Simmel Georg_Las metropolis y la vida espiritual_Tecnica y cultura.pdf

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,.i \ ,.' I' I"·' 306.42 Tarn l TEe 4 Tecnica y cultura Biblioteca de Disefio y Sociedad Primera edicion en italiano Giangiacomo Feltrinelli, Milan, enero de 1979 R£(l. f.. 199-89 CUT. H::)1· ;L BfStron:CA • Pt.\cso - .... EI debate aleman entre Bismarck y Weimar Tomas Maldonado Compilador Versi6n castellana: Sandro Bertucci, Luisa Dorazio y Natalia Lazzari Correcci6n: Blanca Fabricant Biografias y Bibliografia general: Omar Calabrese, Kate Singleton Diseno y supervision general: Carlos A. Mendez _ Disefio de la tapa: Lorenzo Shakespear c;...l r..o..1 Impreso en Printing Books 0 © Giangiacomo Feltrinelli Editore H;.j © de todas las ediciones en castellano _:J : (; ::1 Ediciones Infinito I ·o! Emilio Lamarca 387 (1640), Martinez, -< _: .,1 Provincia de Buenos Aires. Argentina. U , :t, : .'- email: [email protected] ., http://www.edicionesinfinito.com 1 i .;.;: {::'j CoO ! . j" .... :. ; j Hecho el deposito que marca fa ley 11.723 I:: 1;-" e :4 Impreso en Argentina, Printed in Argentina. k.. t:.:I e..- Q Textos de P. Behrens, E. Bloch, F. Dessauer, W. Gropius, J. A. Lux, 1. Maldonado, H. Meyer, H. Muthesius, W. Rathenau, F. Reuleaux, H. Schmidt, G. Simmel, W. Sombart, M. Stam, H. van de Velde, M. Weber, E. Zschimmer. Todos los derechos reservados de acuerdo a fa convenci6n internacional de copyright. La reproducci6n total 0 parcial de este libro, en cualquier forma que sea, por cualquier medio, sea este electr6nico, quimico, rnecanico, 6ptico, de grabaci6n 0 fotocopia no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilizacion debe ser previamente solicitada al editor. @ Ediciones Infinito Buenos Aires

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    Tecnica y cultura

    Biblioteca de Disefio y Sociedad

    Primera e dicion en italianoGiangiacomo Feltrinelli, Milan, enero de 1979

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    EI debate aleman entre Bismarck y Weimar

    Tomas MaldonadoCompilador

    Versi6n castellana: Sandro Bertucci, Luisa Dorazio y Natalia LazzariCorrecci6n: Blanca FabricantBiografias y Bibliografia general: Omar Calabrese, Kate SingletonDiseno y supervision general: Carlos A. Mendez MO~~'!l' _Disefio de la tapa: Lorenzo Shakespear c;...l

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    Textos de P. Behrens, E. Bloch, F. Dessauer, W. Gropius, J. A. Lux,1. Maldonado, H. Meyer, H. Muthesius, W. Rathenau, F. Reuleaux,H. Schmidt, G. Simmel, W. Sombart, M. Stam, H. van de Velde,M. Weber, E. Zschimmer.

    Todos los derechos reservados de acuerdo a fa convenci6n internacional decopyright. La reproducci6n total 0 parcial de este libro, en cualquier forma quesea, por cualquier medio, sea este electr6nico, quimico, rnecanico, 6ptico, degrabaci6n 0 fotocopia no autorizada por los editores, viola derechos reservados.Cualquier utilizacion debe ser previamente solicitada al editor. @ Ediciones Infinito Buenos Aires

  • la rcduccion de los valores de mano de obra para esta producciona tal punto que, aun hoy, su ernpleo, basado en la tecnica mas atra-sada, es redituable para el empresario.

    Esto, senores, era cuanto les queria decir y que, ciertamente, leshabra satisfecho solo en minima parte. Quisiera agregar, concluyen-do, solo esto: los analisis conceptuales y de otro genero, como los queaquf expuse durante una hora, no obstante parezcan a primera vistamuy remotos y puedan parecer muy sutiles para algunos de ustedes,son sin embargo (como ya tuve la ocasion de mencionarlo en algunospuntos, pero quisiera decirlo una vez mas, en su conjunto) de impor-tancia decisiva, inclusive para los problemas de la vida practica.

    En su totalidad, el examen que hemos realizado, nos ensefia 10siguiente con respecto a los problemas de orden practice: que, porun lado, el desarrollo econornico debe considerarse necesariarnen-te vinculado a los limites que le ponen las capacidades tecnicas; va-le decir, que nuestro analisis nos dcmuestra que tambien en el cam-po de la vida econornica las cosas estan dispuestas de manera queno pucden hacerse milagros y que, no tenernos derecho a construircastillos en el aire, bajo la forma de planes econornicos que prescin-den de la tecnica 0 que crean expectativas sobre fabulosos desarro-1I0s de la tecnica en el futuro, pera debemos darn os cuenta del he-cho de que la vida ecoriomica puede desarrollarse naturalmentesiempre y solo dentro de estos lfmites, que tambien el bienestar ge-neral, el nivel de riqueza y sobre todo la elevacion de las clases infe-riores, estan condicioriados, en ultima instancia, por el desarrollode la tecnica, estan encerrados dentro de los limites de la tecnica.

    Pero nuestro examen contiene tam bien una segunda enserianza:nos transmite la idea consoladora de que no nos encontramos frentea este desarrollo de la tecnica como ante un proceso natural ineludi-ble, que podernos ejercer una influencia sobre su evolucion, que po-demos, en especial, inluir sobre el desarrollo de la tecnica y sobre laexpansion ele las fuerzas productivas, tambien a traves del modo en elque organizamos la vida economica que dcperide de nosotros: pre-viendo, por ejernplo, estructurar las relaciones econornicas de mane-ra que el empresario entienda necesario, en su propio interes, aplicaren forma efectiva los procedimientos tecnicos mas avanzados. De estamanera la ciencia, que naturalmente en cuanto a tal tiene solamenteel objetivo de producir la verdad, asume tarnbien el ral de promotoradel interes general, operando al servicio de la salud de la humanidad,

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    Las metr6polis y la vida espiritualGeorg Simrnel

    Die Grossstddte und Ceistesleben; en [alubudi der C.ehestiftung, 1903, IX; aho-ra en Briuke und Tilt; Koehler, Stuttgart 1957, pp. 227-242.

