SENTENCIA Nº 232/2015 - Poder Judicial DE PRENSA/NOTAS DE PRENSA/ST APZ VI...denuncia presentada...
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15.07.29 ST APZ VI (232-15 ESTAFA, FALSEDAD DOCUMENTAL Y USURPACION ESTADO CIVIL.DOC
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AUD.PROVINCIAL SECCION N. 6ZARAGOZA00232/201550297 39 2 2014 0610685PA
PROCEDIMIENTO ABREVIADO 0000053 /2014USURPACIÓN DE ESTADO CIVILBBVA
SAJUAN JOSE GARCIA GAYARREMARIA REINA
AUDIENCIA PROVINCIAL DE ZARAGOZA
SECCIÓN SEXTA
ROLLO DE SALA (PA) Nº 53/2014
SENTENCIA Nº 232/2015
EN NOMBRE DE S. M. EL REY
ILMOS. SEÑORES: PRESIDENTE D. RUBÉN BLASCO OBEDÉ MAGISTRADOS D. CARLOS LASALA ALBASINI D. ALFONSO BALLESTÍN MIGUEL
EN LA CIUDAD DE ZARAGOZA, A QUINCE DE JULIO DE DOS MIL QUINCE.
Vista por la Sección Sexta de la Audiencia Provincial, constituida por los Ilmos.
Señores que al margen se expresan, en juicio oral y público, la presente causa,
seguida por delitos de estafa, falsedad documental y usurpación de estado civil,
por los trámites del Procedimiento Abreviado, registrado como Rollo nº 53 del
año 2.014, procedente del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción núm. 1 de
La Almunia de Doña Godina, contra los acusados CLARA M. F., nacida en
Zaragoza, el día 13 de agosto de 1952, domiciliada en Alpartir (Zaragoza), cuya
solvencia no consta, sin antecedentes penales, en libertad por esta causa,
representada por la Procuradora Sra. García Pastor y defendida por el letrado
Sr. Montesinos Lorén; VIRGINIA G. M., nacida en Zaragoza, el día 23 de enero de
1985, domiciliada en Alpartir (Zaragoza), cuya solvencia no consta, con un
antecedente penal por la comisión de un delito de apropiación indebida, en
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libertad por esta causa, representada por la Procuradora Sra. García Pastor y
defendida por el letrado Sr. Serrano Moreno; JOSÉ ANTONIO B. R., nacido en
Alpartir (Zaragoza), el día 16 de marzo de 1945, domiciliado en Alpartir
(Zaragoza), cuya solvencia no consta, sin antecedentes penales, en libertad por
esta causa, representado por la Procuradora Sra. García Pastor y defendido por
el letrado Sr. Isla Subías; y FRANCISCO M. F., nacido en Aliaga (Teruel), el día 2
de mayo de 1963, domiciliado en La Almunia de Dª Godina (Zaragoza), cuya
solvencia no consta, sin antecedentes penales, en libertad por esta causa,
representado por el Procurador Sr. Sanz Romero y defendido por la letrada
Sra.Roche G.; siendo partes acusadoras el MINISTERIO FISCAL y, como
acusación particular, BANCO DE BILBAO VIZCAYA ARGENTARIA, S.A.,
representado éste por el Procurador Sr. García Gayarre y asistido por la letrada
Sra. Ramón Díaz. Ha sido designado Magistrado ponente para esta resolución el
Ilmo. Sr. D. ALFONSO BALLESTÍN MIGUEL, que expresa el parecer del Tribunal.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- Las presentes diligencias se instruyeron por el Juzgado de Primera
Instancia e Instrucción núm. 1 de La Almunia de Doña Godina, en virtud de
denuncia presentada por Francisco G. M. contra Clara M. F., José Antonio B. R. y
Francisco M. F., ampliándose posteriormente la imputación a Virginia G. M.. En
dichas diligencias se acordó seguir el trámite establecido para el procedimiento
abreviado, habida cuenta de la pena señalada al delito, dando traslado de las
actuaciones al Ministerio Fiscal y a la Acusación Particular, que formularon la
correspondiente acusación, en cuya virtud el Juzgado instructor dictó, en fecha
14 de julio de 2014, auto acordando la apertura de juicio oral, pasando las
actuaciones a las representaciones procesales de los acusados, que formularon
los correspondientes escritos de defensa, solicitando su absolución,
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remitiéndose seguidamente la causa a esta Sala, la cual dictó auto en fecha 22 de
octubre de 2014, admitiendo las pruebas a practicar en el juicio y señalándose
seguidamente la fecha de celebración de éste, que finalmente tuvo lugar en
fecha 23 de junio de 2015.
SEGUNDO.- Al inicio del juicio oral, la letrada Sra. Ramón Díaz presentó prueba
documental, consistente en copias de un Decreto de adjudicación de una finca al
BBVA, de un escrito dirigido por el Procurador Sr. Sanz Romero, en
representación de Francisco G. M., al Juzgado de Primera Instancia de La
Almunia de Doña Godina y de un auto de suspensión del procedimiento de
Ejecución Hipotecaria, por prejudicialidad penal, prueba que fue admitida por el
tribunal.
