Significacion Del Mito en La Literatura Latinoamericana

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ENSAYO SIGNIFICACIÓN DEL MITO EN LA LITERATURA LATINOAMERICANA Jaime Valdivieso El autor examina la presencia del mito en la creación literaria latinoamericana, afirmando que constituye, asimismo, la otra cara de la utopía. Los mitos, se señala, son parte de la cultura mestiza, de la identidad espiritual e histórica, del imaginario y de la fe siempre latente en un futuro mejor. De ahí que en las letras latinoamericanas el mito no sea sólo un recurso literario para elevar el nivel de significación de las ficciones o poemas, sino que está enraizado como visión del mundo, visión religiosa del universo en las culturas precolombinas. Hoy casi nadie desconoce que el descubrimiento de América llevaba en sus entrañas la búsqueda y posibilidad de las utopías. Pero, quizás muy pocos habrán pensado que la utopía conlleva, a la vez, el mito. La utopía: un mito al revés, proyección, anhelo, en lugar de nostalgia. Y ambos son igualmente una necesidad y una conformidad: gracias a ellos, escapamos a los terrores de la cotidianeidad, de la historia y conocemos el Autor de novelas, poemas y ensayos; entre sus obras pueden mencionarse los poemas Infancia y Estío (México: Villicana, 1984), la novela gótica Las Máscaras del Ruiseñor (Madrid: Ed. Alfaguara, 1981) y Centro de Gravedad. Cuentos Breves, Menos Breves, y Brevísimos (Santiago: Atenea, 1989). * * Escritor chileno y profesor de literatura española y latinoamericana.

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los significados del mito en latinoamerica

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  • ENSAYO

    SIGNIFICACIN DEL MITO ENLA LITERATURA LATINOAMERICANA

    Jaime Valdivieso

    El autor examina la presencia del mito en la creacin literarialatinoamericana, afirmando que constituye, asimismo, la otracara de la utopa.Los mitos, se seala, son parte de la cultura mestiza, de laidentidad espiritual e histrica, del imaginario y de la fesiempre latente en un futuro mejor. De ah que en las letraslatinoamericanas el mito no sea slo un recurso literario paraelevar el nivel de significacin de las ficciones o poemas,sino que est enraizado como visin del mundo, visinreligiosa del universo en las culturas precolombinas.

    Hoy casi nadie desconoce que el descubrimiento de Amricallevaba en sus entraas la bsqueda y posibilidad de las utopas. Pero,quizs muy pocos habrn pensado que la utopa conlleva, a la vez, el mito.La utopa: un mito al revs, proyeccin, anhelo, en lugar de nostalgia. Yambos son igualmente una necesidad y una conformidad: gracias a ellos,escapamos a los terrores de la cotidianeidad, de la historia y conocemos el

    Autor de novelas, poemas y ensayos; entre sus obras pueden mencionarse lospoemas Infancia y Esto (Mxico: Villicana, 1984), la novela gtica LasMscaras del Ruiseor (Madrid: Ed. Alfaguara, 1981) y Centro de Gravedad.Cuentos Breves, Menos Breves, y Brevsimos (Santiago: Atenea, 1989).

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    *Escritor chileno y profesor de literatura espaola y latinoamericana.

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    sentido transubjetivo, trascendente de la vida: el arquetipo, la estructurabsica y general de la existencia.

    Pero Amrica latina, sobre todo en estos momentos, prxima a unnuevo fin de siglo, pareciera estar en el ocaso de las utopas. La modernidad,la tecnologa, el fracaso de los sistemas supuestamente humanistas yjustos, le han asestado un duro golpe. El pensamiento prctico, la tec-nocracia, parece ser el sustituto de los sueos. Qu nos queda entonces?Bueno, los mitos, puesto que, a su vez, implican una utopa. Lo que fuebueno, hermoso en el pasado, no podra repetirse?

    Amrica latina contina siendo fuente de mitos, a pesar del perfec-cionamiento de la vida urbana, de sus grandes capitales: Buenos Aires, SaoPaulo, Ciudad de Mxico, Caracas, Santiago de Chile. Seguimos siendo uncontinente a medio hacer, que busca ansioso nuevas formas polticas,morales, sociales, renovadas formas artsticas. Continuamos habitando unespacio, an no enteramente desbastado, con fuerte influencia de las culturasindgenas, donde la extensin y el tiempo se viven de otra manera. "TiempoMexicano", llama Carlos Fuentes a uno de sus libros de ensayos en queconsidera estos factores. La cosmovisin indgena supone un tiempo circu-lar, reversible, generador de vivencias rituales, mgicas y mticas parte denuestra realidad y de nuestra tradicin, que se expresan en el arte, espe-cialmente en la literatura, tanto en la poesa como en la narrativa.

