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Semana Cultural‘´09

“Las letras nos enseñan a comer

la literatura y la alimentación

C.E.I.P. “NAVALIEGOS”ponferrada

16, 17, 20, 21 y 22 Abril de 2009

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Í N D I C E

• Elcerditomágico Héctor LópezE.I.5A..............................................................................................................5• Laseñoranuezysuamigadoñacastaña Esteban AguilarE.I.3B.........................................................................................................8• Ana,laratitamássana Niños Infantil4ºA...............................................................................................................10• Sergioylaschuches Sergio MartínezE.I.4A..................................................................................................... 15• EldiversueñodeLucía Lucía RodríguezE.I.4B......................................................................................................17• Lostrescerditosylastressopas Álex SantínE.I.4Aº............................................................................................................20• Lospimientos Unai AriasE.I.5A................................................................................................................21• EltamborilerodelBruc.UnazanahoriallamadaIsidret Iker GuzmánE.I.5B............................................................................................................ 25• Ángel,elpastorcillomentiroso Celia BlancoE.I.5B...........................................................................................................28• ¡Notepongasmalito!Comesano Marina Panizo1ºA............................................................................................................. 31• Hayquecomeralimentos Sara Rodil 1ºA..................................................................................................................... 34• Blancanievesylossietegolositos Lucía Vidal1ºB.................................................................................................................... 36• Entreprocesiónyprocesión Miguel Ángel Martínez...................................................................................................... 38• Músicaenelplato Diego(1ºB)yLucas Mata(E.I.3B)................................................................................ 43• Lasfrutas,disfrutan Jaime...................................................................................................................................... 45• ¿Quéestápasandoensanulandia? Paula Gómez (2ºA),Marta Gómez(4ºBInf.)............................................................. 50

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• Elcambiodepapeles Lucía Varela3ºA................................................................................................................. 52• Lavidainsana Adriana García3ºA............................................................................................................ 55• Elcampomágico Ángel Varela3ºB................................................................................................................. 58• Jose,elgordito Ainoa Blanco3ºB............................................................................................................... 61• Unafiestadecumpleaños Paula Filgueiras3ºB........................................................................................................... 63• Losdoshermanos Iván Prieto3ºB..................................................................................................................... 65• Gazpacho Francisco Javier Amigo4ºB............................................................................................. 67• Elplátanodelaselva Bernabé Casado4ºB......................................................................................................... 68• Lola,latragona Alba Girón6ºB.................................................................................................................... 69• Costumbresdeunabuenaalimentación Arián G.6ºB..........................................................................................................................71• Lasverdurasahoragananlasbatallas Amanda6ºB........................................................................................................................ 73• Sergioyelconsumo Frex6ºB................................................................................................................................. 75• LahistoriadeJaimeyBernie Héctor García6ºB...............................................................................................................77• Elconsumismo Elena6ºB.............................................................................................................................. 79• Consumo,consumo,consumo Marco Fariñas6ºB..............................................................................................................81• Lasrimasnosayudanacomer Mª Carmen Díaz.................................................................................................................. 83• ProgramadelaSemanaCultural..................................................................................88

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Héctor López E.I. 5A

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Érase una vez, un niño que se llamaba Héctor. Vivía en el campo y le gustaba mucho la naturaleza.

Un día su papá le trajo un cerdito muy peque-ñito y juguetón.

El cerdito estuvo con Héctor toda la primavera y el verano. Era un tragón de cerdito, no paraba de comer y comer.

El cerdito comía tanto, tanto, que se puso gordito, gordito.

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Llegó el invierno, y con él, el frío.Un día cuando me levanto por la mañana, voy a ver a mi cerdito, cuando

cual es mi sorpresa. El cerdito no estaba, se había ido, pero nos había lle-nado la despensa de comida para poder comer durante todo el invierno y el verano. Mi cerdito mágico se ha convertido en alimentos ricos y saludables para crecer fuertes y sanos.

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La Señora Nuez y su amiga Doña Castaña

Érase una vez la historia de una simpática Nuez y su amiga la Cas-taña, que vivían felices y dichosas en Pardollán, que es el pueblo de mi abuela Manolita, entre montañas, valles frondosos y ríos llenos de alegres truchas. Allí tenían un montón de amiguitos, las Manzanas, las Peras, las Cerezas y muchas más verduras y hortalizas, que eran sus vecinos.

Todos los días desde el alto de los árboles, donde habitaban, veían pasar a las alegres Verduras, a las Frutas y a las Hortalizas, que iban des-de la huerta hasta el mercado, para que los niños y niñas de todo el mundo pudieran alimentarse de ellas, ya que son sabrosas, sanas y con muchas vitaminas y las personas necesitaban de ellas para crecer fuertes y sanas y es por eso que todas estaban muy contentas de servir de alimento a todo el planeta.

Vivían felices y contentas, jugaban con sus amigas la Ardilla Pilla, oían cantar al ruiseñor Nicanor y veían como entre los árboles saltaba de rama en rama su otro amiguito, el petirrojo Cojo, y como el jilguero Buca-nero daba de comer a sus hijitos en el nido.

Además, siempre estaban hablando con el Nomo Aurelio, otro habi-tante del bosque, que les decía lo importante que son todas ellas en la vida de las personas, ya que alimentan a todo el planeta tierra.

Y el Hada Dorada les ha dicho que no deben hartarse de ham-burguesas, de dulces y de golosinas, que no son buenas para su

salud y que lo que deben hacer, es comer sano y hacer mucho deporte.

A veces les visitan otros habitantes del bos-

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que, como el Jabalí Tararí, el Tejón Burlón, el Cor-zo Mastuerzo o el Erizo Rizo, que se alimentaban de todos los frutos que se encuentran en los árboles y de las bayas de zarzas y matorrales.

La vida para ellas era disfrutar día a día de todo cuanto les rodeaba en el pueblo mágico de Pardollán, les gustaba mojarse con la fina lluvía que caía en los días de tormenta, también tomaban el sol cuando amanecía y hablaban con los duendes del bosque y con las ninfas de las fuentes de cristalina agua que corre por los arrollos y ria-chuelos.

Ellas sabían que cuando se comen muchas Frutas, muchas Verduras, Hortalizas y toda clase de Legumbres, crecemos mucho, y nos ha-

cemos altos y fuertes y no tendremos enfermedades, y podre-mos correr, saltar y jugar mucho rato.

Nuestra amiga La Nuez y su amiga La Castaña decían que si los niños y niñas se alimentaban de todas esas cosas ricas que nos dan los campos y las huer-

tas, todos los papás y las mamás estarán contentos y verán como crecen y se hacen fuertes y grandotes.

Por eso, si comemos la Verdura, nuestra sangre estará pura, ya que el comer Legumbre es una sana costumbre, y no digamos de la Fruta, que al comerla se disfruta, y a nuestra amiga Hortaliza nos la comemos aunque se llame Felisa.

Y no se os olvide amiguitos que comiendo todo eso, os haréis tan sanos, fuertes y listos como nuestro amigo del bosque el gran Nomo Calisto.

Esteban Aguilar González Infantil 3 años B

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Érase una vez un país muy lejano, tan lejano que se tardaba más en llegar que en comerse un saco de man-zanas coloradas; en él existía una casa de rojo teja-do, como las fresas y de bonitas ventanas del co-lor verde de las peras. Vivía en ella la ra-tita Ana, b o n i t a y son-r o s a -da, con r i c i t o s como de escarola y ojos cual negras moras recogidas en el bosque. Era ordenada, limpia y muy trabajadora; siempre tenía su linda casa lustrosa como una zanahoria recién lavada. Un buen día, por la mañana muy temprano, salió a la puerta a desayu-nar. Allí sentada estaba, masticando despacio, cuando vio que algo brillaba en el suelo, ¡una moneda de oro! Miró a su al-rededor y como no vio a nadie, decidió recogerla. Pensó y pensó qué podría comprarse con ella dirigiéndose a la tienda más cercana. Era una paste-lería, llena de dulces, de golosinas, de pasteles y tartas. ¡Ay, no! se dijo, que me dolerá la barriguita.

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Siguió caminando y encontró lo que buscaba: una enorme y bien surtida frute-ría. Y allí, en una cesta con dos preciosos

lazos, había un montón de cerezas, con sus verdes rabitos, colo-cadas en ramilletes. Para mí, se dijo, estas cerezas preciosas son para mí.

De regreso a casa, cantaba feliz con su cesta entre las manos. Al llegar, la posó sobre la mesa re-

fregada y contempló con deleite su compra. “Meteré en la fresquera estas ricas cerezas,

para comerlas poco a poco”, pensaba, mientras se co-locaba a modo de pendientes un par de cerezas en cada una de sus orejas.

De este modo, tan hermosa con los pendientes, se sentó a la puerta de su casa para que todos pudieran verla. Acertó a pasar por delante uno de sus más fervientes admiradores, un perrillo lanudo y gracioso. - “Guau, guau y guau”, le piropeó el can, estás preciosa hoy, con esas bolitas rojas en las orejas. - Son cerezas, ignorante, y se comen. - Si te casaras conmigo, acertó a decir el perro, nervioso y titubeante, recogería todos los días cere-zas para tí. - No es mal ofrecimiento, contestó la ratita, pero tendrías que pasar una prueba para que yo me casa-ra contigo, ¿estás dispuesto? - Si, claro que sí, contestó su

pretendiente, lo que tú quie-ras, por supuesto, desde luego,

claro... ¡qué nervios! - Mañana, bien temprano, habrás de prepararme un

desayuno que tomaremos juntos, si es de mi agrado.

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Al día siguiente, apenas había salido el sol, cuando ya el perro trajinaba en su cocina, preparando el suculento desayuno con el que iba a conquistar a su amada.

Ya frente a la puerta, la golpeó con una de sus patitas delanteras, al principio con suavidad, pero, al final, hubo

de utilizar las cuatro patas y su más feroz ladrido para despertar a su querida roedora.

Ya instalados frente a la mesa, el perrillo fue sacando de una cesta unas ricas morcillas, unos chorizos y una hogaza de pan.

