Semanario: Coahuila pierde a sus jóvenes

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PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN VANGUARDIA | LUNES 17 DE SEPTIEMBRE DE 2012 | NO.342 Para muchos jóvenes de Coahuila, el futuro no promete. Sólo drogas, alcohol, dinero y adrenalina parecen tener sentido. Aquí el ensayo de cómo se están perdiendo. VIVIR AL BORDE EDICIÓN ESPECIAL

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Para muchos jóvenes de Coahuila, el futuro no promete. Sólo drogas, alcohol, dinero y adrenalina parecen tener sentido. Aquí el ensayo de cómo se están perdiendo

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Para muchos jóvenes de Coahuila, el futuro no promete. Sólo drogas, alcohol, dinero y adrenalina parecen tener sentido.

Aquí el ensayo de cómo se están perdiendo.

VIVIRAL BORDE

EDICIÓN

ESPECIAL

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P O R F R A N C I S C O R O D R Í G U E Z

COAHUILA

PIERDEA SUS

JÓVENES

4 VANGUARDIA Lunes 17 de septiembre de 2012 4 VANGUARDIA Lunes 17 de septiembre de 2012

Más de la mitad de la población en Coahuila es menor a los 30 años y son jóvenes que se están perdiendo. Es la tercera entidad en el país, en proporción a su total de población, con la mayor cantidad de jóvenes inactivos entre los 14 y 29 años. Para muchos de ellos no hubo familia ni un ambiente sano para crecer y la escuela no fue prioridad. Tampoco existió futuro: “Prefiero vivir tres años con dinero, mujeres y camionetas, que toda una vida de muerto de hambre”, claman los niños en los barrios de Torreón. La falta de políticas públicas, la destrucción del tejido social y la lucha entre grupos criminales por controlar la venta y trasiego de droga en Coahuila, está orillando a los jóvenes a brincar al narco, de los homicidios, la muerte, las drogas, el alcohol y los accidentes.

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El Güicho es uno de esos casos que no se entiende cómo están enfrente de uno para contar su historia. Se necesita elucubrar para comprender cómo aguantó 18 años drogán-dose, cómo salió vivo de enfrentamientos con judiciales o cómo se escabulló de la muerte cuando los doctores así lo indicaban.

A los 13 años, éste hombre de Matamoros, Coahuila, entendía que una chela lo hacía sentir hombre. A esa edad le pintaron una raya de cocaína, le dijeron que si se echaba la mitad se olvidaría de la borrachera. Güicho obedeció sin miedo, aspiró la coca, esperó cinco minutos y sintió las baterías de la gar-ganta recargadas. “Dame otra chela”, dijo y siguió tragando alcohol.

Desde entonces se convirtió en un apli-cado comprador de droga. A los 16 años, su compañero de farra y él intentaron revender la droga, pero entendieron que lo suyo era más bien drogarse.

-Comprábamos la coca pa´ venderla, pero terminábamos con ella. O lo que ganábamos lo utilizábamos para chingárnosla nosotros. Le dije a mi cuate, sabes qué, no servimos pa´ vender, mejor vamos a consumir. Todo el día tenía que estar anestesiado, ya no carburaba.

Enseguida probó lo que era fumar la pie-dra e intentó suicidarse dos veces, pero vivió. Asegura que llegó a asestarse hasta 60 pie-dras de un chingazo. Llegó hasta el hospital. El médico le dijo que su corazón podía explo-tar en cualquier momento. Y siguió.

A los 17 años ya estaba en una banda de matones de Matamoros. Se guarecían en el monte, en Gómez Palacio o en la zona de Mieleras en Torreón. Y allí, con droga, mu-jeres y cerveza, sentía que el mundo le per-tenecía.

- No le tienes miedo a nada. Me sentía con poder. Sentía que me tenían un respeto por andar con estos tipos y traer un arma. Me sentía alguien. Me sentía protegido.

Güicho se lió a balazos con judiciales pero desconoce si alguno de sus disparos mató a alguno. En una ocasión tuvo a uno enfrente, le apuntó pero el arma se trabó. En otra opor-tunidad, él y la banda balacearon la casa de un enemigo. Estuvo a punto de matar a ma-drazos a un tipo en un baile. Por la sangre de Güicho se aceleraba la rabia. En otro pleito fue arrastrado 70 metros por una camioneta. Los doctores le contaron a su familia que ya estaba muerto pero, ni él sabe por qué, se le-vantó a los pocos días y regresó al coctel de vicios.

