SESIONES PREUNIVERSITARIAS

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Del colegio a la Mes: Setiembre 1 1er Grado de Lideres en Educación I.E.P. “Regina Pacis” Del colegio a la Lideres en I.E.P. “REGINA PACIS”

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Del colegio a la UniversidadLideres en EducacinI.E.P. REGINA PACIS

Del colegio a la UniversidadMes: SetiembreI.E.P. Regina Pacis

321er Grado de SecundariaLideres en Educacin

LENGUAJEPALABRAS HOMFONASCOLEGIO REGINA * COLEGIO REGINA * COLEGIO REGINA * COLEGIO REGINA * COLEGIO REGINA * COLEGIO REGINACAPTULO

Existen algunas palabras o grupos de palabras que, por la similitud de sus sonidos o por las circunstancias en las que se usan, generan confusiones y equivocaciones en la escritura.

Veamos algunos casos y sus contextos de accin:

PRIMER CASO: porque - por qu - porqu - por que

Los sonidos de estas formas son idnticos, por eso se confunden entre s.

PorqueEs un conector causal, es decir, encabeza explicaciones o argumentos de una idea anterior.

- Llegu tarde, porque perd la movilidad.

Por quEs una expresin interrogativa que indaga por una causa. Siempre va separada y con tilde. Se le usa de manera directa o indirecta.

- Por qu llegaste tarde?

- Dime por qu llegaste tarde.

PorquEs un sustantivo que significa causa, razn o motivo. Suele ir antecedido por un artculo masculino.

Por queEs una expresin poco frecuente que, generalmente, lleva un artculo intermedio.

- La razn por que est aqu es importante.

- La razn por la que est aqu es importante.

Completa adecuadamente:

1.Me pregunt el _________________ de mi silencio.2.Te sacaron del grupo _________________ no cumpliste con tu parte.3._________________ no quieres asistir a mi fiesta?4.Fernando no me pag _________________ no tena dinero.5.Alguien sabe _________________ se enoj tanto?6.Ignoro el _________________ de sus dudas.7.Los fines de semana sale poco, _________________ no tiene tiempo.8.Dile a Gabriela que no ir _________________ estoy enojado con ella.9.Busco entender _________________ me enga.10.La deuda _________________ embargaron mis bienes ya est cancelada.

SEGUNDO CASO: sino - si no

Estas expresiones son idnticas; sin embargo, sino tiene la slaba tnica en "si", en tanto que si no lleva la mayor entonacin en "no".

sinoEs una conjuncin adversativa y, por tanto, introduce una aseveracin que se opone de manera parcial o total a lo expresado en la idea anterior.

- No quiere t, sino caf.

si noEs una expresin formada por una conjuncin condicional y un adverbio de negacin. Puede ser sustituida por la secuencia "si es que no".

- Si no llega a tiempo, empezaremos sin l.

- Si es que no llega a tiempo, empezaremos sin l.

Completa adecuadamente:

1.Te ayudar _________________ me interrumpes ms.2.No se aprende mirando _________________ actuando.3._________________ lo mandas t, lo har yo.4._________________ es hoy, ser maana.5.No es con ella con quien deseo hablar _________________ contigo.6._________________ lo encuentras ah, no s dnde.7.Ya lo habra terminado _________________ me hubieras interrumpido.8._________________ te llamo por la tarde, ya no te llamar.9.Te acompaar mi hermano _________________ te importa.10.No bailo _________________ es con tu hermano.

TERCER CASO: conque - con que - con qu

Estas expresiones son idnticas; sin embargo, la ltima de ellas presenta el acento en la ltima slaba.

ConqueEs una conjuncin consecutiva que equivale a "por lo tanto", "as que", "de manera que".- Ya todos estn listos, conque podemos empezar.

Con queEs una expresin que equivale a: "con el/la que", "con los /las que".

- El hacha con que cort el rbol no tena mucho filo.-El hacha con la que cort el rbol tena mucho filo.

Con quEs una expresin interrogativa o exclamativa que indaga por una causa. Siempre va separada y con tilde. Se le usa de manera directa o indirecta.

- Con qu abriste esa caja?- Dime con qu abriste esa caja.- Con qu frescura se dirige a m!

Completa adecuadamente:

1.T desarreglaste esto _________________ ahora lo solucionas.2.No me dijo _________________ lo sazon.3.Los alumnos _________________ viajar ya tienen permiso.4.El hacha no tiene filo _________________ no podrs talar el rbol.5._________________ los amenazaste?6.Busca las herramientas _________________ trabajaremos.7._________________ desparpajo andas por la vida!8.El perro mordi la manguera, _________________ ya no sirve.9.Dame el peine _________________ te hiciste la herida en la cabeza.10._________________ no quieres estudiar?

OTROS CASOS

A VER HABER

1.No pudo __________________ salido tan rpido.2.__________________ quin se atreve!, dijo un malcriado.3.Va a __________________ un concierto espectacular este fin de semana.4.Tengo que ir __________________ a mi madre esta semana.5.Todos van __________________ la ltima pelcula de Tom Cruise.

A SER HACER

1.Elas va __________________ todo un profesional.2.Tengo que __________________ un montn de tarea.3.Voy a __________________ la comida.4.No te dir qu __________________.5.Todos quieren llegar __________________ excelentes personas.

A HA

1.No ir _______ la casa de Luis.2.Ya _______ decidido lo que har de ahora en adelante.3._______ de venir pronto.4.Lo llevar _______ un lugar especial.5.Esa nota me _______ impresionado.6.No _______ querido decirle nada _______ nadie.7.Voy _______ recogerlo en este instante.8.Si va _______ salir contigo, avsame. 9.Todo _______ terminado por estos rincones.10.Te lo _______ dicho en contra de su voluntad.

SOBRE TODO SOBRETODO

1.Psame mi ___________________ , si eres tan amable.2.El otro da hubo una oferta de ___________________ importados.3.Deben mantener la calma ___________________.4.Me callo ___________________ cuando habla mi padre.5.Llevar mi ___________________ por si llueve.

DE VUELTA D VUELTA DEVUELTA

1.Estar ________________ a las 6:00 p.m.2.Toda la mercadera fue ________________ por estar en psimas condiciones.3.________________ y no mire atrs.4.La camisa fue ________________ a la tienda por mi to.5.Ya estoy ________________.

TAN BIEN TAMBIN

1.Ese corte te queda ________________.2.Yo ________________ ir a la fiesta.3.Sabe ________________ la leccin, que me impresiona.4.Nunca estuve ________________ en mi vida.5.Te dejar ir, pero solo si yo ________________ voy.

TAN POCO TAMPOCO

1.Bail ________________, sin embargo, me duelen las piernas.2.Si yo no voy, t ________________.3.Puse ________________ de mi parte, que todo sali mal.4.No puedo creerlo, ________________ te pagaron por dos meses de trabajo?5.T no me quieres, yo ________________.

DE MSD MS DEMS

1.Te dejar unas cuantas sbanas ________________.2.T pasars primero, los ________________ pueden esperar.3.Me ordenaron que le ________________.4.Me diste un sol ________________.5.No sea tacao, ________________.

MEDIO DA MEDIODA

1.Me tom ________________ terminar ese trabajo.2.La reunin ser al ________________.3.Me pagaron muy bien por ________________ de trabajo.4.Los chicos llegaron cerca del ________________.5.Nunca pas ________________ haciendo una cola.

ADONDE A DONDE ADNDE

1.La casa ________________ fuimos estaba embrujada.2.Viajaron ________________ nadie los pueda encontrar.3.________________ vas?4.La escuela ________________ vamos tiene gran prestigio.5.________________ vayas, yo te seguir.

ENTORNOEN TORNO

1.Debemos de cuidar nuestro __________________________ .2.El tema gir ______________________ a los hbitos de estudio.3.El _________________ de Luis lo perjudica.4.El discurso del Presidente fue _________________ a la pena de muerte.5.Aprendemos en un __________________ agradable.

PRACTIQUEMOS

Completa con la forma adecuada:

1.Tengo tiempo, que ya me tengo que ir.

2.No entiendo se fue tan molesto.

3.No lo dijo as de otro modo.

4.Tiene que suficiente para todos los invitados.

5.Cogiste ms de la cuenta, tendrs que reponerlo.

6.Buscar mi para salir.

7.Me tomar para terminar este trabajo.

8.Voy la mejor alumna del colegio.

9.me invitas, me resiento.

10.Averiguar el de su cambio.

ACTIVIDADES DE EXTENSIN

Transcribe o crea un texto literario (cuento, fbula, poema, etc.) el cual presente algunos de los casos de palabras homfonas.

TAREA DOMICILIARIA

Completa adecuadamente:

Porque/ por qu / porqu / por qu

1. _______________ me tratas tan mal?2.Dime _______________ te fuiste as.3.Nunca dir _______________ lo abandon.4.Flix sabe el _______________ de tu angustia5.La chica _______________ pelearon es una desvergonzada.

SINO / si no

1._______________ sales, entras.2.Te quedar tiempo _______________ tienes nada pendiente.3.Pepe no come _______________ se baa primero.4.No ped sopa _______________ el plato de fondo.5._______________ tienes tiempo, no debes ofrecerte.

CONQUE / CON QU / CON QUE

1.Tardaste en entregarlo _______________ ahora tendrs descuentos.2._______________ tejiste eso?3.La luna est rajada _______________ habr que cambiarla.4.Dale algo _______________ defenderse.5.La llave _______________ abri el bal se perdi.

A VER / HABER

1.Voy _______________ a mis abuelitos.2.Puede _______________ faltado hoy.3.Tienes que ir _______________ si ya te pagaron.

