SENTENCIA Nº 232/2015 - Poder Judicial DE PRENSA/NOTAS DE PRENSA/ST APZ VI...denuncia presentada...

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15.07.29 ST APZ VI (232-15 ESTAFA, FALSEDAD DOCUMENTAL Y USURPACION ESTADO CIVIL.DOC 1 AUD.PROVINCIAL SECCION N. 6ZARAGOZA00232/201550297 39 2 2014 0610685PA PROCEDIMIENTO ABREVIADO 0000053 /2014USURPACIÓN DE ESTADO CIVILBBVA SAJUAN JOSE GARCIA GAYARREMARIA REINA AUDIENCIA PROVINCIAL DE ZARAGOZA SECCIÓN SEXTA ROLLO DE SALA (PA) Nº 53/2014 SENTENCIA Nº 232/2015 EN NOMBRE DE S. M. EL REY ILMOS. SEÑORES: PRESIDENTE D. RUBÉN BLASCO OBEDÉ MAGISTRADOS D. CARLOS LASALA ALBASINI D. ALFONSO BALLESTÍN MIGUEL EN LA CIUDAD DE ZARAGOZA, A QUINCE DE JULIO DE DOS MIL QUINCE. Vista por la Sección Sexta de la Audiencia Provincial, constituida por los Ilmos. Señores que al margen se expresan, en juicio oral y público, la presente causa, seguida por delitos de estafa, falsedad documental y usurpación de estado civil, por los trámites del Procedimiento Abreviado, registrado como Rollo nº 53 del año 2.014, procedente del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción núm. 1 de La Almunia de Doña Godina, contra los acusados CLARA M. F., nacida en Zaragoza, el día 13 de agosto de 1952, domiciliada en Alpartir (Zaragoza), cuya solvencia no consta, sin antecedentes penales, en libertad por esta causa, representada por la Procuradora Sra. García Pastor y defendida por el letrado Sr. Montesinos Lorén; VIRGINIA G. M., nacida en Zaragoza, el día 23 de enero de 1985, domiciliada en Alpartir (Zaragoza), cuya solvencia no consta, con un antecedente penal por la comisión de un delito de apropiación indebida, en

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15.07.29 ST APZ VI (232-15 ESTAFA, FALSEDAD DOCUMENTAL Y USURPACION ESTADO CIVIL.DOC

1

AUD.PROVINCIAL SECCION N. 6ZARAGOZA00232/201550297 39 2 2014 0610685PA

PROCEDIMIENTO ABREVIADO 0000053 /2014USURPACIÓN DE ESTADO CIVILBBVA

SAJUAN JOSE GARCIA GAYARREMARIA REINA

AUDIENCIA PROVINCIAL DE ZARAGOZA

SECCIÓN SEXTA

ROLLO DE SALA (PA) Nº 53/2014

SENTENCIA Nº 232/2015

EN NOMBRE DE S. M. EL REY

ILMOS. SEÑORES: PRESIDENTE D. RUBÉN BLASCO OBEDÉ MAGISTRADOS D. CARLOS LASALA ALBASINI D. ALFONSO BALLESTÍN MIGUEL

EN LA CIUDAD DE ZARAGOZA, A QUINCE DE JULIO DE DOS MIL QUINCE.

Vista por la Sección Sexta de la Audiencia Provincial, constituida por los Ilmos.

Señores que al margen se expresan, en juicio oral y público, la presente causa,

seguida por delitos de estafa, falsedad documental y usurpación de estado civil,

por los trámites del Procedimiento Abreviado, registrado como Rollo nº 53 del

año 2.014, procedente del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción núm. 1 de

La Almunia de Doña Godina, contra los acusados CLARA M. F., nacida en

Zaragoza, el día 13 de agosto de 1952, domiciliada en Alpartir (Zaragoza), cuya

solvencia no consta, sin antecedentes penales, en libertad por esta causa,

representada por la Procuradora Sra. García Pastor y defendida por el letrado

Sr. Montesinos Lorén; VIRGINIA G. M., nacida en Zaragoza, el día 23 de enero de

1985, domiciliada en Alpartir (Zaragoza), cuya solvencia no consta, con un

antecedente penal por la comisión de un delito de apropiación indebida, en

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libertad por esta causa, representada por la Procuradora Sra. García Pastor y

defendida por el letrado Sr. Serrano Moreno; JOSÉ ANTONIO B. R., nacido en

Alpartir (Zaragoza), el día 16 de marzo de 1945, domiciliado en Alpartir

(Zaragoza), cuya solvencia no consta, sin antecedentes penales, en libertad por

esta causa, representado por la Procuradora Sra. García Pastor y defendido por

el letrado Sr. Isla Subías; y FRANCISCO M. F., nacido en Aliaga (Teruel), el día 2

de mayo de 1963, domiciliado en La Almunia de Dª Godina (Zaragoza), cuya

solvencia no consta, sin antecedentes penales, en libertad por esta causa,

representado por el Procurador Sr. Sanz Romero y defendido por la letrada

Sra.Roche G.; siendo partes acusadoras el MINISTERIO FISCAL y, como

acusación particular, BANCO DE BILBAO VIZCAYA ARGENTARIA, S.A.,

representado éste por el Procurador Sr. García Gayarre y asistido por la letrada

Sra. Ramón Díaz. Ha sido designado Magistrado ponente para esta resolución el

Ilmo. Sr. D. ALFONSO BALLESTÍN MIGUEL, que expresa el parecer del Tribunal.

