Selección de Poesía Para 3º de La ESO
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2014-5
Selección de textos literarios
3º de la ESO
POEMAS DE LAEDAD MEDIA
2
POEMAS ANÓNIMOS MEDIEVALES, LA PRIMERA POESÍA ESPAÑOLA
Al alba venid
Al alba venid, buen amigo,al alba venid.
Amigo el que yo más quería,venid al alba del día.
Amigo el que yo más amaba, 5venid a la luz del alba.
Venid a la luz del día,non traigáis compañía.
Venid a la luz del alba,non traigáis gran compaña. 10
* * *
Ya cantan los gallos, amor mío, y vete: cata que amanece. Vete, alma mía, más tarde no esperes, no descubra el día los nuestros placeres. Cata que los gallos, según me parece, dicen que amanece.
En la fuente del rosellavan la niña y el doncel.
En la fuente de agua claracon sus manos lavan la caraél a ella y ella a él,lavan la niña y el doncel.En la fuente del rosel,lavan la niña y el doncel.
* * *
¿Agora que sé de amor me metéis monja?¡Ay, Dios, qué grave cosa!
Agora que sé de amor de caballero,agora me metéis en el monesterio.¡Ay, Dios, qué grave cosa!
3
MIO CID
4
MESTER DE CLEREZÍA, CON AUTORÍA
Segunda estrofa del Libro de Alexandre
Mester traigo fermoso, non es de joglaría,
mester es sin pecado, ca es de clerezía;
fablar curso rimado por la cuaderna vía,
a sílabas contadas, ca es grant maestría.
Gonzalo de Berceo
Gonzalvo fue su nomme que fizo este tractado
En Sant Millán de Suso fue de ninez criado
natural de Berceo ond Sant Millán fue nado
Dios guarde la su alma del poder del pecado.
…
Quiero fer una prosa en roman paladino
en cual suele el pueblo fablar a su vecino
Ca non son tan letrado por fer otro latino
bien valdra como creo un vaso de bon vino.
5
MILAGRO
6
EL Libro DE Buen Amor
Arcipreste de Hita
Consejos de don Amor: Condiciones que ha de tener la mujer para ser bella (coplas 429- 435)
Si leyeres a Ovidio que por mí fue educado, hallarás en él cuentos que yo le hube mostrado, y muy buenas maneras para el enamorado; Pánfilo, cual Nasón, por mí fue amaestrado.
Si quieres amar dueñas o a cualquier mujer muchas cosas tendrás primero que aprender para que ella te quiera en amor acoger. Primeramente, mira qué mujer escoger.
Busca mujer hermosa, atractiva y lozana, que no sea muy alta pero tampoco enana; si pudieras, no quieras amar mujer villana, pues de amor nada sabe, palurda y chabacana.
Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña, cabellos amarillo no teñidos de alheña; las cejas apartadas, largas, altas, en peña; ancheta de caderas, ésta es talla de dueña.
Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes y con largas pestañas, bien claras y rientes; las orejas pequeñas, delgadas; para mientes si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes.
La nariz afilada, los dientes menudillos, iguales y muy blancos, un poco apartadillos, las encías bermejas, los dientes agudillos, los labios de su boca bermejos, angostillos.
La su boca pequeña, así, de buena guisa su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa,
conviene que la veas primero sin camisa
pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa!
7
Retrato del arcipreste (coplas 1485-1488)
Dueña –dijo la vieja- yo lo veo a menudo:es muy ancho de cuerpo, piernas fuertes, membrudo,cabeza no pequeña, velloso, pescozudo,el cuello no muy largo, pelinegro, orejudo:
las cejas separadas, negras como el carbón,es erguido su andar, tiene aires de pavón;muy firmes son sus pasos, y en buena dirección.Tiene nariz muy larga, le falta proporción.
Las encías rojas y la voz grave,la boca no pequeña, labios regulares,más gruesos que delgados, rojos como el coral;las espaldas muy anchas, las muñecas igual.
