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    Revista de Filosofa

    onceptos

    Recibido: marzo, 2014/ Aprobado: mayo, 2014

    RESUMEN

    En el siguiente artculo pretendemos indagar por uno de los problemas loscos cen-trales de la losofa de la historia: la reexin sobre la nueva conciencia del tiempo his-

    trico a la luz de dos conceptosgua conformadores de la Modernidad: la secularizacin

    y la experiencia. De manera regular utilizamos el trmino losofa de la historia sin

    percibir que en l se plantea una ambigedad fundamental en el concepto de historia.

    Por una parte, indica la historia como tal, como el desarrollo de los procesos, los aconte-

    cimientos y los eventos a lo largo de la historia; por otra, el mismo trmino es utilizado

    para referirse a la ciencia que indaga por aquellas pretensiones y condiciones de posibi-

    lidad que permiten el por qu acontecen historias, cmo pueden cumplimentarse, cmo

    deben estudiarse o narrarse y por qu. As, es necesario tener presente la secularizacin y

    la experiencia en la actividad de los procesos histricos y en la manera como considera-

    mos, relatamos e interpretamos loscamente esa actividad, particularmente en el siglo

    XIX. En otras palabras, adems del estudio de los problemas histricos, la losofa de la

    historia se presenta tambin como una disciplina, que cuenta con su propia historia y con

    un desarrollo epistemolgico particular.

    Palabras clave:

    Secularizacin, experiencia, aceleracin, tiempo histrico, losofa de la historia.

    ABSTRACT

    In the following article we explore one of the central philosophical problems of the phi-

    losophy of history: reections on the new consciousness of historical time in the light

    of two lead-concepts of Modernity: secularization and experience. Regularly we use the

    term "philosophy of history" without realizing that a fundamental ambiguity arises in

    the concept of history itself. On the one hand, it indicates the story as such, as the deve -

    Aproximacin a la secularizacin y la

    experiencia como condiciones para la

    losofa de la historia en el siglo XIX*

    Carlos Vanegas**Universidad de Antioquia

    * Approach to Secularization and Experience as Conditions for the Philosophy of Histo-ry in

    the nineteenth Century.** Correo de contacto: [email protected]

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    lopment of processes, developments and events throughout history; on the other hand ,

    the same term is used to refer to the science that investigates by those claims and those

    conditions of possibility of why stories occur, how they can be completed, how they can

    be told and how they should be studied and why. Thus, it is necessary to consider the se-

    cularization and experience in the business of historical processes and the way we look,

    we report and interpret philosophically that activity, particularly in the nineteenth cen-tury. In other words, besides the study of historical problems, the philosophy of history is

    also presented as a discipline, with its own history and with a particular epistemological

    development.

    Key Words:

    Secularization, Experience, Acceleration, historic Time, Philosophy of History

    Introduccin

    Uno de los problemas centrales de la losofa de la historia en el siglo XIXha sido llevar a la reexin pensante la nueva conciencia del tiempo his-trico generado por diversos mecanismos en el mundo prosaico. Tal anlisis

    fue desarrollada por la disciplina a partir de la construccin de conceptos-gua

    que pueden denominarse como conformadores de la Modernidad: lasecula-

    rizacin, el Progreso y la Experiencia. Estos tres conceptos son entendidos

    como representaciones que dan cuenta de las modulaciones de lo moderno.

    Asimismo, desde el mismo proceso de autoreexin de la disciplina, se pre-

    sentan como presupuestos loscos e histricos desde donde se han valo-

    rado la especicidad y el campo de actuacin de la losofa de la historia en

    relacin a la realidad efectiva, como lo sealaron pensadores del siglo XX

    como Reinhart Koselleck, quien los considerada como una inuencia directa

    en el desarrollo de las cuestiones epistemolgicas acerca del problema del

    conocimiento histrico en el siglo XIX y XX.

    Desde esta perspectiva, los tres conceptos juegan un papel sustancial en lasdiversas estructuras y mltiples posibilidades discursivas en relacin con la

    trama de acontecimientos a los cuales pretende dar sentido y comprensin la

    losofa de la historia. De estas posibilidades, podemos sealar rpidamente

    la reexin sobre la losofa de la historia en la Modernidad como nueva

    experiencia del tiempo y de la historia, a partir de la idea de constructibilidad

    de la historia como proyecto orientado hacia el futuro y la secularizacin; o

    Hegel y su indagacin especulativa por la especicidad y el campo de actua-

    cin de la losofa de la historia, as como por las cuestiones epistemolgicasacerca del problema del conocimiento histrico y la funcin de mediador en

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    la cultura de la sensibilidad; hasta lsofos del siglo XX como W.H. Walsh

    que, partiendo de las reexiones que sobre la historia realizaron Kant, Hegel

    y Collingwood, plantea crticamente cuestiones relativas a la consideracin

    de las peculiaridades del objeto y el sujeto de historia; o Reinhart Koselleck

    que ha reexionado sobre la vinculacin entre la historia que acaece, y laHistoria que piensa cientcamente lo considerara Hegel como Filosofa- la

    historia. Para enfrentar los conceptos-gua conformadores de la Modernidad:

    la secularizacin y la Experiencia, se analizarn distintos aportes conceptua-

    les y las principales realizaciones sistemticas del siglo XIX y el siglo XX,

    porque a lo largo de ese perodo se denen algunos de los ms importantes

    propsitos, mtodos y campos de la losofa de la historia, indispensables

    para comprender sus procesos posteriores.

