Sentencia 16 de Julio de 2009

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Sentencia Ordinario 1068/2007 1 RDDO : 2004/293 Interno:1068/ 07 PROC : ORDINARIO (UNIÓN MARITAL DE HECHO) DDTE : ANA ROSA ARIAS FLÓREZ DDDO : ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ CONTRERAS ALZD : Apelación de Sentencia TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE BUCARAMANGA & SALA CIVIL-FAMILIA & Magistrado Ponente: DR. ANTONIO BOHÓRQUEZ ORDUZ. Bucaramanga, julio diecisiete de dos mil nueve. (Proyecto discutido y aprobado en Sala Civil-Familia de Decisión de fecha 16 de julio de 2009). ▪ ₪₪₪₪₪ ▪ ₪₪₪₪₪ ▪ ₪₪₪₪₪ ▪ Resuelve la Sala, en esta oportunidad, la segunda instancia del proceso ordinario declarativo instaurado por ANA ROSA ARIAS FLÓREZ contra ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ CONTRERAS, arribado a este Tribunal en virtud de la apelación formulada por la parte demandante contra la sentencia de fecha de 19 de septiembre de 2007, proferida por el Juzgado Segundo de Familia de Bucaramanga. El Tribunal procede a resolver el recurso teniendo en cuenta los siguientes aspectos:

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Sentencia Ordinario 1068/2007 1

RDDO : 2004/293 Interno:1068/ 07

PROC : ORDINARIO (UNIÓN MARITAL DE HECHO)

DDTE : ANA ROSA ARIAS FLÓREZ

DDDO : ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ CONTRERAS

ALZD : Apelación de Sentencia

TRIBUNAL SUPERIOR DEL

DISTRITO JUDICIAL DE

BUCARAMANGA

& SALA CIVIL-FAMILIA &

Magistrado Ponente: DR. ANTONIO BOHÓRQUEZ ORDUZ.

Bucaramanga, julio diecisiete de dos mil nueve.

(Proyecto discutido y aprobado en Sala Civil-Familia de Decisión de fecha 16 de

julio de 2009).

▪ ₪₪₪₪₪ ▪ ₪₪₪₪₪ ▪ ₪₪₪₪₪ ▪

Resuelve la Sala, en esta oportunidad, la segunda instancia del proceso

ordinario declarativo instaurado por ANA ROSA ARIAS FLÓREZ contra ENRIQUE

ANTONIO BOHÓRQUEZ CONTRERAS, arribado a este Tribunal en virtud de la

apelación formulada por la parte demandante contra la sentencia de fecha de

19 de septiembre de 2007, proferida por el Juzgado Segundo de Familia de

Bucaramanga.

El Tribunal procede a resolver el recurso teniendo en cuenta los siguientes

aspectos:

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A N T E C E D E N T E S

En escrito presentado el 2 de abril de 2004, la señora ANA ROSA ARIAS

FLÓREZ, por intermedio de apoderado judicial, formuló demanda contra el

señor ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ CONTRERAS, con el propósito de

que se realicen los siguientes pronunciamientos:

Declarar la existencia de unión marital de hecho entre ANA ROSA ARIAS

FLÓREZ y ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ CONTRERAS.

Que como consecuencia de la unión marital de hecho, se declare la existencia

de la “sociedad marital de hecho” formada entre ANA ROSA ARIAS y

ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ CONTRERAS, en calidad de compañeros

permanentes, desde el día 3 de diciembre de 1987 hasta el 15 de abril de

2003, conformada por el patrimonio social de que da cuenta la demanda.

Declarar disuelta y en estado de liquidación “la sociedad patrimonial de hecho”

formada entre ANA ROSA ARIAS y ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ

CONTRERAS.

Que se condene en costas al demandado.

Lo pretendido por la accionante se fundamenta en los siguientes HECHOS:

ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ CONTRERAS, casado con EDITH

CECILIA SARMIENTO, por el rito católico en la ciudad de Bogotá el 17 de julio

de 1965, en la Parroquia María Reina de Bogotá, se separó de hecho de su

esposa desde julio de 1987, fecha en la cual la cónyuge, por intermedio de

apoderada, instauró demanda de divorcio y separación de bienes (sic) contra

ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ CONTRERAS, ante el Juzgado Segundo

Civil del Circuito de esta ciudad, radicado No. 10845, proceso “en el cual las

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partes llegaron a un acuerdo en cuanto a la separación de bienes, solicitando

(sic) el desistimiento de la misma (sic)”.

Desde el 3 de diciembre de 1987, entre ANA ROSA ARIAS FLÓREZ y

ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ CONTRERAS se inició una unión marital

de hecho, empezaron a convivir como pareja, compartieron mesa, techo y

lecho, en un apartamento adquirido por ellos, ante el Instituto de Crédito

Territorial (sic), ubicado en el Conjunto Lagos V etapa, Torre I, apartamento

401. El demandado laboraba en el Instituto de Seguro Social de Santander

como médico y la demandante se dedicaba a las labores del hogar.

Posteriormente, en el año 1990, vendieron el inmueble y adquirieron una casa

ubicada en la Ciudadela Real de Minas, Condominio Real del Llano, Casa No 9,

con crédito otorgado por el Banco Central Hipotecario.

A partir del año 1994 la demandante, no solamente se dedicó a cumplir las

labores de madre y ama de casa sino que empezó a laborar como abogada,

entregando todos sus ingresos a la sociedad de hecho.

Conjuntamente la pareja fue cancelando sus obligaciones, al tiempo que

sacaban adelante el hogar y adquirían todo el menaje doméstico.

En el año 1989 adquirieron un vehículo automotor marca Honda Prelude, placas

ICG 021, modelo 1982, a nombre de ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ

CONTRERAS.

Posteriormente, en el año 1995, adquirieron una finca en la Mesa de los Santos,

denominada Finca Miraflores, con matrícula Inmobiliaria No. 314-0018.246 de la

Oficina de Registro de Instrumentos Públicos del Municipio de Piedecuesta.

En el año 1999 adquirieron un vehículo automotor marca Chevrolet Silverado,

de placas BUN 073, modelo 1995, a nombre de ENRIQUE ANTONIO

BOHÓRQUEZ CONTRERAS.

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Esta relación subsistió de manera continua y permanente, por un lapso superior

a dos años, hasta el momento de su disolución ocurrida el 10 de marzo de 2003

(sic), en la ciudad de Bucaramanga.

De esa unión nació el hijo extramatrimonial CARLOS AUGUSTO BOHÓRQUEZ

ARIAS.

Los compañeros permanentes no celebraron capitulaciones.

Como consecuencia de la unión marital de hecho anteriormente descrita, se

formó una sociedad patrimonial, pues durante su existencia se construyó un

patrimonio social integrado por los bienes anteriormente relacionados.

La citada sociedad patrimonial fue disuelta el día 15 de abril de 2003.

P O S I C I Ó N D E L D E M A N D A D O

El demandado se notificó personalmente el 23 de julio de 2004. Dentro del

término legal, por intermedio de apoderado para la litis, contestó la demanda

oponiéndose a la declaración de la existencia de la unión marital de hecho, con

fundamento en que para el año 1987 no regía la Ley 54 de 1990 y, en

consecuencia, la mencionada unión no nació a la vida jurídica y menos aún, la

pretendida sociedad patrimonial.

En relación con los hechos, sólo reconoce como cierto el de su matrimonio con

Edith Cecilia Sarmiento, así como la existencia del proceso de divorcio, pero

señala que la sociedad conyugal continúa vigente, pues la demandante, Edith

Cecilia Sarmiento, desistió de aquella demanda. En relación con los demás

hechos, asegura que ha tenido relaciones sexuales con la demandante,

esporádicas, que han convivido en diferentes oportunidades, pero con largas

ausencias de la demandante, y que los bienes que señala como adquiridos por

los dos, lo fueron con dineros de su exclusiva propiedad, provenientes de la

herencia de su difunto padre, Luis Enrique Bohórquez Cáceres.

