Señoritas NeO Románticas
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SeñoritasNeO Románticas
Número 5 ~ Año 1junio 2011~precio al público $ 60.00
CONTENIDO
Editorial, 1Correspondencia, 3
Poesía Lamentos de una madre, 6Declaratio, 9
NarrativaManuelita, 10Balazo tamaulipeco, 16Mi primera vez en la Central, 19
Para el oídoEl cuerpo y la cabeza, 24Conociendo a Rachmaninoff, 27
MisceláneaPara sintonizarse con los Panamericanos, 29Se me acabo la fuerza y te solté la rienda: de caballos y corridos, 33Lo que una señorita debe hacer para retener a su hombre, 37Cómo debe sentarse una señorita, 41Cualidades de un amor en serio, 49
BellezaFlorezcamos en otoño, 53
AmorConsejera del amor, 56Madame dice..., 58
HogarConsejos , 59Receta. El mole poblano: una delicia virreinal, 61Oraciones milagrosas, 64
Editorial
Mil gracias les doy a las señoritas mexicanas de este tiempo por el apo-
yo que me han mostrado en estos cuatro números publicados de la
revista. He recibido sus cartas y he notado lo importante que es esta revista
para ustedes. También me he dado cuenta de la curiosidad que tienen por
saber sobre mí y sobre cómo me hice editora, pues en esta ocasión se los
contaré.
Fue en el año de 1845 cuando un extraño hombre vestido con inusuales
prendas me abordó mientras yo regresaba de una tertulia en casa de mi
mejor amiga; sin saludar y sin decir otra palabra, el hombre colocó en mis
manos un bonito camafeo con grabados de oro y hermosos diamantes que
acapararon mi atención al instante. Cuando volví la mirada para pregun-
tarle el porqué de tal regalo, el hombre había desaparecido.
Un suceso verdaderamente extraño, ni siquiera me había entregado
una nota para saber quién me había enviado tan costoso obsequio. Aquel
hombre me dejó intrigada toda la tarde de aquel día. Después de haber
ido con mis padres a nuestro acostumbrado paseo a la Alameda y después
de haber tomado una taza de chocolate, fui a mi recámara y me probé el
camafeo. ¡Era tan hermoso! Debo admitir que en mí no se veía nada mal.
Ya era muy noche, y el sueño me pedía ir a la cama, no quise quitarme el
precioso objeto y me lo dejé para dormir con él.
Lo último que recuerdo antes de cerrar los ojos es haber visto el techo
de mi cama, mis manos que tocaban el camafeo y los diamantes que bri-
llaban con la luz de luna que entraba por la ventana. ¡Hermoso recuerdo!
Cuando desperté, desconocí el lugar en donde estaba: mi cama era otra, las
paredes de la recamara eran de otro color, por las ventanas decoradas con
cortinas sin color entraba una luz intensa a la que me costó trabajo acos-
tumbrarme. Me levanté asustada: ¿en dónde estaba? Pasé mis manos por mi
cuello en busca del camafeo pero no lo encontré. Después de un rato, pude
observar mejor el espacio: la recámara era amplia, como la anterior que te-
nía, las paredes eran blancas, no había muchos muebles: un tocador donde
se encontraba una gran cantidad de botellas con etiquetas de colores; en una
mesa se encontraban dos libros cerrados y uno abierto con un pedazo de pa-
pel en medio; más allá había una puerta, la abrí y dentro encontré vestidos
de tela muy delgada, eran muy cortos y muchos no tenían las mangas.
En fin, fue un gran asombro despertar en otro mundo, completamente
desconocido para mí. Mi historia es bastante larga, y me gustaría contarles
cómo fue que descubrí que estaba en el siglo XXI y ya no en el XIX, y sobre
cómo fui aprendiendo cosas nuevas con mis nuevos padres y amigos, pero
todo esto se los contaré más adelante en otro artículo.
Ya hace más de un año que me sucedió lo que acabo de narrarles, y en
ese tiempo me han pasado muchas cosas, entre ellas un suceso maravilloso:
conocí a unas grandiosas amigas, las cuales me apoyaron y convencieron
para realizar esta revista. Ellas me contaron que son amantes del siglo XIX
y que gracias a mí se han enterado de muchas costumbres que ahora es-
tán pérdidas, juntas nos hemos organizado para escribir con el propósito de
rescatar muchos de los valores de aquel siglo y mostrárselos a las señoritas
mexicanas del siglo XXI. Y gracias a ustedes, mis queridas lectoras, me he
percatado que no solo nosotras estamos enamoradas de aquel siglo román-
tico, sino que ahora son más mujeres las que nos están leyendo y nos mues-
tran su amor por aquella época.
Por María Josefina Aguirre
correspondencia
Distinguida editora:
Quisiera escribir a usted y a sus compañeras acerca de esta maravillosa y eleva-
dísima revista. Es una suerte que hoy, en que vivimos días de aflicción por la inquie-
tud del país (que aunque no se compare con la inquietud del XIX puede muy bien
compararse y aún excederse la desilusión que genera la situación actual) pueda una
señorita decente distraerse sanamente y pensar en un México mejor. Mis amigas, mi
madre y su noble servidora, y aún mi padre, que es un hombre regio pero espiritual,
gustamos de leer bella literatura y discretos artículos.
Escribo esta carta principalmente para elogiar su último número. Su “Breví-
sima guía para comentar en Facebook” nos ha servido de mucho: a veces las jóvenes
nos dejamos llevar por la emoción instantánea, aunque digna de un buen romántico,
que provocan las fotografías coquetas de nuestras vecinas o los comentarios atrevidos
de nuestros compañeros, que resulta difícil evitar escribir atropelladamente y desor-
denadamente, como son nuestros pensamientos, y hasta con “desflorido” lenguaje.
Felicito también su “Vocabulario de insultos sutiles, pero eficaces”, pues cada que
vemos cómo la industria y la mercadotecnia pretenden dominar nuestra sensibilidad,
y, con ello, nuestra voluntad, mis padres se enorgullecen de que pueda conducirme
en mi discurso anti-consumista e ideologizador con la discreción y soltura propias de
una señorita de mi siglo, sin bárbaros improperios.
Reitero el entusiasmo con que leemos tanto sus consejos domésticos como sus
pasajes literarios. Agradecemos en mucho sus hermosas láminas con que embellecen
y adornan nuestra revista, que ya la tenemos como parte de nuestras vidas cotidia-
nas.
Reciban las esperanzas de nuestra familia y amigos, que si no fuera por sus
publicaciones que nosotros andaríamos ocupando el tiempo en quién sabe qué cala-
midades. Es cierto que lloramos con sus bellas aunque trágicas historias (y también
reímos con algunas de sus creaciones) pero ¿qué más da si ello nos proporciona placer
y además nos enseña?
Buscamos esa actividad intelectual que de origen, o que sea igual, a una distinta
y mejor actividad política en nuestro país. A pesar de ser señoritas, gustamos de la discusión
crítica, como también de la delicadeza de sus artículos, poemas y narraciones, que revelen
las facetas del alma femenina.
Reciban un afectuoso saludo de Teodora Infante y su familia y amigos.
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Poesía
¿Por qué, a mi dolor impío,Huyendo el mísero suelo,Volviste a tu patria, el cielo,Y me dejaste, hijo mío,Hundida en eterno duelo?
¡Qué! ¿Mis lamentos no oíste?¿Mi faz no pudiste ver?¿Mis besos no recibiste,Ni mis lágrimas sentisteSobre tu rostro caer?
¿No viste que quise locaCon mi ser tu ser comprar?¿No te sentiste abrasarCuando mi boca en tu bocaSu aliento quiso inspirar?
¿No siempre que el sol salía,Cabe tu cuna me hallaba?¿No siempre que se ponía,A tu lado me dejaba?¿No allí la luna me via?
¿No la existencia te díCon riesgo de mi exitencia?¿No fuistes, ingrato, dí,El solo objeto que víEn medio de mi dolencia?
¿Y no tu sueño velando,Mi párpado el sueño huyó?¿Y quién tus males curó?¿Y quién, su vida minando,A tus pechos te crió?
¿No tu labio repetíaLo que mi labio dictaba?¿No fui de tus pasos guía,Y si llorabas, lloraba,Y si reías, reía?
¿No templaban tu dolorMis caricias? ¿A tu ardorNo cumplía mi cariño?¿Por qué, pues, ingrato niño,Por qué esquivaste mi amor?
Lamentos de una madre*
Y este amor, que era mi vida,Que era el alma de mi ser,¿Hoy será, triste mujer,Alusión desvanecida,Vaga memoria de ayer?
Sí, pasó ya mi venturaComo relámpago breveQue brilla en la noche oscura;Como un ensueño, que leve,Calma el dolor mientras dura.
Ya nunca a ver tornaréTus ojos encantadores;Ya jamás escucharéTus acentos seductores;Ya no más te abrazaré.
Ya tu labio de coralNo se imprimirá en mi frente;Ni tu frente angelicalSellará mi labio ardienteCon el beso maternal.
Oye, niño; yo te amabaMás que la flor al rocío,Porque en tu rostro mirabaUna imagen que adoraba;Te amaba porque eras mío;
Porque en tus venas corríaSangre de mis venas, sí;Porque tu vida era mía,Porque... Dios lo quiso así,Y así quererlo debía;
Porque así lo decretóCuando a la mujer no en vanoEl nombre de madre dió,Ni en valde en su alma grabóEste afecto sobre humano.
Aqueste amor, que es tan puroComo el amor de Dios mismo;Noble como el heroísmo,Y al que con hálito impuroNunca empaña el egoísmo.
Que como el sol por sí luce,El por sí solo subsiste;Y estraño impulso resiste,Y vive y se reproduceY de mil formas se viste.
Que al niño en la cuna vela,Vela moribundo al hombre,Su cuerpo en la tumba vela,Salva de olvido su nombre,Y a sus hijos lo revela.
Que es santo como el honor,Encantador cual la gloria,Como el placer seductor,Osado como el valor,Más dulce que la victoria.
Con este amor te adoraba:Tú eras mi orgullo, mi bien;Sólo por tí supiraba,Mi universo en tí miraba,Tú eras mi gloria, mi edén.