    El concepto de Geschichte

    En vista de la mala fama de que gozan las hiptesis, sera bue-

    no que algn da alguien intentara escribir la historia sin recu-

    rrir a ellas. No es posible decir que algo es sin decir lo que es.

    El mero hecho de someter determinados hechos (facta) al pen-

    samiento implica ya relacionarlos con ciertos conceptos, y no

    es indiferente, por cierto, con cules de ellos los relacionemos.

    Friedrich Schlegel.Fragmentos del Athenaeum, (226), 1798.

    Este fragmento de Friedrich Schlegel seala algunas de las inquietudes ms

    sustanciales sobre la historia y su estudio losco en el siglo XVIII y XIX.

    El fragmento apunta a diversos aspectos epistemolgicos y metodolgicos

    que presentan el inters de un conocimiento distinto y verdadero sobre la

    disciplina de la historia. De entrada, Schlegel rechaza el uso de las hiptesis

    como criterio para el conocimiento de la naturaleza de la historia y el modo

    como debe tratarse; para explicar luego que, cuando se realiza un predicado

    de existencia, algo es, a la vez se debe establecer qu es ese algo; en otrostrminos, cuando decimos que algo existe, ya debemos saber cul es su na-

    turaleza y la constitucin de esa existencia. De este modo, cuando referimos

    los factalos hechos concretos existentes a conceptos, estos ya tienen la

    explicacin de lo que son aqullos. De igual manera, al hablar de Historia,

    el concepto debe ser bifurcado para sealar que la historia existe y, a la vez,

    cul es su naturaleza. He aqu la densidad del fragmento, en tanto considera

    el estudio de la historia como en s y para s, o como dijo Hegel aos despus

    del fragmento de Schlegel en susLecciones sobre la losofa de la historiauniversal, plantear la historia como sujeto de s misma que se convierte en

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    agente que, adems, acta por s misma. A partir de esto se puede armar que

    el propio signicado de historia se reere a la construccin de un saber de

    s misma, saber que est constituido, como bien seala la cita de Schlegel,

    por las consideraciones tericas sobre qu es, cmo se conoce, y cmo debe

    escribirse la historia.

    Segn esta perspectiva, en el siglo XVIII se abre un nuevo mundo de expe-

    riencia en el que se plantean diversas reformulaciones de la historia como

    tal, al introducir un nuevo comienzo: o bien se concibe la historia como una

    narracin que tiene por objeto algo que le pertenece; o se construye la concep-

    cin de una historia en s y para s Geschichte an und fr sich, que piensa la

    historia como un metaconcepto, sin objeto particular que le corresponde y re-

    gulada segn la facticidad de las personas y los acontecimientos (Koselleck,

    2004: 31). Esta ltima posibilidad es la tendencia que rige el presente artcu-

    lo, dado que experiencia y secularizacin son, segn Koselleck, categoras

    trascendentales que renen las condiciones de posibilidad y el conocimiento

    de la historia posible.1Es importante, antes de continuar, describir algunas

    aspectos de la modicacin histrica del concepto de historia, porque es a

    partir de ellos que la losofa de la historia pudo condensar la ambigedad de

    la expresin en el colectivo singular Geschichte, que pas a designar la cone-

    xin entre los sucesos y la representacin de esta conexin.

    De manera bastante regular utilizamos el trmino losofa de la historia sin

    percibir que en l se plantea una ambigedad fundamental en el concepto de

    historia. Indica la historia como tal, es decir, el desarrollo de los procesos, los

    acontecimientos y los eventos (Gischit) en la realidad experimentada; pero,

    a su vez, el trmino es utilizado para referirse a la ciencia aqu la losofa

    que tiene a la historia como objeto de estudio; se trata de la narracin o el

    discurso escrito que indaga por aquellas pretensiones que explican qu son

    las historias, cmo pueden cumplimentarse y, a su vez, cmo deben estu-diarse o narrarse; estas son, como se sabe, cuestiones que responden por las

    condiciones de posibilidad de la historia. En este sentido, se hace necesario

    tener presente que existe una diferencia entre la actividad de los procesos

    histricos a lo largo de la historia y la manera como se considera, se relata e

    interpreta loscamente esa actividad, porque en este proceso ubicado en la

    tradicin alemana, se puede encontrar que la primera acepcin lo que suce-

    1 Se debe sealar que, pese a este horizonte conceptual, hay reservas que deben tenerse paraconsiderar una sola cara de la Ilustracin, como bien lo ha sealado Faustino Oncina en

    (2009)Historia conceptual, Ilustracin y Modernidad. Barcelona: Anthropos Editorial.

