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SíGUEME www.parroquiagenoves.org Publicación semanal de la Parroquia Ntra. Sra. de los Dolores de Genovés Curso 2013-2014 Nº 188 Del 28 de octubre al 3 de noviembre DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura de la Sabiduría 11, 22-12, 2 Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos los seres Salmo responsorial 144, 1-2. 8-9. 10-11. 13cd-14 Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. Lectura 2ª Tesalonicenses 1, 11-2, 2 Que Cristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él + Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1-10 En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publi- canos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.» Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.» Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.» Palabra del Señor ZAQUEO "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le resti- tuiré cuatro veces más". La decisión de Zaqueo es clara y concreta. Experimenta una transformación radical. Se siente delicadamente tenido en cuenta por Jesús quien se acerca a él sin prejuicios, no lo juzga ni lo con- dena. Es a ese tipo de encuentro personal, a este tipo de experiencia que tenemos que llegar nosotros para poder operar una real conversión, transformación que nos llene de la fuerza necesaria para poder decidir acogernos al amor de a Dios y a su misericordia como lo más importante y preciado. En Jericó, ciudad de paso hacia Jerusalén, Jesús realiza varios signos que dejan ver la presencia de Dios en medio de su pueblo aliviando sus sufrimientos y anunciando su Reino de amor, de justicia y fraterni- dad. Aunque no acostumbramos verlo así, el mayor milagro que hizo Jesús en su paso por esa legendaria ciudad fue ayudarle a Zaqueo a que creciera en solidaridad, amor y justicia. Como cobrador de impuestos, él tenía acceso a una enorme cantidad de recursos, pero sin embargo era despreciado. Zaqueo consigue cre- cer con el llamado de Jesús y no encaramándose en los árboles. Quienes vivimos encaramados en nuestras opciones individuales sin tener en cuenta nuestra realidad con sus necesidades y urgencias, somos incapa- ces de sensibilizarnos frente al sufrimiento ajeno. Por eso Jesús llama a Zaqueo y nos llama a nosotros a “bajar para el encuentro con Dios”. El evangelio de Hoy nos invita a que, como Zaqueo, crezcamos ayudados por las enseñanzas de Je- sús y que no nos trepemos en nuestros logros, en nuestros títulos o en nuestras seguridades económicas con el pretexto de buscarlo a Él. La grandeza de Zaqueo no está en su estatura, sino en la capacidad de transformar su corazón para cambiar el mal que había hecho y restituir la injusticia en la que vivía tan cómo- damente. Así como los ojos del ciego se abrieron para seguirlo, el corazón de Zaqueo se abre para servirlo. Hoy tenemos una nueva oportunidad de crecer en nuestra adhesión y seguimiento de Jesús. Concédenos, Señor Jesús, la misma gloria que experimentó Zaqueo cuando te recibió en su casa. Concédenos la alegría de tu perdón y de tu amistad. Concédenos poder compartir con alegría nuestras riquezas con los pobres, tus preferidos. Concédenos la alegría de acogerte en el pobre, en el extranjero, en el enfermo, en las personas que no conseguimos soportar. Concédenos un corazón libre y puro, capaz de amar. Concédenos el tesoro de estar contigo en el Reino del Padre.

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SíGUEME w w w. p a r r o q u i a g e n o v e s . o r g

Publicación semanal de la Parroquia Ntra. Sra. de los Dolores de Genovés

Curso 2013-2014 Nº 188

Del 28 de octubre al 3 de noviembre

DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura de la Sabiduría 11, 22-12, 2 Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos los seres

Salmo responsorial 144, 1-2. 8-9. 10-11. 13cd-14 Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

Lectura 2ª Tesalonicenses 1, 11-2, 2 Que Cristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1-10

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publi-

canos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura.

Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a

aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»

Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a

hospedarse en casa de un pecador.» Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis

bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»

Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo

del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.» Palabra del Señor

ZAQUEO "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le resti-tuiré cuatro veces más". La decisión de Zaqueo es clara y concreta. Experimenta una transformación radical. Se siente delicadamente tenido en cuenta por Jesús quien se acerca a él sin prejuicios, no lo juzga ni lo con-dena. Es a ese tipo de encuentro personal, a este tipo de experiencia que tenemos que llegar nosotros para poder operar una real conversión, transformación que nos llene de la fuerza necesaria para poder decidir acogernos al amor de a Dios y a su misericordia como lo más importante y preciado. En Jericó, ciudad de paso hacia Jerusalén, Jesús realiza varios signos que dejan ver la presencia de Dios en medio de su pueblo aliviando sus sufrimientos y anunciando su Reino de amor, de justicia y fraterni-dad. Aunque no acostumbramos verlo así, el mayor milagro que hizo Jesús en su paso por esa legendaria ciudad fue ayudarle a Zaqueo a que creciera en solidaridad, amor y justicia. Como cobrador de impuestos, él tenía acceso a una enorme cantidad de recursos, pero sin embargo era despreciado. Zaqueo consigue cre-cer con el llamado de Jesús y no encaramándose en los árboles. Quienes vivimos encaramados en nuestras opciones individuales sin tener en cuenta nuestra realidad con sus necesidades y urgencias, somos incapa-ces de sensibilizarnos frente al sufrimiento ajeno. Por eso Jesús llama a Zaqueo y nos llama a nosotros a “bajar para el encuentro con Dios”. El evangelio de Hoy nos invita a que, como Zaqueo, crezcamos ayudados por las enseñanzas de Je-sús y que no nos trepemos en nuestros logros, en nuestros títulos o en nuestras seguridades económicas con el pretexto de buscarlo a Él. La grandeza de Zaqueo no está en su estatura, sino en la capacidad de transformar su corazón para cambiar el mal que había hecho y restituir la injusticia en la que vivía tan cómo-damente. Así como los ojos del ciego se abrieron para seguirlo, el corazón de Zaqueo se abre para servirlo. Hoy tenemos una nueva oportunidad de crecer en nuestra adhesión y seguimiento de Jesús.

