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Cuento del niño Los goznes de la vieja puerta chirriaron acompañando al viento nocturno. Las antorchas del vestíbulo de la torre mecieron sus llamas al compás del aire, y el ruido de un millar de suspiros traspaso la estancia, dejándola por ultimo en total silencio. Marguerite traspaso el vestíbulo totalmente descalza. Era invierno, y había recorrido la distancia desde el viejo caserón hasta la torre únicamente ataviada con el camisón de noche, un chal sobre los hombros y nada mas. Era una mujer delicada. Siempre lo había sido. Desde pequeña había padecido fuertes brotes de enfermedades infecciosas, y llegados los 14 años los médicos le habían detectado un tumor cerebral del tamaño de una nuez de melocotón. No viviría más de un año. Y sin embargo allí estaba. Con 26 años había sobrevivido milagrosamente a una serie de enfermedades infecciosas y dos canceres, y nadie sabia explicarse la razón de ese milagro. Quizás el señor tenia destinado un plan ambicioso para Marguerite y por eso aún seguía viva y en estado de buena salud. Tan buena salud que esperaba un hijo. Estaba embarazada de 7 meses, y una prominente barriga se alzaba en su níveo vientre. Un embarazo común en una mujer no tan común. Un embarazo esperado, querido y feliz. Lo único inesperadamente maravilloso de aquel embarazo era el hecho de haber sido concebido como el de la Virgen Maria. Marguerite era virgen a sus 26 años. Se adentro con paso seguro a través del viejo pasillo de lustrosa piedra, pulida por los siglos de pies tanto desnudos como calzados que habían golpeado la piedra desde el siglo XVI. Alzo la mano para coger una de las antorchas y se interno hasta la enorme escalera de caracol que se empinaba contra la gravedad hasta la cúspide del campanario de aquella vieja torre. Le llevo 10 minutos de subida llegar hasta la cima. Abrió otra puerta y penetro en aquella acogedora estancia. Lo que antiguamente había sido un campanario había sido reformado en una habitación de lustrosos colores pálidos, y muebles de roble claro, coronando la estancia una cama con dosel en el centro, un orinal, un lavamanos de plata, un espejo de cuerpo entero, un viejo armario y un escritorio Luís XVI lleno de papeles. Una pluma embarrada de tinta descansaba manchando de borrones azules el papel que quedaba debajo, una carta sin acabar con fecha de una semana atrás. Marguerite miro la bamboleante letra del papel. Las silabas de las palabras eran temblorosas y retorcidas, como escritas por una mano temblorosa, oxidada por el paso del tiempo. Paseo la vista por la estancia, y al divisar la encorvada figura junto al ventanuco que daba al exterior, sonrió alegremente. -¡Pappo! - exclamo adelantándose hasta el centro de la habitación. El hombre de espaldas a ella llevaba levita, una raída y desdibujada en color burdeos levita, a juego con el sombrero de caballero que ocultaba un pelo largo, canoso y rizado. El hombre giro despacio, mostrando un rostro surcado de arrugas por la edad. Lo que había sido el ojo derecho estaba tapado por un parche colocado a la manera pirata, y las duras líneas de su rostro temblaban visiblemente emocionadas.

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Cuento del niño

Los goznes de la vieja puerta chirriaron acompañando al viento nocturno. Las antorchas del vestíbulo de la torre mecieron sus llamas al compás del aire, y el ruido de un millar de suspiros traspaso la estancia, dejándola por ultimo en total silencio.

Marguerite traspaso el vestíbulo totalmente descalza. Era invierno, y había recorrido la distancia desde el viejo caserón hasta la torre únicamente ataviada con el camisón de noche, un chal sobre los hombros y nada mas.

Era una mujer delicada. Siempre lo había sido. Desde pequeña había padecido fuertes brotes de enfermedades infecciosas, y llegados los 14 años los médicos le habían detectado un tumor cerebral del tamaño de una nuez de melocotón. No viviría más de un año.

Y sin embargo allí estaba. Con 26 años había sobrevivido milagrosamente a una serie de enfermedades infecciosas y dos canceres, y nadie sabia explicarse la razón de ese milagro. Quizás el señor tenia destinado un plan ambicioso para Marguerite y por eso aún seguía viva y en estado de buena salud.

Tan buena salud que esperaba un hijo. Estaba embarazada de 7 meses, y una prominente barriga se alzaba en su níveo vientre. Un embarazo común en una mujer no tan común. Un embarazo esperado, querido y feliz. Lo único inesperadamente maravilloso de aquel embarazo era el hecho de haber sido concebido como el de la Virgen Maria.

Marguerite era virgen a sus 26 años.