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    de, lo que acontece adquiri cierto temperamento condicionado al mbito

    del hacer y el padecer mundano. En los intersticios de esta derivacin hacia

    lo humano, se consider a la historia como un espejo de virtudes y vicios, en

    el que puede por experiencia ajena aprenderse lo que se ha de hacer o dejar

    de hacer, segn Jablonski (Koselleck 2004: 28); o como la parte ms ins-tructiva y til, la ms importante para todo tipo de saber e instruccin, como

    arm Baumgarten (2004: 28). Aqu se habla, en cierta medida, de historias

    individuales que se presentan como relatos morales orientados a la praxis del

    hombre en el futuro, donde se considera la narracin como un conocimiento

    con estructura repetitiva, que puede usarse de nuevo y que permite generar

    una especie de continuidad de la experiencia hasta el presente.

    Sin embargo, interesa la posterior construccin del sentido semntico de la

    palabra Historia, que se dio a partir de la fusin entreHistorie yGeschichte,

    con Winckelmann como protagonista fundacional. Cuando se indag cien-

    tcamente por su sentido, la historia, entendida como una serie de aconte-

    cimientos con una conexin esencial que haca coherente el conjunto de la

    serie, y la Historia, entendida como la ciencia o la indagacin histrica de la

    historia, se decantaron en un solo trmino.2A partir de este proceso la Historia

    se comenz a caracterizar, no como una mera narracin o relato, sino como

    una especie de estructura abstracta y signicativa con principios universales

    que, a la vez, determinaban las condiciones de existentes concretos. As loarmaba Hegel cuando consider que, en el modopragmticode considerar

    la historia, se postula la idea de un nexo interior de los acontecimientos,

    [pues] el espritu general de las relaciones es algo perdurable, algo nunca

    caduco, algo presente siempre. Y contina: Los acontecimientos son distin-

    tos, pero lo universal e interno, el nexo, es siempre uno (Hegel, 1985: 157).

    Al considerar Hegel un hilo conductor que hace presencia en la historia, tesis

    2 Fue Winckelmann quien acu, en la palabra Geschichte, los dos campos semnticos,como puede apreciarse en su Geschichte der Kunst des Altertums (Historia del arte de la

    antigedad), de 1764. En el ttulo no es posible identicar el acento de la palabra en el cam-

    po de objetos narrados o en la exposicin, como lo explica Koselleck en (2004).Historia /

    historia. Madrid: Editorial Trotta.

    Segn el mismo autor, Winckelmann introduce la segunda fuente del colectivo singular

    moderno, a saber pensar la historia ms all de la narracin cronolgica de los cambios;

    y este era un logro terico que hacia desembocar la realidad de la historia en un sistema

    doctrinal. Sin este sistema sera imposible reconocer la historia como algo ms que meros

    acontecimientos. Entendida as la historia, en cuanto disciplina humanstica, ya se haba

    aplicado su concepto de modo reexivo y sin referirse a un objeto, a pesar de estar sub-su-mida a la historia, en tanto efectivamente real.

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    que ya Novalis haba planteado al armar que hay una concatenacin secreta

    entre lo antiguo y lo futuro (Safranski 2009: 54), intent superar la preten-

    sin meramente educativa y moral de los hechos individuales que podan

    repetirse, al instaurar una nueva signicacin que los trascenda. Ahora bien,

    para esta perspectiva es fundamental dicha conexin entre la multiplicidad deacontecimientos, dado que se estableca como una construccin del espritu,

    es decir, como una actividad racional que deba ser consciente de su libertad,

    debido a que guiaba, en su complejidad, toda la experiencia humana (Ko-

    selleck, 2004: 32). Desde esta posibilidad, la historia poda tomarse en consi-

    deracin a s misma, como sujeto y objeto de su propia reexin losca. Ya

    se haba sealado al armar que la historia se experiment en s y para s, toda

    vez que al actuar por s misma tiene conciencia de lo que es y puede hacerse

    comprensible a partir de lo que en ella se origina, que en otros trminos es

    su propia exposicin. O como en Schlegel, es indicar que la propia reexin

    sobre lo que es la historia, va a la par con el concepto mismo de historia que

    se construye (39).

    Ahora bien, se ha resaltado la importancia del hacer y padecer humano en

    la res gestae, en losfactadel hombre, porque es en el proceso histrico que

    conduce a la construccin del colectivo singular de historia donde se alcanza

    un grado de autonoma y predominio de los intereses, inquietudes, y conteni-

    dos del mundo humano. Esta autonoma permiti que la historia en s y paras aumentara su pretensin de validez para la experiencia de la libertad y la

    nueva concepcin moral del mundo. Y a su vez, esta imagen moral del mundo

    hizo de la historia el campo frtil para una conciencia histrica del mundo

    de los nimos humanos que es el mundo civil o mundo de las naciones, en

    denitiva del mundo histrico (Sevilla, 1993: 66). Esta nueva posibilidad de

    la naturaleza de la historia arm la autonoma de lo humanus, de su destino

    y su progreso social, pero en la misma instancia de la historia. Lo que gener

    importantes consecuencias para nuestro problema: que el pasado, como aque-llo que sucedi, y la sucesin de los tiempos ya no podan estar supeditados a

    Dios; y que la explicacin de las exposiciones histricas ya no estaba vali-

    dada por la teologa, como consideraba San Agustn (San Agustn, 2, 28: 44).

