Simón Rodríguez

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    Inventamos o erramos

    BIBLIOTECA BSICA

    DE AUTORES VENEZOLANOS

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    SIMN RODRGUEZ

    Inventamos o erramos

    PrlogoDARDO CNEO

    BIBLIOTECA BSICADE AUTORES VENEZOLANOS

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    1 edicin en Biblioteca Bsica de Autores Venezolanos, 20041 reimpresin, 2008

    ILUSTRACIN DE PORTADA

    Gestos, 1989Francisco Hung

    Acrlico sobre cartn40 x 60 cm

    Coleccin Fundacin Esta Tierra de Gracia

    DISEO DE COLECCIN

    Marisela Balbi

    DISEO DE PORTADA

    Helena Maso

    MONTE VILA EDITORES LATINOAMERICANA, C.A., 2004Apartado postal 70712, Caracas, Venezuela

    Telefax (58-212) 263.8508www.monteavila.gob.ve

    Hecho el Depsito de LeyDepsito Legal No lf 50020089003933

    ISBN 980-01-1226-x

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    BIBLIOTECA BSICADE AUTORES VENEZOLANOS

    La coleccinBiblioteca Bsica de Autores Venezolanos seorigina en la necesidad de garantizar a nuestra sociedad elacceso al disfrute de la lectura. Su formulacin est en-marcada dentro de los objetivos estratgicos que se planteael Estado para alcanzar la democratizacin de la lectura, atravs del libro como un bien cultural esencial destinadoa la formacin y el desarrollo de los ciudadanos. Por elloMonte vila Editores Latinoamericana, la editorial del Esta-do venezolano, presenta este conjunto de ediciones masivasconformado por una cuidada seleccin de ttulos consa-grados del acervo literario nacional.

    En este sentido, la Biblioteca Bsica de Autores Vene-zolanos acoge obras de la narrativa (serie verde), la poesa

    (serie roja), la dramaturgia (serie durazno) y la prosa en-saystica y documental (serie azul); que dan cuenta de larica y esplndida trayectoria de las letras venezolanas.

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    APROXIMACIN A SIMNRODRGUEZ

    No es sueo ni delirio, sino filosofa . . .,ni el lugar donde esto se haga ser imaginario,

    como el que se figur el Canciller Toms Moro;su utopa ser, en realidad, la Amrica.

    Dnde iremos a buscar modelos? La Amrica Espaolaes original. Original han de ser sus Institucionesy su Gobierno. Y originales los medios de fundar

    unas y otro. O inventamos o erramos.

    SIMNRODRGUEZ

    I

    La historia de Amrica Latina, la que se haca en su tiempoy la que se escribi sobre ese tiempo, una y otra, lo dejaronde lado, entonces y despus. (Tardamente advertimos,con morosidad culpable, en qu medida los marginados

    de la historia ejercieron, o estaban preparados para ejer-cer, como gestores decisivos, pero transitando las otrasveredas, las de la inconformidad, que quedaron sin el vis-to bueno de los cronistas consagradores.) De ese exilio,olvidado de intencin o desacierto en las perspectivas,traemos a este Simn Rodrguez (1771-1854), al que lahistoria slo se consiente en legitimarle una representa-cin condicionada: preceptor de Simn Bolvar cuandonio ste en Caracas, cuando mozo en Europa. Otrasversiones pertenecen a lo incierto, probable y cierto de lafbula. Llamamos por l y desde ah, precisamente, se

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    nos viene con algunos de los motivos de realidad y apa-

    riencia que decidieron su marginacin de la historia. Senos viene en indumentaria de transente de variadosmundos, llevado por los anhelos anclas ligeras de es-tar all donde la poca puede darle alimento y destino, talcomo se quiso aludir, en 1840, en El Mercurio chileno,viejo observador de las revoluciones del siglo. Se nosviene con sus trazas de inadaptado y diferente, lcido y

    estrafalario, alucinado y santn, filsofo naturalista y fi-lsofo idealista, preavisado y avisador, desavenido y alte-rador, discordante y concordante, inslito y ordenado,reiterador de preguntas completas, desolado pastor acontracorrientes, inventor discrepante y planificadorpara pasado maana, par posible de Domingo FaustinoSarmiento, tutor posible de Ramn Mara del Valle Incln

    y sus esperpentos. Es decir, pudo haber sido el primero deLos Raros, gran raro, raro principal, en la serie de un Ru-bn Daro menos cosmopolita. Los que dejaron testimo-nio de su trato nos lo devuelven como personaje de fbula,fbula molesta, irritante, inconveniente. El Mariscal Sucre(en carta a Bolvar, desde Chuquisaca, 1826): tiene la ca-beza de un fraile aturdido, una cabeza alborotada con

    ideas extravagantes. El General OLeary, secretario ycronista de Bolvar (en sus Memorias): hombre de varia-dos y extensos conocimientos, pero de carcter excntri-co; no solamente instruido, sino sabio. El chileno JosVictorino Lastarria ( en sus Recuerdos literarios, 1885): laextravagancia de sus formas y de sus hbitos le daba unaoriginalidad que le alejaba de las adhesiones; vesta co-mo vestan los artesanos. El guatemalteco Antonio Josde Irisarri (en El pernclito Epaminondas del Cauca,1863): entr [Don Simn] dicindome: aunque me han

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    dicho que usted me tiene por loco, yo no lo tengo por me-

    nos, le tenan unos por judo y otros por hereje. Elchileno Augusto Orrego Luco (en Retratos, 1917), tomaesta evocacin de Lastarria: En 1939, lo encontramosen Valparaso, en el barrio de la Rinconada, donde man-tena la escuela ms desierta del lugar.

    Entre las originalidades de esa escuela nos recordaba el

    mismo seor Lastarria de haber odo hablar de la maneracomo Don Simn enseaba anatoma. Un testigo pre-sencial vio colocados a sus discpulos a ambos lados dela sala, y a don Simn pasearse delante de ellos comple-tamente desnudo para que se acostumbraran a ver cuer-po humano. Es fcil concebir la inagotable hilaridadque deba producir esta singular resurreccin del liceo

    griego en una sociedad semibritnica.

    El mismo Orrego da cuenta del encuentro, en Valparaso,con el viajero francs Vendel-Hey, quien le recogi estaspalabras y este voto:

    yo, deseando hacer de la tierra un paraso para todos, la

    convierto en un infierno para m. Pero, qu quiere us-ted? La libertad me es ms querida que el bienestar. Heencontrado entre tanto el medio de recobrar mi indepen-dencia y de continuar alumbrando a Amrica. Voy a fabri-car velas. En el siglo de las luces, qu ocupacin puedehaber ms honrosa que la de fabricarlas y venderlas?

    El colombiano Manuel Uribe ngel (en El Libertador,su ayo y su capelln, 1884): mirada y sonrisa un tantosocarrona.

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    Los que dijeron despus alentaron, tambin, la fbula

    del hombre diferente. Arstides Rojas (en Leyendas histri-cas de Venezuela, 1891): hua de la sociedad para re-concentrarse en la fantasmagora de su espritu RufinoBlanco Fombona (en Mocedades de Bolvar, 1942): hom-bre extravagante. En realidad lo era; jams hubo natu-raleza ms franca, impulsiva, desnuda. No careca de leymoral, sino que su ley moral se pareca poco a la comn;

    un original, no un pillo; un hiperblico, un sarcstico,un rebelde. Siempre que escribi dijo algo nuevo y pormodo original. Pensaba.

    En el intrprete de la fbula haba materiales fusti-cos. Pobre, tremendamente pobre, de uno a otro lado, sintener con qu ir, sin tener con qu quedar, apurado porpublicar lo que llama su obra clsica y sin certidumbre

    alguna de hacerlo sino fragmentariamente; queriendoque no le den (as subraya), sino que lo ocupen (tambinpor l subrayado); sin dar con quien lo ocupe, con quienle d; no pide mucho: slo una habitacin cualquiera,que no sea entre gente de pro, que con la baja yo me en-tiendo; corrido siempre porque a su peso le falta ms dela mitad de las monedas y nunca alcanza a peso; no haypeso completo en sus bolsillos. Pero, su vida es tan anda-riega como gozosa, tan gozosa como controversial, excedi-da en gastos de energa en su confrontacin desfavorablecon el mundo. Sabe bien rer. Sabe hacerle pretextos a larisa. Sabe correrse a la burla. Su alegra no es ocasional.Era su mtodo de vivir y ensear. Su discpulo Simn Bo-

    lvar ( en carta al general Santander, 1824): es un maestroque ensea divirtiendo. La alegra documenta el buen fun-cionamiento de sus sangres y este buen funcionamiento sa-be hacerle coartadas a los infortunios. Al cabo de stos,

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    nada se ha perdido en las enterezas de su buen humor:

    arte de vivir en acuerdo con sus altivas disposiciones, consus desafos, con su sentimiento incondicionado delibertad, con su llevarse por delante las cercas para sal-var los poderes de su imaginacin, los ejercicios de suindependencia. De la alegra se corre rpidamente a lasoberbia, como si sta fuera complemento de aqulla.Vemoslo en sus cartas a Simn Bolvar: de quin, Simn

    Rodrguez, a quin, Simn Bolvar, de t a t, a toda co-modidad, sin planos de diferenciacin jerrquica sino, entodo caso, a favor del suscripto, que se manifiestan as:me gusta tener la culpa para evitarme el trabajo de jus-tificarme. O sea, prueba extrema de soberana personal.Si le hay una constante es la de escaparle a los juicios es-tablecidos y hacerle camino propio a su pensamiento. Al-

    go o mucho tienen que ver con esto esos cambios denombres y apellidos, de residencias y oficios. Conspira-dor perseguido, abandona en Caracas los nombres de Si-mn Narciso y el apellido Rodrguez, apellido materno,ya anteriormente abandonado el de Carreo, apellido pa-terno. Desde Jamaica toma los de Samuel Robinson, quele sern de uso en los veintisiete aos de expatriacin,veinticuatro de ellos recorriendo Europa, para hacer-se saber por Simn Rodrguez al regresar al continente.Propio elector de nombres y apellidos. Rpido a los idio-mas extranjeros, los habla como para confundir a alguienque le pregunta cul su ciudad de origen, ocurrindoseledecir que fue Baltimore. En 1851, anciano, tres aos an-

    tes de morir (en Consejos de amigo, dados al Colegio deLatacunga), se confirmaba: Nada es constante, en elmundo, sino la variacin.

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    Como en toda fbula completa estn los miedos: gran

    miedo de caer en manos de la represin espaola. A Es-paa no se acercar en sus variadas y distendidas pere-grinaciones europeas. Regresar a Amrica en das en quean hay ejrcitos espaoles, de ninguna manera. Se re-gresa de Europa cuando se han hecho camino las guerrasde la Independencia y hay seguridad personal para unpatriota en los territorios donde la patria es vencedora.

