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Emmanuel Sieyés ¿Qué es el tercer estado? Introducción, traducción y notas de: Francisco Ayala Copyright by Aguilar, 1973 Reproducción parcial del Capítulo V, “Lo que hubiera debido hacerse. Principios a este respecto”, para: MATERIALES DE DERECHO CONSTITUCIONAL Es imposible crear un cuerpo para un fin sin darle una organización, formas y leyes propias para hacerle cumplir las funciones a que se lo ha querido destinar. Eso es lo que se llama la constitución de ese cuerpo. Es evidente que no puede existir sin ella. Lo es también que todo gobierno comisionado debe tener su constitución; y lo que es verdad del gobierno en general, lo es también de todas las partes que lo componen. Así, el cuerpo de los representantes, al que le está confiado el poder legislativo o el ejercicio de la voluntad común, no existe sino con la manera de ser que la nación ha querido darle1 . No es nada sin sus formas constitutivas; no obra, no se dirige, no se comanda sino por ellas. A esta necesidad de organizar el cuerpo del gobierno, si se quiere que exista o que actúe; hay que añadir el interés que tiene la nación en que el poder público delegado no pueda jamás llegar a ser nocivo a sus comitentes. De ahí una multitud de precauciones políticas que se han mezclado a la constitución, y que son otras -tantas reglas esenciales al gobierno, sin las que el ejercicio piel poder se haría ilegal 2 . Se siente, pues, la doble necesidad de someter el gobierno a formas ciertas, sean 1 La diferenciación entre el poder constituyente y el poder constituido desemboca aquí en una de sus más delicadas consecuencias: la de distinguir entre las Asambleas constituyentes y los Parlamentos ordinarios. Estos últimos son un órgano político creado -por la Constitución y regulado por sus normas: su existencia -vale decir, su existencia legítima- depende de que se atenga a ellas. Si recordamos la clasificación que suele hacer la Teoría del Derecho constitucional en constituciones rígidas y constituciones flexibles, y pensamos que estas últimas pueden ser modificadas -a la manera inglesa- por el órgano legislativo ordinario, esto es, por acto de las instituciones constituidas, nos daremos cuenta del alcance del problema. Acerca de este, véase Carl Schmitt, Teoría de la Constitución.-F. A.

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Emmanuel Sieyés¿Qué es el tercer estado?Introducción, traducción y notas de: Francisco AyalaCopyright by Aguilar, 1973Reproducción parcial delCapítulo V, “Lo que hubiera debido hacerse. Principios a este respecto”, para:

MATERIALES DE DERECHO CONSTITUCIONAL

Es imposible crear un cuerpo para un fin sin darle una organización, formas y leyes propiaspara hacerle cumplir las funciones a que se lo ha querido destinar. Eso es lo que se llama laconstitución de ese cuerpo. Es evidente que no puede existir sin ella. Lo es también que todogobierno comisionado debe tener su constitución; y lo que es verdad del gobierno en general, lo estambién de todas las partes que lo componen. Así, el cuerpo de los representantes, al que le estáconfiado el poder legislativo o el ejercicio de la voluntad común, no existe sino con la manera de serque la nación ha querido darle1 . No es nada sin sus formas constitutivas; no obra, no se dirige, no secomanda sino por ellas.A esta necesidad de organizar el cuerpo del gobierno, si se quiere que exista o que actúe;hay que añadir el interés que tiene la nación en que el poder público delegado no pueda jamás llegara ser nocivo a sus comitentes. De ahí una multitud de precauciones políticas que se han mezclado ala constitución, y que son otras -tantas reglas esenciales al gobierno, sin las que el ejercicio piel poderse haría ilegal 2 . Se siente, pues, la doble necesidad de someter el gobierno a formas ciertas, sean

1 La diferenciación entre el poder constituyente y el poder constituido desemboca aquí en una de sus másdelicadas consecuencias: la de distinguir entre las Asambleas constituyentes y los Parlamentos ordinarios. Estosúltimos son un órgano político creado -por la Constitución y regulado por sus normas: su existencia -vale decir,su existencia legítima- depende de que se atenga a ellas. Si recordamos la clasificación que suele hacer laTeoría del Derecho constitucional en constituciones rígidas y constituciones flexibles, y pensamos que estasúltimas pueden ser modificadas -a la manera inglesa- por el órgano legislativo ordinario, esto es, por acto de lasinstituciones constituidas, nos daremos cuenta del alcance del problema. Acerca de este, véase Carl Schmitt,Teoría de la Constitución.-F. A.2 Habiéndose hecho la distinción entre poder constituyente y poder constituido, y unido así la existencia legítimade los órganos del poder a la forma que la nación les ha dado, se insinúa el principio de legalidad que conduceal Estado de Derecho. Dicho principio está presentado en este párrafo con clara concienciab de su valor político:

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se trata de evitar mediante él que el poder público delegado llegue a ser nocivo para la nación. De esta manerase sugiere el carácter limitados de la Constitución en su sentido de norma fundamental.-F. A.Emmanuel Sieyés¿Qué es el tercer estado?interiores, sean exteriores, que garanticen su aptitud para el fin para el que ha sido establecido y suimpotencia para separarse de él.3Pero que se nos diga según qué criterios, según qué interés hubiera podido darse unaconstitución a la nación misma. La nación existe ante todo, es el origen de todo. Su voluntad essiempre legal, es la ley misma. Antes que ella y por encima de ella solo existe el derecho natural 4 .Si queremos una idea justa de la serie de las leyes positivas que no pueden emanar sino desu voluntad, vemos en primer término las leyes constitucionales, que se dividen en dos partes, lasunas regulan la organización y las funciones del cuerpo legislativo; las otras determinan laorganización y las funciones de los diferentes cuerpos activos. Estas leyes son llamadasfundamentales no en el sentido de que puedan hacerse independientes de la voluntad nacional, sinoporque los cuerpos que existen y actúan por ellas no pueden tocarlas 5. En cada parte la constituciónno es obra del poder constituido, sino del poder constituyente. Ninguna especie de poder delegadopuede cambiar nada en las condiciones de su delegación. Es en este sentido en el que las leyesconstitucionales son fundamentales. Las primeras, aquellas que establecen la legislatura, estánfundadas por la voluntad nacional antes de toda constitución; forman su primer grado. Las segundasdeben ser establecidas por una voluntad representativa especial. Así todas las partes del gobierno seremiten y dependen en último análisis de la nación. No ofrecemos aquí sino una idea fugitiva, pero esexacta 6.3 Las formas interiores componen aproximadamente la parte llamada orgánica de la Constitución, donde sedisponen los órganos del gobierno de manera que se contrapesen sin anularse, mediante la aplicación delpostulado de la división de poderes: las formas exteriores -parte dogmática de la Constitución- regularían en unsentido restrictivo y delimitador la actuación de esos mismos órganos.4 La creencia en el Derecho natural es el único freno que todavía se reconoce en el pensamiento de Sieyés a laomnipotencia de la voluntad nacional. Y merece ser notado que es precisamente el mismo freno reconocido porla doctrina de la Monarquía absoluta a la voluntad soberana del príncipe. La eficacia con que actúe dependerá,claro es, de la convicción que se tenga acerca de la validez de sus normas y aun acerca de su existencia misma.Pero, junto al papel de freno que siempre se ha reconocido a la idea del derecho natural con respecto al poderpolítico, quiero yo subrayar otra misión, aún más importante, que le ha correspondido históricamente: la de servir