    Esta nueva postura conceptual elimina el trasfondo divino de la historia, y ge-

    nera una diferenciacin en la experiencia del tiempo, como puede apreciarse

    en Kant, toda vez que plantea una separacin entre la suma temporal de los

    datos, acuados en el tiempo natural, y el tiempo genuinamente histrico o

    de la cultura humana (cfr., Koselleck, 2004: 36).

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    As, se abra un nuevo espacio de experiencia que haca surgir un concepto

    distinto de realidad y un nuevo concepto terico de la historia. La importancia

    de la losofa en este proceso tiene implicaciones sustanciales para una apro-

    ximacin al concepto de secularizacin y a la modicacin de la experiencia

    que se ha propuesto aqu. El colectivo singular de las historias individuales,aglutinado en la palabra Geschichte, estableci, como lo seala Koselleck en

    trminos kantianos, una especie de categora trascendental que apuntaba a

    las condiciones de posibilidad de las historias.3O como Hegel lo arm, se

    puede asumir el concepto Geschichtecomo un saber de la historia, que es a

    su vez la historia misma. En ambos casos, se trata de la novedad de un con-

    cepto universal que pretende explicar la historia como un sujeto que tiene una

    propia actividad, y que apunta a determinar cmo el hombre reexiona sobre

    ella y la puede ejecutar o padecer (2004: 45). En este sentido, el acercamiento

    losco le exigi a la historia no solo que fuera un relato de datos circuns-

    critos a una cierta temporalidad cronolgica, sino que deba exponer, en su

    propia produccin, un plan, un principio universal, o un sentido oculto que

    deba ordenar el proceso de los acontecimientos humanos. As, la losofa

    de la historia pudo establecer el sentido histrico de la realidad, a la vez que

    realiz la construccin de un nuevo signicado de historia. Pero se trata de

    una realidad que, para Hegel, se fundamenta en los intereses y contenidos del

    espritu que deben realizarse en la accin; es decir que aquellos fundamentos

    internos que identican al hombre, este, con su actividad, debe llevarlos a larealidad efectiva (Hegel, 1985: 70).

    Tal identidad entre la unidad de la historia, su principio, y la realizacin de

    este en un estado de cosas, solo se devela a partir de la reexin sobre las

    propias condiciones de posibilidad de la historia. Lo que demuestra que todos

    los acontecimientos del espritu humano se encuentran en una conexin esen-

    cial en aras de una nalidad o, que es lo mismo, en la carrera por realizar una

    planicacin histrica en el mbito de la cultura y la sociedad humana. YaKant seal que la historia puede considerarse como la ejecucin de un plan

    secreto que tiene vinculaciones ecientes con la realidad. Del mismo modo

    Hegel plante que la historia expona la libertad de espritu, puesto en activi-

    dad para producirse, hacerse objeto de s mismo, saber de s en los rasgos

    caractersticos de la cultura como la religin, las instituciones polticas, la

    3 Koselleck advierte que desde 1770 se hablaba de la historia misma en y para s, como pa-

    radigma que sentenciaba que por encima de las historias est la historia. As puede apre-

    ciarse en el discurso de Robespierre de 1793: Ha llegado el tiempo de llamar a cada unoa su verdadero destino. El progreso de la razn humana ha preparado esta gran revolucin,

    y es precisamente a ustedes a quienes se les impone el deber especco de activar-la.

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    moral, el sistema jurdico o las costumbres (1985: 63). Ahora bien, no es un

    misterio para la historiografa moderna y contempornea sobre la disciplina,

    que muchas de estas planicaciones se hayan intentado llevar a la realidad en

    la tpica idea del progreso. Si bien la problemtica sobre esta categora no es

    el inters que se tiene aqu, s es necesario sealar que es en relacin al pro-greso cmo se pueden pensar las categoras de secularizacin y experiencia.4

    El cambio de experiencia frente al tiempo

    Antes de considerar las categoras de experiencia y secularizacin, se debe

    armar que el progreso es la secularizacin de la idea de Providencia. Tal se-

    cularizacin es una experiencia, segn Koselleck, de la aceleracin del tiem-

    po interno de la cultura en la bsqueda de un mejor porvenir. El progreso

    es, como la idea, la libertad, o la razn, un concepto clave dentro del

    mismo proceso histrico del concepto de historia y genera, en su propia cons-

    titucin, una perspectiva temporal diferente porque presenta la innovacin de

    una nueva experiencia del tiempo en el mbito de lo humano. Adems, cuan-

    do se le vincul al concepto deperfectibilitdel hombre, se estableci como

    una categora universal cuyo papel fue ser agente histrico y representacin

    del carcter de una nueva poca secularizada y acelerada.