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Formuló las siguientes excepciones de fondo: “Prescripción extintiva de las

acciones para obtener la disolución y liquidación de la supuesta sociedad

patrimonial entre compañeros permanentes”, “Inexistencia de la causa o

soporte legal de las pretensiones de la demandante ANA ROSA ARIAS

FLÓREZ, por cuanto la unión marital de hecho sólo tuvo vida jurídica a partir

del 1º de enero de 1991, en que entró en vigencia la Ley 54 de 1990”,

“Improcedencia legal y jurídica de la existencia de unión marital de hecho por

existencia de la sociedad conyugal vigente y sin liquidar entre el suscrito (sic) y

EDITH CECILIA SARMIENTO” y la “Improcedencia de las declaraciones

solicitadas por la demandante ante la hipotética o presunta existencia de la

unión marital de hecho sin la vinculación legal de todos los litisconsorcios

necesarios, ante la posibilidad de lesión de los derechos e intereses de la

cónyuge EDITH CECILIA SARMIENTO.”.

Así mismo, propuso las excepciones previas de “No comprender la demanda a

todos los litis consortes necesarios” y “No haberse ordenado la citación de otras

personas que la ley dispone citar”, las cuales fueron despachadas en forma

desfavorable por el juzgado, mediante auto de fecha 20 de octubre de 2004.

La excepción de prescripción se afinca en que la propia demandante “señala

como supuesta fecha de disolución, indistintamente, el 10 de marzo de 2003 y

el 15 de abril del mismo año”. Como la fecha real es la de marzo de 2003 y la

demanda fue instaurada el 2 de abril de 2004, ya había pasado el término de un

año señalado para el efecto por el artículo 8 de la Ley 54 de 1990.

LA SENTENCIA IMPUGNADA

El 19 de septiembre de 2007, el Juzgado Segundo de Familia de Bucaramanga

profirió sentencia en la cual resolvió declarar la existencia de la unión marital de

hecho entre ANA ROSA ARIAS FLÓREZ y ENRIQUE ANTONIO

BOHÓRQUEZ CONTRERAS desde el 3 de diciembre de 1987 hasta el 15 de

abril de 2003, pero denegó la declaratoria de existencia de la sociedad

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patrimonial entre los compañeros permanentes. Previamente, declaró

infundada, en forma parcial, la excepción de improcedencia legal y jurídica

planteada por el demandado, e infundadas las demás excepciones propuestas,

incluida la de prescripción.

Funda su decisión así:

En primer lugar, se ocupó en determinar la fecha en que las partes se separaron

de hecho; y estableció que, de conformidad con el material probatorio existente

en el proceso, ANA ROSA ARIAS FLÓREZ y ENRIQUE ANTONIO

BOHÓRQUEZ CONTRERAS vivieron juntos hasta el 15 de abril de 2003. Con

ello quedó descartada la excepción de prescripción, pues la demanda fue

presentada, dice, el 12 de abril de 2004 (sic), dentro del término que la ley

señala.

Posteriormente, frente a los demás medios exceptivos propuestos, manifestó lo

siguiente:

INEXISTENCIA DE CAUSA: Señaló que ante la restrospectividad de la Ley 54

de 1990, establecida por vía jurisprudencial, se puede aplicar la norma a

eventos en que la convivencia surgió con anterioridad a la entrada en vigencia

de dicha ley, razón por la cual denegó la excepción.

IMPROCEDENCIA LEGAL Y JURÍDICA DE LA UNIÓN MARITAL DE

HECHO ANTE LA EXISTENCIA DE SOCIEDAD CONYUGAL VIGENTE Y

SIN LIQUIDAR DEL DEMANDADO: Dispuso la prosperidad parcial de este

medio exceptivo, pues, consideró que ante la existencia de prueba del estado

civil de casado del demandado y la ausencia de evidencia tendiente a demostrar

la disolución de la sociedad conyugal, se podía establecer que existía

impedimento para la creación de la sociedad patrimonial, no así para la unión

marital de hecho.

E L R E C U R S O

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Inconforme con el fallo de primer grado, y encontrándose dentro del término

legal, la parte demandante, por conducto de apoderada judicial, interpuso

recurso de apelación contra la sentencia de fecha 19 de septiembre de 2007,

proferida por el Juzgado Segundo de Familia de Bucaramanga. Por su parte, el

apoderado de la parte demandante se adhiere a la apelación interpuesta por el

demandante.

ANA ROSA ARIAS FLÓREZ sustenta su recurso de la siguiente manera:

Indica que dentro del proceso logró probar que existió unión marital de hecho

entre ANA ROSA ARIAS FLÓREZ y ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ

CONTRERAS. Además, de “las pruebas allegadas al Despacho donde se

demuestra demanda contra el señor BOHÓRQUEZ radicada en el Juzgado

Segunda (sic) de Civil del Circuito el día 24 de octubre de 1989, de Separación

de Bienes, si bien es cierto no se determina que la sociedad haya sido disuelta y

que para el A quo no se cumple el requisito contenido en el artículo 2º literal b

de la Ley 54 de 1990, debe tener en cuenta el Despacho que existe

desistimiento de la demanda y las razones de la misma, textualmente son: (folio

4) por haber llegado a un acuerdo con el cónyuge demandado sobre la

separación de bienes y no existir (sic) en adelante con el proceso.”.

Agrega que en lo referente a la unión marital de hecho, durante la vigencia de

la misma se adquirieron bienes que reposan en cabeza del demandado y agrega

que “si se reconoce que existió unión marital de hecho es obvio que surgió

también una sociedad entre los compañeros basada en una ayuda mutua, un

trabajo compartido que conllevó a la adquisición de dichos bienes”. A manera

de fundamento transcribe apartes de la sentencia proferida por la H. Corte

Suprema de Justicia el 10 de septiembre de 2003.

Finalmente, solicita se revoque el numeral 4º de la sentencia recurrida y, en su

lugar, se declare que como consecuencia de la unión marital de hecho

reconocida, surgió entre las partes una sociedad patrimonial.

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Por su parte, el apoderado del señor ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ

CONTRERAS solicita se revoque la sentencia de primera instancia y, en su

lugar se declare “demostrada la excepción de prescripción de las acciones

intentadas en la demanda por extemporaneidad de éstas.”. Lo anterior, con

fundamento en lo siguiente:

Indica el recurrente que la demanda fue presentada extemporáneamente, pues

asegura que quedó demostrado, con la copia de la solicitud de audiencia de

conciliación extraprocesal encaminada a obtener el reconocimiento de la

sociedad patrimonial de hecho entre ANA ROSA ARIAS FLÓREZ y ENRIQUE

ANTONIO BOHÓRQUEZ CONRERAS, que la convivencia entre las partes

tuvo ocasión entre el 3 de diciembre de 1987 y el 10 de marzo de 2003. La

demandante, alega, en unas ocasiones dice que la relación terminó el 15 de

abril de 2003, pero que “más adelante, el subconsciente, suministra el dato

exacto…Esta relación subsistió de manera continua y permanente, por un lapso

superior a dos años hasta el momento de su disolución ocurrida el 10 de marzo

de 2003, en la ciudad de Bucaramanga”. Aunque al corregir la demanda vuelve

a insistir en que la sociedad patrimonial fue disuelta el 15 de abril de 2003, ello

no es más que “fruto de su inquietud por desvirtuar la prescripción extintiva de

las acciones”, ante la contundencia de la prueba documental.

