Sergio Federovisky. Extractivismo o Muerte. El Dipló. Edición Nro 194. Agosto de 2015

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El Dipló: Extractivismo o muerte 1/2 2-08-2015 18:28:21 Por Sergio Federovisky* - 1 - Edición Nro 194 - Agosto de 2015 Edición Nro 194 - Agosto de 2015 UNA DISCUSIóN DESESTIMADA Extractivismo o muerte Por Sergio Federovisky* La falta de debate sobre el extractivismo obedece al consenso de los principales candidatos en torno al modelo imperante. l combustible del crecimiento de la última década en América Latina, y lógicamente en Argentina, es el que deriva de las “ventajas comparativas”, es decir de la dotación de recursos naturales demandados desde economías centrales. Se lo bautice como “desarrollo independiente” (con demasiadas comillas) o como extractivismo puro y duro, es sencillo consensuar que se trata de un patrón de acumulación basado en la sobreexplotación de los recursos, principalmente no renovables, y en la expansión de las fronteras hacia territorios antes considerados “improductivos” (1). Los resultados del modelo podrán ordenarse de acuerdo con el plazo en que interese analizarlos. El pensamiento predominante, tomando ya sin originalidad la crisis de 2001 como punto de partida, insiste en que los ingresos extraordinarios (de la soja o de la minería) y la ampliación del gasto social “están relacionados”. Una lectura no coyunturalista detalla al menos tres elementos prácticos que relativizarían las bondades del modelo: una tendencia a la reprimarización de la economía –que no se compensa con el eslogan desarrollista de “incorporar valor agregado”–, un comprobable deterioro de las variables ambientales presentes y futuras y una alta conflictividad social desatada a partir de la resistencia a dichas consecuencias. Y un último elemento, quizás más ideológico, que altera las conciencias más progresistas que defienden este modelo: al ser la extracción y la comercialización el nudo del negocio, la propiedad de los recursos pasa a ser secundaria, con lo que la condición estatal de esa propiedad no garantiza soberanía a la hora de su explotación (2). José Natanson ha escrito que el extractivismo ha sido más cuestionado por círculos intelectuales antes que políticos (3). Allí puede estar parte de la explicación acerca de la ausencia de un debate sobre este modelo en la actual campaña electoral. Claro que, aun sin pretenderlo, se desliza la idea de cierta futilidad en la discusión intelectual, al tiempo que se sugiere que el pragmatismo de la política es el que define la ecuación a favor de “lo real” como sinónimo de “lo importante”. Podría entonces presuponerse que el debate acerca del extractivismo está ausente no porque la política no se haya anoticiado de su trascendencia, sino porque quienes encarnan las candidaturas predominantes concuerdan en que del modelo imperante sólo se pueden discutir matices y no su esencia. Es probable que por convicción, por conveniencia o por no correr el riesgo electoral de salir de la corriente, las distintas opciones políticas convoquen a esta presuntamente única opción de “desarrollo”. Y que por aquellos mismos motivos, descalifiquen cualquier cuestionamiento como fruto de la antimodernidad, la negación del progreso o el fundamentalismo ecologista. A lo sumo, cuando se alerta acerca de las anomalías, los discursos electorales adjuntan menciones respecto del “cuidado del medio ambiente” o similares. Pero siempre dejando en pie la idea de que los problemas del desarrollo se resuelven acentuando este modelo: el extractivismo se combate con más extractivismo.

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Por Sergio Federovisky* - 1 - Edición Nro 194 - Agosto de 2015

Edición Nro 194 - Agosto de 2015UNA DISCUSIóN DESESTIMADA

Extractivismo o muertePor Sergio Federovisky*

La falta de debate sobre el extractivismo obedece al consenso de los principales candidatos en torno al modelo imperante.

l combustible del crecimiento de la última década en América Latina, y lógicamente en Argentina, es el que deriva delas “ventajas comparativas”, es decir de la dotación de recursos naturales demandados desde economías centrales. Se lobautice como “desarrollo independiente” (con demasiadas comillas) o como extractivismo puro y duro, es sencilloconsensuar que se trata de un patrón de acumulación basado en la sobreexplotación de los recursos, principalmente norenovables, y en la expansión de las fronteras hacia territorios antes considerados “improductivos” (1).