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Me era tu acento hechicero,Me era grata tu sonrisa,Como el iris al viajero,Como el puerto al marinero,Como al pastor es la brisa.
Y, ajeno de compasión,¿Así mi esperanza engañas?¿Así burlas mi pasión?¡Oh, hijo de mis entrañas!¿Por qué huyes de mi corazón?
¿Por qué a la tierra vinisteSi al cielo volar debías?¿Por qué te amé y me quisiste?¿Por qué tan bello naciste,Si al fin de morir tenías?
¿Por qué... pero mi tormentoMira el mundo y no lo entiende,Y oye impasible mi acento...Sólo una madre comprendeDe una madre el sentimiento.
Lo que es a un hijo abrazarEs amoroso delirio,Sólo a ella es dado gozar:Sólo a ella es dado preciarDe perderlo el cruel martirio.
Cuánto amaba yo en la tierra,Mi esperanza, mi quietud,Mi porvenir, hoy se encierraEn un lúgubre ataudQue ávida la muerte cierra.
De esta ventura que pierdo,Ventura que ayer gocé,Tan sólo ha quedado; ¡aymé!Vago, fugaz un recuerdo,Y un lastimoso ¡ay qué fue!
Y sola y triste y llorosa,Los días veré pasar.Veré los años llegar,Abrirse veré mi losa,Veré mi vida acabar.
Y tú, hijo mío, en tantoA Dios cantarás loores,Dejando correr mi llanto;Que no podrán ¡ay! tu cantoInterrumpir mis clamores.
Mas con la muerte vendráLa dulce, anhelada calma,Que el pecho presiente ya;Y huyendo este mundo, iráA unirse a la tuya mi alma.
Por J. M. Lafragua
* Panorama de las señoritas Mejicanas, Imprenta de Vicente García Torres, México,
1842, pp. 32-34.
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Declaratio A Fafner
Aquella mano suya que tocaba
La flor secreta del recuerdo mío,
Pieles deshechas por su dedo frío,
Labios marcados cuando despertaba.
Esta tu mano tibia que entonaba
Nuevos arpegios, ¡música del río!
Y entre corrientes límpidas el brío
Vino y tocó la llave que esperaba.
Ando las noches, todas aguardando
Venga a mi pecho pronto tu ternura
Cómo hacer que me quieras voy pensando
No tener con tus besos más mesura.
¡Ven conmigo, hermoso, y caminando
Vamos juntos perdiendo la cordura!
Por Rebemola de Ponce
Manuelita
Buenas tardes compañeras, asiduas de Señoritas Neorrománticas, y digo tardes
porque al momento de mi escritura disfruto de un radiante sol en el patio de
mi hogar, después de haber salido de La Santa Misa y mientras María Rebeca–—
mi empleada–— limpia la casa. El motivo de mi presente carta es compartir una
situación de inestabilidad social y personal sucedida esta semana y que quizá
ustedes, compañeras de mente limpia y razón católica, puedan ayudarme a resolver.
Para empezar me veo en la necesidad de explicarles de dónde viene la persona
que habla con ustedes, pues me queda claro que nadie quiere perder el tiempo con
alguien de dudosa procedencia familiar. Mi marido y yo pertenecemos al linaje de
dos grandes, importantes y correctas familias de la zona central de México. Somos
parte de la descendencia de los Prieto-Payno, y como somos propietarios de diversos
bienes importantes en el país siempre hemos procurado ser cuidadosos en no dejar
entrar a externos de no reconocida ni recomendable familia, por lo cual nos unimos
entre nosotros en sagrado matrimonio. No se alteren, nosotros no hemos caído en
esas asquerosidades y perversiones de relaciones incestuosas que tanto proclama la
desviada juventud de estos días, quienes sólo usan disfrazarla de algo que llaman
Narrativa
amor libre y respeto por la diversidad. Pero queda claro, por supuesto, que todas
nosotras sabemos muy bien que no se trata más que de libertinaje y preferencia por las
aberro sexualidades que de manera obvia provocan la situación de decadencia del país.
Bueno, perdón por las palabras tan graves no muy propias de señoritas y damas
decentes expuestas, pero una a veces no puede dejar de perder el equilibro un poco
ante las formas actuales de perdición de nuestro tiempo actual. Así les decía, bueno
que el linaje Prieto-Payno establece la distancia apropiada entre los miembros de la
familia y anualmente celebramos una reunión cada 2 de noviembre en la que llegan
miembros de todos los rincones del país (y a veces del mundo). La de este año pues,
fue el pasado miércoles en un hermoso gran salón ubicado en Santa Fe, y durante
las clásicas presentaciones formales y las reuniones de negocios de nuestros maridos
(cabe decir que mi esposo afianzó negocios con dos primos, uno que logró la necesaria
privatización de la comunicación, y el otro dueño de las reconocidas universidades del
Tecnológico de Monterrey), siempre existe la probabilidad de encontrar a un familiar
lejano no bien tratado aún. Y resulta ser que por casualidad, cuando me encontraba en
el tocador para Damas haciendo unos pequeños arreglos a mi cabello, me encontré con
una prima lejana, la cual carecía mucho de buen gusto para con su vestimenta pues no
era difícil confundirla con una empleada del lugar. Así que como persona preocupada
por el bienestar y la buena convivencia, me ofrecí a ayudarle con su vergonzoso y
deplorable arreglo. Ella aceptó tímidamente y la convencí que entre familia la ayuda
de mujeres es primordial para el buen vestir. Llamé a mi muchacha por celular (mi hija
Jósselin me ha convencido de la utilización del celular para estar siempre al pendiente
de mi marido) e hice que trajera ropa apropiada para mi prima.
Nos trasladamos rápidamente a una casa que mi tía Josefina Estela de Payno nos
prestó para la urgencia, pues el lugar quedaba cerca del salón de eventos. Estuvimos
en la casa que utiliza mi tía para sus reuniones de té con sus amigas y utilizamos su
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hermosa sala con sofás color miel con cobertores rosa claro, un tapate al centro color
vino y decenas de enormes figuras de sonrientes gatos peludos color blanco con ojos
amarillentos e hinchados.
Ahora bien, pasado un rato cuando ya casi terminábamos de maquillar a mi prima,
una lágrima pasó a echar a perder la máscara naranja para pestañas que tanto nos
había costado ponerle.
—¿Pero, querida, qué no ves cuánto trabajo nos costó ese tono anaranjado para tus
ojos?— pregunté sumamente disgustada.
—Perdón prima, no pude contenerme— dijo con una voz que evidenciaba un poco
de dolor contenido-
—¿Qué te sucede que sea tan fuerte como para que echaras a perder la máscara para
pestañas?— Respondí firmemente, pues cualquier mujer bien educada sabe que ante
todo se debe cuidar la belleza ignorando el dolor.
—Lo que pasa, prima, es que no puedo evitar empatizar con los sentimientos de
mis amigas cercanas y sucede que una amiga que recién conocí en un restaurante
en los barrios bajos de la ciudad, se estaba maquillando también con máscara para
pestañas anaranjado preparándose para ejercer el trabajo de ese tipo de mujeres
y...—
—¡¿Pero qué hacías tú en un restaurante de barrio bajo y con una de esas
mujerzuelas!?— respondí sumamente preocupada y admirada de tal conducta
proveniente de un miembro de la familia.
—Lo que pasa prima es que..., bueno, la verdad es que me encontraba en un bar
de la zona de Santa Martha después de encontrar señales claras de otra mujer en
la vida de mi marido. Perdón prima, sé que fue muy arriesgado, pero no aguanté
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la situación y fue lo único que se me ocurrió hacer, y pues, no podía permitir que
conocidas me vieran en lugares concurridos por ellas, así que un bar cerca de la zona
de Cárcel de Mujeres fue la mejor opción—
Yo verdaderamente no podía dejar de sentir horror y pena ante lo que me decía mi
prima, pues ante todo ella debió mantenerse firme y aceptar la culpa de su manifiesta
falta de atención para con su marido que provocó claramente que éste fuera a buscar
un mejor trato. Sin embargo, conocí a una persona que le había pasado lo mismo y al
recurrir inteligentemente con el sacerdote de su iglesia de confianza, no obtuvo buenos
resultados de los consejos del santo párroco. Sin embargo ella continuó contándome lo
que vivió en ese malsano lugar. Les relataré tal cual ella lo dijo.
—Prima, yo verdaderamente me encontraba mal, estaba pidiendo licor que no era
ni whisky ni la champaña de año nuevo. Esta otra bebida raspaba al pasar por mi
garganta y tenía un ligero olor a quemado. No me importó y seguí bebiendo mientras
lloraba por mi ineptitud como esposa. Cuando Manuelita se acercó a mí, y me
preguntó qué me pasaba, que no era bueno llorar así en un bar lleno de “ratas” que
buscarían sacarme mi “lana” o los calzones. Ambas nos encontrábamos sentadas en la
barra, yo bebía sin parar y ella, maquillando sus pestañas de color naranja, poco. Se
mantenía atenta a cada hombre que entraba al lugar. Muchos hombres la llamaban
con voces horribles que me costaba entender: “Manuelita, ¡pero qué re› te chula
vienes hoy mamacita! Vámonos al cuartito de arriba, llámate a la Consuelo, pa› qui
se hagan una Manuelita de Consuelo ¿no? Ora sí te pago, por la virgencita que sí”. Me
sorprendió tanto la manera en que ante tales barbaridades Manuelita los apartaba y
alejaba tan mañosamente que por un momento me sentí segura junto a ella. Poco a
poco le fui contando la historia de cómo había señales claras de que mi marido tenía a
otra, seguramente la encargada de correos de su empresa, de quien nunca me pareció
correcta su forma de vestir la ropa tan ajustada. Ella como viéndome con ternura y
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risa me respondió:
—¡Ay, manita!.. No te hagas, si se ve que tú te sabes caer parada como buena gata,
hija, ¡A ver! Que si yo estuviera en tu situación me las daba de bien servida, nombre...
Si lo que te pasa no es nada, mira que ahurita yo traigo una onda que me trae re› mal.
—¿A qué te refieres?— pregunté totalmente anonadada, pues qué resultaría más
tremendamente vergonzoso que mostrar que ya no eres suficiente para tu marido.
