SEMANA DE EDUCACIÓN CRISTIANA. La educación es una función social de indiscutible importancia....
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SEMANA DE EDUCACIÓN CRISTIANA
La educación es una función social de indiscutible importancia. Sin ella, la cultura, los ideales, las condiciones y las conquistas de nuestros mayores, desaparecerían con la vida de ellos.
La educación ideal presupone el más esmerado cultivo de nuestro
intelecto con una dotación apropiada de conocimientos útiles; implica
además el debido desarrollo de los sentimientos y las emociones
positivas, así mismo el desarrollo y ejercicio de la voluntad al servicio de
“todo lo noble, lo puro, lo de buen nombre”, como dijera el gran apóstol
de Tarso.
La educación es mucho más que la mera atención de la mente, exige la posesión de un cuerpo sano, el desarrollo de los músculos y de toda nuestra naturaleza físico-fisiológica mediante el ejercicio y el trabajo apropiados y útiles. Con todo, el alcance de la verdadera educación es todavía mucho más amplio. El hombre debe desarrollar acertadamente su naturaleza social, debe lograr la sana y eficiente convivencia con sus semejantes, cultivar el espíritu de fraternidad, altruismo, verdadero patriotismo y un interés permanente en la felicidad de los demás.
La educación, bien entendida, no se circunscribe a una etapa de la vida, el tiempo que pasamos
por la escuela primaria, el colegio o la universidad. Tampoco es una actividad que
termina cuando llegamos a la adultez o cuando hemos adquirido una profesión. La educación es
una obra de toda la vida que no conoce sexo, edad o condición social. Mientras el pecho anida el ideal de progreso, y la mente experimenta sed
y hambre de conocimiento, de exploración, de inquietudes culturales, habrá educación.
La educación está entretejida en la urdimbre misma de la vida, comienza cuando menos desde el mismo nacimiento cuando nuestro organismo y nuestra mente reciben la influencia del ambiente físico y social en que os toca vivir y educamos en la casa, en la calle, en el trabajo, en la vida social, en las actividades religiosas. Nos educan los padres y familiares, los amigos, los maestros, los seres humanos con los que nos ponemos en contacto. Nos educan los libros, las revistas, los espectáculos y recreaciones y hasta los seres irracionales de la naturaleza influyen en nuestro organismo biológico y en nuestro siquismo.
No debemos confundir educación con la mera
adquisición de conocimientos. Educarse es formar y cultivar la mente; pero es mucho más
que eso. Reiteramos que educarse es cultivar y desarrollar los valores
estéticos y morales, significa la continua adquisición de
buenos hábitos, la práctica de costumbres refinadas, el dominio de habilidades y
técnicas mentales y manuales que nos hacen elementos productivos y
útiles a la sociedad.
NINGUNA EDUCACIÓN ES VERDADERA Y COMPLETA SI SUS FRONTERAS SE ESTABLECEN EN EL ÁMBITO DE LO
TERRENO, LO TEMPORAL, LO PERECEDERO.
NINGUNA EDUCACIÓN ES VERDADERA Y COMPLETA SI SUS FRONTERAS SE ESTABLECEN EN EL ÁMBITO DE LO
TERRENO, LO TEMPORAL, LO PERECEDERO.
Roberto A. Millikan, famoso científico que ganó el Premio Nobel de Física en 1923, analizando el propósito de la vida y la religión vislumbra su esencia espiritual y trascendente, encuentra inspiración para el heroísmo y el sacrificio, y rebelándose contra una concepción materialista y vaga de la vida exclama: “Si la belleza, el significado y el propósito de esta vida, que revelan tanto la ciencia como la religión, no son más que un sueño, dejadme soñar eternamente”.
Pero, felizmente la vida no es un sueño como otrora cantara el poeta, sino que
“la vida es real y su destino es serio”, tal como dijera Longfellow, y es el privilegio
del ser humano vivir la plenitud de la vida, desarrollándose en forma
armoniosa y completa mediante el proceso de una educación integral al
conjuro de un ideal de Dios, de fe y de patria, como acertadamente se expresó
el gran Pasteur.