Poco faltó para que la ratita se des-mayara y con cajas destempladas los echó de su casa con las morcillas y todo lo demás, gritando: ¡vaya desayuno, prefiero el ayuno! Pasado el susto, volvió a sentarse frente a su puerta, con la falda remangada para tomar el sol y con los pendientes de cerezas en las orejas, que brillaban como piedras preciosas. A tal tiempo, acertó a pasar por allí, un gato travieso que a ella le ha-cía tilín. - Miau, miau y requetemiau, le dijo el zalamero felino, vaya hermosu-ra, eres la ratita más linda del barrio y con esos pendientes la más linda del mundo entero. - Si te casaras conmigo, tendrías pendientes frescos todos los días. - No es mál ofrecimiento, contestó la ratita, pero tendrías que pasar una prueba para que yo me casara contigo, ¿estás dispuesto? - Sí, sí y sí, contestó entusiasmado el gato. - Mañana, bien temprano, habrás de prepararme un desayuno que to-maremos juntos, si es de mi agrado. El gato preparó un suculento desayuno y se dirigió con él a la casa de su adorada ratita. Hubo de arañar la puerta hasta arrancarle astillas para que su amiga le abriera, pues ésta dormía a pierna suelta. Ya sentados frente a la mesa, el gato extendió un mantel precioso, sacó unos platitos, unos cubiertos y unas tazas y el suculento desayuno: la tarta más grande y merengada que hubiera visto nunca; pasteles y paste-lillos; bollos y bollitos, montones de chucherías y para beber, coca-cola, light, claro, dijo el gato, para que no engordes.

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La ratita cayó de espaldas, con las patitas hacia arriba, presa de un ataque de nervios. Pero, en cuanto se recuperó, empu-jó al gato hacia la calle, sin contemplaciones, gritando: ¡vaya desayuno, prefiero el ayuno!

Un poco triste, volvió a tomar asiento frente a su puerta, pensando que nunca encontraría un novio sano como el fruto del manzano. Y apareció, de pronto, ante ella un ratoncillo diminuto, pero guapo, que

deslumbró a nuestra amiga, porque todo lo que decía parecía una poesía.

- Hola, dijo, ¿por qué llevas cerezas en las orejas? Sería mejor comerlas que verlas. La ratita se quedó muda de asombro ante la salida del roedor y una chispa de ilusión se dibuja en sus ojos al tiempo que le decía: - ¿No te quieres casar conmigo?, sólo tendrías que pasar la sencilla prueba de prepararme un desayuno y si es de mi agrado lo tomaremos jun-tos. El ratoncillo muy contento con la declaración, le contestó: - Ratita con ojos de moritas, la de las cerezas, en prepararte un rico desayuno, no tendré ninguna pereza. Con los primeros rayos de sol, el ratón, subido al naranjo de su huerto, arrancaba fruta fresca para prepararle a su amada un zumo; ordeñaba a la vaquita de su establo, para ofrecerle un humeante vaso de leche; horneaba un rico pan con forma de corazón y preparaba confitura de ciruelas ver-des. Cargado con una cesta que pesaba más que él mismo se dirigió a casa de nuestra ratita. Apenas tocó la puerta con una de sus diminutas patas, ya estaba ella abriendo la puerta, compuesta y requetecompuesta, como para ir de fiesta. Cuando vio sobre la mesa el zumo de naranja, el vaso de leche, el pan de corazón y la confitura, empezó a dar saltos de felicidad, porque el ratón de sus amores le había preparado, por fin, un desayuno de su agrado.

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AUTORES: Niños y Niñas de Infantil 4º-A

- Aunque soy enano, soy el más sano, dijo él; todos los días por la ma-ñana, tendrás zumos hasta de manzana, los panes de corazón fabricaré con ilusión, plantaremos un árbol de cerezas en el huerto y siempre tendrás pendientes hasta para colgar de la frente y la leche por la ventana te daré cada mañana. Vaya boda más divina, la del ratón y la ratina y, como veis, nuestro amigo me ha contagiado la manía del pareado. Y colorín colorado este cuento afrutado se ha terminado.

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SERGIO Y LAS CHUCHES Había una vez un niño que se llamaba Sergio, tenía cuatro años y le gustaba mucho: correr con sus amigos, hacer carreras con los coches, es-calar, jugar al tenis y al baloncesto.

Un día cuando llegó a su casa le dijo a su mamá que le dolía mucho la barriga. No podía correr, ni coger la raqueta de tenis, ni el balón de balon-cesto ni sus coches preferidos, estaba tumbado en su cama. Su mamá le preguntó: - ¿Qué has comido? Y Sergio le contestó: - Un helado de fresa, caramelos, una chocolatina y dos chicles.

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Entonces su mamá al ver que Sergio estaba muy enfermo decidió lla-mar a su médico y fueron al hospital para contarle lo que pasaba. Su médico que se llamaba Marisol le dijo a Sergio que se quitará la camiseta que le iba a ver la barriga, cada vez que ella le miraba la barriga, Sergio se quejaba porque le dolía mucho. Y luego le preguntó, Sergio ¿pero qué has comido hoy? - Con un poco de vergüenza él le con-tó todas las golosinas que se había comi-do: Marisol le dijo: - Sergio sólo se puede comer una go-losina y tú has comido muchas, ahora vas a tomar un jarabe que sabe asqueroso, pero que te va a curar el dolor de barriga en dos días. Sergio, cuando llegó a su casa, se tomó el jarabe que le sabía fatal y se le pasó el dolor.

Desde ese díanunca volvió a tomar golosinas. Decidió cambiar las chuches por otras que le daban más fuerza y con las que no le dolía la barriga. Esas chuches eran manzanas, peras, plátanos, fresas...Con ellas nunca se volvió a poner enfermo y siguió jugando con sus amigos a carreras que muchas veces ganaba por tomar tantas vitaminas de las fru-tas. Y colorín colorado el cuento de Sergio se ha terminado y nos ha ense-ñado que las mejores golosinas son las frutas.

Sergio Martínez MatillaEducación Infantil 4 años

C.P. Navaliegos

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Infantil 4 años B

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Lucía era una niña que le gustaba muy poco comer comida, y su ma-dre siempre estaba regañando con ella. - MADRE: ¡Lucía, cómete la comida! - LUCÍA: No, no quiero, que no me gusta. - MADRE: Pero, si no la has probado. - LUCÍA: Ya, pero... no me gusta. - MADRE: Voy a colgar la ropa, si vuelvo y no has comido te voy a castigar.

Lucía no hizo caso, se fue para el sofá y se quedó frita. En su sueño Lucía llegó a una ciudad, donde las casas eran muy peculiares, cada casa tenía una forma y un color diferente. Había una cesta enorme llena de frutas multicolores, un repollo, un pez enorme, una lenteja, una alubia y también una lechera muy grande donde te po-dían servir un cóctel de leche, unos yogures y de postre queso; dentro de cada casa se podía comer diferentes cosas, por ejemplo dentro del repollo podíamos comer lombarda que era de color morado, el calabacín de color verde, también tenían zanahorias de color naranja, etc. En la alubia había lentejas, garbanzos, alubias de color blanco, ne-gro, roja y hasta de rayas. Cuando Lucía vio todo aquello con tanto color lo quiso probar todo y pensó: - LUCÍA: Si cada día de la semana voy a una casa, podré comer de todo y disfrutar de su sabor y sus diferentes colores. Así pues, Lucía fue cada día de la semana a comer a una casa diferente.

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- LUCÍA: ¡Que guay! ¡esto mola! ¡qué rico está todo! De repente Lucía escuchó un ruido: grrrr, grrrr. - LUCÍA: ¿Qué es ese ruido? Entonces se despertó, y se dió cuenta de que ese ruido era su barriga que tenía un ham-bre terrible. - LUCÍA: ¡Mamá! ten-go hambre.

- MADRE: Tienes la comida esperando en la mesa.

- LUCÍA: No me gusta. Cuando Lucía llegó a la cocina vió en la mesa un plato con patata, zanahoria y brecol, y pensó: - LUCÍA: Si en mi sueño, comí de todo y me gustó, esto también me gustará. Y se puso a comer y todo estaba delicio-so, riquísimo y así fue como Lucía aprendió a comer de todo y a comer sano. Y colorín colora-do, este colorido cuento se ha acabado.

“Si quieres ser feliz no comas regaliz, si quieres estar fuerte y sana prueba una comida y un color diferente cada día de la semana”. F I N

LUCÍA RODRÍGUEZ

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LOS TRES CERDITOS Y LAS TRES SOPAS

Esto era una vez tres hermanos cerditos que vivían solos en una casa porque el lobo había destrozado la casa de dos de los tres hermanos.

A media tarde decidieron hacer sopa para cenar. El hermano mayor hizo sopa de zanahoria, el mediano hizo sopa de pollo y el pequeño hizo sopa de fideos. Como la sopa quemaba mucho decidieron sacarla a la ventana para enfriar hasta que llegara la hora de cenar y, como quemaba un poco, fueron a buscar agua al río que estaba cerca de casa.

A la vuelta a casa se dieron cuenta de que la sopa había desaparecido del plato y se preguntaron que podía haber sucedido, cuando entraron a casa se encontraron con tia Pigy, toda la casa desprendia un olor maravi-lloso, los tres hermanos preguntaron a tia que estaba haciendo que olía tan bien y tia Pigy contesto:

¡Ay! encantadores sobrinos, lo único que he hecho es juntar vuestras tres sopas y hacer una sola sopa con zanahoria, pollo y fideos, de esta ma-nera obtendremos todas las vitaminas para haceros fuertes y mayores. Y los tres cerditos cenaron contentos y felices con tia Pigy.

FIN

Alex Santin. V.4 Años A

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Infantil 5 - A

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Hola a todos, no os voy a contar un cuento sino una historia relacio-nada con “probar la comida”.

Hacia finales del verano volvimos a subir a la finca bien temprano.

Ese día no faltaba nadie, incluso había venido más gente de lo ha-bitual.

Cuando bajé del coche ví un montón de baldes negros llenos de unas cosas que no sabía muy bien lo que eran, entonces le pregunté a mi ma-dre: ¿Qué es eso que hay ahí? Son Pimientos -contestó mi madre. ¿Y porqué tantos? -pregunté. Por que los vamos a asar. -dijo mi madre. ¿Y para qué? -pregunté. Para meterlos en botes -me contestó.