A SER / HACER

1.Si no va _______________ alguien de renombre, que se quede donde est.2.Voy _______________ tu sombra da y noche.3.Tendr que _______________ lo que me pediste.

SOBRE TODO / SOBRETODO

1.Dejar mi _______________ encima de la cama.2.Preocpate por el _______________ que perdiste.3.Este asunto est _______________ lo dems.

PERCENTIL ORTOGRFICO

SEMANA N 01SEMANA N 02

1.

2.

3.

4.

5.

6.

7.

8.

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10.

1.

2.

3.

4.

5.

6.

7.

8.

9.

10.

SEMANA N 03SEMANA N 04

1.

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3.

4.

5.

6.

7.

8.

9.

10.

1.

2.

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4.

5.

6.

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8.

9.

10.

LITERATURACUENTO FANTASTICO: EL LIBRO DE ARENACOLEGIO REGINA * COLEGIO REGINA * COLEGIO REGINA * COLEGIO REGINA * COLEGIO REGINA * COLEGIO REGINACAPTULO

El libro de arena

La lnea consta de un nmero infinito de puntos; el plano, de un nmero infinito de lneas; el volumen, de un nmero infinito de lneas; el volumen, de un nmero infinito de planos; el hipervolumen, de un nmero infinito de volmenes... No, decididamente no es este, more geomtrico, el mejor modo de iniciar mi relato. Afirmar que es verdico es ahora una convencin de todo relato fantstico; el mo, sin embargo, es verdico.

Yo vivo solo, en un cuarto piso de la calle Belgrano. Har unos meses, al atardecer, o un golpe en la puerta. Abr y entr un desconocido. Era un hombre alto, de rasgos desdibujados. Acaso mi miopa los vio as. Todo su aspecto era de pobreza decente. Estaba de gris y traa una valija gris en la mano. En seguida sent que era extranjero. Al principio lo cre viejo; luego advert que me haba engaado su escaso pelo rubio, casi blanco, a la manera escandinava. En el curso de nuestra conversacin, que no durara una hora, supe que proceda de las Orcadas.Le seal una silla. El hombre tard un rato en hablar. Exhalaba melancola, como yo ahora.-Vendo biblias -me dijo.No sin pedantera le contest:-En esta casa hay algunas biblias inglesas, incluso la primera, la de John Wiclif. Tengo asimismo la de Cipriano de Valera, la de Lutero, que literariamente es la peor, y un ejemplar latino de la Vulgata. Como usted ve, no son precisamente biblias lo que me falta.Al cabo de un silencio me contest.-No solo vendo biblias. Puedo mostrarle un libro sagrado que tal vez le interese. Lo adquir en los confines de Bikanir.Abri la valija y lo dej sobre la mesa. Era un volumen en octavo, encuadernado en tela. Sin duda haba pasado por muchas manos. Lo examin; su inusitado peso me sorprendi. En el lomo deca Holy Writ y abajo Bombay.-Ser del siglo diecinueve - observ. -No s. No lo he sabido nunca -fue la respuesta.Lo abra al azar. Los caracteres me eran extraos. Las pginas, que me parecieron gastadas y de pobre tipografa, estaban impresas a dos columnas a la manera de una biblia. El texto era apretado y estaba ordenado en versculos. En el ngulo superior de las pginas haba cifras arbigas. Me llam la atencin que la pgina par llevar el nmero (digamos) 40.514 y la impar, la siguiente, 999. La volv; el dorso estaba numerado con ocho cifras. Llevaba una pequea ilustracin, como es de uso en los diccionarios: un ancla dibujada a la pluma, como por la torpe mano de un nio.Fue entonces que el desconocido me dijo:-Mrela bien. Ya no la ver nunca ms.Haba una amenaza en la afirmacin, pero no en la voz.Me fij en el lugar y cerr el volumen. Inmediatamente lo abr.En vano busqu la figura del ancla, hoja tras hoja. Para ocultar mi desconcierto, le dije:-Se trata de una versin de la Escritura en alguna lengua indostnica, no es verdad?-No -me replic.

Luego baj la voz como para confiarme un secreto:-Lo adquir en un pueblo de la llanura, a cambio de unas rupias y de la Biblia. Su poseedor no saba leer. Sospecho que en el Libro de los Libros vio un amuleto. Era de la casta ms baja; la gente no poda pisar su sombra, sin contaminacin. Me dijo que su libro se llamaba el Libro de Arena, porque ni el libro ni la arena tienen ni principio ni fin.Me pidi que buscara la primera hoja.

Apoy la mano izquierda sobre la portada y abr con el dedo pulgar casi pegado al ndice. Todo fue intil: siempre se interponan varias hojas entre la portada y la mano. Era como si brotaran del libro.

-Ahora busque el final.Tambin fracas; apenas logr balbucear con una voz que no era la ma:-Esto no puede ser.Siempre en voz baja el vendedor de biblias me dijo:-No puede ser, pero es. El nmero de pginas de este libro es exactamente infinito. Ninguna es la primera; ninguna, la ltima. No s por qu estn numeradas de ese modo arbitrario. Acaso para dar a entender que los trminos de una serie infinita admiten cualquier nmero.Despus, como si pensara en voz alta:-Si el espacio es infinito estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito estamos en cualquier punto del tiempo.Sus consideraciones me irritaron. Le pregunt:-Usted es religioso, sin duda?-Si, soy presbiteriano. Mi conciencia est clara. Estoy seguro de no haber estafado al nativo cuando le di la Palabra del Seor a trueque de su libro diablico.

Le asegur que nada tena que reprocharse, y le pregunt si estaba de paso por estas tierras. Me respondi que dentro de unos das pensaba regresar a su patria. Fue entonces cuando supe que era escocs, de las islas Orcadas. Le dije que a Escocia yo la quera personalmente por el amor de Stevenson y de Hume.

-Y de Robbie Burns -corrigi.Mientras hablbamos yo segua explorando el libro infinito.Con falsa indiferencia le pregunt:-Usted se propone ofrecer este curioso espcimen al Museo Britnico?-No. Se lo ofrezco a usted -me replic, y fij una suma elevada.

Le respond, con toda verdad, que esa suma era inaccesible para m y me qued pensando. Al cabo de unos pocos minutos haba urdido mi plan.-Le propongo un canje -le dije-. Usted obtuvo este volumen por unas rupias y por la Escritura Sagrada; yo le ofrezco el monto de mi jubilacin, que acabo de cobrar, y la Biblia de Wiclif en letra gtica. La hered de mis padres.-A black letter Wiclif! -murmur.

Fui a mi dormitorio y le traje el dinero y el libro. Volvi las hojas y estudi la cartula con fervor de biblifilo.-Trato hecho -me dijo.Me asombr que no regateara. Slo despus comprendera que haba entrado en mi casa con la decisin de vender el libro. No cont los billetes, y los guard.Hablamos de la India, de las Orcadas y de los jarls noruegos que las rigieron. Era de noche cuando el hombre se fue. No he vuelto a verlo ni s su nombre.Pens guardar el Libro de Arena en el hueco que haba dejado el Wiclif, pero opt al fin por esconderlo detrs de unos volmenes descabalados de Las mil y una noches.Me acost y no dorm. A la tres o cuatro de la maana prend la luz. Busqu el libro imposible, y volv las hojas. En una de ellas vi grabada una mscara. El ngulo llevaba una cifra, ya no s cul, elevada a la novena potencia.No mostr a nadie mi tesoro. A la dicha de poseerlo se agreg el temor de que lo robaran, y despus el recelo de que no fuera verdaderamente infinito. Esas dos inquietudes agravaron mi ya vieja misantropa. Me quedaban unos amigos; dej de verlos. Prisionero del Libro, casi no me asomaba a la calle. Examin con una lupa el gastado lomo y las tapas, y rechac la posibilidad de algn artificio. Comprob que las pequeas ilustraciones distaban dos mil pginas una de otra. Las fui anotando en una libreta alfabtica, que no tard en llenar. Nunca se repitieron. De noche, en los escasos intervalos que me conceda el insomnio, soaba con el libro.

Declinaba el verano, y comprend que el libro era monstruoso. De nada me sirvi considerar que no menos monstruoso era yo, que lo perciba con ojos y lo palpaba con diez dedos con uas. Sent que era un objeto de pesadilla, una cosa obscena que infamaba y corrompa la realidad.Pens en el fuego, pero tem que la combustin de un libro infinito fuera parejamente infinita y sofocara de humo al planeta.Record haber ledo que el mejor lugar para ocultar una hoja es un bosque. Antes de jubilarme trabajaba en la Biblioteca Nacional, que guarda novecientos mil libros; s que a mano derecha del vestbulo una escalera curva se hunde en el stano, donde estn los peridicos y los mapas. Aprovech un descuido de los empleados para perder el Libro de Arena en uno de los hmedos anaqueles. Trat de no fijarme a qu altura ni a qu distancia de la puerta.

Siento un poco de alivio, pero no quiero ni pasar por la calle Mxico.

FIN

FICHA DE LECTURA

I.NIVEL DE ANLISIS

A.Comprensin

1.Qu quiere hacernos creer el narrador en el primer prrafo del cuento? Por qu lo hace?............................................................................................................................................................................................

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2.Quin lleg a la casa del protagonista? Qu le dijo?............................................................................................................................................................................................

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3.Qu tipo de libros abundaban en casa del protagonista?............................................................................................................................................................................................

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4.Cul fue la amenaza que se dej sentir en el ambiente?............................................................................................................................................................................................

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5.Qu pasaba al querer abrir el libro por la primera pgina? y con el final?............................................................................................................................................................................................

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6.Cmo logr obtener el libro?............................................................................................................................................................................................

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7.Qu sensaciones experimentaba, ahora, que ya tena el libro?............................................................................................................................................................................................