C O N S I D E R A C I O N E S D E L T R I B U N A L

Advierte esta Sala que la decisión de la providencia en mención amerita un

pronunciamiento de fondo por concurrir los diversos presupuestos procesales,

en tanto los litigantes son personas naturales con capacidad para ser parte por

ser sujetos de derecho, la demanda no ofrece obstáculos formales capaces de

impedir una sentencia de mérito, los litigantes estuvieron debidamente

representados y tanto el juzgado cognoscente como este Tribunal son las

autoridades competentes para definir las instancias del pleito. Aunado a lo

anterior, no existe irregularidad alguna que afecte la validez de la actuación,

pues a pesar de que el apoderado de la parte pasiva, en todos sus memoriales

advierte que “no sanea” las eventuales nulidades que se presenten, lo cierto es

que las irregularidades que el juzgado cometió están, de toda suerte, saneadas,

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pues no se reclamaron en su momento. Así que pasa la Sala a resolver las

apelaciones formuladas por ambas partes, previas las siguientes anotaciones en

torno de la cuestión jurídica y fáctica sometida al escrutinio del Tribunal.

La unión marital de hecho en el derecho colombiano:

Con la aparición de la Ley 54 de 1990 el legislador colombiano reconoció un

fenómeno social que se había hecho común en las relaciones familiares en

Colombia, al que llamó unión marital de hecho y del cual reguló sus efectos

patrimoniales. Poco después, la Constitución de 1991, artículo 42, vino a dar al

matrimonio de hecho posibilidad de surgir en nuestro ordenamiento como una

figura jurídica, con sus características propias, al punto de que, como la Corte

Suprema lo ha reconocido, si bien se trata de una figura de hecho y no de una

creada al amparo de un negocio jurídico ni cosa parecida1, es un hecho jurídico

que da nacimiento a un estado civil, como recientemente también lo reconociera

la misma alta Corporación, en providencia de junio 18 de 2008, conclusión que

se halla acompasada con el artículo 2 del Decreto 1260 de 1970.

Con apoyo en las normas constitucional y legal citadas, la figura ha

evolucionado en nuestro derecho, de manera acelerada en los últimos años. En

especial en los pronunciamientos de la jurisprudencia, tanto de la Corte

Constitucional como de la Corte Suprema, es palpable tal evolución.

No obstante que, como en varias ocasiones lo ha dicho la Corte Constitucional2,

ni la ley ni la Carta Política han equiparado el matrimonio y la unión marital de

hecho, a pesar de las obvias coincidencias entre las dos figuras, como la

exigencia de la heterosexualidad, la posibilidad de formar una familia, la

protección que merece del Estado, sus derechos fundamentales como grupo de

personas, etc., aspectos todos derivados del artículo 42 de la Constitución

1 “La unión marital no tiene vida, vale decir, no nace, sino en cuanto que se exprese a través de los hechos, reveladores de suyo de la intención genuina de mantenerse juntos los compañeros … la unión marital es fruto de los actos conscientes y reflexivos, constantes y prolongados: es como la confirmación diaria de la actitud. Es un hecho, que no un acuerdo, jurídico familiar.” Corte Suprema de Justicia. Sentencia de septiembre 10 de 2003. M. P. Dr. Manuel Isidro Ardila Velásquez.

2Sentencia C-174 de abril 29 de 1996.

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Política, la cercanía es innegable y cada vez se asemejan más, en cuanto a

efectos jurídicos de alcance personal, especialmente. Incluso la ley 54 presume

la “ayuda y socorro mutuos”, aunque no los señala como deberes sino como

fuente del patrimonio común de los compañeros (artículo 3).

El proceso de transformación de la figura en la jurisprudencia patria se

evidencia en tópicos como los siguientes, que se citan por vía de ejemplo, pues

no agotan el tema: inicialmente, no se le reconocía el carácter de hecho

generador de un estado civil, hoy ya se le reconoce (Corte Suprema de Justicia,

auto de junio 18 de 2008); al comienzo se planteó una rigidez en torno de los

efectos irrectroactivos de la norma, hoy se reconoce su retrospectividad (Corte

Suprema de Justicia, sentencia de 28 de octubre de 2005); hogaño se indicó

que si uno de los compañeros tenía una sociedad conyugal anterior, para la

formación de la sociedad patrimonial entre los compañeros era preciso que

estuviese disuelta y liquidada aquélla, luego se admitió que era suficiente con

que estuviese disuelta (Corte Suprema de Justicia, sentencia de septiembre 10

de 2003); años atrás la Corte Constitucional se negó a extender sus efectos a

las parejas del mismo sexo (sentencia C-098 de 1996), hoy lo admitió sin

ambages; en sentencia T-349 de 2006, la Corte Constitucional había negado la

posibilidad de sustitución pensional respecto de compañeros permanentes del

mismo sexo, hoy tal posibilidad no tiene reparo jurídico alguno. Son numerosas

las sentencias que indican avances en este tema, pero entre ellas, en aras de

brevedad, referenciamos estas otras: C-1033 de 2002, C-016 de 2004 y C-875

de 2005.

En fin, el trasegar de la figura ha tenido, a pesar de su escasa vigencia, una

enorme dinámica en el derecho colombiano, al punto que esta Sala, dadas las

particularidades de este caso, estima que él amerita dar un paso más, como a

continuación se explica. En el sentir de la Sala, esta sentencia lejos de

contradecir la jurisprudencia, emula su orientación, pues aunque la sigue

exactamente, propende por su avance.

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La norma, al dar la definición de unión marital de hecho, hace exigencia de tres

presupuestos estructurales de la figura: la heterosexualidad, la comunidad de

vida permanente y la singularidad.

Tales requisitos son personales, como claramente puede verse, de los dos

compañeros permanentes, internos a la relación, y no de sus condiciones

externas o de sus relaciones con otros. En otras palabras, de acuerdo con la

norma, para que constituyan una unión marital de hecho y se les llame

compañeros permanentes, los integrantes de la relación deben ser un hombre y

una mujer, deben estar conviviendo de manera permanente, no puede tratarse

de una relación esporádica, ni tampoco una sin convivencia, y, además, debe

haber singularidad, es decir, los compañeros permanentes deben tener sólo una

pareja, se ha entendido, con lo cual es obvia la referencia a la monogamia,

propia de la moral general de nuestra sociedad. La Corte Constitucional extendió

los efectos de la Ley 54 de 1990 a las parejas del mismo sexo; con ello no es

que se haya abrogado el requisito, sino que el derecho ha reconocido y aplicado

la figura a otra forma de pareja que hasta ahora había sido ignorada por el

legislador3.

No hay, por parte alguna, requisitos de temporalidad, pues tal presupuesto

aparece en el artículo 2º de la misma ley, mas no para que exista la unión

marital sino para que se presuma la sociedad patrimonial. Al modo de ver de la

Sala, perfectamente puede predicarse la existencia de una unión marital de

hecho, aunque los compañeros permanentes sólo tengan unos días de

convivencia; pero, desde luego, si tienen tan escaso tiempo de convivencia,

entre ellos no se presume la existencia de una sociedad patrimonial. No

obstante el claro tenor de tales textos legales, con frecuencia se indica tal

requisito temporal como de la unión marital y no lo es, pues lo es sólo como

presupuesto de la presunción de la sociedad patrimonial y, como adelante

veremos, hay razones de orden constitucional para entender tal norma en su

tenor literal, argumentación que tomamos de la que usara la Corte Suprema de

Justicia, en célebre sentencia de septiembre 10 de 2003.

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Tampoco es requisito de la unión marital que los compañeros carezcan de

vínculo matrimonial anterior, o que si lo tienen, hayan disuelto y liquidado la

sociedad conyugal, pues tales son requisitos de la presunción de sociedad

patrimonial y no de la unión marital, como textualmente aparece en la norma.

De modo que, si uno de los compañeros había tenido un matrimonio previo,

pero no disolvió la sociedad conyugal, si ya esa relación se terminó, así sea por

simple separación de hecho, nada impide que ahora forme una unión marital de

hecho, entre otras cosas porque si el matrimonio permanece vigente, no se

puede casar, sin que ello implique obstrucción alguna para que, en ejercicio de

sus derechos constitucionales, forme otra familia; pero, por supuesto, no habrá

lugar a presunción de la existencia de sociedad patrimonial.