Sus ojos son pequeños, tirando a morenazo;pectorales muy fuertes, muy fornido su brazo,las piernas son perfectas; el pie, chico pedazo.Señora, no vi más; su amor va en este abrazo.
8
SALTO AUTOBIOGRÁFICO DE BUEN AMOR
9
DON JUAN MANUEL
10
ROMANCE DE ABENÁMAR
-Abenámar, Abenámar, moro de la morería, el día que tú naciste grandes señales había! 5 Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida; moro que en tal signo nace no debe decir mentira. -No te la diré, señor, 10 aunque me cueste la vida. -Yo te agradezco, Abenámar, aquesta tu cortesía. 15 ¿Qué castillos son aquellos? ¡Altos son y relucían! -El Alhambra era, señor, y la otra, la mezquita; los otros, los Alixares, 20 labrados a maravilla. El moro que los labraba, cien doblas ganaba al día y el día que no los labra otras tantas que perdía; 25 desque los tuvo labrados,
el rey le quitó la vida porque no labre otros tales al rey del Andalucía. El otro es Torres Bermejas, 30 castillo de gran valía; el otro Generalife, huerta que par no tenía. Allí hablara el rey don Juan, bien oiréis lo que decía: 35 -Si tú quisieras, Granada, contigo me casaría; daréte en arras y dote a Córdoba y a Sevilla. -Casada soy, rey don Juan, 40 casada soy, que no viuda; el moro que a mí me tiene muy grande bien me quería. Hablara allí el rey don Juan, estas palabras decía: 45 -Échenme acá mis lombardas doña Sancha y doña Elvira; tiraremos a lo alto, lo bajo ello se daría. El combate era tan fuerte 50 que grande temor ponía.
11
ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE
Un sueño soñaba anoche soñito del alma mía, soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía. Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. —¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? Las puertas están cerradas, ventanas y celosías. —No soy el amor, amante: la Muerte que Dios te envía. —¡Ay, Muerte tan rigurosa, déjame vivir un día! —Un día no puede ser, una hora tienes de vida.
Muy deprisa se calzaba, más deprisa se vestía; ya se va para la calle, en donde su amor vivía.
—¡Ábreme la puerta, blanca, ábreme la puerta, niña! —¿Cómo te podré yo abrir si la ocasión no es venida? Mi padre no fue al palacio, mi madre no está dormida. —Si no me abres esta noche, ya no me abrirás, querida; la Muerte me está buscando, junto a ti vida sería. —Vete bajo la ventana donde labraba y cosía, te echaré cordón de seda para que subas arriba, y si el cordón no alcanzare, mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe; la muerte que allí venía: —Vamos, el enamorado, que la hora ya está cumplida.
12
ROMANCE DEL CONDE OLINOS
Madrugaba el conde Olinos
mañanita de San Juan,
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.
Mientras el caballo bebe
canta un hermoso cantar;
las aves que iban volando
se paraban a escuchar:
Bebe, mi caballo, bebe,
Dios te me libre del mal:
de los vientos de la tierra
y de las furias del mar.
De altas torres del palacio,
la reina le oyó cantar:
-Mira, hija, cómo canta
la sirena de la mar.
-No es la sirenita, madre,
que ésta tiene otro cantar;
es la voz del conde Olinos
que por mis amores va.
-Si es la voz del conde Olinos,
yo le mandaré matar,
que para casar contigo,
le falta sangre real.
Guardias mandaba la reina
al conde Olinos buscar:
que le maten a lanzadas
y echen su cuerpo a la mar.
La infantina, con gran pena,
no cesaba de llorar;
él murió a la medianoche
y ella a los gallos cantar.
13
La serrana violadora
Pasando yo una mañanael puerto de Malangostoasaltóme una serranatan pronto asomé mi rostro.-"Desgraciado, ¿dónde andas?¿Qué buscas o qué demandaspor aqueste puerto angosto?"