ANTECEDENTES DE HECHO

PRIMERO.- Las presentes diligencias se instruyeron por el Juzgado de Primera

Instancia e Instrucción núm. 1 de La Almunia de Doña Godina, en virtud de

denuncia presentada por Francisco G. M. contra Clara M. F., José Antonio B. R. y

Francisco M. F., ampliándose posteriormente la imputación a Virginia G. M.. En

dichas diligencias se acordó seguir el trámite establecido para el procedimiento

abreviado, habida cuenta de la pena señalada al delito, dando traslado de las

actuaciones al Ministerio Fiscal y a la Acusación Particular, que formularon la

correspondiente acusación, en cuya virtud el Juzgado instructor dictó, en fecha

14 de julio de 2014, auto acordando la apertura de juicio oral, pasando las

actuaciones a las representaciones procesales de los acusados, que formularon

los correspondientes escritos de defensa, solicitando su absolución,

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remitiéndose seguidamente la causa a esta Sala, la cual dictó auto en fecha 22 de

octubre de 2014, admitiendo las pruebas a practicar en el juicio y señalándose

seguidamente la fecha de celebración de éste, que finalmente tuvo lugar en

fecha 23 de junio de 2015.

SEGUNDO.- Al inicio del juicio oral, la letrada Sra. Ramón Díaz presentó prueba

documental, consistente en copias de un Decreto de adjudicación de una finca al

BBVA, de un escrito dirigido por el Procurador Sr. Sanz Romero, en

representación de Francisco G. M., al Juzgado de Primera Instancia de La

Almunia de Doña Godina y de un auto de suspensión del procedimiento de

Ejecución Hipotecaria, por prejudicialidad penal, prueba que fue admitida por el

tribunal.

Posteriormente, una vez practicada toda la prueba propuesta y admitida, y

llegado el trámite de calificación, el Ministerio Fiscal modificó las conclusiones

que había formulado con carácter provisional, considerando los hechos como

constitutivos de un delito de usurpación de estado civil del artículo 401 del

Código Penal, y de un delito de falsedad continuado en documento mercantil de

los artículos 392, 391-1, 2 y 3 y 74, en concurso medial con un delito continuado

de estafa de los art. 248 y 250-1.5º, y con aplicación del artículo 77 del Código

Penal, interesando que el acusado José Antonio B. R. fuera declarado

responsable del delito de usurpación de estado civil, en concepto de autor, sin la

concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad penal, y

solicitando que se le impusiera la pena de seis meses de prisión, con la accesoria

de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo

de la condena, y costas; y que los acusados Clara M. F., Virginia G. M., José

Antonio B. R. y Francisco M. F. fueran declarados responsables del delito de

falsedad continuado en documento mercantil, en concurso medial con un delito

de estafa, en concepto de autores, sin la concurrencia de circunstancias

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modificativas de la responsabilidad penal, y solicitando que se les impusiera a

cada uno de ellos la pena de cuatro años de prisión y multa de diez meses, a

razón de una cuota diaria de 8 euros, interesando que por vía de

responsabilidad civil indemnicen, conjunta y solidariamente, a Francisco G. M.

en la cantidad que se determine en ejecución de sentencia, más intereses

legales.

Por la letrada Sra. Ramón Díaz, en representación del Banco de Bilbao Vizcaya

Argentaria, S.A., en igual trámite de conclusiones definitivas, modificó también

las que había formulado con carácter provisional, suprimiendo la conclusión

VII-1inicialmente formulada, considerando los hechos como constitutivos de un

delito de estafa, tipificado en los artículos 248, 250.1.1º, 2º, 5º y 6º del CP, en

concurso medial con un delito continuado de falsedad en documento público,

tipificado en los artículos 392.1 y 74 del CP, y de un delito continuado de

usurpación de estado civil, tipificado en los artículos 401 y 74 del Código Penal,

solicitando que los acusados Clara M. F., Virginia G. M., José Antonio B. R. y

Francisco M. F. fueran declarados responsables, en concepto de autores, del

delito de estafa, en concurso medial con un delito continuado de falsedad en

documento público, y que el acusado José Antonio B. R. fuera también

condenado por el delito continuado de usurpación de estado civil, solicitando

que a los cuatro acusados se les impusieran, por el delito de estafa en concurso

medial con un delito continuado de falsedad en documento público, las penas de

ocho años de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el derecho

de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, y multa de veinticuatro

meses, a razón de una cuota diaria de diez euros, y aplicación del artículo 53 CP

en caso de impago, y que al acusado José Antonio B. R. le fueran impuestas las

penas de tres años de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el

derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, por el delito

continuado de usurpación de estado civil, interesando que por vía de

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responsabilidad civil, para el caso de que se acuerde la nulidad de la escritura

del préstamo hipotecario, indemnicen, conjunta y solidariamente, a BBVA, S.A.,

en la cantidad de 84.143 euros, más intereses ordinarios y moratorios

correspondientes.

TERCERO.- Las defensas de los acusados elevaron a definitivas sus conclusiones

provisionales, solicitando su libre absolución.

HECHOS PROBADOS

Ha quedado probado, y así se declara, que en fecha 22 de marzo de 2005, previo

concierto de voluntades de todos los acusados y con el fin de perjudicar a los

terceros afectados por las disposiciones patrimoniales que pretendían realizar,

José Antonio B. R. se personó en la Comisaría de San José, de esta ciudad de

Zaragoza, acompañado por Clara M. F., llevándolos en su vehículo el coacusado

Francisco M. F., y haciéndose pasar por Francisco G. M., esposo de Clara,

denunció la desaparición del DNI y solicitó en base a ello la renovación del

mismo, proporcionando una fotografía propia y los datos personales del citado

Francisco G. M. y firmando en la correspondiente ficha como si él fuera este.

Una vez que consiguió tal renovación, con el DNI así obtenido, José Antonio B. R.

compareció en fecha 26 de abril de 2005, junto con Clara M. F., en la Notaría del

Sr. B. F. D. P., en la que, haciéndose pasar de nuevo por el Sr. Francisco G. M. y

utilizando al efecto el referido DNI falsificado, otorgó escritura de poder a favor

de Clara M. F., firmándola con el nombre de Francisco G. M., la cual utilizó esta

para, en su propio nombre y aparentando actuar en el de su marido, otorgar, en

virtud de dicho poder, junto con la hija común de ambos, Virginia G. M., y su

hermano Francisco M. F., una escritura de préstamo hipotecario con la entidad

Banco de Santander, por importe de 64.000 euros, gravando como garantía

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hipotecaria la vivienda sita en Alpartir. El dinero así obtenido se ingresó en una

cuenta abierta en la propia entidad bancaria a nombre de los prestatarios Clara

M. F., Francisco M. F. y Virginia G. M..

Posteriormente, en fecha 16 de junio de 2006, las acusadas Clara M. F., en

nombre propio y manifestando actuar en representación de su esposo Francisco

G. M., y Virginia G. M., en su propio nombre, firmaron una nueva escritura de

préstamo hipotecario con la entidad BBVA, en la sucursal de La Almunia de

Doña Godina, por importe de 84.143 euros, gravando, como garantía hipotecaria

de la devolución del préstamo, la anteriormente referida vivienda sita en

Alpartir, de la que era titular el matrimonio formado por Clara M. F. y Francisco

G. M., ingresando el dinero así obtenido en la cuenta del Banco de Santander de

la que eran titulares los acusados Clara M. F., Francisco M. F. y Virginia G. M.,

destinándose parte de él a la amortización del préstamo obtenido previamente

de tal entidad bancaria. Tanto en el contrato de apertura de cuenta bancaria que

se firmó con el BBVA en relación con dicho préstamo -para efectuar los pagos

futuros de las correspondientes cuotas-, como en las cartulinas de firmas

correspondientes a dicha cuenta, la referida Virginia G. M. firmó en su nombre y

simuló la firma de su padre Francisco G. M..

Posteriormente, en fecha 6 de noviembre de 2008, la entidad Banco de Bilbao

Vizcaya Argentaria, S.A., instó el correspondiente procedimiento hipotecario por

impago de las cuotas pactadas contra los prestatarios Francisco G. M., Clara M. F.

y Virginia G. M., que concluyó con la adjudicación a la entidad prestamista de la

vivienda de anterior mención, cuyo lanzamiento quedó suspendido por

prejudicialidad penal a instancia de la representación procesal de Francisco G.

M..

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FUNDAMENTOS DE DERECHO

PRIMERO.- En cuanto a la falsedad de las firmas de Francisco G. M. en los cuatro

documentos que se identifican en el factum, la del DNI y la subsiguiente del

poder otorgado a favor de Clara M. F. el 26 de abril de 2005 resultan acreditadas

por medio del informe pericial realizado por funcionarios del Grupo de

Documentoscopia de la Brigada Provincial de Policía Científica de Zaragoza,

obrante a los folios 274 a 297 de las actuaciones y ratificado en la vista oral, del

que resulta igualmente que fue el acusado José Antonio B. R. el autor material de

dichas firmas. Y lo mismo cabe afirmar respecto de las firmas atribuidas al

propio Sr. Francisco G. M. en el contrato de apertura de cuenta bancaria y en la

cartulina de firmas correspondientes a dicha cuenta, cuyo informe pericial

obrante a los folios 353 a 369 de los autos, realizado y ratificado en juicio por

los propios peritos de anterior mención, acredita plenamente su falsedad, así

como que fueron realizadas por la acusada Virginia G. M.. Dichos informes

periciales corroboran inequívocamente que Francisco G. M. fue completamente

ajeno a tales documentos, tal como él mismo afirmó en el juicio, siendo, por

tanto, falsas las firmas que en los referidos documentos aparecen como suyas.

En la declaración prestada en el plenario por José Antonio B. R., el mismo, aún

siendo parco en palabras, reconoció que, en efecto, se hizo pasar por Francisco

G. M. para que le hicieran un DNI con sus datos personales, así como que con

posterioridad “fue al notario”, de lo que cabe deducir, por el propio contenido de

su declaración, junto con la corroboración que de la misma hizo la acusada Clara

M. F., que falsificó, tanto el DNI de Francisco G. M., como el poder notarial

otorgado, usando el nombre de éste, a favor de la esposa, tal como resulta

también del citado informe pericial, careciendo, obviamente, de cualquier

virtualidad exculpatoria la explicación que dio sobre su comportamiento, al

decir que fue “una equivocación”. Efectivamente, fue una equivocación, pero

llevada a cabo conscientemente, con el consenso de todos los demás acusados, y

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con el objeto de falsificar los documentos que permitirían a la coacusada Clara

M. F. actuar en nombre del afectado por dichos actos falsarios, lo que permite

calificar tal equivocación como una actuación delictiva de quienes la

protagonizaron.

Queda, pues, plenamente acreditado que el acusado José Antonio B. R. participó

directa y materialmente en la confección de esos dos documentos falsos, pero es

que, además, más allá de toda duda razonable, estimamos que tal actuación

falsaria respondió a un propósito común de todos los acusados, pues la única

motivación razonable que apreciamos es que todos ellos se pusieran de acuerdo

para falsificar el DNI de la persona que, junto con su esposa, podía hipotecar la

vivienda familiar y obtener dinero a préstamo, lo cual fue corroborado por el

acusado José Antonio B. R., al responder a las preguntas de su letrado defensor

en el sentido de que las falsificaciones eran para sacar préstamos.

Igualmente, esa misma finalidad tuvo el otorgamiento del poder falso a favor de

la esposa de Francisco G. M., con el que, completando la trama urdida desde el

inicio de la actuación delictiva, los acusados Clara M. F., Virginia G. M. y

Francisco M. F. conseguirían que el Banco de Santander les concediera dicho

préstamo, por importe de 64.000 euros.

Es cierto que la acusada Clara M. F. declaró que todo fue idea suya y que su hija

Virginia no sabía nada, así como que la propia Virginia G. M. manifestó en el

juicio que le dijeron que iba como avalista, pero, tanto José Antonio B. R., como

Francisco M. F., declararon que la misma estaba al corriente de todo, lo que

unido al hecho incuestionable de que figurara como beneficiaria del préstamo

que consta documentado en los folios 139 y siguientes de los autos (al igual que

en el concertado con el BBVA), y no como tal avalista, contribuye a desacreditar

cualquier virtualidad exculpatoria de lo declarado por ella en tal sentido.

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Igualmente, también el acusado Francisco M. F. pretende hacer valer que no

participó en la trama delictiva que se analiza, pero incluso los hechos admitidos

por él corroboran lo contrario, pues no es razonable admitir que la idea de

falsificar el DNI surgiera espontáneamente el propio día en que se llevó a cabo,

mientras llevaba a José Antonio B. R. y Clara M. F. como ocupantes de su

vehículo, a los que luego esperó mientras hacían los correspondientes trámites

en la Comisaría para obtener el referido DNI, ni que posteriormente se

beneficiara del préstamo concedido por el Banco de Santander, tras la

utilización del poder falso de anterior referencia, préstamo en el que, además,

figuraba él como prestatario, disponiendo de parte de su importe.

Por último, acreditada que ha quedado la falsificación que realizó la acusada de

las firmas de su padre en el contrato y cartulina de firmas que se prepararon

para la apertura de la cuenta que se firmó con el BBVA, en relación con el

préstamo de 84.143 euros concedido por esta entidad, en el que figuraban como

prestatarios Francisco G. M., Clara M. F. y Virginia G. M., ello constituye un

indicio evidente, tanto de que estaba colaborando con su madre en la mendaz

manifestación que la misma hizo en la escritura, en el sentido de que actuaba en

representación de su esposo Francisco G. M., como en el propósito de ocultar a

éste, su padre, el préstamo que habían obtenido, utilizando falsamente su

nombre, y engañando igualmente a la entidad bancaria, con tal falsificación de

firmas, sobre las personas que se hacían responsables de los pagos de las

correspondientes cuotas de amortización del préstamo.

Así pues, conforme a tales apreciaciones, consideramos que en la falsificación

del DNI y poder de anterior referencia participaron los cuatro acusados, uno

como autor material y el resto como actuantes por medio de éste, con quien

actuaron en connivencia. Y en cuanto a la falsedad referida a la intervención y

firmas de Francisco G. M. que se relacionan con el préstamo concedido por el

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BBVA, las autoras fueron las acusadas Clara M. F. y Virginia G. M., directamente o

en virtud del correspondiente concierto de voluntades.

SEGUNDO.- Partiendo de tal valoración probatoria, los hechos que se describen

en el factum son constitutivos de un delito continuado de falsedad en

documento mercantil y oficial de los artículos 392, 390.1-1º, 2º y 3º, en

concurso medial con un delito de estafa –igualmente continuado en el caso de

tres de los acusados- de los art. 248 y 250-1.5º, en relación con lo establecido en

los arts. 74 y 77, del Código Penal.

No cabe, por otra parte, considerar que tales hechos sean también constitutivos

del delito de usurpación de estado civil del artículo 401 del Código Penal, por el

que ha sido acusado José Antonio B. R., pues la conducta que el mismo

desarrolló, fingiendo ser Francisco G. M., tanto en el DNI que renovó con los

datos de éste, como en el subsiguiente poder otorgado a favor de la coacusada

Clara M. F., forma parte de los actos que integran la falsedad continuada de

anterior referencia y queda, por tanto, subsumida en los tipos penales

precitados.

Para la existencia de este delito es preciso arrogarse una personalidad ajena

para usar de los derechos y acciones de la persona sustituida, de modo que el

suplantador se haga pasar por el suplantado a todos los efectos, como si de tal

persona se tratara. Por tanto, no se dará el delito de usurpación de estado civil

cuando una persona asume la identidad ajena tan solo para la realización de una

serie de actos concretos y determinados.

