Seguridad Alimentaria "biodiversidad y culturas"

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Soberanía Alimentaria Biodiversidad y Culturas OCTUBRE 2010/NÚM.3 AGROECOLOGÍA, MODELO A DEFENDER EL CONFLICTO DE LA LENGUA AZUL PESCANOVA

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Revista que engloba los articulos: agroecología un modelo a defender , el conflicto de la pesca azul y pescanova

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    sOCTUBRE 2010/NM.3

    AGROECOLOGA, MODELO A DEFENDER

    EL CONFLICTO DE LA LENGUA AZUL

    PESCANOVA

  • ORGANIZACIONES COEDITORASLa Va CampesinaPlataforma RuralFundacin Agricultura Viva-COAGGRAIN

    ORGANIZACIONES COLABORADORASACSUR-Las SegoviasAmigos de la TierraEcologistas en AccinEntrepueblosIngeniera Sin Fronteras ValenciaMundubatVeterinarios Sin FronterasXarxa de Consum SolidariFundacin Biodiversidad

    COMIT EDITORIAL-Paul Nicholson.-Jernimo Aguado Martnez.-Eduardo Navarro.-Henk Hobbelink. -Helen Groome.-Beln Verdugo Martn.-Marta G. Rivera Ferre. -Ismael Sanz Remn.-Fernando Fernndez Such. -Carlos Vicente.

    COORDINACIN Y EDICINGustavo [email protected]: +34 616 114 005

    ARTE Y MAQUETACINwww.mareavacia.com

    DIRECCIN POSTAL:GRAINc/ Girona 25, principal08010 Barcelona

    WWW.SOBERANIAALIMENTARIA.INFO

    Depsito Legal B-13957-2010ISSN 2013-7567

    EDITORIAL La necesidad de un cambio en el modelo agrcola AMASANDO LA REALIDAD Cambiando de bando. La opcin por la agroecologaIncorporando la soberana alimentaria al proceso de construccin de la agroecologaConsecuencias de la dependencia del petrleo en la agricultura: efectos previsibles del peak-oil EN PIE DE ESPIGA Algunos interrogantes sobre la vacuna de la lengua azulPescanova frente a la soberana alimentaria PALABRA DE CAMPO La tierra asomaLa razn del campo. El legado de Roco Eslava ATAQUES Y RESISTENCIAS Una nueva especulacin alimentariaEl IPOD y la lucha por la soberana alimentariaSe acerca el quinto congreso de la CLOCUn boletn internacional desde los movimientos para los movimientosLa gran mentira del algodn transgnico DE UN VISTAZO Y MUCHAS ARISTAS Granjas de salmones. Nada bueno para la Soberana Alimentaria

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    Somoscomo esos viejos rbolesbatidos por el vientoque azota desde el mar.

    Hemosperdido compaerospaisajes y esperanzasen nuestro caminar.

    Vamoshundiendo en las palabraslas huellas de los labiospara poder besar

    Tributo a Jos Antonio Labordeta. El pasado 19 de septiembre nos dej Jos Antonio Labordeta, un poeta del campo, con el que seguiremos caminando. Gracias compaero.

    tiemposfuturos y anhelados,de manos contra manosizando la igualdad.

    Somoscomo la humilde adobaque cubre contra el tiempola sombra del hogar.

    Hemosperdido nuestra historiacanciones y caminosen duro batallar.

    Vamosa echar nuevas racespor campos y veredas,para poder andar

    tiemposque traigan en su entraaesa gran utopaque es la fraternidad.

    Somosigual que nuestra tierrasuaves como la arcilladuros del roquedal.

    Hemosatravesado el tiempodejando en los secanosnuestra lucha total.

    Vamosa hacer con el futuroun canto a la esperanzay poder encontrar

    tiemposcubiertos con las manoslos rostros y los labiosque suean libertad.

    Somoscomo esos viejos rboles.(Somos. Jos Antonio Labordeta)

    Soberana Alimentaria, Biodiversidad y Culturas es una publicacin trimestral para el Estado espaol de informacin, debate y refl exin sobre temticas rurales bajo una ptica poltica de Soberana Alimentaria. Un instrumento de pensamiento crtico hecho por las manos y para las manos de las gentes que integran los movimientos campesinos que defi enden un mundo rural vivo.

    Este tercer nmero de la revista toma de nuevo una de las obras del pintor Rafael Zabaleta que nos viene acompaando en nuestros primero pasos. Paisaje de esto, expuesto en el del Museo Zabaleta en la localidad natal del pintor, Quesada (Jan), a quien agradecemos su colaboracin, fue pintado en 1945 y retrata un paisaje tpico de la sierra de Quesada, situado en pleno Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas del que tantas veces se nutri Rafael Zabaleta para pintar sus cuadros. Esta escena representa las labores de la siega, un elemento y un entorno del modo de vida del campesinado andaluz, que la industrializacin y mecanizacin de la agricultura, lgicamente, ha ido transformando.

    Pero hemos sido prudentes en todos estos cambios? La revista que tienen entre manos aborda precisamente los valores del modelo agroecolgico que impulsa la Soberana Alimentaria enfrentndolos a los impactos de la agricultura intensiva. Por ello las fotografas que ilustran esta revista quieren ser tambin una forma de visualizar una y otra. Un cara a cara sin palabras, un dilogo con la mirada. Para ello contamos con fotografas extradas del libro Fatal harvest. The tragedy of industrial agricultura editado por Andrew Kimbrerll y publicado por la Foundation for Deep Ecology, y con fotografas del Centro fotogrfi co sobre biodiversidad cultivada y conocimiento campesino, de la Red de Semillas.

    La fotografa de la contratapa trasera es de Prometeo Lucero, una expresin de viaje en comn.

    Les invitamos a que se comuniquen con el equipo redactor ([email protected]) y nos enven sus experiencias, sugerencias y comentarios as como aportaciones grfi cas para prximos nmeros. Los artculos fi rmados son responsabilidad de sus autores. El material aqu recogido puede ser divulgado libremente, aunque agradeceramos que citaran la fuente.

    Las organizaciones que coeditamos la revista Soberana Alimentaria, Biodiversidad y Culturas somos:

  • La necesidad de un cambio en el modelo agrcola.

    A pesar de las crisis cclicas del capitalismo, los guar-dianes del sistema siguen dando vueltas de tuerca tratando de salvarlo una y otra vez. Parece ser que de nuevo han logrado refl otar el barco salvando el sistema fi nanciero internacional a costa de recortar derechos sociales y sin haber introducido ningn cambio ni en las normas de funcionamiento, ni tan siquiera en la estructura econ-mica. Las personas, las organizaciones y movimientos crticos con el sistema no dudamos en argumentar, exigir, plantear la necesidad de un cambio en el modelo de desarrollo que rompa con la lgica de la acumulacin y explotacin propia del capitalismo.

    Pues bien, el modelo agrcola dominante que se ha reproducido hasta lmites inimaginables desde hace 50 aos y que ha trado consigo la proletarizacin del campesinado y la concentracin del poder de la cadena alimentaria en unas pocas multinacionales, es la forma agraria de este capitalismo salvaje que detestamos. La alternativa al capitalismo del agro la conocemos y la defendemos, la Soberana Alimentaria, y sabemos que la construccin de este paradigma exige un cambio en el modelo de produccin. No ser posible avanzar hacia la Soberana Alimentaria si no se produce un alejamiento del modelo agroindustrial que se ha impuesto y que se ha generalizado.

    La crisis que vive el campo se hace cada ao ms profunda y los datos de activos agrarios, evolucin de la renta agraria, precios en origen o participacin del PIB agrario lo demuestran. Es una crisis sistmica, de un sector que se desarrolla dentro del mismo sistema capitalista y con su misma lgica. Por lo tanto no podemos enfrentarla reproduciendo el mismo modelo que lo est destruyendo. El cambio del modelo agrario es una necesidad.

    El capitalismo dispone tambin de guardianes del modelo agroalimentario mundial, vase la Comisin Europea, los Gobiernos de los pases europeos y

    EDITORIAL*en el petrleo, el deterioro de la salud, o la inaceptable pobreza a la que se ven sometidas las familias campesinas en el mundo son efectos de un modelo productivo inten-sivo e industrializado. Tambin la revista expone algunas de estas repercusiones.

    Debemos insistir una y otra vez que, hoy da, la mayo-ra de gobiernos estn de parte del capital y sus multi-nacionales, no del campesinado, algo que se vislumbra a lo largo de este nmero de la revista: los gobiernos no promueven la agroecologa y la agricultura campesina y familiar, porque no reporta benefi cios a las grandes multinacionales (productos qumicos, transgnicos....). El mismo motivo est detrs de su marginacin de la pesca artesanal, las panaderas locales...

    Es necesario comprometerse entonces con un cam-bio de modelo agrcola, abandonar lo antes posible la agricultura y ganadera industrial para acercarnos a la agroecologa y la agricultura campesina y familiar, porque mantenernos en el actual modelo lleva sin remedio a la destruccin del medio rural y del modo de vida campesino que tanta sabidura y buen hacer a aportado a lo largo de la historia.

    No podemos seguir enarbolando la bandera de la Soberana Alimentaria sin afrontar de manera clara el modelo de produccin. Las tibiezas y los posibilismos son como balones de oxgeno para que el mismo modelo destructor siga extendindose. No se trata de culpabilizar, castigar o demonizar a los cientos de miles de campesinos y campesinas que continan atrapados en la agricultura industrial -nada de eso- todos estos campesinos y campe-sinas son compaeros y compaeras de lucha con los que es necesario tejer un dilogo poltico y real sobre lo que, como campesinos y campesinas, hacemos y queremos hacer, sobre lo que queremos aportar a la sociedad y sobre cul es la mejor forma de hacerlo.

    Iniciar este debate exige entrar refl exionar sobre una gran cantidad de temas que durante mucho tiempo han sido tabs entre los propios campesinos y campesinas: es necesario debatir el tamao y dimensin de las explota-ciones agropecuarias, el papel de las nuevas tecnologas en la alimentacin, el rol de hombres y mujeres en la unidad familiar campesina, los frenos internos al relevo genera-cional, la propiedad de la tierra o al menos el acceso a un pedazo sufi ciente de tierra para poder empezar, etc.

    Afrontarlo en los debates y dedicar esfuerzos a ello no dejndose atrapar por las maraas burocrticas de un sistema que nos lleva siempre a tener que discutir la letra pequea sin dejarnos tiempo a levantar la cabeza y ver el conjunto. Hay cientos de experiencias de agricultura campesina en el estado, hay miles de experiencias en Europa, hay cientos de miles en el mundo. Todas ellas nos muestran que la posibilidad es real, pero mientras

    norteamericanos, todos los gobiernos de pases exporta-dores de alimentos, los lobby de las agrocorporaciones, el capital fi nanciero invertido en agricultura, etc. Qu hace-mos el resto: las organizaciones agrarias, los movimientos ecologistas, las organizaciones de consumo, las organiza-ciones de desarrollo, las asociaciones rurales que se dan cuenta de esta crisis?