No entendí muy bien lo que quiso decir; entonces vi a mi padre y a mi abuelo preparar un gran fuego en la barbacoa.

Pregunté si les podía ayudar pero no me dejaron, dijeron que era peligroso.

Volví entonces donde mi madre, ésta vez si pude ayudar colocando las sillas en círculo y poniendo un cubo lleno de agua entre cada silla.

Mientras tanto mi abuelo empezaba a poner los pimientos encima de una chapa que había colocado en el fuego.

El resto de la gente se sentó en las sillas que habíamos colocado, cubiertos con plásticos (al parecer para no mancharse) y comenzaron a quitarle la piel a los pimientos que mi abuelo iba asando.

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Conseguí que me dejaran participar, parecía divertido.

¡Ay! ¡Los pimientos queman!!!!!! -grité.

Así, teniendo cuidado de no quemarme pasamos toda la mañana pe-lando pimientos hasta la hora de comer.

Una vez que estuvieron pelados los iban extendiendo sobre una mesa para que terminasen de enfriar.

Después en otra mesa empezaron a abrir botes de cristal donde echaban un chorrito de aceite de oliva y una pizca de sal.

Entonces los llenaban con los pimientos pelados, fríos y hechos tiras. Para terminar cocieron los botes al “baño maría” para que se con-servaran durante más tiempo.

Así terminó el día y me olvidé de los pimientos.

Pasado un tiempo un día teníamos tortilla de patata para cenar, entonces mi madre sacó un tarro con unas cosas rojas, ¿qué es eso? -pregunté-

Son pimientos asados. -contestó mi madre.

¿Los que hicimos nosotros? -pregunté.

Claro, ¿no te acuerdas? Pruébalos te van a encantar -dijo mi ma-dre.

Hice caso a mi madre y los probé, me encantaron y desde entonces me gusta probar todas las cosas nuevas por lo menos para saber si me gustan o no, y más cuando yo he participado haciéndolas. Así que ya sa-béis antes de decir ¡no me gusta!...............PROBARLO!!!!!!!

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Érase una vez un niño que se llamaba Iker, el cual no comía de nada, decía que no le gustaba la comida sin tan siquiera probarla, por lo que siempre estaba constipado. Su mamá siempre le decía que tenía que comer frutas, verduras,

pescado... y como ya no sabía que hacer, un día le explicó una leyenda de un puebleci-to de Barcelona que se llamaba Bruc donde vivió una zanahoria muy valiente...

La historia dice así:

El 14 de Junio de 1808 las tropas de salchichas, hamburguesas y patatas fri-tas napoleónicas se dirigieron al pueblo de las frutas y verduras de Bruc, que eran granjeros y campesinos que llevaban una vida tranquila dedicada al cultivo del campo. Al enterarse éstas que las tropas de las salchichas, hamburguesas y patatas fritas napoleónicas habían salido de Barcelona rumbo a su pueblo, se armaron con pistolas y palos, pero no todos pudieron coger armas... una pequeña zanahoria llamada Isidret preguntó si el también podía ir, las demás zanahorias, tomates, pimientos, narajas... se rieron y le ofrecieon un pequeño tambor. - Toma niño, toma - dijeron el tomate y el pimiento riéndose.

Como Isidret era muy valiente, agarró el tambor y salió delante de todos al encuen-tro de las tropas de salchichas, hamburguesas y patatas fritas napoleónicas en el Monasterio de Montserrat donde vivían las cebollas.

- Pam pam rapatapam - sonaba el tambor de Isidret.

Todo el Monasterio estaba rodeado de las Montañas de Montserrat, donde los monjes cebollas vivían en paz y armonía sin tener que hacer llorar a nadie con su olor...

Volviendo a la historia... al estar todo rodeado por las montañas, cuando apa-recieron las salchichas, hamburguesas y patatas fritas napoleónicas, la zanahoria Isidret tocó el tambor con todas sus fuerzas y con el eco que producía en éstas, las tropas napoleónicas pensaron que se trataba de una gran ejército de frutas y verdu-ras saludables.

- RAPATAPAM RAPATAPAMMMMMMMM -sonaba el eco del tambor por las montañas.

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Todas las frutas y verduras saludables quedaron paradas y la única que avan-zaba sin miedo hacia las tropas de las salchichas, hamburguesas y patatas fritas napoleónicas era la zanahoria Isidret, que con el ruido no escuchó a las frutas y ver-duras saludables que le decían que no avanzara.- Isidret para, para, no sigas -le repetían las frutas y verduras saludables.

Las salchichas, hamburguesas y patatas fritas napoleónicas al escuchar al gran ejército, que solamente era el tambor de Isidret, pensaron que las frutas y verduras saludables eran más numerosas que ellos y como eran más saludables ellas tenían mucha más fuerza, por lo que abandonaron la batalla...

- Soldados!!! Retirada!!! -dijo el capitán de las salchichas, hamburguesas y pa-tatas fritas napoleónicas. El ejército de las salchichas, hamburguesas y patatas fritas napoleónicas vol-vieron más veces por aquellos pueblos barceloneses, pero aquella batalla la ganaron los alimentos saludables. Y a nuestra zanahoria Isidret, se le conoció como “El Tam-borilero del Bruc”.

La mamá le explicó a Iker muchos más días la historia, pues éste se la pedía al igual que decidió cambiar su dieta y comer más saludable, pues le había gustado que el ejército de las frutas y verduras saludables ganaran al ejército de las salchichas, hamburguesas y patatas fritas napoleónicas.

Esta historia es una adaptación de la leyenda catalana “El Tamborilero del Bruc”.Dibujo: Iker Guzmán López - E.I. 5º B

Adaptación: Sonia López Gran

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Esta es la historia de un niño que se llamaba Ángel al que no le gustaban las verduras y siempre trataba de librarse de comerlas tratando de enga-ñar a sus papás.

Un día habían hecho sus papás co-liflor con patatas al horno que les había quedado buenísima y Ángel les prome-tió que la iba a comer, pero cuando se sentó delante del plato no se atrevía a probarla. En ese momento llamaron por teléfono y mientras su mamá iba a con-testar se metió todos los trozos que le cupieron en el bolsillo así que, cuando su mamá volvió se puso muy contenta porque casi se la había comido toda; pero claro, los engaños se descubren muy pronto y cuando su papá fue a echar los pantalones a lavar se llevó una sorpresa al encontrar, aparte de piedras, tizas y el resto de tesoros que solía haber en los bolsillos de Ángel, una masa blanca.

Sus papás hablaron con él y le dijeron que estaban muy tristes porque les había engañado y eso era mucho peor que no comerse las verduras. Él les prometió que nunca más volvería a hacerlo.

Al cabo de un par de días había guisantes con jamón para comer y Ángel se prometió a si mismo que se los iba a comer porque no quería defraudar a sus papás. Pero justo en ese mo-mento su hermana pequeña se puso a llorar y mientras su mamá iba a ver que le pasaba Ángel aprovechó para echárselos al gato pensando que a él le gustarían y así su mamá no se pon-dría triste. Pero claro, a los gatos no

Ángel, el pastorcillo mentiroso

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es que les gusten mucho los guisantes, ¡si hubieran sido sardinas! y cuando volvió su mamá de atender a su hermana pequeña, vio los guisantes en el cuenco del gato y le dijo a Ángel:

-Ángel, te voy a contar un cuento. Y Ángel sorprendido porque su mamá no le estaba regañando, la pre-

guntó: -¿Qué cuento mamá? -El del pastor y el lobo Este era un niño que tenía a su cargo un rebaño de ovejas a las que

llevaba a pastar cada día a las montañas donde los pastos eran verdes y jugosos. Mientras las ovejas correteaban por el prado, el niño, al que llama-remos Ángel, se entretenía mirando las nubes, recogiendo piedras y pocas cosas más. Si le gustase leer, se habría llevado algún cuento, pero era un poco vago para eso por lo que se aburría bastante.

Un día que no había ni una nube en el cielo y que tampoco veía ninguna piedra de su agrado, pensó:

-¿Qué puedo hacer? Me aburro como una ostra. Y se le ocurrió gastar una broma a los vecinos del pueblo.Bajó corriendo por la montaña gritando: – ¡Qué viene el lobo! ¡Qué viene

el lobo! ¡Se está comiendo todas las ovejas! Todos los vecinos armados de palos, garrotes y sartenes fueron co-

rriendo en su busca. Cuando llegaron a la pradera con la lengua fuera por la carrera, sólo vieron a las ovejas pastando tranquilamente y a Ángel, el pastorcillo, partiéndose de risa.

Los vecinos se enfadaron mucho y regañaron al pastor, ya que está muy mal engañar a las personas. Le avisaron de que con eso sólo iba a conseguir que para otra vez no le creyeran y cuando el lobo viniese de verdad a co-merse a sus ovejas, nadie le ayudaría.

Ángel dijo que estaba muy arrepentido y que no lo haría nunca más. Pasaron unos días y Ángel estaba aburrido de verdad por lo que pensó:

-Tampoco se enfadaron tanto, seguro que si les vuelvo a gastar la misma broma vuelven a picar. Y sin pensárselo dos veces salió corriendo montaña abajo gritando: -¡El lobo! ¡El lobo, viene a comerse a mis ovejas!

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Y otra vez el pueblo entero armado hasta los dientes corrió hasta los prados para volver a encontrarse con lo mismo; las ovejas tranquilamente pastando y al pastorcillo llorando de la risa que le daba haber vuelto a en-gañar a todos sus vecinos.

-Ángel, ¿te parece bonito haber-nos vuelto a mentir?

-El día que venga el lobo de ver-dad nadie va a creerte y nadie te ayu-dará a salvar a tus ovejas

Pero Ángel estaba demasiado en-tretenido riéndose como para hacer caso a sus vecinos.

Un día Ángel notó que las ovejas estaban sobresaltadas y de pronto empezaron a balar y a correr como locas y muerto de miedo se dio cuenta de que el lobo venía hacia ellos.

