Siempre te amaré, de sofía alvarez

6

Click here to load reader

description

Siempre te amaré, de sofía alvarez

Transcript of Siempre te amaré, de sofía alvarez

Page 1: Siempre te amaré, de sofía alvarez

qwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyui

opasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfgh

jklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvb

nmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwer

tyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopas

dfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzx

cvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmq

wertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuio

pasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghj

klzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbn

mqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwerty

uiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdf

ghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxc

vbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrty

uiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdf

ghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxc

vbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqw

Título del escrito: Te Amaré por Siempre

Tipo de escrito: Novela

Género: Fantasía/Romántica

Nombre: Sofía Alvarez

Edad: 15 años

Nacionalidad: Venezuela

Publicado en: LeerLibrosOnline.es

Page 2: Siempre te amaré, de sofía alvarez

SIEMPRE TE AMARÉ

Capítulo 1.

Bajo la luz de una lámpara clásica de porcelana, Gabriella observaba la hoja de papel, blanca como la cal, mientras mordisqueaba la punta de su lápiz esperando por un inicio que quizás no llegaría. No esa noche. Porque preguntas y más preguntas se arremolinaban en su mente y,

definitivamente, ninguna trataba del ensayo que, se suponía, debería de estar redactando. Pero simplemente no podía concentrarse y atender a la tarea de castigo que le había asignado e l señor Clark por no haber prestado atención en la clase de Historia. Pero es que ¿Cómo esperaba él que

todos estuvieran al corriente de su clase si toda la atención estaba puesta en el chico nuevo: Mark Dawson. Aquel chico hermoso y misterioso que se había aparecido en el aparcamiento con su hermosa tez pálida, sus ojos de un hermoso verde oscuro, como esmeraldas, cuyas líneas de las

pupilas eran de colores degradados que daba a su cara el aspecto de un dios griego, ya que en esa parte le favorecía su mandíbula cuadrada y musculosa y sus pómulos prominentes sin salir de su

balance; su boca, esos labios que llamaban la atención solo por ser su labio superior un poco más grueso que su labio inferior la cual daba la impresión de que solía mantener la comisuras de los labios hacia abajo ,y, que al sonreír, mostraba unos dientes blancos y perfectos; su cabello ondulado

color castaño oscuro, casi negro, que al sol mostraba toda su belleza. Se podría haber dicho que con solo observar su cara bastaba para decidir s i era guapo o no, pero al bajar la mirada se podía ver que no solo se veía bien: también vestía muy bien. Demasiado bien para ser francos. Con su

deportivo, un Mercedes Benz color negro se veía lo que gritaba tanto su auto como su ropa: era rico. «Enhorabuena, un buen partido», había dicho Jenna. Pero eso no le interesaba, a menos que tuviera la cabeza hueca como Lisa. Sus ojos eran cálidos y eso le daba la impresión de que era un

chico agradable. Iba vestido con un pantalón desteñido y una camisa negra que le daba la elegancia de un modelo de pasarela. Caminaba con gracia y seguridad hacia la oficina de información. Solo

una palabra podía describirlo y esa era: hermoso. Él era hermoso. Gabriella suspiró profundamente reprimiendo un bostezo para luego dar inicio a su ensayo acerca de La Revolución Francesa antes de que el sueño lograra vencerla por completo.

. . . A muchos kilómetros del hogar de los Mason, hundido en el bosque, Mark Dawson aparcaba su

auto al frente de la casa que había remodelado hace poco. Era una excelente obra, pensaba, mejor

que las que había dejado en Alemania, Francia, Italia y Brasil siglos atrás. Vivía solo en esa casa

extensa de dos pisos, pero no le importaba la soledad y la comodidad, un hogar grande era

relevante si se era inmortal.

Nuestra historia no se parece a muchas otras. Mark no era un brujo, un vampiro, una persona

hechizada ni mucho menos un ser de la oscuridad. En realidad Mark era un ser humano, salvo por la

idea de que no sangraba y los años parecía no tocarlo. De hecho , lo repelían. Mark era una persona

inmortal. Fuera de eso comía y dormía, no obstante también tenía reflejos más agudos de los de

Page 3: Siempre te amaré, de sofía alvarez

cualquier humano. Podía ver en la oscuridad, corría y se movía 30 veces con más rapidez y gracia

que una persona normal. La razón de estar sólo era porque sabía lo vulnerables que eran

las «demás personas», como él les llamaba en su interior, y no querría sufrir por el hecho de que un

humano le atrajera más de la cuenta mientras que el siguiera con sus infinitos e intocables 18 y el

humano en cuestión muriera. Luego tendría que pasar su eternidad pensando en esa persona. No.

