Separata diciembre 2013

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Seguimos caminando en tiempos difíciles. La crisis actual ha generado una mayor vulnerabilidad en las familias y ha exten- dido la desigualdad y la pobreza, una pobreza más intensa que se ha hecho crónica ante la persistencia del paro y de la falta de posibilidades de promoción. Tiempos difíciles también porque aquellos que tienen responsabilidades de gobierno no han reac- cionado de forma ágil ante lo que constituía una auténtica epide- mia social. Junto a esas luces oscuras, en Cáritas nos hemos en- contrado con luces blancas encarnadas en signos de solidaridad, especialmente en la generosidad de tantas personas dispuestas a compartir su tiempo y sus posibilidades económicas con los que peor lo pasan. Aunque en estos momentos hayan mejorado algunos indi- cadores económicos, la situación de los más vulnerables difícil- mente podrá beneciarse, a corto plazo, de estos cambios. En Cáritas Zaragoza acabamos de celebrar el Encuentro Dio- cesano, reexionando sobre lo que necesitamos “para seguir ca- minando en tiempos difíciles”. Ante el incremento de personas que acuden a los equipos de acogida, los agentes de Cáritas –vo- luntarios y trabajadores–, siguen esforzándose en mejorar esos encuentros, retomando la auténtica nalidad de nuestra acción: la escucha y el acompañamiento de las personas. Y continuar tra- bajando para qué esos encuentros contribuyan a dar seguridad, a disminuir el sufrimiento y a fortalecer los aspectos positivos y la autoestima personal. Y, sobre todo, trabajar desde la identidad de Cáritas, que no es otra que ser el ministerio de la caridad de la Iglesia. Para los cristianos, todos los hombres son hijos de Dios y, además, los más necesitados son los predilectos del Padre. Eso exige una buena formación técnica y una formación del corazón. El amor de Dios implica trabajar por la justicia y, al mismo tiempo, ir más allá. Como dice Benedicto XVI en la “Deus caritas está”: “Nun- ca habrá situaciones en las que no haga falta la caridad de cada cristiano...porque el hombre, más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre necesidad de amor”. Estos tiempos difíciles necesitan un gran aporte de esperanza. Todos necesitamos ver el futuro con el deseo de que la suma de esfuerzos consiga una sociedad más justa y más fraterna. Con palabras del Papa Francisco, “la esperanza es como la levadura, que ensancha el alma. Hay momentos difíciles en la vida, pero con la esperanza el alma sigue adelante y mira a lo que nos espe- ra. La esperanza nos purica, nos aligera; esta puricación en la esperanza en Jesucristo nos hace ir deprisa, con prontitud”. Carlos Sauras Herrera Director de Cáritas Diocesana de Zaragoza Campaña de Navidad: Es tiempo de esperanza Mirar la crisis en clave de esperanza GLOBALIZAR LA ESPERANZA. No a la indiferencia En Tiempos difíciles DICIEMBRE 2013

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Seguimos caminando en tiempos difíciles. La crisis actual ha generado una mayor vulnerabilidad en las familias y ha exten-dido la desigualdad y la pobreza, una pobreza más intensa que se ha hecho crónica ante la persistencia del paro y de la falta de posibilidades de promoción. Tiempos difíciles también porque aquellos que tienen responsabilidades de gobierno no han reac-cionado de forma ágil ante lo que constituía una auténtica epide-mia social. Junto a esas luces oscuras, en Cáritas nos hemos en-contrado con luces blancas encarnadas en signos de solidaridad, especialmente en la generosidad de tantas personas dispuestas a compartir su tiempo y sus posibilidades económicas con los que peor lo pasan.

Aunque en estos momentos hayan mejorado algunos indi-cadores económicos, la situación de los más vulnerables difícil-mente podrá benefi ciarse, a corto plazo, de estos cambios.