Sin pensárselo dos veces salió disparado hacia el pueblo a pedir ayuda. Cuando llegó nadie le hizo el más mínimo caso. Por más que suplicó, lloró, gritó y pataleó, ni uno solo de sus vecinos acudió en su ayuda.

Cuando volvió al prado, el lobo se había comido la mitad de su rebaño y Ángel se puso a llorar pensando que por culpa de sus mentiras él y su familia se habían quedado sin ovejas.

-Mamá, si Ángel no hubiese mentido a sus vecinos que venía el lobo, le hubiesen creído y le hubiesen ayudado.

-Claro, por eso no hay que decir mentiras, si no, cuando digas la verdad nadie te creerá.

Ángel prometió a sus papás que no trataría de volver a engañarles con las verduras y que por lo menos las probaría.

Al día siguiente pusieron judías verdes y Ángel cumpliendo su promesa las probó y descubrió que no estaban tan malas como había pensado y aun-que no terminó todo el plato, sus papás se pusieron muy contentos.

Celia Blanco Rodríguez. Infantil 5B

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Érase una vez dos hermanitos gemelos, Ramón y Lucía, que tenían 6 añitos y vivían enfrente de su cole, en el tercer piso.

Todas las mañanas esperaban a Marta, su vecina, que vivía en el se-gundo piso, para ir juntos al colegio. Marta siempre se retrasaba un poquito e iba desayunando una galleta por el camino.

- Pero Marta ¿otra vez te has dormido? -dice Ramón.

- Sí, -contesta Marta con la boca llena- no sé como podéis madrugar tanto.

- Madrugamos, -dice Lucía- porque tardamos un poquito en desayunar, nos encanta el desayuno que nos hace mamá.

- ¿Y qué desayunáis que está tan rico? -dice Marta.

- Desayunamos zumo de naranja, cereales y leche calentita, sobre todo con este frío, así cuando salimos, no nos ponemos malitos. -contestó Lucía.

- ¡Qué tontería! -dice Marta, todos los niños nos ponemos malitos con este frío, ni que el desayuno fuera mágico.

Así quedó la conversación y fueron corriendo para no llegar tarde al cole.

Todos los días esperaban con ilusión a Marta, pero el Martes estaban especialmente contentos, porque en su clase preparaban una excursión a la nieve.

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- Marta -dice Lucía- ¿te dejan ir tus padres a la excursión del vier-nes? - Sí, -contesta Marta- tengo muchas ganas de ir, ¡¡¡ achís, achís, achís...!!!

- No te estarás poniendo malita -dice Ramón- hazle caso a tu mamá y desayuna zumo de naranja, cereales y leche calentita, además -añadió Ra-món- si comes al medio día sopita de verduras te ayudará con el resfriado. - Vaya tontería, -dice Marta- sólo estornudé un poquito, no me voy a poner malita...

Por fin llega el día que todos los niños esperaban, ese día Ramón y Lu-cía bajaron corriendo las escaleras para llamar a Marta todos contentos, era el día de la nieve, se lo iban a pasar muy bien, pero cuando llegaron al segundo piso, abrió la puerta la mamá de Marta y les dijo que ella no podría ir, estaba demasiado resfriada.

Ramón y Lucía se quedaron muy tristes pensando en su amiga. A partir de ese día la mamá de Marta estaba muy contenta, porque por fin su hija se levantaba un poquito antes y desayunaba sano, zumo de naranja, cereales y leche calentita y sus amigos ya no tenían que esperar por ella.

Al comer sano, no te pones tan malito; así que planearon ir otro día a la nieve.

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Hay un dicho que dice: ¡estás en Babia!, generalmente cuando estás despistado. Pero en este caso es porque yo voy muchas veces. Dentro de la Comarca de Babia existe un pueblo llamado Truébano en el que viven mis abuelos que se dedican a la ganadería. Tienen vacas, gallinas, perros, gatos y huerta. Por la mañana nos levantamos temprano para desayunar un buen tazón de leche natural con una tostada, mantequilla y mermelada casera de ciruela o manzana que prepara mi abuela con la fruta de los árboles. Después voy a llevar las vacas (con mis abuelos) al prado para que se alimenten y vuelvan a tener leche. Cuando volvemos, entramos en la huerta y cogemos unas patatas, repollo, zanahorias, un puerro y un calabacín, todo ésto para un rico puré que hace mi abuela para toda la familia, también cogemos una lechuga, tomates y una cebolla, para una ensalada que prepararemos para cenar y aprovechando que vamos a hacer la ensalada para la cena también hacemos una tortilla con los huevos de las gallinas y así usamos unos alimentos muy sanos; sólo nos queda el postre, pero hoy nos toca comer para la cena ¡fruta! qué rica!!! Tenemos preparado lo de la cena y el primero de la comida; de segun-do hoy vamos a hacer unos filetes a la plancha y de postre yogur hecho en la yogurtera de la abuela, están buenísimos!!! Antes de salir de la huerta cogemos unas berzas para dar de comer a los cerdos; que cuando crezcan haremos la matanza. De los cerdos obtenemos: el jamón, los chorizos, el salchichón y el lomo (entre otros alimentos); con el hígado mi abuela hace foie-gras que está para chuparse los dedos. Con todo ésto ya tenemos los alimentos necesarios para la merienda, pero hoy nos quedamos con un buen bocadillo de chorizo. De regreso a Ponferrada y antes de despedirnos de los abuelos, mi abuela nos da: huevos, patatas, chorizo y salchichón (porque me encanta) y verdura para que así sigamos con una alimentación rica, sana y natural en nuestra casa. Y colorín colorado esta historia se ha acabado.

Sara Rodil Alonso - 1º A

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BLANCANIEVES Y LOS SIETE GOLOSITOS

Cuando Blancanieves llegó a casa de los siete Enanitos, todo estaba hecho un desastre, sucio, descolocado, ¡qué desorden! -exclamó. Los animalitos del bosque decidieron ayudarle en la complicada tarea, y el desastre, por obra de arte, fue cambiando de color, todo en orden, bien limpito, cada cosa en su sitio.

¡Cómo me gustaba esta casa! ¡Aquí me voy a quedar! Blancanieves en-cantada no paraba de bailar.

¡Y ahora toca cocinar! Blancanieves muy dispuesta dijo: ¡ollas, sarte-nes, tarteras ahora os voy a buscar!

Los animalitos dijeron: ¡Eso es otra canción que trae más complica-ción! Estos siete Enanitos, son los siete "Golositos", que comen "reque-temal". Bombones a montones, chucherías cantidad, donuts por la maña-na y también para merendar, todos los fritos ¡ay, que ricos!, croquetas, hamburguesas, pizzas de cualquier tipo. ¡Ni un buen filete!, ¡ni ningún pescado!, ¡y la fruta, como si no existiera, no la comen de ninguna mane-ra!

¡Pues eso se va a terminar, un buen cocido voy a preparar!

Cuando los enanitos volvieron de la mina, un suculento olor salía por la chimenea, ¿qué pasa?, ¿qué sucede?, es un sueño o realidad?. ¡Este olor tan exquisito, hace el apetito aumentar!

Los animalitos del bosque, les contaron lo sucedido. Una linda niña, como por arte de magia, a vuestra casa llegó, ordenó, colocó, limpió y un buen cocido os preparó.

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A empujones querían sentarse, sin antes las manos lavarse, encanta-dos con su casa, con su "niña" y su comida.

¡Comieron la sopa primero, que gustaba a caramelo! ¡De segundo en el plato, todo junto y bien picado, los garbanzos, el chorizo, la panceta, la ter-nera y un buen trozo de bacón! !Y de postre todos fruta! ¡Unos kiwi, otros pera o ciruelas, también melocotón!

¡Qué menú! ¡Qué comida! ¡Esto sí que es buena vida!

Ya no hubo más problemas, ni desorden, ni suciedad, ni mala alimenta-ción, los Enanitos han cambiado y ya nada es complicado.

Con una buena cocinera, la hora de las comidas es de otra manera. Cuatro veces comen al día, y cada vez menos chucherías. La comida es importante y disfrutan de cada instante.

Las manos se van a lavar, antes siempre de empezar.

"Así que ya sabes amigo, no te busques un buen lío".

" T i e n e s que comer rápi-do y bien, lo que tus padres en el plato te van a po-ner, si sano y fuerte quieres crecer".

E.P. 1º B

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ENTRE PROCESIÓN Y PROCESIÓN

¡Viva! Ya llega abril y me trae la Semana Santa. En León se llenan las calles de gente y por todas partes huele a una mezcla de cera, frutas, alco-hol, pescado y miel. Mis papis y yo todos los años vamos a comer a casa de los abuelos el día de Viernes Santo cuando acaba la Procesión de los Pasos. Allí también huele siempre igual ese día ya desde que empiezo a subir las escaleras: a tomate, a aceite de oliva y pescado.

La abuela nos espera arriba a los tres, con la puerta abierta y me saluda con una pregunta que no me da tiempo a contestar porque segida-mente me espeta otra mientras le doy un beso:

- ¿Qué tal la procesión? ¿Estarás muy cansado, no? La última vez, cuando llegó el postre le pregunté a la abuela:

- Abu ¿por qué siempre comemos lo mismo el día de Viernes Santo?

Y entonces mi madre, que es Antropóloga y sabe de orígenes y tra-diciones, intervino con su “Verás es una costumbre que data de...”

Pero por suerte el abuelo acudió en mi auxilio rápidamente diciendo:

- Mira, tu madre sabrá lo que ponen los libros, pero yo te voy a contar lo que oí en mi pueblo cuando tenía tu edad, que eso fue lo que pasó en León en realidad.

- ¡Pero qué sabrás tú de...! -intenta mediar la abuela que se siente orgullosa de que sus hijos hayan estudiado una carrera que ella no pudo hacer-.

