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SEMANAL www.episcopalnews.com SIRVIENDO A LOS SEIS CONDADOS DE LA DIÓCESIS DE LOS ANGELES JULIO 16, 2017 ‘Alimentando corazones hambrientos’ John Taylor consagrado obispo coadjutor en ‘gran fiesta’ de unidad y diversidad DANIELLE KLEBANOW ELIZABETH KURTZ E l Rvdmo. John Harley Taylor fue or- denado y consagrado obispo coadju- tor de la Diócesis de Los Ángeles en Julio 8 en una “gran fiesta” de celebración remarcando la basta diversidad cultural de la diócesis y su enfoque sobre la misión. Percusionistas Coreanos, bailarines Chi- nos y un mariachi dirigieron las procesio- nes de obispos de la Iglesia Episcopal al estar cerca de 3,000 laicos, clérigos, visitan- tes ecuménicos, invitados interreligiosos y líderes cívicos reunidos para el servicio en The Music Center del Dorothy Chandler Pavilion en downtown Los Ángeles. Otros 8,000 vieron la celebración por transmi- sión en vivo. Banderines representando las 140 con- gregaciones e instituciones de la diócesis alinearon la entrada del pabellón previo al inicio del servicio. Taylor eligió el tema “Ali- mentando Corazones Hambrientos” tanto para el servicio de consagración y su epis- copado, y los asistentes fueron invitados a traer tarjetas de regalo de alimentos para distribución entre aquellos en necesidad. La banda The Golden State British Band presentó preludios musicales y dos coros — 80 coristas de congregaciones de la diócesis y de la Episcopal Chorale Society — ofrecieron selecciones musicales duran- te el servicio plurilingüe de 3 horas dirigi- do por el Obispo Presidente de la Iglesia Episcopal y Primado Michael B. Curry. Co-consagradores incluyeron a los Obis- pos de Los Ángeles Jon Bruno, obispo dio- cesano, a quien Taylor sucederá después del retiro de Bruno; Diane Jardine Bruce, obispa sufragante; Chester Talton, obispo retirado sufragante, y Sergio Carranza, obispo asistente retirado. Algunos otros 20 obispos atendieron a la ceremonia, incluyendo al Obispo One- simus Park, Diócesis de Busan y primado de Corea, y Obispo Donald Tamihere de la Diócesis de Tair en la Iglesia Anglicana de Arriba: Unos 25 obispos ponen sus manos sobre John Taylor para consagrarlo como obispo coadjutor de la Diócesis de Los Ángeles en el servicio Julio 8 en el Dorothy Chandler Pavilion en Los Ángeles. A la derecha: Kathy Hannigan O’Connor, esposa de Taylor, ajusta su mitra al ser vestido para su nuevo papel. Por Pat McCaughan (continúa en página 2)

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SEMANALwww.episcopalnews.com SIRVIENDO A LOS SEIS CONDADOS DE LA DIÓCESIS DE LOS ANGELES JULIO 16, 2017

‘Alimentando corazones hambrientos’

John Taylor consagrado obispo coadjutor en ‘gran fiesta’ de unidad y diversidad

DANI

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BANO

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IZAB

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El Rvdmo. John Harley Taylor fue or-denado y consagrado obispo coadju-tor de la Diócesis de Los Ángeles en

Julio 8 en una “gran fiesta” de celebración remarcando la basta diversidad cultural de la diócesis y su enfoque sobre la misión.

Percusionistas Coreanos, bailarines Chi-nos y un mariachi dirigieron las procesio-nes de obispos de la Iglesia Episcopal al estar cerca de 3,000 laicos, clérigos, visitan-tes ecuménicos, invitados interreligiosos y líderes cívicos reunidos para el servicio en The Music Center del Dorothy Chandler Pavilion en downtown Los Ángeles. Otros

8,000 vieron la celebración por transmi-sión en vivo.

Banderines representando las 140 con-gregaciones e instituciones de la diócesis alinearon la entrada del pabellón previo al inicio del servicio. Taylor eligió el tema “Ali-mentando Corazones Hambrientos” tanto para el servicio de consagración y su epis-copado, y los asistentes fueron invitados a traer tarjetas de regalo de alimentos para distribución entre aquellos en necesidad.

La banda The Golden State British Band presentó preludios musicales y dos coros — 80 coristas de congregaciones de la diócesis y de la Episcopal Chorale Society — ofrecieron selecciones musicales duran-

te el servicio plurilingüe de 3 horas dirigi-do por el Obispo Presidente de la Iglesia Episcopal y Primado Michael B. Curry.

Co-consagradores incluyeron a los Obis-pos de Los Ángeles Jon Bruno, obispo dio-cesano, a quien Taylor sucederá después del retiro de Bruno; Diane Jardine Bruce, obispa sufragante; Chester Talton, obispo retirado sufragante, y Sergio Carranza, obispo asistente retirado.

Algunos otros 20 obispos atendieron a la ceremonia, incluyendo al Obispo One-simus Park, Diócesis de Busan y primado de Corea, y Obispo Donald Tamihere de la Diócesis de Tair en la Iglesia Anglicana de

Arriba: Unos 25 obispos ponen sus manos sobre John Taylor para consagrarlo como obispo coadjutor de la Diócesis de Los Ángeles en el servicio Julio 8 en el Dorothy Chandler Pavilion en Los Ángeles. A la derecha: Kathy Hannigan O’Connor, esposa de Taylor, ajusta su mitra al ser vestido para su nuevo papel.

Por Pat McCaughan

(continúa en página 2)

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Editor en Inglés: Janet Kawamoto, [email protected] Editor en Español: Yadira Domenicucci, [email protected]: Bob Williams, [email protected]

Volumen 4, Número 16

Desarrollando a la iglesia para la paz, amor y servicio

DE LOS OBISPOS

Por John H. Taylor, Obispo Coadjutor

DANI

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Nueva Zelanda. Cerca del final del servi-cio, Tamihere y cinco jóvenes de su diócesis presentaron un canto y baile Maori para expresar unidad con la diócesis de Los Ángeles, seguido por una danza ceremo-nial haka.

También estuvieron presentes los re-presentantes de diócesis compañeras y de la comunidad ecuménica e interreligiosa, en la que la Diócesis de Los Ángeles tiene fuertes lazos activos.

Del servicio de consagración, Taylor, 62, dijo: “Hoy es una gran celebración de la unidad en Cristo de la gente de Dios descu-briendo a través de la belleza de la liturgia, la belleza de la música y de nuestra fe en el poder del Espíritu Santo para atarnos juntos, para atar nuestras heridas, y sanar nuestras divisiones y escucharnos unos a otros con amor y sin rencor y hablando unos a los otros cara a cara acerca de las cosas que nos inspiran, las cosas que nos preocupan, y las cosas que nos dividen.

“Hoy hemos sido alimentados para ir al mundo a hacer el trabajo que Jesucristo ha preparado para nosotros, a alimentar a su gente, a trabajar por la justicia, a trabajar por la unidad y por la paz. Fue una gran fiesta en la Diócesis de Los Ángeles”.

Siguiendo las lecturas del evangelio en Tagalo, Mandarín, Cantonés, Coreano, Es-pañol e Inglés, el Rvdo. James Brenneman, Doctor en Filosofía, antiguo profesor del Antiguo Testamento en la escuela Bloy House (Episcopal Theological School en Claremont), sirvió como predicador.

Cerca del final del servicio, Bruno, quien ha servido como obispo diocesano desde 2002, le dio a Taylor un báculo llevado por cada obispo sucesivo; un gesto simbólico reconociendo que Taylor sucederá a Bruno en ese papel cuando éste último se retire.

Los arreglos para el servicio, que pue-den ser vistos en la página diocesana de Facebook, fueron llevados a cabo por un comité de 14 miembros dirigidos por la Rvda. Canon Melissa McCarthy, vicaria de la Iglesia de la Epifanía, Oak Park, y de-cana del decanato geográfico más al norte de la diócesis. Robert Williams, canon para relaciones comunitarias, proveyó apoyo de personal.

Una versión más larga de este artículo pue-de ser leído en www.episcopalnews.com.

CONSAGRACIÓN (continuación de página 1)

El Libro de Actos revela que no mucho después de la experiencia que tuvo Pablo de Cristo sobre el camino a

Damasco, “la iglesia a través de Judea, Gali-lea y Samaria tuvo paz y fue próspera. Vivi-endo en el temor al Señor y en el consuelo del Espíritu Santo, aumentó en números”.

