Simón, Pedro - La Ortiga Baracaldesa

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LA ORTIGA BARACALDESA PRECURSORA DE LA PRENSA EDUCATIVA EN BARAKALDO 1896ko uztailaren 12an agertu zen Barakaldon La Ortiga baracaldesa hamabostekariaren lehen alea, lelo honekin: “Consagrado a la defen- sa de los intereses locales y provinciales, en cuanto se relaciona con la primera enseñanza”. Inpaktu garrantzitsua izan zuen herriko iritzi publiko eta eguneroko bizimoduan. 29 Orrialde Irekia B La educación era uno de los temas que más preocupaba en el país en los últimos años del siglo XIX; incluso se llegó a plan- tear como problema nacional. No sólo in- teresaba a los intelectuales, a los profe- sionales de la enseñanza, a los políticos o a la Iglesia, sino que era un asunto de do- minio público. Contribuyó a despertar la inquietud sobre esta cuestión el hecho de que, en casi todas las provincias del Esta- do, se multiplicara la prensa de carácter pedagógico. En Vizcaya, muy pronto, los problemas del magisterio y de la escuela ocuparon la primera plana de la actualidad. Pero fue- ron, sobre todo, las publicaciones de El Magisterio Vascongado, editado en Bilbao tras la última guerra carlista, o El Cánta- bro desde 1880, los que se distinguirían sobre los demás al ocuparse exclusiva- mente de temas escolares. En Barakaldo, que contaba en los años noventa con unos diez mil habitantes, con un porcentaje de analfabetismo superior al 50 por ciento, parecía una temeridad editar una publicación periódica con un tema tan específico como la enseñanza. Sin embargo, el 12 de julio de 1896 apa- recía el primer número del periódico quin- cenal La Ortiga Baracaldesa, con el lema: “Consagrado a la defensa de los intereses locales y provinciales, en cuanto se rela- ciona con la primera enseñanza”. Su impacto en la opinión pública y en la vida cotidiana del pueblo fue importan- te. En sus hojas se mantenían polémicas sobre temas escolares; sus contenidos se voceaban por las calles y se discutían en tertulias y tabernas. La Ortiga Baracaldesa no tenía que rivalizar ni con la radio ni con los medios de información electrónicos del siglo XX. Y en los pocos números que se conservan, apenas una decena, nos refleja una interesante panorámica de la instrucción pública, de la historia de loca- lidad y de los males que la aquejaban: ca- ciquismo, enchufismo, hacinamiento es- colar, etc. Naturalmente, ante la falta de capitales, de ingresos publicitarios y de tirada, el di- rector, Patricio de Santa María, era a la vez su único redactor, distribuidor, etc. Pese a la pequeña inversión necesaria pa- ra establecer un taller tipográfico, La Orti- ga Baracaldesa tuvo que imprimirse en Bilbao, al no existir ninguna imprenta en la anteiglesia. Sin lugar a dudas, la instala- ción de la librería y establecimiento tipo- gráfico de Bonifacio Guzmán, en los pri- meros años del siglo XX, favoreció la salida de otras publicaciones periódicas. En la primera década los títulos se multiplican; los hubo profesionales como El Maestro Vascongado y El Comercio y, sobre todo, políticos: La Voz de Baracaldo, El Cas- cabel, El Eco de Baracaldo, El Látigo de Baracaldo, etc. Algunos de ellos, que se presentaban sin mote de partido, preten- dían una independencia imposible, pero la mayoría no ocultaban su filiación republi- cana. Y todas estas efímeras publicacio- nes tuvieron en común el interés por la enseñanza, la política municipal y la de-

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LA ORTIGA BARACALDESAPRECURSORA DE LA PRENSAEDUCATIVA EN BARAKALDO

1896ko uztailaren 12an agertu zen Barakaldon La Ortiga baracaldesahamabostekariaren lehen alea, lelo honekin: “Consagrado a la defen-sa de los intereses locales y provinciales, en cuanto se relaciona conla primera enseñanza”. Inpaktu garrantzitsua izan zuen herriko iritzipubliko eta eguneroko bizimoduan.