—¡Ay pues hora sí que me vas a hacer sacar todo el choro. Pero no importa manita,
se ve que eres buena persona y no vas a andar con el chisme, deja te cuento—dijo con
una voz entrecortada que empezaba a mostrar un poco de sufrimiento. Fue pidiendo
“desarmadores” que, según mi cuenta llegaron a unos 15 o 16 a lo largo de la plática.
—Amiga, yo estoy asustada por un tipo que me ha estado siguiendo. Hace unos
meses yo trabajaba en una fonda en Arroyozarco, allá en Aculco. [Continuará...]
Por Antonieta Prieto-Payno
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Todos caminamos con una venda sobre los ojos hasta el día de nuestra
muerte. Soñamos. Nuestra fantasía es la que proyecta imágenes sobre
tela blanca y como un cinematógrafo extraordinario nos hace creer que esa es
la realidad. De vez en cuando, el terso algodón se desliza de una de las orejas
y el ojo puede dar cortos, relampagueantes y súbitos vistazos a lo que ver-
daderamente es el mundo: un paraje triste y desconsolador en comparación
con los fulgores y los coloridos destellos de los delicados trazos de nuestra
imaginación. ¿Cómo podemos andar sobre la tierra y chocar con las ficciones
de los demás sin percatarnos de que son eso, ficciones y aire espectral? ¿Cómo
nuestra descocada mente trama tan mimético tapiz?
Y el profesor seguía monologando… Nancy miraba por la ventana de cris-
tales opacos y manchados de tanto sol y polvo. El edificio de la escuela a la
que asistía desde niña de lejos parecía más bien un montículo de arena del
desierto y de cerca, dentro de los penumbrosos salones, arecía una mina de
túneles cavernosos que transpiran calor por las paredes como si estuvieran
en el centro de un volcán. Pero la piel levemente morena de Nancy era una
costra sólida y resistente a las altas temperaturas de los pensamientos que
borboteaban en su interior. La figura y porte de aquel hombre la habían
pasmado. Al verlo había sentido que ondas de calor cada vez mayores, en
marejadas le traspasaban los tejidos corporales en especial el músculo del
corazón. Tan sólo tenía quince años pero sabía, creía saber lo que es el amor.
BALAZO TAMAULIPECO
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Lo había leído en los libros de autoayuda de su madre. “Los hombres (a veces por
desgracia) siempre vuelven”. Él iba a regresar a su vida.
Descendería de su camioneta Chevrolet Cheyenne negra, nuevecita. Pondría su
mano izquierda cerca de la hebilla ovalada, enorme y reluciente del cinturón
de cuero genuino (no imitación) y su mano derecha sobre la culata del pistolón.
Luego se abanicaría con el sombrero vaquero de palma y así vería su pelo negro
relamido y lustroso, la intensidad de su color moreno requemado por el sol, las
perfectas curvas de su mostacho profuso y el reflejo de sus anteojeras negras es-
tilo Elvis cincuentón. Quién sabe cómo iría vestido, pero seguro no cambiaba sus
pantalones corte vaquero, rectos y apretados. Y esperaba que también llevara su
camisa a cuadros rojos y naranjas, de cuello alto (¡quién pudiera desabotonarlo!)
y dos bolsas en el pecho (en una de ellas deslizaría un delgadísimo trocito de pa-
pel con su teléfono anotado). El chaleco diminuto guardaría su aroma a hierbas
rancias, el cual ella ya podía reconocer bien.
Crueldad de los cielos era que se hubiera topado con aquel varón irresistible. En
él armonizaban los perpetuos antagonistas del carisma y la severidad. Cuando
reparó en él, estaba hablando con el presidente municipal y ella, aunque esta-
ba sentado en el otro extremo de la plaza central y una fila de troncos gruesos,
leñosos y deshojados le interferían la visión panorámica, penetró en cada uno
de gestos del hombre. Cómo sus labios se constreñían cuando susurraba, cómo
palmeaba el omóplato de la autoridad después de decir alguna frase cómica (¿o
amenazante? El funcionario no le devolvía ni siquiera el esbozo de una sonrisa),
cómo arqueaba una ceja y fruncía el pellejo del tabique ante las respuestas ner-
viosas del secretario chaparrito que acompañaba al jefe; todas sus actitudes lo se-
ñalaban como macho de poder. ¡Sí! Esa era la palabra. Aquel señor era un macho
de norte a sur, de este a oeste. Nancy lo notó en el temblor que primero llamó su
atención. Tuvo que rastrear el origen de las vibraciones que provocaron la caída
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de su cono de helado al suelo trepidante y, al alzar despacito la cabeza, se
encontró con que unas botas cafés de ranchero eran las que hacían retumbar
las construcciones del primer cuadro de la ciudad. Suspiró. Vería de nuevo a
Mr. D. (así lo bautizó) porque un hombre así jamás pasa desapercibido por
mucho que se esfuerce. Sonó el timbre de salida y mientras Nancy caminaba
distraída por entre las zanjas del camino unas gafas con bigote la observa-
ban desde lo alto, desde el techo de una troca lujosa que aparcaba a lo lejos.
En la radio sonaba un narcocorrido.
Por Emancipación Cabrera
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Queridas señoritas neorrománticas, este es un escrito de mi ayudante de casa y negocio, Xóchitl
Flores. Envío el presente a las amables editoras porque retrata un lugar que normalmente
no visitamos las señoritas, pero que es muy bonito pese a algunas incomodidades a las que
estamos expuestas. Espero que les guste y les de ganas de ir más a los mercados pues son
tradiciones valiosas que merecen pervivir.
A mis padres, con cariño.
Doña Georgina Arroyo después de años y sacrificios al fin pudo poner su restaurant
y nosotras, sus seis sirvientas, pasamos a ser también meseras en lo que junta para
contratarse otras. Así, la patrona dispuso que las empleadas fuéramos cada domingo a
comprar la despensa necesaria para la semana, e iniciamos este domingo que recién pasó,
cuando salimos de su hogar, con el chofer don Juan y doña Araceli, la cocinera, a las 7 de
la mañana, con rumbo a la central de abastos de Ecatepec.
Me gustó viajar con mis amigas Ivon, Carla, Tania, Cata e Iris; se siente bonito alejarse
de lo pavimentado y ver aunque sea un poquito de ruralidad, ver vendedores de plátanos
fritos, cañas de azúcar, tunas, chicharrones y hermosas flores. Llegar a la central es una
experiencia única, cuando uno llega parece que entra a un pueblo aparte, sólo que con un
estacionamiento para sus muchos huéspedes.
Lo más bonito de ahí es el colorido, les gusta adornar con celofanes y papel de
china, que hacen juego con los limones, naranjas, lechugas, mameyes, hongos, naranjas
y plátanos, por mencionar algunos productos. En especial me encantó ver las sandías
Mi primera vez en la Central19
acomodadas en pirámide encima de una alfombra de aserrín en el suelo. Ahí, uno tiene
que ser rápido, por la cantidad de visitantes; además, hay letreros espantadores que
dicen, por ejemplo: “¿Tiene dinero? Cuídelo de los carteristas”; pero a pesar de ello, el
ambiente es muy bonito, por eso cuando se escucha tocar a la banda con sus trompetas y
guitarra, que aunque repite las canciones, no cansa nada, y cuando se mira hacia arriba
y se ven los adornos y piñatas para venderse, siente uno el agradable recibimiento como
en una fiesta; ahí hasta el pollo crudo huele rico, y también se ven las tecnologías como
calentadores solares, por ejemplo. Cada pasillo desemboca en un centro, y cada centro
tiene una Virgencita o un San Juditas, y por ahí venden el pan y la ropa, las cosas de
barro y algunas flores. Uno sale de ahí queriéndose hacer unas quesadillitas de flor de
calabaza con queso ¡mmm!
Salimos de la central muy alborotados y alegres de tanto desparpajo sano, y
echamos en el carro, don Juan y los “diablitos”: los costales de frutas, verduras, y
la caja de huevos; doña Araceli: la carne; y nosotras: las bolsas de amaranto, linaza,
salvado, polvos y especias. Salimos del estacionamiento y nos fuimos veloces hacia
el mercado de las flores de Jamaica, al que ansiaba por ir, porque dice doña Ara que
ahí las dan muy bonitas y muy baratas. El mercado es enorme, subimos con el coche
hasta arriba de él, donde está el estacionamiento, pues seguramente sus constructores
nunca pensaron que no habría tanto espacio para carros. En fin, bajamos por unas
rampas donde ya empezaba a sentir la frescura de las hierbas, flores y a oler la dulzura
que despiden. Sólo había sentido eso en mi Tlacolula de Matamoros, donde hay un
mercadito sólo para frutas y verduras, otro para carnes, otro donde venden la birria y
afuera los vendedores de ropa.
En fin, conforme íbamos bajando, el aroma golpeaba fuertemente nuestra cara y
cabello, porque también hacía aire, y nos quedamos maravillados al ver tanta cantidad
de naturaleza hermosísima que tienen a la venta, que no parece sino que ahí está Dios
en tanta maravilla de colores y olores, desde tulipanes, rosas, margaritas, azucenas,
girasoles, gardenias, magnolias, azares y huele de noche, hasta las más raras flores
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que tienen muy bien protegidas. No queríamos ni irnos de ahí, estábamos embriagados y
maravillados de tanta flor hermosa y dulce, emocionados nuestros ojos con sus colores, así
que nos pasamos toda la tarde ahí hasta la hora de la comida. En el mercado de Jamaica no
sólo venden flores, macetas, arbustos, jarrones y floreros, también venden topers, juguetitos
y comida, desde quesos hasta chicharrón, insectos como chapulines y acociles, nopales,
chiles, tortillas y guacamoles, todo para que uno haga taquiza. Ahí comimos y luego fuimos
hacia un pequeño grupo de vendedoras de dulces muy coloridos, una probadita de paraíso
mundanal y celestial a la vez. Nos llevamos muchos que son muy ricos y no paramos de
comerlos de regreso.
Terminamos de comprar los ramos de flores y las macetas, cargando las subimos
pues no eran tan pesadas. Bajamos en el carro como a las seis y media de la tarde y nos
encaminamos hacia Ecatepec, en cuya catedral nos esperaba la familia de doña Georgi y
ella, para que escucháramos los santos oficios.