Posteriormente, una vez practicada toda la prueba propuesta y admitida, y
llegado el trámite de calificación, el Ministerio Fiscal modificó las conclusiones
que había formulado con carácter provisional, considerando los hechos como
constitutivos de un delito de usurpación de estado civil del artículo 401 del
Código Penal, y de un delito de falsedad continuado en documento mercantil de
los artículos 392, 391-1, 2 y 3 y 74, en concurso medial con un delito continuado
de estafa de los art. 248 y 250-1.5º, y con aplicación del artículo 77 del Código
Penal, interesando que el acusado José Antonio B. R. fuera declarado
responsable del delito de usurpación de estado civil, en concepto de autor, sin la
concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad penal, y
solicitando que se le impusiera la pena de seis meses de prisión, con la accesoria
de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo
de la condena, y costas; y que los acusados Clara M. F., Virginia G. M., José
Antonio B. R. y Francisco M. F. fueran declarados responsables del delito de
falsedad continuado en documento mercantil, en concurso medial con un delito
de estafa, en concepto de autores, sin la concurrencia de circunstancias
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modificativas de la responsabilidad penal, y solicitando que se les impusiera a
cada uno de ellos la pena de cuatro años de prisión y multa de diez meses, a
razón de una cuota diaria de 8 euros, interesando que por vía de
responsabilidad civil indemnicen, conjunta y solidariamente, a Francisco G. M.
en la cantidad que se determine en ejecución de sentencia, más intereses
legales.
Por la letrada Sra. Ramón Díaz, en representación del Banco de Bilbao Vizcaya
Argentaria, S.A., en igual trámite de conclusiones definitivas, modificó también
las que había formulado con carácter provisional, suprimiendo la conclusión
VII-1inicialmente formulada, considerando los hechos como constitutivos de un
delito de estafa, tipificado en los artículos 248, 250.1.1º, 2º, 5º y 6º del CP, en
concurso medial con un delito continuado de falsedad en documento público,
tipificado en los artículos 392.1 y 74 del CP, y de un delito continuado de
usurpación de estado civil, tipificado en los artículos 401 y 74 del Código Penal,
solicitando que los acusados Clara M. F., Virginia G. M., José Antonio B. R. y
Francisco M. F. fueran declarados responsables, en concepto de autores, del
delito de estafa, en concurso medial con un delito continuado de falsedad en
documento público, y que el acusado José Antonio B. R. fuera también
condenado por el delito continuado de usurpación de estado civil, solicitando
que a los cuatro acusados se les impusieran, por el delito de estafa en concurso
medial con un delito continuado de falsedad en documento público, las penas de
ocho años de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el derecho
de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, y multa de veinticuatro
meses, a razón de una cuota diaria de diez euros, y aplicación del artículo 53 CP
en caso de impago, y que al acusado José Antonio B. R. le fueran impuestas las
penas de tres años de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, por el delito
continuado de usurpación de estado civil, interesando que por vía de
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responsabilidad civil, para el caso de que se acuerde la nulidad de la escritura
del préstamo hipotecario, indemnicen, conjunta y solidariamente, a BBVA, S.A.,
en la cantidad de 84.143 euros, más intereses ordinarios y moratorios
correspondientes.
TERCERO.- Las defensas de los acusados elevaron a definitivas sus conclusiones
provisionales, solicitando su libre absolución.
HECHOS PROBADOS
Ha quedado probado, y así se declara, que en fecha 22 de marzo de 2005, previo
concierto de voluntades de todos los acusados y con el fin de perjudicar a los
terceros afectados por las disposiciones patrimoniales que pretendían realizar,
José Antonio B. R. se personó en la Comisaría de San José, de esta ciudad de
Zaragoza, acompañado por Clara M. F., llevándolos en su vehículo el coacusado
Francisco M. F., y haciéndose pasar por Francisco G. M., esposo de Clara,
denunció la desaparición del DNI y solicitó en base a ello la renovación del
mismo, proporcionando una fotografía propia y los datos personales del citado
Francisco G. M. y firmando en la correspondiente ficha como si él fuera este.
Una vez que consiguió tal renovación, con el DNI así obtenido, José Antonio B. R.
compareció en fecha 26 de abril de 2005, junto con Clara M. F., en la Notaría del
Sr. B. F. D. P., en la que, haciéndose pasar de nuevo por el Sr. Francisco G. M. y
utilizando al efecto el referido DNI falsificado, otorgó escritura de poder a favor
de Clara M. F., firmándola con el nombre de Francisco G. M., la cual utilizó esta
para, en su propio nombre y aparentando actuar en el de su marido, otorgar, en
virtud de dicho poder, junto con la hija común de ambos, Virginia G. M., y su
hermano Francisco M. F., una escritura de préstamo hipotecario con la entidad
Banco de Santander, por importe de 64.000 euros, gravando como garantía
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hipotecaria la vivienda sita en Alpartir. El dinero así obtenido se ingresó en una