    El primer paso es tener claro que es necesario el cam-bio de modelo. Es necesario un modelo de produccin que vuelva a ligar la actividad agropecuaria a la Tierra y que vuelva a redimensionar las relaciones econmicas y socia-les que se generan en torno a las unidades agrarias, para volver a hacer del trabajo campesino una actividad local, cercana, creadora y reproductora de vida en equilibrio con el entorno, manteniendo comunidades sostenibles donde sea posible un desarrollo a escala humana. Ese modelo existe y tiene un nombre y unos principios, la agroecolo-ga y la agricultura familiar y campesina, que esperamos ayudemos a divulgar y conocer con varios de los artculos de este nmero 3 de la revista. El deterioro del suelo y del agua como sustentos de vida, la prdida de biodiversidad, los lmites ambientales y fsicos del modelo actual basado

    *

    No ser posible avanzar hacia la Soberana Alimentaria si no se produce un alejamiento del modelo agroindustrial que se ha impuesto y que se ha generalizado.

    que las organizaciones que luchamos por la Soberana Alimentaria las sigamos analizando y mostrando como experiencias, su xito seguir dependiendo exclusiva-mente de baraka, como dice en uno de los artculos el agricultor Antonio Ruz.

    Las fuerzas sociales para apostar pblicamente y extender la agroecologa estn, y las alianzas entre ellas se han generado desde hace aos. La Plataforma Rural es la expresin de esta unidad de fuerzas en el estado espaol, y la Va Campesina y sus alianzas lo es a nivel mundial. Es la hora de la Soberana Alimentaria!

    No podemos seguir enarbolando la bandera de la Soberana Alimentaria sin afrontar de manera clara el modelo de produccin.

    Fatal harvest. The tragedy of industrial agriculture.

    3EDITORIAL / SABC / OCTUBRE 2010 / NM.3

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    AMASANDO LA REALIDAD

    Cambiando de bando

    BELN VERDUGO. CON LOS LIBROS EN LA HUERTA.

    Beln nos cuenta que nac en una ciudad, pero llevo casi tres dcadas viviendo en Piel de Abajo, un pequeo pueblo de la Castilla profunda, practicando la agricultura familiar. Por motivos afectivos y de vocacin, si se puede llamar as, decid que mi vida estaba ligada al campo. Mi compaero Goyo naci en este pueblo, y las tierras que labramos son nuestras y de la familia. Una pequea suma de parcelitas de secano que dedicamos a legumbres y cereales, ajo, via, y, con un poco de suerte y mucho empeo, tam-bin madurarn los pistachos. Tengo formacin universitaria en letras, algo que no cuadra con las mquinas agrcolas.

    Si le preguntamos desde cuando su fi nca est en la agricultura eco-lgica explica que la memoria y los papeles, muchos por cierto, nos recuerdan que llevamos ms de veinte aos haciendo agricultura ecolgica, avalada por los certifi cados

    La opcin por la agroecologa

    En este artculo presentamos diferentes experiencias de campesinas y campesinos con una amplia trayectoria defendiendo la agricultura y ganadera ecolgica, frente al modelo dominante de la industrializacin de estas prcticas. Los testimonios nos llegan de mano de Beln Verdugo, Maite Ruiz de la Rosa, Jabi Arriaga y Josep Pmies, y creemos que ofrecen un ngulo directo y apropiado para conocer y enfrentar dos modelos de entender y practicar la agricultura.

    Esencias

    El campesinado que se decide a trabajar bajo un modelo ecolgico se encuentra, inicialmente, con un

    reto de alto riesgo: dificultades para ampliar su formacin, nulas ayudas (econmicas y tcnicas) de la

    administracin y cada vez menos desconocimiento y poca valoracin por parte de la sociedad.

    La agroecologa se convierte, para quienes la ejercen, en mucho ms que una prctica agrcola. Es un objetivo

    poltico, un ejercicio de responsabilidad con el futuro y una nueva relacin personal con la tierra y la naturaleza.

    Los planteamientos habituales se caen desde muy alto.

    Digan lo que digan las academias convencionales, la prctica demuestra que la agricultura ecolgica, en trminos

    de produccin de alimentos, no tiene ningn complejo frente a la agricultura baada de productos qumicos.

    Hacer agricultura ecolgica es ganar autonoma, quizs por eso no hay voluntad de apoyarnos,

    la industria saldra perdiendo.

    La Agroecologa viene a ser la agricultura femenina, donde prima el cuidado y el respeto a la produccin,

    aunque la buena alimentacin no cotice en Bolsa

    Sin un buen asesoramiento e investigacin pblica el camino a recorrer se hace muy poco a poco, y as el conjunto de

    toda la sociedad no consigue avanzar a nuevos paradigmas.

    La agricultura ecolgica se acompaa muy bien con modelos cooperativos para demostrar que buenos

    principios polticos pueden ser xitos empresariales.

    y que llevar una vida ecolgica tiene mucho sentido. Era una movida que surga en muchos puntos, y nues-tra responsabilidad, desde el campo, era trabajar la tierra con cuidado y producir alimentos ecolgicos.

    Como casi todo lo que vale en la vida explica Beln se consigue con mucho esfuerzo y conviccin. En este caso cada cosecha, cada campaa era una aventura. Yo deca que nuestro trabajo era de alto riesgo, ya que no tenas referencias concretas que te ayudaran a planifi car. Ibas apren-diendo sobre la marcha, preguntando a la gente que conocas y observando mucho los procesos naturales. Casi

    de los organismos de control. Antes, como es lgico, nuestra produc-cin era ms convencional y menos diversifi cada pero ha pasado tanto tiempo que slo me acuerdo de la experiencia en produccin ecol-gica. El cambio, dice Beln, lleg por una amiga de juventud, que se acababa de instalar en Catalua, me pas un boletn da la Coordinadora de Agricultura Ecolgica. Yo estaba embarazada y ste fue el comienzo de una formacin y de un camino que no deja de darnos sorpresas. Sin saber el porqu, te encuentras con gente que te atrae, sientes que han dado pasos en la direccin acertada

    Conversatorio

    nadie de la profesin entenda eso de ecolgico y no era extrao que se pusieran en contra. Unas personas porque lo vean revolucionario y otras porque pensaban que perdera-mos el tiempo y el dinero.

    La denuncia de Beln es clara. El funcionariado agrario no estuvo a la altura, y la poltica agraria con sus representantes tampoco. Hoy da nos derivan a las medidas de Desarrollo Rural, a las Agroambientales, fuera del reconocimiento de la PAC, nos obligan a dedicar muchas horas a temas administrativos para favorecer sus controles, pero no nos propor-cionan ni asesoramiento, ni apoyo ni proteccin. Sin ir ms lejos la postura de Espaa de permitir los transg-nicos es una amenaza clarsima a la agricultura ecolgica, a sus principios y a su viabilidad econmica. Nos con-taminan y nos arruinan el futuro.

    Alguna vez, cuando refl exiono sobre lo andado, contina Beln pienso que ha merecido la pena llegar hasta aqu. Me hubiera gustado que la agroecologa fuera una agricultura mayoritaria, que se hubiera animado ms gente a practicarla, pero viendo cmo funciona el ejrcito de las multinacionales, la propaganda y la informacin que se da a travs de las Cmaras Agrarias u otros medios, es fcil entenderlo. Cada vez veo ms claro que la vida se explica desde una cosmovisin y una visin ms holstica y la agricultura ecolgica nos permite esa relacin compleja con la naturaleza y la vida, observar: acompaar y ofrecer sus alimentos.

    Por eso, seguramente, los retos para Beln y su familia se amplan. A nivel personal y familiar vamos a seguir con nuestra agricultura ecolgica campesina, con nuestros productos, procurando evolucionar y ampliar nuestra oferta, con la transformacin directa de nuestros cereales y legumbres. Ya hemos comenzado a elaborar pasta ecol-gica de nuestra espelta y trigo. Este

    Beln Verdugo

    5AMASANDO LA REALIDAD / SABC / OCTUBRE 2010 / NM.3

  • proyecto lo llevar nuestro hijo, que adems ha iniciado la formacin en Agricultura biodinmica. Pero estos avances, lo explica Beln, no pueden caminar de forma individual y su implicacin sindical es muy fuerte. Beln, preside en estos momentos el colectivo de mujeres de CERES. Como proyecto sindical quiero conseguir que la Agroecologa se convierta en un objetivo poltico a defender, como propuesta compartida con la ciudadana.

    Tambin, como feminista con-vencida, deseara que la Igualdad de Gnero fuera una realidad en todo el mundo pero los espacios agrarios todava son muy patriarcales. Las mujeres y la alimentacin son aspec-tos ligados directamente a la presen-cia femenina y se debe de reconocer que la agricultura ecolgica ha nacido de unos valores y de un impulso ms femenino. Es justo reconocerlo. He tenido oportunidad de conocer a mujeres de todos los territorios, a travs de encuentros, cercanos e internacionales, y he escuchado en alguna ocasin que las mujeres esta-mos pariendo las alternativas y que las mujeres estamos en el corazn de la Soberana Alimentara. Escuchar a otras mujeres nos da mucha fuerza.

    MAYTE RUZ DE LA ROSA. LA RECONVERSIN DE UNA ASESORA.

    Antes de dedicarme a la agricul-tura ecolgica explica Maite trabaj casi 20 aos en el sector de la fl or cor-tada y planta ornamental, en temas de asesoramiento tcnico y comercial. Cansada de la agricultura qumica, y con el convencimiento de que otra agricultura es posible, me reconvert en tcnica especializada (a nivel terico), en agricultura y ganadera ecolgica, lo que me cost formarme unos tres aos.

    Siempre he vivido muy cercana a la naturaleza, me encanta, intento respetarla, he pertenecido desde hace muchos aos a varios grupos

    ecologistas. Profesionalmente, cuando realic mi carrera de ingeniera tcnica agrcola, tengo que reconocer que no o en ningn momento la palabra ecologa relacionada con la agricultura una realidad que ahora nos cuenta Maite muy presente en todas las carreras relacionadas con la produccin agrcola.

    A lo largo de mis aos de pro-fesin, he tenido un claro problema de conciencia cuando como asesora tcnica recomendaba una y otra vez recetas de pesticidas. Por otro parte, hablando con muchos amigos y amigas agricultores a los que aseso-raba, me han ido transmitiendo su problemtica y el callejn sin salida que supona este tipo de agricultura: la prdida progresiva de rentabilidad

    Como proyecto sindical quiero conseguir que la Agroecologa se convierta en un objetivo poltico a defender, como propuesta compartida con la ciudadana.

    y la degradacin de sus fi ncas debido a un encarecimiento de insumos, prdida de precios en el mercado convencional, problemas muy graves de enfermedades del suelo, contami-nacin de acuferos y muchos ms. La agricultura tiene que ser rentable, y la produccin ecolgica es una clara opcin.

    Maite nos describe tambin las difi cultades que tuvo para llevar a cabo su reconversin profesional: Lo primero, dejar negociadamente el trabajo que tena, y dedicarme, por entero a formarme en agricul-tura ecolgica. Al principio todo el mundo pens que estaba un poco loca, dejar un trabajo fi jo, con cua-renta aos, viviendo sola, no es una opcin fcil. Terminando el curso de experta de agricultura ecolgica en la Universidad de Sevilla, a travs de su directora, consegu una entrevista para mi primer trabajo ecolgico. A partir de ah, trabajar mucho, apren-der mucho... cambiar continuamente mi lugar de residencia...