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- ¡No, que lo cuente el abuelo! -protesto yo- Porque mi abuelo es un contador de historias estupendo, divertido y sin fechas ni autores, ¡ni nada de eso!... Y el abuelo continuó:

Pues verás. En tiempo ya de mis tatarabuelos, debió ser, andaba la cofradía de los negros en discusión con el Obispado porque quería estre-nar una imagen o unas andas que el Señor Obispo no consideraba apropia-das para una procesión que entonces era muy seria, no como ahora, que es un jolgorio que... ¡bueno! El caso es que para convencer al señor obispo, la Hermandad lo invitó a comer el día que salían sus procesiones, que coinci-dían con el de Viernes Santo. Este día, como ya sabe cualquier niño de seis años y tres cuartos, es día de vigilia y entonces lo era también de ayuno y abstinencia, lo que significaba que no podían ofrecer al obispo un gran ban-quete de carne. Así que sirvieron garbanzos con espinacas de primer plato. El obispo los probó y dijo con solemnidad:

- “Comamos hermanos que ya supongo que no habéis desayunado y habréis gastado vuestras escasas fuerzas en la procesión de la mañana.”

Y todos comieron de muy buena gana. Después quiso el obispo repetir ración, pero el abad de la Hermandad le avisó de que había segundo plato y el obispo dijo ladeando la cabeza suavemente:

- “¡No vayamos a pecar hoy hijo mío, cuidado con la gula!” -pero el Hermano Mayor insistió:

- Es bacalao con patatas, Eminencia.

- “¡Ah! En ese caso que se sirva, pues una vez repuestas las fuerzas, justo es que recompensemos el trabajo y los madrugones”.

Y continuaron comiendo y comentando lo sano que además era el pes-cado, que hasta el mismísimo papa lo recomendaba. Finalmente llegó el postre y uno de los seises, tras besar el anillo del obispo le dijo:

- Y... este humilde postre en su honor, Eminencia. Lo hemos medita-do mucho porque temíamos su enojo, pero no podíamos menos de recibirle como su Eminencia se merece en una fecha tan señalada como la de hoy...

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- “Pero hijos, ¿máaaas? -contestó el obispo a la par que alargaba el brazo hacia la fuente de torrijas-. Las saboreo y concedió:

- “Bueno, que todo el mundo coma, no vaya a ser yo el culpable de que alguien se desmaye en la procesión de la noche.”

- ¿Entonces da su permiso el señor obispo para estrenar trono? -pre-guntó el Abad - “Si procesionaís como cocinaís, teneís mis bendiciones para este año y los siguientes” -A lo que los representantes respondieron con aclamaciones al Señor Obispo y rociando aquellas “sencillas” viandas que debían compensar la falta de carne, con una copita de mistela... ¡Al fin y al cabo es el vino de consagrar en misa! -añadió mi abuelo con picardía-. Y siguió:

La noticia del “menú del Obispo” voló por toda la ciudad a la veloci-dad de la luz, y desde entonces todas las cantinas y los pocos mesones que había, se apresuraron a ofrecer ese menú en Semana Santa, para que sus clientes pudieran catar en tiempo de vigilia sin remordimientos de con-ciencia. La gente que podía empezó también a comerlo en sus casas para digamos... santificar la Fiesta Pascual.

Todos reímos cuando acabó el abuelo, menos la abuela, que aunque lo miraba sonriente por encima de las gafas me recriminó a mí:

- ¡Basta ya, Ángel! No comas más torrijas, te van a hacer daño.

- ¡Abuela, que tengo que resistir las procesiones de la tarde y de la noche!

- ¡Además un día es un día! -me ayudó papá-

- ¡Ya! y si no, entre procesión y procesión, pasa el carrito de las obleas ¿no? -rió mi tío.

Familia de Miguel Ángel Martínez González - 1º B

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Hace un tiempo me contaron una historia sorprendente y hoy quiero contárosla a vosotros.

La principal protagonista de la historia es Melisa, una niña encantadora, buena amiga y compañera. A Melisa le gustaba mucho la naturaleza, salir por el campo a dar paseos y jugar con sus amigos en el parque de su barrio.

Ella vive con sus padres que son un poco peculiares. A su madre le encanta cocinar guisos muy grasientos y hacer enormes tartas de chocolate, siempre tiene apetito, se pasa el día comiendo todo lo que ella cocina. Además también abusa de la bollería y de las chucherías. Su carácter no es muy agradable pues siempre está malhumorada.

A su padre le encantan las pizzas y las hamburguesas. Todas las noches cena lo mismo, un día pizza y al día siguiente hamburguesa. Es un hombre estresado, se pasa el día de un sitio a otro y sólo tiene tiempo para él mismo. Los padres de Melisa es-taban preocupados por su hija, pues ella no tenía los mismos gustos alimenticios que sus progenitores. A Melisa le gustaban mucho las verduras, el pescado y sobre todo las frutas. Los padres de Melisa estaban empeñados en que comiera como ellos y no entendían como se podía preferir una manzana antes que una pizza o una ensalada de tomates antes que una tarta de chocolate.

Por eso se dedicaban a llevar a su hija de consulta en consulta médica para averiguar qué le pasaba a su hija. Pero ningún médico encontraba una explicación lógica.

Un buen día llegó a la ciudad un médico nuevo, y los papás no dudaron en llevar a Melisa a la consulta. Aunque esta les decía que ella no tenía nada malo, que eran ellos los que tenían que cambiar su forma de comer.

Cuando llegaron a la consulta el médico metió en una sala a la niña, le puso unos cascos y la enfermera le ofreció un plato de pescado, mientras en otra sala dife-rente los padres y el médico oían por los altavoces la música que escuchaba su hija

Música en el Plato

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mientras comía el pescado. Se podía oír como las olas chocan con el mar y como los niños juegan y se divierten haciendo grandiosos castillos.

Más tarde la enfermera le ofreció un plato con verduras y una pieza de fruta, ahora desde la otra sala se oía el ruido de las hojas de los árboles, los pájaros piar...

Más tarde a Melisa le llegó la hora de comerse una hamburguesa y un bollo de chocolate y se empezó a oír un ruido muy desagradable de máquinas, de gente albo-rotada y de coches circulando por la ciudad.

La explicación que dio el médico es que Melisa se sentía mejor comiendo el pescado, las verduras y las frutas pues escuchaba esa música tan bonita cuando las comía. Mientras que si comía pizzas y hamburguesas la música se convertía en un horrible ruido.

El médico aconsejó a los padres seguir el ejemplo de su hija y así mejoraría su calidad de vida.

Los padres de Melisa siguieron el consejo y su vida mejoró al cien por cien. La mámá ya no estaba todo el día enfadada y ahora se reía mucho más. El papá dejó de estar siempre estresado y cansado y pasó a tener tiempo para su hija, jugaban juntos, se contaban sus historias del colegio y del trabajo. Además los fines de se-mana la familia salía a dar paseos por la montaña o andaban en bicicleta con su hija Melisa.

Diego (1ºB) y Lucas Mata (EI3B)

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Hace muchos, muchos años, existía un pueblecito llamado SANULAN-DIA, en el que todos sus habitantes eran personas sanas; sus comidas eran muy variadas, les encantaban las frutas, las verduras y el pescado, hacían ejercicio a diario, estaban siempre felices y con buen humor.

Todo esto enfadaba terriblemente a las brujas malvadas que sólo pen-saban en hacer el mal, les fastidiaba esa alegría y querían que cambiara esta situación.

Para ello decidieron entre todas, unir sus fuerzas y poderes y elaborar una pócima para quitar esa alegría de la vida de las gentes.

Empezaron haciendo desaparecer toda esa comida que les hacía estar tan felices; los árboles frutales se secaron y dejaron de dar frutas, la tierra ya no era tan fértil y apenas obtenían unas pocas verduras, que desde luego no eran suficientes para alimentar a todos los habitantes de SANULANDIA. También empezó a escasear el pescado en sus platos, que hasta ahora había sido abundante; y todo esto lo sustituyeron por comida más “rica”; montones de golosinas, pizzas de todos los gustos, chocolates, hamburguesas a las que no les faltaba el ketchup, helados de todos los sabores...

La gente no entendía nada, ¿Qué estaba ocurriendo? Se preguntaban. Pero no encontraban respuesta, y mientras tanto no les quedaba más reme-dio que comer de lo que tenían. Muy pronto se acostumbraron a esta comida y se olvidaron de las frutas, verduras... ya ni pronunciaban sus nombres. Comían y comían y poco a poco empezaron a cambiar sus gustos: sólo tenían

¿QUÉ ESTÁ PASANDO ENSANULANDIA?

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ganas de comer pizzas, hamburguesas, golosinas..., y cuanto más se atibo-rraban de todo esto, más aburridos se volvían, ya no les parecía divertido jugar, ni correr, todo esto les cansaba, así que preferían quedarse sentados o tumbados.

Sus vidas eran cada vez más tristes y ya no tenían ninguna ilusión. La mayoría de ellos cayeron enfermos y el resto se limitaba a dejar pasar el día, sin pena ni gloria. Las brujas estaban encantadas. ¡Lo habían conseguido!

Esta situación llegó a oídos del doctor “MENSSANA”, un gran especia-lista en la vida sana. Picado por la curiosidad, se acercó al pueblo a ver que podía hacer por sus gentes.

Probó con todas las vacunas y jarabes posibles, pero ninguno conseguía remediar el mal.

Este eminente doctor no se rendía, y uno a uno les fue preguntando qué que es lo que comían. Rápidamente supo que es lo que pasaba y les hizo en-tender que la mejor cura era esforzarse en llevar una vida sana.

A todos les dio la misma receta: “comer frutas, verduras y pescado y... un poquito de ejercicio”.

Al verse descubiertas las “brujas”, el maleficio desapareció, las tierras de SANULANDIA volvieron a ser fértiles, sus árboles a dar las mejores frutas... y todos los que cumplían la receta del doctor se “curaban” de su enfermedad.

---FIN----

PAULA GÓMEZ PARRA 2° A PRIMARIAMARTA GÓMEZ PARRA 4 B E. INFANTIL

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Érase una vez una niña llamada Lola que de mayor soñaba con ser ve-

terinaria; ella procuraba llevar al día sus estudios para conseguir su meta:

cuidar animales, pero cada vez que llegaba a casa del cole a la hora de co-

mer y a la hora de cenar se ponía nerviosa porque su mamá la ponía verdu-

ras, legumbres y de postre fruta; pero su mamá ni las probaba. Su mamá

se disculpaba diciendo que no tenía casi tiempo para comer y que con algo

rápido ya le llegaba. Un día Lola le dijo: bueno mamá pues yo tampoco voy a

comer nada más que algo rápido como tú, pero la mamá de Lola se enfadaba

y le decía que tenía que comer frutas y verduras para estar sana, pero ella

no seguía el ejemplo.