Hace cuatro años tuvo su primer hijo, pero se perdió los dos primeros por andar en el viaje. En lugar de convivir con él y su esposa, se metía al baño a drogarse. Aprendió a ma-nipular a la esposa y a los padres.

Se fumó y aspiró 80 mil pesos de piedra

y coca. Esa cantidad aún la debe de présta-mos que solicitaba en su trabajo para finan-ciarse el desenfreno. “Le robaba a mis papás, a mi esposa le robaba hasta los aretes para venderlos. Es mucha la ansiedad”, narra. Un gramo de coca le costaba 100 pesos.

- ¿Qué te hizo despertar?, le pregunto.- Hace dos años vendí la sala de mi casa

para comprarme droga. Me había costado como ocho mil baros y la vendí en mil. Me fumé la piedra y entonces me puse a pensar qué iba a decir a mi hijo, que ya no tenía sala. Fue la primera vez que me sentí mal.

Güicho reacción e ingresó al Centro de Integración Juvenil. El primer año recayó dos veces, como seis de cada 10 pacientes que acuden al Centro. Hace unas semanas unos cuates le mostraron el puño de piedra y sintió la temblorina. No pudo concentrarse en su trabajo y pidió salir. Tomó el camión y pensó en ir con los chavos, pero decidió otro

camino y hoy está frente a mí asegurándome que quiere todo para su hijo.

¿Por qué pierden la cabeza?

A Chido le tiembla la pierna derecha mien-tras mira a la entrada de la Residencia Juve-nil de San Pedro, en Coahuila. Lleva corte de cabello militar y apenas me ve de reojo. Su mirada, esa que perdió hace dos años cuando mató a un tipo de un navajazo, sólo está en la puerta de salida.

¿A quién mató? A un conocido, responde. ¿Por qué? Por desorientado, por querer lu-cirse, por llamar la atención de la banda, por desubicado, porque no tenía lana, porque fue la salida más fácil, porque no sabe, porque fue instantáneo, porque ese día se levantó con furia en los ojos y se cobró las deudas con el conocido. Lo miró y le sumergió la na-

Apenas sacó la navaja del cuerpo caliente de la víctima, sintió una losa de arrepentimiento a sus espaldas. De inmediato lo arrestaron. Tenía 15 años...

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Hace dos años vendí la sala de mi casa para comprarme droga. Me había costado como ocho mil baros y la vendí en mil. Me fumé la piedra y entonces me puse a pensar qué iba a decir a mi hijo, que ya no tenía sala. Fue la primera vez que me sentí mal”.

EL GÜICHO, JOVEN EN REHABILITACIÓN.

vaja en el abdomen. Con una bastó.Apenas sacó la navaja del cuerpo calien-

te de la víctima, sintió una losa de arrepen-timiento a sus espaldas. De inmediato lo arrestaron. Tenía 15 años. No quiere decir su sentencia, pero más tarde me entero que le dieron 10 años; en unos meses más pasará al Centro de Readaptación Social de Torreón.

Chido es hijo único, estudiaba el primer año de prepa y trabajaba en un puesto de gorditas. Desde entonces sus padres están desempleados. No tienen un oficio en par-ticular y deambulan por la ciudad buscando empleo.

- Ellos me dan aliento, me dicen que no me desespere, que siga adelante, pero uno ve el delito que cometió y luego ve la tele, lo que está pasando afuera y te reflejas.

Aquí, en la Residencia para menores, jue-ga futbol y sueña con ser abogado para ayu-dar a la gente que no tiene recursos. “Lo que más duele es no estar cerca de la family”, me dice al tiempo que hace una mueca de tris-teza. Chido mantiene la mirada en la puerta.

El origen: La familia

Verónica Esquivel, la psicóloga de la Re-sidencia Juvenil en San Pedro, afirma que todos los adolescentes internos, que son 30 en este centro, vivían en hogares desinte-grados, desordenados; sin una figura que les impusiera límites.

Dice que todos son impulsivos y agresi-vos. Tienen una figura paterna devaluada y padecen trastornos de ansiedad. Asimismo, albergan una autoestima desvalorizada, tie-nen complejos de inferioridad y sienten que no pertenecen a nada ni nadie.

