Schnitzler

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3) Siguiendo la lectura de Hebe Monges, advertimos en Schnitzler, pero sobre todo en la época que le tocó vivir, la capacidad de captar el instante, lo fugaz, pero sobre todo de entrever la interioridad del individuo. Se prefigura así como un “explorador del alma”, al igual que otros grandes escritores, pintores, músicos y científicos de su época. Una introspección que es concomitante con la decadencia política del momento y finalmente con el aniquilamiento del antiguo imperio de los Habsburgo, ya que como señala Bettelheim “Mientras el hundimiento de la monarquía se anunciaba claramente, Viena, en otros tiempos floreciente, presentaba el aspecto de una ciudad en agonía, manifiestamente sin futura, y con una población sumergida en la más profunda depresión” 1 La sociedad de la época era claramente desigual. Mientras parte de la nobleza y de la burguesía participaba maratónicamente de bailes de cortes y espectáculos (retratada en “El destino del Barón de Leinsenbohg”), las clases subalternas vivían subsumidas en la extrema pobreza y en la periferia de la ciudad (ver en “El hijo, de los papeles de un médico”). Detrás de ambas formas de vida se hallaba la tormenta del Imperio Austro-Húngaro que llegaba a su fin, escondiendo los sueños que permitían a la población esquivar la realidad 2 . Desde sus creaciones artísticas, tanto en la arquitectura como en las artes, entre ellas la música como principal exponente, es que a Viena se la denominó “la capital de barroco”. Las relaciones que se pueden establecer con el Barroco Español son bien claras a lo largo de relatos de Schniztler, en especial sus sus cuentos, material que nos interesa en este momento. Advertimos sus temas en cuatro grandes grupos que dan cuenta someramente de los grandes tópicos barrocos que asaltaron la Viena del siglo XVIII. Por un lado, Apariencia y verdad, la encontramos en: “El Hijo” 3 , “El otro” 4 , “El viudo”, “El destino del Barón de Leinsenbohg”; realidad y sueño en: “El otro”, “Los muertos callan”, “El 1 Bettelheim, Bruno: “La desintegración de un mundo”; en La remoción de lo moderno – Viena del 900 , (Comp. Y prólogo de Nicolas Casullo), Bs. As.: Nueva Visión, 1991 2 Waissenberger, Robert. “Entre sueño y realidad” en La remoción de lo moderno – Viena del 900 , (Comp. Y prólogo de Nicolas Casullo), Bs. As.: Nueva Visión, 1991 3 “El hijo”: “No soy la señora Eberlein. Soy la señorita Martha Eberlein. Me toman por viuda…”(pág 8).Esta nota al igual que las siguientes forman parte de la edición digital tomada del libro de Schnitzler, Arthur: El destino del Barón von Leinsenbhog . Traducción: Berta Vias Mahou. Barcelona: Acantilado, 2003. - 4 Ídem. “Me estremezco al pensar que algunas partículas debajo de mí puedan desmoronarse y yo las oiga golpear sobre el ataúd”. Es interesante la relación que se puede establecer en esta cita y las preocupaciones del Dr. Freud,

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3) Siguiendo la lectura de Hebe Monges, advertimos en Schnitzler, pero sobre todo en la época que le tocó vivir, la capacidad de captar el instante, lo fugaz, pero sobre todo de entrever la interioridad del individuo. Se prefigura así como un “explorador del alma”, al igual que otros grandes escritores, pintores, músicos y científicos de su época. Una introspección que es concomitante con la decadencia política del momento y finalmente con el aniquilamiento del antiguo imperio de los Habsburgo, ya que como señala Bettelheim “Mientras el hundimiento de la monarquía se anunciaba claramente, Viena, en otros tiempos floreciente, presentaba el aspecto de una ciudad en agonía, manifiestamente sin futura, y con una población sumergida en la más profunda depresión”1

La sociedad de la época era claramente desigual. Mientras parte de la nobleza y de la burguesía participaba maratónicamente de bailes de cortes y espectáculos (retratada en “El destino del Barón de Leinsenbohg”), las clases subalternas vivían subsumidas en la extrema pobreza y en la periferia de la ciudad (ver en “El hijo, de los papeles de un médico”). Detrás de ambas formas de vida se hallaba la tormenta del Imperio Austro-Húngaro que llegaba a su fin, escondiendo los sueños que permitían a la población esquivar la realidad2.

