, preguntndonos por su

    sistema de ejes, la formacin de ese organismo desconocido en nuestro sentimiento

    anlogo. Mientras no seamos capaces de llevar a cabo esa duplicacin de nuestra

    conciencia, mientras no logremos contemplar la posicin exterior con la interior, la

    edificacin permanecer para nosotros como una cristalizacin rgida, como la roca que

    asciende ante nosotros, aunque la observemos desde delante, desde sus otros lados o desde

    arriba[8].

  • La independencia de la forma nos parece ms sorprendente cuanto mayor fuerza tenga el

    arrollo de la vertical como dominante del todo; es precisamente entonces cuando la

    sensacin que existe un segundo meridiano como eje central requiere de reconocimiento del

    espacio como cuerpo con organizacin propia fuera de nosotros mismos. La consideracin

    de un espacio cerrado como un todo exterior a nosotros en el espacio general supone ya un

    paso considerable en el camino hacia el arte vecino, la plstica (la escultura). En cuanto al

    eje central, la verdadera espina dorsal, consigue una forma concreta en el sistema de

    coordenadas impropio que se encuentra ante nosotros en cuanto absorbe la expansin de los

    dos ejes horizontales, se contrae el espacio interior de la forma arquitectnica y se cambia

    toda su naturaleza al ser entendido por nosotros como un cuerpo masivo. Permanece en

    principio slo una forma tectnica de la masa[9].

    Empieza a quedar clara aqu la distincin fundamental que hemos hecho al intentar no

    prestar atencin en nuestro concepto de obra de arte arquitectnica a su construccin

    completa en material duradero. Al discutir el exterior de un edificio y su articulacin

    esencialmente tectnica somos capaces de abstraer mucho menos de las condiciones del

    armazn constructivo y del tratamiento tcnico de los materiales de construccin, ya que en

    el juego de las fuerzas estas condiciones de la realidad tienen mayor influencia. Las formas

    articuladas y las partes tectnicas estarn ms vivificadas e inundadas por la sensacin de

    fuerza del hombre cuanto ms se acerquen desde la regularidad abstracta de su forma bsica

    (determinada por su funcin en del todo) a la forma escultrica.

    La arquitectura como creadora de espacio aparece en su pleno derecho al juntarse muchos

    de esos cuerpos espaciales auto-contenidos, ordenndolos en envolventes del espacio

    mayores y sometindolos a una nueva relacin orgnica, sean stos las fachadas de las

    casas de una calle o los grupos de edificios alrededor de una plaza, que pueda tener un

    monumento en el centro que sea el punto de mira de las perspectivas de las calles que

    confluyen en ella. Conscientemente reclamamos todo esto formalmente, incluso la

    organizacin artstica de un plano urbano, para la arquitectura como arte. Como

    planificadora urbana la arquitectura tiende la mano a la creacin de caminos, de campos y

    jardines, que hasta donde alcanza la vista, expanden los signos de la labor cultural del

    hombre. Todo ello constituye y ampla el Regnum hominis y provee al espritu humano, al

    tomar conciencia de las leyes que rigen su propia naturaleza, de una satisfaccin que

    finalmente culmina e la creencia moral de un orden del mundo. Por eso, las culturas

    antiguas, impregnadas ya de los valores de la civilizacin (frente al estado de vecinos

    menos avanzados), adoran la tierra bien cultivada, los jardines y campos con lneas

    regulares de rboles y surcos, en lugar de montaas, bosques y caminos silvestres, mientras

    que las generaciones posteriores, saturadas de civilizacin y extenuadas de todo tipo de

    trabajo del hombre, aoran la naturaleza original, no alterada por los pies ni la mano de

    hombre, los Alpes, lo asalvajado el ocano infinito.

    En este sentido no podemos admitir que la historia de la evolucin de la arquitectura se

    limitara al levantamiento de edificios slidos y sistemas auto-contenidos. No podemos

    olvidar la importancia que tienen los campamentos y fortificaciones de los antiguos

    asiticos o la del castrum o el castellum romano para el urbanismo y en los conjuntos

    palaciegos de muchos perodos culturales, y tampoco se puede prescindir de la

    organizacin de los monasterios cristianos en pases paganos, los antepatios de las baslicas,

  • los cruceros y galeras, las prgolas de las residencias estivales, el patio interior de una villa

    italiana o la cella hipstila de un templo griego para la plena comprensin de estas

    creaciones espaciales. No podemos olvidar lo que an hoy en da, en la era de las estaciones

    y los mercados, significan estos puntos de referencia del desarrollo histrico. Sin con esto

    conseguimos ampliar la teora dominante, lograremos liberar la arquitectura como arte de

    algunos prejuicios restrictivos[10].