De regreso íbamos a ratos alborotadas de tanta maravilla que habíamos visto, aunque un
poco cansadas. Con todo, ni notamos el tráfico que había, ocupadas como estábamos en
comentar que si el ayudante se le había quedado viendo a Tania, que si el que despachó el
pollo le agarró la mano a Claudia cuando le dio el cambio, y que los de las frutas nos dijeron
que qué bonitas estábamos; enseñándonos nuestros aretes y pinzas que doña Georgina
nos disparó; y medio haciendo las cuentas, anotando en la libreta de una vez para irlas
entregando a la patrona.
En fin, quisimos dormirnos una media horita el resto del camino para ir a misa de ocho
bien repuestas del ajetreo. Salimos de la autopista, fuimos por insurgentes y dimos vuelta
a la mitad, el chofer don Juan nos dejó en la esquina donde madame, como le gusta que le
digamos de cariño, y su familia, nos estaban esperando.
-¡Hijas! ¿cómo les fue?
-¡Muy bien! estuvo muy padre, fue como un paseo.
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-Me alegro que se hayan entusiasmado, pero ya contraté a las meseras y a un bodeguero
que hará las compras… Veo que se ensuciaron, pero eso no importa cuando se va a
misa, aunque a veces el monaguillo del padre Martín nos llame la atención en la misa
de las mañanas… Esperemos aquí a Juan…
Vio que estábamos todas despeinadas, pero muy alegres y perfumadas, nos medio
peinó, llegó don Juan de estacionar el coche y entramos todos a la iglesia, primero doña
Cata y su familia y, luego, muy quietecitos, nosotras y Juan.
Por Xóchitl Flores
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El cuerpo y la cabeza
A mis queridas lectoras, a las señoritas de oído educado y refinado gusto musical les
entrego esta mi nueva reseña operística.
Cuentan que las divas de la ópera son, precisamente, seres de altivez parnasiana,
casi siempre etéreas en el canto y exigentes en el trato, sílfides que se cubren el cuello
y se destapan las piernas. Pero, ¿por qué? Pues porque un viento helado directo en la
laringe terminaría con su voz. Se destapan la pierna porque solo eso se les permite. El
erotismo de una prima donna no radica en la parte inferior de su cuerpo sino en eso que
se cubre en cuanto se expone a la intemperie. Pero nos hemos desviado del tema. Ya
tendremos oportunidad de escribir sobre el erotismo y la belleza de las cantantes, ahora
es cosa vana y a las señoritas no tendría porque importarles tanto. Vayamos al Arte.
La nueva producción de Anna Bolena presentada en el Metropolitan Opera House
de Nueva York tiene por protagonista a otra Ana. La primera, la reina, ya lo sabemos,
perdió la cabeza, mientras que la segunda, la Diva, según vimos, ha perdido la figura.
Y es que la Netrebko hasta hace algunos años no solo era una de las mejores intér-
pretes del repertorio ruso, verdiano e incluso donizettiano sino también la más bella de
las mujeres del orbe lírico. Desconocemos si fue a raíz de su embarazo, si eso de casarse
con un uruguayo (bien nos advierten a nosotras los peligros de tomar un mal marido)
la llevó a descuidar su figura o si, evidenciando lo fútil de nuestras conjeturas, se debe a
uno de esos padecimientos hormonales tan de moda (temblamos solo de pensar en el 4
PARA EL OÍDO
hipotiroidismo). Quizá sea justo eso lo que adolece nuestra bien querida Anna Netrebko.
Pero no nos escandalicemos por la talla, que aun con grueso cuerpo otras han podido dar,
paradójicamente, notas delgadísimas y bien sostenidas, o si no piénsese en la extraordi-
naria belleza e impecable interpretación que de “Casta diva” hizo una de las sopranos
españolas de mayor envergadura, Montserrat Caballé.
Pero esto ya parece un discurso nivolesco de tan digresivo. Perdónenos Unamuno.
Hablemos mejor de lo que realmente es importante en la ópera: la voz, la interpretación
y la puesta en escena. Las partituras de Donizetti requieren de la agilidad vocal propia
del belcantismo. La perfecta emisión de notas agudas, trinos, escalas y florituras son
necesarias y propias de este tipo de repertorio operístico, aunque no es el despilfarro
vocal lo que determina una buena interpretación sino la administración elegantemente
dispuesta de la, digamos, materia vocal.
En el belcantismo la técnica vocal y la interpretación son inseparables. Digamos
que la voz de Anna Netrebko sí es ágil y flexible pero también posee profundidad y ca-
lidez. Su voz es bella en el estricto sentido del término. La profundidad y el grosor de su
voz muchas veces significó un impedimento para cantar a Donizetti y sus detractores
casi le cortan la cabeza por ello. Curioso que ahora Anna interprete una Bolena que aun
sin cabeza dejó sin aliento a quienes no creyeron en ella. Al final ya no supimos quién le
había cortado la cabeza a quién.
Pero no apologicemos a Netrebko, que en algo los críticos tenían razón, sus capaci-
dades vocales podían mermar en ciertos momentos de la ópera, se notó en alguna parte
su dificultad para alcanzar notas muy agudas, pero, en ninguna momento y en ninguna
forma su interpretación fue falta de credibilidad.
Anna logra lo que pocas, y es que existe una conexión clara entre su voz y su mi-
rada. Ese caudal de emociones que es Anna Bolena fue admirablemente explotado por el
conjunto de las facultades histriónico-vocales de Netrebko. Sin duda, la puesta en esce-
na, la escenografía y excelencia vocal del reparto nos entregó una ópera redonda, de esas
que a nosotras nos da gusto ver y escuchar. ¡Emoción pura! Boquiabiertas nos quedamos
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cuando cantando “Coppia iniquia” camina recogiéndose el cabello para ofrecer su cabe-
za mientras un telón rojo cubre el escenario y el verdugo desciende. Qué nos queda sino
ofrecer aplausos y qué importa si se estropea la manicura, el aplauso para la Netrebko
debe ser fuerte.
P.S. Pero había olvidado, queridas lectoras, que todo lo anterior no lo ví en el MET
sino en el conocido y majestuoso recinto cultural de Reforma, pues hace ya algunos años
que desde Nueva York recibimos la extraordinaria señal satelital que nos permite disfru-
tar de las nuevas producciones del mundo operístico.
Por Rebemola de Ponce
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violinista, su bisabuela una admirable cantante,
su padre tenía gran afición a la música, su madre
Luvov fue su primera maestra de piano. Después
Sergei continuó las apasionantes clases con la pro-
fesora Anna Ornazcaya quien, impresionada por
su gran habilidad natural de crear incomparables
melodías en el piano, lo recomendó para que ob-
tuviera una beca en el Conservatorio de San Pe-
tersburgo (1881).
En Mayo de 1886, visitó Crimea para estudiar
armonía musical con Ladukim. Fue allí cuando
Rachmaninoff escribió su primera obra de arte,
una transcripción a piano para cuatro manos de
la Sinfonía Manfred de Tchaikovsky.
Una ocupada vida estaba empezando para él...
Demostrando notable excelencia en piano, se gra-
duó en 1891 con las máximas distinciones. Ese
año finalizó su espléndido Concierto no.1 para
piano y orquesta.
Y con estos comentarios que continuaré en el
próximo número de la revista, espero haberles
dado a conocer, de forma más personal, a Sergei
Vasylevich Rachmaninoff.
Por Hípica Cheverría Bordonaba
Conociendo a Rachmaninoff
Puede que les haya sorprendido leer este
título, si lo comparan con los artículos a
los que hoy en día estamos acostumbra-
das. Muchas son las razones que me impulsan a
escribirlo: escuchar a Joaquín Achúcarro tocan-
do el nº2; la película Shine (“La interpretación
de David es un éxito, pero cuando termina de
tocar el “Concierto para piano nº 3” se desma-
ya...”) Pero lo que realmente me ha fascinado es
la música de este gran intérprete, compositor y
director: Sergei Vasylevich Rachmaninoff.
Por este motivo he preparado dos artículos,
para que ustedes también puedan ir conociéndo-
lo mejor. Dedicaré estos espacios principalmente
a su vida puesto que está en ustedes conocer su
obra o al menos parte de ella y vibrar como si
se convirtiesen en notas musicales que fluyen de
unas “enormes y poderosas manos”.
El 1 de Abril de 1873, en las tierras de Oneg,
cerca de Novgorod, (Rusia), abrió sus ojos a la
vida Sergei Vasylevich Rachmaninoff. Los oríge-
nes de su familia eran nobles y se emparentaban
remotamente con el Gran Ducado de Moscú.
La música formaba parte de una antigua tra-
dición familiar; su bisabuelo fue un destacado
Queridas lectoras
En nuestro país recién cobijamos la
celebración de los Juegos Panamericanos
2011. Durante dos fugaces semanas,
Guadalajara y otras sedes del estado de
Jalisco coordinaron numerosas eliminatorias
y finales deportivas. Fue una demostración
soberbia del potencial humano. Las
competencias atléticas que reúnen a
deportistas de varias nacionalidades son
gloriosos y épicos acontecimientos que no
deben escapar a la atención de las señoritas
mejor informadas y pendientes del devenir
histórico. Porque maratones, carreras,
combates y partidos son más que meras
distracciones que entretienen el ánimo y
vigorizan el sentimiento patriótico. Para
las señoritas de intelecto inquieto y pupila
escrutiñadora de hoy, la actividad deportiva
es mejor descrita como material de estudio
sociológico, anatómico y espiritual. Aquí
están algunas notas y recomendaciones
que ayudarán a las señoritas mexicanas
a comportarse conforme las buenas
costumbres y a la vez explotar el regocijo que
les puede venir de espectáculos semejantes.
El tipo de espectadoras que debemos ser
concentra la mirada en las interacciones
del público con el evento presenciado
y con los agentes humanos en acción
que arman representaciones dignas de
admiración y rezumantes de adrenalina,
ilusión, tenacidad, nerviosismo, espíritu
combativo…en fin, todo el espectro
explosivo y deslumbrante de emociones que
Miscelánea
pueden convulsionar y excitar nuestro ser.