Ya todo era lo suficientemente pesado, no debía hacerlo aún más difícil. No más de lo que ya era.

Además, nunca lo aceptarían. Al menos no por completo. No p odría decirle a nadie lo que era.

Jamás se atrevería. Lo trataría como un anormal o simplemente no lo tratarían por miedo. «¡Que

absurdos son los humanos a veces!-pensaba con ironía-. Queriendo ser siempre alguien como yo y,

sin saber lo que piden, y queriendo ser yo uno de ellos». Dio un fuerte suspiro al tiempo que se

bajaba de su hermoso Mercedes caminando hacía las escaleras de la casa blanca y enorme a paso

lento y aburrido.

Capítulo 2

Era un día caluroso en la pequeña ciudad de Undercity. Los rayos de un hermoso amanecer

atravesaron el delgado cristal de la ventana de la habitación de Gabriella enviando luces en todas

las direcciones causando que la chica se despertara bruscamente del extraño y bonito sueño que

había tenido esa noche. Extraño porque sólo había soñado con una habitación oscura y un par de

ojos verde oscuro y nada más. Sólo con eso. Y bonito porque, aunque no sabía de donde, conocía el

color tan peculiar de esos ojos, le resultaban familiares y agradables haciendo que su sue ño fuera

plácido y tranquilo. En su sueño ella sabía que había un par de ojos observándola en una sombría

oscuridad. Pero también sabía, y no entendía como, que estos ojos no la acechaban sino que la

miraban con un sentimiento protección, amor y adoración. Pero la única persona que la había visto

así era su madre y ya había pasado un par de años desde que su padre la despertó, con caricias en

su rostro para decirle que su madre había muerto. Los ojos de su padre, George, estaban llenos de

profunda agonía. Amaba a su esposa Christina y, ahora, el saber que los había dejado le partía el

alma. Había sido su novia desde los 14 años, la conocía desde pequeño y estudiaban juntos. Pero

un día la observo a los ojos y se dio cuenta de que la amaba y de que lo único q ue quería era estar

con ella, todo lo demás podía esperar. Ya nada le importaba más que Cristina. A los 19 años le

propuso matrimonio y un año después nació Gabriella. George la amaba con todo su ser y ella le

correspondía del mismo modo, y el tener una hija sólo les hizo darse cuenta de que ellos querían y

debían estar juntos siempre. A los 16 años de casados, Gabriella era la dicha y esperanza de la feliz

pareja. Ella observaba el amor que ambos profesaban con admiración. Después de tantos años de

casados, aún se veían con la misma mirada enamorada desde hacía 16 años. Christina le daba

amor a su esposo cada día y él le complacía en todo lo que ella quisiera. El simple hecho de no

poder cumplir un capricho a su esposa significaba un castigo para él. Casi nunca discutían por

alguna tontería como cualquier pareja y cuando lo hacían se reconciliaban un momento después.

Una tarde de mayo, su madre le dijo a Gabriella que estaba embarazada. Ella tenía 15 años. Era

esbelta, delgada y morena, con una tez pálida pe ro saludable. El mayor orgullo de sus padres;

hermosa, agradable, simpática y desinteresada. A menudo su padre le decía «Eres el paquete

completo: bella y lista. Cualquier hombre te querría. Pero tú no querrás a cualquiera. Eres una

muchacha que también tiene defectos. No lo olvides. Y no te creas superior a nadie ni te compares.

Eres igual a todas. Sólo que más bonita.» Ella estaba muy feliz con el embarazo de su madre.