Se adentro con paso seguro a través del viejo pasillo de lustrosa piedra, pulida por los siglos de pies tanto desnudos como calzados que habían golpeado la piedra desde el siglo XVI.

Alzo la mano para coger una de las antorchas y se interno hasta la enorme escalera de caracol que se empinaba contra la gravedad hasta la cúspide del campanario de aquella vieja torre. Le llevo 10 minutos de subida llegar hasta la cima.

Abrió otra puerta y penetro en aquella acogedora estancia. Lo que antiguamente había sido un campanario había sido reformado en una habitación de lustrosos colores pálidos, y muebles de roble claro, coronando la estancia una cama con dosel en el centro, un orinal, un lavamanos de plata, un espejo de cuerpo entero, un viejo armario y un escritorio Luís XVI lleno de papeles.

Una pluma embarrada de tinta descansaba manchando de borrones azules el papel que quedaba debajo, una carta sin acabar con fecha de una semana atrás. Marguerite miro la bamboleante letra del papel. Las silabas de las palabras eran temblorosas y retorcidas, como escritas por una mano temblorosa, oxidada por el paso del tiempo.

Paseo la vista por la estancia, y al divisar la encorvada figura junto al ventanuco que daba al exterior, sonrió alegremente.

-¡Pappo! - exclamo adelantándose hasta el centro de la habitación.

El hombre de espaldas a ella llevaba levita, una raída y desdibujada en color burdeos levita, a juego con el sombrero de caballero que ocultaba un pelo largo, canoso y rizado. El hombre giro despacio, mostrando un rostro surcado de arrugas por la edad. Lo que había sido el ojo derecho estaba tapado por un parche colocado a la manera pirata, y las duras líneas de su rostro temblaban visiblemente emocionadas.

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-Pequeña Sorelina, has venido a ver a tu anciano abuelo

Marguerite sonrió y con paso asombrosamente ligero para su estado, fue a donde el anciano, y postrándose de rodillas frente a el beso sus ancianas y callosas manos.

-Mañana lloverá - dijo Pappo visiblemente consternado, aunque lo cierto era que mucho no tendría porque importarle pues hacia 13 años ya que Pappo no salía de aquella torre alta y espigada.

Marguerite sonrió con indulgencia al anciano.

-Lloverá y Nana cantara, y luego el sol brillara - canturreo - Dime Pappo ¿Como te encuentras hoy?

El anciano encorvado saco un reloj del bolsillo de la levita. A Marguerite siempre le recordaba al reloj del conejo de ''Alicia en el País de las Maravillas''. Miro la hora muy concentrado y después sonrió.

-Mucho mejor que a esta misma hora y este día 40 años atrás

-¿Y eso porque?

-¡Que me aspen pequeña! Ese día tu abuela quiso envenenarme con pastel de carne.

Marguerite rió y rió durante unos instantes, para después acariciar el rostro del anciano. Pappo recordaba con asombrosa calidad un montón de pequeños sucesos de su larga vida de 75 años a las espaldas. Cosas como que un trece de abril había extraviado un reloj de oro macizo en la rue de Paris, o que cuando tenia 5 años un niño llamado Leon le había mellado un diente con una canica.

A veces Marguerite se imaginaba que el cerebro de su abuelo era como una gran caja de bombones de chocolate. La abrías, cerrabas los ojos, sacabas un bombón y te lo llevabas a la boca sin mirar tan siquiera de que sabor era. El sabor era la sorpresa. Los recuerdos de Pappo, y sus historias eran todas como aquellos bombones de chocolate de las cajas. Cajas que en la imaginación de Marguerite siempre eran de latón brillante y con dibujos de osos de peluche en las tapas.

Marguerite rió otra vez, y se toco el vientre. El niño, pues había sabido desde el primer día que era un niño, dio una patada dentro del vientre, y Marguerite se imagino que sonreía, y no supo porque, pero también estaba segura que aquel niño tendría hoyuelos. Y eso que nadie en la familia Pascal tenia hoyuelos.

Nieta y abuelo observaron un rato la oscura noche tras el ventanuco de la torre. Después Marguerite miro de nuevo la carta inconclusa de la mesilla de noche.

-¿A quien escribías Pappo?

Su abuelo siempre escribía cartas larguisimas, todas con pluma y tinta azul o negra, y siempre dedicadas a alguna personalidad importante. Al señor presidente de alguna chocolatera agradeciéndole aquellas tabletas de chocolate con almendras que comía de niño, al redactor de un periódico provincial por aquel articulo sobre la deforestación del bosque en el año 62, o a aquel librero que en el año 73 le había vendido un ejemplar de un viejo libro perdido. Pappo decía que aun tenia muchas cartas que escribir antes de morirse, por eso, un día 13 años atrás había decidido que no se moriría sin haberles escrito una carta a cada persona a la que creía que merecía recibir aunque solo fueran tres líneas de agradecimiento por haber hecho su vida tan alegremente feliz esos 75 años de existencia.