Esquivel adereza el coctel de factores: familias carentes de valores, de disciplina, de límites. Separación de los padres. “Mu-chos toman el rol y buscan sacar adelante a la familia. La mayoría tienen contacto con la droga; en su mayoría son consumidores de cocaína o marihuana por lo menos desde los 13 años”, resume la especialista sobre los menores delincuentes en Coahuila.

Santos Guerrero, especialista en terapia familiar en Monclova, asegura que en los últimos años pareciera que el hijo tiene la jerarquía del poder y es quien manda, al grado de no cumplir con su rol de estudiar, no tener límites, robar dinero a los padres y destruir cosas fuera del hogar.

La especialista afirma que se han incre-mentado exponencialmente los fenómenos de divorcio, abusos y carencias económicas, lo que deriva en un olvido de la afección dentro del seno familiar.

De diciembre de 2011 a julio de este año,

la Procuraduría de la Familia comprobó en la entidad dos mil 345 denuncias por mal-trato a menores, la mayoría provocados por violencia en la pareja, alcoholismo y adic-ción a drogas. En 2011 se registraron 12 mil 600 nacimientos en mujeres entre los 12 y 19 años. Coahuila ocupa el tercer lugar nacio-nal en embarazos en adolescentes.

Humberto Zamarrón, encargado del de-partamento de psicología y criminología del Centro de Readaptación Social de Piedras Negras, coincide en que el origen son las familias disfuncionales y añade que los me-nores buscan una necesidad de pertenencia que no encuentran en casa y sí en algún gru-po fuera de ella.

El especialista en Piedras Negras confir-ma que cada vez más jóvenes ingresan a la cárcel y muchos de ellos bajo la figura del ‘halcón’ (quienes vigilan y avisan de opera-tivos). “De ahí viene la influencia de las per-sonas que los deslumbran con las camione-tas, mujeres, dinero. Es bastante el número de ingresos, personas de 18 a 22 años que se dedican al halconeo”, comenta.

Menciona que desde la tipificación del delito de facilitación delictiva, mejor cono-cido como ‘halconeo’, empezaron a tener de tres a cuatro ingresos diarios de chavos. Aunque aclara que en el último mes ha dis-minuido a 10 ingresos en 30 días. Sin embar-go, Zamarrón critica la ley:

“La mayoría de ellos regresan a la calle porque es muy difícil comprobarles ese de-lito, es un trabajo de oquis desde el Minis-terio Público, trabajo social, psicológico, es trabajo tirado a la basura”.

Humberto Zamarrón estima que el 90 por ciento de los presos en Piedras Negras

tuvo alguna experiencia con las drogas, lo que deriva, dice, de la necesidad de perte-nencia y de imitar actitudes.

Malas compañías

“Carlos” me dirá al final de la charla que es inocente del delito de homicidio. Pero an-tes me contará que tiene siete años sin ver a su padre; desde que éste se fue de mojado a Estados Unidos, ante la falta de trabajo en el municipio de Francisco I. Madero. Carlos apenas cumplía los 10 años. Hoy tiene 17, un año y cinco meses encerrado en el tutelar para menores.

Tiene la cara redonda de un niño. Cuan-do habla apenas se le escucha la voz. Al cuello tiene colgado un escapulario y viste una playera blanca con la imagen de Cristo. Cuando salga quiere ser radiólogo. Tiene dos hermanas mayores y hace unos días su padre le habló desde San Antonio. Le dijo que le echara ganas, que estaría con él en las buenas y en las malas.

- ¿Te imaginas libre?, le pregunto.- No. Se ha de sentir bien, estar con tu

familia.Carlos estaba en un baile en el rancho.

Cuenta que se hizo la bronca y un tipo se la hizo de pedo a un amigo suyo. Se fueron a un callejón y se agarraron a madrazos, mientras Carlos, asegura, sólo observaba.

- ¿No intentaste detenerlo?- Sí, le dije que ya estaba bueno.- No entré a pegarle pero sí le ayudé a

moverlo de ese lugar. Yo no lo maté. Su amigó huyó con la familia rumbo a

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Ciudad Juárez. Él se quiso entregar pero no pudo porque en el rancho de Lequeitio lo querían linchar. Se fue a vivir con su cuñado hasta que lo encontraron 10 meses después. Lo acusaron de homicidio y lo sentenciaron a 13 años de prisión. Después se enteró que a su amigo lo mataron en Juárez. Desconoce por qué.