Asimismo, la observadora debe
diseccionar con la vista, en una especie de
autopsia de un cuerpo todavía palpitante,
las cualidades y proporciones que los atletas
han logrado desarrollar en las extremidades
relevantes para cada disciplina. Este
análisis es, por supuesto, con la intención
de pronosticar triunfos y derrotas, de
medir probabilidades de éxito. Junto con
esta utilidad circunstancial, la señorita
puede aprovechar las transmisiones de
alta tecnología (acercamientos, ángulos de
cámara, desaceleración del movimiento)
para repasar meticulosamente y con
dedicación sus conocimientos de ciencias
naturales: biología (“Las piernas de ese
corredor cubano, abultadas y surcadas por
venas prominentes, denotan que su aparato
circulatorio está funcionando al máximo.
¡Qué resistencia!”); física (“La velocidad
con la que el balón de voleibol atravesó la
cancha es directamente proporcional a la
fuerza titánica de los brazos del jugador
canadiense. ¡Qué brazos! ¡Qué poder!”);
química (“La temperatura corporal de los
clavadistas busca ser equilibrada con los
aspersores que chorrean sus abdómenes
al salir de la fosa y con la tina en la que se
sumergen de pies a cabeza tras su ejecución.
¡Qué frío entrar y salir del agua una y otra
vez!”).
En cuanto a lo espiritual, la espectadora
modelo lee en el gesto de los atletas la
acumulación de virtudes que los ha situado
como contendientes en pruebas físicas
tan exigentes. Goza intelectualmente con
la determinación, el coraje, la perfecta
sincronización mente-cuerpo y demás que
algunas veces se traslucen en la belleza
de facciones o en facciones rudas y toscas
embellecidas por el empeño y la victoria.
Cumpliendo con una función natural e
involuntaria cuando contemplamos a
otros, y en especial al sexo opuesto, nuestra
mente ronda y divaga sobre la pregunta
¿Qué tan guapo es el ganador?
La respuesta es favorecida por el hecho
de que, cuando un atleta sube al podio,
ostenta ideales altísimos que sobreviven
a su existencia mundana. La pasión
con la que vence traspasa como ondas
electromagnéticas ionizadas y salvajes a
todos los que la presencian: competidores
y espectadoras. Así que una señorita
sensible y razonable no puede evitar
enternecerse hasta las lágrimas más puras
ni puede resistir las violentas palpitaciones
en su pecho cuando fuerza, velocidad,
resistencia, potencia y flexibilidad invocan
30
a la patria, la libertad, la gloria, la
trascendencia y la excelencia humana. Y
todo ello, simultáneamente se refleja en la
galanura del deportista.
Es importantísimo que estemos
conscientes de la envergadura colectiva de
ocasiones como éstas, en que una señorita
bien educada es capaz de experimentar
arrebatos de cólera que la colocan en el
extremo de articular voces infamantes y
altisonantes si es influida por el ambiente de
toda una tribuna de asistentes indignados
por una falta erróneamente marcada al
equipo que vitorean con el ardor propio
de quienes vigilan una batalla de vida o
muerte que decidirá el futuro de la patria.
También puede aplaudir gentilmente y
sonreír como una madre condescendiente
con las infracciones de sus hijos cuando el
atleta nacional suda hasta la última gota
pero sólo consigue la medalla de plata; o
puede unirse con un aire genuinamente
piadosos a las lamentaciones en coro
cuando o novatos o expertos sufren caídas
estrepitosas en los momentos decisivos para
los que se prepararon incontables horas. La
señorita ya esté sentada en las gradas del
espléndido estadio, ya esté acomodada a
su preferencia en la intimidad de su hogar
no puede mostrarse indiferente ante las
reacciones de la comunidad ultraespacial y
ultratemporal a la que está ligada. Después
de todo es humana, vive dentro de una
determinada cultura y no podrá construir
juicios críticos acerca de la experiencia
hasta que haya sido anegada por ella,
removida y marcada por ella. No es en las
sensaciones donde una señorita debe hacer
gala de discreción, prudencia y rectitud
sino en las valoraciones que comparte y
discute tras la experiencia. La práctica de
este consejo, estimadas lectoras, es como
sigue:
En la natación,
♠ Los ojos se desplazan a lo largo y ancho
de los torsos bien formados, de las espaldas
musculosas, de los brazos y piernas
torneados y labrados por la constancia.
♠ Después de la rápida y concisa
examinación, puedes aventurar conjeturas
como: “Aquel muchacho de Brasil tiene los
bíceps, tríceps y cuádriceps anormalmente
carnosos. ¿No habrá tomado anabólicos?”
o “El colombiano es menudo pero firme,
quizá ello aumente su agilidad en el agua”.
♠ Luego aparecen los cuerpos salpicados
31
de agua, los movimientos ascendentes y
descendentes, las volteretas, el estirón
final; en otras palabras, evalúas el
rendimiento de los competidores, gritas
con las porras escandalosas y con ayuda
de tu imaginación exaltada corroboras
expectativas o las desechas en pos de otras.
Todo en cuestión de minutos.
♠ Al final, las cámaras enfocan los rostros
de los ganadores. O sientes simpatía
hacia ellos a tal grado exorbitante que la
experiencia se completa en una suerte de
goce estético y humano; o eres víctima
de una atrofia porque el nadador no
irradia una emoción desbordada sino una
desagradable autocomplacencia.
♠ De cualquier forma, una vez repuesta
de la conmoción, aportas tus conclusiones
acerca del evento y los participantes: “¡Qué
gran competencia! Todos partieron de
condiciones similares, pero el barbadense
se notó menos fatigado en los 100 metros.
¡Sus piernas funcionaron como propulsores
a toda máquina! ¡Cuánta habilidad!”
Si siguen, amabilísimas lectoras, estas
humildes y sencillas reflexiones, podrán
disfrutar y defender los deportes como
contemplaciones placenteras, ejercicios
educativos y campos de actividades donde
las señoritas también pueden recrearse con
recato y destacar por su correcto y adecuado
razonamiento sobre las circunstancias.
Por Emancipación Cabrera
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Hablar de caballos en México
nos remonta a los albores del
siglo XVI, época de la conquista, cuan-
do estos majestuosos, exóticos y hasta
entonces desconocidos animales arri-
baban en las embarcaciones españolas
para integrarse como piezas fundamen-
tales y protagonistas indiscutibles de
una nueva historia. A galope hispano
transcurrieron las primeras centurias
y ya entrado el siglo XVIII los lejanos
reflejos de la ilustración bañaban el
continente americano a trote mestizo y
criollo.
El mundo había cambiado. Las semillas
de la libertad, igualdad y fraternidad
estaban sembradas allende los mares;
a todo galope una nueva civilización se
proponía buscar su independencia. Por
aquel entonces también con la influencia
de los romances españoles acompaña-
dos de vihuelas, los juglares mexicanos
Se me acabó la fuerza y te solté la
rienda: de caballos y corridos
cantaban sus dichas y desventuras con esa
musicalidad que ha definido a este pueblo.
No debemos olvidar que aquí “también de
dolor se canta”.
Así nacieron los corridos que, dicen los
que saben, en su origen eran textos que
“corrían” causando escándalo entre la
población de “buenas y refinadas” cos-
tumbres decimonónicas. Otros aseguran
que cuando se interpretaban había que
poner pies en polvorosa para evitar repre-
salias por parte de la autoridad; después
de todo, sucedía igual con los juglares de
la Edad Media: el mensajero no era el cul-
pable.
Independientemente al origen de estos
romances populares, lo que hay que re-
saltar es su trascendencia testimonial; el
corrido es más que una manifestación ar-
tística o un simple repertorio anecdótico.
Este género melódico es reflejo y referen-
te histórico de una realidad que llegó a su
33
cenit al estallar la Revolución de 1910
y que con una narrativa distinta, y ge-
neralmente a ritmo de 1/3, compagina
y complementa los textos literarios de
Martín Luis Guzmán o Mariano Azue-
la.
Los protagonistas y testigos de esta
gesta fueron los primeros en relatar sus
hazañas, logrando que estas trascendie-
ran por generaciones; si el mismo Villa
lo había hecho con el cine, ¿por qué no
podría hacerlo el resto del pueblo acom-
pañado de los acordes de su guitarra so-
litaria? Platicar de todos aquellos ele-
mentos que rodeaban su vida: la dura
batalla que habían ganado, la soldade-
ra consentida del general, un amor olvi-
dado, la mofa del enemigo o una rielera
que se despide de su querer cada vez
que parte el tren. Esto nos lleva a recor-
dar que aquel México de principios del
XX era muy distinto e inclusive muy
distante al que conocemos ahora.
Aunque desde 1895 ya circulaban por
la capital mexicana algunos vehículos
motorizados Oldsmovile o Modelos T,
no sería hasta el final de la revolución
cuando se comenzaron a mejorar las ca-
lles y carreteras; por lo tanto, el medio
de transporte por excelencia en aquel
entonces era el elegante equino, animal
común a los principales líderes revolucio-
narios. Se sabe que Madero, Villa y Zapa-
ta fueron grandes jinetes.
Francisco I. Madero se crió como agricul-
tor en Parras, Coahuila, y ni qué decir del
duranguense Villa que no por nada era
apodado el “Centauro del Norte”, alu-
sión a la mitológica figura griega de un
ser con torso de hombre y cuerpo de ca-
ballo. “El Caudillo del sur” perteneció al
noveno regimiento de caballería en su na-
tal Morelos. No es de extrañar que tantos
corridos revolucionarios estén dedicados
a esos héroes anónimos que relinchan,
pues desde entonces se disputaban con
los caninos el título de “mejor amigo del
hombre”.
Las historias continúan y la producción
de corridos que considera a los caballos
es inmensa. A 100 años de iniciada la Re-
volución, las leyendas de este periodo aún
galopan en nuestro recuerdo, cubriendo
de bronce o de estaño a esos personajes
que fueron aliados y después enemigos,
villanos y héroes, victimas y traidores.
