Selección de Framentos - Transmutaciones en La Década Del 50

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 Ecos del Tiempo Módulo VI. Transmutaciones del individuo moderno a partir de las tendencias artísticas sudamericanas. VI Sesión: Transmutaciones del individuo en la Década del 50.  Luis V i d a le s, Calarcá, Colombia, 1900. Bogotá, Colombia, 1990. Or aci ón de los boste za do r es  Dedicado a Leo Le Gris Bostezador Señor. Estamos cansados de tus días y tus noches. Tu luz es demasiado barata y se va con lamentable frecuencia. Los mundos nocturnales  producen un pésimo alumbrado y en nuestros pueblos nos hemos visto precisados a sembrarle a la no che un cosmos de globitas eléctricas. Señor.  Nos aburren tus auroras y nos tienen fastidiados tus escandalosos crepúsculos. ¿Por qué un mismo espectáculo todos los días desde que le diste cuerda al mundo? Señor. Deja que ahora el mundo gire al revés  para que las tardes sean por la mañana y las mañanas sean por la tarde. O por lo menos   Señor    si no puedes complacernos entonces   Señor    te suplicamos todos los bostezadores que transfieras tus crepúsculos  para las 12 del día. Amén. (De Suenan Timbres, 1926)

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  • Ecos del Tiempo

    Mdulo VI. Transmutaciones del individuo moderno a partir de las tendencias artsticas sudamericanas.

    VI Sesin: Transmutaciones del individuo en la Dcada del 50.

    Luis Vidales, Calarc, Colombia, 1900. Bogot, Colombia, 1990.

    Oracin de los bostezadores

    Dedicado a Leo Le Gris Bostezador

    Seor.

    Estamos cansados de tus das

    y tus noches.

    Tu luz es demasiado barata

    y se va con lamentable frecuencia.

    Los mundos nocturnales

    producen un psimo alumbrado

    y en nuestros pueblos

    nos hemos visto precisados a sembrarle a la noche

    un cosmos de globitas elctricas.

    Seor.

    Nos aburren tus auroras

    y nos tienen fastidiados

    tus escandalosos crepsculos.

    Por qu un mismo espectculo todos los das

    desde que le diste cuerda al mundo?

    Seor.

    Deja que ahora

    el mundo gire al revs

    para que las tardes sean por la maana

    y las maanas sean por la tarde.

    O por lo menos

    Seor si no puedes complacernos

    entonces

    Seor te suplicamos todos los bostezadores

    que transfieras tus crepsculos

    para las 12 del da.

    Amn.

    (De Suenan Timbres, 1926)

  • La noche

    El da es lo ms ciudadano que hay. Eso no me lo puede negar

    nadie. El da tiene gentes y casas y pegados en las cintas vertiginosas

    de las calles tiene tranvas coches autos etc. etc. Cualquier da de la semana llmese lunes o sbado est siempre lleno de ciudades. Pero la noche ah! caray! la noche es lo ms inculto que se conoce hasta hoy. La noche est bien en

    los matorrales. La noche primitiva selvtica reacia a la civilizacin es el ltimo resto de salvajismo en el mundo. No habr quin colonice la noche?

    (De Suenan Timbres, 1926)

    Aurelio Arturo Martnez, La Unin, Nario; 22 de febrero de 1906 - f. Bogot; 24 de

    noviembre de 1974.

    Arrullo

    La noche est muy atareada

    en mecer una por una,

    tantas hojas.

    Y las hojas no se duermen

    todas.

    Si le ayudan las estrellas,

    cmo tiembla y tintinea la infinita

    comba eterna.

    Pero quin dormir a tantas,

    tantas,

    si ya va subiendo el da

    por el ro?

    (Dnde canta este pas

    de las hojas

    y este arrullo de la noche

    honda?).

    Por el lado del ro

    vienen los das

    de bozo dorado,

    vienen las noches

    de fino labio.

  • (Dnde el bello pas de los ros

    que abre caminos

    al viento claro

    y al canto?)