Con ello no se afecta la singularidad de la relación ni se atenta contra la

monogamia. La singularidad es un asunto de hecho, de realidad palpable, no

uno de documentos que prueban la existencia de un vínculo anterior que, de

facto ya no existe debido a que, rota la anterior familia por la causa que fuere,

ya las personas forman parte ahora de otro núcleo familiar.

La reforma introducida a la Ley 54 de 1990 por la Ley 979 de 2005 no modifica

el planteamiento que esta sentencia pregona, pues si bien la norma reitera las

exigencias de la presunción (lo cual mueve a pensar que la jurisprudencia no

puede variar), lo cierto es que la finalidad de la ley no era otra que permitir que

fuese posible que la unión marital de hecho y la sociedad patrimonial se

reconociesen por medio de escritura pública. No obstante, conviene notar que

ahora la norma exige, para poder otorgar el instrumento con relación a la

sociedad patrimonial, que los compañeros permanentes demuestren la

existencia de la unión marital de hecho y los presupuestos necesarios para que

la sociedad patrimonial se presuma (artículo 1 de la Ley 979 de 2005).

3 Corte Constitucional, sentencia C 075 de 2007. La anterior fue la sentencia relativa a la Ley 54 de 1990. Recientemente, sentencia C 029 de 2009, extendió el cobijo de muchas otras normas, 42, para reconocer los derechos de las parejas del mismo sexo.

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De modo que esta disposición no significa cosa distinta a que, como

precisamente se desprende de su tenor literal, si los compañeros permanentes

no tienen derecho a que la sociedad patrimonial se presuma, no pueden suplir

la sentencia declarativa con reconocimiento voluntario ante notario. De donde

concluimos, en contra de la tendencia generalizada, que sí es posible hablar de

unión marital de hecho cuando los compañeros permanentes tienen una vida en

común, singular, así sea menor de dos años, y alguno de ellos tenga una

sociedad conyugal sin liquidar. Los dos ítems tienen la misma naturaleza jurídica

en la norma –requisitos de la presunción- y merecen igual tratamiento

argumentativo. Desde luego, se insiste, en tales condiciones los compañeros no

gozan de la presunción de conformar una sociedad patrimonial, pues tendrán

que probarla. El contra argumento que suele surgir en este punto del debate

alude a que, de esa manera, se confunden los patrimonios, cosa que el

legislador quiso evitar. Tal vez, pero ése es un problema puramente probatorio

de la liquidación, que corresponde a otro estadio del pleito, que en modo alguno

impide el reconocimiento de la figura, pues no es esencial. La dificultad

probatoria, ha de tener otra solución en derecho, como con acierto, respecto de

otro problema similar, argumenta la Corte Suprema de Justicia en la ya citada

sentencia de septiembre 10 de 2003.

Al permitir el reconocimiento por escritura pública de la sociedad patrimonial,

artículo 2 de la ley citada, la norma es restrictiva, pues sólo permite tal cosa

cuando se dan los presupuestos para que la sociedad patrimonial se presuma.

En consecuencia, la regla exige que los compañeros comparecientes ante el

notario demuestren la existencia de la unión marital, así como los requisitos

necesarios para que la sociedad se presuma. Y, salvo, la posibilidad del

reconocimiento voluntario, esta norma modificadora nada agrega que impida el

entendimiento de la figura de la manera como en esta sentencia se hace.

Como atrás se indicó, el propósito regulador del legislador de 1990, con la Ley

54 de ese año, no fue más allá de los asuntos de carácter patrimonial que

surgen de la unión marital de hecho: señala cuándo se presume la existencia de

la sociedad patrimonial, qué bienes hacen parte de ella, cómo se extingue y

también indica un término de prescripción, pasado el cual la reclamación de

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tales derechos patrimoniales será inocua si la parte pasiva en el eventual pleito

propone la prescripción.

Para el caso que el Tribunal debe resolver resulta relevante observar cómo la

citada ley no dice, por parte alguna, que de la sola presencia de la unión marital

de hecho surja la sociedad patrimonial entre compañeros permanentes. Ello

significa que habrá uniones maritales con sociedad patrimonial y uniones

maritales sin ella. De donde dimana un interesante problema probatorio: quien

alegue que se conformó una sociedad patrimonial deberá probarla, salvo en los

casos en que la ley presume su existencia, en los términos del artículo 2º,

modificado por la Ley 979 de 2005, es decir, si llevan más de dos años de unión

marital, en dos hipótesis: a) siempre que no tengan impedimento para contraer

matrimonio; o b) siempre que, de haber impedimento, por estar alguno o los

dos casados con anterioridad, las sociedades conyugales anteriores hayan sido

disueltas y liquidadas con un año de anticipación, por lo menos, a la fecha en

que se inició la unión marital.

El artículo 2º citado ha sido objeto de estudio y discusión inusitada. La Corte

Suprema de Justicia, en la muy importante sentencia para la cronología de la

evolución de esta figura, de septiembre 10 de 2003 (M. P. Dr. Manuel Isidro

Ardila Velásquez), dio un paso adelante para nuestro derecho, al estimar

inconstitucional (por vía de excepción) la exigencia de la norma según la cual las

sociedades conyugales anteriores deben estar liquidadas. Estimó la Corte que

“no se compadece con la Carta que una cosa visiblemente innecesaria tenga el

poder de anonadar el derecho sustancial, cuya primacía asegura aquella”, en

referencia a la exigencia de que la sociedad conyugal deba estar liquidada,

cuando es la disolución lo que pone fin a la sociedad conyugal, no la liquidación,

con lo cual basta lo primero para que ya sea posible evitar la confusión

patrimonial, propósito que parece ser el perseguido por la norma.

Sin embargo, la Ley 979 de 2005, infortunadamente, no hizo eco de este avance

jurisprudencial, pues insistió en consagrar la exigencia de liquidación de la

sociedad conyugal previa, sin caer en la cuenta, como si lo hace la sentencia

glosada, que los principios constitucionales de la Carta Política de 1991 campean

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también en el derecho privado, particularmente, como lo indica la Corte, en este

tipo de relaciones que merecieron la protección del constituyente, en el artículo

42, principios que son posteriores a la mentada ley 54, pero que la irrigan

necesariamente.

En opinión de esta Sala, el camino trazado por la sentencia de la Corte que se

acaba de glosar debe continuarse. Así que, en los párrafos siguientes, el

Tribunal construye la argumentación para sostener que la exigencia de

disolución (que ha sido judicial, más que de la norma) corre igual suerte que la

de liquidación, enfrentada a los principios constitucionales. Por consiguiente esta

Sala, aplica excepción de inconstitucionalidad a la exigencia que indica que no

hay lugar a sociedad patrimonial de hecho entre compañeros permanentes

cuando persista una sociedad conyugal anterior, pues tal regla, no explícita en

el texto legal, pero aplicada como norma derivada o adscrita, vulnera principios

constitucionales como el de igualdad, el de acceso a la justicia, el de prevalencia

del derecho sustancial sobre el procesal, entre otros. Veamos.

La norma contenida en el artículo 2 de la ley 54 no es más que una de carácter

procesal puesto que su propósito es el de consagrar una presunción; es preciso

recordar que las normas que establecen presunciones, conceden una exención

de prueba y son, por tanto, normas adjetivas. Allanan el camino de la prueba,

es expresión ya coloquial en la jurisprudencia. Cuando tales requisitos no se

reúnen significa que la sociedad patrimonial no se presume; pero puede

probarse, porque lo excluido, si faltan los requisitos, no es la sociedad

patrimonial, sino la presunción.