    Los problemas mas profundos de la vida moderna surgen de lapretension del individuo de preservar la independencia y la especi-ficidad de su ser determinado contra las potencias abrumadoras dela sociedad, de la herencia historica, de la civilizacion y de la tecni-ca exterior de la viela: la ultima y mas reciente metamorfosis de lalucha contra la naturaleza que el hombre primitivo debe conducirpara su existenciafisica. Que el Setecien tos invite a los hombres a Ii-berarse de todos los vinculos que se formaron historicamente, en elestado y en la religion, en la moral yen la econornia, para que la na-turaleza originalmente buena, que es la misrna en todos los hom-bres, pueda desarrollarse sin impedimentos; que el Ochocientosexija, adernas de la simple libertad, la particularidad del hombre yde su prestacion, determinada por la division del trabajo, que tornaa cada uno, incomparable con los otros y -dentro de 10 posible- in-dispensable, pero 10 hace depender aun mas estrechamente de laintegracion complementaria con todos los demas; que se Yea, comodecia Nietzsche, la condicion del pleno desarrollo de los individuosen la Iucha mas despiadada entre ellos 0 que, de otra manera, se-gun la vision socialista, exactamente en el contenido de cada com-perencia esta siernpre operando el mismo motivo fundamental: laresistencia del sujeto a dejarse nivelar y consumir en un mecanismotecnico y social. Cuando los productos de la vida especificamentemoderna son interpelados segiin sus caracterfsticas interiores, elcuerpo de la civilizacion, pOI' asi llamarlo, alrededor de su propiaalma (como cabe el deber de hacer hoy, en relacion con nuestrasmetropolis), la respuesta debera in tentar descubrir la ecuacionque dichas formaciones sociales establecen entre los contenidos incli-viduales y superindividuales de la vida, las adaptaciones de la persona-lidad con la cualla misma se cornprornete con las fuerzas externas,

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  • EI fundamento psicologico sobre el que se levanta el tipo de las in-dividualidades metropolitanas, es la intensificacum de fa vida psiquica, lacual es producida poria rapida y continua alternancia de impresio-nes externas e internas, El hombre es un ser diferencial, quiere decirque su conciencia se encuentra estimulada poria diferencia entre laimpresion del momento y la anterior; las impresiones constantes quepresentan entre sf escasas diferencias, la regularidad habitual de su de-cursu y de sus contrastes consumen, pOl' asi decirlo, menos concien-cia que la apretada sucesion de imageries cambiantes, que la bruscadiversificacion en el interior de 10que se abraza con una sola mira-da, del caracier inesperado de las impresiones que se imponen alaate ncion. La metropoli, creando justamente estas condiciones psi-cologicas (cada vez que se cruza una calle, con el ritmo y la variedadde la vida economica, profesional y social), coloca en los fundamen-tos sensibles de la vida psiquica, en la cantidad de conciencia queella exige de nosotros para nuestra organizacion de seres diferen-ciales, una antitesis profunda respecto de la ciudad de provincia y ala vida de campo, con el ritmo mas lento, mas habitual, mas unifor-me en su vida sensible e intelectual.

    Ello permite comprender ante todo el caracter intelectual de lavida psiquica de la metropoli, con respecto a la de la ciudad de pro-vincia, la que esta mas bien orientada hacia los sentimientos y rela-ciones afectivas. POl' ello estas ultimas clavan sus rakes en los estra-tos mas reconditos del alma y se desarrollan preferentemente sobrela base de la tranquila uniformidad de costumbres constantes. La se-de del intelecto, en cambio, esta en los estratos transparentes, cons-cientes y mas elevados de nuestra alma; ella es, entre nuestras fuerzasinteriores, la mas capaz para adaptarse; para adecuarse a la vicisitud yal contraste de los fenomenos. Ella no necesita de los sacudones y re-voluciones interiores con los cuales solo el sentimiento, pOl' su natu-raleza mas conservadora, conseguirfa adaptarse al mismo ritmo deexperiencias. Asi el tipo metropolitano -que naturalmente esta 1'0-deado pOl' miles de modificaciones individuales- crea un organo deproteccion contra el desarraigo con el que es amenazado pOl' las co-rrie ntes y contrastes de su ambiente externo; en lugar de reaccioriarcontra ellos con el sentimiento, reacciona esencialmente con el in-telecto, al cual, el potenciamiento de la conciencia producido pOI'la misma causa, asegura la preeminencia en la economia psfquica.De este modo, la reaccion a estos fcnornenos se transfiere al organopsiquico menos sensible, aquel que se cucuentra mas alejado de losintimos vericuetos de la personalidad.

    Este intelectualismo, que se lia revelado como un nicdio parapreservar la vida subjetiva de la violencia dc la meuopoli, se raruifi-ca en numerosos fenornenos particulares. Las metropolis siemprefueron la sede de la economia monetaria, dado que la muhiplicidady concentraci6n de los intercambios ecoriomicos confieren al me-

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    las metropolis y la vida espirituall Georg 5immel

    dio de intercambio una importancia que no hubiese podido jamasadquirir en el escaso trafico en el campo. Pero la econornia moneta-ria y el dominio del intelecto estan entre ellos intirnamente conecta-dos. Tienen en corrnin la objetividad pura para el tratamiento de loshombres y de las cosas, en la cual una justicia formal va frecuente-mente unida a una despiadada falta de escrupulos. EI hombre pura-mente racional es indiferente a todo aquello que sea propiamente in-dividual y del que derivan relaciones y reacciones que no puedenagotarse eon el intelecto logico, del mismo modo en que la iridivi-dualidad de los feriomenos no penetra en el principio del dinero,dado que al dinero Ie interesa solamente aquello que es comun atodos los fenornenos, es decir el valor de intercambio: que reducetoda cualidad y peculiaridad ala cuestion del simple cuanto, Todaslas relaciones afectivas entre las personas se fundan en su individua-lidad, ahora bien, mientras que las intelectuales operan con loshombres como si fueran numeros, como si fueran elementos indi-ferentes en sf mismos, que interesan solo pOl' su rendimiento obje-tivamente valorable )' mensurable, tal como sucede en el ambientede las grandes ciudades con sus proveedores y clientes, con sus do-mesticos y frecuentemente tambien con las personas que formanparte de su ambiente y con los cuales debe mantener alguna rela-cion social; en un circulo mas estrecho, el conocimiento inevitablede la individualidad genera, de manera tambien inevitable, un tonomas afectivo en el comportamiento, que se ubica mas alia de la valo-rizacion puramente objetiva de los servicios prestados y recibidos.