    Caracas, de la que ha huido en inquietas vsperas insu-rreccionales, no estar entre las residencias y peregrina-ciones de su regreso como si estuviera presente en ella elriesgo con que la abandon. En carta a Bolvar, desdeGuayaquil, 1824: Si me cogen los realistas harn fiestacon mis papeles. Esos papeles sern las actas de su f-bula de profeta disconformista y fundador. Esa fbula y

    sus papeles nos dirn de uno de los pensadores ms ori-ginales, pensador al da, pensador criollo, en nuestro ricosigloXIX.

    II

    Cules son los motivos con que se regresa, ao de 1823,este viejo hijo prdigo de la revolucin de la Indepen-dencia? El que regresa es hombre cargado de poca, deespacios e ideales de poca, de condenaciones y anuncia-ciones de poca. En los muchos aos que le transcurrie-ran en Europa no hizo estacin demasiado prolongada enderrotero de andariego, de inestable. Su estada europeaes un viaje constante como respuesta a la necesidad deasociarse al mapa geogrfico y al mapa ideolgico de so-ciedades en remocin, agotando apresuradamente en

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    ellas la experiencia del observador interesado y, a la vez,

    la de sus diversos oficios con que se hizo de subsistencia.Podemos inferir que se quera testigo puntual de una histo-ria que se desempeaba con la sorpresa y violencia deexigentes transiciones. La inferencia nos dice que sus al-teradas estadas y andanzas tenan alguna relacin conesos apremios de la historia que, en las centrales europeas,intentaba definir a la poca por sus perspectivas de cambio.

    El criollo optaba por vivir la poca en esas perspectivas,enrolando su paso y su espritu en el ritmo de los grandestrastornos. As se equipaba de los sentidos posibles deavanzada contemporaneidad; se aprovechaba de las ma-nifestaciones ms atrevidas del pensamiento; excursionabasobre remolinos ideolgicos; se dejaba ganar de buenagana por las anunciaciones disidentes y utpicas. Y ya po-

    demos saber que la visin de poca de que se hace cargoes de trmite directo, no colonial. Ha sido, en alguna me-dida, la de su inquisicin y entusiasmos existenciales, unprotagonista de la poca ah donde sta lo alcanzara o liba en su bsqueda.

    Los sentidos y ejercicios polmicos de la poca le ayu-dan al que regresa a fundar una actitud de independencia

    anticolonial: condenar la actualidad insuficiente de Euro-pa, su agotamiento, sus revoluciones a medias, sus deudasmorales. Se avanza, all, en tcnicas para la produccinde cosas mientras la suerte de un jornalero lo escribeen papeles que publicar en 1840 difiere muy poco dela de un esclavo. Sus habitantes saben ms que antes,pero no obran mejor. Progresan sin alientos ticos. Eu-ropa no realiza los sentidos posibles de la poca. No losrealizar. No hay lugar, en ella, para la utopa. No lohay para la visin planetaria de Enfantn, del que ha

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    escuchado, acaso, sus comentarios sobre un canal a cons-

    truir en el istmo panameo. All nadie puede ser diferen-te: tierra condenada a desmoralizantes contradicciones,a agobiadoras desigualdades. El testigo o protagonis-ta europeo reflexion captulos de acusacin. Y se re-gresa queriendo saber a Amrica del Sur como tierra deperspectiva, de creacin en acuerdo con las anunciacio-nes de la poca, es decir, hogar utpico. Aqu la revolu-

    cin de la Independencia es an cuenta abierta; el plande la Independencia est pendiente. En carta a Bolvar,que anda por el sur, le escribe desde Guayaquil, 1825, so-bre el asunto de la Independencia: falta mucho paradarlo por terminado. En 1830, a seis aos de Ayacucho,lo seguir diciendo en pginas con que defiende, desdeArequipa, a Bolvar: La guerra de la Independencia no

    ha tocado a su fin. La independencia es un proceso quecomprende dos revoluciones. La Amrica Espaola pe-da dos revoluciones a un tiempo, la Pblica y la Econ-mica. En el mismo ao y desde la misma Arequipa, en uninforme sobre la desviacin del ro Vincocaya, se da opor-tunidad para advertir que una revolucin poltica pideuna revolucin econmica, poniendo estos fundamentos:

    Si los americanos quieren que la revolucin poltica,que el peso de las cosas han hecho y que las circunstan-cias han protegido, les traiga bienes, hagan una revolu-cin econmica y empicenla por los campos de ellospasarn a los talleres de las pocas artes que tienen ydiariamente notarn mejoras, que nunca habran conse-guido empezando por las ciudades.

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    A eso haba venido. Bolvar, que realiz la primera revolu-

    cin, habra de realizar la segunda. Y con Bolvar l.

    Yo dej la Europa le dir al general Francisco de Pau-la Otero, desde Lima, 1832 por venir a encontrarmecon Bolvar, no para que me protegiese, sino para que hi-ciera valer mis ideas a favor de la causa. Estas ideaseran (y sern siempre) emprender una educacin popu-

    lar, para dar ser a la Repblica imaginaria que rueda enlos libros y en los Congresos.

    La segunda revolucin quedara sin hacer. En aquella de-fensa de Bolvar supo decir que

    las dificultades que presentaba la primera eran grandes;

    el general Bolvar las ha vencido, ha enseado o excita-do a otros a vencerlas: los obstculos que oponen laspreocupaciones a la segunda son enormes; el general Bo-lvar emprende removerlos, y algunos sujetos, a nombre

    de los pueblos, le hacen resistencia en lugar de ayudarlo.

    Segunda revolucin obstruida, alejada, imposible. En

    1849, cuando sus das le son de derrotado, pero no vacosde insistencias, de reiteraciones, reitera, en artculo deprensa bogotana, los avisos que dio en Arequipa: Si losamericanos quieren que la revolucin poltica que el pe-so de las cosas ha hecho y que las circunstancias han pro-tegido.... Insistencia, reiteracin en la posibilidad deesta Amrica para inaugurar repblicas completas, pararealizar en ellas los dictados de la poca, sus perspecti-vas. Lo seguir pregonando tal como lo avis en Socieda-des Americanas, primera pgina de la edicin limea

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    de 1842: La Amrica es en el da el nico lugar donde

    convenga pensar en un Gobierno realmente Republicano.La humanidad pide el ensayo; las luces del siglo lo faci-litan. Es decir, Amrica como hogar utpico. La filoso-fa est donde quiera se piensa sin prevencin; y consisteen conocer las cosas para reglar nuestra conducta conellas, segn sus propiedades, haba sealado en la ver-sin de Valparaso, 1840, de Luces y Virtudes Sociales.

    De tal manera, la filosofa que sabe a las cosas, a la na-turaleza y destino probable de las cosas y les auspicia po-sibilidades de propia evolucin, de desarrollo, exige lacreacin original, los pasos propios, la fundacin de la uto-pa. No es sueo ni delirio, desafa Simn Rodrguez.Ni el lugar donde esto se haga ser imaginario, como elque se figur el Canciller Toms Morus: su utopa ser,

    en realidad, la Amrica.

    III

    Pocos textos proveen la imagen del hombre ms dispues-to a ejercicios de vida que a servicio de letras, o sea, le-tras haciendo profesin de vida. Acaso algunos otrospapeles se le perdieran y hay alusin a la prdida de unbal con contenido de esa ndole; pero la obstinacinque lo haca reiterativo se centraba en asuntos que pode-mos considerar suficientemente expuestos en las pginascon que nos ha alcanzado. Cuando tuvo oportunidad de

    imprimir que son muy pocas, las aprovech para lareiteracin. Considermoslo escritor de un solo gran te-ma y sus concurrentes emplazamientos, de libro nico ysus variadas llamadas. No gast en tintas ms de lo que

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    figuraba necesario a su vitalidad. sta prefera otras for-

    mas de manifestacin que las del cronista de sus pen-samientos y recomendaciones; prefera la efusin de susabundantes cuotas de vigor en campamento experimenta-dor de vida. De acuerdo con la fecha probable de sus tex-tos podramos inferir que se aplica a letras cuando notiene a su alcance posibilidad de aplicarse a actuar.Cuando su vida no le es accin, le es prosa. Cuando le

    niegan la oportunidad de cumplimentar su proyecto, hacede la prosa una suma de sobresaltados latidos de vitali-dad frenada, de entereza para la accin que no tiene lu-gar. Cuando la vida no se le realiza en misin, tal vida,para no saberse en nada residual y mantener los nimosde la plenitud, correr, de acuerdo con su naturaleza deayo de pueblos jvenes, por los cursos rpidos de su pro-

    sa y entonar su lenguaje con la fuerza que l salva yque a l lo salva de los desempleos, de los reveses, delos fracasos; y expone exalta, sentidor, no resentido,su obstinado proyecto, su razonada sorpresa. Lenguajedesinhibido y, a la vez, econmico, copioso sin desmedir-se, apurado sin perder su direccin. La desinhibicin sehace destreza, pero no funciona con los riesgos de libra-da a su propia cuenta; est constantemente orientada aservir a las precisiones estratgicas que se procura el ex-positor para la buena salud de su pensamiento; destreza,pues, con pasos medidos en razn a los fines que la con-vocan. Lenguaje as movilizado se emplaza a perpetuar,sumados y reducidos en visiones sinpticas, los asuntos

    que lo habitan. Lenguaje de regreso de la exploracin. Laexploracin fue cuestin previa de vida, laborioso y vete-rano trmite de experimentador de vida, o sea, la vida acampo abierto, a la intemperie de un viajero cuestionador,

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    de un disidente de all y de ac, en manifiesta esponta-

    neidad irritante. Esta espontaneidad se asocia algunosnfasis que corresponden a los impacientes jbilos de lasprevisiones, de las profecas. Tales nfasis no comprome-ten, desde luego, la sinceridad con que se trata el asunto,compensados, inmediatamente, por los juegos de oportu-no humor, con los que se beneficia la salud del pensa-miento y la salud del lenguaje. Su humor aparenta las

    dichas de lo rstico y las facilidades de lo coloquial. Len-guaje a propsito para esto: para el desafo. Sus prrafosprocuran desplegarse en avanzadas para salvar las habi-tuales resistencias que encuentra su pensamiento en so-ciedades de reminiscencias o presencias coloniales,que no han concluido la primera revolucin y se niegan ala segunda. Esas avanzadas se obligan a enfrentamientos

    provocativos, a tcticas ofensivas. Es decir, poner picasen terrenos que se resisten a cosechar anunciaciones, atrabajar futuro. En ningn momento, lenguaje de hombretriste, y si lo es de solitario le viene de la ndole de los so-litarios que en s crean la visin global que mejor corres-ponda a la poca y sus perspectivas, o sea, soledad quecuanto ms se responsabiliza de los augurios persona-les, ms los sabe como augurios colectivos. De ah queno sean tristezas solitarias las de sus beligerancias, pizcaninguna de resentimiento, sino el revs de todo eso, es de-cir, avisos unnimes de sus entusiasmos redentores, de surenovada jovialidad, que se muestran como gozos de laaccin que pudo haber sido. El lenguaje es, entonces,

    parte instrumental de su plan de creacin de vida nueva pa-ra las pobres repblicas que nacen tan confundidas, tanpoco republicanas, repblicas establecidas, pero funda-das, tal como enjuici en la primera versin de Socieda-

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    des Americanas, Arequipa, 1828. Los entusiasmos del

    combatiente se desplazan desde la letra para hacer a s-ta imperioso pregn, y quien le lee escucha sus incitacio-nes, sus llamadas, sus redobles.