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-Pues..... - Pappo dudo - Lo cierto es que no me acuerdo, quizás a la mujer del lechero....

Marguerite no quiso romper su ilusión diciéndole que la buena mujer habiase muerto 10 años atrás atragantada con, ironías de la vida, un vaso de leche en el que había ido a caer la piedra de su anillo de compromiso. Había bebido la leche sin darse cuenta del descuido, y cuando fueron a devolverle la piedra al viudo, este solicito al forense que devolviera la piedra al estomago de su mujer. Ella habría querido ser enterrada con aquel anillo tan preciado, y el hombre prefirió que adornara su interior a su mano.

Abuelo y nieta permanecieron hasta prácticamente el amanecer juntos en la torre, hablando y recordando cosas sin importancia. Marguerite quería pasar aquel tiempo junto a Pappo, todo el que pudiera junto a su querido, queridísimo abuelo. Aquel que vivía en otro siglo, y que siempre decía que nadaban entre nubes de azúcar cuando ella era pequeña.

Lo quería tanto, y sabia que Pappo, y Nana, y la abuela, la vieja Flavia y su hermana Nina iban a cuidar bien de su bebe y le iban a dar todo el amor del mundo entero. Marguerite sabia que no iba a sobrevivir al embarazo.

Su vida había sido milagrosamente mágica, y la de su hijo iba a serlo todavía mas.

-Pappo, Pappo, viejito abuelito, cuéntame otra vez como nadábamos entre nubes de algodón cuando era pequeña.....

El día que Marguerite Pascal fue enterrada en el cementerio de su pueblo natal, todos los habitantes del lugar estuvieron allí. El cielo lloro a mares mientras una silenciosa comitiva dio su adiós a la pequeña Marguerite.

El único que no asistió a la ceremonia fue Pappo. Ataviado con su raída levita y su sombrero de caballero termino de escribir una carta a Dios quejándose por la muerte de su pequeña Sorelina.

Su otra nieta, Nina, la del pelo de colores y los ojos grises, había intentado hacer entrar en razón al viejito y convencerle de que saliera de su torre y bajara, pero Pappo no quería, al final Nina, exasperada y enfadada se marcho rugiendo como una leona, y apagando todas las llamas de las antorchas a su furioso paso por la torre.

-¡Viejo terco! - grito antes de salir corriendo, y romperse un tacón de la sandalia al correr de vuelta al caserón.

Fue un entierro triste. Tantas lagrimas derramadas que habrían cabido en un millar de botes de cristal, y con ellas podría haberse rellenado los resecos huecos de los mares extintos. Tal y como Nana recordaría el resto de sus 30 años de vida, antes de que la muerte se la llevara una noche de tormenta; ''los Ángeles lloraron por un ángel''.

El pequeño. El bebe nacido. Sin padre. Huérfano de madre, había nacido mudo. O al menos jamás pronuncio palabra alguna desde su nacimiento. Hubo un gran revuelo acerca del nombre que debía de colocársele.....

El día que Nina fue a inscribirle en el registro civil, en la casilla de padre puso: el espíritu santo, y cuando tuvo que escribir el nombre, simplemente escribió Nada. Un nombre que no decía nada, porque el niño era tan chiquitito que permaneció mucho tiempo en una incubadora, y cuando pudieron sacarle del hospital, Nana dijo que ella pensaba llamarle algodón de azúcar, y la abuela dijo que simplemente Niño, y Flavia dijo que Júnior, y Nina siguió llamándole Nada, y al final fue Pappo quien dijo que lo mejor era esperar a que creciera y el mismo se eligiera un nombre.

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-El hombre que puede escoger su propio nombre, puede escoger también su propio destino.

Y todos pensaron como siempre que Pappo tenia mas razón que un santo. Porque Pappo siempre había tenido razón.

Nada era un niño extraño. Cuando comenzó a crecer todos pudieron comprobar que tenia el pelo mas blanco que el azúcar, y los ojos mas azules que el cielo. Y tenía hoyuelos. Un curioso hoyuelo en la mejilla derecha que se veía sin necesidad de que Nada sonriera, cosa que por otra parte resultaba difícil ya que Nada jamás sonreía.

Pasaba horas desde pequeño subido en la rama mas alta, del árbol mas alto y con la copa mas alta, y observaba las nubes, esas nubes que un día habían tocado Pappo y su madre mientras nadaban entre ellas.

