Simpatia Por El NacionalSocialismo y El Fascismo en Mexico - Jasso
-
Upload
cesar-hernandez -
Category
Documents
-
view
393 -
download
8
Transcript of Simpatia Por El NacionalSocialismo y El Fascismo en Mexico - Jasso
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES.
LA SIMPATIA POR EL NACIONALSOCIALISMO Y
EL FASCISMO EN MÉXICO.
TESIS QUE PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRO EN CIENCIA POLÍTICA
PRESENTA:
MIGUEL ÁNGEL JASSO ESPINOSA
ASESOR: Dr. VICTOR MANUEL MUÑOZ PATRACA
Fecha de titulación: mayo 16 de 2004.
1
2
3
INDICE
I INTRODUCCION 71 LOS CIMIENTOS DEL SIGLO XX. 161.1 La persistencia del Antiguo Régimen en Europa 161.2 El Antiguo Régimen Mexicano. 241.3 Los guardianes del acervo clásico y humanista en
Europa.
40
1.4 La dependencia cultural de las elites mexicanas con
respecto a Europa.
50
1.5 La tentación por el comunismo y el fascismo 552 LA ERA DE LA INCERTIDUMBRE. 662.1 El Crac del 29, la Teoría del Derrumbe del Capitalismo
y la crisis del mundo moderno.
66
2.1.1 La Era de la Incertidumbre. 742.1.2 Crisis del Mundo Moderno (imposición de las
dictaduras).
77
2.2 Los Movimientos Sociales del Siglo XX. 842.3 El Impacto de la Crisis de 1929 en México. 932.4 El Régimen de Lázaro Cárdenas. 982.5 La Oposición de Derecha al régimen De Lázaro
Cárdenas.
105
2.5.1 Las condiciones socio políticas para la formación de
una ideología de derecha
105
2.5.2 Derecha radical religiosa y derecha radical secular. 1082.5.3 La Heterogénea Derecha mexicana. 121
3 LA DEFENSA DE ITALIA EN MÉXICO Y LOS
ESCRITOS PROGERMÁNICOS DEL DR. ATL (LA
COLECCIÓN ACCIÓN MUNDIAL).
125
3.1 Las fuentes para el estudio de Gerardo Murillo, Dr. Atl. 1253.2 El Dr. Atl escritor. 1323.3 Los años de aprendizaje romano: el ideal del hombre
de excepción o “super hombre”.
140
3.4 La Revolución Mexicana: oportunidad para la acción. 1493.5 El Dr. Atl escritor Quinta columnista: La defensa de
Italia en México.
160
3.6 El Dr. Atl panfletario: resucitando la Colección Acción
Mundial.
171
4 RUBÉN SALAZAR MALLÉN. 1884.1 La crítica literaria en torno a la persona-obra de Rubén 188
4
Salazar Mallén.4.2 Salazar Mallén, el novelista del grupo
Contemporáneos, y la defensa de Cariátide.
192
4.2.1 La crítica de las buenas conciencias. 2004.2.2 La crítica del Partido Comunista Mexicano. 202
4.3 La obsesión crítica del comunismo por parte de Rubén
Salazar Mallén.
207
4.4 El paso por el Fascismo. 2125 JOSÉ VASCONCELOS Y LA REVISTA TIMÓN. 2195.1 Mínima biografía de José Vasconcelos (de 1881 hasta
1940).
219
5.2 Vertiginoso punto de intersección: las elecciones
presidenciales en México (1940) y la postura de José
Vasconcelos.
244
5.3 La Segunda Guerra Mundial y la guerra de noticias. 2485.4 Cuatro razones para aceptar la dirección de una
revista.
253
I La cuestión económica, 255II Ser antiyanqui, 258III Ser anticomunista y antimarxista, 260IV Ser panfletario y « reaccionario », 264
5.5 La revista Timón y la crítica. 2686 SALVADOR BORREGO, EL CASO EXCEPCIONAL
DE UN REVISIONISTA MEXICANO.
274
6.1 Apuntes para una biografía, 2746.2 Los libros de Salvador Borrego hasta el año 2003, 2866.3 Derrota Mundial y América Peligra, 2956.4 El Polémico Boicot Editorial contra la obra del
negacionista: Salvador Borrego E.,
298
6.5 El prólogo a Derrota Mundial, 3066.6 Derrota Mundial, el contenido, 3156.7 Acerca de América Peligra, 3296.8 América Peligra: un ideario de la historiografía
conservadora mexicana.
332
I El tema de su época, 333II El revisionismo histórico, 338III La historia de México a la luz de la influencia que
Estados Unidos ejerce sobre México,
342
CONCLUSIÓN. 349BIBLIOGRAFÍA POR CAPÍTULOS. 356BIBLIOGRAFÍA GENERAL. 372HEMEROGRAFÍA. 387
5
FUENTES COMPLEMENTARIAS. 391
6
INTRODUCCIÓN.
El propósito de esta investigación, es el examen sistemático de la fascinación que
cuatro intelectuales mexicanos tuvieron por una de las grandes ideologías políticas
(el fascismo) que aparecieron en el siglo XX, el siglo que les tocó vivir.
Gerardo Murillo Cornadó (Dr. Atl), Rubén Salazar Mallén, José Vasconcelos
y Salvador Borrego E., son los nombres de los intelectuales mexicanos que en
esta investigación se demuestra, llegaron a sentir cierta simpatía, tanto por el
fascismo italiano como por el nacional socialismo alemán.
A contracorriente de la fascinación que muchos otros intelectuales
mexicanos llegaron a sentir por la otra gran ideología que llena casi todo el siglo
XX: el comunismo, o socialismo real, nuestros cuatro autores seleccionados,
salieron en defensa del autoritarismo demostrado por los regímenes italiano y
alemán.
Como se demuestra con el análisis de cada uno de los personajes, las
señales de su adhesión hacia estos regímenes, aparecen en su época de
madurez, cuando tienen una obra ya hecha.
Gerardo Murillo (Dr. Atl), Rubén Salazar Mallén y José Vasconcelos
elaboran escritos en el periodo crítico previo a la Segunda Guerra Mundial, y
durante el desarrollo de ésta, mientras que Salvador Borrego realiza sus textos en
la etapa posterior al triunfo de los aliados.
Pero la aventura o desliz con el fascismo, así como para muchos otros lo
fue con el comunismo, lejos de ser un fenómeno aislado, representó a lo largo del
7
siglo XX (y muy particularmente en su primera mitad), una característica continua
entre amplios sectores de la intelectualidad mexicana.
No obstante, es imposible el entendimiento de este peligroso acercamiento
hacia el fascismo o el comunismo, sin realizar el ejercicio de situarnos antes de las
catástrofes a que dieron lugar esas ideologías, es decir, en el momento en que
fueron esperanzas.
No debemos olvidar que antes de que se extinguieran ante nuestros ojos, el
fascismo y el comunismo habían constituido una esperanza para millones de seres
humanos. Y a este respecto es imposible negar que las esperanzas de las que fue
portadora la idea comunista alcanzó incluso el carácter de religión sustituta, y que
por tanto es tan difícil y hasta doloroso abandonar para quienes todavía la tienen,
a pesar del amplio panorama de montones de escombros y estatuas
descalabradas, últimos vestigios de esa fe.
El siglo XX también se entiende en la medida en que presenciamos en él,
un duelo entre las dos fuerzas que aspiraban a suceder a la democracia: la de la
reacción y la del progreso, la del pasado y la del porvenir.
Claro está que esa lucha se deshizo ante nuestros ojos, al extinguirse el
segundo pretendiente, después del primero. Ni el fascismo ni el comunismo fueron
los signos inversos de un destino providencial de la humanidad. Fueron episodios
enmarcados por lo que quisieron destruir. Nada en ellos fue necesario, y la historia
del siglo XX, como la de los precedentes, habría podido desarrollarse de otra
manera.
8
Lo lamentable es que la primera mitad del siglo XX transcurrió bajo el
estigma de la guerra y la violencia, expresando una forma de vileza, locura y
muerte, cuya consecuencia final fue que la gente saliera destruida.
Fascismo y comunismo, ¿cómo pudieron suscitar tantas esperanzas o
tantas pasiones entre tantos individuos? Y particularmente, ¿cómo fue que esas
promesas imprevisibles y destructoras contagiaran a tantos mexicanos?
Para responder a estas preguntas fue necesario reflexionar en torno a tres
excelentes trabajos reflexivos que tienen en común un tema central: el estudio del
drama imparable del cambio progresivo que se verifica en la sociedad occidental
durante la primera mitad del siglo XX, y su consecuencia directa: la tragedia
implacable de la perseverancia histórica de determinados sectores sociales
llamados a defender las viejas estructuras.
Sólo bajo el gran contexto de la persistencia de sectores tradicionales
llamados a defender las viejas formas, es posible entender las actividades de los
cuatro intelectuales mexicanos escogidos para la investigación.
Para la comprensión de los escritos que realizaron Gerardo Murillo (Dr. Atl),
Rubén Salazar Mallén, José Vasconcelos y Salvador Borrego E., fue necesario
reflexionar en torno a la obra del historiador francés, Arno Mayer: La Persistencia
del Antiguo Régimen.1
La tesis de Arno Mayer se plantea como la necesidad de reconcebir y quizá
incluso invertir totalmente la imagen de un siglo XX moderno que impera sobre un
antiguo orden en retroceso y descomposición.
1 Arno, Mayer; La persistencia del Antiguo Régimen, España, editorial Alianza, 1984.
9
Por el contrario, para Mayer es vital destacar que en la Europa que cerró el
siglo XIX e inició el XX, los elementos premodernos no eran los restos decadentes
y frágiles de un pasado prácticamente desaparecido, sino la esencia misma de las
sociedades civiles y políticas existentes hasta ese momento. Ello no significa
negar la importancia cada vez mayor de las fuerzas modernas que socavaban y
desafiaban al antiguo orden. Empero, de lo que se trata es de aducir que hasta
1914 las “fuerzas de la inercia y la resistencia” contuvieron y frenaron a esa
sociedad nueva, dinámica y expansiva en el seno de los Antiguos Regímenes que
dominaban el paisaje histórico de Europa.
A fin de alcanzar una perspectiva más equilibrada de la época en la que los
cuatro intelectuales mexicanos se “nutren” y desenvuelven en un escenario
mexicano caracterizado por la Revolución mexicana y la etapa de la
reconstrucción nacional, fue necesario recurrir a la obra monumental del
historiador francés Francisco Xavier Guerra: México: del Antiguo Régimen a la
Revolución.2
Para el entendimiento de la fascinación que una gran cantidad de
intelectuales mexicanos sintieron hacia la “Revolución de octubre” y su desprecio y
condena por la otra gran ideología, la del fascismo, fue indispensable recurrir a la
novedosa investigación del historiador francés Francois Furet. En su libro clave, El
Pasado de una ilusión3, ha explicado el carácter de religión sustituta que
alcanzaron el marxismo y el socialismo real en el nihilista siglo XX, el siglo sin
Dios.
2 Francisco Xavier, Guerra; México: del Antiguo Régimen a la Revolución, México, editorial Fondo de Cultura Económica, 2001, 2 volúmenes.3 Francois, Furet; El pasado de una ilusión, México, editorial Fondo de Cultura Económica, 1993.
10
Como se sabe, la arrebatadora fuerza del ideal socialista durante el siglo
XX, pasando por la creación de la URSS y los distintos regímenes que creyeron
encontrar las “llaves de la historia” con la instauración de distintas versiones del
“marxismo”, así como el desmoronamiento de dichos regímenes, ha sido motivo
de numerosos estudios.4
Sin embargo, el empeño de numerosos investigadores por construir la
historia de las repercusiones del ideal socialista durante el siglo XX, contrasta con
la carencia de estudios serios sobre una tendencia ideológica distinta: la del
conservadurismo de derecha.
Es decir que, en tanto muchos investigadores ocuparon demasiado tiempo
centrándose en los progresos de las “fuerzas innovadoras”, se olvidaron del
estudio de las mentalidades conservadoras, como si éstas fueran restos
agonizantes, por no decir reliquias, en medio de unas sociedades civiles y políticas
modernizantes.
Con “justa indignación”, el escritor Ernesto Hernández Busto,5 en singular
libro de ensayos, ha escrito que en comparación con la Izquierda, “a la que se le
concede una amplitud de registro basado en su historia y en su casuística, la
Derecha es un concepto cargado de ahistoricidad y rechazado por principio. De
manera patética, los escrúpulos de (varias) generaciones han logrado borrar todo
un lado político de la historia intelectual de los últimos tres siglos. ¿Dónde está,
por ejemplo, nuestra historia del exilio de derechas: De Maistre, Céline,
Morand...?6
4 Robin, Blackburn; Después de la caída: el fracaso del comunismo y el futuro del socialismo , México, editorial Cambio XXI, 1994.5 Ernesto, Hernández Busto; Perfil Derecho, México, editorial Aldus, 1996.6 Ernesto, Hernández Busto; op. cit. p. 10.
11
Sólo bajo el análisis de este gran contexto fue posible el entendimiento de
las posturas ideológicas que llegaron a asumir los autores escogidos para la
investigación.
Las fuerzas arrolladoras que llegaron a tener las ideologías políticas de la
primera mitad del siglo XX, son vitales para entender cómo fue que connotados
intelectuales mexicanos cederían a la tentación de la simpatía por el hispanismo,
el fascismo, el nacional socialismo alemán y el socialismo real.
Como se podrá observar en esta investigación, Gerardo Murillo Cornadó,
intelectual formado en buena medida con el ambiente europeo, regresará a
México inficionado con ideas que lo conducirán en línea directa a la defensa del
fascismo y posteriormente del nacional socialismo alemán.
Por su parte, Rubén Salazar Mallén, intelectual ligado al grupo de
Contemporáneos, en un signo poco característico dentro de la intelectualidad
mexicana de la época, revertirá su antigua pasión por el comunismo, y será uno
de los más tempranos críticos de dicha ideología, crítica tan adelantada y precoz
que arroja el resultado de malograrlo a él y en parte a su antiguo grupo,
despeñándolo por un desconcertante torrente de ideas, que tienen una parada en
el inestable pretil del fascismo; desvencijada la baranda, Rubén Salazar Mallén se
convertirá en un espectro de los trasfondos de la vida cultural mexicana.
Burla e impotencia así como imposibilidad de volver a actuar
verdaderamente cerca del poder político, anteceden al desliz de José Vasconcelos
hacia el totalitarismo pregonado por Adolfo Hitler. Sin embargo, no sorprende que
alguien como él cayera en la poderosa telaraña del nazismo.
12
Esto no es extraño, sino más bien habitual en la época (caso D'Annunzio,
caso Ezra Pound, caso Céline), y podría explicarse por una cuestión de
supervivencia, y por otra de cansancio.
Es plausible que NO tuviera mucho de dónde escoger, pues a la izquierda
no había encontrado nada, de otro modo no habría visto en el Nacional Socialismo
Alemán a una doctrina potente. También es posible que José Vasconcelos fuera
ya un intelectual fatigado que se dejó caer en las garras del totalitarismo:
El intelectual fatigado resume las deformidades y los vicios de un mundo a la deriva. No actúa, padece; si se vuelve hacia la idea de tolerancia, no encuentra en ella el excitante que necesitaría. Sólo el terror se lo proporciona, lo mismo que las doctrinas de las que éste es consecuencia. ¿Qué es su primera víctima? No se quejará. Sólo le seduce la fuerza que le tritura. Querer ser libre es querer ser uno mismo; pero él está harto de ser él mismo, de caminar en lo incierto, de errabundear a través de las verdades. "Ponedme las cadenas de la ilusión" suspira, mientras se despide de las peregrinaciones del Conocimiento. De este modo se arrojará de cabeza en cualquier mitología que le garantice la protección y la paz de un yugo.7
Sólo atendiendo el cansancio de José Vasconcelos, el intelectual que había
crecido, como muchos otros de su generación, con el ideal del súper hombre, y
que había creído en la formación una raza cósmica y cobriza, cuyas coordenadas
identificó en México, podemos entender que él, héroe al fin y a cabo, perpetrara
contra sí mismo, su propio fin como ídolo.
Mientras Gerardo Murillo, Rubén Salazar Mallén y José Vasconcelos
realizaron, hacia el final de sus vidas, los trabajos con los cuales la crítica los
identifica con la corriente de pensamiento de la reacción, un joven intelectual
mexicano, Salvador Borrego Escalante, “agazapado” en una de las más
7 Emile, Cioran; Breviario de podredumbre, Madrid, editorial Taurus, 1998.
13
importantes tribunas periodísticas de la época (Excélsior), nutría su pensamiento,
sin dejar de analizar, sin descuidar la carnicería en la que caían sus predecesores.
Contrariamente a esos intelectuales fatigados, que no lograron sostenerse
en una sola posición, Salvador Borrego, mantuvo a lo largo de toda su vida una
constante obra literaria con la cual se le puede identificar con el conservadurismo
de derecha, y a quien, a diferencia de los otros autores, le es reconocida su amplia
labor como ideólogo del pensamiento de la derecha mexicana.
Pero la fuerza del conservadurismo de Salvador Borrego y su defensa del
movimiento nacionalsocialista alemán (como lo constata la elaboración y continua
reedición de su libro Derrota Mundial), sólo puede entenderse como la
justificación de una ideología (la del nacional socialismo alemán) que se
caracterizó por ser una reacción contra el avance de la modernidad8.
Mientras que para mucha gente, la actitud de Salvador Borrego es una
locura, con propiedad se puede entender cómo las motivaciones con las que
trabaja Salvador Borrego son características del siglo que le tocó vivir, pues el
siglo XX, también adquiere significado en la medida que se analiza la persistencia
de las mistificaciones o mitologías políticas propias de la reacción.
Es difícil imaginar hoy en día que las ideologías del comunismo y el
fascismo llenaron el siglo XX, pero la observación histórica de la primera mitad de
ese siglo, también es incomprensible sino se atiende a que el mundo occidental, al
finalizar la década de los veinte fue víctima de la más universal de las crisis que
8 Con respecto al tema del nacional socialismo alemán como reacción a la modernidad, pueden consultarse los trabajos de Ernst, Nolte; La guerra civil europea 1917-1945 (nacionalismo y bolchevismo), México, editorial Fondo de Cultura Económica, 2002; y Barrington, Moore; Los orígenes Sociales de la Dictadura y la Democracia, Barcelona, ediciones Península, 1991.
14
haya azotado al capitalismo, lo que originó un largo periodo de cuestionamiento
(sobre todo por los intelectuales) hacia las supuestas bondades de ese sistema.
Como veremos, la incertidumbre será el común denominador de los tres
primeros personajes, y fuera de ese rasgo común, pocas veces coincidirán en sus
posturas políticas (a pesar de estar tan cerca); de ese panorama general, la
genialidad de Salvador Borrego será la de saber integrar a su pensamiento y a sus
obras escritas, muchos de los postulados del conservadurismo mexicano que al
paso del tiempo lo convirtieron en denotada figura de la corriente de pensamiento
de derecha.
15
CAPITULO 1. LOS CIMIENTOS DEL SIGLO XX.
1.1 La persistencia del Antiguo Régimen en Europa.
La primera mitad del siglo XX transcurrió bajo el estigma de la guerra y la
violencia. Signo con infinitas implicaciones, porque hasta nuestros días, no existen
actividades de los seres humanos que no estén regidas bajo ese sello.
Si la primera mitad del siglo XX dejó una honda y horrible cicatriz en los
anales de la humanidad, los siguientes 50 años fueron ocupados, particularmente
por los historiadores, para intentar dar una explicación racional de la noche de
abatimiento en la que cayó la humanidad en esa primera mitad del siglo XX.
Como enjambre furioso, una gran cantidad de “cronistas” de la historia
pretendió imputar este período de agobio, específicamente al fascismo y al
nacional socialismo alemán. Y pocos tuvieron la entereza moral para reconocer la
parte de culpa que correspondió a las naciones “desarrolladas” democráticamente.
Incluso, fueron escasos los que se atrevieron a denunciar los fatales resultados de
quienes creyeron encontrar “las llaves de la historia” en la mitología política del
comunismo.
A fin de reconstruir la matriz histórica que dio origen a esa gran crisis
general de la primera mitad del siglo XX, el historiador Arno Mayer, en un
excelente trabajo reflexivo, escribió el libro: La persistencia del Antiguo
16
Régimen9. Concentrándose en Europa, Arno Mayer ha definido ha este mismo
periodo como “La Guerra de los Treinta Años del siglo XX”.
Su tesis plantea la necesidad de reconcebir y quizá incluso invertir
totalmente la imagen de un siglo XX moderno que impera sobre un antiguo orden
en retroceso y descomposición.
Por el contrario, para Mayer es vital destacar que en la Europa que cerró el
siglo XIX e inició el XX, los elementos premodernos no eran los restos decadentes
y frágiles de un pasado prácticamente desaparecido, sino la esencia misma de las
sociedades civiles y políticas existentes hasta ese momento. Ello no significa
negar la importancia cada vez mayor de las fuerzas modernas que socavaban y
desafiaban al antiguo orden. Empero, de lo que se trata es de identificar que hasta
1914, las “fuerzas de la inercia y la resistencia” contuvieron y frenaron a los
movimientos sociales que ya se manifestaban desde el siglo anterior.
Para Arno Mayer, es claro que los Antiguos Regímenes dominaban el
paisaje histórico de Europa y que esos elementos premodernos de principios del
siglo XX –basados en la economía campesina, la sociedad rural, la hegemonía de
la nobleza terrateniente, el peso de la Iglesia, autoridad de la Corona y
reminiscencias de tradiciones feudales--, se movilizaron a comienzos de ese siglo,
contra los avances del capitalismo industrial y de los nuevos valores pregonados
desde la Revolución Francesa.
En su libro, Arno Mayer nos propone observemos cómo en gran medida, los
historiadores de la primera mitad del siglo XX, ocuparon demasiado tiempo
centrándose excesivamente en los progresos de la ciencia y la tecnología, del
9 Arno, Mayer; La persistencia del Antiguo Régimen, España, editorial Alianza, 1984.
17
capitalismo industrial y mundial, de la burguesía y de la clase media profesional,
de la sociedad civil liberal, de la sociedad política democrática y del modernismo
cultural. Se ocuparon mucho más de estas “fuerzas innovadoras” y de la
“formación de la nueva sociedad” que de las “fuerzas de la inercia y la resistencia
que frenaron y postergaron la caída del Antiguo Orden” (Antiguo Régimen).
En efecto, en las investigaciones históricas para la Europa de principios de
siglo XX, se dio una clara tendencia a descuidar o quitar importancia a la
resistencia de las fuerzas de las ideas antiguas y a su genio astuto para asimilar,
retrasar, neutralizar y domeñar a la modernización capitalista, comprendida incluso
la industrialización. El resultado todavía es una visión parcial y deformada del siglo
XIX y comienzos del XX.
En esencia, a fin de alcanzar una perspectiva más equilibrada de esta
época, Arno Mayer realizó en su investigación un examen del imparable cambio
progresivo, orientado por una sociedad modernizante, como también de la
tragedia implacable de la perseverancia histórica de determinadas comunidades
sociales llamadas a defender las viejas formas, también llamada “sociedad
holista”.
En La persistencia del Antiguo Régimen, Arno Mayer estudia la
importancia de la sociedad conservadora en Europa, basada en la economía
campesina, la sociedad rural, la hegemonía de la nobleza terrateniente, el peso de
la Iglesia, la autoridad -en la mayoría de casos de la Corona-, y las tradiciones
arquetípicas feudales; caracterizada por los intereses económicos preindustriales,
de las elites preburguesas, afines a los sistemas de autoridad no democráticos,
18
culturalmente peculiarizada por un lenguaje artístico premoderno, singularizado
como “mentalidad arcaica”.
Para Arno Mayer, la sociedad conservadora europea de principios del siglo
XX, no está conformada por restos agonizantes, sino por una generalidad
suficientemente viva, capaz de enfrentar a las corrientes modernizadoras; la
consecuencia directa de este choque será “la guerra de los treinta años del siglo
XX”.
En su análisis sobre los Antiguos Regímenes, Arno Mayer no minimiza las
singularidades históricas de los distintos países europeos, por el contrario,
advierte que existían enormes variantes nacionales y regionales en cuanto a la
economía, la estructura social, la tradición jurídica y la visión mental. Europa no
era una entidad única, sin embargo con un extraordinario parentesco en sus
sociedades civiles y políticas, con poderes, tradiciones, costumbres y
convenciones bien claros.10
La sociedad civil del antiguo orden estaba formada ante todo por una
economía campesina y una sociedad rural dominadas por noblezas hereditarias y
privilegiadas. Salvo unos cuantos banqueros, comerciantes y armadores, las
grandes fortunas y rentas se basaban en la tierra. En toda Europa, las noblezas
terratenientes ocupaban el primer lugar no sólo en términos económicos, sociales
y culturales, sino también en el terreno político.
De hecho, la sociedad política era la piedra angular de aquella sociedad
agraria de estamentos. En todas partes adoptaba la forma de sistemas
10 Para un detallado análisis de las variaciones nacionales de los Antiguos Regímenes, véase el libro de Barrington, Moore; Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia, Barcelona, Ediciones Península, 1991.
19
absolutistas de autoridad con diferentes grados de ilustración y encabezados por
monarcas autoritarios. Las coronas reinaban y gobernaban con el apoyo de
familias reales extendidas y de partidos de la corte, así como de los ministros,
generales y burócratas dóciles.
La iglesia era otro componente y columna vital del Antiguo Régimen.
Estrechamente vinculada tanto a la corona como a la nobleza, tenía, al igual que
ellas, sus raíces en la tierra, que era su principal fuente de ingresos. El alto clero
tenía su origen social distinguido, ejercía una vasta influencia y gozaba de
importantes exenciones fiscales y jurídicas. Como gran institución empresarial, la
Iglesia ejercía una influencia considerable mediante su cuasi monopolio de la
enseñanza y de los servicios sociales y su control exclusivo de los ritos sagrados
del nacimiento, el matrimonio y la muerte.
Ahora bien, para nuestra investigación, más importante que enumerar cada
componente de los Antiguos Regímenes europeos, conviene destacar la
capacidad de adaptación y renovación de los estamentos privilegiados para
afrontar la posibilidad de cambios sociales.
Arno Mayer destaca dos estratos sociales importantes hacia finales del siglo
XIX; en principio, las clases altas establecidas y después, la burguesía. En la
medida que ambos consiguieron una simbiosis activa, contuvieron y
frenaron a los movimientos sociales, que a final de cuentas estallarían a lo
largo de todo el siglo XX.11
Por una parte, las clases altas establecidas, reminiscencias de la era feudal,
tanto en el sentido histórico como en el sociológico, debido en gran parte a que el
11 Arno, Mayer; op. cit. p. 21.
20
material humano de la sociedad feudal seguía ocupando los cargos del Estado y
los mandos del ejército y estableciendo la política. Por otra parte, estaba la
burguesía, que paso a paso se iba fomentando gracias a la salvaguarda de sus
intereses económicos, que la clase nobiliaria favorecía mediante contratos
estatales, aranceles proteccionistas y preferencias coloniales.
Las elites establecidas, tenían en cuenta los intereses burgueses y
aprovechaban las posibilidades económicas que brindaba el capitalismo, pero
actuaban con gran cuidado para distanciarse, mantenían su primacía política,
social, y cultural. A cambio, dejaban a la burguesía que hiciera dinero y pagara
impuestos.
Si los elementos feudales de la sociedad, tanto política como civil,
perpetuaron su dominación con tanta eficacia, ello se debió en gran medida a que
sabían adaptarse y renovarse. Las noblezas de toga y militar absorbieron a
herederos competentes y ambiciosos de los negocios y de las profesiones
liberales, aunque actuaron cautelosamente para regular estrictamente esta
infusión de sangre y talento nuevos. Los recién llegados tenían que ir a las
escuelas de la elite, empaparse de su ética colectiva y demostrar su lealtad al
antiguo orden como condición previa al ascenso. Además, los puestos más altos
de la burocracia estatal y de los servicios militares siguieron estando reservados a
las personas de alta cuna y cuya asimilación estaba demostrada.
Dicho en otros términos, las antiguas elites sabían muy bien ingerir, adaptar
y asimilar de forma selectiva las nuevas ideas y prácticas, sin poner en grave
peligro su posición social, su temperamento ni sus ideas tradicionales.
21
Cualesquiera fuesen la dilución y el rebajamiento de la nobleza, fueron graduales
y benignos.
Aquel reajuste prudente y circunscrito se vio facilitado por el ansia de
cooptación y ennoblecimiento de la burguesía. Mientras que la nobleza era
experta en adaptaciones, lo que hacía bien la burguesía era practicar la
emulación. A lo largo del siglo XIX y principios del XX, los grandes bourgeoises no
hicieron más que negarse a sí mismos al imitar y apropiarse los modales de la
nobleza con la esperanza de trepar hasta su altura. Los grandes del comercio y
las finanzas se compraban fincas rústicas, se construían mansiones en el campo,
mandaban a sus hijos a las escuelas superiores de la elite y asumían poses y
formas de vida aristocráticas. También se esforzaban por penetrar en círculos
aristocráticos y de la corte y por entrar por matrimonio en la nobleza titulada.
Los burgueses intentaban ascender socialmente por motivos de interés
económico, de posición social y de beneficio psíquico.
Pero también se produjo otro resultado. Como parte de su esfuerzo por
escalar la pirámide social y demostrar su lealtad política, los burgueses hicieron
suya la alta cultura historicista y defendieron las instituciones hegemónicas
dominadas por las antiguas elites. El resultado fue que reforzaron las formas de
expresión, las convicciones y los símbolos clásicos y académicos en las artes y las
letras, en lugar de alentar los impulsos modernistas. Los burgueses se dejaron
atrapar en un sistema cultural y educativo que robustecía y reproducía el Antiguo
Régimen.
Es probable que las mentalidades de las elites europeas estuvieran todavía
más desfasadas respecto de los progresos económicos que su vida social y
22
cultural. Las clases gobernantes, estaban totalmente saturadas de valores y
actitudes nobiliarios. Su visión del mundo era consecuente con una sociedad
imperiosa y jerárquica, y no con una sociedad liberal y democrática.
La fuerza de la simbiosis de estos dos estamentos reafirmó e intensificó su
dominio político, reforzando su preeminencia material, social y cultural. Al hacerlo
agravó las tensiones internas de cada país como también las internacionales. De
modo que al finalizar la primera década del siglo XX, la flexibilidad de los Antiguos
Regímenes se encontraba a su máxima capacidad. Pronto, las “fuerzas
innovadoras”, las que propugnaban por la formación de una sociedad nueva
(sociedades modernizantes) se enfrentarían a las de la “inercia y la resistencia”
(sociedad holista).
Esta sería la razón por la que, los diferentes movimientos de masa
modernos (fascismo, comunismo), cobrarían una fuerza inaudita.
23
1.2 El Antiguo Régimen Mexicano.
La coexistencia de dos mundos heterogéneos en movimiento dentro de un mismo
espacio geográfico: sociedad holista y sociedad modernizante, es perfectamente
aplicable a la realidad mexicana del siglo XIX y principios del XX.
El historiador francés, Francisco Xavier Guerra, en su obra monumental:
México, del antiguo régimen a la Revolución12, evoca los problemas que
planteaba la coexistencia de estos dos mundos heterogéneos, ayudando a
esclarecer los conflictos que se suscitaron en el territorio mexicano hacia finales
del siglo XIX y principios del XX.
Mediante su cuidadoso trabajo documental, el historiador francés estudió el
caso mexicano, basándose en el modelo central de la revolución francesa,
proponiendo que de aquélla deriva un modelo mexicano periférico.
En la conceptualización de su modelo mexicano, en el centro de la obra se
encuentra el paradigma teórico de las difíciles relaciones entre dos mundos
totalmente diferentes y extraños uno al otro: un Estado moderno surgido de la
Ilustración, que después de la primera mitad del siglo XIX es dirigido por una
pequeña minoría de ciudadanos conscientes, por una parte, frente a una enorme
sociedad tradicional u “holista”, heredera del Antiguo Régimen.13
De esta forma, Xavier Guerra, muestra cómo la Constitución liberal
democrática y jacobina de 1857 (la Reforma), fue un ideal constantemente
12 Francisco Xavier, Guerra; México: del Antiguo Régimen a la Revolución, México, ediciones del Fondo de Cultura Económica, 2001, 2 Volúmenes.13 Francisco Xavier, Guerra; op. cit. volumen I, p. 10.
24
invocado por los liberales de la Reforma y continuó siéndolo por el régimen de
Porfirio Díaz, pero completamente inaplicable en una sociedad tradicional, que
ofrecía incluso, evidentes diferencias o retrasos respecto a Europa. Hacia 1908,
cuando Porfirio Díaz decide reelegirse por octava ocasión, pone en entredicho su
legitimidad de autoridad suprema de tipo antiguo y de “árbitro supremo” o poder
central superior al de los poderes regionales autónomos. Como al mismo tiempo,
el país se había modernizado y las elites conscientes se habían dividido,
resquebrajando el compromiso de consenso, su sucesión se convierte finalmente
en el problema clave, que sabe catalizar Francisco I. Madero, sencillamente
apelando de nueva cuenta al modelo teórico de la Constitución y explícitamente a
la “no reelección”.
En su investigación, Xavier Guerra demuestra que a finales del siglo XIX,
existía una sociedad de Antiguo Régimen con comunidades campesinas y sus
autoridades tradicionales, clanes familiares, haciendas, enclaves señoriales,
redes de lazos personales y de clientelas, una multitud de cuerpos fuertemente
jerarquizados, pequeños y grandes; uno de ellos gigantesco, la Iglesia como
estamento todavía omnipresente de poder real, vista como piedra angular de todo
el antiguo edificio sociopolítico y considerada como el enemigo número uno por los
autores de la Constitución de 1857.
Esencialmente, esta comunidad “holista”, estuvo integrada por redes de
vínculos y de fidelidades.
El análisis detallado de los actores sociales y la representación de sus
instituciones simbólicas conducen a Xavier Guerra a una constatación: en el
México previo a la Revolución mexicana, las relaciones políticas se organizan en
25
grupos estables de hombres que actúan como actores colectivos. Se trata de una
sociedad formada no por individuos autónomos, sino por conjuntos, por grupos de
hombres cuya acción en el campo social aparece siempre solidaria.14
Se trata a veces de vínculos de hecho, tal como son los dados por la
pertenencia a una familia, o a una colectividad social como una hacienda o un
pueblo. En otras ocasiones, resultan de una elección más o menos libre que
establece una relación con otro hombre: son un lazo personal. En estos dos tipos
de relaciones, de un tipo muy antiguo, cada persona tiene derechos y deberes
diferentes según su posición en relación con los otros, el poder es siempre
personal y su extensión está ligada a la persona que lo ejerce.
Omnipresente, el parentesco es la relación primera, surgido del grupo
original que une a los actores entre sí. En torno a toda persona que realice una
acción política se encuentran, hermanos, primos, sobrinos, hijos y tíos. Estas
relaciones basadas en el parentesco de sangre son ciertamente las más sólidas y,
por naturaleza hereditarias. Por generaciones, los jóvenes ocupan su lugar en un
campo de relaciones preexistentes en el que reemplazan progresivamente a los
más ancianos, a medida que éstos desaparecen. En este sentido, lo que se
hereda ante todo, son las relaciones, los lazos familiares de su padre o de su
familia, antes aun de heredar sus bienes. La influencia local y, a menudo el éxito
social de los “herederos” pueden explicarse principalmente por la red de las
relaciones en la que se han integrado desde su juventud.15
El parentesco aunque sea político, trasciende las divergencias políticas.
Impone derechos y deberes superiores que justifican actos incomprensibles si el 14 Francisco Xavier, Guerra; op. cit., volumen I, p. 127.15 Francisco Xavier, Guerra; op. cit., volumen I, p. 128.
26
universo de la política fuera el universo supremo, más allá de los lazos de la
sangre y el afecto. Estos vastos conjuntos familiares prolongados por los lazos de
amistad y de relaciones de clientela de diferentes tipos, hacen inteligibles muchos
de los fenómenos políticos. Elementos de cohesión cuando están integrados en
las redes más vastas de los que gobiernan, son también elementos poderosos de
disgregación si se encuentran aislados o en la oposición, pues en la inmensa
mayoría de los casos, actúan de manera solidaria. Esta solidaridad en la acción es
inevitable, no sólo porque las ideas, las simpatías o las lealtades personales son
más fácilmente compartidas en estos grupos muy coherentes, sino también
porque los éxitos o los fracasos de sus miembros más conocidos les atañen a
todos.
El nepotismo es una consecuencia de la existencia de esos conjuntos
familiares, solidarios en el éxito o en el fracaso.
A estos “vínculos de hecho” hay que sumar los que se dan en las
haciendas, que pueden ser identificados como los “adquiridos”. De esta manera se
explica que para sobrevivir, muchos individuos o regiones más o menos vastas se
pusieron de hecho bajo la protección de los poderosos –grandes hacendados y
jefes militares. La fidelidad a estos poderosos garantizaba no sólo la seguridad
colectiva de la población, sino también, individualmente la posibilidad de lograr,
con la protección de estos personajes, una carrera administrativa o militar
cualquiera.
La necesidad de legitimidad de la elite que se ha adueñado del poder (los
liberales) provoca la creación de una articulación que establezca comunicación
con su sociedad. Para los gobernados, para la sociedad tradicional, cuyo sistema
27
de autoridad es totalmente diferente, se necesita alguien que sirva de
intermediario con los representantes del Estado moderno, que traduzca al
lenguaje de la política las demandas, los rechazos, las reacciones. Esta relación
entre dos mundos es asegurada por el cacique. “Él es a la vez una autoridad de la
sociedad tradicional, miembro por su cultura política del pueblo político y
maquinaria del estado moderno”16.
El cacique –consecuencia de la ficción democrática—contribuye a
perpetuarla; al principio es frecuentemente una autoridad de la sociedad
tradicional, pero va a ser reemplazado progresivamente por nuevos notables. Bajo
el poder de éstos, las relaciones con la sociedad tenderán a colocarse más en el
polo de la dominación y de manipulación de la sociedad –por las elites de la
fortuna o del poder político--, que en el de intermediarios entre la sociedad y el
Estado.
Ante este conjunto masivo de la “sociedad holista”, una República Ilustrada
no podía tener otro recurso para gobernar que el de la “ficción democrática”,
puesto que, si el sufragio universal se hubiese hecho efectivo, las antiguas
autoridades evidentemente hubiesen sido elegidas en todos los niveles.
Al lado de estos lazos de tipo tradicional, cuyo carácter esencial es el no ser
estrictamente voluntarios se encuentran otras calificadas como modernas. Su
especificidad es principalmente la adhesión libre a una sociedad cuyo fin principal
es pensar, elaborar la opinión. La Logia masónica es indudablemente su modelo
más acabado17. Su peso en el mundo hispánico es determinante. Antes de los
partidos, son las logias y las “sociedades de pensamiento” las que definen las 16 Francisco Xavier, Guerra; op. cit., volumen I, p. 201.17 Francisco Xavier, Guerra; op.cit. volumen I, p. 158.
28
corrientes políticas; poco después aparece también el club revolucionario. Estas
sociedades voluntarias, se sitúan en las antípodas de la sociedad de grupos
tradicional. De hecho, desde su aparición, las sociedades modernas marcaron con
su huella toda la vida política mexicana.
Células básicas para la elaboración y la transmisión del espíritu de la
Ilustración y, después del modelo creado por la Revolución francesa, las
“sociedades de pensamiento” aparecieron en la Nueva España con el inevitable
retraso que resulta de su oposición como prolongación lejana de Europa, y de los
plazos de transmisión a través de España.18
Como en España en la misma época, como en todos los países latinos en
diferentes momentos, las logias masónicas u otras sociedades con tipos de
organización análogos, son la matriz de la que surge una sociedad política
radicalmente diferente, con formas de organización y de acción “imaginarios” y
nuevos valores. El fin de la sociedad es, en su origen, el pensar en común,
intercambiar ideas, elaborar juntos una opinión, aunque casi todas esas ideas se
encuentren investidas de un mismo peso teórico.
Las sociedades de pensamiento constituyen la matriz de la política
moderna. La nueva visión que dan de lo social y de lo político explica, por su
expansión, los ritmos del siglo XIX mexicano. La nueva visión del hombre-
individuo es la que da una cohesión profunda a la acción de los liberales. Este
término designa a los que han adoptado este nuevo modelo cultural, nacido de la
Ilustración, que lleva a término la Revolución francesa y que se propaga mediante
imitaciones periféricas de aquella. De hecho, para las sociedades de pensamiento,
18 Francisco Xavier, Guerra; op.cit. volumen I, p. 158.
29
el hombre antiguo, sumergido en los vínculos de las sociabilidades tradicionales,
no ha llegado todavía a la dignidad del individuo. Por ello, en sus discursos y
acciones se plantea la impostergable necesidad de romper esos vínculos.
El triunfo del plan liberal de Ayutla y la Constitución de 1857, marcan la
victoria de la parte más radical de la elite educada en la ideología liberal.
Comienza entonces el conflicto abierto entre la “voluntad del pueblo” encarnada en
esta elite radical –que sus adversarios designan con la significativa palabra de
jacobina— y la sociedad que actúa en orden disperso, por medio de rechazos:
golpes de estado de los liberales moderados, anatemas de la Iglesia, revueltas
militares de los conservadores, levantamientos agrarios, etcétera.19
Los liberales triunfarán ayudados por los Estados Unidos, pero también por
una incesante oleada de jóvenes entusiastas que abrazan al liberalismo y que
difícilmente renuncian a él; Juárez tendrá además la genialidad de aprovechar no
tanto el liberalismo como el sentimiento de oposición al extranjero que amenazaba
a la joven nación mexicana.
Como los jóvenes liberales demócratas reivindicaban la soberanía popular,
tuvieron que proclamarse como “el pueblo” y gobernar por vía autoritaria a la
manera de los jacobinos de la revolución francesa. De modo que, los pocos
mexicanos que han adquirido un baño de “cultura moderna”, los “elegidos”, las
elites ilustradas, las que “piensan” y que además se piensan como la voz de la
nación, se convertirán en el “pueblo”, y aún más, serán “el pueblo que actúa”. 20
No había más que un “pueblo” aquel que formaban los raros individuos que
habían interiorizado su condición de ciudadanos. No había más que una “nación”, 19 Francisco Xavier, Guerra; op.cit., volumen I, p. 209.20 Francisco Xavier, Guerra; op. cit., volumen I, p. 11.
30
la que definían las relaciones de fuerzas locales, justificadas, después, por el
discurso. Son éstos los actores reales del poder político moderno, el “pueblo” real,
aquel para quien se hacen las constituciones.21
El drama de estas elites ilustradas constituidas en “pueblo” consiste en que
fuera de ellas no había ni pueblo ni nación, en el sentido moderno del término. En
su búsqueda de legitimidad, las elites mexicanas eran la prolongación periférica de
las elites culturales europeas. Esta minoría militante de liberales y jacobinos
venció definitivamente en México, como a fin de cuentas, en todo el antiguo
imperio español de América.
En México, Juárez vencía e instauraba su gobierno en 1867. Su gran
sucesor, Porfirio Díaz, también liberal jacobino, gustaba del poder, al igual que
tantos otros, y se hacía reelegir presidente. Tras el largo periodo de guerras y
disturbios, aseguraba la paz y su propia perennidad desde 1876 a 1911, gracias a
un compromiso tácito o modus vivendi con la Iglesia y la sociedad holista,
ampliamente mayoritaria.
De modo que el régimen de Porfirio Díaz unifica a las elites liberales
mediante el reparto del poder, y concluye un compromiso de hecho con la
sociedad.
Esta ficción aceptada constituye la esencia del régimen de Porfirio Díaz:
compromiso con la Iglesia y con los sentimientos religiosos de la población por el
aplazamiento de las disposiciones anticlericales de la Constitución; con los
pueblos, por la detención o la disminución de las desamortizaciones civiles. En
esencia responde a un deseo general de paz, tras un largo periodo de disturbios.
21 Francisco Xavier, Guerra; op. cit., volumen II, p. 333.
31
Sólo de esta forma los actores sociales y políticos, antiguos y modernos, logran
establecer la seguridad de estar incluidos en un sistema de relaciones que
garantizan que su voz será escuchada, y que obtendrán arbitrajes.22
De esta forma, el sistema político de Porfirio Díaz revela a la perfección la
“ficción democrática” con la tranquila seguridad de un régimen aceptado que, sin
cesar, viola los principios que invoca (la Constitución de 1857). Pero la autoridad
de Porfirio Díaz y la de su gobierno de corte moderno, se apoyaba sobre una
imponente pirámide de clientelas típicas de la sociedad antigua, en la que el jefe
del estado actúa como la unión o la articulación entre las dos sociedades
antagónicas. La elite liberal demócrata que apoyaba a Díaz se resignaba con esta
situación para asegurar la paz comprometida durante tanto tiempo, y evitar los
riesgos de una vuelta masiva de la Iglesia y del Antiguo Régimen. Esperaba
cambiar también enteramente la antigua sociedad mediante la desamortización de
las tierras de las comunidades civiles (pueblos y diversas corporaciones) y la de
los bienes de la Iglesia; y después mediante la escuela y la educación laica para
formar a verdaderos ciudadanos (en el estricto sentido moderno del término).
La meta de desaparecer gradualmente a la antigua sociedad, en cierto
modo, se conseguiría.
En su investigación, Francisco Xavier Guerra destaca la importancia de la
enseñanza en México, tanto en la etapa de reorganización de la educación
establecida por Benito Juárez, con el establecimiento de las leyes orgánicas de la
educación pública del 2 de diciembre de 1867 y la del 15 de mayo de 1869, como
22 Francisco Xavier, Guerra; op. cit., volumen lI, p. 334.
32
también durante la “etapa reconstructora de la Revolución liberal”, es decir,
durante el porfiriato.23
Fue mediante la educación, la forma en que comenzó a transmitirse a los
mexicanos, el modelo cultural de la modernidad.
A través de la reforma de la educación, definida desde arriba por decreto,
según los criterios de modernidad recibidos de Europa, se instaura una lógica
totalmente nueva del conjunto del sistema educativo mexicano. Pero al mismo
tiempo, la política porfirista que se afanó en “ilustrar” al pueblo mexicano, que
pretendía condicionar el porvenir del régimen, provocó en gran parte su caída.
Si el porfiriato había proporcionado la creación de un Estado (en el sentido
moderno del término), desarrollo económico y diversificación social, mediante la
reforma de la enseñanza y adopción de la educación positivista, sentó las bases
para la división de la elite porfirista. Con el tiempo se abre una brecha entre
“liberales ortodoxos” (los más viejos, los que habían sido compañeros de armas de
Porfirio Díaz) y “liberales positivistas” que son educados mediante la importancia
de la ciencia, de la observación de los hechos y de la fe en la modernización
económica.
Los positivistas se separan de los otros mantenedores de la corriente
liberal, a los que llaman los “jacobinos”. Convertidos en los poderosos científicos,
los positivistas constituirán progresivamente un círculo restringido de tecnócratas.
Los que no pertenecen a este medio son poco a poco excluidos. Desde entonces,
su diferencia inicial con los “jacobinos” se irá enconando.
23 Francisco Xavier, Guerra; op. cit., volumen I, p. 382.
33
La unidad de la elite liberal, condición indispensable para la estabilidad del
régimen, desaparece. Se abre así el camino de la movilización de la sociedad por
las élites políticas modernas. En esta movilización política del “nuevo pueblo”, era
natural que adquirieran un relieve particular las regiones y los hombres afectados
por la pedagogía liberal de los clubes revolucionarios.24
Sin embargo, a este movimiento de las sociedades modernizantes les
correspondería otro: el de las fuerzas de la reacción, de las ideas antiguas, de
la perseverancia histórica del conservadurismo. Pero es claro que esta
“respuesta”, no se manifiesta únicamente en México. Si el liberalismo era una
ideología importada de la sociedad europea, su “antídoto” tenía que provenir de la
misma tierra de donde había “emanado”. Europa: precisamente en donde se
estaba manifestando lo que Arno Mayer ha denominado en su investigación como
la “persistencia del Antiguo Régimen”.
Lo extraordinario de la “reacción” mexicana que fue manifestando sus
inconformidades, gradualmente durante las primeras décadas del siglo XX, es que
muchas personalidades fueron revolucionarios de la primera hora, durante la
cruzada democrática de Madero, pero conforme el torbellino de la Revolución fue
socavando el edificio del Antiguo Régimen, algunas de esas personalidades
consideraron perfectible no modificar más el edificio social, en el que a pesar de
todo “las instituciones y los hombres vivían un mismo patrimonio común”.
Como el asesinato de Madero y las revueltas del norte y del sur de la
república habían derivado en una “crisis angustiosa de la gobernación del país”,
figuras como Gerardo Murillo y José Vasconcelos que habían ayudado a liberar el
24 Francisco Xavier, Guerra; op. cit., volumen II, p. 341.
34
“demos demoniaco”, hicieron a un lado su pasado revolucionario, rectificaron su
conducta y comenzaron a construir un discurso de conservadurismo. Como
leeremos en esta investigación (líneas adelante), su discurso no necesariamente
iba a ser “afortunado”, ni conformaría un verdadero sistema de pensamiento, pues
aún faltaban algunos años para que la “reacción” tuviera, en el siglo XX, a
verdaderos doctrinarios; posteriormente a la etapa cardenista, y necesariamente
como una respuesta a lo hecho por ese gobierno25, aparecen las figuras
indiscutibles del conservadurismo mexicano, encontrándose entre éstos a
Salvador Abascal, Jesús Guisa y Azevedo y Salvador Borrego.
En la década de los treinta, Jesús Guisa y Azevedo convoca a una
verdadera articulación de la reacción mexicana. Su libro Doctrina política de la
reacción26, es una inteligente disertación sobre la crisis intelectual de la derecha,
que a juzgar por él, sólo atina a manifestar sus dolencias pero no a buscarles una
verdadera solución:
La misión de los pensadores es de conocer y de hacernos saber el estado de nuestra civilización, que es lo mismo que poner de manifiesto nuestro estado mental, las condiciones en que vive y se ejerce nuestro espíritu. el deseo de elevarse, de corregirse, nace de la contemplación de nosotros mismos, del conocimiento de las propias fuerzas, no se puede rectificar la conducta sin conocer las desviaciones, ni se puede encauzar los propósitos y la acción sin tener presente el fin que nos ha de satisfacer.Los jefes, los caudillos, las autoridades sociales y, en general, los hombres que se han significado por su benéfica influencia, no se improvisan; antes, por el contrario siempre su aparición ha exigido antecedentes que preparen su venida.27
Para Guisa y Azevedo, las tres primeras décadas del siglo XX,
representaron una crisis general de cultura y de gobernabilidad común a todos los
25 Más adelante, volveré con este mismo tema, en el apartado: La oposición de derecha al régimen de Lázaro Cárdenas.26 Jesús, Guisa y Azevedo; Doctrina política de la reacción, México, editorial Polis, 1941.27 Jesús, Guisa y Azevedo; op. cit, p. 2.
35
occidentales, y aunque en cada país se advirtió una crisis peculiar, en general
revistió los mismos caracteres genéricos; en consecuencia, para Guisa y Azevedo,
en México era indispensable reaccionar a la ola de barbarie que azotaba al mundo
occidental:
La crisis de gobernación del país, porque su importancia es trascendental, ha desequilibrado la sociedad entera; y sin una rápida y completa reacción, la regresión a la barbarie, iniciada por la reforma y el renacimiento, intensificada por la Revolución y el “constitucionalismo” nacido de ésta, será tan formidable que nuestra civilización occidental corre el riesgo de perderse. El dinero, el negocio, el afán de lucro, tan poderosos actualmente por la materialización de la sociedad, más la ideología indigente del espíritu democrático, amenazan ahogar todo valor espiritual y, por lo mismo, toda posibilidad de paz social. (...) La reacción salvadora que introducirá de nuevo el orden, para ser completa y por consiguiente para ser eficaz, debe oponerse a esa barbarie.28
Aunque el libro de Guisa y Azevedo, Doctrina política de la reacción,
apareció formalmente publicado hasta el año de 1941, el carácter de sus
reflexiones marcan ya el inicio de una nueva etapa del conservadurismo
mexicano, que encuentra también su correspondencia histórica-política con la
creación del Partido Acción Nacional. Además, Doctrina política de la reacción,
formaliza una nueva etapa de discusión para la historiografía conservadora
mexicana.
Lo que caracteriza principalmente a la historiografía conservadora mexicana
es la ubicación de la tesis antirrevolucionaria, entendiendo a ésta como una
reacción contra la mayoría de los postulados básicos de la Revolución francesa.
Según esta tesis29, el mundo occidental fue víctima, a partir de la Revolución
francesa, de una conjura masónica tendiente a destruir a la Iglesia católica y al
catolicismo en general. De esta manera, la historia occidental de los siglos XIX y 28 Jesús, Guisa y Azevedo; op. cit, p. 11.29 Jaime, Del Arenal Fenochio; “La historiografía conservadora mexicana del siglo XX”, México, Revista Metapolítica, número 22, marzo-abril 2002.
36
XX se explica, casi en su totalidad, como una lucha permanente entre la Iglesia
católica y las sociedades secretas de origen oscuros. Siguiendo esa tesis, el poder
político de los estados modernos, europeos y americanos, estaría controlado por
sociedades masónicas cuya meta sería la “descristianización” de Occidente. El
catolicismo, su gran enemigo, sería suplantado por los ideales revolucionarios
franceses, seculares, ateos, laicos, modernos: la tolerancia religiosa, el
liberalismo, la libertad de prensa, el divorcio, la propiedad individual casi sin
límites, el individualismo, el laicismo, en la educación y la secularización de la vida
en todo sentido.
La palabra “Revolución” es clave para entender a la historiografía
conservadora mexicana del siglo XX, dado que fue invocada con frecuencia ya
sea por historiadores conservadores como por los de otras ideologías. Pero los
primeros no se refirieron con ese término a la revolución liberal, ni a la revolución
mexicana de 1910, sino a la “Revolución judeomasónica” dirigida a descatolizar a
Occidente, y cuyos primeros pasos habrían sido dados con la Reforma
protestante. Si en el siglo XVI Lucero fue el primer instrumento en la gran lucha
para acabar con la iglesia católica, el siglo XVIII fueron las sociedades de
iluminados, concretamente las logias masónicas, las que continuaron con la tarea.
Muchas de estas ideas provienen de Joseph de Maestre y otros pensadores
(muchos jesuitas) que entendieron la historia contemporánea como una epopeya
librada en defensa de la Iglesia católica. Si bien esta ideología tuvo algún efecto
en la historiografía conservadora mexicana del siglo XIX, no influyó con todo su
radicalismo en los historiadores conservadores mexicanos sino hasta el siglo XX,
37
cuando la mayoría de los autores –no todos- se dejaron guiar por sus
orientaciones, reforzadas por la influencia de Los protocolos de los sabios de
Sión y de El judío internacional de H. Ford.30
A los elementos políticos y religiosos que nutren al historiador conservador
hay que agregar el hispanismo acentuado, que supuso una actitud a favor de
Hispanoamérica, contraria a todo lo norteamericano y en general a lo anglosajón,
y un nacionalismo muy marcado.31
El advenimiento del fascismo y el nacional socialismo alemán como
reacciones a la corriente de modernidad, serán bienvenidos en general por buena
parte de la reacción mexicana, que fundamentalmente era antirrevolucionaria,
nacionalista, antiamericana, pro hispánica y católica.
30 Jaime, Del Arenal Fenochio; op. cit. p. 48.31 Para una mejor comprensión acerca del hispanismo en México, véase el libro de Ricardo, Pérez Montfort; Hispanismo y falange, México, ediciones del Fondo de Cultura Económica, 1992.
38
1.3 Los guardianes del acervo clásico y humanista.
A principios del siglo XX Europa seguía estando demasiado inmersa en el viejo
orden para que sus ideas y valores imperantes no fueran conservadores,
antidemocráticos y jerárquicos. De hecho, la sociedad europea seguía estando
firmemente arraigada en las tradiciones y los valores de la época preindustrial. En
lugar de actuar como parteras de la sociedad ilustrada y democrática del futuro,
las clases dirigentes y gobernantes siguieron siendo portadoras y guardianas del
orgulloso acervo clásico y humanista del pasado. Si tuvieron éxito en esa
operación defensiva fue en parte porque los señuelos del nacionalismo, los
peligros del socialismo y, en Europa central y oriental, los frenos del
semiabsolutismo asfixiaban y desnaturalizaban constantemente el desafío liberal.
En cuanto a la Inteliguentsia, le preocupaba mucho el futuro del alto
pensamiento y la alta cultura en condiciones de poder popular. Un número cada
vez mayor de intelectuales preocupados atacaba a la ciudad como principal
personificación del callejón sin salida maligno de la civilización europea.
Consideraban que la modernización capitalista no sólo forzaba el crecimiento
repentino de unos centros urbanos sin alma, sino también la descomposición de
las grandes ciudades históricas de Europa. Lo que más les atormentaba era que
las ciudades antiguas se estaban convirtiendo en focos de nivelación social y
cultural, en los cuales las minorías patricias con educación, razón y buen gusto
estarían a merced de las multitudes espesas.
La idea de decadencia era inseparable de la de fin de siècle, que infundía
una sensación de malestar psíquico y de incertidumbre ideológica, una mezcla
39
desigual de esperanza y temor. El año 1900 podía introducir la aurora radiante de
una nueva sociedad o el crecimiento ominoso del viejo orden. Con pocas
excepciones, la inteliguentsia europea intranquila preveía que la intensificación de
las contradicciones entre la cultura humanista y los derechos democráticos
provocaría un estallido que llevaría a una nueva Edad Media.
Las ideas motrices de decadencia y de “fin de siglo” quedaron absorbidas
en las actitudes mentales y psicológicas de los miembros feudalizantes y
aristocratizantes de las clases altas europeas. Iban filtrándose hasta convertirse
en hipótesis y creencias que se presuponían tácitamente, en lugar de expresarse
formalmente o de propugnarse... que parecían tan naturales e inevitables que no
se estudiaban con la visión de la conciencia lógica. Si aquellas ideas vagas
gozaban de una aceptación tan generalizada era porque uno de sus significados,
o los pensamientos que sugerían se adaptaban a las creencias de la época. La
sensación general de desintegración y de acoso se convirtió en parte de la
Weltanschauung, o visión del mundo, de la elite, en la cual las actitudes
espirituales y las manifestaciones culturales ateóricas e ilógicas, pero no
irracionales, no eran menos importantes que las tesis filosóficas sistemáticas y las
ideas teóricas. Los intelectuales y los políticos que hacían suyas las ideas de la
decadencia y del fin de siècle no se consideraban degenerados. Tampoco se
resignaban a sufrir lo que era a su juicio una enorme crisis de autoridad, de
comunidad y de valores. Por el contrario, se proponían superar y gestionar esa
crisis mediante la restauración y la transvaluación de la vieja sociedad jerárquica,
no mediante su reforma y su democratización.32
32 Arno, Mayer; op. cit. p. 256.
40
La sensación de crisis inminente estableció el marco abrumador, y no el
telón de fondo distante, de la revuelta contra el cientificismo, el positivismo y el
materialismo. Si el socialismo y el movimiento obrero se convirtieron en los
principales blancos y víctimas de esa revuelta fue porque se habían convertido en
los principales sustitutos y albaceas del liberalismo progresivo, que para fines del
siglo XIX estaba prácticamente desvitalizado. Dicho en otros términos, al
socialismo y el movimiento obrero se los atacaba menos por tratar militantemente
de alcanzar su propio proyecto revolucionario o revisionista que por continuar y
democratizar la segunda ilustración. En todo caso, los innovadores intelectuales a
partir de 1890 significaban poco en su propia época. Al igual que casi todos los
artistas de vanguardia, escribían sobre todo los unos para los otros, y raras veces
o ninguna llegaban a un público más numeroso en las sedes del poder o cerca de
ellas. Las grandes figuras de la época no eran ellos, sino Darwin y Nietzsche.
Aunque ambos murieron antes de que comenzara aquel cuarto de siglo crítico de
1890 a 1914, fueron quienes aportaron las ideas motrices que se volvieron en
contra del progreso y la ilustración. Ideas tan simplistas como la de la
“supervivencia de los más fuertes” y la de la “voluntad de poder” penetraron en el
acervo de las ideas y las actitudes antiprogresistas y antiliberales. Difundidas por
el conducto de las revistas de opinión, los periódicos y los salones respetados,
impregnaron los supuestos comunes de las clases dirigentes y gobernantes que
buscaban puntales ideológicos para su contraataque contra el demos demoníaco.
Entre 1890 y 1914, las fórmulas socialdarwinistas y nietzscheanas fueron
calando en los sectores superiores de la comunidad política y la sociedad. Dado
su tono antidemocrático, elitista y combativo, estaban idealmente adaptadas para
41
ayudar a los elementos refractarios de las clases dirigentes y gobernantes a
realzar e intelectualizar su profundo antiliberalismo, siempre alerta. Aportaban los
ingredientes ideales para la transformación de un tradicionalismo irreflexivo en una
reacción aristocrática consciente y deliberada. Evidentemente, las ideas
socialdarwinistas y nietzscheanas no expresaron ni generaron una revuelta contra
el Estado liberal y la sociedad burguesa. Por el contrario, personificaban la
recomposición de las fuerzas conservadoras del Antiguo Régimen que estaban
decididas a bloquear todo nuevo avance liberal y democrático o desmantelar los
que ya se habían logrado en el pasado reciente.33
Los preceptos darwinistas y nietzscheanos eran una fuente importante de
ideas y un afluente del río cada vez más caudaloso de irracionalismo pesimista
que amenazaba con barrer las frágiles conquistas de una ilusión decimonónica.
Esos preceptos socavaban la tolerancia de los estratos superiores respecto de la
auto extensión de la razón, el progreso y la democracia. Además, convocaban a
las elites voluntariosas a utilizar la fuerza y el mito para controlar el temperamento
instintivo de las masas con fines conservadores. Los credos socialdarwinista y
nietzscheano subrayaban la división permanente de la sociedad entre las minorías
dirigentes y gobernantes, con sus cualidades superiores, y las multitudes con sus
pasiones envilecedoras. Aunque nunca se definían exactamente los atributos de
las minorías dominantes, se suponía que disponían de la capacidad para adoptar
decisiones deliberadas, racionales y morales que estarían eternamente fuera del
alcance de las masas. Además, las elites se recomendaban por sí solas por su
honor, su valor y su honradez. El burgués no estaba en condiciones de ingresar en
33 Arno, Mayer; op. cit. p. 264.
42
la clase política porque no sólo carecía de esas cualidades consagradas por el
tiempo, sino que era sospechoso de dar ayuda y complicidad a la disolución y
descomposición del antiguo orden. Pero, en lugar de atacar al burgués
directamente, los darwinistas y los nietzscheanos tronaban contra el filisteo y el
judío. En la nueva demonología, el judío en especial se convirtió en un suplente
cómodo del burgués. Al revés que el noble, que tenía todas las virtudes antiguas,
entre ellas la de la pureza racial, el judío personificaba todo lo que era
democrático, liberal, anticlerical, cosmopolita y pacifista. Además, como los judíos
eran comerciantes y traficantes, se les consideraba mentirosos y avariciosos. En
general, los judíos eran la antítesis de los agrarios, los monjes y los soldados que
eran los puntales comprobados de las tradiciones y los valores feudal-
aristocráticos de Europa. A fortiori, el burgués fuera filisteo o judío, no estaba
calificado para el mando político y militar en una época de intensificación de los
conflictos internacionales e imperiales.
Es claro que no era necesaria una lectura minuciosa de los textos
darwinianos y nietzscheanos para extraer argumentos en apoyo de la creciente
reacción aristocrática. Precisamente porque el discurso darwiniano y nietzscheano
era antisistemático y contradictorio, además de estar plagado de aforismos
plausibles, invitaba a su uso indebido por unos guerreros ideológicos y políticos
astutos. En ese sentido, la nueva Weltanschauung no tenía nada de inocente. Las
máximas nihilistas de Nietzsche, que él mismo pretendía trascender y revalorizar,
se citaban fuera de contexto, técnica que se hizo característica en los albores del
siglo XX.
43
Aunque es difícil medir la difusión de las ideas darwinianas y nietzscheanas,
debe haber sido considerable. Las intenciones que había detrás de esas ideas
tenían menos importancia que las necesidades de quienes las aceptaban y las
utilizaban para expresar sus sentimientos y justificar sus actos. En consecuencia,
la difusión del pensamiento darwiniano y nietzscheano fue más bien un efecto que
una causa del cambio histórico. Aunque para la mayoría de la población siguieron
siendo algo remoto, se convirtieron en algo inmensamente significativo y útil para
las elites ocupadas en reafirmar su dominación. Además, dada la relativa
pequeñez y concentración de esas elites en las grandes ciudades, a las ideologías
socialdarwinista y nietzscheana les resultaba fácil alcanzar a muchos de sus
miembros, si no a todos. De hecho, no sólo se convirtieron en un elemento central
de la weltanschauung, sino también en un sistema persuasivo de creencias de las
clases dirigentes y gobernantes.
Darwin y Nietzsche eran la fuente común espiritual e intelectual del ataque
ideológico mezquino y belicoso contra el progreso, el liberalismo y la democracia
que alimentó la campaña de fines del siglo XIX por conservar o rejuvenecer el
orden tradicional. Presensibilizados para esa retirada de la modernidad, hubo en
el fin de siècle destacados estetas, literatos engagés, publicistas polémicos,
sociólogos académicos y por último, aunque no en orden de importancia, políticos
conservadores y reaccionarios que se convirtieron tanto en consumidores como en
propagadores de esas ideas de acción sin demostrar.
Maurice Barrès, Paul Borguet y Gabriele D’Annunzio eran militantes
conspicuos y activos del elitismo antidemocrático; pretendían que sus obras
literarias convirtieran al lector a sus estridentes ideas. Sus declaraciones
44
polémicas y sus novelas promovían el culto del yo y de la nación superior, en el
cual la Iglesia dispensaba los santos sacramentos. Barrès, Borguet y Gabriele
D’Annunzio practicaban adrede la política de irrupción de la nostalgia que
exhortaba a la restauración del despotismo ilustrado, la sociedad civil jerárquica y
la cultura elitista en los fuegos dinamizantes de la guerra.34
Pero los darwinistas y nietzscheanos más brutales y temerarios eran los
autores de menor categoría, como Gustave Le Bon en Francia y Julius Langbehn
en Alemania. A juzgar por las tiradas de sus principales obras, Le Bon y Langbehn
eran los propagandistas más leídos, y quizás los más famosos, de ese credo
sobrio y feroz. Ambos estaban impulsados por un desprecio de la democracia y de
las masas, por la reverencia por la tierra y los antepasados y por la fe en la lucha
constante. Le Bon que había sido socialista, se sentía más amenazado por las
consecuencias populistas y democráticas del marxismo que por su desafío
socioeconómico. Dado su convencimiento de que las masas tenían una
irracionalidad instintiva fija, su Psicología de las masas (1895) y sus escritos
posteriores se convirtieron en exhortaciones o apologías del gobierno elitista y
autoritario. Y en ese mismo tono debemos situar las especulaciones de Langbehn.
Como ocurría muy a menudo en aquella época, Langbehn denunciaba a los judíos
y los filisteos como forma indirecta de atacar a los liberales, los demócratas y los
revolucionarios. Langbehn pintaba a los judíos como la antítesis del aristócrata. No
cabe negar que hablara de la sangre aria, pero para Langbehn esa sangre
enrarecida era sobre todo la sangre aristocrática. Dicho en otros términos, jamás
exhortó a que unos superhombres nuevos y puros se hicieran con el mando. Por
34 Arno, Mayer; op. cit. p. 267.
45
el contrario, Langbehn confiaba en que la vieja nobleza mantuviera y reforzara su
control y presidiera la regeneración del germanismo ario como parte de un retorno
al pasado.
Es importante destacar que en conjunto, las ideas de estos hombres
nutrieron el pensamiento de quienes personificaban al orden establecido. En
aquella época, los nacionalistas más celosos se convirtieron en los conservadores
más radicales. Con el mantenimiento del status quo como objetivo mínimo,
aquellos nacional conservadores absolutos propugnaban la renovación material y
espiritual del Antiguo Régimen, que se fomentaría y se sometería a prueba en la
ordalía de la guerra en un universo darwiniano.
El detonador de la crisis general de Europa fue la sobre reacción de las
viejas elites a peligros para sus posiciones súper privilegiadas percibidos de
forma exagerada. En su mentalidad de acoso exageraron el ritmo de la
modernización capitalista, la revuelta de la plebe, la fragilidad del aparato estatal y
la ruptura de la burguesía industrial y profesional.
Las clases altas de Europa estaban dispuestas a llevar a sus pueblos a una
catástrofe de la cual esperaban extraer grandes beneficios para sí mismas. En
esencia, favorecían las tesis de que la guerra sería una profilaxis general y
realzaba en los escalones más altos de la sociedad política la importancia de los
generales y de los argumentos militares.
El inicio de la guerra de los treinta años debe considerarse a partir de que
los gobernantes de las grandes potencias, casi todos ellos pertenecientes a la alta
nobleza, marcharon hacia el precipicio de la guerra con los ojos bien abiertos, las
46
cabezas bien frías y sin que los presionaran las masas. No hubo ni uno solo de los
actores que en el camino hacia él cayera en el pánico ni se sintiera impulsado por
mezquinos intereses personales, burocráticos ni partidistas. Entre los guarda-
agujas de la guerra no había pequeños improvisadores ni diletantes románticos, ni
aventureros temerarios. Fuera cual fuera el perfil de sus ayudantes o
provocadores populistas se trataba de hombres de alta posición, académica y
económica decididos a mantener o recuperar un mundo idealizado del ayer. Pero
aquellos políticos- estadistas y generales también sabían que para lograr su
proyecto tendrían que recurrir a la fuerza y la violencia. Bajo la égida del cetro y la
mitra, las viejas elites, para quienes la burguesía no era un freno, prepararon
sistemáticamente su campaña retrógrada que habrían de ejecutar unos ejércitos
que ellas consideraban irresistibles. Y esos jinetes del Apocalipsis estaban
dispuestos a lanzarse hacia el pasado, no solo con espadas y cargas de
caballería, sino también con la artillería y los ferrocarriles del mundo moderno que
los acosaba.
Por sus propias razones y por sus propios intereses, la burguesía
capitalista, simbióticamente vinculada a las viejas elites, estaba dispuesta y
preparada para actuar como intendencia en aquella peligrosa empresa, por no
decir que ansiosa de hacerlo. Los magnates de la riqueza mueble calculaban que
las necesidades de la guerra intensificarían la necesidad del Antiguo Régimen de
los “servicios económicos del capitalismo”. Al igual que los aristócratas, los
burgueses no le hacían ascos a una guerra que sabían iba a ser absoluta,
47
convencidos de que sería una forma de forzar la expansión de la industria, las
finanzas y el comercio y de mejorar su posición social y su poderío.35
35 Arno, Mayer; op. cit. p. 293.
48
1.4 La dependencia cultural de las elites mexicanas con respecto a
Europa.
Históricamente, México ha demostrado una evidente dependencia cultural con
respecto a las ideologías originadas en Europa o los Estados Unidos de América 36.
Esta pleitesía hacia las “metrópolis del pensamiento” es plenamente identificable
desde aquellas elites mexicanas que a principios del siglo XIX, mostraron su
apasionamiento por los filósofos de la ilustración37; de igual forma, en la segunda
mitad del siglo XIX, las nuevas elites se educaron en los principios liberales y en la
admiración de la cultura europea y norteamericana. Esta situación vuelve a
manifestarse al comenzar el siglo XX, en el Ateneo de la Juventud, con sus
constantes referencias a los sistemas de pensamiento de Bergson o de Nietzsche;
el socialismo, es la principal ideología a seguir por los jóvenes intelectuales en los
años que siguen a la Revolución.
Es valido reconocer también que en las primeras décadas del siglo XX, se
observa ya el interés por reconocer plenamente nuestra dependencia cultural con
respecto a las metrópolis del pensamiento, y de diversas maneras, aparecen
manifestaciones individuales entre la intelectualidad para intentar contrarrestar
esta situación38.
36 Para un estudio de la dependencia cultural de México con respecto a las ideologías europeas, véanse los libros de Leopoldo, Zea; Dependencia y liberación en la cultura latinoamericana, México, Editorial Joaquín Motriz, 1974; y La filosofía americana como filosofía sin más, México, ediciones Siglo XXI, décimo quinta edición, 1994.37 Para un detallado análisis de esa época, véase el libro de Francisco, López Cámara; La génesis de la conciencia liberal en México, México, editorial UNAM, 1980.38 Durante el siglo XIX, Francisco Bulnes y otros intelectuales ya se habían preocupado por esta dependencia, pero la fuerza de ese interés se manifiesta en mayor medida con el advenimiento del nuevo siglo.
49
La suma de una larga lucha de guerras fratricidas durante los siglos XIX y
XX, impone una reflexión profunda de nuestros infortunios como mexicanos. Pero
aun esta reflexión, es expresión de una filosofía nueva que arrastra a una buena
parte de la intelectualidad europea. El siglo XX se inicia y se continúa como una
vuelta a las cosas mismas, como una vuelta a la realidad. Los filósofos buscan
una vez más, la filosofía que permita descubrir la realidad que el positivismo
eludía. Darwin, Bergson, Boutroux, Nietzsche inspiran la nueva filosofía en su
búsqueda de una realidad más honda, de lo que hace al hombre un hombre.
En México, la expresión del filósofo, Antonio Caso: “el pueblo mexicano ha
sido un pueblo bovarista”39, conduce a una larga reflexión en torno a dependencia
cultural de los mexicanos.
Para el filósofo Leopoldo Zea, siguiendo el pensamiento de Antonio Caso,
el siglo XIX es la historia de una larga guerra fratricida no sólo en México sino en
toda Latinoamérica. Es un panorama de cómo se han arrancado raíces y
levantado utopías. Periodo en el que se pretendió adoptar instituciones europeas
en cuerpos que no ajustaban a ellas. El siglo XIX, es una violenta lucha por una
doble utopía, la de un conservadurismo que nada quería saber de una nueva
imagen del hombre; y la de un liberalismo que creía no tener nada que ver con un
pasado que, de alguna forma, había originado. Pura y simple amputación del
hombre que creía, de esta forma, alcanzar lo humano por excelencia.40
El estudio de la filosofía de nuestros próceres latinoamericanos demuestra
su dependencia cultural con respecto a Europa. Para muchos de ellos, el
39 Antonio, Caso, “El bovarismo nacional”; Discursos a la nación mexicana, México, librería Porrúa, 1922.40 Leopoldo, Zea; La filosofía americana como filosofía sin más, op. cit. p. 18.
50
arquetipo a realizar es Europa, la Europa que ha originado la cultura llamada
occidental. “Nuestros próceres soñaron con un conjunto de culturas nacionales
semejantes a las que han surgido en el Viejo Continente. El resultado de esta
pretensión se hará expreso en una literatura afrancesada, sajonizada o
germanizada y en una filosofía que hace del positivismo, lo mismo el francés que
el inglés o del pragmatismo estadounidense, instrumento del nuevo orden mental”
41.
En el siglo XIX, para la nueva generación de estudiantes mexicanos que
llegan a la enseñanza superior y a la edad adulta después del final del gran
periodo de guerras extranjeras y civiles, la adhesión al positivismo no es sino la
evolución normal de sus creencias liberales. Más que una ruptura, el positivismo
es una continuidad marcada por los rasgos permanentes de la ideología liberal,
pero es también una continuidad de la dependencia cultural del país respecto a las
ideas dominantes en Europa y en los Estados Unidos.42
Certeramente, Xavier Guerra en su investigación del Antiguo Régimen
Mexicano, propone que si el positivismo había ganado a la coherencia de su
doctrina, a una buena parte de los jóvenes liberales en la Francia de los años
1855-1860, esto último puede explicarse en buena medida, debido a la
dependencia cultural de México respecto a Europa:
¿cómo un estudiante mexicano de los años 1860-1880, educado como se debe en los principios liberales y en la admiración de la cultura europea, habría podido rechazar a Comte, Littre, Taine, Robot, Stuart Mill, Spencer, Darwin, o hasta en –el ámbito de la política- a un Jules Ferry? En esos años se convirtió en positivista, con toda naturalidad, del mismo modo que sus sucesores se convertirán (a las nuevas corrientes de pensamiento). No hay necesidad de buscar aventuradas correlaciones sociales para explicar el éxito ideológico del
41 Leopoldo, Zea; La filosofía americana como filosofía sin más, op. cit. p. 19.42 Francisco Xavier, Guerra; op. cit. volumen l, p. 380.
51
positivismo en estos jóvenes. En 1860-1880, parecen muy semejantes, por su origen social, a los del Ateneo de la Juventud de los años 1908-1911, y a aquellos que, estudiantes en los años de 1916-1917, se van a convertir unos años más tarde en los “caudillos culturales de la Revolución”. No hay, en estos ejemplos, ideologías de grupos sociales diferentes, sino las ideologías diferentes y sucesivas de una misma categoría social, la de los estudiantes. Estos fenómenos de transmisión de la ideología y sus “tiempos de difusión” son tan importantes como los de los bienes y, aun antes de buscar en dónde se encuentra la “burguesía dependiente”, habría que estudiar las “intelligentsias dependientes”. 43
Al finalizar el siglo XIX, nuestros próceres que habían pretendido amputar la
mentalidad del pasado, pretendiendo “construir al hombre nuevo”, al ciudadano
consciente, observaron con amarga tristeza que los mexicanos seguían
gravitando en formas de vida que poco o nada se diferenciaban de la época de la
Colonia. No se había alcanzado la “emancipación mental”, pero en cambio sí,
nuevas formas de subordinación. El eje de la subordinación política, económica y
cultural cambió sólo de centro. Y ese centro ya no se encontraba en la Península
Ibérica sino en Europa occidental y en los Estados Unidos.
De esta forma puede entenderse que el positivismo como instrumento
educativo no logró el milagro de la “emancipación mental”. Simplemente, tratando
de escapar de una enajenación, se cayó en otra.
Sin el análisis y entendimiento de la dependencia cultural de las elites
ilustradas mexicanas con respecto a Europa, durante todo el siglo XIX (incluyendo
a las de la reacción), es imposible comprender la fuerza con la que las capas
43 También sugiere dos observaciones suplementarias para explicar tanto la amplitud de la ola positivista como el carácter extremado que jamás tuvo en Europa: la primera, el medio estudiantil es en aquella época, extremadamente restringido en toda América Latina. En 1878, hay en todo México alrededor de cinco mil quinientos estudiantes y no habrá más que el doble a finales del porfiriato. La segunda, el radicalismo ideológico del positivismo latinoamericano, como el de otras olas culturales que lo han procedido y que lo seguirán, nace de la separación elite-sociedad. Francisco Xavier, Guerra; op. cit. volumen l, p. 381.
52
cultas abrazaron a las dos grandes ideologías políticas de la primera mitad del
siglo XX: comunismo y fascismo.
53
1.5 La tentación por el fascismo y el comunismo.
Para comprender la fuerza de las ideologías políticas dominantes de la primera
mitad del siglo XX (comunismo y fascismo), es indispensable hacer el esfuerzo por
situarse antes de las catástrofes a que dieron lugar esas ideologías, es decir, en el
momento en que fueron esperanzas.
La dificultad de esa ojeada retrospectiva se debe a que mezcla en un lapso
muy breve la idea de esperanza y la de catástrofe: desde 1945, se ha vuelto casi
imposible imaginar el nacionalsocialismo de 1920 o de 1930 como promesa. El
caso del comunismo es un poco distinto, no sólo porque duró más tiempo gracias
a la victoria de 1945, sino porque la fe tiene por apoyo esencial el encuentro de
épocas históricas sucesivas: supuestamente, el capitalismo abriría la puerta al
socialismo y después al comunismo. La fuerza de esa representación es tal que
permite fácilmente comprender o hacer revivir las esperanzas de que fuera
portadora la idea comunista al comienzo del siglo XX, pero al precio de una
subestimación o hasta de una negación de la catástrofe final. El fascismo reside
por entero en su fin; el comunismo conserva un poco del encanto de sus inicios: la
paradoja se explica por la supervivencia de ese célebre sentido de la historia, otro
nombre de su necesidad, que hace las veces de religión entre quienes no la
tienen, y que por tanto es tan difícil y hasta doloroso abandonar. Y sin embargo,
eso es precisamente lo que hace falta para comprender el siglo XX. 44
44 Francois, Furet; El pasado de una ilusión, México, ediciones del Fondo de Cultura Económica, 1993.
54
Para el historiador francés Francois Furet lo que distingue al siglo XX de los
demás, son sus pasiones ideológicas, y más especialmente la pasión comunista,
pues este rasgo diferencia al siglo XX.
No es que los siglos precedentes hayan desconocido las ideologías: la
Revolución Francesa manifestó la fuerza de atracción de aquéllas sobre los
pueblos, y los hombres del siglo XIX no dejan de inventar o de amar los sistemas
históricos del mundo, en los que encuentran explicaciones globales de su destino
que sustituyen a la acción divina. No obstante, antes del siglo XX no hubo ningún
gobierno ni régimen ideológico45:
Podría decirse, acaso, que Robespierre esbozó este proyecto en la primavera de 1794, con la fiesta del ser supremo y el gran Terror. Pero esto no duró más que algunas semanas; y aun la referencia al Ser supremo es de tipo religioso, mientras que por ideologías yo entiendo aquellos sistemas de explicación del mundo por medio de los cuales la acción política de los hombres adquiere un carácter providencial, con exclusión de toda divinidad. En ese caso, Hitler por una parte y Lenin por la otra fundaron regímenes que antes de ellos eran desconocidos. 46
Regímenes cuyas ideologías no sólo suscitaron el interés sino el
entusiasmo de una parte de la Europa de posguerra, y no sólo entre las masas
populares, sino en las clases cultivadas, por muy burdas que fuesen sus ideas o
sus razonamientos. “En este aspecto el nacionalsocialismo, amalgama brumosa
de autodidacto, es insuperable mientras que el leninismo posee un pedigrí
filosófico. Y sin embargo hasta el nacionalsocialismo (para no hablar del fascismo
mussoliniano) cuenta entre los intelectuales que se asomaron a su cuna de
monstruo a algunos de los grandes hombres del siglo, comenzando con
Heidegger. ¡Qué decir entonces del marxismo-leninismo, beneficiario de su
45 Francois, Furet; op. cit. p.16.46 Francois, Furet; op. cit. p.16.
55
privilegio de heredero, y que fue cuidado de la cuna a la tumba por tantos filósofos
y tantos escritores!”47
El duelo entre fascismo y comunismo (la Segunda Guerra Mundial)
presenció el arbitraje entre las dos fuerzas que aspiraban a suceder a la
democracia burguesa: la de la reacción y la del progreso, la del pasado y la del
porvenir.
Claro está que esa visión se deshizo ante nuestros ojos, al extinguirse el
segundo pretendiente, después del primero. Ni el fascismo ni el comunismo fueron
los signos inversos de un destino providencial de la humanidad. Nada en ellos fue
necesario, y la historia del siglo XX, como la de los precedentes, habría podido
desarrollarse de otra manera: basta imaginar por ejemplo, un año de 1917 en
Rusia sin Lenin, o una Alemania de Weimar sin Hitler. La comprensión de nuestra
época sólo es posible si nos liberamos de la ilusión de la necesidad: el siglo XX
sólo es explicable –en la medida en lo que lo sea-- si le devolvemos su carácter
imprevisible, negado por los primeros responsables de sus tragedias.48
En el reparto teológico político del siglo lo mejor para comprenderlo no es
hacer un inventario del batiburrillo de ideas muertas, sino analizar las pasiones
que le dieron su fuerza.
El orden cronológico nos ofrece un buen punto de partida para el análisis:
bolchevismo y fascismo son hijos de la primera Guerra Mundial.
Bolchevismo y fascismo entran, pues, casi juntos en el escenario de la
historia, como los últimos hijos del repertorio político europeo. Es un poco difícil
imaginar hoy que esas ideologías son recientes, dado que nos parecen, según el 47 Francois, Furet; op. cit. p.16.48 Francois, Furet; op. cit. p.16.
56
caso, caducas, absurdas, deplorables o criminales. Y sin embargo, han llenado el
siglo; una contra otra y jalándose mutuamente han constituido su materia. A la vez
muy poderosas, muy efímeras y muy nefastas, ¿cómo pudieron suscitar tantas
esperanzas o tantas pasiones entre tantos individuos? Las respuestas a estas
interrogantes las encontremos entendiendo que probablemente no hay otra época
de la historia moderna de Occidente, en que el liberalismo económico haya sido
objeto de una condena más universal.
Al finalizar la década de los veinte, el mundo occidental, víctima de la más
universal de las crisis que haya azotado al capitalismo, y cuestionado por sus
propios intelectuales y artistas, ofrecía un contraste hecho a la medida para la
propaganda de la que se rodeó a l primer Plan Quinquenal de la URSS.
Mientras la Gran Depresión y un periodo de incertidumbre hundían a las
democracias en una colosal angustia colectiva, el embrujo de la ilusión soviética
encontró sus principales refuerzos en la economía política.
La evolución de este nuevo modelo de sociedad, dio un nuevo impulso a
las esperanzas generadas desde la revolución francesa de 1789. Pero las
esperanzas de las que fue portadora la revolución de octubre son imposibles de
entender a menos de recordar que el viejo mundo del capitalismo y la sociedad
nobiliaria, en su versión liberal, colapsaron los cimientos del Antiguo Régimen,
llevándolo a tambalearse de una catástrofe a otra. Al finalizar la primera guerra
mundial y hasta el primer año de la segunda guerra, el periodo estuvo
caracterizado para occidente por su vulnerabilidad y constante inestabilidad, con
un futuro que parecía completamente incierto. Aún más, durante esta era
confrontó por primera vez un sistema que propuso un “futuro alternativo”: el
57
socialismo. Para agravar aun más la situación, en los años traumáticos de esta
era, a principios de los años treinta, cuando el mecanismo mismo de la economía
capitalista, aparentemente dejó de funcionar, el triunfo de Adolfo Hitler en
Alemania le dio otra terrible sacudida a las instituciones liberales. La crisis
económica mundial ocasionó que las economías capitalistas proyectaran una era
de incertidumbre mientras que la propaganda de la que se rodeó a la URSS
proponía la inmunidad de ésta a la crisis económica mundial. Mixtificación de la
que se rodearon las primeras generaciones de comunistas surgidas a raíz de la
revolución de octubre.
Pero los relatos de los viajeros que volvían de la Unión Soviética, como
Retour d’ URSS de André Gide (1936), y los rumores de los procesos estalinistas
no tardaron en amortiguar el entusiasmo49. La revelación de André Gide inaugura
una nueva etapa en occidente para la interpretación del “experimento social”
verificado en las estepas rusas. Igualmente, la guerra civil española trajo una
numerosa cantidad de testimonios de desilusión, sobre todo en el pequeño
universo de intelectuales, por el malhadado desempeño de la URSS para ayudar
a los republicanos españoles.
El escritor inglés Orwell, quien de vuelta en Inglaterra, después de haber
estado en España combatiendo con los republicanos contra los nacionalistas de
Franco, escribió en un semanario inglés que “la guerra de España produjo la más
abundante cosecha de mentiras desde la Gran Guerra de 1914 –1918”. Lo que le
abrió los ojos antes de ser herido en el frente de Aragón, es haber sido testigo del
49 André, Gide; Retorno de la URSS, Barcelona, editorial Muchmik, 1982.
58
terror comunista enderezado contra los anarquistas y los militantes del POUM en
Barcelona, en la primavera de 1937. Él mismo deberá ocultarse, tras salir del
hospital, hasta poder llegar a Francia. Solo o casi solo entre los combatientes
extranjeros, y en el silencio general de la prensa de izquierda, Orwell se propone
difundir lo que ha presenciado. En otro de sus artículos detalla lo siguiente: Buen
número de personas me han dicho con más o menos franqueza que no se debe
decir la verdad sobre lo que ocurre en España y sobre el papel desempeñado por
el Partido Comunista, porque ello suscitaría en la opinión pública un prejuicio
contra el gobierno español, ayudando así a Franco”. 50
Así, los años que transcurren entre 1917 hasta 1945, son también la época
de una historia muy frecuente: la del desencanto al comunismo. En este periodo
muchos se olvidan del comunismo, como quien se aparta de un camino que no
era el suyo, o como quien disipa un equívoco.
Pero la salida del comunismo, llamada a ser tan frecuente el curso de las
tres primeras décadas del siglo, incluye los caracteres del fin de una fe: después
del entusiasmo del creyente viene, un buen día, la mirada crítica, y los mismos
acontecimientos que iluminaban una existencia han perdido lo que les daba su
luz. En adelante, para muchos antiguos creyentes, la revolución rusa ha perdido
su pureza casi intemporal de realización religiosa. Es un poder ya no interesado
en defenderse, sino en reinar.
De hecho, desde los primeros años del régimen soviético, quienes
trabajaron por él y le dicen adiós esbozan ya, para explicar su ruptura, el
50 Francois, Furet; op. cit. p. 131.
59
argumento con el cual Solzhenitsin quebrantará su dominio: lo peor del
comunismo no es su opresión sino la mentira51.
Antes de que termine la década de los treinta, para muchos intelectuales ya
es bien conocido que la “más generosa de las revoluciones”, ha degenerado en el
“odioso sistema que ha dado a todas las esperanzas de 1917 el más brutal
mentís”.
En México, la fuerza de la ideología del marxismo también dará lugar a las
adhesiones, y más tarde al desencanto. Antes de que terminara la década de los
treinta, ya había creyentes y desencantados del comunismo. La investigación
histórica ofrece ejemplos específicos para el caso de México.
Muy pocos intelectuales mexicanos habían podido constatar con sus
propios ojos la “grandeza” de ese país, pero es un hecho innegable que mucha de
la intelectualidad mexicana de esos años, que ansiaba poner en práctica los
postulados de reivindicación social de la Constitución de 1917, creyó ver en la
URSS, lo más cercano a sus ideales.
De hecho, la república mexicana vivió intensamente la década de los
treinta, porque no sólo en su historia escrita, sino a lo largo de su geografía y en
sus hombres encontramos reminiscencias de la pasión por las ideologías y los
desencantos a causa de éstas.
Irónicamente, de quienes debía esperarse el uso del intelecto para
prevenir los males de la gran tormenta (la Segunda Guerra Mundial), fueron
quienes para empezar, quedaron contagiados de las ambiciones, los 51Alexander Isaevich, Solzhenitsyn; Archipiélago Gulag (1918-1956: ensayo de investigación literaria), Barcelona, editorial Plaza Janés, 1974.
60
mesianismos, las utopías y de la extraña fascinación por las ideologías que
dominaron la época.
Pocos de los hombres llamados a la actividad intelectual, supieron ver la
magnitud de la catástrofe que se avecinaba.
Octavio Paz, que en un principio fue contagiado por el “embrujo universal
de octubre”, escribió unas líneas inolvidables acerca de esas pasiones que a final
de cuentas no eran exclusivas de México:
Entre 1930 y 1940, lo mismo en Europa que en América, la mayoría de los escritores que entonces éramos jóvenes sentimos una inmensa simpatía por la Revolución rusa y el comunismo. En nuestra actitud se mezclaban los buenos sentimientos, la justificada indignación ante las injusticias que nos rodeaban y la ignorancia. Si yo hubiese escrito El laberinto de la soledad en 1937, sin duda habría afirmado que el sentido de la explosión revolucionaria mexicana terminaría en la adopción del comunismo. La sociedad comunista iba a resolver el doble conflicto mexicano, el interior y el exterior. Comunión con nosotros mismos y con el mundo. Pero el período que va de 1930 a 1945, no sólo fue el de la fe y las ruidosas adhesiones sino el de la crítica, las revelaciones y las desilusiones. Mis dudas comenzaron en 1939; las dudas se convirtieron en críticas en escritos míos. Vi al comunismo como un régimen burocrático, petrificado en castas, y vi a los bolcheviques, que habían decretado, bajo pena de muerte, la <comunión obligatoria>, caer uno tras otro en esas ceremonias públicas de expiación que fueron las purgas de Stalin. Comprendí que el socialismo autoritario no era la resolución de la revolución mexicana, en el sentido histórico de la palabra y en el musical: paso de un acorde discordante a uno consonante. Mis críticas provocaron una biliosa erupción de vituperios en muchas almas virtuosas de México y de Hispanoamérica. La oleada de odio y lodo duró muchos años.52
El estudio de las pasiones de la época nos conduce por un camino sinuoso:
abundar en el desencanto hacia el comunismo, es encontrar el venero de la
pasión de algunos intelectuales mexicanos hacia el fascismo y el
52 Octavio, Paz; Obras Completas: El peregrino en su patria, México, editorial Fondo de Cultura Económica, 1994, volumen 8. p. 29.
61
nacionalsocialismo alemán. Para nuestra presente investigación, son claros los
ejemplos del Doctor Atl y de Salazar Mallén.
Con razón escribió Octavio Paz que los debates de aquellos años
pertenecen no tanto a la historia de las ideas políticas como a la de la patología
religiosa. Se trata de un desplazamiento del objeto religioso: se pasa de la
adoración a una divinidad a la de una idea y de ésta a la adoración de los
sistemas y de los jefes. Se termina en la androlatría, el culto a un hombre
divinizado. Lo más extraño es que esta enfermedad –a la que conviene más que a
la lepra la denominación de <<mal sagrado>>- ataca a gente de gran imaginación
y sensibilidad. Extraña corrupción: las intenciones y los sentimientos del creyente
son puros pero el objeto de su creencia es vil.53
Pero no todos abandonaron la cohorte del comunismo para pasarse al
bando contrario. La crítica y la reacción contra el comunismo no siempre vinieron
derivadas del desencanto hacia éste último.
En México, el cardenismo había cambiado la correlación de fuerzas en el
país, había alentado particularmente el desarrollo de una fuerza política
preponderante en la vida nacional: el proletariado, integrado en forma mayoritaria
en la confederación de Trabajadores de México (CTM) con más de un millón de
obreros, en estrecha alianza con los campesinos agrupados en la CNC, que a su
vez agrupaba a más de dos millones de ejidatarios. La política de Cárdenas había
afectado importantes intereses, y era obvio que sus medidas radicales tenían que
provocar reacciones violentas de los estamentos tradicionalmente altos.
53 Octavio, Paz; op. cit. p. 372.
62
La campaña reaccionaria contra el cardenismo, que identificó lo hecho por
Cárdenas como “comunismo”, posibilitó extraordinariamente la aparición de
actores sociales y grupos del conservadurismo que a veces sin saberlo hacían eco
de la campaña hitleriana anticomunista desarrollada en todo el mundo a través de
los órganos del NSDAP. De hecho, el sexenio cardenista 1934-40 coincidió
precisamente con el periodo de fortalecimiento del Tercer Reich y con los grandes
triunfos militares y políticos del Führer.
Sin esta correspondencia histórica, es imposible entender que los órganos
del NSDAP encontraron en México un campo propicio para la propagación de sus
ideas. Para atraerse a los sectores más tradicionales y conservadores, no les fue
difícil propagar la idea de que el comunismo era una siniestra maniobra de la
judería internacional para dominar al mundo y que el Führer Hitler como
abanderado de la lucha contra los judíos y el comunismo, era el salvador del
mundo.
De esta forma, en la campaña reaccionaria contra el cardenismo, había
lugar para toda clase de individuos, destacándose la de los intelectuales maduros:
Gerardo Murillo, Rubén Salazar Mallén, José Vasconcelos, Rodulfo Brito Foucher,
etc.; la de los militares excluidos de los rangos de privilegio, teniendo en primer
lugar al que más tarde protagonizaría la última rebelión militar del México
posrevolucionario, Saturnino Cedillo; eventualmente aparecen en el escenario
nacional agrupaciones de derecha, entre otras, los Dorados, la Unión Nacional
Sinarquista y el PAN.
Sin embargo, esas personalidades y agrupaciones, en conjunto, eran
también un producto de su siglo, concretamente, de una época en que el
63
liberalismo económico era objeto de condenas y anatemas como consecuencia de
la larga depresión económica que afectó a los países occidentales durante la
década de los treinta.
64
2 LA ERA DE LA INCERTIDUMBRE.
2.1 El Crac del 29 y la Teoría del Derrumbe del Capitalismo.
En el otoño de 1929, la Bolsa de Nueva York cumplía 112 años de edad. A lo largo
de su historia había pasado por días difíciles, pero por lo que había de atravesar
en ese y en los siguientes años, no tenía paralelo. Sobran ejemplos de anteriores
dificultades financieras54. Un rasgo común a todas estas crisis fue que una vez
habían tenido lugar, concluían. El rasgo más singular de la catástrofe de 1929 fue
que lo peor degeneraba continuamente. Lo que un día parecía el final de la crisis,
se demostraba al siguiente como sólo el comienzo. Fue durante este periodo
cuando 1929 se convirtió en un año mitológico. El pueblo norteamericano soñaba
con la posibilidad de que su país pudiese regresar a las condiciones anteriores a
1929. En Europa, la Primera Guerra Mundial sacudió a las viejas seguridades: las
trincheras perdurarían en la memoria de los hombres como el horror máximo. En
Estados Unidos lo hizo la Gran Depresión. Esta quedó grabada en la memoria de
la sociedad estadounidense durante los siguientes cuarenta años o más. Cuando
todo parecía que iba mal, la gente preguntaba: ¿significa esto otra depresión?
Los efectos de la Gran Depresión se extendieron y corrieron alrededor del
mundo. El factor generalizador de la crisis desde EE.UU. al resto del mundo fue el
hecho de que el crac bursátil de Nueva York alteró profundamente el circuito de
54 Para revisar la historia de los días difíciles de la Bolsa de Nueva York, véase el libro de John Kenneth, Galbraith; El Crac del 29, Barcelona, editorial Seix Barral, 1965; o bien, a Milton, Friedman y Anna, Jacobson; Monetary history of the United States, 1867-1960, New York, Princeton, University Press, Princeton, 1971.
65
fondos que mantenía el nivel del intercambio y de la actividad económica en los
países occidentales55. El pánico bancario de los EE,UU. generado en 1930 con la
quiebra del Bank of the United States, no tardó en pasar a Europa, donde en 1931
se produjo una cadena de quiebras bancarias con las lógicas consecuencias de
incertidumbre para todo el conjunto de la Economía. En Europa, el panorama fue
haciéndose gradualmente muy parecido al de EE.UU. En general, mientras más
rico era el país y más adelantada su industria el hundimiento fue peor.
J. K. Galbraith advierte que no fue una buena época para los economistas,
pues desde el propio comienzo de la crisis económica se intentó buscarle
soluciones. Invariablemente, a medida que avanzaban los días, aparecía entre los
inversionistas, gente común y especuladores, un único consuelo: en adelante, era
arruinarse de una manera ordenada y decorosa.56
Al producirse la crisis bursátil de Nueva York, los problemas financieros se
agravaron hasta límites hoy difíciles de imaginar. La bancarrota arruinó el gasto
del consumidor, la inversión en los negocios y la solvencia de los bancos y de las
firmas comerciales. Después del Gran Desplome siguió la Gran Depresión;
primero la eutanasia de los ricos, después la de los pobres. Para 1933, casi la
cuarta parte de todos los trabajadores estadounidenses estaba sin trabajo. La
producción –en términos del Producto Interno Bruto- bajó en una tercera parte. En
55 La explicación de ese circuito económico puede atenderse de la siguiente manera: Alemania (la república de Weimar) tenía necesidad de recursos para atender el pago de las reparaciones de guerra a los países aliados. Para financiarlas, recurría al mercado de capital de EE.UU., y con los recursos así obtenidos iba reembolsando a Francia e Inglaterra; países que a su vez, con esos fondos atendían las deudas contraídas durante la guerra. De esta forma, el dinero que salía del mercado norteamericano volvía a él, y en el curso de tales flujos se favorecía el mantenimiento del nivel de actividad en los países europeos. Al producirse la crisis bursátil de nueva York se creo una grave desconfianza en los medios financieros, la banca suspendió las facilidades financieras que otorgaba a la República de Weimar. La consecuencia fue inmediata: Alemania suspendió sus reparaciones de guerra y con ello quebró el circuito de retroalimentación.56 John Kenneth, Galbraith; op. cit. p. 147.
66
Estados Unidos, de 12 000 bancos que en 1929 funcionaban, para 1933 habían
quebrado más de 5000.57
Mientras que al iniciar el siglo XX la mayoría de las personas de raza
blanca, y prácticamente todos los norteamericanos, pensaban que la suya era una
civilización triunfante, para 1930, mucha gente, incluyendo a gran cantidad de
norteamericanos, pensaban que su civilización se estaba viniendo abajo.
La hora tan terrible por la que atravesaban las economías capitalistas
engendró toda clase de interpretaciones escatológicas. Para algunos filósofos y
escritores, la pregunta principal era si acaso ¿la anarquía de las ganancias había
llegado a su fin?
Bajo ese “caldo de cultivo”, las ideas del economista polaco Henry
Grossman adquirieron principal relevancia y dieron un mayor impulso a los críticos
del sistema capitalista. Su obra La Ley de la acumulación y del derrumbe del
sistema capitalista,58 constituyó en los años 30’s, una concepción de la crisis
basada en postulados marxistas sobre el valor, que pone en el centro mismo de su
exposición para demostrar la tendencia inexorable del capitalismo hacia el
derrumbamiento. Pero Grossman no se limitó a repetir lo ya descrito por Karl Marx
sino que subrayó determinados aspectos descuidados por algunos continuadores,
tales como el valor de uso, el consumo improductivo de los capitalistas, etc.
57 Milton, Friedman y Anna, Jacobson. op. cit. p. 360.58 Henryk, Grossman; La Ley de la acumulación y del derrumbe del sistema capitalista, México, editorial Siglo XXI, 1984.
67
Para Grossman, la caída de la tasa de ganancia es el principal síntoma de
la crisis en un sistema económico que gira en torno del beneficio (como es el caso
del capitalismo)59.
La publicación del libro de Grossman en 1929, coincidente con el origen de
la crisis económica de occidente, causó una peculiar polémica. Si bien la iniciativa
de discutir sus ideas en ocasiones venía de sectores gubernamentales (Polonia,
Francia, Estados Unidos), fue en círculos intelectuales donde suscitó particular
atención.
Grossman planteó que la creciente necesidad de plusvalía para preservar la
rentabilidad torna en un punto imposible la continuidad de la reproducción. Postuló
una teoría de la sobre acumulación destacando que –traspasado el umbral de
ciertos ciclos de acumulación- la depresión se torna inevitable e incontrolable,
porque el aumento de la composición orgánica del capital contrae la tasa de
plusvalía requerida para valorizar el capital.
Grossman concibe el capitalismo no como un sistema de producción de
valores de uso, un sistema de satisfacción de necesidades, al modo de los
subconsumistas, sino de valorización, de creación de valor de cambio y de
plusvalía. Para él, como para Marx, la producción está dominada por las
necesidades de valorización, de acumulación, no por la demanda de los
consumidores. La unidad dialéctica del proceso de producción y el proceso de
valorización es la expresión económica de la contradicción entre las fuerzas
productivas y las relaciones de producción. El capital desarrolla las fuerzas
productivas para crear plusvalía, para incrementar su volumen, para acumular, lo
59 Henryk, Grossman; op. cit. p. XXIII.
68
que incrementa la composición orgánica de capital; los medios de producción
crecen por encima de quien tiene que valorizarlos, que es la fuerza de trabajo. El
capital experimenta entonces el efecto de dos tendencias contradictoras: una a
reducir el capital variable y otra a aumentar la plusvalía; esto significa que cada
vez hay más (capital constante) que valorizar con menos (capital variable), que
cada vez hay una parte más importante de la producción que no se traduce en
renta consumible sino que sólo puede funcionar como capital. El propio desarrollo
de las fuerzas productivas conduce a que una masa creciente de capital
acumulado no se corresponda con una masa mayor, sino menor, de plusvalía.
Esencialmente, el desenvolvimiento de las fuerzas productivas motivado por el
capital mismo en su desarrollo histórico, una vez llegado a cierto punto, anula la
autovalorización del capital en vez de ponerla. La crisis fundamental del
capitalismo deriva entonces, no del pauperismo de las masas obreras, ni de la
insuficiente demanda, ni del consumo reducido, sino de la insuficiente valorización
o, lo que es lo mismo, de la sobre acumulación, de la plétora de capital: la
producción se colapsa por grandes bolsas de capital (en forma tanto de dinero
como de mercancías) que no se recuperan productivamente. Es un proceso
dialéctico en el que las mismas causas que generan la prosperidad, conducen a la
depresión, porque el desarrollo de las fuerzas productivas reduce la fuente de la
plusvalía, que no es otra que el trabajo productivo y obstaculiza la valorización y
acumulación del capital.60
60 Henryk, Grossman; op. cit. p. 79.
69
Si bien las ideas de Grossman no eran originales y, como lo demostraría el
tiempo, tampoco muy certeras, lo que se ponía en evidencia era el auge en la
discusión acerca de las “supuestas bondades” del sistema capitalista.
Al inicio de la década de los treinta, el desenvolvimiento de las economías
capitalistas era motivo de una intensa controversia, y buena parte de ésta, se
debía a los esquemas de propaganda exportados por la URSS; mediante éstos, a
la opinión pública del mundo occidental se le informaba acerca de los
“impresionantes éxitos” alcanzados por la economía planificada, en oposición a la
crisis desatada en occidente.
Dentro de los lineamientos propagandísticos de la URSS, ninguno había
sido tan eficiente como la pretendida certeza de haber dado respuesta afirmativa a
la pregunta que en ese momento se hacían en occidente, acerca de si ¿la
anarquía de las ganancias había llegado a su fin?
En contraste, en su momento presente, los economistas -Lionel Robins en
Inglaterra, Joseph Schumpeter en Estados Unidos- coincidían en señalar (1930)
que la depresión tenía una función terapéutica necesaria: cuya metáfora consistía
en que extraía los venenos largamente acumulados en el sistema económico;
como actitud generalizada, los economistas se unían para pedir paciencia; por su
parte, John Maynard Keynes tenía completamente en claro la acción más
adecuada a tomar: proponía el endeudamiento del gobierno y el gasto de los
fondos que de ahí provenían. Los préstamos asegurarían el aumento en la oferta
de dinero, en los depósitos bancarios, etc. Sin embargo, las medidas propuestas
por Keynes apenas tuvieron eco; a decir de Galbraith, durante los peores años de
70
la crisis, Keynes no fue una figura dominante. De hecho, la aplicación más exitosa
de sus políticas se realizó donde él era totalmente desconocido.
J. K. Galbraith ironiza acerca de las medidas adoptadas por los estadistas,
tanto norteamericanos como europeos, para salir avante de esa época de inusual
vacilación: “encubriendo y escamoteando, los economistas tenían un gran consejo
para sus estadistas. Se traducía de la siguiente manera: salir de cualquier modo
de la paralización”.61
Herbert Hoover en Estados Unidos y Heinrich Brüning en Alemania fueron
los exponentes más devotos de este punto de vista. El remedio que practicó
Brüning en 1931 fue especialmente memorable. Los sueldos se recortaron; los
precios se redujeron; los impuestos se elevaron. Todo esto se hizo en una época
en que alrededor de la cuarta parte de los trabajadores industriales de Alemania
estaba sin empleo. Pocos han deseado hacerse la pregunta que algunos millones
de trabajadores alemanes se hicieron. ¿Si esto es democracia, puede ser peor el
programa de Adolfo Hitler? 62
En La Era de la Incertidumbre63, análisis de J. K. Galbraith posterior a su
célebre libro del crac del 29, el economista eslabona algunas de las
circunstancias por las cuales el régimen Nacional Socialista Alemán fue exitoso en
sus primeros años.
Los nazis no eran afectos a los libros. Su reacción provenía de las
circunstancias, y esto les fue más útil que los economistas serios lo fueron para
61 John Kenneth, Galbraith; op. cit. p. 56.62 “El presidente Coolidge no sabía ni se preocupaba por lo que estaba ocurriendo. Unos días antes de abandonar su despacho presidencial, en 1929, declaró jovialmente que las cosas iban perfectamente bien y que los títulos estaban baratos a los precios corrientes”. John Kenneth, Galbraith; op. cit. p. 57. 63 John Kenneth, Galbraith; La era de la incertidumbre, México, editorial Diana, 1986.
71
Inglaterra y Estados Unidos. Desde 1933, Hitler pedía dinero prestado y lo gastaba
con la liberalidad que Keynes hubiera recomendado. Al principio, el gasto se
designó principalmente para la construcción de obras civiles de ferrocarriles,
canales, edificios públicos. Entonces, el control de cambios impedía que los
alemanes atemorizados mandaran su dinero al extranjero. Los resultados fueron
todo lo que un keynesiano hubiera deseado. A fines de 1935, el desempleo
llegaba a su fin en Alemania. En 1936 los ingresos altos hacían posible elevar los
precios. Para el final de la década de los años treinta, Alemania tenía empleo
pleno a precios estables. Fue un logro completamente excepcional en el mundo
industrial.64
El ejemplo alemán era, durante esos días aciagos, instructivo, mas no
persuasivo. Los conservadores británicos y estadounidenses veían las herejías
financieras nazis (los préstamos y el gasto) y unánimemente predecían un colapso
para la economía alemana. Galbraith sintetiza en su investigación la visión de las
desconfiadas democracias hacia lo hecho en la Alemania Nacional Socialista: “Y
los liberales estadounidenses y los socialistas británicos miraban la represión, la
destrucción de los sindicatos, a los Camisas Cafés, a los Camisas Negras, los
campos de concentración, la oratoria de alaridos, y pasaban por alto la economía.
Nada bueno, ni siquiera el empleo pleno podía provenir de Hitler.”65
De todos modos, ni los éxitos de Adolfo Hitler al realizar prácticas contrarias
a los dogmas de fe establecidos en la economía imperante en Occidente, ni la
capacidad política de Benito Mussolini para maquillar la pobreza italiana o lograr
64 John Kenneth, Galbraith; La era de la incertidumbre, op. cit. p.238.65 John Kenneth, Galbraith; La era de la incertidumbre, op. cit. p.238.
72
un acuerdo con el Papa Pio XI66, detendrían el avance de la cada vez más
generalizada pregunta: ¿la anarquía de las ganancias ha llegado a su fin?
2.1.1 La Era de la Incertidumbre.
La conciencia de crisis, generada primero, por la primera guerra mundial y más
tarde por la crisis económica y social de los años treinta, planteó nuevos desafíos
a la cultura occidental. Por principio67, cristalizó en la discusión filosófica de una
“metafísica de la existencia” o bien en el planteamiento de “la crisis del hombre
contemporáneo” (Spengler, Heidegger, Jaspers, Ortega) y en una literatura cuya
principal metáfora era “la sordidez de la existencia” (Thomas Mann, Malraux,
Saint-Exupéry, Céline, Sartre).68
Era una época de evidente crisis moral y política y de ruptura de la
convivencia civil. Es muy simbólico que en los años treinta, el norteamericano
Edward Hopper pintara, en sus cuadros de calles, lugares y habitaciones vacías, a
hombres y mujeres ensimismados, retraídos, con un fuerte sentimiento de soledad
66 En febrero de 1929, el Papa Pío XI anunció públicamente que el Cardenal Gasparri firmó en el Palacio de Letrán, el acuerdo del mismo nombre que ponía fin a las diferencias entre el Estado fascista Italiano y la Santa Sede, reconociendo para ésta su soberanía, lo cual le valdría a Mussolini un enorme reconocimiento y prestigio en todo el mundo católico.67 El libro que mejor expresó la idea de crisis fue el de Oswald, Spengler (1880-1936); La decadencia de Occidente (Madrid, editorial Espasa, 1934); su libro, cuyo primer volumen apareció en 1918, se encuentra en el origen de toda la discusión en torno a la idea de desequilibrio. Spengler proponía en su obra una morfología cíclica y biológica sobre la historia de las civilizaciones, de acuerdo con la cual toda civilización, como todo organismo, tendría su ciclo vital determinado que le llevaría desde su nacimiento hasta su decadencia y extinción. El libro, por tanto, venía a mostrar el agotamiento vital de la civilización occidental, que habría culminado en la guerra del 14.68 La obra del francés Céline: Viaje al fin de la noche (Barcelona, editorial Edhasa, 1932), del, representa para muchos intelectuales, la mejor novela de la década -pesimista, cruel, audaz, sarcástica-, en ella, la metáfora de la vida aparece como destrucción y muerte. Que la década se cerrase con una novela de Sartre, titulada La náusea (México, editorial Diana, 1938) explícitamente deudora de la obra de Céline- resultaba de suyo significativo.
73
y melancolía que definían la existencia del hombre moderno. No puede
sorprender, por tanto, que muchas personas tuvieran la impresión de que sus
vidas se veían invadidas por el caos. Para algunos intelectuales -T. S. Eliot,
Valéry, Spengler, Ortega-, la crisis era consecuencia del declinar de la cultura,
provocada por la irrupción de las masas en la historia, un hecho originado a lo
largo del siglo XIX pero precipitado en los años de la posguerra. En La traición de
los intelectuales (1927), Julien Benda argumentó que la responsabilidad de la
crisis correspondía en primer lugar a los intelectuales, que habrían renunciado a
su papel secular -labor científica y teórica puramente desinteresada- por el juego
de las pasiones políticas.69
Para Ortega, que dedicó a la cuestión su libro internacionalmente más
difundido, La rebelión de las masas (1930), no se trataba de que los intelectuales
hubiesen renunciado a su misión de liderazgo moral, sino que los cambios
sociales ocurridos a lo largo del siglo XIX y principios del XX habían provocado,
junto con una espectacular mejora del nivel de vida de las masas, la aparición de
un tipo social nuevo, el hombre masa, que dominaba desde entonces la vida
política y la vida social. La vulgaridad intelectual imperaba sobre la vida pública.
Europa, para Ortega, se había quedado sin moral, sin proyecto ni programa de
vida.70
Algunos historiadores, finalmente, expusieron también su visión de la crisis.
Entre 1934 y 1939, aparecieron los primeros seis volúmenes del gigantesco
Estudio de la historia71 del historiador inglés Arnold J. Toynbee (1889-1975).
69 Romano, Guardini; El fin de los tiempos modernos, Buenos Aires, ediciones Sur, 1958.70 José, Ortega y Gasset; La rebelión de las masas, Madrid, editorial Espasa Calpe, 1948.71 Arnold Joseph, Toynbee; Estudio de la historia, Madrid, editorial Alianza, 1970.
74
Estaban igualmente impregnados de un profundo pesimismo. Su idea, que en
parte recordaba a Spengler, era que las civilizaciones seguían inevitablemente un
proceso de deformación, crecimiento y decadencia, que se producía cuando
-como ocurría en Europa- desaparecían el poder creador de las minorías y se
establecía la sumisión hacia las mayorías, en consecuencia, se quebraba la
unidad básica de la sociedad. En el historiador francés Élie Halévy, el pesimismo
no era menor. Así, en las conferencias que pronunció en Oxford en 1926, y que se
publicaron como libro en 1938, argumentó que como consecuencia del aumento
del poder del Estado y de la extensión de las ideas socialistas y nacionalistas
provocada por la guerra, el mundo había entrado definitivamente en "la era de las
tiranías".72
72 Desilusionados con la civilización occidental, artistas e intelectuales descubrieron con fascinación civilizaciones y culturas no europeas (Hesse, la India; D. H. Lawrence y Malcon Lowry, los aztecas; Malraux, Indochina; T. E. Lawrence, el mundo árabe) o regiones supuestamente "singulares" de Europa (Norman Douglas, Capri; Brenan y Hemingway, España).
75
2.1.2 Crisis del Mundo Moderno (imposición de las dictaduras).
En la discusión enfocada hacia el poder político, las consecuencias fueron
considerables: en 1932, el alemán Karl Jaspers (1883-1969) escribió que por
ningún motivo había de descuidarse un hecho sin paralelo en la historia de la
humanidad: por primera vez, el hombre contemporáneo se enfrentaba a la
destrucción del principio de autoridad, además de tener una radical desconfianza
en la razón. El resultado era así, que la incertidumbre y la ansiedad parecían
haberse instalado como elementos definidores y principales de la conciencia
filosófica europea.
A Karl Jaspers, quien se definía así mismo como filósofo de la existencia,
no le faltaban argumentos: cuando terminó la 1ª guerra mundial, el mapa político
mundial definía una nueva situación geopolítica: no era la democracia el gobierno
elegido como favorito, por el contrario, sobre buena parte de Europa e incluso
fuera de Europa, imperaba "el poder absoluto" o dictadura.
La dictadura triunfó en Rusia (1917), Hungría (1920), Italia (1922), España
(1923, luego en 1939), Portugal (1926), Polonia (1926), Lituania (1926),
Yugoslavia (1929), Letonia (1934), Estonia (1934), Bulgaria (1935), Grecia (1936)
y Rumania (1938). Dictaduras claro está con sus respectivas diferencias. Muchas
de esas dictaduras -militares o civiles- fueron simplemente regímenes autoritarios
más o menos temporales. La dictadura soviética, el fascismo italiano y el régimen
nacional-socialista alemán constituyeron, en cambio, un fenómeno histórico
enteramente nuevo. Eran dictaduras que aspiraban a la plena centralización del
76
poder y al total control y encuadramiento de la sociedad por el Estado a través del
uso sistemático de la represión y de la propaganda.73
El fenómeno de la instauración de las dictaduras no escapó a los
observadores de esa época. Varios escritores describieron con especial acierto el
horror de las utopías dictatoriales en novelas inquietantes de desalentador
pesimismo; algunos ejemplos: Un mundo feliz (1932), de Aldous Huxley; El cero
y el infinito (1940), de Arthur Koestler; El aeródromo (1941), de Rex Warner;
1984, de George Orwell, publicada hasta 1949.
En Alemania, el país más traumatizado por la primera guerra mundial y la
crisis de la posguerra, el pesimismo de intelectuales y artistas adquirió una
evidente intencionalidad política y social.
El politólogo alemán Carl Schmitt trató de sistematizar el análisis de su
época en una serie de libros, de los cuales uno de los más importantes fue
precisamente el correspondiente a “Die Diktatur” (La Dictadura).74
Carl Schmitt era ya en tiempos de la República de Weimar una figura
fascinante que provocó múltiples y vivas polémicas en amplios sectores de la
intelectualidad alemana y europea.
En su calidad de pensador crítico político-social y de profesor de Derecho
en Alemania, enriqueció la época de la República de Weimar y la del Tercer Reich
nacionalsocialista con múltiples reflexiones. La médula de sus meditaciones la
constituyen los problemas del Derecho Público, del Derecho Constitucional y del
Derecho Internacional, pues su profesión fue la de jurista. Pero el estilo en que dio
forma a sus ideas jurídicas así como las reflexiones con las que precedió y las que 73 Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, Barcelona, editorial Aguilar, 1984.74 Carl, Schmitt; La dictadura, Madrid, editorial Alianza, 1985.
77
de ellas dedujo, elevan su obra por encima del ámbito del Derecho puro y
permiten tratarla dentro de la problemática de la filosofía política y de la crítica
ideológica política-sociológica. “Era brillante en su estilo, pero lo que más lo
caracterizaba era la agudeza de sus argumentaciones, radiante en la amplitud del
campo de sus intereses y de sus conocimientos”.75
La trascendencia de Carl Schmitt en los acontecimientos políticos ligados a
la caída de la República de Weimar y su posterior participación en el régimen
nacional socialista alemán, es todavía hoy día, motivo de toda clase de
controversias76. Sus escritos y sus tesis, publicados en la revista mensual Die Tat
desde 1930, se divulgaron de forma tal que tuvieron efectos decididamente
propagandísticos como soportes de la pretensión de transformar autoritariamente
el Estado de Weimar.
A la vista de las realidades políticas de la República de Weimar, Carl
Schmitt puso en evidencia la quiebra del Estado parlamentario, y el vacío interno
del sistema de la legalidad en Alemania. Basándose insistentemente en realidades
políticas de su tiempo, para Carl Schmitt la idea misma del Estado de Derecho y
del Estado Legislativo parlamentario eran ideologías históricamente superadas. Al
analizar y diagnosticar la República de Weimar, llega siempre a la conclusión de
que ésta se caracteriza por una corrupción que no deja otro camino a la esperanza
que el derrocamiento del actual sistema y el establecimiento de otro
completamente distinto.77
75 Jürgen, Fijalkowski; La trama ideológica del totalitarismo, Madrid, editorial Técnos, 1966.76 Sobre este punto, véase el libro de Héctor, Orestes Aguilar; Carl Schmitt, Teólogo de la política, México, editorial del Fondo de Cultura Económica, 2001.77 Carl, Schmitt; op. cit. p. 23.
78
En esencia, la crítica de Carl Schmitt no se hizo para salvar la democracia
parlamentaria ni el orden fundamental de valores democráticos y de Estado de
Derecho de la República de Weimar, sino con miras a fundar y justificar un
sistema autoritario y de dirección opuesta.
El diagnóstico polémico-crítico de Carl Schmitt de la situación de la
democracia parlamentaria en la República de Weimar, se presentó como una
situación desesperada de degeneración, cuya culpa atribuyó al fenómeno del
pluralismo y con respecto a la cual todos los movimientos tendentes a ponerle
remedio y todos los antimovimientos le parecieron inútiles, o a lo más, útiles a
medias.
Carl Schmitt concibe, por tanto, la realidad del estado democrático
parlamentario de partidos en la sociedad organizada de masas como una situación
en la que el principio de igualdad de oportunidades ha dejado de tener validez, en
que los adversarios se acusan mutuamente de ilegalidad y en que o no se llega
nunca a la formación de la mayoría, o en caso de conseguirla, se hace mediante
manejos políticos extraños e irresponsables, o lo que es peor mediante
mayorizaciones irreconocibles. Los partidos utilizan su participación en la
formación de la voluntad política como objeto de negocios de compromiso con
otros partidos e, incluso, como medios de chantaje. La explotación descarada de
los premios a la posesión legal del poder se erige en medio natural de afirmación
política del poder del partido. A juicio de Schmitt, se produce en definitiva una
confusión caótica y anárquica del pluralismo, policracia y federalismo.
En la visión del conjunto de Carl Schmitt resulta que el Parlamento ya no es
medio de formación una voluntad político-estatal por encima de egoísmos y de
79
partidos. Antes bien, el orden institucional del Estado legislativo parlamentario deja
sencillamente de funcionar y en lugar de producirse la voluntad política, lo único
que se consigue es una adición de intereses momentáneos y especiales, que mira
de soslayo en todas direcciones.
Las anomalías de esta situación se manifiestan en mayorías arbitrarias,
incapacidad del gobierno, irresponsabilidad de los gobiernos a causa de sus
compromisos; una práctica de compromisos de partidos y fracciones, realizados a
costa de terceros de la comunidad general, en la que cada partido se deja pagar.
De esta manera, los pilares del pluralismo no pueden sostener al Estado
legislativo, sino destruirlo. Si no lo hacen y tratan de guardar la apariencia de una
unidad política es, según la exposición de Carl Schmitt, sólo porque les gusta
moverse en la penumbra de una situación ambigua que les permite actuar ahora
como Estado y luego como entidades solamente sociales o meros partidos, para
gozar de todas las ventajas de la influencia sobre la voluntad política sin la
responsabilidad y el riesgo que entraña lo político. Por tanto, lo que pretenden es
explotar hasta la saciedad la legalidad de la posesión del poder y,
primordialmente, los premios y plusvalías políticos, sin que puedan, no obstante,
crear propia legitimidad y propia forma constitucional. Viven más bien sólo de
suplementos de legitimidad puesto que no implantan ninguna autoridad interior ni
propia.78
“Así, Schmitt deduce de su confrontación crítica entre idea y realidad de la
democracia parlamentaria, consecuencias político-filosóficas y jurídico-
constitucionales que culminan rotundamente en una apología del Estado total del
78 Carl, Schmitt; op. cit. p. 125.
80
Führer. La opción de Schmitt a favor del estado total de Führer pretendió ser la
única consecuencia posible de una crítica radical de la democracia, acorde con la
época.”79
Pero mientras Carl Schmitt se plantea todo un entramado ideológico para
justificar el asenso del Führer, así como las reivindicaciones internacionales del
Tercer Reich, en esos años decisivos de 1930-1933 en que Adolfo Hitler procede
a hacer sus grandes maniobras para la conquista del poder omnímodo de
Alemania, Stalin ya es el amo absoluto del Partido Bolchevique, y por tanto de la
Internacional comunista y de toda la política soviética.
Dicho de otra manera, Stalin lleva ya, más de una década ensayando la
más cruel de todas las dictaduras. Acaba de poner de rodillas a Bujarin, su ex
aliado y último rival potencial: la vieja guardia ha sido liquidada o sometida, “el
socialismo en un sólo país” reina sin rival, y el georgiano acaba de adjudicarse la
orientación hacia la izquierda preconizada contra él por Trotski y Zinoviév en los
años anteriores. La Nueva Economía Política (NEP) está muerta y enterrada. Es el
tiempo del nuevo producto soviético: el primer Plan Quinquenal.
En resumen, el mundo occidental, víctima de la más universal de las crisis
que haya azotado al capitalismo, y cuestionado por sus propios intelectuales y
artistas, ofrecía un contraste hecho a la medida para la propaganda de la que se
rodeó al primer Plan Quinquenal de la URSS. Mientras la Gran Depresión y un
periodo de incertidumbre hundían a las democracias en una colosal angustia
79 Carl, Schmitt; op. cit. p. 12.
81
colectiva, el embrujo de la ilusión soviética encuentra sus principales refuerzos en
la economía política.80
Probablemente no hay otra época de la historia moderna de Occidente, en
que el liberalismo económico haya sido objeto de una condena más universal. De
pronto, la Unión Soviética se transformó en el faro de los reformadores sociales.
Situación crítica de la cual el mismísimo Stalin supo aprovechar a su favor, pues
puso a la URSS como indiscutible centro de atención para el mundo, marchando
él mismo, claro está, a la cabeza. Además, el ascenso de Hitler le dio el “pretexto”
y la ocasión perfecta para purgar de la URSS a las “rémoras fascistas”, es decir, a
todos aquellos antiguos bolcheviques considerados por él como sus potenciales
adversarios en la disputa por el poder absoluto de la URSS. Con este ejercicio
Stalin pone en práctica uno de los más eficaces productos de exportación de la
propaganda comunista: la cultura antifascista.
80 “La evolución de este nuevo modelo de sociedad, dio un nuevo impulso a las esperanzas generadas por la revolución francesa de 1789, pero los relatos de los viajeros que volvían de la Unión Soviética, como en 1936, con el libro de André Gide: Retorno de la URSS (Barcelona, editorial Muchimik, 1982), y los rumores de los procesos estalinistas no tardaron en amortiguar el entusiasmo”. Sobre este tema véase el libro de Jacques, Le Goff; Pensar la historia, España, editorial Altaya, 1995.
82
2.2 LOS MOVIMIENTOS SOCIALES DEL SIGLO XX.
Las revoluciones sociales y políticas de los tiempos modernos prepararon el
surgimiento del siglo XX. La esperanza de que esas transformaciones trajeran
felicidad permanente al ser humano, era parte de la teoría romántica del
positivismo. Pero también de la teoría social del marxismo.
De cerca o de lejos, el siglo XX se ve como tumultuoso, contradictorio,
ansioso, y al mismo tiempo magnífico y espectacular. El horror de la violencia
política y militar, se combina con los triunfos tecnológicos y científicos.
Al iniciarse el siglo, en el año 1900, se vivía con los ecos del pasado, de
una sociedad conservadora, que todavía no percibía los enormes y asombrosos
cambios que estaban próximos a venir.
Las disputas y los choques ideológicos por los mercados y los territorios
coloniales, provocaron la Primera Guerra Mundial. Fue una lucha económica
donde los valores y los ideales aparecieron como retórica. Esta guerra se
caracterizó por una lucha de artillería e infantería. Murieron 10 millones de seres
humanos menores de 40 años. Al finalizar la guerra en 1918, con la derrota de
Alemania y el reparto de las colonias y los territorios para los “aliados”, el mundo
estaba envuelto en la violencia.
De esta forma, la guerra expresó una forma de vileza, locura y muerte cuya
consecuencia final fue que la gente saliera destruida.
En octubre de 1917, en medio de la guerra surgió la primera revolución
socialista en Rusia. Tenía el ánimo de acabar con la explotación y la miseria de
83
una vez por todas. Se pasó de una sociedad campesina a una industrial. Se
hablaba de una revolución internacional proletaria, orientada bajo esquemas
marxistas-leninistas. En realidad, con el tiempo se convertiría en una era de terror
inaudito abandonando las bases de legitimidad social.
Los primeros años de la década de los veinte, sobre todo en los Estados
Unidos de América, parecían representar un progreso al infinito. Los
norteamericanos que vivieron el nacimiento del cine y del automóvil fueron más
optimistas que nadie: pensaban que los nuevos descubrimientos iban a ayudar a
liquidar las crudezas y durezas de la vida. En efecto, las nuevas técnicas de
organización y de producción trajeron prosperidad. El conocimiento y la técnica se
popularizaron a través de grandes tirajes de revistas. Por ejemplo, Selecciones de
Reader’s Digest; aunque en realidad, su aparición responde más a la exportación
de un esquema ideológico, es decir, mistificado para provecho de una potencia: la
norteamericana.81
No obstante, al mecanizarse la agricultura y la industria sobrevino el
desempleo. Occidente vivía en medio de especulaciones financieras y sueños
delirantes de inversionistas y especuladores financieros. Cuando apareció la crisis
de 1929 se pensó que era el principio del fin del capitalismo. Pero el derrumbe
final no sobrevino.
Resulta difícil de entender la recomposición del capitalismo, y
particularmente de los Estados Unidos de América sin las reformas que Roosevelt
implementó desde el inicio de su gestión como presidente de ese país. Con el
81 Gabriel, Careaga; El Siglo Desgarrado, México, ediciones de la Secretaría de la Defensa Nacional, 1990.
84
New Deal. Desde 1933, Roosevelt supo dar respuesta a los grandes problemas de
entonces. Siempre se acompañó de un equipo interdisciplinario que lo aconsejó
para la toma de las grandes decisiones (formado por Cordel Hull, Henry Wallace,
Morgenthau, etc.).
La era Roosevelt constituyó una profunda reforma del capitalismo; sentó las
bases para catapultar a los Estados Unidos hacia su ulterior poderío.
Cuando el 4 de marzo de 1933 se hizo cargo de la presidencia, Roosevelt
tenía cuidadosamente preparados los distintos programas del New Deal. De
inmediato puso fin a la prohibición de la Ley seca que había acabado por hacer de
los Estados Unidos el país más alcoholizado del mundo y de mayor gangsterismo.
Con el abandono del patrón Oro y la devaluación del dólar (a treinta y cinco
dólares la onza, tipo de cambio que se mantendría hasta la era de Nixon en
1971), sentó las bases de una progresiva expansión del mercado interno
norteamericano; a lo cual coadyuvó la drástica reforma bancaria que en lo
sucesivo evitaría las quiebras en cadena de los bancos y la ruina de los
depositantes. Además, con el New Deal, a través de la Ley de Recuperación de la
Industria Nacional (NIRA, por sus siglas en inglés), significó la plena legalización
de los sindicatos, al reconocerse su capacidad de negociación colectiva. Y
adicionalmente, se consolidó el sistema de seguro de paro y de oficinas de
colocación, reforzándose las oportunidades de trabajo con la agencia federal
Public Works Administration (la PWA), que llevó a cabo el más formidable
programa de obras públicas.
85
Tampoco fue ajeno el New Deal a los problemas agrarios. Con la
Agricultural Adjustement, dio comienzo el sostenimiento de precios que, a no
tardar, convirtió al Medio Oeste norteamericano en el granero del mundo. Y la obra
de David Lilienthal, al frente del mayor proyecto de ordenación del territorio y de
construcciones hidroeléctricas hasta entonces realizado, la célebre TVA
(Tennessee Valley Authority) pasó a ser uno de los hitos cronológicos más
importantes en materia de desarrollo regional.
En política internacional, Roosevelt significó el abandono de la doctrina del
gran bastón. Retiró a los marines de Nicaragua y Haití, preconizó la buena
vecindad hacia México, facilitó una nueva política para destutelar a Cuba y
Panamá, prometió la independencia a Filipinas para 1944, y favoreció los
programas de desarrollo de la empobrecida isla de Puerto Rico. Y a escala
mundial, Roosevelt puso fin al inveterado aislacionismo norteamericano y
fortaleció en la guerra al campo aliado; tras la serie de transacciones que llegó con
la Unión Soviética (Teherán y Yalta), estableció las primeras provisiones sobre la
futura Organización de las Naciones Unidas.
Si bien, al principio de la década de los treinta, el capitalismo se estaba
transformando, los últimos cinco años de la década de 1930 fueron escenario de
cambios y movimientos sociales profundos en el mundo entero. El continente
europeo vivía pendiente de la amenaza de una nueva guerra; los conflictos que se
producían en cualquiera de sus puntos tenían repercusiones inmediatas en los
demás.
86
En el mundo se perfilaba un encuentro internacional de tres ideologías
contrapuestas: liberalismo, fascismo y comunismo; se disputarían terrenos
ideológicos y materiales: cada nación, cada hombre, cada agrupación serían
compelidos a alinearse bajo alguna de esas banderas, acogerse a su protección y
resistir los ataques de los enemigos.
Este periodo en la historia de la humanidad donde las pasiones ideológicas
adquirieron su mayor esplendor, explica por qué ya no quedaba en la URSS,
estalinista adversario que no fuera “fascista”.
El temor geopolítico concebido por Stalin hacia Hitler se tradujo, en la
ideología neorrevolucionaria del bolchevismo, en una nueva modalidad: la
revolución proletaria se convirtió en la vanguardia de la democracia contra el
fascismo.82 El enemigo era formidable, a la vez concreto y oculto; se encarnaba en
Hitler y, sin embargo estaba omnipresente en los países burgueses y hasta en la
Unión Soviética; conspiraba sin cesar para poner de rodillas al país del socialismo,
su adversario más temible. De modo que para Stalin era menester que los
fascistas estuvieran en todas partes, para por doquier definir a los comunistas. De
ahí viene, a partir de esta época, la ligereza con que se emplea, en la lengua
sagrada, el término "fascista". Comenzando por Trotsky y sus partidarios, ellos
ocupaban los primeros lugares en el reparto de los papeles contrarrevolucionarios:
el “hitlero-trotskysta” venía a la cabeza de la lista de los enemigos del pueblo y de
los criminales del antisovietismo.
82 Francois, Furet; op. cit. p. 322.
87
Francois Furet propone que para comprender lo absurdo del antifascismo
estalinista, es menester interpretarlo de una manera simple: significaba que todo
adversario o todo crítico de la URSS acabaría por servir a la causa de Adolfo
Hitler.83 Bajo esta lógica, los más nocivos adversarios o de esos críticos, eran los
que luchaban en el interior de la URSS, también quienes desde el exilio, seguían
dirigiéndose a sus antiguos partidarios que aún se hallaban en el país. El
indomable Trotsky es el más ilustre de estos exiliados, pues además permaneció
fiel al bolchevismo de los primeros tiempos, blandiendo contra Stalin el estandarte
de Lenin. En política, y más aún en política revolucionaria, donde la legitimidad
ideológica desempeña un papel tan importante, el enemigo más odiado es el
adversario más próximo. “Una de las funciones de los procesos de Moscú, entre
1936 y 1938, consistía en establecer ante la faz del mundo la complicidad de
Trotsky con Alemania y Japón en una vasta conspiración encaminada a destruir a
la Unión Soviética”.84
La persecución de la que fue objeto Trotsky puso en evidencia la nueva
etapa de la cultura antifascista, de hecho la lógica era sencilla: quien critica a
Stalin está a favor de Hitler. El genio del georgiano consiste en haber hecho caer a
tantos hombres razonables en esta trampa, tan simple como aterradora.
La expulsión o eliminación de gran parte de la vieja guardia bolchevique,
bajo el gobierno de José Stalin, no hizo tan evidente la disputa internacional de las
tres ideologías contrapuestas que estaban a punto de ensangrentar al mundo.
83 Francois, Furet; op. cit. p. 322.84 Francois, Furet; op. cit. p. 322.
88
Pero en la guerra civil española tomó cuerpo la crisis internacional,
impostergable para modificar el tablero de posiciones políticas.
El 19 de julio de 1936 se conoció la proclama de rebelión militar en contra
del gobierno republicano español. Desde Marruecos, Canarias y el Sur, los
generales Martínez, Sanjurjo y Franco se rebelaban contra “el estado de anarquía
en que está España”.85 Las noticias del asedio a distintas ciudades pronto
mostraron la ferocidad de la que sería la última y mayor guerra civil antes de la
segunda contienda mundial.
En poco tiempo la guerra civil española se convirtió en un laboratorio o
primer ensayo general previo a la gran dramatización de 1939-1945. De esta
época, liberales, comunistas o fascistas no dejaron pasar la oportunidad para
intervenir de alguna manera en España: lo mismo se vieron implicados obreros
como intelectuales de todo el mundo, marchando a la cabeza los de occidente.
En realidad, la guerra civil en España dio lugar para que el antifascismo
comunista comenzara a forjar historias y leyendas ficticias.
La interpretación de Francois Furet sobre el papel desempeñado por la
URSS en España es memorable: la actitud de la URSS, hacía gala de una
solidaridad infalible, a la vez de parte del Estado soviético y del Komintern, por
intermediación de las Brigadas Internacionales. La actitud de las democracias, por
el contrario, se caracterizaba por el cobarde abandono de la libertad en España,
so pretexto de un embargo ficticio, con el que contribuía a allanar el camino a la
victoria de Hitler y de Mussolini por interposición del franquismo. A través de esta
85 Salvador, Novo; La vida en México en el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas, México, ediciones de CONACULTA, 1995.
89
interpretación, la guerra de España se transformó en el paradigma del
acontecimiento clave de los años treinta, dado que en el ya se enfrentaban, en un
primer conflicto, las fuerzas internacionales del fascismo con las de la libertad. Las
democracias del Oeste no acudieron a esta cita, mientras que la Unión Soviética
acudió con hombres, armas y aparatosos toques de clarín. La URSS no intervino
en España como potencia fraternal ni siquiera en nombre de sus intereses o de
sus cálculos, sino ante todo, obedeciendo a su inclinación de partido-Estado
totalitario; de modo que intervino menos para ayudar a la República que para
adueñarse de su control militar y político. Vendió armas y aviones a España, pero
también liquidó al POUM, asesinó a Nin y llenó de policías a sueldo el bando
republicano. Así, el antifascismo comunista tiene dos caras, ninguna de las cuales
es, en este caso, democrática, pues la primera, la de la solidaridad, que ha
ennoblecido a tantos combatientes, no deja de ser la máscara tras la cual se
efectuaban la conquista del poder y la confiscación de la libertad.86
Además, la historia se desenvuelve de otra manera, pues relega antes de lo
previsto, a la guerra civil española al segundo plano de la situación internacional.
En 1938, la crisis europea se ha desplazado de España a Austria y luego, en el
verano, a los Sudetes. Hitler tiene en mente unas maniobras más importantes que
la ayuda militar a Franco. A partir de ese momento, España ya no es, en relación
con la tragedia europea, más que un drama secundario, al que se le promete un
desenlace inminente.
86 Francois, Furet; op. cit. p. 301.
90
En resumen, toda la década de los treinta transcurrió bajo un signo de caos;
al principio fue de carácter económico originado por el crac de 1929, luego vendría
la violencia ideológica y finalmente el terror y la rabia de la guerra.
No hubo un solo rincón del mundo al margen de la terrible tensión: febriles
preparativos bélicos de las grandes potencias; lucha diplomática de las cancillerías
para lograr una ventajosa correlación de fuerzas en el mundo; disputas y amagos
de guerras locales para el control de las posiciones estratégicas y de las fuentes
de combustibles y materias primas; luchas desesperadas de los pueblos en contra
de las tendencias comunistas o fascistas de sus gobiernos, etc. El signo de la
guerra, en fin, con sus infinitas implicaciones, rigiendo todas las actividades del
hombre.87 Década terrible que dejó una honda y horrible cicatriz en la historia de la
humanidad.
87 Mario, Gil; La década bárbara, México, Imprenta Madero, 1970.
91
2.3 EL IMPACTO DE LA CRISIS DE 1929 EN MÉXICO.
En 1929, el mismo año del inicio de la crisis económica mundial, el régimen
revolucionario mexicano se encontraba en una coyuntura política significativa por
sus consecuencias. Se transitaba hacia un proceso de consolidación institucional y
centralización del poder político, en el cual Plutarco Elías Calles tendría un papel
determinante como “jefe máximo de la revolución”.
Si bien la crisis económica de 1929 afectó terriblemente a México, el hecho
de que desde septiembre de 1928, Plutarco Elías Calles lograra aglutinar a los
caciques militares regionales obregonistas a fin de conservar su fuerza unida para
no agredirse entre sí, mediante la creación del Partido Nacional Revolucionario,
originó no sólo un contexto político caracterizado por la hegemonía del llamado
grupo sonorense en el poder, además acordó sentar las condiciones estructurales
con las cuales México pudiera remontar la gravedad del desastre en la economía
mexicana (ocasionada por la larga lucha armada) mediante un nuevo proceso de
acumulación basado en la industrialización por sustitución de importaciones.88
Miguel Ángel Calderon, en su estudio del Impacto de la crisis de 1929 en
México89, señala que ante la gravedad de la crisis de 1929, los grupos
revolucionarios (obregonistas, callistas, etc.) se enfrentaron entonces, no sólo a
problemas de tipo político e ideológico. Se vieron en la necesidad de visualizar un
campo cada vez más amplio. Les fue preciso responder a las distintas medidas
88 En su informe del 1° de septiembre de 1928, Plutarco Elías Calles clamó por un gobierno de instituciones, sustentado en un partido político de alcance nacional que hiciera a un lado la política de caudillos y caciques, a la cual identificaba con el obregonismo. Cfr. Plutarco Elías Calles; Informe presidencial del 1° septiembre de 1928.89 Miguel Ángel, Calderón; El impacto de la crisis de 1929 en México, México, ediciones Sep/80, 1982.
92
económicas que los países extranjeros, y en particular los Estados Unidos,
decretaron contra México. La crisis los obligó a unificar sus puntos de vista. El
resultado fue, sin duda alguna, el Plan Sexenal. Éste, a la vez que obedeció a un
replanteamiento de los problemas nacionales, los grupos en el poder lo
esgrimirían como estandarte frente a los sectores populares y no populares,
definiendo un compromiso frente a todos, convenio que además se haría
necesario fijar en el tiempo: 6 años (duración del periodo presidencial).
Además, el Plan Sexenal sirvió al Estado para controlar a todos los sectores
del país. Si antes el campesino, el obrero, el terrateniente, el industrial, el
comerciante, etcétera, habían actuado autónomamente, independientemente, a
partir de esa época quedaron bajo la intervención directa del Estado.
“La crisis de 1929 hizo ver a los grupos en el poder que la intervención del
Estado en las actividades económicas en forma regulada y racional era inevitable,
y que, independientemente de sus concepciones, esa era la única forma que les
permitiría adaptarse a las condiciones que en esos momentos imponía el mundo
capitalista”.90
Por su parte, Javier Rodríguez Piña en su estudio del impacto político de la
crisis del 2991, sugiere ubicar en los años treinta, dos etapas diferentes para la
formación del poder político en México, en buena medida como consecuencia de
la formación del Partido Nacional Revolucionario y la depresión de 1929. La
primera de ellas cubre todo el maximato, concluyendo en noviembre de 1934. La
segunda se inicia formalmente con la subida al poder de Lázaro Cárdenas, en
90 Miguel Ángel, Calderón; op. cit. p. 199.91 Javier, Rodriguez Piña; “México, crisis y reestructuración del poder político (1929-1940)”. El impacto político de la crisis del 29 en América Latina, México, Ediciones de Conaculta, número 30 de la colección “los noventa”, 1989.
93
diciembre de 1934, y cubrirá el resto de la década, donde se reasume la política
de masas, en tanto refuncionalización de los métodos de control y manipulación
de éstas como requisito para la subsistencia del régimen derivado de la
Revolución, lo que significó en los hechos una reestructuración del poder político.
Cuando en 1929 se comenzaron a sentir los efectos negativos de la crisis
de Wall Street, el país se encontraba ya en condiciones difíciles: no sólo no se
recuperaba todavía, económicamente hablando, del saldo crítico del movimiento
armado que había terminado en la década anterior, sino que tampoco había
superado la histórica dependencia de los mercados de productos agrícolas y
materias primas, ni había conformado aún un mercado interno poderoso que
posibilitara la creación de una planta productiva destinada a cubrir esa demanda.
De la misma manera, la estructura del campo, de la cual dependían dos terceras
partes de la población, no había sufrido ningún cambio sustancial: se mantenía la
vieja organización latifundista y el peonaje, y estaba detenido el reparto agrario, a
pesar de haber sido ésta la principal bandera de la revolución.
En medio de esta crítica situación, México se vería lesionado por la
depresión en sus puntos más neurálgicos: el petróleo -que ya había visto reducida
su importancia desde 1922 a causa del descubrimiento de yacimientos en
Venezuela-, la minería y la agricultura, que descenderían hasta constituir, en 1932,
sólo un tercio del valor de las exportaciones de 1929, y casi la mitad (48%) del
volumen en el mismo lapso.
Aunque en los años de la gran crisis se redujo el rendimiento de la minería
en un 50%, en 1934 ya sólo era un 22% inferior al de 1929. La extracción del
petróleo, tan espectacular doce años antes, cuando México fue el segundo
94
productor mundial de gasolinas, desde 1925 no volvió a levantar cabeza. En
cambio, la extracción de plata, después de la gran crisis, puso a México en el
primer lugar entre los países argentíferos. La manufactura, cuyo valor se redujo en
un cuarto en 1932 con respecto a 1928, en 1934 se recuperó con creces.
El efecto inmediato que la disminución de las exportaciones causó al país
se expresó en el deterioro de los ingresos del Estado y en sus posibilidades de
inversión. La baja en las exportaciones y el descenso de las inversiones
extranjeras impusieron una serie de devaluaciones para estimular el comercio
exterior y favorecer la acumulación del capital mediante políticas proteccionistas y
de estímulo a la inversión privada. La inflación benefició deliberadamente la
concentración de la renta nacional en los sectores de mayores ingresos.
Sin embargo a quienes más afectó fue a los trabajadores que se
encontraron sujetos a la desocupación total o parcial y a la reducción de salarios.
Al disminuir el poder adquisitivo de grandes sectores de la población, el comercio
y la industria en general tuvieron importantes pérdidas.
Todos estos factores alteraron la estructura productiva y por lo tanto la
estructura social y las alternativas políticas de los diversos grupos. La burguesía
nacional se fortaleció. El fomento a la industrialización propició la formación y la
expansión del proletariado. A su vez, la Ley Federal del Trabajo publicada en 1931
y la Ley del Salario Mínimo en 1933, permitieron por un lado, controlar a los
trabajadores y, por el otro, estimular la demanda y la ampliación del mercado
interno. Los campesinos, seriamente afectados por la crisis y por la suspensión del
reparto agrario, no verían minimamente satisfechas sus demandas hasta la etapa
95
propiamente cardenista. La clase media, por otra parte, aumentó cuantitativa y
cualitativamente en la administración pública y privada, en la estructura educativa
y en los partidos y organizaciones políticas.92
Bajo este contexto, Plutarco Elías Calles y diversas corrientes de opinión
dentro del Partido Nacional Revolucionario, se movilizaron a favor de Lázaro
Cárdenas, para que gobernara al país durante el periodo de 1934- 1940.
92 Tengamos presente otros datos: en una superficie de casi dos millones de kilómetros cuadrados, habitaban en la república mexicana 18 millones de personas, los más en el centro y lo alto del país. Según los datos de Luis González y González, la población mexicana de esa época se encontraba inadecuadamente repartida en el territorio nacional, “desperdigada en miles de aldeas, rebosante de niños y de adolescentes, con corta y subempleada fuerza de trabajo, mayoría menguante de campesinos, minoría creciente de citadinos, muchedumbres presas en la estrechez económica, muy pocos cresos, muchísimos apáticos de la cosa pública, poquísimos acaparadores de la política, millones de analfabetas y atécnicos y sólo millares de profesionistas universitarios, inmensa mayoría religiosa, reaccionaria, creyente, clerical y minúscula minoría de cientistas, acelerados, incrédulos y comecuras”. Luis, González y González; Los días del presidente Cárdenas, Historia de la revolución mexicana 1934 - 1940, México, el Colegio de México, 1981, Volumen 14.
96
2.4 EL RÉGIMEN DE LÁZARO CÁRDENAS.
Los seis años del régimen cardenista vieron sucederse, con gran rapidez, una
serie de reformas estructurales que terminaron por alterar notablemente la
naturaleza del régimen revolucionario: los pasos para la consolidación de una
economía dirigida por el Estado en todas las actividades, mediante el control de
los distintos sectores, es obra del presidente Lázaro Cárdenas.
Si las transformaciones ocurridas en México tuvieron un fuerte impacto en
América Latina y sus relaciones con los Estados Unidos de América, éstas se
produjeron en el contexto de convulsiones sociales en la URSS, Alemania y
España que trascendían las fronteras europeas para configurar un horizonte
internacional de extrema tensión y polaridad.93
En el periodo que corresponde a los dos primeros años de gobierno de
Lázaro Cárdenas, factores identificables ocurridos más allá de las fronteras,
afectaron de manera profunda la política nacional: la redefinición de la política
norteamericana hacia América Latina, que se conoció como del “Buen Vecino”; el
inicio de la guerra civil española; el ascenso del nazismo; y la expulsión o
eliminación de la vieja guardia de bolcheviques en la URSS.
Cuando Cárdenas llegó a la presidencia de la República el 1o. De diciembre
de 1934, contaba ya con el respaldo del sector obrero. Prueba de ello fue que el
29 de enero de 1935, es decir, a sólo dos meses de iniciado su régimen, convocó
a un grupo de representantes de diversas agrupaciones obreras a una reunión en
93 Raquel, Sosa Elízaga; Los códigos ocultos del cardenismo, México, Coedición UNAM y Plaza y Valdés Editores, 1996.
97
el Palacio Nacional, y les pidió su apoyo para llevar adelante una política obrera
progresista que no contaba con mucha simpatía en ciertos círculos poderosos. Los
obreros le dieron una respuesta afirmativa.
A partir de ese momento, el activismo obrero alcanzó extremos hasta
entonces desconocidos, creando con ello un ambiente de gran tensión política.
Los nuevos acontecimientos contrariaban la posición tanto de los empresarios
como de muchos políticos conservadores.
Fue en esa atmósfera cuando el general Calles decidió intervenir. El 11 de
junio de 1935 condenó públicamente las acciones del sector obrero, señalando
que sus constantes huelgas, muchas de ellas sin justificación, habían llevado al
país a una situación insostenible. Denunció la división que se estaba gestando
dentro del PNR por la irresponsabilidad de los malos líderes obreros, dejando así
al presidente una salida para que retrocediera en sus acciones políticas.
Los empresarios manifestaron su pleno apoyo a lo expresado por Calles.
De no detenerse la corriente radical, dijeron, México iba a perder la oportunidad de
desarrollarse y llegar a sacudirse el yugo del colonialismo económico.
Cárdenas concentró el poder real necesario para presionar a la maquinaria
político-burocrática e inclinarse y seguirlo, creando el rostro de un nuevo
presidencialismo. La maquinaria política, precisamente por ser burocrática y
disciplinada, cedió sin presentar resistencia alguna. En septiembre de 1935, sólo
tres meses después del enfrentamiento entre Cárdenas y Calles, los diputados y
senadores desatendían el llamado del jefe máximo, criticaban ahora al maximato y
ofrecían su colaboración al régimen cardenista.
98
El hecho de que Cárdenas consiguiera el apoyo popular en aquellos
momentos le permitió depurar su gabinete de elementos callistas, incluyendo al
mismo Calles.
El creciente radicalismo del movimiento obrero y campesino así como de
algunos sectores de la clase media, obligó al Estado mexicano a retomar el
programa nacionalista y reformista de la Revolución. Se trataba de tomar acciones
más enérgicas y drásticas con el objeto de contrarrestar los efectos de la crisis
económica, los problemas del desempleo y la desorganización industrial. En pocas
palabras, reorganizar al país, al estado, a los trabajadores y, por lo tanto, la
economía, en beneficio naturalmente del capital. Se trataba de ponerse a la
vanguardia del movimiento obrero para derribar todos los obstáculos que se
opusieran a la modernización y al progreso del país. Se trataba también de
ponerse al frente de las masas con un programa consecuente de reformas
sociales.
El gobierno cardenista tenía que llevar a cabo una política más efectiva de
apoyo a las organizaciones obreras y campesinas y demostrar la capacidad de
cumplir sus exigencias y satisfacer mínimamente sus demandas. Se necesitaba,
en suma, contar con el apoyo de los trabajadores para enfrentarse a la crisis y
proseguir la industrialización. De lo contrario la base social de apoyo para
estimular el crecimiento económico se vería seriamente amenazada.
El apoyo y el fomento a las organizaciones sindicales permitieron, a su vez
la extensión y el radicalismo de las mismas. En 1936 se formó la Confederación
de Trabajadores de México (CTM) cuyo lema “por una sociedad sin clases” y sus
frecuentes declaraciones de internacionalismo proletario, recibió el apoyo, sin
99
reservas, del presidente Cárdenas; al mismo tiempo, la central apoyó la política
del gobierno. La Confederación Campesina Mexicana se convirtió en
Confederación Nacional Campesina en 1937 después de un espectacular reparto
agrario. Los maestros se agruparon a nivel nacional en el Sindicato de
Trabajadores de la Educación de la República Mexicana (STERM), mientras la
creciente clase media se fortalecía. Todos estos organismos se fortalecieron
durante los tres primeros años del gobierno cardenista y fueron el mejor apoyo
político del poder público.
A principios de 1938 el estado mexicano había logrado reorganizar al país y
con el apoyo de los trabajadores se había podido enfrentar a sus enemigos reales
o potenciales. El Partido Nacional Revolucionario se transformó en Partido de la
Revolución Mexicana (PRM) y los sectores obrero, campesino, popular y militar se
convirtieron en parte integrantes y fundamentales del flamante partido oficial.
En marzo de ese mismo año se llevó a cabo la nacionalización de la
industria petrolera que puso en manos del poder público los recursos suficientes
para desempeñar un papel decisivo en la economía. Dos factores ayudaron al
buen logro de esa empresa. En primer lugar, la base de apoyo del gobierno era
mayor que la de sus antecesores. En segundo, la situación mundial impidió a los
Estados Unidos llevar muy lejos sus presiones en aras de la preservación de la
solidaridad continental.
La expropiación provocó una difícil situación en el país. Las potencias
extranjeras afectadas protestaron enérgicamente y reclamaron sus derechos. La
reacción de los intereses afectados y sus gobiernos fue mucho más fuerte de lo
previsto. No se llegó a emplear ni la violencia directa ni a fomentar una rebelión
100
porque se ponía en peligro la política continental de la Buena Vecindad y se abría
la posibilidad de una lucha civil que repitiera el caso de España. Sin embargo, sí
se usó una amplia gama de presiones diplomáticas y económicas para obligar a
México a dar marcha atrás. Las presiones diplomáticas y sobre todo económicas
no se hicieron esperar. Los norteamericanos suspendieron las compras de plata;
restringieron los créditos y “boicotearon” las exportaciones de petróleo mexicano.
Si bien las organizaciones sindicales apoyaron sin reservas la política del gobierno
mexicano y decidieron unirse a la política de unidad nacional convocada por
Cárdenas para hacer frente a las grandes presiones internacionales, con la
expropiación petrolera se agudizaron los problemas económicos de México,
provocando la disminución en las obras de infraestructura, de beneficio social y en
el ritmo del reparto de tierras.94
El general Lázaro Cárdenas llegó al poder con el deseo de llevar adelante
una política de amplio espectro social, fundamentada en la distribución de tierras;
en la asistencia y organización comunal de la explotación en el campo; en el
mejoramiento de los ingresos y la formación de cooperativas de explotación entre
los obreros y los campesinos; en el fuerte gasto del gobierno federal en la
infraestructura, y finalmente, en la reivindicación de los recursos naturales en favor
del Estado mexicano. Sin embargo tales políticas públicas encontraron serios
obstáculos, entre los cuales es importante resaltar el problema del financiamiento.
La subvención al ejidatario, a las cooperativas, el gasto implícito en las
94 Lorenzo, Meyer; México y Estados Unidos en el conflicto petrolero (1917-1942), México, El Colegio de México, 1968. Meyer señala que, desde el punto de vista económico, la expropiación petrolera se hizo en un mal momento: déficit gubernamental (obras públicas y reforma agraria), además de una baja en la exportación de la plata y el petróleo, que le restó ingresos al erario; la expropiación provocó una fuga de capitales y una retracción a la inversión privada.
101
nacionalizaciones de los ferrocarriles y el petróleo, más las fuertes erogaciones en
materia de comunicaciones, pronto sobrepasaron la capacidad de recaudación del
gobierno.
De esta manera nos encontramos con un panorama económico que se
presentó como un círculo vicioso: un gobierno interesado en realizar fuertes
gastos con orientación social y bajo la imperiosa necesidad de recurrir al aumento
de circulante, esperando en que el resto de la economía respondiera al aliciente; y
por otra parte, un sector privado temeroso de lo que podía haber detrás de la
política social cardenista, se retraía, en una situación de escasez de crédito, frente
a un mercado interno creciente. Así las cosas, el resultado fue la inflación:
Inflación agravada -en este periodo-, por el descenso de la producción agrícola en
algunos renglones de alimentos de consumo interno, como consecuencia de los
reajustes naturales producidos por una reforma agraria de las proporciones de la
emprendida por Cárdenas.95
“El aumento del circulante –que entre 1937 y 1940 pasó de 767.8 millones a
1 297. 1 millones de pesos—tuvo un fuerte impacto sobre los precios: el índice
general acusó un aumento de 26.6% entre 1936 y 1939. Y desglosado aparece
que el aumento se concentró en los artículos de primera necesidad: el índice de
precios de los alimentos aumentó para ese mismo periodo 25.4%, el del vestido
28.9% y el de los artículos para el hogar, 33.4%, en tanto que el de los llamados
artículos de producción sólo creció en un 13.2%”.96
95 Para un balance de los costos económicos de la política con orientación social llevada a cabo por el régimen de Lázaro Cárdenas, se puede revisar el ensayo de Luis, Medina: “La idea de unidad nacional”, en Lecturas de política mexicana, México, editado por El Colegio de México, 1977.96 Luis, Medina; op. cit. p. 88.
102
Los resultados inflacionarios del financiamiento de la actividad del gobierno
de Cárdenas fueron, en realidad, sólo uno de los elementos que contribuyeron
desde el punto de vista del proselitismo, a los propósitos de los grupos opuestos al
cardenismo. Paralelamente habrían de hacer sentir su peso otros temas
fuertemente cargados de emotividad en el ambiente político de aquellos días. En
primer lugar, la inevitable sucesión presidencial, origen de todos los males (el
primero de todos, la lucha por el poder político al interior del partido); en segunda
instancia (o primera, según se vea) era imposible hacer a un lado el contexto
nacional del internacional: de alguna manera las pasiones nacionales debían de
acoplarse al engranaje de la división internacional en bloques ideológicos
antagónicos; además, si con eso no era suficiente, faltaba integrar el malestar y
lucha que sostenía la Iglesia católica para provocar cambios al artículo tercero
constitucional (desde 1934, la educación impartida por el estado era “socialista”).97
Así, para el año de 1939, en México puede percibirse con claridad la
formación de un frente de oposición a Lázaro Cárdenas, al PRM y a su candidato
oficial, centrando sus reclamos en una fórmula: las rectificaciones a lo realizado.
97 Sobre la implementación de la educación socialista en México, se puede revisar el libro de Victoria, Lerner: La educación socialista, México, ediciones del Colegio de México, 1979, volumen 17. Sobre la oposición de algunos grupos conservadores contra la imposición de la educación socialista, véase el libro de Hugo, Campbell: La derecha radical en México, 1929-1949, México, ediciones sepsetentas, 1976, número 276.
103
2.5 LA OPOSICIÓN DE DERECHA AL RÉGIMEN DE LÁZARO CARDENAS.
2.5.1 Las condiciones socio políticas para la formación de una ideología de
derecha.
El periodo de institucionalización del régimen de la revolución fue el marco donde
se generó una creciente disidencia de carácter civil y militar. Ésta discrepancia
comprende desde la alternativa electoral encabezada por José Vasconcelos en
1928,98 hasta la contienda de sucesión presidencial que se aglutinó en el
almazanismo, una década más tarde.
La oposición que se manifestó durante el régimen de Lázaro Cárdenas,
agrupó a diversas familias políticas, las cuales en conjunto formaron una
disidencia identificada a la derecha del Estado posrevolucionario: coincidían en el
ultra nacionalismo, en el antiparlamentarismo, en una acrecentada fobia al
marxismo así como a la URSS, y se preservaban contrarios a la centralización del
poder político en campos como el educativo (particularmente contra la educación
socialista), las reformas sociales y la tutela estatal en la vida económica
(particularmente contra la creciente agitación obrera y el desmedido crecimiento
del sindicalismo, además se oponían a las medidas arbitrarias de reparto agrario).
98 El historiador John Skirius, en su libro José Vasconcelos en la cruzada de 1929, refiere que “La campaña vasconcelista es importante, entre otras cosas, porque representa el último intento de estilo maderista de obtener el poder, basado en la creencia del libre juego democrático bajo el precepto básico de la revolución: ‘sufragio efectivo, no reelección’. Los sucesos de 1929 demostraron que México no estaba capacitado todavía para basar el juego político en un sistema de partidos. John, Skirius; José Vasconcelos y la cruzada de 1929, México, Ediciones Siglo XXI, 1978.
104
La fuerza con la cual se manifestaron estos grupos de derecha hacia el final
del régimen de Lázaro Cárdenas fue posible gracias a dos factores principales: por
una parte, con motivo de la agrupación de pequeños grupos no afines al Partido
Nacional Revolucionario para disputarle el poder político durante las elecciones
para suceder a Lázaro Cárdenas; por otra parte, no debemos olvidar el contexto
internacional caracterizado por la inevitable lucha de facciones para garantizar
zonas de influencia a favor de fascistas, comunistas o demócratas.
La dinámica entre la acción gubernamental cardenista y la oposición
reaccionaria puede ubicarse por una secuencia cronológica: los primeros cuatro
años del gobierno de Lázaro Cárdenas, destacan por un programa radical de
apoyo a los sectores más desprotegidos del país. Este potencial revolucionario,
más las referencias de Cárdenas al socialismo y al poder popular (demagógicas o
no) alarmaron a núcleos conservadores del medio mexicano (mismos quienes
comenzaron a organizarse para exigir rectificaciones a lo realizado por el
régimen). En una visión retrospectiva, se puede establecer cómo los dos últimos
años del gobierno de Cárdenas se caracterizaron por desacelerar la maquinaria
que él mismo había permitido poner en movimiento, situación por la cual algunos
analistas consideran como un giro a la derecha al final de ese régimen.
Las reformas que Lázaro Cárdenas defendió durante su campaña
presidencial y las acciones de su gobierno durante los primeros años favorecían
ostensiblemente: al trabajo sobre el capital; la participación obrera en la
administración; la organización cooperativa y colectiva de la agricultura (el ejido),
con una concentración del crédito agrícola gubernamental para su consolidación;
la transformación del sistema de educación pública para introducir un contenido
105
socialista; la reducción del status de dependencia mexicana mediante el
fortalecimiento de la economía nacional por la intervención gubernamental, la
planificación y nacionalizaciones en rubros importantes, y la necesidad de
movilización y organización masivas para impulsar la reforma desde abajo.
Un historiador norteamericano sintetizó la dinámica política de 1934-40 de
la siguiente manera:
El movimiento cardenista era revolucionario en potencia, y representaba una tendencia hacia la creciente movilización, la organización y la conciencia política de las hasta entonces marginadas masas de trabajadores, campesinos y otros estratos oprimidos. Su programa involucraba también una profunda transformación estructural del orden social y económico. Así, pese a que el proceso de estabilización del capitalismo después de 1938 no manifestara los rasgos más extremos de la contrarrevolución, sí realizó las tareas esenciales de interrumpir un avance potencialmente revolucionario y recuperar algunos de los privilegios perdidos de las clases dominantes. 99
Para Lorenzo Meyer, el giro político durante el régimen de Lázaro
Cárdenas, permitió el refuerzo de los grupos anticardenistas, porque mientras la
oposición tenía una idea más o menos clara de sus intereses y de los peligros que
representaba la continuidad de la política cardenista, los sectores obreros y
campesinos no eran conscientes de sus objetivos, ya que las reformas no habían
surgido como una demanda propia, sino por las directrices impuestas por la
política oficial.100
Este frente conservador, a pesar de su fuerza, se encontraba dividido en
varios grupos, siendo los de tendencia clerical los más numerosos.
99 David, Raby; “La dinámica de la revolución y la contrarrevolución: México bajo Cárdenas 1934 -1940”, México, Revista Estudios Políticos, octubre diciembre de 1978, volumen IV, número 16.100 Lorenzo, Meyer; “Límites de la política exterior cardenista”. Revista de la Universidad, 1969.
106
2.5.2 Derecha radical religiosa y derecha radical secular.
Para obtener una idea clara de lo que fue la oposición de derecha en México,
durante el régimen de Lázaro Cárdenas, Hugh Campbell en su libro La Derecha
radical en México 1929-1949101, sugiere tomar en cuenta que estaba integrada
por dos segmentos diferentes: una derecha radical secular y una derecha
radical con tendencia religiosa, teniendo al movimiento sinarquista como su
principal exponente. Si no se tiene conciencia de esta división -dice Campbell- el
análisis de la derecha mexicana resulta superficial.
Al analizar la derecha secular en México durante el régimen cardenista,
Campbell identifica cuatro ramales principales: los callistas, los carrancistas, la
burguesía regiomontana que dio a Almazán su apoyo, y los disidentes “recientes”
del partido oficial particularmente aquellos opuestos a la línea izquierdista.
Varios grupos formales ya existentes, además de otros que se organizaron
a lo largo del año de 1939, coincidieron para darle forma a la derecha secular.
Entre los existentes se encontraban los Camisas Doradas, la Unión de Veteranos
de la Revolución y la Confederación Nacional de Salvación Pública. Además,
aprovechando la laxitud de la Ley Federal Electoral entonces vigente, se formaron
algunos partidos políticos. Por su función aglutinadora es importante destacar al
Comité Revolucionario de Reconstrucción Nacional, presidido por un antiguo
callista, el licenciado Gilberto Valenzuela. Dicho Comité orientó sus esfuerzos a
lograr la unificación de todos los partidos y grupos independientes, tales como el
Frente Constitucionalista Democrático, Frente de Profesionistas e Intelectuales, 101 Hugo, Campbell; La Derecha radical en México 1929-1949, México, ediciones sep setentas, 1976, número 276.
107
Partido Liberal Constitucionalista y los diversos centros en pro de la campaña
política de Juan Andrew Almazán. En general, estos grupos eran compatibles en
temas conservadores y reaccionarios clásicos como unidad, orden público,
nacionalismo, anticomunismo, defensa de la propiedad privada (especialmente la
de la tierra), la defensa de los “valores puros”; acorde con el tiempo el cual vivían,
los caracterizó su constante denuncia de la corrupción oficial así como la condena
de los líderes sindicales progresistas, estando Vicente Lombardo Toledano entre
los blancos preferidos. Además enarbolaron un nacionalismo extremo, dirigido
contra el régimen de Cárdenas, del que decían, tenía ligas con la Unión Soviética.
Por su parte, el análisis de la derecha religiosa debe incluir –dice Hugo
Campbell- tanto a la Unión Nacional Sinarquista (UNS) como al Partido Acción
Nacional (PAN).
La aparición pública del sinarquismo en mayo de 1937, fue reacción a los
programas de la educación socialista y a las medidas de reparto agrario.
Los sinarquistas tenían una ideología coherente y una fuerte organización,
ambas derivadas de un fuerte sentido de la hispanidad y una tradición de
catolicismo tradicional y militancia religiosa en la región del centro-oeste102, la
suma de los elementos que componen al sinarquismo, puede ser analizada bajo
los lineamientos con los que Francisco Xavier Guerra denomina como sociedad
tradicional u “holista” de México.
102 Para una clara comprensión del movimiento sinarquista, véase el libro de Pablo, Serrano Álvarez; La batalla del espíritu, México, ediciones de CONACULTA, 1998, dos volúmenes. Más específicamente, sus seguidores se concentraban en Jalisco, Michoacán, Colima, Aguascalientes, Zacatecas, Guanajuato y Querétaro, estados caracterizados por haciendas pequeñas y por un gran número de ranchos.
108
La UNS nació de un acontecimiento: la revolución mexicana. Y
concretamente, para oponerse a muchos de los objetivos trazados por los
sucesivos gobiernos revolucionarios.
En La batalla del espíritu,103 una de las investigaciones más completas y
más objetivas que se han escrito sobre el sinarquismo, atendemos a que el
movimiento sinarquista fue inducido por la lucha que venían sosteniendo los
católicos mexicanos, desde el periodo revolucionario, contra el sistema y los
hombres que estaban realizando los logros de la Revolución.
El sinarquismo fue uno de los últimos esfuerzos que los católicos, lo
organizados y que la jerarquía, realizaron en oposición al proyecto revolucionario,
al régimen y al orden posrevolucionarios. En esta perspectiva, el movimiento
cristero representó el antecedente histórico más cercano al sinarquismo. El
movimiento sinarquista no fue una lucha autónoma, pues constituyó una
continuidad con la cristiada, que a su vez, mediante la Segunda, las Legiones y la
Base, logró prolongarse en el sinarquismo. Al igual que los cristeros y los
movimientos subsecuentes, el sinarquismo tuvo cabida en la sociedad regional del
Bajío, expresándose más continua y fuertemente en aquel espacio regional, donde
la lucha católica contra la posrevolución siempre encontraba apoyo, capacidad de
convocatoria y fuerza sociopolítica”.104
Frente a un contexto lleno de cambios, de “modernidades” y de novedades,
introducidas por la posrevolución en el poder, la lucha sinarquista representó una
alternativa de la sociedad abajeña que quería seguir manteniendo sus tradiciones,
su estereotipo nacional, sus características conservadoras –que provenían desde 103 Pablo, Serrano Álvarez; op. cit. p. 12.104 Pablo, Serrano Álvarez; op. cit. p. 14.
109
el tiempo de la Colonia-. Movimientos como el sinarquismo fueron una buena
razón de la lucha regional y, justamente, ahí fue donde se encontró la razón de ser
de esos movimientos, que expresaban ese sentir regional y lo encauzaban frente
al contexto de constante renovación y cambio, que por lo demás no lograba ser
aceptado por la sociedad católica, tradicional y conservadora.
El sinarquismo fue un instrumento de la jerarquía y de los católicos
intransigentes, que se abocó a una labor de movilización, oposicionista, defensora
de la libertad religiosa y cívica, en contra del gobierno cardenista. El instrumento
fue eficaz, como grupo de presión derechista, pero en los primeros años de la
UNS, el sinarquismo se convirtió en un movimiento social de masas regionales,
cuya ideología escapó a los límites de la acción católica que lo había creado. Las
demandas populares, nacionales y del Bajío, encontraron un canal de expresión
en la UNS. Esta circunstancia pronto convirtió al sinarquismo en un agente de
oposición, de movilización, de cohesión social, de expresión de la pobreza y
miseria, de corriente de opinión, de frente social contra el gobierno establecido. La
ideología católica sinarquista fue aceptada y apoyada profundamente por la
sociedad abajeña que deseaba expresar su desacuerdo con el régimen
posrevolucionario que no le había resuelto sus problemas más inmediatos. El
contexto del Bajío permitió que el movimiento encontrara un amplio y suficiente
apoyo social y que, en poco tiempo, se convirtiera en una fuerza sociopolítica de
primer orden.
La acción sinarquista permitió la expresión de demandas, de ideología
popular, de la capacidad de protesta, de las masas populares abajeñas. En los
primeros tres años de existencia (1937 – 1940) la UNS creció y se expandió
110
rápidamente, convirtiéndose en una organización popular de oposición contra el
cardenismo. El populismo, la demagogia, la cursilería, la simbología y la psicología
de los sinarquistas encargados de desarrollar al movimiento, permitieron que en
poco tiempo creciera y madurara su fuerza oposicionista.
El sinarquismo se convirtió en la voz de la pobreza, en el canalizador de las
demandas, de los desheredados, en el cohesionador de las masas
tradicionalistas, ultracatólicas y conservadoras, en la expresión de la ideología de
una sociedad opuesta a la “modernidad” que quería introducir la posrevolución, en
la manifestación de las demandas de la Iglesia y de los católicos organizados, en
la fuente de acción de las masa populares, supuestamente apacibles y dóciles; en
un polo opositor al cardenismo populista, radical, izquierdizante y anticlerical, y en
una fuerza sociopolítica indiscutible, de contrapeso al régimen surgido de la
Revolución mexicana.105
Después de 1940, el sinarquismo entró a una etapa de auge nacional. La
movilización constante, la expansión territorial, las críticas y ataques
antigobiernistas, y los métodos de conquista y reclutamiento se incrementaron
nacionalmente.
El jefe de la UNS, Salvador Abascal, fue el caudillo que convirtió al
sinarquismo en una de las principales, o acaso la única fuerza sociopolítica de
oposición al régimen cardenista.
La fuerza del sinarquismo, y la conducción de ese movimiento por parte de
Salvador Abascal, permitiría que a él se sumaran figuras destacadas de la época.
105 Sobre este particular puede verse también el libro de Jean, Meyer; El sinarquismo, ¿un fascismo mexicano? 1937 -1947, México, editorial Joaquín Motriz, 1979.
111
El caso más ejemplar es el de José Vasconcelos, quien defendió en sus espacios
periodísticos a la UNS, respaldando moralmente al movimiento.106
No debe descuidarse que el origen y crecimiento de la UNS se verifica bajo
un contexto caracterizado también por la pugna entre las grandes ideologías de la
época: comunismo contra fascismo. Esta sería la principal razón por la que, en
México, grupos afines al cardenismo, pretendieran encontrar en el sinarquismo
características propias al fascismo.
Los ataques que hizo el líder de la CTM, Vicente Lombardo Toledano,
contra la Unión Nacional Sinarquista, durante 1939 y 1940, constituyen un
minucioso relato del apoyo incondicional del líder sindical, para apoyar al gobierno
cardenista contra una amenaza real de la oposición de derecha.
Para Lombardo Toledano no había ninguna duda de que el sinarquismo
había sido originado por iniciativa de nazifascistas emigrados a México. Por eso,
desde fines de 1938, la CTM hizo correr la versión de que el movimiento
sinarquista pertenecía a la Quinta Columna Nazifascista en México.107
Los ataques de Vicente Lombardo Toledano contra la UNS, se centraron
en señalar: el hispanismo, el anticomunismo, el nacionalismo, la organización
militarizada, el saludo y el culto a la bandera, el antisemitismo, el antiyanquismo,
el proyecto antidemocrático y la exaltación del pasado colonial.
106 José, Vasconcelos; “Abascal, cabeza sinarquista”, en cuatro entregas en la Revista Así. México, (I) 28 de junio de 1941, pp. 22-23,65; (II) 5 de julio de 1941, pp. 38-40; (III) 12 de julio de 1941, pp. 39-41; (IV) 19 de julio de 1941, pp. 38-41. 107 El tercer Reich trataba de “echar raíces” en diversos países a través de la formación de cuerpos paramilitares y organizaciones políticas que apoyaran de diversas maneras el programa expansionista nazi. Esos conglomerados fueron bautizados desde la guerra civil española con el nombre de “Quinta columnas”. En México, la legación alemana y la falange Española apadrinaron acciones quintacolumnistas. Véase el libro de José, Bernal de León; La Quinta columna en el continente americano, México, ediciones culturales mexicanas. S.f.
112
Para Lombardo Toledano, el sinarquismo era un movimiento inspirado en la
Quinta Columna, que quería desestabilizar al gobierno cardenista y tomar el poder
para desarrollar el fascismo de huarache. Estas aseveraciones carecían de
fundamento, y los adversarios nunca pudieron comprobar las ligas del movimiento
con los nazifascistas- falangistas europeos. A pesar de esto, la versión logró influir
en las interpretaciones que se hacían sobre el sinarquismo y en las declaraciones
oficiales que lo atacaban.108
La UNS declaró en 1939:
Rechazamos categóricamente el cargo de estar difundiendo ideas o programas de FALANGE, porque tal cosa estaría en pugna con nuestros principios, y porque nadie podrá probar nunca que el sinarquismo tenga la menor conexión con ella.Rechazamos la acusación de ser un organismo de tipo totalitario con pretensiones de partido único, porque nuestra lucha va enderezada a crear un verdadero ambiente democrático en que se respete el sentir del pueblo mexicano.109
Ya en marzo de 1938, el sinarquismo había rechazado el membrete de
“fascista” que quería endilgarle la CTM de Lombardo Toledano.
Los sinarquistas no somos fascistas ni nazistas, ni bolcheviques simplemente porque queremos ser completamente mexicanos. Nuestra concepción del Estado se basa, por lo mismo, en la realidad de nuestra patria y no en las experiencias de Italia, Alemania o Rusia. Nosotros queremos resolver los problemas mexicanos a la mexicana, pero sin violencia, sin sangre, con amor y capacidad.110
Por lo que toca a la identificación del sinarquismo con el fascismo o el
nacional socialismo alemán, los investigadores Hugh Cambpell y Jean Meyer ya
han dejado entrever en sus investigaciones (citadas anteriormente) que el
108 Pablo, Serrano Álvarez; op. cit. p. 340.109 Pablo, Serrano Álvarez; op. cit. p. 342.110 Pablo, Serrano Álvarez; op. cit. p. 343.
113
sinarquismo no era de ninguna manera un fascismo mexicano. En el libro de
Serrano Poncela, La batalla del espíritu, el autor vuelve a indicar que:
Hasta 1943, el movimiento adquirió características autoritarias basadas o copiadas de los fascismos europeos. Abascal era un fiel simpatizante y admirador del orden, la disciplina y la jerarquía fascistas, nazis y falangistas, sin tener contactos o ligas con las organizaciones fascistas de Europa. Abascal copió ciertos métodos de organización y disciplina de los fascistas europeos y los integró al movimiento para intimidar al gobierno y a los adversarios, para incrementar la fuerza organizativa del sinarquismo. El carácter autoritario, recio y agrio, de Abascal fue trasminado a la acción y organización de la UNS. Para los adversarios, el movimiento sinarquista era dirigido por un quinta columnista nazifascista-falangista y divulgaban la idea de que la UNS era un instrumento de las potencias totalitarias que deseaban penetrar en México para combatir a Estados Unidos. Se definía al movimiento como fascista y se afanaba en demostrar las conexiones e intenciones totalitarias del sinarquismo, sin sustentar nada con hechos verdaderos y válidos.Las características que había impreso Abascal tenían una carátula “fascista”, pero el movimiento no tenía, ni tuvo, ninguna conexión con los fascismos europeos, por el contrario, la UNS siempre se manifestó adversa a las teorías fascistas.111
Además, Salvador Abascal I., señaló enfáticamente en varios de sus libros,
que más que oponerse al reparto de las tierras o a la justa defensa de los
derechos de los trabajadores, la UNS se opuso al gangsterismo político derivado
de la Revolución mexicana y la interminable guerra civil.112
La falta de un debate serio en aquellos años repercutió en el descrédito de
la Unión Nacional Sinarquista. Sin embargo, en ella mejor que en la fundación del
Partido Acción Nacional se concentraron los sectores más representativos de la
sociedad tradicionalista, también denominada por Francisco Xavier Guerra como
“holista”. Con el paso de los años, al movimiento sinarquista se le integrarían
algunas de las figuras más representativas de la derecha religiosa.
111 Pablo, Serrano Álvarez; op. cit. p. 346. 112 Salvador, Abascal; Mis Recuerdos, México, editorial Tradición, 1980.
114
La figura de Salvador Abascal despunta invariablemente dentro de este
grupo de personajes. A él seguirían figuras como la de Guisa y Acevedo, Salvador
Borrego E., y Celerino Salmerón.
Por su parte, Manuel Gómez Morín, miembro de una generación de intelectuales
mexicanos que se caracterizó por el carácter personal de sus empeños, en una
palabra, por su temple, fundó en 1929, al Partido Acción Nacional (PAN). Este
partido, a pesar de que desde su origen había sido identificado hacia la derecha
de los regímenes posrevolucionarios, tenía características propias que incluso lo
alejarían de los sectores tradicionalmente identificados dentro del
conservadurismo mexicano de esa época.
Para Gastón García Cantú113, la genialidad de Gómez Morín al fundar el
PAN, consistió ante todo, en darse cuenta de la realidad política del país. Contra lo
que quisieran los sectores tradicionales y conservadores de México, en 1939, el
país ya se había transformado. Las organizaciones campesinas armadas, los
trabajadores organizados en una gran central, el Partido de la Revolución
Mexicana como asociación de la mayoría, la sujeción del ejército a los fines de la
Constitución y del Estado, más la correlación de las fuerzas productivas para no
alterar al paz interna, hacían imposible el asalto a los poderes públicos. La vía de
la oposición fue, por entendimiento de esa realidad, pacífica; la opción una sola:
constituirse en Derecha.114
113 Gastón, García Cantú; La derecha, México, ediciones del Fondo de Cultura Económica, CONACULTA, 1991, volumen 5.114 Gastón, García Cantú; op. cit. p. 177.
115
En 1939 era indispensable deshacerse de los fantasmas del pasado: ya no
era posible conspirar como lo hizo el antiguo Partido Conservador con los jefes del
ejército para asaltar el Palacio Nacional, o solicitar en las cancillerías de Europa
una intervención en México.
En adelante empezaba la obra moderna de la derecha: impugnar al Estado
surgido de la Constitución sin reconocer que eran, socialmente, consecuencia de
aplicarla.
El lenguaje que empleaba el dirigente de Acción Nacional, era distinto a la
confusa disertación y al odio de otros grupos reaccionarios de aquel entonces, y
que sin embargo, coincidía con los opositores a la reforma agraria, a la
nacionalización, a la política internacional. Aunque en realidad, en sus primeros
años, no había doctrina política sino cláusulas y temas surgidos de la oposición a
un programa revolucionario de la Constitución de 1917. Todo ello revestido de
clericalismo por sus afiliados.
Enrique Krauze ha escrito acerca de ese partido que el “día que se escriba
con solidez intelectual, sentido crítico y generosidad moral la historia del PAN, se
verá hasta que grado tenía razón Gómez Morín cuando fundó su partido”115.
Para Krauze, la fundación del PAN por Gómez Morín, significó la creación
de una institución que bregaría en la eternidad no con la finalidad inmediata de
obtener el poder sino de formar ciudadanos en una República que se debatía (en
los años en que se fundó el PAN) entre fanatismos ideológicos.
Nadie como Gómez Morín había calibrado el poder real de la familia revolucionaria y nadie como él había concebido un proyecto práctico para
115 Enrique, Krauze; Una religiosidad práctica (Manuel Gómez Morín); en Enfoque de Reforma. México: No 163, 23 de febrero de 1997.
116
modificar a largo plazo la vida política de México. Algunos interpretaron esta tácita postergación de la conquista del poder como una cobardía, a lo que Gómez Morín contestaba: Cobardía y soberbia diabólica es creer que las vías extraordinarias del milagro, reservadas a unos cuantos santos, están al alcance de todos los perezosos y de todos los apresurados para darles el gustazo de hallar sin buscar, de lograr sin esforzarse, por el mero ardor de su apetito.116
Krauze también señala que un aspecto fundamental en la historia del PAN es
su evolución doctrinaria: “Vincularlo automáticamente con la tradición
conservadora de México no es incurrir en una mentira sino en una media verdad.
En todo caso, una simplificación. Es cierto que el paralelo se dio desde el principio
en algunos ámbitos, como la convergencia excesiva con la Iglesia, la mojigatería,
la tentación de legislar en lo social y lo cultural, o la postura internacional (basta
recordar la indulgencia del PAN hacia Franco o su reticencia frente a la
declaración de guerra al eje). Estos hechos se dieron y son lamentables e
incompresibles en un defensor de la libertad como era Gómez Morín. Pero en
otros aspectos la plataforma del PAN fue progresista en el sentido recto del
término: sus iniciativas integrales para el campo mexicano, su defensa del
municipio, su porfía anticentralista, el concepto de subsidiaridad, la distinción entre
Estado y nación, su defensa de la dignidad eminente de la persona humana. Con
todo, el servicio mayor ha sido el que Gómez Morín delineó desde 1940: insistir
incansablemente, insistir porque en esa capacidad de insistencia estriba la lucha
misma”.117
Por lo demás, asegurar que el PAN era una partido de derecha radical, así
como encontrarle vínculos con el fascismo, es verdaderamente un problema.
116 Enrique, Krauze; op. cit. p. 11.117 Enrique, Krauze; op. cit. p. 12.
117
Incluso se convierte en un problema mayor si tomamos en cuenta las opiniones de
otras destacadas figuras de la época, que también se encontraban en oposición a
lo hecho por el régimen de Lázaro Cárdenas
Personajes como José Vasconcelos y Jesús Guisa y Azevedo no creían en la
descripción que generalmente se hacía del PAN, en cuanto partido oposicionista,
menos lo creían en cuanto a sus dirigentes.
En 1955, José Vasconcelos había escrito:
El movimiento de Acción Nacional ha hecho de la oposición un cómplice del régimen. Le está sirviendo para evitar que la rebeldía armada se propague. La pretensión que manifiestan, de educar al pueblo para que sólo más tarde haga valer sus derechos así que los conozca, no tiene otro resultado que el de aplazar indefinidamente la acción salvadora. En teoría, tesis semejante es indiscutible, pero hay que ver que la estamos ensayando desde los tiempos de Hernán Cortés, sin mayor éxito que digamos. Y en lo moral, no es aceptable una oposición cuyos jefes se benefician personalmente por su colaboración con el Gobierno. Todo eso es oposición falsificada.118
Y Guisa y Azevedo escribió en 1966:
Acción Nacional no es sólo un equívoco. Es eso, sabiéndolo los maliciosos de entre sus miembros, y no sabiéndolo los ingenuos. Es también un retraímiento, una retirada, una vacilación, en cuanto a las formas, o formalidades de su actividad política, y una vituperable, aborrecible, execrable traición en cuanto al fondo... Es rémora y pala, pero pala de palero.119
Algunos años más tarde, en 1976, Salvador Abascal, el más destacado
dirigente de la Unión Nacional Sinarquista, ya en su calidad de director de La
hoja de combate, publicación mensual editada desde 1968 hasta el 2000 por la
editorial Tradición, empresa del mismo Abascal, le permite expresar a Salvador
118 José, Vasconcelos; La flama, México, editorial CECSA, 1959.119 Jesús, Guisa y Azevedo; Acción Nacional es un Equívoco, México, editorial Polis, 1966.
118
Borrego, otro destacado representante de la derecha mexicana, las siguientes
consignas:
Lo falso, lo fraudulento del PAN, no está en sus prosélitos, en su inmensa mayoría gente de buena fe que no encuentra otro cauce a su sana oposición.
Lo falso y fraudulento arranca desde sus orígenes, desde Manuel Gómez Morín. Aquel personaje inteligente, astuto, sutil fue el que creó y sentó una tradición de doblez y engaño; él mismo sirvió toda su vida al régimen, de acuerdo con el régimen. De esa manera el régimen controlaba la acción, a través del PRM y del PRI, y por otro lado controlaba a la “reacción” por medio del PAN.
Hay una larga historia que demuestra cómo Gómez Morín sirvió a Calles, a Portes Gil, a Abelardo Rodríguez y a Cárdenas, además de haber servido como consejero a la embajada de la URSS en 1926. Fue un prodigio de astucia que con esos antecedentes hubiera logrado engañar a tanta gente decente hasta hacerla creer que podría ser el caudillo de la sana oposición.
Y con esa astucia dio la apariencia de que el PAN era católico, pero sin defender jamás ningún principio católico; soslayó todo tema básico de moral, se hizo sordo ante la comunización de la educación pública; eludió la defensa de la libertad económica; dio falsos planteamientos al problema agrario, para no oponerse a la estatización del campesino; traicionó toda causa noble, defendió a Castro Ruz y realizó una hipócrita y amañada falsa oposición.
Las “familias custodias” del PAN han continuado la tradición que forjó don Manuel Gómez Morín (de doblez y engaño). Los Landerreche, los Álvarez, los Avilés, los González Morfín, los González Hinojosa, los Christlieb, etc., han continuado el astuto engaño. Desde la formación del PAN, en 1939, vienen barajándose en los puestos directivos con una astucia extraordinaria.120
2.5.3 La Heterogénea Derecha Mexicana.
La Unión Nacional Sinarquista y el Partido Acción Nacional, son dos de los
grandes movimientos sociales por los cuales puede apreciarse que en la etapa del
cardenismo, se estaban creando las condiciones socio políticas para la formación
120 Salvador, Borrego; “El astuto fraude de los santones del PAN”, México, en La Hoja de Combate, del 12 de enero de 1976, Año IX, No 100.
119
de una ideología de derecha que se manifestaría en posiciones políticas de
personajes destacados de la sociedad mexicana. Que, sin embargo, no estarían
en la capacidad de lograr una cohesionada ideología de derecha.
Los estudios consultados durante esta investigación demuestran que existió
una heterogénea cantidad de movimientos identificados hacia la derecha
mexicana.
La disidencia, identificada a la derecha del Estado posrevolucionario que se
manifestó durante el régimen de Lázaro Cárdenas, y que agruparía a diversas
familias políticas, coincidían en algunas propuestas, concretamente en el ultra
nacionalismo, se preservaban contrarios a la centralización del poder político en
campos como el educativo (particularmente contra la educación socialista), las
reformas sociales y la tutela estatal en la vida económica; de la alharaca general
armonizaban en su antiparlamentarismo, de alguna manera todos tenían una
acrecentada fobia al marxismo, así como a la URSS, consecuentemente a estos
dos últimos elementos, la derrota de la España republicana y el triunfo definitivo de
Franco, declarado el primero de abril de 1939, fueron motivo de una gran cantidad
de muestras de adhesión por parte de la heterogénea variedad de miembros de la
derecha, de donde se deduce el quizás más fuerte denominador común que
verdaderamente tuvieron estos grupos: el hispanismo.121
Con una notoria fuerza pero “dispersa”, la abigarrada complejidad de
congregaciones de derecha, tanto de la secular como de la religiosa, no logró
121 El historiador Ricardo Pérez Montfort, en su libro Hispanismo y Falange, analiza las redes de vínculos que sostuvieron organizaciones de derecha españolas con las mexicanas, a través de lo que daban por llamar “hispanismo” u “hispanidad”, centra su atención en el intercambio de ideas de organizaciones y personajes destacados que participaron en dicho intercambio. Ricardo, Pérez Montfort; Hispanismo y Falange, México, ediciones del Fondo de Cultura Económica, 1992.
120
conformar un solo grupo homogéneo, lo suficientemente fuerte para convenir en
un único frente opositor al régimen de Lázaro Cárdenas. Fueron sus divisiones y
su incapacidad para unificarse lo que dio al gobierno espacio de maniobra para,
paulatinamente, eliminar sus pequeñas zonas de influencia.
Incluso, es mucho más fácil identificar las divisiones surgidas entre las
personalidades de estos grupos que sus “supuestos acuerdos”; eventualidades
ampliamente registradas en casi toda la bibliografía sobre el tema.
Así por ejemplo, sólo una parte muy pequeña de miembros de la Unión
Nacional Sinarquista logró fusionarse con el Partido Acción Nacional. De esta
asociación habrá que destacar que el gran dirigente de la UNS, siempre fue reacio
a vincularse completamente con el PAN. Otro ejemplo puntal de la época, se
encuentra en José Vasconcelos.
El historiador John Skirius, en su libro José Vasconcelos y la cruzada de
1929,122 refiere que “la importancia del reto de José Vasconcelos contra el PNR
fue decisiva en lo personal, porque a raíz de su fracaso, en parte como
consecuencia, fue impulsado a la derecha política en los años treinta”123.
Sin embargo, la actitud de intelectual fatigado de José Vasconcelos, le
impediría aceptar la oferta de su viejo amigo, Manuel Gómez Morín, para
conformar al naciente partido de Acción Nacional. Su decisión de no apoyar o
construir un partido político era firme y causante del descorazonamiento de varios
excorreligionarios vasconcelistas. El distanciamiento rompió las esperanzas de
122 John, Skirius; op. cit. p. 238.123 John, Skirius; op. cit. p. 238.
121
algunos en proseguir la lucha democrática; el capricho de triunfo armado tumbó
los ánimos en la creación de una oposición fuerte y de respeto.
A juicio de Enrique Krauze:
Vasconcelos tuvo la oportunidad en 1929 de poner en movimiento el péndulo. Si en vez de jugarse el todo a la carta presidencial hubiese atendido al consejo de algunos amigos, habría visto que la derrota política de su campaña era también una victoria moral que habría tenido, quizás, dos partidos modernos: El P. N. R. –el Partido de los militares revolucionarios, centralistas y estatizante- y, con él, un partido liberal, civilista, federalista y maderista.124
Además, por Alfonso Taracena sabemos que José Vasconcelos no era
partidario de la candidatura de Almazán, persona contra la que don José le tenía
pendiente el cobro de una factura, ya que durante las elecciones presidenciales
del 29, cuando Vasconcelos fue candidato a presidente, Almazán hizo
declaraciones en el sentido de que Vasconcelos figurara como precandidato del
PNR y que cuando ganara Ortiz Rubio, aquel se hiciera de la vista gorda, ya que
“al fin y al cabo todos eran revolucionarios”. De acuerdo con Taracena,
Vasconcelos nunca se pronunció a favor de Almazán y cuando se enteró de que el
candidato oficial era Ávila Camacho, hasta le agradó ya que “por no saber leer, era
el candidato ideal”.125
De modo que, desde la oposición, José Vasconcelos apoyaría al candidato
oficial.
En la bibliografía sobre el tema algo queda muy claro: hasta ahora existe un
peso desmedido en algunos personajes identificados con la derecha mexicana126.
124 Enrique, Krauze; op. cit. p. 12.125 Alfonso, Taracena; José Vasconcelos, México, editorial Porrúa, 1982.126 Caso concreto el del Señor Salvador Abascal como figura preponderante del Sinarquismo.
122
Y por el contrario, para bien o para mal, otras figuras no han sido lo
suficientemente estudiadas.
Bajo este gran contexto, en el que se estaban creando las condiciones socio
políticas para la formación de una ideología de derecha, connotados intelectuales
mexicanos cederían a la tentación de la simpatía por el hispanismo, el fascismo y
el nacional socialismo alemán.
Concretamente me refiero a Gerardo Murillo Cornadó (Dr. Atl), Rubén
Salazar Mallén, José Vasconcelos, y Salvador Borrego Escalante.
123
3. LA DEFENSA DE ITALIA EN MÉXICO Y LOS ESCRITOS
PROGERMÁNICOS DEL DR. ATL (LA COLECCIÓN ACCIÓN MUNDIAL).
3.1 Las fuentes para el estudio de Gerardo Murillo, Dr. Atl.
La vida y obra de Gerardo Murillo Cornadó (nació en Guadalajara, Jalisco
en 1875, fallecido en la ciudad de México en 1964), mejor conocido como Dr. Atl,
uno de los grandes pintores mexicanos de principios del siglo XX, escritor,
excursionista, historiador, crítico de arte, pionero en la reevaluación de nuestras
artes populares y político (aunque sus posiciones políticas siempre fueron
insostenibles), ha sido la atención de muchos historiadores y críticos de arte,
quienes han escrito artículos, ensayos y biografías que conforman un
conglomerado de textos que es prácticamente inabordable, difícil de leer en su
conjunto. Muchos seleccionan lo más destacado de su obra, que es decir su
pasión por la pintura, pasando por alto otras de sus cualidades sin pretender
perseguir un conocimiento cabal del hombre-autor, de su obra y de su tiempo.
Para el investigador minucioso, del conjunto de ensayos y biografías
relativas al Dr. Atl., saltan a la vista las incongruencias con las que fue tratada su
vida-obra.
Del conjunto de investigaciones se puede observar la presencia de lagunas
en el contexto de la vida del Dr. Atl. En muchos casos, existen periodos
específicos de su vida-obra que no han sido investigados.
Esta falta de cuidado se debió en gran parte a la carencia de documentos
que aportaran información indispensable para elaborar un trabajo satisfactorio
124
sobre Gerardo Murillo. Sólo hasta 1972, año en el que el Archivo de Gerardo
Murillo Cornadó fue adquirido por la Biblioteca Nacional de México, “con objeto de
preservar la documentación, artículos personales, folletos, recortes y sus
fotografías”,127 comenzó un periodo en el que se facilitó el análisis de la vida-obra
del Dr. Atl. Pero incluso el Archivo de Gerardo Murillo Cornadó (Dr. Atl), que forma
parte del gabinete de manuscritos del Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional
de México, fue íntegramente útil a partir de la publicación de la investigación de
Sergio Sánchez Hernández: Fuentes para el estudio de Gerardo Murillo, Dr. Atl
(1994).
Gracias a la investigación de Sánchez Hernández, sabemos que los
especialistas que se acercaron al Archivo de Gerardo Murillo Cornadó antes del
año de 1994, expresaron su pesadumbre al encontrar los documentos del Dr. Atl
en cajas y sin un instrumento de consulta que clasificara todo el material.
Es de destacar que diez años antes de la publicación de Fuentes para el
estudio de Gerardo Murillo, Dr. Atl se publicaron 2 libros de referencia
“obligada” para el estudio de la vida-obra del pintor. Por una parte, Gerardo
Murillo Dr. Atl., biografía crítica escrita por Arturo Casado Navarro en 1984128; por
otra parte, la compilación de ensayos que conforman el libro Dr. Atl Conciencia y
Paisaje, que el INBA publicó en 1985 bajo la coordinación de René Avilés
Fabila129.
En su investigación, Casado Navarro expone la obligación de hacer notar
como las innumerables inexactitudes y contradicciones halladas en las 127Sergio, Sánchez Hernández; Fuentes para el estudio de Gerardo Murillo Dr. Atl, México, Ediciones UNAM, 1994.128Arturo, Casado Navarro; Gerardo Murillo Dr. Atl, México, editorial UNAM, 1984.129 René, Avilés Fabila (coordinador); Dr. Atl. Conciencia y Paisaje, México, INBA, 1985.
125
investigaciones sobre el Dr. Atl., a veces las encontramos también en los propios
textos de Gerardo Murillo, de aquí que muchos de los errores sean inducidos,
situación de la que gustaba incurrir gustosa y constantemente el pintor.
Para la presente investigación debe quedar aclarado cómo mucha de la
literatura que aborda temas de la vida-obra de Gerardo Murillo está plagada de
confusiones o imprecisiones.
El Dr. Atl., era un personaje en quien la imaginación jugaba un papel tan
importante junto a una personalidad en constante transmutación.
Gerardo Murillo no fue un hombre apolítico. Viviendo en una época de
grandes movimientos sociales, no se marginó de éstos sino que encontró un
resquicio y un lugar para desempeñar un papel “importante” en algunas ocasiones
de la vida nacional. No fue su virtud la coherencia como tampoco lo fue la
consistencia. Dos de sus grandes apariciones en la escena mexicana están
marcadas por signos políticos opuestos; en 1915-1916, fue un hombre vinculado
con el movimiento obrero mexicano, mientras que en los últimos años de la
década de los treinta y durante la segunda guerra mundial, lo encontramos en una
vertiente opuesta, en esa época se convirtió en un efervescente propagandista del
fascismo, antisemita y constructor de panegíricos a favor del régimen de Adolfo
Hitler.
Empero, si bien es cierto que se han cometido errores en la mayor parte de
los estudios encaminados a analizar la obra de Gerardo Murillo, olvidando algunos
pasajes de su vida, esto no equivale a decir que en casi todas se ha suprimido la
época en la que se dedicó a escribir panegíricos a favor del fascismo y el régimen
nazi.
126
Entre las innumerables inexactitudes y contradicciones halladas en las
investigaciones sobre el Dr. Atl., dos facetas de su vida concentran la atención de
los estudiosos para originar toda clase de especulaciones. En primer lugar me
refiero a la labor de Gerardo Murillo como agente comisionado por Venustiano
Carranza (1914), para dialogar con Emiliano Zapata y discutir la definitiva
adhesión del caudillo del sur a la causa constitucionalista. En segundo lugar me
refiero a la época en que Gerardo Murillo se convirtió en un efervescente
propagandista del fascismo y constructor de panegíricos a favor del régimen de
Adolfo Hitler (1935-1941). De estas dos facetas en la vida de Gerardo Murillo, la
primera es la más descuidada, por la falta de materiales que lleven a conclusiones
favorables. Se ha estudiado la faceta del Dr. Atl como comisionado de Venustiano
Carranza para lograr la adhesión de los sectores obreros al constitucionalismo130,
pero la tarea específica del Dr. Atl., como enviado carrancista para entrevistarse
con Emiliano Zapata, merece una investigación seria.131
Acerca de la segunda faceta del Dr Atl., la del panegirista (motivo central de
esta investigación), existen tantos documentos para analizar, que en realidad
obliga a pensar en la posibilidad de un “olvido” inducido o solicitado por el pintor,
hacia sus biógrafos. No debemos olvidar que, antes de ser uno de sus principales
130 Véase el libro ya citado anteriormente: Dr. Atl Conciencia y Paisaje, coordinado por René Avilés Fabila. Particularmente el apartado número 5 dedicado a El Dr. Atl, Político, que incluye dos investigaciones: “Atl, Carranza, la Casa del Obrero Mundial y el pacto de 1915” de Paco Ignacio Taibo II; y “El Dr. Atl en la Quinta Columna” de Armando Castellanos.131 Para la elaboración de una investigación seria, se puede partir de las actas de la conferencia entre Emiliano Zapata y el Dr. Atl., celebrada el 28 de julio de 1914, una copia se encuentra en el archivo Zapata: AZ, 27:21. También se debe consultar el diario El liberal en sus entregas correspondientes al 28 y 29 de agosto de 1914, en donde el Dr. Atl., se manifestó a favor de un encuentro razonado entre los enviados de Carranza (Antonio Villarreal y Luis Cabrera) con Emiliano Zapata. Véase también el libro de John, Womack: Zapata y la revolución mexicana, México, ediciones siglo XXI, 1992. A Raquel Tibol, “Cuando Atl espió a Zapata”, en Proceso, México, 6 de agosto de 1979.
127
biógrafos, Antonio Luna Arroyo fue amigo del Dr. Atl. Tampoco se puede pasar por
alto un testimonio legado por el propio Murillo: en una carta escrita el 17 de agosto
de 1935 por el Dr. Atl., dirigida a Carlos Pellicer, observamos un curioso repertorio
de ideas y emociones, pero también la concertación de intereses financieros y
sociales:
Dr. Atl Méjico, D.F., a 17 de agosto de 1935
Sr. Carlos Pellicer. Sierra Nevada 724. C i u d a d.
¡Ora si va de veras la biografía! De Los Ángeles llegó naturalmente caída del cielo una pareja de algo semejante a seres humanos él, un hombre que hace treinta o cuarenta años daba clases de gimnasia en una escuela, y hoy es periodista gracias a la imbecilidad americana, y a las habilidades de su mujer le llamaremos así para evitarnos las dificultades de la clasificación.
Como en Los Ángeles hay una bola de gente que me conoce, y esta vieja oyó hablar de mí, vino a visitarme al Convento, quesque para admirarme y ver qué me sacaba "Hony soit qui mal y pens" y como salieron a relucir ciertas aventuras mías, la cacatúa se entusiasmó y quiso que le proporcionara algunos documentos, así dijo ella, para hacerme una biografía. Entonces yo me acordé de la que tú estás escribiendo, y en resumen le hice la siguiente proposición:
Que tú termines esa biografía que tienes ya empezada, que te pague por ella, que la vieja la edite, que te regale unos veinte ejemplares. La vieja aceptó, pero me dijo que ella no era una mujer rica, que vive de su trabajo, que la edición costará bastante dinero y que te dará doscientos cincuenta pesos por tu trabajo. Tú me dirás si estás conforme.
Si lo estás, pongámonos de acuerdo, y pongamos manos a la obra. Yo te ayudaré, y algunos amigos y amigas te darán los datos que te faltan.
En una hoja adjunta encontrarás algunas sugestiones para organizar esa monografía en la forma más conveniente.
Te envío mi más cordial apretón de manos. Atl
PD. Notas para una monografía o biografía del Doctor Atl Este trabajo será editado en gran formato, con ilustraciones a línea, en medio tono
y en color y se publicará en español, en Méjico. El señor Carlos Pellicer escogerá el tipo que le parezca más conveniente entre los
tres que siguen: a) Un trabajo que se reduzca solamente a los aspectos literarios y artísticos del
biografiado. b) Una biografía que abarque, en un tono que podríamos llamar formal, los
diversos aspectos de la vida del Dr. Atl.
128
c) Una biografía esquemática, pintoresca, anecdótica. El señor Genaro Estrada había empezado a escribir una, cuyo título revela perfectamente lo que se desea el título estaba en francés y parece bastante adecuado: "La vie et les aventures du docteur Atl".
Creo que debemos aprovechar esta ocasión para terminar tu obra empezada sobre mi real cáscara, editarla sin que nos cueste dinero, y ver si una vez hecho el libro se le puede sacar algún provecho en pesos. Por lo pronto y este es un dato sumamente importante para ti ya sabemos que yo valgo doscientos cincuenta pesos. Atl. 132
La carta de Gerardo Murillo para su amigo y futuro “biógrafo”, fue escrita
pocos años antes de su aventura como panegirista del fascismo, sin embargo,
muestra ya el implícito interés de Gerardo Murillo para inducir, en la genialidad del
poeta, una biografía escrita “a control remoto”.
Hasta donde sabemos, ni la biografía de Carlos Pellicer ni la de Genaro
Estrada se publicaron. Pero lo que sí se puede afirmar es que la amistad de
Gerardo Murillo y Carlos Pellicer fue constante133. Siendo éste último, director del
Instituto Nacional de Bellas Artes (de 1943 a 1946), el poeta se hizo cargo de
varias exposiciones importantes, destacándose entre éstas las del Dr. Atl.,
Joaquín Clausel y José Guadalupe Posada.134
El Dr. Atl., fue un hombre que aprovechó al máximo su experiencia como
propagandista. Había sido un valioso mercenario durante el régimen de Carranza,
y si algo había perfeccionado ejemplarmente con los años, era su arte de
persuasión, pero sobre todo, su capacidad para escabullirse de las situaciones
críticas, y sin lugar a dudas, de las comprometedoras.
132 Una versión de esta carta fue reproducida por el diario mexicano La Jornada, el 12 de enero de 1997, en el suplemento dominical Semanal. 133 En alguna ocasión el poeta confesó: ``mi afinidad con los pintores es inmediata. Si admito que el color y la línea estén más cerca de lo que escribo, que la palabra, es fácil entender por qué he vivido más próximo a los pintores que a los escritores'', véase el artículo de Patricia, Vega; “Pellicer, poeta admirado pero poco difundido”, México, en La Jornada, suplemento dominical Semanal del 15 de enero de 1997.134 Patricia, Vega; op. cit. p. 3.
129
Quizás por esta razón, en una de sus aportaciones para un semanario
mexicano, José Emilio Pacheco escribió, con mucha ironía:
El Dr. Atl, cronista y pintor del volcán Paricutín, publicó en la editorial La Reacción libros pronazis de los que ya nadie quiere acordarse y suelen esfumarse de biografías y bibliografías: Ante la Carroña de Ginebra. Los judíos sobre América, Defensa del continente contra Roosevelt. 135
En efecto, la lista de los “libros pronazis” a los que se refiere José Emilio
Pacheco, no se mencionan en prácticamente ningún análisis dedicado a la vida
del pintor. Con excepciones de las dos biografías ya citadas anteriormente
(Casado Navarro y el trabajo preparado por el INBA), el estudio de los trabajos es
prácticamente una veta nueva, incluyendo la posibilidad de compilar en un solo
libro, los panfletos que el Dr. Atl., elaboró entre los años de 1932 hasta 1941.
Hasta ahora, los pasquines se pueden consultar en el Archivo de Gerardo
Murillo Cornadó (Dr. Atl), del Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional de
México136, bajo los siguientes títulos:
• Murillo, Gerardo. La defensa de Italia en México. México: Ediciones de la
representación diplomática en México, 1937.
• Murillo Gerardo. Ante la carroña de Ginebra. México: Editorial Polis, 1941.
• Murillo, Gerardo. Los judíos sobre América. México: editorial la Reacción,
1942.
• Murillo Gerardo. La derrota de Inglaterra (reflexiones ante una película).
México: Sin pie de imprenta, 1941.
• Murillo, Gerardo. El futuro del mundo. México: Sin pie de imprenta, 1941.
• Murillo, Gerardo. La victoria de Alemania. México: Sin pie de imprenta,
1941.
135 José, Emilio Pacheco; Proceso, México, febrero 22 de 1993, número 851.136 Véanse las cajas 4, 4a, 4b. Originales de libros del Dr. Atl. Expediente 1 al 15.
130
• Murillo, Gerardo. Paz germana o paz judaico-británica. México: Sin pie de
imprenta, 1941.
• Murillo, Gerardo. Quienes ganarán la guerra. México: Sin pie de imprenta,
1941.
• Murillo, Gerardo. La conferencia de la Habana y la Guerra. Sin pie de
imprenta, sin fecha.
• Murillo, Gerardo. Paz, neutralidad y guerra. México. Sin pie de imprenta,
sin fecha.
De acuerdo con el Dr. Atl y sus biógrafos, La defensa de Italia en México y
Ante la carroña de Ginebra, así como Los judíos sobre América, no forman
parte de la Colección Acción Mundial. Mientras que los otros títulos sí la
conforman.
3.2 El Dr. Atl escritor.
Al iniciarse la década de los treinta el Dr. Atl., era ya un hombre más que maduro,
con más de 50 años de edad, gozaba de un amplio reconocimiento como pintor.
Para mucha gente que se desenvolvía en los medios artísticos y culturales, el Dr.
Atl era un personaje en quien la imaginación jugaba un papel tan importante junto
a una personalidad en constante transmutación. A su obra pictórica le seguía una
larga trayectoria de escritor, ésta no tan ampliamente reconocida. Sus escritos
recorrían las variopintas sendas de periodismo, narrativa, ensayo, panegíricos,
panfletos, poesía, correspondencia personal y toda clase de curiosidades que no
sé si encuentren clasificación.
131
La primera actividad pública del Dr. Atl como escritor comenzó en el
periodismo. Hasta donde tenemos noticias, sus colaboraciones en periódicos,
diarios y revistas van más allá de la geografía nacional: publicó artículos en Italia y
Francia. Tocó diversos temas, pero sobre todo la política, por la que tuvo una
inclinación obsesiva.
Antes de iniciarse la década de los treinta el Dr. Atl había viajado a Europa
al menos dos veces; la primera vez de 1897 a 1903. De este primer viaje, se sabe
que en Roma colaboró esporádicamente en un periódico que tuvo una gran
influencia internacional en su época: l’ avanti, órgano del Partido Socialista que
dirigía el jurista Enrico Ferri137.
Del segundo viaje del Dr. Atl a Europa (1910-1914), sus biógrafos refieren
que se entusiasmó mucho con el movimiento vanguardista denominado
Futurismo. Esos dos viajes a Europa de Gerardo Murillo representan lo que más
adelante en esta investigación he llamado “los años de aprendizaje romano”.
Los acontecimientos de la Decena trágica, motivarán el encono de Gerardo
Murillo, de modo que decide regresar a tierras mexicanas. Como en Europa había
estado en contacto con representantes del constitucionalismo, decide ponerse al
servicio de Venustiano Carranza. Su labor revolucionaria consistirá
primordialmente en hacer propaganda y establecer una alianza entre el
movimiento obrero y el constitucionalismo138.
En ese mismo periodo, creó la Colección Acción Mundial, formada por
folletos sobre temas relacionados con la Revolución y en la que publica “The
137 Jorge, Hernández Campos; “El Dr. Atl en la cultura mexicana”, véase el libro ya citado anteriormente: Dr. Atl Conciencia y Paisaje, coordinado por René Avilés Fabila.138 Sobre este tema vuelvo en el apartado 3.4 de este capítulo.
132
Mexican Revolution and the Natonalization of the Land” y” Palabras de un hombre
al pueblo americano”.139
Después del asesinato de Venustiano Carranza, en Tlaxcalantongo, el Dr.
Atl hace del claustro de la merced su casa.
De 1921 a 1932 el Dr. Atl tendrá una década polifacética. Durante este
periodo, José Vasconcelos lo comisionará para pintar las paredes de los patios de
la Antigua iglesia de San Pedro y San Pablo.
También en 1921, el Dr. Atl conoció a Carmen Mondragón (o como él la
bautizó después, Nahui Olin) de quien se enamora; esta relación amorosa motiva
varios dibujos y pinturas, así como a mantener una intensa correspondencia con
ella.140
Tres años después (1924) el Dr. Atl escribe el primer volumen de los seis
que comprende la obra Iglesias de México141, donde analiza la arquitectura
colonial y sus diferencias respecto a los patrones europeos, sobre todo a partir de
fines del siglo XVII en adelante, donde además expresa su intención de crear un
arte nacional.
De 1926 a 1928 pasa largas temporadas en el Popocatépetl, en el
Iztaccíhuatl y en el Pico de Orizaba, que son tema de varios de sus lienzos.
En 1925, Gerardo Murillo preside la Liga de Escritores de América. La
Liga de Escritores de América fue fundada en México por un grupo de amigos del
139 Esas publicaciones, son mencionadas por el biógrafo Antonio Luna Arroyo, como “los órganos más activos y más importantes del movimiento revolucionario mexicano en aquella época”. Antonio, Luna Arroyo, El Dr. Atl (Paisajista puro), México, editorial Cultura, 1952. p.111140 Parte de la correspondencia entre el Dr. Atl y Carmen Mondragón se encuentra en el libro de Gerardo, Murillo; Gentes profanas en el convento (México, editorial Botas, 1950), también puede revisarse el libro de Adriana, Malvido: Nahui Olin, la mujer del sol, México, ediciones Diana, 1993.141 Gerardo, Murillo; Iglesias de México, México, edición de la Secretaría de Hacienda, 1924 -1927, 6 volúmenes.
133
Dr. Atl, que contó con su órgano de difusión, la revista América. En Gentes
profanas en el convento, el Dr. Atl expone que se trató de un grupo literario,
como los que había en todos lados en el país, pero que llegó a contar con comités
en las capitales de los estados de la república mexicana, e incluso en Washington,
la Habana y Honduras. De acuerdo con el Dr. Atl, el fracaso del grupo y de la
revista América se debió a que estaban conformados por personalidades
entusiastas pero sin una meta homogénea o coherente:
Grupos de esta naturaleza están destinados al fracaso porque ni responden a un movimiento revolucionario profundo, ni están sostenidos por una institución oficial. Nuestro espíritu revolucionario era, en fin de cuentas, puramente literario.Una de las causas del fracaso de la Liga se debió a que cuando quisimos hacer frente a la expansión comunista patrocinada por el Gobierno, muchos de nuestros miembros se separaron para pescar una chamba y los que quedamos tuvimos que recurrir a explicarnos en los diarios.142
En 1930, en su libro Cuentos Bárbaros143, el Dr. Atl presenta a personajes
populares que actúan en el marco de la Revolución iniciada dos décadas antes, y
recoge paisajes urbanos.
En 1933 realiza una exposición de sus obras en el ex Convento de la
Merced, en la que presenta cien dibujos, veinte acquarresinas, cuatro óleos y un
fresco. Paralelamente escribe y publica un álbum ilustrado con obras de su
exposición: El paisaje, un ensayo, en el que discurre sobre los atlcolors y otras
técnicas creadas por él y formula opiniones autocríticas.
En el campo de la ficción literaria escribe y publica varios volúmenes de
cuentos y algunas novelas:
142 Gerardo, Murillo; Gentes profanas en el convento, op. cit. p. 255.143 De este libro, existe también una edición nueva: Gerardo, Murillo; Cuentos Bárbaros, México, ediciones del CONACULTA, 1990.
134
• Cuento de todos los colores144, en tres tomos publicados por la
Editorial Botas en 1933, 1935 y 1941 respectivamente.
• Un hombre más allá del universo, escrito en 1935 y publicado
posteriormente por Editorial Cultura, con prólogo de Diego Rivera. En esta
novela Atl trata de establecer una teoría sobre “el centro del universo”.145
• El padre Eterno, Satanás y Juanito García, Editorial Botas, 1938,
novela en la que el Dr. Atl satiriza los dogmas del catolicismo.
En la década de 1930, siguió con numerosas y constantes colaboraciones
en los diarios, El Universal y Excélsior, saltando del periodismo a la edición de
folletos y libros. Después de dedicar un tiempo a éstos, volvió a los periódicos. En
1935, su colaboración cotidiana en Excélsior, se enfocó a la defensa de las
actividades de la Italia fascista. A contracorriente del ambiente de reacción
violenta con que la prensa mexicana recibió al fascismo de Mussolini, el Dr. Atl
defendió abiertamente al régimen del dictador italiano. Ya desde 1931, había
expuesto, en conferencias y en la prensa, sus ideas sobre el fascismo. Las
apreciaciones de crítica internacional publicadas en la sección de la página
editorial de ese diario, despertaron, como era natural, un gran interés público, en
el cual tuvo grande influencia la reputación de su autor. Al año siguiente (1936),
los artículos del Dr. Atl fueron compilados por Pedro M. Rodríguez en un libro
144 Gerardo, Murillo; Cuentos de todos los colores, México, editorial Botas, 1933.145 El investigador Miguel Ángel Fernández Delgado en su libro Visiones periféricas, antología de la Ciencia Ficción Mexicana (Argentina, ediciones Lumen, 2001), incluye entre los pioneros de la C.F.M. al Dr. Atl. Fernández argumenta que en el libro Un hombre más allá del universo, se encuentra la primera aparición de un ser extraterrestre no humanoide: el viajero (sin nombre) que visita la Tierra en su travesía por el universo.
135
patrocinado por la colonia italiana en México. Apareció con el título Italia, su
defensa en México146.
Poco más tarde, entre 1939 y 1940, Murillo publica los folletos que en
conjunto conforman lo que denominó La colección Acción Mundial. A éstos, hay
que emparentarles otros semejantes, los ya citados: Ante la carroña de Ginebra
y el correspondiente a Los judíos sobre América.
En el terreno del ensayo publicó entre otros textos:
• Oro más oro, Editorial Botas, 1936. Aquí el Dr. Atl discurrió sobre la
importancia de ese metal precioso en la economía mundial y apuntó la
necesidad de que “México realice exploraciones que conduzcan al
descubrimiento y explotación de nuevas vetas”.
• Petróleo en el Valle de México, Editorial Polis, 1938, libro en el que sostiene
que existen yacimientos inexplorados en esa zona del país.
• De la serie Volcanes de México, Editorial Polis publica en 1939 el primer
volumen bajo el nombre de “La actividad del Popocatépetl”147, que es su primer
libro sobre vulcanología y contiene muchas ilustraciones.
El nacimiento del Paricutín en 1943 da al Dr. Atl., nuevos motivos para su
actividad pictórica y científica. Se traslada a vivir en las cercanías del volcán y
durante casi un año observa y pinta las actividades del volcán, creando una
pequeña colección de dibujos y pinturas: Cómo nace y crece un volcán: El
146 Gerardo, Murillo; La defensa de Italia en México, México, Ediciones de la representación diplomática en México. 1937.147 Gerardo, Murillo; La actividad del Popocatépetl, México, editorial Polis, 1939.
136
Paricutín148que años después donará al acervo del Museo Nacional de Artes
Plásticas.
En colaboración con Roberto Montenegro publica en 1945 un catálogo sobre
“Joaquín Clausell”.
En 1947, paralelamente a la actividad desarrollada en torno al volcán escribe
Un grito en la Atlántida149, libro en el que presenta una nueva hipótesis acerca
del mítico continente y en el cual afirma que sus habitantes eran nahuas.
En 1950, publica su única autobiografía: Gentes profanas en el convento.
Válganos desde ahora decir que si alguien echa un vistazo a la trayectoria de
escritor del Dr. Atl, sus actuaciones y sus escritos no son coherentes. Como pintor,
no hay duda que Gerardo Murillo fue un paisajista puro, mas en sus escritos
encontramos una cualidad clínicamente admirable: si el Dr. Atl es admirado por la
belleza y el colorido en sus pinturas, en sus escritos se nos revela como un
verdadero camaleón de las letras (y de posturas ideológicas). Es incluso simbólico
que uno de sus libros se llame Cuentos de todos los colores ¿Cómo explicar
esa actitud camaleónica del Dr. Atl? Es imposible separar las actividades del
escritor con la del pintor, ambas son producto de una misma persona. Uno de sus
biógrafos argumenta que aquél es un pintor surrealista vital con una doble
personalidad: la que vive y la que refleja en su pintura. En la vida es un surrealista
absoluto; en su pintura es un impresionista cabal, entendiendo el impresionismo a
la manera de Monet, es decir, en su expresión más acabada “como aquellas
deliciosas telas de la Catedral de Ruan con las que el artista comprobó, en su afán 148 Gerardo, Murillo; ¿Cómo nace y crece un volcán? El Paricutin, México, INBA, 1943.149 Gerardo, Murillo; Un grito en la Atlántida, México, ediciones Stylo, 1947.
137
de explotar por completo las posibilidades del esquema de la técnica
impresionista, que el mismo motivo, reproducido 18 veces a diferentes horas del
día, conduce a obras diferentes, de acuerdo con la transparencia del aire que
envuelve a la materia y con la luminosidad que la precisa y la sombrea.” El Dr. Atl,
dice Luna Arroyo, es un surrealista porque sueña en su vida y en sus libros y
vuelve a la realidad en sus paisajes. Sueña porque vive siempre en la ilusión,
creando los más fantásticos proyectos y las más aventuradas doctrinas. Sus libros
desde ese ángulo, son de una fantasía y de una extravagancia que asombran. 150
150 La biografía de Antonio Luna Arroyo se encuentra dividida en una veintena de capítulos en los que se analizan diversas etapas en la vida del pintor. El capítulo noveno, lo consagra a la experiencia del Dr. Atl como escritor. En este capítulo, en realidad muy breve, Luna Arroyo comenta que “es difícil establecer una bibliografía completa de las obras del pintor, porque algunas se perdieron en el remolino de las revoluciones, y porque el político de los volcanes es poco afecto a recordar lo que ha hecho, sobre todo cuando se le inquiere”. Antonio, Luna Arroyo; op. cit. p. 109.
138
3.3 Los años de aprendizaje romano: el ideal del hombre de excepción o
“super hombre”.
La influencia que Gerardo Murillo Cornadó ejerció en distintos ámbitos de la vida
nacional en México, ha exigido que sus biógrafos reflexionaran en torno a los años
de su formación personal. Sólo de esta forma se ha logrado entender su conducta
y por ende, su influencia en ámbitos como el cultural y el político.
Una rápida mirada al conjunto de fuentes para el estudio de Gerardo
Murillo, nos demuestra que Antonio Luna Arrollo, tuvo la genialidad de recuperar
datos pormenorizados de la infancia y juventud de Gerardo Murillo. Pero la
mayoría de los datos aparecen sin un afán de reflexión en torno a estos esenciales
años de la formación del Dr. Atl.
Corresponde a Arturo Casado Navarro151, a Jorge Hernández Campos152 y
Beatriz Espejo153, un espíritu mayor de deseo de conocimiento cabal de Gerardo
Murillo, del autor y de su tiempo.
Gerardo Murillo Cornadó nació en Guadalajara (el 14 de septiembre de
1875); en esa ciudad transcurrió su infancia y adolescencia, y posteriormente vivió
algunos años en Aguascalientes, en un marco provinciano cargado de
convencionalismos y de rasgos autoritarios y tradicionalistas. Algunos hechos
pusieron de manifiesto características propias de su personalidad y evidenciaron
151 Acerca de Arturo Casado Navarro, véase su biografía sobre el Dr. Atl., ya citada anteriormente y el ensayo “El Dr. Atl en la cultura nacional” en Dr. Atl Conciencia y Paisaje, coordinado por René Avilés Fabila.152 Jorge, Hernández Campos; “El Dr. Atl en la cultura mexicana”, véase el libro ya citado anteriormente: Dr. Atl Conciencia y Paisaje, coordinado por René Avilés Fabila.153 Beatriz, Espejo; Dr. Atl. El paisaje como pasión, México, Fondo Editorial de la Plástica Mexicana, 1994.
139
su inconformidad con los valores de su época, por ejemplo, frecuentes
alejamientos de su casa para emprender caminatas por Jalisco, que se
prolongaban semanas y preludiaban el abandono definitivo de su hogar.154
Las desavenencias con su medio social lo llevarán a establecerse en la
capital del país, donde encuentra otro nivel de enseñanza artística. En 1896, se
inscribe en la Escuela Nacional de Bellas Artes, pero inconforme con lo que allí
había encontrado gestiona una beca para continuar sus estudios en Europa. Se
establece en Roma en 1897, y allí, de acuerdo con sus biógrafos, encontrará la
libertad y el abandono que deseaba desde su juventud. En 1900, exhibe dos
cuadros en la Exposición Internacional de París, uno de ellos un autorretrato por el
que obtiene medalla de plata, y el 5 de febrero de 1903 solicita una prórroga y un
aumento del monto de su pensión.155
Esta primera estancia de Gerardo Murillo, se prologará durante siete años.
Durante este periodo, se va a forjar la formación intelectual de Gerardo Murillo: en
un mundo caracterizado por la expansión de los imperios europeos y una cultura
cosmopolita, no exenta de un discurso que justificaba las agresiones bélicas sobre
“países bárbaros”.
Además, el contacto tonificante que Atl estableció con la cultura
cosmopolita que se daba en Europa, tanto en algunas ciudades italianas como en
París, influyen sin duda para que aquel joven provinciano adquiriera un aplomo
impensable en medio de la sociedad porfirista.
154 Arturo, Casado Navarro; “El Dr. Atl en la cultura nacional” en Dr. Atl Conciencia y Paisaje. p. 71.155 Arturo, Casado Navarro; op. cit, p. 71.
140
“La posibilidad de estar en contacto con el pasado artístico y cultural
excepcionalmente rico de Italia, ejercerá una influencia decisiva en su
personalidad y lo llevará a desear emular los centenares de ejemplos célebres en
la pintura, en las artes y en la política”.156
Jorge Hernández Campos, haciendo un examen de la cultura mexicana
finisecular, propone que la visión que se tiene respecto a los 30 años del porfiriato,
aún aparece mediatizada por los prejuicios posrevolucionarios y a la cultura de
ese tiempo se la disuelve en generalidades convertidas en lugar común, como si la
dictadura hubiera sustraído a los mexicanos que la vivieron, la capacidad de
pensar y crear. Sin embargo, en esos 30 años se empalman o traslapan varias
generaciones, para algunas de las cuales el siglo coincide con la llegada a la edad
adulta o con el principio de la adolescencia activa, y que son en coincidencia con
otras generaciones anteriores, esas que, como diría Ortega y Gasset, en la más
plena realidad histórica, marcan el fin de la dictadura, hacen la Revolución y
fraguan en la postrevolución una nueva etapa de la inteligencia mexicana.157
El examen objetivo de la cultura mexicana finisecular, como crisis terminal
del porfiriato y germinación de lo nuevo, conduce a observar que el primer viaje de
Gerardo Murillo a Europa, tiene mucho que ver con las aspiraciones particulares
del Dr. Atl, pero también, con la falta de movilidad social que exigían las nuevas
generaciones de intelectuales mexicanos, que al ver truncadas sus posibilidades
de asenso social, veían en los estudios en Europa, una salida parcial a sus males
generales. Así, becados o no, muchos intelectuales marchan principalmente a
Europa. 156 Arturo, Casado Navarro; op. cit. p. 72.157 Jorge, Hernández Campos; op. cit. p. 16.
141
El Dr. Atl viajó a Italia en 1896 para quedarse en Europa hasta 1903.
Volverá a Europa en el año de 1911, donde permanece hasta 1914.
Mérito de Jorge Hernández Campos es develarnos los escenarios de los
que se nutrió Gerardo Murillo en sus dos visitas a Italia. En su valioso ensayo “El
Dr. Atl en la cultura mexicana”, el escritor propone que si se quiere entender al Dr.
Atl no solo como pintor, sino principalmente como personaje central en la génesis
de la Escuela Mexicana, “debemos hacer lo que ya es ineludible, o sea, buscar las
respuestas a los problemas de su personalidad pública en la cultura italiana de la
época, empezando por el periodo de 1897-1903 y terminando con los años 1911-
1914, al cabo de los cuales vemos al Dr. Atl de regreso en su país y entregado al
activismo político en plena guerra civil”.158
A los 21 años (1896), Murillo descubrió una Italia que Christopher Seton-
Watson, historiador de la época, refiere como “Il decennio di Marx” (1890-1899)159.
Bajo la influencia de Filippo Turati la ideología socialista se había propagado como
un nuevo evangelio entre las jóvenes generaciones. En Italia el socialismo
conquistó a los estudiantes e intelectuales antes que a los trabajadores, razón por
la cual adquirió un carácter particular, muy intelectualizado. Benedetto Croce,
quien en aquélla época abrazó la nueva doctrina, escribía más tarde que en ese
tiempo “toda o casi toda la parte más selecta de la generación joven” se sintió
atraída por el socialismo, al punto que “se consideraba signo de inferioridad
quedarse al margen o mostrarse indiferente”.160
158 Jorge, Hernández Campos; op. cit. p.18.159 Jorge, Hernández Campos; op. cit. p.18.160 Jorge, Hernández Campos; op. cit. p. 19.
142
Sin la posible influencia que sobre el ánimo del Dr. Atl pudo haber ejercido
el ambiente italiano con su ardorosa efervescencia socialista –comenta Hernández
Campos-161, no se puede explicar el impulso protagónico de que dio muestras a su
vuelta en 1903, como tampoco sus actividades como intermediario entre el
constitucionalismo y la Casa del Obrero Mundial en 1914, después del segundo
viaje.
En los años del aprendizaje romano de Gerardo Murillo, mucho tuvo que ver
el tumultuoso panorama que vivió con la ardorosa efervescencia socialista, pero
particularmente influyeron en él dos celebridades de la época: el criminólogo y
profesor universitario Enrico Ferri y el profesor de la Universidad de Roma,
Antonio Labriola. Estas figuras tenían personalidades distintas pero ambas
entusiasmaban por igual a sus alumnos con el socialismo.
De su primer estancia en Italia también es razonable suponer que el joven
mexicano se haya contagiado de las resonancias y las polémicas que generaba el
poeta Gabrielle D’Annunzio, de sus actitudes y de su “vivir inimitable”162.
Acerca de Gabrielle D’Annunzio, los intelectuales fascistas escribieron toda
una mitología en la que se confunde al hombre y al héroe; sin embargo, durante el
primer viaje del Dr. Atl a Europa, a D’Annunzio ya se le tenía como el más alto
modelo de titanismo, de prometeísmo.
D’Annunzio era un intelectual formado con lecturas de Nietzsche y Darwin,
de modo que ideas como la de la “supervivencia de los más fuertes” y la de la
“voluntad de poder” no le eran ajenas. Pero la genialidad de D’Annunzio fue el
161 Jorge, Hernández Campos; op. cit. p. 19.162 Poco después de que el Dr. Atl llegó a Italia en 1896, el poeta italiano, de 34 años, entró a la Cámara de diputados para el periodo 1897-1900.
143
saber adaptar esas ideas primero en su calidad de dramaturgo y más tarde en su
incursión en la política italiana. A juicio de D’Annunzio, como de muchos
intelectuales de su época, existía una enorme crisis de autoridad, de comunidad y
de valores. Por lo tanto, resultaba vital superar y gestionar esa crisis mediante la
restauración y la transvaluación de la vieja sociedad jerárquica, no mediante su
reforma ni su democratización.
El discurso de D’Annunzio, “darwiniano y nietzscheano”, le permitió
convertirse en un guerrero ideológico y político astuto. Lo catapultó como a un
intelectual que situó en primer plano el problema del hombre de excepción, del
intelectual y hombre de acción, capaz de redimir a la sociedad de sus problemas
originados por el demos demoniaco.
Hernández Campos argumenta que mucho de esto debe haberse filtrado en
el elitismo del Dr. Atl, de donde desprende su creencia de que el pintor, y en
general el intelectual, debe guiar al mundo.163
Al examinar las ideas que nutrieron al Dr. Atl, tanto Jorge Hernández
Campos como Arturo Casado Navarro argumentan que no se puede dejar fuera
otro de los movimientos vanguardistas de Europa: el Futurismo.
En 1913 los futuristas publicaron 16 manifiestos en Italia y exhibieron con
gran escándalo en la Galería Bernhein hijo, de París, en donde eran ampliamente
apoyados por una larga lista de intelectuales tanto franceses como italianos. Esta
vanguardia, polarizada en torno de Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944),
abarcó desde la literatura, la pintura, la música, el teatro, el cine hasta el diseño y
la moda.
163 Jorge, Hernández Campos; op. cit. p. 22.
144
Tal como lo concibió el poeta italiano Marinetti, el Futurismo, es vitalista,
alentado por un optimismo adolescente, y una posición iconoclasta, provocadora y
petulante. Manifiesta una decidida vocación renovadora, y plantea una oposición
frontal a la poesía anterior, a la que condena por su sentimentalismo y obsesión
por el pasado. Promueve una poesía basada en una concepción dinámica de la
vida. Persigue una forma de belleza basada en la acción, en la velocidad, en la
agresividad, en la destrucción. Usando palabras textuales de Marinetti, "Nosotros
queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo tipo, y
combatir contra el moralismo, el feminismo y toda cobardía oportunista y
utilitaria...". O, "Un automóvil de carreras... un automóvil rugiente que parece
correr sobre la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia"164.
También exaltó la violencia y la guerra, que preanuncia la posterior
evolución de Marinetti hacia el Fascismo. "Queremos glorificar la guerra -única
higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los
libertarios, las hermosas ideas por las que se muere y el desprecio por la mujer".
La carga de los acontecimientos históricos hizo que el Futurismo,
trágicamente, uniera su nombre al nacimiento, gloria y derrota del Fascismo
italiano, en la última guerra mundial. De hecho, a Filippo Tommaso se le vinculó al
Fascismo a partir de 1919. Benito Mussolini le recompensaría en 1929
nombrándolo miembro de la Real Academia de Italia.165
Este movimiento vanguardista interesó al Dr. Atl, durante su segunda
estancia en Italia, e influiría mucho en su vida. Más que el discurso relativo a
164 Armando, Cassigoli; Antología del fascismo italiano, México, Ediciones UNAM, FCPyS (serie lecturas número 3), 1976.165 Jorge, Hernández Campos; op. cit. p. 47.
145
glorificar la guerra, en particular, del Futurismo, el Dr. Atl rescatará una propuesta
arquitectónica y urbanística, caracterizada por la transformación de las ciudades
convencionales, para proyectar “un hábitat venidero con fantásticas innovaciones”.
Estas ideas del Futurismo, se convirtieron en una auténtica fiebre intelectual de la
que como resultado, algunos arquitectos, planearon las llamadas “ciudades jardín”
o “ciudades nuevas”, también conocidas como “ciudad integral”.
Esta idea europea de la “ciudad del futuro”, aterrizará en la genialidad del
Dr. Atl, en su propuesta sui generis de “La ciudad internacional de la Cultura”,
también llamada por él como “Olinka”, ésta, debía ser el centro artístico y
científico más importante del mundo.166
Para el Dr. Atl., Olinka, no sólo debería representar una ciudad, sino que
también en ella se debería crear una “aristocracia”, es decir, un grupo apto, capaz
de corregir los errores de los políticos tradicionales y transformar al Homo Sapiens
mexicano en el superhombre del futuro.
De acuerdo con el Dr. Atl., sus ideas sobre la “ciudad integral” germinaron en
Europa, en donde incluso recibió algunas ofertas para experimentar sus ideas. Sin
embargo, nos dice el Dr. Atl., tomó la equivocada decisión de regresar a México
para tratar de poner en práctica sus ideas:
Las ayudas de toda especie llovieron: terrenos para levantar la ciudad, cerca de Plessis- Piquet, dinero y apoyos oficiales de diversas instituciones. Pero yo me consideré obligado a volver a México, no sólo para incorporarme al movimiento iniciado por Carranza, al que yo podía prestar algunos servicios, sino porque me pareció que un país de tan vasta extensión y de tan grandes
166 Recuerdo con curiosidad, lo que me dijeron los archivistas auxiliares del Archivo de Gerardo Murillo Cornadó (Dr. Atl), la primera ocasión que visité ese lugar: “No me diga que usted también viene a ver las ideas del Dr. Atl sobre la ciudad de Olinka, mucha gente viene a ver esos “proyectos”.
146
recursos como México, y al amparo de una revolución, mi programa podía realizarse más fácilmente. Me equivoqué.167
A su regreso de Europa, el Dr. Atl intentará poner en ejecución esta idea; de la
cual aún podemos encontrar una enorme cantidad de registros en sus antiguos
documentos que aun se encuentran en el Archivo Gerardo Murillo Cornadó.168 Idea
de la que podemos decir que gozó en ciertos momentos del apoyo de entusiastas
simpatizantes, pero que jamás se logró llevar a cabo, aún a pesar de que el Dr. Atl
parece no haber abandonado nunca la idea de realizarlo. 169
Los biógrafos del Dr. Atl coinciden en señalar que su segundo viaje a Europa,
realizado entre los 36 y los 39 años, parece haber sido decisivo para la
maduración de su pensamiento. A su regreso, sus reflexiones sobre el arte y el
artista, serían también una especie de mapa que habría de servirle como guía por
el resto de su existencia: a partir de ese momento y solicitado por las
circunstancias históricas, se entrega a la acción.
Para Hernández Campos es evidente que en esa etapa de su vida, a los 39
años (1914), el ambiente europeo le quedaba estrecho al Dr. Atl. Y que en México
la Revolución quizá parecía la tierra virgen donde podría levantar la obra soñada.
“El repertorio de ideas de las que se nutrió Atl, habría de comunicarlas a los
jóvenes que se le unieron en las filas del constitucionalismo“170.
167 Citado por Arturo, Casado Navarro; “El Dr. Atl en la cultura nacional”, op. cit. p. 74. 168 Véase el libro de Sergio, Sánchez Hernández; Fuentes para el estudio de Gerardo Murillo Dr. Atl, y particularmente del Archivo Gerardo Murillo Cornadó, las cajas 7 y 7bis.169 El proyecto de la ciudad cultural Olinka, es en gran medida, otra de las etapas descuidadas del pintor. De 1952 a 1959, el Dr. Atl intentó en varias ocasiones poner en ejecución ese proyecto. Intentó establecer esta ciudad en varias partes del país: en el Parque Nacional de Monte bello, en Chiapas, en Teotihuacan, en Pihuamo, Jalisco, en el entorno de algunos volcanes (en particular el de la Caldera de la Sierra de Santa Catarina, y de Tepoztlán). Para difundir el proyecto y conseguir apoyo del gobierno publicó en 1952 el folleto Crear la fuerza y ayudó a fundar el Consejo Nacional de la Cultura.170 Jorge, Hernández Campos; op. cit. p. 26.
147
3.4 La Revolución Mexicana: oportunidad para la acción.
En sus dos regresos (1903 y 1914), Gerardo Murillo llegó lleno de planes para
realizar en México. Todo el bullir de ideas que presenció en el viejo continente (se
advierte la tentación del super hombre, la pasión por las virtudes creadoras de
grandes dimensiones, las virtudes magnánimas del gran político, del gran
conductor de naciones, y la idea obsesiva de Olinka) más un acendrado cariño
por México, lo compelieron ineludiblemente a la acción.
Infortunadamente para el Dr. Atl, en lo sucesivo, nada en lo acontecido de
la vida de este mortal, estuvo exento de desgracia.
Durante los años que duró la Revolución mexicana, fueron precisamente los
pintores y los escultores quienes dejaron un legado impresionante acerca de la
contienda civil. A su manera, algunos habían participado en las acciones bélicas.
La solidaridad del Dr. Atl con la Revolución mexicana, inicia cuando él se
encuentra en Europa (durante su segundo viaje). Lamentablemente para nuestra
investigación, las acciones del Dr. Atl en el viejo continente, se encuentran
contagiadas de mucha mitología. Como anteriormente había adelantado, esta
etapa en la vida del pintor, está plagada de innumerables inexactitudes y
contradicciones.
Sin haber presentado este antecedente, sería imposible de entender la
ligereza de análisis, de muchos escritores que han pretendido abordar las
actividades de Gerardo Murillo durante ese periodo. Así, por ejemplo, el destacado
literato José Emilio Pacheco, en un artículo fechado en 1993, para un semanario
148
mexicano171, decide tocar el tema de las acciones que llevó a acabo el Dr. Atl en
París, Francia cuando se enteró de la muerte de Francisco I. Madero y la
usurpación de Victoriano Huerta. José Emilio Pacheco dice en su entrega
semanal:
Ningún pintor mexicano tuvo una participación revolucionaria semejante a la del
Dr. Atl. Con un folleto publicado en París, y vendido a las puertas de la Bolsa,
arruinó las pretensiones de Huerta para obtener un préstamo que le permitiera
conservarse en el poder.172
Efectivamente, cuando el Dr. Atl se enteró en París del triunfo de Victoriano
Huerta, empezó a organizar una campaña en contra del usurpador. Por los
biógrafos del Dr. Atl., sabemos que el interés del pintor por los acontecimientos
mexicanos, motivaron la creación de un pasquín llamado “La revolution
mexicaine”; sin embargo, afirmar que gracias a un panfleto “arruinó las
pretensiones de Huerta para obtener un préstamo que le permitiera mantenerse
en el poder”, es sin lugar a dudas una imprecisión o ligereza engendrada en gran
medida por la “mitología” que el propio Murillo se construyó.
José Emilio Pacheco descuida mencionar que Gerardo Murillo era uno de
los muchos intelectuales mexicanos que en Europa, elevaron sus voces para
protestar contra la imposición de Victoriano Huerta.
Para mayo de 1914, el joven y conspicuo vocero constitucionalista, José
Vasconcelos, fue enviado a Londres para hacer campaña en contra del préstamo.
Igual tarea asumió Miguel Díaz Lombardo en París. “Pero en última instancia, el
171 José, Emilio Pacheco; Proceso, México, marzo 1 de 1993, No 852.172 José, Emilio Pacheco; op. cit. p. 52.
149
señuelo de jugosas ganancias fue de más peso que la refinada oratoria de los
portavoces del constitucionalismo”. 173
Victoriano Huerta sí consiguió apoyo financiero en Europa, de modo que no
lo arruinó ni la oratoria ni la literatura.174
Remontándonos de nueva cuenta a las actividades del Dr. Atl durante su
estancia en Europa, está documentado que en junio de 1914, encontrándose
todavía en París, el Dr. Atl solicita a Juan Sánchez Azcona, representante del
ejército constitucionalista en Francia, una carta de recomendación que le
permitiera entrevistarse con Carranza.175
Hacia mediados del mes de julio, ya en el puerto de Veracruz, se entera de
la inminente renuncia del dictador.
El viaje del Dr. Atl a México ha sido en vano, pero las labores
revolucionarias son muchas, “y hay un espacio para este hombre lleno de
confusas ideas sobre su país, su revolución, su futuro”.176
173 Para un estudio serio del financiamiento del régimen de Victoriano Huerta, véase el libro de Michael, Meyer; Huerta, un retrato político, México, editorial Domés, 1983.174 El 8 de junio de 1913, el representante mexicano (de Huerta) en París (Luis León de la Barra), firmó un préstamo por veinte millones de libras esterlinas con la Banque de París et du Pays Bas, que representaba a grupos financieros de Francia, Alemania, Gran Bretaña y Estados Unidos. Sin embargo, solamente seis millones de libras esterlinas se adelantarían de inmediato, reteniendo los acreedores la opción por los catorce restantes. El préstamo de seis millones se hizo por un plazo de diez años y con la garantía del treinta y ocho por ciento de los impuestos mexicanos a la importación. Cuando Huerta creía que iba a recibir otra parte del préstamo, los representantes del constitucionalismo intensificaron sus actividades en Europa, y dado que sus victorias militares en el norte de México dieron mayor peso a los argumentos que presentaban, los banqueros europeos escucharon sus exhortaciones con mucha mayor atención. De modo que el régimen no se derrumbó por no haber obtenido, en enero de 1914 el resto del préstamo, sino por la crisis económica entreverada con los problemas diplomáticos y militares en el curso de los siguientes seis meses. Michael, Meyer; op. cit. páginas 199-211.175 Véase el ensayo “El Dr. Atl y la Academia”, del libro Conciencia y Paisaje, coordinado por René Avilés Fabila. p. 29.176 Paco Ignacio, Taibo II; “Atl, Carranza, la Casa del Obrero Mundial y el pacto de 1915” del libro Conciencia y Paisaje, coordinado por René Avilés Fabila. p. 57.
150
En agosto de 1914 se entrevista con Venustiano Carranza y recibe el
nombramiento como jefe de propaganda de la ciudad de México; en diciembre del
mismo año, Carranza lo nombra jefe de la sección de propaganda e información
para Europa y América del Sur.177
Los cargos que ocupa el Dr. Atl en el periodo comprendido entre agosto y
diciembre de 1914, y la cercanía con el grupo de Carranza lo convierten en un
hombre muy activo:
Ha fundado la Confederación Mundial del Trabajo en Puebla, se ha relacionado con Pedro Junco y con la organización sindical en el puerto de Veracruz y ha sido parte del grupo dirigente del primer partido político surgido entre los constitucionalistas: la Confederación Revolucionaria, que reúne en su seno a muchos de los más destacados militantes del ala izquierda del equipo de Carranza, encabezados por Álvaro Obregón, Salvador Alvarado, Espinoza Mireles y el general Diéguez. Sus relaciones con grupos obreros, y su pertenencia al ala izquierda del constitucionalismo a través de la Confederación Revolucionaria, van a sellar el destino de su actividad en los siguientes días. 178
Esta activa labor del Dr. Atl coincide con el periodo en que la Revolución
mexicana se halla profundamente escindida entre quienes apoyan la causa de los
convencionistas y los constitucionalistas. De esta forma, los caudillos más
importantes tratarán de sacar provecho y echar mano de quienes le salgan al
paso: intelectuales, tinterillos, catrines, etc.
El hábil Álvaro Obregón, encomienda al Dr. Atl la labor de atraer a los
trabajadores urbanos hacia el constitucionalismo. En esta tarea, el Dr. Atl va a
jugar un papel de destacado agitador.
Su labor revolucionaria consiste primordialmente en hacer propaganda y
establecer una alianza entre el movimiento obrero y el constitucionalismo.
177 Paco Ignacio, Taibo II; op. cit. p. 57.178 Paco Ignacio, Taibo II; op. cit. p. 57.
151
Además, como parte del proyecto político revolucionario es nombrado por
Venustiano Carranza director de la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Tras la ruptura de Carranza con los convencionalistas, en noviembre de
1914, el primer jefe encargado del Poder Ejecutivo instala su gobierno en
Veracruz. En este puerto, Carranza nombra al Dr. Atl jefe de propaganda e
información en Europa y América del Sur, cargo que ocupa poco tiempo. Sin
embargo, continúa su labor propagandística dictando conferencias y organizando
mítines en diferentes lugares controlados por los constitucionalistas.179 Con su arte
oratoria logra aglutinar a los alumnos de la Escuela al Aire Libre de Santa Anita
con los obreros, a favor de la causa carrancista.
En ese mismo periodo, el Dr. Atl dirige dos periódicos: en Orizaba publica
Vanguardia; después publicó Acción Mundial en la ciudad de México. El objetivo
de estos periódicos fue “defender la revolución Constitucionalista y crear un nuevo
tipo de periodismo, de tipo científico y que no estuviera sujeto a fines comerciales”
180.
José Clemente Orozco asienta en su Autobiografía:
El Dr. Atl estaba entonces en plena actividad revolucionaria. Debiendo abandonar la ciudad de México en pocos días, hacía preparativos para la retirada hacia el estado de Veracruz. (...) Mientras se armaban las prensas para La Vanguardia, Atl predicaba desde el púlpito los ideales de la revolución constitucionalista y los mil y un proyectos que tenía él mismo para evolucionarlo todo: arte, ciencia, periodismo, literatura (...) Todos trabajábamos con entusiasmo(...) El Dr. Atl, armado de fusil y cananas, yendo a entrevistar a Obregón a los campos de batalla o a Veracruz a conseguir el dinero para todo el tinglado; sosteniendo un enconado duelo político con el ingeniero Félix Palavicini y resolviendo mil problemas y aún teniendo tiempo sobrante para escribir editoriales, libros y hasta poemas (...) 181
179 Paco Ignacio, Taibo II; p. 58.180 Antonio, Luna Arroyo; op. cit. p. 78.181 José, Clemente Orozco; Autobiografía, México, ediciones Occidente, 1945.
152
Nombrado por Carranza agente especial para establecer contacto con los
líderes sindicales, el Dr.Atl logra que la Casa del Obrero Mundial (COM) –
organización anarco sindicalista con gran fuerza en esa época- se adhiera al
constitucionalismo. Así, el 17 de febrero de 1915 se firma el pacto de alianza entre
la COM y los constitucionalistas, y como resultado se forman los Batallones Rojos,
integrados por obreros.
Al triunfo de los carrancistas –que retoman la ciudad de México de manera
definitiva en octubre de 1915-, los batallones rojos son disueltos y se pone fin al
pacto. El gobierno comienza a reprimir el movimiento obrero, lo cual termina con la
clausura de la COM en el Distrito Federal, el 4 de febrero de 1916. El 31 de julio
de ese mismo año, estalla una huelga general en la capital; Carranza se entrevista
con Atl y lo acusa de haber puesto a los obreros en su contra:
--Usted me traiciona, Murillo.--No comprendo lo que me quiere decir con eso, señor.--Disimula usted; me ha echado encima a los obreros; vamos, tráigame al presidente o al que los representa; es usted un ingrato, un mal agradecido, un falso amigo.182
El Dr. Atl Atl buscó al comité de huelga para que inmediatamente se
presentaran ante Carranza. Y éste acudió a Palacio Nacional el 31 de julio de
1916, a las 10 de la mañana.183
Cuando la entrevista se realiza, el gobierno apresó a los dirigentes y el Dr. Atl
manifestó su descontento por la represión. Debido a ello es encarcelado por breve
tiempo y se ordenó la clausura de su periódico Acción Mundial.
Después de haber mostrado su utilidad para el carrancismo, en pago a sus
servicios le ofrecieron, como a muchos otros, el camino del exilio.
182 Paco Ignacio, Taibo II; op. cit. p. 62.183 Paco Ignacio, Taibo II; op. cit. p. 62.
153
La etapa en la que el Dr. Atl rompe con Carranza y su posterior apoyo
cuando se entera de que los obregonistas lanzan el Plan de Agua Prieta, es
relatada por el mismo pintor en su autobiografía Gentes profanas en el
convento184. En dicho documento, el autor informa que dirigió a Carranza un
telegrama desde Mazatlán, Sinaloa, en el que se solidarizó con él y desaprobó el
golpe de Agua Prieta.
Tanto el Dr. Atl como su biógrafo, Luna Arroyo185 afirman que el pintor
acompañó a Carranza en su retirada hasta Aljibes; que en la refriega fue tomado
prisionero por las fuerzas de Obregón, y además llevado a la cárcel de Tlatelolco,
de donde escapó. Sin embargo no se ha localizado ninguna referencia documental
que avale estos datos, que al parecer, conforman otra etapa de la mitológica vida
del Dr. Atl.
Después del asesinato de Venustiano Carranza, en Tlaxcalantongo, el Dr. Atl
hace del Claustro de la Merced, su casa. Por la documentación que se encuentra
tanto el Fondo Atl, como por lo que han escrito sus biógrafos, podemos entender
que los maravillosos planes que el Dr. Atl tenía para emprender en México, desde
su regreso de Europa, entran en una etapa de “letargo”, pero éstos volverán a
manifestarse en las actividades del Dr. Atl una década después, justo cuando el
fascismo y el nacional socialismo alemán emprenden sus campañas de expansión
territorial.
Sin embargo, de 1921 a 1931, el Dr. Atl tendrá una década polifacética que
se inicia bajo el proyecto cultural de Vasconcelos y en el que realiza pintura mural:
184 Gerardo, Murillo; Gentes profanas en el convento, México, ediciones Botas, 1950.185 Gerardo, Murillo; Gentes profanas en el convento, op. cit. p. 9.
154
es comisionado para pintar las paredes de los patios de la Antigua iglesia de San
Pedro y San Pablo.
A la par que pinta, edita varios libros relacionados con manifestaciones
artísticas como el arte popular y la arquitectura colonial: forma el Comité Nacional
de Artes Populares y participa también, con el ingeniero J. Pani, en la publicación
de la monografía Las Artes Populares en México. Al tiempo que escribe para la
revista México moderno, publica uno de sus libros más conocidos: Las sinfonías
del Popocatépetl186.
Arturo Casado Navarro cita un pasaje escrito por Diego Rivera en 1942, que
describe 30 años de la vida del Dr. Atl, luego de su segundo regreso de Europa:
El Dr. Atl es uno de los personajes más curiosos que ha nacido en la modernidad del Continente Americano, tiene la historia más pintoresca de todos los pintores, imposible ensayar la relación sin emplear varios tomos (...) Enseñó a insolentes a todos los jóvenes, se demostró prosista y poeta, vulcanólogo, botánico, minero, yerbero, astrólogo, hechicero, materialista, anarquista, totalitarista, todo cuanto un hombre puede avanzar con una velocidad mayor que con la que, el entonces en auge, Frégoli, cambiaba de traje. 187
De esta etapa turbulenta en la historia nacional, Casado Navarro también
señala que la figura de Alberto J. Pani, Secretario de Relaciones Exteriores del
gobierno de Álvaro Obregón, fue trascendental para rehabilitar políticamente al Dr.
Atl, caído en desgracia después de la muerte de Venustiano Carranza188.
Al inicio de la década de 1930, las polimorfas inquietudes y preocupaciones
del Dr. Atl encontraron muchas veces como canal de difusión a diarios y diferentes
publicaciones periódicas.186 Existen ediciones modernas de los dos libros referidos anteriormente. Las artes populares en México, fue reeditado por el Instituto Nacional Indigenista, en 1980. Las sinfonías del Popocatépetl, fue reeditado por la Secretaría de Cultura de Puebla, en la colección Verdehalago, 1999. 187 Arturo, Casado Navarro; Gerardo Murillo (El Dr. Atl), op. cit. p. 13.188 Arturo, Casado Navarro; “El Dr. Atl en la cultura nacional”, op. cit. p. 78.
155
Esta década de 1930 a 1940, representa en la vida del Dr. Atl, la más
voluminosa y variada en materia hemerográfica. En el archivo dedicado a
preservar sus artículos personales, podemos revisar el material reunido y
clasificado por Sergio Sánchez Hernández que le permite incluir el siguiente
comentario:
(El Dr. Atl)…un extraordinario mexicano que ejerció las profesiones y actividades más disímiles, como buen representante de una generación que se preciaba de cultivar la todología como arma para innovar transformando.189
Pero el espíritu de periodista de ésa década, lo colocará en un lugar a la
derecha de la revolución mexicana.
En el Archivo Gerardo Murillo Cornadó, de la Biblioteca Nacional, existen
algunos artículos mecanografiados, firmados por el Dr. Atl (que no se ha precisado
si alguna vez fueron publicados), en los que se observa un inicial interés del pintor
hacia el gobierno de Lázaro Cárdenas, para luego pasar a una posterior
condenada virulenta por las acciones emprendidas durante ese gobierno.
Cuando el presidente Lázaro Cárdenas asumió el poder, el Dr. Atl escribió un
artículo, “Cárdenas presidente”190 en el que manifestó su deseo de encontrar en el
nuevo gobierno al hombre fuerte que le hacía falta a México. Y de acuerdo a la
perspectiva del Dr. Atl, la nación mexicana esperaba con expectación hacia dónde
marcaría el rumbo el nuevo gobernante:
En estos tiempos en que la masa es sólo un pretexto, el individuo lo es todo. Los únicos pueblos que están siendo gobernados son aquellos dirigidos por una vigorosa personalidad: Italia, Rusia, Alemania, Estados Unidos.La democracia es un fracaso. Francia parlamentaria es un terrible ejemplo.
189 Sergio, Sánchez Hernández; op. cit. p.11.190 Véase en el Archivo Gerardo Murillo Cornadó, la caja 1, expediente 10. “Cárdenas presidente”, sin lugar, sin fecha.
156
La imposición de un principio que impera por encima de los prejuicios, de los intereses bastardos, de la demagogia, es lo que la nación espera (...)Méjico, es, en estos momentos, como una gran masa de barro plástico en la que artista que le está delante tiene la ineludible obligación de modelarla y de crear una obra maestra.Méjico tiene fé en el genio de su escultor. 191
Por contraparte, en un artículo fechado el 17 de septiembre de 1940, el Dr.
Atl escribió otro documento titulado: “De Hidalgo a Cárdenas hemos vivido
Dolores”192 en el que hace una lista de reproches a Lázaro Cárdenas (quien
estaba a unos meses de entregar el poder del ejecutivo al presidente electo: Ávila
Camacho). El Dr. Atl acusa a Lázaro Cárdenas de repudiar a los connacionales
que trabajan allende al río Bravo y que no pueden regresar al país; lo acusa
también de dejar a la nación en un plano de vasallaje mental y espiritual, “inferior
al de las tribus que recibieron con los brazos abiertos la meznada de los
conquistadores”. Reclama la recepción de los emigrantes españoles:
Usted recibe a los hijos espúreos derrotados y miserables de los conquistadores del siglo XVI como a héroes”.Antes que usted deje el poder bajo imprecaciones de la República entera, usted cierra un capítulo de la historia de Méjico con una acción humillante que lo denigra a usted como gobernante y como hombre.193
Además el espíritu de periodista del Dr. Atl, de ésa década, lo colocará en un
lugar de franca militancia quinta columnista.
Como panegirista del fascismo, el Dr. Atl produjo abundante papelería.
De la profusa papelería que elaboró el Dr. Atl, merecen especiales
atenciones, los artículos escritos para Excélsior entre 1935-1936, y que más tarde
formaron la compilación llamada Italia, su defensa en México. También son 191 Op. cit. sin paginación (el subrayado es de Atl).192 Véase en el Archivo Gerardo Murillo Cornadó, la caja 2ª, expediente 84. “De Hidalgo a Cárdenas hemos vivido Dolores”, México. D.F., 17 de septiembre de 1940, seis páginas.193 “De Hidalgo a Cárdenas hemos vivido Dolores”, Op. cit. sin paginación.
157
vitales los folletos que integran la Colección Acción Mundial, por ser mucho más
virulentos que los artículos periodísticos y evidentemente con antecedentes
comerciales y fines políticos mucho más trascendentes.
158
3.5 El Dr. Atl escritor Quinta columnista: La defensa de Italia en México.
En 1936, se publicó el folleto del Dr. Atl: Italia, su defensa en México194. La portada
de este cuadernillo fue elaborada en un estilo característico del pintor: Art-Decó. En
el frontispicio, vemos un enorme cactus a cuyo pie se encuentra una pirámide
humeante sobre la que se apoyan las letras monumentales que forman la palabra
Italia. En la parte baja puede apreciarse claramente Edición de la colonia italiana. En
la portada interior se indica que el libro contiene una selección de artículos del Dr. Atl
que fueron publicados en Excélsior. 65 artículos en total, correspondiendo al
primero, la fecha del 9 de enero de 1935 y al penúltimo, la del 31 de enero de 1936.
El último artículo de esta recopilación, está fechado en marzo de 1932,195 y es, sin
lugar a dudas, para fines de esta investigación, el más valioso de la colección.
El prólogo y la selección de artículos de Italia, su defensa en México, corrió a
cargo del ingeniero Pedro m. Rodríguez, quien además de enaltecer a Excélsior y la
figura del Dr. Atl, especifica que la edición está “dedicada a perpetuar entre los
italianos parte de la labor que el Dr. Atl ha realizado en Excélsior en bien de su
país”.196
Además, en la presentación del libro, Pedro M. Rodríguez nos indica que para
el Dr. Atl, los artículos de Italia, su defensa en México son “la muestra del amor
profundo y múltiple que lo ata con Italia”. Para Murillo –dice-, sus textos, no son de
ninguna manera, una evidencia de su inclinación en favor del fascismo. Recalca
194 Gerardo, Murillo; La defensa de Italia en México, México, ediciones de la representación diplomática en México. 1937.195 El compilador de la colección, Ingeniero Pedro M. Rodríguez, inserta una nota aclaratoria para indicar que desde el año de 1931, el Dr. Atl, en conferencias y en la prensa, expuso sus ideas sobre el fascismo, de aquí la pertinencia de recuperar el correspondiente a esta última fecha.196 Gerardo, Murillo; La defensa de Italia en México, op. cit. p. 6.
159
incluso que el pintor aseguró no ser fascista. Empero, en esta misma introducción se
reproduce una supuesta charla-entrevista entre Pedro M. Rodríguez con Gerardo
Murillo y en ella se detalla una serie de curiosidades que no parecen coherentes con
la aseveración del Dr. Atl en el sentido de no estar a favor del fascismo; pero veamos
a la letra lo que Gerardo Murillo le dijo a su interlocutor:
Yo no soy fascista. Tengo por Italia un amor profundo y múltiple y hacia ella tengo también múltiples deberes que cumplir. Italia es un símbolo de civilización, de cultura y de belleza. Mussolini es, no solamente el defensor de este símbolo, sino su prodigioso animador. Bajo su égida, un gran pueblo ha resucitado y su milenaria potencia histórica se ha reconcentrado, consolidado, convirtiéndose en una fuerza que está influenciando al mundo entero. (...) Yo adoro a Italia y estoy convencido de que el fascismo la ha salvado del caos en que la sepultó la guerra. Mussolini ha hecho más por Italia que todos los héroes y los políticos del Risorgimento: ha unificado en el sacrificio y ante la segura esperanza el espíritu de la estirpe, por eso lo defiendo. 197
En los artículos, el Dr. Atl volverá a este tema, aunque siempre sin
convencer al lector de su falta de convicción por dicha ideología.
Cronológicamente “El fascismo como revolución”, con fecha de marzo de
1932, es el primero de la recopilación. Pedro M. Rodríguez lo incluyó en la
colección porque éste como ningún otro, es el más pulido de los artículos del Dr.
Atl para intentar explicar al fascismo italiano.
Luego de argumentar condiciones históricas y sociales únicas en ese país,
pasa a una breve advertencia del inconveniente de querer exportar el fascismo a
otras naciones:
Se puede aceptar o de desechar las doctrinas y los métodos fascistas y tener antipatía personal por Mussolini, pero no se puede negar, en forma razonable –y aunque se negaran los hechos ellos, existirían- que Mussilini es el único hombre que ha podido dar una grande cohesión y una dirección fija a un movimiento violento contra instituciones establecidas, logrado orientar con precisión el sentido humano de las necesidades sociales.
197 Gerardo, Murillo; La defensa de Italia en México, op. cit. p. 8.
160
Italia, empobrecida, aniquilada al terminar la guerra, surgió a la vida enarbolando principios radicales -en todo opuestos a las doctrinas ideológicas revolucionarias comunistas- y es curioso observar que, mientras los pueblos, electrizados por la radiación de estas doctrinas, han perdido riqueza productiva, cohesión moral, y prestigio internacional y se han vuelto esclavos, Italia, vigorosamente apoyada en los principios opuestos, ha solucionado en forma práctica, esencialmente benéfica para la colectividad, los problemas fundamentales de su vida interior, y sus complicaciones internacionales.
En mi concepto, la explicación de este fenómeno es fácil. Italia en un país cuyas tradiciones revelan, desde la vieja Etruria y a través de las convulsiones gloriosas de Roma, de Venecia republicana y de la Toscana de 1100 al 1400, una tendencia siempre constante a solucionar las grandes crisis sociales por la acción directa de la voluntad de un solo hombre, delegación hecha sin eufemismos, sin reticencias y con plena conciencia de que no es y no será nunca posible encontrar una solución práctica donde existen más de dos opiniones.
El fascismo -tal como es hoy- -1932- no podrá ser tomado como un ejemplo para ser adoptado en todos los países, porque él es la consecuencia de determinadas condiciones sociales, sólo existentes en Italia. De él deben adoptarse su sentido práctico, su carencia de poesía ideológica, su calculada violencia y su franqueza y su autoritarismo lógico, completamente contrarios a los principios aplastantes del sovietismo semítico- mongol. 198
Salvo esta breve argumentación, en el resto de los artículos de Italia, su
defensa en México, no volveremos a encontrar otro intento de definición, por
parte de Murillo, acerca del fascismo. Y en cada ocasión que volvió a referirse a
este tema, dio por hecho que sus lectores entendían perfectamente a lo que él se
refería.
Bajo esta aclaración, podemos señalar que en Italia, su defensa en México,
nunca hubo una intención erudita, por parte de Gerardo Murillo, para explicar el
origen y la consolidación del fascismo italiano.
En una época de estancamiento y reversión de la primera ola de
democratización a nivel mundial precisamente a causa del enfrentamiento que
198 Gerardo, Murillo; La defensa de Italia en México, op. cit. p. 12.
161
ésta sostiene contra el auge de los totalitarismos, Murillo celebra las doctrinas que
se oponen a los ideales democráticos. En sus escritos, es constante la repulsión
hacia las dos formas principales de los gobiernos democráticos, es decir, hacia la
democracia directa y la representativa.
Si bien en los documentos de Italia, su defensa en México, no aparece el
nombre de Carl Schmitt, la producción escrita del Dr. Atl, encuentra una
correspondencia histórica con la postura ideológica del destacado abogado
alemán.
Mientras Carl Schmitt, basándose insistentemente en realidades políticas
de su tiempo, puso en evidencia la quiebra del Estado parlamentario y el vacío
interno del sistema de la legalidad en Alemania, y argumentó, mediante una serie
de teorías, que las ideas mismas del Estado de Derecho y del Estado Legislativo
parlamentario, eran ideologías históricamente superadas199, al mismo tiempo, en
México, el Dr. Atl., pretendía comprender los sistemas autoritarios de Benito
Mussolini y Adolfo Hitler.
Puede apreciarse en estos particulares escritos, a un Gerardo Murillo
febrilmente entusiasmado con las figuras de los “hombres fuertes” anunciados al
final del siglo XIX, largamente esperados para gobernar a las naciones europeas.
Es importante señalar aquí que aunque Gerardo Murillo no se afana en
elaborar una teoría del fascismo, sus explicaciones sobre éste no son del todo
desatinadas. En efecto, el fascismo tuvo su origen histórico en la crisis de las
instituciones parlamentarias italianas, motivadas en gran parte por el fracaso del
proceso de adaptación de los partidos parlamentarios tradicionales a los nuevos
199 Para abundar más sobre las teorías de Carl Schmitt, véase en esta tesis el capítulo 3.
162
partidos de masas. Se produjo en un momento en que se acentuaban las
dificultades causadas por la primera guerra mundial, y en que las profundas
agitaciones económicas y sociales se añadían el resurgimiento del nacionalismo y
las consecuencias de la revolución bolchevique de 1917. Los mismos fascistas,
los más reflexivos, propendieron a considerar el fascismo como una fase del
proceso mundial de sustitución de los sistemas de pluralidad de partidos por
sistemas de partido único y de traspaso de poderes del legislativo al ejecutivo, en
donde la violencia se consideraba como disciplina y la agresión militar como
reacción contra la hostilidad exterior.200
Francois Furet, en su libro de El pasado de una ilusión, da más de una
definición del fascismo; éste, en esencia puede ser entendido como una reacción
defensiva de occidente contra su propia crisis social:
El fascismo constituye un movimiento mucho más vasto que simple “nacionalismo a la italiana”, manifiesta una cólera más profunda: la de los burgueses y pequeño burgueses excluidos de la escena política desde la unidad nacional y que exigen su lugar. Estos hombres se integraron mediante la guerra a la vida nacional. Atrapados en la crisis de posguerra, ven con desagrado el socialismo y temen más aún al ejemplo contagioso del ejemplo soviético. Pero detestan no menos a la oligarquía parlamentaria de su país, que les confiscó el poder durante tanto tiempo y que no supo ni entrar resueltamente en la guerra ni dar a Italia una paz digna del sacrificio de sus soldados. Ataviados con valores bélicos, trasladan a la política los medios de la guerra, tratando de conservar la fraternidad y la ferocidad de ésta.201
Pero la interpretación erudita del profesor Furet, no sirve para entender las
motivaciones del Dr. Atl; una lectura a sus escritos nos demuestra al hombre y al
artista apasionado por los discursos de Benito Mussolini, donde no media la razón
sino únicamente la pasión.
200 Armando, Cassigoli; op. cit. p. 19.201 Francois, Furet; op. cit. p. 54.
163
Los años de aprendizaje romano del Dr. Atl, aflorarán en esta época de ya
de por sí encontradas pasiones ideológicas: en el artículo correspondiente al 21 de
agosto de 1935, que se reproduce en Italia, su defensa en México, titulado “El
mando absoluto”202, Gerardo Murillo da la bienvenida a los personajes que él ha
estado esperando durante muchos años, los seres anunciados por Darwin y por
Nietzsche: los super hombres. Éstos, en opinión del Dr. Atl, por su propia
naturaleza de superioridad, merecen el mando absoluto de sus respectivas
naciones:
Desde siempre ha sido visible la superioridad del mando absoluto sobre el mando colectivo, pero el fenómeno aparece extremadamente evidente en la vida del mundo a partir de la Gran Guerra. Su primera manifestación históricamente importante se realizó en el momento en que los aliados comprendieron que la victoria no era posible mientras hubiese diversos jefes frente al enemigo. Foch asume el mando supremo de los ejércitos, impone su criterio, elimina de los campos de batalla al grupo director de la guerra, triunfa. El comando único demostró su enorme superioridad sobre el comando colectivo.
Este hecho de tanta importancia parece señalar el principio de la aparición de fuerzas individuales en el campo de la política, las cuales han demostrado una superioridad incontrastable sobre los regímenes imperantes - parlamentarismo, monarquía constitucional, república democrática.
Nuestra historia contemporánea nos demuestra que para hacer vivir, para hacer triunfar a un país, para elevarlo a la más grande altura, es indispensable la voluntad de un hombre que sobre las instituciones y sobre los peligros, audazmente imponga un programa personal violento, revolucionario.
Lenin y Stalin en Rusia son dos ejemplos elocuentes dentro del mismo movimiento comunista. Ellos han realizado un esfuerzo de carácter completamente individual.
Hitler ha impuesto a sesenta millones de alemanes un nuevo principio político, un credo, otra orientación, y traza con una audacia verdaderamente genial un nuevo camino. Alemania sumida después de la guerra en el caos de una república ambigua gobernada por múltiples fuerzas, surge a la vida universal bajo la acción milagrosa de un solo hombre.
Y Mussolini en Italia, por encima de todas las leyes escritas, sobre la monarquía y ante las amenazas internacionales, ha transformado a su país, y
202 Gerardo, Murillo; La defensa de Italia en México, op. cit. p. 34.
164
tiene en jaque, ante el asombro del mundo, el poder, el prestigio y los intereses de Inglaterra, que por primera vez desde la época victoriana, sufre un revés en su orgullo y en sus ambiciones.
Si en Italia hubiera continuado el régimen de la monarquía constitucional, Inglaterra la habría eliminado y la habría humillado. Pero se encontró delante de un hombre que manda, y tuvo que retroceder. 203
En todos los artículos de Italia, su defensa en México, se hace evidente
como Gerardo Murillo identifica al fascismo con el “mando absoluto” de Benito
Mussolini y al Nacional Socialismo Alemán con el “comando único” de Adolfo
Hitler. En cada caso particular, lo primero no se explica sin lo segundo. Los dos
dictadores son la inspiración de ambos fenómenos, y el crecimiento del fascismo
como del nacional socialismo alemán, sólo es explicable por el don de mando que
ambos dictadores ejercen.
Así, poco a poco, el análisis del fascismo que Gerardo Murillo ofrece a sus
lectores en Italia, su defensa en México, se vuelve en casi todos de sus
artículos, una simpatía desmesurada por la figura de Mussolini.
En las líneas de esa recopilación, observamos la gran afinidad de
sentimientos que el Dr. Atl observa por el dictador italiano. Sentimientos que el
pintor desarrolló con gran entusiasmo paralelamente con Benito Mussolini,
inclusive en el mismo país: Italia. De modo que la Italia de la que habla Mussolini,
no le es ajena a Gerardo Murillo. Si Mussolini (un poco más joven que Gerardo
Murillo)204 habla del movimiento vanguardista Futurismo, el Dr. Atl entiende a la
203 Gerardo, Murillo; La defensa de Italia en México, op. cit. p. 34.204 Benito Mussolini nació en el año de 1883, mientras que el Dr. Atl nació en 1875. Mussolini muere trágicamente en 1945, mientras que el Dr. Atl muere en el año de 1964.
165
perfección el mensaje. Si Mussolini cita a D’anunzio, al pintor se le remueven las
nostalgias, etc.
En cada párrafo donde el Dr. Atl nos habla de la superioridad del dictador
italiano, Gerardo Murillo también crece:
Benito Mussolini tiene tres cualidades que lo elevan sobre todos los hombres públicos de nuestros tiempos: su poder de reconcentración mental, su audacia y la firmeza de su carácter. En Inglaterra se ha tomado a Mussolini como un farsante: pero Lloyd George, después de su violento discurso en Plymouth, la semana pasada, ha tenido que reconocer, en una alocución pronunciada ante una sociedad pacifista el día 14, que Mussolini es todo lo contrario de un charlatán y que sus palabras constituyen una fuerza efectiva.
Así es, el dictador romano es un verdadero conductor de pueblos, y el primero, desde Napoleón, que sobrepasa las fronteras de su propio país para llevar al exterior los principios de su política.
Mussolini es un hombre admirablemente preparado por la vida misma para imponerse en la hora presente. Sus experiencias en diversos sectores de las actividades sociales, militares y políticas, le han dado un conocimiento real del mundo, y su sentido práctico de hombre de campo le ha permitido colocar al pueblo italiano en el único camino de los grandes pueblos: el del peligro.
Gran parte de los éxitos de su extraordinaria carrera se explican porque este campesino de la Romagna sabe condensarse en sí mismo. Es un solitario.
Siempre he creído que Benito Mussolini es el hombre del destino. Su carrera parece marcada por una extraña y poderosa fuerza histórica, y su nombre coincide extrañamente con las cualidades férreas del Benemérito de las Américas, en cuyo honor y en cuya gloria lo lleva.205
Por otra parte, un acercamiento minucioso a cada componente de la
compilación, nos lleva a determinar que para que Murillo lograra entregar a
Excélsior su colaboración diaria, existió por anticipación, una gran cantidad de
información tanto en noticias cablegráficas y periódicos extranjeros, como
correspondencia personal; El Dr. Atl debió contar con un nutrido ramillete de
fuentes que le aportaran documentos valiosos para estar al día en su espacio
205 Gerardo, Murillo; La defensa de Italia en México, op. cit. p. 43.
166
periodístico de Excélsior. Se puede inferir esto último, tomando en cuenta la
información que escapa consciente o inconscientemente a su autor, casi siempre
al inicio de los artículos que componen la colección. En éstos, no sólo hay
opiniones del autor acerca del movimiento en el tablero de negociaciones
territoriales de las grandes potencias, también encontramos información como la
de las siguientes frases:
“Aparecieron desde el 29 de diciembre en la prensa de los grandes países, opiniones pesimistas sobre”. “Ayer se detuvo la tan esperada campaña contra Abisinia, a causa de las lluvias torrenciales”. “Los periódicos financieros de Londres informan que el presupuesto italiano se encuentra”. ”Los telegramas de Londres del día 28 comunican que”... 206
Como en repetidas ocasiones encontramos este tipo de referencias, resulta
difícil negar que hubo un énfasis por parte de Murillo, en su que hacer cotidiano
para Excélsior, por ayudarse de la mayor cantidad posible de noticias disponibles
de su época.
Sin embargo, determinar que Gerardo Murillo tuvo acceso a un rico acervo
de información sobre la campaña política y militar desatada por Benito Mussolini
contra Etiopia, también conduce a inferir que su objetividad desapareció muy
pronto. Desempolvar sus artículos, 50 años después de que fueron escritos, nos
revela ingeniosas mañas del Dr. Atl para manejar información.
Italia, su defensa en México, es antes que cualquier otra cosa un
compendio de artículos en donde el Dr. Atl se ofrenda a reivindicar la campaña
bélica emprendida por la Italia fascista contra Etiopia.207
206 Gerardo, Murillo; La defensa de Italia en México, op. cit. páginas 20 -32.207 Mussolini gustaba de llamar a Etiopia por su antiguo nombre: Abisinia. Ésta junto a la república de Liberia, constituían los únicos países de África que no eran colonias o protectorados de una potencia europea. Véase como Murillo también gusta de emplear la palabra Abisinia.
167
En cada uno de los artículos de Italia, su defensa en México, el Dr. Atl
prepara a su público lector para el gran espectáculo africano: la invasión de
Abisinia por parte de las tropas italianas.
Históricamente, es lógico que Africa acabe por convertirse totalmente en una provincia europea. Es su destino, que empezó a cumplirse bajo la Roma de Scipione y acabará cumpliéndose bajo la Roma de Mussolini. 208
En efecto, el símbolo de admiración del Dr. Atl, Benito Mussolini, mediante
la agresión a Etiopia, comenzó a formar su “imperio italiano”. Pero el ingenioso Dr.
Atl no quiso o no pudo ver que se trataba de la caricatura del Imperio Italiano.
El Dr. Atl quiso ver en la aventura africana de Mussolini (formalmente
emprendida desde el 3 de octubre de 1935) un desafío real a la Liga de las
Naciones y una derrota inglesa. En el artículo de largo título: “Inglaterra ha perdido
la partida. Los hechos justifican mi campaña. Principio de la victoria italiana”, el Dr.
Atl expone con gran entusiasmo:
La vida está hecha de pasión, de empuje y de afirmaciones categóricas por eso en esta columna yo he asumido una actitud violenta contra Inglaterra, porque odio su hipocresía, y mis sentimientos se exaltan al contemplar el resurgimiento de la energía latina simbolizada por Italia.A muchos mejicanos –y naturalmente a muchos anglosajones- la campaña emprendida por mí en las columnas de Excélsior ha parecido excesivamente imparcial y fantásticos, mis pronósticos sobre la derrota inglesa.Que el lector me perdone la explosión de entusiasmo (..) sý el único en Méjico que ha levantado su voz contra Inglaterra denunciando sus maniobras y su odio senil contra el vigor naciente de Italia. Se me tachó de imparcial, de pasional, “de faltar al respeto a la inconmensurable potencia que durante más de un siglo había ganado todas las batallas diplomáticas” y ahora son los mismos ingleses y los miembros de la Liga de las Naciones quienes subrayan con sus virulentas críticas y con su actitud mis profecías y mis invectivas.209
208 Gerardo, Murillo; La defensa de Italia en México, op. cit. p. 33.209 Gerardo, Murillo; La defensa de Italia en México, op. cit. p. 90.
168
Lamentablemente, el Dr. Atl no quiso entender que Inglaterra dejó manos
libres a Italia en Etiopia, porque le preocupaban más las acciones emprendidas
por el Japón en Asia.
El 22 de agosto de 1935 (40 días antes del inicio formal de las hostilidades
italianas) el gobierno inglés preguntó al Almirantazgo su opinión respecto a la
posibilidad de una guerra naval contra Italia en el Mediterráneo. El Almirantazgo
respondió que Inglaterra terminaría ganándola, pero no podría evitar la pérdida de
al menos cuatro acorazados. Los jefes navales creían que los intereses ingleses
estaban más amenazados en el Lejano Oriente por la creciente beligerancia de
Japón.210
Además, lo que definitivamente hizo olvidar a los europeos de las acciones
emprendidas por Benito Mussolini en una región tan lejana de África, fue que el 7
de marzo de 1936, Adolfo Hitler envió sus tropas a Renania, en abierta violación
con el tratado de Locarno, que estipulaba que aquella debía ser una zona
desmilitarizada211. Conjuntamente, en el tablero geográfico de Europa, otra
situación preocupó más a los intereses inmediatos de los ingleses: el inicio de la
guerra civil española.
3.6 El Dr. Atl panfletario: resucitando la Colección Acción Mundial.
En 1915, Gerardo Murillo inició la publicación de una serie de folletos en los que
analizó los problemas revolucionarios de México, ésta en conjunto apareció como
la Colección Acción Mundial, y de acuerdo con sus biógrafos alcanzó una 210 Jasper, Ridley; Mussolini, Bilbao, editorial Vergara, 1999.211 Jasper, Ridley; op. cit, p. 318.
169
difusión considerable, tanto en México como en Estados Unidos, donde algunos
folletos fueron traducidos al inglés y publicados por cuenta de diversos periódicos,
en New York y Chicago.
23 años después de que el Dr. Atl tuviera una participación directa en el
movimiento obrero nacional, y ante el inminente inicio de hostilidades bélicas en
Europa, Gerardo Murillo desentierra viejos proyectos: el pintor exhumó la
Colección Acción Mundial con la intención de analizar la problemática
internacional causada por la guerra europea y sus repercusiones para América
Latina.
Ya con el antecedente de la publicación de sus artículos de Italia, su
defensa en México (en donde el pintor manifestó su simpatía hacia el dictador
Mussolini, y su abierta repulsión por los regímenes europeos autodenominados
democráticos), el preludio de la Segunda Guerra Mundial lo motivará a abrir un
nuevo camino:
Cada quien necesita exteriorizar su propio yo. El aplastamiento del individuo bajo la aplanadora democrático- comunista no me alcanza. El que quiera sufrirlo, o el que esté dispuesto a uncirse al carro de eso que ahora se llama en forma ambigua “la revolución”, allá él. Los pocos que quedamos fuera del rebaño, debemos abrir nuevos caminos-previators en un mundo lleno de fango. 212
Por orden cronológico, la nueva versión de La Colección Acción Mundial
comprende los siguientes títulos: Paz germana o Paz judaico-británica (1939);
Paz, neutralidad o guerra (1939); Quienes ganarán la guerra (febrero de 1940);
La conferencia de La Habana y la guerra (1940); La derrota de Inglaterra
212 Gerardo, Murillo; Quienes ganarán la guerra, México, colección Acción Mundial, s/f, p. 1
170
(septiembre de 1940); El futuro del mundo (noviembre de 1940); La victoria de
Alemania y situación de la América Latina (enero de 1941);
La razón por la que Atl escoge el Panfleto, la explica él mismo al inicio de cada
uno:
La expresión del pensamiento de aquellos que no viven al amparo de los gobiernos democráticos -gobiernos que, son el parapeto de Israel para tirar a mansalva sobre todo lo que es o pudiera ser contrario a la imposición de sus principios: acaparamiento de las riquezas extensión del sovietismo en el mundo, afloramiento de la personalidad humana, cosa está última la más odiada del comunismo imperante- se hace de día en día más difícil.
Controlada universalmente la prensa por elementos comerciales, bancarios o políticos, sostenedores o aliados del democratismo a la moda, no hay ya, ni en Francia, donde existían hasta antes de la guerra revistas verdaderamente independientes, órganos periodísticos donde pueda hacerse una exposición franca de las propias ideas.
Queda el recurso del libro y del folleto. En México no hay quien tenga paciencia de leer un libro, si éste no se ocupa de chismes, y si no está escrito en bárbaro. Me refugio en el folleto, donde podré expresar mis propias ideas y mis convicciones, defender las causas que sean justas y exponer las teorías que la experiencia ha concentrado en mi propia conciencia.213
Un antecedente previo a La Colección Acción Mundial es el panfleto Ante
la carroña de Ginebra; marcada repetición de la anterior estrategia utilizada para la
elaboración de Italia, su defensa en México.
Ante la carroña de Ginebra es nuevamente un entretejido con artículos
periodísticos, pero de los que no se recuperan las fuentes. En este panfleto, Murillo
vuelve a la carga con un par de afirmaciones obstinadas: el antisemitismo y el
anticomunismo, posiciones que vertebran sus líneas. Murillo acusa a la Liga de
Naciones de estar influida desde su formación por los judíos y alaba las agresiones
bélicas y los desacatos de Benito Mussolini contra el organismo.
213 Murillo, Gerardo. Colección Acción Mundial (cualquier número).
171
Acerca de este libro el Dr. Atl escribió lo siguiente:
Compuesto con parte de los artículos que contra la Liga publiqué en el diario Excélsior entre 1935 y 1936 y con una serie de notas escritas en enero próximo pasado, este folleto está destinado a refrescar la memoria de aquellos que han olvidado los orígenes de la Liga de las naciones y los responsos que sobre su tumba han pronunciado sus más altos directores.214
Nada nuevo añade el Dr. Atl en esta publicación.
Paz germana o Paz judaico-británica, primer fascículo de la Colección
Acción Mundial, lo escribió en el año en que comenzó la gran tempestad (1939).
Aunque su título sugiere una disyuntiva inaplazable, en el folleto el Dr. Atl
desentraña una vez más su anterior defensa del fascismo italiano, olvidándose
casi por completo del título de su publicación. En Paz germana o Paz judaico-
británica, el “crítico” vuelve a reafirmar las condiciones que guardaba la Península
italiana antes del advenimiento del fascismo: descomposición política en todo el
país a causa de los descontrolados brotes judeo-comunistas; depresión
económica, falta de una dirección firme en los negocios públicos; Italia aparecía
como un país de segundo orden en el campo de la política internacional.
El fascismo cambió el escenario. El resurgimiento mussoliniano es enormemente más importante que el resurgimiento del 70. Esta reacción la coloca de un golpe en una situación preponderante gracias sobre todo a la cohesión espiritual que se ha realizado casi milagrosamente.
La ascensión ha sido rápida y firme. El antiguo espíritu de la estirpe itálica ha surgido nuevamente. La elevación intelectual ha vuelto a considerar el mundo con una claridad realista.215
En la inmediata publicación, Quienes ganarán la guerra, Atl manifiesta su
convicción de que serán las potencias del Eje las destinadas a ganar la guerra
iniciada desde el año 39. Esta seguridad está manifestada ya desde el título de su
214 Gerardo, Murillo; Ante la carroña de Ginebra, México; editorial Polis, 1939.215 Gerardo, Murillo; Paz germana o paz judaico-británica, p. 12.
172
panfleto: Quienes ganarán la guerra. Impreso no con símbolos de interrogación,
sino todo lo contrario, es decir, como afirmación. También desde las primeras
líneas sintetiza las razones por las que Italia y Alemania ganarán la guerra. Divide
su análisis en siete apartados:
LA GANARÁN, 1º, porque tienen jefes, representativos y absolutamente responsables;
2º, porque el Eje Roma-Berlín es una fuerza organizada sobre firmes chumaceras, cuyas rotaciones determinaron y siguen determinando las modalidades de la política mundial;
3º, porque los aliados tienen ejércitos al servicio de sus gobiernos, mientras que Alemania e Italia constituyen naciones totalmente armadas en defensa de su existencia;
4º, porque en Inglaterra y en Francia existe un espíritu derrotista, oculto o vergonzosamente visible;
5º, porque los aliados pelean bajo el signo del comercio;
6º, porque Alemania e Italia están saturadas de juventud, de vigor y de fe, y su empuje es un empuje nacional, mientras que en Francia y en Inglaterra el esfuerzo guerrero es oficial;
7º, por razones de orden histórico.216
El ánimo proselitista con que el Dr. Atl construye sus escritos y cuya
temperatura pretende contagiar, merece la trascripción de algunas piezas
verdaderamente interesantes.
Aparece nuevamente el discurso ya utilizado por Gerardo Murillo para
legitimar y glorificar “el mando absoluto”, en oposición de los regímenes
democráticos. Sólo que esta vez, en Quienes ganarán la guerra interesan los
subidos colores y las descripciones constantes donde se puede observar su
216 Gerardo, Murillo; Quienes ganarán la guerra, op. cit. p. 3.
173
simpatía por el dirigente del Nacional Socialismo Alemán, Adolfo Hitler, dejando un
poco de lado a la figura de Mussolini.
Esta vez, el Dr. Atl da rienda suelta a lo que él considera la superioridad del
germano:
Hitler encarnó a la Alemania vencida, pero ansiosa de conciliar su puesto histórico. Saturado de ese extraño misticismo germano; guiado por una intuición y una fe que le permiten asestar sus golpes con una precisión que no puede dar la mediocridad de un político de gabinete; poseído de un espíritu mesiánico, ha convertido a su pueblo en una fuerza expansiva que no tiene paralelo en nuestros tiempos.
La guerra de 14 lo preparó a la lucha, pero él ya traía, desde el seno maternal, esa tremenda e incontrastable fuerza mesiánica que lo ha hecho subir desde un modesto taller de pintor hasta la jefatura de un pueblo al que ha sabido organizar dentro de su legendario espíritu, llevándolo de victoria en victoria.
He leído en algunos periódicos ingleses y franceses las críticas burlonas de algunos escritores sobre los antecedentes pictóricos de Hitler. No saben lo que dicen. El pintor tiene, sobre todos los otros tipos de la civilización la enorme superioridad de su clara visión sobre las cosas. Está acostumbrado a verlas, a analizarlas, a penetrar los misterios, a considerar su exterior, a juzgar de su armonía, o de su desequilibrio. Esta facultad, trasladada a la política, le permite una apreciación muy justa de los fenómenos en sus manifestaciones exteriores y ocultas.217
Sobre el particular, el alma líquida de Gerardo Murillo, ya de plano se
desborda por el dictador germano. En las siguientes líneas deja ver su admiración
por el nuevo orden nazi y por Hitler con quien trata de equipararse, mostrando su
propia vocación “aristocrática”.
La calidad específica de pintor le ha dado posibilidades espirituales que no poseen los jefes de otros pueblos.
Se podrán atribuir a Hitler todos los defectos reales o imaginables; se le podrá odiar, o podrá parecer antipático o injusto, pero nadie podrá negarle el hecho casi fabuloso de haber revivido al pueblo alemán. No voy a hacer su apología –ya la he hecho otras veces-. Dejo la palabra a Monsieur Paul Reynaud, ministro de finanzas de Francia, que en pocas líneas expuso en el Parlamento francés el 13 de diciembre del año pasado, parte de lo que Hitler ha hecho.
217 Gerardo, Murillo; Quienes ganarán la guerra, op. cit. p. 10.
174
Sí Hitler es un tipo representativo de la raza germánica, Mussolini es un modelo completo de las cualidades que han distinguido de época en época la estirpe itálica, fuente perenne de genios.
Mussolini es la lógica romana y la expresión más alta de la suprema política renacentista fulgurantes en un momento de crisis universal. De aquí se éxito.
Como Hitler, Mussolini sacó también a su pueblo de un abismo de miseria y de ignominia para ponerlo en primera línea entre las grandes potencias del mundo. Hizo una Italia nuevamente grande, cuyo destino no se cumple todavía pero que se cumplirá después de la guerra al hacerse la paz una paz que se organizará bajo los brazos tendidos de los dos dictadores.
Estos dos hombres mandan y son obedecidos; piensan de acuerdo con un ideal nacional; no están sujetos a los dictados de un parlamento ni de un grupo político, ni forman parte de un gobierno democrático efímero y amorfo: ellos cumplen un deber ante su propia conciencia forjada por la voluntad de sus pueblos, y sólo ante sus pueblos son responsables.
Podrá haber dentro y fuera de Alemania y de Italia gentes inconformes con los regímenes; se les podrán señalar mil defectos, pero nadie podrá negar que Mussolini y Hitler representan más genuinamente a sus pueblos que el señor Daladier o el señor Chamberlain, los que gobiernan por accidente. Los políticos de Francia y de Inglaterra –ya lo he dicho en muchas ocasiones- son simples empleados públicos al servicio de un partido.218
En el segundo apartado de Quienes ganarán la guerra, el Eje Roma Berlín,
Murillo intenta precisar ciertos hechos “mal establecidos o malévolamente
interpretados” por la prensa internacional:
La prensa aliada proclama a todos los vientos que la alianza germano-soviética significa la abdicación de Alemania ante Moscú. La simple enunciación de este concepto revela la estupidez, la ignorancia y el estado de depresión mental en que se encuentran los aliados.
En resumen de cuentas, Alemania ha obtenido de Rusia todo lo que ha querido. Ha paralizado a un enemigo que la amenazaba por detrás; la obligaba a proporcionarle materias primas, petróleo y oro, ha dominado los cuadros del ejército ruso en las regiones que más le conviene por medio de oficiales alemanes que lo reorganizan al gusto de Alemania; tiene en sus manos la red más importante de los ferrocarriles, y lo que hubiera podido conseguir con una guerra, lo ha obtenido rápidamente sin disparar un tiro, haciendo sólo concesiones territoriales en Polonia, cuya parte más importante, la región petrolera, ha ingresado ya al dominio del Reich.
218 Gerardo, Murillo; Quienes ganarán la guerra, op. cit. p. 10.
175
El pacto ruso-germano ha destruido, en primer lugar, la posibilidad de la famosa y cacareada revolución mundial; ha revelado lo que todos los escritores imparciales hemos señalado desde 1935, la inconsistencia de la política y la nulidad del ejército ruso y ha puesto de manifiesto la bellaquería de Stalin y de sus pobres diablos de colaboradores a quienes el mundo comunista y comunizante tenían por el primer poder del planeta. Si se quisiera sintetizar en una sola frase todo este asunto, podría decirse: EL PACTO RUSO-ALEMAN PUSO EN RIDÍCULO A LA DIPLOMACIA ALIADA, PERO PONE A RUSIA EN CONDICIONES DE CONVERTIRSE EN UNA PROVINCIA DEL REICH.219
Siguiendo el hilo conductor de la infecciosa tentación de ideas, nuestro autor
señala las supuestas razones de carácter histórico por las que Alemania e Italia
ganarían la guerra. La rica emotividad de las líneas constituye una muestra más
de la encendida pasión de Atl por Italia, así como un claro convencimiento de la
supuesta superioridad racial de la cultura germana. Aun mismo tiempo justifica las
agresiones bélicas y los ánimos expansionistas de esos países.
Los que creen que el nazismo o el fascismo son simples doctrinas políticas nacidas de una necesidad accidental y sostenidas por una disciplina férrea, sufren una equivocación. Su prodigiosa consolidación y su tremenda influencia internacional son el resultado de un fenómeno extraordinario, único en nuestros tiempos: la juventud del pueblo italiano y la juventud del pueblo alemán, ambos renovados bajo un punto de vista biológico, causa fundamental que explica el vigor y la expansión del nazismo.
No es necesario, para comprender el fascismo y el nazismo y explicarse su preponderancia, engolfarse en el estudio de sus doctrinas y considerar su antecedentes. Basta establecer los datos concernientes a la demografía de Italia y Alemania y ponerlos en relación con los de sus enemigos europeos. Mientras Italia y Alemania están saturadas de juventud, Inglaterra empieza a sufrir el decrecimiento de su población, y Francia se encuentra en vísperas de su despoblación. Un fenómeno demográfico raramente aparecido en la historia, convirtió a Alemania de avanguerra en el grupo humano más joven que haya existido jamás, y un fenómeno inverso produjo en Francia la acumulación de seres cada día, de edad más avanzada, convirtiendo a la república en el pueblo civilizado más envejecido del planeta.
El nazismo es acción y sintetiza la dinámica trascendental de la cultura alemana.
En 1871, Alemania victoriosa consolida definitivamente su poder y en 1919, derrotada empobrecida, privada de sus colonias, bloqueada por el odio
219 Gerardo, Murillo; Quienes ganarán la guerra, op. cit. p. 11.
176
internacional, aplastada por los tratados, exhausta por la deuda de la guerra, encontró en su propio espíritu su propia salvación, se levantó frente a sus vencedores que asombrados vieron surgir una nación más poderosa, más individual, más unificada, más preponderante. La victoria de los aliados en 1919 permitió la realización de un milagro: la reconcentración final de la potencia espiritual teutona y este extraordinario fenómeno es la consecuencia más importante y más trascendental de la guerra mundial.220
Del panfleto La conferencia de la Habana, el investigador Armando
Castellanos comenta que en algunos fragmentos es de notarse lo bien que el Dr.
Atl captó el sentido clasista, antiobrero del nazismo221:
... la hegemonía europea bajo el dominio del Tercer Reich impondrá un cambio de métodos, nuevas normas de trabajo en las regiones conquistadas, mayor intensidad en el trabajo, y menor precio en el costo de la producción. En la Europa dominada por Alemania no habrá huelgas y salarios elevados llevadas para complacer a las organizaciones obreras y encarecer al mismo tiempo el costo de la vida mientras que de este lado del Atlántico seguirá el predominio sindicalista, las huelgas pondrán siempre en peligro la producción y los gobernantes estarán a merced de los líderes de la clase obrera, que desorganizarán la economía nacional como trataron de hacer en Italia antes de Mussolini y en Alemania antes de Hitler.222
La derrota de Inglaterra, publicación correspondiente al mes de
septiembre de 1940, es ante todo un comercial, una invitación al cine de esa
época. Desde la portada del folleto, Murillo comunica al potencial lector que va a
ofrecerle Reflexiones ante una película. En efecto, sin ninguna clase de preámbulo
Atl va al grano:
Accidentalmente me encontré frente a una película Ufa que puso delante de mis ojos fragmentos de la blitskrieg en Polonia, de la guerra aérea alemana, y el desfile fantástico de las tropas del Tercer Reich ante su jefe.
Yo he afirmado, desde antes de que se declarase la guerra –y lo he escrito en periódicos y folletos- que Alemania no podría ser detenida por ninguna fuerza militar. Pero francamente esos films enseñan cosas reales que sobrepasan todas las suposiciones.223
220 Gerardo, Murillo; Quienes ganarán la guerra, op. cit. p. 27. 221 Armando, Castellanos; op. cit. p. 68.222 Gerardo, Murillo; La Conferencia de la Habana, p. 21.223 Gerardo, Murillo; La derrota de Inglaterra (reflexiones ante una película). p. 3.
177
Observemos la primera palabra que emplea Murillo al iniciar el primer
párrafo. Evidentemente no es fácil aceptar que un hombre que lleva por lo menos
8 años siguiendo detenidamente el desenvolvimiento de los regímenes fascista y
nacionalsocialista, accidentalmente se encuentre con una película alemana. Es
mucho más fácil inferir que el Dr. Atl vio esa película por invitación de la legación
alemana. El azar al que se refiere Murillo es más que falso. Además es ilógico
pensar que el otrora responsable de la oficina de propaganda de Carranza, no
advierta para sí mismo en la construcción- utilización del cine germano, móviles
absolutamente propagandísticos.
El Dr. Atl, añade en sus Reflexiones ante una película:
Aquellos que no se han convencido ante los hechos mismos, deberían contemplar lo que estas películas exhiben, para darse cuenta de la organización germana... Y el que no está convencido de la incontenible pujanza militar y moral de la nueva Alemania, que vea las películas de la blitskrieg en Polonia y el desfile de las tropas victoriosas alemanas, que yo acabo de ver... En esas películas de la guerra no hay nada teatral, ni rebuscado.224
De este mismo documento, Casado Navarro agrega: “El Dr. Atl llega a
expresiones de entusiasmo desmedido por el fascismo y el nazismo. Las
demostraciones de admiración se vuelven delirantes cuando se concentran en el
Führer, visto muy probablemente como la personificación de su acariciado sueño
de poder concedido a los espíritus superiores, a los intelectuales, a los artistas,
llegando a expresar lo siguiente”225.
…ahí estaba el espíritu histórico de Alemania, la muchedumbre inacabable de su pueblo, renovada y organizada por el milagro de la voluntad y de fe, bajo la potencia casi milagrosa de un hombre sencillo y extraño que representa en nuestros tiempos la más extraordinaria potencia del intelecto y de la voluntad, porque eso es Hitler: una síntesis de la inteligencia, de la clarividencia: su
224 Gerardo, Murillo. La derrota de Inglaterra, op. cit. p. 3.225 Arturo, Casado Navarro; Gerardo Murillo El Dr. Atl, op. cit. p.142.
178
espíritu de artista ha llevado a Alemania a las fenomenales victorias del presente y le abre las puertas del porvenir.226
En El futuro del mundo, penúltimo folleto de la serie, divide su nuevo
análisis en seis puntos:
• la consolidación de un estado europeo bajo el dominio germano;
• la preponderancia teutona en Rusia;
• la entrada hipócrita pero efectiva de los Estados Unidos en la guerra;
• la visible decadencia de la raza latina;
• el predominio del Japón en el extremo oriente;
• y el ocaso de las ideologías y de la influencia judaicas.
Al margen de seguir insistiendo en el triunfo definitivo de la Alemania nazi,
el discurso de Murillo se vuelve más imperioso con la insistente perorata de obligar
a participar a los países latinoamericanos, en la contienda bélica, del lado de los
germanos:
Desde octubre del año pasado he sostenido y demostrado que Alemania ganaría la guerra. Frente a las condiciones del momento, mi tesis se fortifica, y como estamos en la América Latina, es indispensable decirles a los pueblos que la componen que necesitan cambiar de actitud si no quieren sufrir las consecuencias de la derrota de los pueblos de habla inglesa.227
Al mismo tiempo rechaza la participación de México en la guerra al lado de
los aliados: “porque tenemos derecho de hablar por nuestros intereses a la hora
de la victoria”. Y propone una alianza de los países latinoamericanos con el Eje
nazifascista:
226 Gerardo, Murillo; La derrota de Inglaterra, op. cit. p. 9.227 Gerardo, Murillo; El futuro del mundo, p. 10.
179
Los pueblos de América Latina necesitan tomar una determinación antes de que se realice la última faz del triunfo alemán, determinación que debe condensarse en una oposición decidida a la política de Washington.228
De los seis puntos que Murillo desarrolla, solamente dos destacan o vienen a
significar algo nuevo de todos sus escritos anteriores. La intervención americana en
la disputa europea, es el primero.
Si bien es cierto que cuando Murillo pretende analizar el fascismo o el
nacionalsocialismo, nunca logra elaborar un documento congruente, como tampoco
explica con argumentos convincentes por qué México debía aliarse a la Alemania
nazi, sus confusas ideas logran adquirir relativa armonía al intentar exponer los
motivos e intereses económicos y estratégicos de los Estados Unidos ante su
inminente entrada en la guerra.
Sin dejar de usar sus dados cargados, el pintor escribe acerca de esa
perversa y tardía entrada de los Estados Unidos:
Los Estados Unidos estaban en una situación privilegiada, bajo todos los puntos de vista, no sólo para mantenerse dentro de una neutralidad decorosa, sino para intervenir categóricamente como árbitros civiles en la contienda. Seguramente los beligerantes habrían admitido su mediación más fácil, más oportuna, más útil al mundo entero y a las mismos Estados Unidos que la intervención militar y asquerosamente hipócrita que están llevando a cabo para tratar de salvar un imperio en derrota.
Dada su situación topográfica, su alejamiento físico del conflicto, su gran poder financiero, su innegable prestigio, sus riquezas y la ausencia total de todo compromiso político con Europa, los Estados Unidos se encontraban desde antes de estallar la guerra en condiciones excepcionales para mediar entre los contendientes en una forma idealmente cristiana. Esa intervención habría cambiado los destinos del mundo.
Pero la participación americana en la guerra europea ha engendrado entre sus muchas y lamentables consecuencias una que tiene aspectos muy graves: la alianza forzada de los pueblos hispano-americanos impuesta por el gobierno de Washington.
228 Gerardo, Murillo; El futuro del mundo, p. 13.
180
Las naciones abajo del Río Bravo eran completamente ajenas al conflicto, y ninguna razón, ninguna causa se presentaba suficientemente vigorosa para empujarlas al huracán de la guerra. Pero el gobierno de Roosevelt se dio cuenta de la extraordinaria oportunidad que se le presentaba para controlar a las repúblicas del Sur, pretextando la defensa del Continente. Los miserables gobiernos de la mayor parte de estos pueblos hispanos se prestaron a secundar las maniobras de Roosevelt y en la Conferencia de la Habana abdicaron de su independencia.
Ellos han admitido-Mejico especialmente- un vergonzoso dominio político, el patrullamiento de sus costas por barcos de guerra americanos, la instalación de bases marítimas y aéreas en sus costas, el control económico y hasta la intervención en cuestiones electorales.
¿Qué actitud vas a asumir estas llamadas repúblicas hispanas cuando Alemania gane la guerra y se enfrente a los Estados Unidos? ¿Era necesario hacer el sacrificio de la independencia para sumarse a los peligros que los Estados unidos mismos se han creado?
El fenómeno de acomodamiento de las repúblicas hispanas a la política estadounidense obedece más a la bellaquería de los gobiernos sudamericanos que a la presión de Washington –la cual se hubiera contraído en sí misma si hubiera encontrado una oposición firme en los mandatarios de estos feudos sudamericanos.229
En el apartado anunciado por el Dr. Atl como La decadencia de la raza
latina, se observa algo nuevo en todo lo que Murillo a estado exponiendo
durante casi una década. A partir de este folleto El futuro del mundo, y
particularmente en este apartado se inicia el desencanto del Dr. Atl hacia lo
que sólo unos años antes fue el fermento de su ilusión: la Italia fascista. País
que según las palabras del pintor, nunca se pudo elevar al nivel de su gran
reformador:
Italia era una esperanza, pero esa esperanza fracasó en Grecia y en Taranto.Su situación desgraciadísima y lamentable, viene a sumarse a los desastre de
España y de Francia y a mostrar de una manera más evidente el debilitamiento de los pueblos latinos. Preparada para la guerra durante 14 años falló en el momento preciso de una acción decisiva que le permitiera alcanzar al fruto de los esfuerzos realizados durante tantos años, y elevarse no sólo a la altura de su poderosa aliada del Norte, sino de su pasado histórico.
229 Gerardo, Murillo; El futuro del mundo, p. 17.
181
Los italianos han demostrado en su primer empuje serio, que carecen por completo del espíritu que un hombre realmente superior trató de infundirles, por todos los medios, y es necesario convenir, contra nuestro íntimo deseo, que en Italia hay un hombre pero que no existe el pueblo.
Los italianos no han tenido el valor heroico de enfrentarse a los peligros que los amenazaban, y mientras eran derrotados en Grecia, la flota inglesa los venció en Taranto.
Este asunto de Taranto presenta una serie de hechos inexplicables, insólitos. El público de Mejico, que ha sufrido en Grecia, parece no dar importancia a la victoria inglesa en Taranto.
Disminuyendo todas las informaciones a su ínfima expresión y eliminando todos los comentarios sobre esa victoria, quedan, sin embargo, incrustados como garras en la carne viva, el hecho innegable de la sorpresa realizada por la flota inglesa y la ausencia total de espíritu combativo en la armada italiana. Esto no debía nunca haber sucedido en la Italia Fascista.
Nadie puede criticarme que yo haga estos dolorosos comentarios por benevolencia a Italia. Yo he sido el más ardiente defensor de la labor de Mussolini, el más grande admirador de su genio y lo he defendido y lo he ensalzado durante los años de 35 y 36 en artículos publicados cotidianamente en Excélsior. Amo a Italia con un fervor de artista y tengo por Mussolini una profunda admiración. Pero ante todo, soy hombre sincero, hijo único de mis propias convicciones y contra todos mis deseos y contra todas mis esperanzas, me veo obligado a confesar que el genio de Mussolini no ha podido galvanizar el organismo debilitado del pueblo italiano.230
Tanto en El futuro del mundo publicado el 30 de noviembre de 1940,
como en La victoria de Alemania del 25 de enero de 1941, el Dr. Atl es insistente
en remarcar la “innegable victoria alemana sobre una Inglaterra debilitada e
incapaz de resistir a la invasión inminente del ejército nazi”. El Dr. Atl ya no
expone nada sobre la supuesta superioridad de los italianos. Deja de lado a la
Italia de Mussolini y se concentra en el Tercer Reich del que asegura que está
destinado a quedarse automáticamente con la victoria frente a una potencia militar
y naval más teatral que efectiva (Inglaterra)”.
Llama la atención, sin embargo, que Murillo, hombre notoriamente
informado por las agencias internacionales y seguramente documentado y puesto
al día en materia de asuntos bélicos por la legación alemana y la embajada
230 Gerardo, Murillo; El futuro del mundo, p. 21.
182
italiana, insista en su perorata de “la derrota de Inglaterra”. En ese período de la
guerra (noviembre de 1940 - enero de 1941), en varias agencias internacionales
ya se había difundido una trascendental noticia: Alemania había suspendido
indefinidamente la invasión a Inglaterra.231
En julio de 1940, Hitler empezó a considerar seriamente la idea de la
conquista de Rusia; en dicho mes decidió que esta tarea suprema se llevaría
acabo durante el verano de 1941, y antes sería conveniente acabar con la
resistencia de Inglaterra. El 16 de julio de 1940, Hitler ordenó que comenzasen los
preparativos para la invasión de Inglaterra. Los jefes navales insistieron en que
antes era necesario conseguir la supremacía aérea y Hitler aceptó su punto de
vista. El 15 de septiembre se puso de manifiesto que ésta no se había conseguido,
y el 17 Hitler pospuso la invasión indefinidamente. Esto supuso una derrota
importante. Por encima de todo, suponía que, si los Estados Unidos intervenían en
la guerra, las potencias aliadas dispondrían de una inmejorable base de
operaciones desde la cual hacer frente a la Europa hitlerana. En aquel momento,
la estrategia de Hitler estaba fundamentalmente condicionada por la próxima
contienda con Rusia. Contra Inglaterra seguía llevando a cabo una guerra
económica, principalmente mediante la acción de los bombardeos y la actividad de
los submarinos; los primeros eran ineficaces; pero, en cambio, podía considerarse
que los últimos cumplían sus objetivos. La destrucción final podía esperar hasta
que Rusia hubiera sido dominada. De este modo, en 1940, los alemanes
elaboraron un plan de ataque a Gibraltar e intentaron empujar a Mussolini a que
231 Sobre este tema, véase el libro de José Luis, Ortiz Garza; México en guerra, México, editorial Planeta, 1989.
183
invadiera Egipto utilizando incluso, si era necesario, fuerzas de tierra. Inglaterra se
vería así expulsada del mediterráneo y su poder en Oriente Medio, incluyendo las
zonas productoras de petróleo, amenazado. Pero Mussolini, en vez de expulsar a
Inglaterra de Egipto, emprendió una guerra por su cuenta atacando a Grecia
desde Albania. El ataque italiano fracasó. Hitler intervino para conseguir que la
desafortunada operación italiana tomara un giro favorable. Por socorrer a
Mussolini, la gran ofensiva contra Rusia, se retrasó cuatro semanas,
consecuentemente, el avance del ejército alemán, tuvo que detenerse frente al
poderoso invierno que azotó las estepas rusas.
El Dr. Atl se había enfrascado en la aventura de defender a la Italia fascista,
probablemente siguiendo su amor profundo por Italia, pero también respondiendo
a todos sus años de aprendizaje romano que había adquirido en la misma Italia.
Cuando los ejércitos italianos mostraron su verdadero rostro en el fragor de la
guerra, es decir, sus derrotas, o su imposibilidad de ser los “súper hombres”
anunciados por Nietzsche, también enviaron un claro mensaje para el Dr. Atl:
había motivos suficientes para olvidarse de Italia.
En México, de manera progresiva se había venido cerrando el cerco a la
propaganda favorable a las potencias del eje. Sin embargo, la suspensión de las
actividades quinta columnistas del Dr. Atl, al parecer responden más al estado
anímico con el que padeció la terrible participación de Italia en la guerra que a la
censura decretada el 2 de junio de 1942, en que se promulgaron las iniciativas de
ley que dieron el tiro de gracia a las actividades pro fascistas en México.232
232 José Luis, Ortiz Garza; op. cit. p. 47.
184
En la medida que el ejército de Benito Mussolini fue desilusionando a
Gerardo Murillo, el pintor comenzó a perder la esperanza de llegar alguna vez a
observar la “grandeza de un Imperio romano”. Con el tiempo, el artista observaría
la imposibilidad del ejército nacional socialista alemán para sostener el Reich de
Adolfo Hitler.
Una vez desvanecidos estos efímeros imperios, al Dr. Atl le queda el
recurso de resucitar al imperio azteca.
Como nunca antes en su vida, Gerardo Murillo soñará con la creación del
“centro artístico y científico más importante del mundo”, es decir, con “La ciudad
internacional de la Cultura”, también llamada por él como “Olinka”.
Por lo que toca a sus escritos fascistas, el Dr. Atl evitó volver a hablar de
ellos, en lo que le restó de vida
185
4 RUBÉN SALAZAR MALLÉN.
4.1 La crítica literaria en torno a la persona-obra de Rubén Salazar Mallén.
En México, durante el siglo XX, algunas obras literarias se enfrentaron al rechazo
o el abandono. La producción artística del escritor Rubén Salazar Mallén
(Coatzacoalcos, Veracruz 1905-1986) es un caso ejemplar.
Sólo un paseo por los trasfondos de la vida cultural de este país conduce a
recordar al polémico Rubén Salazar Mallén. Curiosamente, a medida que
revisamos el espíritu del siglo XX, la omisión de su vida y su obra adquiere mayor
significación. En su caso particular, un escándalo en la revista Examen (1932) y la
constante condena sumaria de ser un autor “reaccionario”, “fascista” o de
“derecha” fueron los estigmas que antecedieron a su olvido.
Adelantemos sin embargo, que esa omisión no fue gratuita; en realidad fue
motivada por circunstancias ideológicas y políticas donde nada tuvo que ver el
valor literario de su obra.
Del universo de críticos obstinados en negar el valor literario de la obra de
Rubén Salazar Mallén, destacan a contracorriente, un pequeño grupo de
escritores (contados con los dedos de una mano) empeñados en reivindicar el
derecho de Salazar Mallén a ser “un autor” de valía (independientemente de su
filiación política, cualquiera que haya sido). Me refiero a José Luis Ontiveros233,
233 José Luis, Ontiveros; Bitácora de un forastero; México; INBA, 1995.
186
Marco Antonio Campos234, Javier Sicilia235 y Evodio Escalante236. Curiosamente,
las particulares visiones de estos hombres sobre nuestro autor en cuestión,
conforman un mosaico nada uniforme. Y a sus opiniones hay que sumar la nutrida
carretada de condenaciones escritas contra “un autor de artículos que ya nadie
recuerda”.237
Como un gran arquero que acierta con la flecha en el blanco, Marco Antonio
Campos escribió en el Prólogo a Soledad, libro de Rubén Salazar Mallén238, que
este escritor ha sido poco leído y mucho menos estudiado. Como pocos
narradores –dice Marco Antonio Campos--, Salazar Mallén “conoció el peso del
silencio y de la marginación por los grupos de poder cultural a lo largo de los años,
esto último en gran parte debido al rencor y al desdén”.
Si son breves las líneas que Marco Antonio Campos dedica al estudio de la
obra de Salazar Mallén, no hay lugar a dudas que las escribe sin el “Rencor” y el
“Desdén” del que nos informa han estado contagiados los poderosos grupos
culturales que monopolizan la “crítica literaria” en México.
Desafortunadamente, el breve prólogo de Marco Antonio Campos, escrito
en 1984, no ha merecido mejor fortuna debido, en primer término, a la escasa
difusión del mismo, ya que apareció publicado en una editorial “oculta” o de breve
historia. En este punto, Marco Antonio Campos sugiere que a Salazar Mallén le
tocó que todos sus libros conocieran una variopinta historia editorial, de la que
234 Prólogo a Soledad, libro de Rubén, Salazar Mallén; México, Premiá Editora, 1985.235 Javier, Sicilia; Cariátide a destiempo, México, ediciones del gobierno de Veracruz, 1980.236 Prólogo a La sangre Vacía, libro de Rubén, Salazar Mallén, México, ediciones del Fondo de Cultura Económica, 1987, (segunda serie de lecturas mexicanas número 102).237 Octavio, Paz; “Respuesta y algo más”, México, 27 de diciembre de 1959, suplemento México en la cultura.238 Prólogo a Soledad; op. cit. p. 10.
187
hasta la fecha nadie esté interesado en reeditar sus libros. En segundo término,
sugiero que a Marco Antonio Campos le dejaron una tarea nada fácil, pues la
figura de Salazar Mallén es en definitiva farragosa o difícil de describir.
Como muchos otros personajes de su época, Salazar Mallén fue
camaleónico hasta el último de sus días. De acuerdo a la historia negra de este
escritor, originalmente fue anarquista, luego habría de ser contagiado por la fiebre
comunista, hasta que sintió atracción o simpatía por el fascismo, pero según nos
indican, terminó sus días de nueva cuenta como anarquista.
Acerca de esta actitud camaleónica, el propio Salazar Mallén pretendió
hacer un examen de conciencia al escribir las siguientes líneas:
He militado, con más o menos intensidad y más o menos prolongadamente, en el anarquismo, el comunismo y el fascismo, a más de haberlo hecho, por su puesto en la peculiar democracia mexicana. Ese ir de una posición a otra no se apoyó en el capricho, ni fue fruto del azar. Las diversas actitudes que he adoptado tuvieron origen en el afán de encontrar solución a los problemas del hombre, pero debido a una disposición crítica, remataron siempre en la decepción. Me dolió reconocerlo y apartarme, pero lo hice. Otros no lo hacen, porque los más de los hombres se niegan a confesar y a confesarse que han fracasado: la mayoría prefiere persistir en el error. Es amor propio y es también pereza.239
El testimonio anterior no es el único con el que Salazar Mallén pretendió
explicar sus cambios de bando. En 1983, durante una entrevista240, reconoció que
antes del año de 1930, él profesaba ideas ácratas y que fue Evelio Vadillo, un
militante del Partido Comunista Mexicano quien lo convenció de que la anarquía y
el comunismo se proponían un mismo fin: la abolición del Estado. Por esta razón
ingresó a las filas del Partido Comunista Mexicano. Pero su paso por ese partido y
239 Rubén, Salazar Mallén; Las utopías del siglo veinte, México, ediciones de la UNAM (FCPyS, serie Estudios No 53), 1977.240 Ricardo, Castillo Mireles; “El guerillerismo visto desde dentro” (entrevista a Rubén Salazar Mallén) México, 6 de marzo de 1983, en Excélsior.
188
por esa pasión duraría bien poco, pues inmediatamente se decepcionó del
comunismo, cuyas deformaciones dogmáticas y jerárquicas lo condujeron a
entusiasmarse por el fascismo de Mussolini, no tanto porque el fascismo tuviera la
razón, sino porque era la posición más indicada para quien quisiera combatir a los
partidarios de Lenin. Y después, con la derrota mundial del fascismo, retornó al
anarquismo del que se supone presumió hasta el último de sus días mientras era
maestro en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
Pero advirtamos inmediatamente que Rubén Salazar Mallén tuvo dos
grandes estigmas; el primero, ya documentado, fue abandonar la cohorte de los
comunistas (rasgo paradigmático de algunos desencantados de la primera mitad
del siglo XX). El segundo, del que ha habido mucho “comadreo” pero poco
historial, fue haberse entusiasmado con el fascismo e incluso reconocerse como
activista.
En estos dos temas radica mi especial interés de la obra de Salazar Mallén:
sus dos grandes delirios, son esencialmente las pasiones de la época: comunismo
y fascismo.
189
4.2 Salazar Mallén, el novelista del grupo Contemporáneos, y la defensa
de Cariátide.
No obstante que Salazar Mallén en 1928 rechazara violentamente su inclusión en
la revista “Contemporáneos”, por considerar que Ortiz de Montellano lo había
hecho deliberadamente y sin consultarlo, la generosidad y el respeto por las
verdaderas obras literarias que caracterizaba al espíritu de este “grupo sin grupo”
llevó a Ortiz de Montellano a seguir cultivando la amistad de Salazar Mallén y
hasta pedirle ciertas colaboraciones que aparecieron en algunos números de
“Contemporáneos”.241
En un artículo periodístico correspondiente al año de 1932,242 Jorge Cuesta
no sólo señala explícitamente a Salazar Mallén como miembro de la generación
de Contemporáneos, además describe impecablemente la cualidad más
importante de ese grupo de escritores: el ejercicio constante de la crítica.
Escribe Jorge Cuesta:
Quienes se distinguen en este grupo de escritores tienen en común con todos los jóvenes mexicanos de su edad, nacer en México: crecer en un raquítico medio intelectual; ser autodidactas; conocer la literatura y el arte principalmente en revistas y publicaciones europeas; no tener cerca de ellos sino muy pocos ejemplos brillantes, aislados, confusos y discutibles; carecer de estas compañías mayores que decidan desde la más temprana juventud un destino; y sobre todo, encontrarse inmediatamente cerca de una producción literaria y artística cuya cualidad esencial ha sido una absoluta falta de crítica. Esta última condición es la más importante. Esta decidió el carácter de este grupo de escritores, entre quienes se señalan Carlos Pellicer, Enrique González Rojo, Bernardo Ortiz de Montellano, José Gorostiza, Jaime Torres Bodet, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Gilberto Owen, Celestino Gorostiza y Rubén Salazar
241 Salazar Mallén participó en la revista Contemporáneos con cuentos y reseñas. Salazar Mallén no se ocupó posteriormente de reunir esas colaboraciones, pero éstas se pueden revisar en la edición facsimilar coordinada por José Luis, Martínez; Revistas Literarias Mexicanas Modernas; México, editadas por el Fondo de Cultura Económica, 1980.242 Guillermo, Sheridan; México en 1932: la polémica nacionalista, México, ediciones del Fondo de Cultura Económica, 1997.
190
Mallén. Casi todos, si no puede decirse que son críticos, han adoptado una actitud crítica. Su virtud común ha sido la desconfianza, la incredulidad. Lo primero que se negaron fue la fácil solución de un programa, de un ídolo, de una falsa tradición. Nacieron en crisis y han encontrado su destino en esta crisis: una crisis crítica.
Esta actitud no provoca una actitud exuberante; no vale, es injusto medirla, por el volumen de su fruto; vale por la actitud misma. Pero esta actitud es lo que comienza a despreciarse, a juzgar por lo que ahora insinúa Gorostiza, quien ataca precisamente aquello en lo que esta actitud se reconoce: dice que estos escritores, faltos de originalidad, se han copiado unos a los otros. En esto, efectivamente los reconozco: en que están pendientes de sí mismos; de la obra del otro, quiero decir, del juicio crítico del otro. En esto se reconoce la soledad de su generación, su rompimiento con los auxilios exteriores, su falta de idolatría. El idólatra obedece directamente a su ídolo; no le pregunta al vecino los términos de su oración. El esclavo oye una vez la voz del amo y la sigue, y a lo menos que atiende es a la conducta de su igual; sabe que esto le acarrearía una paliza. La actitud de esta generación, hay que decirlo y entenderlo, es una actitud de pobreza. Y la prefieren a robarle a otra generación, pasada o futura.
La realidad mexicana de este grupo de escritores jóvenes ha sido su desamparo y no se han quejado de ella, ni han pretendido falsificarla; ella les permite ser como son.
Es una perfidia buscar en esta generación una actitud que valga para las que siguen. Esta generación no la buscó en anteriores; la buscó en ella misma. Aun suponiendo que en este momento, cuando todavía no se madura, se suspendiera su obra, y aun suponiendo que su obra reducida se perdiera, que pasara, su actitud no deja de valer, puesto que consiste en no tener más actitud que la propia. Esta actitud es la única que hace valer la actitud y la obra de los otros; es una actitud crítica.243
Si atendemos a las palabras de Jorge Cuesta, si analizamos que la cualidad
más importante del grupo Contemporáneos fue el ejercicio constante de la crítica,
encontraremos en Salazar Mallén cierta lealtad a esa práctica, pues si algo lo
caracteriza como autor es la desconfianza, la incredulidad y el juicio crítico de los
otros.
Además, si seguimos atendiendo las palabras de Jorge Cuesta,
observaremos a un Salazar Mallén también constante en no poder sostener una
idolatría, pues a pesar de querer fijarse metas (pasión por el comunismo, pasión
por el fascismo...) termina por reconocer su imposibilidad de arraigo y su
243 Guillermo, Sheridan; op. cit. p. 163.
191
desamparo para encontrar “una fácil solución en un programa”.
Sorprendentemente, éste último rasgo, también caracteriza a la generación del
grupo Contemporáneos. Octavio Paz, testigo e intérprete de la época, evoca
como muchas veces se le reprochó a los Contemporáneos su indiferencia ante los
acontecimientos históricos de un país desgarrado por la revolución, también su
falta de interés por los debates que conmovían la conciencia de los escritores y los
intelectuales del Siglo XX; sugiere que salvo Jorge Cuesta y Carlos Pellicer, el
resto del grupo ya no podía creer en revolucionarios ni en programas (individual y
socialmente, habían vivido la etapa más cruenta de la revolución y para colmo,
eran testigos impotentes de un panorama donde los generales victoriosos que se
apoderaron del poder político, sobresalían por su capacidad de rapiña de los
bienes de la nación), por lo cual se aislaron en un mundo poblado de fantasmas.244
Esta última señalada cualidad de Contemporáneos, es quizás, la condición
indispensable para integrar a Salazar Mallén al grupo: su inclusión es identificable
en la medida de ser un “espectro”.
Con esa categoría tenemos entonces a uno de los autores más peculiares
de los Contemporáneos: es el prosista de un grupo que no se caracterizó por
tener prosistas. De modo que la vitalidad de Salazar Mallén ha quedado excluida
de la memoria literaria, en un permanente destierro y extrañamiento, en los
márgenes de las distintas heterodoxias que han pasado a ser aprobadas y de la
gran difusión que han merecido los poetas de Contemporáneos en detrimento de
los prosistas.
244 Octavio, Paz; Generaciones y semblanzas, México, ediciones del Fondo de Cultura Económica, 1987.
192
A ello se ha unido un juicio convencional sobre el valor de los prosistas de
Contemporáneos, considerándose que: La prosa narrativa de los
Contemporáneos es tristísima, con la excepción de las crónicas viajeras de Novo,
lo que ha fortalecido una fácil tendencia a reconocer en los Contemporáneos
como único o fundamental valor la obra poética, soslayando con esto la limpidez
de Samuel Ramos, limpidez seca pero precisa; la originalidad y el valor literario e
ideológico de los ensayos de Jorge Cuesta; la extraordinaria prosa de José
Martínez Soto Mayor; y lo que se podría describir como prosa narrativa en el caso
de Rubén Salazar Mallén. Este demérito de los prosistas tiene como derivación el
que se le aparte de los propios contemporáneos como un subgrupo ya no formado
de “personales aislamientos” sino de partículas insignificantes.245
Es bien conocido como la revista Contemporáneos tuvo una significación
importante en el desarrollo de nuestras letras. No sólo fue el órgano de expresión
de un grupo o tendencia determinada de una época, también fue una de las
primeras tentativas del siglo XX para preservar la independencia de la literatura
frente al poder político. Una verdadera biblioteca mexicana o una justa historia del
desarrollo de nuestras letras, no pueden reducirse únicamente a la suma total de
la producción de nuestros libros, además debemos integrar a esos cuadernos
irregulares, dueños de todas las arbitrariedades que son las revistas.
En el estudio del periodo que nos ocupa, en muy contadas ocasiones los
escritores mexicanos tuvieron la oportunidad de recoger en volúmenes sus
trabajos. Para encontrar el pulso vivo de la literatura de esa época, es necesario
dirigirse a las publicaciones periódicas. Los libros no nos muestran la verdadera
245 José Luis, Ontiveros; op. cit. p. 34.
193
evolución de nuestros autores; las revistas, en cambio, registraron día a día su
curiosidad, sus preferencias, las formas de su sensibilidad, su progreso o su
decadencia.246
Los escritores del grupo Contemporáneos hicieron en las revistas sus
primeras armas; allí se formaron y de allí partieron para empresas más
ambiciosas. En el curso del panorama posterior al que nos ocupa, encontramos un
ramillete de revistas con distintas tendencias de las que saldrían otros grandes
escritores mexicanos. Entre estas últimas merecen mencionarse a El libro y el
Pueblo (1922-1935,1941); Antena (1924), que animó Francisco Monterde;
Bandera de Provincias (Guadalajara 1929-1939) de donde despuntaría Agustín
Yáñez; Letras de México (1937-1947); Barandal (1931), una de las primeras
trincheras de Octavio Paz; Taller (1938-1939).
Cuando Contemporáneos dio por terminada su época (1931), el grupo de
escritores no tardó en sacar a la luz pública otra nueva propuesta, esta vez
llamada: Examen.
De acuerdo con los críticos, Salazar Mallén, fue invitado a colaborar en
Examen por el director de la revista: Jorge Cuesta.
Dentro de nuestra historia hemerográfica literaria, Examen marca un hito y
adelanta un estilo que se habrá de generalizar con los años: en la medida que la
politización se acelera entre las guerras mundiales, las revistas literarias se
convertirán gradualmente en revistas de ideas, trascendiendo el corte
estrictamente literario. No se puede ver en Examen una revista literaria como lo
fueron las anteriores. Examen es una primera revista literaria moderna donde los 246 Para una clara comprensión del desarrollo de las revistas literarias, conviene revisar el libro de José Luis, Martínez; Literatura mexicana del siglo XX, México, antigua librería Robredo, 1949.
194
colaboradores invocan la necesidad de la crítica y la duda. En sus páginas
podemos leer (a la par de la literatura) el planteamiento de problemas a los que
habría de enfrentarse nuestra cultura en años subsecuentes; entre otras cosas la
polémica entre una literatura nacionalista o cosmopolita.247
No precisamente es una casualidad que por ser una revista de ideas, sus
responsables fueron los primeros intelectuales mexicanos en ser llevados a juicio
por defender una idea. Examen fue un caso en el que nacer y morir fueron casi
simultáneos: el primer número se publicó en agosto de 1932 y tres meses
después, la revista fue acusada de publicar material pornográfico: una novela en
entregas de Salazar Mallén titulada Cariátide donde aparecen palabras
altisonantes, fue el motivo del encono de varios sectores que llevaron este hecho
hasta el único proceso mexicano donde se ha dirimido judicialmente la libertad de
expresión literaria. Examen –advierte José Emilio Pacheco-, pasó a la historia
gracias a Cariátide, además, gracias a ésta fue posible el empleo, treinta años
después, de las “malas palabras” en nuestra narrativa.248
Antes de hablar del contenido y escándalo suscitado por la publicación de
Cariátide, conviene citar las palabras del crítico Christopher Domínguez, quien en
el libro Tiros en el concierto,249 señala que en las primeras narraciones de
Salazar Mallén hay evidencia de que compartía con los Contemporáneos el
aliento prosístico de la novela lírica al estilo de Giraudoux y Jarnés. Frente a Owen
o Villaurrutia, el joven Salazar Mallén escribía con algunas ventajas: su erotismo
247 Guillermo, Sheridan; Contemporáneos ayer, México, ediciones del Fondo de Cultura Económica, 1985. 248 José Emilio, Pacheco; “Examen y Cariátide (1932)”, México, Proceso, 27 de julio de 1981, número 247.249 Christopher, Domínguez; Tiros en el concierto, México, ediciones Era, 1997.
195
resulta más descarnado y realista, ordinario como la vida, junto a las fabulaciones
de alcoba y espejo de sus amigos. Pero esa identificación fue breve. Al leer los
fragmentos de Cariátide, entendemos que Salazar Mallén ya nada tenía que ver
con lo que estaban haciendo los Contemporáneos.250
Los fragmentos de Cariátide que podemos revisar en la edición facsimilar
del Fondo de Cultura Económica251, demuestran a un autor (Rubén Salazar
Mallén) preocupado por retratar el mundo de los militantes comunistas en México
en la década de los treinta. El propio ritmo de la escritura nos revela los tiempos
convulsos previos a la gran tormenta de la segunda guerra mundial: para la gran
mayoría, el posicionamiento en trincheras era vital. Algunos otros, mientras tanto,
aprovechaban la confusión para robar y abusar, incluso de la buena fe del
proletariado mexicano.
Cariátide está sustentada en el diálogo constante entre sus personajes, es
decir, entre los miembros del Partido Comunista Mexicano, por esta razón, los
discursos empleados por los camaradas reunidos, no podían ser de un estilo
“pequeño burgués”, por el contrario, van del caló a la mentada. De esta suerte,
Rubén Salazar Mallén abusa del léxico popular, sin dejar por esto de ser realista.
252
En el epílogo del libro Contemporáneos ayer253, Guillermo Sheridan
analiza ampliamente el ataque a la revista Examen. Sintetizando, señalaré que lo
de menos era la incomodidad de las palabrotas de Salazar Mallén, lo que estaba a
250 Christopher, Domínguez; op. cit. p. 347.251 José Luis, Martínez; Revistas Literarias Mexicanas Modernas, Antena, Monterrey, Examen, Número, México, ediciones del Fondo de Cultura económica, 1980.252 Realismo significa, según mi modo de ver, aparte de fidelidad en los detalles, reproducción fiel de caracteres típicos en circunstancias típicas.253 Guillermo, Sheridan; Contemporáneos ayer, op. cit. p. 386.
196
discusión era en realidad, la capacidad de los antiguos miembros de
Contemporáneos para seguir conformándose como un grupo sin divisiones,
capaz de resistir las embestidas de otros grupo culturales.
El escándalo de Examen sirvió sobre todo, para enseñarle a los
Contemporáneos su mayoría de edad en cuanto grupo generacional. La madurez
llegó y Examen, que parecería ser la recapitulación de diez años de trabajo,
inauguró también un nuevo comportamiento intelectual dentro del panorama del
país. Con el cierre de la revista Examen, se integra también el registro de la
primera campaña de ataques contra el grupo Contemporáneos; a lo largo de todo
el año de 1932, integrantes del grupo se enfrascaron en una polémica con
miembros de nuevas generaciones (y también entre ellos mismos), en la que se
discutía el futuro de la literatura mexicana: nacionalista o cosmopolita.
Sobre este gran marco, es donde también hay que ubicar el ataque
particular contra la obra Cariátide de Rubén Salazar Mallén.
En general contra los Contemporáneos, se les atacó por sus gustos
cosmopolitas y extranjerizantes en materia de arte, y aunque hay evidencias de
que fueron obstinados patriotas, “lo más curioso es que los ataques en nombre del
nacionalismo venían de escritores que se decían marxistas. La confusión entre
marxismo y nacionalismo ha sido y es una de las expresiones del oscurantismo de
nuestra época, sobre todo en la América Latina”.254
Con la publicación de Cariátide se presentaron dos hechos singulares: el
primero, por más visible, ha merecido mayor repercusión: abrió amplias puertas
para que las malas palabras tuvieran carta de ingreso en nuestras letras; la
254 Octavio, Paz; Generaciones y semblanzas, op. cit. p. 100.
197
segunda, menos subrayada, es que se trata de la primera novela anticomunista
escrita en México por un ex comunista, es decir, una crítica de la izquierda desde
el punto de vista de un ex miembro del Partido Comunista Mexicano; misma que
haría después por otros medios y con distinto tono, José Revueltas.
De manera que ambos hechos –el lenguaje crudo y la reprobación de los
métodos del partido-- merecieron respuestas incendiarias: por una parte
provenientes de “académicos” y representantes de las buenas conciencias, y por
otra, directamente del Partido Comunista, a través de su órgano de difusión, El
Machete255. Evidentemente que esta última condena es la que más importa y se
documenta líneas adelante.
255 Prólogo a Soledad. op. cit. p. 8.
198
4.2.1 La crítica de las buenas conciencias.
A partir de un artículo de Excélsior correspondiente al 19 de octubre de 1932 y
firmado por José Elguero, en donde se exigía “que la policía recoja los ejemplares
de esa inmunda revista (Examen) y los consigne al Procurador de Justicia
juntamente con sus responsables”256 comenzaron a desencadenarse una serie de
artículos contra Examen y Cariátide. En esencia, las buenas conciencias
académicas se lanzaron no solo contra la obra misma, sino también contra la
publicación y sus colaboradores.
La tesis sobre la cual estos académicos se sostenían, consistía en que los
colaboradores de Examen se escudaban bajo el nombre de una publicación
literaria para escandalizar, reproduciendo obras pornográficas de ínfimo valor
literario que dañaban a la moral pública.
En el libro Cariátide a destiempo257 del escritor Javier Sicilia, se puede
revisar una parte de los documentos que se publicaron en la prensa nacional en
contra de Salazar Mallén: en resumidas cuentas encontramos que los
representantes de las buenas conciencias escribieron cosas como las siguientes:
... que un lenguaje semejante no lo repetiría “el más soez carretero” y que un léxico así sería necesario ir a buscarlos en las pulquerías y los lupanares, o en “los más sórdidos rincones del hampa”; que eso no era folclorismo, ni nacionalismo ni pintorescas “fotografías” vernáculas; que no era contraponer tampoco –una discusión de aquellos años- una literatura machista a una literatura feminista (es clara la alusión a algunos Contemporáneos); que la defensa perpetrada por Jorge Cuesta de Cariátide, al abundar en ejemplos ilustres de la historia, era “marrullera y pobre”. 258
256 José, Elguero; “Editoriales breves”, México, 19 y 20 de octubre de 1932, en Excélsior.257 Javier, Sicilia; Cariátide a desatiempo, México, ediciones del gobierno de Veracruz, 1980.258 Javier, Sicilia; Cariátide a desatiempo, op. cit. p. 7.
199
Los reiterados ataques finalizaron con la consignación de la revista el 9 de
noviembre de 1932, y la acusación contra Jorge Cuesta y Salazar Mallén bajo el
cargo de “ultraje a la moral pública”. No obstante, la sentencia fue absolutoria,
gracias al profesionalismo de juez tercero de la Primera Corte Penal Jesús Zavala,
quien apoyándose asimismo en opiniones de escritores y jurisconsultos afamados,
dictó la sentencia absolutoria (16 de diciembre de 1932).259
4.2.2 La crítica del Partido Comunista Mexicano.
La respuesta de los dirigentes del Partido Comunista Mexicano en contra de
Cariátide y de Salazar Mallén, no ha sido documentada con propiedad. En esa
época, el órgano de discusión pública El Machete era “subterráneo”. Sabemos sin
embargo, que en el número correspondiente al 20 de octubre de 1932, los
agremiados reaccionaron con el hígado acusando a Salazar Mallén de hacerle el
juego a la burguesía, de advenedizo, de autorcillo, de hablar “por boca de ganso”,
de haberse “caga...tido en vez de ‘epatar’”, de tener “una prosa zafia y cojitranca”.
260
La respuesta tan iracunda del Partido Comunista Mexicano se debió a que
Cariátide era la primera novela ideológica en donde se denunció los métodos y
actitudes de los comunistas mexicanos. Y el problema esencial consistía en el
origen de la crítica, provenía de alguien que los conocía: Salazar Mallén militó
durante tres años en el Partido Comunista, fungiendo como Secretario General de
259 Jesús, Zavala (1892-1956) fue un poeta de inspiración provinciana en su juventud. Véase el libro de José Luis, Martínez; op. cit. p. 53260 Prólogo a Soledad. Op. cit. p. 7.
200
la Liga antiimperialista, Secretario de la Liga anticlerical y Secretario Legal del
Socorro Rojo.261
Los comunistas de esos años no poseían antecedente semejante de un ex
miembro capaz de hacer un alegato anticomunista y mucho menos armado del
suficiente valor como para realizar un cuestionamiento a las bases ideológicas del
Partido Comunista Mexicano.
Conviene destacar aquí otra particularidad generacional: los embrujados
por la revolución de octubre no sabían que Salazar Mallén, paralelamente con
José Revueltas, habrían de convertirse a la postre en dos críticos de la izquierda
mexicana. Seguramente, en esa época de intenso aprendizaje, los amigos Salazar
Mallén y José Revueltas, tampoco sabían su destino final: algunos años más tarde
se reprocharían por sus actos al grado de perder la amistad.