Ello ha de conducir a que en los eventos en los cuales la sociedad patrimonial

no se presume, pero el compañero o compañera permanente que demanda su

declaratoria prueba, en los términos del artículo 3 de la ley, que como

“producto del trabajo, ayuda y socorro mutuos” se formó un patrimonio, debe

reconocerse la figura. Dejar de hacerlo resulta una medida idónea para lograr el

propósito de evitar la confusión de patrimonios. Pero no es una medida

necesaria, en tanto el problema resulta solucionable por otros medios, sin que el

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Sentencia Ordinario 1068/2007 16

derecho sustancial sufra la mengua que, visto el problema de la manera

tradicional, resulta.

Sería una grave injusticia no hacer tal reconocimiento, que conllevaría una

vulneración evidente de principios constitucionales tales como el acceso a la

justicia y la vigencia de un orden justo, así como también significaría un

quebranto del principio de protección de la familia como institución básica de

nuestra sociedad (artículo 5 de la Constitución Política) y de los derechos de sus

integrantes y de la familia misma como grupo (artículo 42, ib.).

Ahora, que se corre el riesgo de que los patrimonios se confundan, el de la

sociedad patrimonial y el de la sociedad conyugal que se dejó sin disolver,

asunto que fue objeto de enjundiosas discusiones en la Sala, es cierto, pero es

un problema probatorio, propio de la liquidación. Bien entendió la Corte

Suprema de Justicia en la celebrada sentencia de septiembre 10 de 2003, citada

atrás, que en relación con la liquidación había manera de resolver el problema

probatorio. Pero mantiene la Corte, en la misma sentencia, la idea de que el

legislador quiso evitar que se confundan dos masas sociales, con lo cual

privilegia la sociedad conyugal.

A nuestro modo de ver, la situación que se genera con la falta de disolución,

tampoco pasa de ser un problema probatorio, susceptible de solución en la

liquidación, sin menoscabo del privilegio que pueda la ley dar a la sociedad

conyugal. Este caso lo pone sobre la mesa. Es entendible que el legislador haya

procurado que las masas patrimoniales no se confundan, al diseñar la

presunción. Pero no parece ser clara la conclusión que de allí se saca, no

explícita en la ley, según la cual, para evitar el problema, la norma haya privado

de un derecho sustancial a una persona. Piénsese en aquél integrante de la

pareja que, generalmente por su condición de debilidad y en aras del sosiego

familiar, ha permitido que los bienes, por los que ha luchado siempre, aparezcan

en cabeza de su compañero o compañera. Y que, además, no puede alegar una

sociedad de hecho, puesto que no puede mostrar aportes, propiamente, o el

ánimo de asociarse, o el ánimo de distribuir utilidades. ¿Resultará jurídicamente

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Sentencia Ordinario 1068/2007 17

admisible que se le prive de derechos, simplemente porque el legislador ha

querido evitar un problema probatorio?

Al sopesar los intereses en tensión, no parece razón suficiente para sacrificar un

eventual derecho sustancial de alguien, mucho menos de una persona que ha

merecido especial protección constitucional, como la mujer, en aras de un

asunto puramente procesal como lo es la dificultad probatoria de determinar,

para quien fuere, en cuál masa de bienes está alguno de ellos. Mucho menos

plausible resulta el sacrificio del derecho, si en realidad el mismo legislador ha

proveído reglas para solucionarlo. Desde luego que en tales eventos habría un

problema, pero, insistimos, es, simplemente, probatorio y, como tal, ha de

resolverse.

La ley, en un claro reconocimiento de que el propósito principal de los

compañeros permanentes es el de formar una familia, da por sentado que habrá

entre ellos “trabajo, ayuda y socorro mutuos”, de lo cual puede surgir un

patrimonio en común. Por consiguiente, el legislador dedica el artículo 3 a

determinar los bienes que hacen parte de la sociedad patrimonial, los cuales no

son otros que los que forman el haber común construido con ocasión de la

unión marital.

De acuerdo con la misma norma, de tal haber se entienden excluidos los bienes

que cada compañero ha adquirido a título gratuito y todos los que se hubiesen

adquirido antes de iniciarse la unión marital. Varias diferencias podemos

apreciar en relación con el régimen de la sociedad conyugal, consagrado de

manera mucho más prolija en los artículos 1781 y siguientes del Código Civil. En

efecto, nótese que no se hace distinción entre bienes muebles e inmuebles

aportados a la sociedad patrimonial, como sí se hace en la sociedad conyugal.

No se hace mención de temas como el de las subrogaciones, las recompensas,

donaciones, administración de los bienes, etc.

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Sentencia Ordinario 1068/2007 18

Las rentas, frutos, y en general lo producido por los bienes excluidos, precisa el

glosado artículo 3º, sí hacen parte de la sociedad patrimonial. Al respecto, la

Corte Constitucional4, en sentencia en que declaró ajustado a la Carta este

artículo, definió que la “corrección monetaria” (sic) de tales bienes, no hace

parte de la sociedad patrimonial. La Corte Constitucional, infortunadamente,

hizo en tal sentencia un uso equivocado del lenguaje pues en realidad se refiere

a la valorización de los bienes propios, rubro que, como no es renta ni producto

del bien, no ha de tenerse como perteneciente a la sociedad patrimonial sino a

cada compañero en particular.

De toda suerte, la sociedad patrimonial entre compañeros permanentes es

efecto jurídico de unos hechos, cuando se presume, y no negocio jurídico ni

contrato. Ya lo dijo la Corte Suprema de Justicia. Cuando no se presume, añade

esta sentencia, deberá demostrarse su existencia. Y, sólo entonces, aflorarán los

problemas probatorios relacionados con la situación de los bienes en una o en

otra masa social, si hubiere concurrencia de los fenómenos sociales

patrimoniales propios de la familia.

El compañero que en la liquidación pretenda que un bien fue producto del

trabajo, ayuda y socorro mutuos, si se halla en la hipótesis que venimos

analizando, tendrá a su favor el fuerte indicio de la relación marital de hecho,

pero tendrá en su contra, si no prueba, la presunción legal de que los bienes

habidos durante el matrimonio hacen parte de la sociedad conyugal.

Adicionalmente a la temática acabada de exponer, el caso muestra otro

problema relacionado con la aplicación de la norma en el tiempo, aspecto al que

se refirió el juzgado en la sentencia de primera instancia y resolvió bien, en

cuanto atañe a la unión marital de hecho, pero que no aplicó a la sociedad

patrimonial, en tanto, en su criterio, esta figura no se abre paso en el caso. Se

trata de la retrospectividad de la Ley 54 de 1990. Conviene precisar, en este

tema de la temporalidad de la ley, que, tanto la Corte Suprema de Justicia

(autos de julio 16 de 1992, julio 23 de 1992 y junio 10 de 1993 dictados para

4 Sentencia C-014 de febrero 4 de 1998. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.

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Sentencia Ordinario 1068/2007 19

dirimir algunos de los numerosos conflictos de competencia que se suscitaron

entre jueces civiles y jueces de familia) como la Corte Constitucional (sentencia

C-239 de mayo 19 de 1994) en una primera época determinaron que la Ley 54

de 1990 sólo tenía aplicación hacia el futuro, es decir, para las uniones

acaecidas a partir de su vigencia y no hacia el pasado. No obstante, en otro de

los avances jurisprudenciales que en parte se reseñaron atrás, la Corte Suprema

de Justicia, sentencia de 28 de octubre de 2005, concluyó, en buena hora, que

la norma ha de tener una aplicación retrospectiva.

De manera que las uniones maritales que se formaron con anterioridad a la

vigencia de la mentada ley, pero que prosiguieron, sin solución de continuidad,

una vez surgida la norma, quedaron también bajo el cobijo de la disposición

legal en comento. Tal interpretación de la Corte Suprema de Justicia está

fundada en la protección que a la familia de hecho brinda la Constitución Política

de 1991 y en el carácter de norma sustancial que la Corte reconoce al artículo

primero de la ley. De modo que, de acuerdo con este precedente del máximo

Tribunal de la justicia ordinaria, no necesitan ya los compañeros permanentes

cuyas relaciones se habían iniciado antes de la vigencia de la ley 54, de acudir a

la vieja figura de la sociedad de hecho, ni mucho menos a dos pleitos, pues el

juez puede reconocer tanto la unión marital como la formación del bloque

patrimonial entre los mismos integrantes de la pareja desde época anterior a la

ley en comento.