    Aqui, 10 esencial, desde el punto de vista de la psieologfa eeo-nomica, es que en condiciones sociales mas primitivas, el objetivo esproducir para el cliente que ordeno la mercaderia, pOl' 10 cual el pro-veedor y el comprador se conocen recfprocamente. Pero la metr6po-Ii moderna se nutre casi exclusivamente de la produccion para elmercado, 0 sea, para compradores desconocidos, que no entrarannunca en el horizonte visual del verdadero productor. Ello confiere,al interes de ambas partes, un caracter de objetividad despiadado,en el cual el egoismo economico, basado en el calculo intelectual,no debe terner alguna desviacion pOl' parte de los imponderables delas relaciones personales. Y todo ello se da evidenternente en unarelacion de interaccion tan estrecha con la economia monetaria,que domina en las grandes ciudades y que ha eliminado los ultimosrestos de la produccion artesanal y de la permuta directa de las mer-cancfas y, dado que cada dia mas, reduce el trabajo bajo pedido, na-die podria decir si rue esa disposicion de animo intelectual la queempujo hacia la econornia morietaria 0 si habra sido esta ultima elfactor deterrninarue de la primera. Esta solo el hecho de que la for-ma de vida metropolitana es el terreno mas fertil }' mas adecuadopara esta interaccion; 10 que quisiera ilustrar con una afirmaciondel mas insigne entre los historiadores de la constitucion inglesa, se-

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    Fabin Burbano Gutirrez

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  • Tomas Maldonado Tecnka y cultura: el debate aleman entre Bismarcky Weimar Las metropolis y la vida espirituall Georg 5immel

    gun el cual, en todo el curso de la historia inglesa: "[l.ondres nuncaactuo como el coTazon de Inglaterra, pero actuo[recuentemente como su cere-bro y siempre como su bolsillo!"

    Las mismas corrientes psiquicas se unificaron en un aspectoaparentemente insignificante de la superficie de la vida. 1 espiritumoderno calcula cada dfa mas. AI ideal de la ciencia de transformarel mundo en un calculo, fijando cada una de sus partes en formu-las maternaticas, corresponde el espiritu exacto y calculador de la vi-da practica, que es un producto de la economfa monetaria; 0 seaque solamente esta ultima ha lIenado el dia de tantos hombres convaluaciones, calculos, determinaciones numericas, reducciones devalores cualitativos a valores cuantitativos. La naturaleza calculado-ra del dinero introdujo en la relaciori entre los elementos vitalesuna precision, una seguridad en la determinacion de las igualdadesy desigualdades, una claridad y univocidad en los compromisos yacuerdos, como aquella producida exteriormente por la generaliza-cion de los relojes de bolsillo. Pero son las condiciones de vida dela metropoli las que juntas constituyen la causa y el efecto de estesegmento caracteristico. Las relaciones y los negocios del habitantetfpico de la gran ciudad son generalmente multiplicativos y comple-jos y, sobre todo, a consecuencia de la concentracion de tantas perso-nas con intereses tan diferentes, sus relaciones y actividades se engra-nan entre elias en un sistema tan articulado, que sin la puntualidadmas rigurosa en las promesas y cumplimientos, el conjunto se de-rrumbarfa y se disolveria en un caos erunarafiado. Si imprevista-mente todos los relojes de Berlin comenzasen a fallar en forma alea-toria en distintas direcciones, tan solo durante una hora, toda la vi-da economica y de otro genero se veria conmocionada por muchotiernpo. A ello se agrega un elemento, aparentemente mas externoaiin, la magnitud de las distancias, que hacen de cada espera 0 citaincumplida una perdida de tiernpo irreparable. De este modo, la tee-nica de la vida metropolitana, no es ni mfnimamente concebible sinhallarse todas sus actividades y relaciones redprocas ordenadas conla misma puntualidad, en un esquema temporal fijo e independien-te del capricho subjetivo.

    Pero aqui tambien se pone de manifiesto 10 que puede ser, enlincas generales, solamente el objetivo generalizado de estas consi-deraciones; 0 sea que desde todos los puntos de la superficie de laexistencia, por cuanto pueda parecer que dicho objetivo haya naci-do solo en ella y se haya desarrollado exclusivamente por ella, pue-de echarse una sonda en las profundidades de las almas yencontrarque todas las exteriorizaciones, aun las mas banales yaparentemen-te insignificantes, estan conectadas, en definitiva, por lineas direc-trices a las decisiones ultimas sobre el significado y el estilo de la vi-da, La puntualidad, la previsibilidad,la exactitud que Ie son impues-tas a la vida metropolitana por su complejidad y por su extension,

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    no estan solamente en relacion estrechisima con su caracter mo ne-tario e intelectual, sino que adernas no puedcn dejar de influir enlos contenidos de la vida y favorecer la exclusion de aquellas carac-teristicas e impulsos irracionales, instintivos y soberanos que tien-den a determinar de por sf la forma de vida, en lugar de recibirladesde el exterior como un esquema universal y rfgidamente defini-do. Si bien las existencias caracterizadas por estos impulsos, las na-turalezas autoritarias y soberanas sean totalmente imposibles en laciudad estan, sin embargo, en oposicion al tipo de vida que ella re-presenta, y asi se explica el odio apasionado de naturalezas comoRuskin y Nietzsche por la metropoli: naturalezas que encuentran elvalor de la vida s610 en aquello que es tfpicamente peculiar y que nopuede precisarse unifonnemente para todos y, por 10 tanto, de lamisma fuente de la que nace ese odio, nace tarnbien el odio por laeconomia monetaria y por el intelectualismo de la vida.