    Este Simn Rodrguez, que as se manifiesta, no presu-me de escritor; no se suscribe a las normas y aparienciascon que comienza a reconocerse al oficio en estas tierras.La ndole de su ir y venir por all y por ac no lo demor

    demasiado en despachos e imprentas. No funciona como supaisano y amigo Andrs Bello, conservador ilustrado, queha situado sus servicios intelectuales como misiones insti-tucionalizadoras. Su inconformidad a todo tiempo, que esestilo, como hemos venido sabiendo, de su naturaleza ex-pansiva, le permite saber dnde llaman las necesidades delos pueblos latinoamericanos para constituirse como ta-

    les, y no le permite suponer que habran de formarse doc-tores para la tradicin. En sus prosas andan sus propioscaminos, sus peregrinaciones. Desde los caminos proce-de a invencionar y vierte su invencin, su proyecto, enapurados prrafos jugos de prrafos, desalojados dela espaciosa sintaxis regular para recorrer el breve cir-cuito que haga ms intensa e imperiosa la asociacincon el lector, al que no quiere, desde luego, lector de lite-rato, sino lector de invencionador, de proyectista. Aplicapara obtener esa asociacin la apelacin directa que sus-cita responsabilidades, que emplaza. Su imaginacin, quees versin fiel de sus aptitudes de experimentador, le fa-brica esos textos anti-textos, esa escritura anti-escritura,

    esas maneras de desarropar la prosa con la misma dispo-sicin con que se desnudaba ante sus alumnos para en-sear anatoma. De donde sera imaginacin que serealiza con procedimientos naturalistas y se resume en la

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    formulacin sinttica de sus pactos con la razn utpica.

    No en vano haba trabajado el laboratorio con probetas,si en esto no se excede su fabulario europeo, pues se con-duce con las palabras de acuerdo con su peso y gravita-cin para incorporarlas a relaciones fsicas que obtenganel limpio desarrollo de teoremas geomtricos. Vale decir,revolucionario del discurso colonial, neoclsico; liberta-dor del idioma en relacin con las servidumbres deco-

    rativas de la retrica importada. Nada de escritor, segnlos presupuestos exquisitos del oficio. Todo invenciona-dor como corresponda a un innovador social que, en losclimasresiduales de la colonia espaola, quiere echar a an-dar a las nuevas patrias criollas. En invencionador consi-gue para su prosa emplazadora, desafiante, el significadode un gran poema. Acaso, Walt Whitman hubiera queri-

    do para s esas dos lneas con que este Simn Rodrguezadvierte que la fuerza material est en la masa y la fuerzamoral en el movimiento.

    IV

    El lenguaje tiene plan de asalto. De ah, la grafa que seinvenciona para llegrsele al lector con paso abierto yrpido, de manera que los significados no se demoren,que no se debiliten en el orden tipogrfico de rutinariauniformidad. Comenzaremos por saberla grafa de educa-dor, con un aire inicial de cartilla, es decir, que nos ha en-trado en los ojos tan pronto stos requeridos, pero, a lavez, su lectura nos alcanza como un redoble inscripto enla partitura de un himno, de una marcha, que nos canta elturno de las convocatorias y las incitaciones. Apela, pues,

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    a doble sensualidad de vista y odo. Pero, el educador, ya

    lo tenemos sabido, es hombre de manifestaciones enterasy de gasto abundante y excitante de vida. Por eso,cuando as apela no hace sino exhibir el curso sensual desu propio pensamiento, evidenciando en cunto los senti-dos han coordinado sus anlisis y reflexiones, en qugran medida anlisis, reflexiones y pensamiento integranla suma existencial de sus juegos de inteligencia y vida.

    Esta grafa es instrumento de comunicacin existencial. Esla grafa de un gran sentidor, encargado por ste de exi-girle al lector ejercicios inmediatos de comprensin so-lidaria, de identificacin. Debieron servirle, en esto, susconocimientos de tipgrafo, adquiridos, segn su fabula-rio, en desempeos que de tal oficio incurriera en Balti-more, temprana estacin de su exilio. Cierto o no este

    antecedente artesanal, debi haber puesto sus propiasmanos para orientar la labor del cajista, o hacer l susveces, pues el diseo y composicin de sus libros en Are-quipa, Valparaso y Lima no pudieron haberse realizadosin la participacin del autor para que los plomos del ar-senal de la tipografa interpretaran consecuentemente susproposiciones estratgicas y disposiciones tcticas. El ar-

    te de la imprenta se rehace, as, conducido por las ruptu-ras de este aniquilador del prrafo convencional, por lasagresivas desobediencias con que desbarata la estructu-ra clsica del discurso. En toda tctica hay una inmedia-ta estimacin del tiempo. No dejara de haberla en quiense inspira en la certidumbre de que el tiempo es el lugarde la accin, como lo sostendr en Sociedades America-nas. La poblacin del tiempo por las sucesiones de laaccin requiere de un orden que, aqu, en sus prosas, quequieren ser accin, componen este paisaje grfico con

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    disposicin de escalonamiento para saber y razonar

    mejor los turnos del combate latinoamericano. Ese cursoalterado de versalitas, maysculas y minsculas, redondasen sus dos vertientes, con apoyo de llaves y corchetes, hacenms coherente el orden de los desplazamientos, facilitan-do al pensamiento fluidez sangunea. No se trata de astu-cia que distraiga para oportunidad de la sorpresa. Lasorpresa combate sin emboscamiento y la concurrencia de

    variados tipos y medidas tipogrficas imponen a la pa-labra la energa del movimiento y sirven mejor al pro-nunciamiento invencionador, proftico, pronunciamientointranquilo, dinmico, instigador, beligerante. La delibe-racin tctica sabe, desde luego, dnde ubicar sus fuegosprecisos y esos prrafos acumuladores de maysculas enmedio de la pgina podran representar las barricadas de

    las revoluciones europeas que l vio despuntar. El p-rrafo desalojado de su orden habitual e incorporado a unnuevo orden de presin de tonos pasionales, agiliza laoperacin de penetrar prontamente en campos opuestoso desentendidos, fortificando la propuesta de accin, lafinalidad misional: perseguir, cercar, emplazar al lector decuerpo presente con los desafos de la inconformidad, anun-

    ciaciones y arrogancias del autor misional, transmitiendodesde ste a aqul impaciencias, prisas, entusiasmos, buenhumor, alegra; es decir, hacer del lector el urgente senti-dor de la propuesta y de la lectura un gozo existencial. Yacada palabra, como en los profetas, tiene su propio encar-go y no les est consentido disimularlo. En cuanto msajustadas tipogrficamente para interpretar la fidelidaddel pensamiento, mayor su representacin expansiva.En tanto diferenciadas tipogrficamente, mejor cumpli-miento de sus encargos. Cada palabra asume su enrgica

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    puntualidad para extender sus sentidos. Y si es posible para

    ser memorizados. Esta grafa favorece la memorizacin delos significados que llegan en lengua de invencionador,de proyectista, de profeta. Pero, para este invenciona-dor, proyectista, profeta, memorizar es experimentar ac-cin. Esta grafa corresponde, por sobre todo, a planesurgentes de accin.

    A propsito de las particularidades del lenguaje de Si-

    mn Rodrguez, hemos de decir que la presente edicinha respetado la ortografa consonntica y voclica delautor, agregando los acentos que faltaban en el original,pero manteniendo todos los que aparecan all marcados.

    Dicha licencia tiene por objeto ofrecer al lector textoscuya lectura no se vea alterada por una grafa en desuso,cooperando de esta forma a la claridad y comprensin de

    los mismos, pero sin atentar en manera alguna contra lascaractersticas propias e intransferibles del discurso denuestro autor.

    V

    En ese lenguaje abierto, en esta grafa sea, que ofrecenla apariencia de un zafarrancho ideolgico, Simn Rodr-guez trabaja su proyecto para la fundacin de patriascriollas. Poco o nada reminiscente, no se distrae en re-contar causas de origen como se apresura en desplegarobjetivos desde entonces hacia delante, acompandolosde reflexiones al da y para el da siguiente. Es el futuro elque carga en sus hombros de solitario impaciente. Pue-de que las patrias criollas queden a mitad de camino, comoen tierra de nadie que sea, en verdad, tierra de muy pocos

    Inventamos o erramos / XXV

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    viejos conocidos: los amos coloniales en poder de la an-

    tigua riqueza, acaso acrecida, reapareciendo en el poderpoltico a travs de aventureros republicanos; vale decir,repblicas incompletas, coloniales, con castas ociosas enun extremo y en el otro extremo el populacho sin destino.El proyectista procede a acto de sinceracin; cada nombrea sus cosas; urgentes juicios de valor para todas; com-promiso de no alejarse de ellas, de la realidad y sus con-

    trastes; obligacin de proponer soluciones; es decir, lautopa se descompone en recetario realista, en desafossin demora. La mano de obra del proyecto es la sociedadcriolla sin mutilaciones, universalidad de pueblo latinoa-mericano. No pone dudas donde la tradicin colonial po-ne las suyas interesadas. Si en algn sector no se dan lasaptitudes potenciales no ser entre los que ocupan los lti-

    mos escalones sometidos por la jerarquizacin racial-econmica de la colonia. Su defensa de stos se debe leercomo agresin hacia los beneficiarios del orden tradicio-nal. En carta a Bolvar, desde Oruro, 1827: Slo Ustedsabe, porque lo ve como yo, que para hacer repblicases menester gente nueva, y de la que se llama decente loms que se puede conseguir es que no ofenda. Desdeantes, desde mucho antes vena esta apreciacin favo-rable justiciera para el pueblo pobre y su fundadojuicio sobre la necesidad de que los nios morenos se be-neficien con la educacin: Yo no creo que sean menosacreedores a ella que los nios blancos. Esto tiene estafecha: 1794; est inscripto en el memorial titulado Refle-

    xiones sobre los defectos que vician la Escuela de PrimerasLetras de Caracas y medios de lograr su reforma por unnuevo establecimiento, que presenta ante el Cabildo cara-queo el maestro Simn Rodrguez, de veintitrs aos y

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    cuatro de labor. Por lo tanto, educacin a una con los

    blancos, y esta concesin: aunque separadamente,para hacerlos, a unos y a otros, capaces de todas las em-presas. Los capitulares no dan atencin; el maestro re-nuncia. Supongamos que llev esas proposiciones a lasjuntas independentistas por cuyos trabajos en ellas mere-ci persecucin y se oblig a destierro. Cuando regresa

    reitera al mismo tiempo su valoracin universal de la en-

    seanza y su preferencia por los nios del pueblo pobre.Dsenme los muchachos pobres, solicita en SociedadesAmericanas. Dsenme los que la inclusa bota. Algo, omucho, de esto ha de haber dicho y hecho en el sur de Bo-livia, de donde lo devuelven, a pesar de la designacinsuscripta por Bolvar. En carta al general Francisco dePaula Otero, desde Lima, 1834:

    Un abogado llamado Calvo desbarat mi establecimien-to en Chuquisaca, diciendo que yo agotaba el tesoro pa-ra mantener putas y ladrones, en lugar de ocuparme dellustre de la gente decente. Las putas y los ladrones eranlos hijos de los dueos del pas. Esto es, los cholitos ycholitas que ruedan en las calles y que ahora seran ms

    decentes que los hijos e hijas del seor Calvo.