    Por otra parte, no se cree aqu que secularizacin y experiencia puedan desli-garse como espectros diferenciados y autnomos por s mismos. Por el con-

    trario, es claro que el proceso de secularizacin de la cultura moderna es una

    nueva experiencia generada por las reexin sobre la realidad, ahora his-

    trica, y por los cambios profundos en las estructuras e innovaciones de la

    sociedad industrial que pueden apreciarse en la invencin de la imprenta; la

    expansin de la lectura en los 2500 ttulos de novelas que aparecen entre 1790

    y 1800; la invencin del comps, del telescopio y el microscopio y la conse-

    cuente modicacin del rgimen de visibilidad; el desarrollo de las cienciasexperimentales manifestado en la prediccin de eclipses, la abstraccin de la

    gravedad, o el innito de Bruno; el descubrimiento del globo y la coloniza-

    cin de ultramar, que visibiliz la idea de un planeta ocupado, donde ya no era

    4 Para un acercamiento a la idea de progreso ver, entre otros, a Benjamin, W. Tesis sobre la

    historia y otros fragmentos; Collingwood, R. G.(2004).Idea de la historia, Mxico, F.C.E.;

    Koselleck, R. (2003).Aceleracin, prognosis y secularizacin, Valencia, Pre-Textos; Po-

    pper, K. R.(1973).La miseria del historicismo, Madrid, Taurus; Ferrater Mora, J. (1982).

    Cuatro visiones de la historia universal, Espaa, Alianza Editorial; Agamben, G. (2007)Infancia e historia: destruccin de la experiencia y origen de la historia, Buenos Aires,

    Adriana Hidalgo.

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    posible un lugar utpico; la comparacin con los salvajes y las discusiones de

    Bartolom de las Casas, Sepulveda, Montaigne, o Buffon; la querella del arte

    moderno con el antiguo y la intervencin de Charles Perrault en la Academia

    Francesa; el ascenso de la burguesa y la institucionalizacin de los bancos; el

    desarrollo del capitalismo y de la industria; el aprovechamiento de las fuerzasde la naturaleza por la tcnica, etc. (Koselleck, 2012: 102). Todas estas son

    experiencias concretas que conguran un nuevo campo de experiencia, abren

    la posibilidad al proceso de secularizacin moderno, y determinan las condi-

    ciones de posibilidad de la vida cotidiana que, a su vez, justican los cambios

    en la experiencia del tiempo, as como la secularizacin de los contenidos y

    los diversos rdenes de la cultura en procesos histricos emancipados de la

    custodia teolgica.

    Y es que no fue en vano considerar ciertas peculiaridades del concepto de

    Geschichteni enumerar estas innovaciones, dado que permiten exponer va-

    rias consecuencias que afectan nuestro cambio de experiencia. Primero, se

    puede armar que est implcita la idea de una experiencia diferente del tiem-

    po humano, lo que conlleva a la separacin entre tiempo natural, el mero

    paso de los das, meses y aos, a una concepcin del tiempo de lo meramente

    humano: la cultura, la sociedad, el mundo civil. Lo que equivale a decir que

    en la experiencia histrica, la peculiaridad del tiempo inmanente lo diferencia

    de los tiempos de la naturaleza. Segundo, hay una modicacin de los efec-tos educativos y moralizantes de la historia magistrae vitae que, en trminos

    hegelianos, no presentan ms que simples mandamientos morales que no

    penetran en las complicaciones de la historia universal (Hegel, 1985: 158).

    Aqu se debe sealar que se consideraban los contenidos de la historia magis-

    trae vitaecomo experiencias que otros haban realizado, y que a travs de su

    exposicin podamos identicar, aprender y comprender ciertas acciones.5El

    trasfondo de esta postura plantea un espacio de experiencia continua entre

    el pasado y el futuro, en tanto se consideraba que la historia ofreca, en sutransmisin, estructuras repetidas para tomarlas como modelos. La estructura

    de una accin pasada limitaba lo que era posible experimentar, en tanto la ex-

    periencia era la misma, y la historia, segn Lengninch, nos informa de todo

    aquello que podra ser usado de nuevo en una ocasin similar (Koselleck,

    1993: 46). Este movimiento fue posible por el carcter moralizante de la his-

    toria, sus acciones ejemplares y la palabra de las autoridades que en ella se

    representaban. Como estos modelos eran el eje de transmisin de la cultura,

    5 Para una revisin de la historia maestra de vida, ver Habermas Aprender de la historia?.

    En, Habermas, J. (1997).Ms all del Estado nacional. Madrid: Trotta.

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    se haca necesaria la repetibilidad de la historia, para que el papel magistral

    de la historia [fuera] garanta y sntoma para la continuidad que fusionaba el

    pasado con el futuro (49).