El hecho de no tener madre parecía no preocupar al pequeño ni lo mas mínimo, sabia quien había sido y como se llamaba, pero el carecer de padre le provocaba sentimientos extraños, puesto que nadie jamás hablaba de un padre. Madre siempre estaba presente, aunque Dios se la hubiera llevado al cielo, pero Padre; de padre no hablaba nunca nadie. Padre ni siquiera tenia un nombre por el que llamarle, y Nada comenzó a imaginarse que padre, tenia que ser como la sombra de Peter Pan. Tenía que haberse perdido en alguna parte y había que encontrarle.

Esa era la razón por la que pasaba horas enteras escarbando en los lugares mas insospechados, y buscando en los rincones mas inverosímiles, a la búsqueda de aquella sombra, y una vez encontrada podría preguntarle como se llamaba su papa y quien era. Y así encontraría a Padre y se lo traería a vivir al viejo caserón con la abuela, la tía Nina, Nana y la vieja Flavia, que era tan vieja, tan vieja, tan viejita, que Nada creía que simplemente ya había nacido vieja, y siempre había sido así, tan llena de arrugas y con aquella gran verruga en la barbilla que la hacia parecer una bruja.

Y cada vez que Nada veía una sombra corría hacia ella intentando atraparla para preguntarle si era la sombra de su papa. El papa de Nada, el niño sin mama, sin voz, que vivía en un viejo caserón.

A parte de perseguir sombras, escalar árboles, e imaginarse cosas extraordinarias, Nada coleccionaba risas. Cuando oía una risa especial, o rara, o divertida o estupida, Nada intentaba recordarla lo mejor posible, para añadirla a su colección de risas. Y tenia muchas, a los 9 años ya era el orgulloso dueño de al menos 85 risas diferentes, y las recordaba todas y cada una, como Pappo recordaba esas pequeñas cosas de la vida.

-Escúchame bien niño - decía el anciano moviendo un dedo arrugado frente a el - Nunca, nunca jamás te olvides de nada. Te comienzas a hacer viejo el día que comienzas a olvidar las cosas.

Por eso Nada jamás se olvidaba de nada. Lo cierto es que no quería hacerse mayor, y lo logro durante un par de años. Dejo de crecer, se hizo como Peter Pan, y aunque lo llevaron a médicos para que le inspeccionaran y se aseguraran de que no era ninguna enfermedad, lo cierto es que Nada dejo de crecer tres años. Por eso cuando a los 10 años pidió ir al colegio, frente a sus congéneres parecía tener tan solo 7 años.

Hasta aquel día en que pidió ir al colegio, Nada había estudiado bajo la tutela de Pappo y Nina, que discutían todo el tiempo posible porque nunca estaban de acuerdo, y cuando eso ocurría Nina se enfadaba tanto, tantísimo, que hacia oscilar todas las luces del viejo caserón y apagaba con su furia las llamas de la torre. Entonces Pappo y ella se miraban enfadados, y luego Pappo le sacaba la lengua y Nina reía, y reía y reía. Y Nina nunca reía igual. Y como sus risas eran siempre diferentes, la colección de Nada crecía día a día.

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El primer día de colegio Nada fue caminando solo. Siempre caminaba solo a todas partes, y la gente estaba acostumbrada a verle caminar solitariamente por caminos que solo existían en su mundo, y llegar a lugares que otros no conocían. Por eso no resulto raro que fuera al colegio solo.

Cuando llego entro en la escuela, grande y vieja, y una señorita muy amable se lo llevo a un aula con otros niños. Y Nada se desilusiono. El pensaba que la escuela seria igual a como era con Nina y Pappo. Nina le enseñaba cosas como atrapar mariposas, reconocer las setas venenosas de las comestibles, curar animales, hacerse amigo de los gatos montañeses, correr como un lobo. Era capaz de hacerse una pajarita al cuello con los ojos cerrados, y preparar chocolate mezclado con miel. Podía escribir como Leonardo Da Vinci al revés, y localizar todas las constelaciones. Se sabía de memoria casi todos los mitos griegos y unas cuantas declinaciones en latín.

Le habían instruido en parte de Historia, Lenguaje y Humanidades en general. Y cuando comprobó que sus compañeros de clase no sabían de esas cosas, dejo de pensar que el colegio pudiera ser divertido, o entretenido, o que pudiera enseñarle algo de lo que Pappo y Nina le enseñaban, así que dejo de prestar atención, y volvió taciturno a casa.

Cuando Nana, con su viejo delantal, y oliendo a galletas de mantequilla le pregunto que le pasaba, Nada, con su peculiar lenguaje de manos y signos que Pappo le había enseñado, dijo que no pensaba volver a la escuela.

-Pero niño, si te rindes ahora, no llegaras a nada. La escuela tiene cosas buenas; los maestros, vas a tener amigos......además seguro que aprenderás cosas que el Pappo y la Nina no te pueden enseñar.