Carlos siente nervios y miedo de entrar al Cereso.

Cocteles de vicios afuera de casa

Para Rafael Mora Garza, director del Centro de Integración Juvenil en Torreón, es urgente que los maestros detecten cuando los alum-nos están empezando a consumir drogas, ya sean legales o no. Incluso, recomendó capa-citarlos para abordar a los niños y a los pa-dres de familia.

Considera que se está perdiendo la figura del maestro al grado de perder la autoridad. Critica a las escuelas y las condiciones en las que se encuentran, pues dice que no es posible que haya salones con 60 niños estu-diando.

“Se necesita meterle a infraestructura educativa, de la que no quieren muchos em-presarios. Ese chavo que no está en condi-ciones físicas, al rato va a tratar de encontrar otro camino y va a desertar, y mejor se va a ir a la calle”, comenta.

Hablando de deserción escolar, durante el pasado ciclo, 16 mil 993 menores coahui-lenses abandonaron sus estudios de Educa-ción Básica y Media. Según el Secretario de

Educación en Coahuila, José María Fraustro Siller, el 45 por ciento de los alumnos de ba-chillerato desertan, muchos de ellos engan-chados por el crimen organizado.

“Están en un edad propicia para que los en-gañe el crimen organizado, los jale y luego los podamos perder. Sabemos que les dan algo de dinero, celular y cuando lo acordamos los per-demos, por eso necesitamos una dinámica muy especial”, plantea el funcionario.

Según el último censo nacional, Coahuila tiene dos millones 748 mil 391 de habitantes, de los cuales el 25.9 por ciento tiene entre 15 y 29 años y el 29.4 entre cero y 14 años. Es decir que más de 711 mil coahuilenses están entre los 15 y 29 años y más de 808 mil están entre cero y 14 años: más de la mitad de los coahui-lenses son menores de 30 años. ¿Cuál es la apertura educativa?: 540 secundarias, 321 ba-chilleratos y 18 preparatorias técnicas distri-buidas en 151 mil 563 kilómetros cuadrados.

El resultado: en junio de 2011, en el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, la delegación en Coahuila de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social reveló que había 51 mil 848 menores de edad laborando en esta entidad, de los cuales 18 mil 909 no asis-tían a la escuela.

Una cifra que embona es la que proporcio-na el INEGI: En 2009 egresaron de primaria 53 mil 258 coahuilenses; sin embargo, de se-cundaria únicamente egresaron 36 mil 146 y de bachillerato apenas 14 mil 641, más dos mil 481 que lo hicieron de un bachillerato técni-co. Es decir que de primaria a bachillerato se perdieron –se pierden- 40 mil coahuilenses.

Quizás por eso, el grado promedio de es-

colaridad de la población coahuilense mayor de 15 años es de 9.5, es decir, entre primero y segundo año de bachillerato, según la esta-dística del INEGI en 2010.

Según la Encuesta Nacional de la Juventud 2011, Coahuila es el octavo estado en el país con la mayor cantidad de jóvenes inactivos entre los 14 y 29 años, con una tasa del 3.5% y el tercer lugar si se considera la cantidad de población.

¿Quién apuesta por prevenir?

La edad inicial de consumo de alguna droga legal o ilegal es de 10 a 12 años, según esta-dísticas del CIJ en Torreón. La proporción de chavas y chavas menores de 14 años es de uno a uno. En 2011 llegaron 420 nuevos pacientes adictos y en lo que va del año ya van 348.

En Piedras Negras, dice Humberto Za-marrón, encargado del área de psicología y criminología del Cereso de Piedras Negras, hace cinco años la edad de inicio de consu-mo en la sociedad del norte del estado era hasta los 18 años y ahora, asegura, se observa con más frecuencia a niños de ocho, nueve años. Otro factor, considera Rafael Mora del CIJ, es el entorno y su facilidad para acceder a sustancias ilegales. La marihuana, los inha-lables y la cocaína son las principales drogas de consumo. De un tiempo a la fecha está re-puntando el chemeo, o como ahora le llaman, el flexeo (aspirar el aerosol).