    Algunos espacios del sector ecolgico, por el momento, signifi can precariedad en el trabajo. Es necesario concluye ms medios econmicos para el sector, para investigar, para asesorar, para todo. Es fundamental tambin el reconocimiento real y legal por parte de la administracin, como sistema de cultivo sostenible y de futuro.

    JABI ARRIAGA. EL SENTIDO COMN.

    Jabi Arriaga, alias Txiplas es uno de los cinco socios de la cooperativa Bizkaigane, un emprendimiento de ganadera ecolgica en Euskadi que ofrece muy diversos productos con comercializacin directa a las y los consumidores. Somos cinco socios en igual condiciones, con los mis-mos das de vacaciones y de trabajo. Gozamos y sufrimos por igual. Este es uno de los rasgos caractersticos de Bizkaigane, donde suman a los

    valores ecolgicos y la defensa de la produccin local, un modelo de coo-perativa horizontal.

    La propuesta de trabajar de forma cooperativa, que iniciaron hace ms de 25 aos, la tomaron en base a experiencias similares que se dieron en su zona, y tuvieron la sabidura de aprender de las buenas y malas expe-riencias. En aquellos aos trabajba-mos con una fi losofa de produccin extensiva, en base slo a nuestros propios terrenos y los conocimien-tos heredados. Nos daba mucho que pensar las propuestas que llegaban de los tcnicos: antibiticos y antiparasi-tarios que debamos comprar y aplicar por rutina, compra de fertilizantes...Ninguno de los socios somos tcnicos, quizs esa era nuestra ventaja.

    De alguna manera, la experien-cia de Jabi y sus compaeros, no ha sido tanto reconvertirse a la agroeco-loga sino haber sabido preservar su propuesta inicial, sin caer en el modelo de ganadera intensiva que se contagiaba en todos los caseros. Nos salvo el no buscar complicaciones, para nosotros era importante no la cantidad a producir sino la calidad, el equilibrio con nuestra propia capaci-dad y respetando la mxima de conse-guir horarios laborales normales. Con descanso los fi nes de semana, con vacaciones, etc.. Lo cual ciertamente en el sector de la pequea ganadera siempre dicen que muy esclavo no es algo habitual.

    Jabi destaca que en su caso el apoyo del Sindicato EHNE ha sido signifi cativo, por ejemplo en las negociaciones frente algunas medidas de las administraciones que venan a entorpecer proyectos como la defensa de la venta directa, bsico para ase-gurar una rentabilidad sufi ciente, o tambin frente a medidas sanitarias confl ictivas como la obligatoriedad de la vacunacin contra la lengua azul.

    La calidad de los productos agroecolgicos se percibe en su consumo, pero tambin en anlisis de

    Jabi Arriaga.

    Foto: Eva Latorre.

    SABC / OCTUBRE 2010 / NM.3 / AMASANDO LA REALIDAD6 7AMASANDO LA REALIDAD / SABC / OCTUBRE 2010 / NM.3

  • laboratorio. Jabi nos menciona uno de los estudios en los que su cooperativa ha participado. En la leche ecol-gica la relacin omega-3, omega-6, en la grasa, etc... ofrecieron mejores resultados que la leche producida en sistemas convencionales extensivos, y desde luego mejor que en modelos intensivos.

    JOSEP PMIES, COMBATE MS DULZURA.

    por Som lo que SembremJosep Pmies, 62 aos, agricul-

    tor de Balaguer (Lleida) es miem-bro de Slow Food y de Som lo que Sembrem, as como promotor de la asociacin Dola Revoluci, que fomenta el uso de plantas medicinales y las terapias naturales. Forma parte de una pequea empresa familiar, Pmies hortcoles, dedicada a la produccin de vegetales bajo tcni-cas tradicionales y respeto al medio ambiente, y adems recuperan plantas silvestres, mal denominadas malas hierbas por la agricultura industrial y qumica.

    En su actividad Josep se ha encontrado en frente a una adminis-tracin que difi culta su labor. Pelea por introducir la Stevia en Espaa, un tesoro para diabticos, hipertensos y obesos. Ha sido incriminado por su lucha contra los transgnicos y en su lucha contra ellos protagoniz una huelga de hambre para respaldar la Iniciativa Popular que reclamaba Catalunya Libre de Transgnicos. Y recientemente ha visto como desde la Generalitat de Catalunya pretendan obstaculizarle la comercializacin de fl ores como alimento. Finalmente su actitud y la respuesta social encabe-zada por un conjunto de cocineros y cocineras catalanes, ha hecho dar marcha atrs a las pretensiones de la administracin.

    El cambio de desarrollar la actividad agraria utilizando mtodos convenciona-les con productos fi tosanitarios a pasar

    a trabajar bajo criterios ecolgicos, te supuso tambin transformaciones a nivel personal?

    Ha sido como volver a empe-zar en mi profesin y recordar con tristeza el abandono y olvido de las prcticas agrcolas que mis padres y abuelos me legaron, en pro de la modernidad impuesta ahora lo s de la Revolucin verde. Pero el cam-bio ha valido la pena, he recobrado la fertilidad de mis tierras y ya no me sentir tan culpable del estado en que las dejar a mis hijos. Por suerte la naturaleza es auto reparable cuando dejas de agredirla. El cambio de lo convencional a lo ecolgico me motiv a investigar sobre el poder de las plantas y esto ha cambiado mi vida. Finalmente me he podido dar cuenta del tesoro que guardan tanto como alimento, como medicina, y mira por donde ahora ya casi me llaman curandero. Os imaginis los tesoros ocultos de sabidura que tiene que haber en miles de abuelos y abuelas olvidados con sus experien-cias con plantas y animales? Aqu es donde habra que trabajar, en recuperar esos conocimientos inmen-sos para que otras personas puedan disfrutar de la vida con plena salud y sin la enfermedad provocada por la alimentacin industrial en la que muchos hemos colaborado.

    Podras explicarnos como te afect en tu salud?

    Empezar a dejar de rociar mis campos con productos qumicos, poco a poco, fue mejorando mi salud. Creo que por dos motivos, uno dejar de comer alimentos de mi huerta envenenada y dos dejar de tratar, tocar y respirar productos txicos. Hace 15 aos tena que ir de forma frecuente al mdico por molestias varias que con el tiempo he podido saber eran fruto de intoxi-caciones moderadas de fi tosanitarios qumicos. Hace ya unos 10 aos que no he ido al mdico. Y puedo

    afi rmar, que soy ms viejo, s, pero ms sano.

    Y a nivel de relaciones personales y sociales, qu signifi caras?

    He pasado de militar en un sindicalismo agrario en el que slo se reivindica el tema econmico de nuestras cosechas, a integrarme en movimientos de base sociales que luchan por una alimentacin que sea fuente de salud. Hipcrates, aos antes de Cristo, ya reivindicaba que tu alimento sea tu medicamento, base del juramento hipocrtico de los mdicos. Pero cuntos de ellos se acuerdan de este juramento? Seguramente que muchas y muchos, pero no los sufi cientes para esta cruzada que la medicina, la agricul-tura y la ciudadana hemos de iniciar para acabar de una vez por todas con la intoxicacin de nuestros alimen-tos en el campo y en las industrias agroalimentarias.

    Este cambio de actitud y defen-derlo pblicamente est costando mucho esfuerzo a mi entorno fami-liar. Amenazas, juicios, etc. Puedo afi rmar que con el compromiso de gobiernos y universidades se avan-zara muy rpido en el desarrollo de la agroecologa, pero con la Iglesia hemos topado, esto no es negocio y por tanto seguramente tendremos que empujar el carro desde abajo con la sencillez y la honradez que nos ampara.

    *

    Incorporando la soberana alimentaria al proceso de construccin de la agroecologa

    En este artculo se incorpora a la construccin de la Soberana Alimentaria los conceptos y dimensiones de la Agroecologa. Un puente entre dos elementos fundamentales para el cambio del actual modelo agrario que empo-brece al planeta y abate a sus seres vivos.

    Fatal harvest.

    The tragedy of

    industrial agriculture.

    Eduardo Sevilla Guzmn

    SABC / OCTUBRE 2010 / NM.3 / AMASANDO LA REALIDAD8

  • En no pocos casos la ciencia, se transforma en una estructura de poder que desarrolla un proceso de recproca legitimacin entre los intereses benefi ciarios del crecimiento econmico y el sistema social de la ciencia.

    La agroecologa surge demostrando que se puede producir sin qumica de sntesis y sin petrleo, con unos rendimientos claramente superiores a los de la agricultura intensiva o convencional.

    DE DNDE VENIMOS

    En 1995, participativamente con las primeras expe-riencias agroecolgicas andaluzas de campesinos sin tierra , defi nimos a la agroecologa como el manejo ecolgico de los recursos naturales a travs de formas de accin social colectiva para el establecimiento de sistemas de control participativo y democrtico, en los mbitos de la produccin y circulacin de alimentos. Se aada que tales formas de manejo habrn de frenar selectivamente el desarrollo actual de las fuerzas productivas, para conte-ner las formas degradantes de produccin y consumo que han generado la crisis ecolgica a la vez que tal nece-sario manejo ecolgico de los recursos naturales, tendr igualmente, una fuerte dimensin local como portadora de un potencial endgeno, que, a travs del conocimiento campesino, permita la potenciacin de la biodiversidad ecolgica y sociocultural y el diseo de sistemas de agri-cultura sostenible.

    Teniendo en cuenta que la agroecologa se conceba como un proceso de construccin tanto del pensamiento cientfi co como de la prctica y el pensamiento popu-lar (local, campesino e indgena), en 2007 en Medelln (Colombia) se trat de incorporar nuevas aportaciones a la defi nicin desde la perspectiva acadmica de quienes pro-curaban teorizar a partir de la sistematizacin de las prcti-cas agroecolgicas. As, se defi ni como (i) la consecucin del manejo ecolgico de los recursos naturales para, (ii) mediante acciones locales de desarrollo endgeno, (iii) generar procesos de transformacin y sustentabilidad social entre personas productoras y personas consumido-ras, en su accin articulada con los movimientos sociales para incidir en las polticas pblicas. Con ello se intro-ducan las tres dimensiones propuestas por Graciela Ottmann en la defi nicin operativa de la agroeco-loga: una Ecolgica, de naturaleza productiva; otra Socioeconmica y cultural, de carcter endgeno; y, una tercera Sociopoltica, de transformacin social.

    Aunque se parta de una dimensin Ecolgica, de carcter tcnico y meramente productivo, desde sta (en su primer nivel de anlisis de la explotacin o predio agropecuario) se pretende entender las mltiples formas de dependencia que genera el actual funcionamiento de la poltica, la economa y la sociedad sobre la ciudadana en general, y sobre las y los agricultores, en particular. La dimensin Socioeconmica permite, desde los procesos de circulacin, crear mercados alternativos como respuestas

    endgenas que eviten la extraccin del excedente, cons-truyendo infraestructuras productivas (a modo de sistemas agroalimentarios locales) conectados en redes de accin econmica. La dimensin Sociopoltica pretende articular las redes productivas en agentes de transformacin social buscando, adems, una incidencia en las polticas pblicas.