Contesté yo a sus preguntas:-"Me voy para Sotos Albos"Dijo: -"¡El pecado barruntascon esos aires tan bravos!Por aquesta encrucijadaque yo tengo bien guardada,no pasan los hombres salvos."
Plantóseme en el senderola sarnosa, ruin y fea,dijo: -"¡Por mi fe, escudero!aquí me estaré yo queda;hasta que algo me prometas,por mucho que tú arremetas,no pasarás la vereda."
Díjele: -"¡Por Dios, vaquera,no me estorbes la jornada!deja libre la carrera;para ti no traje nada."Me repuso: -"Entonces torna,por Somosierra trastorna,que aquí no tendrás posada."
Y la Chata endiablada,¡que San Julián la confunda!arrojóme la cayaday, volteando su honda,dijo afinando el pedrero:-"¡Por el Padre verdadero,tú me pagas hoy la ronda!"
Nieve había, granizaba,
hablóme la Chata luegoy hablando me amenazaba:-"¡Paga o ya verás el juego!"Dije yo:-"¡Por Dios, hermosa,deciros quiero una cosa,pero sea Junto al fuego!"
-"Yo te llevaré a mi casay te mostraré el camino,encenderé fuego y brasay te daré pan y vino.Pero ¡a fe!, promete algoy te tendré por hidalgo.¡Buena mañana te vino!"
Yo, con miedo y arrecido,le prometí un garnachay ofrecí, para el vestido,un prendedor y una plancha.Dijo: -"Yo doy más, amigo.¡Anda acá, vente conmigo,no tengas miedo a la escarcha!".
Cogióme fuerte la manoy en su pescuezo la puso,como algún zurrón livianollevóme la cuesta ayuso.-"¡Desgraciado!, no te espantes,que bien te daré que yantescomo es en la tierra uso."
Me hizo entrar mucha aínaen su venta, con enhoto;y me dio hoguera de encina,mucho conejo de Soto,buenas perdices asadas,hogazas mal amasadasy buena carne de choto.
De vino bueno un cuartero,manteca de vacas, mucha,mucho queso de ahumadero,leche, natas y una trucha;
14
después me dijo: -"¡Hadeduro!,comamos de este pan duro,luego haremos una lucha."
Cuando el tiempo fue pasando,fuime desentumeciendo;como me iba calentandoasí me iba sonriendo.Observóme la pastora;dijo: --"Compañero, ahoracreo que voy entendiendo".
La vaqueriza, traviesa,dijo: "Luchemos -un rato,levántate ya, de priesa;quítate de encima el hato" .Por la muñeca me priso,tuve que hacer cuanto quiso,¡creo que me fue barato!
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POEMAS DEL CANCIONERO, YA CON AUTORES
No me las enseñes más, que me matarás.
Estábase la monja en el menesterio, las teticas blancas de so el velo negro. Más, que me matarás.
Diego Sánchez de Badajoz, fol.142
Iñigo López de Mendoza
La moza de la Finojosa
Moza tan fermosanon vi en la frontera,como una vaquerade la Finojosa.
Faciendo la vía 5del Calatraveñoa Santa María,vencido del sueño,por tierra fragosaperdí la carrera, 10do vi la vaquerade la Finojosa.
En un verde pradode rosas y flores,guardando ganadocon otros pastores, 15la vi tan graciosaque apenas creyeraque fuese vaquerade la Finojosa.
No creo las rosas 20de la primaverasean tan fermosasni de tal manera,fablando sin glosa,si antes supiera 25de aquella vaquerade la Finojosa.
No tanto mirarasu mucha beldad,porque me dejara 30en mi libertad.Mas dije: «Donosa(por saber quién era),¿dónde es la vaquerade la Finojosa?» 35
Bien como riendo,dijo: «Bien vengades;que ya bien entiendolo que demandades:non es deseosa 40de amar, nin lo espera,aquesa vaquerade la Finojosa.»