    Como para terminar de empecinarlo al empecinado: Nole desertar a tales apreciaciones. La sociedad proveerde igualdad de oportunidades. En Sociedades America-nas: no slo poner a disposicin de todos la Instruccin,sino dar medios de adquirirla, tiempo para adquirirla, yobligar a adquirirla. Lo que se le opone es la resisten-cia que hacen los protectores de las costumbres viejas.Esa resistencia no lo decide sino a extremar su solidaridad

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    con los excluidos y clamar otra vez por ellos. Ahora no

    son los pardos y morenos de Caracas, ni los cholos deChuquisaca. Es en Ecuador y son los indios. En Consejosde amigo, dados al Colegio de Latacunga (1850-1851):Bien merecen los dueos del pas, los que mantienen alGobierno y a la Iglesia con su dinero, y a los particularescon su trabajo, que enseen a sus hijos a hablar, a escri-bir, a llevar cuentas.

    Cincuenta aos le lleva esta reiteracin. Con ella seabre su proyecto. El proyecto, desde el temprano memo-rial, no supone a la escuela ni ocasional, ni aislada. Laquiere instrumento generalizador de aptitudes tan varia-das como necesiten de ella los desempeos tiles de lasociedad en su nueva condicin republicana; es decir, ap-titudes que inicien un arte de vivir y concurran a fundar

    civilizacin social con la participacin de todos. Nadiedebe ser rechazado, nadie debe quedar excluido. La edu-cacin, que alcanzar al conjunto, se ocupar de que losconocimientos, que son propiedad pblica, difundanfuerza suficiente para que la historia sea obra comn, sinviolentar a la naturaleza, sin oprimir a la razn, sin des-figurar los posibles destinos personales y colectivos. Por-que no debe haber populacho en las Repblicas, laescuela ensayar aptitudes en letras y oficios. El arte per-sonal de vivir comienza en saberle una funcin a las manosy esa funcin integra al muchacho, con su propia repre-sentacin til, en la comunidad, pues con acumular co-nocimientos, extraos al arte de vivir, nada se ha hecho

    para formar la conducta social. Los conocimientos do-tarn de sentidos a la vida personal y la habilitarn paracompartir, en planos de justicia y decoro, la vida socialdel universo latinoamericano, que es plural en trminos

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    raciales y debe concertar su unidad en objetivos sociales.

    No se facturarn doctores para las soledades del latn, si-no hombres de oficios y letras para las nuevas oportu-nidades de tiempos de remocin, de inauguraciones. Delas necesidades de estos tiempos se desprenden, precisa-mente, los objetivos sociales que pondrn certidumbre, yaque la necesidad determina la especie de la accin ylas circunstancias declaran las necesidades. Que las

    ideas no andan solas. Que las ideas vienen de las cosasy tratar con las cosas es la primera parte de la Educa-cin. Pues, escuelas-talleres, escuelas-fbricas, escue-las-granjas. Lo hizo as en Concepcin y Valparaso,segn el recuerdo del chileno Jos Victorino Lastarria:enseaba junto con los rudimentos de instruccin prima-ria, la fabricacin de ladrillos, de adobes, de velas. A losarequipeos, en 1830, les recomend: Sociedad Econmica,Escuela de Agricultura, Establecimiento de alumnos. Enla misma Arequipa y misma fecha, en la defensa de Bol-var: Los varones debern aprender los tres oficios prin-cipales, Albailera, Carpintera y Herrera, porque contierra, madera y metales se hacen las cosas ms necesa-rias. En Consejos de amigo, dados al Colegio de Latacun-ga, propone que la escuela, cuyos costos estarn a cargode sus fincas rurales, ensee castellano y quichua, fsica,qumica e historia natural, habilite dos fbricas: de loza yde vidrio, maestranza de albailera, carpintera y herre-ra. Enseando el idioma de los Brbaros y haciendoplatos, botellas, tapias, silletas y clavos. Qu mengua!

    (dirn los Doctores de antao). Qu honor! dirn los dehogao. Ms cuenta nos tiene entender a un indio que aOvidio. Maestros extranjeros, hbiles en oficios, vendrnpor dos aos y se los devolver cuando los aprendices

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    hayan, en ese perodo, tomado sus habilidades. Escue-

    las-empresas. Escuelas-micro universo latinoamericano.Escuelas para despertar y orientar a las nuevas Repbli-cas, adiestrando su mejor mano de obra, sus protagonis-tas naturales. La vida bien vivida desde la escuela seconstituir en servicio solidario. Las aptitudes trabaja-das desde la escuela fundarn civilizacin social.

    El proyecto pedaggico era proyecto de organizacin na-

    cional, regional: proyectando escuelas proyectaba las nuevasRepblicas completas. De acuerdo con la visin estratgica

    que motiv su regreso, la proyectada escuela es el instrumen-

    to bsico de las etapas pendientes de la Independencia, es

    decir, la segunda revolucin. Con esa escuela se desatan los

    pasos que falta dar. Desde la escuela se abrir el proceso

    de integracin republicana, se vencer, definitivamente, al

    partido colonial. Desde ella ser posible preparar el ordeneconmico y la moral social que corresponde al conjunto re-

    publicano, la filosofa que convenga a las nuevas sociedades.

    El orden econmico tendr por origen las lecciones de la na-

    turaleza y por motivo a la razn como avanzada de la poca.

    De ah, derivan no plan cerrado, sino previsiones oportunas

    y abiertas. En Observaciones sobre los terrenos de Vinacoya,en Arequipa, 1830, y lo reitera con las mismas palabras en

    Extracto de Educacin Republicana,Bogot, 1849:

    En el sistema anti-econmico (propiamente llamado deconcurrencia y oposicin) el productor es vctima del con-sumidor, y ambos lo vienen a ser del capitalista especu-lador Cada uno para s y Dios para todos (es sumxima) sin advertir que el Dios para todos social quie-re decir que cada uno piense en todos si quiere que to-dos piensen en l.

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    No se ha de producir al azar, sino en consulta entre los

    hacendados, para lo cual proyecta un Banco de fomentoy regulacin. En Luces y Virtudes: No hay libertad don-de hay amos, ni prosperidad donde la casualidad dispo-ne de la suerte social. No quedarn abandonados losartesanos. En los Consejos de amigo, dados al Colegiode Latacunga:

    Si por escasez de obra, no hubiese en qu ocuparlos, elColejio, por honor a sus sentimientos de humanidad, lesdara de sus haciendas terrenos en arrendamientoCon esto se impedir que los Artesanos se agolpen co-mo lo hacen ahora en un solo oficio, a abaratar el tra-bajo y a trampear.

    Ms all de lo que pueda el Colegio, persistir el desordenhasta que los miembros de la Maestranza hayan aprendi-do a concentrar sus fuerzas, no a disiparlas con perjuiciode su conveniencia. El orden ser posible con la coloni-zacin del pas por sus propios habitantes. Colonizacin yeducacin popular constituyen operacin conjunta. As sehar paso, desde la Repblica aristocrtica o Aristocraciarepublicana, la Repblica Real o Real Repblica.

    En sus textos no falta la palabra armona, que es co-mn a las visiones y proposiciones utpicas.

    VI

    La utopa criolla har sus propios caminos, disear suspropias metas. La tentativa utpica se quiere iniciadora,inaugural, diferente por opuesta a mundo conocido y por

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    rechazo a entumecidas tradiciones. Cuando ms en estas

    costas que desde Europa eran entrevistas como de salva-cin por sugerir la promesa del cambio purificador. EnLuces y Virtudes Sociales: Los publicistas Europeossuspiran por los desiertos de Amrica para realizar, conpoca gente, el proyecto del nuevo orden social. En Amri-ca desean encontrar los paisajes de la inocencia en losque pueda habitar el hombre el tiempo de una nueva inau-

    guracin. Traduciendo Atala, de Chateaubriand, entonces,1801, en tierra francesa, este Simn Rodrguez acompaa la demanda romntica hacia la inocencia americana.Pero, sa fue labor de traductor de paso. Aqu, el proyectistafunda una nueva perspectiva. El paisaje americano no se-r escena de retornos, no har lugar a la restitucin deedades primordiales. Su proyecto, su utopa no es inmi-

    grante. El hombre americano poblar su paisaje con supropia experiencia. Su proyecto, su utopa, brotarn des-de sus conflictos y necesidades hacia tiempos futuros quesern su obra original. El proyecto, la utopa, comenza-rn a atender mnimas previsiones defensivas. En Luces yVirtudes Sociales: Si, por negligencia, da lugar a la in-ternacin de errores extranjeros, y permite que se mez-

    clen con los nativos, persudase que su suerte moral serpeor que la pasada. Y en Consejos de amigo, dados alColegio de Latacunga: No sea que por la mana de imi-tar servilmente a las Naciones Cultas venga la Amrica ahacer el papel de vieja en su infancia. De lo que se trataes de dejar atrs las variantes del pasado para vivir pors, en s, lo que el proyectista, el utopista, en esos Conse-jos...seguir llamando grado de Civilizacin que pide elSiglo. Vale decir, un proyecto a su propia cuenta, unautopa que sea su propia obra, que incorporen a la regin

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    al progreso universal sin hacerse cargo de viejas infamias

    de all y de aqu. Lo que supone no aislarse en el sueo deedades sin retorno, ni confiarse exclusivamente en las in-quietas temperaturas del siglo. En Luces y Virtudes So-ciales: La necesidad de sentir bien la diferencia que hayentre adoptar y adaptar, para no desechar lo que puedaser til y para no errar en las aplicaciones. Las tempe-raturas del siglo ayudarn a ser originales en cuanto

    adaptemos lo til de ellas. Las repblicas coloniales noquieren admitir sino aquello que traiga el pase de Orien-te o del Norte? Pues, imiten la originalidad ya que tra-tan de imitar todo. El camino no es imitar servilmente.En Luces y Virtudes Sociales:

    La instruccin pblica en el siglo 19 pide mucha filoso-

    fa, que el inters general est clamando por una refor-ma y que la Amrica est llamada por las circunstanciasa emprenderla, atrevida paradoja parecer no impor-ta los acontecimientos irn probando que es unaverdad muy obvia: la Amrica no debe imitar servilmen-te sino ser original.