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La educación era uno de los temas quemás preocupaba en el país en los últimosaños del siglo XIX; incluso se llegó a plan-tear como problema nacional. No sólo in-teresaba a los intelectuales, a los profe-sionales de la enseñanza, a los políticos oa la Iglesia, sino que era un asunto de do-minio público. Contribuyó a despertar lainquietud sobre esta cuestión el hecho deque, en casi todas las provincias del Esta-do, se multiplicara la prensa de carácterpedagógico.

En Vizcaya, muy pronto, los problemasdel magisterio y de la escuela ocuparon laprimera plana de la actualidad. Pero fue-ron, sobre todo, las publicaciones de ElMagisterio Vascongado, editado en Bilbaotras la última guerra carlista, o El Cánta-bro desde 1880, los que se distinguiríansobre los demás al ocuparse exclusiva-mente de temas escolares.

En Barakaldo, que contaba en los añosnoventa con unos diez mil habitantes, conun porcentaje de analfabetismo superioral 50 por ciento, parecía una temeridadeditar una publicación periódica con untema tan específico como la enseñanza.Sin embargo, el 12 de julio de 1896 apa-recía el primer número del periódico quin-cenal La Ortiga Baracaldesa, con el lema:“Consagrado a la defensa de los intereseslocales y provinciales, en cuanto se rela-ciona con la primera enseñanza”.

Su impacto en la opinión pública y enla vida cotidiana del pueblo fue importan-te. En sus hojas se mantenían polémicas

sobre temas escolares; sus contenidos sevoceaban por las calles y se discutían entertulias y tabernas. La Ortiga Baracaldesano tenía que rivalizar ni con la radio ni conlos medios de información electrónicosdel siglo XX. Y en los pocos números quese conservan, apenas una decena, nosrefleja una interesante panorámica de lainstrucción pública, de la historia de loca-lidad y de los males que la aquejaban: ca-ciquismo, enchufismo, hacinamiento es-colar, etc.

Naturalmente, ante la falta de capitales,de ingresos publicitarios y de tirada, el di-rector, Patricio de Santa María, era a lavez su único redactor, distribuidor, etc.Pese a la pequeña inversión necesaria pa-ra establecer un taller tipográfico, La Orti-ga Baracaldesa tuvo que imprimirse enBilbao, al no existir ninguna imprenta en laanteiglesia. Sin lugar a dudas, la instala-ción de la librería y establecimiento tipo-gráfico de Bonifacio Guzmán, en los pri-meros años del siglo XX, favoreció la salidade otras publicaciones periódicas. En laprimera década los títulos se multiplican;los hubo profesionales como El MaestroVascongado y El Comercio y, sobre todo,políticos: La Voz de Baracaldo, El Cas-cabel, El Eco de Baracaldo, El Látigo deBaracaldo, etc. Algunos de ellos, que sepresentaban sin mote de partido, preten-dían una independencia imposible, pero lamayoría no ocultaban su filiación republi-cana. Y todas estas efímeras publicacio-nes tuvieron en común el interés por laenseñanza, la política municipal y la de-

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nuncia de la intromisión de la gran empre-sa siderúrgica Altos Hornos en el Ayunta-miento.

En la prensa local de esta época, la po-breza de medios fue suplida por la fepuesta por los redactores y colaboradoresen contribuir a la renovación y mejora dela sociedad y la promoción de la concien-cia ciudadana. Destacaremos en estesentido, además del pionero Patricio San-ta María, al socialista Abilio F. Peñafiel, allibertario Aquilino Gómez y a los repu-blicanos Guillermo Fernández, Manuel Pi-caza y Segundo de Ispizua, que se mos-

traron muchas veces mesurados en susartículos, incluso en los de denuncia de lacorrupción y de otras irregularidades. Pe-ro tampoco era extraño el apasionamien-to, ni el que se elevara el tono y la mor-dacidad de los escritos, llevándose elasunto y al autor a los tribunales o a lacárcel.

Arbela, revista de educación, pone entus manos un ejemplar de aquella publi-cación que hace más de cien años naciócon el noble objetivo de mejorar la ins-trucción pública en Barakaldo.

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