Silencio

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Silencio 1 SILENCIO (MOKU) Akiko NOGUCHI e todas las caligrafías del legado de mi padre, la que más me gusta es la del ideograma „SILENCIO‟. Esta caligrafía ha sido tallada en madera y se encuentra en la actualidad sobre el altar budista de mi padre, en la casa de Ogikubo, en Tokio. Mi padre se negó a ser juzgado como criminal de guerra de primera categoría y se suicidó. Enterró todo lo que le concierne en la palabra „SILENCIO‟. Aquel día alguien comentó: “Matarse es darse por vencido: un muerto ya no tiene boca”. Ciertamente, mucha gente escribió sobre mi padre. Entonces fue cuando me di cuenta de que una hoja de papel cuadrado 1 puede convertirse, según quien la doble, en una cigüeña, una flor de lirio o un casco de guerra. Lo más interesante para mí fue ver cómo y desde qué ángulo analizaban los hechos y hablaban de mi padre quienes escribieron sobre el tema, ya que en ello se manifestaba la dirección mental inconsciente del autor. Independientemente de todo ello, mi padre, el hombre al que yo sentía en mi interior, permaneció totalmente unido a esta única palabra: „SILENCIO‟. * El dicho antiguo: “Cuando calla Yuima 2 , su silencio retumba como el trueno.” expresa muy bien que un mudo puede llegar a dominar la mente humana 1 Como para hacer pajaritas. D

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silencio, seitai noguchi

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Silencio 1

SILENCIO (MOKU)

Akiko NOGUCHI

e todas las caligrafías del legado de mi padre, la que más me gusta es la del

ideograma „SILENCIO‟. Esta caligrafía ha sido tallada en madera y se

encuentra en la actualidad sobre el altar budista de mi padre, en la casa de

Ogikubo, en Tokio. Mi padre se negó a ser juzgado como criminal de guerra de

primera categoría y se suicidó. Enterró todo lo que le concierne en la palabra

„SILENCIO‟.

Aquel día alguien comentó: “Matarse es darse por vencido: un muerto ya

no tiene boca”.

Ciertamente, mucha gente escribió sobre mi padre. Entonces fue cuando

me di cuenta de que una hoja de papel cuadrado1 puede convertirse, según quien

la doble, en una cigüeña, una flor de lirio o un casco de guerra.

Lo más interesante para mí fue ver cómo y desde qué ángulo analizaban

los hechos y hablaban de mi padre quienes escribieron sobre el tema, ya que en

ello se manifestaba la dirección mental inconsciente del autor.

Independientemente de todo ello, mi padre, el hombre al que yo sentía en

mi interior, permaneció totalmente unido a esta única palabra: „SILENCIO‟.

*

El dicho antiguo: “Cuando calla Yuima2, su silencio retumba como el

trueno.” expresa muy bien que un mudo puede llegar a dominar la mente humana

1 Como para hacer pajaritas.

D

Silencio 2

mucho más que otro con miles de palabras. Tal vez su silencio no fuera el de un

mudo corriente; había sin duda en él una condensación enorme de fuerza y vigor

en su alma y cuerpo.

Del mismo modo, una sola palabra aguda del Maestro causaba un efecto

tremendo; pero si callaba tras reunir el ki, se volvía aún más temible. El que su

interlocutor sintiera temor y se encogiera se debía a que en él existía algún motivo

que le obligaba a reflexionar sobre su propia conducta.

Una noche, un discípulo volvió al dojo muy tarde después de alguna

juerga. Al regresar, pidió disculpas, pensando sin duda que se había ganado un

buen regaño, pero el Maestro le escuchó del principio al fin asintiendo con la

cabeza de manera natural. En el momento en que el discípulo, tranquilizado, se

disponía a salir, le espetó: “¡Eh, tú! ¡Un momento!”. Al volverse el joven, sin

añadir nada el Maestro fijó en él una mirada penetrante. Tan sólo fueron dos o

tres segundos, pero la sensación de tensión resultó tan fuerte que hasta yo misma,

que me encontraba en la habitación, me sentí involucrada y como petrificada.

Cuando le dijo: “Está bien”, tanto el discípulo como yo nos aflojamos por

completo.

A partir del día siguiente, y yo misma lo pude percibir, la postura del

discípulo empezó a cambiar. Pero lo cierto es que en el silencio del Maestro, que

siempre observaba a largo plazo, estaban presentes el calor y el afecto de quien

espera el crecimiento de otra persona. Creo que no he conocido a nadie como el

Maestro para dominar tan libremente los silencios, tanto a corto como a largo

plazo.

*

Dijo Lao-Tsé3: «Quien habla no sabe. Quien sabe calla.» Y ciertamente

podemos comentar con mucha facilidad las palabras de alguien, hablar de los

demás o de un libro que hemos leído; lo difícil es poner palabras a lo que uno

siente en su fuero interno. Será por ello que el zen, que pone el acento en las

vivencias de cada uno, enarbola como principio: «No a través de la letra», y

cuando quiere expresar «eso», recurre a metáforas.

2 Monje zen.

3 Filósofo chino del siglo III A.C.

Silencio 3

Una persona que cada día relataba puntualmente todos los

acontecimientos cotidianos en su diario, en la página del día en que su hijo murió

lejos solamente anotó: «Ha muerto mi hijo». En esta escueta y única línea siento

una tristeza y un dolor muy profundos.