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B.ANLISIS ESTRUCTURAL Identifica las partes del cuento ledo:

C.ELEMENTOS FANTSTICOS

1.A qu se debe que el "Libro de arena" sea el ttulo de este cuento? Qu representa? Por qu?

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2.Qu oracin, de todas las realizadas en el cuento podra ser llamada absurda?

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D.ELEMENTOS FORMALES

1.Cul es el tema central de la historia?

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2.Quines son los personajes que intervinieron en esta historia? Caracteriza fsica y psicolgicamente a los principales.

1.......................................................................................................................................................................

2......................................................................................................................................................................

Otro: .....................................................................................................................................................................

3.Cul es la resolucin de la historia leda?

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4.Qu tipo de narrador presenta el texto? Ejemplifica con un fragmento.............................................................................................................................................................................................

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II.NIVEL DE CREATIVIDAD:

1. Qu opinas de la forma en que est planteada la historia? Es entendible?

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2. Crees en lo infinito? Nombra algunas cosas que lo sean.

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3. Imagina esta historia: "Un hombre que corre y corre y cuando se fija en la distancia se percata que en vez de avanzar, ha retrocedido".A partir de lo anterior, crea un pequeo relato en el que incluyas un elemento absurdo.

E.DIBUJO

Escoge un episodio de tu cuento y recralo con un dibujo.

REDACCIN

LAS COMILLASUSOS:

1.Se usarn comillas para indicar la reproduccin de una cita textual:

Vallejo profetiz su muerte as: "Me morir en Pars con aguacero un da del cual tengo ya el recuerdo. Me morir en Pars- y no me corro -tal vez un jueves, como es hoy, de otoo".

Si la cita pasa al siguiente rengln, las comillas no son necesarias:

Nuestro amigo contest:-Tengo muchas dudas existenciales.

2.Se usan comillas para sealar nombres de obras, revistas, peridicos, marcas de productos, clubes, cuadros, de establecimientos, de barcos, de animales, etc.

Estbamos en el "Waikiki" a bordo del "Nautilius" y, cuando yo lea "Hola", ella beba un "Martini" mientras acariciaba a "Lassie".

3.Se usan comillas para resaltar ciertas palabras, de modo que stas ganen nfasis en la expresin:

Las poesas de Salaverry estn llenas de angustia y zozobra en las que siempre est persiguiendo la imagen del "ngel" al que escribe nuevas y sentidas cartas. Al final de su vida, se intern en una poesa "filosfica" campoamorina que abre el camino del realismo.

4.Se usan comillas para conferir un sentido irnico a ciertas palabras:

La "reina" del medioda entrevist a un candidato "independiente".

5.Se usan comillas para destacar palabras extranjeras, neologismos y voces vulgares:

El "affaire" Lewinsky acab con Clinton por ser tan "carretn".

ACTIVIDADES

En el siguiente artculo se han obviado las comillas (" ") reponlas. (Presta mucha atencin porque faltan varias).

Juan Diego interpreta a Idreno, Rey de la India

* El destacado tenor peruano es uno de los protagonistas de Semiramide, obra de Gioacchino Rossini * Flrez Completar once fechas en el gran teatro del liceo de Barcelona.

Barcelona [EFE]. El tenor peruano Juan Diego Flrez encabeza el reparto de la pera Semiramide, de Gioacchino Rossini, la cual ser representada en once fechas a partir del prximo domingo en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona.Se trata de una pera en dos actos, de unas cuatro horas de duracin, con el libreto escrito por Gaetano Rossi, la direccin musical del italiano Riccardo Frizza y la direccin de escena del suizo Dieter Kaegi.Flrez, que interpreta por primera vez a Idreno, rey de la India en Semiramide, dijo ayer en una rueda de prensa que se trata de una pera ardua por la dificultad vocal que demanda, pero tambin por la extensin de los actos.El tenor peruano, que debuta en Barcelona con una pera escnica, considera que en una pera cmica hay ms libertad para los cantantes que en un montaje como el que interpretar ahora.Semiramide, escrita en 1823 por Rossini, se basa en la Tragedia de Semiramide de Voltaire y fue estrenada en el teatro de La Fenice de la ciudad de Venecia en 1823.

VENGANZA E INCESTO

La obra se basa en dos temas importantes de la tradicin clsica, como son la venganza de la sangre, que ya aparece en Electra, y el del incesto involuntario, presente en Edipo, protagonizados, en este caso, por la mtica reina asiria Semiramide, quien decide, aos despus de haber asesinado a su marido Nino, con la complicidad de su amante Assur, casarse con el joven general Arsace.La decisin trae como consecuencia un incesto involuntario, porque Semiramide ignora que Arsace es su hijo Ninia, que Assur hizo desaparecer de la Corte cuando era nio.La cantante blgara Darina Takova, que interpreta a Semiramide, asegur que su papel es realmente muy difcil, tanto desde un punto de vista vocal como dramtico.Otra de las intrpretes, la contralto italiana Daniela Barcellona, que representa a Arsace, general de las tropas asirias, coincidi con Flrez y Takova en las diferencias que se advierten entre las peras serias y las cmicas de Rossini, especialmente porque en las serias hay menos libertad.Ricardo Frizza, que tambin intervino en la rueda de prensa, afirm que la pera Semiramide es una verdadera obra maestra de Rossini y que destaca por tener una difcil estructura, pero tambin por su perfeccin estructural.El trabajo de los cantantes protagonistas de esta obra lo complementan diez bailarines en una coproduccin del Gran Teatro del Liceo, el Teatro Real de Madrid, el Rossini Opera Festival, de Pesaro, y el Teatro Regio, de Turn.

Fuente: El Comercio

TAREA DOMICILIARIA

La miel silvestreAutor: Horacio Quiroga // Uruguay (1879 - 1937)

Tengo en el Salto Oriental dos primos, hoy hombres ya, que a sus doce aos, y a consecuencia de profundas lecturas de Julio Verne, dieron en la rica empresa de abandonar su casa para ir a vivir al monte. Este queda a dos leguas de la ciudad. All viviran primitivamente de la caza y la pesca. Cierto es que los dos muchachos no se haban acordado particularmente de llevar escopetas ni anzuelos; pero, de todos modos, el bosque estaba all, con su libertad como fuente de dicha y sus peligros como encanto. Desgraciadamente, al segundo da fueron hallados por quienes los buscaban. Estaban bastante atnitos todava, no poco dbiles, y con gran asombro de sus hermanos menores- iniciados tambin en Julio Verne- saban andar an en dos pies y recordaban el habla. La aventura de los dos robinsones, sin embargo, fuera acaso ms formal a haber tenido como teatro otro bosque menos dominguero. Las escapatorias llevan aqu en Misiones a lmites imprevistos, y a ello arrastr a Gabriel Benincasa el orgullo de sus stromboot. Benincasa, habiendo concluido sus estudios de contadura pblica, sinti fulminante deseo de conocer la vida de la selva. No fue arrastrado por su temperamento, pues antes bien Benincasa era un muchacho pacfico, gordinfln y de cara rosada, en razn de su excelente salud. En consecuencia, lo suficiente cuerdo para preferir un t con leche y pastelitos a quin sabe qu fortuita e infernal comida del bosque. Pero as como el soltero que fue siempre juicioso cree de su deber, la vspera de sus bodas, despedirse de la vida libre con una noche de orga en compaa de sus amigos, de igual modo Benincasa quiso honrar su vida aceitada con dos o tres choques de vida intensa. Y por este motivo remontaba el Paran hasta un obraje, con sus famosos stromboot. Apenas salido de Corrientes haba calzado sus recias botas, pues los yacars de la orilla calentaban ya el paisaje. Mas a pesar de ello el contador pblico cuidaba mucho de su calzado, evitndole araazos y sucios contactos. De este modo lleg al obraje de su padrino, y a la hora tuvo ste que contener el desenfado de su ahijado. -Adnde vas ahora? -le haba preguntando sorprendido. -Al monte; quiero recorrerlo un poco -repuso Benincasa, que acababa de colgarse el winchester al hombro. -Pero infeliz! No vas a poder dar un paso. Sigue la picada, si quieres... O mejor deja esa arma y maana te har acompaar por un pen. Benincasa renunci a su paseo. No obstante, fue hasta la vera del bosque y se detuvo. Intent vagamente un paso adentro, y qued quieto. Metiose las manos en los bolsillos y mir detenidamente aquella inextricable maraa, silbando dbilmente aires truncos. Despus de observar de nuevo el bosque a uno y otro lado, retorn bastante desilusionado. Al da siguiente, sin embargo, recorri la picada central por espacio de una legua, y aunque su fusil volvi profundamente dormido, Benincasa no deplor el paseo. Las fieras llegaran poco a poco. Llegaron estas a la segunda noche -aunque de un carcter un poco singular. Benincasa dorma profundamente, cuando fue despertado por su padrino. -Eh, dormiln! Levntate que te van a comer vivo.Benincasa se sent bruscamente en la cama, alucinado por la luz de los tres faroles de viento que se movan de un lado a otro en la pieza. Su padrino y dos peones regaban el piso. -Qu hay, qu hay? -pregunt echndose al suelo. -Nada... Cuidado con los pies... la correccin. Benincasa haba sido ya enterado de las curiosas hormigas a que llamamos correccin. Son pequeas, negras, brillantes y marchan velozmente en ros ms o menos anchos. Son esencialmente carnvoras. Avanzan devorando todo lo que encuentran a su paso: araas, grillos, alacranes, sapos, vboras y a cuanto ser no puede resistirles. No hay animal, por grande y fuerte que sea, que no huya de ellas. Su entrada en una casa supone la exterminacin absoluta de todo ser viviente, pues no hay rincn ni agujero profundo donde no se precipite el rio devorador. Los perros allan, los bueyes mugen y es forzoso abandonarles la casa, a trueque de ser rodos en diez horas hasta el esqueleto. Permanecen en un lugar uno, dos, hasta cinco das, segn su riqueza en insectos, carne o grasa. Una vez devorado todo, se van.No resisten, sin embargo, a la creolina o droga similar, y como en el obraje abunda aquella, antes de una hora el chalet qued libre de la correccin. Benincasa se observaba muy de cerca, en los pies, la placa lvida de una mordedura. -Pican muy fuerte, realmente! -dijo sorprendido, levantando la cabeza hacia su padrino. Este, para quien la observacin no tena ya ningn valor, no respondi, felicitndose, en cambio, de haber contenido a tiempo la invasin. Benincasa reanud el sueo, aunque sobresaltado toda la noche por pesadillas tropicales.