    No obstante, an en 2007 no se trabaj la relacin que debera existir entre agroecologa y soberana alimentaria, relacin que, a todas luces, debiera existir.

    DIMENSIN PRODUCTIVA: CONSECUCIN DEL MANEJO ECOLGICO.

    La agroecologa surge demostrando que se puede producir sin qumica de sntesis y sin petrleo, con unos rendimientos claramente superiores a los de la agri-cultura intensiva o convencional. En el libro de Steve Gliessman se describe con detalle el sistema de manejo del maz en el que, sin ningn tipo de tecnologa inten-siva, los campesinos haban estado obteniendo rendi-mientos por hectrea entre 5 y 10 veces mayores que el promedio de los cultivos convencionales de maz del rea. Esto est claramente demostrado para la prc-tica totalidad de los cultivos y no slo en trminos de rendimientos productivos, sino tambin energticos y econmicos. En los aos setenta, Leach (demostr tal superioridad analizando en trminos energticos el com-portamiento de la produccin, procesado y distribucin de alimentos de 50 sistemas en Estados Unidos, y 85 en el resto del mundo.

    La utilizacin de semillas autctonas, producto de la coevolucin histrica de la sabidura local con las

    condiciones especfi cas aire/agua/suelo/biodiversidad de cada agroecosistema, constituye el elemento primi-genio para un manejo agroecolgico. En este sentido, los bancos locales y campesinos de semillas y su articu-lacin en redes para el desarrollo de una investigacin participativa (agricultores y agricultoras entre s y/o stos con personas tcnicas agroeclogas) de adaptacin y libre intercambio en los diferentes agroecosistemas, constituye el comienzo de la Soberana Alimentaria. La

    lucha contra los transgnicos y la denuncia del deterioro de las personas y la naturaleza son acciones paralelas irrenunciables.

    El desarrollo e intercambio de tecnologas participa-tivas en fi nca, incorporando la biotecnologa artesanal y el desarrollo de fuentes energticas renovables para la autosufi ciencia, constituye el segundo eslabn de este proceso. Las variadas frmulas para la diseminacin de experiencias complementa este elemento de la Soberana Alimentaria como derecho a la solidaridad alimentaria mediante el establecimiento de una coproduccin pblica de conocimientos agroecolgicos.

    La crtica de la Agroecologa a la ciencia agronmica convencional no debe entenderse como un rechazo generalizado a la ciencia sino su consideracin como una parcialidad, junto a otras formas de conocimiento, ya que juega un rol limitado en la resolucin de los problemas y no puede confundirse, como sucede comnmente, con la sabidura. La ciencia debe ser entendida como una va de generacin de conocimiento, entre otras necesarias que incorporan un componente tico esencial. En no pocos casos la ciencia se transforma en una estructura de poder que desarrolla un proceso de recproca legitimacin entre los intereses benefi ciarios del crecimiento econmico y el sistema social de la ciencia. Los primeros reclaman la autoridad basndose en la ciencia, mientras que la ciencia es ensalzada por el poder de los patrones de la estructura global de poder poltico y econmico, que fi nancian la investigacin y extensin.

    El dominio de tal discurso sobre todas las formas de conocimiento distinto al cientfi co convencional tiende a excluirlo a los espacios de la mitologa y la supersticin. El

    enfoque agroecolgico pretende rescatarlas y revalorizar-las, consciente de que el conocimiento local, campesino e indgena que reside en los grupos locales, adecuadamente potenciado, puede encarar la crisis de la modernidad, al poseer el control de su propia reproduccin social y ecolgica.

    En un modelo alternativo como la agroecolgica, la posicin de los equipos cientfi cos, extensionistas, o agen-tes de desarrollo rural, no es jerrquica. Implcitamente hay un doble reposicionamiento, uno respecto a la pobla-cin agraria o el campesinado y otro respecto a la natura-leza. Se trata de reequilibrar el poder en distintos mbitos, asumiendo los lmites ticos al ejercicio del poder y entre la humanidad como especie y la biosfera. As, con meto-dologas esencialmente pero no exclusivamente participa-tivas, donde los equipos tcnicos abandonan su posicin dominante, es posible impulsar propuestas agroecolgi-cas para el medio rural y as avanzar hacia la soberana alimentaria.

    DIMENSIN SOCIOECONMICA: ACCIONES COLECTI-

    VAS A MODO DE SISTEMAS AGROALIMENTARIOS LOCALES.La creciente orientacin mercantil de las producciones

    campesinas rompe la autonoma de los mecanismos de reproduccin social y econmica y termina generando lo que Vandana Shiva denomina acertadamente pobreza por privacin material, que arruina otras valiosas formas de riqueza. Los sistemas agroecolgicos campesinos basa-dos en el manejo de la biodiversidad permiten la produc-cin autnoma de alimentos. Rotos estos sistemas pro-ductivos orientados a la subsistencia y dependientes del mercado, las familias campesinas se hacen vulnerables a la volatilidad de los precios de los insumos, el crdito y las mercancas agrcolas. La cada de los precios agrcolas de mercado como resultado del aumento de los rendimientos y el aumento comparativo de los costes de los insumos, se

    Antonio Ruiz. Foto: Eva Latorre.

    SABC / OCTUBRE 2010 / NM.3 / AMASANDO LA REALIDAD10 11AMASANDO LA REALIDAD / SABC / OCTUBRE 2010 / NM.3

  • traduce en la reduccin de la renta de las pequeas unida-des agrarias sometidas a un doble estrangulamiento en el mercado. Por esta va, lo que se presentaba como solucin al problema de la pobreza culturalmente percibida se convierte en la causa del hambre y la privacin material de lo necesario para atender las necesidades humanas bsicas.

    Por otra parte, en los pases industrializados, el proceso de modernizacin agraria implica la crisis de rentabi-lidad de las producciones agroganaderas tradicionales y la creciente dependencia de las subvenciones pblicas, bien sea por sus subvenciones encubiertas bien sea por la externalizacin de muchos costes. La quiebra sociocultural se entrelaza con la econmica generando adems fuertes impactos medioambientales como resultado de un circulo vicioso productivista. La destruccin de los paisajes agro-ganaderos se entrelaza con la prdida del conocimiento asociado a los manejos tradicionales y las oportunidades de vida en el medio rural. Esta destruccin ecolgica se traduce en una mayor vulnerabilidad productiva del medio rural que refuerza los obstculos polticos al acceso a los recursos necesarios para la produccin autnoma de alimentos.

    La agroecologa genera acciones encaminadas al empoderamiento del proceso de circulacin (espacio entre la produccin y el consumo) que permiten preparar el terreno para el desarrollo de una infraestructura organiza-tiva en la que la agricultura participativa tambin busca una mejora del nivel de vida de las comunidades rurales afectadas, defi nido ste, desde ellas mismas. As, es posible plantear una alternativa que parte del reconocimiento de la necesidad y/o el inters de trabajar con las comunidades

    La dimensin poltica de la Soberana Alimentaria slo podr desarrollarse mediante la articulacin de experiencias productivas con proyectos polticos que pretendan la nivelacin de las desigualdades generadas en el proceso histrico y que busquen por tanto la transformacin social.

    *Antonio Ruiz. Aprendiendo de su hijo.

    En Ejea de los Caballeros, bajo las nogueras en las tierras recibidas en pueblos de colonizacin, Antonio Ruiz, mantiene una relacin muy profunda con su campo. Cuando le preguntas por un

    rincn de la parcela sin cultivar, con un falso aspecto de abandono, l responde que ese lugar, es el centro vital de la parcela. Aqu, venimos a celebrar la sanjuanada Cundo le preguntas por las

    albahacas dispersas aleatoriamente por la fi nca, como sin sentido, nos recuerda que atrae a los insectos, y cuantos ms bichos mejor para los cultivos. No ser por casualidad que en algunas

    regiones a la albahaca le llaman albaraca y Al Baraka en rabe signifi ca bendicin, suerte.

    La fi nca de Antonio combina la produccin de huerta para la familia, berenjenas, apio, tomates, pepinos, remolacha, alcachofas, acelgas, junto con su produccin comercial. Antonio ha sido uno de los

    primeros agricultores que con decisin transformo sus cultivos bajo modelo convencional a producir en agroecolgico y comercializa cebollas, tomates, puerros, cebollas, alfalfa, cebada, etc. Su xito productivo

    aunque con difi cultades los primeros aos, nos recuerda me llev a tener que buscar mercados fuera del Estado, pues no exista sufi ciente sensibilidad entre los consumidores y consumidoras.

    Para Antonio, y la fi abilidad que le da su experiencia, puedo afi rmar claramente que la agricultura ecolgica, adems de sus otros muchos benefi cios, no es menos productiva que la agricultura qumica.

    Y lo digo yo, que no me lo crea, pero hace veinte aos el mdico me advirti que tantos pesticidas en mi cuerpo me estaban afectando la salud. Entonces le dije a mi hijo mayor, de slo nueve aos,

    que el huerto de casa sera su responsabilidad, y sera ecolgico. Cambiamos la tierra cuidar la tierra es la esencia y creci de todo. Mi hijo me lo demostr. Poco a poco he ido aprendiendo,

    experimentando e incorporando nuevas formas de entender la relacin con la tierra, como la homeopata o la biodinmica. Mi hijo, ahora Ingeniero Tcnico Agrnomo, durante sus estudios tuvo

    que defender nuestro modelo agroecolgico ahora vienen de su escuela para hacer prcticas.

    Recorriendo su espeso campo de alfalfa, que le supera la cintura, Antonio denuncia, que mi alfalfa en ecolgico no recibe ayudas, mientras la convencional s. Quien tiene grandes extensiones de

    alfalfa hace los tratamientos qumicos por rutina, aunque no sean necesarios, y por otro lado, no olvidemos, que nuestra formas de manejo generan ms puestos de trabajo, ms jornales.

    Antonio insiste tambin en la importancia de los apoyos para el emprendimiento en agroecolgico. Los principios son muy complicados, aqu me decan que me haba dado el siroco, pero lo cierto es que el riesgo

    que tom no debera de ser tan alto. Mucha gente se queda en el intento, y si queremos agricultura ecolgica para todas y todos que es posible no podemos confi ar slo en tener baraka. Cuesta mucho aprender. Los

    agricultores y agricultoras que quieran trabajar en agroecolgico, han de pasar un perodo de reconversin, como la propia fi nca. Hemos de vaciar muchos prejuicios para que entren otras formas de pensar.

    Hace unos aos contina las administraciones (dominadas por la agroindustria) no nos apoyaba. Nos tomaban como un grupo de iluminados. Ahora tampoco lo hacen, porque son conscientes lo hemos demostrado que el modelo agroecolgico es una alternativa viable, y es un alternativa autnoma, sin dependencias, sin negocio. Qu es preferible desde su punto de vista, comprar un pesticida o que yo

    machaque unos bichos y que en disolucin me sirvan para equilibrar mis campos?. La implicacin de Antonio es alta, preside en estos momentos el Comit Aragons de Agricultura Ecolgica.

    Centro fotogrfi co sobre biodiversidad

    cultivada y conocimiento campesino.

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  • Manuel Casal Lodeirolocales en la identifi cacin, diseo, implementacin y evaluacin de sistemas locales agroalimentarios desde la identidad sociocultural de cada comunidad, como mtodo ms adecuado para la resolucin de sus problemas.