Esta sentencia de la Corte Suprema de Justicia aportó una visión de realidad

social y de justicia a la problemática, pues si la pareja no tuvo actividades de

tipo económico que permitan erigir una declaratoria de sociedad de hecho, con

anterioridad a la vigencia de la mentada ley, el miembro de la misma que se

veía forzado a demandar se quedaba sin protección alguna.

Tal planteamiento encaja claramente al caso, pues la familia de hecho que dio

origen a este pleito comenzó su existencia en 1987 y la prolongó hasta abril de

2003. De modo que, como bien lo estimó el juzgado, la excepción propuesta por

la parte demandada sobre el particular, según la cual la Ley 54 de 1990 no les

5 Sentencia SC268, M.P. Dr. Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo.

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Sentencia Ordinario 1068/2007 20

es aplicable pues la relación había comenzado antes, resulta, por demás,

descaminada. Sin embargo, como ya se vio, la dificultad que la sentenciadora de

primer grado encontró a las pretensiones de la demandante relacionadas no con

la unión marital de hecho sino con la sociedad patrimonial tiene que ver con la

existencia de una sociedad conyugal anterior, de la cual es parte el demandado,

aspecto en realidad puramente formal, tras más de dieciséis años de separación

de hecho entre los cónyuges (a la fecha de presentación de la demanda) y que

el Tribunal encuentra que tal hecho no obsta a la declaratoria deprecada, pues

como si verá, en el caso, bajo la directriz trazada, si bien no es posible presumir

la existencia de la sociedad patrimonial entre los compañeros, ella se encuentra

probada. Aborda la Sala el detalle párrafos adelante.

La concreción del derecho, del modo propuesto, mantiene la figura ajustada a

los principios constitucionales de hogaño, pues el derecho no podía dejar en la

desprotección a aquellos compañeros y compañeras maritales de facto,

especialmente a las mujeres, que, contra su querer o no, hacen parte de una

pareja en la cual su compañero o compañera se niega a disolver su antigua

sociedad conyugal. Incluso, por este camino, el derecho, al compás de los

principios constitucionales, tendrá que buscar la vía para proteger a personas

que hacen parte de familias disfuncionales en las que coexisten, al mismo

tiempo, varias parejas, en el mismo lugar o en distintos lugares de habitación,

sin desconocer los obvios problemas probatorios de confusión patrimonial por

resolver. El probable reproche que una situación así le inspire a un juez no es

razón suficiente para que se les niegue a tales personas la protección del

derecho, la cual estaría encaminada, en lo patrimonial, también por este

sendero llamado sociedad patrimonial de hecho entre compañeros

permanentes, atípica, por supuesto, pues no encajaría en las previsiones del

artículo 1 de la ley, y no por el de “sociedad de hecho entre concubinarios”,

pues el hecho social que se ventila no se subsume en tal figura, con lo que

resultaría antijurídico exigir que se reúnan los requisitos de la sociedad de

hecho, donde es evidente que jamás se quiso montar una sociedad, ni siquiera

de facto, en tanto la relación es puramente de familia, como pasa en el evento

que se juzga.

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Sentencia Ordinario 1068/2007 21

Las particularidades del caso

El caso a juzgar tiene, a modo de ver de esta Sala, unas particularidades tales

que mueven a plantear un solución diferente de la que tradicionalmente ha

dado la jurisprudencia a este tipo de conflictos. Si bien es cierto que el

demandado, desde el punto de vista formal, aún tiene un matrimonio vigente,

sus alegaciones constituyen lo que en derecho se denomina “venire contra

factum proprio”, pues, firmó junto con el apoderado de su cónyuge un memorial

de desistimiento, para que el juicio conyugal fuese archivado, pero jamás

disolvió la sociedad, como la anunciaron al juez, ni demostró una reconciliación,

como en el interrogatorio insinúa. Ahora usa su propia omisión para sacar de

ella provecho, en el sentido en que, por tal hecho, atribuible al demandado, la

demandante tiene, aparentemente, obstruido cualquier derecho a reclamar su

parte en el producto de las actividades que con el demandado desarrolló, de

ayuda y socorro mutuos, en procura de un patrimonio que les permitiese

sostener su hogar. Es cierto que ese hecho ocurrió antes de que demandante y

demandado comenzaran su convivencia juntos, pero, tal detalle robustece la

conclusión de que la actora merece la protección del derecho, pues

precisamente su caso sería, como lo demuestra la denegación de sus

pretensiones en la primera instancia, uno de aquellos en los que la persona que

ocupa el lugar de debilidad en la relación de pareja, termina por ver frustrados

sus legítimos derechos, producto de su trabajo en familia, que en modo alguno

puede catalogarse de una sociedad de hecho.

Ahora, por supuesto, tal protección no tiene el alcance de la presunción

consagrada en el artículo segundo de la ley 54, pues en modo alguno pretende

esta Sala obrar contra legem, en tanto es claro que no se subsume el caso en la

hipótesis de la norma, que como ya insistimos, contempla los requisitos para

que la sociedad patrimonial se presuma, con lo cual, la actora ha de asumir,

como en efecto lo hizo en el proceso, la carga de demostrar que entre los dos

compañeros construyeron un patrimonio familiar, no necesariamente una

sociedad de hecho, insiste la Sala.

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Sentencia Ordinario 1068/2007 22

En ese orden de ideas, es preciso observar que existen numerosos indicios de

que el patrimonio adquirido por los contendientes en esa época, constituye lo

que el artículo 3 de la ley 54 llama “producto del trabajo, ayuda y socorro

mutuos”.

Es conveniente precisar, bajo el riesgo de exagerada reiteración, pero en aras

de claridad, que no se trata de que, como no es posible presumir la “sociedad

patrimonial de hecho entre compañeros permanentes”, la Sala considere que se

deba probar la configuración de una sociedad de hecho entre los compañeros.

No. Se trata de que la parte demandante tenía la carga legal de probar, ante la

inaplicabilidad de la presunción, que entre los compañeros existió una “sociedad

patrimonial” producto del trabajo, ayuda y socorro mutuos entre los

compañeros permanentes y de verificar si la cumplió.

No se trata de una sociedad de hecho, pues tal figura, si bien responde como

solución de justicia a los eventos en los que, en verdad, los miembros de la

pareja han emprendido actividades de especulación económica, en compañía,

de la cual esperan un lucro a repartir, tal no es una solución de justicia material

en aquellos supuestos en los cuales se hallan las partes en una simple relación

de hogar, de convivencia, ayuda mutua, sin componentes especulativos de

ganancia o pérdida, propio de las sociedades pero no del bloque familiar.

Además, tal tema no se planteó en la demanda, pues no corresponde al caso, ni

es la pretensión, ni se deduce de los hechos, con lo cual, es evidente que se

halla fuera de la órbita del tema decidendum y que la remisión que se suele

hacer en la doctrina a los compañeros permanentes a ventilar su controversia

en un proceso declarativo de sociedad de hecho, cuando en realidad se trató de

una sencilla relación familiar, yerra por desconocimiento de una realidad social

en la cual la ausencia de esa actividad especulativa impide que estas personas

puedan encontrar respuesta real a sus aspiraciones de justicia.

Los hechos indicadores de que los bienes adquiridos por los ahora litigantes

fueron producto del trabajo, ahorro, ayuda y cooperación mutua, son varios. De

una parte, es innegable que sostenían una relación marital, al punto tal que el

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hecho se declaró en la sentencia de primer grado y, aunque en el escrito inicial

allegado durante el traslado en la segunda instancia el demandado anuncia que

va a combatir el punto, lo cierto es que no lo hace, pues enfila todas sus

baterías a demostrar que los derechos de la demandante se hallaban prescritos

cuando presentó la demanda, empresa en la que, como ya se analizará, fracasa

absolutamente.

