Serenidad 1

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Como obtener la serenidad

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TIEMPO ORDINARIO . Duodcimo domingo, ciclo B309nos como cristianos responsables, cuando no resulta cmodo en el ambien. te donde nos desenvolvemos: Ella nos ayudar ~~Mt 10, 26-33. - 2 Rom 8, 18.- 3 SAN CtpaieNo, Epstola a Fortunato, 13. - 4 Cfr. J. EsCNI vi DE BALAGUER, Ami os de Dios, 132. -- 5 SAN JERNIMO, Comentarlo al Evangelio segn San Mateo, 10, 29-31. - Cfr. Jer 20,10-13.--y Sal 27, 1. - S 1 Jn 2 Cor, 12, 9. - 10 J, EscRNA DE BALAGUER, Amigos de Dios, 194. -- r~ IDEM, Surco, n. 977.DUODCIMO DOMINGOCICLO B98. SERENIDAD ANTE LAS DIFICULTADESLa tempestad en el lago. Nunca nos dejar solos el Seor un medio de las dificultades.Debemos contar con incomprensiones si somos de verdad apstoles en medio del mundo. No es el discpulo ms que wl maestro.- Actitud ante las dificultades.I. En dos ocasiones, segn leemos en el Evangelio, sorprendi la tem pestad a los Apstoles en el lago de Genesaret, mientras navegaban hacas la orilla opuesta cumpliendo un mandato del Seor. En el Evangelio de Is Misa de este domingo i, San Marcos narra que Jess estaba con ellos en Is barca, y aprovech aquellos momentos para descansar, despus de un dt~~ muy lleno de predicacin. Se recost en la popa, reposando la cabeza su. bre un cabezal, probablemente un saquillo de cuero embutido de lana, sen' cilio y basto, que para descanso de los marineros llevaban estas barcaM, Cmo contemplaran los ngeles del Cielo a su Rey y Seor apoyado so bre la dura madera, restaurando sus fuerzas! El que gobierna el Universo est rendido de fatiga!Mientras tanto, sus discpulos, hombres de mar muchos de ellos, prs. sienten la borrasca. Y la tempestad se precipit muy pronto con un mpetu formidable: las olas se echaban encima, de manera que se inundaba la bar ca. Hicieron frente al peligro, pero el mar se embraveca ms y ms, y ~~ naufragio pareca inminente. Entonces, como definitivo recurso, acuden s Jess. Le despertaron con un grito de angustia: Maestro, que perecemallNo fue suficiente la pericia de aquellos hombres habituados al mar, tuvo que intervenir el Seor. Y levantndose, increp a los vientos y dUo al mar: calla, enmudece! Y se calm el viento, y se produjo una gran bn+ nanza. La paz lleg tambin a los corazones de aquellos hombres asas tados.Algunas veces se levanta la tempestad a nuestro alrededor o dentro de nosotros. Y nuestra pobre barca parece que ya no aguanta ms. En oc$ stones puede darnos la impresin de que Dios guarda silencio; y las olas si nos echan encima: debilidades personales, dificultades profesionales o ecos nmicas que nos superan, enfermedades, problemas de los hijos o de 101padres, calumnias, ambiente adverso, infamias...; pero si tienes presencia (le Dios, por encima de la tempestad que ensordece, en tu mirada brillar siempre el sol; y, por debajo del oleaje tumultuoso y devastador, reinarn en tu alma la calma y la serenidad 2.Nunca nos dejar solos el Seor; debemos acercanos a EI, poner los medios que se precisen.., y, en todo momento, decirle a Jess, con la confianza de quien le ha tomado por Maestro, de quien quiere seguirle sin condicin alguna: Seor, no me dejes! Y pasaremos junto a El las tribulacioies, que dejarn entonces de ser amargas, y no nos inquietarn las I empestades.II. Jess se puso en pe, increp al viento y dijo al lago: Silencio, cllate! Este milagro fue impresionante y qued para siempre en el alma de los Apstoles; sirvi para confirmar su fe y para preparar su nimo en vista (1e las batallas, ms duras y difciles, que les aguardaban. La visin de un mar en absoluta calma, sumiso a la voz de Cristo, despus de aquellas gran(les olas, qued grabada en su corazn. Aos ms tarde, su recuerdo durante la oracin tuvo que devolver muchas veces la serenidad a estos homl,res cuando se enfrentaron a todas las pruebas que el Seor les iba Inunciando.En otra ocasin, camino de Jerusaln, les haba dicho Jess que se ibar cumplir lo que haban vaticinado los profetas acerca del Hijo del Hombre; porque ser entregado en manos de los gentiles, y escarnecido, y azotado, v escupido; y despus que le hubieren azotado le darn muerte y al tercer ala resucitar 3. Y a la vez les advierte que tambin ellos conocern moinentos duros de persecucin y de calumnia, porque no es el discpulo ms que el maestro, ni el siervo ms que su amo. Si al amo de la casa le han llamado Beelzebul, cunto ms a los de su casa ". Jess quiere persuadir i aquellos primeros y tambin a nosotros de que entre l y su doctrina y 'I mundo como reino del pecado no hay posibilidad de entendimiento 5; les recuerda que no deben extraarse de ser tratados as: s el mundo os (Iborrece, sabed que antes que a vosotros me aborreci a m 6. Y por eso,explica San Gregorio: la hostilidad de los perversos suena como alabanza~, Iara nuestra vida, porque demuestra que tenemos al menos algo de rectalud en cuanto que resultamos molestos a los que no aman a Dios: nadiel)uede resultar grato a Dios y a los enemigos de Dios al mismo tiempo'. l'or consiguiente, s somos feles habr vientos y oleaje y tempestad, pero ,less podr volver a decir al lago embravecido: Silencio, cllate!En los comienzos de la Iglesia, los Apstoles experimentaron pronto, into a frutos muy abundantes, las amenazas, las injurias, la persecucin 8, Pero no les import el ambiente, a favor o en contra, sino que Cristo fuera onocido por todos, que los frutos de la Redencin llegaran hasta el ltimo i mcn de la tierra. La predicacin de la doctrina del Seor, que humanamente hablando era escndalo para unos y locura para otros 9, fue capaz le penetrar en todos los ambientes, transformando las almas y las coslumbres.Han cambiado muchas de aquellas circunstancias con las que se enfrentaron los Apstoles, pero otras siguen siendo las mismas, y aun peores: l materialismo, el afn desmedido de comodidad y de bienestar, de sen';ualidad, la ignorancia, vuelven a ser viento furioso y fuerte marejada en mui hos ambientes. A esto se ha de unir el ceder -por parte de muchos- a