    En este sentido los diagnsticos participativos y la revalorizacin de las formas locales de gobernanza de los recursos naturales, como proceso de acompaa-miento a los movimientos campesinos que desarrolla la Agroecologa, pretenden generar mercados alternativos, donde aparezcan mecanismos que eviten la extraccin del excedente, otro aspecto imprescindible para el buen desarrollo de la soberana alimentaria.

    LA DIMENSIN POLTICA: FORMAS DE ORGANIZACIN PARA LA TRANSFORMACIN SOCIAL.

    La agroecologa constituye una va potencial para empoderar a las comunidades locales tanto para la pro-duccin como para el consumo de alimentos. En este sentido tiene una relacin directa con el objetivo poltico de la soberana alimentaria que tambin trata de revertir el poder sobre la produccin y consumo de alimentos a sus sujetos directos: las personas que producen y comen alimentos.

    La importancia central que tienen los aspectos relativos a la generacin de conocimiento y los valores ticos en los procesos de aprendizaje colectivo hace que lo que gene-ralmente se denomina como manejo se convierta en gobernanza de los recursos naturales. Este concepto es el que designa la transformacin social y participativa de las normas, reglas y relaciones de poder que guan la gestin de los recursos naturales en la perspectiva de los proyectos emancipatorios de los movimientos sociales, campesinos e indgenas.

    Los sistemas agroecolgicos campesinos basados en el manejo de la biodiversidad permiten la produccin autnoma de alimentos.

    La dimensin poltica de la Soberana Alimentaria slo podr desarrollarse mediante la articulacin de experien-cias productivas con proyectos polticos que pretendan la nivelacin de las desigualdades generadas en el proceso histrico y que busquen por tanto la transformacin social. Esta dimensin genera as grandes vnculos entre la Agroecologa como proceso y herramienta imprescin-dible para alcanzar la soberana alimentaria. Es necesaria la recreacin de los sistemas organizativos que refl ejen la multietnicidad de las naciones, aceptando y valorizando la potencialidad de las diferentes identidades de los pueblos originarios para generar sus propias estructuras de poder. Estas estructuras son necesarias para la defensa y control autnomo de sus territorios, los recursos naturales, siste-mas de produccin y gestin del espacio rural, semillas, conocimientos y formas organizativas.

    Eduardo Sevilla GuzmnInstituto de Sociologa y Estudios Campesinos (ISEC)

    de la Universidad de Crdoba. Espaa.

    EL INMINENTE AGOTAMIENTO DEL PETRLEO.

    Se denomina peak-oil (cnit, techo o pico del petrleo, en castellano) al momento en que la produccin mundial de petrleo alcanza su mximo y comienza su declive irreversible: cada ao se pro-ducir menos petrleo. O deberamos decir en rigor se extraer, ya que el petrleo no se produce en el sentido en que podemos producir patatas o zapatos, ya que es una sustancia que se form en la corteza del planeta hace millones de aos y que los seres humanos no podemos producir. No existe un consenso sobre cundo llegaremos a ese punto: las opinio-nes son diversas entre los crculos acadmicos y no se podr comprobar hasta varios aos despus de produ-cirse el techo. Segn las fuentes que considero ms fi ables por prestigio

    e independencia con respecto a gobiernos y multinacionales petrole-ras o bien lo acabamos de pasar o bien estamos a punto de hacerlo en los prximos aos.

    La fecha exacta en realidad no tiene demasiada relevancia: la cuestin realmente crtica es que es un hecho irreversible que tenemos encima en trminos histricos y que sus consecuencias en todas las esferas de las actividades humanas a nivel planetario sern desastro-sas. Lgicamente el impacto ser mayor en aquellos sectores ms dependientes.

    Es fundamental tener en cuenta que no slo menguar el nmero de barriles de petrleo que se pongan cada ao a disposicin de la econo-ma mundial, sino que ese petrleo ser cada vez de peor calidad, ms costoso y difcil de extraer y refi nar,

    y lo que en defi nitiva cuenta con un valor energtico cada vez ms bajo. Me refi ero a lo que se conoce como Tasa de Retorno Energtico (TRE), aspecto crtico de la cues-tin: para extraer petrleo hace falta energa, y la relacin entre la energa que obtenemos de cada barril y la que necesitamos gastar para obte-nerlo, est cayendo en picado. Se calcula que para mantener una sociedad compleja de tipo industrial como la nuestra se necesitan obtener al menos 5 barriles por cada barril consumido en la extraccin. Y esto sin mencionar los ruinosos rendi-mientos energticos de los agrocom-bustibles, que se presentan como sustitutos del petrleo, y que segn diversos estudios no llegan ni al 1: 1, y que muestran lo delirante que es gastar un barril de petrleo para cul-tivar soja por ejemplo con la que

    Leach, G.: Energy and Food Production. Londres: IPC Science and Tecnology Press, 1976.Gliessman, S. R.: Agroecology. Ecological Processes in Sustainable Agriculture. 1997-2002.Altieri, M.A.: Agroecologa. Bases Cientficas de la Agricultura Alternativa. Valparaso: CETAL, 1985.Cullar Padilla, M. y E. Sevilla Guzmn: Aportaciones a la construccin de una Soberana Alimentaria. Ecologa Poltica n 38, 2009.Guzmn Casado, M. Gonzlez de Molina y E. Sevilla Guzmn: La agroecologa como desarrollo rural sostenible. Madrid: Mundi-Prensa, 2000.Sevilla Guzmn, E.: Perspectivas Agroecolgicas desde el Pensamiento Social Agrario. Instituto de sociologa y Estudios Campesinos / Servicio de Publicaciones de la Universidad de Crdoba, Espaa, 2006.Sevilla Guzmn, E y Marta Soler: Agroecologa y soberana alimentaria: alternativas a la globalizacin agroalimentaria. 2010.

    Para

    sab

    er m

    s

    Consecuencias de la dependencia del petrleo en la agricultura:efectos previsibles del Peak-oil

    El modelo de produccin agroganadera impulsado desde el sistema capitalista es totalmente depen-diente del petrleo. El petrleo es una fuente fi nita de energa. Nos encontramos pues frente a una ecuacin con un resultado preocupante, la difi cultad para producir alimentos en un futuro por esos canales y debemos hacer todo lo posible para mantener vivos los nicos de que dis-pondremos: los locales tradicionales y ecolgicos, como defi ende la Soberana Alimentaria.

    *

    SABC / OCTUBRE 2010 / NM.3 / AMASANDO LA REALIDAD14 15AMASANDO LA REALIDAD / SABC / OCTUBRE 2010 / NM.3

  • fabricar biodiesel para sustituir... ese mismo barril que hemos gastado!

    UN MODELO ALIMENTARIO CON LOS DAS CONTADOS.

    Cuando a cualquier persona que vive en una ciudad se le plantea que pronto escasear el petrleo, lo primero que piensa es que no podr llenar el depsito de su coche o que le saldr demasiado caro; es decir, pensar que el principal impacto ser sobre su movilidad. Aun siendo esta una consecuencia cierta y muy importante dada la dependencia casi absoluta del trasporte mundial con respecto a los combustibles deriva-dos del petrleo, donde tendr una repercusin ms grave el Cnit del petrleo ser sobre el modelo agroali-mentario, por dos factores principales: el modelo de produccin y el modelo de distribucin/comercializacin.

    El modelo de produccin agroga-nadera actualmente predominante es sumamente dependiente del petrleo. Si nos paramos a analizar qu nece-sita una explotacin industrializada convencional para producir alimen-tos veremos que su lista de insumos incluye una larga serie de productos vitales directa o indirectamente dependientes de los combustibles fsiles: gasleo para la maquinaria y los sistemas de bombeo e irrigacin; pesticidas, herbicidas y plsticos elaborados por la industria petroqu-mica; fertilizantes derivados del gas natural (otro combustible fsil cuyo agotamiento seguir al del petrleo); y otros diversos productos que deben llegar a la granja trasportados por camiones desde cientos o incluso miles de kilmetros, incluyendo la mayor parte de los alimentos para los animales (piensos industriales). De hecho los clculos realizados sobre esta dependencia nos indican que para producir cada calora de alimento hoy en da se consumen de media, 10 caloras de energa fsil.

    En este sentido la sobredimensin,

    la mecanizacin, el monocultivo y la dependencia de la exportacin, son factores crticos de vulnerabilidad que afectan a muchas explotaciones agrcolas y ganaderas convencionales, y que debern ser corregidos, mejor ahora de manera anticipada y previ-sora que ms adelante cuando los ele-vados precios de los insumos fsiles no dejen otra opcin.

    Esos factores fueron impuestos por polticas agrarias que nos ven-dan una perpetua disponibilidad creciente de energa y por mercados falseados que no tenan en cuenta los costes reales de los diferentes tipos de produccin. Si no abandonamos ese barco en el que nos hicieron subir nos hundiremos con l y lo que es ms grave arrastraremos en nuestra cada a la poblacin mundial al hacerse imposible seguir produciendo alimen-tos por el sistema habitual.

    Pero la situacin a la que nos enfrentamos es an ms difcil puesto que el problema no radica slo en el modo de produccin y sus costes. A la hora de distribuir y comercializar los alimentos producidos por esas explotaciones convencionales, depen-demos absolutamente de que toda la cadena de la distribucin moderna centralizada funcione correctamente y sea capaz de trasportar los produc-tos a grandes distancias, los procese mediante sistemas mecnicos de elevado consumo energtico, los mantenga refrigerados, los empaquete con diversos tipos de plsticos y los deposite just in time en las estanteras de los supermercados de las ciudades.

    EL CAMBIO DE MODELO ES IMPRESCINDIBLE.

    Si volvisemos a circuitos mucho ms cortos de produccin, trasforma-cin y consumo, seramos ms resi-lientes, es decir ms capaces de resistir este tipo de problemas. Algunos pa-ses ya estn apostando por esta vuelta a la comida local, como Escocia, cuyo parlamento aprob en 2008 una

    combustibles, que no sern sino pan para hoy y hambre para maana. Nuestra responsabilidad es cambiar ahora para buscar la mxima auto-sufi ciencia, dependiendo mucho menos del exterior y en todo caso slo de aquellas otras explotaciones o industrias que estn prximas y sean tambin sostenibles. Para esta recon-versin impostergable s que seran tiles ayudas pblicas como las que plante el parlamento escocs.

    Tambin ser muy til apoyarse en el saber tradicional actualizado: la recuperacin de los modos de produc-cin integrada tradicional (policulti-vos agroganaderos), del abono animal, de la rotacin de los cultivos, de la pesca tradicional, etc. mejoradas con aportaciones de tcnicas ecolgicas y de diseo de sistemas sostenibles ms recientes: agricultura biointensiva, permacultura, etc.

    En paralelo ser imprescindible que nos replanteemos nuestro mer-cado. Para ello busquemos nuestra clientela en la proximidad, pensemos qu alimentos es necesario producir en nuestra comunidad o cules pue-den faltar si fallan las importaciones, y no pensemos tanto en exportaciones que ahora pueden parecer atractivas y competitivas pero que son totalmente dependientes de un trasporte artifi -cialmente barato. Es decir, reestruc-turemos nuestra produccin en torno a la autosufi ciencia y la comunidad. Los cambios pueden ser dolorosos pero si los acometemos anticipada-mente evitaremos cambios mucho ms traumticos en el futuro y una probable ruina. Puede que ahora lo veamos como una reduccin de los ingresos, pero si lo hacemos con buen criterio la reduccin de los costes compensar esos menores ingresos y estaremos haciendo nuestra explota-cin ms resistente a futuros cortes de suministros.