    Sin embargo, y como una tercera consecuencia, la pretensin de un plan uni-versal que debe regir la historia universal como totalidad y unidad del de-

    venir de la humanidad6, socav los fundamentos de la historia maestra e

    introdujo un nuevo espacio de experiencia. El plan se hizo imagen en la idea

    de progreso, o en la idea de Libertad, o de perfectibilidad, y modic lo que

    se entenda como pasado y su forma de transmisin. Adems, en su inters

    por una nueva forma de racionalizacin o secularizacin de las creaciones

    ms sustanciales del espritu humano, la planicacin manifest una tenden-

    cia, como la del pronstico, que no tena ni reversa ni vuelta atrs. Adems,

    la realizacin o secularizacin de estas ideas, por supuesto, se armaba desde

    la propia dinmica interior o conciencia histrica, para lograr una congura-

    cin singular en la realidad exterior (Hegel, 1985: 172). En otras palabras, el

    progreso como planicacin, o la idea de Libertad como nalidad de la his-

    toria universal humana, son un principio inmanente que da sentido al proceso

    histrico, y que debe realizarse efectivamente en el mbito de lo mundano7.

    Y cuarto, que el carcter inmanente de la proyeccin histrica, asimilaba la

    estructura funcional del trasfondo divino de la teologa, a pesar de que se

    haba rechazado, en la nueva experiencia moderna, la posibilidad de un cono-cimiento o explicacin de Dios desde las facultades humanas.

    No puede negarse ese carcter inmanente y extrahistrico que la concepcin

    teolgica haba introducido en la experiencia de la historia, en el proceso de

    secularizacin del acontecer del hombre, en tanto hombre. De ah que en la

    nueva experiencia se insertaran estructuras temporales, ahora histricas, con

    el mismo carcter trascendente y como previsin secreta y deber ser de la

    historia (Sevilla, 1993: 69). Es por ello que en la idea de progreso, al igualque en la de Libertad, pervivi la lnea religiosa que determinaba la historia

    6 Aqu podramos indicar que las historias concebidas como unas individualidades estn

    comprendidas en la totalidad de la Historia de donde emergen; y a su vez, tal totalidad de la

    Historia puede comprenderse a partir de las individualidades o realidades efectivas en las

    que se expresa el su carcter de totalidad.

    7 No se olvida aqu a Nietzsche, quien rechaz esta postura especulativa al considerar que

    tal ciencia del devenir histrico no era ms que la construccin de una historia como es-

    pectculo confuso, como la imposicin de una realidad cticia que impona mscaras a lashistorias, en aras de establecer un sentido inmanente, como el irnico deambular de dios

    sobre la tierra que se le atribuy a la teora de Hegel. (Nietzsche, 2006).

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    como algo universal, y que tena como efecto el mejoramiento del ser humano

    en sociedad; adems, se presentaba como el sentido ordenador de la multi-

    plicidad de lo fctico, porque se mantena en el progreso el carcter ideal de

    una ley que deba dirigir el destino humano en un futuro posible, a partir del

    reconocimiento y la autoridad que poda proyectarse en el mbito poltico.

    Este increble proceso de secularizacin genera una disolucin de la ccio-

    nalizacin de la providencia y su reinado, por la ccin del Plan y el

    Efecto, a pesar de que, como se observa, los dos discursos pretenden es-

    tablecer condiciones de posibilidad que apuntan a conservar la existencia y

    realizacin de los acontecimientos. Con este cambio, arma Koselleck, se

    est convirtiendo el epifenmeno teolgico en fenmeno histrico; esto es,

    que hay un proceso de mundanizacin o temporalizacin, donde la provi-

    dencia ya no puede determinar los distintos rdenes de la cultura y, por tanto,

    es reemplazada por un perspectivismo que mantiene el inters tanto por

    aspectos o eventos del pasado como por la idea de un futuro nuevo, que ahora

    se presenta enriquecido con elementos utpicos que pretenden su realizacin

    en el mismo descubrimiento de la experiencia histrica. Tan complejas fueron

    estas modicaciones que Koselleck indic que Este es el proceso en el que

    la losofa de la historia es una secularizacin, como una metamorfosis de la

    teora agustiniana de las dos ciudades (Koselleck, 1993: 138 ss.).

    La secularizacin en la aceleracin

    Es el proceso de secularizacin el que gener, por una parte, una gran mo-

    dicacin en la experiencia del tiempo y, por otra, que tanto el espacio de

    accin, el progreso, el desarrollo de la idea de la Libertad como la fundacin

    de sentido, tuvieran un cambio en el sujeto de la accin, toda vez que ocurri

    un desplazamiento de Dios al hombre. El resultado de esta secularizacin es

    lo que Koselleck ha llamado la experiencia de aceleracin.

    En su textoAceleracin, prognosis y secularizacin, Koselleck discute la eti-

    mologa del concepto. En una primera instancia la secularizacin se reere

    a un acto jurdico que se encuentra avalado polticamente. Lo que deriva a

    otro aspecto, a saber que no se trata de un mbito en el cual est vinculado

    lo religioso, sino lo civil. De ah que el concepto en s denote un rechazo al

    dominio del tiempo que ostentaba el poder eclesistico y teolgico, y a su vez

    una nueva instancia desde la cual puede interpretarse la historia universal.

    Desde esta perspectiva, el proceso de secularizacin gener nuevas condicio-

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    nes para el tiempo histrico, cuyas consecuencias en el mbito de la cultura

    pueden apreciarse en el despliegue de la idea de progreso, o en el espectro

    de la utopa y la revolucin. Las nuevas condiciones producen un cambio en

    la forma de concebir la categora temporal y en la construccin de la repre-

    sentacin de la historia que aqu se ha sealado. La nueva experiencia quegenera la secularizacin apunta, entonces, a modicar nuestra percepcin del

    tiempo, y dicha modicacin se establece en el cambio a una nueva ccin

    que pretende legitimar el sentido del devenir humano; en otras palabras, en el

    proceso de secularizacin de las expectativas apocalpticas de corte teolgico

    se deriv la experiencia nueva de la aceleracin de la cultura.

    Este trnsito que va desde la jurisdiccin teolgica al mbito de la losofa

    de la historia, puede apreciarse a partir de algunas de sus estructuras pro-

    pias representadas en las determinaciones temporales de acortamiento y ace-

    leracin. Desde la interpretacin teolgica de la nalidad de la historia, el

    acortamiento se presenta como una idea apocalptica que indica el n de los

    tiempos cuyas fuentes son los textos de la tradicin judeocristiana. Pero

    lo importante de esta determinacin temporal es que, en efecto, la idea de un

    n del mundo implica que el tiempo se acorte como tal; Dios, como sujeto

    de accin, tiene la potestad de suprimir el futuro con el n de terminar con

    las tribulaciones de los suyos y con ello reducir los mrgenes temporales

    dados de la naturaleza (Koselleck, 2003: 39). Hay algo importante en esteargumento: la posibilidad de acortar el tiempo para adelantar el paraso y

    eliminar los sufrimientos de los elegidos se presenta como una esperanza de

    redencin, vinculada a la salvacin en el nal de los das; es decir, era una una

    prediccin o expectativa.

    Como la historia ha demostrado que este acortamiento no se ha logrado, es

    en este incumplimiento donde radic su fuerza y su autoridad en el mundo

    del hombre, toda vez que la no realizacin del Apocalipsis le imprimi uncarcter de probabilidad futura que se sustent en la posibilidad de su repeti-

    bilidad. As, el acortamiento ejecutado por Dios se establece como una pre-

    misa teolgica o metahistrica permanentemente aplicable y de naturaleza

    constante. En este sentido, el acortamiento nos seala dos cosas: la primera

    es que la repetibilidad del futuro solo es posible mientras se legitime, en este

    caso desde la teologa, una vinculacin esencial entre la duredel mundo y la

    vida orgnica del hombre (2003: 52); la segunda, es que esta determinacin

    del tiempo se realizaba en la historia, pero a la vez era de una naturaleza ex -

    trahistrica, lo que haca imposible cualquier decisin del hombre sobre ella.

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    Este ltimo argumento es atacado por Nietzsche cuando arma, acerca de la

    falta de sentido histrico, que aquellos que no tienen sentido histrico son los

    que Creen honrar una cosa si la desprenden de sus conexiones histricas

    (Nietzsche, 1982).

    Por su parte, la determinacin de la aceleracin se establece desde los inters-

    ticios de la modernidad como la experiencia del progreso, cuya naturaleza es

    la aceleracin de los tiempos modernos. La diferencia epistemolgica de esta

    determinacin es notoria respecto a la expectativa del acortamiento. Ya se

    ha indicado que la aceleracin se reere a una realizacin en el mbito de lo

    mundano, tanto de un progreso cultural como de un progreso cientcotc-

    nico; lo que implica que, desde su legitimacin losca es imposible que el

    tiempo natural pueda acortarse en s mismo. En este sentido, lo que se acelera

    son las diversas innovaciones o las mejoras en los progresos sucesivos del

    espritu humano, como indic Condorcet, bajo plazos localizados temporal-

    mente. El tiempo no puede acortarse. Lo que ocurre es que el hombre tiene la

    posibilidad de hacer uso del tiempo natural para medir, desde la cronologa

    de das, meses y aos, los distintos contenidos que hacen parte del orden de

    la cultura. De este modo, la aceleracin del tiempo es registrada desde la

    comprensin histrica, que le permite, a su vez, disponer al hombre de la

    modicacin cultural y secularizada del tiempo. (1982: 54).

    Por supuesto, esto es una modicacin en la representacin del n. La com-

    prensin del tiempo como determinidad histrica indica que hay un ritmo

    distinto y veloz de los productos humanos respeto a las condiciones del pa-

    sado. Ahora bien, la construccin de la nalidad en esta laicizacin de la es-

    tructura de la historia (Sevilla, 1993: 68) mantiene la estructura inmanente,

    o en otros trminos, el carcter trascendente de la determinacin teolgica.