Si estamos interesados en lo que hace a las iglesias prosperar y crecer, aquí están los bloques de construcción: Temor de Dios (que significa glorificar a Dios en to-das las cosas y recordando que Dios invita a nuestro amor auto-sacrificatorio para la creación completa); el consuelo del Espíritu Santo (lo que, al menos para mí, es conocer cómo la seguridad de la Resurrección nos alista para todas nuestras oportunidades y retos); y la paz.

La paz es usualmente lo difícil. Durante momentos de unidad diocesana, tal como la ordenación y el servicio de consagración del Sábado, experimentamos o descubri-mos de nuevo nuestra unidad divida, ten-emos nuestros corazones hambrientos en la mesa del Señor, y avanzamos a trabajar lo que (si nuestra fe significa algo) nosotros mismos podemos hacer en representación de los valores del reino de amor, justicia y rectitud. Dando poder a la misión y min-isterio al permitir a la gente de Dios estar en paz unos con otros — incluso en medio de sus fuertes diferencias de posición socio-económica, origen, y opinión — es el nú-cleo trabajando del sacramento del Espíritu Santo mismo.

Miles de manos en sanación entrelazadas el Sábado pasado para mediar los sacra-mentos de la Santa Eucaristía y ordenación episcopal. En particular, extiendo gracias sinceras al Obispo J. Jon Bruno y Mary por su hospitalidad amorosa para Kathy y para mí; al Obispo Presidente Michael Curry, nuestro obispo consagrador, por su presen-cia inspiradora y vivaz en el servicio y alre-dedor de la diócesis todo el fin de semana, proclamando la Palabra y el Movimiento de Jesús; Obispos Diane Jardine Bruce, Ser-gio Carranza-Gomez, y Chet Talton por servir como co-consagradores junto con el Obispo Bruno; y al comité de organización de la consagración, especialmente a su di-rigente, la Muy Rvda. Canon Melissa Mc-Carthy, y al enlace de personal Canon Bob Williams.

La liturgia que ofrecieron a la glo-ria de Dios procla-mó paz y tocó to-dos nuestros corazones. Pero después de la iglesia, ya sea en el Dorothy Chandler Pavilion o en nuestras amadas parroquias y misiones, los problemas en nuestras vidas, la iglesia, y el mundo nos engaña al pen-sar que aún no podemos permitirnos la paz de Cristo. Alguien ha cruzado la línea que hemos dibujado en la arena. Alguien nos ha herido y perdió el derecho a estar en paz hasta que recibamos satisfacción. Algún líder o sistema vergonzosamente promueve tal injusticia o prejuicio que estamos incli-nados a pensar que la paz es solo algo que los privilegiados proclaman para evitar el trabajo difícil y algunas veces discutidor de hacer espacio para todos.

Y sin embargo: La iglesia tuvo paz y fue próspera. ¿Quién gana y quien pierde cuan-do descuidamos la paz en nuestras casas, lugares de trabajo, e iglesias? Sin la paz en-tre los fieles, despilfarramos nuestra energía para la justicia, nuestros recursos para la misión y ministerio, y oportunidades no co-municadas para desarrollar y crecer comu-nidades de pertenencia, servicio, formación espiritual de por vida, y amor.

Cuando la Obispa Bruce y yo atendimos a la cena de apertura de esta semana de la Convocación Coreana de Ministerios Epis-copales Asiático-Americanos en el Centro Catedral, le dije a Allen K. Shin, obispo sufragante de Nueva York, que planeamos explorar maneras de fortalecer a la comuni-dad dentro de la diócesis buscando mane-ras de conocer las historias de unos y otros. Él respondió que escucha a gente diciendo exactamente lo mismo en cada reunión de iglesia a la que atiende.

La observación del Obispo Shin sugiere que Episcopales temerosos en todos la-dos están contemplando la condición de nuestras políticas seculares y concluyen que ahí, pero por la gracia de Dios, va el cuerpo de Cristo. Cuando no hay paz en la iglesia, imitamos al mundo en guerra. Entonces en las semanas, meses y años venideros, miro hacia el caminar con us-tedes en la forma de paz y amor, las únicas cosas que realmente funcionan. Mientras tanto, gracias por los ministerios que us-tedes desarrollan con tal devoción, por su consejo, y por sus oraciones. ?