Es indudable que, entonces, ANA ROSA ARIAS y ENRIQUE ANTONIO

BOHÓRQUEZ convivieron como pareja desde finales de 1987, época para la

cual el último había cesado ya, de hecho, toda convivencia con su legítima

esposa. Es innegable, también, que durante tal época adquirieron bienes,

precisamente de aquellos que son usuales en las relaciones maritales, sean tales

signadas bajo el nexo del matrimonio, sean bajo el simple hecho de la unión

marital. Se trata de bienes tales como una vivienda, una casa de campo y unos

automóviles para el desplazamiento de los dos, ambos profesionales en

ejercicio. No se trata de grandes inversiones, ni de bienes de fortuna inusuales,

sino, precisamente, de aquellos que las parejas suelen adquirir para la

comodidad de su relación, para convivir, para ayudarse mutuamente.

El demandado afirma que compró tales bienes para sí, con el producto de la

venta de una finca que había adquirido por herencia. Tal afirmación carece en el

expediente de una prueba fehaciente, que lleve convicción al juez de que así

ocurrió, y, obviamente, no hubo subrogación formal de bienes, como era de

esperarse, conducta que era de esperarse si, máxime, como él mismo lo ha

alegado con vehemencia en todos los instantes del proceso, mantiene vigente

su antigua sociedad conyugal.

La prueba testimonial corrobora tales orientaciones de lo que se investiga.

Nótese que María Antonia Obregón Plata, cuyo testimonio fue recibido a

instancias del demandado y quien les prestó servicios domésticos, identifica a la

pareja como “esposos”, que compartían casa; aunque no sabe si adquirieron

bienes, esta declarante sí sabe que los dos compañeros trabajaban, el uno como

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Sentencia Ordinario 1068/2007 24

médico, la otra como abogada; y cuenta, además, que era “la doctora Ana

Rosa” quien le pagaba su sueldo, aunque ambos le daban órdenes.

Orlando Ramírez Martínez, citado también por el demandado, casado con

una prima de éste, reconoce que ANA ROSA ARIAS y ENRIQUE ANTONIO

BOHÓRQUEZ convivieron como marido y mujer hasta el año 2003; interrogado

por los bienes adquiridos por la pareja, sólo refiere de un vehículo, marca

Honda, que la demandante manejaba, pero que era de ENRIQUE; aseguró que

Enrique se desempeñaba como médico, mientras ANA era ama de casa.

Luis Enrique Bohórquez Hurtado, hijo del demandado, indica que la relación

marital entre ANA ROSA y ENRIQUE ANTONIO comenzó en 1987 y terminó

en marzo de 2003, cuando ANA ROSA decidió dejar el hogar; cuenta que éstos

tuvieron una relación marital de público conocimiento, aunque refiere

interrupciones por causa de ausencias de ANA ROSA; refiere que su padre

trabajaba como médico, y ANA ROSA como abogada; precisa que ANA ROSA

estudió derecho, durante la época de la convivencia y que, en ese tiempo,

dependía de ENRIQUE ANTONIO y no tenía, aparte del de estudiante, otro rol

que el de ama de casa; y aunque afirma que ANA ROSA dejó a su padre en

marzo de 2003, según lo supo por frecuentar la casa de su padre y así él se lo

señaló, reconoce que ella no se llevó sus cosas hasta más tarde.

Blanca Elena Chaparro Sánchez cuenta que conoció a los ahora litigantes

como pareja normal, que convivieron públicamente, también se enteró de que

compraron un carro Honda y una camioneta, además de la casa en la que

vivían, en la cual figuraba ENRIQUE ANTONIO. Cuenta también esta

declarante que la relación entre los dos compañeros tenía tropiezos o peleas

frecuentes, por las cuales ANA ROSA se alejaba de la casa por unos días, pero

se reconciliaban y continuaban su relación.

Elsy Helena Acevedo Arenas, quien fuera compañera universitaria de la

demandante, declaró cómo fue testigo de los malos tratos de ENRIQUE

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Sentencia Ordinario 1068/2007 25

ANTONIO para ANA ROSA; refirió que mientras convivieron adquirieron

bienes tales como “un carro marca Honda, la casa de la Ciudadela, la finca en la

Mesa de los Santos, una camioneta Chevrolet y los enseres de la casa”; asegura

que ANA ROSA, una vez tuvo dinero de su trabajo, pagaba la mitad de todos

los gastos; y corrobora que ANA ROSA compró a ENRIQUE ANTONIO el

automóvil que éste tenía.

Luz Marina Sotelo Simanca trabajó un año como empleada doméstica de los

contendientes, e informa que vivían juntos, como pareja, el uno trabajaba como

médico y la señora como abogada, y los dos cubrían los gastos de la casa; pero

era ella quien le pagaba su sueldo; que había entre los miembros de la pareja

frecuentes disputas por causa de la afición de ENRIQUE ANTONIO al trago, y

que ANA ROSA le compró el carro que usaba al mismo ENRIQUE ANTONIO.

La lectura de los testimonios citados, que son todos los recibidos en el proceso,

se pone en evidencia que es falaz la afirmación vertida en la contestación de la

demanda según la cual la relación fue puramente sexual y esporádica, en lo cual

insiste el demandado al contestar el interrogatorio al cual fue sometido. La

relación marital, que repugna al interrogado, resulta diáfana entre las épocas

señaladas en la demanda. La unión marital tuvo tropiezos, altibajos y

separaciones ocasionales, es cierto, pero es evidente que las dificultades

tuvieron fuente, en un alto grado, en problemas atribuibles al demandado,

como su afición al alcohol, así como su tendencia al maltrato, del que hizo

víctima a su compañera permanente, hecho que ha intentado minimizar, pero

respecto del cual milita prueba de condena penal en su contra en el expediente.

En esas condiciones, como también se deduce de la prueba testimonial, las

ausencias temporales y ocasionales de Ana Rosa de su casa, estaban

plenamente justificadas y resulta insólito, por decir lo menos, que de ello derive

el demandado su afirmación de que la relación no pasaba de relaciones sexuales

esporádicas.

Al tiempo, como se acaba de reseñar, queda demostrado también que la pareja,

durante ese mismo lapso, adquirió bienes y contrajo deudas, con lo cual se

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acredita, sin duda, por inferencia necesaria, que junto con su relación familiar,

también construyeron una relación patrimonial, con ocasión de su trabajo

mutuo, las necesidades de la convivencia, y la ayuda recíproca, tema en el cual

la participación de la demandante se halla establecida, pues pagaba parte de los

gastos, según se deduce de las declaraciones de las personas que se

desempeñaron como empleadas domésticas de la pareja, quienes coinciden en

indicar que era la demandante quien les pagaba su sueldo. Amén de lo anterior,

es evidente que cubrió algunos otros gastos domésticos y que, en todo caso,

participó en la construcción de la pequeña fortuna familiar, con su labor de ama

de casa, punto en el cual este Tribunal comparte plenamente la doctrina sobre

el valor del trabajo doméstico, expuesta por la Corte Constitucional en la famosa

sentencia de agosto 12 de 1992.

Todos estos indicios son, para el Tribunal, suficiente prueba, ante la

imposibilidad jurídica ya explicada de poderla presumir, de la existencia de la

sociedad patrimonial entre ANA ROSA ARIAS y ENRIQUE ANTONIO

BOHÓRQUEZ. Queda así satisfecha la carga probatoria que a la demandante

impone el artículo 177 del Código de Procedimiento Civil, de probar que existió

una sociedad patrimonial de hecho entre compañeros permanentes, lo cual

deberá declarar el Tribunal, sin necesidad de apoyo en presunción alguna.