Consecuentemente, si, como es el caso, la trama engañosa ideada por los

acusados estaba concebida, exclusivamente, mediante la utilización del DNI de

autos, para llevar a efecto la defraudación posterior, entendida como una

"conditio sine qua non" para su comisión, pero sin ningún elemento añadido de

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antijuridicidad, hemos de concluir que la referida falsedad personal carecía de

autonomía propia para integrar tal ilícito. Procede, pues, la libre absolución del

acusado José Antonio B. R., por este delito.

Respecto a la falsedad documental que igualmente es objeto de acusación, de

forma reiterada viene recogiendo la jurisprudencia de la Sala II del Tribunal

Supremo los requisitos precisos para definirla: 1º) el elemento objetivo o

material, propio de toda falsedad, consistente en la mutación de la verdad por

alguno de los procedimientos o formas enumerados en el artículo 390 del

Código Penal; 2º) que la «mutatio veritatis» recaiga sobre elementos capitales o

esenciales del documento y tenga suficiente entidad para afectar los normales

efectos de las relaciones jurídicas; y 3º) el elemento subjetivo, o dolo falsario,

consistente en la concurrencia en el agente de la conciencia y voluntad de

transmutar la realidad, esto es, del conocimiento y voluntad de que se altera la

verdad genuina, sin que en estos casos de falsedad en documento oficial o

mercantil se exija el ánimo de lucro, ni ningún otro especial, a diferencia de

cuando se trata de documentos privados.

Pues bien, todos esos requisitos concurren en los hechos descritos, pues se

falsificaron los documentos con el propósito claro y admitido de evitar que la

persona a la que correspondía la identidad falseada interviniera en los actos

jurídicos posteriores para los que se utilizaron, haciéndolos valer ante terceros,

esto es, ante empleados de una entidad bancaria, con el fin de obtener un dinero

a título de préstamo. Además, es evidente que estamos ante un delito

continuado de falsedad en documento mercantil y oficial, tal como postularon

las acusaciones, pues, tanto las falsedades en las que intervino directamente el

acusado José Antonio B. R., como las protagonizadas posteriormente por la

acusada Virginia G. M., respondían al mismo plan preconcebido, apreciándose

en ellas un dolo unitario que las abarca.

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Y en relación al delito de estafa, los requisitos que definen tal infracción se

exponen, entre otras muchas, en las Sentencias del Tribunal Supremo de 20 de

mayo de 2005, 10 de noviembre de 2008 y 26 de junio de 2009, y son los

siguientes:

1º) un engaño precedente o concurrente, que viene a ser la espina dorsal y

factor nuclear de la estafa, conceptuado como ingenio falaz y maquinador de los

que tratan de aprovecharse del patrimonio ajeno; 2º) dicho engaño ha de ser

bastante, es decir, suficiente para la consecución de los fines propuestos,

cualquiera que sea la modalidad en que se manifieste, debiendo tener adecuada

entidad para que actúe como estímulo eficaz del traspaso patrimonial,

valorando aquella idoneidad, tanto atendiendo a módulos objetivos, como en

función de las condiciones personales del sujeto afectado y de las circunstancias

del caso concreto; 3º) producción de un error esencial en el sujeto pasivo,

desconocedor o con conocimiento deformado o inexacto de la realidad, lo que

lleva al mismo a actuar bajo una falsa presuposición y a emitir una

manifestación de voluntad partiendo de un motivo viciado, por cuya virtud se

produce el traspaso patrimonial; 4º) un acto de disposición patrimonial, con el

consiguiente y correlativo perjuicio para el disponente, es decir, que la lesión

del bien jurídico tutelado, el daño patrimonial, sea consecuencia del error

experimentado y, en definitiva, del engaño desencadenante de los diversos

estadios del tipo; 5º) ánimo de lucro, como elemento subjetivo del injusto,

exigido de manera explícita por el artículo 248 del CP y entendido como

propósito por parte del infractor de obtención de una ventaja patrimonial

correlativa, aunque no necesariamente equivalente, al perjuicio típico

ocasionado; y 6º), nexo causal o relación de causalidad entre el engaño

provocado y el perjuicio experimentado, lo que implica que el dolo del agente

tiene que anteceder o ser concurrente en la dinámica defraudatoria, no

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valorándose penalmente el dolo subsequens, es decir, el sobrevenido y no

anterior a la celebración del negocio de que se trate.

En concreto, y descendiendo al caso enjuiciado, concurren, efectivamente, todos

y cada uno de estos requisitos, pues los acusados idearon una dinámica

comisiva consistente en que uno de ellos se haría pasar por Francisco G. M.,

esposo de la acusada Clara M. F., y tras falsificar su DNI y otorgar poderes a

favor de ésta -que autorizaban para obtener préstamos en su nombre-, se

dirigiría la supuesta apoderada al Banco de Santander y obtendría así 64.000

euros, gravando, a la vez, con una hipoteca, la vivienda familiar de la que el

suplantado era cotitular y beneficiándose así del dinero las personas que

figuraban como prestatarios en el contrato de préstamo, esto es, los acusados

Clara M. F., Francisco M. F. y Virginia G. M..