16
Manrique, JorgeCoplas a la muerte de su padre
1. Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte, contemplando como se pasa la vida; 5 cómo se viene la muerte tan callando; cuán presto se va el placer; cómo, después de acordado, da dolor; 10 cómo a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor.
2
Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir; allí van los señoríos 5 derechos a se acabar y consumir; allí los ríos caudales, allí los otros medianos y más chicos; 10 allegados son iguales los que viven por sus manos y los ricos.
5
¿Qué se hicieron las damas, sus tocados e vestidos sus olores? ¿Qué se hicieron las llamas 5 de los fuegos encendidos de amadores? ¿Qué se hizo aquel trovar, las músicas acordadas que tañían? 10 ¿Qué se hizo aquel danzar, aquellas ropas chapadas que traían?
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POEMAS DE LOSSIGLOS DE ORO
XVI-XVII
GARCILASO DE LA VEGA
Soneto V
Escrito ´stá en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribistes; yo lo leo
tan solo que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos
veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;
Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
Soneto XXIII
En tanto que de rosa y azucena,
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
Soneto XXX
A Dafne ya los brazos le crecían, y en luengos ramos vueltos se mostraban; en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos que al oro oscurecían.
De áspera corteza se cubría los tiernos miembros, que aún balbuciendo
estaban; los blancos pies en tierra se hincaban y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza de llorar, crecer hacía el árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño! Que con llorarla crezca cada día la causa y la razón por que lloraba!
Salicio:
El sol tiende los rayos de su lumbrepor montes y por valles, despertandolas aves y animales y la gente:cuál por el aire claro va volando,cuál por el verde valle o alta cumbre 75paciendo va segura y libremente,cuál con el sol presenteva de nuevo al oficio,y al usado ejerciciodo su natura o menester le inclina, 80siempre está en llanto esta ánima mezquina,cuando la sombra el mondo va cubriendo,o la luz se avecina.Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
¿Y tú, de esta mi vida ya olvidada, 85sin mostrar un pequeño sentimientode que por ti Salicio triste muera,dejas llevar (¡desconocida!) al vientoel amor y la fe que ser guardadaeternamente sólo a mí debiera? 90¡Oh Dios!, ¿por qué siquiera,(pues ves desde tu alturaesta falsa perjuracausar la muerte de un estrecho amigo)no recibe del cielo algún castigo? 95Si en pago del amor yo estoy muriendo,¿qué hará el enemigo?Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Por ti el silencio de la selva umbrosa,por ti la esquividad y apartamiento 100del solitario monte me agradaba;por ti la verde hierba, el fresco viento,el blanco lirio y colorada rosay dulce primavera deseaba.¡Ay, cuánto me engañaba! 105¡Ay, cuán diferente eray cuán de otra maneralo que en tu falso pecho se escondía!Bien claro con su voz me lo decíala siniestra corneja, repitiendo 110la desventura mía.Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
San Juan de la Cruz
Noche Oscura del Alma
En una noche oscura,
con ansias de amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando mi casa sosegada.
5 A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¿oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
10 En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía,
sino la que en mi corazón ardía.
15 Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
20 ¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la
alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
25 En mi pecho florido,
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
30 El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
35 Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
.
POEMAS ANÓNIMOS ENTRE SIGLOS XVI-XVII
No me le digáis mal,
madre, a Fray Antón;
no me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
Madre, yo no niego
que él burla conmigo,
y de aqueste juego
siempre le castigo;
mil veces le digo:
«¡Padre, tentación!»
no me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
Cuando estamos juntos
ambos de rodillas,
sácame por puntos
algunas cosillas;
háceme cosquillas
en el corazón.
No me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
Yo tengo reposo
con su Reverencia,
que tiene presencia
de buen religioso;
aunque es peligroso
en mi salvación,
no me te digáis mal,
que le tengo en devoción.