Desde sus creaciones artísticas, tanto en la arquitectura como en las artes, entre ellas la música como principal exponente, es que a Viena se la denominó “la capital de barroco”. Las relaciones que se pueden establecer con el Barroco Español son bien claras a lo largo de relatos de Schniztler, en especial sus sus cuentos, material que nos interesa en este momento. Advertimos sus temas en cuatro grandes grupos que dan cuenta someramente de los grandes tópicos barrocos que asaltaron la Viena del siglo XVIII. Por un lado, Apariencia y verdad, la encontramos en: “El Hijo”3, “El otro”4, “El viudo”, “El destino del Barón de Leinsenbohg”; realidad y sueño en: “El otro”, “Los muertos callan”, “El destino…”5; fugacidad del tiempo en: “El viudo”6; la finitud de la vida en: “Los muertos callan”7.

Entablado como un impresionista, puede leerse el desasosiego de una época en sus relatos y obras de teatro. A través del monólogo interior y el discurso vivido, Schnitzler entrecruza el fútil modo de hablar vienés salpicado de pequeñas reflexiones y observaciones. Y son estas las que representan el espíritu de la época. Al igual que Freud y los artistas plásticos, nuestro autor posee una alta sensibilidad autocrítica que le permite esgrimir en sus relatos profundas reflexiones sobre la finitud de la vida, la muerte, el sexo, los problemas de comunicación, la situación de la sociedad vienesa8, etc. Por ejemplo: la sorpresa y desmoronamiento emocional del Barón, se refleja en la ciudad: “Qué sofocante y triste el bochorno que se cernía sobre la ciudad”, o: “después contempló el cielo y le pareció como si las estrellas gotearan lentamente”9. Y para concluir, el estupor frente al mundo objetivo en “El viudo”: “y le duele la indiferencia

1 Bettelheim, Bruno: “La desintegración de un mundo”; en La remoción de lo moderno – Viena del 900, (Comp. Y prólogo de Nicolas Casullo), Bs. As.: Nueva Visión, 19912 Waissenberger, Robert. “Entre sueño y realidad” en La remoción de lo moderno – Viena del 900, (Comp. Y prólogo de Nicolas Casullo), Bs. As.: Nueva Visión, 19913 “El hijo”: “No soy la señora Eberlein. Soy la señorita Martha Eberlein. Me toman por viuda…”(pág 8).Esta nota al igual que las siguientes forman parte de la edición digital tomada del libro de Schnitzler, Arthur: El destino del Barón von Leinsenbhog. Traducción: Berta Vias Mahou. Barcelona: Acantilado, 2003. - 4 Ídem. “Me estremezco al pensar que algunas partículas debajo de mí puedan desmoronarse y yo las oiga golpear sobre el ataúd”. Es interesante la relación que se puede establecer en esta cita y las preocupaciones del Dr. Freud, 5 Ídem. “De pronto le parece que todo lo que ha vivido en las últimas horas podría no ser verdad. Se le aparece como una pesadilla…Incomprensible desde el punto de vida real, irrevocable.” Pág 246 Ídem. Al tomar una carta: “Esta la lee con atención, sílaba por sílaba, y se asombra mucho, pues le parece como si hubiera escrito esas cariñosas palabras hace muchos años, cuando no ha pasado tanto tiempo, ni siquiera una semana.”(pág 12)7 Ídem. 8 Bettelheim, Bruno. Idem. Pág 81. Allí refiere sobre una conversación con Martin Buber en la cual Schniztler declara la materialidad social de la época y miedo ante el inminente fin, como la sustancia de sus personajes.9 Idém. Pág75 – 77 respectivamente

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de los objetos en torno a él, que siguen inmóviles, reluciendo, como si no supieran que se han convertido en algo triste y lúgubre”10.

10 Idem. Pág 11.