Hombres de carne y hueso que, sin su
montura, no hubieran podido escribir
esas páginas que forjarían el destino de
nuestra nación. Y más allá de los célebres
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nombres de jinetes y generales, tampo-
co se deben olvidar aquellos juglares,
trovadores de la vida cotidiana. Que
los ecos de sus hazañas resuenen hoy en
los acordes de una guitarra hasta que
se pierdan en el horizonte y las coplas
suenen también para los nobles rocines,
ya sea añorando esas proezas caballe-
rescas de principios del siglo XX con
un toque muy mexicano, o al puro estilo
de José Alfredo y sus metáforas de amor:
“Se me acabó la fuerza de mi mano iz-
quierda, voy a dejarte el mundo para ti
solita, como al caballo blanco le solté la
rienda, a ti también te suelto y te me vas
ahorita…”
Por Hípica Cheverría Bordonaba
35
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r
Lo que una señorita debe hacer para retener
a su hombre
Buenas las tengan mis muy apreciadas lectoras ávidas de distracción.
En esta ocasión les daré algunos consejos para que el amor y la rela-
ción con su hombre nunca decaigan y perduren conforme el tiempo pase.
1. Si tu relación con aquel hombre gallardo apenas comienza, llénalo de de-
talles que le hagan saber que siempre piensas en él, escríbele unas be-
llas letras que expresen lo emocionadísima que estás por conocerlo.
2. Hoy en día las redes sociales están en boga, sería un buen detalle que en su
“muro” le dejes mensajes a diario que lo hagan sentir amado y sobre todo
no olvides cambiar tu situación sentimental en tu perfil podrías causarle un
gran disgusto si descubre que sigues soltera ante todo el mundo cibernético.
3. Cuando paseen por la alameda y te esté platicando lo maravilloso que es
viajar a las grandes ciudades como París o Nueva York muéstrale que su
conversación te parece sumamente interesante. Así pensará que lo úni-
co que haces es pensar en ponerle atención, se sentirá muy importante.
4. Nunca pero nunca dejes que piense que tú eres la que lleva el con-
trol en la relación; siempre deja que piense que él controla todo y
que el centro de todo tu mundo se reduce a su insignificante vida.
5. Jamás hables de las cualidades de otro buen mozo que lla-
me tu atención frente a él, podrías herir sus fibras más sensibles.
6. Si por alguna u otra razón tu apuesto galán no concuerda con algu-
nas de tus ideas y por ende comienzan a discutir, hazle creer que él
tiene la razón sólo cuando de plano veas que no sale de su necedad.
7. Debes hacerte muy amiga de su madre. Siempre de-
bes tener amplia comunicación con ella pues cuando se ca-
sen toma en cuenta que también te estarás casando con ella.
Cuando estos tips logren que tu hombre se vuelva loco de amor por ti y
te proponga compartir el resto de tu vida a su lado debes seguir trabajan-
do para que jamás se vaya de tu lado y entonces es cuando debes poner en
práctica los siguientes consejos:
1. Una vez que el matrimonio se haya llevado a cabo debes alejar a las
malas hembras que quieran despojarte de él; restringe las visitas de
aquellas que dicen ser sus “amigas”.
2. Sería un lindo detalle que cuando vaya a trabajar lo sorprendieras lle-
gando a su oficina para decirle cuánto lo amas y que no puedes vivir
lejos de él, llévale un dulce postre o unas hermosas flores.
3. Ahora que ya formaron una linda familia sería muy enriquecedor que
todos los fines de semana organices una comida en la que tu madre se
siente a su derecha en la mesa, prepara su platillo favorito y dale pro-
baditas de postre. Se sentirá muy mimado.
4. Cuando esté enfermo de algún resfriado prepárale una rica sopa y un
té de abango, buenísimo para la tos. No dejes de ponerle atención pues
si se siente querido sanará más rápido. Además debes de vigilar que no
haya un contagio que afecte la salud familiar y de paso tu belleza.
Apreciadas damas, si su hombre se siente desatendido por ustedes no dudará
en irse de su lado. Así que pongan en práctica todos estos consejos que hoy me
atreví a compartirles. Les aseguro que mantendrán vivo el amor apasionado
que él siente hacia ustedes.
El amor como una planta necesita ser procurado y atendido para que no se
marchite.
Por Madama Anastasia de Linares
Cómo debe sentarse una señorita
En estos tiempos que sobajan el honor y la decencia de Damas y
Señoritas nos vemos asediadas por un exorbitante número de
anuncios publicitarios cuyo único propósito es convertirnos en un
mercado fácil de venta de faldas y demás vestiduras indecorosas. ¿Quién
de nosotras no ha sufrido la vergüenza y la indignación ajenas al ver
a las muchachas de ahora con esos ridículos y pecaminosos cinturones
anchos? Conocido era que en los buenos tiempos de antaño una manera
de controlar la indecencia femenina consistía en llamarlas “de picos
pardos”, sin embargo, con la mercadotecnia actual casi es obligación de
las jóvenes de ahora vestir esas ridículas prendas.
Para las señoritas recatadas les traemos en esta ocasión un listado de
formas correctas en la que una mujer decente debe sentarse y presentarse
en lugares públicos, así mismo presentamos series de posturas incorrectas,
impías y peligrosas.
• Postura 1 Sentada con las piernas cruzadas.
Toda buena señorita de alcurnia debe tener cuidado y gracia al momento
de sentarse. Debe optar por posiciones en las que las piernas no sean muy
vistosas pues ninguna de nosotras desea que su honra sea demeritada
41
(expuesta) como la de aquellas que usan vestidos de picos pardos. Se debe
poner el empeine de un pie detrás del tobillo del otro, para sí evitar cruzar
una pierna encima de otra, lo que provocaría mostrar indecentemente los
muslos.
• Posición 2 Sentada con las piernas juntas.
Ésta, a mi parecer, es la posición ideal para las jóvenes señoritas que leen li-
bros de caballerías y sueñan con ser doncellas. Expresa la inocencia y buena
educación familiar. Acepta una pequeña variante con las piernas un poco
separadas, pero sólo un poco, siendo así perfecta para esas reuniones en que
una debe mostrar respeto ante la gente mayor. Siéntate con las piernas jun-
tas al eje de tu rostro, y con sumo cuidado inclínalas 45° hacia la izquierda
preferentemente (siempre es bueno cargar con un transportador en la bol-
sa), procura tener una mano encima de la otra o ambas sobre tus rodillas.
Ante todo, evita siempre separar las piernas pues es un claro ejemplo de
indecencia mujeril.
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• Posición 3 Parada.
¿Quién de nosotras no se ha visto en la penosa situación de no saber qué
postura tomar estando de pie ante el público? Todas. Las siguientes posi-
ciones mostrarán cómo debes pararte sin perder la gracia (ni el equilibrio).
Tienes que ser discreta y mantener juntas las piernas o una delante de la
otra; si das un paso, éste no debe ser muy largo. Nunca separes mucho una
pierna de otra ni tomes posiciones que provoquen que tu falda de alce.
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• Posición 4 Cuando nos agachamos por algo. (Al recoger un objeto)
Cuando a cualquiera de nosotras se nos cae por equivocación un libro, una
pluma o lo que se presente y no hay un gentil caballero con la posibilidad
de levantarlo, la prudencia debe arremeter contra la idea de sobajarnos
a adoptar alguna posición ridícula. Una Dama o Señorita de sociedad
siempre sabe cómo doblar las piernas correctamente para que resulte un
movimiento con gracia. Primero, mantén juntas las piernas y adelanta
una, desciende poco a poco con la columna recta doblando los pies para
sostenerte con los metetarsos, coloca una mano encima de tu rodilla para
conservar el equilibrio y con la otra recoge el objeto, finalmente asciende
con la columna recta y precaución de imprudentes miradas. Separar las
piernas para recoger un objeto muestra partes pudendas, propio de una
mujer indecente con de gracia.
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• Posición 5 Sentadas en el suelo.
Un día de campo es un evento muy especial y de convivencia para todas
nosotras. Qué mejor que ir junto con nuestras amigas una tarde a Chapul-
tepec. Si no es posible que nuestros empleados carguen con sillas, podemos
colocar una hermosa tela y disfrutar de la frescura del pasto, pero ante
todo hay que cuidar la forma en la que una se sienta, procurando no atraer
miradas indiscretas a nuestras piernas. Estas posiciones en el suelo sirven
también cuando por una situación no prevista tengamos que estar en el piso
o sobre una bella cama; una señorita siempre sabe cómo mantener la ele-
gancia y discreción. Puedes optar por recargarte sobre tu mano con los pies
juntos a un lado, o, sentada sobre tus piernas con la columna recta. Nunca
tomes posiciones propias de “mujeres de picos pardos” quienes optan por
formas obscenas en vez de sentarse gentilmente en el suelo.
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• Posición 6 Desde un lugar alto
Esta posición es perfecta cuando estamos sentadas en algún lugar desde
donde cuelgan nuestras piernas, como una silla alta o en una limpia piedra
en un parque. Si bien no es muy recomendable que las señoritas estén en
lugares elevados, muchas nos hemos visto en tal situación. Por el contrario
hay ciertas mujeres mala hierba que, escondidas tras su título universitario,
creen que pueden tener la libertad de dar clases subiéndose al escritorio y
agredir al alumnado con sus posiciones obscenas. Siéntate con cada pierna
cruzada con la otra, procura colocar tus manos en las rodillas, y si no te
sientes segura, siempre se vale tomarse del borde para no caer.
Esta es la mejor posición para estar con tu mejor amiguis miguis, diciéndo-
le cuánto la quieres (muchisisisisisímo), que nunca deben dejar de ser las
mejores amigas, que vale mil (¡De veras!) y que quede claro que tú siempre
estarás cuando ella necesite un abrazo por si rompe con su novio barbaján.
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• Última. Nuevas posiciones pero con el recato necesario
Las Damas y señoritas de buen gusto no estamos cerradas ante los tiempos
actuales en que las mujeres utilizan otras cosas además de una falda larga
(que sería lo más recomendable), pero se debe cuidar que estos cambios de
moda no afecten ni rebajen la honra y moral de quienes las usan. Así que
si vas a utilizar un pantalón moderno procura que no sea muy provocativo
y no descuides las posiciones indicadas para una señorita. Y, ¡por favor!, si
eres una mujer que nació con el maravilloso y envidiable don de unas pier-
nas gruesas, no utilices pantalones ajustados. Provocan miradas indecentes
y sobajan la castidad de quien los usa.