    Y en Consejos de amigo, dados al Colegio de Latacunga,veinticuatro aos despus, la misma incitacin, razn de suproyecto, de su utopa. Aqu, seremos en cuanto capaces dehacer, con toda nuestra gente latinoamericana, un mundoancho y propio. Seremos en cuanto originales en metas ymedios. En Sociedades Americanas, este extremo desafo:Dnde iremos a buscar modelos? La Amrica Espaolaes original. Originales han de ser sus Instituciones y su Go-bierno. Y originales los medios de fundar unas y otros. Oinventamos o erramos.

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    Con la participacin del conjunto latinoamericano, es

    posible inventar.

    VII

    No le dejaron abrir escuelas para todos. No hizo, no ledejaron hacer historia. Lastarria en sus Recuerdos chile-

    nos: La educacin que administraba estaba muy lejos deconformarse a las creencias, usos, moralidad y urbanidadde la sociedad en que ejerca su magisterio. Lo mismo lehaba ocurrido en Bogot. Lo mismo en Chuquisaca. Lomismo ah donde busca gente nueva para fundar civiliza-cin social. En todas partes lo vence el partido colonial, olas repblicas contrabandeadas. De ah, otra vez, esa va-

    riedad, con frecuencia constrastante, de oficios a los quedebe apelar para hacerse de medios con que vivir a me-dias. En 1830, en Arequipa peruana, inspecciona la eco-noma de la zona y sus perspectivas en relacin al plan dedesviar las aguas de un ro, componiendo un completoy muy ordenado anlisis y sus correspondientes re-flexiones de proyectista. En 1835, en Concepcin chilena,

    hace informe sobre las consecuencias del terremoto queno dej edificio ileso en la ciudad, e incluye previsioneseconmicas y ecolgicas. En 1844, en Ecuador, adminis-tra por breves meses una mina de sal. Nada que hacer enlo suyo. Puede suponerse la de sus ltimos aos la pere-grinacin de un viejo mago que preserva, que defiende, laveterana gracia con que quiso beneficiar a sus gentes. Enesos ltimos aos, la vida no le presta piedad. Como per-seguido por sus contemporneos, perseguido con las dili-gencias ms slidas de las persecuciones, es decir, dejado

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    de lado, no hay lugar aqu para Usted, tratado con las vo-

    ces con que se cierran las puertas a los mendicantes,abandonado a los riesgos tristes, a la mala suerte, a los ol-vidos, al desamparo sin apelacin. Pero, l no cede el res-to de sus energas a los infortunios, no se quiere saberdesdichado en la numerosa desdicha y se las arregla en re-vertir de cada sombra que lo humilla el recurso con querepone su buen humor disidente. El Simn Rodrguez que no

    pudo hacer historia se queda en la fbula. Se dice de lcomo personaje paradojal, fabulador, fabulero. A l si-guen sin bajrsele los nimos; no se consiente consuelo.A la capacidad de sonrer no renuncia; menos se la dejaarrebatar. Ella cuenta entre los pocos bienes que el viejomisionero retiene para justificarse ante su propia obstina-cin. Se morir lentamente, sin fragmentarse en desespe-

    racin. La fbula no se dejaba enlutar.

    VIII

    Pero, la fbula, que persistir, no lo favorece. Ella dir,por ejemplo, que fue eco criollo de Juan Jacobo Rous-

    seau, de acuerdo con hbito colonial que solicita a lascentrales las pautas con que replicar aqu. Volvamos areunirnos con el excluido de la historia para intentar libe-rarlo de la desfiguracin de la fbula. Hbito colonial,decimos. La colonizacin instituye hbitos que hasta sonacatados y, acaso, con preferencia por las vanguar-dias locales. Desde entonces, en nuestros pases rsticos,usar las referencias de los correos de ultramar era el pro-cedimiento fcil con que se daban por constituidas, por smismas, las elites; sigui, sigue sindolo en interpretaciones

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    que se orientan por smbolos literarios yuxtapuestos para

    humillar a la realidad y no averiguarle su aptitud pa-ra crear sus smbolos originales; o sea, desidia que con-siste en aplicar los smbolos de la literatura europea paraaludirnos, para representarnos con ellos, anexados a ellos.A quien propona que no procediramos sino en el recha-zo de los modelos ajenos y en la invencin de los propios,le han procurado el modelo europeo de Juan Jacobo

    Rousseau para aludirlo, para representarlo, para anexar-lo. Se compuso caricatura: la de un nio criollo, SimnBolvar, llevado de la mano por su preceptor criollo, Si-mn Rodrguez, mientras ste llevaba en la otra el Emiliodel ginebrino, del que tomaba orientacin para conducir,paso a paso, puntualmente, a aquel nio de avisada pre-destinacin. Es decir, simplificacin de las mecnicas de

    alternativas y opciones coloniales, recibir y adoptar lo quedeterminan las centrales. Esa adscripcin no se daba, nopoda darse en los trminos del acatamiento como les re-sultara cmodo a comentaristas de paso corto. Haba enl mucho Simn Rodrguez para ser solamente un suscrip-tor de Juan Jacobo Rousseau como comenzaba a habermucho de Simn Bolvar en su discpulo para suponerlo

    rplica del ensayo europeo. Juan Jacobo Rousseau tuvomucho que hacer en el despegue independentista de nues-tra Amrica. Su excursin revolucionaria sirvi para ex-citar nimos y proveerles ndices avanzados de poca.Difcil eludir los entusiasmos que suscitaba. No haba porqu eludirlos. Saberlos prximos era manera de sabersecon destino en la poca. Simn Rodrguez lo ha citadouna y otras veces en sus textos, en lo que, tambin, citavarias a Voltaire y alguna a Feijo. Debi haberle dichobastante la alusin del ginebrino acerca del Caribe como

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    posible hroe de la segunda juventud del mundo; pero,

    tambin, debi haber ledo y en el Emilio la distin-cin entre climas templados y los que no lo son con esti-macin, de su parte, hacia los primeros por hacer posibleculturas completas e impedir los otros la existencia de ce-rebros organizados, con lo que se asociaba a uno de losmitos de consolidacin del etnocentrismo a favor de lasempresas colonizadoras. Podemos derivar, desde ya, que

    el Juan Jacobo Rousseau que mejor se avecina a SimnRodrguez no sera el del Emilio, sino el crtico inquiri-dor del origen de las desigualdades entre los hombres y ellegislador de El contrato social. Esta vecindad veci-no de poca no comprometa a acatamiento en quinse preocup en fijar diferencias entre adoptar y adaptar.Menos podra darse versin servil en quien se obstin en

    establecer perspectivas de originalidad, en abrir cuentasy actas nuevas a la experiencia latinoamericana, talcomo lo tiene advertido en pgina inicial de Luces y Vir-tudes Sociales:

    Muchos tratados se han publicado sobre la Educacin engeneral, y algunos sobre los modos de aplicar sus princi-

    pios, a formar ciertas clases de personas; pero todavano se ha escrito para educar pueblos que se erigieronen naciones, en un suelo vastsimo, desierto, habitable engran parte y transitable en casi todas direcciones.

    Y en el mismo texto, con reiteracin en otros, insiste endecirnos que la de aqu es tarea que, por nueva y origi-nal, cubre dimensiones que no cubre la experiencia deall: Para todo hay Escuelas en Europa, en ningunaparte se oye hablar de Educacin Social.

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    El Emilio quedar alistado en la tradicin elitista de

    culturas fraccionadas con respecto a sus mapas sociales.Libro escrito para el elegido, el seleccionado, el hijo ma-yor del seor principal. El Emilio es el Prncipefrente ala transicin que lleva hacia nuevos tiempos y estilos. Elmundo del moderno burgus est naciendo y se cobrarnuevas formas de deshumanizacin que amenazan la es-tabilidad de quienes gozaban, con exclusividad, la certi-

    dumbre de saberse realizados, de saberse humanizados.La revolucin industrial les va a alterar los estilos. Loshar, por ejemplo, ciudadanos porque urbana ser, fun-damentalmente, la nueva sociedad. La reaccin de los tra-dicionalistas ser interpretada por variantes romnticascon pregones de regreso a la naturaleza, o sea, retenerdonde fuera posible lo que fuera posible de la vieja so-

    ciedad. Juan Jacobo Rousseau, en nombre de su pre-ceptuado, recela de las alteraciones sociales para lasque, al mismo tiempo, provee de avanzadas previsionesen El contrato social; y propone operacin de rescatellevar a aqul hacia la aparente estabilidad de la natura-leza en su calidad de seleccionado, de elegido. A Emilio,a los pocos Emilio, cada uno con su ayo personal, y a na-die ms. El pobre no tiene necesidad de educacin. Nopoda ser ms claro. El juvenil Simn Rodrguez de 1794ya haba tomado direccin diferente, extendiendo la ense-anza hacia los nios pardos. La suya no sera pedagogade rescate individual, sino de fundacin colectiva. No bus-car al hombre en estado natural, tal como el romanticis-

    mo quisiera hallarlo en Amrica, pues supo advertirse apropsito del fracaso de Digenes: porque buscaba en-tre sus contemporneos al de un tiempo que ya no exis-ta. En ningn momento se hace cargo de los recelos

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    hacia la sorpresa de tiempos por llegar. Para saber reci-

    birlos quiere pueblos adiestrados, hombres para maana,para pasado maana. Si el orden social desfigura el ordende la naturaleza, buscar la alianza armnica entre uno yotro, que se es el motivo central que argumenta a las uto-pas antiguas y a las utopas del renacentista. La natura-leza no ser estacin de regreso, o de reposiciones. Loser de iniciacin; desde ella, no hacia ella. La alianza

    de los dos rdenes facilitar echar a andar sociedades deiguales en la partida, con lo que se asegurar que ellassean activas, productoras, justicieras; es decir, socieda-des diferentes a las que venan siendo coloniales aqu yenvejecan, deficitarias, all. La relacin individuo-socie-dad no retiene las pautas del ginebrino, pues si la propo-sicin pedaggica de ste insiste en alejar al individuo de

    la sociedad todo lo que le fuera posible, el plan del crio-llo es identificar al individuo con la sociedad a hacer porel conjunto de los individuos. No de replegamiento era suplan, sino de abierta expansin, incorporando como ges-tores del cambio constante a los jvenes de todos los ni-veles raciales y sociales de la regin. No negaba, acaso,a Juan Jacobo Rousseau cuando advirti en Luces y Vir-tudes Sociales: Este libro no es para ostentar ciencia conlos sabios, sino para instruir a la parte del pueblo quequiere aprender?