Y lo mismo cabe decir de la actuación posterior en el BBVA, al que, mediando

engaño, consistente en que Clara M. F. manifestó actuar en representación de su

esposo Francisco G. M., y con la colaboración de su hija Virginia G. M., que

falsificó la firma de su padre en el contrato y reconocimiento de firmas de la

correspondiente cuenta bancaria, consiguieron obtener un nuevo préstamo, con

la garantía hipotecaria correspondiente a la propia vivienda familiar de anterior

mención, esta vez de 84.143 euros, del que se beneficiaron igualmente los

acusados Clara M. F., Francisco M. F. y Virginia G. M., pues tal importe se

incorporó a su patrimonio mediante el ingreso en la citada cuenta que tenían a

su nombre en el Banco de Santander, destinando parte de él a amortizar la parte

pendiente que tenían del préstamo concedido por esta entidad bancaria y

consumándose igualmente el correspondiente perjuicio, tanto para el BBVA,

como para Francisco G. M., cuando dejaron de abonarse las correspondientes

cuotas de devolución pactadas.

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Por otra parte, es evidente que concurre la agravación del artículo 250-1, 5º, del

Código Penal, al superar los 50.000 euros el valor de sendas estafas llevadas

acabo. Pero en cuanto a la agravación del artículo 250-1, 6º, del propio código,

invocada por la Acusación Particular, consistente en que “se cometa abuso de las

relaciones personales existentes entre víctima y defraudador, o aproveche éste

su credibilidad empresarial o profesional", hemos de tener en cuenta, como

premisa previa, que la doctrina sentada al efecto por el Tribunal Supremo (entre

otras, SSTS de 13 de julio de 2009, 29 de octubre de 2009, 1 de marzo de 2013 y

19 de febrero de 2014) establece que para que concurra esta agravación debe

exigirse que se trate de una relación distinta de la que por si misma representa

la relación jurídica que integra la conducta, quedando reservada para aquellos

supuestos en los que además de quebrantar una confianza genérica, subyacente

en todo hecho típico de esta naturaleza, se realice la acción desde una situación

de mayor confianza o de mayor credibilidad. En definitiva, debe exigirse un plus

que hace de mayor gravedad el quebrantamiento de confianza implícito en esta

clase de delitos, pues en caso contrario tal quebrantamiento se encontraría

ordinariamente inserto en todo comportamiento delictivo calificable como

estafa, pues la estafa implica siempre un antijurídico aprovechamiento

engañoso de la confianza ajena.

En el presente caso, sólo las acusadas Clara M. F. y Virginia G. M. tenían una

relación especial con una de las víctimas del delito, al ser la esposa e hija,

respectivamente, de la persona en cuyo nombre actuaron falsamente, pero si

tenemos en cuenta que a ambas les habría afectado, favorablemente, la excusa

absolutoria que para los delitos patrimoniales establece al efecto el art. 268 CP,

si solamente hubiera existido tal perjudicado, el beneficio punitivo que dicho

precepto establece debe proyectarse sobre la agravación específica ahora

analizada, sobre todo, y a mayor abundamiento, porque no es concebible la

concurrencia de abuso de relaciones de tal carácter con las entidades bancarias

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que fueron igualmente engañadas sobre la identidad de una de las personas que

figuraban en los contratos de préstamo. Consecuentemente, hemos de concluir

que no concurre la agravación prevista en el artículo 250-1, 6º, del Código Penal.

TERCERO.- En cuanto a la relación de los delitos de falsedad y estafa, ambas

infracciones se hallan entre sí en relación de medio a fin para la consecución del

resultado defraudatorio perseguido, pues se simularon documentos de

identidad y mercantiles con el propósito de obtener un lucro ilícito mediante

engaño, considerando, por tanto, que fue necesaria la utilización de la

falsificación para cometer un delito de estafa, que también debe ser considerado

continuado, pero sólo en relación con los acusados que participaron en los dos

actos defraudatorios, concretamente Clara M. F., Francisco M. F. y Virginia G. M.,

al estar ante dos actuaciones sucesivas que respondían a un mismo plan

preconcebido. En definitiva, pues, aunque se trata de dos delitos autónomos e

independientes, estamos ante un concurso medial entre la falsedad documental

de los artículos 390.1-1º, 2º y 3º, y 392 y la estafa del artículo 250.1.5º del

Código Penal, con la apreciación en ambas de la continuidad delictiva, salvo en

el caso de José Antonio B. R., que participó tan solo en el primer delito de estafa,

y todo ello se entiende así por cuanto dicha conducta falsaria fue el medio

idóneo del que se valieron los acusados para conseguir unos ilícitos

desplazamientos patrimoniales, lo que determinará, en el ámbito punitivo, que

se apliquen las normas del artículo 77 CP.

CUARTO.- Del referido delito continuado de falsedad en documento mercantil y

oficial, en concurso medial con un delito continuado de estafa, resultan

responsables, en concepto de autores, los acusados Clara M. F., Francisco M. F. y

Virginia G. M., pues actuaron en connivencia en la preparación de los

documentos falsos que les permitirían consumar su propósito defraudatorio, tal

como ha quedado de manifiesto en la anterior valoración probatoria. La

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coacusada Clara M. F. actuó de común acuerdo con los demás acusados para

llevar a cabo la primera actuación defraudatoria y con dos de ellos -Francisco M.

F. y Virginia G. M.- para la segunda, actuando falsamente en representación de

su esposo, tanto utilizando el poder de anterior mención para solicitar el primer

préstamo al Banco de Santander, que le apoderaba, en nombre de su referido

esposo, para obtener toda clase de préstamos o créditos hipotecarios, como

manifestando que lo hacía en representación del mismo, en el caso del BBVA,

con lo que en ambas actuaciones se cumplieron los presupuestos del artículo 74

del Código Penal.

Y en cuanto a la responsabilidad penal del acusado José Antonio B. R., también

estamos, por las mismas razones expuestas, ante un concurso medial entre la

falsedad en documento mercantil de los artículos 390.1. 3º y 392 del Código

Penal y la estafa del artículo 250.1.5º, pero en este caso no cabe apreciar la

continuidad delictiva en la estafa, al constar únicamente acreditado que sólo

intervino en la primera defraudación planeada por todos. En el caso del

préstamo solicitado al BBVA, los documentos por él falsificados no fueron

presentados a la entidad bancaria cuando se concertó el contrato de préstamo,

ni consta que se beneficiara o participara en el delito de alguna otra manera,

limitándose la coacusada Clara M. F. a manifestar en tal acto que intervenía en

nombre propio y en la representación de su esposo.

QUINTO.- No concurren en los acusados circunstancias modificativas de la

responsabilidad criminal.

SEXTO.- En cuanto a la pena a imponer a los acusados Clara M. F., Francisco M.

F. y Virginia G. M., aplicando lo dispuesto en el artículo 77 del Código Penal, en

su anterior redacción a la actualmente vigente, al tratarse de un delito

continuado de estafa agravada, en concurso medial con otro, también

continuado, de falsedad en documento mercantil y oficial, procede imponer la

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pena correspondiente a la infracción más grave, en su mitad superior, salvo que

sea más favorable al reo la punición separada de ambas conductas, en cuyo caso

se sancionarán las infracciones por separado.

En consecuencia, si la nueva agravación que corresponde por aplicación del

concurso medial lleva a fijar la extensión de las penas imponibles por el delito

continuado de estafa del artículo 250.1 entre tres años, seis meses y un día y

seis años de prisión, y entre nueve meses y un día y doce meses de multa, y las

que corresponderían al delito continuado de falsedad documental entre un año,

nueve meses y un día y tres años de prisión, mas una multa de entre nueve y

doce meses, la pena finalmente imponible, por ser más favorable a los acusados,

sería la correspondiente al delito de estafa.

En este caso, si se sancionaran ambas conductas por separado, al no concurrir

atenuantes ni agravantes, consideramos que conforme a la métrica penológica

aplicable conforme a lo dispuesto en el art. 66.1.6ª, por el delito de estafa

debería imponerse la pena en el límite mínimo de su mitad inferior, pues como

circunstancias a tener en cuenta hemos de valorar que tan solo fueron dos las

acciones defraudatorias cometidas y con un perjuicio final que sólo afectó al

préstamo concedido por el BBVA, y en cuantía sensiblemente superior a la

establecida en el art. 250.1.5º del Código Penal. Y por otra parte, el delito

continuado de falsedad, de sancionarse por separado, tendría una pena

privativa de libertad mínima de un año, nueve meses y un día de prisión. Por

todo lo cual, consideramos que, de sancionar los delitos por separado, y

aplicando las reglas del delito continuado, aparte de las penas de multa

correspondientes, la suma de las penas privativas de libertad a imponer sería de

cinco años, tres meses y un día de prisión, mientras que si se optara por

sancionar el delito más gravemente penado con la pena correspondiente, en su

mitad superior, la de prisión sería de cuatro años, nueve meses y un día y la

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multa de diez meses y quince días, con la correspondiente responsabilidad

personal subsidiaria prevista en el art. 53-1 del Código Penal, en caso de

impago, fijándose en ocho euros la cuota diaria, pues a falta de acreditación de

los recursos económicos reales de los inculpados, esto es, de las condiciones

económicas a que alude el artículo 50.5 del Código Penal, se considera que aún

teniendo tal cuota su ubicación en la «zona baja» de la posible cuantía prevista

legalmente, la misma puede cumplir la función de prevención general positiva

que le es propia.

Y en cuanto a la pena a imponer al acusado José Antonio B. R., al que no afecta la

continuidad delictiva del delito de estafa, si se sancionaran ambas conductas por

separado, por el delito de estafa debería imponerse la pena en el límite mínimo,

esto es, un año de prisión y multa de seis meses, mientras que por el delito

continuado de falsedad documental correspondería un año, nueve meses y un

día de prisión y multa de nueve meses. Por tanto, la pena finalmente imponible,

conforme a lo dispuesto en el artículo 77 del Código Penal, de penar los delitos

por separado, sería de un total de dos años, nueve meses y un día, además de la

multa, mientras que si se optara por sancionar el delito más gravemente penado

con la pena correspondiente, en su mitad superior, la correspondiente al delito

continuado de falsedad documental quedaría en dos años, cuatro meses y

quince días y multa de diez meses y quince días, por lo que la pena finalmente

imponible sería la correspondiente a este delito continuado de falsedad

documental, estableciendo para la multa la misma cuota diaria de ocho euros

que ha sido fijada para el resto de los acusados, por idéntico fundamento.