Concédenos, Señor Jesús, la misma gloria que experimentó Zaqueo cuando te recibió en su casa. Concédenos la alegría de tu perdón y de tu amistad. Concédenos poder compartir con alegría nuestras riquezas con los pobres, tus preferidos. Concédenos la alegría de acogerte en el pobre, en el extranjero, en el enfermo, en las personas que no conseguimos soportar. Concédenos un corazón libre y puro, capaz de amar. Concédenos el tesoro de estar contigo en el Reino del Padre.

TODOS LOS SANTOS

¿La santidad de los aburridos?

Desde niños se nos ha mos-trado una santidad heroica y lejana, de hombres y mujeres que no comen ni beben, que no van al baño, que no lastiman a sus hermanos con palabras hirientes, que no protes-

tan. Con cara tan angelical que hasta parece falsa… y lo es. Nuestro corazo n inconsciente o conscientemente por momentos cree que el Sen or mira juzgando (es eso lo que a muchos nos han ensen ado), juzgando sus caí das, su fragilidad, su cansancio (¿acaso no aprendi-mos que habí a que apretar los dientes y seguir adelante?). Creo que este no es el Dios atento que leemos en la Palabra. Nos hemos hecho, ¡nosotros tambie n!, un Dios a nuestra imagen y semejanza. El rostro que Dios nos muestra en su Palabra es otro. Hemos interpreta-do aquel ¨Sean perfectos¨, con un “no tengan defectos”. Es evidente que Pedro tení a defectos (¡y no de poca monta!). Los apo stoles -los cuales en su mayorí a la Iglesia considera Santos- fueron hombres que dudaron mucho ma s de lo razonable, que se excedieron en preguntas torpes y a destiempo (para muestra basta leer Jn. 1, 1-14). Jesu s eligio a doce defectuosos, no a doce perfectos, pero esos doce defectuosos creyendo tibia-mente llegaron a dejarse empapar por el amor de Jesu s. Por eso, ser santos no es lo mismo que no cometer errores, o no equivocarse. Ser santo es escuchar lo que Dios dice, e intentar con corazo n sincero vivirlo. Es abrirse a lo que Otro me dice. Es por esto que es com-plejo decirse cristiano y nunca leer la Palabra… si no escucho ¿a quie n/que es lo que sigo? Una relacio n sin escucha es una relacio n unilateral, monologa, vací a. Nos hemos hecho una imagen de santidad ete rea, alejada, vací a. Un hombrecito con sus manitos juntas no es un santo, es so lo un hombre con sus manitos juntas. Un hombre que intenta vivir el Evangelio y vivie n-dolo se equivoca, tropieza, yerra, eso quiza s sea ma s parecido a un santo. Si vivimos una religiosidad que ma s que abrirnos a los dema s, nos cierra, tenemos un signo de que poco tiene que ver con el espí ritu de Jesu s. Si nos preguntaran cua l es el camino hacia la santidad dirí amos que la clave es la escucha atenta de la palabra, ella es quien abre el sendero, quien desmaran a el camino. Ella vuelve nuestro corazo n de piedra en corazo n de carne. Ella hace nuevas todas las cosas. Ser santo no es un toque de la barita ma gica de Dios, es un encuentro personal de amistad, de compa-n í a. Ser santo es algo accesible para cualquiera que desee entregarse en los brazos paternales de Dios.

Jesús, Zaqueo quería distinguirte, verte, pero la gente se lo impe-

día... ¿Sabes, Jesús?, eso mismo me pasa a mi muchas veces: la gente

me impide verte. No sé verte, conocerte, entre la multitud de los que

me ofrecen otras cosas... Entre tanto jaleo en el que vivo metido, no

hay medio de verte...

Jesús, al menos me cuesta mucho... Me tapan, no te veo... Claro,

Jesús, que me tendría que subir, marchar corriendo como Zaqueo, es-

capar de todas esas cosas de ahí abajo que me impiden verte... Abajo, a ras de tierra, no se

ve nada... Jesús, quiero subir, para poder verte... Subir al árbol de la oración diaria donde se te ve, subir al árbol de tu Palabra, donde se te

oye, subir al árbol de tus Sacramentos, donde se te percibe y regalas el banquete de tu gracia,

subir al árbol del silencio donde se te siente... Entre esta multitud de cosas que no me dejan

pasar, no te veo, no te distingo... Tengo que subir, subir…

El An o de la Fe, convocado por el Papa eme rito Benedic-to XVI, se ha presentado como una oportunidad de avi-var la fe de los creyentes de modo que pueda iluminar la vida de toda la sociedad. Entre la mu ltiples iniciativas llevadas a cabo en la Archidio cesis en este tiempo, se presenta ahora el Congreso Diocesano “Parroquia y Nue-

va Evangelizacio n”, previsto para los dí as 8 y 9 de noviembre. El objeto del Congreso es profundizar en el conocimiento de la realidad de la Parroquia en la actual situacio n social y religiosa. La Parroquia, co-mo tantas otras instituciones, quiere seguir siendo un instrumento va lido para la transmisio n y la vida del Evangelio. Oremos por todos los participantes en el Congreso y sean luz y sal en nuestras parroquias.

Avisos Martes, 22 h. IDR Consue Viernes, 16 h. MISA EN EL CEMENTERIO Viernes, 18 h. IDR Rosa Mª Sábado, 21:30 h. IDR Carmen