cuenta abierta en la propia entidad bancaria a nombre de los prestatarios Clara
M. F., Francisco M. F. y Virginia G. M..
Posteriormente, en fecha 16 de junio de 2006, las acusadas Clara M. F., en
nombre propio y manifestando actuar en representación de su esposo Francisco
G. M., y Virginia G. M., en su propio nombre, firmaron una nueva escritura de
préstamo hipotecario con la entidad BBVA, en la sucursal de La Almunia de
Doña Godina, por importe de 84.143 euros, gravando, como garantía hipotecaria
de la devolución del préstamo, la anteriormente referida vivienda sita en
Alpartir, de la que era titular el matrimonio formado por Clara M. F. y Francisco
G. M., ingresando el dinero así obtenido en la cuenta del Banco de Santander de
la que eran titulares los acusados Clara M. F., Francisco M. F. y Virginia G. M.,
destinándose parte de él a la amortización del préstamo obtenido previamente
de tal entidad bancaria. Tanto en el contrato de apertura de cuenta bancaria que
se firmó con el BBVA en relación con dicho préstamo -para efectuar los pagos
futuros de las correspondientes cuotas-, como en las cartulinas de firmas
correspondientes a dicha cuenta, la referida Virginia G. M. firmó en su nombre y
simuló la firma de su padre Francisco G. M..
Posteriormente, en fecha 6 de noviembre de 2008, la entidad Banco de Bilbao
Vizcaya Argentaria, S.A., instó el correspondiente procedimiento hipotecario por
impago de las cuotas pactadas contra los prestatarios Francisco G. M., Clara M. F.
y Virginia G. M., que concluyó con la adjudicación a la entidad prestamista de la
vivienda de anterior mención, cuyo lanzamiento quedó suspendido por
prejudicialidad penal a instancia de la representación procesal de Francisco G.
M..
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FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- En cuanto a la falsedad de las firmas de Francisco G. M. en los cuatro
documentos que se identifican en el factum, la del DNI y la subsiguiente del
poder otorgado a favor de Clara M. F. el 26 de abril de 2005 resultan acreditadas
por medio del informe pericial realizado por funcionarios del Grupo de
Documentoscopia de la Brigada Provincial de Policía Científica de Zaragoza,
obrante a los folios 274 a 297 de las actuaciones y ratificado en la vista oral, del
que resulta igualmente que fue el acusado José Antonio B. R. el autor material de
dichas firmas. Y lo mismo cabe afirmar respecto de las firmas atribuidas al
propio Sr. Francisco G. M. en el contrato de apertura de cuenta bancaria y en la
cartulina de firmas correspondientes a dicha cuenta, cuyo informe pericial
obrante a los folios 353 a 369 de los autos, realizado y ratificado en juicio por
los propios peritos de anterior mención, acredita plenamente su falsedad, así
como que fueron realizadas por la acusada Virginia G. M.. Dichos informes
periciales corroboran inequívocamente que Francisco G. M. fue completamente
ajeno a tales documentos, tal como él mismo afirmó en el juicio, siendo, por
tanto, falsas las firmas que en los referidos documentos aparecen como suyas.
En la declaración prestada en el plenario por José Antonio B. R., el mismo, aún
siendo parco en palabras, reconoció que, en efecto, se hizo pasar por Francisco
G. M. para que le hicieran un DNI con sus datos personales, así como que con
posterioridad “fue al notario”, de lo que cabe deducir, por el propio contenido de
su declaración, junto con la corroboración que de la misma hizo la acusada Clara
M. F., que falsificó, tanto el DNI de Francisco G. M., como el poder notarial
otorgado, usando el nombre de éste, a favor de la esposa, tal como resulta
también del citado informe pericial, careciendo, obviamente, de cualquier
virtualidad exculpatoria la explicación que dio sobre su comportamiento, al
decir que fue “una equivocación”. Efectivamente, fue una equivocación, pero
llevada a cabo conscientemente, con el consenso de todos los demás acusados, y
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con el objeto de falsificar los documentos que permitirían a la coacusada Clara
M. F. actuar en nombre del afectado por dichos actos falsarios, lo que permite
calificar tal equivocación como una actuación delictiva de quienes la
protagonizaron.
Queda, pues, plenamente acreditado que el acusado José Antonio B. R. participó
directa y materialmente en la confección de esos dos documentos falsos, pero es
que, además, más allá de toda duda razonable, estimamos que tal actuación
falsaria respondió a un propósito común de todos los acusados, pues la única
motivación razonable que apreciamos es que todos ellos se pusieran de acuerdo
para falsificar el DNI de la persona que, junto con su esposa, podía hipotecar la
vivienda familiar y obtener dinero a préstamo, lo cual fue corroborado por el
acusado José Antonio B. R., al responder a las preguntas de su letrado defensor
en el sentido de que las falsificaciones eran para sacar préstamos.
Igualmente, esa misma finalidad tuvo el otorgamiento del poder falso a favor de
la esposa de Francisco G. M., con el que, completando la trama urdida desde el
inicio de la actuación delictiva, los acusados Clara M. F., Virginia G. M. y
Francisco M. F. conseguirían que el Banco de Santander les concediera dicho
préstamo, por importe de 64.000 euros.