    Otras claves de esta trasforma-cin nos las da Lidia Senra, del Sindicato Labrego Galego: Potenciar

    el consumo de productos frescos, de temporada y a granel. Eso lgica-mente implica que los/las consumi-dores/as deben modifi car sus hbitos incluyendo una vuelta a un menor consumo de carne, cuya produccin exige grandes cantidades de ener-ga y que el cambio ha de venir por ambas partes, con una concienciacin mutua y un dilogo permanente en la bsqueda de alianzas sostenibles entre el campo y la ciudad para ser capaces de sobrevivir a un decreci-miento forzoso. El camino est en la informacin, en el debate social sobre las consecuencias de las polticas agrarias y alimentarias que tenemos y en el compromiso de la ciudadana para luchar por un cambio profundo de las mismas y tambin para que todas y todos tengamos informacin sufi ciente para ser ms conscientes de que comprar es un acto poltico y que no tiene las mismas implicaciones comprar productos alimentarios pro-cedentes de la agricultura industrial y de la gran distribucin, que comprar productos del pas en los mercados, reclama Senra.

    Esta lucha no es slo contra el mercado agrcola capitalista actual sino tambin contra la regulacin impuesta por las administraciones pblicas que perjudica la viabilidad y supervivencia de esas cadenas cortas de produccin, al poner demasiados obstculos, regulaciones o tasas a la comercializacin local y a la produc-cin a pequea escala. Es necesaria una profunda revisin de toda la normativa de produccin y comercia-lizacin de alimentos a la luz de una situacin energtica que los gobiernos se niegan a reconocer pblicamente, mientras van dejando que muera todo aquello que nos permitira alimentar-nos en un futuro sin petrleo.

    Si caminamos en esta indispensa-ble y urgente vuelta a una produccin sostenible, estaremos de paso contri-buyendo a luchar contra el cambio climtico, pues ya sabemos que la

    El modelo de produccin agroganadera actualmente predominante es sumamente dependiente del petrleo.

    Para producir cada calora de alimento, hoy en da se consumen de media 10 caloras de energa fsil.

    resolucin en apoyo de las cadenas de suministro local para asegurar la alimentacin de su poblacin a la vista de la inminencia del Cnit del petrleo y de las crisis alimentarias. En los Estados Unidos en los lti-mos 10 aos los mercados agrcolas locales han resurgido, aumentando su nmero en ms de un 200% y supe-rando ya los 6.000.

    La clave del cambio de modelo est en buscar la mxima autosufi -ciencia de las explotaciones. Cuando los costes de una explotacin se disparan porque suben los combusti-bles, considero una estrategia miope centrarse en reclamar subsidios a los

    *La FAO calcula que la agricultura de los pases industrializados gasta cinco veces ms energa comercial para producir un kilo de cereal que la agricultura en frica.

    Una persona agraria de EEUU usa 33 veces ms

    energa comercial que su vecina produciendo de forma

    tradicional en Mxico.

    Fatal harvest.

    The tragedy of industrial agriculture.

    SABC / OCTUBRE 2010 / NM.3 / AMASANDO LA REALIDAD16 17AMASANDO LA REALIDAD / SABC / OCTUBRE 2010 / NM.3

  • produccin y distribucin de alimen-tos en el modelo agrcola y comercial actualmente hegemnico es uno de los principales factores del calenta-miento planetario.

    En defi nitiva, la lucha por la Soberana Alimentaria, es la respuesta para recuperar esas vas de sustento local y compatibles con los lmites naturales, claves para afrontar el impacto del Cnit del petrleo, un momento crtico para nuestra especie.

    Manuel Casal Lodeiro, activista y divulgador sobre la cuestin del Cnit del petrleo, miembro fundador de la

    asociacin Vspera de Nada.

    Portal de la Asociacin para el Estudio de los Recursos Energticos (AEREN):www.crisisenergetica.orgActualidad sobre el Cnit del Petrleo: www.cenit-del-petroleo.infoAsociacin Vspera de Nada por unha Galiza sen petrleo (en gallego):www.vesperadenada.orgCaptulo Recuperacin de la resiliencia rural en los albores del Decrecimiento Energtico, en el libro Decrecimientos (Los Libros de la Catarata, 2010).Documental A farm for the future de Rebecca Hosking para BBC TV Natural World (2009).Documental The Power of Community. How Cuba survived peak-oil de Faith Morgan para The Community Solution (2006).Libro El final de la era del petrleo barato, coordinado por Sempere & Tello (Icaria, 2007).Libro Un futuro sin petrleo. Colapsos y transformaciones socioeconmicas, de Roberto Bermejo (Los libros de la catarata, 2008).Pa

    ra s

    aber

    ms

    *

    QU ES LA LENGUA AZUL?

    La enfermedad de la LA es originada por un virus del que se conocen hasta la fecha 24 serotipos (algunos naturales, otros originados a partir de la recombi-nacin gentica en los diferentes virus empleados en las vacunas). La LA no es una enfermedad contagiosa, ya que normalmente no se transmite la enfermedad por contacto directo o indirecto entre animales. Se produce la trans-misin mediante mosquitos de la especie Culicoides, que son los vectores biolgicos, si bien no todas las especies de Culicoides resultan vectores efi cientes de la enferme-dad. Debido a la aparicin estacional de los mosquitos en Espaa la enfermedad aparece fundamentalmente a fi nales del verano y principio del otoo. Tampoco es una enfermedad contagiosa al ser humano. Est descrita en rumiantes afectando principalmente a las ovejas (tiene un curso febril, caracterizada por lesiones hemorrgicas en la mucosa bucal, pezuas y musculatura,.y en algunas ocasiones la inanicin puede llevarlas a la muerte) aunque

    no afecta a todos los rebaos por igual, depende de su estado general, raza, consanguineidad, etc. Otros rumian-tes (vacas, ciervos, etc.) el cuadro clnico es inaparente, excepto en las cabras, donde puede aparecer en forma subaguda.

    CUANDO APARECI EL PELIGRO?La LA principalmente se distribua en regiones cli-

    das septentrionales, y hasta los aos 80 la Organizacin Mundial de la Salud Animal, no la inclua en su lista de enfermedades contagiosas de obligada declaracin. A partir de ese momento los pases europeos miembros propusieron su inclusin para difi cultar, con un pretexto sanitario, la importacin de ganado vivo de pases del sur.

    Pero a fi nales de los 90 el serotipo 2 lleg al Mediterrneo: Cerdea, Crcega, y en el 2000 a Baleares. A partir de ese ao, un nuevo serotipo se extiende en el sur de Espaa e Italia. Se cree que los serotipos 1, 2 y 4, que afectan o han afectado a Europa, vienen en corrientes

    *

    La trampa mortal de la Revolucin Verde(Datos extrados del artculo del cientfi co

    Dale Allen Pfeiffer Comiendo combustibles fsiles)

    La denominada Revolucin Verde trasform profundamente la agricultura mundial mediante su industrializacin y

    mecanizacin. Entre 1950 y 1984, la produccin de grano mundial aument en un 250%, y por tanto la energa disponible para nuestra alimentacin. Esta energa adicional no proceda

    de un incremento de la luz solar anual que hace posible la fotosntesis, ni de poner a cultivar nuevas tierras. La energa

    de la Revolucin Verde fue proporcionada por los combustibles fsiles en forma de fertilizantes (gas natural), pesticidas

    (petrleo) e irrigacin alimentada por hidrocarburos. Este cambio aument la demanda de energa de la agricultura en una media de 50 veces la energa invertida en la agricultura

    tradicional. Para hacernos una idea de la intensidad energtica de la agricultura intensiva moderna, baste citar

    que la produccin de un kilo de fertilizante de nitrgeno requiere la energa equivalente a litro y medio de gasleo.

    Sin embargo, debido a las leyes de la termodinmica, en el proceso agrcola industrial hay una marcada prdida

    de energa. Entre 1945 y 1994, la inversin energtica en la agricultura aument 120 veces, mientras que los

    rendimientos de las cosechas slo se multiplicaron por 90. Desde entonces, el coste energtico ha continuado

    incrementndose sin un aumento correspondiente en la productividad. Hemos alcanzado el punto de los retornos

    marginales decrecientes: la Revolucin Verde est entrando en quiebra energtica y amenaza con arrastrarnos con ella.

    *Algunos interrogantes sobre la vacuna de la Lengua AzulEs la obligatoriedad de vacunacin de lengua azul (LA) una imposicin que slo favorece a la industria farmacutica? Desde diferentes movimientos y organizaciones campesinas exigi-mos que la vacunacin debera ser voluntaria ya que supone una agresin para nuestra cabaa ganadera y para el sector ya de por s bastante debilitado Son muchos los colectivos que han denunciado miles de muertes y de efectos secundarios, siendo silenciados y negados para no asumir la responsabilidades y la sin razn de una vacunacin masiva e indiscriminada subven-cionada con fondos pblicos. Las y los ganaderos adems de vacunar, en algunos casos con-tra su voluntad, tienen que asumir las muertes y prdidas de produccin de su bolsillo y sopor-tar que se cuestione su profesionalidad atribuyendo los efectos adversos a un mal manejo.

    EN PIE DE ESPIGA

    Eva Martn Jimnez

    SABC / OCTUBRE 2010 / NM.3 / AMASANDO LA REALIDAD18

  • de masas de aire caliente desde frica, donde hay un reservorio en la fauna silvestre y domstica. El serotipo 8 apareci en Centroeuropa en el 2006, posiblemente por el intercambio comercial de animales vivos de Holanda y Blgica con frica Ecuatorial. El serotipo 6 aparece en Holanda en el 2008 y se relaciona su aparicin con una vacuna existente en Sudfrica, as como el serotipo 11 que apareci unos meses ms tarde.

    Las medidas generales que se implantaron entonces, fueron la inmovilizacin del ganado, la vacunacin obli-gatoria y desinsecciones masivas en las explotaciones y en los movimientos del ganado. Desde el principio, algunos pases como Holanda e Inglaterra decidieron no adoptar la obligatoriedad de la vacunacin como herramienta de gestin de la enfermedad.

    Las primeras vacunas que se utilizaron eran vivas atenuadas, ms sencillas y rpidas de fabricar pero con el inconveniente de que pueden recombinarse con el virus salvaje en animales vacunados. En la campaa 2008-09 se empieza a aplicar la vacuna muerta, ms costosa y lenta en su preparacin, que da una proteccin ms corta, obligando a una vacunacin semestral. Esta vacuna no impide la circulacin del virus en animales vacunados. Pero dicha vacuna no haba cumplido con los requisitos mnimos de seguridad (de hecho, como record la propia industria veterinaria, se necesitan entre 5 y 7 aos en desarrollar una nueva vacuna). La vacuna se comenz a aplicar a todos los animales mayores de 3 meses sin nin-guna restriccin aun no disponiendo de todas las garantas sanitarias.