    Sin embargo distinguimos tambin en el amplio crculo de su efecto una zona ms estrecha

    donde se efecta la transicin al estrictamente desarrollado arte monumental, que, como tal,

    puede suponer siempre el punto central y culminante de toda el rea. En aquellos

    comienzos era igualmente vlido el fabricar en el exterior una envolvente con setos verdes,

    con verjas o empalizadas de madera, con piedras en lajas o cantera firmemente aparejada;

    era lcito tambin construir una cabaa con ramas vivas cubiertas de hojas frescas o cubrir

    una estructura de caas de bamb con esteras y pieles de animales. Posteriormente el arte

    tom conciencia de que la pared no poda ser transparente si deba encerrar un espacio

    interior, un espacio auto-contenido; que ni una ventana de cristal casi invisible ni una hilera

    de columnas con sus intervalos abiertos pueden ser equivalentes a los que una alfombra

    colgada consigue. La misma lgica fue aplicada al cerramiento de la parte superior: la tela

    tensada que protega del sol y como mucho ante una lluvia ligera, se convirti en una

    cubierta plana de madera o de piedra, en pared slida horizontal, en bveda, an ms unida

    al muro de carga, o en una cpula comparable quiz a un firmamento en miniatura. Con la

    consolidacin general de la cultura y el cultivo de una filosofa de vida basada en

    tradiciones heredadas o en una teora sistemtica, la arquitectura, como base de la forma

    artstica y del escenario permanente, tambin aprendi a sentirse y actuar como aliado leal

    y noble de la civilizacin humana. Desde entonces la arquitectura ha adaptado cada vez

    ms consciente al espritu que busca expresin a travs de sus obras.

    La arquitectura ofrece un lugar para lo duradero y lo establecido en la creencia de un

    pueblo o de una era y, muy a menudo, sirve de apoyo en perodos de cambio forzoso,

    cuando todo lo dems amenaza con tambalearse a travs de la lengua solemne que sus

    piedras hablan.

    Todava hoy existen aquellas carcasas fosilizadas de organizaciones sociales extinguidas, tal y como se ha llamado de forma significativa a los monumentos del pasado. Pero a

    nosotros, los hombres del siglo diecinueve, nos parece difcil, en el marco de nuestra

    formacin histrica, juzgar el valor que debiera tener cada una de estas formas espaciales

    para los hombres de entonces que las crearon y habitaron. Slo de manera incompleta

    conseguimos apreciar estas obras de arte acusando de esta forma su contenido puramente

    esttico y llegando a disfrutarlas. Esto reside en el hecho de que la arquitectura haya sido

    tan reducidamente materializada con ideas concretas, como es el caso de la msica, cuyas

    composiciones antiguas o pasadas de moda no son suficientemente accesibles desde nuestra

    fantasa moderna para cruzar fcil y rpidamente el puente entre el acto de escuchar y el

    sentir.

    Pero del pasado gris an nos suena la leyenda de Prometeo, del poderoso, el Titn al que

    Zeus, para restablecer el orden pacfico entre los hombres, at a una roca con lazos de

    adamantino, el gigante encadenado al que las olas lloran y pretenden liberar en un abrazo

  • espumoroso. Y, si pensamos luego en los templos de los olmpicos, entendemos porqu el

    poeta griego impulsivamente describa al creador de edificios como arcitektwu auhr

    (hombre arquitecto), que le da forma a su visin del mundo, no saba balbucear mayor

    ttulo de honor para l que el de summus architectus.

    Deberamos realmente estar de otra forma cuando hoy en da se alza ante nuestros ojos

    una elevada posicin de jurisprudencia, que el pueblo alemn ha erigido como fortaleza de

    conviccin sonora frente a los impulsos repentinos y vacilaciones del sentido de justicia del

    individuo? No debera la arquitectura, recuperando el aspecto interior consagrado de sus

    creaciones, an hoy en da encontrar de nuevo su camino hacia los corazones del pueblo

    llano como creadora de espacio? Se dice que es el alma la que construye el cuerpo a su

    imagen y semejanza. La historia del arte de la construccin es la historia de la sensacin

    espacial y con ello, consciente o inconcientemente, un componente fundamental en la

    historia de la contemplacin del mundo. Hoy en da, como siempre, la verdadera expresin

    artstica de nuestra propia sensacin espacial ser recibida con placer y disfrutada con

    gratitud en todos aquellos lugares imperecederos donde el trabajo de nuestra civilizacin

    contina hacia el recogimiento domstico y el refugio acogedor de nuestras vidas privadas.

    Al historiador le conviene conformarse con el conocimiento objetivo, an cuando ste

    pueda suponer slo un primer punto de partida en el futuro camino. l le alarga la mano a

    su antigua y venerable amiga, la arquitectura, por lo nuevo, a pesar de todo lo que sobre

    esa eleccin pueda discutirse!.