En Cáritas Zaragoza acabamos de celebrar el Encuentro Dio-cesano, refl exionando sobre lo que necesitamos “para seguir ca-minando en tiempos difíciles”. Ante el incremento de personas que acuden a los equipos de acogida, los agentes de Cáritas –vo-luntarios y trabajadores–, siguen esforzándose en mejorar esos encuentros, retomando la auténtica fi nalidad de nuestra acción: la escucha y el acompañamiento de las personas. Y continuar tra-bajando para qué esos encuentros contribuyan a dar seguridad, a

disminuir el sufrimiento y a fortalecer los aspectos positivos y la autoestima personal.

Y, sobre todo, trabajar desde la identidad de Cáritas, que no es otra que ser el ministerio de la caridad de la Iglesia. Para los cristianos, todos los hombres son hijos de Dios y, además, los más necesitados son los predilectos del Padre. Eso exige una buena formación técnica y una formación del corazón. El amor de Dios implica trabajar por la justicia y, al mismo tiempo, ir más allá. Como dice Benedicto XVI en la “Deus caritas está”: “Nun-ca habrá situaciones en las que no haga falta la caridad de cada cristiano...porque el hombre, más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre necesidad de amor”.

Estos tiempos difíciles necesitan un gran aporte de esperanza. Todos necesitamos ver el futuro con el deseo de que la suma de esfuerzos consiga una sociedad más justa y más fraterna. Con palabras del Papa Francisco, “la esperanza es como la levadura, que ensancha el alma. Hay momentos difíciles en la vida, pero con la esperanza el alma sigue adelante y mira a lo que nos espe-ra. La esperanza nos purifi ca, nos aligera; esta purifi cación en la esperanza en Jesucristo nos hace ir deprisa, con prontitud”.

Carlos Sauras HerreraDirector de Cáritas Diocesana de Zaragoza

■ Campaña de Navidad:Es tiempode esperanza

■ Mirar la crisisen clavede esperanza

■ GLOBALIZARLA ESPERANZA.No a la indiferencia

En Tiempos difíciles

DICIEMBRE 2013

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En la Constitución “Gau-dium et Spes” del Con-cilio Vaticano II puede leerse lo siguiente: “El porvenir de la humanidad está en manos de quienes sepan dar a las genera-ciones venideras razones para vivir y razones para esperar”.

En estas “razones para esperar” el asociacionismo ad-quiere una especial importancia. Lo público, en un mo-mento de vacas gordas fue absorbiendo todas las inicia-tivas que antes llevaban a cabo las instituciones sociales, las que se decían de “iniciativa social”, mal traducidas por privadas. Han venido las vacas fl acas y ahora el “papá estado” las ha ido dejando, porque no hay dinero, y ya no tenemos ni unas ni otras.

El asociacionismo, hoy en baja, tiene un gran po-tencial reivindicativo y revitalizante del tejido social y es fuente de esperanza activa. Solo en grupo es posible mantener la esperanza; el individuo aislado se cansa. Y en grupo se resiste mejor, porque el grupo es constante y pa-ciente, como ha de ser la esperanza. Y en grupo las penas compartidas son menos penas y las alegrías compartidas son mas alegrías.

Cuando todo va mal se dice: “Sálvese quien pueda”, y esto hay que cambiarlo por el “o nos salvamos todos, o no se salva nadie”. Hay que globalizar la esperanza, frente a la globalización de la indiferencia. Y esperanza se traduce en solidaridad, que a su vez dice cooperación, participa-ción, gratuidad, generosidad.

A poco que abramos los ojos, descubriremos acciones y grupos a los que nos podemos unir para hacer el bien colaborando en acciones puntuales solidarias, con grupos organizados, o sumándonos a reivindicaciones que consi-deremos justas.

Las puertas están abiertas, todo menos seguir en la in-diferencia, que es el peor pecado, o la peor actitud frente a las situaciones dolorosas que nos rodean, o que quizás sufrimos personalmente.

Porque morimos el día que guardamos silencio o per-manecemos indiferentes ante las cosas que importan.Por-que hay un futuro, mejor que el presente y el pasado. Por-que como dice un amigo mío: “lo mejor está por venir”.