Es cierto que la acusada Clara M. F. declaró que todo fue idea suya y que su hija
Virginia no sabía nada, así como que la propia Virginia G. M. manifestó en el
juicio que le dijeron que iba como avalista, pero, tanto José Antonio B. R., como
Francisco M. F., declararon que la misma estaba al corriente de todo, lo que
unido al hecho incuestionable de que figurara como beneficiaria del préstamo
que consta documentado en los folios 139 y siguientes de los autos (al igual que
en el concertado con el BBVA), y no como tal avalista, contribuye a desacreditar
cualquier virtualidad exculpatoria de lo declarado por ella en tal sentido.
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Igualmente, también el acusado Francisco M. F. pretende hacer valer que no
participó en la trama delictiva que se analiza, pero incluso los hechos admitidos
por él corroboran lo contrario, pues no es razonable admitir que la idea de
falsificar el DNI surgiera espontáneamente el propio día en que se llevó a cabo,
mientras llevaba a José Antonio B. R. y Clara M. F. como ocupantes de su
vehículo, a los que luego esperó mientras hacían los correspondientes trámites
en la Comisaría para obtener el referido DNI, ni que posteriormente se
beneficiara del préstamo concedido por el Banco de Santander, tras la
utilización del poder falso de anterior referencia, préstamo en el que, además,
figuraba él como prestatario, disponiendo de parte de su importe.
Por último, acreditada que ha quedado la falsificación que realizó la acusada de
las firmas de su padre en el contrato y cartulina de firmas que se prepararon
para la apertura de la cuenta que se firmó con el BBVA, en relación con el
préstamo de 84.143 euros concedido por esta entidad, en el que figuraban como
prestatarios Francisco G. M., Clara M. F. y Virginia G. M., ello constituye un
indicio evidente, tanto de que estaba colaborando con su madre en la mendaz
manifestación que la misma hizo en la escritura, en el sentido de que actuaba en
representación de su esposo Francisco G. M., como en el propósito de ocultar a
éste, su padre, el préstamo que habían obtenido, utilizando falsamente su
nombre, y engañando igualmente a la entidad bancaria, con tal falsificación de
firmas, sobre las personas que se hacían responsables de los pagos de las
correspondientes cuotas de amortización del préstamo.
Así pues, conforme a tales apreciaciones, consideramos que en la falsificación
del DNI y poder de anterior referencia participaron los cuatro acusados, uno
como autor material y el resto como actuantes por medio de éste, con quien
actuaron en connivencia. Y en cuanto a la falsedad referida a la intervención y
firmas de Francisco G. M. que se relacionan con el préstamo concedido por el
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BBVA, las autoras fueron las acusadas Clara M. F. y Virginia G. M., directamente o
en virtud del correspondiente concierto de voluntades.
SEGUNDO.- Partiendo de tal valoración probatoria, los hechos que se describen
en el factum son constitutivos de un delito continuado de falsedad en
documento mercantil y oficial de los artículos 392, 390.1-1º, 2º y 3º, en
concurso medial con un delito de estafa –igualmente continuado en el caso de
tres de los acusados- de los art. 248 y 250-1.5º, en relación con lo establecido en
los arts. 74 y 77, del Código Penal.
No cabe, por otra parte, considerar que tales hechos sean también constitutivos
del delito de usurpación de estado civil del artículo 401 del Código Penal, por el
que ha sido acusado José Antonio B. R., pues la conducta que el mismo
desarrolló, fingiendo ser Francisco G. M., tanto en el DNI que renovó con los
datos de éste, como en el subsiguiente poder otorgado a favor de la coacusada
Clara M. F., forma parte de los actos que integran la falsedad continuada de
anterior referencia y queda, por tanto, subsumida en los tipos penales
precitados.
Para la existencia de este delito es preciso arrogarse una personalidad ajena
para usar de los derechos y acciones de la persona sustituida, de modo que el
suplantador se haga pasar por el suplantado a todos los efectos, como si de tal
persona se tratara. Por tanto, no se dará el delito de usurpación de estado civil
cuando una persona asume la identidad ajena tan solo para la realización de una
serie de actos concretos y determinados.
Consecuentemente, si, como es el caso, la trama engañosa ideada por los
acusados estaba concebida, exclusivamente, mediante la utilización del DNI de
autos, para llevar a efecto la defraudación posterior, entendida como una
"conditio sine qua non" para su comisión, pero sin ningún elemento añadido de
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antijuridicidad, hemos de concluir que la referida falsedad personal carecía de
autonomía propia para integrar tal ilícito. Procede, pues, la libre absolución del
acusado José Antonio B. R., por este delito.