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como elemento unificador. En efecto: la voluntad positiva y soberana autorizada, sea del príncipe, sea de lanación, puede conducir a todos los extravíos -tiranía o demagogia, según los clásicos conceptos de la cienciapolítica- si no está ceñida por las normaciones ideales de un supuesto Derecho natural. Y así vemos que, encuanto desaparece la fe en este, las naciones han ido cayendo en una verdadera anarquía, cuya iniciación estámarcada por el pensamiento político del Romanticismo y cuyo ápice corresponde al totalitarismo y su guerra sinnormas.-F. A.5 Indicación preciosa para la doctrina del Derecho constitucional. Definida así la ley fundamental, presta baseexcelente a una construcción formalista y jerarquizadora del orden jurídico, como la pensada por Kelsen en suTeoría del Estado, tanto como a un sistema jurídico-positivo rígido, tal como el establecido en la Constitución queel propio Kelsen hubo de preparar y rigió en Austria durante la postguerra de 1914-1918.-F. A.6 Su desarrollo teórico y práctico a lo largo del siglo XIX y primer decenio del XX comprueba, en efecto, suexactitud, sobre los supuestos tácitos de Estados soberanos cerrados y fuertemente burocráticos donde laEmmanuel Sieyés¿Qué es el tercer estado?Se concibe fácilmente después cómo las leyes propiamente dichas, las que protegen a losciudadanos y deciden del interés común, son obra del cuerpo legislativo formado y moviéndose segúnsus condiciones constitutivas. Aun cuando no presentemos estas últimas leyes sino en segunda línea,son, sin embargo, las más importantes, son el fin de que las leyes constitucionales no son sino losmedios. Puede dividírselas en dos partes: las leyes inmediatas o protectoras y las leyes mediatas odirectrices. No es este el lugar de dar más desarrollo a este análisis.Hemos visto nacer la constitución en la segunda época. Es claro que no es relativa sino algobierno. Sería ridículo suponer a la nación misma ligada por las formalidades o por la constitución aque ella ha sujetado a sus mandatarios. Si hubiera necesitado esperar, para llegar a ser una nación,una manera de ser positiva, jamás lo hubiera sido. La nación se forma por el solo derecho natural. Elgobierno, por el contrario, solo puede pertenecer al derecho positivo 7. La nación es todo lo quepuede ser por el solo hecho de que es. No depende de su voluntad atribuirse más derechos de losque tiene. En su primera época tiene todos los de una nación. En la segunda época los ejerce; en latercera hace ejercer por sus representantes todo lo que es necesario para la conservación y el buenorden de la comunidad. Sise sale de esta' serie de ideas solo se puede caer de absurdidades enabsurdidades.El gobierno no ejerce un poder real sino en tanto que es constitucional; no es legal sino en

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tanto que es fiel a las leyes que le han sido impuestas. La voluntad nacional, por el contrario, no tienenecesidad sino de su realidad para ser siempre legal; ella es el origen de toda legalidad 8.No solamente la nación no está sometida a una constitución, sino que no puede estarlo, sinoque no debe estarlo, lo que equivale a decir que no lo está.No puede estarlo. ¿De quién, en efecto, hubiera podido recibir una forma positiva? ¿Hay unaautoridad anterior que haya podido decir a una multitud de individuos: « Yo os reúno bajo tales leyes;formaréis una nación en las condiciones que yo os prescribo»? No hablamos aquí de bandidaje nidominación, sino de asociación legítima es decir, voluntaria y libre.producción del Derecho se lleva a cabo desde instancias oficiales céntricas que operan con técnicas jurídicas deelevada racionalización. -F. A.7 Obsérvese el peculiar juego de Derecho natural y Derecho positivo en orden a las realidades políticas,poniéndolo en conexión con lo indicado en la nota número 7 de este capítulo -F. A.8 De toda legalidad, pero no de toda legitimidad; esta vendría de la adecuación de la realidad de la voluntadnacional a las normas del Derecho natural. Pero probablemente piensa Sieyés que una tal adecuación seproduce por sí misma, que reside en la naturaleza de las cosas, y que la nación no puede querer lo que nocorresponda al Derecho natural. Estaríamos así ya a un paso de definir el contenido del Derecho natural por larealidad de la voluntad nacional, legitimando cualquier eventual contenido de esta, a la manera romántica. -F. A.Emmanuel Sieyés¿Qué es el tercer estado?¿Se dirá que una nación puede, por un, primer acto de su voluntad, a la verdadindependiente de toda forma, comprometerse a no querer en el porvenir sino de una maneradeterminada? Ante todo, una nación no puede ni alienar ni prohibirse el derecho de querer; ycualquiera que sea su voluntad, no puede perder el derecho, a cambiarla en el momento en que suinterés lo exija. En segundo lugar, ¿con quién se habría comprometido esta nación? Concibo cómopuede obligar a sus mandatarios, y todo lo que le pertenece; pero ¿puede, en ningún sentido,imponerse deberes hacia sí misma? Siendo los dos términos la misma voluntad, puede siempredesprenderse del pretendido compromiso 9.Aun cuando pudiera, una nación no debería encerrarse en las trabas de una forma positiva.Sería exponerse a perder su libertad, sin vuelta, pues no haría falta sino un momento de éxito a latiranía para entregar los pueblos, so pretexto de constitución, a una forma tal, que no les sería posibleya expresar su voluntad y, por consiguiente, sacudir las cadenas del despotismo. Debe concebirse lasnaciones sobre la tierra como individuos fuera del lazo social o, según se dice, en el estado de