    Los mismos factores que dieron lugar, en la exactiuid de una vi-da regulada minuto a minuto, a una forma de extrema impersona-lidad iienden, por otra parte a producir un resultado extremada-mente personal. No hay tal vez ningtin fenorneno psicologico quesea tan caracterfstico y exclusivo de la ciudad como el del blase. EImismo es, ante todo, una consecuencia de la rapida sucesion yapre-tada conccntracion de estfrnulos nerviosos opuestos, de donde pa-recerfa derivar tarnbien el potenciamiento del intelectualismo en lametropoli; tanto es asi, que las personas tontas y naturalmente pri-vadas de vida intelectual no son generalmente biases. Como la faltade moderacion en los placcres nos vuelve blase, dado que los ner-vios, excitados continuamente hasta las reacciones mas intensas, noestan finalmente en condiciones de proporcionar alguna reacci6n,tarnbien las impresiones mas inocuas, que se sucedan rapidarnentey en contraste entre elias, exigen reacciones de tal violencia, los ti-ronean tan brutalmente de aqui para alia, que consumen SIIS ulti-mas reservas de energfa y, permaneciendo en el mismo ambiente,no tienen el tiempo suficiente para acumularla nuevamente. La in-capacidad de reaccionar a nuevos estirnulos con la energfa adecua-da que de clio deriva, es justamente ese aburrirnicuto, esa actituddesencantada 0 blase, que se encuentra ya en los nirios de las gran-des ciudades si los comparamos con aquellos que crecieron en am-bientes mas tranquilos y monotones.

    A esta fuente fisiologica del estado de animo de disolucion quecaracteriza a las grandes ciudades, se le suma una segunda que pro-viene de la economfa monetaria. La esencia de este dcsencanta-miento es la obtusidad ante las difercncias entre las cosas, no en elsentido en que elias son advertidas, como ocurre en el caso de losidiotas, sino en aquel en el que el significado y el valor de las dife-rencias entre las cosas y, por tanto, de las cosas en sf, es sentido co-mo nulo 0 irrelevante. Estas aparecen, a los blase, en una tinta uni-

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    formemente gris y mortecina, y ninguna merece, para el, ser ante-puesta a las otras. Este estado de animo es el fiel reflejo subjetivo dela ecoriomia monetaria plenamente afirmada; que nivela uniforme-mente todas las variedades de las cosas, traducierido todas sus dife-rencias cualitativas en difere ncias de cantidad, el dinero, erigiendo-se en su indiferencia incolora, en el dcnominador conuin de todoslos valores, se vuelve el mas tremendo de los niveladores, vacfa irre-mediablemente de su contenido, de sus peculiaridades a las cosas,de su valor espedfico e incomparable. Elias nadan, todas con elmismo peso especffico, en la corriente del dinero en perenne mo-vimien to, yacen todas sobre el mismo plano y se distinguen solo porla extension de los tramos que cubren. En el caso individual esta co-loracion 0, mas bien, esta decoloracion de las cosas a causa de suequivalencia con el dinero, puede ser casi imperceptible; pero la re-lacion que el rico tiene con los objetos adquiriblcs COI1 dinero, y talvez rambien ahora en el caracter c0111lm que el espiritu publicoconfiere por doquier a dichos obje tos, este factor se ha acumuladohasta alcanzar una magnitud tangible.

    Es por eso que las metropolis, que son las sedes principales delos intercarnbios morretarios, donde la venalidad de las cosas se im-pone en una medida bien distinta que en el marco de relacionesmas estrechas, son tambien la patria de los blase. En su actitud cul-mina, por asi decir, ~I efecto de esta concentracion de hombres y decosas que excitan al individuo hasta las mas altas prestaciones n er-viosas; con la potenciacion puramente cuantitativa de las mismascondiciones, este efecto se torna en su faz opuesta, en ese tfpico fe-nomerio de adaptacion que es la indiferencia del blase, donde losnervios descu bren la ultima posibilidad de compromise COil loscontenidos y las formas de vida metropolitana en el rechazo dereaccionar a ellos y, ciertas naturalezas que logran conservarse alprecio de una desvalorizacion de todo el mundo objetivo (10 cualluego terrnina, inevitablemente, por comprorneter tambien a lapropia persona en un sentido de equivalente desvalorizacion ).

    Mientras que esta forma de existencia releva totalmente al su-jeto de una decision, su necesidad de conservarse frente a la granciudad Ie exige una actitud socialmente no menos negativa. La actiomd espirimal que tienen los habitantes de la gran ciudad, los lInoscon respecto a los otros, podrfa definirse, hajo su aspecto formal,como de desapego 0 cautela. Si al continuo coutaetO exteriOl" coninnumerables otras individuos tuviese que cOiTesponder la mismacantidad de reacciones internas que se verifican, en estos casos, enlas ciudades de provincia, donde casi todas las personas que se en-cuentran son personas conocidas y se tiene una relacion positivacon cada una de elias, la vida interior se atomizarfa completamentey nos encontrarfamos en una condicion espiritual inconcebible. Yasea esta circunstancia de caracter psicologico, como la legftima des-

    Tomas Maldonado Tecnica y cultura: el debate aleman entre Bismarcky Weimar

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    Las metropolis y la vida espirituall Georg Simmel

    confianza que sentimos hacia los elementos de la vida metropolita-na, con los cuales solo mantenemos contactos esporadicos, nos cons-trinen a esta forma de actitud resel"Vada por la cual frecuentementeno conocemos siquiera de vista a las personas que viven en la casaaledaila y que frecuentemente nos hacen aparecer como frios e in-sensibles a los ojos de los habitantes de las ciudades de provincia.