Para el director del CIJ, no existe pre-vención en Coahuila. “No hay presupuesto para la prevención y lo que hay, primero se

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Es la generación que son hijos de abuelos. Cada vez hay más huérfanos. Se ha incrementado la incidencia de madres solteras, hay más divorcios que casamientos. Llegan aquí muchas familias que no les

interesa esta certeza jurídica que da el matrimonio y no pasa nada si se desintegra. Los niños son presa fácil de la delincuencia y las drogas porque buscan pertenecer a un grupo que no encuentran en sus hogares. Hay una falta de identidad entre ellos. Notamos que los niños son más inseguros porque viven en ambientes muy hostiles.

DULCE PEREDA, DIRECTORA DEL DIF TORREÓN

El espacio no es una limitante. Sí hay alternativas en los barrios, lo que lo limita es la dinámica del barrio, de violencia. Ahora las manifestaciones culturales en los barrios es la cultura del sicario; andar con el collarsote de la Santa Muerte, playeras de Jesús Malverde, los narcocorridos, pero si en lugar de eso llevamos la guitarra y empiezan a escuchar otra música, empezaremos a rescatar culturalmente al barrio.

ABIGAIL SALAZAR, COORDINADORA DE LA ESTRATEGIA WACHA MI BARRIO

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n De diciembre de 2011 a julio de éste año, la Procuraduría de la Familia comprobó dos mil 345 denuncias por maltrato a menores, la mayoría provocados por violencia en la pareja, alcoholismo y adicción a drogas.

n En 2011, se registraron 12 mil 600 nacimientos en mujeres entre los 12 y 19 años. Coahuila ocupa el tercer lugar nacional en embarazos en adolescentes.

n En 2011 tan solo en la Laguna, se atendieron mil 150 menores en la Procuraduría de la Familia, 254 casos por omisión de cuidado.

n Tres de cada cuatro mexicanos de 12 a 29 años de edad no estudian ni trabajan (alrededor de siete millones), según la SEP y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo económico (OCDE).

¿FUTURO?

Es un problema social que se está dando a nivel nación pero que es derivado de la falta de educación de los jóvenes y la falta de empleo. Al ver que terminan un

cierto nivel de educación y no encuentran un área donde se desempeñen entonces se suman al narco. Les ofrecen un estatus económico y social y como jóvenes se ven deslumbrados”.

LAURA MUÑOZ, COORDINADORA DE LA CARRERA DE DERECHO Y CRIMINOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD VIZCAYA DE LAS AMÉRICAS, EN

PIEDRAS NEGRAS.

Muchos de los jóvenes que van ingresando a la actividad delictiva lo hacen porque no hay alternativas de trabajo. Esto afecta a la sociedad en su conjunto porque estas medidas que se han tomado de buenas a primeras de

intercambiar disparos en las calles, representa un problema muy serio. La escuela nos va permitiendo reflexionar mejor, qué hacen unos y qué hacen otros, cuál es mi papel, pero si no existe esa oportunidad es un problema muy grave. Los gobiernos deben dar otra alternativa a la sociedad para que el niño diga que no a los que es incorrecto.

JOSÉ LUZ ORNELAS, SOCIÓLOGO.

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reparte para todo lo demás y si sobra, de esas sobras, las migajitas van para la pre-vención”, critica.

Rafael Mora hace un cálculo exprés: un puente cuesta 55 millones de pesos, y a ni-vel de secundarias y preparatoria existen entre 55 mil y 60 mil alumnos. Entonces, dice, si se dividiera lo que cuesta un puen-te entre esa cifra de chavos, a cada uno le tocarían mil pesos. Mil pesos, insiste, que se le pueden dedicar a la prevención. Un folleto, expone, cuesta menos de tres pe-sos y un libro para trabajar con los padres sale en 50 pesos. Son 53 pesos, amplía su conclusión, que se le pueden dedicar a la prevención. Además , sobrarían más de 50 mil pesos que se podrían destinar a deporte o cultura.

A inicios de la administración de Rubén Moreira, los empresarios coahuilenses pi-dieron que el dinero recabado del Impues-to Sobre Nóminas (ISN), el cual tan solo en junio ascendió a poco más de 84 millones 800 mil pesos, se utilizara en infraestructu-ra urbana y no en deportiva o cultural. “Es una baba lo que le destinan a esos rubros, que no dejen las sobras”, reprocha el direc-tor del CIJ.

“Si esto no lo vemos como prioridad, las cosas al rato las vamos a tener hasta el cuello, más que como las tenemos. Da tristeza que se tenga la idea que el deporte, la educación y la cultura no son importante, porque le es-tamos mandando un mensaje muy negativo a los chavos”, expone Rafael Mora.