    La noche est muy atareada

    en mecer una por una,

    tantas hojas.

    Y las hojas no se duermen

    todas.

    Si le ayudan las estrellas...

    Pero hay unas ms ocultas,

    pero hay unas hojas, unas

    que entrarn nunca en la noche,

    nunca.

    (Dnde catan este pas

    de las hojas,

    y este arrullo de la noche

    honda?)

    (Publicado en la Revista De La Universidad Nacional,

    ao 11, No 7, 1945, dirigida por Jaime Ibez)

    Cancin de hojas y lejanas

    Eran las hojas, las murmurantes hojas,

    la frescura, el rebrillo innumerable,

    Eran las verdes hojas -la clula viva,

    el instante imperecedero del paisaje-

    eran las verdes hojas que acercan en su murmullo,

    las lejanas sonoras como cordajes,

    las finas, las desnudas hojas oscilantes.

    Las hojas y el viento.

    Hojas con marino ritmo ondulaban,

    hojas con finas voces

    hablando a un mismo tiempo, y que no eran

    tantas sino una sola, palpitante

    en mil espejos de aire, inacabable

    hoja hmeda en luces,

    reina del horizonte, gil

    avecilla saltante, picoteante por todos

    los aros del horizonte, los aros cintilantes.

  • Las hojas, las bandadas de hojas,

    al borde del azul, a la orilla del vuelo.

    Eran las hojas y las murmurantes lejanas,

    las hojas y las lejanas llenas de hablas,

    las lejanas que el viento tae como cuerdas:

    oh pentagrama, pentagrama de lejanas

    donde hojas son notas que el viento interpreta.

    En las hojas rumoraban bellos pases y sus nubes.

    En las hojas murmuraban lejanas de pases remotos,

    rumoraban como lluvias de verdeante alborozo,

    rean, rean lluvias de hablas clarsimas

    como aguas, hablas alegres de hadas, vocales de gozo.

    Y las lejanas tenan rumores de frondas sucesivas,

    las lejanas oan, oan lluvias que narran leyendas,

    oan lluvias antiguas. Y el viento

    traa las lejanas como trae una hoja.

    (Publicado en la Revista De La Universidad Nacional,

    ao 11, No 7, 1945, dirigida por Jaime Ibez)

    Januario Eduardo Carranza Fernndez, Villavicencio, Colombia, 23 de julio de 1913 -

    Bogot, Colombia, 13 de febrero de 1985.

    Azul de ti

    Pensar en ti es azul, como ir vagando

    por un bosque dorado al medioda:

    nacen jardines en el habla ma

    y con mis nubes por tus sueos ando.

    Nos une y nos separa un aire blando,

    una distancia de melancola;

    yo alzo los brazos de mi poesa,

    azul de ti, dolido y esperando.

    Es como un horizonte de violines

    o un tibio sufrimiento de jazmines

  • pensar en ti, de azul temperamento.

    El mundo se me vuelve cristalino,

    y te miro, entre lmparas de trino,

    azul domingo de mi pensamiento.

    (De Azul en Ti, 1944)

    Alhambra1

    A Luis Rosales

    Fue cuando el alma apareci en columnas.

    Fue cuando el aire se agrup en ventanas.

    Y la luz en techumbre que sostienen

    muros de amor.

    Fue cuando la gacela sideral

    lleg sedienta al agua inextingible.

    Y hall, por fin, donde poner los ojos

    la poesa.

    Cuando una mano dibuj el ensueo

    y lo perdidamente femenino.

    Cuando la luna se olvid en el da

    de primavera.

    Cuando el espacio se asom a su reino

    y volaba la recta tras la curva,

    y la curva se abra como un ngel

    quieto y volando.

    Cuando el jardn so su desenlace

    mientras cantaba un pjaro y cantaba

    al extremo del mundo en que vivimos.

    Cuando la luna.

    Cuando lo areo, cuando lo ligero.

    Cuando el jazmn subi a sus miradores

    y el amor a sus torres espirales

    y el azahar.

    1 Alhambra es una ciudad palatina andalus situada en Granada, Espaa

  • Cuando la msica se hizo visible.

    Cuando fue el tiempo de ver el aroma.

    Y amaneci el delirio en geometra

    transfigurado.

    Cuando la reina, cuando los suspiros.

    Y cuando tuvo el cielo azul un patio

    para morar y con el vino rojo

    y las palomas.

    Fue cuando un cuento se qued dormido.

    Cuando la msica entorn los prpados.

    Cuando la juventud, cuando la noche,

    oh, cuando el agua!...

    (De Alhambra, 1957)

    Gonzalo Rojas Pizarro, Lebu, 20 de diciembre de 19161 Santiago, 25 de abril de 2011.

    El poeta maldice a su cadver

    Fuiste la libertad de salvarte o perderte.

    Viste el mundo sin ver lo que era el mundo.

    Por qu fu deformada en tus pupilas

    la luz fundamental? Perdiste la razn

    antes de resolverse la raz de tu origen?

    Maldita sea tu naturaleza

    que sopl por tu boca la hermosura

    de la imaginacin. Maldita sea

    la belleza que hablaba por tu boca.

    Maldito el yacimiento de todas tus palabras.

    Por qu ests disfrazado bajo el vidrio,

    como un libro sellado para siempre,

    letra intil, fatdica escritura?

    Por qu tras de tus ojos ya no est el fuego eterno,

    mscara del gusano?

    Esta es tu boca. -Dnde estn tus besos?

    Esta es tu lengua. -Dnde tu palabra?

    Estas, tus piernas. -Dnde estn tus pasos?

    Este tu pelo. -Dnde tu lujuria?

    Este, tu cuerpo. Dnde tu persona?

    Estas, tus manos. -Dnde est tu fuerza?

    Todo esto fuiste t. -Dnde ests t?

    Dime: dnde hubo un hombre?

  • Ya no puedes llorar como los rboles

    cuando el viento trastorna sus sentidos.

    Ya no eres animal, ni adivino del mundo.

    Te ests secando poco a poco. Ests

    quemando tus acciones, hasta ser

    polvo del torbellino.

    (De La miseria del hombre, 1948)

    Carta del suicida

    Juro que esta mujer me ha partido los sesos,

    porque ella sale y entra como una bala loca,

    y abre mis parietales, y nunca cicatriza,

    as sople el verano o el invierno,

    as viva feliz sentado sobre el triunfo

    y el estmago lleno, como un cndor saciado,

    as padezca el ltigo del hambre, as me acueste

    o me levante, y me hunda de cabeza en el da

    como una piedra bajo la corriente cambiante,

    as toque mi ctara para engaarme, as

    se abra una puerta y entren diez mujeres desnudas,

    marcadas sus espaldas con mi letra, y se arrojen

    unas sobre otras hasta consumirse,

    juro que ella perdura, porque ella sale y entra

    como una bala loca,

    me sigue adonde voy y me sirve de hada,

    me besa con lujuria

    tratando de escaparse de la muerte,

    y, cuando caigo al sueo, se hospeda en mi columna

    vertebral, y me grita pidindome socorro,

    me arrebata a los cielos, como un cndor sin madre

    empollado en la muerte.

    (De La miseria del hombre, 1948)

  • Pablo de Rokha, seudnimo de Carlos Daz Loyola, Licantn, Regin del Maule, 21 de

    marzo1 de 1894 Santiago, Regin Metropolitana de Santiago, 10 de septiembre de 1968.

    Pao de lgrimas de chile.

    Como una gran lluvia de plvora

    el lenguaje internacional socava la tierra del mundo,

    araa la tierra, la arranca

    del cuajo inmortal del pueblo con lamentos de atardecer

    Brama el trigo y el pan muerde al hombre como un perro de fuego,

    Los rgidos del vino dan a la Humanidad un clima de espanto,

    Y las aguas furiosas hierven como sangre o como corazn de soldado de-

    sertor en la derrota;

    el chacal del oro, al rojo resplandor de las cuchillas, de la gran dentellada

    al trabajador;

    conduciendo los soberbios elementos

    de donde dependen la esclavitud y el crepsculo.