Un día se reunieron su hermano y su papá y decidieron que mamá esta-

ba sobrecargada de trabajo y que tenían que echarle una mano en las tareas

de la casa, si no su mamá iba a enfermar de lo mal que comía.

Hicieron una lista con las tareas que les tocaba a cada uno para ayudar

a su mami, ponían la mesa, recogían los platos .....

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El día de ir al mercado Lola fue con su mamá a hacer la compra y entre

las dos llenaron la cesta de verdura, fruta... y decidieron que ese día las dos

iban a preparar una comida sana y rica.

Cocinaron sin parar y hasta les dio tiempo a decorar los platos.

Se sentaron todos a la mesa, incluso la mamá que casi siempre comía de

pie, como ahora todos ayudaban ya tenía más tiempo y disfrutaron todos de

la deliciosa cena.

Cuando se iban para la cama la mamá de Lola todos los días les leía un

cuento a ella y a su hermano. Cuando lo terminó los reunió a todos y les dio

las gracias por haberla ayudado con las tareas y con la comida y les prome-

tió que a partir de ese mismo día la alimentación de esa familia iba a ser

sana y equilibrada.

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En un lejano país llamado ALEGRÍA y no hace muchos años, toda la gente que en él vivía, tanto personas mayores como niños, eran personas muy sanas y muy fuertes. Todos ellos comían muy sano y muy variado, les gustaban mucho las frutas y las verduras y mucho más el pescado, todos los días hacían un poquito de ejercicio y los más pequeños saltaban y jugaban. Era un país IDEAL y se notaba que sus habitantes eran felices y siempre tenían muy buen humor.

En el país vecino llamado TRISTEZA pasaba todo lo contrario, en él vivían unas brujas malísimas que eran unas aburridas que siempre estaban enfermas y sólo se alimentaban de golosinas, chuches, hamburguesas, piz-zas y bollos de chocolate y claro, a ellas les molestaba muchísimo que los

LA VIDA INSANA

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habitantes del país vecino estuviesen siempre tan contentos y gozasen de tan buena salud “LES FASTIDIABA UN MONTÓN”.

Un buen día decidieron que iban a unir todas sus fuerzas y todos sus poderes e iban a hacer una PÓCIMA MALIGNA para fastidiar a sus veci-nos del país de la ALEGRÍA. Se juntaron, mezclaron un poquito “YO QUE SÉ” UNAS GOTITAS DE “QUE SE YO”, y un pellizquito de “TOMA TÚ” y unas lágrimas de “DAME A MI” y de todo ello resultó una mezcla viscosa y asquerosa de color verde llena de bichitos minúsculos como microbios que metieron en un frasquito y enviaron al país de la ALEGRÍA.

Una tarde del mes de Agosto, uno de los niños del país de la ALEGRÍA jugaba con sus amigos por el campo y encontró el frasco con la poción, y creyendo que era un refresco se lo bebió todo enterito. Los minúsculos mi-crobios aprovecharon la ocasión para hacer mucho daño al niño, porque aun-que eran tan pequeñitos consiguieron cambiar al niño los gustos y le daban pinchacitos y pellizquitos en la barriguita y en la lengua para que no comiese verduras, carne, pescado o fruta y sólo comiera cosas poco saludables y de igual forma le consiguieron quitar las ganas de jugar y de saltar y se pasara el día tumbado en el sofá de su casa comiendo chucherías.

Su vida se hizo muy aburrida y comenzó a sentirse enfermo, a no tener ganas de nada... Las brujas del país ABURRIDO se pusieron muy contentas porque su PÓCIMa maligna ¡había funcionado! Y lo más triste es que los mi-

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Adriana García Cenador - 3º

crobios aprendieron a saltar de una persona a otra “IGUAL QUE LOS VI-RUS” y lograron contagiar con la enfermedad a muchos niños y mayores.

Pasó algún tiempo hasta que el médico del país de la ALEGRÍA el doc-tor Don Sano Sanísimo, con la ayuda de su enfermera Doña Felicidad Feliz, descubrieran la causa de tan terrible enfermedad. No hubo vacuna ni jara-be que pudiera acabar con los microbios, el antídoto era la alegría, el buen humor y precisamente la mejor cura era esforzarse en tener una vida sana, alegre y feliz.

En una persona sana las brujas aprovechaban cualquier estornudo para huir a toda velocidad. Desde entonces sus mejores recetas no eran pasti-llas, ni jarabes, ni inyecciones, sino un poquitín de esfuerzo para comer ver-duras, frutas y pescados, y hacer un poco de jercicio. Y todos los niños que pasaban por su consulta y le hacían caso, terminaban curándose totalmente de la enfermedad de las brujas del país del ABURRIMIENTO.

FIN

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Érase una vez un niño llamado Pedro que se portaba muy mal en su casa porque cuando llegaba la hora de comer sólo quería comer macarrones y pollos. Mamá cada vez que llegaba ese momento se ponía muy nerviosa, pues sabía que era lloro tras lloro y grito tras grito, nunca quería probar cosas nuevas, su mamá le intentaba hacer verduras crudas, en puré pero no había manera. Alguna vez hasta casi llega tarde a clase por tardar tanto en co-mer.

Un día su mamá cansada de probarlo todo fue a una librería y se com-pró un libro de cocina para niños y se le ocurrió que si hacía verduras y las decoraba un poco a lo mejor se las comía. Y así lo probó.

Cocinó, cocinó y adornó todos sus platos de verduras, pero nada, no hacía efecto.

Un día su abuelo fue a visitarlos y la mamá de Pedro se lo contó todo y le dijo: Se me ocurre una idea. Lo vamos a llevar los fines de semana un ratito a la huerta y vamos a enseñarle a cultivar los productos del campo, a ver qué es lo que hace.

Pasaron las semanas y Pedro empezó a ver los resultados de su trabajo como aprendiz de agricultor y cada día estaba más contento. Un día le dijo a su mamá: Voy a probar algo de lo que yo cultivo sólo para ver cómo sabe. Empezó probando las acelgas, calabacín y espinacas y cual fue su sorpresa que le gustó. Bueno, su mamá estaba muy contenta porque cada día quería probar algo nuevo ya que él mismo lo cultivaba.

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Desde entonces Pedro presumía con sus amigos de sus habilidades en el campo, claro, ayudado por sus papás, cambió radicalmente su forma de alimentarse, aunque alguna vez todavía comía alguna chuche, pero bueno sólo en ocasiones especiales, cumples, etc...

Y así, gracias a Pedro, muchos de sus amiguitos también comenzaron a probar frutas y verduras y todo; se alimentaban de manera que siempre fueron niños muy grandes y fuertes.

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Jose, el gordito

Jose era un niño que no sabía comer. Sólo le gustaba la carne y las chu-ches.

Por eso se puso muy gordo. No podía correr, saltar, subir a los si-tios y se empezó a poner malo y lo llevaron al médico.

El médico le dijo que si no dejaba de engordar, se podía morir.

El médico le recetó comida sana como verduras, frutas, pescado y la carne a la plancha y le quitó de comer chuches.

Jose siguió las instrucciones del médico, aunque le costó bastante, pero bajó enseguida de kilos y pudo correr, saltar y subirse a los sitios.

Fin

Ainoa Blanco Rodríguez - 3º B

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Hoy es un día especial. La peque de la casa está de cumpleaños -dijo el plato al vaso. ¡Qué bien! Hagamos una fiesta para nuestra amiga -dijo el vaso. ¡Sí, una fiesta, fiesta, fiesta! -gritó la cuchara.

Avisaremos a todos nuestros amigos, a los yogures, a las frutas y a los embutidos; también al chocolate y a la nata ¿Qué os parece? -preguntó el vaso.

- Estupendo -contesta el plato. El chocolate y la nata podrán hacer una tarta. También llamaremos a los plátanos.

- ¿A cuántos? -preguntó el vaso.- Que vengan todos los de Canarias -dijo el plato. Y tú, cuchillo córtalos

en trocitos y pónlos en el plato; después que venga el queso y corta también unas lonchas.

- Que no falte el pan de molde, haremos sandwiches con el jamón se-rrano -ordenó el plato.

¿Y a las fresas no la invitamos? La última vez lo pasamos muy bien con ellas. Chocolate ¿te sobró algo de la tarta? porque podrías fundirte y así las fresas se podían mojar en ti.

- Sí -dijo el chocolate, algo sobró. Pues entonces, al microondas a de-rretirte. Bueno, ¿qué más nos falta? -preguntó el plato.

. Quedan nuestros vecinos los kiwis ¡Ah! ¡Y las naranjas! -gritó el fru-tero.

Pues bien -dijo el vaso- que vengan todos y cuantos más, mejor.- Y así, entre todos juntos, prepararon una gran comilona. Todo estaba

tan rico, que cuando la fiesta acabó, no quedaba nada en los platos.-¡Hurra! -gritó la vajilla. La fiesta ha sido todo un gran éxito.

Paula Filgueiras Corcoba, 3º B

Una fiesta de cumpleaños

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Érase una vez dos hermanos. Uno se llamaba Juan que tenía 10 años y otro Marcos de 8 años. Siempre estaban juntos. Se llevaban muy bien y lo compartían todo menos su forma de comer. Juan comía muy sano y Marcos era un goloso.

Juan cuidaba siempre de su hermano y siempre le avisaba y le decía: “No comas tantas golosadas que un día te vas a poner malito”. Pero Marcos no escuchaba a su hermano y seguía comiendo lo que quería. Así pasó el tiempo, hasta que un día Marcos no dejaba de quejarse de que le dolía mucho la ba-rriga por lo que toda la familia muy preocupada se dirigió al hospital. Cuando el médico reconoció a Marcos descubrió que tenía un desorden de alimentos por lo que tenía que comer sano a base de frutas, verduras y legumbres. Cuando Marcos recibió esta noticia, se puso muy triste y se negó, pero poco a poco con ayuda de su hermano Juan aceptó. Y así fueron pasando los días hasta que poco a poco Marcos cansado de comer sano empezó a comer ga-lletas, magdalenas,... a escondidas de su familia, por lo que poco a poco fue empeorando y al final tuvo que ser ingresado en el hospital.