''¿Como cuales?''

-¿Tu sabes como se cose un amigo?

Nada jamás en su vida había escuchado aquello de coser a un amigo. Sabia que podían hacerse amigos, pero coserse, eso nunca lo había oído.

''No''

Nana rió fuertemente, y enseñando la dentadura a la cual faltabanle dos dientes que una coz mal dada por un asno le había arrancado, se llevo a Nada al salón de costura de la abuela, y le enseño un dedal en el cual había clavada una aguja.

-Una aguja cose mi niño. Cose y cose, y une telas y forma trajes o delantales o remienda vestiduras. También hay agujas que cosen amigos....

Nada cavilo y cavilo sobre la manera de coserse un amigo. Salvo las sombras que perseguía buscando a padre, su familia, y los gatos que cuidaba Nina, Nada no tenia mas amigos. Nunca los había necesitado, pero ahora quería saber que era coserse un amigo. Así que comenzó a observar a los niños a los cuales no se parecía en nada, porque su mama estaba en el cielo, su papa era como la sombra de Peter Pan, tenia el pelo blanco, blanquísimo como si lo tuviera lleno de canas, y los ojos mas azules que el cielo, y no hablaba.

Y ninguno de aquellos niños reparaba en el. Ninguno se le acercaba. Murmuraban acerca suya, sobre su extraño nombre, sobre su chiflada tía, la que hacia que se apagasen las luces, sobre que tenia un abuelo que jamás salía de casa, que vivía con una bruja, y que por eso el diablo le había cortado la lengua y se la había llevado, y sobre que no tenia papa y mama.

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Y así transcurrían las semanas, y los meses, y un día, un día en que Nada miraba las nubes desde la rama más alta del árbol mas alto, con la copa mas alta y frondosa, ese día, Nada cayo del árbol. Simplemente coloco mal los pies, y cayo, cayo, y cayo durante lo que le parecieron horas y horas, aunque fueran escasos segundos.....

Y cuando despertó, estaba en la orilla de un rió, y podía tocar las nubes de algodón del cielo, y entendía lo que le decían los animales, y podía hablar. Podía escuchar su voz, que no era ni fea ni bonita, simplemente una voz como otra cualquiera. Y entonces Nada se cosió un amigo.

En aquella orilla lo encontró a el. Mucho mas alto, tan alto como un niño de 16 años aunque solo tuviera 12, y con los ojos como el chocolate con miel que la vieja Flavia le había enseñado a cocinar, y el pelo negro como el carbón, y se llamaba Mathieu.

Su primer amigo. Se lo cosió al dedo de la mano derecha, y Mathieu se lo cosió a su vez al cuello porque siempre lo llevaba a caballito sobre la espalda, y lo aupaba, y tenia tantas o mas risas diferentes que Nina, y además olía a imaginación como Pappo y el mismo Nada, y era capaz de silbar. Y enseño a silbar a Nada.

Dos meses después Nada despertó del coma. Cuando se cayo del árbol los médicos no creyeron que fuera a despertar, pero el niño lo hizo. Como el milagro que era, al igual que su madre supero a la muerte, y lo primero que hizo fue llamar a Mathieu, y entonces descubrió que el amigo que tenia cosido al corazón y a su dedo, no existía, había sido solamente un sueño. Una quimera del tiempo que estuvo dormido.

Y se puso triste.

La abuela comenzó a coserle un edredón con formas mágicas de unicornios, y grifos, y sirenas, y ninfas, y caballeros de armadura, y le contaba cuentos intentando que volviera a ser como antes. Nada nunca había sonreído, ni se había reído, y siempre tenia un rostro tan sereno e imperturbable que era difícil saber cuando estaba triste o cuando alegre. Pero la abuela, la abuela siempre lo sabía. Miraba esos ojos mas azules que el cielo, y veía los sentimientos del niño.

Llego el verano, y Nada, encerrado en el caserón comenzó a leer mucho. Con las luces de las velas caseras, hechas de sebo, leía y releía todos los libros de la enorme biblioteca que había creado Pappo con las lecturas que se había traído de sus viajes de juventud. Y así fue como Nada descubrió que de mayor quería ser viajero, y visitar todos aquellos países que había visto Pappo e inhalar el aire de mil amaneceres en todos aquellos maravillosos sitios sobre los que leía y de los que le contaba el anciano de la levita.

Y así fue como comenzó a escribir. Primero poquito, y según fue cogiendo confianza mas y mas, y todo lo que escribía se lo dedicaba a Mathieu, el amigo que se había cosido mientras estaba en coma. Y aunque seguía triste, al menos ya no pasaba tantas horas mirando por la ventana con los ojos perdidos en otros mundos.