    No colono de Juan Jacobo Rousseau, sino situado,por s mismo, y a favor de su utopa criolla, en el climade la poca de Rousseau, de Diderot, que prosigue en la

    poca de Saint-Simon, de Fourier. Cuando incita insis-tentemente a habilitar plurales aptitudes entre los mu-chachos pobres, podra reiterar al Diderot que en su Plande una Universidad para el Gobierno de Prusiasostiene

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    la posibilidad de que el genio, el talento y las virtudes

    surgen ms de una choza que de un palacio. Entindaseque este Simn Rodrguez que delibera sobre colonias quedeben dejar de serlo mediante la universalizacin de laenseanza, est asocindose con tal deliberacin al climade poca, la poca de Diderot, que hizo de l un disidente,un no colonial. Sus criterios y proposiciones sobre la pro-piedad slo justificada en cuanto socialmente til; sobre

    ordenamiento tcnico de la produccin con vista a los re-querimientos sociales; sobre los estmulos solidarios queregirn el desenvolvimiento de la sociedad, no confiesan,necesariamente, a un saint-simoniano aunque haya escu-chado, en Pars, al pontfice Enfantn. Spaselo pregone-ro de las necesidades de la transicin hacia repblicascriollas en coincidencia con el clima de poca, la poca

    de Saint-Simon, que hizo de l un urgente contempor-neo. Como Fourier nos instruye sobre la capacidad socialde las pasiones y sus escuelas, como abiertos falanste-rios, haran posible la traslacin de las pasiones libera-das hacia un plano comn, comunitario, de armnicoaprovechamiento; pero su visin le nace desde sus costa-dos inmediatos en alianza con el clima de poca, la po-ca de Fourier, que hizo de l un adelantado. Intrpreteprofeta de realidades regionales y socio de las tesisde armona universal, trabajaba en l las potencias exis-tenciales del hombre criollo conjuntamente con los anun-cios de apresurada contemporaneidad. Tal como para quesus manos tuvieran algo y mucho que hacer en la his-

    toria, en una historia de tiempos completos, de revolucio-nes profundas; es decir, creacin del mundo criollo enespacio y tiempo de utopa; o sea, concurrencia de la his-

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    toria y fbula como mtodo para construir repblicas

    nuevas y enteras. La historia lo negara. Lo desfigurarala fbula. Puede que sea labor actual hacerlo historia.

    DARDO CNEO

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    1794

    Reflexiones sobre los defectosque vician la Escuela de Primeras

    Letras de Caracas y medios

    de lograr su reforma por unnuevo establecimiento

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    Veinteaero, el maestro caraqueo de primeras letras im-pugna las deficiencias de la enseanza en la ciudad. Lohace en memorial ante el Cabildo en mayo de 1794 y loreitera en junio de 1795. Los capitulares lo trasladan a laReal Audiencia. Ninguna informacin ms sobre su suer-te, aunque cabe suponerla por la respuesta del maestro:su renuncia en el inmediato octubre, identificando con-

    vencimiento y conducta. Se reproduce su primera parte.La segunda comenta en detalle las apropiadas reformas.

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    ESTADO ACTUAL DE LA ESCUELADEMOSTRADO EN SEIS REPAROS

    REPARO PRIMERO

    NO TIENE LA ESTIMACIN QUE MERECEBasta observar la limitacin a que est reducida y la es-casez con que se sostiene para conocerlo. Todos general-mente la necesitan porque sin tomar en ella las primerasluces es el hombre ciego para los dems conocimientos.

    Sus objetos son los ms laudables, los ms interesantes:disponer el nimo de los nios para recibir las mejoresimpresiones, y hacerlos capaces de todas las empresas.Para las ciencias, para las Artes, para el Comercio, paratodas las ocupaciones de la vida es indispensable. Con to-do en qu olvido se ve sepultada respecto de otras cosasque sucesivamente se adelantan y mejoran: cuntos hom-

    bres juzgan ms decoroso que ella el empleo ms privadoy menos til: cuntos tienen este ministerio por anexo a lavejez, y a la baja suerte; y cuntos se desdean de aplicar-se a fomentarlo y elevarlo!

    SEGUNDO

    POCOS CONOCEN SU UTILIDADCuando una cosa buena se desprecia, es por uno de dosmotivos: o por temeridad, o por ignorancia. Por lo primero,

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    no puede ser contrayndonos al presente asunto; pues

    parece imposible que haya hombres de este carcter. Delo segundo resulta, sin duda, esta fatal consecuencia y loentiendo as:

    Como la necesidad ha obligado a tantos a suplir la fal-ta de Escuela formal con el auxilio de un particular en es-tudio privado ha resultado con el tiempo otra diferenciaen el gusto cuanta hubo en el capricho de los que ensea-

    ron. Cada uno refiere y sostiene las reglas, los preceptos,las distinciones, que recibi en sus principios: est satisfe-cho de que fue aqul el mejor mtodo: tiene por falta el noverlo observado; critica la novedad y raros son los que co-nocen su defecto.

    De este crecido nmero de hombres, es menester con-fesar, que respectivamente son muy pocos los que han pro-

    curado despus desimpresionarse, corrigiendo con nuevoy cuidado estudio los abusos que seguan. Lo primero por-que son raros los que despus de una edad madura se ha-llan libres de alguna carga del estado para dedicarse a l.Lo segundo porque se necesita gusto natural para empren-derlo y ste no lo sacan todos. El que no lo tiene, ve conindiferencia el asunto; y como encuentra a cada paso tan-tos ejemplares idnticos de su mala letra y que se gobiernacon ella: tantos que ignoran la Aritmtica y se valen de aje-na direccin en sus intereses; juzga desde luego que la Es-cuela de primeras Letras, a quien pertenece la enseanzaperfecta de estas cosas, es de poca utilidad, respecto a quesin haberla cursado lo desempea, a su parecer, bien.

    Esta opinin ha llegado a ser casi general en otro tiem-po; y an en el presente se tiene el estudio de la Caligrafay Aritmtica por necesario a slo los dependientes.

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    Hay quien sea de parecer que los artesanos, los labrado-

    res y la gente comn, tienen bastante con saber firmar;y que aunque esto ignoren, no es defecto notable: que losque han de emprender la carrera de las letras, no necesitande la Aritmtica, y les es suficiente saber formar los carac-teres de cualquier modo para hacerse entender, porque nohan de buscar la vida por la pluma: que todo lo que apren-den los nios en las escuelas, lo olvidan luego: que pierden la

    buena forma de letra que tomaron: que mejor aprendenestas cosas cuando tienen ms edad y juicio, etc., de mo-do que en su concepto, era menester dar al desprecio todolo que hay escrito sobre el asunto, considerando a sus au-tores preocupados de falsas ideas; suprimir las Escuelaspor intiles y dejar los nios en la ociosidad.

    Los artesanos y labradores es una clase de hombres

    que debe ser tan atendida como lo son sus ocupaciones.El inters que tiene en ello el Estado es bien conocido; ypor lo mismo excusa de pruebas.

    Todo est sujeto a reglas. Cada da se dan obras a laprensa por hombres hbiles sobre los descubrimientosque sucesivamente se hacen en la Agricultura y Artes, ystos circulan en todo el Reino para inteligencia de losque las profesan. Si los que han de estudiar en esto paramejorarlo ignoran los indispensables principios de leer,escribir y contar, jams harn uso de ellas: estarn siempreen tinieblas en medio de las luces que deban alumbrarlos;no adelantarn un solo paso; y se quejar el Pblico deverse mal servido pero sin razn.

    Las artes mecnicas estn en esta ciudad y aun en to-da la Provincia, como vinculadas en los pardos y more-nos. Ellos no tienen quien los instruya; a la escuela de los

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    nios blancos no pueden concurrir: la pobreza los hace

    aplicar desde sus tiernos aos al trabajo y en l adquierenprctica, pero no tcnica: faltndoles sta, proceden en to-do al tiento; unos se hacen maestros de otros, y todos nohan sido ni aun discpulos; excepto de esto algunos quepor suma aplicacin han logrado instruirse a fuerza deuna penosa tarea.

    Qu progreso han de hacer estos hombres, qu emu-

    lacin han de tener para adelantarse, si advierten el totalolvido en que se tiene su instruccin? Yo no creo que seanmenos acreedores a ella que los nios blancos. Lo prime-ro porque no estn privados de la Sociedad. Y lo segundoporque no habiendo en la Iglesia distincin de calidadespara la observancia de la Religin tampoco debe haber-la en ensearla. Si aqullos han de contribuir al bien de la

    Patria ocupando los empleos polticos y militares, desem-peando el ministerio eclesistico, etc., stos han de servir-la con sus oficios no menos importantes; y por lo mismodeben ser igualmente atendidos en la primera instruccin.Mejor vistos estaran y menos quejas habra de su conduc-ta si se cuidase de educarlos a una con los blancos aunqueseparadamente.

    El asegurar que todo el trabajo que hacen los nios enla Escuela de primeras Letras es perdido despus con elcurso de las clases mayores, y que los que han de ser lite-ratos deben escribir mal y no saber contar, es igual erroral antecedente.

    Es del cargo del maestro de la primera Escuela ensear

    no slo la formacin de los caracteres sino su valor y pro-piedad: el modo de usarlos y colocarlos segn las reglasde perfecta ortografa: el dar una clara inteligencia de losprincipios de Arimtica; el instruir en las reglas generales y

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    particulares de trato civil: sobre todo el fundamentar a sus

    discpulos en la Religin.Apuren enhorabuena los unos toscamente las letras, yentiendan regularmente un libro para seguir las ciencias;esperen los otros mejor edad para aplicarse, y respndan-me los primeros si es cierto que en las clases de latinidadgastan todo el tiempo que haban de haber gastado en lade Primeras Letras, aprendiendo la doctrina cristiana, a

    leer y escribir, en las de Filosofa aprendiendo a formar elguarismo y a conocer los nmeros; y en todas a fuerza dereprensiones y bochornos los preceptos de urbanidad; y sies para esto necesario que los catedrticos quieran tomar-se por puro celo un trabajo que no les pertenece. Dganmelos segundos si es verdad que cuando en la juventud vuelvensobre s, y conocen su ineptitud reparando al mismo tiempo

    en los nios ms tiernos la instruccin que a ellos les falta-ra, procuran ocultar su defecto: si se les hace insuperable elestorbo que la vergenza les opone: si ceden muchos a sufuerza, y permiten ms bien quedarse en la ignorancia quevencerla. Yo tengo de esto muy buenas pruebas.

    No es propiedad de lo que se aprende en la Escuela elolvidarse: lo ser de lo que se aprende mal; as como sedesploma y arruina luego el edificio mal cimentado. D-gase que fue superficial la enseanza y no que fue intil.