Es fraile polido
de muy lindo talle,
que desde la calle
viene apercebido;
arroja el vestido,
y queda en jubón;
no me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
Cuando quiere entrar
viene muy honesto,
mesurado el gesto
por disimular:
háceme turbar
su Visitación;
no me le digáis mal,
que le tengo en devoción.
Si osase decir mi boca
Si osase decir mi boca
lo que siente el alma mía,
señora, tocar querría
donde la camisa os toca.
No es mucho no tener tasa
este temor de perderos,
pues, señora, en el quereros
de la misma suerte pasa:
desde el chapín a la boca
os adora el alma mía,
y sólo tocar querría
donde la camisa os toca.
Si os viese yo, mi señora,
y sin camisa os tocase,
y otro bien no desease
aquesta alma que os adora,
y entonces ojos y boca
tocase la boca mía,
lo demás yo tocaría
donde la camisa os toca.
Siento yo extrañamente
de ver que os está tocando,
y con morir deseando
lo que ella goza y no siente;
pues diferencia hay poca
de su tocadura y mía,
señora, tocar querría
donde la camisa toca.
Caracoles me pide la niña,
y pídelos cada día.
De una vez que la tacaña
los caracoles comió,
tal gusto el manjar le dio,
que por él se desentraña:
y con inquietud extraña,
diversas veces repite
que no hay cosa que así quite
toda su melancolía,
y pídelos cada día.
Si ella viese cuando estriba
en su concha el caracol,
y saca suspenso al sol
sus cuernos y frente altiva,
y, dando espuma y saliva,
se despega y desanuda,
para mí no tengo duda
de que lo aborrecería.
y pídelos cada día.
Yo no sé qué nuevo efeto
puede hacer este manjar,
que al gusto del paladar
de la niña es tan aceto;
ella sabe este secreto,
pues cuando la persuado
que no es carne ni pescado,
ella que es carne porfía,
y pídelos cada día.
Si es carne, como ella mesma
lo confiesa, la mocosa,
¿cómo es ella tan golosa
de comellos en Cuaresma?
Dice que el padre Ledesma
le mandó, en penitencia,
los comiese con decencia
los sábados si quería,
y pídelos cada día.
Aunque comida viscosa
y que engendra opilación,
danle más satisfación
por ser la salsa sabrosa;
y la causan a la Rosa,
cuando para su gobierno
sacan un palmo de cuerno,
gran consuelo y alegría,
y pídelos cada día.
Reprehéndela su madre
cuando se los ve comer;
dice que no halla, a su ver,
regalo que ansí le cuadre,
y que, a pesar de su padre,
aunque la mate y la riña,
poblará dellos la niña
su sotillo y pradería,
y pídelos cada día.
Si la niña está con pena,
con tristeza y con enojo,
para alegrarle el ojo
dénselos después de cena,
porque sustancia tan buena
no la probó en su vida;
por ellos anda perdida
si son frescos y en cuantía,
y pídelos cada día.
AUTORES BARROCOS
Poema Ovillejos de Miguel de Cervantes y Saavedra
¿Quién menoscaba mis bienes? Desdenes.
¿Y quién aumenta mis duelos? Los celos.
¿Y quién prueba mi paciencia? Ausencia.
De ese modo, en mi dolencianingún remedio se alcanza,pues me matan la esperanzadesdenes, celos y ausencia.
¿Quién me causa este dolor? Amor.
¿Y quién mi gloria repugna? Fortuna.
¿Y quién consiente en mi duelo? El cielo.
De ese modo, yo recelomorir deste mal estraño,
pues se aumentan en mi dañoamor, fortuna y el cielo.
¿Quién mejorará mi suerte? La muerte.
Y el bien de amor, ¿quién le alcanza? Mudanza.
Y sus males, ¿quién los cura? Locura.
De ese modo, no es corduraquerer curar la pasión,
cuando los remedios sonmuerte, mudanza y locura.