    Para el propsito de este ensayo nos interesa el significado del mitocomo verdad esencial, tal como lo concibe Mircea Eliade, opuesto a laacepcin de mito como mentira o fantasa en su sentido corriente. Ytambin como una manera de concebir la realidad y la vida, de descubrirla ycomprenderla en la literatura. Son tambin importantes, en este aspecto, lasinvestigaciones del siclogo Carl Jung. Para ambos el mito representa locontrario de la historia, del acontecer lineal, irreversible, propio de la ideacristiana occidental del progreso. Lo mtico vendra a ser as una huida de lahistoria, pero una huida que es tambin regreso, vuelta al pasado ms lejanoy originario del hombre, anterior al "logos", a la "racionalidad"; por lotanto, una va para alcanzar las estructuras ms primitivas y profundas de laexistencia.

    El hombre primitivo, el creador de las civilizaciones indgenasamericanas maya, quechua, mapuche, guaran, azteca, aimar etc., vive en elmito; todos los acontecimientos, aun los ms nimios de la vida diaria,como la pesca, la caza, la cosecha, el nacimiento, la muerte, tienen uncarcter reversible, y cada vez que los realiza repite un rito, una ceremoniaoriginal, instaurada por sus antepasados en illo tempore. Y algunos hechosque afectan a la comunidad como las catstrofes: terremotos, huracanes y

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    otras formas devastadoras de la naturaleza, las asume como destino y"fatalidad". Octavio Paz, hablando de las culturas precolombinas de Mxicose referia a las Edades del Tigre, del Leopardo, de la Serpiente, las queterminan siempre con la desaparicin de una civilizacin, para dar paso a unnuevo perodo: ciclos destinados a desaparecer y renovarse.

    El hombre moderno, por otra parte, con fe y esperanza en el"progreso" y en el avance incesante de la historia (concepto transparente entoda la obra de Hegel), necesita crear y recrear mitos; con ellos alimenta suimaginacin y sus sueos; a travs de ellos trasciende y combate la historia,la sequedad y el vaco del diario vivir. De aqu que transforme en mito lasciudades, muchos acontecimientos, objetos materiales y culturales, las ideaspolticas y religiosas, los astros del deporte y del cine, sus propios anhelosy fantasas. Todos estos tienen algo en comn, como lo vio Eliade:

    Porque es importante, subrayar este hecho es, sobre todo,analizando la conducta del hombre moderno con respecto altiempo, cmo podemos penetrar los disfraces de su conductamtica.1

    Pero no perdamos de vista la utopa. No significa igualmente stauna salida de la historia, un arquetipo de comunidad, de sociedad, de pasideal? No es acaso la utopa un mito invertido, una Edad de Oro, unafuente de Eterna Juventud, un El Dorado, una Ciudad de Los Csares,proyectados hacia el futuro? Ambos: mito y utopa son, entonces, como elrostro de Jano: un ojo hacia adelante y el otro hacia atrs, uno al futuro y elotro al pasado. Y la literatura se alimenta de ellos, y a la vez alimenta losideales eternos del hombre.

    La poesa, cuyo origen, como lo vio Giambattista Vico2 y msrecientemente Heidegger,3 se confunde con el origen mismo del lenguaje, suasimilacin al mito es doble, por sus temas: el amor, la muerte, latransitoriedad del tiempo, la nostalgia de lo irrecuperable, ubi sunt, eldestino, como por hacer del lenguaje, que es "temporal", una categora"intemporal". Octavio Paz considera que "poemas y mitos coinciden en

    1Mircea Eliade, Myth, Dreams and Mysteries (New York: Harper andRow, 1963) pp. 35-36.

    2Giambattista Vico, The New Science (New York: Cornell UniversityPress, 1968) p. 159.

    3 Martin Heidegger, Arte y Poesa (Mxico: Fondo de Cultura, 1958).

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    trasmutar el tiempo en una categora temporal especial, un pasado siemprefuturo y siempre dispuesto a ser presente, a "presentarse".4

    Y Mircea Eliade nos da una vez ms la clave de la unin de poesa yvisin primitiva, gensica, anterior a todo "logos", propia de las culturasindoamericanas: "Desde un cierto punto de vista se pudiera decir que todogran poeta "rehace" el mundo, ya que trata de verlo como si no existiese eltiempo ni la historia. En esta actitud se asemeja extraamente al "hombreprimitivo".5

    Y no son fundamentalmente mticos en este preciso sentido elmismo Octavio Paz, Gabriela Mistral, Neruda, Huidobro, Borges y Vallejo,en su mayor parte o, al menos, en su obra fundamental?