Siempre había querido una hermanita para jugar, y ahora la tendría. Se sentía dichosa, al igual que

Page 4: Siempre te amaré, de sofía alvarez

sus padres por la nueva alegría que ahora llegaba a su vida. Pero sólo dos semanas después

llevaron a Christina al hospital. Se sentía mal y tenía un fuerte dolor en su vientre. Al salir el doctor

de la habitación en que estaba Christina fue d irecto donde estaban sentados esperando George y

Gabriella para decirles que había perdido el bebé y que debían hacerle una cirugía porque, además

de la pérdida, el ultrasonido había reflejado cierta protuberancia extraña en uno de los costados de

su útero; debían sacarlo y averiguar si el tumor resultaba benigno o maligno. Gabriella sintió como la

dicha que había sentido semanas antes se convertía en cristal y se destruía en miles de pedazos,

poco dispuesta a repararse. Y su padre, por supuesto, no podría estar mejor que ella. A la mañana

siguiente se llevó a cabo la operación. El tumor resultó ser maligno. Gabriella respiró hondo, poco

dispuesta a llorar en ese preciso momento. Se llevó una mano a los ojos y se secó las imprudentes

lágrimas que habían osado salir a la luz del día. Ladeó su cabeza para observar la única fotografía

en ese extraño marco de cristal en su mesita de noche de caoba en la que se veía una mujer

hermosa de tez pálida y ojos grises profundos y alegres, del mismo tono que los de la chi ca. Su

cabello ondulado y largo de color negro y una camisa púrpura sin mangas. Con una pose de

coqueta-sutil, Christina observaba desde el marco a su única hija. «¡Cómo te extraño, mamá-Pensó

Gabriella- cómo quisiera que estuvieses aquí.» Con un último suspiro se levantó de su cama, se

recogió el pelo en una coleta, tomó la bata de baño y fue asearse para el día que la esperaba hoy.

Capítulo 3.

Al salir del baño, procedió a buscar la ropa que vestiría el día de hoy. Eligió algo cómodo pero

bonito. Un jean de bolsillos delanteros con tela que se amoldaba sobre sus piernas, con una franela

de tela delgada, manga corta, púrpura, según su padre, el color que la hacía lucir más atractiva.

Igual a su madre. Se vistió tranquilamente y se giró para buscar las cosas que necesitaría para el día

de hoy en la escuela. Pero su vista se vio cegada por la luz roja de su reloj pegado en la pared. Siete

y treinta. Llegaría tarde. El momento de tranquilidad frente al espejo acabó y salió corriendo para

observar por la ventana que su padre ya se había ido y con él, el auto. Gritó maldiciones en francés,

idioma que se le daba realmente bien, al tiempo que encontraba su morral y salía corriendo

escaleras abajo, tirando la puerta principal de un portazo y corriendo, veloz y d olorosamente, cómo

nunca lo había hecho en sus 17 años de vida, camino al instituto. Casi llegando comenzó a faltarle el

aire, sentía haber corrido una maratón, nunca fue buena en los deportes, y, aunque seguía

corriendo, veía sólo el piso, por lo que no tuvo tiempo de frenar de golpe y así evitar el choque fuerte

que acababa de producir entre ella y otra persona. Lanzó un grito ahogado al tiempo que sentía

como caía hacía atrás. Pero, sorprendentemente unas manos la sujetaron por su espalda evitando la

caída de manera rápida y estable.

-¿Estás bien?-le preguntó con una voz ronca, profunda y tranquila.

-Sí-contestó ella en un jadeo sólo un momento, para después volver a impactarse con la mirada

profunda de un chico, cuyos ojos verdes eran del mismo color y de la misma forma de los que había

soñado-¡Oh!-exclamo con sorpresa la chica al caer en la cuenta de quien la tenía agarrada entre sus

manos era Mark Dawson. El hermoso y rico Mark Dawson. Él la sostuvo y la levantó de manera que

ella sola pudiera ponerse en pie.-Gracias-dijo ella ruborizada. Y disculpa por haber chocado contigo -

agregó-yo…debo ir a clases. Gracias y…disculpa, otra vez.

Page 5: Siempre te amaré, de sofía alvarez

Se sentía avergonzada, muy avergonzada de dejarlo allí, sólo, parado, seguramente pensando que

ella era una estúpida por no haberse fijado por donde iba. Pero ¿qué más podía decirle? “Ey,

anoche soñé con tus ojos, son lindos por cierto” si, hubiera sido una estupenda conversación.

. . .