De manera que la sentencia de primer grado, si bien siguió las pautas generales

de la jurisprudencia, hay que reconocerlo, debió, a modo de ver de la Sala,

sopesar estas particularidades, para reconocer la figura de la sociedad

patrimonial, junto con la unión marital de hecho.

El problema de la prescripción

Análisis aparte merece este punto, en tanto es la principal arma que esgrime el

demandado, tanto al contestar la demanda, como al impugnar la sentencia,

según se lee en el escrito sustentatorio de su recurso. El asunto está fincado en

que la demandante, en la actuación previa al proceso, para cumplir con la

exigencia legal del requisito de procedibilidad de haber intentado la conciliación

del asunto, al formular su solicitud ante el Notario Quinto de la ciudad de

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Sentencia Ordinario 1068/2007 27

Bucaramanga afirmó que la pretendida sociedad patrimonial de hecho

comprendía “desde el 3 de diciembre de 1987 hasta el 10 de marzo de 2003”,

fecha esta última que señaló como la de “disolución”. Pero, al presentar la

demanda, ruega en la pretensión que se declare la unión marital de hecho, y la

consiguiente sociedad patrimonial, como ocurrida entre el 3 de diciembre de

1987 y el 15 de abril de 2003. No obstante, en la misma demanda, al final del

hecho segundo, nuevamente afirma que la relación se mantuvo hasta el 10 de

marzo de 2003.

Como la demanda fue presentada el 2 de abril de 2004, alega el demandado,

cuando ya había transcurrido el término de prescripción de un año de que habla

el artículo 8 de la Ley 54 de 1990, contado a partir del 10 de marzo de 2003, los

derechos de la demandante, si los tuviere, están extintos por el simple paso del

tiempo, pues habían pasado ya veintidós días del fenecimiento del término. Es

preciso aclarar, en este punto que la demanda no se presentó el 12 de abril de

2004, sino el 2. En la sentencia de primer grado aparece tal dato errado, pero

no es más que un lapsus calami sin consecuencias.

A primera vista el demandado pareciera tener razón. Pero ocurre que la solicitud

del trámite preprocesal de la conciliación fue presentada ante la Notaría Quinta

de la ciudad el día 16 de mayo de 2003. La audiencia, que se inició en la notaría

el 16 de mayo de 2003, fue suspendida por petición de las partes y se

materializó el 13 de junio de 2003. Los documentos que dan cuenta de este

hecho fueron aportados por el propio demandado y complementados por

decreto oficioso del Tribunal durante la segunda instancia. Luego, en aplicación

de lo dispuesto por el artículo 21 de la Ley 640 de 2001, es necesario descontar

estos días para el conteo de la prescripción, un total de veintiocho, puesto que

mientras se adelantaba el trámite en la notaría, el fenómeno extintivo del

derecho se hallaba suspendido.

En efecto, dice la norma que “la presentación de la solicitud de conciliación”,

suspende la prescripción hasta que se expidan las constancias a que se refiere

el artículo 2º, es decir, de que no hubo conciliación, para el caso. No se observa

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Sentencia Ordinario 1068/2007 28

tal constancia en el expediente, pues la demanda fue acompañada de petición

de medidas cautelares, con lo cual, la fallida audiencia de conciliación no se

exhibió por la gestora del pleito para iniciarlo. Pero, bajo el supuesto de que el

mismo día de la audiencia era posible expedir la constancia, el término de

prescripción, suspendido, debe reanudarse al día siguiente, contando a partir

del punto en el que quedó el conteo al momento de la petición, pues se trata de

suspensión y no de interrupción.

Para la Sala lo anterior significa que si tomamos el 10 de marzo de 2003 como

fecha de terminación de la relación, en gracia de discusión, para cuando se

presentó la petición de conciliación había trascurrido un término de dos meses y

seis días; allí se suspende el conteo, que se reanuda el 14 de junio de 2003, de

tal suerte que, contado desde entonces hasta la presentación de la demanda,

pasó un término de diez meses y dieciocho días más. Sumados los dos

segmentos tenemos once meses y veinticuatro días, apenas, con lo cual, de

bulto resulta que el término de prescripción no había trascurrido por entero y las

cuentas de la parte demandada son erróneas, así se tome como fecha de

terminación de la unión marital el 10 de marzo de 2003. El yerro de la parte

pasiva le acontece por dejar de tener en cuenta la previsión del artículo 21 de la

Ley 640 de 2001.

Lo atinente a la vigencia de la relación

Dilucidado el tema de la prescripción, la fecha de terminación de la relación deja

de tener la relevancia que se creía por las partes, pues desde el punto de vista

práctico resulta inocuo que se tome ya el 10 de marzo de 2003, ya el 15 de abril

del mismo año, pues en ese breve lapso no aparece que la pareja hubiese

adquirido bienes, como para que el detalle tenga trascendencia.

De toda suerte, el Tribunal avala la conclusión del juzgado, pues si bien podría

decirse que la demandante confesó, extraprocesalmente, que la relación

terminó el día 10, tal confesión resulta infirmada por las pruebas. Las múltiples

peleas de pareja hacen que no tengan claridad, ninguno de los dos, acerca de

cuando terminó la relación, pero, para la Sala, tal cosa ocurre, no cuando uno

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Sentencia Ordinario 1068/2007 29

de ellos se va temporalmente, dadas las disputas, sino cuando decide llevarse

todas sus cosas, en señal clara de rompimiento. En este punto es trascendente

la declaración del hijo del demandado, reseñada atrás. Mientras la demandante

mantuvo sus pertenencias personales en la misma casa, aún existía un signo de

unión, de probable deseo de superar las dificultades y mantener la relación.

Pero, como ya se indicó, el detalle carece de efectos jurídicos prácticos.

Resultado

Por lo acabado de explicar, la sentencia de primer grado ha de mantenerse en

lo que no fue objeto de recurso, como lo fue la declaratoria de la unión marital

de hecho, pero se debe revocar, con la consiguiente condena en costas contra

el demandado, en lo atinente a la sociedad patrimonial entre compañeros

permanentes, que este Tribunal reconocerá.

D E C I S I Ó N

Por lo expuesto el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bucaramanga, Sala

Civil - Familia, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad

de la ley,

R E S U E L V E:

PRIMERO: Se confirma la sentencia de fecha de 19 de septiembre de 2007,

proferida por el Juzgado Segundo de Familia de Bucaramanga, dentro del

proceso ordinario instaurado por ANA ROSA ARIAS FLÓREZ contra

ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ CONTRERAS, cuya demanda pretendió

la declaración de unión marital de hecho y sociedad patrimonial entre los

contendientes, en los ordinales primero, tercero, quinto y sexto de la parte

resolutiva.

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SEGUNDO: Se modifica el ordinal segundo de la misma, en el sentido de

declarar infundada de manera total la excepción aludida allí.

TERCERO: Se revoca el ordinal cuarto de la sentencia referida y, en lugar de

lo revocado se dispone:

Se declara que entre los mencionados ANA ROSA ARIAS FLÓREZ

contra ENRIQUE ANTONIO BOHÓRQUEZ CONTRERAS existió una

sociedad patrimonial de hecho entre compañeros permanentes,

cuya duración es la misma señalada en el ordinal tercero para la

unión marital de hecho. En consecuencia, se declara disuelta tal

sociedad patrimonial a partir del 15 de abril de 2003 y se ordena

su liquidación.

La liquidación ha de tener en cuenta los lineamientos contenidos

en esta sentencia, en la parte motiva.

CUARTO: Se condena en las costas del proceso al demandado. Por la

Secretaría del Tribunal, tásense y liquídense las de esta instancia.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE,

ANTONIO BOHÓRQUEZ ORDUZ

Magistrado ponente

(Ausente con Permiso)

RAMÓN ALBERTO FIGUEROA ACOSTA JOSÉ MAURICIO MARÍN MORA

Magistrado Magistrado