Segunda Semana Del Desarrollo Humano

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SEGUNDA SEMANA DEL DESARROLLO HUMANO La segunda semana del desarrollo embriónico, se caracteriza por la consumación de la implantación del blastocisto y el desarrollo subsiguiente del trofoblasto (fig. 2-1). Mientras está ocurre se presentan cambios en la masa celular interna que producen un disco embriónico bilaminar . Está compuesto de dos capas distintas: epiblsto e hipoblasto ; la cavidad amniótica y el sacovitelino se desarrollan en asociación con estas capas (véase fig. 2-1A y B). A medida que el blastocisto penetra en el endometrio más y más de su trofoblasto entra en contacto con los tejidos endometriales. Resultado de esto, la diferenciación del trofoblasto continúa hasta que la pared del blastocisto está compuesta de dos estratos completos de citotrofoblasto y sincitiotrofoblasto (fig. 2-1C). cuando la capa de sincitiotrofoblasto se dilata, se desarrollan lagunas (pequeños espacios) que pronto se llenan con sangre materna, residuos celulares y secreciones grandulares (fig. 2-1B). Este material provee nutrición para el embrión. Las lagunas se fusionan de manera gradual para formar redes lagunares (fig. 2-1C). Mientras que el sincitiotrofoblasto erosiona los vasos sanguíneos endometriales, la sangre materna fluye hacia dentro y fuera de éstas y establece una circulación uteroplacentaria primitiva. El embrión recibe oxígeno y nutrientes de la sangre materna y elimina su bióxido de carbono y productos de desecho hacia la misma. Por el décimo día después de la fecundación el blastocisto se introduce por completo en el endometrio (véase fig. 2-1B), pero está confinado a su capa compacta superficial. El blastocisto implantado produce un área de endometrio elevada pequeña en la cual un tapón de fibrina oclusivo, es visible por uno o dos días. Al inicio de la segunda semana aparece una cavidad pequeña entre la masa celular interna y las dos capas del trofoblasto. Este espacio es el inico de la cavidad amniótica (fig. 2-1A). Al mismo tiempo se presentan cambios morfológicos en la masa celular interna que producen la formación de una placa circular plana compuesta de dos capas (fig. 2-1B). Esta área bilaminar llamada disco embriónico, la forman dos capas: (1) el epiblasto, que se compone de células columnares altas contiguas a la cavidad amniótica; y (2) el hipoblasto , de células cuboidales adyacentes a la cavidad del blastocisto, llamada ahora sacovitelino primario. En tanto la cavidad amniótica crece, adquiere un techo semiesférico epitelial, delgado, llamado amnios (véase fig. 2-1B y C). Las células del amnios llamadas amnioblastos , se originan del citotrofoblasto. El epiblasto forma el suelo de la cavidad amniótica y se continúa con el amnios en situación periférica. Cuando se forma el amnios, otras células provenientes del citotrofoblasto constituyen una membrana exocelómica delgada(fig. 2-1B). Está membrana se continúa en el

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SEGUNDA SEMANA DEL DESARROLLO HUMANO

    La segunda semana del desarrollo embriónico, se caracteriza por la consumación de la implantación del blastocisto y el desarrollo subsiguiente del trofoblasto (fig. 2-1).  Mientras está ocurre se presentan cambios en la masa celular interna que producen un disco embriónico bilaminar . Está compuesto de dos capas distintas: epiblsto e hipoblasto ; la cavidad amniótica y el sacovitelino se desarrollan en asociación con estas capas (véase fig. 2-1A y B).

    A medida que el blastocisto penetra en el endometrio más y más de su trofoblasto entra en contacto con los tejidos endometriales. Resultado de esto, la diferenciación del trofoblasto continúa hasta que la pared del blastocisto está compuesta de dos estratos completos de citotrofoblasto y sincitiotrofoblasto (fig. 2-1C). cuando la capa de sincitiotrofoblasto se dilata, se desarrollan lagunas (pequeños espacios) que pronto se llenan con sangre materna, residuos celulares y secreciones grandulares (fig. 2-1B). Este material provee nutrición para el embrión. Las lagunas se fusionan de manera gradual para formar redes lagunares (fig. 2-1C). Mientras que el sincitiotrofoblasto erosiona los vasos sanguíneos endometriales, la sangre materna fluye hacia dentro y fuera de éstas y establece una circulación uteroplacentaria primitiva. El embrión recibe  oxígeno y nutrientes de la sangre materna y elimina su bióxido de carbono y productos de desecho hacia la misma.

    Por el décimo día después de la fecundación el blastocisto se introduce por completo en el endometrio (véase fig. 2-1B), pero está confinado a su capa compacta superficial. El blastocisto implantado produce un área de endometrio elevada pequeña en la cual un tapón de fibrina oclusivo, es visible por uno o dos días.

    Al inicio de la segunda semana aparece una cavidad pequeña entre la masa celular interna y las dos capas del trofoblasto. Este espacio es el inico de la cavidad amniótica (fig. 2-1A). Al mismo tiempo se presentan cambios morfológicos en la masa celular interna que producen la formación de una placa circular plana compuesta de dos capas (fig. 2-1B). Esta área bilaminar llamada  disco embriónico, la forman dos capas: (1) el epiblasto, que se compone de células columnares altas contiguas a la cavidad amniótica; y (2) el hipoblasto , de células cuboidales adyacentes a la cavidad del blastocisto, llamada ahora sacovitelino primario.