Lope de Vega
Ir y quedarse y con quedar partirse,partir sin alma, e ir con alma ajena,oír la dulce voz de una sirenay no poder del árbol desasirse;
arder como la vela y consumirsehaciendo torres sobre tierna arena;caer del cielo y ser demonio en pena,y de serlo jamás arrepentirse;
hablar entre las mudas soledades,pedir pues resta sobre fe paciencia,y lo que es temporal llamar eterno;
creer sospechas y negar verdades,es lo que llaman en el mundo ausencia,fuego en el alma y en la vida infierno.
Desmayarse, atreverse, estar furioso,áspero, tierno, liberal, esquivo,alentado, mortal, difunto, vivo,leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,enojado, valiente, fugitivo,satisfecho ofendido receloso;
huir el rostro al claro desengaño,beber veneno por licor suave,olvidar el provecho, amar el daño;
creer que el cielo en un infierno cabe,dar la vida y el alma a un desengaño,esto es amor: quien lo probó lo sabe.
Quevedo
Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente, es un soñado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado, un cobarde con nombre de valiente, un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada, que dura hasta el postrero parosismo; enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su abismo. ¡Mirad cuál amistad tendrá con nada el que en todo es contrario de sí mismo!
Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera, dejará la memoria, en donde ardía: nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado; serán ceniza, mas tendrán sentido; polvo serán, mas polvo enamorado.
A una nariz,
poema dedicado a la nariz de Góngora
Érase un hombre a una nariz pegado, Érase una nariz superlativa, Érase una nariz sayón y escriba, Érase un peje espada muy barbado;
Era un reloj de sol mal encarado, Érase una alquitara pensativa, Érase un elefante boca arriba, Era Ovidio Nasón más narizado.
Érase el espolón de una galera, Érase una pirámido de Egipto, Las doce tribus de narices era;
Érase un naricísmo infinito, Muchísimo nariz, nariz tan fiera Que en la cara de Anás fuera delito.
Miré los muros de la patria mía,si un tiempo fuertes ya desmoronadosde la carrera de la edad cansadospor quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo: vi que el sol bebía los arroyos del hielo desatados,y del monte quejosos los ganadosque con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa: vi que amancilladade anciana habitación era despojos, mi báculo más corvo y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada,y no hallé cosa en que poner los ojosque no fuese recuerdo de la muerte.
A Dafne, huyendo de Apolo
"Tras vos, un alquimista va corriendo,Dafne, que llaman Sol, ¿y vos tan cruda?Vos os volvéis murciégalo sin duda,pues vais del Sol y de la luz huyendo.
Él os quiere gozar, a lo que entiendo,si os coge en esta selva tosca y ruda:su aljaba suena, está su bolsa muda;el perro, pues no ladra, está muriendo.
Buhonero de signos y planetas,viene haciendo ademanes y figuras,cargado de bochornos y cometas."
Esto la dije; y en cortezas durasde laurel se ingirió contra sus tretas,y, en escabeche, el Sol se quedó a escuras.
Góngora
Ilustre y hermosísima María, 1583
Ilustre y hermosísima María,mientras se dejan ver a cualquier horaen tus mejillas la rosada aurora,Febo en tus ojos y, en tu frente, el día,
y mientras con gentil descortesíamueve el viento la hebra voladoraque la Arabia en sus venas atesoray el rico Tajo en sus arenas cría;
antes que de la edad Febo eclipsadoy el claro día vuelto en noche oscura,huya la Aurora del mortal nublado;
antes que lo que hoy es rubio tesorovenza a la blanca nieve su blancura,goza, goza el color, la luz, el oro.
Doña Menga, ¿de qué te ríes?