Al da siguiente se fue al monte, esta vez con un machete, pues haba concluido por comprender que tal utensilio le sera en el monte mucho ms til que el fusil. Cierto es que su pulso no era maravilloso, y su acierto, mucho menos. Pero de todos modos lograba trozar las ramas, azotarse la cara y cortarse las botas; todo en uno. El monte crepuscular y silencioso lo cans pronto. Dbale la impresin -exacta por lo dems- de un escenario visto de da. De la bullente vida tropical no hay a esa hora ms que el teatro helado; ni un animal ni un pjaro ni un ruido casi, Benincasa volva cuando un sordo zumbido le llam la atencin. A diez metros de l, en un tronco hueco, diminutas abejas aureolaban la entrada del agujero. Se acerc con cautela y vio en el fondo de la abertura diez o doce bolas oscuras, del tamao de un huevo. -Esto es miel -se dijo el contador pblico con ntima gula-. Deben de ser bolsitas de cera, llenas de miel... Pero entre l -Benincasa- y las bolsitas estaban las abejas. Despus de un momento de descanso, pens en el fuego; levantara una buena humareda. La suerte quiso que mientras el ladrn acercaba cautelosamente la hojarasca hmeda, cuatro o cinco abejas se posaran en su mano, sin picarlo. Benincasa cogi una en seguida, y oprimindole el abdomen, constat que no tena aguijn. Su saliva, ya liviana, se clarifico en melfica abundancia. Maravillosos y buenos animalitos! En un instante el contador desprendi las bolsitas de cera, y alejndose un buen trecho para escapar al pegajoso contacto de las abejas, se sent en un raign. De las doce bolas, siete contenan polen. Pero las restantes estaban llenas de miel, una miel oscura, de sombra transparencia, que Benincasa palade golosamente. Saba distintamente a algo. A qu? El contador no pudo precisarlo. Acaso a resina de frutales o de eucaliptus. Y por igual motivo, tena la densa miel un vago dejo spero. Mas qu perfume, en cambio! Benincasa, una vez bien seguro de que cinco bolsitas le seran tiles, comenz. Su idea era sencilla: tener suspendido el panal goteante sobre su boca. Pero como la miel era espesa, tuvo que agrandar el agujero, despus de haber permanecido medio minuto con la boca intilmente abierta. Entonces la miel asom, adelgazndose en pesado hilo hasta la lengua del contador. Uno tras otro, los cinco panales se vaciaron as dentro de la boca de Benincasa. Fue intil que este prolongara la suspensin, y mucho ms que repasara los globos exhaustos; tuvo que resignarse. Entre tanto, la sostenida posicin de la cabeza en alto lo haba mareado un poco. Pesado de miel, quieto y los ojos bien abiertos, Benincasa consider de nuevo el monte crepuscular. Los rboles y el suelo tomaban posturas por dems oblicuas, y su cabeza acompaaba el vaivn del paisaje. -Qu curioso mareo... -pens el contador. Y lo peor es... Al levantarse e intentar dar un paso, se haba visto obligado a caer de nuevo sobre el tronco. Senta su cuerpo de plomo, sobre todo las piernas, como si estuvieran inmensamente hinchadas. Y los pies y las manos le hormigueaban. -Es muy raro, muy raro, muy raro! -se repiti estpidamente Benincasa, sin escudriar, sin embargo, el motivo de esa rareza. Como si tuviera hormigas... La correccin -concluy. Y de pronto la respiracin se le cort en seco, de espanto. -Debe ser la miel!... Es venenosa!... Estoy envenenado! Y a un segundo esfuerzo para incorporarse, se le eriz el cabello de terror; no haba podido ni aun moverse. Ahora la sensacin de plomo y el hormigueo suban hasta la cintura. Durante un rato el horror de morir all, miserablemente solo, lejos de su madre y sus amigos, le cohibi todo medio de defensa. -Voy a morir ahora!... De aqu a un rato voy a morir!... No puedo mover la mano!... En su pnico constat, sin embargo, que no tena fiebre ni ardor de garganta, y el corazn y pulmones conservaban su ritmo normal. Su angustia cambi de forma. -Estoy paraltico, es la parlisis! Y no me van a encontrar!... Pero una visible somnolencia comenzaba a apoderarse de l, dejndole ntegras sus facultades, a la par que el mareo se aceleraba. Crey as notar que el suelo oscilante se volva negro y se agitaba vertiginosamente. Otra vez subi a su memoria el recuerdo de la correccin, y en su pensamiento se fij como una suprema angustia la posibilidad de que eso negro que invada el suelo... Tuvo an fuerzas para arrancarse a ese ltimo espanto, y de pronto lanz un grito, un verdadero alarido, en que la voz del hombre recobra la tonalidad del nio aterrado: por sus piernas trepaba un precipitado ro de hormigas negras. Alrededor de l la correccin devoradora oscureca el suelo, y el contador sinti, por bajo del calzoncillo, el ro de hormigas carnvoras que suban. Su padrino hall por fin, dos das despus, y sin la menor partcula de carne, el esqueleto cubierto de ropa de Benincasa. La correccin que merodeaba an por all, y las bolsitas de cera, lo iluminaron suficientemente. No es comn que la miel silvestre tenga esas propiedades narcticas o paralizantes, pero se la halla. Las flores con igual carcter abundan en el trpico, y ya el sabor de la miel denuncia en la mayora de los casos su condicin; tal el dejo a resina de eucaliptus que crey sentir Benincasa.FIN

Resuelve en tu cuaderno.

I.NIVEL DE ANLISIS

A.NIVEL DE ANLISIS DE LOS ELEMENTOS FORMALES

1.Trama

1.1.El asunto o argumento tiene fuerza expresiva o contenido dramtico? Por qu?

3.1.Cul es la idea central del cuento?

3.2.Cules son las ideas secundarias?

2.Personajes

2.1.Cmo caracteriza el autor a los personajes?, directa o indirectamente?

2.2.La caracterizacin es profunda o superficial?

2.3Actan los personajes de acuerdo a su ndole y propsito, o a expensas del autor?

2.4.Los personajes son reales, simblicos o tipos?

2.5.Hay personajes que conjuguen algn tipo de valor tico, esttico, ideolgico u otro?

2.6.Existe alguna relacin entre los personajes y el ambiente?

2.7.Hay relacin entre los personajes y la accin?

3.Ambiente, tiempo y atmsfera

5.1.En qu tipo de escenario se desarrolla el hilo de la accin?

5.2.En cunto tiempo se desarrolla la historia?

5.3La atmsfera es srdida o difana?, de misterio o de amor?, de angustia o de paz? Por qu?

II.NIVEL DE CREATIVIDAD

Da tu opinin personal sobre lo ledo.

III.CREATIVIDAD

Dibuja el paisaje que ms te haya impresionado.

LITERATURALA CIENCIA FICCINCOLEGIO REGINA * COLEGIO REGINA * COLEGIO REGINA * COLEGIO REGINA * COLEGIO REGINA * COLEGIO REGINACAPTULO

1.Cmo son las historias de ciencia ficcin?

Aqu la fantasa va ms all de todos los lmites. Ms all del tiempo y del espacio.Como su mismo nombre lo dice es el enlace de dos mundos : el de la ciencia y el de la literatura.

2.Qu elementos usan los escritores de ciencia ficcin?

Ellos utilizan los avances tecnolgicos, como respaldo para las historias que van creando, pues stas se enmarcan en un futuro casi siempre lejano.

3.Qu buscaban los escritores de ciencia ficcin?

Aunque parezca contradictorio, no buscaban exaltar los avances cientficos, sino ms bien, advertir al hombre de los peligros a los que se expone por el uso indiscriminado de estos avances, que podran incluso, destruir la humanidad.

4.Quines son los personajes comunes en estas historias?

En muchas de estas historias vemos a seres humanos comunes y corrientes. Sin embargo, lo que sorprende es la aparicin de seres que conviven con los humanos sin serlo: extraterrestres, androides, monstruos, ovnis, etc.Todo esto tiene como fin dar el escenario preciso para una historia enmarcada en el avance cientfico.

5.Cundo se inicia la ciencia ficcin?

No hay una fecha exacta de su inicio, aunque ya por 1818 sale a la luz la novela Frankenstein de Mary Shelley, donde vemos la posibilidad de crear vida con electricidad sobre un cadver reconstruido.Ms adelante tenemos a Julio Verne con su Viaje al centro de la tierra. Sin embargo, en 1895, aparece La mquina del tiempo del britnico H.G. Wells, con lo que podramos asegurar el inicio formal de la ciencia ficcin.

6.Qu temas son recurrentes en las obras de ciencia ficcin?

Estos son algunos de ellos:a)Las aventuras espaciales y los viajes a otros planetas. (Ray Brandbury, Crnicas Marcianas) b)Los viajes a travs del tiempo (H.G. Wells, La mquina del tiempo)c)La robtica (Isaac Asimov, Yo robot)

7.Qu cuento se leer en este captulo?

