Segunda Odisea - Cavafis

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Segunda Odisea Constantino P. Cavafis(1894) Odisea segunda y grandiosa, tal vez mayor que la primera. Pero, ¡ay!, sin Homero, sin hexámetros. Pequeña era la casa de su padre, pequeña era la urbe de su padre, y su Ítaca entera era pequeña. De Telémaco el cariño, la lealtad de Penélope, la ancianidad del padre, sus antiguos amigos, el amor de su pueblo devoto y el feliz reposo del hogar le penetraron, semejantes a rayos de alegría, el corazón al navegante. Y anochecieron como rayos. Y la sed del mar se despertó en su interior. Odiaba el aire de la tierra firme. el sueño le alteraba por la noche los fantasmas de Hesperia. La nostalgia le embargó de los viajes, de arribar por la mañana a los puertos adonde con qué placer, por vez primera entras. De Telémaco el cariño, la lealtad de Penélope, la ancianidad del padre, sus antiguos amigos, el amor de su pueblo devoto, y la paz y el feliz reposo del hogar le causaron hastío. Y se marchó. Cuando a su frente se desvanecía gradualmente el litoral de Ítaca y navegaba ya rumbo a Occidente, hacia Iberia, hacia las columnas de Hércules,– lejos de todo piélago de Acaya,– sintió que revivía, que dejaba atrás todos los oprimentes lazos de cosas familiares y conocidas. Y así su corazón aventurero, fríamente se alegró, huero de amor.

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traduccion de Anna Pothitou y Rafael Herrera Montero

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  • Segunda OdiseaConstantino P. Cavafis(1894)

    Odisea segunda y grandiosa,tal vez mayor que la primera. Pero, ay!,sin Homero, sin hexmetros.

    Pequea era la casa de su padre,pequea era la urbe de su padre,y su taca entera era pequea.

    De Telmaco el cario, la lealtadde Penlope, la ancianidad del padre,sus antiguos amigos, el amorde su pueblo devoto y el felizreposo del hogar le penetraron,semejantes a rayos de alegra,el corazn al navegante.

    Y anochecieron como rayos. Y la seddel mar se despert en su interior.Odiaba el aire de la tierra firme.el sueo le alteraba por la nochelos fantasmas de Hesperia. La nostalgiale embarg de los viajes, de arribarpor la maana a los puertos adondecon qu placer, por vez primera entras.

    De Telmaco el cario, la lealtadde Penlope, la ancianidad del padre,sus antiguos amigos, el amorde su pueblo devoto, y la pazy el feliz reposo del hogarle causaron hasto. Y se march.

    Cuando a su frente se desvanecagradualmente el litoral de tacay navegaba ya rumbo a Occidente,hacia Iberia, hacia las columnas de Hrcules,lejos de todo pilago de Acaya,sinti que reviva, que dejabaatrs todos los oprimentes lazosde cosas familiares y conocidas.Y as su corazn aventurero,framente se alegr, huero de amor.