    TERCERO

    TODOS SE CONSIDERAN CAPACES DE DESEMPEARLAEl ignorar los principios elementales de una cosa, cuandose trata de sus medios o fines, es vergonzoso; y as no se

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    podra sin agravio preguntar a un Telogo, a un Jurista si

    entenda el idioma latino, a un matemtico si saba laAritmtica.Esto mismo puntualmente sucede con casi todos los hom-

    bres respecto a leer y escribir. Con dificultades se encontra-r uno que diga que no es capaz de ensear las primerasLetras; por el contrario pocos confesarn abiertamente ha-bilidad para el desempeo de una ctedra de Elocuencia,

    Filosofa, etc. Prueba bien clara de que el estudio de es-tas facultades pertenece a pocos, y que el conocimientocompletamente instruidos si no satisfechos de que lo estnpor la grande facilidad que encuentran en ensear una cosaque juzgan de poco momento.

    Para que un nio aprenda a leer y escribir, se le mandacasa de cualquier vecino, sin ms examen que el saber que

    quiere ensearlo porque la habilidad se supone; y gozan degran satisfaccin las madres cuando ven que viste hbitosel Maestro porque en su concepto es este traje el smbolode la Sabidura. Ah! De qu modo tan distinto pensaran siexaminaran cul es la obligacin de un Maestro de Prime-ras Letras, y el cuidado y delicadeza que deben observarseen dar al hombre las primeras ideas de una cosa.

    CUARTO

    LE TOCA EL PEOR TIEMPO Y EL MS BREVEAs como es propio carcter de la infancia y puericia elser inocente, lo es tambin el ser delicada, y penosa, tan-to por su debilidad, cuanto por el desconcierto de sus ac-ciones. Es verdad que para tolerar stas, es poderosoaliciente el de aqulla; pero no podr negarse que sin una

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    continua reflexin sobre los derechos que se la deben, con

    dificultad habra quien se encargase de su direccin.Es necesario estrechar en los lmites de la prudenciatodos sus deseos al paso que se les permita obrar con li-bertad. Para discutir y proceder as es menester no ser ig-norante o no querer parecerlo consintiendo sin estorboalguno todos los gustos que inventa la razn informe delos nios.

    En esto se funda mi reparo. Le toca al Maestro de Pri-meras Letras la peor parte de la vida del hombre; no por sutravesura, por su complexin, ni por su distraccin, sinopor la demasiada contemplacin e indulgencia que goza enesta edad. Si sta se dispensase racionalmente por los pa-dres como es debido, nada habra que decir; pero sucede alcontrario regularmente: (hablo en esto y en todo con la ex-

    cepcin que debo). Es preciso que el Maestro al tiempoque trata de rectificar el nimo y las acciones de un nio;y de ilustrarle el entendimiento con conocimientos tiles,trate tambin de consultarle el antojo sobre las diversio-nes, juegos y paseos que apetece, si no quiere hacerse untirano a los ojos de sus padres.

    De esta extraa doctrina resulta que cuando deba ter-minar la enseanza an no ha comenzado: que pierde eldiscpulo el tiempo ms precioso en la ociosidad: y que alcabo sale el Maestro con la culpa que otro ha cometido.

    Ojal fuera ste solo el cargo que se le hiciera, que condesentenderse estaba vencido; lo ms penoso est en sa-tisfacer a los que se le forman en el discurso de la ense-

    anza sobre el aprovechamiento. Se le reconviene a cadapaso con la edad del discpulo, con su grande talento, aun-que no lo tenga, con los designios que se han propuesto ensu carrera, con las proporciones que malogra, etc., porque

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    es cosa chocante al parecer de muchos padres ver sus hijos

    en la Escuela de Primeras Letras cuando cuentan ya onceo doce aos de edad, aunque los hayan tenido en sus casashasta los diez, llevados de la idea comn de gobernarsepor la estatura, y no por la habilidad, para pasarlos a lasclases de Latinidad como si fuesen a cargar la gramticaen peso.

    Cansado el maestro de este modo usa de las abreviaturas

    que puede para eximirse de una molestia tan continuada. Sa-le el discpulo, entra en su deseada clase; y aunque consumaen ella doble tiempo del necesario no es reparable: pocas ymuy ajustadas son entonces las instancias y quedan plena-mente satisfechos con la ms leve respuesta del preceptor.No quiere decir esto que a la Escuela de Primeras Letras letoca el peor tiempo y el ms breve?

    QUINTO

    CUALQUIERA COSA ES SUFICIENTEY A PROPSITO PARA ELLA

    La desgraciada suerte que ha corrido la escuela en tantosaos, la ha constituido en la dura necesidad de confor-marse con lo que han querido darla. Olvidado su mritoha sufrido el mayor abandono con notorio agravio; y aunen el da siente, en mucha parte, lastimosos efectos de sudesgracia.

    Basta para conocerlo fijar un poco la atencin en las pe-luqueras y barberas que sirven de Escuela; y sin detenerseen examinar su mtodo, ni la habilidad de sus maestros, p-sese a averiguar con qu autoridad se han establecido, qui-nes son sus discpulos y qu progresos hacen.

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    Y se ver que ha sido costumbre antigua retirarse los

    artesanos de sus oficios en la vejez con honores de Maes-tros de Primeras Letras, y con el respeto que infunden lascanas y tal cual inteligencia del Catecismo, han merecidola confianza de muchos padres para la educacin de sushijos: que muchos an en actual ejercicio forman sus Es-cuelas pblicas de leer y peinar, o de escribir y afeitar, confranca entrada a cuantos llegan sin distincin de calida-

    des, y nunca se ve salir de ellas uno que las acredite.Cualquiera libro, cualquier pluma, tintero o papel que

    un nio lleve, est demasiado bueno para el efecto: por-que teniendo qu leer y con qu escribir es accidente quesalga de un modo o de otro, debindose enmendar des-pus con el ejercicio. Propia mxima de estas fingidasescuelas. Nada perjudicara si se quedase en ellas; pero la

    lstima es que se trasciende a las verdades, y hace dificul-toso su curso.

    Cuando un hombre que se gobern por ella tiene a laEscuela un hijo, y se le piden libros sealados, papel opluma de tal calidad: le coge tan de nuevo que se re, y lla-ma al maestro minucioso y material: por lo que se ve steobligado muchas veces a ensear a unos por el Flos Sanc-torum y a otros por el Gua de Forasteros.

    No se hacen cargo que son indispensables principiospara leer con propiedad el conocimiento de los caracteres,la buena articulacin y la inteligencia de las notas, y que nopuede un maestro ensearlo, sin tener en la mano ejem-plares propios de cada cosa; que para instruir en el mto-

    do y reglas de formar las letras, necesita igualmente demateriales acondicionados, que al paso que faciliten aldiscpulo la ejecucin, le hagan conocer las circunstanciasque constituyen su bondad para que los distinga.

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    Se entiende regularmente que los libros de meditacio-

    nes, o discursos espirituales, son los que necesita un nioen la Escuela, y sin otro examen se procede a ponerlos ensus manos. Santos fines sin duda se proponen en esto: pe-ro no es ste slo el asunto que se trata en el mundo. Esnecesario saber leer en todos sentidos y dar a cada expre-sin su propio valor. Un nio que aprende a leer slo endilogo no sabr ms que preguntar o referir si slo usa de

    un sentido historial. Lo mismo digo del escribir y de todolo dems que toca a la enseanza. El vicio o limitacin quetoma en su principio, con dificultad se enmienda y siem-pre es conocido el reparo.

    SEXTO

    SE BURLAN DE SU FORMALIDAD Y DE SUS REGLAS,Y SU PRECEPTOR ES POCO ATENDIDO

    Como esto de hacer maestro de nios a cualquiera ha sidolibre facultad de cada padre de familia respecto de sus hijos,no ha sido menos libre la accin que se han reservado paradisponer de la escuela a su arbitrio como fundadores. Perm-taseme una pintura de este gobierno.

    Admite un pobre artesano en su tienda los hijos de unavecina para ensearlos a leer: ponerlos a su lado mientrastrabaja a dar voces en una Cartilla, yelos todo el vecinda-rio; alaban su paciencia; hacen juicio de su buena conducta;ocurren a hablarle para otros: los recibe; y a poco tiempo seve cercado de cuarenta o cincuenta discpulos.

    Cada padre le intima las rdenes que quiere para el go-bierno de su hijo y ste ha de observarlas puntualmente. Asu entrada lleva su asiento del tamao que le parece: puesto

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    en l y una tablilla sobre las piernas forma su plana por un

    rengln de muestra; a la hora que llega es bien recibido; yal fin, antes de retirarse cantan todos el Ripalda en un tonoy sentido violento mientras el maestro entiende en susquehaceres.

    El viernes es da ocupado. ste es el destinado paradespachar los vales a proporcin de la contribucin quecada uno hace, segn sus haberes, que regularmente se re-

    duce a una vela, a un huevo, a un medio real o a un cuar-tillo de los que corren en las pulperas.

    Castgase un nio, y no le agrad a su madre, o sobre-vino algn otro disgusto de resultas de la enseanza, ya essuficiente motivo para llenar de pesares al maestro, man-dar por el asiento y ponerlo al cargo de otro que hace elmismo papel en otra cuadra. Sucede lo mismo con ste, y

    con otros, y despus de haber andado el muchacho detienda en tienda con su tablilla terciada, adquiriendo resa-bios y perdiendo el tiempo, entra a estudiar Latinidad por-que ya tiene edad, o toma otro destino.

    Parece imposible que un mtodo tan brbaro, un pro-ceder tan irregular se haya hecho regla para gobernar enun asunto tan delicado; pero la costumbre puede mucho.No ser imposible oponerse a ella; mas no se lograr eltriunfo sin trabajo.

    Quin cree ahora que la Escuela de Primeras Letrasdebe regirse por tales constituciones, por tales preceptos?Que sus discpulos han de respetarlos y cumplirlos exac-tamente, o ser expedidos? Que su maestro goza de los

    fueros de tal y debe ser atendido? Si hemos de decir ver-dad, no ser muy crecido el nmero de los que as pien-san y bastar para prueba considerar lo vasto del vulgo ysus ideas.

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    Una escuela que no se diferencia de las dems, sino en

    el asunto: un Preceptor que tiene el mismo honor que losotros en servir al pblico, es el juguete de los muchachos enel da: tanto importa que se les fije una hora para asistira ella, como que se les admita a la que lleguen, tanto elque se les prescriba tal mtodo como el que se use de nin-guno, tanto el que se les haga entender el orden de susobligaciones, como el que se les deje en libertad para por-

    tarse bien o mal: en una palabra, el maestro que deba serconsiderado de los discpulos, es el que los considera por-que el tiempo y la costumbre as lo exigen. Dura necesidad,por cierto. No se ve esto sino en la escuela de PrimerasLetras a pesar de la razn.

    Los principales obligados a la educacin e instruccin delos hijos son los padres. No pueden echar su carga a hom-

    bros ajenos sino suplicando, y deben ver al que la recibe yles ayuda con mucha atencin y llenos de agradecimiento.