    Mas bien, si no me engai'io, ellado interne de esta reserva exte-rior no es solo la indiferencia, sino, mas frecuenlemente de cuantonos podamos dar cuenta, una leve aversion, una extraneza y repul-sion reciproca, que al memento de un contacto cercano y prescin-eliendo de la ocasion que pudiera determinarlo, se resolveria ensegui-da en odio y en lucha, Toda la organizacion interna de un sistema elerelaciones tan extendidas se basa en una jerarqufa extremadamentecompleja de simpatias, indiferencias Yaversiones del genero tanto lasmas breves como aquellas mas duraderas. En todo esto la esfe ra dela indiferencia no es tan grande como podria parecer a primera vis-ta; la actividad de nuestra alma reacciona a casi todas las impresio-nes provenientes de otro ser numano con una sensacion en algunmodo determinada, por cuanto parezca anular, en una forma de in-diferencia, la inconsciencia, la debilidad y la rapida sucesion de esassensaciones. En realidad esta ultima no seria para nosotros menosantinatural de cuanto nos seria intolerable la confusion de una su-gestion redproca e indiscriminada y. de estos dos peligros de lagran ciudad nos presel"Va la antipatfa, el estadio latente y preliminardel antagonismo practice y efectivo, que deterrnina las distancias ylos desapegos sin los cuales este tipo de vida no podria ni siquieratener lugar; sus medidas y dosificaciones, el ritmo de su aparecer ydesaparecer, las Iormas en que se satisface -todo ello constituve.juu-to con los motives unificadores en el sen lido mas apretado, la tota-lidad inseparable de la vida metropolitana- : 0 sea que 10 que en es-ta ultima aparece a primera vista como elemento disociativo, en reali-dad, no es mas que una de las formas elementales de socializaciori.

    Sin embargo, esta reserva acompanada por una aversion escon-dida aparece, a su vez. como la forma de reveslimiento exterior deun caracter mucho mas general de la vida espiritual de la metr6po-Ii. En efeeto, ella concede al individuo un genero y un grado de liber-tad personal que no encuentran comparaci6n con otras situaciones;y asf nos encauza hacia una de las grandes tenelencias de desarrollode la vida social en general, una de las pocas para la que puecla enun-ciarse una regIa relativamente constante.

    1 estadio mas precoz de las formaciones sociales que puedeenconlrarse, sea en las formaciones historicas 0 en aquellas que sevan plasmando b~o nuestros ojos, es el siguiente: un drculo relati-vamenle estrecho, relativamente exclusivo en relaci6n con los cfrcu-los cercanos, forasteros, en alguna manera antagonicos, pero al mis-mo tiempo. tan unido y cohesionado en sl mismo que concede a sus

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    miembros individuales solamente un espacio reducido pal-a el desa-rrollo de cualidades especificas e iniciativas libres y responsables.Asi comienzan los grupos polfticos y familiares, las formaciones po-liticas, las sociedades religiosas; la supervivencia de asociaciones dereciente constitucion exige la fijacion de lfneas fro nterizas muy n e-tas y una unidad fuertemente concretada y, por 10 tanto, no puededejar al individuo ninguna libertad y especificidad de desarrollo in-terno y externo.

    A partir de este estadio la evolucion social se mueve sirnultanea-mente en dos direcciones diversas y, sin embargo, reciprocamentecomplernentarias. Pero a medida que el grupo crece -nuruerica-mente, territorialmcnte, en imporrancia y contenidos vitales-, suunidad interna inmediata se ablanda, la rigidez de su separacion ydemarcacion original con respecto a los de mas se aternia y mitigapor una red de relaciones y de conexiones reciprocas y, al mismotiernpo, el individuo adquiere la libertad de moverse mucho masalla de los limites dentro de los euales el celo del grupo 10 habia ini-cialmente restringido, desarrollando su especificidad y particulari-dad que Ie son posibilitadas y tornadas necesarias por la division deltrabajo interno del grupo aumentado. Segun esta regia se desarro-llaron el estado y el cristianismo, las corporaciones y los partidos po-lfticos e innumerables otros grupos, por 10 que naturalmente el es-quema general ha sido modificado por las condiciones y las fuerzasparticulares de cada uno de ellos.

    De todas maneras, me parece que este esquema puede recono-cerse claramente tambien en el desarrollo de la individualidad en elseno de la vida urbana. En la antiguedad como en el Medioevo, lavida de la pequena ciudad imporna al individuo una serie de barre-ras y lfmites a sus movimientos y relaciones con el exterior, comotambien a su autonomia y diferenciacion interna, entre las cuales elhombre moderno se sentiria ahogado; aun hoy el ciudadano de unametropoli, transferido a una ciudad de provincia, experimenta unasensaci6n de angustia, por 10 menos cualitativamente identica. Cuantomas pcquefio es el cfrculo que constituyc nuestro ambiente, masrestringidas y limitadas son las relaciones con los dernas, los que po-drian disolver La rigidez de esos confines, y tanto mas minuciosa esLa supervision que se ejerce a las actividades, conductas e ideas deLos individuos, es mayor el riesgo de que una peculiaridad cuantita-tiva y cualitativa pueda romper eL marco de conjunto.

    Se di ria que La jJolis antigua tuvo, a este respecto, en todo y portodo el caracter de las ciudades de provincia. EI hecho de que suexistencia estuviese continuamente amenazada por enemigos cerca-nos 0 lejanos, existia en Los origenes de esa l"igida cohesion polfticay militar, de esa estrecha vigilancia del ciudadano por parte deL ciu-dadano, de ese celo de la comunidad con respecto al individuo, cu-ya vida autonoma estaba cornprimida y sofocada en una medida tal,

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    que obtenia cornpensacion ejercitando un poder despotico en elambito de su propia familia. La extraordinaria movilidad y eferves-cencia, la excepcional variedad y vivacidad de la vida ateniense, seexplican posiblemente por el hecho de que un pueblo compuestopOI' personas orientadas, como nunca, hacia el desarrollo de la pro-pia individualidad, debia luchar continuamente con la presion in-terna y externa de una ciudadania que tendia naturalmente a repri-mirla. Ello producia un clima de tension en el eual los mas debileseran contenidos y aplastados y los fuertes eran estimulados a darprueba de sf con toda la fuerza de su pasion. Yjustamente asi se de-sarro1l6 y se lIeg6 al pleno florecimiento en Atenas, y sin poderlodefinir con exactitud, puede designarsele como 10 "universalmeruehumane" en el desarrollo intelectual de nuestra especie.