- ¿Existe una verdadera responsabilidad social en Coahuila?, se le pregunta.

- No. Se ve cómo las empresas están en cero. Está muy focalizado a las empresas grandes. Pero se tiene que involucrar la sociedad, el gobierno, todos. Esta gene-ración está olvidada, descuidada, poco atendida.

El especialista Humberto Zamarrón res-palda la necesidad de políticas de preven-ción. Considera que en cuestión de readap-tación estamos en pañales y existen tantas carencias, que al menos la cárcel de Piedras Negras, dice, tiene un déficit de 70 por cieno de personal.

“El índice de reingreso es muy alto, de 10 que salen regresan cuatro a la cárcel. Atender a los jóvenes representa una política olvida-da; quizá porque no es remunerada, no es muy vistoso invertir en prevención porque no se ve reflejado en los votos”, profundiza el psicólogo con maestría en criminología penitenciaria.

Municipios como Monclova apenas des-tinan tres millones de pesos anuales al de-porte y de esos, dos millones son para suel-dos. En Piedras Negras el presupuesto es

de un millón 300 mil para infraestructura deportiva. En Saltillo el presupuesto ejer-cido en cultura fue de 12 millones 800 mil pesos en 2011. En Torreón, para éste año se destinó apenas el 2.8 por ciento del presu-puesto a cultura y la mitad a deporte; nueve veces menos de lo que se le destina a la di-fusión del gobierno. A nivel estatal, según el Presupuesto de Egresos 2012, al deporte sólo se le asignó el 0.21 por ciento y a cultu-ra el 0.26 % del presupuesto total; mientras que al Icojuve, la dependencia destinada a los jóvenes, apenas el 0.027%.

Tragarse al mundo

Jorge Reyes Casas, coordinador del progra-ma Toma Con Responsabilidad, de la Direc-ción de Prevención del Delito de la Policía de Torreón, realizó un estudio donde se conclu-yó que los accidentes automovilísticos pro-ducto del alcohol, se habían incrementado en

No hay presupuesto para la prevención y lo que hay, primero se reparte para todo lo demás y si sobra, de esas sobras, las migajitas van para la prevención”.

RAFAEL MORA, DIRECTOR DEL CIJ DE COAHUILA

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un ocho por ciento en la ciudad de Torreón.De acuerdo a datos aportados por direc-

tivos de la Cruz Roja de Torreón, de un pro-medio de 150 accidentes en jóvenes que se re-gistran los fines de semana, el 80 por ciento son por consumo de alcohol y la mayoría se presenta entre las 11 de la noche y las 3 de la madrugada.

El diagnóstico, según el estudio, es que los jóvenes beben alcohol cada vez más porque ahora lo hacen en sus casas y a menor costo; esto derivado de la disminución de la vida nocturna a causa de los altos índices de vio-lencia.

Los accidentes viales son la primera causa de muerte a nivel nacional entre los jóvenes de 15 a 30 años, muchos de ellos provocados por la ingesta de alcohol. “La vida nocturna sigue en las casas y con el permiso de los pa-pás. No es la mejor opción el que les digan sí

júntate aquí en la casa, el mensaje es ‘no hay pedo, pónganse hasta atrás, pero aquí en la casa. No es lo que el chavo necesita. Igual se puede divertir de otras formas´”, reflexiona Rafael Mora del CIJ.

El destino de Dandy

Dandy tiene 17 años, y un año y ocho meses pre-so en la cárcel para menores. Habla con fluidez y a cada rato se acaricia el brazo derecho, don-de lleva un tatuaje con su nombre real. En el otro brazo tiene tatuada una calavera.

Está aquí por el delito de robo agravado con intimidación a las personas. En cristia-no: Dandy robaba coches con una nueve mi-límetros en su mano pueril. Lo hacía desde los 15 años, según cuenta, por necesidad, para mantener a su familia y una hija que venía en camino.

Su familia son dos ancianos de 70 y 79 años, padres adoptivos. A los dos meses de nacido, su madre lo entregó a la pareja. Vol-vió cuando Dandy tenía siete años y desapa-reció. Dandy jamás entendió las razones. No sabe nada de ella desde entonces. De su pa-dre no sabe ni su nombre.