Respecto a la falsedad documental que igualmente es objeto de acusación, de
forma reiterada viene recogiendo la jurisprudencia de la Sala II del Tribunal
Supremo los requisitos precisos para definirla: 1º) el elemento objetivo o
material, propio de toda falsedad, consistente en la mutación de la verdad por
alguno de los procedimientos o formas enumerados en el artículo 390 del
Código Penal; 2º) que la «mutatio veritatis» recaiga sobre elementos capitales o
esenciales del documento y tenga suficiente entidad para afectar los normales
efectos de las relaciones jurídicas; y 3º) el elemento subjetivo, o dolo falsario,
consistente en la concurrencia en el agente de la conciencia y voluntad de
transmutar la realidad, esto es, del conocimiento y voluntad de que se altera la
verdad genuina, sin que en estos casos de falsedad en documento oficial o
mercantil se exija el ánimo de lucro, ni ningún otro especial, a diferencia de
cuando se trata de documentos privados.
Pues bien, todos esos requisitos concurren en los hechos descritos, pues se
falsificaron los documentos con el propósito claro y admitido de evitar que la
persona a la que correspondía la identidad falseada interviniera en los actos
jurídicos posteriores para los que se utilizaron, haciéndolos valer ante terceros,
esto es, ante empleados de una entidad bancaria, con el fin de obtener un dinero
a título de préstamo. Además, es evidente que estamos ante un delito
continuado de falsedad en documento mercantil y oficial, tal como postularon
las acusaciones, pues, tanto las falsedades en las que intervino directamente el
acusado José Antonio B. R., como las protagonizadas posteriormente por la
acusada Virginia G. M., respondían al mismo plan preconcebido, apreciándose
en ellas un dolo unitario que las abarca.
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Y en relación al delito de estafa, los requisitos que definen tal infracción se
exponen, entre otras muchas, en las Sentencias del Tribunal Supremo de 20 de
mayo de 2005, 10 de noviembre de 2008 y 26 de junio de 2009, y son los
siguientes:
1º) un engaño precedente o concurrente, que viene a ser la espina dorsal y
factor nuclear de la estafa, conceptuado como ingenio falaz y maquinador de los
que tratan de aprovecharse del patrimonio ajeno; 2º) dicho engaño ha de ser
bastante, es decir, suficiente para la consecución de los fines propuestos,
cualquiera que sea la modalidad en que se manifieste, debiendo tener adecuada
entidad para que actúe como estímulo eficaz del traspaso patrimonial,
valorando aquella idoneidad, tanto atendiendo a módulos objetivos, como en
función de las condiciones personales del sujeto afectado y de las circunstancias
del caso concreto; 3º) producción de un error esencial en el sujeto pasivo,
desconocedor o con conocimiento deformado o inexacto de la realidad, lo que
lleva al mismo a actuar bajo una falsa presuposición y a emitir una
manifestación de voluntad partiendo de un motivo viciado, por cuya virtud se
produce el traspaso patrimonial; 4º) un acto de disposición patrimonial, con el
consiguiente y correlativo perjuicio para el disponente, es decir, que la lesión
del bien jurídico tutelado, el daño patrimonial, sea consecuencia del error
experimentado y, en definitiva, del engaño desencadenante de los diversos
estadios del tipo; 5º) ánimo de lucro, como elemento subjetivo del injusto,
exigido de manera explícita por el artículo 248 del CP y entendido como
propósito por parte del infractor de obtención de una ventaja patrimonial
correlativa, aunque no necesariamente equivalente, al perjuicio típico
ocasionado; y 6º), nexo causal o relación de causalidad entre el engaño
provocado y el perjuicio experimentado, lo que implica que el dolo del agente
tiene que anteceder o ser concurrente en la dinámica defraudatoria, no
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valorándose penalmente el dolo subsequens, es decir, el sobrevenido y no
anterior a la celebración del negocio de que se trate.
En concreto, y descendiendo al caso enjuiciado, concurren, efectivamente, todos
y cada uno de estos requisitos, pues los acusados idearon una dinámica
comisiva consistente en que uno de ellos se haría pasar por Francisco G. M.,
esposo de la acusada Clara M. F., y tras falsificar su DNI y otorgar poderes a
favor de ésta -que autorizaban para obtener préstamos en su nombre-, se
dirigiría la supuesta apoderada al Banco de Santander y obtendría así 64.000
euros, gravando, a la vez, con una hipoteca, la vivienda familiar de la que el
suplantado era cotitular y beneficiándose así del dinero las personas que
figuraban como prestatarios en el contrato de préstamo, esto es, los acusados
Clara M. F., Francisco M. F. y Virginia G. M..
Y lo mismo cabe decir de la actuación posterior en el BBVA, al que, mediando
engaño, consistente en que Clara M. F. manifestó actuar en representación de su
esposo Francisco G. M., y con la colaboración de su hija Virginia G. M., que
falsificó la firma de su padre en el contrato y reconocimiento de firmas de la
correspondiente cuenta bancaria, consiguieron obtener un nuevo préstamo, con
la garantía hipotecaria correspondiente a la propia vivienda familiar de anterior
mención, esta vez de 84.143 euros, del que se beneficiaron igualmente los
acusados Clara M. F., Francisco M. F. y Virginia G. M., pues tal importe se
incorporó a su patrimonio mediante el ingreso en la citada cuenta que tenían a
su nombre en el Banco de Santander, destinando parte de él a amortizar la parte
pendiente que tenían del préstamo concedido por esta entidad bancaria y
consumándose igualmente el correspondiente perjuicio, tanto para el BBVA,
como para Francisco G. M., cuando dejaron de abonarse las correspondientes
cuotas de devolución pactadas.
