¡Señor! ¿Cómo os habéis bajado hasta el extremo de venir a una casa tan mal parada como es la...

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En el comienzo del Adviento, preparación a la Navidad, os invitamos hacer experiencia de “cueva”, silenciando nuestro interior y vaciándonos de todo aquello que impide que Dios entre en la vida y la comprometa. Acogemos la vivencia, el mensaje de Francisco Palau.

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Page 1: ¡Señor! ¿Cómo os habéis bajado hasta el extremo de venir a una casa tan mal parada como es la mía? ¿Qué es lo que queréis de mi pobreza Esposo mío?

En el comienzo del Adviento, preparación a la Navidad, os

invitamos hacer experiencia de “cueva”, silenciando nuestro

interior y vaciándonos de todo aquello que impide que Dios

entre en la vida y la comprometa. Acogemos la

vivencia, el mensaje de Francisco Palau.

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¡Señor! ¿Cómo os habéis bajado hasta el extremo de venir a una casa tan mal parada como es la mía? ¿Qué es lo que queréis de mi pobreza Esposo mío?

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María fue Madre

verdadera: concibió en

sus virginales entrañas,

trajo en ellas a Jesús nueve meses, y a su tiempo le dio

a luz, le amamantó de

su propia leche. Es

madre, y del Hombre –

Dios.

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En la vigilia de la Concepción, a la claridad de la luna, bajé al fondo del torrente y me paseaba

solo. (Mis Rel. 4, 1 pág 766)

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Yo te felicito en unión con toda la Iglesia…

(Mis Rel. 4, 1 pág. 766)

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Textos de 1871 – El Ermitaño (periódico fundado por el P.

Palau):¡Niño! ¿duermes? Despierta, estamos perdidos.

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Despiértate y sálvanos Tú… ¡Niño! No duermas más, despierta…

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Es noche ¡Niño Dios! Es noche para nosotros…

Es noche porque Tú duermes…

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Levántate, Tú eres el sol radiante de justicia, no duermas más, y las tinieblas que cubren la tierra se

disiparán en tu presencia…

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Pues bien: salgamos gritando a la calle, despierte…Jesús…

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… y despertemos nosotros… (El Ermitaño nº 164)

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Feliz el que no tiene sobre la tierra más esperanzas que en ti. Feliz el que

espera verte sin velos y poseerte… Feliz el que no te espera sino a Ti,

porque posee la belleza infinitamente amable. (Mis Rel. 18, 4)

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¡Ven, Oh Oriente; ven, oh

Sabiduría increada; ven,

oh Rey de todos los pueblos;

ven, oh Emmanuel; ven, oh Dios amor!

Oh sí, ya vienes con gran poder para salvarnos. (Mis Rel. 24, pág.

781)

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Llegada la Nochebuena, al bajar Cristo en el altar, presentóse muy niña entre pajas, en

Cristo, la Iglesia. Y oyóse la voz del Padre, que dijo: ”Esta es mi Hija y tu Hija”. Y Cristo añadía: “Es mi Esposa y tu Esposa”. Tomé, concluída la Misa, la imagen del Niño Jesús y en procesión le acompañamos, como hacemos todos los años, en su pesebre a la cueva. Llegado y puesto allí,

me dijo: “Esta es mi casa y la tuya”. (Mis Rel.25, pág. 782)

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“Yo vivo en esta cueva… tiene diez a

doce palmos de ancho y once de alto. Ahora hay

puerta y ventanilla, y aquí duermo y

habito… Aquí he puesto al Dios

inmenso, hecho pequeño. Niño nacido en una

cueva”. (Cta. 77)

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He celebrado las fiestas aquí con el Niño Jesús que prefirió una cueva a los palacios de los reyes. Estas son las fiestas de la cueva, porque Dios quiso para si una cueva, es Dios Hijo por nacimiento (dueño) de estos sitios. ¡Qué pobreza! Contentaos con la que Dios os da.

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Estáis contentas, yo lo sé, y para mi vuestra satisfacción es la mía. Yo no he dejado de

ofreceros a Dios Niño y pobre. ¡Oh cuánto le place la pobreza voluntaria!. No me olvidéis

en vuestras oraciones. (Cta. 76)

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Eran las doce de la noche de Navidad, y yo estaba en mi

cueva contemplando las

tinieblas…

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¿Oyes ermitaño? ¿oyes?... La marcha real ¡oh! ¡qué melodía! Oigo un himno; un grande orfeón de voces celestes, llena los cielos y el universo

entero de suaves acentos.

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¿Qué dice el himno? ¡Gloria in excelsis Deo! ¡Gloria al Hijo del Eterno y de la

Virgen!...

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¿Quién viene? Sal de la cueva, son las doce de la noche ¡Oh noche buena! ¡Noche

feliz!. Viene la Reina, vamos a su encuentro sobre la cima del monte. (El Ermitaño, nº 9)

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“… me uno con ustedes en espíritu para gozar de las fiestas de Navidad” (Cta. 26)