Cuando Marcos se recuperó, el médico le dijo que si esta vez no seguía comiendo sano, estaría ingresado mu-chísimo tiempo.

Después de este gran susto, Marcos prometió cumplirlo y con ayuda de su her-mano aprendió a comer sano y gracias a ello se curó y creció sano y fuerte.

Cuento

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G A Z P A C H OEn un pequeño pueblo de la montaña vivía en una cabaña el señor pi-

miento, la señorita guindilla y el pequeño guacamole.

Un día fueron a ver a sus primos lejanos: la familia chile; y para ello tenían que pasar por los territorios de sus enemigos: la familia las cebollas y la familia los tomates.

El pequeño guacamole decidió ir primero para verse con las cebollas (primero) y luego con los tomates. De la reunión sacó un compromiso que le fue a contar a sus padres don Pimiento y doña Guindilla:

“Papá, mamá me he reunido con las cebollas y con los tomates, y he llegado a un acuerdo para que nos dejen pasar por sus territorios, y es que el día antes de la marcha tenemos que hacer una fiesta y cada familia tiene que exponer una receta culinaria y la mejor ganará el concurso anual”.

Llegado el día de la gran fiesta cada familia se dedicó a preparar sus platos preferidos: los pimientos habían invitado a sus primos de Padrón y los pusieron fritos; los tomates realizaron sabrosas salsas, las cebollas ricas.

Pero nadie se había acordado de invitar a la familia Pepino y éste se había enfadado mucho.

Acudieron a la fiesta a última hora, antes de decir los premios, y jun-taron todas las muestras de la familia tomate, los de la familia pimientos y por último los de la familia cebolla en una gran marmita, a lo que añadieron la propia receta de la familia pepino.

Y magia potagia, crearon una nueva receta que llamaron gazpacho y servían fresquito.

Francisco Javier Amigo García - 4º B

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El plátano de la selva

Había una vez un plátano que no era como los demás. Era morado en vez de amarillo. Se llamaba Macedonia. Era peculiar, comía hojas y de vez en cuando come queso con un poco de vino. A él le encantaba el queso. ¡Más que a los ratones!

Un día en la plaza de las frutas había mucho jaleo. Él, extrañado, se subió en su patinete y fue como un rayo. Al llegar vio puestos de queso y le preguntó a Petunia, una tendera, que porqué había tanto jaleo. Ella le dijo que era el día del quesero... Después le dijo que no le vendría mal dejar de comer queso y le miró frunciendo el ceño y con cara de tristeza dijo:

– ¡Me han robado el queso!

Yo le dije que pillaría al ladrón. Reuní toda la selva para encontrar al ladrón. Se dio cuenta de que era un gigantesco ratón y de que vivía en una casa de muñecas. Y se echó a reír:

jJa, jo, je, ji, ju.

Bernabé Casado Oviedo - 4º B

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Lola era una linda cocinera que cocinaba de maravilla. Su defecto era que, como le gustaba mucho comer, a veces comía lo que estaba

cocinando. Un día por la mañana, le dice su amo:– Hoy voy a darle la bienvenida al nuevo vecino y me gustaría que pre-

parases un buen banquete para cenar.– No se preocupe, señor -contestó Lola. Haré un par de pollos asados

que se van a chupar los dedos.Poco después el delicioso aroma de las aves olía en toda la casa.– Voy en busca de mi invitado -dijo el dueño de la casa.– Cuando vuelva ya estará la cena lista -dijo Lola.Luego, mientras los pollos se asaban, decidió ir a la despensa para pre-

parar la limonada. La limonada estaba muy fresquita y como Lola estaba sedienta, no pudo resistir la tentación de beber un buen trago.

– ¡Qué rica está! -exclamó. Y para celebrarlo se echó un par de tragos más.

Cuando volvió a la cocina, los pollos estaban casi listos y Lola pensó:– Será mejor que los pruebe, no sea que les falte sal.Y ni corta ni vaga, cogió un ala y se la comió.– ¡Qué rico está! -exclamó. ¡Será mejor que me coma la otra para que

no se note que falta una!Y así lo hizo. Pero al arrancarla, se le fue un poquito la mano y cogió

también el muslo. Pero como era muy glotona, después de comerse el pollo, pensó:

– ¡Donde está un pollo debe estar otro; así que me lo como y en paz!El amo llegó y Lola le dio el cuchillo para que lo fuera afilando. De pron-

to llamaron a la puerta...– ¿Es usted el invitado de mi señor? Porque si lo es, es mejor que co-

rra, pues se ha vuelto loco y dice que le va a cortar las dos orejas. ¡Escuche como afila el cuchillo!

El hombre asustado se fue corriendo calle abajo.– ¡Amo, el invitado se ha cogido los dos pollos! Asómese a la ventana y

lo verá.– ¡Es verdad! Se habrá vuelto loco.El caballero corrió detrás de su vecino.– ¡Déjeme probar al menos! -queriendo decir de los pollos.El hombre corrió más y Lola salió airada.

Alba Girón - 6º B

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Érase una vez un pueblo llamado Comilandia que estaba dividido en dos partes: Sano y Malo. En Sano vivían las verduras, las frutas, los pescados y las legumbres. Y en Malo las hamburguesas, los perritos calientes y las pizzas. Cuando iba algún visitante, iba a la parte mala, pero nunca a Sano y cada vez que iban, salían gordísimos. Pero un día, algunos de los que iban a Sano intentaron cerrar a los de Malo, por hacer obesas a las personas, pero los de Malo no ce-rraban porque allí iba el alcalde a comer. Por eso estaba tan gordo.

Pero un día cambiaron el alcalde porque estaba demasiado gordo.Entonces cerró a la parte de Malo por hacer comidas con tantas calorías. Desde que la gente iba a Sano no estaba tan gorda y el primer mes la gente ya había adelga-zado mucho.

Comilandia pasó mucho tiempo con Malo cerrado hasta que un día pusieron una ley que decía que abrirían Malo si también comían en bueno. Toda la gente dijo que sí y que se apostaban lo que quisieran.

Pero al mes tuvieron que volver a cerrar Malo porque la gente no cumplió lo que dijo de comer en Sano y en Malo, la gente se enfadó y dijo que si no comían en Malo no comían en Sano y el alcalde dijo: – Sí en Sano no coméis igualmen-te.

Toda la gente se quedó pensando y se dio cuenta de que era verdad que abusaban mucho de Malo y casi no iban a Sano pero decían que ir andando de Malo a Sano era mucho porque estaba a medio kilómetro de distancia.

El alcalde se quedó pensativo y dijo que lo mejor era que vinieran en coche hasta Malo y fueran hasta Sano.

Pero un señor dijo que eso era imposible porque no había camino para en-trar en Comilandia y que entonces como iban a llegar al pueblo, y el alcalde

Costumbres de una buenaalimentación

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decidió hacer una carretera que llegara hasta Sano y hasta Malo. Todo el mun-do se puso muy alegre, y después de poner la carretera la gente iba a los dos sitios y se mantenía en su peso habitual. Pero a la semana la gente sólo iba a Malo de nuevo y el alcalde preguntó: – ¿Por qué no vais a Bueno como dijísteis? Porque se gasta mucha gasolina y el precio de la gasolina ha subido diez euros. ¿Y si construyo un tren para ir y para volver? Toda la gente se puso como loca, pero la gente sólo usó el tren dos semanas, pero la gente sólo iba a Malo y el alcalde preguntó: ¿Por qué sólo vais a Malo? Porque el tren cuesta tres euros y es mucho para venir cada día y hay que pagar eso para ir y para volver y son seis euros. ¿Y qué os parece si junto Bueno y Malo? Toda la gente gritaba de alegría. Por fin todo el mundo comía de todo desde verduras hasta pizzas. Y el alcalde se puso muy contento de ver que todo el mundo comía de todo en Sano y en Malo,y por fin todos eran contentos.

Arián G. - 6º B

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INTRODUCCIÓN

(Se abre el telón y aparece una niña muy mona) (Y su madre)

Ana: ¡Mamá! me duele la tripa.

Mamá: Pues eso te pasa por comer tantas golosinas.

Ana: Pero... es que están muy ricas.

Mamá: Ya sé que están ricas, pero tienes que comer comida sana también (y se-

ñala a la verdulería).

Ana: Vale, pues ya no como tantas golosinas. Pero vámonos a casa.

Mamá: ¿Me prometes que ya no vas a comer golosinas?

Ana: ¡Te lo prometo!

(Ana comió verduras y se fue a dormir, después de cepillarse los dientes, claro)

(La niña empezó a soñar con chuches)

Chuche: ¡Oye!, sabes que estoy muy rica.

Chuche 2: Sí estamos riquísimas.

Ana: Sí, ya lo sé. Pero le prometí a mi madre que ya no comería chuches.

Verdura: ¡Hey! Pero a nosotras sí nos puedes comer porque tenemos hierro y

proteínas.

Ana: Pero es que están más ricas las golosinas que las verduras.

Golosinas: ¡Sí! Estamos más ricas.

Verdura: Sí. Las golosinas pueden estar más ricas. Pero las golosinas hace que te

nazcan caries.

Ana: Eso es verdad.

(Sonó el reloj. Le llamó la mamá para ir al colegio).

Mamá: Ana, levántate que ya son las ocho y tienes que ir al colegio.

Ana: Vale mamá, ya voy.

(Ana le empezó a contar a su madre su sueño).

Ana: Mamá, he soñado que las golosinas me querían convencer de que eran

mejor que las verduras. Pero las verduras me convencieron de que son mejores

porque tienen vitaminas e hierro para estar más fuertes y crecer. (Y así Ana com-

prendió que era mejor comer verduras).

Amanda - 6º B

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Había una vez un niño llamado Sergio que era muy consumista.

La madre no le podía comprar tantas cosas, Sergio quería tener de todo, cada vez que quería ir al parque, la madre le compraba palomitas, ca-ramelos, etc...