Una educadora a quien los adventistas admiramos y
respetamos mucho, escribió ya hace algún tiempo: “La verdadera
educación no desconoce el valor del conocimiento científico o literario;
pero considera el poder como superior al conocimiento; la bondad al poder, el carácter al conocimiento
intelectual.
Una educadora a quien los adventistas admiramos y
respetamos mucho, escribió ya hace algún tiempo: “La verdadera
educación no desconoce el valor del conocimiento científico o literario;
pero considera el poder como superior al conocimiento; la bondad al poder, el carácter al conocimiento
intelectual.
La verdadera educación es una influencia que contrarresta la ambición egoísta, el anhelo al
poder, la indiferencia de los derechos y necesidades de la humanidad que tanto aquejan a nuestro mundo... La edificación del carácter es
la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos”. La Educación,
221-225
Sin desestimar en ninguna la
importancia del desarrollo intelectual, o la adquisición de la máxima cantidad de
conocimientos útiles, la gran necesidad de
la vida es la formación de un verdadero
carácter.
Vivimos en una era intelectualista, en una era de sabios y doctos, y sin embargo, nunca se ha
lamentado tanto como hoy la ausencia de principios y normas de conducta a tono con nuestros
conocimientos. Crece el número de los delincuentes, los deshonestos, los ambiciosos, los
viciosos, los irrespetuosos y los falsos, para mencionar sólo algunos ejemplos.
El sistema de educación adventista que cubre todo el mundo se esfuerza en llenar las lagunas que han
dejado los sistemas de enseñanza tradicionales, dando igual o mayor importancia a la formación del
hombre, en vez de sólo lograr mentes bien formadas. Nuestras instituciones educativas
mantienen normas elevadas en cuanto al comportamiento del alumno, vigilan la pureza moral del lenguaje, la decencia del vestir y no
permiten vicios de ninguna clase entre los alumnos y profesores.
Pero hay una meta peculiar en este sistema de educación: la obligatoriedad del trabajo manual y actividades afines, de parte del estudiante sin discriminación de sexo, condición social, cultural
o económica.
Casi toda institución adventista de internado procura establecerse en una zona rural, cerca de
centros urbanos, casi siempre dispone de una
considerable extensión de tierra de cultivo para la siembra de hortalizas,
frutas, cereales y demás productos del suelo
Los alumnos en nuestros internados trabajan en la cocina, comedor, lavandería, panadería,
costura y demás menesteres domésticos. Aun la limpieza, el cuidado de los edificios, parques
y jardines; las reparaciones y a veces las mismas construcciones de edificios escolares
están a cargo de profesores y alumnos.
El lector se sorprenderá al saber que estos trabajos son remunerados y no pocos estudiantes pagan gran parte o todos los gastos escolares trabajando en las
horas no comprometidas en el horario de clases tradicionales. Prácticamente en cada país del
mundo tenemos este tipo de escuelas y nuestra América Hispana, el número de esta clase de
instituciones va en aumento.
En el mundo entero seguimos avanzando con este tipo de instituciones y agradecemos a
Dios por la fundación de nuestros colegios con internado, lugares propios para una educación
completa e integral.
Andrews University, EUA
La educación adventista está al servicio de la iglesia, la sociedad y de la nación, y quiere contribuir a la grandeza de los
países donde está establecida ofreciéndoles ciudadanos con una
formación integral, defensores de una alta jerarquía de valores, preparados para las
profesiones más útiles y habilitados e inspirados para engrandecer y ennoblecer
el hogar, la sociedad y la patria a que perteneces. Conozcamos y apoyemos este
sistema eficaz de educación.
En nuestro territorio Venezolano, tenemos IUNAV-SETAVEN, una institución universitaria con las puertas abiertas para recibir a
nuestros jóvenes en las diferentes carreras que ofrece