    QU SUCEDE EN EL ESTADO ESPAOL?En la campaa 2008-2009 diferentes colectivos y

    sindicatos agrarios recogieron y denunciaron los siguien-tes datos y hechos:

    En Castilla y Len, en febrero de 2009, advirtieron que slo en Salamanca haban muerto por la vacuna, 2700 animales y se haban producido 1700 abortos.

    En Catalua se vacun en la campaa del 2008-2009 a ovejas, cabras y vacas. Los datos ofi ciales hablan de unas 2.000 reproductoras muertas entre 42 explo-taciones. Aunque es un dato incompleto, pues slo las explotaciones con elevada mortalidad denunciaron las incidencias y tampoco se tuvo en cuenta a los corde-ros y cabritos muertos por la reduccin de produccin de leche de sus madres. En el caso de las cabras, en Catalua, se vacunaron con la misma vacuna que las ovejas, aunque no estaba indicado este uso en su pros-pecto informativo, produciendo una mortalidad del 50% en los rebaos vacunados y secuelas de por vida para el resto. Se calcula, que de una manera u otra, el 90% de las explotaciones estuvieron afectadas, lo que signifi ca que afect a unos 15.000 animales.

    En otras comunidades como en Extremadura, Comunidad Valenciana, Aragn, Pas Vasco y Galicia y Asturias los sindicatos campesinos mayoritarios, denun-cian que la vacuna ha causado muertes e importantes daos en los rebaos. Incluso en julio de 2008, en plena campaa de vacunacin el Principado de Asturias reconoce que hay problemas con la vacuna, por una mala praxis o por el mal estado de las vacunas. No hay

    datos sobre mortalidad e incidencia pero en algunas ganaderas la mortalidad super el 40%.

    En base a estas incidencias las administraciones realiza-ron estudios con centros pblicos, laboratorios y universi-dades (como el Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid o el Centro de Recerca en Sanitat Animal en el Campus de Bellaterra, Barcelona), que les permiti eludir responsabilidades pues atribuyeron las bajas a las malas condiciones de los anima-les, practicas de manejo defi cientes y cuestiones climticas. Pero es claro, segn las informaciones de los propios pro-ductores y productoras, que la obligatoriedad de la vacu-nacin ha supuesto la muerte de miles de animales, alto porcentaje de abortos, problemas al fi nal de la gestacin y bajadas signifi cativas de produccin lctea. Encima nos acusan de matar a nuestros animales de hambre, declar Pascual Molina, cabrero cataln, que perdi por la vacu-nacin alrededor de 100 cabras, y sus animales presentan secuelas de por vida. Pascual, junto a otro cabrero est luchando para que se le indemnice por los daos de la vacuna y no por prdidas debidas a efectos agroclimati-cos, que es la frmula asptica y sin responsables a la que se estn teniendo que acoger el resto de ganaderas afectadas, en esta comunidad.

    Ante este panorama la poltica estatal respecto a la enfermedad no ha cambiado. Sigue respaldando el uso obligatorio de la vacuna como nica herramienta de ges-tin de la enfermedad. Este sistema, nos impide conocer y valorar lo que habra sucedido si se hubiese dejado circu-lar la enfermedad con normalidad.

    Y EN FRANCIA?En Francia, donde se mantena (junto a Espaa y

    Blgica) la obligatoriedad de vacunacin existe una Coordinadora Estatal nacida para reivindicar el fi n de la obligatoriedad de la vacuna, apoyar a los ganaderos y gana-deras que se niegan a la vacunacin, y emprender acciones legales para defender el derecho de la libertad de vacuna-cin. Alrededor de esta plataforma se han organizado miles de ganaderos y ganaderas (alrededor del 12% se han negado a vacunar en toda Francia durante este ao 2010), profesio-nales de la veterinaria y grupos de consumo.

    Hay que destacar que en este ltimo ao las Coordinadora ha llevado a juicios a la Administracin por los perjuicios ocasionados y, viceversa, la Administracin a ganaderos o ganaderas por no cumplir la obligacin. Los dictmenes, hasta ahora, siempre han sido favorables a las y los ganaderos.

    Las presiones han tenido xito y el 21 julio de 2010, el Ministerio de Agricultura francs comunic la decisin de no continuar con la obligatoriedad de la vacunacin. Pero las organizaciones campesinas siguen exigiendo:

    La desclasifi cacin de la Lengua Azul de la lista de Enfermedades Consideradas Contagiosas en Francia.

    El abandono de las persecuciones tomadas contra las y los ganaderos durante las campaas pasadas.

    El reconocimiento y puesta en marcha de pro- gramas reales de investigacin sobre inmunidad natural y sobre protocolos alternativos preventivos y curativos.

    La suspensin de la desinsectacin que envenena el medioambiente y a las abejas

    La indemnizacin por parte del Estado por los daos ocasionados sobre los rebaos debidos a la vacunacin obligatoria.

    QU SENTIDO TIENE LA VACUNACIN?Se relaciona la vacuna con gran cantidad de prdidas

    econmicas y materiales y est siendo cuestionada su efi cacia:

    Si actualmente la vacuna slo es obligatoria en Espaa y Blgica, lo lgico sera que el Estado Espaol decidiese retirar la obligatoriedad ya que adems no existe ninguna coherencia territorial que justifi que mantener esta medida tan costosa y pol-mica. Pues, la vacunacin no impide la circulacin del virus en animales vacunados.

    Al contrario de lo que se ha podido escribir, no es slo la vacunacin lo que ha hecho disminuir el nmero de focos, sino tambin la inmuniza-cin natural de los animales tras la infeccin. La

    Cooperativa de Los Apisquillos.

    Foto: Beln Martnez.

    Cooperativa de Los Apisquillos. Foto: Beln Martnez.

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  • *

    Carlos Montero Castaoproteccin que ofrece la vacuna es limitada, lo que supone vacunaciones anuales o semestrales de por vida, incrementando los costes de produccin y los riesgos de la vacunacin. (El coste de la campaa 2.009-2.010 asciende a 80 millones de euros solo para Espaa).

    La erradicacin ha sido siempre y sigue siendo ilusoria. Parece difcil erradicar una enfermedad trasmitida por unos mosquitos (culicoides, presentes en toda la naturaleza). Son el nico vector natural importante del virus de la Lengua Azul, que no es una infeccin permanente de los rumiantes, por lo tanto, la supervivencia del virus en el medioam-biente depende del insecto (Organizacin Mundial de la Sanidad Animal, enero 2010). Los rumiantes silvestres y los caballos, no sometidos a la vacuna-cin, son reservorios naturales del virus.

    ENTONCES?Lo lgico sera aprender a vivir con la enfermedad,

    ayudar desde las administraciones a las y los ganaderos para que puedan seleccionar los animales resistentes a la enfermedad y no seguir obligando a hacer una seleccin basada en la buena adaptacin a la vacuna y los frma-cos. Esta poltica estatal sanitaria condena a las y los campesinos a mantener la dependencia con la industria farmacutica.

    Llegados a este punto vemos como la situacin de los ganaderos y ganaderas es de total desproteccin. Si bien muchas de las organizaciones agrarias han informado sobre las repercusiones, no tienen posicionamientos claros en el cuestionamiento de la obligatoriedad de la vacuna. Mayoritariamente sus reivindicaciones se han centrado en el pago de indemnizaciones por los daos ocasionados por la vacuna.

    Ante esta situacin, el pasado 20 de mayo del 2010 se constituy a nivel estatal la Plataforma por la Libre Vacunacin del Ganado buscando, fi nalmente, que los ganaderos y ganaderas recuperen espacios de decisin en la gestin de la salud y bienestar de sus animales.

    Eva Martn Jimnez. Ganadera y miembro de laPlataformapor la Libre Vacunacin del Ganado.

    Pescanova frente a la Soberana AlimentariaLa pesca es una de las actividades humanas ms antiguas y que ms tiempo ha tardado en evolucionar. Slo desde hace medio siglo se han empezado a introducir innovaciones tecnolgi-cas con respecto a la actividad conocida desde hace milenios. Sin embargo, este ltimo medio siglo est suponiendo una etapa convulsa que mantiene a la pesca enredada en grandes deba-tes que enfrentan al sector. La pesca industrial, liderada por grupos como PESCANOVA, es un buen ejemplo de cmo los patrones de modernizacin en un entorno de mercados desregulados (en ocasiones de mercado ilegal) no se corresponden con las necesidades reales del planeta.

    QUIN ES PESCANOVA?

    Pescanova es la primera empresa pesquera de Espaa, tercera de Europa y octava del mundo, por tanto uno de los agentes con mayor capacidad de infl uencia y por consiguiente con mayor responsabi-lidad en el sector pesquero mundial, pionera e innovadora en muchos aspectos. La evolucin de la activi-dad pesquera en el mundo en los ltimos 50 aos est ntimamente ligada al desarrollo y crecimiento de Pescanova. En 1960 se cre esta empresa familiar que cambiara la manera de aprovechar los recur-sos pesqueros en todo el mundo, introduciendo las entonces nuevas tecnologas de congelacin a bordo y revolucionando los sistemas de comercializacin del planeta. Las nuevas tecnologas exigieron buques ms grandes, pero al mismo tiempo esto permiti almacenar mayores cantidades de pescado sin riesgo a que se estropease por su acumulacin o por el tiempo transcurrido desde su extraccin. Estos grandes buques tuvieron acceso a caladeros ms

    alejados, durante ms tiempo, a zonas ms profundas, y al uso de artes y aparejos ms grandes.

    Pero todo esto ocurri hace ya ms de medio siglo y desde entonces la pesca, el mar y el mundo han cam-biado notablemente. Un nuevo pano-rama mundial para la pesca surgi en los aos 80 con la entrada en vigor de la Convencin sobre el Derecho del Mar y con la ampliacin de la entonces Comunidad Econmica Europea, lo que impuso una serie de restricciones al acceso de los recur-sos antes inexistentes. Aunque ms limitante an fue la estabilizacin de las capturas mundiales en sus mxi-mos histricos, que desde entonces se han mantenido a pesar de los nuevos avances tecnolgicos introducidos y las nuevas fl otas creadas. Todo ello llev a una conclusin lgica, el mar ya est dando todo lo que puede dar, no hay ms.

    Este hecho supuso un nuevo cambio en la fi losofa de la actividad. Lo que verdaderamente pasa a ser clave desde una lgica empresarial es la capacidad de obtener el mayor

    benefi cio econmico del mismo volu-men capturado.

    Pescanova hoy es un grupo empresarial de amplia participa-cin accionarial con un volumen de negocio superior a los 1.300 millones de , y la nica empresa del sector pesquero espaol que cotiza en bolsa. Actualmente, el Grupo Pescanova est compuesto por ms de 160 empresas entre sociedades que dependen direc-tamente y en su totalidad del Grupo, fi liales y empresas subsidiarias, socie-dades participadas y uniones estrat-gicas o joint ventures. Pescanova est presente en los 5 continentes, en ms de 20 pases, tiene una fl ota propia de ms de 120 buques, cerca de 50 instalaciones de acuicultura, ms de 30 plantas de procesamiento, procesa ms de 70 especies marinas, y vende con al menos 16 marcas comercia-les propias y emplea a unas 10.000 personas.