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Por otra parte, es evidente que concurre la agravación del artículo 250-1, 5º, del
Código Penal, al superar los 50.000 euros el valor de sendas estafas llevadas
acabo. Pero en cuanto a la agravación del artículo 250-1, 6º, del propio código,
invocada por la Acusación Particular, consistente en que “se cometa abuso de las
relaciones personales existentes entre víctima y defraudador, o aproveche éste
su credibilidad empresarial o profesional", hemos de tener en cuenta, como
premisa previa, que la doctrina sentada al efecto por el Tribunal Supremo (entre
otras, SSTS de 13 de julio de 2009, 29 de octubre de 2009, 1 de marzo de 2013 y
19 de febrero de 2014) establece que para que concurra esta agravación debe
exigirse que se trate de una relación distinta de la que por si misma representa
la relación jurídica que integra la conducta, quedando reservada para aquellos
supuestos en los que además de quebrantar una confianza genérica, subyacente
en todo hecho típico de esta naturaleza, se realice la acción desde una situación
de mayor confianza o de mayor credibilidad. En definitiva, debe exigirse un plus
que hace de mayor gravedad el quebrantamiento de confianza implícito en esta
clase de delitos, pues en caso contrario tal quebrantamiento se encontraría
ordinariamente inserto en todo comportamiento delictivo calificable como
estafa, pues la estafa implica siempre un antijurídico aprovechamiento
engañoso de la confianza ajena.
En el presente caso, sólo las acusadas Clara M. F. y Virginia G. M. tenían una
relación especial con una de las víctimas del delito, al ser la esposa e hija,
respectivamente, de la persona en cuyo nombre actuaron falsamente, pero si
tenemos en cuenta que a ambas les habría afectado, favorablemente, la excusa
absolutoria que para los delitos patrimoniales establece al efecto el art. 268 CP,
si solamente hubiera existido tal perjudicado, el beneficio punitivo que dicho
precepto establece debe proyectarse sobre la agravación específica ahora
analizada, sobre todo, y a mayor abundamiento, porque no es concebible la
concurrencia de abuso de relaciones de tal carácter con las entidades bancarias
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que fueron igualmente engañadas sobre la identidad de una de las personas que
figuraban en los contratos de préstamo. Consecuentemente, hemos de concluir
que no concurre la agravación prevista en el artículo 250-1, 6º, del Código Penal.
TERCERO.- En cuanto a la relación de los delitos de falsedad y estafa, ambas
infracciones se hallan entre sí en relación de medio a fin para la consecución del
resultado defraudatorio perseguido, pues se simularon documentos de
identidad y mercantiles con el propósito de obtener un lucro ilícito mediante
engaño, considerando, por tanto, que fue necesaria la utilización de la
falsificación para cometer un delito de estafa, que también debe ser considerado
continuado, pero sólo en relación con los acusados que participaron en los dos
actos defraudatorios, concretamente Clara M. F., Francisco M. F. y Virginia G. M.,
al estar ante dos actuaciones sucesivas que respondían a un mismo plan
preconcebido. En definitiva, pues, aunque se trata de dos delitos autónomos e
independientes, estamos ante un concurso medial entre la falsedad documental
de los artículos 390.1-1º, 2º y 3º, y 392 y la estafa del artículo 250.1.5º del
Código Penal, con la apreciación en ambas de la continuidad delictiva, salvo en
el caso de José Antonio B. R., que participó tan solo en el primer delito de estafa,
y todo ello se entiende así por cuanto dicha conducta falsaria fue el medio
idóneo del que se valieron los acusados para conseguir unos ilícitos
desplazamientos patrimoniales, lo que determinará, en el ámbito punitivo, que
se apliquen las normas del artículo 77 CP.
CUARTO.- Del referido delito continuado de falsedad en documento mercantil y
oficial, en concurso medial con un delito continuado de estafa, resultan
responsables, en concepto de autores, los acusados Clara M. F., Francisco M. F. y
Virginia G. M., pues actuaron en connivencia en la preparación de los
documentos falsos que les permitirían consumar su propósito defraudatorio, tal
como ha quedado de manifiesto en la anterior valoración probatoria. La
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coacusada Clara M. F. actuó de común acuerdo con los demás acusados para
llevar a cabo la primera actuación defraudatoria y con dos de ellos -Francisco M.
F. y Virginia G. M.- para la segunda, actuando falsamente en representación de
su esposo, tanto utilizando el poder de anterior mención para solicitar el primer
préstamo al Banco de Santander, que le apoderaba, en nombre de su referido
esposo, para obtener toda clase de préstamos o créditos hipotecarios, como
manifestando que lo hacía en representación del mismo, en el caso del BBVA,
con lo que en ambas actuaciones se cumplieron los presupuestos del artículo 74
del Código Penal.