Dandy creció en la colonia Maclovio He-rrera, al poniente de Torreón, una de las zo-nas más peligrosas de la ciudad. Se crío mi-

rando chavales drogándose y terminó en el mismo rumbo: desde chico se habituó a inha-lar resistol, solventes o pintura. A los 14 años se fumaba cinco cigarros de marihuana en un día. “Tenía que robar para mantener mi vi-cio”, lanza sincero, sonriente.

- Un cigarro de mota te costaba 30 pesos. Veía chavos que llegaron al extremo de ven-der su ropa, más chavos que yo; vi chavos de 10 años drogándose, robándole a sus papás la feria pa´ drogarse.

Antes de empezar a robar vendía periódi-cos o andaba de machetero con su padre (su tutor) en el mercado de Abastos. Luego los amigos lo jalaron. La secundaria la abando-nó por andar en las drogas. A sus padres les decía que se iba a lavar coches o a estacio-narlos. A los 15 años su novia, un año menor, se embarazó y entonces los ministeriales lo atraparon cuando intentaba robar un auto. Conoce a América, su hija, sólo por fotos.

- ¿Qué sentías cuando robabas?, le pregunto.- Cargas el arma y te sientes todo podero-

so, que tienes el mundo en tus manos; sientes que todos están a tu merced. Todos se hacen a un lado.

- ¿Cuántos autos robaste? (Se carcajea). - No pos un chingo, ya ni me acuerdo.- ¿Cuánto ganabas por coche?- Los vendíamos en nueve, 10 mil varos. A

lo mejor me hago rico aquí, decía. Los ven-díamos al kilo o nunca faltaba quién los com-prara. Más droga, más cerveza.

Dandy reflexiona por un momento, se aca-ricia el brazo y lanza:

- Esa vida no deja nada bueno. Terminas en la cárcel o en el panteón. No hay de otra; lo bueno que de aquí sí sales, del pozo nadie te saca.

- ¿Qué pasó con tus camaradas?- Unos ya están muertos, otros en anexos,

otros en las mismas. Allá está feo, balacera tras balacera, robo tras robo, es canijo estar viviendo allá (en el poniente). Todos éramos locos, unos asaltaban coches, otros robaban a personas.

A Dandy le dieron 48 meses de sentencia y está por pasar al Cereso. Le entusiasma salir para ayudar a sus padres, a quienes lo criaron, y regresarles un poco de lo que le dieron. En la Residencia terminó la secunda-ria y trabaja en la cocina.

Antes de irme le pregunto por qué se tatuó su nombre y una calavera, Dandy se sincera: “Cuando me drogaba me perdía, no sabía ni quién era. Me veía en un espejo y no era el mismo. Las drogas me estaban acabando. Me veía demacrado. Entonces me tatué mi nom-bre para acordarme quién era. Y la calavera era para recordarme que en cualquier mo-mento podía irme…”.

Veía chavos que llegaron al extremo de vender su ropa, más chavos que yo; vi chavos de 10 años drogándose, robándole a sus papás la feria pa’ drogarse.

Cuando me drogaba me perdía, no sabía ni quién era. Me veía en un espejo y no era el mismo. Las drogas me estaban acabando. Me veía demacrado. Entonces me tatué mi nombre para acordarme quién era. Y la calavera era para

recordarme que en cualquier momento podía irme…” EL DANDY

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Morir joven

Datos de la Delegación Laguna I de la Pro-curaduría General de Justicia, revelan que en 2011, en Torreón, la ciudad más violen-ta del Estado, el 37.3% (277) del total (741) de personas asesinadas tenían menos de 25 años; 44 eran menores de edad. En lo que va de éste año la cifra es similar: 537 ho-micidios violentos en Torreón; 197 (36.6%) eran menores de 25 años; 37 eran menores de edad. Quien está muriendo es una gene-ración joven. Sangre virgen que prefiere la filosofía: “Prefiero vivir tres años chingón, que toda una vida de jodido”.

Sergio Oviedo García, administrador de la Funeraria del DIF de Torreón, a don-de llegan decenas de muertos, recuerda el caso de una señora que se ha sentado con él en tres ocasiones para velar la muer-te de sus hijos. “Y por qué lo permite”, le cuestiona Oviedo. “Pues qué otra cosa hacen”, le responde con la resignación de un desahuciado luego que ya le han mata-do a dos hijos y una hija que no pasaban de 22 años y que estaban inmersos en el crimen organizado.