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naturaleza. El ejercicio de su voluntad es libre e independiente de todas las formas civiles. Noexistiendo más que en el orden natural, su voluntad, para surtir todo su efecto, no tiene necesidad dellevar los caracteres naturales de la voluntad. De cualquier manera que una nación quiera, basta quequiera; todas las formas son buenas, y su voluntad es siempre la ley suprema. Puesto que, paraimaginar una sociedad legítima, hemos supuesto a las voluntades individuales, puramente naturales,la potencia moral de formar la asociación, ¿cómo nos negaríamos a reconocer una fuerza semejanteen una voluntad común, igualmente natural? Una nación no sale jamás del estado de naturaleza, y enmedio de tantos peligros, nunca son demasiadas todas las maneras posibles de expresar suvoluntad. Repitámoslo: una nación es independiente de toda forma; y de cualquier manera quequiera, basta que su voluntad aparezca para que todo derecho positivo cese ante ella como ante lafuente y el dueño supremo de todo derecho positivo 10.Pero hay todavía una prueba más impresionante de la verdad de nuestros principios.9 Es, en cierto modo, una nueva versión del sutil argumento jurídico con que rechaza Hobbes en su Leviathan laposibilidad de un pacto entre el soberano y los súbditos: en el estado de naturaleza no hay sino hombresdesligados, que contratan entre sí; pero tan pronto como han contratado la creación del Estado pasan a sersúbditos de este, y no están ya en condiciones de contratar con él. -F. A.10 Aquí, en cambio, la adaptación de las ideas hobbesianas se encamina a resultados que chocan con losprincipios individualistas del filósofo inglés. Nuestro autor se mantiene sobre iguales bases que este; pero susideas marcan el tránsito hacia el pensamiento romántico, en que las entidades nacionales adquieren una realidadsustantiva: son como hombres en el estado de naturaleza. La última consecuencia de la "guerra de todos contratodos" entre las naciones es la guerra total, en la que no' hay lazo social, es decir, normas. -F. A.Emmanuel Sieyés¿Qué es el tercer estado?Una nación no debe ni puede restringirse a formas constitucionales, pues a la primeradiferencia que surgiera entre las partes de esta constitución, ¿qué ocurriría con la nación asídispuesta a no poder obrar sino según la constitución disputada? Pongamos atención en cuánesencial es, en el orden civil, que los ciudadanos encuentren en una parte del poder activo unaautoridad pronta a terminar sus procesos. De igual modo, las diversas ramas del poder activo debenpoder invocar la decisión de la legislatura en todas las dificultades que encuentren. Pero si vuestralegislatura misma, si las diferentes partes de esta primera constitución no se ponen de acuerdo entresí, ¿quién será el juez supremo? Pues hace falta uno, o bien la anarquía sucede al orden.¿Cómo se imagina que un cuerpo constituido pueda decidir de su constitución? Una o varias