    Es, sobre todo, en la narrativa donde hallamos precisamente el ima-ginario de un mundo siempre mejor, alternativa de la sociedad impersonal,tecnificada y alienante en que vivimos. Y este mundo deseado y deseable seda especialmente en el mito, constante generador de ideales y alimento de lamemoria e identidad. En especial, nos referimos a los mitos de fundacin:fundacin de ciudades ms humanas y ms justas, que recrean en el mundode la palabra los narradores latinoamericanos, quienes, aun en el msatolondrado vuelo de la fantasa, jams pierden de vista la contingencia.Carlos Fuentes al referirse a la necesidad de asumir el pasado, hablando deBernal Daz del Castillo, dice:

    Esta melanclica admisin del pasado, este recurso de la me-moria en el alba del valiente mundo nuevo que poderosamentese proyecta hacia el futuro, fundan el derecho de Bernal paraestar presente en nuestra propia modernidad latinoamericana:Tambin nosotros deberemos recordar claramente o no ten-dremos futuro.6

    4Octavio Paz, Claude Lvi-Strauss o el Nuevo Festn de Esopo(Mxico: Joaqun Mortiz, 1967) p. 57.

    5Eliade, op. cit.

    "Citado por Ana Pizarro en Cultura y Prospectiva: El Imaginario deFuturo en la Literatura Latinoamericana (Caracas: Ed. Nueva Sociedad,UNITAR PROFAL, 1987). p. 64.

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    Segn la investigadora Ana Pizarro "la imagen de la ciudad mtica ennuestra literatura nada tiene que ver con la nocin de progreso entendidacomo acelerado desarrollo econmico y tecnolgico".7

    Esta ciudad creada en el espacio de la narrativa, este anhelo siemprevivo del espritu americano proyectado desde el pasado al futuro, o lapremonicin de una ciudad devastada por los peligros de la propiatecnologa, aparecen ya a comienzos de siglo. As, la novela breve deVicente Huidobro La Prxima, donde imagina Pars intacto, pero con todossus habitantes muertos a causa de una bomba. Aos ms tarde sonfrecuentes los novelistas en que el mito de fundacin aparece con diferentessignificaciones y modalidades. Por ejemplo la ciudad de Cmala en PedroPramo, poblada por almas muertas, las que, desde la muerte, recrean yhablan de la vida. "Santa Mara", en las novelas de Juan Carlos Onetti, queproyecta un angustioso mundo industrial suburbano, o "Santa Mnica delos Venados" en Los Pasos Perdidos, espejo de una ciudad donde no hanllegado ni el oro ni el pecado:

    El oro dice el Adelantado es para los que regresan all;los hombres que all viven sus destinos se contentan de cosasmuy simples, hallando motivo de jbilo en la tibieza de unamaana, una pesca abundante, la lluvia que cae tras la sequacon explosivos de alegra de cantos y tambores.

    Y, last but no least, Garca Mrquez en Macondo de Cien Aos deSoledad, donde supone un mundo justo y equitativo "al punto de que habadispuesto de tal modo la posicin de las casas, que desde todas poda llegarseal ro y abastecerse de agua con igual esfuerzo, y traz las calles con tanbuen tino que ninguna casa reciba ms sol que la otra a la hora del calor".

    Pero no slo los mitos de fundacin, tal vez los ms significativosen nuestra Amrica, aparecen en nuestra narrativa, sino se recrean, a su vez,los mitos clsicos greco-latinos, la Biblia u otras mitologas occidentales oindgenas, como en Pedro Pramo, donde Juan Preciado representa aTelmaco en busca de su padre, o bien a Orfeo o a Edipo, la parejaincestuosa Adn y Eva creando Cmala. Y Fernando del Paso la figura deldestino absurdo de Palinuro en su novela Palinuro de Mxico. Y JosDonoso trasponiendo el dios chilote "Imbunche" al contexto urbano en ElObsceno Pjaro de la Noche, todas formas de alegorizar y universalizar lospersonajes y las situaciones.

    7Ana Pizarro, op. cit., p. 59.