Los resultados del modelo podrán ordenarse de acuerdo con el plazo en que interese analizarlos. El pensamientopredominante, tomando ya sin originalidad la crisis de 2001 como punto de partida, insiste en que los ingresosextraordinarios (de la soja o de la minería) y la ampliación del gasto social “están relacionados”. Una lectura nocoyunturalista detalla al menos tres elementos prácticos que relativizarían las bondades del modelo: una tendencia a lareprimarización de la economía –que no se compensa con el eslogan desarrollista de “incorporar valor agregado”–, uncomprobable deterioro de las variables ambientales presentes y futuras y una alta conflictividad social desatada a partirde la resistencia a dichas consecuencias. Y un último elemento, quizás más ideológico, que altera las conciencias másprogresistas que defienden este modelo: al ser la extracción y la comercialización el nudo del negocio, la propiedad delos recursos pasa a ser secundaria, con lo que la condición estatal de esa propiedad no garantiza soberanía a la hora desu explotación (2).

José Natanson ha escrito que el extractivismo ha sido más cuestionado por círculos intelectuales antes que políticos (3).Allí puede estar parte de la explicación acerca de la ausencia de un debate sobre este modelo en la actual campañaelectoral. Claro que, aun sin pretenderlo, se desliza la idea de cierta futilidad en la discusión intelectual, al tiempo quese sugiere que el pragmatismo de la política es el que define la ecuación a favor de “lo real” como sinónimo de “loimportante”.

Podría entonces presuponerse que el debate acerca del extractivismo está ausente no porque la política no se hayaanoticiado de su trascendencia, sino porque quienes encarnan las candidaturas predominantes concuerdan en que delmodelo imperante sólo se pueden discutir matices y no su esencia. Es probable que por convicción, por conveniencia opor no correr el riesgo electoral de salir de la corriente, las distintas opciones políticas convoquen a esta presuntamenteúnica opción de “desarrollo”. Y que por aquellos mismos motivos, descalifiquen cualquier cuestionamiento como frutode la antimodernidad, la negación del progreso o el fundamentalismo ecologista.

A lo sumo, cuando se alerta acerca de las anomalías, los discursos electorales adjuntan menciones respecto del“cuidado del medio ambiente” o similares. Pero siempre dejando en pie la idea de que los problemas del desarrollo seresuelven acentuando este modelo: el extractivismo se combate con más extractivismo.

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El Dipló: Extractivismo o muerte 2/2 2-08-2015 18:28:21

Por Sergio Federovisky* - 2 - Edición Nro 194 - Agosto de 2015

Lo que no se discute es si este modelo, entre cuyos atributos también están la desigualdad, el saqueo, el derroche y lacontaminación escalofriante, sólo requiere “retoques” o si en verdad se trata de un “maldesarrollo”, como muchosintelectuales se obstinan en señalar. Gudynas, en representación de quienes ven las anomalías no como “problemas depraxis” del modelo sino como daños esenciales a su concepción, habla de la búsqueda de un “desarrollo otro”.Básicamente, y no como eslogan, se trataría de un desarrollo sustentable en sus aspectos sociales, económicos y, porsupuesto, ambientales.

Pero al no integrar la batalla electoral, quizás haya que presumir que se trata de una mera jactancia de intelectuales.

1. Maristella Svampa y Enrique Viale, Maldesarrollo. La Argentina del extractivismo y el despojo, Katz, 2014.

2. Eduardo Gudynas, “Estado compensador y nuevos extractivismos. Las ambivalencias del progresismosudamericano”, Revista Nueva Sociedad, enero-febrero de 2012.

3. José Natanson, “Un poco de realismo político”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, junio de 2013.

* Biólogo y periodista. Autor de Argentina, de espaldas a la ecología, Capital Intelectual/Le Monde diplomatique,Buenos Aires, 2014.

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur