Simon Rodriguez y La Educacion

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SIMON RODRIGUEZ Y LA EDUCACION Estatuye Simón Rodríguez, como principio y fundamento de acción educadora, este principio absolutamente desconocido en su tiempo: “Instruir no es educar; ni la instrucción puede ser equivalente de la educación, aunque instruyendo se eduque”. Y comenta midiendo, tras visión orbital, la consecuencia: “Enseñen y tendrán quien sepa; eduquen y tendrán quien haga”. El doble rumbo: ¡la teoría y la práctica! Esta distinción enjuicia directamente el problema de la niñez y la juventud: instruir es dación de conocimientos, de saberes; mediante información grábase aquello que se ha ignorado; en contraste, educar implica ir de lleno al hombre integral, y no sólo al hombre pensante. El individuo poseído de grandes apetencias germinativas, será ciudadano útil. Instrucción significa dación de conocimientos; en cambio educación es formación de criterio, enrumbamiento, conciencia. Al instruir se educa, pero sólo en pequeña parte: la relativa estrictamente a conocimientos intelectuales. Hay que partir del razonamiento. “El siguiente principio –dice- es importantísimo en la educación mental: léalo cada uno con toda la atención que pueda darle: No se mande, en ningún caso, hacer a un niño nada que no lleve su “porque” al pie: “Haz esto, porque” y si hay tiempo, empiécese por el “porque”. Acostumbrado el niño a ver siempre la razón, respaldando las ordenes que recibe, la echa de menos cuando no la ve, y pregunta por ella diciendo: ¿Por qué? Con hombres que hacen esta pregunta se puede emprender lo que se quiera, con tal que el porque sea bueno”. Y hay que ir del razonamiento a la estructuración del carácter “Sólo la educación impone obligaciones a la voluntad”, expresa el Maestro. ¡Una voluntad recia, orientada por certero burilar educativo, da por consecuencia un Simón Bolívar! Hecha esta distinción sustantiva, valida especialmente en los tiempos actuales en que, por el desarrollo gigantesco de las ciencias y la técnica, se supone que los saberes bastan, con olvido o subestimación del hombre completo, fija esta deducción: “Antes de abrir escuelas, piénsese en formar maestros”. La docencia no ha de proporcionar ocupación; ha de constituir ejercicio de vocación. Y hasta debe poseer el docente estas condiciones: “ser sabio, ilustrado, filósofo y comunicativo, porque su oficio es formar hombres para la sociedad”. Los maestros asumen especial dignidad social. “El titulo de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es al que enseña a aprender”, aunque ese noble oficio no alcance gratitud: “No hay muchacho que busque al maestro, como no hay oveja que busque al pastor”. Observa Augusto Mijares –en el prólogo a “Doctrina del Libertador” de la Biblioteca Ayacucho– que en aquellos tiempos de Rodríguez “era muy difícil formar maestros, tanto por aquella incultura casi general de la población, como por los pocos incentivos que la profesión presentaba; además, no había dinero para pagar los maestros”. El educador caraqueño lo sabia; pero,

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SIMON RODRIGUEZ Y LA EDUCACION  Estatuye Simón Rodríguez, como principio y fundamento de acción educadora, este principio absolutamente desconocido en su tiempo: “Instruir no es educar; ni la instrucción puede ser equivalente de la educación, aunque instruyendo se eduque”. Y comenta midiendo, tras visión orbital, la consecuencia: “Enseñen y tendrán quien sepa; eduquen y tendrán quien haga”. El doble rumbo: ¡la teoría y la práctica! Esta distinción enjuicia directamente el problema de la niñez y la juventud: instruir es dación de conocimientos, de saberes; mediante información grábase aquello que se ha ignorado; en contraste, educar implica ir de lleno al hombre integral, y no sólo al hombre pensante. El individuo poseído de grandes apetencias germinativas, será ciudadano útil. Instrucción significa dación de conocimientos; en cambio educación es formación de criterio, enrumbamiento, conciencia. Al instruir se educa, pero sólo en pequeña parte: la relativa estrictamente a conocimientos intelectuales. Hay que partir del razonamiento. “El siguiente principio –dice- es importantísimo en la educación mental: léalo cada uno con toda la atención que pueda darle: No se mande, en ningún caso, hacer a un niño nada que no lleve su “porque” al pie: “Haz esto, porque” y si hay tiempo, empiécese por el “porque”. Acostumbrado el niño a ver siempre la razón, respaldando las ordenes que recibe, la echa de menos cuando no la ve, y pregunta por ella diciendo: ¿Por qué? Con hombres que hacen esta pregunta se puede emprender lo que se quiera, con tal que el porque sea bueno”. Y hay que ir del razonamiento a la estructuración del carácter “Sólo la educación impone obligaciones a la voluntad”, expresa el Maestro. ¡Una voluntad recia, orientada por certero burilar educativo, da por consecuencia un Simón Bolívar! Hecha esta distinción sustantiva, valida especialmente en los tiempos actuales en que, por el desarrollo gigantesco de las ciencias y la técnica, se supone que los saberes bastan, con olvido o subestimación del hombre completo, fija esta deducción: “Antes de abrir escuelas, piénsese en formar maestros”. La docencia no ha de proporcionar ocupación; ha de constituir ejercicio de vocación. Y hasta debe poseer el docente estas condiciones: “ser sabio, ilustrado, filósofo y comunicativo, porque su oficio es formar hombres para la sociedad”. Los maestros asumen especial dignidad social. “El titulo de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es al que enseña a aprender”, aunque ese noble oficio no alcance gratitud: “No hay muchacho que busque al maestro, como no hay oveja que busque al pastor”. Observa Augusto Mijares –en el prólogo a “Doctrina del Libertador” de la Biblioteca Ayacucho– que en aquellos tiempos de Rodríguez “era muy difícil formar maestros, tanto por aquella incultura casi general de la población, como por los pocos incentivos que la profesión presentaba; además, no había dinero para pagar los maestros”. El educador caraqueño lo sabia; pero, adoctrinaba, enrumbaba, agujereaba la roca de la costumbre, indicando el “que debe hacerse”. No había, en la práctica del momento, ninguna situación dramática para el Maestro. ¿A quien enseñar? ¡A todos! “La instrucción debe ser nacional... Respóndase si los pobres no tienen derecho a saber; si el labrador, el artesano, el tendero, han de ser bestias”. Se propicia un derecho igualitario. Hay otro principio original, que nadie había formulado todavía: la escuela será obligatoria. “La sociedad –escribe– debe no solo poner a la disposición de todos la instrucción, sino dar los medios de adquirirla, tiempo para adquirirla, y “obligar a adquirirla”. ¡Anticipación, con un siglo! Esa escuela obligatoria ha de “enseñar a raciocinar”. Exclama entusiasta, ”¡Ideas, ideas primero que letras!”. Comenta que la infancia y la adolescencia hacen la cuarta parte de la vida; perdida ésta, o mal empleada, tendrá el que quiera instruirse, que “detenerse en la juventud a hacer estudios de niño”. Simón Rodríguez desea niños veraces, fieles, comedidos, agradecidos, generosos y aseados; además, “se les ha de acostumbrar a respetar la reputación y a cumplir con lo que se promete”. 

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Plasmación de autentica originalidad suya fueron sus fundaciones en Bogota y en Chuquisaca. Hubo antes escuelas en que se enseñaban artes manuales y oficios, pero no como sistema educativo, sino por propósitos de obtener ingresos para salvar la economía del establecimiento. A eso acudió Pestalozzi, cuando sus fundaciones iban a clausurarse por pobreza. Mucho después de Simón Rodríguez, vendrán los Talleres organizados por el sacerdote italiano Juan Bosco. Al aconsejar al Colegio de San Vicente de Latacunga, advertía el Maestro: “La escuela primaria dará reglas de conducta, en general; la maestranza pondrá en practica las que le toquen, y el Colegio habrá dado en lo que nadie hasta aquí, que es hacer ver que en toda ocupación, en toda empresa, ha de regir la idea de la sociabilidad”. Y pedía, concretamente: una cátedra de castellano y otra de quichua, en lugar de latín; una de física, otra de química y otra de historia natural, en lugar de teología, derecho y medicina (que se enseñaban en Quito) Y recomendaba el establecimiento simultáneo de dos fabricas; una de losa y otra de vidrio, creando una maestranza de albañileria, de carpintería y de herrería, “porque con tierras, medras y metales se hacen las cosas mas necesarias”. A las mujeres se impartía instrucción y se les enseñaba oficio, “para que no se prostituyan ni hagan del matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia”. Esta creación dio origen en el mundo no sólo a los Talleres de Salesianos y otras entidades similares, como las de Artes y Oficios de carácter oficial, sino también a la Escuela Activa y otros sistemas pedagógicos de parecida estructura. Había dentro una tendencia social, intelectual y pedagógica, o sea algo en extremo desconcertante para aquellos tiempos reacios a innovaciones.