El ruido de un trueno, de Ray Bradbury. Aqu, el tpico viaje por el tiempo, en este caso, a la prehistoria, cuando los dinosaurios deambulaban por la tierra.Debes prestar mucha atencin a todos y cada uno de los detalles, pues de eso depender que entiendas el final de la historia, donde se plasma una PARADOJA TEMPORAL, manejada hbilmente. Este cuento pone en evidencia la importancia que tiene un mnimo cambio en la naturaleza. A leer.

El ruido del trueno

El anuncio en la pared pareca temblar bajo una mvil pelcula de agua caliente. Eckels sinti que parpadeaba, y el anuncio ardi en la momentnea oscuridad:

SAFARI EN EL TIEMPO S.A. SAFARIS A CUALQUIER AO DEL PASADO. USTED ELIGE EL ANIMAL, NOSOTROS LO LLEVAMOS ALL, USTED LO MATA.

Una flema tibia se le form en la garganta a Eckels. Trag saliva empujando hacia abajo la flema. Los msculos alrededor de la boca formaron una sonrisa, mientras alzaba lentamente la mano, y se movi con un cheque de diez mil dlares ante el hombre del escritorio.

-Este safari garantiza que yo regrese vivo?

-No garantizamos nada -dijo el oficial-, excepto los dinosaurios. -Se volvi-. Este es el seor Travis, su gua safari en el pasado. l le dir a qu debe disparar y en qu momento. Si usted desobedece sus instrucciones, hay una multa de otros diez mil dlares, adems de una posible accin del gobierno, a la vuelta.

Eckels observ en el otro extremo de la vasta oficina la confusa maraa zumbante de cables y cajas de acero, y el aura ya anaranjada, ya plateada, ya azul. Era como el sonido de una gigantesca hoguera donde arda el tiempo, todos los aos y todos los calendarios de pergamino, todas las horas apiladas en llamas. El roce de una mano, y este fuego se volvera maravillosamente, y en un instante, sobre s mismo. Eckels record las palabras de las anuncios en la carta. De las brasas y cenizas, del polvo y los carbones, como doradas salamandras, saltarn los viejos aos, los verdes aos: rosas endulzarn el aire, las canas se volvern negro bano, las arrugas desaparecern. Todo regresar volando a la semilla, huir de la muerte, retornar a sus principios; los soles se elevarn en los cielos occidentales y se pondrn en orientes gloriosos, las lunas se devorarn al revs a s mismas, todas las cosas se metern unas en otras como cajas chinas, los conejos entrarn en los sombreros, todo volver a la fresca muerte, la muerte en la semilla, la muerte verde, al tiempo anterior al comienzo. Bastar el roce de una mano, el ms leve roce de una mano.

-Infierno y condenacin! -murmur Eckels con la luz de la mquina en el rostro delgado-. Una verdadera mquina del tiempo. -Sacudi la cabeza. Lo hace pensar a uno. Si la eleccin hubiera ido mal ayer, yo quiz estara aqu huyendo de los resultados. Gracias a Dios gan Keith. Ser un buen presidente.

-S -dijo el hombre detrs del escritorio-. Tenemos suerte. Si Deutscher hubiese ganado, tendramos la peor de las dictaduras. Es el anttodo, militarista, anticristo, antihumano, antintelectual. La gente nos llam, ya sabe usted, bromeando, pero no enteramente. Decan que si Deutscher era presidente, queran ir a vivir a 1492. Por supuesto, no nos ocupamos de organizar evasiones, sino safaris. De todos modos, el presidente es Keith. Ahora su nica preocupacin es...

Eckels termin la frase:

-Matar mi dinosaurio.

-Un Tyrannosaurus rex. El lagarto del Trueno, el ms terrible monstruo de la historia. Firme este permiso. Si le pasa algo, no somos responsables. Estos dinosaurios son voraces.

Eckels enrojeci, enojado.

-Trata de asustarme?

-Francamente, s. No queremos que vaya nadie que sienta pnico al primer tiro. El ao pasado murieron seis jefes de safari y una docena de cazadores. Vamos a darle a usted la ms extraordinaria emocin que un cazador pueda pretender. Lo enviaremos sesenta millones de aos atrs para que disfrute de la mayor y ms emocionante cacera de todos los tiempos. Su cheque est todava aqu. Rmpalo.

El seor Eckels mir el cheque largo rato. Se le retorcan los dedos.-Buena suerte -dijo el hombre detrs del mostrador-. El seor Travis est a su disposicin.

Cruzaron el saln silenciosamente, llevando los fusiles, hacia la Mquina, hacia el metal plateado y la luz rugiente.Primero un da y luego una noche y luego un da y luego una noche, y luego da-noche-da-noche-da. Una semana, un mes, un ao, una dcada! 2055, 2019, 1999! 1957! Desaparecieron! La Mquina rugi. Se pusieron los cascos de oxgeno y probaron los intercomunicadores. Eckels se balanceaba en el asiento almohadillado, con el rostro plido y duro. Sinti un temblor en los brazos y baj los ojos y vio que sus manos apretaban el fusil. Haba otros cuatro hombres en esa mquina. Travis, el jefe del safari, su asistente, Lesperance, y otros dos cazadores, Billings y Kramer. Se miraron unos a otros y los aos llamearon alrededor.

-Estos fusiles pueden matar a un dinosaurio de un tiro? - se oy decir a Eckels.-Si da usted en el sitio preciso -dijo Travis por la radio del casco. Algunos dinosaurios tienen dos cerebros, uno en la cabeza, otro en la columna espinal. No les tiraremos a estos, y tendremos ms probabilidades. Acirteles con los dos primeros tiros a los ojos, si puede, cegndolo, y luego dispare al cerebro.

La mquina aull. El tiempo era una pelcula que corra hacia atrs. Pasaron soles, y luego diez millones de lunas.

-Dios santo -dijo Eckels-. Los cazadores de todos los tiempos nos envidiaran hoy. frica al lado de sta parece Illinois.

El sol se detuvo en el cielo.

La niebla que haba envuelto la Mquina se desvaneci.Se encontraban en los viejos tiempos, tiempos muy viejos en verdad, tres cazadores y dos jefes de safari con sus metlicos rifles azules en las rodillas.

-Cristo no ha nacido an -dijo Travis-. Moiss no ha subido a la montaa a hablar con Dios. Las pirmides no estn todava en la tierra, esperando. Recuerde que Alejandro, Julio Csar, Napolen, Hitler... no han existido.

Los hombres asintieron con movimientos de cabeza.

-Eso -seal el seor Travis- es la jungla de sesenta millones dos mil cincuenta y cinco aos antes del presidente Keith.

Mostr un sendero de metal que se perda en la vegetacin salvaje, sobre pantanos humeantes, entre palmeras y helechos gigantescos.

-Y eso -dijo- es el Sendero, instalado por Safari en el Tiempo para su provecho. Flota a diez centmetros del suelo. No toca ni siquiera una brizna. Una flor o un rbol. Es de un metal antigravitatorio. El propsito del Sendero es impedir que toque usted este mundo del pasado de algn modo. No se salga del Sendero. Repito. No se salga de l. Por ningn motivo! Si se cae del Sendero hay una multa. Y no tire contra ningn animal que nosotros no aprobemos.

-Por qu? -pregunt Eckels. Estaban en la antigua selva. Unos pjaros lejanos gritaban en el viento, y haba un olor de alquitrn y viejo mar salado, hierbas hmedas y flores de color de sangre.

-No queremos cambiar el futuro. Este mundo del pasado no es el nuestro. Al gobierno no le gusta que estemos aqu. Tenemos que dar mucho dinero para conservar nuestras franquicias. Una mquina del tiempo es un asunto delicado. Podemos matar inadvertidamente un animal importante, un pajarito, un coleptero, aun una flor, destruyendo as un eslabn importante en la evolucin de las especies.

-No me parece muy claro -dijo Eckels.

-Muy bien -continu Travis-, digamos que accidentalmente matamos aqu un ratn. Eso significa destruir las futuras familias de este individuo. Entiendes?

-Entiendo.-Y todas las familias de las familias de ese individuo! Con slo un pisotn aniquila usted primero uno luego una docena luego mil, un milln, un billn de posibles ratones!

-Bueno, y eso qu? -inquiri Eckels.-Eso qu? - gru suavemente Travis- Qu pasa con los zorros que necesitan esos ratones para sobrevivir? Por falta de diez ratones muere un zorro. Por falta de diez zorros, un len muere de hambre. Por falta de un len, especies enteras de insectos, buitres, infinitos billones de formas de vida son arrojadas al caos y la destruccin. Al final todo se reduce a esto: cincuenta y nueve millones de aos ms tarde, un hombre de las cavernas, uno de la nica docena que hay en todo el mundo, sale a cazar un jabal o un tigre para alimentarse. Pero usted amigo, ha aplastado con el pie a todos los tigres de esa zona al haber pisado un ratn. As que el hombre de las cavernas se muere de hambre. Y el hombre de las cavernas, no lo olvide, no es un hombre que pueda desperdiciarse, no! Es toda una futura nacin. De l nacern diez hijos. De ellos nacern cien hijos y as hasta llegar a nuestros das. Destruya usted a este hombre y destruye usted una raza, un pueblo, toda una historia viviente. Es como asesinar a uno de los nietos de Adn. El pie que ha puesto usted sobre el ratn desencadenar as un terremoto, y sus efectos sacudirn nuestra tierra y nuestros destinos a travs del tiempo, hasta sus races. Con la muerte de ese hombre de las cavernas, un billn de otros hombres no saldrn nunca de la matriz. Quiz Europa sea para siempre un bosque oscuro, y solo crezca Asia saludable y prolfica. Pise usted un ratn y aplastar las pirmides. Pise un ratn y dejar su huella, como un abismo en la eternidad. La reina Isabel no nacer nunca, Washington no cruzar el Delaware, nunca habr un pas llamado Estados Unidos. Tenga cuidado. No se salga del Sendero. Nunca pise afuera!