Y en cuanto a la responsabilidad penal del acusado José Antonio B. R., también
estamos, por las mismas razones expuestas, ante un concurso medial entre la
falsedad en documento mercantil de los artículos 390.1. 3º y 392 del Código
Penal y la estafa del artículo 250.1.5º, pero en este caso no cabe apreciar la
continuidad delictiva en la estafa, al constar únicamente acreditado que sólo
intervino en la primera defraudación planeada por todos. En el caso del
préstamo solicitado al BBVA, los documentos por él falsificados no fueron
presentados a la entidad bancaria cuando se concertó el contrato de préstamo,
ni consta que se beneficiara o participara en el delito de alguna otra manera,
limitándose la coacusada Clara M. F. a manifestar en tal acto que intervenía en
nombre propio y en la representación de su esposo.
QUINTO.- No concurren en los acusados circunstancias modificativas de la
responsabilidad criminal.
SEXTO.- En cuanto a la pena a imponer a los acusados Clara M. F., Francisco M.
F. y Virginia G. M., aplicando lo dispuesto en el artículo 77 del Código Penal, en
su anterior redacción a la actualmente vigente, al tratarse de un delito
continuado de estafa agravada, en concurso medial con otro, también
continuado, de falsedad en documento mercantil y oficial, procede imponer la
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pena correspondiente a la infracción más grave, en su mitad superior, salvo que
sea más favorable al reo la punición separada de ambas conductas, en cuyo caso
se sancionarán las infracciones por separado.
En consecuencia, si la nueva agravación que corresponde por aplicación del
concurso medial lleva a fijar la extensión de las penas imponibles por el delito
continuado de estafa del artículo 250.1 entre tres años, seis meses y un día y
seis años de prisión, y entre nueve meses y un día y doce meses de multa, y las
que corresponderían al delito continuado de falsedad documental entre un año,
nueve meses y un día y tres años de prisión, mas una multa de entre nueve y
doce meses, la pena finalmente imponible, por ser más favorable a los acusados,
sería la correspondiente al delito de estafa.
En este caso, si se sancionaran ambas conductas por separado, al no concurrir
atenuantes ni agravantes, consideramos que conforme a la métrica penológica
aplicable conforme a lo dispuesto en el art. 66.1.6ª, por el delito de estafa
debería imponerse la pena en el límite mínimo de su mitad inferior, pues como
circunstancias a tener en cuenta hemos de valorar que tan solo fueron dos las
acciones defraudatorias cometidas y con un perjuicio final que sólo afectó al
préstamo concedido por el BBVA, y en cuantía sensiblemente superior a la
establecida en el art. 250.1.5º del Código Penal. Y por otra parte, el delito
continuado de falsedad, de sancionarse por separado, tendría una pena
privativa de libertad mínima de un año, nueve meses y un día de prisión. Por
todo lo cual, consideramos que, de sancionar los delitos por separado, y
aplicando las reglas del delito continuado, aparte de las penas de multa
correspondientes, la suma de las penas privativas de libertad a imponer sería de
cinco años, tres meses y un día de prisión, mientras que si se optara por
sancionar el delito más gravemente penado con la pena correspondiente, en su
mitad superior, la de prisión sería de cuatro años, nueve meses y un día y la
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multa de diez meses y quince días, con la correspondiente responsabilidad
personal subsidiaria prevista en el art. 53-1 del Código Penal, en caso de
impago, fijándose en ocho euros la cuota diaria, pues a falta de acreditación de
los recursos económicos reales de los inculpados, esto es, de las condiciones
económicas a que alude el artículo 50.5 del Código Penal, se considera que aún
teniendo tal cuota su ubicación en la «zona baja» de la posible cuantía prevista
legalmente, la misma puede cumplir la función de prevención general positiva
que le es propia.
Y en cuanto a la pena a imponer al acusado José Antonio B. R., al que no afecta la
continuidad delictiva del delito de estafa, si se sancionaran ambas conductas por
separado, por el delito de estafa debería imponerse la pena en el límite mínimo,
esto es, un año de prisión y multa de seis meses, mientras que por el delito
continuado de falsedad documental correspondería un año, nueve meses y un
día de prisión y multa de nueve meses. Por tanto, la pena finalmente imponible,
conforme a lo dispuesto en el artículo 77 del Código Penal, de penar los delitos
por separado, sería de un total de dos años, nueve meses y un día, además de la
multa, mientras que si se optara por sancionar el delito más gravemente penado
con la pena correspondiente, en su mitad superior, la correspondiente al delito
continuado de falsedad documental quedaría en dos años, cuatro meses y
quince días y multa de diez meses y quince días, por lo que la pena finalmente
imponible sería la correspondiente a este delito continuado de falsedad
documental, estableciendo para la multa la misma cuota diaria de ocho euros
que ha sido fijada para el resto de los acusados, por idéntico fundamento.
Además, conforme a lo previsto en el art. 56.1.2º del Código Penal, procede
imponer a los acusados la pena accesoria de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena.