El Jefe de la policía en Torreón, Adelai-do Flores Díaz, califica como alarmante que cada vez más jóvenes y niños se estén invo-lucrando en el narcotráfico: “Hace unas se-manas, en la colonia Primero de Mayo nos dimos cuenta de un joven que nos apuntaba, era un muchachito de 15 años con su arma larga. Dónde está la familia”.

El gobernador de Coahuila, Rubén Morei-ra Valdez, ha reconocido el fenómeno y ha admitido que la mayoría de los criminales abatidos en enfrentamientos son jóvenes de 16, 17 años. Para muestra un ejemplo: el 19 de junio en Sabinas, elementos del Ejército ma-

taron a cuatro presuntos delincuentes en un enfrentamiento. La Armada aseguró 20 ar-mas, mil 90 cartuchos, tres camionetas y 84 granadas. ¿Quién cargaba con eso?: jóvenes de 16, 17, 21 y 22 años confirmó al día siguiente la delegación de la Procuraduría.

Niños y jóvenes que encuentran en las armas una forma de vivir. Un perito mi-nisterial de la Procuraduría de Justicia de Coahuila que solicita el anonimato, me cuenta que él ve en los menores de edad esa sed de sentirse superiores, de sentirse con poder. “Con el simple hecho de andar con una fornitura o un cuerno se sienten realizados. A los que detenemos dicen que son parte de un comando; se sienten parte de un grupo”, explica.

Este perito concluye que el origen del ca-mino que toman los jóvenes es el dinero. La mayoría de las muertes en Torreón se pre-sentan en sectores de un extracto social bajo, como en el poniente de la ciudad; una zona popular donde los niños juegan a comunicar-se con el Chapo Guzmán o amenazan a los profesores.

Para Santos Guerrero, especialista en te-rapia familiar en la región centro del estado, la visión de futuro de los jóvenes es muy pe-simista. Apunta que tienen clavados los ojos en el dinero. “Llegan y se preguntan para qué estudiar si más adelante no podrán costear una universidad y luego si estudian no van a conseguir trabajo. Es la visión del mal presa-gio, van a las ferias del empleo, son profesio-nistas y nos les dan el trabajo por eso. Es un estado de poca motivación”, manifiesta.

Humberto Zamarrón, psicólogo con maestría en criminología penitenciaria, describe así la visión de futuro de esta generación: “Ellos viven al día, no tienen percepción del futuro, saben que tarde o temprano van a terminar mal. Tenemos

casos de halcones que llegan sin haber cobrado en un mes. Buscan el poder y con eso se conforman”.

Un ejemplo de esta descripción lo encuen-tro en la plaza de la colonia San Joaquín, en el poniente de Torreón, donde al mediodía, tres jóvenes de no más de 16 años hablan de los últimos enfrentamientos que se registraron en la zona. En sus celulares guardan para la posteridad el sonido de la pólvora. Hablan de “chapulines” y “letrones”, como les llaman al grupo del Chapo Guzmán y de los Zetas, las dos bandas que se pelean la plaza en To-rreón.

Uno de los chicos se ríe de todo cuando habla. Masca chicle y cuando habla abre tan-to la boca que pareciera se va a comer una hamburguesa. Otro habla menos y su mirada refleja desconfianza, parece que en cualquier momento se irá. El tercero es más sereno y directo en su plática. Los tres sueñan con ser sicarios.

- ¿A ti te gustaría ser sicario?, les lanzo la pregunta.

- Claro, cómo no si aquellos cabrones desaparecieron a mi hermano hace un año. Como no voy a quererlos matar. Me respon-de uno que alza la barbilla cuando contesta.

- ¿Quiénes lo desaparecieron?- Los letrones.- ¿Cómo fue?- En la Alianza, hace como un año. Otro interrumpe y cuenta que a un

amigo suyo lo asesinaron hace más de seis meses y que si le ofrecieran dinero por matar, también lo haría. En sus voces no se escucha el miedo. Tragan indiferen-cia y de sus labios cuelga la sed de hacer justicia. Cuando les pregunto por sus pa-dres se ríen. En un rato más empezarán a fumar marihuana.

Hace unas semanas, en la colonia Primero de Mayo nos dimos cuenta de un joven que nos apuntaba, era un muchachito de 15 años con su arma larga. Dónde está la familia”.

ADELAIDO FLORES DÍAZ, JEFE DE POLICÍA DE TORREÓN.

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