    Dado que esta es la concxion de la eual se afinna aqui la vali-dez historica y objetiva: los contenidos y las forrnas mas amplias y ge-nerales de la vida estan intimamente ligados a aquellos mas indivi-duales; los unos y los otros poseen su estadio preliminar, 0 tambiensu adversario cormin, en las formaciones y en los agrupamientos res-tringidos, cuyo instinto de conservacion los cons trine a tomar posi-cion ya sea contra la arnplitud y la generalidad fuera de ellos, C01110tam bien contra la libertad de movimiento y la individualidad en suinterior. Asi como en la epoca feudal era "libre" quien estaba sujetoal derecho del pais (Landrecht), 0 sea al derecho del circulo socialmas arnplio, mientras que no 10 era quien derivaba sus propios dere-chos solo de una camarilla feudal, con exclusion de aquel circulomas amplio; asi hoy, en un sentido mas sublimado y espiritual, el ha-bitante de la gran ciudad es "libre" can respecto a las pequefieces ya los prejuicios que limitan el horizonte provincial. Dado que la re-serva y la indiferencia recfproca, que constituyen las condiciones dela vida espiritual en los grandes ambientes nunca sienten mas inten-samente, en su eficacia estimulante para la independencia del indivi-duo, como en el barullo mas denso de la metropoli, donde la cercaniay la angustia fisica ponen mas en evidencia la distancia espiritual; y elhecho de que, a veces, uno no se haya sentido mas solo y abandona-do como en el bullicio de la metr6poli no es sino, evidentemente,la corurapartida de aquella libertad; dado que tarnbien aqui, comoen otros casos, no esta totalmente demostrado que la libertad delhombre deba m anifestarse como un sentimiento de bienestar en suvida afectiva.

    No es s610 la dimension inmediata del territorio y de la pobla-cion, en virtud de la corrclacion -presente en todo el curso de la his-toria universal- entre la ampliacion del circulo y de la libertad per-sonal, interna y externa 10 que hace de la metr6poli la sede ideal dela libertad, sino que mas alia de csta extension material 0 intuitiva,las metropolis han sido tam bien la sede del cosmopolitismo. Analo-gamente a euanto sucede en la fonnaci6n patrimonial (mas alla de

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  • un cierto nivel, la propiedad parece aumentar en progresionessiempre mas rapidas y casi pOl' fuerza propia), tambien el campo vi-sual, las relaciones econ6micas, personales e intelectuales de la ciu-dad, su perimetro ideal, aumentan como en escala geolllPtrica ape-nas se ha superado un determinado limite; cada expansion dinami-ca alcanzada se torna un peldafio para una expansi6n ulterior, cuyaamplitud no es identica, pero aun mayor; pOI' cada hilo que se des-prende se conectan siempre espontaneamente otros nuevos, justa-mente del mismo modo en que, en el ambito de la ciudad, el unear-ned increment (incremento no ganado) de la renta inmobiliaria ase-gura al propietario reditos automaticarnente crecientes gracias alsimple aumento del trafico urbano.

    En este punto la cantidad de vida se traduce directamente encalidad y caracter, La esfera de vida de la ciudad de provincia con-c1uye sustancialmente en ella y con ella. Para la metr6poli, en cam-bio, resulta decisivo el hecho de que su vida interior se expande enolas concentricas sobre un amplio espacio nacional 0 internacional.Weimar no prueba nada en contrario, dado que su importancia es-taba atada a personalidades individuales y con elias decaida, mien-tras que la metr6poli esta caracterizada justamente pOI' su funda-mental independencia aun de las personalidades mas insignes: es lacontracara y el precio de la independencia que el individuo goza ensu ambito.

    La naturaleza mas significativa de la metropoli reside en estagrandeza funcional que trasciende sus limites fisicos; y esta influen-cia reacciona sobre ella confiriendole peso, relevancia y responsabi-lidad a su vida. Asi como un ser humano no se agota en los confinesde su cuerpo y del espacio que ocupa directamente con su activi-dad, sino en el conjunto de los efectos que se irradian desde el enel espacio y en el tiempo, asi tambien una ciudad consiste en la to-talidad de los efectos que trascienden a su inrnediatez. S610 este essu verdadero ambito en el cual se revela y manifiesta su ser.

    Ello deberia bas tar como para hacernos entender que la liber-tad individual, que es el complernento 16gico e hist6rico de esta am-plitud de horizontes, no debe ser entendida s610 en el sentido ne-gativo, como simple libertad de movimiento, caida de prejuicios ycerraduras filisteas, sino que 10 esencial, en esta libertad, es que elelemento peculiar e incomparable que cada naturaleza posee endefinitiva en algtin aspecto, se manifieste tambien en la configura-cion efectiva de la vida. Que nosotros sigamos las leyes de nuestranaturaleza (y la Iibertad consistejustamente en ello) aparece de ma-nera evidente y persuasiva a nuestros ojos y a los de los dernas, s610si las manifestaciones exteriores de esa naturaleza se distinguenefectivamente de las de los otros; s610 la imposibilidad de ser con-fundidos con otros prueba que nuestro modo de vida no nos es im-puesto pOl' los dernas.

    Tomas Maldonado Tecnka y cultura: el debate aleman entre Bisrnartk y Weimar

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    las metropolis y la vida espirituall Georg Simmel

    Las ciudades son ante todo la sede de la forma mas elevada dedivision econ6mica del trabajo y dan lugar, en este campo, a fen6-menos extremos como esta rendidora profesion del Quatorzihne enParis: personas que, sefialadas con placas especialmente colocadasen eI frente de sus casas, estan preparadas a la hora de la cena canvestimenta adecuada, listos para hacerse lIevar rapidamente a aquellugar donde 13 personas esten preparadas para sentarse a una me-sa. A medida que se expande la ciudad, ofrece siempre en mayormedida las condiciones fundamentales de la divisi6n del trabajo; uncirculo que, pOl' su tamafio. puede acoger una gran variedad y m ul-tiplicidad de servicios, mientras que al mismo tiempo la concentra-cion de los individuos y su lucha pOl' el cIiente, 10 obligan a una es-pecializaci6n profesional que tiene eI objetivo de minimizar los ries-gos de ser echado y sustituido pOl' otros.