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SÉPTIMO.- A tenor de lo dispuesto en los arts. 109 y concordantes del Código
Penal, todo responsable criminalmente de un delito o falta lo es también
civilmente, por lo que, comprendiendo esta responsabilidad la restitución, la
reparación del daño y la indemnización de perjuicios, habrá de tomarse en
consideración las peticiones formuladas al respecto. Concretamente, la
Acusación Particular suprimió la conclusión VII-1 de sus conclusiones
provisionales, pero mantuvo implícitamente la conclusión VII-2, esto es, que por
vía de responsabilidad civil, para el caso de que se acordara la nulidad de la
escritura del préstamo hipotecario, indemnizaran los acusados, conjunta y
solidariamente, a BBVA, S.A., en la cantidad de 84.143 euros, más intereses
ordinarios y moratorios correspondientes; no obstante, como quiera que la
sentencia no puede pronunciarse sobre tal nulidad, al no haber sido solicitada,
tal petición no puede ser tomada en consideración, dados los términos
condicionados en que venía planteada.
Y en cuanto a la solicitud del Ministerio Fiscal de que se indemnice al
perjudicado Francisco G. M. en la cantidad que se determine en ejecución de
sentencia, así debe ser declarado, pero sólo respecto de los acusados Clara M. F.,
Francisco M. F. y Virginia G. M., pues tal perjuicio no es imputable a la conducta
del acusado José Antonio B. R., que sólo tuvo incidencia con la actuación llevada
a cabo ante el Banco de Santander, de la que no queda pendiente ningún
perjuicio resarcible. En definitiva, si no ha quedado determinado el perjuicio
final sufrido por Francisco G. M., ni tampoco el resultado que puedan tener las
acciones que el mismo pueda ejercitar frente al BBVA, al haberse otorgado el
préstamo de autos sin que se acreditara documentalmente la representación en
el contrato firmado en su nombre, no es posible ahora establecer una cuantía
concreta para indemnizarle de los perjuicios sufridos.
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OCTAVO.- Por imperativo legal de lo dispuesto en los arts. 123 del CP y 240 de
la LECr., la responsabilidad criminal comporta la condena en costas. No
obstante, al proceder la absolución por una de las infracciones que fueron
objeto de acusación, tal condena comprenderá las cuatro quintas partes de las
causadas, que serán abonadas por cuartas e iguales partes por los acusados,
declarando de oficio la quinta parte restante. Y por otra parte, al haber errado la
acusación particular, tanto en la calificación de los hechos, pues no tuvo en
consideración la continuidad delictiva de la estafa, como en las penas de ocho
años de prisión y multa de veinticuatro meses interesadas, superiores, incluso, a
las previstas en los tipos penales en que encajó la conducta de los acusados, en
dicha condena no se incluirán las costas generadas por su intervención en el
proceso, al no haber tenido utilidad alguna su actuación procesal en el
desarrollo del mismo.
Vistos los artículos citados y demás de general y pertinente aplicación,
FALLAMOS
Que debemos CONDENAR y CONDENAMOS a CLARA M. F., VIRGINIA G. M. y
FRANCISCO M. F., como autores de un delito continuado de falsedad en
documento mercantil, en concurso medial con un delito continuado de estafa,
sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad
criminal, a las penas de cuatro años, nueve meses y un día de prisión, con la
accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante
este tiempo, y multa de diez meses y quince días, a razón de una cuota diaria en
ocho euros, con la correspondiente responsabilidad personal subsidiaria en
caso de impago, así como al pago, cada uno, de la quinta parte de las costas
procesales, excluidas las de la Acusación Particular, debiendo indemnizar
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conjunta y solidariamente a Francisco G. M. en la cantidad que se determine en
ejecución de sentencia, mas los intereses legales correspondientes.
Que debemos CONDENAR y CONDENAMOS a JOSÉ ANTONIO B. R., como autor
de un delito continuado de falsedad en documento mercantil, en concurso
medial con un delito de estafa, sin la concurrencia de circunstancias
modificativas de la responsabilidad criminal, a las penas de dos años, cuatro
meses y quince días de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para
el derecho de sufragio pasivo durante este tiempo, y multa de diez meses y
quince días, a razón de una cuota diaria de ocho euros, con la correspondiente
responsabilidad personal subsidiaria, en caso de impago, así como al pago de la
quinta parte de las costas procesales, excluidas las de la Acusación Particular.
ABSOLVEMOS a JOSÉ ANTONIO B. R. del delito de usurpación de estado civil
por el que venía acusado, con declaración de oficio de la quinta parte restante de
las costas procesales.
Notifíquese la presente sentencia a todas las partes personadas, con
información de que contra la misma solo se puede interponer recurso de
casación, a anunciar ante esta Sala y para su sustanciación ante el Tribunal
Supremo, en el plazo de CINCO DIAS, a contar desde la última notificación.
Así por esta nuestra sentencia, de la que se unirá certificación al rollo y se
anotará en los registros correspondientes, lo pronunciamos, mandamos y
firmamos.
PUBLICACION.- Leída y publicada fue la anterior sentencia por el Ilmo. Sr.
Magistrado Ponente estando celebrando audiencia pública en el día de su fecha.
Doy fe.