En un articulo titulado “La traición a una vida”, publicado en 1941, José
Revueltas reclamó a su excamarada y amigo Salazar Mallén su conversión al
fascismo:
No sé cuando principia esta su biografía personal, pero en dónde termina –donde ha terminado ya-, todos lo sabemos. El fallecimiento, el desfallecimiento de Salazar Mallén principió cuando sus ojos comenzaron a no ver, cuando la verdad tropezaba en sus oídos sin herir lo interno, sin dejar huella de sangre ni de dolorosa rebeldía. Dolorosa y arriesgada, porque recuerdo entre otras cosas de aquel tiempo, al Salazar Mallén que estuvo preso junto con otros compañeros, yo entre ellos, en la cárcel de Belem, en los años 31 ó 32. Recuerdo cómo los capataces de la galera latiguearon a uno de los nuestros –Guadalupe Silva, cuyo nombre no olvido-, y Salazar Mallén, honrado, ardiente, fue el primero en la protesta. Ahí mismo, en esa abominable cárcel, tuvimos un problema de moral humana, extraño y difícil. Un reo común, morfinómano, nos pidió a los detenidos políticos le diéramos cierta cantidad de dinero para adquirir el veneno indispensable. Su figura era lastimosa, casi no tenía fuerzas para mantenerse en pie. No había otra forma de ayudarlo que proporcionarle lo necesario para adquirir la droga. Las opiniones se dividieron radicalmente en nuestro grupo. La mayoría hablaba de moral, de principios y de que nos era imposible, de ser consecuentes con
261 Prólogo a Soledad, op. cit. p. 7.
201
esa moral y esos principios, proporcionar dinero al pobre vicioso. Salazar Mallén defendió las opiniones contrarias hasta no obtener que de nuestro fondo común se le entregara al morfinómano la cantidad necesaria. Mi memoria de estos dos hechos me presenta a un Salazar Mallén ansioso, lleno de generosidad, valiente e iluminado. Los carceleros lo odiaban; lo odiaban también, los filisteos de toda laya; sus antiguos amigos literarios lo miraban durante aquella época, con esa temerosa y estúpida condolencia con que los intelectuales “decentes” ven a los escritores “malditos”; también, hay que confesarlo, muchos de nuestros compañeros sentían una cierta prevención incomprensiva e injusta hacia él. Estaba solo, solo y erguido. Mostrábasele un camino difícil y enaltecedor, una puerta estrecha por la que debía entrar, rasgándose la carne con innumerables aristas. Pero no quiso continuar el viaje. Le atemorizó la soledad de una causa escarnecida diariamente insultada; tuvo temor al odio de un mundo al que antes había pertenecido y que no le perdonaba ya –y que no le perdona aún- su lucha por la verdad, su hoy antigua y traicionada lucha por la verdad. 262
El escritor Evodio Escalante ha señalado263 la existencia de un punto de
intersección entre las obras de José Revueltas y Salazar Mallén que a menudo
pasa inadvertido para sus críticos, pero del cual puede decirse que hay “un
trenzado o de un juego de espejos”: pues nadie negará la primicia a Salazar
Mallén al rechazar en fecha mexicana tan temprana como en 1932, la naturaleza
totalitaria del comunismo, pero el infortunio quiso que no desarrollara más el tema
y que sólo publicara algunos fragmentos de su novela Cariátide en la revista
Examen, pero en forma de libro como tal no aparece jamás. Por su parte, José
Revueltas explora la riqueza del tema con su libro Los días terrenales (1949). “La
exactitud de Los días terrenales, sus protuberantes efectos en la izquierda
dogmática de la época que prácticamente obligó a su autor a retractarse y a retirar
el libro de la circulación, demostraron a Salazar Mallén el error en que había
262 En el libro de Christopher Domínguez se reproduce este pasaje en la vida de José Revueltas, op. cit. p. 354.263 Rubén, Salazar Mallén; La sangre Vacía, México, ediciones de la Secretaría de Educación pública, (prólogo de Evodio Escalante), 1987.
202
incurrido al no editar completo su texto de 1932. Rescribió entonces su antigua
Cariátide y le puso un título menos esotérico: Camaradas.
“La novela dedicada a Evelio Vadillo, quien también es el personaje central,
va a recordarle a José Revueltas que también a él le queda un episodio por
narrar: el de la extraña desaparición, en realidad encarcelamiento por más de
veinte años en la Unión soviética de este impulsivo militante del comunismo
mexicano. Escribe entonces lo que puede entenderse como la versión corregida y
ampliada de Los Días Terrenales, Los Errores (1964), novela en la que el
episodio de Vadillo ocupa un lugar estratégico. Así se cierra el trenzado de dos
escritores que novelaron sobre lo mismo”.264
A diferencia de Revueltas, que jamás se apartó de la izquierda, pero quien
la revisó, la criticó, la pulió e hizo de su ideología y de sus categorías una afilada y
profunda arma de combate, Salazar Mallén prefirió seguir siendo un desarraigado,
un espectro que algunos confunden con la posición de anarquista.
Contrariamente a Octavio Paz, a quien Dios, o el destino o la clarividencia,
le concedieron llevar un derrotero que ha ido de la mano de la historia y le han
permitido tomar decisiones que en su momento se privilegiaron265, Salazar Mallén
caminó en sentido inverso: cambió de postura política justo en el instante en que
era vilipendiada y estigmatizada. Si Paz hizo la crítica del comunismo en el
momento oportuno, Salazar Mallén la hizo a desatiempo. Precisamente en la
264 Rubén, Salazar Mallén; La sangre Vacía, op. cit. p.17. 265 “Octavio Paz fue un profeta que habló con diversas voces y todo el color y la emoción de su gran obra radica precisamente en la descripción de la fiesta, de la violencia y de la revolución”. Para la comprensión de la obra de Octavio Paz, véase el libro de David, Brading; Octavio Paz y la poética de la historia mexicana, México, ediciones del Fondo de Cultura Económica, 2002.
203
época en que gran parte de la intelectualidad mundial vivía su luna de miel con el
marxismo.266
Ese infortunio histórico golpeó su carrera de escritor, su obsesión libertaria,
que frisaba en el resentimiento y lo hacía caminar precipitadamente en la
oscuridad, lo hizo dar en el blanco cincuenta años atrás.
Al paralelismo entre la obra de Rubén Salazar Mallén y José Revueltas
súmese también otro punto de encuentro: ambos eran lectores del escritor ruso
Dostoyevski; con medio siglo de anticipación a éstos últimos, el creador ruso
advirtió contra los peligros por la fascinación humana hacia las “ideologías” (léase
por éstas: nihilismo, comunismo, fascismo, etc.). En esto también acierta Marco
Antonio Campos cuando señala en el prólogo a Soledad, que Dostoyevski fue
padre y maestro diario y mágico de Salazar Mallén.267 En efecto, es imposible leer
Soledad sin emparentar la fiebre y las desventuras de un burócrata mexicano
llamado Aquiles Alcázar con el héroe principal de El Doble: el señor Goliadkin; e
incluso establecer una red de vínculos entre Aquiles Alcázar y Goliadkin con el
desventurado personaje de otra obra genial de Dostoyevski: Los Apuntes desde
el subsuelo. Estos indicios nos conducen a situar, como señal inequívoca, a un
Salazar Mallén ubicado en coordenadas opuestas a las de los entusiasmados por
la revolución de octubre: baste recordar que Lenin y sus seguidores nunca
266 Javier, Sicilia; “RSM La leyenda y el hombre” en Bitácora de un forastero. op. cit. p. 79.267 Rubén, Salazar Mallén; Soledad. Op. cit. p.10. El crítico Christopher Domínguez señala al escritor ruso Andreiev, como otra fuente literaria de Rubén Salazar Mallén.
204
aceptaron, censuraron y hasta persiguieron la obra del “reaccionario” Dostoyevski.
268
Ahora bien, especifiquemos concretamente: en el rechazo y el abandono de
la obra del autor excluido de los Contemporáneos tuvo mucho que ver, primero el
anuncio con “alta voz” de su desplazamiento o disgregación de la “esfera sagrada”
de los entusiasmados por la revolución de octubre. Después, la permanente
obsesión crítica del comunismo de Salazar Mallén (siguiente elemento a
desarrollar en la presente investigación), y por último, la identificación de Salazar
Mallén como un autor “reaccionario” y “simpatizante del fascismo”.
4.3 La obsesión crítica del comunismo por parte de Rubén Salazar Mallén.
Es curioso advertir como a partir de que Salazar Mallén deja a la izquierda
mexicana y “se convierte en un intelectual de derechas” comienza a ocupar un
lugar secundario entre la intelectualidad mexicana. Esto a pesar de su raíz
generacional, la cual se encuentra, según Carlos Pellicer, entre la de los
Contemporáneos.
José Luis Ontiveros ha dividido la obra de Salazar Mallén de acuerdo a “su
ritmo interno y su temática, más que por su cronología. De esta forma nos
268 Sobre la persecución contra la obra de Dostoyevski véanse los libros del biógrafo Joseph, Frank; Dostoyevski, México, ediciones del Fondo de Cultura Económica, así como mi tesis de licenciatura en Ciencias Políticas: Miguel Ángel, Jasso Espinosa; El combate de Dostoyevski contra el nihilismo, México, tesis de licenciatura, FCPyS, UNAM, 1996.
205
encontramos con 8 novelas publicadas, tres por lo menos quemadas y una inédita
(al menos hasta la muerte de Salazar Mallén en 1986).269
De la obra completa de Salazar Mallén –según nos indica Ontiveros-- se
puede hacer una división en etapas: novelas interiores, novela rural, sociológicas y
las propiamente ideológicas. Para la presente investigación, hablaremos
únicamente de las que él señala como propiamente ideológicas.
Advirtamos: Cariátide es la primera novela de Salazar Mallén en la que
denuncia la antinaturaleza totalitaria del comunismo, pero sobre este tema volverá
insistente en muchas de sus siguientes publicaciones.
A lo largo de sus novelas (Cariátide, Camaradas, La sangre vacía) la
obsesión crítica del comunismo de Rubén Salazar Mallén fue constante. Como
señala Marco Antonio Campos, fue su tema axial: “ya como nudo secundario o
incidental. Él y José Revueltas fueron los ejemplos cardinales de narradores
mexicanos que pertenecieron al Partido Comunista, y que descreyeron, a la corta
o a la larga de su función representativa de la clase obrera y de verdadero cambio
crítico de la sociedad”.270
Por su parte, Evodio Escalante pretendiendo encontrar las raíces del
anarquismo de Salazar Mallén, se topa con una escondida raíz de la obsesión
crítica del comunismo de Salazar Mallén:
En la Biblioteca Nacional, consultando antiguos documentos, entre ellos la tesis con la que se recibió de abogado en 1934, titulada La dictadura del proletariado y el derecho, encuentro ya la profunda aversión hacia el comunismo, pero los argumentos son los de un convencido liberal que le hinca el diente a los ideólogos del marxismo soviético para mostrar sus contradicciones, sus incongruencias y la falsedad última de sus propósitos.
269 José Luis, Ontiveros; Rubén Salazar Mallén: Subversión en el subsuelo, México, ediciones de la Universidad Veracruzana, 1988, p.27.270 Rubén, Salazar Mallén; Soledad, op. cit. p. 8.
206
En ningún lado aparecen rastros que indiquen que el autor ha leído a los anarquistas, y mucho menos que está montando con su ayuda una máquina de guerra para demostrar el absurdo de la estatolatría soviética. En su prólogo al opúsculo de Pascual Miravete y Madrazo, titulado ¿Socialismo en México? (1935) tampoco encuentro indicadores de un precoz anarquismo. Como es fácil comprobarlo, las de Salazar Mallén son las novelas de un anticomunista visceral, furibundo, que casi exige lectores ya convencidos de antemano. No se toma el trabajo de matizar.271
Esta obsesión crítica del comunismo de Salazar Mallén, me parece, fue en
gran medida el principal venero del silencio y de la marginación originada por los
grupos de poder cultural hacia su persona-obra. Una revisión crítica al contexto
histórico nacional e internacional, demuestra fácilmente que la salida de Mallén de
las huestes de la izquierda y su posterior crítica hacia ésta, es mayor argumento
para entender el rencor y desdén de la intelectualidad mexicana hacia su obra,
que la pertenencia de este escritor a la “familia” de los fascistas mexicanos.
Si a Salazar Mallén se le ignoró y se le censuró de las listas de las grandes
editoriales fue porque, como señala el escritor cubano Ernesto Hernández Busto,
272 de manera patética, los escrúpulos de generaciones posteriores han logrado
borrar todo un lado político de la historia intelectual de los últimos tres siglos.
¿Dónde está, por ejemplo, nuestra historia del exilio de derechas: De Maistre,
Céline, Morand...? Para nadie es un secreto que toda la historia de los
intelectuales que reaccionaron contra los ideales de la Revolución Francesa y más
tarde cuestionaron el pretendido ideal del progreso, ha quedado lapidada.273
A cambio, tenemos libros detallados sobre cada uno de los pasos de Sartre,
Malraux, Einaudi, Benjamkn... En comparación con la Izquierda, a la que se le
271 Rubén, Salazar Mallén; op. cit. 11.272 Ernesto, Hernández Busto; Perfil Derecho, México, editorial Aldus, 1996, p. 10.273 Sobre este tema véase el libro de Jacques, Le Goff; Pensar la historia, España, ediciones Altaya, 1993, particularmente el último capítulo: Progreso/reacción.
207
concede una amplitud de registro basado en su historia y en su casuística, en
algunos paísesla Derecha es un concepto cargado de ahistoricidad y rechazado
por principio.
Antes de discutir si verdaderamente Salazar Mallén se alejó del espíritu de
la época confrontándose contra los valores de Igualdad, Fraternidad y Libertad o
de Democracia, es importante recordar la labor de descrédito orquestada desde el
perfil izquierdo.
En su espléndido y certero ensayo: “Un enfoque crítico del bolchevismo en
México y en Rusia”, Joaquín Sánchez Mc Gregor274 propone que desde su
aparición, durante la Revolución Francesa, las izquierdas han sabido crear una
eficaz cultura descalificadora o de confrontación. Han demostrado su capacidad
de derrocamiento de los Antiguos Regímenes. Sus aptitudes en lo que pudiera
llamarse la pars destruendi de un proceso revolucionario. Esto es verdad hasta tal
punto que si las capacidades constructivas, el imaginario de la pars construendi,
hubiese igualado, en dichos procesos, al imaginario “demoledor”, las izquierdas
habrían ya realizado el paraíso en la tierra y, desde luego, en los países donde se
diera la revolución, cosa que no ocurrió por más que haya sido de la máxima
importancia una buena parte del “curso/discurso” (hechos y mensajes) en dichos
procesos de las izquierdas. Por ejemplo, el discurso de los derechos del hombre, y
no el discurso reaccionario del Terror, en la Revolución Francesa. En la
bolchevique, las batallas triunfantes sobre el zarismo y el nazismo, pero no, en la
274 Joaquín, Sánchez Mc Gregor; “Un enfoque crítico del bolchevismo en México y en Rusia”, México, en Cuadernos Americanos, noviembre diciembre del 2001, nueva época, año XV, Volumen 6, número 90.
208
pars construendi de la revolución, las batallas falaces para la supuesta
construcción de un socialismo falseado de origen275.
Así hasta llegar a México, donde los rasgos negativos del Partido
Comunista Mexicano, a partir de su fundación, rasgos que no eran más que los del
bolchevismo, determinaron que para lograr lo que hoy es la transición
democrática, se tuviera que esperar a conseguir la descomposición lenta del
partido gobernante, víctima de sus propios errores y de un proceso electoral con
elementos inéditos.
De modo que, antes de hacer un recuento de las actividades fascistas de
Salazar Mallén, convendría resaltar el desprecio de la izquierda mexicana por la
causa democrática. La democracia representativa era vista como un mecanismo
que encubría la dominación de clase. Las prioridades eran otras. En términos
teóricos, la izquierda estaba aprisionada por el vacío del marxismo. Lo importante
era el acceso al poder, no las formas de su ejercicio. Este menosprecio por las
formalidades de una democracia a la que se tachaba de burguesa, debilitaba
simultáneamente a la democracia y a la izquierda. ¿Para qué construir partidos
que contiendan en elecciones si hay que romper de tajo las condiciones de la
explotación? Jesús Silva Herzog Márquez, con respecto a este periodo de la
izquierda mexicana, dice: “Perdida en la selva de simulaciones y nefastos
oportunismos, la izquierda no logró hacer cuerpo de su ánimo. Lo denunció José
Revueltas en 1962 en su Ensayo sobre un proletariado sin cabeza: el Partido
Comunista era históricamente inexistente. Jalada por los imanes opuestos del
escritorio burocrático y el movimiento social, el aula universitaria y la célula
275 Joaquín, Sánchez Mc Gregor; op. cit. p. 129.
209
guerrillera, la izquierda parecía condenada a la pulverización, la marginalidad, la
cooptación”.276
La figura-obra de Salazar Mallén es paradigmática para entender el siglo
XX mexicano. En dicho siglo, los escritores malditos fueron quienes vendieron
su alma a los demonios del fascismo, pero entre la elite de los malditos no hay
lugar a dudas que la encontramos entre quienes tuvieron un pasado
comunista. Abandonar a esa cohorte y además hacer una crítica constante de
su vieja trinchera, sin ingresar al PRI, como muchos otros, fue lo que motivó en
gran medida el olvido y el rencor contra las obras de algunos escritores
mexicanos independientes.
4.4 El paso por el Fascismo.
Hombre de su siglo, Rubén Salazar Mallén no logró sustraerse al arrebato de las
pasiones ideológicas de su tiempo: durante un corto periodo, se sumó a la troika
desbocada del comunismo; más tarde pretendió ver en el fascismo la posibilidad
de una esperanza para la humanidad.
Lo cierto es que fascismo y comunismo sedujeron no solo a millones de
hombres sino también a muchos intelectuales. Lo asombroso no es que el intelectual
comparta el espíritu de la época. Asombra que sea presa de él, en lugar de añadirle
su toque. Increíblemente, muchos de los escritores mexicanos de la primera mitad
del siglo XX, se sometieron a las estrategias de los partidos políticos, de preferencia
276 Jesús, Silva Herzog Márquez; El Antiguo régimen y la transición en México, México, ediciones Planeta, 1999, p. 28.
210
de los partidos extremos, hostiles a la democracia. Y lo verdaderamente lamentable
fue cómo desempeñaron un papel accesorio y provisional de comparsas,
manipulados como cualquier otro miembro; peor aún, sacrificados en cualquier
momento, casi siempre bajo el mismo escenario: en el fragor de la batalla de las
mitologías políticas del siglo XX.
Sin esos antecedentes, es imposible comprender los periplos de Rubén
Salazar Mallén para cambiar de disfraz. Además, esa ojeada retrospectiva es vital
para entender el último periodo de su vida, marcado por la frustración con la que se
entregó al periodismo devastador y a la cátedra universitaria (lugares donde
encontró a sus últimos amigos).
Nunca –según nos dice el crítico Christopher Domínguez—“desmintió sus
antecedentes totalitarios ni renegó de sus nostalgias fascistas, pero prefirió morir con
la vaga y cómoda etiqueta del anarquista de derechas”.277
Conviene definir de inmediato cómo, a medida que se hace una lectura de
la obra de Salazar Mallén, encontramos más rasgos o reminiscencias de un
hombre que pretendiendo ser “libre pensador”, terminó por exaltar valores del
conservadurismo de derecha, como por ejemplos, su obstinada pasión por el mito
del súper hombre, también en su obra encontramos la falta de credibilidad de
Rubén Salazar Mallén por las formas de gobierno democráticas; al mismo tiempo,
su visión con respecto a la Revolución mexicana es a final de cuentas, de rechazo;
Contra lo que hubiera querido Rubén Salazar Mallén, su obra Soledad, también
puede ser entendida bajo una lectura de “todo tiempo pasado fue mejor”. Sin
embargo, este acercamiento a los planteamientos de la Derecha no lo convierte en
277 Christopher, Domínguez; op. cit. p. 344.
211
el más puro representante de la derecha mexicana, ni el primero de sus ideólogos.
Mucho menos es el gran decano de la comunidad de “la orden negra”.278
En este aspecto conviene decir que la falta de compromiso, o bien, la
indefinición de Rubén Salazar Mallén con las ideologías del siglo XX (todas),
convierte a su trabajo en un producto secundario; o para utilizar la expresión de
Octavio Paz: se trata de las líneas de un “autor que ya nadie recuerda”.
Es justo reconocer que la inclinación de Salazar Mallén por el fascismo y
sus actividades en México para favorecer a esa ideología, alcanzan para integrarlo
con la gran familia del conservadurismo mexicano, pero siempre bajo un papel
insignificante.
La falta de solidez en sus escritos contra el marxismo (por ejemplo) no se
ajusta a la línea combativa, radical o beligerante de autores como José
Vasconcelos o Guisa y Azevedo. Y no me parece inexacto afirmar que sus libros
ni instruyen ni adoctrinan. Quizás por esta razón la figura-obra de Rubén Salazar
Mallén se encuentra -como dice Christopher Domínguez- en el amplio estercolero
de la revolución mexicana.
Lo que sí es imposible negar es que Salazar Mallén pretendió hacer una
crítica del marxismo y de la Unión soviética cuando era imposible un escenario de
tolerancia para el debate de las ideas.
El infortunio quiso escribiera sus mejores novelas cuando se declaró
fascista, al mismo tiempo del duelo entre el fascismo contra el comunismo y en un
278 Durante una entrevista con Salvador Borrego (correspondiente a febrero 13 del 2003), cuando le pregunté sobre la obra de Rubén Salazar Mallén, Borrego me mostró su absoluta indiferencia, o en todo caso, dejó entrever que Salazar fue el “hermano incómodo” del eminente especialista en alergias: Mario Salazar Mallén.
212
escenario nacional dominado por el catecismo de perseguir a todo aquel que no
estuviera con Stalin.
De esta suerte resulta que sus más importantes novelas [Camino de la
perfección (1937), Soledad (1944) y Páramo (1944)] las escribió, precisamente,
en esa época de encontradas pasiones ideológicas, justo cuando los demonios de
la “lombardotoledanologia”, expresión acuñada por Salvador Novo, se
encontraban buscando “chivos expiatorios”279.
Uno de los críticos de Rubén Salazar Mallén, Javier Sicila, comenta que
Salazar Mallén no fue leído, sino omitido por supuesto “reaccionarismo político.
¿Pero qué es un reaccionario en México?, ¿aquél que niega la teoría
revolucionaria marxista?, no, más bien aquel que no se somete al juego político
del otro. Salazar Mallén fue relegado por un acto (cambio) ideológico, no por las
verdaderas y profundas causas de ese cambio; fue omitido por canjear la blusa
marxista por la de fascista. La importancia de la obra de Salazar Mallén radica
esencialmente en su omisión”.280
Por su parte, José Luis Ontiveros va más lejos al afirmar que Salazar
Mallén fue linchado mediante un “holocausto mediático”281
Para explicar este “holocausto mediático” contra Salazar Mallén, tanto
Ontiveros como Javier Sicilia, reproducen en sus respectivos libros el episodio
279 Mientras vivió Vicente Lombardo Toledano, a Salvador Novo nunca le faltó material para hacerlo blanco predilecto de sus mordaces críticas, y quizás la época mexicana que corre entre los años de 1934 y 1946, no pueda ser entendida sin una palabra acuñada por Novo: la lombardotoledanologia. Salvador, Novo; La vida en México durante el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas, México, ediciones de CONACULTA, 1999.280 Javier, Sicilia; op. cit. p.23.281 José Luis, Ontiveros; Bitácora de un forastero, op. cit. p. 11.
213
durante el cual a Salazar Mallén se le prohibió publicar fragmentos de su libro
Páramo en la revista “El hijo Pródigo”:
En la posdata que dedica a su libro Páramo (1944), Rubén Salazar Mallén reproduce una conversación que sostuvo con los editores de la revista El hijo pródigo.
Esta novela (Páramo) iba a ser publicada por El hijo pródigo, una revista que edita Octavio Octavio G. Barreda; pero a última hora se opusieron los redactores de la publicación.
-Es por tus ideas políticas, eres reaccionario- me dijo Octavio Paz. Y Sánchez Barbudo:
-Sé que defendiste al fascismo en México, mientras a mi familia la asesinaban los fascistas en España; por consiguiente tengo que oponerme a ti.
-Xavier Villaurrutia, que estaba presente, me preguntó si positivamente tengo una filiación política.
-Viéndolo bien no -repuse-. Que yo escriba en los periódicos acerca de cuestiones políticas, no quiere decir que tenga una filiación política en el sentido que suele darse a esa expresión. Me han inventado, me atribuyen lo que se les antoja.
Y así es. En el pequeño basurero que es el mundo de las letras en México, hay una cierta facción, los de izquierda, los revolucionarios, como así mismos se llaman. El vaho de sus apetitos, de sus pasioncillas, les impide ver con claridad. Para ellos sólo hay dos tipos humanos: reaccionarios y revolucionarios. Son incapaces, orgánicamente incapaces, de comprender que se puede estar muy más allá de esa miserable clasificación. Es que ignoran y odian al hombre, quizás sin saberlo.
Son por eso dignos de lástima. Se colocan en el nivel de comunistas militantes, gentecilla ruin, rencorosa, nacida para la necedad. En mentalidades tan primitivas y contrahechas, es inevitable que se llegue a esa limitación, a esa mutilación del hombre: reaccionarios, revolucionarios...
Son dignos de compasión, pero hay que temerles un poco, como ningún recurso, por vil que sea, les está vedado, como la calumnia y la mentira son su atmósfera, quien no se somete a ellos está expuesto a la mentira y la calumnia, o lo que es más peligroso a su inexpugnable estupidez, que no excluye el talento, como en el caso de Octavio Paz y de José Revueltas.
Es posible, salvo que la impotencia los obligue a la guerra del silencio, que de “Páramo” digan que es una obra reaccionaria. Páramo nada tiene que ver con eso. Es sencillamente una novela por la que discurren varios hampones y un pobre hombre con ciertas ideas políticas. Nada más.282
282 Rubén, Salazar Mallén; Páramo, México, ediciones Stylo, 1944.
214
Como quiera que sea, ni el rencor ni el odio, ni el holocausto mediático283,
nada propiciará que futuros historiadores se olviden de que, de acuerdo con
Rubén Salazar Mallén, en el año de 1936, fundó el Partido Fascista Acción
Popular Mexicana284, organización política mexicana seguidora del fascismo
histórico italiano. Supuesto partido integrado por una docena de personas, y sin
importar que la mayoría de sus mítines relámpagos, a los que no acudía ninguno
de sus miembros, terminaba por realizarlos individualmente el autor de Soledad.
A más de 60 años de la aventura de Salazar Mallén con el fascismo,
observemos como, ni con la mejor buena voluntad, podemos creer que
representara una amenaza:
Fueron muchos golpes contra Acción Popular Mexicana; nos arrojaban a la calle bien golpeados; ojos morados, narices sangrantes, labios hinchados; tomé una decisión: durante una temporada, yo sólo haría los mítines de Acción Popular Mexicana. Seguí la técnica que hasta entonces habíamos empleado: iba a un jardín, me subía a una banca, echaba una perorata de cinco o diez minutos y al punto tomaba un automóvil de alquiler que me llevara a un punto distante de la ciudad, a algún mercado o alguna fábrica. Y así, hasta realizar un buen número de mítines relámpagos. Los que no habían participado en estos mítines iban por las noches a los barrios fabriles a hacer humildes “pegas” de proclamas en mimeógrafo, o de consignas pintadas a mano. Esa movilidad nos había dado muy buenos resultados y la gente se imaginaba que éramos muchos, siendo así que apenas llegábamos a la docena. La CTM, el Socorro Rojo Internacional, el Partido Comunista y otros llegaron a alarmarse y pidieron la disolución de Acción Popular Mexicana. Hacían esta petición fijando carteles en las paredes o enviando boletines de prensa.
En vano me fatigué haciendo mítines solitarios; los antiguos miembros de Acción Popular Mexicana no respondían a mis llamados. Es más, con el
283 José Luis Ontiveros remata este episodio de la vida de Salazar Mallén con el siguiente epitafio: Véase como en un momento ya no se persigue a la obra sino al propio escritor y cómo estas almas gentiles e impolutas, que se persignan frente a los “totalitarismos” emplean métodos “fascistas” de represión, en el sentido en que se suele emplear –la palabra diabolizada-- como brutalidad, intolerancia, odio a la cultura, etcétera, y todo lo peor que a uno se le puede ocurrir. Ésta es la escuela del fascismo democrático totalitario que hasta la fecha en el país tiene fervientes seguidores: galileos ratoniles que se horrorizan del Opus Dei, por ejemplo, o bien ex izquierdistas vergonzantes modernizadores. José Luis, Ontiveros; Bitácora de un forastero, op. cit. p. 15.284 Rubén, Salazar Mallén; “Acción Popular Mexicana. Remembranzas de un desmemoriado”, México, julio 19 de 1984, en Jueves de Excélsior, n. 3235, p. 12.
215
tiempo, uno de ellos se pasó al bando contrario y ahora les hace el juego a los comunistas, publicando cosas en los periódicos. En un principio lo hizo con ingenio y hoy lo hace con grosería. No voy a decir su nombre.285
Es prácticamente imposible recustruir las actividades de Rubén Salazar Mallén
en el periodo específico de su acercamiento hacia las doctrinas totalitarias. La
literatura que pretende explicar su obra, ha renunciado a esta faceta
específica, concentrándose únicamente en la crítica hacia la doctrina
comunista.
Para estudiar las actividades de Rubén Salazar Mallén, se requerirá en
lo futuro, renunciar a la condena sumaria que en algún momento, el premio
Nobel de literatura mexicano, Octavio Paz, aplicó sobre la obra de este autor.
285 Rubén, Salazar Mallén; “Acción Popular Mexicana. Remembranzas de un desmemoriado”, op. cit. p. 12.
216
5. JOSÉ VASCONCELOS Y LA REVISTA “TIMÓN”.
Aunque el objetivo de esta investigación es fundamentalmente un ejercicio de
reflexión para entender los motivos que llevaron a José Vasconcelos a ser el
director de la revista Timón (que desde su aparición fue catalogada por la crítica
de la época como pro-nazi), considero muy importante relatar aunque sea a
grandes rasgos el surgimiento político de Vasconcelos. Habremos de partir desde
el lugar que Vasconcelos ocupa como miembro del Ateneo de la Juventud y su
papel desempeñado durante la gesta de Madero y el antirreleccionismo, pasando
por todas las eventualidades de su vida hasta llegar precisamente a ese punto
determinado en el que en México también converge la pugna entre las dos
grandes ideologías de la época (comunismo vs fascismo).
5.1 Mínima biografía de José Vasconcelos (de 1881 hasta 1941).
José Vasconcelos fue guía y maestro de varias generaciones de intelectuales
mexicanos. Novísimos estudios de la presencia pública de los intelectuales –como
los de Christopher Domínguez Michael y José Antonio Aguilar Rivera, que ni
siquiera habían nacido cuando murió Vasconcelos--, lo mantienen como eje de
sus reflexiones, forzoso referente de un ancho espacio de la vida pública
mexicana.
La amplitud de su presencia en todos los aspectos de la cultura mexicana,
lo convirtió en un “intelectual incómodo”. Su obra escrita, que tocó diversos temas,
aún en el siglo XXI, no deja de ser motivo de un basto murmullo litúrgico. Y es
217
imposible negar que, a lo largo de su vida, José Vasconcelos propició también,
toda clase de enemistades.
Para entender el desprecio del que fue objeto José Vasconcelos -por una
parte de la intelectualidad mexicana- hacia el final de su vida, es necesario mirar
hacia atrás en la vida de este extraordinario intelectual mexicano, desde el
momento en que su vida y obra tienden a la catástrofe. Antes de hablar de un
intelectual fatigado, necesario es remontarnos a la época de su jovialidad. Sin
situarnos en su esplendor, imposible entenderlo como al guardián del acervo
clásico y humanista que lo caracterizó en la última etapa de su vida.
La vida del autor no es separable de su obra. El nacimiento, la vida y la
muerte del pensador, conforman el gran prólogo necesario para principiar la tarea
del análisis de sus ideas políticas, pues es indispensable reconocer que sin
estudiar las peripecias de las que fue objeto la vida de Vasconcelos, inútil será
querer entender la obra.
Hablar de Vasconcelos no significa referirnos a una pieza de museo,
contemplar una ruina, o deshilvanar un bello recuerdo. Ni es, por contraparte,
considerar haber encontrado la llave mágica para abrir las puertas al paraíso
intelectual.
Comentar a Vasconcelos significa ante todo delinear la silueta del gran
hombre que como bien definió Octavio Paz, en todos lados fue un “pensador
incómodo”. Fue el más original de los pensadores mexicanos de su tiempo y el
más resbaladizo y voluntarioso de los políticos. Creador y rebelde al gran leviatán:
fuente y convergencia para todos los caminos, que es el Estado Mexicano.
218
De Vasconcelos escribió Francisco A. Gómezjara que “aproximarnos a una
semblanza vasconceliana significa recuperar al sembrador de ideas y forjador de
mitos útiles al poder de la Revolución primero, y a la vieja derecha católica
mexicana en los años postreros de su vida, cuando tenía ya el alma y el arma
marchita y derrotada. Reivindicador como ninguno en su tiempo, del erotismo y la
pasión, difícilmente se logra encasillarlo en lote alguno. Empezó y gozó burlando
la imagen de la familia y otros convencionalismos estrechos, hasta reconciliarse
con la teología y el fascismo”286.
Jorge Cuesta escribió también acerca del dinamismo contradictorio del
pensamiento de Vasconcelos: “…tan inconsistente, tan pobre, y tan confusa como
es su doctrina cuando se la mira pensando, es vigorosa, imponente y fascinadora
cuando se la mira viviendo…”.
Bar Lewaw Mulstock, escribió también acerca de Vasconcelos lo siguiente:
“José Vasconcelos representa un caso polifacético en la vida política y literaria de
México y del continente americano que es menester estudiar tomando en cuenta
separadamente cada uno de sus múltiples aspectos. Es un problema de difícil
solución para cualquier crítico que se proponga el estudio de su vida y su obra.
Probablemente, un estudio crítico ideal sobre Vasconcelos debería ser
escrito por varios autores en colaboración para llegar a una valoración ecuánime
de su multiformidad”.287
La lista de biógrafos y comentaristas es tan extensa que en ocasiones
parece no hablarse del mismo personaje en cuestión. Tan prolífico fue
286 Francisco, Gómezjara; “Hacia una sociología de la sociología vasconceliana”, México, en José Vasconcelos de su vida y su obra (textos selectos de las jornadas vasconcelianas de 1982), ediciones de la UNAM, 1984.287 Itzhak, Bar Lewaw; José Vasconcelos (vida y obra), México, editora intercontinental, 1965, p.12.
219
Vasconcelos en vida y obra que resulta imposible resumir en unas cuantas líneas
su participación como artista, filósofo o político en la vida nacional. A pesar de ello,
es indispensable hacer un breve recuento de sus actividades como “hombre
político” entrelazadas siempre con la producción escrita.
De acuerdo con sus biógrafos, José Vasconcelos no se tomó la molestia de
especificar si había nacido en 1881 ó 1882, sin embargo, celebró cada uno de sus
cumpleaños cada 27 de febrero. Era oriundo de Oaxaca. Sus padres fueron
Ignacio Vasconcelos y Carmen Calderón Conde, quienes procrearon a nueve hijos
y José fue el segundo de ellos.
Gracias a lo que José Vasconcelos relata en su libro Ulises Criollo,
podemos darnos una imagen de lo que acontecía en México hacia los diez años
finales del Porfiriato, aún mismo tiempo podemos entender la percepción del autor
y su manera de juzgar a la época que le tocó vivir.
Para José Vasconcelos, los años finales del porfiriato habían creado entre
las generaciones jóvenes, educadas bajo el calor de la paz porfiriana, un ambiente
de disentimiento y oposición. La causa mayor de este clima adverso se
encontraba en el ámbito político. Para los jóvenes intelectuales mexicanos, que no
pertenecían a la pequeña elite de los “científicos” la toma de decisiones políticas,
tanto a nivel nacional como local, estaba sujeta a un anquilosado grupo sin
posibilidad de permeabilidad alguna.
La prueba de la participación de José Vasconcelos en este clima de
disentimiento y oposición, la da entre otras cosas -dice la socióloga Ángeles Ruíz
Díaz288- la creación entre 1906 y 1909 del Ateneo de la Juventud.288 Ángeles, Ruiz Díaz; La campaña vasconcelista, México, UAM, 1978, tesis para obtener el grado de licenciatura en sociología política.
220
Vasconcelos como miembro de la la brillante generación del Ateneo de la
Juventud, inició el rompimiento con la época porfiriana en el campo de la cultura,
inaugurando una nueva filosofía, una nueva estética, una nueva política, una
nueva pedagogía.
Otros miembros destacados de esta agrupación fueron Alfonso Reyes,
antonio Caso, Pedro Henríquez Ureña, Julio Torri, Enrique González Martínez, y
algunos más.
Pero el ateneísta que propuso un rompimiento radical con el cosmos
intelectual del positivismo, el de la acción, el de la voluntad incontenible e
insaciable, el del ímpetu creador que nada detenía, el del torrente dionisiaco -que
todo lo arrastra y todo lo arrebata-, fue sin lugar a dudas José Vasconcelos.
A esta época pertenece el José Vasconcelos con volcánica voluntad, con
deseo insaciable de expansión, el del afán creador, de ímpetus arrolladores de
cambiarlo todo y transformarlo todo. De esta época, dice Cardiel Reyes289,
tenemos al Vasconcelos con un impetuoso impulso de creación y de renovación.
El propio Vasconcelos relató cómo el malestar social latente había cuajado
en la conciencia de Francisco I. Madero, hombre que acababa de plasmar las
aspiraciones de toda una generación en su libro La sucesión Presidencial.
Vasconcelos aceptó colaborar con él, realizando una “activa campaña en favor de
la candidatura de Madero para presidente, tanto en giras como en artículos
polémicos”.290
289 Raúl, Cardiel Reyes; La marca del tiempo, México, editorial UNAM, 1987. p. 250-1.290 Ángeles, Ruiz Díaz; La campaña vasconcelista, op. cit. p. 11.
221
En 1904 Gustavo y Francisco I. Madero, José Vasconcelos, Filomeno Mata,
Roque Estrada, Emilio y Francisco Vázquez Gómez, Félix Palavicini, Federico
González Garza y Luis Cabrera, entre otros, fundaron el Centro Antirreeleccionista
de México.
El plan propuesto resultaba “calcado del libro de Madero”, consistía en
organizar a la población “para que abandonando su indiferencia de los últimos
treinta años acudiese a las urnas a designar presidente conforme a sus deseos”.
Vasconcelos, acaso un poco vanidoso, asegura que el lema Sufragio Efectivo y
No Reelección, lo redactó él, en oposición al antiguo de Sufragio Libre, “para
indicar que debía consumarse la función ciudadana del voto”.291
Madero distinguió siempre a Vasconcelos. A pesar de su juventud, le confió
las más delicadas misiones y lo puso al frente de El Antirreeleccionista, órgano
periodístico del Partido. Vasconcelos se caracterizó desde entonces por su
dinamismo y su capacidad para la acción en todos los terrenos: ya escribiendo, ya
conspirando. Después, fue llamado por Madero a colaborar con el Dr. Vázquez
Gómez, representando a la revolución en Washington. La gestión de Vasconcelos
en tan delicado puesto, fue eficaz y contribuyó al éxito de la revolución maderista.
José Joaquín Blanco, en la biografía crítica de José Vasconcelos292,
asegura que la incorporación de los profesionistas e intelectuales a todo un
movimiento nacional se debió a Vasconcelos:”por la gran influencia que tenía en el
régimen maderista había logrado el apoyo del Estado y procurado unir el Ateneo a
la Revolución de Madero. En 1912, la lucha del Ateneo dejó de ser un mero ideal
291 Ángeles, Ruiz Díaz; La campaña vasconcelista, op. cit. p. 6.292 José Joaquín, Blanco; Se llamaba Vasconcelos, México, ediciones del Fondo de Cultura Económica, 1977.
222
cultista y se integró a la mística maderista de recobrar el camino liberal
democrático y nacionalista”.293
Villanamente traicionado y muerto el Apóstol Madero, Vasconcelos
abandonó su bufete, su vida de provechosa actividad que ya le reportaba
ganancias, y de nueva cuenta se lanzó a la revolución en contra de Victoriano
Huerta.
Si bien vaciló entre formar parte del constitucionalismo, por un tiempo
aceptó ser el director de la Escuela Nacional Preparatoria.
Hay que considerar que hacia esos años, Vasconcelos no era un elemento
“del todo deseable”. Efectivamente, se mantuvo en su nuevo puesto menos de dos
semanas; Carranza le pidió la renuncia por negar pronunciarse como su
incondicional”.294
Ante los enfrentamientos internos en el seno del constitucionalismo,
Vasconcelos mantuvo una postura contraria a Carranza.
Cuando la escisión de constitucionalistas y convencionistas, siguió a estos
últimos, más no como villistas o zapatistas, sino representando el ala civil y
moderada de la Convención de Aguascalientes: fungió como ministro de
Educación Pública en el gabinete de Eulalio Gutiérrez. Cuando éste tuvo que huir
de villistas y zapatistas, Vasconcelos se refugió en Estados Unidos, pidiendo en
vano que dicho gobierno fuera reconocido como legal.
En octubre de 1915, ante el reconocimiento formal de Carranza,
Vasconcelos abandonó la lucha política y se retiró a la vida privada.
293 José Joaquín, Blanco; Se llamaba Vasconcelos, op. cit. p. 44294 Cfr. Richard, Baker Philips; José Vasconcelos and the Mexican Revolution of 1910, Stanford University, 1953, p. 79.
223
De esta etapa en la vida de Vasconcelos, Herminio Ahumada295 ha escrito
al respecto: “Vasconcelos, antes de rendirse a Carranza, como lo hizo el propio
Presidente Gutiérrez, acatar a Villa o contemporizar con Zapata, prefiere
expatriarse, y desde el extranjero, sin más apoyo ni recurso que su pensamiento y
su pluma, combate con igual entereza a la miseria, y a la villanía carrancista que
adueñada del poder inaugura un largo periodo de latrocinio y desenfreno”.296
Después de la muerte de Carranza, el 21 de Mayo de 1920, Vasconcelos,
en compañía del ex general Villarreal, regresó al país con el fin de unirse al grupo
obregonista. El presidente provisional, Adolfo de la Huerta, lo nombró Rector de la
Universidad Nacional de México.
Hasta este momento, la carrera política de Vasconcelos aparentaba ser
poco consecuente. El estudioso de la obra vasconceliana, citado anteriormente,
Philips Richard, afirma que este periodo de la vida de Vasconcelos ha sido mal
entendido. Según este autor, siguiendo la “tortuosa carrera política” de
Vasconcelos, uno puede encontrar amplias evidencias de que fue consistente con
sus principios297.
Durante los años que siguieron al asesinato de Madero, José Vasconcelos
apoyó a los líderes que él creía legítimos herederos del Maderismo. Por esa razón
no pudo vivir bajo la férula de Huerta y se vio obligado a apoyar a Carranza en la
lucha contra el asesino de Madero. Por ello también se volvió contra Carranza
cuando éste se negó a admitir los dictados de la Convención de Aguascalientes, el
único grupo que, según él tenía soberanía nacional. Por está razón jugó un papel
295 Herminio, Ahumada; José Vasconcelos, México, ediciones botas, 1937.296 Herminio, Ahumada; José Vasconcelos, op. cit. p. 9.297 Richard, Philips; op. cit. p. 87.
224
activo en el gobierno de Eulalio Gutiérrez y, finalmente, con ello justificó su apoyo
a Obregón, después de que éste aceptó sus “condiciones”.
El 4 de junio de 1920 Vasconcelos tomó el cargo de Rector de la
Universidad. Era el puesto educativo nacional más importante que existía: ya que
el antiguo Ministerio de Instrucción Pública había sido suprimido por la constitución
de 1917.
Su discurso en la toma de posesión, inició la retórica educativa que ha
venido empleando desde entonces el Estado. Entre otras cosas declaró que la
revolución consistía “en la redención social, económica y fundamentalmente
educativa del país”. Vasconcelos planteaba la sustitución del ejército de
destructores por un ejército de educadores. Está visión le dio una gran
popularidad.298
Poco más tarde, Vasconcelos realizó una gira por el interior del país para
ganar apoyo de las legislaturas estatales y reformar la Constitución.299 Lo que
pretendía era crear la Secretaría de Educación Pública, para impedir que fueran
los “municipios libres” quienes manejaran a su arbitrio, y hasta donde sus
limitaciones económicas lo permitieran, la educación en sus respectivas zonas;
sólo así se podría llevar a cabo un plan nacional de educación.300
298 José Joaquín, Blanco; op. cit. p. 79.299 Según el Art. 135 toda reforma constitucional requiere la aceptación de la mayoría de las legislaturas locales para ser aprobada.300 Las carencias económicas de los municipios, fundamentalmente de los ayuntamientos del D.F., provocaron grandes irregularidades en el pago a los maestros de educación primaria, elemental y técnica. Esta situación fue particularmente grave en los años inmediatamente posteriores a la Revolución, llegando incluso a la huelga de Mayo de 1919.
225
El 30 de Junio de 1921, por aprobación del Congreso de la Unión, Obregón
reformó la Constitución: el 25 de julio se creó la S.E.P. y el 11 de Octubre de ese
año Vasconcelos fue nombrado Secretario de ese ministerio.301
La labor que Vasconcelos desempeñó en los cuatro años que duró al frente
del ministerio de Educación ha sido considerada como una de las obras más
valiosas de la revolución. Consiguió que el presupuesto para ese ramo, aumentara
casi un 50% entre 1921 y 1923; acrecentó el número de escuelas públicas, rurales
y preparatorias; logró que hubiera bibliotecas públicas en cada población mayor de
tres mil habitantes; impulsó la educación elemental infantil y adulta; creó escuelas
técnicas e industriales e instaló como obligatoria la enseñanza para el trabajo
(talleres, huertas, granjas). También se formularon centros de pequeñas industrias
populares. En lo que respecta a la educación superior, realizó dos obras de suma
importancia: la Escuela de Ciencias Químicas de Tacuba y el Instituto Tecnológico
de México.302 En fin, fue mucho lo que se hizo por la educación en esos años.
Sin embargo, más importante que un recuento de sus logros, resulta el
ubicar los orígenes de las alianzas socio políticas y de los grupos de apoyo y base
social que sostendrán a Vasconcelos durante su campaña política como candidato
a presidente de la República en el año de 1929. Asimismo, los orígenes de
algunas de sus rivalidades políticas datan de esos años; tal es el caso de
Lombardo Toledano y del mismo Obregón.
Vasconcelos logró unificar en su equipo de trabajo a diferentes grupos. En
los puestos administrativos superiores estaban Francisco Figueroa, maderista, y
Peralta, zapatista; en la Escuela Nacional Preparatoria, Lombardo Toledano, 301 John, Skirius; José Vasconcelos y la Cruzada de 1929, México, editorial Siglo XXI, 1978, p. 17302 José Joaquín, Blanco; op. cit. p. 91-92.
226
Ezequiel Chávez y Roberto Medellín; en bibliotecas Jaime Torres Bodet; en la
Universidad Antonio Caso y luego Ezequiel Chávez; en la campaña de
alfabetización Abraham Arellano y Eulalio Guzmán; Pedro Henríquez Ureña en la
Escuela de Verano; Federico Méndez Rivas en la comisión de edificios. En
diversas funciones estuvieron ligados a la Secretaría: Gómez Robelo, Mancera,
Massieu, Carlos Pellicer, Diego Rivera, Siqueiros, Crozco, Fermín Revueltas,
Manuel Rodríguez Lozano y muchos más.303
Como vemos, Vasconcelos se rodeó de intelectuales y artistas. De esta
manera se pudieron realizar excelentes proyectos educativos. La Secretaría de
Educación alcanzó fama internacional, principalmente en los países de habla
hispana. Asociaciones estudiantiles de Colombia, Perú y Panamá nombraron a
Vasconcelos “Maestro de la Juventud del Continente”. El “maestro” conquistó
reconocimiento internacional con sus alocuciones contra el dictador venezolano
Juan Vicente Gómez.
Reconociendo que “el más urgente objetivo de nuestras propias
instituciones educacionales debiera ser la conquista de las almas aborígenes igual
que cuando las misiones católicas”, su labor educativa entre la masa indígena,
encarna más que ninguna otra la obra redentora. Crea así las misiones escolares,
cuerpos de profesores ambulantes que siguiendo un plan previamente delineado,
en que se consideran las necesidades materiales y espirituales del indio, le llevan
no sólo la enseñanza programática y los cursos prácticos sobre higiene, medicina,
cultivos, pequeñas industrias, sino también la Buena Nueva traída ya a la Colonia
303 Ángeles, Ruiz Díaz; op. cit. p.11.
227
por los frailes españoles, y que habían olvidado todos los gobiernos del México
independiente anteriores al periodo vasconceliano.
A diferencia de otros países latinoamericanos, la juventud mexicana de los
años veinte, veía en Vasconcelos, no al profeta ni al intelectual, sino al ministro de
un caudillo. Mientras Vasconcelos actuaba como “director de conciencia”, para los
estudiantes peruanos y colombianos, los mexicanos le hacían la guerra.
La noble y civilizadora actuación de Vasconcelos pronto se vio interrumpida
por la tormenta de las pasiones mezquinas.
La situación política y económica cambió de rumbo. La relación entre
Obregón y Vasconcelos se fue enfriando por diversas razones, una de ellas fueron
los famosos tratados de Bucareli, que para los ardientes nacionalistas y
yancófobos, como Vasconcelos, vino a significar una humillante entrega de la
soberanía nacional; otras, el empobrecimiento del erario, “causado por las ineptas
políticas fiscales de Pani”, el sucesor de Adolfo de la Huerta en el ministerio de
Hacienda; la rebelión de Adolfo de la Huerta, ante la cual Vasconcelos permaneció
neutral,304 dio lugar a que el presupuesto de Educación se viera reducido para
aumentar el de Guerra. Consecuentemente, su influencia política se vio
disminuida, en tanto que los asuntos culturales y educativos pasaban a un
segundo plano. Además las nuevas alianzas entre los grupos políticos callistas, se
fueron transformando en fuerzas políticas poderosas. Ejemplo de esto es la
C.R.O.M. que en 1923 “invadió” el feudo de la Secretaría de Educación y le
organizó una huelga universitaria; en 1924 propuso a través de Lombardo
Toledano un programa educativo propio y opuesto al de Vasconcelos.305
304 Cfr. Richard, Philips; op. cit. p. 17.305 José Joaquín, Blanco. op. cit. p. 131.
228
Todos estos obstáculos impidieron que Vasconcelos, en su último año
como ministro, pudiera desempeñar libremente sus actividades, las que hasta
entonces habían sido apoyadas por Obregón.
Dos situaciones determinaron su rompimiento definitivo con Álvaro
Obregón, por una parte, su profundo aborrecimiento del asesinato del senador
tabasqueño Field Jurado, a quien se le ocurrió atacar los Tratados de Bucareli en
la Cámara, lo que derivó en su aniquilamiento físico; por otra parte, los hechos
ominosos del asesinato, fueron objeto de comentarios en el semanario La
antorcha, por esas fechas, recientemente fundado por José Vasconcelos.
En uno de sus capítulos de El Desastre, Vasconcelos narra un curioso
episodio sobre las probabilidades de su candidatura presidencial en lugar de
Plutarco Elías Calles:
Más tarde, en unas Memorias publicadas por De la Huerta en Los Ángeles, me enteré de que Adolfo también había propuesto a Obregón mi candidatura como transacción y que Obregón le contestó:
- ¡Como eres inocente, Adolfo! Qué: ¿no ves que con un presidente como Vasconcelos todos nosotros quedaríamos ya excluidos de la política futura de México? Además –añadió- haría ministro de la Guerra a Eulalio, volvería al Gobierno Villareal y las víctimas seríamos nosotros.
Obregón se equivocaba. En una Presidencia que yo hubiera heredado previo el respaldo del voto, el personaje más influyente en la República lo habría seguido siendo el general Obregón. Y su figura histórica se hubiera levantado a la altura de la del presidente Urquiza, de la Argentina, que sirvió de puente para que hombres como Sarmiento regeneraran al país. La ceguera del hombre inculto, la desconfianza de la lealtad auténtica, la ambición de dominio directo, llevaron a Obregón al fracaso que preparó su protegido y odiado Calles. A mí me quería y a Calles lo odiaba. Por no seguir su corazón, lo engañó su cabeza; se perdió a sí mismo y al país lo echó al abismo.306
El rompimiento definitivo con Obregón le valdría a Vasconcelos otro
episodio de sus destierros voluntarios o involuntarios.
306 José, Vasconcelos; El Desastre, op. cit. p. 56.
229
Las principales universidades yanquis le abren sus puertas y después de
viajar por Europa y el Oriente, dicta en ellas cursos y conferencias sobre
Sociología Iberoamericana. Se le escucha con respetuosa admiración a pesar de
que sus doctrinas están muy lejos del halago servil a los poderosos del Norte.
Vasconcelos sabe hacer del exilio, campo fecundo en que elabora su
pensamiento y forja sus libros. Había publicado ya, de 1918 a 1922, Pitágoras,
Estudios Indostánicos (Primera Edición); El Monismo Estético, Prometeo
Vencedor y Divagaciones Literarias. No obstante sus viajes y su trabajo
universitario, publica después su Indología, libro en que desenvuelve en todos
sus aspectos, la tesis Iberoamericanista expuesta en La Raza Cósmica, publicada
anteriormente.
En el nuevo periodo de destierro tampoco había olvidado Vasconcelos la
lucha contra los opresores de México. En las columnas de la prensa nacional y
extranjera, a la par que elabora los magníficos artículos en que se refleja su alto
pensamiento filosófico, serena y sistemáticamente lanza dardos hirientes contra el
obregonismo-callismo adueñado del país.
Viene el periodo electoral de 1927. Vasconcelos es llamado al país, pero
como viera que el partido oposicionista colocaba su nombre como candidato al
lado del de dos militares descalificados aunque distanciados de Obregón, se
niega a tomar parte en la farsa. Ésta, como todas aquellas en que interviene
Calles resultó trágica. El saldo: una nueva Revolución, asesinato de los dos
militares a quienes no siguió el pueblo, numerosas ejecuciones de civiles, sin
formación de causa, imposición de Obregón en el gobierno que le entregaría
Calles. Este, que había provocado la rebelión de los católicos vejándolos sin
230
piedad y sin razón, logra que la ira popular arme en silencio el brazo de José de
León Toral y Obregón cae asesinado.307
Calles, dueño absoluto del país, con toda maldad y astucia hace un llamado
al pueblo mexicano por medio de su mensaje a las cámaras. En él promete
cambiar de métodos, respetar el voto para dar vida normal a las instituciones
democráticas.
En una de las investigaciones más completas que se han escrito sobre la
campaña vasconcelista, Ángeles Ruiz Díaz escribió lo siguiente: “En este clima de
apertura política ofrecida por Calles, Vasconcelos vio el momento oportuno para
luchar por la presidencia de la República y para acabar con el poderío que
ejercían los militares, remplazándolos con un gobierno democrático y civil. Desde
su aparición, el vasconcelismo significaba civilismo por encima de todo, tenía
como ideal un gobierno civil.”308
Durante los meses de agosto y septiembre de 1928, Vasconcelos estuvo
haciendo campaña en San Diego, San Francisco, Los Ángeles, Caléxico, Santa
Fe, Chicago y varias ciudades de Texas, principalmente en el sur, en donde una
buena mayoría de habitantes era de origen mexicano. A México llegaban noticias
acerca de sus planteamientos generales y varios grupos empezaron a manifestar
simpatía hacia el posible candidato; por ejemplo, líderes estudiantiles
universitarios dijeron sentirse atraídos por la esperanza de un gobierno civil.
Vasconcelos se daba cuenta del apoyo potencial que tenía tanto en México
como en los Estados Unidos. En San Antonio, Texas, varios grupos políticos y
clubes locales se unieron para formar una rama del Partido Antirreeleccionista.307 Herminio, Ahumada; op. cit. p. 18.308 Ángeles, Ruiz Díaz; op. cit. p. 30.
231
Otro grupo que manifestó gran entusiasmo fue el de los exiliados políticos
mexicanos, quienes veían en Vasconcelos la posibilidad de volver a México y aún
de participar en la vida política. Entre estos se encontraban algunos dirigentes de
la fallida rebelión de De la Huerta; el conocido e influyente maderista José María
Moytorena; el importante miembro del Antirreeleccionista, Enrique Bordes Mangel;
el cooperativista Jorge Prieto Laurens, así como el general villista Nicolás
Rodríguez (quien sólo unos años más tarde sería acusado de “fascista” por haber
creado a los Camisas Doradas). Todos estos prometieron dar su apoyo a
Vasconcelos, e insurreccionarse si Calles no respetaba la “voluntad popular”
durante la campaña. Le sugirieron además, entrar en contacto con la Liga
Nacional de Defensa de la Libertad Religiosa y con los demás grupos que
estuvieran en contra de Calles.
Lo más lamentable del caso fue que Vasconcelos todavía no medía la
fuerza del enemigo al que se estaba enfrentando. Desconocía la maquinaria
política que se estaba formando para continuar afianzada en el poder, por lo que
consideró que los políticos del Partido Nacional Revolucionario no eran sino “una
pandilla de bandidos”; aseguraba que fácilmente podría “patearlos”.309
Su campaña –que siempre descuidó en el aspecto económico- tuvo características
ideológico-morales muy importantes para el debate posrevolucionario: El rescate
de una revolución degradada o seudorevolución de las garras del pretorianismo
usurpador; el despertar la conciencia “perezosa” del pueblo para combatir la
corrupción, el robo y la falta de garantías políticas; la entrada limpia al poder
desde la oposición legitimizada en la voluntad del pueblo.
309 Ángeles, Ruiz Díaz; op. cit. p. 33.
232
El 17 de abril de 1929 se celebraron las elecciones presidenciales
mexicanas, protegidas y modificadas a favor del Estado, cuyas cifras oficiales
quedaron como sigue: 2 millones de votos para Pascual Ortíz Rubio, 40,000 para
el comunista Pedro Rodríguez Triana y 12,000 para Vasconcelos.
Vasconcelos quiso combatir a través de la revuelta armada, anunciada para
el día siguiente de las elecciones. Pocos acudieron al llamado, convirtiendo así lo
que pareció verbena de democracia en tragedia de un hombre desahuciado por su
propio mesianismo. Vasconcelos declaró a la prensa que había ganado por
abrumadora mayoría y que desconocía al gobierno. Fraguó y promovió ideaciones
para hacer oír su llamado a la nueva revolución, pero muy pocos escucharon el
grito desesperado del agraviado.
El 24 de noviembre de 1929, en Guaymas, Sonora, sintiéndose prisionero
de una guardia de Estado y de su propio destino, Vasconcelos anunció su salida
de México con el fin de no “comprometer” a sus seguidores y así facilitar la lucha,
dando a conocer el Plan de Guaymas.
Vasconcelos se trasladó a Estados Unidos, en lo que sería un largo viaje
que duraría nueve largos años y que marcaría otra etapa en su que hacer político.
El 27 de diciembre del mismo año, el Presidente de Estados Unidos
reconoció oficialmente al presidente “electo” de México, y dos días después, en las
páginas del The New York Times, Vasconcelos declaró su retiro definitivo de la
política.
Los brazos del Estado terminaron de aniquilar la hazaña: en Topilejo,
Morelos, docenas de vasconcelistas fueron asesinados; Salvador Azuela y Carlos
Pellicer, entre muchos otros, fueron encarcelados; Alfonso Taracena perdió su
233
empleo en la prensa…entre otros actos represivos. La muerte, la prisión, los
maltratos sociales, la huida y el olvido, marcaron el final de los veintes, y José
Vasconcelos, contempló con profunda amargura, lentamente, la traición del
destino, el aniquilamiento de la esperanza, la profecía que no se cumplió310.
Después de que sus aspiraciones políticas fueron pulverizadas y cansado
de esperar una revuelta armada que nunca llegó, José Vasconcelos partió para
Centro y Sudamérica, acompañado tan sólo de un espíritu que “…obedece a un
destino que no toma en cuenta ni el tiempo ni la victoria…” y un arraigado
enfurecimiento causado por una victoria hecha derrota por el gobierno; y teniendo
la certeza de que “...no se merecen profetas los pueblos que escuchan la verdad y
no se apasionan por ella…”.
Todo lo desagradable que le sucedió a Vasconcelos de 1931 en adelante,
lo atribuyó, directa e indirectamente, al sistema político que lo venció, al pueblo
que no le hizo caso y al destino en el que se consagró. Su escape: injuriar cada
vez que podía, escribir, viajar o rezar.
Viviendo en París, Francia, en abril de 1931, salió a la venta el primer
número de la nueva versión de La Antorcha, con apuros económicos y tratando
de abarcar, además de París, Madrid y puntos claves de la América Latina. Sus
características principales son similares a la revista que publicara en el 24, cual
ciclo repetitivo o estrategia latente: crítica apasionada y tendenciosa, brillante pero
en ocasiones arbitraria; ataque a las dictaduras de América; venganzas
310 En San Antonio, Texas, esperó y agitó una revolución que nunca llegó, enterándose de que la palabra FIN la escribió el Gral. Bouquet –uno de los pocos en levantarse en armas- al ser aprisionado y fusilado en desesperada huida a la frontera. Herminio, Ahumada; op. cit. p. 19.
234
personales y, furia contra el pueblo: “Un pueblo que no sabe defender su voto
tampoco logrará salvar la bolsa; se merece el despojo y el puntapié posterior…”.311
El Aislamiento fue exterior e interior. Empezó entonces una idílica vida
temporal de granjero independiente a la usanza española y comenzó los escritos
más importantes de su vida. También se acercó a la religión, a su familia y a su
pequeña nieta quien “…no tenía otro lenguaje que el llanto y una sonrisita
breve…”.
Su decisión de no apoyar o construir un partido político era firme y causante
del descorazonamiento de varios excorreligionarios vasconcelistas. El
distanciamiento rompió las esperanzas de algunos en proseguir la lucha
democrática; el capricho de triunfo armado tumbó los ánimos en la creación de
una oposición fuerte y de respeto.
A juicio de Enrique Krauze:
Vasconcelos tuvo la oportunidad en 1929 de poner en movimiento el péndulo. Si en vez de jugarse el todo a la carta presidencial hubiese atendido al consejo de algunos amigos, habría visto que la derrota política de su campaña era también una victoria moral que habría tenido, quizás, dos partidos modernos: El P. N. R. –el Partido de los militares revolucionarios, centralistas y estatizante- y, con él, un partido liberal, civilista, federalista y maderista.312
Vasconcelos se cerró las puertas de la política pero abrió las de su alma.
Murió el político pero nació el escritor.
Ya en Pesimismo Alegre, encontramos al escritor que ama su oficio,
diciéndonos que el poder de la palabra es capaz de destruir o edificar, conmover o
311 José, Vasconcelos; op. cit. p. 125.312 Enrique, Krauze; “Una religiosidad práctica”, México, Febrero 23 de 1997, artículo del semanario Enfoque de Reforma, número 163.
235
libertar; que todo proviene del verbo, manejo fascinante, poderoso y peligroso
como el arte o la magia, pues puede ser noble o mezquino, ilustre o maléfico.
Su inclinación por la política estaba muerta. Además la muerte de Antonieta
Rivas Mercado no deja de atormentarlo. No es una casualidad del destino que
precisamente en esta etapa de la vida de Vasconcelos, este escritor escoja hacer
un ejercicio de verdadera introspección. Vasconcelos leyó a Dostoyevski, y como
el escritor ruso, decidió hacer sus propios Apuntes desde el subsuelo. Durante
el siglo XIX, para la “inteligencia rusa” hablar del “subsuelo” representaba detallar
acerca del inconsciente de los seres humanos. Dostoyevski reconoció que sus
Apuntes desde el subsuelo los escribió ante el lecho de muerte de su primera
esposa, de éstos, una gran cantidad de críticos literarios han señalado que dicha
obra refleja inmejorablemente al autor, al grado de ser una pequeña biografía
involuntaria.
Esta misma suerte debemos entender en Vasconcelos. De 1929 a 1933,
Vasconcelos huye de México a Centro y Sudamérica, de New York marcha hacia
Francia y España, pero Vasconcelos no empezará a encontrar un poco de arraigo
y paz hasta que aparezca publicado el primer volumen de su maravilloso viaje
introspectivo, su biografía Ulises Criollo.
Apenas aparece el primer texto de sus memorias (que recorre su infancia
hasta su juventud de finales del maderismo) cuando se compara con otro
mexicano que compartió la misma suerte de desgracia en política: Lucas Alamán.
313
313 Salvador, Perdomo Reyes; José Vasconcelos (de su vida y de su pensamiento político). México, UNAM, FCPyS, 1990, tesis de licenciatura, p. 81
236
Aunque nadie se lo reconozca, Vasconcelos tendrá toda una década
prolífica. Lo mejor de sus obras escritas fueron hechas siendo un peregrino.
En Agregué, Argentina, vivió de artículos semanarios y una que otra
conferencia. Siguió escribiendo lo más interesante y fino de su repertorio, pues
como lo sentenciara años antes, “Escriben, el que no puede obrar y el que no se
satisface con la obra…”314
Escribió el segundo libro de sus memorias, La Tormenta, donde narró su
vida desde la “decena trágica” hasta el triunfo del Plan de Agua Prieta. En 1934
publicó Bolivarismo y Monroismo, estudio rico e interesante en el cual el autor
vierte sus criterios esenciales sobre el iberoamericanismo y sus feroces e
ingeniosas críticas contra el imperialismo norteamericano.
También publica De Robinson a Odiseo, la Estética, libro tercero y último
de su sistema filosófico, publicada en 1935, el amo de la voluptuosidad del alma y
los sentidos se entregó al análisis de la belleza, el conocimiento, métodos y
clasificaciones de ésta.
En 1936, en Austin, se encerró en la Biblioteca de Texas para escribir dos
libros a la vez, la Breve Historia de México y la Historia del Pensamiento
Filosófico.
En 1936 había publicado ¿Qué es el comunismo?, compendio de artículos
periodísticos donde virtió sus comentarios contra la república “comunizante” de
Azaña en España, y en 1937, ¿Qué es la revolución?, antología que incluye
temas relacionados con la historia que vivió y la situación política nacional e
internacional.
314 Salvador, Perdomo Reyes; op. cit. p. 82.
237
El Desastre (1938) y El Proconsulado (1939), como partes III y IV de sus
memorias, siguieron el riel de las dos primeras partes, abarcando su vida desde
1920 hasta finales del 28 y, de la campaña del 29 hasta su salida de España en
1933.
En 1938, Lázaro Cárdenas lo invitó a regresar al país en calidad de Rector
de una Universidad que fundaría en Sonora, pero el viajero encolerizado, aunque
veía al Presidente cumplido pero incompetente, no mala persona, no le aceptó la
proposición; “era un cómplice y servil del ejército de analfabetas, obstáculo de la
democracia, demagogo que todo lo resolvía con promesas y escudándose en
movimientos sindicales y una falsa reforma agraria, y que había roto con Calles
para lograr un poder absoluto”.315
Sin embargo, el sofocamiento de su ruina política personal, lo obligaron a
buscar un pretexto “…honorable…” para regresar a México, el que encontró
cuando en 1939 le negaron la renovación de documentos para permanecer en los
Estados Unidos.
Entre su regreso y estancia definitiva en el país, Vasconcelos tuvo tiempo
para escribir un guión cinematográfico: Simón Bolívar (1939); hacia 1940 publicó
un Manual de Filosofía; y en 1941 publicó su Hernán Cortés: Creador de la
Nacionalidad, biografía que alaba al genio, al aventurero y al constructor, que
unidos dan forma a lo que Vasconcelos llamó origen y fundamento de la
nacionalidad.
Ya en esta década de los treinta, se advierte en el pensamiento de José
Vasconcelos, un duro juicio contra el marxismo y contra el movimiento comunista
315 Salvador, Perdomo Reyes; op. cit. p. 86.
238
internacional. Actitud a la que no renunciará José Vasconcelos durante las
siguientes dos décadas. Este último periodo, en la vida de Vasconcelos, ha sido el
más estigmatizado, y seguramente el menos comprendido.