El padre también le daba todo lo que quería; sino se quejaba y no pa-raba quieto. Llegaba la Navidad y Sergio cada vez quería más cosas por Navidad.

Estaba asegurado que el padre en el mes de Navidad ya no tendría trabajo, le habían dicho que le iban a despedir. La madre quería buscar un trabajo rápidamente para conseguir dinero, pero a Sergio sólo le importa-ban los juguetes y las chucherías.

Estaban en Asturias viviendo en una casa al lado de la catedral. Cuan-do Sergio estaba en el colegio su madre Alba miraba la catedral desde la ventana.

El padre disfrutaba viendo las noticias en la tele cuando no tenía que trabajar. Después, al salir del colegio, Sergio la armaba en casa. La madre a cuidar de Sergio y el padre a trabajar.

También cuando venía la familia a visitarles tenían que traerle algo sino se enfadaba y les cerraba la puerta y no podían entrar.

El mes que viene es Navidad y Sergio iba a esperar para abrir los rega-los; es el mes en el que el padre ya no tendría trabajo. Sergio estaba muy contento porque el padre iba a estar más con ellos, pero no se daba cuenta de que el padre no le iba a comprar más cosas porque no tendrían dinero.

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Érase una vez dos niños que vivían en una selva únicamente consumiendo los frutos que daba la Naturaleza. Eran muy amigos y les encantaba coger las frutas y frutos secos, cocinarlos al sol y luego comerlos. Dormían en una cabaña con un techo hecho con ramas de palmeras. Su vida iba así hasta que un día cogieron una terrible enfermedad por comer castañas envenenadas y huyeron desesperados para el cen-tro donde encontraron una tribu que los curó, les dio de comer y les explicó que los frutos secos son buenos. Pero lo mejor para una buena salud hace falta una buena dosis del consumo de varias frutas al día. Y así vivieron; la tribu les dio hogar y les enseñó no sólo a coger frutas de los árboles más altos; también a cazar y comer la riquísima carne de los animales. Hasta que un díaaaa... ¡Paf! se despertaron los dos en una litera, se levantaron, oyeron a su madre hablarles, bajaron al comedor donde les esperaba un riquísimo plato con mucha variedad de frutas. Entonces compren-dieron que todo aquello fue sólo un sueño.

Acabaron todo y se comieron dos frutas cada uno. Fueron a dormir y... al si-guiente día despertaron transformados Jaime en una naranja y Bernie en un plá-tano. Se extrañaron mucho y escalando por el armario se vieron en el espejo y se vieron como dos frutas con ojos y articulaciones. En ese momento entró su padre al baño y se escondieron detrás de un espejo. Intentaron hablarle, pero eran de-masiado pequeños y no les oía. Entonces cogió a Jaimito las naranjas y a Bernie el plátano, los lavó y los puso en el centro de la mesa en su plato para poner la fruta. Comprendieron que para sus padres sólo eran dos frutas y el plátano que estaba en el cesto, habló:

– Hola, no sé quienes sois, pero yo soy Plastatotex. ¿Y vosotros?Respondió Jaimito: – Yo te reconozco; casi te como ayer, pero preferí comer

la naranja en que me convertí.Ahora sois esos dos chicos y ¿queréis ser frutas?– Noooo, queremos volver a ser reales.Entonces tendréis que llegar hasta la manzana más sabia de la cocina y ella lo

sabrá solucionar.Fueron escalando la fría e insoportable nevera y la manzana, sin hablar, llevaba

años allí, les entregó unas mini frutas, se las comió Bernie y volvió a ser él; luego lo mismo con Jaime y con la otra naranja que resultó ser el perro del vecino que salió a jugar al jardín. Jaime y Bernie volvieron a ser amigos y llevaron una vida muy sana.

FIN Héctor García - 6º B

Consumo

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ElConsumismo

Elena 6º B

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Viernes 20 - 3 - 09

Érase una vez una familia que todos los días consume y sus nombres son: Pedro, Laura y María.

Laura va todos los días a comprar; es madre y esposa.Laura trabaja en una empresa de limpieza y para llegar a fin de mes se

las tiene que arreglar como puede.Por ejemplo, cuando va al mercado, siempre compra lo que necesita y lo

más barato porque luego hace cuenta de lo que tenía.Cuando va a una tienda nunca coge tonterías y siempre coge lo de mejor

calidad y precio.Pedro no puede trabajar y tiene una paga pequeña que no le es de gran

ayuda; no puede trabajar en coger pesos, por eso cuando llega a fin de mes, hacen cuentas de lo que han gastado entre los dos.

María es pequeña y necesita que, cada dos por tres, le compren cosas para el colegio. También necesita ropa y su madre cuando sale a comprar siempre hace cuentas para ver si llegan a final de mes.

Sus padres siempren hacen balance a final de mes para ver lo que han gastado de los dos sueldos.

Al día siguiente salen a comprar muebles para la habitación y se fijan, primero en los precios, de esos precios hacen cuentas para ver si llegan para comprarlos.

Nunca han podido ir de viaje porque les salía muy caro. A los dos me-ses querían comprar un coche pero primero hacían las cuentas para ver si podían comprarlo.

Las personas de hoy en día consumen mucho porque gastan el dinero en tonterías y no tienen control. Van por ahí sin pensar en lo que gastan y lo que tienen. Gastan el dinero en cosas caras y tonterías.

La gente tiene que mirar lo que tiene y si puede lo gasta y si no, no. Hay gente que ahorra y no gasta el dinero en chucherías y cosas caras.

Alguna gente en vez de comprar electrodomésticos caros y de última generación, los conserva y los cuida.

Elena - 6º B

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Había una vez una familia a la que le tocaron 701.000.000 € en la lote-

ría.

Pensaron que a partir de ahora se podrían permitir todo lo que quisie-

ran.

La familia empezó a comprar teles de plasma, conjuntitos, casas, fincas,

granjas, animales modernos caros para la casa, estanques, coches, salas de

cine, anillos, joyas, hoteles,... hasta que un día fueron a pedir 1.000.000 de

euros al banco y la cajera les dijo que imposible.

El señor les dijo que por qué era imposible, que le iba a denunciar, que

llamaba a la policía, etc., etc,...

El cajero le dijo que era imposible porque en su cuenta había 50 €.

– ¿Pero cómo es posible? -dijo el señor.

Y el cajero le dijo que los cogiera o que se fuera, que había mucha

cola.

– Espere, los cojo.

– Tome.

Al salir del banco dijo:

– Pero como voy a vivir si ni siquiera tengo trabajo. ¡Ya sé! lo venderé

todo.

A toda la gente a la que le quería vender sus riquezas, le rechazaban,

hasta que vino una señora mayor y le dijo:

– ¡Eso, por avaricioso!

Marco Fariñas Fernández - 6º B

Consumo, consumo, consumo

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Hoy tenemos de desayunoun festín sin igual:leche, miel y cerealescon zumo natural,y con eso comienzo el díacon energía total,llevo la cartera a claserepleta de material,recito la poesíaque tenía que estudiar,resuelvo los problemassin dificultad,leo, escribo, redactocon mucha agilidady hasta la hora del recreoestoy sin parar,ese momento ha llegadoy necesito más alimentopara continuar.

Para el recreo me llevo,alimentos con variedad:El lunes la manzanita,el martes el cereal.los miércoles algún lácteo toca,y los jueves el bocata de panque la semana es largay el viernes ha de llegar.El viernes un caprichitoque para eso es el finaly un dulce de vez en cuandono sienta a nadie mal;las sesiones que me quedanpara el día completar,las llevo de maravillagracias a la variedad.

Las rimas nos enseñan a comer

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La hora de la comidaha llegado en un “plis plas”,el primer plato me comosin rechistar:lentejas, alubias, arroz o pasta,me gustan por igual,las legumbres son muy sanasy alimentan de verdad.De segundo yo me comopescado, carne, da igual,respetando las racionesque me corresponden por edad,la ensalada que no falteque es cosa esencial,tomate, maíz o lechugaque bien se pueden condimentarcon el aceite de oliva,vinagre y sal;

de postre me gusta todo,la fruta en especial,pues dicen que lleva vitaminasque alegría me danlos yogures me los como,no importa la especialidad,los flanes y las natillas caserasme gustan más.Con eso que yo os cuento,me alimento genial,no tengo sobrepesoy evito la enfermedad.

La merienda es otra cosaque no debe faltar, el bocadillorelleno de embutidos en el panpara tener fuerte los dientesy con agilidad masticar;después hago los deberes,repaso y a estudiar,no me canso, ni me paropara a continuacióndeporte practicar,tener los músculos sanosy en forma poder estarlos huesos y articulacioneshay que reforzar para llegar a sermayores libres de enfermedad.

Con tanto ejercicio,el hambre me ha vuelto yay la cena está dispuestapara finalizar,el ajetreado díay después descansar,no sin antes alimentarme

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como os voy a contar:unos huevos con patatas,detrás de la sopa vanpurés con pescaditoalgún día me pondrány si el día ha sido duroel pavo no viene malcompletando con la lecheque es buena para mi edad.

Colaboro en la casaa la hora de comer.Pongo la mesay recojo el mantel,ayudo en la compray me porto bien,espero la señalpara empezar a comer,que esté sentado mi padrey mi hermano Javier,mastico despacitoy la sopa sin sorber,uso la servilletay los cubiertos también,sirvo la ración justaque voy a comer,y si puedo repetir,lo intento hacer,corto pequeños trozosy no de una sola vezme siento a una distanciaque facilite el comer,evitando los codosen la mesa poner,no bebo agua hastalibre de comidala boca tener.

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Nos levantamos todosal acabar de comer,después de un rato agradable,con mi familia tener,pues además de alimentarnoscontamos con lo que ha pasadosin entorpecerlo que dice cada unoy diálogo tener.Seguir estos consejosresulta una buena elecciónte alimentas de lo lindoy aprendes la lecciónque no debes saltarte

nunca ninguna ocasiónde probar cosas nuevas,si de alimentación sontodas las comidas son buenas,ninguna rechazo yoy las normas de cortesíapractico sin dilaciónmejoro las relacionesy me alimento mejor.

Mª. Carmen Díaz RamosYolanda Vuelta Díaz (Ilustraciones)

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