    El establecimiento de las escuelas de primeras Letrasno ha tenido, ni tiene otro fin, que el de suplir sus faltas enesa parte, ya sea por ignorancia, ya sea porque no se lopermitan sus ocupaciones. Para esto las ponen los Seo-res Jueces al cargo de sujetos que pueden desempearlascon el acierto que corresponde. El que no las necesita por-que puede hacerlo s est bien libre de que le apremien;pero el que las necesita debe conformarse en todo con suspreceptos, con su mtodo, con sus constituciones. Lo pri-mero porque tienen aprobacin, y lo segundo porque re-ciben en ello beneficio.

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    1830

    El Libertador del Mediodade Amrica y sus compaeros

    de armas, defendidos por un amigo

    de la causa social

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    En Arequipa, enero de 1830, aparecen las 159 pginas dela defensa de Bolvar. En nota preliminar advierte su au-tor que la escribi en Bolivia en 1828, donde corri ma-nuscrita. Se reproducen los textos que refieren a losprocesos polticos-sociales de la regin y a proposicionessobre educacin popular.

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    En la revolucin de los Anglo-americanos, y en la de losFranceses, los Gobernantes no tuviron qu pensar encrearpueblos, sino en dirijirlos. La Amrica Espaolapeda dos revoluciones un tiempo, la Pblica y la Eco-nmica: las dificultades que presentaba la primera erangrandes El Jeneral Bolvar las ha vencido, ha enseado excitado otros vencerlas: los obstculos que oponen

    las preocupaciones la segunda, son enormes el Je-neral Bolvar emprende removerlos, y algunos sujetos, ANOMBRE DE LOS PUEBLOS le hacen resistencia en lugar deayudarlo. Sedientos de venganza, por injurias supuestas, ciegos de ambicin por empleos que quiz no puedendesempear, se jactan de ser sus enemigos, condenan susprincipios, le adivinan malas intenciones, le suscitan gue-rras en unas partes, se las declaran y las llevan efecto enotras, lo asaltan en su propia casa para asesinarlo, trastor-nan, alborotan, llaman su atencin sobre todos los puntosy su presencia en los ms importantes Sucumben, y sedispersan: unos toman el partido de callar, otros el de insti-gar sordamente, y los ms comprometidos salen hacer, en

    pases extraos, el papel de ilustres desgraciados.Aprendan los pueblos conocer sus verdaderos defen-sores en los que sostienen los choques que sufre su cau-sa: vean en los principios de Bolvar los de la seguridad

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    jeneral, y en su persona la columna maestra del sistema

    republicano. Bolvarmerece ser defendido: los ameri-canos deben considerarlo como un padre, cargado con eltesoro de sus derechos, peleandosolo contra millares deenemigos, y pidiendo socorro los mismos que defiende.

    Por no quererse persuadir de esta verdad por no que-rer imitar Bolvar yerran gravemente los que mandan unospueblos tan desordenados y tan pobres, confiados en que

    una pequea parte muy voluntariosa (que llamansana,por-que no la conocen) los ha de ayudar. Reconozcan, pues, lospueblos del medioda de Amrica que

    al valor y la sagacidad de Bolvar deben su Indepen-dencia, y crean que

    su prudencia y su firmeza su Libertad.

    Instryase al Populacho, y para ello dgasele

    1 La palabra Populacho es tomada del Italianopopo-lazzo popolaccio, y quiere decir pueblo menudo jente menuda por extensin JENTE DESPRECIABLE.

    2 El hombre no es verdaderamente despreciable sino porsu IGNORANCIA.

    3 Por la ignorancia, que se condenan los artesanos, sehacen despreciables, y hacen despreciar las artes queprofesan.

    4 El vestido no hace al hombre decente.5 Si un filsofo se dedicara cuidar puercos, el ejercicio

    de Porquero sera honroso, y se dira POCILGA, como

    se diceAcademia, Ateneo, Prtico, Liceo, por el lugardonde se ensea.6 La codicia de los Europeos destin, hace tiempos, la

    Amrica ser el lugar en que se han de reunir las tres

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    razas de hombres conocidas cruzarse y produ-

    cir una sola. Mintras se estn fundiendo unas enotras, habr una preferencia de nmero, y ningunaser mejor: cualquiera ser la primera, segn se em-piece contar hasta que una merezca la primacapor su saber.

    7 Si la ignorancia reduce al hombre la esclavitud, ins-truyndose el esclavo ser libre.

    8 La simpleza es una de las cosas que hacen al hombredespreciable: es una simpleza el estarse echando en ca-ra el color: el populacho lo hace luego el populachose hace despreciable por su simpleza.

    9 Como todo progresa por grados, empiece cada uno abstenerse de mencionar colores y ascendencas en elmrito demrito de las personas, y habr dado un paso

    fuera del populacho no aprecie ni desprecie nadiepor el lugar de su nacimiento, ni por su profesin pol-tica, ni por su creencia religiosa . . . y habr dado unpaso ms Empiece tener una decente ocupa-cin para subsistir, y se pondr tres pasos de distan-cia Intersese por el bien jeneral y se pondr cuatro sepa bien sus deberes 1 hcia s mismo, 2hcia aquellas personas animales con quienes tengarelaciones, 3 hcia todos aqullos con quienes puedatenerlas, sea en el pas donde vive, sea en los pases ve-cinos, sea en los distantes en una palabra, sepa quetodo hombre tiene derecho sus atencionessiempre y sus servicios cuando los necesite, y ser igual (de

    hombre hombre) con el mejor: y si cada uno hace lomismo . . . lo que ahora se llama populacho, ser igual(de pueblo pueblo) con el que ms se haya distingui-do, desde que se conocen naciones en sociedad.

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    10En ninguna parte se ven las disensiones, ni las discor-

    dias, ni los pleitos que se ven en la Amrica Espaolasobre colores y sobre ejecutorias. El descendiente de unmoro, vena de Espaa diciendo que en su familia nose haban conocido negros: el hombre ms soez, sepresentaba, con un cartucho de papeles llenos de Ara-bescos y garabatos, para probar que descenda de la casams noble de Vizcaya, de Asturias de Aragn; los hi-

    jos han heredado las manas de sus abuelos, y de susvirtudes han hecho poco caso. Olviden las unas, re-cuerden las otras, y sern dignos descendientes de losEspaoles. No se echen en cara el oficio que tuvo elpadre, ni se engran con sus cabellos ni con sus pa-peles: si continuan como hasta aqu, sus parientes mis-mos, en Europa, los tendrn por payos, por colonos,

    por esclavos. La Amrica est llamada (SI LOS QUE LAGOBIERNAN LO ENTIENDEN) ser el modelo de labuena sociedad, sin ms trabajo que adaptar. Todo es-t hecho (en Europa especialmente). Tomen lo bueno dejen lo malo imiten con juicio y por lo queles falte INVENTEN.El fundamento del Sistema Republicano est en la opi-

    nin del pueblo, y sta no se forma sino instruyndolo.Hay una indicacin de la necesidad de instruir, en el

    sentir de cuantos piensan, sin prevencin, en la felicidadsocial: todos dicen que sin luces y virtudes no hay Rep-blica; pero por otra parte nadie dice cules sean estas lucesy virtudes. Los partidarios del sistema titubean cuando se

    les cuestiona, y al f in concluyen con el mayor nmero quees imposible instruir todo un pueblo la vez, ni de unavez que slo el tiempo puede ensear por consi-guiente que es menester esperar. . . esperar que el tiem-

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    po ensee!. . . puede el tiempo ensear?. . . Lo puede, sin

    duda, y cada da da pruebas de ser maestro. . . en desenga-os, no en principios: stos no los descubre sino el quepiensa en la naturaleza de las cosas. El desengao ensea desistir; pero no dicta lo que se ha de hacer: los desen-gaos retraen, intimidan, apocan y al cabo inutilizan: s-lo el pensador saca partido de sus yerros y se sabe quela incapacidad de inventar la pereza de pensar, hace al

    hombre imitador.

    * * *

    Sobre el proyecto de Educacin Popular

    Los que suponen Bolvar intenciones hostiles contrala Libertad, no saben TAL VEZ lo que ha hecho por asegu-rarla

    no trata de elevar al Pueblo a su dignidadno trata de ensear para que lo conozcanno trata de dar fuerzas para que le resistan

    de educacinPopularde destinacin ejercicios tiles yde aspiracinfundada la propiedad

    Expidi un decreto para que se recojiesen los nios po-

    bres de mbos sexos. . . n en Casas de misericordia hi-lar por cuenta del Estado n en Conventos rogar Dios por sus bienhechores n en Crceles purgar lamiseria los vicios de sus padres n en Hospicios, a

    Inventamos o erramos / 25

    El que pretende reinar {

    { {lo mand ejecutarBolvaren Chuquisaca

    El plan

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    pasar sus primeros aos aprendiendo servir, para mere-

    cer la preferencia de ser vendidos, a los que buscan cria-dos fieles esposas inocentes.

    Los nios se haban de recojer en casas cmodas yaseadas, con piezas destinadas talleres, y stos surtidos deinstrumentos, y dirijidos por buenos maestros. Los varo-nes deban aprender los tres oficios principales, Albaile-ra, Carpintera y Herrera porque con tierras, maderas y

    metales se hacen las cosas ms necesarias, y porque lasoperaciones de las artes mecnicas secundarias, dependendel conocimiento de las primeras. Las hembras aprendanlos oficios propios de su sexo, considerando sus fuerzas se quitaban, por consiguiente, los hombres, muchos ejer-cicios que usurpan las mujeres.

    Todos deban estar decentemente alojados, vestidos,

    alimentados, curados y recibir instruccin moral, social yrelijiosa. Tenan, fuera de los maestros de cada oficio,Ajentes que cuidaban de sus personas y velaban sobre laconducta, y un Director que trazaba el plan de operacio-nes y lo haca ejecutar.

    Se daba ocupacin los padres de los nios recojidos,si tenan fuerzas para trabajar; y si eran invlidos se lessocorra por cuenta de sus hijos; con eso se ahorraba lacreacin de una casa para pobres ociosos, y se daba losnios una leccin prctica sobre uno de sus principalesdeberes.

    El capital empleado en estos gastos era productivo,porque se llevaban cuentas particulares con los nios

    al fin del quinquenio se cargaban los existentes, prorata, los gastos ocasionados por los muertos invli-dos y al salir de aprendizaje cada jven reconoca unadeuda al fondo y pagaba 5 por ciento hasta haberla amorti-

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    zado De este fondo se sacaba con qu auxiliar soco-

    rrer y amparar los miembros de aquella sociedad, porcorporaciones, despus de establecidos. Slo el amparoera una carga por el auxilio y por el socorro pagabaninters al fondo.

    El fondo para gastos de establecimiento se cre, por la1 vez, reuniendo bajo una sola administracin, en cadaDepartamento, varias fundaciones, unas destinadas cosas

    intiles, y otras mal aplicadas. No se obedeci a la VO-LUNTAD DEL TESTADOR, 1 porque si su alma hubiese es-tado en este mundo, habra aprobado (sin duda) el nuevodestino que se daba al ca