LA EDUCACIÓN INTEGRAL EN LA PEDAGOGIA DE BELÉN SANJUÁN

Lo primero que se reseña en el libro sobre lo que opinaba Belén Sanjuán acerca de la educación en Venezuela es que muchos de los buenos proyectos educativos que se han puesto en práctica en el país fracasaron, puesto que fueron interrumpidos por la llegada de otros gobiernos. En consecuencia, ninguno de estos proyectos daba frutos, y eso era algo que le convenía a muchos gobernantes, ya que para ellos no era favorable que se formaran en las escuelas ciudadanos críticos, porque eso entorpecería sus pretensiones políticas. Además, Sanjuán hacía una crítica con respecto a la Ley Orgánica de Educación, debido a que no hay correspondencia entre la teoría y la práctica, es decir, las buenas ideas se quedaron ahí, en el papel.Es por eso que Sanjuán propone la educación integral como la única capaz   de asegurar un mejor futuro para el país. Esto lo dice en base a sus propias experiencias durante un movimiento renovador llamado “Escuela Nueva”, el cual no permaneció debido a sus principios filosóficos y éticos, que estaban orientados hacia la formación de un ser crítico y capaz contribuir con el desarrollo del país. La educación integral es, según Sanjuán, un modelo pedagógico, cuyo objetivo principal es desarrollar la total personalidad de hombres y mujeres, de manera que éstos estén preparados para desenvolverse ante cualquier situación de la vida. Es por esto que esta educación involucra todas las áreas del saber, no intenta depositar conocimientos que no puedan ser entendidos y que no sean de provecho para los estudiantes, sino que pretende enseñar a aprender para que así sigan aprendiendo a lo largo de la vida, y además enaltece en gran medida el trabajo y los valores propios de la comunidad. De esta manera, la educación integral toma al estudiante como el centro del hecho pedagógico, y es por eso que está pendiente y atiende todo lo concerniente con el bienestar del mismo, es decir, se interesa por todos los aspectos de su vida.Debido a eso, para llevar a cabo esta educación, es necesario conocer la filosofía pertinente, es decir, aquella filosofía que habla acerca de la educación y función dentro de la sociedad. Por eso, se deben conocer las ideas de grandes pensadores como Simón Rodríguez, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Sabás Olaizola, Suchodolski, entre muchos otros. De esta manera, se logrará trabajar con base filosófica y se lograrán los objetivos de la educación integral.Por otra parte, Sanjuán hace referencia, en el capítulo II del libro, a que en Venezuela la educación integral comenzó en las escuelas experimentales “José Gervasio Artigas”, de Catia, y “Venezuela”, de Los Caobos, durante la tercera década del siglo XX y bajo la conducción del uruguayo Sabás Olaizola. Más adelante se crearon otras escuelas cuyo objetivo era integrar el conocimiento en base a las experiencias,

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de manera que el aprendizaje fuera más sólido y provechoso para los estudiantes.Estas escuelas tenían una organización especial en todos los aspectos, desde las estrategias metodológicas hasta el mobiliario de la institución. Este hecho propiciaba un mayor interés por parte de los estudiantes, puesto que, por ejemplo, ya el aula de clase no tenía el mismo aspecto de las escuelas tradicionales en las que el pupitre y el pizarrón parecían robar el entusiasmo de cada uno de ellos y aislarlos del hecho educativo, lo que estimula el individualismo; por el contrario, para las escuelas cuyo método era el de la educación integral, lo más adecuado era un mesón donde cabían varios estudiantes, de manera que éstos pudieran compartir y trabajar de una manera más integradora.Pero esto era sólo la punta del iceberg, puesto que lo más significativo era lo concerniente a las estrategias de enseñanza-aprendizaje. Para el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje, era imprescindible un elemento que ayudara a integrar las áreas del saber. Además, lo primordial era el conocimiento de los real, la naturaleza y sus objetos,   lo bienes y objetos creados por el hombre, la sociedad y sus normas, los problemas sociales, la vida en un sentido amplio y los valores. De esta manera, el estudiante se sentiría estimulado, puesto que está ante la presencia de hechos reales, de hechos que tienen relación consigo mismo.En este sentido, las escuelas experimentales trabajaban con la aplicación del Plan de Maestros Asociados, que fue instaurado en Venezuela por la Misión Uruguaya que fue contratada por el gobierno de López Contreras. Este plan consistía en la disposición de un aula de clase para cada área del saber. Esta aula debía estar dotada de todo el material didáctico necesario para la enseñanza del contenido y debería tener un maestro fijo capaz de enseñar e integrar las áreas de manera adecuada. Es por esta razón que los maestros deben reflexionar sobre su función dentro de este plan, y deben estudiar sus propias aptitudes, vocación de servicio y preparación para seleccionar el ambiente cultura que más se adecue a estos aspectos. Entre las posibles áreas que el docente puede elegir, organizadas según los valores que manejan, se encuentran las siguientes:  * Valores lógicos: campo de las ciencias biológicas, físico-naturales y químicas, campo de las ciencias matemáticas, ciencias de la Tierra.  * Valores estéticos: campo de la literatura, de las artes plásticas y la música.  * Valores ético-sociales: campo de la lengua nacional y las extranjeras, ciencias sociales y cultura del civismo.  * Valores vitales (formas de vida económica): técnicas y tecnologías, educación física y deportes, destrezas y habilidades en general.Además de esto, se deben organizar los siguientes ambientes para el proceso de enseñanza-aprendizaje:  * Laboratorio: su función es iniciar y desarrollar los procesos de observación y experimentación, en el cual el docente dirigirá las actividades.  * Taller: en él se continúan los procesos de observación y experimentación iniciados en el laboratorio.  * Aula de Asociación: orienta a los estudiantes para reflexionar y juzgar acerca de las experiencias vividas en el laboratorio y el taller.  * Aula de expresión: orienta a los estudiantes para la elaboración de producciones que expresen los resultados obtenidos en las experiencias anteriores.La educación integral, en fin, busca una unificación de todos los saberes, de manera que el estudiante valore el sentido de las experiencias vividas durante el proceso de enseñanza-aprendizaje. Pero además de eso, con la educación integral también se busca rescatar los valores perdidos. No es un secreto que los valores en la sociedad han ido desapareciendo, por lo que es tarea de la escuela y del hogar tratar desesperadamente de encontrarlos y rescatarlos. Pero ¿cuál es la razón por la que se han perdido los valores? Según Sanjuán, el modelo capitalista ha tenido que ver en gran medida con este hecho, ya que éste ha traído consigo diversos antivalores como el ansia de poseer dinero, el individualismo, el deseo de ser mejor que los demás, entre otras cosas.Debido a lo anterior, Sanjuán reitera que la tarea de la escuela es orientar a los estudiantes para que valoren y reconozcan su pertenencia a una comunidad y la responsabilidad social que tienen con ésta. Para esto, deberán descubrir sus valores y antivalores a través de un largo proceso estimulado a través de actividades colectivas programadas orientadas hacia la solución de un problema concreto. De esta manera, el estudiante despertará su interés por su comunidad y buscará contribuir de alguna manera con la solución de los problemas que ésta tenga.Por otra parte, Sanjuán hace referencia a la República Escolar, que fue una forma de autogobierno. La

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República Escolar consiste en la autonomía de la escuela, que enseña a vivir en democracia, a ser solidarios, a disfrutar de una libertad que respeta la libertad de los demás y que favorece el libre desarrollo de la personalidad del estudiante. Según Sanjuán, ésta se originó en Venezuela en 1939, con la Escuela Experimental Venezuela. Es importante destacar que la República Escolar no les quita autoridad a los padres y representantes en la escuela ni en su hogar. Por el contrario, los involucra en el proceso de enseñanza-aprendizaje de los estudiantes, de manera que colaboren con el proyecto de formación integral. Además, se ocupa de cooperar con el proceso de enseñanza-aprendizaje manejado por los maestros de cada área o ambiente. En una República Escolar el estudiante aprende a valorar la libertad, la democracia, la independencia política y económica, y el sistema republicano.En este sentido, se hace relevante referirse al perfil del docente que propone Sanjuán. Según ella, para llevar a cabo la educación integral, el docente no necesariamente tiene saberlo todo, pero es sumamente importante que maneje conocimientos de cultura general. Pero lo más importante de todo es que el docente tenga una verdadera vocación de servicio, que esté preparado para enfrentar cualquier situación que se le presente con los estudiantes, que esté dispuesto a contribuir con la formación de cada uno de ellos y que se sienta comprometido con su trabajo, en fin, un docente integrador.