El jardín delantero del instituto estaba vacío salvo por una sola persona. Mark se escondía detrás de

un árbol alto y grueso. Bueno, en realidad "escondido" no era la palabra correcta. Quizás sólo estaba allí sentado pensando en lo único que había pensado desde que había llegado al instituto y se había

topado con aquella chica. Aún estaba decidiendo si entrar o no, ya que el día anterior el impacto que causó su llegada no le pasó desapercibida; cuando sucedió. Sintió un pequeño golpe en su espalda. Pequeño para él, pero tal vez duro para la chica. No hab ía nadie observándolo y pudo darse la

vuelta medio segundo después del choque justo a tiempo para atraparla y evitar que se estampara contra el césped. «¿Estás bien?» le preguntó aliviado a la chica al ver que no tenía nada. Pero al abrir los ojos le

ocurrió que nunca antes le había pasado en todos sus años de vida. Su mirada se estancó en aquellos ojos grises, de un tono muy peculiar, grandes, llenos de curiosidad y emoción. «Sí» había respondido ella, con una voz preciosa en todos los sentidos. Luego, en su rostro se vio confusión

seguido por una mezcla de reconocimiento y vergüenza «¡Oh!» había dicho ella y él se preguntaba que habría visto en sus ojos que pudiera causar esas expresiones y un leve rubor apareciera en sus mejillas dándole a su piel el aspecto más adorable que había visto en todos sus 225 años de vida. O

existencia. Ahora solo debatía en si debía irse de aquel lugar o no. Si se quedaba corría el riesgo de interesarse más de lo debido en aquella chica. Pero el pensar en que tenía que irse provocó en él un

dolor más allá de la agonía. No, el ya no podía irse. No sin antes conocerla. Y lo lograría. Conocería TODO, absolutamente todo acerca de ella. Pensando en esto descubrió que ahora estaba mucho más interesado en esta chica. Debía tener la oportunidad de conocerla de

verdad y el momento tendría que llegar pronto. Se levantó y miró hacía donde había ocurrido el choque y observo que algo brillaba en el césped y de manera cautelosa se acercó y se agachó para recoger una cadena de plata de la cual pendía un relicario en forma de corazón. Lo abrió y observó

la foto que había allí dentro. Del lado derecho se encontraba la foto de una mujer muy parecida a la chica que ponía a prueba su curiosidad, sólo que su cabello era negro y su rostro era mucho mas maduro y adulto que el de ella. Seguro, era su madre. Del lado izquierdo estaba la fotografía de un

hombre moreno, de tez blanca y ojos café claro. El cabello liso. Debía ser su padre. Y Mark ya había encontrado la oportunidad que hace pocos instantes estaba esperando. Ahora, mientras se dirigía

hacia su auto y entraba en él, en su mente, trazaba un plan.

Y así y sólo así fue que está historia cuyo final es incierto empezó.

FIN

Page 6: Siempre te amaré, de sofía alvarez

¿Tú también Quieres Dar a Conocer tu Obra?

En LeerLibrosOnline.es podrás publicar todos tus escritos, ya sean novela, cuentos, poesía o ensayo, absolutamente lo que quieras. Pretendemos agrupar a todos esos escritos que están repartidos en los vastos dominios de internet, en los cuadernos cubiertos de polvo de las habitaciones de medio mundo o en los archivos más escondidos de un ordenador y ofrecerles un lugar para dar a conocer su obra y librarse de ese miedo a que otros la lean. ¿Te animas?

La literatura no sólo pertenece a los libros, que son tan sólo un soporte. La literatura está también en los cuadernos cubiertos de polvo de las habitaciones de medio mundo, en los archivos más escondidos de un ordenador, en una libreta manida en la que alguna vez se quisieron crear historias, en un trozo de papel vetusto en el que aún se lee una preciosa nota que alguna vez alguien te entregó. La literatura está en folios que acabaron en la basura, en cartas que nunca llegaron o que se guardaron en cajones de olvido, en blogs escondidos en la Web que los buscadores nunca van a mostrar, en letras de canciones inventadas que sólo se conservan en las memorias vergonzosas. La literatura está en todos lados, aunque mucha no se conozca ni se vaya a conocer.

Échale un vistazo a todos los escritos publicados hasta el momento