D. P. Doña Menga, ¿de qué te ríes? D. M. Don Pascual, de que porfíes.D. P. Tres años ha que te quieroD. M. Seis años ha que me enfadasD. P. Servíte en dos empanadas un jabalí casi enteroD. M. Pocos fueran en dinerodos montes de jabalíesD. P. Doña Menga, ¿de qué te ríes?D. M. Don Pascual, de que porfíes ¿Qué joya de oro te abona?D. P. Toma de un pobre galán, que moros mató en Orán, cien reales, y perdona.D. M. De un galán de Melïona quisiera más cien cequíes.D. P. Doña Menga, ¿de qué te ríes?D. M. Don Pascual, de que porfíes.D. P. ¿Por un monigote dejas un tan valiente soldado?D. M. Obligóme.D. P. ¿Qué te ha dado?D. M. ¿No le han oído tus quejas repicar en mis orejas campanitas de rubíes?D. P. Doña Menga, ¿de qué te ríes?D. M. Don Pascual, de que porfies.
Ándeme yo caliente
Y ríase la gente
Traten otros del gobiernodel mundo y sus monarquías,mientras gobiernan mis díasmantequillas y pan tierno;y las mañanas de inviernonaranjada y aguardiente,y ríase la gente.
Coma en dorada vajillael Príncipe mil cuidadoscomo píldoras dorados,que yo en mi pobre mesillaquiero más una morcillaque en el asador reviente,y ríase la gente.
Cuando cubra las montañasde blanca nieve el enero,tenga yo lleno el braserode bellotas y castañas,y quien las dulces patrañasdel Rey que rabió me cuente,y ríase la gente.
Busque muy en buena horael mercader nuevos soles;yo conchas y caracolesentre la menuda arena,escuchando a Filomenasobre el chopo de la fuente,y ríase la gente.
Pase a media noche el mary arda en amorosa llamaLeandro por ver su dama;que yo más quiero pasardel golfo de mi lagarla blanca o roja corriente,y ríase la gente.
Pues Amor es tan cruelque de Píramo y su amadahace tálamo una espada,do se junten ella y él,sea mi Tisbe un pastely la espada sea mi diente,y ríase la gente.
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
AL QUE INGRATO ME DEJA
Al que ingrato me deja, busco amante; al que amante me sigue, dejo ingrata; constante adoro a quien mi amor maltrata; maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante, y soy diamante al que de amor me trata; triunfante quiero ver al que me mata, y mato al que me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo; si ruego a aquél, mi pundonor enojo: de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo, por mejor partido, escojo de quien no quiero, ser violento empleo, que, de quien no me quiere, vil despojo.
Cuando mi error y tu vileza veo, contemplo, Silvio, de mi amor errado, cuán grave es la malicia del pecado, cuán violenta la fuerza de un deseo.
A mi misma memoria apenas creo que pudiese caber en mi cuidado la última línea de lo despreciado, el término final de un mal empleo.
Yo bien quisiera, cuando llego a verte, viendo mi infame amor poder negarlo; mas luego la razón justa me advierte
que sólo me remedia en publicarlo; porque del gran delito de quererte sólo es bastante pena confesarlo.
Feliciano me adora y le aborrezco; Lisardo me aborrece y yo le adoro; por quien no me apetece ingrato, lloro, y al que me llora tierno, no apetezco:
a quien más me desdora, el alma ofrezco; a quien me ofrece víctimas, desdoro; desprecio al que enriquece mi decoro y al que le hace desprecios enriquezco;
si con mi ofensa al uno reconvengo, me reconviene el otro a mí ofendido y al padecer de todos modos vengo;
pues ambos atormentan mi sentido; aquéste con pedir lo que no tengo y aquél con no tener lo que le pido.
Que no me quiera Fabio al verse amado es dolor sin igual, en mi sentido; mas que me quiera Silvio aborrecido es menor mal, mas no menor enfado.
¿Qué sufrimiento no estará cansado, si siempre le resuenan al oído, tras la vana arrogancia de un querido, el cansado gemir de un desdeñado?
Si de Silvio me cansa el rendimiento, a Fabio canso con estar rendida: si de éste busco el agradecimiento,
a mí me busca el otro agradecida: por activa y pasiva es mi tormento, pues padezco en querer y ser querida.