ENFOQUE PEDAGOGICO DE JOSE MARTI

Sus criterios pedagógicos han resistido la prueba del tiempo y del espacio, logrando llegar hasta nuestros días. Para Martí la educación no es más que la habilitación de los hombres para obtener los medios de vida indispensables, que es formar hombres para que puedan satisfacer sus propias necesidades, es hacer que vivan en analogía con su época y universo.

Demostró una constante preocupación por la formación de las convicciones y sentimientos en el hombre por medio del proceso educativo.

Siente la necesidad de usar métodos que contribuyan a desarrollar la inteligencia por la vía de la actividad y la moral, por la vía del ejemplo diario, enseñar lo útil y no lo ornamental, preguntar con el alma y responder con ella, he ahí el centro principal de sus concepciones, una enseñanza científica desde la primaria, ya que desde ese momento hay que cultivar los sentimientos de dignidad e independencia.

Sus análisis van hasta la célula del proceso docente educativo y señala que el desarrollo de la clase vive de la animación y el incidente, que la palabra debe ser además de sólida e instructiva, galana, fácil, y lograr sobre todas las cosas un intercambio de opiniones y una identificación entre el que explica y el que oye. Para Martí se fijan más los conocimientos en tanto se les de una forma más amena.

Es de especial interés las definiciones martianas sobre las cualidades que debe tener un maestro. Hoy más que nunca, en momentos donde debemos fortalecer los valores el maestro tiene que ser letra viva y transmitir pasión; además de ser aquel vigía que a todas horas sabe donde está y lo que hace el alumno suyo, les mate los vicios, con las manos suaves o enérgicas que sea menester, en las mismas raíces; dándole un significado práctico aldiagnóstico integral en la labor educativa.

Queremos llamar la atención sobre algunos aspectos del pensamiento de José Martí que según el criterio del profesor Horacio Díaz Pendás, Metodólogo de Historia del Ministerio de Educación, en el Primer Seminario Para Educadores, trazan pautas en la labor docente.

La necesidad de tomar en consideración la realidad y particularidades de los alumnos a los que va dirigida la enseñanza. En términos actuales es como estar refiriéndose a la importancia de tener en cuenta el diagnóstico; como punto de partida para la atención a la diversidad.

La exposición oral en las clases. Resulta de vital importancia la palabra del maestro para la transmisión de sentimientos y valores, a lo que agregaría otra aseveración suya:"la manera de decir realza el valor de lo que se dice: tanto que algunas veces suple a esta".

El diálogo; el cual no comento pues ya lo he hecho en este capítulo. La labor de indagación por parte del alumno. Esta sirve de base para el desarrollo del diálogo

interactivo, pues al decir del propio Martí: "es a más cosas cierta que no se habla mal de aquello que se conoce bien".

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Enseñar como sin querer. Le concedo vital importancia a este aspecto y lo asumo como trasmitir el mensaje educativo de forma subliminal.

Por último quiero mencionar algunos aspectos esenciales que resume la doctora Lidia Turner en su magnífica obra Pedagogía de la Ternura y que sirven de guía a todos los educadores cubanos en la actualidad como una indicación directa en su accionar pedagógico:

Los niños saben más de lo que parece. Lo que importa es que el niño quiera saber. No se sabe bien si no lo que se descubre. Que los niños no vean, no toquen, no piensen en nada que no puedan expresar. La mente de los niños es como la rueda de los carros, y como la palabra, se enciende con el ejercicio y

corre más ligera. Que la escuela sea sabrosa y útil.

José Martí supo profundizar y sacar a la luz la piedra angular de la pedagogía que necesitamos en estos tiempos: "la integración del sentimiento y el pensamiento en la educación. El remedio está en desenvolver a la vez la inteligencia del niño y sus cualidades de amor y pasión con la enseñanza ordenada y práctica de los elementos activos de la existencia que ha de combatir y la manera de utilizarlos y moverlos".

La PEDAGOGÍA DE LA TERNURA asume como principio educativo el desarrollo de la integridad personal en los educandos, no solamente destaca sino que aprovecha el valor formativo de los errores en la práctica educativa de los docentes y en las prácticas de formación de la familia y de la escuela.

La PEDAGOGÍA DE LA TERNURA no permite que las personas tengan la horrible sensación de ser valorados negativamente, no solamente porque así se genera culpas innecesarias sino porque así también se configura una autoestima baja en las personas en formación.

La PEDAGOGÍA DE LA TERNURA asume como tarea educativa clave el sentido de integridad personal, para potenciar el desarrollo de los aprendizajes culturales y para la formación de competencias personales que organizan el desarrollo personal de los educandos.