    Un arrastramiento de cadenas de vergenza

    alla por los caminos, y rboles de carne azotada y humillada como mujer de

    criminal

    alumbran de sombra las tinieblas.

    As Chile est, desventurado y polvoroso,

    tocando la estructura funeral del hambre encima de un pueblo de muertos, y las

    abandonas estatuas

    tienen coronas grandes de crepsculos;

    sin embargo, entre chalecos verdes se derrite el violn del ro, azul como

    el techo del mundo en tierras del roto

    y hay trigales que parecen montaas de pan echadas como vacas al sol chileno

    o minas llorando porque les arrebataron los americanos a sus hijitos enterrn-

    doles un pual medio a medio del vientre:

    animan el mar los perros y ladran las olas

    a los gobernantes que parecen mercaderes y a los mercaderes que parecen

    gobernantes

    y los volcanes enfurecidos del Sur orinan veneno caliente.

    El muralln de las aldeas cra lagartos grandes como toros, como

    Tiburones que deviene parlamentarios equivocados, parasitarios,

    Como el camarn del espanto, como el cura de la parroquia mundial que es el

    papa huevo de pato, como el buey castrado del establo del Estado

    y hay piezas inmensas pobladas de palabras y aparecidos

    o difuntos tremendamente ancianos que llenan los caminos de sonidos de

    eternidad y la casa vaca que nunca existi.

  • Los tontos se rascan los piojos en las piedras de las cunetas

    componiendo sonetos de la feligresa con viejo incienso que huele a ba-

    bas benditas

    y las beatas desaforadas dicen: qu hermoso!, verso tan bello, pero qu hermoso! Si es sencillo como el caballo de mi marido y hasta las

    bestias lo entienden al Seor Colibr .

    tanto como cuanto al seor Juan Lanas, tonos los dos tontos, tan tontos o

    ms que nosotros!; la tierra entera est podrida como una papa sucia en el basural doloroso

    y la solucin no es la lgrima

    sino la lucha por el pan, la paz y la libertad del mundo;

    (Fragmento Pao de lgrimas, en Fusiles de sangre, 1950)

    Pablo Neruda, seudnimo de Ricardo Elicer Neftal Reyes Basoalto, Parral, Regin del

    Maule, 12 de julio de 1904-Santiago, Regin Metropolitana de Santiago, 23 de septiembre

    de 1973.

    IV

    Los ros acuden

    Amada de los ros, combatida

    por agua azul y gotas transparentes,

    como un rbol de venas es tu espectro

    de diosa oscura que muerde manzanas:

    al despertar desnuda entonces,

    eras tatuada por los ros,

    y en la altura mojada tu cabeza

    llenaba el mundo con nuevos rocos.

    Te trepidaba el agua en la cintura.

    Eras de manantiales construida

    y te brillaban lagos en la frente.

    De tu espesura madre recogas

    el agua como lgrimas vitales,

    y arrastrabas los cauces a la arena

    a travs de la noche planetaria,

    cruzando speras piedras dilatadas,

    rompiendo en el camino

    toda la sal de la geologa,

    cortando bosques de compactos muros,

    apartando los msculos del cuarzo.

  • Amazonas

    Amazonas,

    capital de las slabas del agua,

    padre patriarca, eres

    la eternidad secreta

    de las fecundaciones,

    te caen ros como aves, te cubren

    los pistilos color de incendio,

    los grandes troncos muertos te pueblan de perfume,

    la luna no te puede vigilar ni medirte.

    Eres cargado con esperma verde

    como un rbol nupcial, eres plateado

    por la primavera salvaje,

    eres enrojecido de maderas,

    azul entre la luna de las piedras,

    vestido de vapor ferruginoso,

    lento como un camino de planeta.

    (De Canto general, 1950)