    EI elemento decisivo es que la vida urbana ha transformado lalucha con la naturaleza pOl' los alimentos en una lucha con el hom-bre, que el premia aqui no es concedido por la naturaleza sino pOl'eI hombre, pues aqui, en la vida urbana, no esta s610 la fuente de laespecializaci6n a la que nos referimos antes, sino que ademas exis-te otra y mas profunda: el oferente debe buscar despertar en las per-sonas a las que se dirige, necesidades siempre nuevas y cada vez masespecificas. La necesidacl de especializar el servicio, para encontraruna fuente de ganancias que aiin no este ago tad a, una funci6n difi-cilmente sustituible, empuja a diferenciar, refinar, enriquecer las ne-cesidades del publico, 10 cual no puede evidentemente hacer me nosque conducir a crecientes diversidades personales.

    Ella conduce, a su vez, a la inrlividualizacion espiritual (en elsentido mas estricto) de las cualidades psiquicas. a las cuales la ciu-dad da origen en relaci6n directa con su tamario. Una serie de cau-sas son facilmente visibles. Ante todo la dificultad de afirmar la pro-pia persorialidacl en las dimensiones de la vida metropolitana. Aliidonde el elemcnto cuantitativo de valor)' de energia ha tocarlo suslirnites, se recurre a la especializacion cualitativa, que estimulandoeI sentido de las diferencias, deberia gratificarnos, de alguna mane-ra, 1'1 conciencia del .unbicnte social. Esto acaba par inducirnos lue-go a las extrailezas mas arbitrarias, a las extravagancias -tipicas de lasgrandes ciudades- de la cosa rebuscada, de la originalidad y del pre-ciosismo, cuyo significado no reside ya en los contenidos de estaconducta, sino solo en su forma que es la de la alteridad, la necesi-dad de distinguirse, de destacarse de los demas y por 10 tanto de ha-cerse notal'; 10 que, para algunas formas de ser es todavia, en defi-nitiva, la sola manera de conservar, a traves de la conciencia de losotros, alguna estima de si mismo y la certeza de ocupar un lugar. EneI mismo sentido opera un clemente poco notable pero cuyos efec-tos acaban por sumarse y producir de esa manera un resultado per-ceptible: la brevedad y rareza de los encuentros que Ie son concedi-

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  • Tomas Maldonado Tecnica y cultura: el debate aleman entre Bismarck y Weimar Las metropolis y la vida espirituall Georg Simmel

    dos a cada individuo can otro, en cornparacion can las relacionescotidianas de la ciudad de provincia. Pues la te ntacion de presentar-se en forma ingeniosa, concisa y 10 mas caractetizada posible resultaextremadamentc reforzada respecto de las situaciones en las cuales lafrecuencia y duracion de los encuentros son suficientes para produciren el otro una imagen clara I" inequivoca de nuestra persona.

    Pero la razon mas profunda par la cual la gran ciudad Iavore-ce la tendencia a la maxima individualidad de la existencia personal(y poco importa que esta tendencia este siempre justificada a queeste siernpre coronada par 1"1 exito ), me parece la siguiente: el de-sarrollo de la civilizacion moderna esta caracterizado par 1"1 predo-minio de aquello que puede llamarse 1"1 espiritu objetivo sabre el es-piritu subjetivo, vale decir que, en la lengua como en 1"1 derecho, enla tecnica productiva como en 1"1 arte, en la ciencia como en los ob-jetos del ambiente domestico, se encuentra incorporada una partede cspiritu, al que 1"1 cotidiano aumento del desarrollo intelectualde los sujetos suele tener detras, solo muy imperfectamente y a dis-tancias siempre mayores. Si tomamos en consideracion la inmensacantidad de cultura que se ha encarnado, desde hace den anos a es-ta parte, en las cosas y conocimientos, instituciones y comodidadesy las comparamos con 1"1 progreso civil de los iridividuos en 1"1 mis-mo perfodo de tiernpo, par 10 menos en los estratos superiores, serevela una espantosa diferencia de desarrollo entre las dos curvas y,desde luego en muchos aspectos, una regresion de la cultura de losindividuos en terrninos de inteligencia, delicadeza y generosidad. Es-ta divergencia es sustancialmente el efecto de la creciente division deltrabajo, dado que esta ultima cxige del individuo una prestacion ca-da vez mas unilateral, cuya maxima potenciacion detennina frecuen-temente un decaimiento de la personalidad en su conjunto. En cadacaso 1"1 individuo esta cada vez en menores condiciones de enfrentar1"1 desarrollo pujante de la cultura objetiva; tal vez menos a nivelconsciente que en la practica y en los confusos sentimientos de con-junto que se derivan. EI hombre es reducido al rango de una quanti-te negligeable, a un grano de polvo frente a una in mensa organizacionde casas y fuerzas, que Ie sustraen poco a poco todos los progresos,ideales y valores, transfiriendolos de la forma de vida subjetiva a la deuna vida puramente objetiva.