Sin embargo, en los telediarios se observa frecuentemente como el

reportero, micrófono en ristre, le pregunta a una persona afectada por una

profunda desgracia: «¿Cómo se siente usted?», obligándola a responder algo.

Siempre me pregunto por qué no la dejan en paz, y si resulta tan importante para

el reportaje forzarla a hablar.

*

Mi hijo Dan cuenta una historia que me intriga. Según él, hace unos años,

en los exámenes de admisión en la empresa «Cervezas SAPPORO», un joven

candidato se presentó con otros ante los miembros de la mesa de selección.

Permaneció en silencio durante todo el tiempo de las preguntas. Su actitud

terminó por impacientar a los examinadores, que le preguntaron con cierta sorna

si aquello era todo lo que tenía que decir. El joven contestó en el acto: «Los

hombres eligen la cerveza Sapporo en silencio»4. Fue admitido inmediatamente.

Si la historia fuera verdadera, nos encontraríamos ante una empresa realmente

excepcional, pero albergo ciertas dudas al respecto: es un cuento poco creíble.

Y lo es porque en el ser humano existe la propensión natural a expresarse.

Y cuando permanece callado, se produce en él una contracción interna cuya

presión le empuja a hablar y entonces hasta molesta o incluso hiere a los demás

por su falta de contención.

Especialmente cuando regañamos a los niños, sin querer nos excedemos

en las palabras. A menudo el Maestro me frenaba al respecto: «Siempre hay que

esperar, dejando un espacio de tiempo para que el niño pueda pensar. Conviene

dejar un margen de reflexión cuando se regaña, porque si hablamos demasiado,

todo lo dicho no sirve de nada. El fracaso se debe a que uno se precipita por

conseguir resultados, al ser incapaz de esperar.»

*

4 Lema comercial de dicha empresa.

Silencio 4

Por temperamento, me resulta difícil aplicar el «silencio». Pero he callado

una historia relativa al Maestro hasta después de su muerte.

Ocurrió cuando el dojo de Shimo-Ochiai fue pasto de las llamas durante

los intensos bombardeos aéreos del mes de marzo del año 20 de Showa, en 1945.

Fui a visitar el lugar y mi suegra surgió del refugio subterráneo,

enseñándome una cajita. Me comentó lo siguiente: «Cuando el fuego se propagó

al dojo, el Maestro me entregó esta cajita y luego desapareció no se sabe dónde.

Se la guardé en el refugio. Más tarde me preguntó con una mirada inquisitiva

dónde la había metido. Me intriga: ¿qué importancia puede tener esta cajita?». A

continuación abrió la tapa ensuciada por el barro y me enseñó su interior. Me

sorprendió su contenido: un pequeño frasco de cristal tallado que yo le había

regalado al Maestro por su cumpleaños. De unos doce centímetros de altura y

tallado en doce facetas, era de color negro con unos arabescos dorados muy

delicados. Lo había comprado en una relojería llamada Wako, que más tarde sería

la relojería Hattori5. Cuando se lo obsequié, su comentario fue: «No lo puedes

remediar, tienes buen gusto…».

Después del incendio, utilizó como dojo una casa prestada por el general

Yoshida. Aquel frasco lo colocó en su escritorio, hacia delante y a la derecha. Sin

embargo, decía a todo el mundo: «Todo lo que saqué en el momento del incendio

fueron los discos de Casals, el biombo con la caligrafía de Gochuku6 y mis geta7

de Hou-no-ki».

Pensé que el Maestro no quería hablar del frasco con nadie; éste, además,

desconocía lo que me había contado su madre en aquel entonces. En mi fuero

interno sentía agrado y, mientras el Maestro se mantuviera callado sobre el

asunto, también callaría yo.

Más adelante nos mudamos al barrio de Komae, nuestra actual residencia;

a escondidas, de vez en cuando, solía contemplar el frasco colocado encima de su

escritorio, como para asegurarme de algo.

Este silencio entre los dos duró unos treinta años.

5 Antecesora de Seiko.

6 Artista calígrafo.

7 Calzado japonés de madera.

Silencio 5

Nació nuestra primera nieta, Asa. A los cuatro años, un día la niña se

sintió atraída por el frasco; en un momento quitó la tapa de la caja que lo contenía

y lo cogió; pero el frasco se le resbaló entre los deditos y se estrelló en el suelo.

El Maestro empezó a recoger los trozos tras entregarme a Asa que

lloriqueaba, diciéndole a la niña: «Está bien, no pasa nada… Vamos a recoger los

trozos, porque es peligroso, ¿sabes? ». Con Asa en brazos, estaba contemplando

por la ventana el jardín marchito por el invierno. Tuve la sensación de que en ese

momento algo estaba acabándose.

Seis meses después, el Maestro murió.

*

Cuando pienso en ello, no fue más que un acontecimiento insignificante,

una modesta flor de silencio que permaneció oculta en aquel frasco, pero

experimento, no sé por qué, una cálida sensación, un sentimiento dulce, de

corazón.

Hace poco leí un libro de Zeami8

llamado «Fu-shi-ka-den», la

“Transmisión de la imagen de la flor”. Debido a aquella vivencia, supongo, me

emocionaron mucho ciertos pasajes como éste:

Conoce la flor escondida.

Oculta, es flor.

Visible, deja de serlo.

Esta diferencia es la clave para conocerla.

Publicado en la revista mensual Gekkan Zensei,

«La Vida Plena», octubre 1985.

8 Autor de obras de teatro No (1363-1444).