    Todo este entramado de difcil seguimiento, puesto que las compras, ventas y fusiones dentro y fuera del Grupo son muy frecuentes y la trans-parencia en la informacin se reduce

    Cooperativa de Los Apisquillos.

    Foto: Beln Martnez.

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  • bsicamente a la publicacin de los datos y reportes obligatorios por el hecho de cotizar en bolsa.

    La fi losofa de Pescanova se cimienta en dos pilares, la integracin vertical y la diversifi cacin. A travs de la integracin vertical Pescanova pretende controlar todas las fases del producto desde la extraccin en el mar hasta la venta al consumidor fi nal. Por otro lado, Pescanova aplica la diversifi cacin en dos lneas, la geogrfi ca y la generacin de produc-tos, ni una sola especie por pas, ni un solo pas por especie, verdadero motor de su expansin mundial. Pescanova ha aadido en las ltimas dcadas una tercera visin, la diver-sifi cacin sectorial introducindose en los sectores de la acuicultura, los productos agrcolas, los productos pre-cocinados, las reparaciones navales, la gestin de fl otas y la navegacin mercantil entre otros.

    Pescanova ha sido benefi ciada por multitud de ayudas pblicas desde su creacin (slo entre 1995 y 2009 Pescanova ha recibido ms de 200 millones de en ayudas pblicas de Espaa, Francia y Portugal) y sobre todo en los aos 90 cuando la Xunta de Galicia tuvo que acudir a su res-cate con fondos pblicos y evitar que el Grupo pasara a manos extranjeras, y ms an si se tiene en cuenta que gran parte del accionariado actual est controlado por cajas de ahorros gallegas.

    LAS PRCTICAS DE PESCANOVAAnalizando toda esta macroestruc-

    tura se saca una conclusin: el com-portamiento de Pescanova es muy diferente dependiendo de los pases y de la importancia estratgica que para la empresa tenga cada uno de ellos.

    As, la fi lial de Pescanova en Australia, Austral Fisheries Pty Ltd., es reconocida como un modelo de responsabilidad tanto ambiental como social. Tambin en Argentina su fi lial Argenova presenta una imagen

    discontinuo y sueldos bajos, entre otras cosas.

    Este es el caso de su empresa sub-sidiaria en Namibia, Novanam, que de manera peridica tiene proble-mas con sus trabajadores debido a la importante disminucin de las captu-ras y la reclamacin de mejoras en las condiciones laborales. En Argentina, la realidad de la pesca es cada da ms dramtica debido a la reduccin de las capturas derivada de la mala gestin de la Administracin y las empresas. Ya en 1991 la pesquera de merluza austral y congrio dorado se colaps y llev a la ruina a una parte impor-tante de la industria local pasando las capturas de merluza austral de 80.000 toneladas en 1990 a 16.000 tonela-das en 1991. Pescanova fue empresa pionera en la puesta en marcha de esta pesquera y durante aos cont con cierta exclusividad, por lo que debe considerarse responsable de este fracaso ambiental, social y econmico.

    Al igual que en la pesca, el Grupo Pescanova ha sido reconocido por sus buenas prcticas en el sector de la acuicultura, pero son muchos tam-bin los impactos negativos de sus actividades. En Chile, por ejemplo, la produccin de salmn est muy cues-tionada debido a las prcticas poco sostenibles derivadas de los tratamien-tos sanitarios y de la necesidad de utilizar un alto volumen de pescado para alimentacin, y por tanto de ser corresponsable de la sobreexplotacin de los recursos pesqueros pelgicos del Pacfi co suroriental, base de

    Este hecho supuso un nuevo cambio en la fi losofa de la actividad. Lo que verdaderamente pasa a ser clave desde una lgica empresarial es la capacidad de obtener el mayor benefi cio econmico del mismo volumen capturado.

    Y en la medida que empresas como Pescanova van ganando millas y orillas la soberana alimentaria de los pases del Sur encuentra ms obstculos.

    *Descuido o inversiones de riesgo?

    por Carlos Montero

    La lgica de negocio en el sector pesquero siempre se ha considerado de difcil comprensin y seguimiento por su naturaleza compleja de compaas que extraen, descargan, distribuyen, procesan,

    conservan y venden, pero tambin por la deliberada falta de transparencia debida al hecho de jugar en los lmites de la legalidad, ya sabemos que a ro revuelto ganancia de pescadores. Ms an cuando

    los sistemas de control y sancin no estn a la altura de las necesidades y, o bien no detectan las infracciones o bien el monto de las multas es perfectamente asumible en los mrgenes de benefi cio.

    Recientemente Pescanova ha mostrado un ejemplo de esta realidad. En Estados Unidos esta compaa ha sido acusada, y ha asumido su culpabilidad, por la importacin de casi 100 toneladas de toothfi sh

    o bacalao de profundidad (Dissostichus eleginoides) congelado procedente de Argentina con un valor cercano a los 1,2 millones de $ y destinado a su comercializacin en Estados Unidos. Los tribunales estadounidenses han establecido una multa de 500 mil $ y adems Pescanova se ha comprometido

    a entregar la totalidad del cargamento o su valor y las ganancias generadas por su venta.

    Pero cabe pensar que los responsables de Pescanova simplemente olvidaron solicitar las autorizaciones requeridas para la comercializacin de esta especie, una de las ms conocidas y protegidas por la Convencin para la Conservacin de los Recursos Vivos Marinos de la Antrtida?, o simplemente se decidi correr el riesgo porque los posibles benefi cios que se obtuviesen merecan la pena? La

    sentencia que fi jen los tribunales de Estados Unidos dar la respuesta a estas preguntas, entre tanto lo que queda es una nueva falta de profesionalidad y responsabilidad del sector pesquero.

    la harina de pescado. Pesca Chile, fi lial de Pescanova en ese pas, es la empresa ms importante del rubro a nivel nacional y por tanto en gran medida responsable de estas proble-mticas. Adems, ha sido denunciada sistemticamente por malas condicio-nes de trabajo, sueldos bajos, prcticas antisindicales y escalas salariales en base al rendimiento productivo.

    Por otro lado, el cultivo del langos-tino en los pases de Centroamrica es fuente permanente de confl ictos y problemas debido a la necesidad de grandes extensiones de terreno y de un aporte continuo de agua, lo que entra en confl icto con las comunida-des residentes que son privadas de la posibilidad de pescar o de obtener otros recursos en esas reas, adems de que las granjas de cultivo estn asociadas a zonas de manglar de gran

    importancia y fragilidad ecolgica. Un claro ejemplo de esta situacin ocurre en el Golfo de Fonseca, donde las empresas del Grupo Pescanova poseen la mayor concesin para cul-tivo de langostino con cerca de 7.000 hectreas.

    RECAPITULANDOEn la actualidad se produce una

    sobre explotacin muy preocupante de los recursos pesqueros, que pode-mos asociar con la existencia de las grandes fl otas pesqueras industriales, su capacidad, sus mtodos de captu-ras, etc. apoyadas por unas polticas pesqueras hechas a su medida. Son muchas las ayudas entregadas para aumentar las capacidades de pesca de los buques, muchas medidas de sus gobiernos para favorecer su interna-cionalizacin, acuerdos bilaterales con

    Mientras que en los pases desarrollados se pesca menos y se consume ms, en los pases empobrecidos del Sur se sobrepesca cada vez ms, pero se consume menos.

    favorable por sus esfuerzos ambien-tales y las condiciones laborales de la fl ota.

    Sin embargo, este comportamiento no ha sido siempre reproducido y Pescanova ha sido acusada por traba-jadores y opinin pblica de aprove-charse de su peso en las economas locales para negociar y conseguir rditos como concesiones o cuotas de pesca, de aplicar polticas socia-les inaceptables de empleo precario,

    SABC / OCTUBRE 2010 / NM.3 / EN PIE DE ESPIGA24 25EN PIE DE ESPIGA / SABC / OCTUBRE 2010 / NM.3

  • otros pases para poder acceder a sus Zonas Econmicas Exclusivas (ZEE), privatizacin de recursos pesqueros, cuotas etc. Y en la medida que empre-sas como Pescanova van ganando millas y orillas la soberana alimen-taria de los pases del Sur encuentra ms obstculos.

    Mientras que en los pases desarro-llados se pesca menos y se consume ms, en los pases empobrecidos del Sur se sobrepesca cada vez ms, pero se consume menos. Porque esa pesca la llevan a cabo empresas como Pescanova que mayoritariamente comercializarn su producto en los pases con mayor poder adquisitivo. A su vez este fenmeno plantea una presin sin precedentes sobre las comunidades pesqueras artesanales que tienen muchas difi cultades para volver a puerto con la pesca sufi ciente para sus familias o los mercados locales.

    El modelo Pescanova, un modelo que vulnera la Soberana Alimentaria.

    Carlos Montero Castao.Consultor en desarrollo pesquero,

    acucola y medioambiente marino.

    *

    * *Rodaballos y Pescanova

    por Manoel Santos. Revista Altermundo

    Pescanova inaugur en junio del 2009 en Mira (Portugal) la planta de cra de rodaballos, una fbrica de pescado para

    ser ms exactos, que pasa por ser la mayor del mundo, como cada una que crea el poderoso grupo. Dicha planta

    comenz a construirse cuando, en 2007, el gobierno gallego entonces compartido por el PSOE y el BNG (Bloque

    Nacionalista Galego), decidi no permitir a la empresa crear una nueva planta en el cabo Tourin, un espacio protegido

    de la Red Natura 2000. La reaccin del Grupo pesquero que desde Vigo preside Manuel Fernndez de Sousa fue

    inmediata: Nos vamos a Portugal, que en Galicia siempre representa, en este contexto, el Tercer Mundo de Europa:

    la deslocalizacin en el vientre del dragn capitalista.

    Como bien inform la organizacin ecologista gallega Adega, para la planta de Mira el Estado portugus entreg a

    Pescanova que se sepa 45 millones de euros en subvenciones pblicas directas sin contar con las subvenciones indirectas

    para mejoras tecnolgicas, infraestructuras de distribucin, ventajas fi scales, de los 140 millones de euros del total

    del proyecto. Pescanova habl de la creacin de ms de 1000 puestos de trabajo. Catorce meses despus produce el doble del pescado previsto, y emplea a 240 personasy

    slo 80 son fi jas. Haciendo un rpido clculo, resulta que cada empleo cost a las arcas pblicas portuguesas nada

    menos que 187.500 euros, o lo que es lo mismo, Portugal paga con dinero pblico el salario completo de los

    trabajadores de Pescanova estimando 15.000 euros al ao durante ms de 12 aos. As cualquiera hace negocios.

    Importa la forma de pescar?

    Los impactos medio ambientales y sociales de la pesca dependen en buen lugar del modelo de pesca. En la actualidad, tal como sucede con la agricultura, facilitado por unas polticas regresivas se impone

    un modelo de pesca industrial (como el que desempea PESCANOVA) frente a la pesca artesanal.

    La diferencia entre ambos modelos es radical (ver tabla). Desde la perspectiva ambiental la pesca industrial supone, entre otros muchos aspectos: ms descartes y por tanto peces y otros organismos marinos matados y

    no utilizados, ms consumo energtico por tonelada de pescado