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Si sigues estos consejos de posturas, mi querida señorita, seguro que te irá
bien por obrar correctamente, y quién sabe, quizás algún día un elegante
caballero, sorprendido por tu forma y tus modales, se acerque para besar
tu mano.
Por Doña Virginia Soledad de Abajo
48
En tiempos de turbulencia, los
consejos oportunos no se solicitan
sólo se reciben con avidez y prontitud.
Apreciable lectora, sea cual sea tu
modalidad favorita en las relaciones
personales, considera la siguiente lista
en la evaluación de cualquier aspirante:
Que el aseo personal pueda
ser constatado a 10 metros o a 5
centímetros de distancia. Porque bien
se sabe que la vista es el primer sentido
en ser conquistado por los estímulos
amorosos, pero, si el amor ha de
traspasar todo nuestro ser, por ningún
motivo hay que descuidar los olores,
sabores, tactos y sonidos que provienen
del cuerpo del amado.
Que demuestre virilidad al
caminar, al hablar y al confesar sus
sentimientos. Las señoritas de hoy no
somos tan frágiles como el cristal, pero
tampoco somos tan sólidas como la
piedra del zócalo de una estatua. No
es propio que el hombre pase a ser el
maestro en manipulación y nosotras
debamos cargarlo desmayado hacia las
suavidades de la alcoba donde también
nos convirtamos en sus delicados y
tersos pañuelos de lágrimas. Queremos
sudor y fuerza, al menos en el ánimo.
Que deslumbre con su intelecto no
sólo cuando está en una reunión de
sociedad. Para atrapar el interés de
una señorita educada y respetable debe
purificarse de humores fanfarrones
y zumos de sabelotodo, conservando
el don de mantener una conversación
de temas trascendentales y serios. Un
excelente consejo para los hombres de
a pie es que mantengan su ego con los
pies sobre la tierra. Ser presumidos
y altaneros no los va a conducir a
ningún lado, mejor es que sostengan
un perspectiva relajada de la vida;
que sean listos y sensatos, críticos y
humildes aunque lean mucho.
Que sea teatro de muchos talentos
CualidadEs dE un amor
En sErio
útiles y, en menor grado, entretenidos.
Porque una señorita bien puede esbozar
una sonrisa o regalar una carcajada
franca a quien le cuente chistes con
simpatía, circo, maroma y teatro,
pero será mucho más agradecida y
liberal con quien pueda tallar, lavar,
planchar y remendar. Por otro lado,
un joven también puede complacer
cuando es diestro en las técnicas de
cambiar un foco, martillar un clavo,
armar un mueble o arreglar el televisor.
Lo importante es que sea activo y
propositivo, no comodino.
Que sea inquisitivo y curioso, pero
en lo que le concierne como individuo
y como habitante del Universo. Es
decir, que comande pesquisas, haga
descubrimientos, invente nuevos
conceptos, que rompa barreras fuera de
su rol como pareja. Una señorita prefiere
estabilidad y respeto a su intimidad.
Lo ideal es que desde el principio se
dejen las cosas en claro (el tipo de
relación, las expectativas, los límites)
ya que, aunque parezca anacrónico y
disparatado, seguimos despreciando
los tribunales inquisitoriales de celos y
la ausencia de fidelidad. Por favor, no
probemos las camisas de once varas
para revisar si nos ajustan o no.
Que se ahorre quejas, diatribas y
peleas. Aunque las exhibiciones de
violencia y poder apelen a los bajos
instintos de ciertas señoritas, no por
ello dejen de pensar en su seguridad
y honorabilidad. Una señorita
precavida prefiere las cachetadas con
guante blanco; sueña con caballeros
y no con mandriles. Si hay algo de
lo que nunca debes dudar, gentil
lectora, es de que la razón es el mejor
gobierno y el diálogo crudo, directo,
quizás apasionado es preferible a
la agresión. Razón y pasión deben
cooperar en la sana expresión de las
ideas y los sentimientos.
Que sea atento y detallista, pero
que no abrume con melosidades
endulzantes, las cuales pueden
arriesgar la salud y terminar por
quebrarse como caramelos viejos
(o sea después de unos cuantos días
tanto halago luce falso y de mala
calidad).
Que sea seguro de sí mismo y
defienda sus convicciones, pues velar
por la dignidad propia es siempre
honorable e indispensable para
afirmar nuestra condición humana.
50
Que sea complaciente y espontáneo
cuando se trata de ganar nuestro
favor o de conservarlo. Las modas
vienen y van, sin embargo, algo que
jamás dejará de satisfacer a una
señorita es el obsequio de un ramo de
exquisitas flores o el desliz de palabras
honestas y emocionadas en momentos
inesperados. Muchachos, ¡anímense
a las serenatas, al baile y −¿por
qué no?− a los masajes! Si hay algo
inamovible en la mente de una señorita
es que el cuerpo, todas sus partes y
emanaciones, debe recibir un atento
tratamiento: la voz debe ejercitarse,
los pies coordinarse y las manos saber
acariciar.
Que sea dadivoso con quien lo
merezca, mesurado con quien lo exija
y prolijo con su alma gemela. Si es que
todavía está en orden el uso del término
alma gemela y si es que en este mundo
hay posibilidades de identificarla, lo
peor que te puede ocurrir como señorita
virtuosa y cumplida es que te topes
con un tacaño que contabilice el aire
que respiras o con un vividor que cada
cita te pida monedas para comprarte
rosas a mitad de precio y quedarse
con el cambio. En cualquiera de los
dos casos, más provechoso sería que
abandonaras todo y vivieras de la
caridad como religiosa de una orden
mendicante.
Por último, que sea hogareño en
razón de que si quiere familia debe
involucrarse en la óptima crianza de
los hijos y debe procurar relaciones
armoniosas con los parientes
consanguíneos y, sobretodo,
políticos. Ello se logra con el
ingrediente primario de toda relación
humana: el respeto. Queridísima
señorita, si tu pretendiente no valora
tu inteligencia, tu carisma ni tu
opinión, entonces bótalo en el primer
cubo de basura que encuentres, a él
y a sus cartas de amor. Tú mereces
lo mejor.
Por Emancipación Cabrera
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Florezcamos en otoño
La crisis que vive Grecia es consecuencia de los innumerables présta-
mos que fue adquiriendo sabiendo que no tenía manera de pagarlos
y ahora no sólo ella está en peligro económico pues los bancos que estu-
vieron financiando sus deudas están al borde de la ruina.
Ahora no permite que la ayuden a salir de la situación en la que vive del
mismo modo que hiciera Argentina hace algunos años, pero la diferen-
cia es que Argentina posee una importante industria ganadera y Grecia
no tiene medios para subsidiar sus gastos.
No cabe duda que si Grecia no es capaz de superar el problema que
enfrenta, el mundo se convertirá en un efecto domino donde todos cae-
rán poco a poco.
Finalmente mientras ocurre algo en Grecia, que está a miles de kiló-
metros de aquí, mejor ocupémonos de lo que día a día nos puede dejar
a todas nosotras en una profunda crisis de belleza.
Belleza
Durante esta temporada el viento comienza a soplar fuertemente, lo
que provoca deshidratación y otros problemillas. Es momento de darle
batalla para que no agreda a tu cuerpo ni tu cabello.
Cabello envidiableNo importa si es largo o corto, lo que si es que debe mantenerse sedoso
con estos tips:
Desintoxícalo gracias a un tratamiento a base de arcilla que elimi-
na suavemente las impurezas que ha depositado sobre él el polvo y la
contaminación.
Vigorízalo para que desaparezca ese aspecto desvitalizado con ayu-
da del cacao, ya que es un ingrediente con antioxidantes y poliferoles
que le brindan mayor fuerza, cuerpo y manejabilidad extrema.
Labios jugososSon una de tus mejores armas cuando de feminidad se trata, por esta
razón debemos mantenerlos besables:
Olvídate de estarlos chupando si se cuartearon, pues sólo se rese-
caran y lucirán más secos; para restaurarlos sólo tienes que tomar un
puré con 5 uvas verdes, sin cascara y cubrir con él tu boca por 10 mi-
nutos. Aplica por la mañana y por la noche.
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Un cuerpo de diosa griega Lo obtendrás, gracias a la suavidad que le prodigues a tu figura con las
siguientes recomendaciones:
Es importante cuidarte por dentro, es decir, con una buena alimen-
tación, por ello es vital comer alimentos con vitamina K que puedes
encontrar dentro del jitomate, brócoli y col; vitamina A de las fram-
buesas, melones, mangos y manzanas; y vitamina E que consigues en el
arroz integral, la avena y los pistaches. Al incluir estas vitaminas en tu
dieta evitaras verte marchita.
Deshazte de la piel de víbora es decir acaba con la apariencia escamo-
sa; lógralo con ½ taza de aceite de almendras con ¼ de taza de avena
triturada. Unta sobre tu piel con movimientos circulares, deja actuar
por 5 minutos y elimina bajo la ducha.
Por Hípica Cheverría Bordonaba
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Estimadísima consejera del amor:
Me tomo el atrevimiento de escribirle a usted porque necesito externar
los sentimientos que me acongojan y no me dejan dormir, sentimientos
hacia un gallardo mozo de alta alcurnia. Necesito que me diga qué debo
hacer.
Al mirar sus ojos siento que vuelo, me invade un sentimiento extraño
que no logro entender, aquellas luces que al verme resplandecen con
todo su brillo hacen que mi cuerpo se llene de estremecimiento y que
algo de mi quiera salir, que todo mi ser quiera explotar.
Sus bellas manos, grandes y varoniles me inspiran a tal grado de querer
estar entre ellas que quisiera me tocaran y nunca dejaran de hacerlo. Su
aspecto valiente de hombre hace que desee estar a su lado por siempre,
quisiera estar entre sus brazos todo el tiempo.
Aconséjeme por favor pues no sé cómo hacer que me corresponda. Se
despide de usted con todo respeto.
La muy afligida,
Emilia Arteaga.
AMOR
Mi muy apreciada Emilia:
Muchas gracias por escribirme. No te acongojes tanto. Te aconsejo, con
intenciones muy sinceras, que no externes esos sentimientos impropios
de una señorita. Por favor, sé más mesurada y no tengas malos pensam-
ientos. Debes comportarte como toda una dama ante aquel mozo sino
nunca te corresponderá.