-Ya veo -dijo Eckels-. Ni siquiera debemos pisar la hierba.

-Correcto. Al aplastar ciertas plantas quiz solo sumemos factores infinitesimales. Pero un pequeo error aqu se multiplicar en sesenta millones de aos hasta alcanzar proporciones extraordinarias. Por supuesto, quiz nuestra teora est equivocada. Quiz nosotros no podamos cambiar el tiempo. O tal vez slo pueda cambiarse de modos muy sutiles. Quiz un ratn muerto aqu provoque un desequilibrio entre los insectos de all, una desproporcin en la poblacin ms tarde, una mala cosecha luego, una depresin, hambres colectivas, y, finalmente, un cambio en la conducta social de alejados pases. O aun algo mucho ms sutil. Quiz slo un suave aliento, un murmullo, un cabello, polen en el aire, un cambio tan, tan leve que uno podr notarlo slo mirando de muy cerca. Quin lo sabe? Quin puede decir realmente que lo sabe? No nosotros. Nuestra teora no es ms que una hiptesis. Pero mientras no sepamos con seguridad si nuestros viajes por el tiempo pueden terminar en un gran estruendo o en un imperceptible crujido, tenemos que tener mucho cuidado. Esta mquina este sendero, nuestros cuerpos y nuestras ropas han sido esterilizados, como usted sabe, antes del viaje. Llevamos estos cascos de oxgeno para no introducir nuestras bacterias en una antigua atmsfera.

-Cmo sabemos qu animales podemos matar?

-Estn marcados con pintura roja -dijo Travis-. Hoy, antes de nuestro viaje, enviamos aqu a Lesperance con la Mquina. Vino a esta era particular y sigui a ciertos animales.

-Para estudiarlos?

-Exactamente -dijo Travis-. Los rastre a lo largo de toda su existencia, observando cules vivan mucho tiempo. Muy pocos. Cuntas veces se acoplaban. Pocas. La vida es breve. Cuando encontraba alguno que iba a morir aplastado por un rbol y otro que se ahogaba en un pozo de alquitrn, anotaba la hora exacta, el minuto y el segundo, y le arrojaba una bomba de pintura que le marchaba de rojo el costado. No podemos equivocarnos. Luego midi nuestra llegada al pasado de modo que no nos encontremos con el monstruo ms de dos minutos antes de aquella muerte. De este modo, solo matamos animales sin futuro, que nunca volvern a acoplarse. Comprende qu cuidadosos somos?

-Pero si ustedes vinieron esta maana dijo Eckels ansiosamente-, deban haberse encontrado con nosotros, nuestro safari. Qu ocurri? Tuvimos xito? Salimos todos... vivos?

Travis y Lesperance se miraron.

-Eso hubiese sido una paradoja -habl Lesperance-. El tiempo no permite esas confusiones... un hombre que se encuentra consigo mismo. Cuando va a ocurrir algo parecido, el tiempo se hace a un lado. Como un avin que cae en un pozo de aire. Sinti usted ese salto de la Mquina, poco antes de nuestra llegada? Estbamos cruzndonos con nosotros mismos que volvamos al futuro. No vimos nada. No hay modo de saber si esta expedicin fue un xito, si cazamos nuestro monstruo, o si todos nosotros, y usted, seor Eckels, salimos con vida.Eckels sonri dbilmente.

-Dejemos esto -dijo Travis con brusquedad-. Todos de piel! -Se prepararon a dejar la Mquina. La jungla era alta y la jungla era ancha y la jungla era todo el mundo para siempre y para siempre. Sonidos como msica y sonidos como lanas voladoras llenaban el aire: los pterodctilos que volaban con cavernosas alas grises, murcilagos gigantescos nacidos del delirio de una noche febril. Eckels, guardando el equilibrio en el estrecho sendero, apunt con su rifle, bromeando.

-No haga eso! -dijo Travis- No apunte ni siquiera en broma, maldita sea si se le dispara el arma...

Eckels enrojeci.

-Dnde est nuestro Tyrannosaurus?

Lesperance mir su reloj de pulsera.

-Adelante. Nos cruzaremos con l dentro de sesenta segundos. Busque la pintura roja, por Cristo. No dispare hasta que se lo digamos. Qudese en el Sendero. Qudese en el Sendero!

Se adelantaron en el viento de la maana.

-Qu raro -murmur Eckels-. All delante, a sesenta millones de aos, ha pasado el da de eleccin, Keith es presidente. Todos celebran. Y aqu, ellos no existen an. Las cosas que nos preocuparon durante meses, toda una vida, no nacieron ni fueron pensadas an.

-Levanten el seguro, todos! -orden Travis-. Usted dispare primero, Eckels. Luego, Billings. Luego, Kramer.

-He cazado tigres, jabales, bfalos, elefantes, pero esto, Jess, esto es caza- coment Eckels-. Tiemblo como un nio.

-Ah -dijo Travis.Todos se detuvieron.

Travis alz una mano.

-Ah adelante -susurr-. En la niebla. Ah est su Alteza Real.

La jungla era ancha y llena de gorjeos, crujidos, murmullos y suspiros. De pronto todo ces, como si alguien hubiese cerrado una puerta.

Silencio.El ruido de un trueno.

De la niebla, a cien metros de distancia, sali el Tyrannosaurus rex.

-Jesucristo -murmur Eckels.

-Chisff!

Vena a grandes trancos, sobre patas aceitadas y elsticas. Se alzaba diez metros por encima de la mitad de los rboles, un gran dios del mal, apretando las delicadas garras de relojero contra el oleoso pecho de reptil. Cada pata inferior era un pistn, quinientos kilos de huesos blancos, hundidos en gruesas cuerdas de msculos, encerrados en una vaina de piel centelleante y spera, como la cota de malla de un guerrero terrible. Cada muslo era una tonelada de carne, marfil y acero. Y de la gran caja de aire del torso colgaban los dos brazos delicados, brazos con manos que podan alzar y examinar a los hombres como juguetes, mientras el cuello de serpiente se retorca sobre s mismo. Y la cabeza, una tonelada de piedra esculpida que se alzaba fcilmente hacia el cielo. En la boca entreabierta asomaba una cerca de dientes como dagas. Los ojos giraban en las rbitas, ojos vacos, que nada expresaban, excepto hambre. Cerraba la boca en una mueca de muerte. Corra, y los huesos de la pelvis hacan a un lado rboles y arbustos, y los pies se hundan en la tierra dejando huellas de quince centmetros de profundidad. Corra como s diese unos deslizantes pasos de baile, demasiado erecto y en equilibrio para sus diez toneladas. Entr fatigadamente en el rea de sol, y sus hermosas manos de reptil tantearon el aire.

-Dios mo! -Eckels torci la boca-. Puede incorporarse y alcanzar la luna.-Chisf! -Travis sacudi bruscamente la cabeza. -Todava no nos vio.-No es posible matarlo. - Eckels emiti con serenidad este veredicto, como si fuese indiscutible. Haba visto la evidencia y sta era su razonada opinin. El arma en sus manos pareca un rifle de aire comprimido-. Hemos sido unos locos. Esto es imposible.

-Cllese! -sise Travis.

-Una pesadilla.

-D media vuelta -orden Travis-. Vaya tranquilamente hasta la mquina, le devolveremos la mitad del dinero.

-No imagin que sera tan grande -dijo Eckels-. Calcul mal. Eso es todo. Y ahora quiero irme.

-Nos vio!

-Ah est la pintura roja en el pecho!

El Lagarto del Trueno se incorpor. Su armadura brill como mil monedas verdes. Las monedas, embarradas humeaban. En el barro se movan diminutos insectos, de modo que todo el cuerpo pareca retorcerse y ondular, an cuando el monstruo mismo no se moviera. El monstruo resopl. Un hedor de carne cruda cruz la jungla.

-Squenme de aqu -pidi Eckels-. Nunca fue como esta vez. Siempre supe que saldra vivo. Tuve buenos guas, buenos safaris, y proteccin. Esta vez me he equivocado. Me he encontrado con la horma de mi zapato, y lo admito. Esto es demasiado para m.

-No corra -dijo Lesperance-. Vulvase. Ocltese en la Mquina.- S.Eckels pareca aturdido. Se mir los pies como si tratara de moverlos. Lanz un gruido de desesperanza.

-Eckels!

Eckels dio unos pocos pasos, parpadeando, arrastrando los pies. -Por ah no!

El monstruo, al advertir un movimiento, se lanz hacia adelante con un grito terrible. En cuatro segundos cubri cien metros. Los rifles se alzaron y llamearon. De la boca del monstruo sali un torbellino que los envolvi con un olor de barro y sangre vieja. El monstruo rugi con los dientes brillantes al sol.

Eckels, sin mirar atrs, camin ciegamente hasta el borde del Sendero, con el rifle que le colgaba de los brazos. Sali del Sendero, y camin, y camin por la jungla. Los pies se le hundieron en un musgo verde. Lo llevaban las piernas, y se sinti solo y alejado de lo que ocurra atrs.

Los rifles dispararon otra vez. El ruido se perdi en chillidos y truenos. La gran palanca de la cola del reptil se alz sacudindose. Los rboles estallaron en nubes de hojas y ramas. El monstruo retorci sus manos de joyero y las baj como para acariciar a los hombres, para partirlos en dos, aplastarlos como cerezas, meterlos entre los dientes y en la rugiente garganta. Sus ojos de canto rodado bajaron a la altura de los hombres, que vieron sus propias imgenes. Dispararon sus armas contra las pestaas metlicas y los brillantes iris negros.