Sin embargo, mientras muchos críticos y biógrafos han visto en este lapso
una etapa de incongruencia en la vida de Vasconcelos, es por el contrario una
época en la que Vasconcelos mantiene una línea de continuidad a la que ya no
renunciará.
En particular, este periodo estará caracterizado por el acercamiento de
José Vasconcelos a algunos de los postulados del conservadurismo mexicano.
Podemos observar en el desarrollo posterior de la obra vasconceliana, sus
constantes apelaciones a la tesis antirrevolucionaria, su desprecio por las formas
de gobierno democráticas, la defensa de la religión católica, su hispanismo, su anti
americanismo, pero sobre todo en sus mordientes y despiadadas críticas contra el
marxismo. De hecho, esta línea de continuidad que mucha gente no ha querido
ver, quedará coronada por José Vasconcelos, hacia el año de 1955, cuando
estampa su firma de apoyo en el prólogo que realiza para el libro de Salvador
Borrego E., titulado Derrota Mundial.
Sobre la crítica de José Vasconcelos al marxismo, el investigador Raúl
Fornet Betancurt, en su libro Transformaciones del marxismo (Historia del
marxismo en América Latina)316 argumenta que la crítica expuesta por
Vasconcelos “no es del todo comprensible en su dureza sin el trasfondo del
marxismo stalinizado de la época”317.
316 Raúl, Fornet Betancurt; Transformaciones del marxismo (Historia del marxismo en América Latina), México, Plaza y Valdés Editores, 2001, 1ª edición. 317 Raúl, Fornet Betancurt; op. cit. p. 206.
239
En el estudio de Fornet Betancurt, desde que Stalin logra imponerse
definitivamente como señor absoluto del Partido Comunista de la Unión Soviética,
y con lo cual logra además el control despótico sobre el movimiento comunista
internacional, el marxismo atraviesa su etapa más precaria y deficiente:
La consecuencia es el estancamiento, la petrificación, la parálisis general del pensamiento marxista. Desde esta perspectiva se entiende además que el empobrecimiento del marxismo en América Latina es en estos años de la década de los treintas –y de la siguiente-un fenómeno que no es explicable sin tener en cuenta el stalinismo. Es más, el empobrecimiento del marxismo en Amérca Latina es directamente proporcional al grado de stalinización que va alcanzando el marxismo en nuestro continente.318
Esta parálisis general del pensamiento marxista, no escapa al examen de
José Vasconcelos. Para este escritor, la dictadura del proletariado no es en su
opinión “un progreso”, sino un claro retroceso:
Es un salto atrás en de la civilización; un retorno a Genghis Kan y a Moctezuma… La supresión del individuo ante el monstruo del Estado, mito detrás del cual una reducida minoría militar y burocrática esquilma el trabajo de poblaciones esclavizadas y embrutecidas.319
En esencia, la crítica de Vasconcelos al marxismo es porque encuentra en
ella una doctrina política que se alimenta teóricamente de la destrucción y
negación radicales de los ideales políticos y morales que ha ido consagrando la
humanidad, como su código humanístico y moral, es decir, como conquistas
definitivas en su desarrollo espiritual. De modo que el eje central de las objeciones
de Vasconcelos al marxismo pasan por la tradición humanista que es propia de
todo el pensamiento vasconcelista:
El argumento último de Vasconcelos contra el marxismo no es, pues, ni económico ni político. Su argumento definitivo es el hombre, lo humano; y por eso su crítica culmina en esta dura constatación: “La inhumanidad del sistema
318 Raúl, Fornet Betancurt; op. cit. p. 206.319 Raúl, Fornet Betancurt; op. cit. p. 207.
240
marxista es su principal defecto”. Y esto significa que “el movimiento marxista se ha decapitado, se ha privado de porvenir”.320
320 Raúl, Fornet Betancurt; op. cit. p. 208.
241
5.2 Vertiginoso punto de intersección: las elecciones presidenciales en
México (1940) y la postura de José Vasconcelos.
En el año en que regresa José Vasconcelos a México (1939), todos los ojos del
mundo estaban puestos en la situación Europea, que una vez más amenazaba
con modificar abruptamente su mapa. Año también de luchas diplomáticas para
favorecer a tal o cual nación y para colmo, época en la que una vez más se habían
de disputar las alianzas para favorecer a un determinado candidato que había de
suceder a Lázaro Cárdenas.
En un periodo de tanta agitación mundial, se desató la lucha por la sucesión
presidencial de este país que no acababa de ser “bronco”. Y los discursos de los
candidatos más fuertes que se habían de disputar el derecho de gobernar a este
país (Almazán, Ávila Camacho y Múgica), no podían soslayar un evento que
mucho antes de adquirir carácter formal, era inminente.
Según se ha dicho, el ambiente político de México obligaba a los tres
contendientes a manejar en sus discursos y declaraciones una actitud
consecuente con la historia diplomática reciente, esto es, preferían la “no
intervención” promovida por la Sociedad de las Naciones, México debía
permanecer neutral ante el, hasta ese momento, conflicto europeo.
Sin embargo, las pasiones de la época no iban a permitir unas elecciones
pacíficas ni mucho menos ajenas al conflicto bélico.
En un capítulo precedente mencioné que la política social llevada a cabo
por Lázaro Cárdenas (de la que grandes sectores de la población se habían
beneficiado, pero de la que había originado una fuerte inflación), entre miles de
242
cosas, también había sido un elemento importante para que los distintos grupos
excluidos del cardenismo, levantaran una “bandera de lucha” opuesta a gran parte
de lo hecho durante su régimen. Y con motivo de las elecciones presidenciales,
algunos de esos grupos se organizaron para formar un frente de oposición.
Las elecciones de 1940, darían lugar a que los excluidos del régimen de
Cárdenas, junto a otros desplazados en conflictos anteriores propiciaran la
formación o resurgimiento de multitud de pequeños partidos que pronto se
encontraron dedicados a la búsqueda de una plataforma de unión y de un
candidato viable para oponerlo al que surgiría del partido oficial, algunos de ellos
eran ex callistas, como Gilberto Valenzuela, otros más no ex callistas como
Antonio I. Villarreal. Cualquiera que fuera su origen muchos de ellos creyeron
encontrar su candidato viable en la figura del general Juan Andreu Almazán.
En época de encontradas pasiones ideológicas, a muchos de ese “frente
opositor”, les quedaba claro que bajo el régimen de Lázaro Cárdenas se había
trabajado activamente para que el comunismo se estableciera en México, a pesar
de que el presidente nunca se proclamó como comunista.
Los reclamos de este frente se centraron principalmente en los “ataques
que Cárdenas había hecho en contra de la pequeña propiedad rural”, y por la
“tendencia comunizante en materia ejidal”.
Un viejo opositor del régimen cardenista, el general Nicolás Rodríguez, no
podía olvidar que mientras la política oficial de ese régimen establecía el derecho
a la no intervención, se “hacía de la vista gorda cuando envió veinte mil fusiles y
veinte millones de cartuchos a los rojos que combatían contra Franco”.
243
A finales de 1939 y principios del 40, Vasconcelos dio a conocer su opinión
sobre los hombres que pugnaban por llegar a la presidencia de México, y de entre
los tres más sonados (Almazán, Ávila Camacho y Múgica), Vasconcelos mostró
toda su experiencia política, ganada con los años de lucha y decepción, pues si
bien sus simpatías no estaban con ninguna de esas figuras, sus críticas fueron
apenas perceptibles. Por Alfonso Taracena sabemos que Vasconcelos no era
partidario de la candidatura de Almazán, persona contra la que don José le tenía
pendiente el cobro de una factura, ya que durante las elecciones presidenciales
del 29, cuando Vasconcelos fue candidato a presidente, Almazán hizo
declaraciones en el sentido de que Vasconcelos figurara como precandidato del
PNR y que cuando ganara Ortiz Rubio, aquel se hiciera de la vista gorda, ya que
“al fin y al cabo todos eran revolucionarios”.321
José Vasconcelos no vio en la figura de Juan Andreu Almazán al “candidato
ideal”, como lo estaban suponiendo otros antiguos excluidos del régimen de
Cárdenas. Tal hecho también demuestra que Vasconcelos no estaba dispuesto a
volver a correr riesgos innecesarios pronunciándose a favor de determinado
candidato. Su distancia para con la política y “los gángsteres que hacía mucho
tiempo se habían adueñado de ella”, demuestra incluso que la edad le había
hecho ganar en prudencia. Además, Vasconcelos sabía perfectamente el abismo
que lo separaba de Lázaro Cárdenas: hacía tiempo que había quedado fuera del
reducido círculo oficial revolucionario, así que sus simpatías hacia tal o cual
candidato en nada iban a cambiar el designio de don Lázaro.
321 Alfonso, Taracena; José Vasconcelos, México, editorial Porrúa, p. 127.
244
Sin embargo, para nosotros algo debe quedar muy claro, si bien José
Vasconcelos, no coincidía totalmente con otros miembros del “frente opositor” a
Lázaro Cárdenas, en la elección de un candidato único, había algo en lo que sí
estaba totalmente de acuerdo con ese frente: coincidió con ellos en su lucha por
las rectificaciones a lo realizado durante el régimen de Lázaro Cárdenas.
Para un hombre que había sido revolucionario de la primera hora, héroe
primigenio que había participado en la forja de una nueva nación, y al que sin
embargo, se empeñaban en desplazar constantemente, lo más lógico era escoger
el camino de la oposición, de la denuncia y el reclamo.
245
5.3 La Segunda Guerra Mundial y la guerra de noticias.
El 1 de septiembre de 1939, el presidente Lázaro Cárdenas rendía su Quinto
Informe de Gobierno al pueblo de México. Los periodistas, las cámaras
fotográficas, los micrófonos de la radio, las cámaras de cine, las rotativas y todo el
montaje informativo se encargaba de llevar este suceso al público mexicano. Pero
mientras Lázaro Cárdenas hacía referencia a los vientos bélicos que amenazaban
en Europa, la ofensiva alemana contra Polonia se había desencadenado a ritmo
de relámpago. A aquellas ráfagas de fuego y metal siguieron las metrallas de
información que, vía los teletipos, recorría vertiginosamente enormes territorios de
papel en las oficinas de los medios informativos. La larga guerra de sangre y tinta
había comenzado.
Como en la mayoría de los países del mundo, el conocimiento que en
México se tuvo sobre la guerra provenía de las agencias internacionales de
prensa, enfrascadas también en una guerra informativa.
Apenas iniciado el conflicto, Salvador Novo lanzó la voz de alerta sobre esta
guerra de noticias:
La guerra de noticias empezó a librarse en los nervios de los radioescuchas y de los lee periódicos (...) Los dueños políglotas de mejores receptores pudieron darse pronta cuenta de que en lo sucesivo tendrían que empezar a usar el cerebro o el corazón para adivinar la verdad de la guerra, sus causas y sus progresos, llegado como había el momento en que las agencias de noticias se habían convertido en agencias de propaganda.322
Las implicaciones prácticas de los descubrimientos en la psicología y otras
ciencias sociales, la vertiginosa capacidad de impresión de las rotativas, la eficacia
322 José Luis, Ortiz Garza; México en guerra, México, editorial Planeta, 1989, p. 17.
246
de la telegrafía inalámbrica y la magia del cinematógrafo convertían a la
propaganda en arma de eficacia insospechada. En pocas palabras, la propaganda
fue enlistada en la guerra poniendo a disposición de ésta los recursos con que el
espíritu de la época la había proveído.
Pero la propaganda sólo constituía el brazo invisible, la influencia de las
ideologías políticas en pugna de la época.
En mayor o menor grado, todos los periódicos de México interesaban a los
propagandistas extranjeros. Sus arsenales informativos encontraban en la prensa
un bombardero eficaz y masivo. Junto con ello, atrincherados con el seudónimo,
varios mercenarios, contratados por los distintos países en pugna, hacían las
veces de francotiradores ideológicos. El polvorín lo completaban los anuncios,
tiras cómicas, fotografías, pie de foto, titulares. Todo importaba y se controlaba.
Esta actividad fue rápidamente identificada como “quinta columnismo”. Está
ampliamente documentado que desde 1938, la prensa norteamericana y algunos
periódicos mexicanos que hacían eco de las notas sensacionalistas extranjeras
habían informado insistentemente sobre los supuestos casos de espionaje
organizados por nazis y fascistas en México. Esto había acrecentado los rumores
de una “quinta columna” en territorio mexicano, generando una fuerte paranoia
pues incluso se llegó a hablar de la presencia de “submarinos y bases aéreas
nazis” en México, también de las “simpatías que algunos gobernadores mostraban
por las potencias del Eje”, y hasta de la posibilidad de que en momentos como
ése, México se convirtiera en una amenaza potencial para los Estados Unidos.
En uno de los pocos estudios serios sobre la prensa de la época, José Luis
Ortíz Garza detalla la forma tan poderosa con que los tentáculos de las agencias
247
informativas fueron penetrando a los periódicos mexicanos hasta apoderarse de
ellos.
Desde 1938, los dos grandes periódicos nacionales, Excélsior y El
Universal, habían estado asumiendo una actitud de simpatía hacia el movimiento
nazista. Esta postura continuaría hasta principios de abril de 1941, cuando los
propagandistas aliados tomaron represalias económicas contra los medios
informativos adversos. El Universal, que desde un principio había adoptado una
actitud más moderada, resintió menos las presiones, pues había ido rectificando
su rumbo ideológico. La persistencia de Excélsior se mantuvo, sobre todo a
través de la primera edición de Ultimas Noticias, muy poco afecta a alentar la
causa de los aliados, pero terminaría cediendo también, como resultado del boicot
realizado por los anunciantes aliados, quienes logran la expulsión de don Miguel
Ordorica, director del vespertino, mismo que, junto con Rodrigo de Llano, era
calificado en Washington como nazista. El diario La Prensa, adoptó también una
postura que resultaba incómoda para los aliados, aunque no se le daba tanta
importancia debido al público al cual se dirigía, y a que el tratamiento de
información podía obedecer más a razones sensacionalistas que a una postura
ideológica clara. No obstante, su director, Luis Novaro, estaba incluido en las listas
negras norteamericanas.
Novedades que había surgido muy poco antes de los inicios de la guerra,
asumió una actitud inicialmente germanófila, hasta enero de 1940. A partir de
entonces es el diario que más abiertamente apoyó la causa aliada y que más
provecho intentó sacar de esta postura. Para granjearse a la colonia americana en
248
México, publicaba diariamente, al igual que Excélsior y El universal, una página
en inglés.323
Es importante destacar que los periódicos mencionados, más los escasos
de provincia y las revistas de circulación nacional eran “leídos” bajo un contexto en
el que se estima que un 47.8% de la población era analfabeta.324
Además, durante los años de la Segunda Guerra Mundial, dos fueron las
revistas de opinión que más influencia ejercieron en México: Hoy, particularmente
de 1939 a 1942, y Tiempo, de 1942 hasta el final del conflicto bélico. Hoy, fue la
primera revista que intentó seguir en México el nuevo concepto de revista gráfica
que había desatado en Estados Unidos el semanario Life. El enfoque gráfico
permitía la penetración de estratos sociales anteriormente impermeables para una
prensa demasiado erudita, académica o abiertamente partidista. Aunque
inspiradas en el arquetipo de Life, su lenguaje sería más autóctono, con menos
recursos visuales, lo cual produciría una versión diluida de aquel fotoperiodismo,
especie de documental de cine llevado a la revista. Apoyándose en excelentes
plumas y estilos periodísticos innovadores, como los de Salvador Novo, Hoy
cubrió gloriosamente la época de finales de los treinta y mediados de los cuarenta.
El estilo gráfico de Life sería emulado también en México por otras revistas como
La Nación, del Partido Acción Nacional, que sin alcanzar la cobertura y
penetración de Hoy o de Tiempo ejercería un papel distintivo en la guerra de
propaganda.
Fue hasta la aparición de Tiempo, en abril de 1942, cuando la corriente
emuladora de Life se contrapuso a la imitadora de Time, también de Henry Luce. 323 José Luis, Ortiz Garza; op. cit. p. 19.324 José Luis, Ortiz Garza; op. cit. p. 81.
249
Este género informativo, ordenado y esquemático, con amplia gama de secciones,
sobrio en la fotografía y exacto en la redacción, gozaría de gran aceptación en
México desde su llegada misma a mediados de 1942. Contaría además con la
fortuna de encontrar a la revista Hoy en una deteriorada y mal reputada relación
con los propagandistas norteamericanos. Esta lección parecida aprendida por
Tiempo desde sus inicios mismos, pues según datos que llegaban con frecuencia
al propio embajador de Estados Unidos en México, George Messermith, la revista
recibía ayuda financiera en dólares.325
Hoy adoptó al principio de la guerra –dice el investigador Ortiz Garza- una
postura neutra en relación con el conflicto. No pocos escritores se mostraban
simpatizantes de los alemanes. Entre éstos se destacaban José Pagés Llergo. Las
extraordinarias portadas del caricaturista Antonio Arias Bernal, por lo contrario,
eran completamente pro aliadas y su impacto no era menos profundo. Pero la
guerra no admitía matices ni posturas intermedias, al menos así lo veían los
propagandistas favorables a la causa aliada que, a finales de abril de 1941,
boicotearon a esa revista. Hoy había cometido la osadía de denunciar las
presiones que los medios informativos mexicanos sufrían por parte de la Oficina
de Rockefeller. <<Nuestro Amo es el Público>>, proclamaba su digno editorial del
día 26 de abril. <<Vendemos espacio no criterio>>, puntualizaban. Muy pronto
reconocerían, sin embargo, quién era el verdadero amo. Y muy pronto también,
comerciarían con su criterio.
Hoy fue colocada por el Departamento de Estado dentro de las “listas
negras” no oficiales y clasificada como una revista “cuestionable” para las firmas
325 José Luis, Ortiz Garza; op. cit. p. 93.
250
norteamericanas que desease colocar publicidad. La caída de ingresos
publicitarios debido al boicot aliado provocó un viaje a Washington por parte del
Sr. Allen Bernard, gerente administrativo de Hoy. Bernard admitió ante los
funcionarios del Departamento de Estado que en el pasado algunos artículos
prototalitarios habían sido publicados en su revista, pero aseguró repetidamente
“que en el futuro Hoy será enteramente favorable a Estados Unidos y a la
solidaridad continental”.326
La prensa norteamericana influía directamente sobre la mexicana
pretendiendo eliminar todo indicio de simpatía entre México y los países del Eje,
garantizando así la alianza interamericana que proclamaba el régimen de
Roosevelt. Pero dicha eliminación no era del todo efectiva puesto que varias
publicaciones con una clara inclinación pro fascista lograron circular en el medio
mexicano. Para mucha gente, la más célebre fue la revista Timón, dirigida por
José Vasconcelos.
5.4 Cuatro razones para aceptar la dirección de una revista.
José Vasconcelos no se ocupó nunca de dejar un testimonio escrito en el que
señalara específicamente la razón por la que decidió dirigir la revista Timón. Este
lamentable olvido ha originado con el paso de los años toda clase de fantasías y
comentarios que pretenden explicar las “razones” por las que Vasconcelos “se
vendió al oro nazi”. Sin embargo, en esta investigación evidenciaremos que hubo
al menos cuatro razones importantes para que José Vasconcelos colaborara en
dicha revista.
326 José Luis, Ortiz Garza; op. cit. p. 93.
251
La primera razón en definitiva tuvo que ver con el dinero (pero difícilmente
en la medida en que ha sido señalado por sus adversarios políticos).
La segunda razón radica en su actitud constante y perenne de ser
antiyanqui (esta disposición, es la más difícil de explicar en la vida y obra de José
Vasconcelos, sobre ésta se han escrito muchas páginas, y algunos críticos llegan
a referir que hasta cierto punto fue irracional).
Podemos encontrar la tercera gracias a la lectura de las editoriales que
escribió para la revista Timón. Ante la ceguera de muchos de sus biógrafos o
críticos, (fundamentalistas del siglo XX) encontramos la más constante y
determinante postura de José Vasconcelos: su crítica oportuna contra el
marxismo-leninismo (condición primigenia para que los críticos de su época lo
identificaran como a un fascista).
La cuarta razón, a la que analizaremos en detalle, tiene que ver con otra
característica de Vasconcelos, es decir la de ser panfletario y “reaccionario”.
Si a estas cuatro razones le sumamos además la SIMPATÍA que José
Vasconcelos llegó a sentir inicialmente por el fascismo, obtendremos un cuadro
más amplio del complejo punto de intersección en el que encontramos a
Vasconcelos como director de una revista llamada Timón.
Analicemos cada una de estas razones antes de pasar al análisis directo de
la revista Timón.
I La cuestión económica.
252
Antes de que José Vasconcelos se decidiera a dirigir la revista Timón, sabemos
que desde su regreso a México en 1939, se dedicó a escribir sobre temas
filosóficos, literarios y políticos, en revistas y periódicos como Hoy, Todo, y
esporádicamente en Excélsior y El Universal. También sabemos además que
sus actividades como “articulista” y “periodista”, las realizó antes de este periodo y
las mantuvo hasta sus últimos días de vida. Respecto a esta labor, el catedrático
Bar Lewaw (del que hablaré más adelante), escribió certeramente que
“Vasconcelos colaboraba en docenas de los mejores diarios latinoamericanos,
como también en los de América del Norte y de España. Se necesitan años para
una indagación minuciosa de la obra periodística vasconceliana, dispersa en
artículos de prensa de unos veinte países y realizada en un lapso de cincuenta
años”.327
Vasconcelos tuvo además el tino de dejarnos dos testimonios vitales para
comprender tanto el periodo de su vida que nos ocupa, como al ser humano
cotidiano: “acosado por toda suerte de sabandijas literarias, espiado por enemigos
implacables y poderosos, y pobre hasta el grado de tener que escribir artículos
para periódicos”.
En el libro 19 Protagonistas de la cultura mexicana, Emmanuel Carballo,
recogió una serie de testimonios de José Vasconcelos. Allí Vasconcelos nos indica
que sus libros nunca le produjeron dinero. Sin embargo, el periodismo constituía
una fuente económica de gran importancia para ganarse la vida y mantener a los
suyos.328
327 Itzhak, Bar Lewaw; José Vasconcelos: vida y obra, op. cit. p.183.328 Emanuel, Carballo; 19 protagonistas de la cultura mexicana, México, ediciones de la Secretaría de Educación Pública, 1986 (lecturas mexicanas, segunda serie, número 48), p. 20.
253
En el capítulo La Antorcha de El Desastre, nos cuenta Vasconcelos que
después de haberse alejado del gobierno de Obregón y fracasado en las
elecciones para gobernador de Oaxaca, decidió publicar una revista (La Antorcha),
de la cual esperaba ganarse la vida dentro “de una oposición decorosa”. “Este fue
–añade Vasconcelos-- uno de mis grandes errores; no es posible sostener una
publicación de verdad independiente en un medio oprimido en todos los órdenes”.
Por su parte, Taracena refiere que el empresario Ignacio Herrerías había
intentado convencer a José Vasconcelos de regresar a México en 1937 para
fundar un nuevo diario, “lo que después fue Novedades, cuya aparición
anunciaría con un avión que volara sobre la ciudad de México arrojando volantes
que revelaran que Vasconcelos volvería a México a dirigir un periódico de
oposición”.329 Vasconcelos “pedía una enormidad de sueldo, seis meses de ese
sueldo depositados en un banco, por si cerraban el periódico, y un departamento
arriba del edificio ya en construcción en las calles de Bucareli para sólo bajar de
allí al paredón”.330 Sin embargo, Herrerías dejó pasar mucho tiempo y no había
vuelto a hablarle a Vasconcelos de lo convenido por lo que éste creyó que no se
había realizado nada y aceptó una oferta para colaborar en la nueva revista
propiedad de Regino Hernández Llergo, es decir en Hoy, “que le pagaba cien
pesos por artículo”.331
Si hacemos caso de estos testimonios, entenderemos plenamente que José
Vasconcelos trabajaba (en este periodo particular de su vida, como en cualquier
otro) para sostenerse económicamente. Además, advertiremos que Vasconcelos
329 Alfonso, Taracena; op. cit. p. 109.330 Alfonso, Taracena; op. cit. p. 109.331 Alfonso, Taracena; op. cit. p. 110.
254
no tenía los medios económicos para respaldar la publicación de una revista
propia con circulación nacional, por lo que inevitablemente debía emplearse en
alguna o en su defecto, en algún periódico.
Estas circunstancias particulares fueron sin lugar a dudas un gran motivo
para que Vasconcelos decidiera aceptar ser el director de una nueva revista de la
que oportunamente debió ser informado que recibía apoyo financiero de la colonia
alemana en México.
La decisión de Vasconcelos debió ser muy consciente ya que, al menos
desde 1938 en la prensa nacional ya se agitaban intempestivamente mares de
tinta contra los “quinta columnistas”. No es de extrañar entonces que José
Vasconcelos estuviera plenamente consciente de lo que hacía.
A poco más de un año de haber vuelto a pisar el territorio nacional y en
plena guerra mundial, Vasconcelos decidió aceptar la dirección de Timón.
255
II Ser antiyanqui.
Son muchos los estudios que nos recuerdan al pequeño David (alias Vasconcelos)
peleando contra el poderoso Goliat (léase USA); ya sea que varíe un poco el
comienzo de la historia, en definitiva, todos conocemos el final de esta particular
fábula que en muy poco se parece al pasaje bíblico.
Vasconcelos fue un pensador político que agotó todas las formas y los
medios posibles para contrarrestar el grave problema de la intervención de los
sucesivos gobiernos norteamericanos en los asuntos estrictamente mexicanos. Ya
desde muy joven, Vasconcelos se vio en la penosa necesidad de tener que servir
de “empleado” en un negocio de abogados norteamericanos, más tarde
Norteamérica sería un lugar de paso obligado para sus voluntarios destierros.
Aunque consideraba a los Estados Unidos como un país fuerte, libre, idealista y
con características culturales propias, nunca le perdonó que fuera juez y parte,
causa y contraste, de los problemas mexicanos.
Le llamó la “Gran Amiba”, comandada por una aristocracia financiera que
“planea el futuro de todo el planeta”, canto de las sirenas para los mexicanos y sus
gobernantes, panacea de la tentación del dinero. País, supuestamente digno para
sí, pero para con los demás, tramposo y traicionero, utilitarista. Con el poder
suficiente como para haber convertido la economía de América Latina en
bodegones y factorías, la política en teatro guiñol, y la cultura en engañoso
panamericanismo suplantador del verdadero ideal hispanoamericano.
En lo económico, expresó que los norteamericanos eran los dueños de la
ley del más fuerte en materia financiera: el dólar. Con ella imponen el trabajo servil
a los débiles, los condenan a deudas injustas, a estafas internacionales o tratos
256
mercantiles obligados y despreocupados, a subvenciones desgastadoras de
recursos naturales y progresos nacionales, en fin a privilegios que
progresivamente fortalecen al imperio y encajonan a sus víctimas.
En lo político, Vasconcelos es tajante, contundente: los Estados Unidos son
el gran elector de las pseudo democracias latinoamericanas y más que eso, su
consejero, guía y patrón distante. La fórmula es sencilla: cínica explotación de la
dependencia económica de los países pobres y de la vulnerabilidad de sus
gobernantes, por lo regular, corruptos, incapaces y egoístas. El método es simple:
dictaminar las soluciones de la problemática latinoamericana:
Uno de los secretos del partido yanquizante (Juárez, Díaz, Huerta, Carranza, Calles) ha estado en su habilidad para ponerse al frente de las corrientes populares.332
Para entender más al Vasconcelos antiyanqui, habrá que leer su Breve
historia de México. De ese libro, Álvaro Matute escribió: “es lo que es por su
interpretación: Con Vasconcelos, la historia tiene un sentido. Es una historia
universal de España (Pereyra) limitada por la historia universal anglo-americana
(Alamán). (...) El México independiente surge de la acción inglesa contra España,
que capitalizará, el poinsettismo, iniciado con el primer embajador norteamericano
y culminando con la Reforma. Es el triunfo del protestantismo, de la enajenación
hacia los Estados Unidos. De esta suerte el triunfo de Huchilobos es constante: en
lugar de gobernar Alamán, lo hacen docenas de oscuros productos del cuartel”.333
332 Salvador, Perdomo Reyes; op. cit. p. 149.333 Álvaro, Matute; “La Breve historia de México, una lectura de 1982”, México, textos selectos de las jornadas vasconcelianas de 1982, op. cit. p. 145.
257
III. Ser anticomunista y antimarxista.
Vasconcelos a lo largo de su vida criticó a algunas de las diferentes corrientes
ideológicas que tuvieron auge durante los primeros cincuenta años del siglo XX,
como por ejemplo a la positivista, que ya hemos bosquejado, pero a la que le
consagró una rotunda crítica fue a la ideología socialista marxista, particularmente
a la que imperaba en la URSS.
Como leeremos en un importante escrito de Vasconcelos, para este autor
existían dos tipos de socialismo: el socialismo marxista y el socialismo cristiano.
Para Vasconcelos, el socialismo marxista constituía la desvirtuación del socialismo
cristiano. Y en opinión del filósofo, sus actividades revolucionarias de la primera
hora habían sido motivadas por el socialismo cristiano, pero sin caer dentro de la
ortodoxia católica. Para desgracia de México (y de Vasconcelos), según nos sigue
refiriendo el propio escritor, este país no se desenvolvía aisladamente, sino que se
hallaba inmerso en las corrientes generales de su tiempo, por lo que fácilmente su
original movimiento revolucionario fue desvirtuándose, es decir, cayendo hacia el
socialismo de corte marxista.
En el XXI Congreso Nacional de Estudiantes, celebrado en el año de 1953,
José Vasconcelos leyó ante su público lo que hoy es un testimonio valioso para
comprender tanto la división que él hacia respecto del socialismo, como también
su perspectiva de descrédito hacia la corriente liberal heredera de la Revolución
Francesa, además ofrece una visión de las fuerzas extranjeras que operaban
sobre México. Esto último sin que Vasconcelos se olvide de la intervención o
designio de un orden divino (Dios):
258
Obvio ha llegado a ser el reconocimiento de que ningún pueblo civilizado se desenvuelve aisladamente. Cada grupo nacional se halla inmerso en las corrientes generales de su tiempo, y ninguno escapa a las pugnas y afinidades que son el resultado de sus orígenes. De tal suerte que sólo comprenderemos lo nuestro cuando logremos conocer los intereses y los ideales que empujen al proceso de la Historia Universal. Dentro de ella y de modo particular, influyen en nosotros las afinidades y las oposiciones de las culturas de que formamos parte. Entre todos estos factores, tenemos que escoger los elementos que nos permitan llegar a la síntesis que realiza las aspiraciones del orden superior.
Para situar nuestra posición será necesario retroceder brevemente hacia los antecesores inmediatos. Nuestro país toma rumbos nuevos a partir de la Revolución maderista. Se desarrolló ésta bajo la influencia de las corrientes exteriores de su tiempo, que ya respondían a las direcciones que hoy se debaten claramente integradas en las formas del socialismo marxista y el socialismo cristiano.
Los maderistas iniciamos un movimiento que sin plan del todo preciso, reconocía la influencia del socialismo de su momento, todavía bastante confuso pero ya penetrado de los gérmenes directivos que acabamos de señalar.
Nuestra inclinación se manifestó terminantemente a favor de un socialismo cristiano inspirado en las versiones de Tolstoi y Dostoyevski. Los maderistas nunca fuimos juaristas, no podíamos serlo, puesto que condenábamos la política del liberalismo burgués que había producido el latifundio, el positivismo favorable a los llamados “aptos” con desprecio de los ineptos que constituían el pueblo, y al mismo tiempo, vedaba a las personas morales la administración de bienes raíces, con lo que hizo imposible la existencia de las fundaciones de orden educativo y de beneficencia.
Cierto que no actuábamos dentro de la ortodoxia católica. El mundo internacional de aquel momento se había desviado de ella; la doctrina de las encíclicas sobre la justicia social, todavía no plasmaba en partidos políticos. Pero al adoptar aunque sea de modo provisional, el reformismo de tipo tolstoiano, nos colocamos automáticamente en el bando opuesto de las legiones ya poderosas que se inclinaron hacia el marxismo y acabaron por conquistar para sus fines a la mitad de la especie humana.
El nombre de Carlos Marx se fue abriendo paso en medio de perturbaciones y cataclismos sociales como el ruso que anunciaron la presencia del Anticristo, el enemigo tradicional de la sociedad cristiana y también de nuestros propios comienzos revolucionarios sinceros.
Dividida la revolución mundial desde el principio en las dos grandes ramas rivales –la del socialismo ateo y la del socialismo cristiano-- por lo pronto el liberalismo de la Revolución Francesa quedó desplazado. En México también, la doctrina que halló expresión en los programas educativos de los años 20 al 24 mantuvo la reforma social dentro de los cánones del amor al prójimo y halló, desde entonces, la inquina sorda de los que insisten en tomar a Poinsett de precursor, si no es que también de abanderado, y pese a que su política nos ha convertido en factoría del imperialismo y, en el orden moral, en satélite de la doctrina que acabó con nuestro Imperio Español y con las formas de una cultura tradicional latina. Era inevitable más tarde, la lealtad que mantuvimos a un socialismo de
259
inspiración cristiana, nos condujese a la versión mexicana de lo que es cristiano, o sea lo católico. Pero desde entonces juzgábamos que era menester que nuestra patria conquistase la armonía interior, indispensable a su progreso. Sin reservas, remitíamos al pasado la vieja y estéril pugna de conservadores y liberales, y procurábamos superarla adoptando las doctrinas vivas de nuestro tiempo.
Desde el maderismo hasta la integración de un mañana subordinado al espíritu, no hay sino unidad esencial. En cuestiones de fondo, no hemos cambiado. Nuestra posición sigue siendo avanzada en lo que se refiere a las exigencias de la justicia social. Pero al mismo tiempo abrimos el pecho a lo eterno e invocamos el reinado del espíritu.
Pero no reconocemos como espíritu esa falsificación suya que el racionalismo nos ofrece bajo el mito de abstracciones como la justicia y la libertad y la razón misma endiosada, ni el propósito de sustituir el Dios vivo de la Iglesia con lugares comunes que no comprometen ni conducen a las buenas obras y sí nos apartan del poderío de lo sobrenatural. Es decir, una doctrina divorciada de la caridad y de la fe y por lo mismo, ordenada al fracaso.
En consecuencia debemos proclamarlo con toda claridad: Sólo podrá salvar a México aquella generación que como la de ustedes o de alguna otra que todavía no aparece, logre fusionar las actividades públicas dentro de las normas de la doctrina social cristiana, que es la mejor herencia de la posguerra y ya tiene posiciones firmes en Europa y en la América Hispana.
No hay otra alternativa: la democracia cristiana o el marxismo soviético: Cristo o el Anticristo.334
Conforme nos acerquemos a la obra vasconceliana nos encontraremos con
que son varios los testimonios que José Vasconcelos nos dejó para explicarnos
tanto la falta de fe que sintió hacia la ideología liberal, heredera de la revolución
francesa, como su rechazo rotundo hacia la ideología comunista de tipo soviético.
Por lo que a esta investigación concierne, los testimonios más relevantes
en los que Vasconcelos plasmó sus inmejorables argumentos para explicar su
posición respecto a las ideologías comunista de tipo soviético y la liberal, se
encuentran en los mensajes a la juventud mexicana, durante los Congresos
Nacionales de Estudiantes XIX y XXI. En esos escritos, Vasconcelos se sitúa a sí
mismo como “la conciencia que contempla su momento histórico”. Si bien ambos
334 Alfonso, Taracena; op. cit. p. 21.
260
documentos fueron elaborados después del año de 1951, esto es, 10 años
después de su participación como director de la revista Timón, constituyen
señales y pruebas claras con las que podemos entender que José Vasconcelos
viera en el fascismo un “contrapeso aprovechable”, útil en la medida en que
impidió el fin de la era cristiana:
Delante de nosotros muchos viejos sistemas se hallan en bancarrota. Doctrinas que parecían perdurables han mostrado su interna gangrena y se derrumban impotentes. Ideas que ayer no más recibían acatamiento general, vénse condenadas al descrédito. Seguimos anhelando la libertad y la justicia, pero han variado totalmente los caminos que emprenderemos para buscarlas. Por todas partes el liberalismo derivado de la Revolución Francesa, es enjuiciado y nuevos programas conducen a soluciones más certeras del problema social. (...) El mundo se transformó como consecuencia de las últimas grandes guerras. En la crisis se vio claro que el liberalismo se había prostituido, falto de algún contenido de piedad que hubiera puesto límite a las ambiciones de lucro que desató el capitalismo. Por su parte, el socialismo, al renegar de sus orígenes cristianos, se fue encaminando por la lógica materialista hacia el odio de la lucha de clases, para caer finalmente en los horrores de la dictadura política de tipo soviético. Marx y Lenin nunca podrán simbolizar el anhelo de superación mundial y espiritual y nunca podrán sustituir a Jesucristo.
La organización actual del Capitalismo de estado ruso no disimula su admiración por los Estados Unidos, a quienes trata de copiar. Pero lo que yo reprocho al comunismo es el endiosamiento de la técnica, de la máquina que rompe las alas del espíritu humano. Marx y Lenin nunca podrán simbolizar el anhelo de superación moral y espiritual; en otras palabras nunca podrán sustituir a Jesús.335
Esos mensajes a la juventud mexicana correspondientes a los años de
1951 y 1953, están en correlación a otro testimonio de José Vasconcelos escrito
en el año de 1953. Me refiero especialmente al prólogo que escribió para el libro
Derrota Mundial de Salvador Borrego E. 336
En dicho prólogo, Vasconcelos no sólo vuelve a insistir en atacar a la
ideología comunista de tipo soviético de corte staliniano, también nuevamente
335 Alfonso, Taracena; op. cit. p. 22.336 Salvador, Borrego; Derrota Mundial, México, ediciones del autor, 1999.
261
advierte a los lectores mexicanos y de la humanidad, del peligro que corre la Era
cristiana, puesto que fuerzas ocultas pretenden desaparecerla:
Ya no es sólo Polonia; media docena de naciones europeas que fueron otros tantos florones de la cultura cristiana occidental, se encuentran aplastados por la bota soviética, se hallan en estado de desintegración definitiva. Y el monstruo anticristiano sigue avanzando. (...) El caso contemporáneo tiene antecedentes en las invasiones asiáticas de un Gengis Kan, que esclavizaba naciones; tiene antecedentes en las conquistas de Solimán, que degollaba cristianos dentro de los templos mismos que habían levantado para su fe. El conflicto de la hora es otro de los momentos angustiosos y cruciales de la lucha perenne que tiene que librar el cristianismo para subsistir. 337
En resumen, podemos inferir una situación extrema: Vasconcelos sentía un
profundo descrédito hacia las ideologías liberal y comunista, esto explica el
interés que le despertó la aparición del fascismo. Si Mussolini y Hitler no se
pronunciaban en contra del catolicismo y además firmaban convenios con el
máximo representante de la Iglesia Católica, podía ver en ellos y en sus
regímenes un contrapeso al comunismo y a lo que él llamó el poinsetismo. Esto
explica el interés real de Vasconcelos por el fascismo: por su capacidad intrínseca
de “desinfectante” de la epidemia marxista. Exorcismo de los posesos comunistas.
IV. Ser panfletario y reaccionario.
Bajo el signo de una coyuntura internacional en la que millones de seres humanos
se estaban batiendo en duelo a muerte a favor de la democracia en contra de los
regímenes totalitarios, José Vasconcelos consideró pertinente recordarle a los
mexicanos, ya que tanto se hablaba de democracia, que:
337 Salvador, Borrego; op. cit. p. 6.
262
(…) hoy es cuando más oportuno resulta recordar que si alguien en México creyó en el sufragio y se sacrificó por él, ese fue Madero. Y si la revolución cayó después en manos de un caudillaje sin letras, analfabetas que tenían que asesorarse del leguleyo, no fue ese el carácter originario de la Revolución. Contrariamente a nuestras tradiciones republicanas, la revolución de 1910 no comenzó con un “grito”, sino que la había preparado un libro, y la había determinado un programa, escritos ambos por Madero.
Es de recordarse también que en el orden político la revolución maderista venía resuelta a corregir la plana del liberalismo, en lo que hace a la destrucción del latifundio de los científicos, Madero postuló francamente la necesidad de revisar la Leyes de Reforma y el programa entero del juarismo, para crear un nacionalismo de unión patriótica y de paz social indispensables para asegurar nuestro progreso.338
En opinión de Octavio Paz339, en esa hora crítica de la humanidad, José
Vasconcelos estaba poniendo en entredicho “el proyecto nacional mismo”, tal
como había sido formulado desde la Independencia. Vasconcelos al hacer el
repaso a la historia moderna de México encontraba que los tres proyectos, el
liberal, el positivista y el revolucionario constituían variantes de la misma idea:
convertir a México en una nación moderna. Pero en opinión de Vasconcelos, los
tres proyectos habían tenido un mismo final: el fracaso.
Dicho fracaso se explica de la siguiente manera. El triunfo de los liberales
después de la lucha civil en contra de los conservadores, había derivado en la
figura de un dictador que sólo varió de nombre entre Juárez y Díaz. En su
oportunidad, los porfiristas se consideraron liberales, poco más tarde, la gran
mayoría de revolucionarios se considerarían herederos y continuadores de la
constitución de 1857 y las leyes de Reforma, lo que derivó en la construcción de la
de 1917, también con un marcado carácter liberal. A todos ellos –continúa
explicando Octavio Paz, siguiendo la propuesta de José Vasconcelos- procedió el
338 José, Vasconcelos; “Octavio Paz”, México, 24 de marzo de 1994, en El Ángel de Reforma. 339 Octavio, Paz; Obras completas, México, ediciones del Fondo de Cultura Económica, 1998, volumen 8, p. 360.
263
fracaso.340 Dentro de este proceso, despunta el carácter originario de la
Revolución de Madero, con un programa que no era otra cosa más que la revisión
del mismo proyecto liberal. Programa después “destrozado y negado, pero nunca
mejorado”.
Si José Vasconcelos ponía en entredicho las bondades largamente
esperadas del proyecto liberal, este hecho no lo convertía en retrógrada único y
aislado del resto del mundo. En esencia, la de Vasconcelos era una crítica a la
idea del progreso. Recordemos que la crítica del progreso lineal, continuo,
irreversible, que se desarrolla de acuerdo con el mismo modelo en todas las
sociedades, se había iniciado poco después de la Revolución francesa
contraponiéndose en un esfuerzo de reacción cuya expresión fue sobretodo
política, pero que se fundó en una lectura reaccionaria de la historia341.
La primera guerra mundial sacudió la fe en el progreso, pero no la hizo
desaparecer, porque el mito de la última vez había restaurado cierto optimismo.
Entre 1929 y 1939 una primera serie de hechos infirió nuevos golpes a la ideología
del progreso: primero la crisis de 1929 puso fin al mito de la prosperidad e implicó
sobre todo al país que se estaba convirtiendo en un modelo del progreso
económico, social y político: Estados Unidos de América. Después se dio la
evolución de dos nuevos modelos de sociedad: la sociedad soviética y la sociedad
italiana y alemana. La revolución rusa pareció dar nuevo impulso a las esperanzas
generadas por la revolución francesa de 1789, pero los relatos de los viajeros que
340 Octavio, Paz; Obras completas, op. cit. p. 363.341 Acerca de esta lectura de la historia, véase el libro de Francois Furet, El pasado de una Ilusión y/o el primer capítulo de esta tesis.
264
volvían de la Unión Soviética, como Retour d’ URSS de André Gide (1936), y los
rumores sobre los procesos estalinistas no tardaron en amortiguar el entusiasmo.
A la derecha, la evolución del fascismo italiano y el nazismo alemán daba lugar a
inquietudes paralelas. Por último, las guerras de Etiopía, de España y la guerra
sino-japonesa aparecieron cada vez más claramente como el preludio de una
nueva conflagración mundial.”342
Así, hacia mediados de la década de los treinta, la crítica contra el ideal del
progreso, no era propiedad exclusiva de la derecha o de la izquierda, como
tampoco lo es el hecho de apelar a la idea de revolución, aunque el significado de
esa palabra tenga distintas connotaciones, según los intereses de cada bando o
ideología.
En 1941, Octavio Paz había escrito unas líneas acerca de José
Vasconcelos que no sólo lo describen a la perfección, también muestran al
hombre comprometido con su siglo e irremediablemente envuelto en las pasiones
de esa época:
Este hombre ha creado con palabras las cosas de América. Mejor dicho, les ha dado voz. En Vasconcelos hablan los ríos, los árboles y los hombres de América. No siempre hablan como debieran; el ímpetu elocuente nubla, en ocasiones, las cosas, pero a cambio de eso ¡cuántos vivos relámpagos, cuántas páginas serenas, quietas y arrebatadas, como la danza lenta, casi invisible, de las nubes en el cielo del Valle! Vasconcelos es un gran poeta, el gran poeta de América; es decir, el gran creador o recreador de la naturaleza y los hombres de América; ha sido fiel a su tiempo y a su tierra, aunque le hayan desgarrado las entrañas las pasiones. La obra de Vasconcelos es la única, entre las de sus contemporáneos, que tiene ambición de grandeza y de monumentalidad.343
342 Jacques, Le Goff; op. cit. p. 225.343 Octavio, Paz; Obras Completas, Vol. 4. p. 347.
265
En efecto, en 1941, José Vasconcelos estaba a punto de ser desgarrado
por una pasión o un “mal” de su siglo: había sentido SIMPATIA por el nacional
socialismo alemán.
5.5 La revista Timón y la crítica.
La única investigación exhaustiva, pretendidamente seria que se ha escrito sobre
la participación de José Vasconcelos en la revista Timón, hasta donde hoy se
sabe, es la de Isac Bar Lewaw Mulstock, fuera de esta, sólo se han escrito
comentarios dispersos y no siempre desprovistos de encono irracional contra
Vasconcelos.
Por lo que respecta a Lewaw Mulstock, su trabajo La revista Timón y José
Vasconcelos, publicado en el año de 1971, también acusa deficiencias, aunque la
mayor quizás no fue culpa suya: la presentación de su trabajo se hizo en una
edición horrenda, plagada de errores que a veces no permiten diferenciar entre lo
que él piensa y lo que verdaderamente escribió Vasconcelos. Tiene el enorme
mérito de recuperar todas las editoriales y artículos firmados por Vasconcelos en
la revista Timón, pero en su trascripción también se cometieron errores. En más
de 250 hojas Bar Lewaw ofrece a sus lectores “el fruto de intensas investigaciones
y búsquedas en varias bibliotecas oficiales y privadas”, pero a pesar de esto, ya
desde la “nota preliminar” advierte a sus potenciales lectores que: “El testimonio
que se presenta en las siguientes páginas es muy grave ya que Timón, Revista
266
Continental cuyo director era el Lic. José Vasconcelos, constituye una mancha
muy grave en la vida y obra de nuestro Ulises Criollo”.344
Desafortunadamente, para la época en que Lewaw Mulstock escribe su
investigación (1971) el análisis del anticomunismo aún era motivo de enconadas
discusiones. Lewaw Mulstock especula sobre infinidad de datos encontrados
durante sus pesquisas mientras inspeccionó la revista Timón, sin embargo, no
atina a dedicarle un espacio especial a la crítica constante y perenne que
Vasconcelos hizo contra la ideología comunista. Tampoco encontramos un
análisis serio por parte de Bar Lewaw en relación a la postura de Vasconcelos a
favor de la Iglesia católica. En La revista Timón y José Vasconcelos, Bar Lewaw
sólo hace la siguiente referencia al tema religioso:
La temática de Timón es variada y está presentada a la manera de un periódico barato que busca complacer al vulgo a quien está destinado. Se publican noticias y artículos firmados y no firmados sobre el cine alemán, Holywood, la ópera, filatelia, técnica, adelantos de la ciencia, temas de índole religiosa, delincuencia infantil, escultura, pintura, toros, boxeo, programas de radio, etc. Se encuentran cuentos y trozos de varias novelas, entre ellas La Gitanilla de Cervantes y La puerta estrecha de André Gide.345
Con base en los comentarios anteriores, Bar Lewaw parece olvidar que tan
sólo cinco años antes de la aparición de La revista Timón y José Vasconcelos,
él mismo escribió una biografía sobre la vida y la obra de José Vasconcelos en la
que señala:
Los artículos del periodista Vasconcelos que hemos podido consultar durante la preparación de esta obra crítica contienen a grosso modo los siguientes temas:
1) Temas constitucionales y de derecho público. El sufragio y los poderes públicos.
2) La libertad del individuo frente a las dictaduras3) Orden público y la autoridad
344 Itzhak, Bar Lewaw; José Vasconcelos y la revista Timón, México, editorial Edimex, 1971.345 Itzhak, Bar Lewaw; José Vasconcelos y la revista Timón, op. cit. p. 16.
267
4) Corrupción y abusos de los regímenes militares5) Democracia y tiranía6) Cuestiones religiosas y el progreso técnico de la humanidad.7) Temas de costumbres8) Temas sobre Iberoamérica frente al coloso del Norte.9) Temas educacionales y sociológicos.10) Miscelánea literaria. 346
Si ya en 1966, Bar Lewaw había afirmado que los artículos periodísticos de
Vasconcelos en buena medida se enfocan al estudio de temas religiosos (No 6),
¿por qué le parece que La revista Timón y José Vasconcelos tocó el tema
religioso de manera superficial y sólo para “complacer al vulgo a quien está
destinado ese periódico barato?”.
Bar Lewaw no quiso o no pudo señalar que a José Vasconcelos el
“fermento del comunismo” empieza a causarle verdadera preocupación muy
señaladamente a partir de la persecución de religiosos en México con el gobierno
de Plutarco Elías Calles.
Por el propio Vasconcelos sabemos que su campaña política, en la que fue
postulado para presidente de la república en 1929, estuvo marcada por un
enconado odio contra Elías Calles, odio además acrecentado por su justa
indignación dada la persecución de la que eran objeto los católicos en México. En
su libro El Desastre, Vasconcelos refiere:
En los altos círculos de Washington todo se lo perdonaban a Calles porque les servía de brazo para pegarle a la Iglesia. Y lo que no hubieran osado hacer en su propio territorio lo gozaban en el nuestro. Una suerte de instinto les hacía ver que la iglesia mexicana podía, en un momento dado, convertirse en reserva y apoyo de los católicos yanquis. Por eso han estimulado en nuestro territorio medidas como la confiscación de bienes, la supresión de conventos que ellos mismos no osaron poner en práctica, por ejemplo, en Filipinas. El mismo instinto los tiene convencidos y con razón de que la destrucción del catolicismo quita a nuestra raza su más vigoroso aglutinante y la deja a merced de la conquista espiritual que
346 Itzhak, Bar Lewaw; José Vasconcelos (vida y obra), México: editora intercontinental. 1965.
268
es el antecedente de la dominación política y económica del territorio entero.347
También sabemos que después de haberse asilado por algún tiempo en los
Estados Unidos, en noviembre de 1928, Vasconcelos regresó a México para ser
postulado como candidato a presidente de la república, y en una de sus primeras
paradas, en Nogales Sonora, pronunció un discurso memorable, durante el cual
tocó el tema religioso:
Vuelvo a la patria después de uno de esos lapsos de dolorosa ausencia y me sorprende la fortuna al llegar (...) para revelarme la fuerza que late en el pueblo. México se queda sin religión castiza... sucede que entre nosotros sólo la secta extranjera puede acercarse a las almas, porque su bandera no es la humilde tricolor, sino otra que se respalda con escuadras navales y con ejércitos. (...) ¡México, levántate!... la más grave de las amenazas de toda tu historia se urde en estos instantes en la sombra; pero aún hay fuerza en tus hijos para la reconquista del destino. Deja que los menguados vacilen... tus hombres están ya de pie; y por el viento pasan himnos de regeneración y de victoria...348
Finalmente, Bar Lewaw nunca examina ni entrelaza en La revista Timón y
José Vasconcelos otro tema característico y constante en la obra periodística de
José Vasconcelos, incluso anterior a su participación en la revista Timón: es decir,
la profunda preocupación de Vasconcelos por el crecimiento impune y
desbordante del imperio japonés. Está claro que a Vasconcelos le preocupó no
tanto la “ficticia” amenaza militar del imperio del sol naciente, sino la exportación
de su religión, otra más opuesta a la católica.
A Bar Lewaw se le olvida hacer comentarios respecto a estos temas y esto
a pesar de que durante sus “intensas investigaciones y búsquedas en varias
bibliotecas, oficiales y privadas, y hemerotecas al través del territorio de la
347 José, Vasconcelos; El Desastre, México, editorial Trillas.348 José, Vasconcelos; El Desastre, op. cit. p. 134.
269
República Mexicana y el resto de las Américas”, seguramente leyó en Breve
historia de México, el testimonio con que Vasconcelos remata su libro:
... hay un aspecto que conviene hacer resaltar. Y es que, afortunadamente, también le declaramos la guerra al Japón, y muchos mexicanos prestaron colaboración militar para aquella remota campaña. Y no es que tuviésemos cargo concreto en contra de la política imperial japonesa. Pero era evidente que las pretensiones expansionistas de los militares que por entonces dirigían el agresivo “Imperio amarillo”, no se hubieran detenido ante nuestras costas del Pacífico, si no hubiese sido por el resguardo indirecto que nos daba la Marina de Norteamérica. La suerte de Filipinas, castigada por la invasión nipona, pudo muy bien ser la nuestra, de no mediar el poderío de la gran nación del Norte. Esto explica el entusiasmo popular con que fue vista la intervención de un escuadrón de guerra del Cuerpo Aéreo Mexicano, que se batió en Oceanía al lado de los pilotos yanquis. Al mismo tiempo, resulta de justicia mencionar el contingente armado que prestaron al Ejército norteamericano, especialmente al cuerpo del Ejército de MacArthur, los millares de mexicanos residentes en el sur de los Estados Unidos, junto con otros muchos hermanos de raza ya nacionalizados como ciudadanos de Norteamérica. La circunstancia de que el mexicano supo cumplir con honra esta misión que le impuso el destino, está comprobada con el número crecido de condecoraciones de guerra que supieron ganar los nuestros. Para nosotros, la participación reducida que tomamos en aquella guerra, fue un episodio de efectos morales apreciables.349
Con todo, el trabajo de Bar Lewaw es quizás la única investigación que
intenta interpretar el por qué de la participación de Vasconcelos en la revista
Timón.
Por lo que a mí respecta, es improbable que Lewaw Mulstock no haya
dado, durante sus “intensas investigaciones y búsquedas en varias bibliotecas
oficiales y privadas”, con el prólogo que José Vasconcelos escribió para la
segunda edición del libro de Salvador Borrego titulado Derrota Mundial. Prólogo
escrito durante el año 1954, finalmente publicado en 1955, y que viene a ser el
349 José, Vasconcelos; Breve historia de México, México, Fernández Editores, 1967, Vol. 2.
270
testimonio más claro del consecuente Vasconcelos despotricando contra el
comunismo, sin que esto lo convirtiera abiertamente en un fascista.
Esta cereza en el gran pastel de la obra vasconceliana alcanza, a lo mucho,
para consagrarlo como a uno de los intelectuales del conservadurismo mexicano;
pero claro está que tampoco sirve para darle un nivel sublime, pues si algo queda
claro en sus escritos de la época, es que era un “intelectual fatigado”.
271
6. SALVADOR BORREGO, EL CASO EXCEPCIONAL DE UN REVISIONISTA
MEXICANO.
“si los perros ladran, Sancho, es señal de que cabalgamos”
6.1 Apuntes para una Biografía.
Tema obligado al hablar de la supuesta simpatía de determinados intelectuales
mexicanos hacia el fascismo o el nacionalsocialismo, es el de la obra del escritor
Salvador Borrego.
Si como dice Octavio Paz “escribir es una tarea que pide algo más que
dedicación y perseverancia: la vida entera del escritor”, las palabras del poeta
describen a la perfección las actividades de Don Salvador Borrego, quien a lo
largo de su vida ha sido un dedicado y perseverante crítico económico y social,
que es decir un crítico político. Para ello habría de valerse de su pensamiento y
de la escritura, exposición detallada y argumentada. Al principio en el periodismo
y más tarde en la publicación independiente de una extensa obra escrita.
Advierto que no conozco en detalles la vida de Salvador Borrego E., es
poco afecto a hablar sobre su persona. Por el contrario, manifiesta una abierta
disposición cuando se le inquiere respecto a sus libros. De manera que la
biografía de Salvador Borrego quizás nunca llegue a concretarse. Lo poco que a
272
continuación expondré a cerca de su vida, me lo confió el propio don Salvador en
una serie de entrevistas que comenzaron en el año que lo conocí personalmente
(1999).
La Revolución mexicana y la inestabilidad política que trajo consigo,
motivaron un constante peregrinar por la república para la familia Borrego
Escalante, de aquí que el pequeño Salvador, naciera en la ciudad de México en el
año de 1915. Sin embargo, en cuanto la estabilidad política lo permitió, la ciudad
de Durango se convirtió en el escenario en el cual creció el joven Salvador
Borrego.
De la instrucción escolar que recibió sabemos que, en una época en la que
no era importante la acreditación curricular, realizó sus primeros estudios en un
colegio católico. Más tarde, en la ciudad de Torreón, hizo estudios de economía e
historia en un instituto español.
Hacia el año de 1932, la carrera militar despertó el interés del joven
Salvador. La principal motivación de ingreso a esta noble institución, se debió al
alto impacto que ejercía la escuela francesa en la instrucción militar. Desempeñó
el grado de cabo y eventualmente el de sargento. Un repentino cambio en la
legislación castrense que truncaba la posibilidad para los elementos de tropa de
ascender al grado de oficiales, obligó al novel militar a decidir su salida de esa
institución. De la carrera militar truncada Borrego elegirá el camino del
periodismo. Esto fue en buena medida motivado por un hermano mayor de
Borrego, quien había fundado el periódico Tribuna en la ciudad de Durango.
Tribuna fue el trampolín de Borrego hacia Excélsior. En este último periódico
273
entró cubriendo a los reporteros que se iban de vacaciones y más tarde se
convertiría en uno de los mejores discípulos de don Miguel Ordorica.
Probado en la técnica periodística moderna, en la década de los cuarenta
del siglo XX se incorporó al equipo de trabajo de García Valseca. Su vocación y
dedicación a la investigación y el análisis lo llevaron a un asenso meteórico que lo
condujo a ser artífice y pieza clave en la construcción y excelente funcionamiento
de la cadena de periódicos de García Valseca (C.G.V.). 350
No se habla ni se ha escrito sobre la etapa del periodista activo Salvador
Borrego, merece una investigación aparte a la presente una exposición detallada
de las actividades de Salvador Borrego en la prensa nacional. De 1939 hasta el
año 1973, a Salvador Borrego lo encontramos en un incuantificable trabajo
periodístico. Antes de 1939, ya ubicamos su participación en Excélsior, con
breves “licencias” para colaborar en la fundación de los periódicos de la cadena
de G.V.; de 1939 hasta 1944, Borrego hizo un noticiero para la empresa de radio
XEW que por nombre llevaba “el noticiero carta blanca”, lo leían los locutores
“Bernal” y el “bachiller”; en 1949, fue nombrado director de la Academia de
periódicos de G.V. (si no la primera, una de las primeras de América Latina); en el
año de 1965, renuncia terminantemente a Excélsior (muy sonada en el ámbito
350 “García Valseca llegó a fundar 47 diarios, de los cuales 37 conservaron la vida y prosperaron. Además introdujo el nuevo sistema de offset-color y con el Sol de México Vespertino, y el Sol de México matutino, fundados en 1965, se colocó a la cabeza de los diarios metropolitanos y de provincia. Su organización periodística fue la más grande de México, y única en su género en el mundo. Sus periódicos introdujeron nuevos sistemas informativos; realizaron campañas en favor de la agricultura; para proteger los bosques y evitar la erosión; para que se dieran garantías al agricultor y se redujera la importación de víveres; para abrir modernas vías de comunicación; para impulsar el deporte y alejar a la juventud de la ociosidad y el vicio; para que se mejoraran los servicios públicos; para impulsar la instrucción primaria y superior; para que los funcionarios incumplidos fueran obligados a afrontar los problemas nacionales, etc. etc.” Más información sobre el particular en el libro de Salvador Borrego; La biografía de García Valseca, México, ediciones del autor, 1984, p. 13.
274
periodístico) para incorporarse definitivamente a la cadena, hasta su renuncia a la
dirección del periódico Tribuna de Monterrey, en 1973.
No se ha investigado prácticamente nada, pero baste adelantar que como
periodista dispuso un especial énfasis en dar seguimiento informativo de los
grandes problemas nacionales. Entre las muchas empresas que Borrego
acometió en su labor como periodista activo están las reestructuraciones de
algunos de los diarios más importantes de la Cadena de Periódicos de García
Valseca. Sus aportaciones fueron múltiples. Ante todo fue un hombre
independiente, con sentido crítico, valeroso que nunca temió divulgar los hechos
tal y como sucedieron. Si Salvador Borrego no siguió figurando entre los nombres
de los personajes que forman parte de la vida periodística cultural mexicana, se
debe en gran medida a razones políticas más que a un declive de sus
capacidades como periodista. El 7 de junio de 1965, por ejemplo, la cadena
García Valseca lanzó el primer diario vespertino de offset-color en la historia del
país; el nuevo periódico (El Sol de México Vespertino) aparentando ser dirigido
por don Miguel Ordorica (muerto dos años antes) en la práctica era en realidad
dirigido por Salvador Borrego. Poco más tarde cuando se fundó Tribuna de
Monterrey (1973), Borrego aparece al fin como director del periódico. Pero, sólo
por breve tiempo ya que 1973 marca el último año en que participa como
periodista activo. A sólo unos meses de que La Asociación Nacional de la
Publicidad, con sede en el Distrito Federal, concediera a Tribuna de Monterrey un
diploma como “El Mejor diario de la Provincia Mexicana”, Borrego publicó su
“último artículo” en ese mismo diario. En éste manifestó su renuncia ante la nueva
275
directiva “carente del mínimo y elemental conocimiento del ejercicio del
periodismo”.
En el fondo, la renuncia de Borrego incluía más de lo que aparecía en su
artículo. Se trató en efecto de una protesta individual y moral. 1973 es también el
año en que después de ciertos sucesos ominosos:
acoso e intervención del gobierno federal en la Cadena; presentación de un Fideicomiso Irrevocable de Administración a consecuencia de una reciente deuda económica de la Cadena; intento de rescate a través de la compra-venta de la Cadena por parte del grupo de empresarios mexicanos encabezados por don Eugenio Garza Sada que lamentablemente no fructificó por que a unos días de la firma definitiva del contrato “a causa de una coincidencia trágica” don Eugenio fue asesinado por una guerrilla urbana; seguido de otro suceso trágico “cuando otra guerrilla urbana secuestró en Guadalajara al industrial Fernando Aranguren -muy amigo de la familia Garza Sada y Garza Lagüera- a quien don Eugenio había invitado a participar en la operación de rescate de la Cadena”; llamadas constantes a las instalaciones de la cadena para anticipar que “el coronel sería el tercer muerto de la lista”; presencia aparentemente policiaca en todas las sedes de la Cadena para garantizar la seguridad de los colaboradores de García Valseca; y un largo etc.351
y “en contra de los deseos y de los intereses del coronel García Valseca”, la
Cadena de periódicos quedó prácticamente, desde el 24 de octubre de 1973,
como una nueva empresa estatal. Que en breve tiempo (3 años) volvería a ser
una empresa privada destacando como caso único entre no menos de
ochocientos.
Del periodo comprendido entre los años que van de 1939 hasta 1973,
destacan particularmente cinco puntos de intersección en los que la obra de
Salvador Borrego adquiere un amplio significado.
Primero: Hacia la mitad del siglo XX, Salvador Borrego, consciente de la
escasa bibliografía en castellano sobre el oficio de periodista, escribe el libro
351 Salvador, Borrego; op. cit. pp. 89-110.
276
Periodismo Trascendente352 1951) que se convirtió en todo un éxito, y al autor lo
hizo muy identificable en el medio periodístico. En su momento, se catalogó al
libro como al “más completo de cuantos se hayan escrito en lengua castellana
sobre la estructura y esencia del periodismo”.
Segundo: En 1949, fue designado director de la primera academia Teórico
Práctica de Periodismo de la C.G.V. “para becar y capacitar a jóvenes interesados
en cursar las especialidades de reportero, jefe de información, secretario de
redacción y jefe de redacción”.
Tercero: Cuando Borrego trabajó en la redacción de Últimas Noticias de
Excélsior, comenzó a preparar un amplio archivo con información sobre los
acontecimientos diarios que hoy conocemos bajo el nombre de Segunda Guerra
Mundial. Mucha de esa información provenía de las agencias de noticias
extranjeras, quienes estaban librando escalofriantes batallas subterráneas para
apoderarse de los principales medios de comunicación (y de influencias
ideológicas) con los que contaba el país. Ante la inusitada cantidad de
información que se originó por tan relevante acontecimiento, lo más difícil fue
elegir documentación confiable. Aquí fue donde entraron en juego los 10 años de
experiencia en Excélsior de Borrego. Además, dos acontecimientos ayudaron a
que Salvador Borrego despejara sus últimas dudas. Por una parte, “el día 11 de
junio de 1940 el Secretario de Gobernación convocó a los editores y gerentes de
los periódicos de la ciudad de México. Les comunicó que la política exterior oficial
del gobierno mexicano era de simpatía hacia los Estados Unidos y les pidió su
352 Salvador, Borrego; Periodismo trascendente, México, ediciones del autor, 1951.
277
colaboración en el fomento de las relaciones amistosas entre los dos países”.353
En unas palabras “se había decidido ejercer censura y control a las informaciones
de prensa extranjera”. Como acto complementario a este primer elemento,
siguieron las “purgas” y la “mordaza” hacia los diarios nacionales. Don Miguel
Ordorica, por ejemplo, fue una de las primeras víctimas.
Entonces, lo que la censura aliada prohibía publicar pero que aparecía en
todas las agencias extranjeras de uno u otro bando, incluyendo las
“independientes”, pasó a formar parte de la documentación seleccionada de
Salvador Borrego.
Borrego refiere que al principio, esos registros respondían más a su interés
por los temas del ámbito militar. En efecto, muchos de los documentos guardados
por Salvador Borrego tenían que ver con las batallas que se llevaron a cabo en
Europa y el territorio ruso durante la Segunda Guerra Mundial. Primero fue el
sentido común, más tarde se apoyó en la investigación periodística, pero con el
transcurso del tiempo se encontró en un vasto trabajo de campo. De manera que
de lo militar pasó a lo ideológico.
A la par de sus actividades en el periodismo, durante 14 años Borrego
estuvo investigando y conformando su expediente. Incluso visitó España,
Alemania e Italia, así como los Estados Unidos, “para hacerse de más fuentes
documentales y entrevistar personas que estuvieron en la guerra”. Fruto y síntesis
de ese trabajo es el libro Derrota Mundial354.
353 Justamente como escribe José Luis Ortíz Garza: “con marcos, dólares, francos y libras esterlinas, gente como George Creel, Robert Murray, Theodore Schumacher, Artur Dietrich, Nelson Rockefeller, Jacques Soustelle, Robert H. K. Marett y muchos otros escribieron capítulos inéditos y poco edificantes en la historia de los medios masivos de difusión en nuestro país”: José Luis, Ortiz Garza; op. cit. contraportada.354 Borrego, Salvador; Derrota mundial, México, ediciones del autor, 1953.
278
Publicado por vez primera en 1953, el libro cayó como braza ardiente entre
el mundillo de intelectuales mexicanos. Algunos críticos dictaminaron su rechazo
hacia Derrota Mundial por su “alto contenido antisemita y antimarxista”.
Particularmente esto último convirtió al autor en un ser inexcusable, incapaz de
ser asimilado o perdonado. Peor aún, a partir de ese momento al escritor se le
identificó con la extrema derecha mexicana, de la noche a la mañana lo hicieron
heraldo y más tarde “el ideólogo”. Como Derrota Mundial fuera alcanzando su
segunda edición, la tercera, la cuarta o la última, al escritor le siguieron colgando
toda clase de adjetivos, pero el que más ha persistido es el que lo tilda de
antisemita.