Y entonces un día, a la casa que había cerca del caserón y de la torre, se trasladaron unos ancianos. Y el nieto, un muchacho muy alto, tan alto como para no parecer tener trece años, sino diecisiete, que cojeaba, y con los ojos chocolate con miel, y el pelo negro como el carbón, toco el timbre del caserón de la familia Pascal, y nunca mas se separo de Nada.

Mathieu, dos años mayor que Nada, y que cojeaba debido a un accidente de coche en el que habían muerto sus padres, también había estado en coma, y había compartido el mismo sueño que Nada.

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Era capaz de hacer muchas cosas además de silbar y cazar gusanos. También dibujaba, y sabia montar en bicicleta, y enseño a nadar a Nada, y siempre que se lo pedía le llevaba a caballito, y nadie mejor que el para comprenderle.

Nada regreso a la escuela, pero solo porque Mathieu también iba, y aunque estaban en clases separadas, el resto del tiempo siempre lo pasaban juntos.

-Como una pareja de canarios - bromeaba Nana cuando llegaban al caserón a comer

Y como todos los niños que quieren ser algo de mayores, crecieron.

Crecieron para ver morir a Pappo cuando termino la ultima de las cartas. La carta dirigida a Nada. Ese día Nina hizo que se apagaran todas las luces de la casa, y nunca mas se vistió con otro color que no fuera el negro, y cerro la torre con llave porque ya no había a quien visitar.

Al morir Pappo, Nada y Mathieu cogieron unas pocas pertenencias y comenzaron a viajar. Tenían mucho mundo que ver, y con 17 años tenían toda la vida por delante. Mathieu ya no podía llevar a Nada a caballito, porque había crecido, pero ahora caminaban de la mano. Con las manos cosidas por amor.

Y vieron un montón de amaneceres, y Nada escribía a la luz de las velas cartas dirigidas a las nubes de algodón allí donde creía que debían estar Pappo y su madre, nadando entre algodones como cuando Marguerite era pequeña. Y Mathieu dibujaba, y en todos sus dibujos, de todos los sitios que vieron y visitaron, en todos ellos estaba Nada.

Y sonreía, sonreía siempre que se lo pedía Mathieu, y aunque crecieron seguían persiguiendo sombras, y subiéndose a los árboles.

Cuando se besaron por primera vez levitaron tres segundos levantando los pies del suelo bajo la luna. Y al amarse se fundían en los colores del arco iris, piel con piel, labios con labios. Con sus corazones latiendo al mismo ritmo, y sus cuerpos formando uno solo. Y nada mas les importo.

Una tarde de Abril regresaron al Caserón. Flavia seguía tan vieja, vieja, viejita, vieja como siempre. La abuela seguía cosiendo y contando cuentos. Nana seguía oliendo a galletas de mantequilla, y Nina vestía de negro y echaba tanto de menos a Pappo que secretamente iba a dormir todas las noches a la torre, y se dormía sobre su cama arropada por las viejas cobijas. Cobijas que le eran colocadas encima por el propio Pappo, que con su parche de pirata y su levita, se había muerto, pero no marchado.

Y el niño milagro. Ese niño de pelo blanco, blanquísimo como la nieve, con el hoyuelo, que no hablaba, con los ojos mas azules que el cielo, y que ya tenia mas de 2000 risas diferentes en su colección, y que sabia hacer cosas que otros no sabían y había visto mas de mil amaneceres desnudo en brazos del chico de pelo carbón, con los ojos chocolate color miel, que cojeaba, y que era tan alto como para alcanzar el cielo, y que podía silbar, ese niño. Ese niño hizo un milagro mas; dio en su vientre cabida para una nueva vida.....

El pequeño comenzó a trepar al árbol, a la rama más baja, del árbol mas bajo, con la copa mas pequeña, y al no poder hacerlo unos brazos le auparon, y una calida sonrisa le dio la bienvenida.

-Hola niño

-Hola Nina

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Primaveras infinitas habían anidado en sus ojos, y las sienes estaban perladas de blanco, y el negro seguía siendo su luto.

-Tía Nina - dijo el niño - ¿Para que sirve esa Torre?

Nina miro la vieja torre, que había sido campanario, y luego hogar de Pappo y dijo.

-Para volar entre nubes de algodón

-¡¿Me enseñaras?!

Nina acaricio la carita blanca, de ojos azules como el cielo y pelo negro como el carbón.

-Claro, el día que aprendas a silbar y sepas escribir al revés.

Y el aire se lleno de olor de fantasía, esperanza, ilusión y amor.

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Líneas

Se denomina línea (vocablo de origen latino), según la Geometría (parte de la Matemática), al conjunto de puntos, que se disponen de manera sucesiva y continua, es decir, sin interrupciones. La línea sólo se vale de una dimensión de las tres existentes: la longitud.

Podemos nombrar tres posiciones si hablamos de la relación que se haya entre dos líneas rectas; éstas pueden ser paralelas, perpendiculares, u oblicuas, entre sí. Dos líneas paralelas siempre permanecen equidistantes, lo que significa que se hayan entre sí a la misma distancia en todos sus puntos; además, no se cruzan nunca. Una línea recta es perpendicular a otra cuando la corta formando ángulos de 90º. Las líneas rectas oblicuas se originan en puntos diferentes, pero luego se cruzan, dando lugar a ángulos agudos y obtusos (nunca rectos).

La línea es, dentro del arte, y más específicamente refiriéndonos al dibujo y a la pintura, un elemento fundamental con diversas cualidades. La línea posee una forma, que puede ser recta, curva, ondulada (regular o irregular), o quebrada (regular o irregular). Existen distintas clases de trazos de líneas, entre ellas la homogénea, la modulada, la discontinua, y la texturada. Además, la línea tiene posición (vertical, horizontal u oblicua), y espesor.

También se habla del término “línea”, como sinónimo de límite (en expresiones tales como “Es suficiente…¡Te has pasado de la línea!”); o como cualquier raya de poco espesor. A estas diferentes acepciones podemos agregar que se dice “líneas” refiriéndose a los renglones (por ej.: ya he escrito setenta líneas de mi trabajo de historia, por lo tanto creo haber finalizado); al género, la especie, o la clase; o a un estilo determinado.

LíneaUna línea es una sucesión continua de puntos interminables e infinitos. Cada línea tiene dos sentidos y una dirección. Puede ser de varios tipos.

Planas (dos dimensiones)

Una sucesión continua de puntos contenidos en un plano, aunque siga cualquier criterio, se denomina línea. Puede ser:

• Línea recta, la sucesión continua de puntos en una misma dirección.• Línea curva, de formas redondeadas, con uno o varios centros de curvatura.

• Línea quebrada o poligonal, formada por segmentos rectos consecutivos no alineados, presentando puntos angulosos.

o poligonal abierta, si no están unidos el primero y último segmentos.

o poligonal cerrada, si cada segmento está unido a otros dos.

• Línea mixta, una combinación de una línea recta y una curva.

• toda linea es un trazo atravez del punto

Espaciales (cuatro dimensiones)

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También, una línea es el lugar geométrico de una sucesión continua de puntos en un espacio tridimensional, aunque siga cualquier criterio. Puede ser:

• Línea anal, redonda y muy caliente• Línea recta, curva o quebrada, similares a las anteriores.

• Línea curva alabeada, la que presenta formas redondeadas y no puede ser contenida en un plano.

• Línea quebrada tridimensional, la que presenta puntos angulosos y no puede ser contenida en un plano.

• Línea mixta tridimensional, una combinación de las anteriores.

LINEAS TIPOS, FORMA,POSICION EN EL ESPACIO Y RELACION QUE GUARDAN ENTRE SIClasificación de las líneasLas líneas se clasifican según su forma, su posición en el espacio y la relación que guardan entre sí.RectaCurvaSegún su forma: QuebradaMixtaSegún su posicion en el espacio:VerticalHorizontal InclinadaParalelasOblicuasSegún la relación que guardan entre si:ConvergentesDivergentes PerpendicularesSegún su forma• Línea Recta: Son todas aquellas líneas en que todos sus puntos van en una misma dirección.• Línea Curva: Son las líneas que están constituidas en forma curva; pero a su vez sus puntos van en direcciones diferentes.• Línea Quebrada: Esta línea está formada por diferentes rectas a su vez que se cortan entre sí y llevan direcciones diferentes.• Línea Mixta: Está formada por líneas rectas y curvas que a su vez llevan direcciones diferentes.Según su posición en el espacio• Línea Vertical: Es la línea recta perpendicular al horizonte.• Línea Horizontal: Es la línea que corresponde al nivel del agua cuando esta se encuentra en reposo.• Línea Inclinada: Es la línea que desiste de su posición vertical y horizontal y presenta un extremo inclinado hacia uno de sus lados.Según la relación que guardan entre sí• Líneas Paralelas: Son dos o más líneas que estando en un mismo plano jamás llegan a unirse al proyectarse sus extremos.• Línea Oblicua: Es la línea que se encuentra con la horizontal formando un ángulo que no es recto.

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• Líneas Convergentes: Son líneas que partiendo de puntos diferentes se unen en otro al proyectar sus extremos.• Líneas Divergentes: Son las líneas que parten de un mismo punto y al proyectar sus extremos se separan en direcciones diferentes.• Línea Perpendicular: Es la línea que se encuentra con la horizontal formando un ángulo recto.Líneas que se emplean en el Dibujo Técnico• Línea Llena y Gruesa: Para destacar aristas visibles de cuerpos y contornos.• Línea Llena y Delgada: Línea de cota y auxiliares de cotas (para señalar diferentes longitudes).• Línea de Trazos Cortos: Para aristas y contornos ocultos (no visibles).• Línea de Trazos y Puntos: Se utiliza para líneas de ejes y centrales. Esta línea debe comenzar y terminar en trazos.• Línea a mano alzada: Se utiliza para indicar roturas en metales, piedras y madera.• Línea de Zig - Zag: Se utiliza para hacer interrupciones.Instrumentos Básicos del Dibujo TécnicoLa Regla Graduada:Es un instrumento fundamental que debe poseer todo dibujante. Ella puede ser graduada de acuerdo con el Sistema Métrico Decimal o de acuerdo con el sistema inglés de medida.

TiposLos tipos más comunes son: de madera, metal y plástico; graduada en centímetros, con indicación de los milímetros; de 30 centímetros de longitud; planas o de formas diversas, según el fabricante.

UsoEl uso de la regla es para trabajar con escala normal, 1: 1, y es un instrumento necesario para el estudiante de dibujo y otros fines.

Las escuadras

Sirven para trazar líneas horizontales, verticales e inclinadas. Además combinadas entre sí se emplean para trazar paralelas, perpendiculares y oblicuas. Las escuadras que se utilizan en el Dibujo Técnico son dos:

La escuadra de 45° que tiene forma de triángulo isósceles con un ángulo de 90° y los otros dos de 45°.

La escuadra de 60° llamada también cartabón que tiene forma de triángulo escaleno, cuyos ángulos miden 90°, 30° y 60°.Las escuadras pueden llevar grabada la graduación en centímetros y milímetros y las hay con el borde biselado

USO DE LAS ESCUADRASEl transportadorEl transportador es un instrumento para medir ángulos. Consiste en un círculo con divisiones de grados y minutos.Cuando se les fabrica sobre una circunferencia completa, consta de 360°. Cada grado está subdividido en 10'. En algunos instrumentos cada minuto tiene una subdivisión, que indica 30”.También es muy común un transportador fabricado de medio círculo. En este caso solamente tiene indicados 180°.Como todo instrumento de dibujo, el transportador requiere un cuidado muy especial. El daño que sufra su borde impide apreciar correctamente la indicación en la lectura.El CompásEs un instrumento de dibujo que se emplea para trazar arcos, circunferencias y transportar medidas. Está compuesto por dos brazos articulados y por un extremo donde está acoplada una pieza cilíndrica llamada mango. Uno de los brazos tiene una aguja de acero, graduable mediante un tornillo de presión. El otro brazo tiene

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un dispositivo al cual puede adaptarse un portaminas y otros accesorios.CuidadoPara lograr un rendimiento máximo del compás es necesario recordar sus aplicaciones y las posibilidades de cada tipo. Además, como todo instrumento de precisión, deben tomarse algunas precauciones para evitar su deterioro, las cuales pueden resumirse así:

Proteger constantemente la punta de acero. Su deterioro arruina todo el instrumento.

Proteger el tiralíneas para evitar golpes y aporreos que lo deforman. Se logra así un resultado óptimo en la calidad del trazado.

Proteger la punta de grafito para evitar su rotura. Mantener afilada la punta de grafito para lograr la perfección del trazado

LápicesEl lápiz es fundamental para todo dibujante. Pero no todos los lápices sirven para dibujar. Es necesario utilizar aquellos fabricados específicamente para este fin. MinasLos lápices para dibujar están fabricados con minas de grafito, las cuales se pueden adquirir en una escala de dureza que va desde el más suave hasta el más duro.

El EscalímetroLos escalímetros son instrumentos de medición, semejantes a una regla, generalmente de forma triangular aunque también los hay planos. Comúnmente se construyen de madera, metal, material plástico...El escalímetro más utilizado es el de forma triangular; tiene, generalmente, una longitud de 30 cms., consta de tres caras y en cada cara posee dos escalas. En consecuencia, con un escalímetro triangular podemos manejar seis escalas diferentes, sus vértices forman ángulos agudos sin curvaturas que nos permiten realizar una lectura más exacta de la escala utilizada.

Características Clasf. Uso

Muy blando y negroMuy blando y muy negro

4 B3 B

DemasiadoBlando

Blando y muy negroBlando y negro

2 BB

CroquisRotulación

Semi blando y negro HB

Semi blandoDuroMás duro

FH2 H

Para delinear

Muy duroNotablemente duroMuy duro

3 H5 H6 H

Para trazados

Dureza de Piedra 7 H Demasiado Duro