    Es necesario solamente recordar que las grandes ciudades sonel verdadero esccnario de esta civilizacion que trasciende y superatodo elemento personal. Aqui, en las estructuras edilicias y en losinstitutes cducativos, en los milagros y en las comodidades de la tee-nica que supera las distancias, en las formaciones de la vida COlllU-nitaria y en las instituciones visibles del estado, se ofrece una moletan aplastante de espiritu cristalizado y despersonalizado que la per-sonalidad, si asi puede decirse, no esta en condiciones de reaccio-nar [rente a ella. Por un lado la vida Ie es facilitada enormemente

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    porque se Ie ofrecen desde todos lados, estimulos, intereses, modosde ocupar el tiempo y la conciencia, arrastrandola, por aSI decirlo,en una corriente en la cual no tiene ya casi la necesidad de realizaralgun movimiento para nadar, pero por otra parte, la vida esta com-puesta cada vez mas con estos contenidos y espectaculos irnpersona-les que tienden a despejar las tonalidades y diferencias personales,de modo que ahora, para que este elemento personalisirno se salvedebe dar prueba de una extrema particularidad y originalidad, de-be exagerar estos aspectos para estar todavia en condiciones de ha-cerse escuchar, aun por si mismo. EI decaimiento de la cultura indi-vidual a continuacion de la hipertrofia de la cultura objetiva es unade las razones del odio feroz que los predicadores del individualis-rno exrrerno, comenzando por Nietzsche, aboguen por las grandeseiudades, pero es tambien una razon del hecho de que ellos seanarnados apasionadamente en las grandes ciudades y aparezcan, jus-tamente a los ojos del ciudadano, como profetas y redentores de susaspiraciones mas insatisfechas.

    Si nos preguntamos cual es Ia posicion historica de estas dosformas de individualismo, que son alimentadas por las condicionescuantitativas de las grandes ciudades (la independencia individual yel desarrollo de la originalidad 0 peculiaridad personal), la granciudad adquiere un valor totalmente nuevo en la historia universaldel espiritu, EI siglo XVIII encontro al individuo con ligazones denaturaleza politica y agraria, corporativa y religiosa, que 10violenta-ban y que habian perdido todo significado; restricciones que Ie im-ponian al hombre, por aSI decirlo, una forma inuatural y una seriede desigualdades que desde hacia tiempo eran injustas. En esta si-tuacion se eleva la apelacion a la libertad y a la igualdad, la fe en lacompleta libertad de movimientos del individuo en todas las rela-eiones sociales y cspirituales, que hizo emergel" enseguida en todosla co 111(111 semilla de nobleza que la naturaleza ha puesto en cadauno y que la sociedad y la historia no han hecho otra cosa qlle des-gastar y pervertir, En 1"1 siglo XIX junto con este ideal liberal, se havenido desarrollando otro, obra de Goethe y 1"1 romanticismo, poruna parte, por la division economica del trabajo par Ia otra: los indi-viduos liberados de las ataduras historicas tienclen ahara tambien adistinguirse entre ellos. No mas 1"1 "hombre universal" en cada unode los individuos, sino que ahorajustamente su unicidad I" insusti-tuibilidad cualitativa son los depositarios de su valor. En la lucha yen 1"1 enlazamiento variable de estos dos modos de determinar la fun-cion del sujeto en 1"1 interno de la totalidad general, es donde se de-sarrolla tanto la histaria exterior como la interior de nuestra epoca.

    La funcion de las grandes ciudades es justamente aquella deproveer un espacio para 1"1 conflicto y las tentativas de conciliaciande las das tendencias, en cuanto sus condiciones especificas nos sonreveladas como acasiones y estimulos para el desarrollo de ambas.

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  • De tal manera elias adquieren una posicion particulannente unica)' fecunda de implicaciones inextinguibles en la evolucion de la rea-lidad espiritual y se revel an como una de las grandes formacioneshistoricas en las que las corrientes opuestas, que abrazan la totali-dad de la vida, se encuentran y despliegan, por asi decirlo, en piede igualdad. Pero de este modo, (e independientemente del hechode que sus manifestaciones especificas nos resulten agradables 0 de-sagradables) elias se salen completamente de la esfera frente a la cualnos podriamos colocar en la actitud del juez. Desde el momento enque estas potencias estan organicamenre entrelazadas a las rakes y alas ramificaciones de toda la vida historica, de la cual nosotros forma-mos parte durante la efimera duracion de una celula, nuestro deberrespecto de elias no es el d~ acusar 0 perdonar, sino solamente el decomprender.

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    La importancia de las artes aplicadasHermann Muthesius

    Die Bedeutung des Kunstgetuerbes, en Dekorative Kunst, 1907, X, p. 177Y sig.; actualmente en Julius Posener, Die AnJiinge des Fu nktlonalis-mus, Ullstein, Berlin-Frankfurt am Main-Viena 1964.

    Hennann Muthesius nace en Gross-Neuhnusen, A lemania, el 20 deabril de 1861. Estudia arquitectura en Berlin y, posteriormente, ejerce tantola profesion libre como la de proftsor en las esruelas de arte aplicada porcuenta de la oflcina del estado correspoiuliente. Es enviado a Lon dres por elgobiemo para estutlutr los problemas de la industrializacion urbana y de suestetira, y en 1907, de regreso a su pais, es uno de los promotores del Deuts-che \Nerkbund, que nace COli el objetiuo derlarado de promouer 10 inuesti-gaciull ell el W11IjlO de las aries aplicailas a III industria en Alemania. Es sinduda, COil sus escritos, UlIO de los 1I1Oyores teoricos de: In modernizacion ill-dustrial y de la racioualizacion de los procesos productiuos. Como arquitrr-/0 si bien. construye seglill los principios de un Jugendstil refin ado y se de-dim, priucijHdmen/e, a la construccion de graudes palacetes pam la burguesiaadinerada, continuo estu diarulo prcfundamente la tipologia de las habitacio-Ties populates inglesas. Fallece el 26 de octubre de 1926.

    (F.n que reside la importancia de las modernas artes aplicadas?(Como ha sido posible que un sector especifico tan restringido, delcual hasta hace poco tiempo el grueso del publico no sabia nada, sehaya convertido en una rama de la ensciianza universitaria? Exami-nar su significado y cuantificacion sera el objetivo de mis leccioriesen el presente semestre. Siguiendo la genesis y el desarrollo internede la idea del arte aplicado sera posible desarrollar logicamente laimportancia que Ie cabe desde ahora al arte industrial)' que Ie seraatribuida en forma versimil yen medida creciente en el futuro. Entanto, puede valeria pena en csta lecci6n introductoria enfocar,pOl' asi decirlo, con el reflector, el territorio que se extiende fren tea nosotros, para individualizar con anticipaci6n los puntos rele-

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