Como un dolo de piedra, como el desprendimiento de una montaa, el Tyrannosaurus cay. Con un trueno, se abraz a unos rboles, los arrastr en su cada. Torci y quebr el Sendero de Metal. Los hombres retrocedieron alejndose. El cuerpo golpe el suelo, diez toneladas de carne fra y piedra. Los rifles dispararon. El monstruo azot el aire con su cola acorazada, retorci sus mandbulas de serpiente, y ya no se movi. Una fuente de sangre le brot de la garganta. En alguna parte, adentro, estall un saco de fluidos. Unas bocanadas nauseabundas empaparon a los cazadores. Los hombres se quedaron mirndolo, rojos y resplandecientes.

El trueno se apag.La jungla estaba en silencio. Luego de la tormenta, una gran paz. Luego de la pesadilla, la maana.

Billings y Kramer se sentaron en el sendero y vomitaron. Travis y Lesperance, de pie, sosteniendo an los rifles humeantes, juraban continuamente.

En la Mquina del Tiempo, cara abajo, yaca Eckels, estremecindose. Haba encontrado el camino de vuelta al Sendero y haba subido a la Mquina. Travis se acerc, lanz una ojeada a Eckels, sac unos trozos de algodn de una caja metlica y volvi junto a los otros, sentados en el Sendero.-Lmpiense.Limpiaron la sangre de los cascos. El monstruo yaca como una loma de carne slida. En su interior uno poda or los suspiros y murmullos a medida que moran las ms lejanas de las cmaras, y los rganos dejaban de funcionar, y los lquidos corran un ltimo instante de un receptculo a una cavidad, a una glndula, y todo se cerraba para siempre. Era como estar junto a una locomotora estropeada o una excavadora de vapor en el momento en que se abren las vlvulas o se las cierra hermticamente. Los huesos crujan. La propia carne, perdido el equilibrio, cay como peso muerto sobre los delicados antebrazos, quebrndolos.

Otro crujido. All arriba, la gigantesca rama de un rbol se rompi y cay. Golpe a la bestia muerta como algo final.

-Ah est-Lesperance mir su reloj-. Justo a tiempo. Ese es el rbol gigantesco que originalmente deba caer y matar al animal.

Mir a los dos cazadores: Quieren la fotografa trofeo?-Qu?

-No podemos llevar un trofeo al futuro. El cuerpo tiene que quedarse aqu donde hubiese muerto originalmente, de modo que los insectos, los pjaros y las bacterias puedan vivir de l, como estaba previsto. Todo debe mantener su equilibrio. Dejamos el cuerpo. Pero podemos llevar una foto con ustedes al lado.

Los dos hombres trataron de pensar, pero al fin sacudieron la cabeza. Caminaron a lo largo del Sendero de metal. Se dejaron caer de modo cansino en los almohadones de la Mquina. Miraron otra vez el monstruo cado, el monte paralizado, donde unos raros pjaros reptiles y unos insectos dorados trabajaban ya en la humeante armadura.

Un sonido en el piso de la Mquina del Tiempo los endureci. Eckels estaba all, temblando.

-Lo siento -dijo al fin.

-Levntese! -grit Travis.Eckels se levant.

-Vaya por ese sendero, solo! -agreg Travis, apuntando con el rifle-. Usted no volver a la Mquina. Lo dejaremos aqu!

Lesperance tom a Travis por el brazo. -Espera....

-No te metas en esto! -Travis se sacudi apartando la mano-. Este hijo de perra casi nos mata. Pero eso no es bastante. Diablo, no. Sus zapatos! Mralos! Sali del Sendero. Dios mo, estamos arruinados, Cristo sabe qu multa nos pondrn. Decenas de miles de dlares! Garantizamos que nadie dejara el Sendero. Y l lo dej. Oh, condenado tonto! Tendr que informar al gobierno. Pueden hasta quitarnos la licencia. Dios sabe lo que le ha hecho al tiempo, a la historia!

-Clmate. Solo pis un poco de barro.

-Cmo podemos saberlo? -grit Travis-. No sabemos nada! Es un condenado misterio! Fuera de aqu, Eckels!

Eckels busc en su chaqueta.

-Pagar cualquier cosa. Cien mil dlares!

Travis mir enojado la libreta de cheques de Eckels y escupi.

-Vaya all. El monstruo est junto al Sendero. Mtale los brazos hasta los codos en la boca, y vuelva.

-Eso no tiene sentido!-El monstruo est muerto, cobarde bastardo, Las balas! No podemos dejar aqu las balas. No pertenecen al pasado, pueden cambiar algo. Tome mi cuchillo Extrigalas!La jungla estaba viva otra vez, con los viejos temblores y los gritos de los pjaros. Eckels se volvi lentamente a mirar al primitivo vaciadero de basura, la montaa de pesadillas y terror. Luego de un rato, como un sonmbulo, se fue, arrastrando los pies.Regres temblando cinco minutos ms tarde, con los brazos empapados y rojos hasta los codos. Extendi las manos. En cada una haba un montn de balas. Luego cay. Se qued all, en el suelo, sin moverse.

-No haba por qu obligarlo a eso -dijo Lesperance.

-No? Es demasiado pronto para saberlo. -Travis toc con el pie el cuerpo inmvil.

-Vivir. La prxima vez no buscar cazas como esta. Muy bien. -Le hizo una fatigada sea con el pulgar a Lesperance.- Enciende. Volvamos a casa, 1492, 1776, 1812.

Se limpiaron las caras y manos. Se cambiaron las camisas y pantalones. Eckels se haba incorporado y se paseaba sin hablar. Travis lo mir furiosamente durante diez minutos.

-No me mire -grit Eckels-. No hice nada.

-Quin puede decirlo?

-Sal del sendero, eso es todo; traje un poco de barro en los zapatos. Qu quiere que haga? Que me arrodille y rece?

-Quiz lo necesitemos. Se lo advierto Eckels. Todava puedo matarlo. Tengo listo el fusil.

-Soy inocente. No he hecho nada!

1999, 2000, 2055.

La mquina se detuvo.

-Afuera -dijo Travis.

El cuarto estaba como lo haban dejado. Pero no de modo tan preciso. El mismo hombre estaba sentado detrs del mismo escritorio. Pero no exactamente el mismo hombre detrs del mismo escritorio.

Travis mir alrededor con rapidez.

-Todo bien aqu? -estall.

-Muy bien. Bienvenidos!

Travis no se sinti tranquilo. Pareca estudiar hasta los tomos del aire, el modo como entraba la luz del sol por la nica ventana alta.

-Muy bien, Eckels, puede salir. No vuelva nunca.

Eckels no se movi.

-No me ha odo? -dijo Travis-. Qu mira?

Eckels ola el aire, y haba algo en el aire, una sustancia qumica tan sutil, tan leve, que solo el dbil grito de sus sentidos subliminales le adverta que estaba all. Los colores blanco, gris, azul, anaranjado, de las paredes, del mobiliario, del cielo ms all de la ventana, eran... eran... Y haba una sensacin. Se estremeci. Le temblaron las manos. Se qued oliendo aquel elemento raro con todos los poros del cuerpo. En alguna parte alguien deba de estar tocando uno de esos silbatos que solo pueden or los perros. Su cuerpo respondi con un grito silencioso. Ms all de este cuarto, ms all de esta pared, ms all de este hombre que no era exactamente el mismo hombre detrs del mismo escritorio... se extenda todo un mundo de calles y gente. Qu suerte de mundo era ahora, no se poda saber. Poda sentirlos cmo se movan, ms all de los muros, casi, como piezas de ajedrez que arrastraban un viento seco...Pero haba algo ms inmediato. El anuncio pintado en la pared de la oficina, el mismo anuncio que haba ledo aquel mismo da al entrar all por vez primera.

De algn modo el anuncio haba cambiado.

SEFARI EN EL TIEMPO, S. A. SEFARIS A KUALKUIER ANIO DEL PASADO USTE NOMBRA EL ANIMAL NOSOTROS LO LLEBAMOS AYI. USTE LO MATTA.

Eckels sinti que caa en una silla. Tante insensatamente el grueso barro de sus botas. Sac un trozo, temblando.

-No, no puede ser. Algo tan pequeo. No puede ser. No!

Hundida en el barro, brillante, verde, y dorada, y negra, haba una mariposa, muy hermosa y muy muerta.

-No algo tan pequeo! No una mariposa! -grit Eckels.

Cay al suelo , una cosa exquisita, una cosa pequea que poda destruir todos los equilibrios, derribando primero la lnea de un pequeo domin, y luego de un gran domin, y luego de un gigantesco domin, a lo largo de los aos, a travs del tiempo. La mente de Eckels gir sobre si misma. La mariposa no poda cambiar las cosas. Matar una mariposa no poda ser tan importante. Poda?

Tena el rostro helado. Pregunt, temblndole la boca:

-Quin.. quin gan la eleccin presidencial ayer?

El hombre detrs del mostrador se rio.

-Se burla de m? Lo sabe muy bien. Deutscher, por supuesto! No ese condenado debilucho de Keith. Tenemos un hombre fuerte ahora, un hombre de agallas. S, seor! -El oficial call, Qu pasa?

Eckels gimi. Cay de rodillas. Recogi la mariposa dorada con dedos temblorosos.

-No podramos -se pregunt a s mismo, le pregunt al mundo, a los oficiales, a la Mquina-, no podramos llevarla all, no podramos hacerla vivir otra vez? No podramos empezar de nuevo? No podramos...?

No se movi. Con los ojos cerrados, esper estremecindose. Oy que Travis gritaba: oy que Travis preparaba el rifle, alzaba el seguro, y apuntaba.

El ruido de un trueno.

FIN

FICHA DE LECTURA

I.NIVEL DE ANLISIS

1.A qu se dedicaba este Zafari, en particular?

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2.Cmo era la persona que acudi al aviso? Qu esperaba?

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3.Qu era lo nico que le garantizaban?

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4.Sobre qu tema poltico conversan?

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5.Cuntos participaron del viaje? Quines fueron?

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6.Cmo era viajar en el tiempo?

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7.Por qu tenan tanto cuidado de no salirse del camino trazado?

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8.Qu sucedi con Eckels? A dnde fue?

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9.Qu sinti Eckels al llegar al ao 2055?

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10.Qu haba pasado?

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11.Qu pasa con Eckels al final?

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II.NIVEL DE INTERPRETACIN:

1. Qu quiso dar a entender el autor del texto al crear una historia como sta?

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2. Qu entiendes por "efecto domin"?

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3. El ttulo del cuento aparece en varios momentos de la narracin. Extrelos y especifica a qu se refiere en cada caso.

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4.Qu grado de responsabilidad tenan los encargados del viaje en el tiempo?

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III.NIVEL DE CREATIVIDAD

1. Si los viajes en el tiempo fueran posibles, a qu poca y lugar te gustara ir? Por qu?

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2. En la lectura queda clara la relacin entre las causas y las consecuencias, una accin que genera una reaccin y un problema que repercute en otros problemas.Completa la historia leda explicando de qu manera un simple error o accidente pudo llegar a influir en campos tan complejos como la poltica o la gramtica.

IV.DIBUJO

TAREA DOMICILIARIA

Los testigosAutor: Julio Cortzar

Cuando le cont a Polanco que en mi casa haba una mosca que volaba de espaldas, sigui uno de esos silencios que parecen agujeros en el gran queso del aire. Claro que Polanco es un amigo, y acab por preguntarme cortsmente si estaba seguro. Como no soy susceptible le expliqu en detalle que haba descubierto la mosca en la pgina 231 de Oliver Twist, es decir que yo estaba leyendo Oliver Twist con puertas y ventanas cerradas, y que el levantar la vista justamente en el momento en que el maligno Sykes iba a matar a la pobre Nancy, vi tres moscas que volaban patas arriba. Lo que entonces dijo Polanco es totalmente idiota, pero no vale la pena transcribirlo sin explicar antes cmo pasaron las cosas. Al principio a m no me pareci tan raro que una mosca volara patas arriba si le daba la gana, porque aunque jams haba visto semejante comportamiento, la ciencia ensea que eso no es una razn para rechazar los datos de los sentidos frente a cualquier novedad. Se me ocurri que a lo mejor el pobre animalito era tonto o tena lesionados los centros de orientacin y estabilidad, pero poco me bast para darme cuenta de que esa mosca era tan vivaracha y alegre como sus dos compaeras que volaban con gran ortodoxia patas abajo. Sencillamente esta mosca volaba de espaldas, lo que entre otras cosas le permita posarse cmodamente en el cielo raso; de tanto en tanto se acercaba y se adhera a l sin el menor esfuerzo. Como todo tiene su compensacin, cada vez que se le antojaba descansar sobre mi caja de habanos se vea precisada a rizar el rizo, como tan bien traducen en Barcelona los textos ingleses de aviacin, mientras sus dos compaeras se posaban como reinas sobre la etiqueta made in Habana donde Romeo abraza enrgicamente a Julieta. Apenas se cansaba de Shakespeare, la mosca despegaba de espaldas y revoloteaba en compaa de las otras dos formando esos dos insensatos que Pauwels y Bergier se obstinan en llamar brownianos. La cosa era extraa, pero a la vez tena un aire curiosamente natural, como si no pudiera ser de otra manera; abandonando a la pobre Nancy en manos de Sykes (qu se puede hacer contra un crimen cometido hace un siglo?), me trep al silln y trat de lidiar ms de cerca un comportamiento en el que rivalizaban lo supino y lo inslito. Cuando la seora Fotheringham vino a avisarme que la cena estaba servida (vivo en una pensin), le contest sin abrir la puerta que bajara en dos minutos y, de paso, ya que la tena orientada en el tema temporal, le pregunt cunto viva una mosca. La seora Fotheringham, que conoce a sus huspedes, me contest sin la menor sorpresa que entre diez y quince das, y que no dejara enfriar el pastel de conejo. Me bast la primera de las dos noticias para decidirme -esas decisiones son como el salto de la pantera- a investigar y a comunicar al mundo de la ciencia mi diminuto aunque alarmante descubrimiento. Tal como se lo cont despus a Polanco, vi en seguida las dificultades prcticas. Vuele boca abajo o de espaldas, una mosca se escapa de cualquier parte con probada soltura aprisionada en un bocal e incluso en una caja de vidrio puede perturbar su comportamiento o acelerar su muerte. De los diez o quince das de vida, cuntos le quedaba a este animalito que ahora flotaba patas arriba en un estado de gran placidez, a treinta centmetros de mi cara? Comprend que si avisaba al Museo de Historia Natural, mandaran a algn gallego armado de una red que acabara en un plaf con mi increble hallazgo. Si la filmaba (Polanco hace cine, aunque con mujeres), corra el doble riesgo de que los reflectores estropeasen el mecanismo de vuelo de mi mosca, devolvindolo en una de esas a la normalidad con enorme desencanto de Polanco, de m mismo y hasta probablemente de la mosca, aparte de que los espectadores futuros nos acusaran sin duda de un innoble truco fotogrfico. En menos de una hora (haba que pensar que la vida de la mosca corra con una aceleracin enorme si se la comparaba con la ma) decid que la nica solucin era ir reduciendo poco a poco las dimensiones de mi habitacin hasta que la mosca y yo quedramos incluidos en un mnimo de espacio, condicin cientfica imprescindible para que mis observaciones fuesen de una precisin intachable (llevara un diario, tomara fotos, etc.) y me permitieran preparar la comunicacin correspondiente, no sin antes llamar a Polanco para que testimoniara tranquilizadoramente no tanto sobre el vuelo de la mosca como acerca de mi estado mental. Abreviar la descripcin de los infinitos trabajos que siguieron, de la lucha contra el reloj y la seora Fotheringham. Resuelto el problema de entrar y salir siempre que la mosca estuviera lejos de la puerta (una de las otras dos se haba escapado la primera vez, lo cual era una suerte; a la otra la aplast implacablemente contra un cenicero) empec a acarrear los materiales necesarios para la reduccin del espacio, no sin antes explicarle a la seora Fotheringham que se trataba de modificaciones transitorias, y alcanzarle por la puerta apenas entornada sus ovejas de porcelana, el retrato de lady Hamilton y la mayora de los muebles, esto ltimo con el riesgo terrible de tener que abrir de par en par la puerta mientras la mosca dorma en el cielo raso o se lavaba la cara sobre mi escritorio. Durante la primera parte de estas actividades me vi forzado a observar con mayor atencin a la seora Fotheringham que a la mosca, pues vea en ella una creciente tendencia a llamar a la polica, con la que desde luego no hubiese podido entenderme por unresquicio de la puerta.

Lo que ms inquiet a la seora Fotheringham fue el ingreso de las enormes planchas de cartn prensado, pues naturalmente no poda comprender su objeto y yo no me hubiera arriesgado a confiarle la verdad pues la conoca lo bastante como para saber que la manera de volar de las moscas la tena majestuosamente sin cuidado; me limit a asegurarle que estaba empeado en unas proyecciones arquitectnicas vagamente vinculadas con las ideas de Palladio sobre la perspectiva en los teatros elpticos, concepto que recibi con la misma expresin de una tortuga en circunstancias parecidas. Promet adems indemnizarla por cualquier dao, y unas horas despus ya tena instaladas las planchas a dos metros de las paredes y del cielo raso, gracias a mltiples prodigios de ingenio, scotchtape y ganchitos. La mosca no me pareca descontenta ni alarmada; segua volando patas arriba, y ya llevaba consumida buena parte del terrn de azcar y del dedalito de agua amorosamente colocados por m en el lugar ms cmodo. No debo olvidarme de sealar (todo era prolijamente anotado en mi diario) que Polanco no estaba en su casa, y que una seora de acento panameo atenda el telfono para manifestarme su profunda ignorancia del paradero de mi amigo. Solitario y retrado como vivo, solo en Polanco poda confiar; a la espera de su reaparicin decid continuar el estrechamiento del hbitat de la mosca a fin de que la experiencia se cumpliera en condiciones ptimas. Tuve la suerte de que la segunda tanda de planchas de cartn fuera mucho ms pequea que la anterior, como puede imaginarlo todo propietario de una mueca rusa, y que la seora Fotheringham me viera acarrearla e introducirla en mi aposento sin tomar otras medidas que llevarse una mano a la boca mientras con la otra elevaba por el aire un plumero tornasolado. Prev, con el temor consiguiente, que el ciclo vital de mi mosca se estuviera acercando a su fin; aunque no ignoro que el subjetivismo vicia las experiencias, me pareci advertir que se quedaba ms tiempo descansando o lavndose la cara, como si el vuelo la fatigara o la aburriera. La estimulaba levemente con un vaivn de la mano, para cerciorarme de sus reflejos, y la verdad era que el animalito sala como una flecha patas arriba, sobrevolaba el espacio cbico cada vez ms reducido, siempre de espaldas, y a ratos se acercaba a la plancha que haca de cielo raso y se adhera con una negligente perfeccin que le faltaba, me duele decirlo, cuando aterrizaba sobre el azcar o mi nariz. Polanco no estaba en su casa. Al tercer da, mortalmente aterrado an