Martin Luther King decía: “Aunque supiese que el fi n del mundo había de llegar mañana, yo plantaría un árbol, la noche anterior”.

Nunca digas: “Ya no puedo más y aquí me quedo”, porque junto a ti siempre habrá personas dispuestas a le-vantarte, auxiliarte y caminar contigo un trozo del cami-no.

Gonzalo Gonzalvo EzquerraConsiliario de Cáritas Diocesana de Zaragoza

Globalizar la esperanza.No a la indiferencia

La crisis económica constituye en la actualidad la primera de las preocupaciones de muchas familias. Sus consecuen-cias humanas son graves: frustraciones personales, crecien-te difi cultad económica para garantizar la subsistencia fami-liar, marginación social ante la insensibilidad e indiferencia de algunos, que mantienen, por otra parte, el despilfarro y el lujo. Cuando un problema afecta de tal modo a las personas, a su dignidad y su posibilidad de crecimiento, es síntoma de que nuestra sociedad está gravemente enferma y necesita ser sanada. Respecto a su sanación, nos encontramos con el siguiente interrogante: con las medidas que se están toman-do, ¿qué queremos salvar: el sistema, o queremos salvar a las personas, a la humanidad?

En la historia del pueblo de Dios fueron los profetas los que desempeñaron, en nombre de Dios, este servicio fun-damental en su doble dimensión, por una parte, detectar y hacer que afl orara el sufrimiento del pueblo y sus causas y, por otra, señalar los remedios. Para esto vino el Hijo de Dios a convivir con nosotros y anunciar la Buena Nueva y curar a la humanidad enferma, y éste es uno de los gran-des servicios de la comunidad creyente al mundo actual: ser portadores de esperanza y curar sus heridas. Es preciso re-vivir el carácter profético del cristiano y de la comunidad. Se necesita un cristianismo lúcido que sea capaz de penetrar con los ojos de la fe la oscuridad que reina en la sociedad y ayudarnos mutuamente a discernir los signos de vida y de esperanza que nos está dando el Dios de la vida.

Visto desde la mirada de Dios, el sufrimiento del pueblo no es algo fatal, se convierte en “signo profético”. Hoy una denuncia profética muy generalizada no brota de unos prin-cipios o declaraciones doctrinales, sino de la indignación, que emana de la toma de conciencia de una situación, que está resultando insostenible: las cosas no marchan como es debido. Es una denuncia mucho más visceral. El sistema opresor y marginante, por el contrario, nos invita y quiere hacernos ver que las cosas van estupendamente. Por eso, la toma de conciencia del sufrimiento infringido injustamente y su manifestación pública es el primer paso para recobrar la salud la sociedad. La historia de la liberación del pueblo de Dios comenzó con ese grito y clamor del pueblo (Exod. 3, 7); oración que Dios siempre escucha. Para rearmar mo-ralmente al pueblo hundido me atrevo a señalar estos pasos:

Concienciar al pueblo, para ello hacer una lectura cre-yente de la actual situación y de sus causas profundad, y junto con el pueblo ponerse en camino, curando sus heridas (Luc. 7, 18-23).

Ofrecer otras convicciones, otros presupuestos, otro es-tilo de vida y de relación, otro futuro.

Que el pueblo sencillo recupere su convicción en la fuer-za transformadora de lo pequeño. La vida de cada persona creyente es una pequeña historia de esperanza en la gran historia de la humanidad. Necesitamos muchas historias pe-queñas positivas para ver con claridad el rumbo de la gran Historia. Modelo, fuente y luz, el misterio de Belén.

Félix Felipe cebolladaConsiliario Emérito de Cáritas Diocesana

Mirar la crisisen clave de esperanza

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Cáritas tiene la “osadía” de proclamar que esta Navidad “es tiempo de espe-ranza”. Pero cabe preguntarse a qué es-peranza se refi ere. Es lógico interrogar-se sobre qué características tiene la es-peranza cristiana y qué puede aportar a nuestra sociedad sacudida precisamente por la desesperanza.

Me viene al recuerdo una cita de San Pablo que en su carta a los Romanos y refi riéndose a Abraham decía que éste “creyó esperando contra toda esperan-za”. Sí, esperar contra toda esperanza, o lo que es lo mismo por muy paradójico que parezca, tener la certeza de que la madrugada luminosa del Domingo de Pascua se inicia en las tinieblas deses-peranzadoras del Viernes Santo.

La esperanza cristiana tiene su ger-men en la propia desesperanza porque arranca de ella desde la certeza de que Dios ha intervenido en la historia pre-cisamente para arrancarnos de la des-esperanza y el abatimiento mirando de manera especial a los oprimidos y a los marginados.

La esperanza cristiana no es una es-peranza que se encomienda pasivamen-te al futuro, ni un conformismo resigna-do ni un aplazamiento de las soluciones ni una evasión sobrenaturalista ni espi-ritualista.

Los cristianos tenemos en la espe-ranza un preciado don sobre el que el Papa Francisco nos ha insistido: “No seáis nunca hombres y mujeres tristes, un cristiano jamás puede serlo. Nunca os dejéis vencer por el desánimo. Nues-tra alegría nace de haber encontrado a una persona Jesús. Por favor, no os de-jéis robar la esperanza, la que nos da Jesús”. Alentadoras palabras.

En efecto, no debemos dejar que nos roben una esperanza encarnada, vivida codo a codo con los desespe-ranzados. Si no compartimos las des-esperanzas no podremos compartir la esperanza.

La esperanza no es una mera pala-bra, un concepto fi losófi co etéreo ni tampoco una mera elucubración teoló-gica. Si decimos que es tiempo para la esperanza es porque nos envolvemos en este tiempo junto a los que por perder han perdido hasta la esperanza. En de-fi nitiva, una esperanza que nace desde los propios oprimidos, desde las fronte-ras, desde las zonas de penumbra.

No debemos dejar que nos roben una esperanza nueva. “Mira, hago nue-vas todas las cosas” leemos en el Apo-calipsis. Una novedad que consiste en la capacidad de crear “zonas liberadas”, espacios, acciones, lugares comunita-rios que sean signo y muestra del mun-do que queremos y en el que la persona herida pueda dignifi carse. Lugares don-de los valores evangélicos se hacen pre-sentes, espacios nuevos donde podemos demostrar a los hombres y mujeres de hoy que cuando hablamos de esperanza no nos quedamos en una nebulosa sino que ponemos en valor acciones tales como nuestras acogidas, nuestros traba-jos, nuestros proyectos, nuestros talle-res, nuestros testimonios.

Una esperanza capaz de instalarse en nuestro corazón y en nuestros ojos y

que nos permita “mirar y que nos miren con una mirada esperanzada”. Mirar al mundo desde los excluidos, dejándonos afectar por el dolor del otro. Ver signos de vida en lo que parece estar muerto, sin salida. Mirar con el corazón para descubrir las potencialidades ocultas, las posibilidades a desarrollar.

No debemos dejar que nos roben una esperanza auténtica y rescatada de la esterilidad del conformismo, del in-movilismo, de la resignación. La espe-ranza no es espera pasiva anclada en las sacristías, en los templos, en las casas o en discursos crípticos. Hemos tenido secuestrada la esperanza y debemos re-cuperarla, rejuvenecerla.

Ni tampoco debemos dejar que nos roben una esperanza perseverante, sóli-da, creíble, cercana, creativa. Una espe-ranza sujeta, cómo no, a tempestades, a contratiempos, fecundada por el fraca-so, la incertidumbre, las difi cultades.

Y fi nalmente una esperanza vivida en comunidad, aspecto este último am-pliamente destacado a lo largo de la en-cíclica de Benedicto XVI “Spe salvi”.

Ramón Sabaté IbarzVoluntario del Equipo de Comunicación

No os dejéis robar la esperanza. papa franciscoConstruir espacios de esperanza. Esa es la cuestión. Y construirlos hoy cuando las desesperanza campa a sus anchas por

el mundo, cuando el sufrimiento y la angustia aprisionan los corazones de tantas familias, de tantas personas sin empleo, de tantos jóvenes sin futuro, de tantas manos suplicantes que ven recortadas ayudas y asistencias observando por otra lado prácticas impresentables de malas administraciones, de despilfarros, de malversaciones y corrupciones varias.

Campaña de Navidad 2013

El pasado 11 de noviembre fue presentada la Campaña de Navidada los trabajadores de Cáritas Diocesana de Zaragoza en una reunión que aunóoración y participación. La Campaña de Navidad también ha sido presentada

durante este mes de diciembre en la zona rural, en esta ocasión, los pueblos donde se realizaron los actos fueron Ejea, Cadrete, La Puebla de Alfi ndén y Andorra. El acto central de la Campaña de Navidad será el día 19 de diciembre y contará con la presencia del Director, Carlos Sauras, el secretario general, Frank Yagüe, así como la intervención del Vicario, D. Javier Pérez Más.

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El Tifón Haiyan que el pasado 8 de noviembre asoló Filipinas ha dejado más de 14 millones de personas afec-tadas entre otros muchos destrozos materiales. Desde un primer momen-to, las Cáritas Diocesanas españolas –y, en concreto, la de Zaragoza– se unieron a la Campaña “Cáritas con Filipinas” con el objetivo de recaudar

fondos de manera urgente, solicitan-do un nuevo ejercicio de solidaridad fraterna para los miles de familias que están sufriendo no sólo la pérdi-da material sino la desesperación y la tristeza por la desaparición de sus seres más queridos. Las aportaciones deben dirigirse a las cuentas abiertas para tal fi n.

DONATIVOS PARA APOYAR LOS PROYECTOS DE CÁRITASCAI 2086 0004 05 0700657443

Ibercaja 2085 0113 62 0300027229

Regalos solidariosSe acercan las fi estas de Navidad. Momen-tos de sentir de una manera especial la so-lidaridad entre todos los seres humanos, pero de una mane-ra muy especial con quienes en el llamado tercer mundo se encuentran en una situación de mayor pobreza y marginación.

Cáritas Zaragoza dispone de un canal es-pecial de conexión, un establecimiento de Comercio Justo, “La Artesa” en el que se pueden encontrar productos elaborados prin-cipalmente por artesanas de Bolivia, Pales-tina, Bangladesh y Perú, en madera, textil y cerámica. A través de la compra de estos pro-ductos ayudamos a mejorar las condiciones de vida de estas mujeres y sus familias en su país de origen.

Colaborar con”La Artesa” es una forma de participar en un proyecto solidario y fra-terno y resulta un apoyo fundamental al tra-bajo que realiza Cáritas en estos países. Al mismo tiempo es una ocasión para tratar de paliar en lo posible la negativa actitud que España en los últimos años ha adoptado en su política de ayuda al desarrollo de los países más necesitados.

La Artesa se encuentra en la calle San Voto, 9 (esquina Don Jaime I). El horario de atención al público es de lunes a sábado de 10 a 13 y de 17 a 20 horas.

Emergencia en Filipinas

Próximos cursosLa Escuela de Formación y Voluntariado de Cáritas iniciará en el 2014 una edición más del Diploma de Intervención Social en Pobreza y Exclusión. La propuesta formativa en intervención está dirigida a agentes sociales y educativos (voluntarios, técnicos, estudiantes, personas interesadas en temáticas sociales ). El diploma es una propuesta de formación organiza-da que tiene como objetivo describir situaciones de exclusión, refl exionar sobre las causas y mostrar distintas propuestas de intervención. Todos los cursos se pueden realizar de forma independiente. Su duración es de fe-brero a noviembre del 2014 y consta de cuatro módulos. Más información en www.caritas-zaragoza.es y en la secr etaria de la escuela de formación y voluntariado de Cáritas Diocesana de Zaragoza (formació[email protected] / 976 29 47 30).