Cuando sientas que los ardores ruborizan tu rostro, pide a tu personal
de servicio que añada dos bolsas de hielo a tu baño de rosas, el cual de
paso mejorará tu circulación y así tu piel lucirá tan radiante y jovial que
aquel mozo no podrá apartar la vista de ti. Los ojos, no las manos, son
los órganos más dignos de posarse en una señorita. Recuerda ser siempre
discreta.
Con cariño,
Madama Anastasia de Linares
Madama dice...Cuando uno ama a alguien, lo espera, lo comprende, lo cuida. Pero hay que tener
mucho olfato para no humillarnos ni dejarnos humillar. Cuando te aman no te
humillan, te comprenden, te cuidan y te esperan el tiempo que sea.
El amor que lastima, que humilla, que desespera, no es amor sino un tipo de
estado enfermizo que confunde y hace mal. Si te aman deben de hacerte feliz, cui-
darte y procurar que siempre tengas lo mejor; deben demostrarte con acciones que
eres necesaria, que haces falta y que nunca te fallaran.
Es bien sabido que cuando amamos somos capaces de soportar lo que sea: humi-
llaciones, decepciones y cualquier tipo de acción que atente a nuestra integridad…
Señoritas neorrománticas, por más que amen a su hombre no se dejen humillar,
siempre procuren que él las respete y que las haga sentir necesarias en su vida; sean
amables y cariñosas, nunca se le insinúen exageradamente y no sean sumisas pues
eso es lo peor que pueden hacer. La amabilidad con el ser amado es lo que hace que
nuestro amor y la relación con él perduren con el tiempo.
Por Madama Anastasia de Linares
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Piel de porcelana(El jitomate al rescate)
No sólo sirve para preparar una ensalada o preparar
Una rica salsa, en tu cuidado personal puede ayudar a…
…desaparecer el brillo del rostro si deslizas una mitad
sobre tu cara y dejas que se seque el líquido
para posteriormente enjuagar.
…que tu cabello crezca si aplicas a diario, sobre las raíces,
Un licuado hecho con una pieza de esta hortaliza y un
Chorrito de vinagre. Lava después de 20 minutos.
…cierra los poros, forma un puré con un trocito y frota
en el cutis, elimina en 15 minutos con agua fría.
hogar
cuando las zanahorias sobran
Si tu cara se siente tirante, cuece una zanahoria,
forma un puré y desliza sobre ella una capa gruesa y húmeda.
Elimina con agua en 15 min. Y estará como un durazno.
Chapuzón rejuvenecedor
Cuando te bañes evita el agua caliente, ya que también deshidrata la
piel. Mejor regula la temperatura a tibia y finaliza con un regaderazo
frío que tonificara la superficie cutánea.
Cuando los intestinos se indisponen
Una gran taza de té de gordolobo es el remedio casero de las abuelitas más
cariñosas para curar las inoportunas y reincidentes evacuaciones de los
desechos del cuerpo. Como esta planta es de un sabor bastante repugnante,
pueden sazonar la infusión con un trozo de tableta de chocolate.
Cabello brilloso y con mayonesa sabroso
La mayonesa es una sustancia grasosa pero, al untarla en tu cabello, lo-
gra que parezca de recién nacido. Con un par de guantes que protejan tu
maanicura y el olor de tu crema de manos perfumada, debes aplicarla en las
puntas, no en la raíz. Ésa es la pequeña diferencia que determina el éxito.
Quien te haya sugerido que tales preparados no sirven será porque ignoraba
esta especificación o porque es descuidada y alborotada.
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El mole poblano: una delicia virreinal
¿Quién no ha disfrutado aún del mole poblano? ¿Puede haber todavía algún mexi-
cano que no haya sentido ya su popurrí de sabores y texturas en la boca, mez-
clados, a saber: el chocolate; los chiles mulato, pasilla y ancho; el ligero sabor a
anís, a canela, a clavos de olor; o el penetrante olor y sabor del cilantro? Servi-
do de cualquier forma, uno percibe con placer el cacahuate molido y el ajonjolí
tostado, y se imagina que su textura suave y espesa se debe al pan tostado. No
hay quien se resista a esta salsa espesa, de color café oscuro, de ingredientes in-
ciertos para quien la prueba por primera vez, y que baña nuestra carne o arroz.
Sí, señoritas neorrománticas, el exquisito mole poblano ejer-
ce su influencia en la cocina mexicana criolla desde el Virreinato has-
ta nuestros días, sobre todo en las fiestas mexicanas, desde una boda o
un bautizo, hasta el día en que honramos a nuestros parientes fallecidos.
Podríamos decir que más de dos mil años de saber culinario se han sintetiza-
do en el mole de la manera más enriquecedora, pues la monja dominica pobla-
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na Sor Andrea de la Asunción, creadora legendaria de este inigualable platillo,
ante la difícil situación en que se hallaba para agasajar al “ilustrísimo” virrey
don Tomás Antonio de la Cerda y Ragón, debió hallar consuelo e inspiración
en la sabiduría culinaria de sus hermanas mexicanas y en su aromática cocina
medieval. Las almendras, que cultivaban ya en Mesopotamia y tiempo después
usaban los árabes para mejorar la textura y sabor de sus salsas, y los cacahua-
tes, provenientes del Brasil, son un ejemplo de “sincretismo” de saberes e ingre-
dientes de remotas culturas; así mismo nos envuelve el toque cálidamente ho-
gareño de ingredientes que componen nuestros guisos diarios, como el jitomate,
que se agrega hervido, los dientes de ajo y la cebolla salteada. Dejémonos sor-
prender por ese sabor dulce y picante a la vez propiciado por los distintos chi-
les que las cocineras indias molían, desde tiempos prehispánicos, en sus metates.
Invitamos a que vengan a gustar de este elegante platillo a la cocina de doña
Dionisia, después de echar una ojeada a los libros de Donceles, ya que se encuen-
tra en el número 72 de esta calle.
Mientras reúnen a su familia o se ponen de acuerdo con alguna amiga para
visitar la cocina de doña Dionisia, les pasamos la siguiente receta de mole verde:
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Ingredientes:
-- 500 gramos de mole verde -- 20 tomates
-- 15 chiles verdes -- 1/4 de cucharadita de cominos
-- 5 dientes de ajo -- 5 granos de pimienta
Procedimiento:
Se tuesta ligeramente la pepita en el comal. Se muele y cierne. Se licúan los chiles,
los tomates y los ajos, por un lado, y la lechuga y el cilantro, por otro. En la olla, se
calienta la manteca para luego echar la salsa, freírla junto con la pepita y hasta des-
pués hechar la lechuga. Pasado un tiempo, incorporar la gallina cocida y dejar que
siga hirviendo un rato.
Por Clementina Bellota
MOLE VERDE
Oraciones milagrosas
Beatísimas señoritas, el santo de esta semana es San Antonio de Pádua.
Este ser humano excepcional que está en el esplendor de la gracia de
Dios puede ayudarles a “acercar lo alejado”, o sea atraer a su ventana a
un guapo y honorable mocetón. A continuación, una oración infalible:
Oh bendito San Antonio, él más gentil de todos los santos, tu amor
por Dios y tu caridad por sus criaturas te hicieron merecedor,
cuando estabas aquí en la tierra, de poseer poderes milagrosos. Los
milagros esperaban tu palabra, que tú estabas siempre dispuesto
a hablar por aquellos con problemas o ansiedades. Animado por
este pensamiento, te imploro obtengas para mí… (menciona tu
petición o ve la contraportada). La respuesta a mi rezo puede que
requiera un milagro, pero aun así tú eres el santo de los milagros.
Oh gentil y querido santo, cuyo corazón siempre esta lle-
no de compasión humana, susurra mi petición a los oí-
dos del dulce Niño Jesús, a quien le gustaba estar entre tus
brazos, y por siempre tendrás la gratitud de mi corazón.
Rezar 13 padrenuestros, avemarías y glorias.
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Señoritas Neo románticasEditora en jefe
María Josefina AguirreConsejo editorial
Clementina Bellota Emancipación CabreraHípica Cheverría Bordonaba Rebemola de Ponce
Madama Anastasia de Linares Doña Virginia Soledad de AbajoColaboradores externos
Antonieta Prieto Payno Georgina Arroyo y Xóchitl FloresJosé María Lafragua Teodora Infante
IlustradoresLaura Merodio Valencia Fernando Delgado Villagómez
Fotógrafo Pedro Antonio Ortiz Ramírez
PortadaDaniela Serrano Rosas
DigitalizaciónMiguel del Monte Ortega
WebsiteColecciones mexicanas, UNAM Google Website secreto que no revelaremos
Bibliografía- Historia de la vida cotidiana en México, tomo IV, coord. Anne Staples, México: El Colegio de
México, Fondo de Cultura Económica, 2004.
Agradecemos a nuestras modelos Giselle Aquino, Ilse Hernández, Margarita Mota, Nancy Mar-tínez, Berenice Cárdenas y Enrique César García, quien facilitó el equipo fotográfico y dió im-portantes observaciones sobre el mundo editorial.A Margarita Mota Montoya por inspirarnos varias secciones de la revista.Al profesor Alí del taller de edición digital, quien muy amablemente nos dio las herramientas necesarias para una edición electrónica de calidad. Las oficinas administrativas tuvieron su dirección en el patio interior de la Biblioteca Central de la UNAM, ubicada en Insurgentes Sur 3000.
México D.F., 2011
*Esta revista fue elaborada como proyecto final para la asignatura de Literatura mexicana 5 (Siglo XIX), durante el semestre 2012-1,cuya titular es la Dra. Mariana Ozuna Castañeda.Nuestra intención fue abordar temas actuales con un estilo cercano al de las revistas para señoritas que circularon en el siglo XIX. Por lo que nuestros lectores y lectoras deben tener extrema precaución con el posible tono sarcástico, paródico, irónico o burlón de los artículos. Aun así reconocemos que en pleno siglo XXI todavía tenemos algo de románticos; la anacronía es sólo una ilusión.
Ana Lucía Navarrete Rosas Andrea Torres Camacho Ángel Vargas Castro
Daniela Rocha Pichardo Mario Nájera Corona Pedro Antonio Ortiz Ramírez
Rocío García García
¡Ilumíname!