    Esto se debe a que lo que se entenda como una expectativa de redencin, que

    tendra como lugar de realizacin el paraso, pasa al plano de la concepcinmoral del mundo.8Ahora, el n representado en el mejoramiento del hombre

    8 Esta idea est sucientemente expuesta por Terry Pinkard en su biografa sobre Hegel:

    Kant supo ver que lo que necesitaba era una totalidad autodeterminada en la que tuviera

    cabida el agente individual, sin verse arrastrado por abstracciones como las de utilidad ni

    dejarse reducir a la insignicancia moral de ser una rueda en la mquina de la nacin.

    En esta postura de Kant, la libertad nos obligaba a una concepcin moral del mundo, a

    una ideal de forma de vida que reconociese la dignidad de todos los seres humanos y el

    derecho de todas las voluntades autnomas a ser miembros de un reino de nes. Estoimplica que uno mismo se conceba como agente moral, como miembro de ese reino en el

    que uno debe cumplir con el deber, esto es, hacer lo correcto y estar dispuesto a realizar la

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    bajo las coordenadas del progreso debe realizarse en el aqu, en el mundo te-

    rrenal. Y es el hombre el que debe disponer de todos sus medios para alcanzar

    en el futuro la meta que ha planicado. Tal experiencia es la aceleracin. En

    ella se maniesta un tiempo histrico que puede hacerse y producirse por lo

    hombres. La determinacin metahistrica de los argumentos escatolgicos dela doctrina religiosa es, en la secularizacin, lo que Koselleck llam la mun-

    danizacin (Koselleck., 2003: 55). Este es, entonces, el paso del profectus

    alprogressus; de la perfeccin del ms all a la perfectibilidad del hombre en

    el ms ac.

    Por otra parte, se ha indicado que el producto de esta mundanizacin se reeja

    en la factibilidad del progreso cultural y tcnico de la modernidad. Pero esta

    idea tiene una arista particular. La guracin del progreso es una meta, de ah

    que tenga un carcter predictivo o proyectivo, en tanto es lo que podemos

    considerar como un futuro planeado. Tal nalidad se logra cuando podemos

    alcanzar el dominio de la naturaleza, condicin que exige que lo planicado

    no se alcance en la culminacin de la historia como acortamiento, sino que,

    por el contrario, sea factible y producible en el ms ac, bajo la aceleracin.

    Lo que nos permite armar, junto a Schiller, que tal nalidad impuesta por

    la reexin se da igualmente en el pensamiento, en el descubrimiento, y en

    la ejecucin de la historia misma. Pero son los hombres los que hacen la his-

    toria, y esta actividad los inserta en una especie de liaison, en tanto nuevosagentes de accin en el proceso de secularizacin. Lo que quiere decir que el

    hombre puede realizar este proceso de la cultura mientras construye, a partir

    de la dominacin por el conocimiento, la transformacin de la naturaleza y la

    sociedad (2003: 62).

    En la propia actividad del hombre yace, entonces, la promesa de un futuro

    mejor, como lo haba propuesto la Ilustracin: libres de cualquier tipo de

    dependencia externa podemos alcanzar, si lo proyectamos racionalmente, laLibertad. Es la promesa de redencin, secularizada en la promesa de feli-

    cidad, la que es posible alcanzar si logramos nuestra Libertad. Este era el

    contenido sustancial de la historia, por ejemplo, para Hegel, toda vez que La

    historia universal es el progreso en la conciencia de la libertad un progreso

    que debemos conocer en su necesidad (Hegel, 1985: 68). En este sentido,

    accin nicamente por razones de su correccin, de su justicabilidad, y no por alguna otra

    caracterstica emprica atractiva de la accin, como su utilidad o la capacidad de pro-ducir

    felicidad. Estos componentes de una concepcin moral del mundo ubican al indivi-duo enel centro de la escena, pero le exigen que acte nicamente bajo el imperativo de un deber

    universal ( Pinkard, 2002).

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    el progreso se present como la nalidad del mundo histrico, donde el esp-

    ritu puede realizar su libertad y manifestar la potencia de su propia actividad:

    hacerse comprensible.

    Estas son algunas aproximaciones a las condiciones de posibilidad de todahistoria posible; condiciones que se gestaron como determinaciones trascen-

    dentales y metahistricas. As, la secularizacin como proceso y la experien-

    cia de aceleracin se presentan como estructuras de la historia real y, a la

    vez, como condiciones modernas de posibilidad de su conocimiento; es decir,

    estas dos estructuras constituyen a la vez la historia y su conocimiento (Ko-

    selleck, 1993: 337). Por supuesto, se podran sealar existencias concretas

    que representan el temperamento de esta nueva reexin sobre la historia,

    como la modicacin de la naturaleza de la Revolucin, aligerada de su carga

    cclica y natural, o de laBildung, as como de la utopa o crisis, pero aqu se

    considera, que estas representaciones tienen su propia historia.

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