    En tanto la cavidad amniótica crece, adquiere un techo semiesférico epitelial, delgado, llamado  amnios (véase fig. 2-1B y C). Las células del amnios llamadas amnioblastos , se originan del citotrofoblasto. El epiblasto forma el suelo de la cavidad amniótica y se continúa con el amnios en situación periférica. Cuando se forma el amnios, otras células provenientes del citotrofoblasto constituyen una membrana exocelómica delgada(fig. 2-1B). Está membrana se continúa en el hipoblasto  del disco embriónico y compone la pared del saco vitelino primario.                            

La deslaminación de células citotrofoblásticas genera una capa de células gruesas ordenas  de una manera laxa, llamada mesodermo embriónico (ver fig. 2-1B). Este estrato llena por completo el espacio entre el trofoblasto por fuera y el amnios y el saco vitelino primario por dentro de su parte interna.

    A la mitad de la segunda semana, aparecen espacios aislados en el mesodermo extraembriónico (ver fig. 2-1C). Estos espacios pronto coalescen para formar una cavidad grande única llamada celoma extraembriYnico al fin de la segunda semana (véase fig. 2-2C). La pared del saco coriónico está constituida por el corion, el cual se compone de una capa de mesodermo extraembriónico y las dos capas del trofoblasto.

    Al fin de la segunda semana , se ha desarrollado bellos coriónicos primarios como excrecencias del trofoblasto a partir del corion. Consisten en una parte central del citotrofoblasto recubierta por una capa gruesa de sincitiotrofoblasto (véase fig. 2-2C). Estos vellos primarios son los primordios de los vellos coriónicos de la placenta. Al terminar la segunda semana se desarrolla una placa procordal como un engrosamiento localizado del

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hipoblasto en la porción cefálica del disco embriónico (ver fig. 2-2C). La placa procordal es un organizador de la porción cefálica e indica dóde de desarrollará la boca del embrión.

RESUMEN

    La cavidad amniótica se desarrolla entre el epiblasto y el citotrofobalsto (véase fig. 2-1A) y es encerrada por el amnios (véase fig. 2-1C). Esta capa epitelial se deriva del citotrofoblasto y está unida a los extremos del epiblasto en el disco embriónico.

    Al implantarse el blastocisto, se diferencian dos capas embriónicas, el epiblasto y el hipoblasto , a partir de la mas celular interna. Ellas constituyen el disco embriónico bilaminar (véase fig. 2-1B).

    La pared del saco vitelino primario se desarrolla a partir de la membrana exocelómica que se forma por células provenientes del citotrofoblasto. La pared del saco vitelino se continúa copn el hipoblasto del disco embriónico el cual forma su techo (fig. 2-1B).

    El mesodermo extraembriónico también se forma apartir de células que provienen del citotrofoblasto (véase fig. 2-1B). Llema por completo el espacio entre los sacos amniótico y vitelino y el trofoblasto. Aparecen espacios en el mesodermo extraembriónico (véase fig. 2-1C), que pronto se fusionan para formar una cavidad conocida como celoma extraembriónico (fig. 2-2A). Esta cavidad divide el mesodermo extraembriónico  en las caapas somática y esplácnica y se llama cavidad coriónica cuando se forma el saco coriónico (fig. 2-2C).

    El saco vitelino primitivo, se reduce en tamaño y es entonces conocido como saco vitelino secundario (fig. 2-2B). El saco vitelino no contiene vitelo, pero está relacionado con la transferencia de nutrientes y oxígeno hacia ek embrión a partir de la sangre materna. Estas sustancias se difunden a través del corion , entran al celoma extraembriónico y pasan a lo largo de la pared del saco vitelino hacia el disco embriónico (primordio del embrión).

Al final de la segunda semana, el disco embriónico y sus sacos asociados amniótico y vitelino, están unidos al saco coriónico por una banda delgada del mesodermo extraembriónico el tallo de conexión (véase fig. 2-2B). El tallo de conexión es el primordio del cordón umbilical.

    La implantación del blastocisto es la característica prominete de la segunda semana de desarrollo y se puede resumir como sigue (fig. 2-1):

1. El sincitiotrofoblasto erosiona el epitelio endometrial, estroma, vasos sanguíneos y glándulas.

2. Se desarrollan lagunas (espacios) en el sincitiotrofoblasto, que se funden y forman redes lacunares.

3. La sangre materna se desliza dentro y fuera de la redes lacunares para establecer una circulación uteroplacentaria primitiva.

4. El defecto en el epitelio endometrial, a través del cual pasó de blastocisto, desaparece hacia el fin de la segunda semana, en tanto se regenera el epitelio endometrial.

    La implantación del blastocisto, ocurre por lo habitual en el cuerpo uterino, por lo general en sus paredes anterior o posterior, pero pueden presentarse diversas implantaciones ectópicas o extrauterinas. La localización más frecuente de las gestaciones ectópicas es en la tuba uterina, pero en casos raros, se pueden presentar en ovario, cavidad peritoneal o cérvix.