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    Segn Carl Jung "los arquetipos se dan ms claramente en losmitos, los cuales en la antigedad cumplan la misma funcin que elterapista en nuestros das, el de servir de pantalla en la cual proyectar losproductos del inconsciente colectivo. La naturaleza de los arquetipos puede,por lo tanto, extraerse de los elementos bsicos del drama mitolgico".8

    De acuerdo a Jung no slo existen los personajes arquetipos (elhroe, el viejo sabio, etc.), sino temas arquetpicos (el amor, el odio, la fe),lugares (la caverna, el cruce de un ro), argumentos (la persecucin, labatalla, la bsqueda) y hasta estados de nimo (tormentoso o sereno).

    Estos arquetipos o mitos que no slo se refieren a los personajes,sino a otros aspectos de una obra, son igualmente utilizados. La "perse-cucin" aparece en El Acoso y en Eloy de Carpentier y Carlos Droguet,respectivamente; la "batalla" en Paradiso de Lezama Lima, en la escena enque combaten los estudiantes con la polica montada, y la "caverna" enRayuela, traspuesto como el subterrneo al cual baja en ascensor el pro-tagonista a su regreso a Buenos Aires.

    La mejor prueba de madurez en la novela latinoamericana reside en elhecho de que muchos escritores han descubierto el valor del mito comomanera de elevar sus temas y personajes. Thomas Mann, quien siempretuvo una mirada serena y abisal para descifrar el alcance de la vida y de loshombres, consideraba el mito como signo de madurez del escritor: "Porqueel mito es el fundamento de la vida, el esquema intemporal, la frmulasagrada en la cual flota la vida cuando sigue las lneas del inconsciente. Porcierto, el da en que el escritor adquiere el hbito de considerar la vida comomtica y tpica, su capacidad artstica se expande notablemente, as como supoder perceptivo".9

    Podra decirse que todas las obras que corresponden a la categora del"realismo mgico" reflejan un mundo espiritual y cultural teido por elmito, y donde lo ritual y lo mgico se hallan estrechamente unidos a ste.

    Cuando se habla de que Latinoamrica no ha tenido historia, que haexistido como "objeto", ms que como "sujeto", se seala uno de sus ras-gos sobresalientes: la ahistoricidad y el carcter mtico de su acontecer.

    Tanto nuestros antepasados indgenas como los espaoles de laConquista, no conocieron la historia como progreso. Los primeros vivanel tiempo cclico, donde los acontecimientos naturales y sociales se repetanfatalmente. Los segundos, el tiempo inmvil, teolgico y litrgico de la

    8David Elkind, "Freud, Jung and the Collective Unconscious" The NewYork Times Magazine, octubre 1970. p. 96.

    9Thomas Mann, Essays (New York: Alfred Knopf, 1957). p. 306.

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    Contrarreforma. Ambas influencias subyacen en la concepcin de la realidadde nuestros pueblos.

    La persona que le haya preguntado a algn campesino, en cualquierparte de Amrica latina, por la distancia al lugar que buscaba, recordar quecuando ste le dijo que faltaba muy poco, que su meta estaba a la vuelta delcamino o al otro lado de la loma, no fue as: faltaba muchsimo ms. Sinembargo, el campesino no menta, slo estaba aplicando al espacio unanocin de distancia recorrida "atemporalmente".

    Garca Caldern, refirindose al conjunto de la historia latinoame-ricana, descubra con perspicacia que en "nuestra vida hay un ricorso quevuelve a traer, por sucesivas revoluciones, los mismos hombres, con lasmismas promesas y los mismos mtodos. La comedia poltica se repiteperidicamente: una revolucin, un dictador, un programa de restauracinnacional".10

    Aunque este fatalismo poltico empieza a ser desmentido por unaconciencia cada da ms aguda de la necesidad de un estado democrtico, conpluralismo, libertad, fiscalizacin y derecho de crtica, la visin mtica esparte de la cosmologa de nuestros pueblos. Basta una lectura atenta de Tala,de Gabriela Mistral, y se ver que el poema "Himno al Sol" no podra habersido concebido sin una identificacin plena con las culturas andinas.

    Mito y Utopa: dos caras de una misma medalla, dos formas deruptura con el tiempo histrico, dos maneras de instrumentar la realidad ylos sueos que permiten recuperar lo ms permanente del espritu humano:

    10F. Garca Caldern, citado por Samuel Ramos en El Perfil del Hom-bre y la Cultura en Mxico (Mxico: Espasa-Calpe mexicana, 1965) p. 25.

    el arquetipo.