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partes integrantes de un cuerpo moral no son nada separadamente. El poder no pertenece sino alconjunto. Desde el instante en que una parte reclama, el conjunto no es más; ahora bien: si no existe,¿cómo podría juzgar? Así, pues, se debe reconocer que ya no habría constitución en un país almenor embarazo que sobreviviera entre sus partes si la nación no existiera independiente de todaregla y de toda forma constitucional.Con ayuda de estos esclarecimientos podemos responder a la pregunta que nos hemoshecho. Es notorio que las partes de lo que creéis ser la constitución francesa no están de acuerdoentre sí. ¿A quién, pues, corresponde decidir? A la nación, independiente, como necesariamente loes, de toda forma positiva. Aun cuando la nación tuviera esos Estados generales regulares, no seríaese cuerpo constituido quien hubiera de pronunciarse sobre una diferencia que toca a su constitución.Habría en ello una petición de principios, un círculo vicioso.Los representantes ordinarios de un pueblo están encargados de ejercer, en las formasconstitucionales, toda esta porción de la voluntad común que es necesaria para el mantenimiento deuna buena administración. Su poder está limitado a los asuntos del gobierno.Representantes extraordinarios tendrán un nuevo poder tal como plazca a la nación dárselo.Puesto que una gran nación no puede reunirse ella misma en realidad todas las veces quecircunstancias fuera del orden común pudieran exigirlo, es menester que confíe a representantesextraordinarios los poderes necesarios en esas ocasiones. Si pudiera reunirse ante vosotros yexpresar su voluntad, ¿osaríais disputársela porque no la ejerce en una forma más bien que en otra?Aquí la realidad es todo y la forma nada.Un cuerpo de representantes extraordinarios suple a la asamblea de esta nación. No tienenecesidad, sin duda, de estar encargado de la plenitud de la voluntad nacional; no necesita más queun poder especial, y en casos raros; pero reemplaza a la nación en su independencia de toda claseEmmanuel Sieyés¿Qué es el tercer estado?de formas constitucionales 11. No hay necesidad aquí de tomar tantas precauciones para impedir elabuso de poder; estos representantes no son diputados sino para un solo asunto y por un tiemposolamente. Digo que no están constreñidos a las formas constitucionales sobre las cuales tienen quedecidir: 1º. Eso sería contradictorio, pues esas formas están indecisas y ellos tienen que regularlas.2º. Ellos no tienen nada que decir en el género de asuntos para el que se habían fijado las formaspositivas. 3.º Están puestos en lugar de la nación misma que tiene que regular la constitución. Son

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independientes de esta como ella. Les basta querer como quieren los individuos en el estado denaturaleza. De cualquier manera que sean diputados, que se reúnan y que deliberen, con tal que nose pueda ignorar (¿y cómo lo ignoraría la nación que los comisiona?) que obran en virtud de unacomisión extraordinaria de los pueblos12, su voluntad común valdrá por la de la nación misma.Yo no quiero decir que una nación no pueda dar a sus representantes ordinarios la nuevacomisión de que aquí se trata. Las mismas personas pueden, sin duda, concurrir a formar diferentescuerpos. Pero siempre es verdad que una representación extraordinaria no se parece nada a lalegislatura ordinaria. Son poderes distintos Esta no puede moverse sino en las formas y en lascondiciones que le son impuestas. La otra no está sometida a ninguna forma en particular; se reúne ydelibera como haría la nación misma si, no estando compuesta más que de un pequeño número deindividuos, quisiera dar una constitución a su gobierno. No se trata aquí de distinciones inútiles.Todos los principios que acabamos de citar son esenciales al orden social; no sería completo, sipudiera encontrarse un solo caso sobre el cual no pudiera indicar reglas de conducta capaces deproveer a todo13

11 El principio de la absoluta libertad de la nación y de su desligamiento respecto de cualquier formalidad seconcreta en la realidad histórica de las asambleas extraordinarias, independientes también, como encargadas deejercitar el poder constituyente, de toda vinculación formal. Pero tales asambleas vienen a ser de hecho unaforma regular de ejercerse dicho poder.-F. A.12 Se dice en Inglaterra que la Cámara de los Comunes representa a la nación. No es exacto. Creo que ya lo hehecho observar; en tal caso, repito que si los comunes solos representaran toda la voluntad nacional, formaríansolos todo el cuerpo legislativo. Habiendo decidido la constitución que ellos no eran sino una parte de tres, esmenester que el rey y los lores sean considerados como representantes de la nación.13 16. Esos principios deciden claramente la cuestión agitada en este momento en Inglaterra. entre los señoresPitt y Fox El señor Fox se equivoca en no querer que la nación dé la regencia a quien y como le plazca. Donde laley no estatuye, solo la nación puede estatuir. El señor Pitt se equivoca queriendo hacer que el Parlamentodecida la cuestión. El Parlamento es incompleto, es nulo, puesto que el rey, que forma su tercera parte, esincapaz de querer. Las dos Cámaras pueden preparar un estatuto, pero no pueden sancionarlo. Hay, pues, quepedir a la nación representantes extraordinarios... No se hará nada de ello. Sería la ocasión de hacer una buenaconstitución. Ni la oposición ni el ministro tienen gana. Se atienen a las formas por las que existen; por viciosasque sean, las prefieren al más hermoso orden social. El viejo caduco no se consuela de morir, por fresco y

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vigoroso que pueda ser el muchacho que ve dispuesto a reemplazarlo. Los cuerpos políticos, como los cuerposnaturales, se defienden mientras pueden del último momento.