Además, conforme a lo previsto en el art. 56.1.2º del Código Penal, procede

imponer a los acusados la pena accesoria de inhabilitación especial para el

derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena.

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SÉPTIMO.- A tenor de lo dispuesto en los arts. 109 y concordantes del Código

Penal, todo responsable criminalmente de un delito o falta lo es también

civilmente, por lo que, comprendiendo esta responsabilidad la restitución, la

reparación del daño y la indemnización de perjuicios, habrá de tomarse en

consideración las peticiones formuladas al respecto. Concretamente, la

Acusación Particular suprimió la conclusión VII-1 de sus conclusiones

provisionales, pero mantuvo implícitamente la conclusión VII-2, esto es, que por

vía de responsabilidad civil, para el caso de que se acordara la nulidad de la

escritura del préstamo hipotecario, indemnizaran los acusados, conjunta y

solidariamente, a BBVA, S.A., en la cantidad de 84.143 euros, más intereses

ordinarios y moratorios correspondientes; no obstante, como quiera que la

sentencia no puede pronunciarse sobre tal nulidad, al no haber sido solicitada,

tal petición no puede ser tomada en consideración, dados los términos

condicionados en que venía planteada.

Y en cuanto a la solicitud del Ministerio Fiscal de que se indemnice al

perjudicado Francisco G. M. en la cantidad que se determine en ejecución de

sentencia, así debe ser declarado, pero sólo respecto de los acusados Clara M. F.,

Francisco M. F. y Virginia G. M., pues tal perjuicio no es imputable a la conducta

del acusado José Antonio B. R., que sólo tuvo incidencia con la actuación llevada

a cabo ante el Banco de Santander, de la que no queda pendiente ningún

perjuicio resarcible. En definitiva, si no ha quedado determinado el perjuicio

final sufrido por Francisco G. M., ni tampoco el resultado que puedan tener las

acciones que el mismo pueda ejercitar frente al BBVA, al haberse otorgado el

préstamo de autos sin que se acreditara documentalmente la representación en

el contrato firmado en su nombre, no es posible ahora establecer una cuantía

concreta para indemnizarle de los perjuicios sufridos.

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OCTAVO.- Por imperativo legal de lo dispuesto en los arts. 123 del CP y 240 de

la LECr., la responsabilidad criminal comporta la condena en costas. No

obstante, al proceder la absolución por una de las infracciones que fueron

objeto de acusación, tal condena comprenderá las cuatro quintas partes de las

causadas, que serán abonadas por cuartas e iguales partes por los acusados,

declarando de oficio la quinta parte restante. Y por otra parte, al haber errado la

acusación particular, tanto en la calificación de los hechos, pues no tuvo en

consideración la continuidad delictiva de la estafa, como en las penas de ocho

años de prisión y multa de veinticuatro meses interesadas, superiores, incluso, a

las previstas en los tipos penales en que encajó la conducta de los acusados, en

dicha condena no se incluirán las costas generadas por su intervención en el

proceso, al no haber tenido utilidad alguna su actuación procesal en el

desarrollo del mismo.

Vistos los artículos citados y demás de general y pertinente aplicación,

FALLAMOS

Que debemos CONDENAR y CONDENAMOS a CLARA M. F., VIRGINIA G. M. y

FRANCISCO M. F., como autores de un delito continuado de falsedad en

documento mercantil, en concurso medial con un delito continuado de estafa,

sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad

criminal, a las penas de cuatro años, nueve meses y un día de prisión, con la

accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante

este tiempo, y multa de diez meses y quince días, a razón de una cuota diaria en

ocho euros, con la correspondiente responsabilidad personal subsidiaria en

caso de impago, así como al pago, cada uno, de la quinta parte de las costas

procesales, excluidas las de la Acusación Particular, debiendo indemnizar

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conjunta y solidariamente a Francisco G. M. en la cantidad que se determine en

ejecución de sentencia, mas los intereses legales correspondientes.

Que debemos CONDENAR y CONDENAMOS a JOSÉ ANTONIO B. R., como autor

de un delito continuado de falsedad en documento mercantil, en concurso

medial con un delito de estafa, sin la concurrencia de circunstancias

modificativas de la responsabilidad criminal, a las penas de dos años, cuatro

meses y quince días de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para

el derecho de sufragio pasivo durante este tiempo, y multa de diez meses y

quince días, a razón de una cuota diaria de ocho euros, con la correspondiente

responsabilidad personal subsidiaria, en caso de impago, así como al pago de la

quinta parte de las costas procesales, excluidas las de la Acusación Particular.

ABSOLVEMOS a JOSÉ ANTONIO B. R. del delito de usurpación de estado civil

por el que venía acusado, con declaración de oficio de la quinta parte restante de

las costas procesales.

Notifíquese la presente sentencia a todas las partes personadas, con

información de que contra la misma solo se puede interponer recurso de

casación, a anunciar ante esta Sala y para su sustanciación ante el Tribunal

Supremo, en el plazo de CINCO DIAS, a contar desde la última notificación.

Así por esta nuestra sentencia, de la que se unirá certificación al rollo y se

anotará en los registros correspondientes, lo pronunciamos, mandamos y

firmamos.

PUBLICACION.- Leída y publicada fue la anterior sentencia por el Ilmo. Sr.

Magistrado Ponente estando celebrando audiencia pública en el día de su fecha.

Doy fe.