Cuarto: En medio del éxito comercial de Derrota Mundial. En 1964 publicó
el libro América Peligra355, que con poderoso bisturí disecciona en las entrañas
de la historia mexicana y entrega una investigación disímil, de la historia
oficialista. Sin desperdiciar otras fuentes no convencionales Borrego indaga y
expone el origen y la formación de la nación mexicana, así como las relaciones
exteriores de México desde su formación. Pero la historia contada por Salvador
Borrego nuevamente sería atacada por las “capas cultas” de la izquierda
mexicana, señalando a su libro como la obra de un reaccionario opuesto a los
triunfos de la Revolución Mexicana.
Quinto: Su renuncia al periódico Tribuna de Monterrey, en el año de 1973,
coincide con la venta de la Cadena de periódicos de García Valseca.
Tal y como está escrito líneas atrás, estos cinco elementos dan un amplio
significado a la obra de Salvador Borrego; obsérvese además que en conjunto son
355 Borrego, Salvador; América Peligra, México, ediciones del autor, 1964.
279
componentes torales que conducen al análisis minucioso de la historia del
periodismo en México durante casi todo el siglo XX.
Destaco que un sexto elemento debe agregarse a la investigación, lo he
dejado aparte porque corresponde a la etapa posterior al año de 1973. Ya decía
que conforme Salvador Borrego se hizo un escritor más incómodo para los
sectores de la izquierda mexicana, fue siendo atacado. Concretamente, a partir de
esa década, comienza la etapa más virulenta de persecución contra su
persona/obra. En los setenta, según refiere Salvado Borrego, su obra se enfrentó
a “un acérrimo boicot editorial, decretado por la Liga Antidifamación”.356 Sin
adelantar la certeza o la falsedad de esta última afirmación de Salvador Borrego,
conviene aclarar que, si antes de esta época, los críticos de Salvador Borrego no
atinaron a ponerle maldición justificable a su libro (excepto la de ser “la obra de un
antisemita”), es a partir de este periodo que al libro Derrota Mundial, le
encuentran el linaje del que ya nunca más va a desprenderse: el negacionismo.
En esencia, los impugnadores a Derrota Mundial, arguyen que el libro forma
parte de la corriente de pensamiento europea que aplica el método del
“revisionismo histórico”. Incluso, no falta quien advierta que Salvador Borrego es
seudónimo de algún antiguo nacional socialista alemán radicado en México.
Derrota Mundial argumentan muchos: “forma parte de la ralea de los que
niegan el Holocausto”; porfían que la genealogía del libro “es de los que
pretenden construir un movimiento ideológico que justifique la barbarie nazi
borrando de la memoria histórica la magnitud de sus asesinatos”.
356 El tema del boicot editorial es analizado líneas adelante en esta investigación.
280
Es este un elemento importante que ha escapado a la clasificación de los mismos
revisionistas europeos siempre tan afectos como todos sus paisanos a desconocer
el trabajo de los escritores del “tercer mundo”. Sin embargo, merecería a Salvador
Borrego un lugar privilegiado en esa corriente de pensamiento dado que el libro
Derrota Mundial fue escrito cuando Robert Faurisson, el escritor negacionista
más conocido a nivel mundial y uno de los primeros exponentes de esa corriente,
todavía no se hacía célebre por sus escritos polémicos.357 Recordemos que
Derrota Mundial apareció por vez primera en el año de 1953, y ya desde la
primera edición Borrego exige que la historia oficial se someta a escrutinio, a
examen diligente, minucioso y sin la parcialidad con que originalmente se
confundió a la opinión pública gracias a los adelantos de la técnica moderna.
Curiosamente, en el conjunto de la obra de Salvador Borrego no
encontramos ninguna referencia hacia el negacionismo o hacia el revisionismo
histórico sino hasta el año de 1984. En este año, particularmente en el mes de
mayo, hace una serie de comentarios respecto al trabajo del profesor Robert
Faurisson. Para esa época, Derrota Mundial alcanza la edición número 32. 358
357 Sobre el particular, Robert Faurisson, el escritor revisionista más conocido mundialmente, en su artículo titulado “Las organizaciones judías imponen el credo del Holocausto”, dice: Los revisionistas no conocen en realidad ni amo ni discípulo. Forman una tropa heterogénea. No gustan de organizarse, lo que representa tantos inconvenientes como ventajas. El individualismo les hace inaptos para la acción concertada; por otro lado los servicios de policía demuestran ser incapaces de penetrar y vigilar un conjunto tan inconexo; no pueden reconstruir una red por que precisamente no existe red revisionista alguna. Son individuos que se sienten libres de improvisar, cada uno según sus aptitudes o sus gustos, una actividad revisionista que tomará las formas más diversas. La calidad de los trabajos emprendidos padece de esta situación. Y hay que reconocer que el trabajo es desigual. Desde este punto de vista, se puede decir que queda mucho por hacer todavía. El simple aficionado se codea con el erudito, el hombre de acción, el rebuscador de archivos. El conflicto que asistimos entre “exterminacionismo” y “revisionismo” es decir entre una historia oficial, estancada, sagrada, por un lado, y una historia crítica, científica, profana, se inscribe en la lucha sin fin que se entabla en las sociedades humanas desde milenios atrás, entre la fe y la razón o la creencia y la ciencia (http://www.abbc.com/aaargh/espa/solavaya.html).358 Salvador, Borrego; “La hoja de combate”, México, 12 de mayo de 1984, Año XVII, No 200.
281
Poco importa que Salvador Borrego no esté consciente de su filiación con
los revisionistas europeos, los escándalos suscitados en la década de los setenta
por los primeros revisionistas, provoca en México estridentes voces que
inmediatamente afilian a Derrota Mundial con el trabajo de los negacionistas
europeos, además de encasillar la obra completa de Borrego con toda clase de
anatemas.359
Sugiero que es a partir de esta época cuando el trabajo de Salvador
Borrego, hombre educado en las más puras costumbres del Antiguo Régimen, ya
no encuentra la “aceptación” -de la que antaño gozó-, entre una nueva generación
de intelectuales mexicanos, la mayoría de ellos contagiados de una fiebre muy
propia de la comezón del siglo XX: los dogmas del materialismo histórico y el
marxismo.
Para un hombre no inficionado de las nuevas corrientes de pensamiento, lo
propio significó buscar la defensa de un viejo orden que, muy a su pesar, estaba a
punto de desaparecer para transitar hacia uno diferente. De esta forma, se explica
que los únicos lugares donde Salvador Borrego pudo volver a publicar artículos
periodísticos fueron, tanto en La hoja de combate, publicación mensual, editada
359 La página de Internet de la Secretaría Internacional de la Asociación de Antiguos Aficionados a Relatos de Guerra y Holocausto (AAARGH; www. abbc.com/aaargh/espa/solavaya/.html), con sede física en España, que actualmente incluye en sus páginas una gran cantidad de documentos clasificados como revisionistas y negacionistas prepara un espacio dedicado a Derrota Mundial de Salvador Borrego. En México, en el año de 1995 (10,11 y 12 de mayo), el periódico El financiero publicó un amplio reportaje sobre la “Extrema Derecha Mexicana”. En éste se menciona lo siguiente: “Como los mismos grupos, las publicaciones de la ultraderecha mexicana, se gestaron con base en lecturas europeas. Un texto mexicano que desde 1953 lleva 38 ediciones se ha convertido en el eje: Derrota Mundial de Salvador Borrego. Lo que suele llamarse pesadilla alemana en la historia contada por Borrego es de otro modo: Hitler no mató a tantos judíos, y Auschwitz, Bergen Belsen y Dachau son gloriosos mitos que el mundo se ha inventado. A fin de cuentas la historia la escriben los vencedores, dice Borrego”. Si bien no lo dice explícitamente, El financiero, identifica implícitamente a Derrota Mundial de Salvador Borrego con el principal tema del revisionismo histórico: el holocausto, a su vez la negación crítica, científica y argumentativa de los negacionistas.
282
por la editorial Tradición, empresa de su amigo el Sr. Salvador Abascal
(intelectual mexicano, que llegó a ser el máximo dirigente de la Unión Nacional
Sinarquista y quien como Salvador Borrego, produjo al menos quince libros que
desde su aparición fueron atacados por intelectuales de la izquierda mexicana),
como –muchos años más tarde- en la creación de El sinarquista, órgano oficial
de la Unión Nacional Sinarquista. Las dos publicaciones sin interrupción al menos
hasta el año 2000.360
Sin embargo, contra lo que quisieron los detractores de Salvador Borrego,
al iniciar el año de 2003, Derrota Mundial y América Peligra alcanzaron las
ediciones No 44 y 20 respectivamente. Y el hoy octogenario Salvador Borrego es
autor de más de treinta libros que aunque son ninguneados por la crítica de la
“República de las Letras”, los vende con buen éxito en forma independiente. Tan
sólo Derrota Mundial y América Peligra reúnen la cantidad de 64 ediciones en
50 años, haciendo una cantidad total de 217,000 ejemplares.
6.2 Los Libros de Salvador Borrego E., hasta el año 2003.
Aunque no está dentro de mis posibilidades inmediatas de esta investigación
hacer un análisis de la obra completa de Salvador Borrego, sino sólo el estudio de
dos de sus libros (Derrota Mundial y América peligra), conviene que distinga una
serie de elementos que conforman la obra de Borrego en su totalidad.
Si bien es cierto que casi todos sus libros tocan los temas de política y
economía, algunos títulos no necesariamente se refieren a esos rubros y sin 360 El señor Salvador Abascal murió mientras esta investigación se estaba realizando. Ya habíamos acordado una entrevista cuando su muerte repentina me impidió conocerlo personalmente.
283
embargo corren la misma suerte de crítica hostil y censura, por tratarse de la obra
de un “antisemita”.
En el cuadro No 1 se destacan los libros de Salvador Borrego hasta el año
2003. Por columnas: título, año de aparición, número de ediciones y en el caso las
coediciones. Comenzando con Periodismo trascendente (1951) hasta Guerra
submarina (2003) que es el “hijo más pequeño” de Salvador Borrego, la cuenta
da la cantidad de 33 libros. Dos de estos libros fueron escritos, “por en cargo”
para la editorial Alethia y no aparecen a nombre de Salvador Borrego E. (cuadro
N° 2). Existen además 3 folletos que elaboró y distribuyó entre los años 1969 y
1985, de los que se realizó una sola edición: Materialismo Dialéctico, Juventud
Traicionada, Guías Auxiliares para la Evangelización (cuadro No 3).
La mayoría de los libros fueron publicados de manera independiente por el
autor y sólo algunos títulos fueron coediciones con la editorial Tradición (cuadro
1). Todos sus libros han sido reeditados e incluso el título Pueblos cautivos tiene
una versión en inglés.
En opinión de Salvador Borrego, sus libros guardan correspondencia, y
algunos títulos son complementos de otros anteriores. Por ejemplo, a Derrota
Mundial lo complementa Infiltración Mundial y Waffen SS, en ese orden. Esta
proposición de encadenamiento entre los libros de Borrego conduce a proponer
que sus libros conforman 4 grandes apartados con los cuales es más fácil estudiar
su obra. El propio Salvador Borrego me ayudó a seccionar su obra de la siguiente
manera:
284
a) investigaciones sobre temas individuales. Son libros inconexos entre sí y
que responden a temas únicos: Periodismo trascendente, Biografía de García
Valseca, Reflexiones, y Yatrogenia.
b) estudios sobre política mundial. Tienen por origen el libro Derrota
Mundial. El tema de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias siguen
siendo analizados. Infiltración mundial es una exposición más detallada de uno
de los factores (quizás el más importante) por el que la Alemania nazi perdió la
guerra. Le siguen Batallas Metafísicas y Psicología y guerra, libros magistrales
donde se demuestra cómo los factores psicológicos que entran en juego en todas
las guerras casi siempre son más importantes que la industria bélica.
Particularmente ingenioso es Soy la revolución neoliberalizada donde se
demuestra “el monstruoso engaño al que ha sido sometida la mayor parte de la
humanidad”. Waffen SS y Guerra Submarina, son libros para coleccionistas de
temas específicos sobre la Segunda Guerra Mundial.
c) investigaciones que atañen particularmente a México. En el origen se
encuentra América Peligra, después vendrían: México Futuro, México
Cautivo, Metas políticas, Juventud, Dogmas y crisis, Pueblos Cautivos, Años
decisivos, Acción gradual, Panorama, Disolución Social, 2001 – 2006,
Energía en Movimiento es Acción y A donde nos quieren llevar. Libros
difíciles de resumir en unas palabras pero que en esencia (exceptuando América
Peligra) son análisis coyunturales de cada propuesta sexenal, o bien, estudios
serios de las fallidas estrategias políticas, económicas y sociales aplicadas en
México durante todo el siglo XX.
285
d) estudios sobre economía mundial y consecuentemente nacional. Los
principales tópicos de esta sección constituyen un engranaje en el que de forma
concisa Salvador Borrego nunca ha dejado de martillar:
(…) la economía no es una ciencia obscura ni destinada a sólo unos cuantos iluminados. Si en la actualidad le es dada al mundo con una nomenclatura en jeroglíficos, o teorías económicas, se debe a que lo que se esconde detrás: es una determinada manera de planear y manipular la economía (“macroeconomía”) desde las altas cúpulas internacionales, las cuales crecen más a costa del empobrecimiento organizado. Eso no es obra del azar. Siempre hay alguien que planea y dirige. La economía internacional no vaga al garete, sin rumbo ni piloto. Una minoría, de poder concentrado, le va marcando derroteros. A ese poder económico político se le puede llamar Supracapitalismo. Es un poder que va mucho más allá de la usura. No es propiamente la esencia del Capitalismo (que sencillamente requiere de propiedad privada, producción, utilidad y libre competencia), sino que opera por encima de esos fenómenos para manipularlos. Y su móvil no es desde luego la utilidad lícita, ni la usura desbocada -aunque se valga de ésta-, sino un propósito mesiánico de obtener poder en todas las áreas: políticas, ideológicas, filosóficas y educativas. Es decir, poder mundial.361
En Derrota Mundial y en América Peligra ya se analizan los nuevos
derroteros a los que quedó sometida la humanidad, el “nuevo orden mundial”
anunciado por Rossevelt casi por finalizar la guerra. Pero al ser libros que rebasan
las 600 páginas c/u, don Salvador prefirió abordar los temas económicos en una
serie de libros aparte. De manera que, sin estar desvinculados de los anteriores
apartados, la cuarta gran columna queda determinada con los siguientes títulos:
Inflación empobrecedora, Arma económica, ¿Qué pasa con los EE.UU.?,
Economía destructora, Neoliberalismo, La cruz y la espada, Un posible fin de
la crisis.
361 Salvador, Borrego; Inflación empobrecedora, deflación empobrecedora, México, ediciones del autor, 1980, p. 10.
286
Respetando el orden cronológico en que fueron publicados sus libros, el
organigrama (cuadro No 4) muestra los cuatro grandes apartados.
287
Cuadro No 1. Los libros de Salvador Borrego E.
TITULO 1ª EDICIÓN(AÑO)
NÚMERO DE EDICIONES362
TOTAL DE EJEMPLARES POR LIBRO
COEDICIÓN
PERIODISMO TRASCENDENTE 1951 17 (1989) 42,000DERROTA MUNDIAL 1953 43 (2002) 153,000 XAMÉRICA PELIGRA 1964 20 (2002) 57,000INFILTRACIÓN MUNDIAL 1968 9 (1999) 33,500MÉXICO FUTURO 1972 8 (1986) 17,500MÉXICO CAUTIVO 1976 2 (1977) XBATALLAS METAFÍSICAS 1976 7 20,000JUVENTUD 1977 6 (1988) 23,000INFLACIÓN EMPOBRECEDORA 1980 6 (1997) 17,000METAS POLÍTICAS 1983 6 (1989) 20,000 XARMA ECONÓMICA 1984 5 (2000) XBIOGRAFÍA DE GARCÍA VALSECA
1984 4 (1987) X
¿QUÉ PASA CON E.E.U.U.? 1985 4 (1999) 10,000DOGMAS Y CRISIS 1985 3 (1994) 7,000PUEBLOS CAUTIVOS363 1987 4 (1999) 9,000AÑOS DECISIVOS 1988 3 (1993) 7,000SOY LA REVOLUCIÓN NEOLIBERALIZADA.
1989 3 (1999) 3,600
ACCIÓN GRADUAL 1989 1 (1989) 5,000YATROGENIA 1990 3 (1992) 4,000PSICOLOGÍA Y GUERRA 1994 4,000REFLEXIONES 1994 3 (1999) 4,500ECONOMÍA DESTRUCTORA 1995 4 (1998) 4,500NEOLIBERALISMO 1995 5,500UN POSIBLE FIN DE LA CRISIS 1997 3 (1999) 3,500PANORAMA 1998 2 (1999) 2,500LA CRUZ Y LA ESPADA 1998 2 (2000) 2,500DISOLUCIÓN SOCIAL 2000 1 (2000) 1,2002001 –2006 2000 1 (2000) 1,000WAFFEN SS 2001 2 (2002) 2,000ENERGIA EN MOVIMIENTO 2002 1 (2002) 1,000A DONDE NOS QUIEREN LLEVAR
2002 2 (2003) 2,000
GUERRA SUBMARINA 2003 1 (2003) 1,000
362 La fecha en el paréntesis corresponde al año de la última edición. La investigación de los libros de Borrego comprende hasta el año 2003.363 Pueblos Cautivos tiene también una versión en inglés: “Puzzling Neighbors” (1987).
288
Cuadro No 2
TITULO 1ª EDICIÓN
(AÑO)
NÚMERO DE EDICIONES EDITORIAL
GLOSARIO DE
TÉRMINOS
ECONÓMICOS
1985 2 (1985) ALETHIA
SÍNTESIS DE OBRAS
MAESTRAS. 2
VOLÚMENES
1988 1 (1988) ALETHIA
Cuadro No 3
TÍTULO 1ª EDICIÓN
(AÑO)
NÚMERO DE EDICIONES EDITORIAL
MATERIALISMO
DIALÉCTICO
1969 1 Ediciones del autor
JUVENTUD
TRAICIONADA
1969 1 Ediciones del autor
GUÍAS AUXILIARES
PARA LA
EVANGELIZACIÓN
1981 1 Ediciones
Labastida
289
Cuadro No 4. Propuesta de cómo debe leerse la obra de Salvador Borrego
Cuadro No 5. Libro Derrota Mundial de Salvador Borrego E.
Número de edición Fecha de publicación. Ejemplares
1ª Diciembre de 1953 2000
2ª Marzo de 1955 5000
3ª Diciembre de 1956 4000
4ª Octubre de 1957 5000
5ª Enero de 1959 4000
6ª Julio de 1959 4000
7ª Abril de 1960 5000
8ª Noviembre de 1960 5000
9ª Marzo de 1961 5000
10ª Septiembre de 1961 5000
11ª Marzo de 1962 5000
12ª Enero de 1963 5000
13ª Octubre de 1963 5000
14ª Julio de 1964 5000
15ª Abril de 1965 5000
16ª Febrero de 1966 5000
17ª Diciembre de 1966 5000
18ª Junio de 1968 5000
19ª Mayo de 1970 5000
20ª Mayo de 1972 3000
21ª Agosto de 1973 5000
22ª Abril de 1975 5000
23ª Noviembre de 1976 5000
24ª Noviembre de 1977 5000
25ª Enero de 1978 3000
26ª Marzo de 1978 3000
27ª Marzo de 1979 3000
28ª Octubre de 1979 3000
29ª Julio de 1980 3000
290
30ª Septiembre de 1981 3000
31ª Junio de 1983 2000
32ª Enero de 1984 200033ª Agosto de 1985 200034ª Enero de 1986 200035ª Abril de 1987 200036ª Abril de 1988 200037ª Marzo de 1990 200038ª Julio de 1993 200039ª Enero de 1996 200040ª Enero de 1998 150041ª Junio de 1999 150042ª 2000 100043ª 2002 100044ª 2003 1000
Total de ejemplares: 154,000
291
Cuadro No 6. Libro América Peligra de Salvador Borrego E.
Número de edición Fecha de publicación. Ejemplares
1ª Octubre de1964 5000
2ª Mayo de 1965 5000
3ª Junio de 1966 5000
4ª Abril de 1969 5000
5ª Febrero de 1973 5000
6ª Febrero de 1977 5000
7ª Enero de 1978 3000
8ª Octubre de 1978 3000
9ª Junio de 1979 3000
10ª Junio de 1980 3000
11ª Enero de 1982 3000
12ª Marzo de 1983 3000
13ª Julio de 1984 3000
14ª Agosto de 1985 3000
15ª Enero de 1987 3000
16ª Enero de 1988 2000
17ª Enero de 1992 1000
18ª Enero de 1995 1000
19ª Agosto de 1998 1000
20a Agosto de 2002 1000
Total de ejemplares: 63,000.
292
6.3 Derrota Mundial y América Peligra
Salvador Borrego E. publicó por vez primera en 1953 el libro Derrota Mundial,
que ya anteriormente decíamos, es fruto y síntesis de una labor de 14 años de
investigación sobre los sucesos que conocemos bajo el nombre de Segunda
Guerra Mundial.
En México, el libro de Salvador Borrego, fue bien recibido por los lectores,
baste observar en el cuadro 5 que en dos años, su libro vendió la cantidad de
siete mil ejemplares. Incluso, como veremos un poco más adelante, para la
segunda edición, José Vasconcelos decidió estampar su firma de apoyo hacia el
libro, consagrándole el “prólogo a la segunda edición”.
No debemos olvidar que Salvador Borrego ya era un periodista reconocido
cuando publicó Derrota Mundial, principalmente gracias al éxito de su libro
Periodismo Trascendente, pero cuando publicó Derrota Mundial, fue un mayor
triunfo, convirtió a Salvador Borrego en una celebridad. Y si a este auge le
sumamos el laurel del prólogo de Vasconcelos, advertiremos que su libro se
revistió con un manto todavía más atractivo, de aquí que la demanda se
incrementó, manteniéndose en una línea estable de ventas durante dos décadas.
Y es hacia la mitad de la década de los setentas, cuando el libro comienza su
línea descendente en producción, demanda y ventas.
Atendamos a que el éxito de Derrota Mundial y el trabajo productivo de
Salvador Borrego como periodista en la Cadena de García Valseca, le permitieron
no publicar ningún otro libro sino hasta el año de 1964. En medio del éxito de
293
Derrota Mundial, publicó América Peligra,364 que si bien nunca consiguió el éxito
comercial alcanzado por Derrota Mundial, trajo para Salvador Borrego, una
mayor carretada de vituperios por parte de la izquierda mexicana. Y pocas veces o
casi nunca, argumentos serios contra su libro.
A este elemento, Salvador Borrego refiere que la intelectualidad de la
izquierda mexicana, nunca ha querido discutir sobre sus libros con seriedad, que
simplemente condenó a sus libros con una sola palabra: antisemitismo.
Todo termina hasta ahí. Nunca se atrevieron a señalar algo en
particular, nunca me dijeron esto es falso. No quisieron entrar nunca
en detalles, mucho menos polemizar.365
Sobre esta queja de Salvador Borrego, adelantemos que ciertamente
ningún investigador de los llamados serios se ha interesado abiertamente por su
obra. Hasta ahora ningún escritor mexicano ha tenido el interés de publicar un
“Breve ensayo sobre la obra de Salvador Borrego”.
Puedo afirmar que el denominador común de la intelectualidad mexicana al
preguntarle sobre la obra de Salvador Borrego es: “silencio total”.
Lamentablemente, con el silencio total, se ha privado a Derrota Mundial (y
a toda la obra de Borrego en su conjunto) de la alternativa crítica, que es decir del
único modo congruente de alta cultura, “ejercicio que aísla, asocia, inventa y
propone nuevas referencias o enriquece hasta transformar hasta las que ya hay.
Ejercicio de deseo de verdad (individual, social y cultural), intento de descubrir o
de crear lo implícito en lo explícito: ensayo de diversas lecturas de un mismo texto,
proyecto de desciframiento y traducción, aplicación ascendente y progresiva de la
364 Líneas adelante se analiza el libro América Peligra.365 Salvador Borrego/Jasso Espinosa/ Enero 28 del 2000.
294
teoría, de los secretos de la historia, del sentido común y de la verdad de los
sentidos”366. Ejercicio también consistente en llamar la atención sobre un texto,
traducirlo, presentarlo, editarlo, tareas por demás relevantes que en el último de
los casos conducen a que un texto aparezca en las listas exhaustivas de guías y
bibliografías.
Para nuestro caso particular, por ejemplo: esquematizar a los intelectuales
representantes del viejo régimen, sin exclusiones arbitrarias.
Concluyo este apartado notificando los intentos de acercamiento a la obra
de Salvador Borrego (aproximaciones aparecidas en alguna pequeña nota de
periódico, perdidas y sin eco). Acerca de las entrevistas que en el pasado medio
siglo le han hecho a Salvador Borrego, éste argumenta:
(…) con el correr de los años han venido muchas personas, a veces
estudiantes, a veces abogados, algunos economistas, pláticas de
diferentes personas, que ¿cuántos años le tomó escribir el libro?
(Derrota Mundial). No conservo registro de esas charlas.367
En esencia, investigaciones sobre su obra nada serias.
366 Adolfo, Castañón; Arbitrario de la literatura mexicana, México, editorial Vuelta, 1993, p. 279.367 Salvador Borrego/Jasso Espinosa/ Enero 28 del 2000.
295
6.4 El Polémico Boicot Editorial Contra la Obra del negacionista: Salvador
Borrego E.
Desde que publicó en 1953 Derrota Mundial, Salvador Borrego ha recibido a lo
largo de las décadas, toda clase de condenas sumarias que con el tiempo se
convirtieron en un rechazo de su persona/obra. La más persistente y reiterada de
las sentencias, es la de ser un autor “antisemita”. Y en la década de los setenta,
como decíamos anteriormente, sus “críticos” lo afilian con la corriente de
pensamiento europea: el negacionismo.
Empero, con base en la serie de entrevistas que mantuve con Salvador
Borrego E., a lo largo del último lustro, así como con los datos que arrojó esta
investigación, puedo afirmar que tanto Salvador Borrego como, particularmente el
libro Derrota Mundial, tuvieron una época de esplendor, anterior al
encasillamiento de su persona-obra. Ciertamente, al inicio de la década de los
setenta, empezó a opacarse el brillo de esta figura representativa de la
“mentalidad arcaica” del antiguo régimen, pero su libro siguió siendo guardián
orgulloso del nacionalismo y heraldo contra los peligros del socialismo de corte
marxista, aunque en este quehacer no reconozca el peligro de ceder a la tentación
de otro extremo peligroso llamado fascismo.
En la época de mayor esplendor de Derrota Mundial, la cuarta edición
(1957), convirtió a Salvador Borrego en autor de un libro mexicano con demanda
en el extranjero. Su éxito se propagó por toda Latinoamérica, donde circuló la
edición mexicana; hacia 1962, Salvador Abascal Infante, quien tenía a su cargo
296
una imprenta de la editorial Jus, conviene con Borrego reeditar Periodismo
Trascendente, y más tarde Derrota Mundial (pero todos los gastos de la edición
los cubriría Salvador Borrego). Sin embargo, sólo una edición de Derrota Mundial
bastó para que Salvador Abascal enfrentara críticas y protestas de diversas
personalidades, una de ellas, el Obispo Méndez Arceo quien directamente le pidió
al Sr. Salvador Abascal que dejara de publicar el libro Derrota Mundial.368
A veinte años de haber sido publicado por primera vez (1974), Derrota
Mundial se difundió en España con una edición local, con el permiso del autor, y
en Argentina se hicieron 7 ediciones desde el año de 1977. De estas dos últimas,
hay un mejor trabajo en la edición española.
Pero mientras el libro recogía frutos en el extranjero, en México empezó a
causarles problemas a los grandes distribuidores de libros. A pesar del buen nivel
de ventas, empezaron las presiones contra los promotores del libro hasta
conseguir que se “retirara” del mercado. La presión terminó empeorando las
ventas en España y más tarde en Argentina.
De acuerdo con Salvador Borrego, esta incisiva señal de fastidio contra su
obra por parte de un enemigo siniestro, “comenzó a materializarse y adquirir
rostro” en la medida en que representantes de Liga Antidifamación se presentaron
hasta la puerta de su casa para amenazarlo con llevarlo ante tribunales por “ser el
autor y distribuidor de un libro que difunde odio racial contra la comunidad judía”.
En los peores términos, asegura Borrego, le habían declarado un boicot comercial;
368 El intercambio epistolar entre Salvador Abascal I. y el obispo de Cuernavaca, Méndez Arceo, se reproduce en La Hoja de combate correspondiente a julio 12 de 1989, No 262.
297
éste consistió en retirar sus libros de los grandes almacenes comerciales y de las
grandes librerías:
Al principio, seguramente no estaban enterados de la existencia del libro, o no le dieron importancia porque se trataba de un texto mexicano. De 1953 a 1964, se distribuía libremente en todos los almacenes grandes, en las grandes librerías. Se vendía en el Palacio de Hierro, Liverpool, en las librerías de cristal (que antes tenían otro nombre). En 1964, la Liga operó contra la distribución de mi libro, primero contra los distribuidores de las librerías de cristal, luego siguieron contra otra distribuidora que se llamaba México Lee, después contra Queromón y asociados, contra la Casa del libro. Seguiría la empresa Trillas y en fin, tuvieron que presentarse en mi casa para amenazarme.369
Para corroborar lo dicho por Salvador Borrego, esto es, que “la Liga
Antidifamación operó contra su libro boicoteándolo”, le pedí alguna prueba.
Concretamente un testimonio escrito. Por ejemplo, algún oficio en donde
determinado centro comercial o librería le expresara los “motivos” por los que su
libro debía retirarse de la venta directa al público. A esta petición, invariablemente
Salvador Borrego E., me expresó en diversas ocasiones que: “pruebas por escrito
no las tenía”. De manera enfática señaló que al comenzar la década de los
setenta, ya no tuvo suerte con algún importante distribuidor de libros de la
república mexicana. La mayoría, según me refirió Salvador Borrego, optaron
sencillamente por negarse a recibirlo, argumentando que no “querían tener
problemas con los promotores”.
De esa década hasta el actual día, Salvador Borrego ha emprendido un
camino pedregoso para editar y promover todos sus libros. Empero, el autor de
369 Salvador Borrego/ Jasso Espinosa/ Mayo 13 del 2000.
298
Derrota Mundial, no tiene una “prueba” escrita donde sustente que la Liga
Antidifamación operó comercialmente contra su libro.
Particularmente valiosa y pertinente es aquí la investigación realizada por
el profesor norteamericano Norman G. Finkelstein: La industria del
Holocausto370.
En su exploración polémica, el autor nos recuerda que uno de los mayores
peligros para la memoria de las víctimas del nazismo, procede precisamente de
aquellos que se erigen en sus guardianes.
Norman G. Finkelstein demuestra en su libro como el Consejo Mundial
Judío, la Jewis Claims Conference, la Liga Antidifamación y un número
considerable de escritores, han utilizado el genocidio judío como arma o
“instrumento de extorsión” para lograr beneficios políticos y económicos
(particularmente las elites judías norteamericanas no solo han logrado posiciones
de privilegio absoluto dentro de la pequeña esfera de poder político de la nación
norteamericana, sino que además han forjado un inseparable vínculo entre los
Estados Unidos e Israel). Finkelstein sostiene igualmente que la Industria del
Holocausto se convirtió en arma ideológica indispensable para legitimar cualquier
acción emprendida por el Estado de Israel, contra sus agresores, reales o
imaginarios. En este último punto Finkelstein dice que “a partir de la guerra de los
Seis Días, las principales organizaciones judías de EE UU se consagraron en
cuerpo y alma a consolidar la alianza estadounidense – israelí. Para la Liga
370 Norman, Finkelstein; La industria del holocausto, España, Editorial Siglo XXI, 2001.
299
Antidifamación esto supuso poner en marcha una amplia operación de vigilancia
vinculada a los servicios de Inteligencia de Israel”.371
Finkelstein escribe: “Es interesante comprobar como, de ser un tema tabú
para las elites judías norteamericanas, hasta finales de los años cincuenta, La
Solución Final se convirtió en una industria a mediados de los años sesenta,
cuando el holocausto nazi fue descubierto por dichas elites y convertido en el
Holocausto (con letra mayúscula).”372
Finkelstein es sentencioso en señalar que en la construcción del andamiaje
de la Industria del Holocausto jugaron un considerable papel el Consejo Mundial
Judío, la Jewis Claims Conference, la Liga Antidifamación así como señalados
escritores.
Finkelstein sostiene que el Holocausto se ha convertido en arma ideológica
indispensable. “Con su despliegue, una de las potencias militares más formidables
del mundo (Israel), con un horrendo historial en materia de derechos humanos, se
ha proclamado Estado víctima, y el grupo étnico con más éxito en Estados Unidos
ha adquirido igualmente ese estatus. De este victimismo se han derivado
considerables dividendos, en particular inmunidad a la crítica, por justificada que
sea”.373
371 Norman, Finkelstein; op. cit. p. 27372 Norman, Finkelstein; op. cit. p. 13.373Sobre este punto, el escritor palestino Edward Said escribe lo siguiente: “Consideren lo siguiente: citando un estudio de la Liga Antidifamación sobre editoriales publicados en los principales medios de los EEUU, Ha´arezt, el 25 de octubre de 2000, encuentra un patrón de apoyo a Israel, con 19 diarios expresando afinidad por Israel en 67 editoriales, 17 dando un análisis balanceado, y solamente 9 expresando criticas contra los líderes israelíes (particularmente Ariel Sharon), a quienes acusan de responsabilidad por la conflagración. En Noviembre FAIR (Imparcialidad y Exactitud en la Información por sus siglas en inglés) informa que de las 99 historias sobre la Intifada emitidas por las tres mayores cadenas de TV entre el 28 de septiembre y el 2 de noviembre, solamente cuatro hicieron referencia a los ‘Territorios Ocupados’. El mismo informe llama la atención sobre frases como ‘Israel ... de nuevo sintiéndose aislado y bajo sitio’, ‘Soldados israelíes bajo fuego a diario’, y, en una confrontación donde sus soldados fueron forzados a retroceder, ‘Los israelíes han cedido territorio frente a la violencia palestina.’ Fórmulas altamente
300
Finkelstein advierte sobre el peligro histórico al que se enfrentan
particularmente los ciudadanos judíos de todo el mundo, a consecuencia de la
Industria del Holocausto. Porque además de que la memoria de las víctimas del
nazismo está siendo manipulada por los que se erigen como sus defensores, las
críticas de los no judíos, han sido apagadas o perseguidas, negándoles cualquier
posibilidad de contribución para el entendimiento del Holocausto.
Para Finkelstein, hasta los trabajos de los intelectuales revisionistas
europeos, fácilmente han sido “utilizados” para justificar aún más la Industria. De
hecho, son el enemigo que faltaba para nutrirla y revitalizarla.
Finkelstein sostiene en este mismo libro que no toda la literatura
revisionista carece de valor, aun cuando la ideología o los motivos de quienes la
practican sean denigrantes. Argumenta recordando un proceso por difamación
reciente: Lipstadt acusa a David Irving de ser “uno de los portavoces más
peligrosos del negacionismo del Holocausto” (por esta y otras afirmaciones,
Lipstadt ha perdido recientemente en Inglaterra un juicio entablado contra ella por
difamación). Ahora bien, Irving, notorio admirador de Hitler y simpatizante del
nacional socialismo alemán, ha hecho no obstante, tal como señala Gordon Craig,
una contribución indispensable a nuestro conocimiento de la segunda guerra
mundial.
Tanto Arno Mayer, en su importante estudio sobre el holocausto nazi, como Raul Hilberg citan publicaciones donde se niega la existencia del Holocausto. “Si estas
parciales de este tipo se cuelan en los comentarios de las cadenas noticiosas, ocultando los hechos de la ocupación y la desproporción militar: las Fuerzas de Defensa israelíes han estado usando tanques, helicópteros de ataque Cobra y Apache aportados por los EEUU y Gran Bretaña respectivamente, misiles, morteros y ametralladoras de gran calibre; y siempre olvidan mencionar que los palestinos no tienen ninguna de estas cosas”. Edward, Said; “Palestinos bajo sitio”. www.comunidad palestina.org/indice_articulos.htm
301
personas quieren hablar, dejémosles que hablen” –observa Hilberg--. Es un acicate para aquellos que investigamos con objeto de analizar de nuevo lo que podríamos haber dado por sentado. Y eso nos resulta útil. 374
Hasta este punto, en el que Norman Finkelstein propone como algo útil para los
investigadores de Holocausto, el escuchar las voces de los revisionistas, pretende
no darse cuenta de que incluso esta última propuesta sólo puede ser posible para
una comunidad determinada de investigadores.
Sobre este particular elemento, el historiador revisionista, Robert Faurisson, ha
escrito que la propia comunidad judía hace la crítica del Holocausto (Peter Novick,
Tim Cole o Norman Finkelstein), teniendo cuidado de hacer clara su reverencia
infinita por el holocausto en sí;
Para Robert Faurisson se puede observar:
Que si la explotación industrial o comercial del sufrimiento real o supuesto de los judíos constituye una rica veta de oro, la crítica de esta explotación se está convirtiendo desde hace algunos años en otra veta más; ahora bien, estos dos veneros, y más aún el segundo, resultan estrictamente reservados a los judíos. Se encuentran off limits, y un gentil que se atreviese a imitar a N. Finkelstein en su denuncia de la mafia del Holocausto sería cazado inmediatamente por la jauría de los guardianes del tesoro.375
En resumen, si bien no tenemos pruebas concretas que demuestren que la
Liga Antidifamación se acercó a Salvador Borrego para boicotear el libro Derrota
Mundial y exigirle que retirara el libro del mercado comercial, a cambio
encontramos un contexto internacional que evidencia una campaña de relaciones
públicas entre poderosos grupos sionistas concertada a escala internacional, que
374 Finkelstein se refiere al libro de Arno Mayer; Why Did the Heavens not Darken? The Final Solution in History, Nueva York, Pantheon Books, 1988.op. cit.p. 80.375 Robert, Faurisson; “Los dirigentes de los estados musulmanes deberían romper el silencio sobre la impostura del « Holocausto »”. 31 de marzo del 2001. www. abbc.com/aaargh/espa/fauris/RF10322e.html
302
defiende bajo cualquier costo el punto capital de un acontecimiento histórico en
apariencia irrebatible, pero del que incluso, estos mismos grupos, se reservan el
derecho exclusivo de análisis. De hecho, esta exclusiva tarea de revisión y análisis
de “hechos” encuentra una correspondencia histórica con el actual conflicto (2003)
entre palestinos e israelíes. Para la probable solución de ese problema, si algo lo
caracteriza, es la imposibilidad de permitir la tarea de revisión y análisis de
“hechos” para algún grupo que no sea de origen israelí. En otras palabras, la
cobertura total de la prensa internacional se ha hecho bajo la suposición de que no
existe, o no vale la pena publicar, una posición palestina o árabe o islámica para la
solución del conflicto. Todo esto ocurre al tiempo que Israel conserva la imagen de
pueblo pobre, indefenso y sujeto a una amenaza terrible.376
376 “Aun cuando las localidades palestinas están sitiadas mediante técnicas medievales con zanjas y bloqueos militares totales, se crea la ilusión de que la víctima sitiada es peligrosa, pues ejerce una violencia exterminadora. Los soldados israelíes (llamados fuerzas de defensa) bombardean los hogares palestinos con helicópteros artillados, misiles de alta tecnología y tanques. Los soldados israelíes matan 400 civiles, provocan 12 mil víctimas, destruyen la vida económica llevando al nivel de pobreza a 50 por ciento de la población e incrementan el desempleo en 45 por ciento. Los bulldozers israelíes arrasan 44 mil árboles palestinos, cientos de viviendas y crean barricadas que vuelven imposible cualquier movimiento, en tanto los urbanistas de Israel planean construir más asentamientos y vías de acceso a ellos”. Edward, Said; “Palestinos bajo sitio”. www.comunidad palestina.org/indice_articulos.htm
303
6.5 El prólogo a Derrota Mundial.
Portada, prólogo e introducción anticipan el largo contenido de Derrota
Mundial, libro cuyo magnetismo impide renunciar a su lectura.
Con 43 ediciones, la portada de Derrota Mundial ha sido modificada en
diversas ocasiones; el cambio se debió a los gustos de don Salvador más que a
un interés comercial o editorial. En la primera edición, en la portada del libro
aparece la imagen de Adolfo Hitler apuntando hacia la hoz y el martillo, a un
mismo tiempo dirige a sus ejércitos hacia el frente de batalla. Es un excelente
dibujo en colores del que no se encuentra ningún crédito del autor. Para la
siguiente edición se avista una pequeña modificación en el color del uniforme de
Hitler, “más acorde con la realidad”. Muchas ediciones posteriores conservaron
este dibujo. En cambio, en la edición del 2003, es otra portada. Se trata de una
fotografía. En ella se muestra a la elite de los ejércitos de Hitler, la SS Waffen. Una
larga fila de soldados “presenta armas” y por la configuración de la fotografía
pareciera que es el mismo Hitler quien está detrás de la cámara. Para mi gusto, la
interminable fila de soldados es más que simbólica.
Desde la primera edición de Derrota Mundial (1953) hasta la última, el
autor comunica para el lector los 3 grandes elementos en los que está dividida su
investigación. A saber:
• Orígenes ocultos de la segunda guerra mundial• Desarrollo de la guerra• Consecuencias actuales de la guerra
304
De la primera a la última edición, los dos primeros apartados prácticamente
conservan la composición original. El tercer apartado es el que más
modificaciones presenta. A contracorriente de quienes en 1953 no le auguraban
ningún éxito al libro, el transcurrir del tiempo ha reafirmado el contenido de los dos
primeros apartados, la información tan cuidadosamente seleccionada. Al tercero
se le fueron agregando los nuevos acontecimientos mundiales, que a decir de Don
Salvador, no invalidaron en nada lo expuesto desde la edición de 1953 si no que
evidencian la exactitud de su tesis. En esencia Borrego no renuncia a la idea
original de 1953 sino que establece -en las siguientes ediciones-, “nuevas
consecuencias de la Derrota Mundial ocasionada en 1945”.
De la censura del libro no se salva ni el prólogo, que fue escrito por José
Vasconcelos. Este prólogo que para muchos investigadores es un elemento
bochornoso en la obra de José Vasconcelos, nunca fue retirado en las sucesivas
ediciones de Derrota Mundial. Nuevamente, Salvador Borrego refiere que cuando
él era asesor técnico para la cadena García Valseca (1954), “el coronel” invitó a
José Vasconcelos a escribir una columna en primera plana de todos sus
periódicos. En cuanto Vasconcelos accedió, se le asignó una oficina en las
instalaciones de la Cadena García Valseca. Dicha oficina era contigua a la de
Salvador Borrego. Como era obvio, desde el primer día el coronel los presentó. En
el año en que fueron presentados, acababa de aparecer la primera edición de
Derrota Mundial, libro que Vasconcelos había leído con efusión y satisfacción,
por lo que, al conocer a Borrego, le dijo:
- Ya leí su libro, ¿cómo fue posible que usted lo escribiera?
305
Hizo don José algunos elogios a Derrota Mundial resaltando entre otras
cosas su extraordinaria pertinencia y contemporaneidad. Como más tarde ambos
personajes coincidieran en posturas intelectuales semejantes, Borrego le hizo
saber a José Vasconcelos:
- Como usted puede ver, el libro no tiene prólogo...
Vasconcelos accedió a escribir el prólogo para la segunda edición, que
apareció hasta el mes de marzo de 1955. Vasconcelos iba a morir en el año de
1959; mientras vivió, no quiso quitar ni una letra ni agregar nada al prólogo,
argumentando que: “todo lo que dice sigue siendo válido”.377
Antes de reproducir aquí el prólogo, conviene recordar brevemente el
contexto histórico de la época en que fueron presentados, sin éste sería imposible
comprender el vínculo moral, profesional y amistoso que unió a ambos escritores.
En 1954, la economía estadounidense se expande por doquier. Washington
dicta la política en Occidente, al tiempo que disputa con la URSS la hegemonía en
el resto del mundo.378 La imposición de la hegemonía política de los Estados
Unidos, tiene como base la Doctrina Truman. Esta determina que los Estados
Unidos presten ayuda militar y económica a todos los países y regímenes que se
opongan a la expansión comunista. Como resultado de esta doctrina, Estados
377Como breviario cultural, señalaré que en 1954, “el Fondo de Cultura Económica publicó el Llano en llamas, primer libro del jalisciense Juan Rulfo, y un año después su legendaria novela Pedro Páramo, que fue criticada duramente por el poeta fondista Alí Chumacero. Sólo hasta fines de la década esta novela fue reconocida como un libro espléndido y, después, como la obra maestra que es”. José Agustín, Ramírez; Tragicomedia mexicana, México, editorial Planeta, 1990-92, volumen I, p. 144.378 La supremacía económica norteamericana se logra con la exportación de capitales, empresas, productos industriales y agrícolas, además de tecnología. Las empresas estadounidenses se convierten en multinacionales con filiales repartidas en todos los continentes. Ejercen influencia sobre las economías nacionales y años después determinarán su rumbo.
306
Unidos interviene en todas aquellas partes del mundo que considera amenazadas
por la expansión comunista.379
Para enfrentar el asenso de los Estados Unidos en Occidente y Asia, la
URSS desarrolla una política de hegemonía centrada principalmente en su
poderío militar, en la presencia de tropas soviéticas en Europa oriental y en el
Extremo oriente, así como el financiamiento de partidos comunistas y socialistas
en diversos países. Buscando la supremacía de su régimen en todo el mundo
promueve la centralización política de Europa oriental a través de tratados de paz,
reparaciones de guerra, ocupaciones militares y apoyo a la formación de
gobiernos comunistas. El tratado de cooperación, defensa y amistad (Pacto de
Varsovia), es no sólo el principal logro de la URSS en esa época (1955), sino
incluso el motivo principal de preocupación entre los habitantes de los países de
occidente.
Con tal contexto internacional, los hombres llamados a la actividad
intelectual, difícilmente se habrían escapado de “tomar partido”.
Enfatizo que José Vasconcelos no escogió trabajar en la Cadena García
Valseca sólo por dinero. En ese momento histórico, los periódicos pertenecientes
a la Cadena eran tachados por algunos críticos como “ultra conservadores” e
intolerantes contra los regímenes comunistas. Si las críticas contra la Cadena eran
379 En 1954, ante la amenaza de que Guatemala forme parte del bloque soviético, tropas mercenarias de los Estados Unidos invaden a la pequeña nación centroamericana. Ante “el atropello”, estudiantes mexicanos se organizan para apoyar a esa nación. “Esto bastó para que la derecha mexicana se sintiera escandalizada ante la franca actividad subversiva de los comunistas mexicanos. En vista de eso, el gobierno, a través del general Leyva Velázquez, presidente del PRI, aprovechó el viaje para enfatizar su irreversible anticomunismo y su repudio a ese tipo de ideologías extrañas que no respondían al patriotismo inherente de la sociología del mexicano”. José Agustín, Ramírez; op. cit. p. 132.
307
ciertas o falsas, en cualquier caso, ambos elementos le venían al dedo a José
Vasconcelos.
Además, como veremos con detalle, algunos investigadores han
reprochado que José Vasconcelos haya escrito el prólogo para el libro Derrota
Mundial, planteando esta situación como un “desliz” dentro de su amplia obra
como escritor. Sin embargo, una investigación de la obra periodística de José
Vasconcelos, delimitada particularmente a los años en que escribió el prólogo, nos
conducirá a determinar que Vasconcelos encontró en el libro de Salvador Borrego
un impresionante punto de intersección, en relación con su propia obra. En efecto,
buena parte de la labor periodística de Vasconcelos, de esos años, estuvo
enfocada en desarrollar los mismos temas que Borrego amplía en su libro.
Recurriendo a la labor periodística de José Vasconcelos, podemos
determinar que existen algunos indicios con los que se puede inferir que antes de
conocer personalmente a Salvador Borrego, y antes de escribir el prólogo,
Vasconcelos ya había estado en contacto con el libro Derrota Mundial. De aquí
que, en cuanto Borrego le pidiera prologar su libro, Vasconcelos no dudó en
plasmar su firma de apoyo para la segunda edición de Derrota Mundial.
Tengamos presente que la primera edición de Derrota Mundial, apareció
en diciembre de 1953. La segunda edición, donde ya se encuentra el prólogo de
José Vasconcelos, circuló a partir del mes de marzo de 1955. En los quince meses
que separan a una edición de otra, José Vasconcelos escribió una serie de
artículos para la revista Todo y para el periódico Novedades. Del conjunto de sus
artículos, escogimos tres que despuntan por la similitud de temas abordados en
Derrota Mundial, y a juzgar por sus títulos, parecería que Vasconcelos realiza
308
referencias implícitas al libro de Borrego. El caso más específico es el del artículo
cuyo titulo es “Derrotismo”.
La siguiente selección de textos nos demuestra que la labor periodística de
José Vasconcelos, marchaba en línea afín con la de Salvador Borrego y/o
viceversa.
Selección de textos de José Vasconcelos.
Documento Texto
Vasconcelos José. “La liberación de Rusia.” México: Revista Todo. Número 1073. Abril 1 de 1954.
Hablábamos del libro de Eugene Lyons, titulado Nuestros Aliados Secretos. Los pueblos actualmente subyugados por Rusia, son precisamente esos aliados secretos, y estos pueblos esperan de Occidente una política de lealtad para los principios que el mismo Occidente dice representar.El libro de Lyons no es sino un testimonio más a favor de la urgente necesidad de continuar la lucha hasta que sean liberados los pueblos que se encuentran detrás de la cortina de hierro.El pueblo ruso ya sabe a qué atenerse, lo sabe desde hace mucho tiempo, desde que Lenin declaró a los que lo acusaban de tiranizar a Rusia: “No se trata de Rusia caballeros, yo escupo sobre Rusia. Lo importante es que atravesemos esta fase del camino a la Revolución mundial.”
Documento TextoVasconcelos, José. “Macartismo”. México: periódico Novedades. Abril 9 de 1954. P.4.
Los simpatizantes del soviet son aquellos que dentro o fuera de los Estados Unidos, hicieron el juego a la política de Roosevelt y de Churchil, que buscaban la destrucción de Alemania, el odiado competidor, aunque para lograrla fuese necesario engrandecer a Rusia. Mejor aún, para los rooseveltianos de ese tipo, engrandecer a Rusia era un paso para lograr el control mundial, al través del eje Londres-New York y el Kremlin. Por lo pronto con una división provisional: la mitad del mundo para Rusia, la otra mitad para la camarilla izquierdo-capitalista, en tanto que podía venir la unidad del gobierno único sobre todo el planeta, con la bomba atómica como instrumento de dominación, o sea, el plan que en alguna ocasión esbozó nada menos que Mr. Einstein, el de la relatividad al servicio de un absoluto controlable por la mafia internacional.
309
Documento Texto
Vasconcelos José. “Derrotismo”. México: Revista Todo. Número 1080. Mayo 20 de 1954.
El calosfrío de Derrotismo que ha pasado por la columna vertebral del Occidente, no debe sorprendernos. Nunca casa dividida pudo resistir los golpes del infortunio. Toda la tragedia de Occidente pudo sospecharse, más aún, fue anunciada por muchos desde antes de la primera guerra. El empeño de Inglaterra de acabar con su rival comercial que era la Alemania moderna, bastaría para explicar todo lo que ha ocurrido después. La paz de Versalles impuesta por el comercialismo anglosajón para aplastar a sus primos los germanos, fue la segunda etapa en donde quedó planteado irremisiblemente el conflicto tremendo de la Segunda Guerra. Desgraciadamente, por el fondo del conflicto corre como siempre en las grandes crisis históricas, un interés religioso. Los jefes de Inglaterra y de los Estados Unidos, del tiempo de la Segunda Guerra, no tuvieron inconveniente en fortalecer a la Rusia marxista porque ellos mismos, desde el fondo de su corazón, no eran otra cosa que luteranos y calvinistas, que es lo mismo que precursores del marxismo. Para un Antipapista del mundo reformado, un Stalin, es mil veces preferible al Papa, quien quiera que sea el Papa.
Insisto, la lectura de estos documentos nos demuestra que el pensamiento y la
obra de Vasconcelos mantienen una correspondencia análoga con el trabajo
realizado por Salvador Borrego.
En la última década de su vida, José Vasconcelos se empeñó en revelar la
amenaza del bolchevismo y su expansión mundial. Era claro que para
Vasconcelos, su principal preocupación consistía en denunciar la lucha contra la
religión de Cristo llevada a cabo en forma inherente por el comunismo.
Por eso Vasconcelos expuso los siguientes juicios que conviene
conozcamos de manera literal:
PROLOGO A LA 2DA. EDICION DE DERROTA MUNDIAL
La obra de Salvador Borrego E., que hoy alcanza su segunda edición, es una
de las más importantes que se hayan publicado en América. Causa
310
satisfacción que un mexicano de la nueva generación, haya sido capaz de
juzgar con tanto acierto los sucesos que conocemos bajo el nombre de la
Segunda Guerra mundial.
La primera edición del libro de Borrego se publicó hace dos años escasos y en
tan corto tiempo, el curso de los sucesos ha confirmado sus predicciones, ha
multiplicado los males que tan valientemente descubriera.
Y el monstruo anti-cristiano sigue avanzando. Detrás de la sonrisa de Mendes-
France, siempre victoriosa, dicen sus secuaces; detrás de esa enigmática
sonrisa, seis millones de católicos del Vietnam, fruto precioso de un siglo de
labor misionera francesa, han caído dentro de la órbita de esclavitud y de
tortura que los marxistas dedican a las poblaciones cristianas.
El caso contemporáneo tiene antecedentes en las invasiones asiáticas de un
Gengis-Kan, que esclavizaba naciones; tiene antecedentes en las conquistas
de Solimán, que degollaba cristianos dentro de los templos mismos que
habían levantado para su fe. El conflicto de la hora es otro de los momentos
angustiosos y cruciales de la lucha perenne que tiene que librar el cristianismo
para subsistir.
En el libro de Borrego, penetrante y analítico, al mismo tiempo que iluminado y
profético, se revelan los pormenores de la conjura tremenda.
JOSÉ VASCONCELOS380
Veamos que José Vasconcelos, sin poner objeciones, dio fe de la acción
titánica de Salvador Borrego al escribir este libro, vislumbró también el sacrificio y
las penalidades sin cuento a los que quedó expuesto el autor “al desenmascarar
una conjura que está más allá del terreno puramente económico y militar”. En ello
puso Vasconcelos un énfasis evidente:
380 Salvador, Borrego; Derrota mundial, México ediciones del autor, 1999, p. 5.
311
En el libro de Borrego, penetrante y analítico, al mismo tiempo que
iluminado y profético, se revelan los pormenores de la conjura
tremenda. El conflicto de la hora es otro de los momentos
angustiosos y cruciales de la lucha perenne que tiene que librar el
cristianismo para subsistir.381
Habría de ser uno de los últimos grandes misioneros nuestros quien
certificara el valor de la prosa de Borrego, en 1954, grandiosamente
contemporánea. Merece una especial atención que de lo escrito por Vasconcelos
en el prólogo, sus aseveraciones se puedan llegar a cuestionar de diversas
maneras, pero lo único que no es cuestionable, es la lucha implacable que
Salvador Borrego E., ha sostenido desde que dio a la luz pública su libro:
... hasta en tanto se acerque el fin de los tiempos según advierte la
profecía.
381 Salvador, Borrego; op. cit. p. 6.
312
6.6 Derrota Mundial, el contenido.
¿Cuántas veces hemos leído o visto en los manuales de Historia mundial, en las
revistas “especializadas” de la Segunda Guerra Mundial, en crónicas de la guerra,
en los libros de texto de primaria y secundaria, en programas para la televisión, o
incluso a últimas fechas en páginas web la siguiente información?:
Con la invasión al país soberano de Polonia y el consecuente atropello a la democracia por parte del régimen nazi, las naciones aliadas de occidente se levantaron en armas para contestar la agresión del régimen xenófobo y despótico de Adolfo Hitler.
Palabras más, palabras menos, los pocos datos son fijos e inamovibles382.
En realidad un conjunto cerrado de adjetivos que un lector o televidente común
identifica con cierta familiaridad sin necesidad de “exponerse” a interpretar o en el
mejor de los casos discernir. Frases elementales donde no hay espacio para
profundizar en las ideas, en la información ni en la naturaleza de los personajes.
Se trata en efecto de la sola “transmisión de un contenido”.
Reza el dicho que la historia la escriben los vencedores. En ello no hay
lugar a dudas salvo pequeñas excepciones. La intención de este apartado es
justamente analizar una de esas descontadas salvedades.
382 Para muestra basta un botón. Uno de los libros de historia más utilizados en la carrera de ciencia política de la UNAM dice en sus páginas: “La guerra comenzó en septiembre de 1939 con el ataque de Hitler a Polonia y las declaraciones de guerra inglesa y francesa. Polonia fue conquistada en pocas semanas, y el último foco de resistencia organizada destruido el 6 de octubre. La primera fase de la guerra concluyó en junio de 1940 con la capitulación de Francia. Desde entonces hasta 1941, Inglaterra, prácticamente sola, hizo fracasar los intentos alemanes de convencerla u obligarla a firmar la paz. En el verano de 1941, la guerra se convirtió en una guerra mundial, al atacar Japón a los Estados Unidos, ataque al que siguió inmediatamente una declaración de guerra de Alemania a los Estados Unidos”. El siglo XX. Europa 1918 – 1945. México, ediciones Siglo XXI, 1990, p. 383.
313
Con pocas palabras se puede catalogar a Derrota Mundial como una “crónica de
la Segunda Guerra Mundial”. Hasta los más acérrimos “críticos” de este libro no
han dudado en registrarlo tal cual.
Como “crónica” es también “libros de relación de sucesos”, no me opondré
en esta investigación en adjetivar de esa manera a Derrota Mundial.
El libro está conformado por 11 apartados, cada uno correspondiente a
periodos históricos distintos pero cronológicamente sucesivos.
Estos son:
Capítulo 1 Aurora roja (1848- 1919)Capítulo 2 Hitler hacia el oriente (1919- 1936)Capítulo 3 Occidente se interpone (1933- 1939)Capítulo 4 La guerra que Hitler no quería (1939- 1940)Capítulo 5 De nuevo hacia el oriente (1940- 1941)Capítulo 6 La guerra que Hitler si quería (1941)Capítulo 7 Salvando al bolchevismo (1941- 1942)Capítulo 8 Oscilación de la victoria (1943)Capítulo 9 Las más altas cumbres del
esfuerzo humano
(1944)
Capítulo 10 El fin de Hitler (1945)Capítulo 11 Derrota Mundial (1945- 1999)
En ellos, Borrego da cuenta de dos objetos de estudio; por una parte, se
analiza el origen y el avance del marxismo, y por otra, el génesis e intento de
consolidación del nacionalsocialismo. La investigación comprende parte del siglo
XIX, pero se concentra en el siglo XX, justamente en el preludio y desarrollo de lo
que todos conocemos como la Segunda Guerra Mundial.
Las diferencias entre Derrota Mundial y otras crónicas oficiales de la
Segunda Guerra Mundial, empiezan desde que Borrego establece un eslabón
soslayado o nunca mencionado en el origen de la “Revolución rusa”. De
314
acuerdo con Salvador Borrego, ese eslabón es: “la participación perfectamente
identificable de personajes y grupos judíos en los puestos clave de la estrategia,
táctica y dirigencia revolucionaria”.
En concreto, Borrego expone desde la primer hoja de su libro que a un
mismo tiempo que Nietzsche escribía (previniendo o vislumbrando el futuro político
del siglo XX) cómo en Rusia se estaban desarrollando las fuerzas más expresivas
de la voluntad humana, acumuladas desde tiempo atrás en espera de descargarse
“no se sabe si en afirmaciones o en negaciones”, paralelamente y efectivamente,
(…) en ese entones Rusia se debatía en sangrienta turbulencia, que una extraña mezcla de nihilistas y revolucionarios marxistas trataban de encauzar mediante un secreto Comité Ejecutivo. La espina dorsal de ese audaz movimiento la formaban esforzados e inteligentes israelitas, miembros de comunidades que a través de muchas generaciones habían soportado severos sufrimientos en el duro ambiente de Rusia.383
Borrego no hace una aserción a medias, por el contrario, aborda este tema
y lo describe durante prácticamente todo su primer capítulo. Citando una buena
cantidad de fuentes bibliográficas, desarrolla una radiografía de cómo la emigrante
raza hebrea fue abriéndose paso, a lo largo de los siglos, en el siempre cambiante
y expansivo territorio ruso. Y ofrece una investigación de las “dolorosas
vicisitudes” de esa raza (incluso citando autores hebreos).
En esencia, lo que Salvador Borrego indica, es cómo bajo la encubierta
acción de una supuesta lucha social se encontraba otra meta secreta: el deseo de
383 Salvador, Borrego; op. cit. p. 11.
315
la palingenesia social, que es decir el resurgimiento y la hegemonía del pueblo
judío.384
Esa meta social y política, según nos indica Borrego, no sólo tenía sus
raíces en territorio ruso, también encontraba un sustento en otro grupo plutocrático
privilegiado de personajes de los Estados Unidos de Norteamérica.
Borrego recapitula lo anteriormente expuesto de la siguiente manera:
Es siempre costumbre que el triunfo tenga muchos autores, auténticos o no y que en cambio todos rehuyan la paternidad de los fracasos; pero el triunfo de la revolución rusa es una de las excepciones de esa regla. Por lo menos hasta ahora sólo se ha atribuido fragmentariamente y tenuemente a la comunidad israelita. Y esto no obstante la evidencia de que la base ideológica de la revolución rusa la crearon los judíos Marx y Engels; la pusieron en movimiento social Lenin, Zinokiev, Kamenev, Bronstein y otros israelitas; la solapó y ejecutó a medias el hebreo Kerensky; la ayudaron económicamente desde EE.UU. los magnates Kuhn Loeb, Félix Warburg, Otto Kahn, Mortimer Schiff y Olef Asxhberg, y la hicieron posible agitando a las masas proletarias un sinnúmero de comisarios israelitas, como judíos eran –simbólicamente- 10 de los 12 revolucionarios que ejecutaron a la familia real de los Romanof.
(...) Son numerosísimas las huellas que los israelitas dejaron en la preparación y la consumación de la revolución rusa, pero por uno u otro motivo la difusión de estos hechos ha sido tan lenta y fragmentaria que generalmente suenan a inverosímiles o fantásticos cuando se les conoce en toda su magnitud. (...) Son innumerables los investigadores que habiendo estudiado la psicología del ruso coinciden en que bajo su dureza acorazada por el sufrimiento de siglos y que bajo su crueldad propia de los caracteres primitivos, late un vigoroso sentimiento místico. Y es precisamente en este sentimiento, espontáneo y de distinta índole que el pensamiento lógico, donde el marxismo israelita se injertó; donde el marxismo encontró un punto de apoyo para erigirse en fuerza gigantesca.
El empuje indiscutible del bolchevismo surgió de dos factores: la fórmula alucinante y utópica de Marx y el sencillo misticismo de las almas rusas. Y fueron judíos quienes combinaron ambos factores, como se combinan la glicerina y el ácido nítrico para obtener la dinamita.385
384 Esta idea de “Palingenesia”, es también desarrollada por otro de los grandes ideólogos del conservadurismo mexicano, Jesús, Guisa y Azevedo; Véase su libro Doctrina política de la reacción, México, editorial Polis, 1941. 385 Salvador, Borrego; op. cit. p. 22.
316
Para comenzar por el principio, debemos decir que Salvador Borrego no
dice nada nuevo cuando afirma que una identificable camarilla de intelectuales de
origen hebreo participó en la estrategia, táctica, acción y dirigencia de la
Revolución rusa. Antes de Borrego, lo habían hecho otros escritores. Las
evidencias abundan, pues la producción fue tan prolífica que incluso la
encontramos antes y después de la Revolución de octubre.
Sobre el particular, Dietrich Bracher en su libro Génesis, Estructura y
Consecuencias del Nacionalsocialismo386, nos indica que el gran mito de una
secreta dominación judía a escala mundial que, al mismo tiempo, fue asociada con
el internacionalismo de los masones, es una interpretación primitiva mucho muy
anterior al asenso de Adolfo Hitler al poder (1933). Pero es al inicio del siglo XX
cuando este mito adquiere una fuerza inaudita:
Instrumento clave fue aquí la invención y falseamiento de “material de prueba” histórico. Al respecto cabe destacar una especie de documento melodramático, titulado Los protocolos de los Sabios de Sión. Fue importado de Rusia y hablaba de los planes secretos de hegemonía mundial judía. Todo ello habría de jugar un papel importante en la ideología del nacionalsocialismo. La obra citada, supuestamente el acto de una asamblea secreta de dirigentes judíos celebrada en Berna el año 1897, sirvió de pretexto para aquella famosa purga sangrienta desatada en la Rusia zarista con el fin de distraer a la opinión pública de los movimientos de reforma política y agraria. Aquel escrito fue una de las lecturas de Hitler, pero también fue difundido por Inglaterra y los Estados Unidos de América, donde el rey del automóvil Henry Ford, prestó su apoyo a tales leyendas hasta la década de los veinte. La leyenda de la conjura ha servido siempre de instrumento para la “racionalización” del pánico a la crisis, de la xenofobia y de la lucha social. Por ello, “documentos” tan absurdos como el antes citado pudieron tener un terrible influjo, y perviven todavía en forma de panfletos en el mundo de los racistas. Reiteradamente han sido refutados, aunque aparentemente no pueden aniquilarse en tanto persistan los prejuicios y el odio de razas.387
386 Karl Dietrich, Bracher; Génesis, estructura y consecuencias del nacionalsocialismo, Madrid, Alianza, 1973.387 Karl Dietrich, Bracher; op. cit. p. 53. Sobre este tema, también es importante recordar los excelentes libros de León, Poliakov que conforman la serie Historia del Antisemitismo, publicados al castellano por la editorial española Muchnik en 1984.
317
Por lo tanto, la paternidad de la idea de gran conspiración mundial judía, no
es propiedad exclusiva de Salvador Borrego. A este punto destaquemos además
que cuando Borrego señala que el origen de la mayoría de los revolucionarios
rusos es hebreo, tampoco informa algo desconocido. Esta atribución racial a los
líderes de los movimientos emancipadores, ya ha sido señalada incluso por
investigadores que en ningún momento han tenido la intención de ofender al
pueblo judío:
La nutrida participación de los judíos en los movimientos liberales y socialistas, columnas del proceso de emancipación, no dejó de despertar sospechas, al igual que su voluntariosa adaptación a la sociedad vigente. El hecho de que el filósofo político Friedrich Julius Stahl, judío, contase entre los mayores teóricos del conservadurismo prusiano no significaba nada frente a ese tópico ciego de que los judíos eran intelectuales subversivos, rapaces, explotadores, revolucionarios y agitadores internacionales.
Con el asenso del movimiento socialista, el hecho de equiparar la conjuración judía con otra socialista e internacional o comunista fue simplemente una consecuencia del antisemitismo moderno y de su función: es decir, salvar la brecha existente entre la imaginación romántica y la realidad contemporánea tras la disolución de las viejas estructuras agrarias y corporativas.388
Veamos también que cuando Salvador Borrego afirma que “el empuje
indiscutible del bolchevismo surgió de dos factores: la fórmula alucinante y utópica
de Marx y el sencillo misticismo de las almas rusas”, en ese tema coincide con las
tesis de otros investigadores reconocidos mundialmente, como por ejemplos
Berdiaeff o bien, Joseph Kessel389.
Después de analizar las circunstancias históricas particulares por las que
atravesó la Rusia zarista, encontraremos que, si bien en Rusia, existían rezagos
388 Karl Dietrich, Bracher; op. cit. p. 54.389 Véase el libro de Nicolás Berdiaeff; El espíritu de Dostoyevski, Barcelona, ediciones Apolo, 1951. También a Joseph, Kessel; “El bolchevismo a través de Dostoyevski”, México, revista Vuelta, junio de 1993, número 199.
318
históricos milenarios y las circunstancias evidenciaban un descontento social sin
precedentes, así como una abigarrada cantidad de movimientos, casi siempre
clandestinos, que buscaban encauzar el deseo de justicia social, “no es posible
negar que para que el bolchevismo y sus ilusiones frenéticas tuvieran la fuerza de
la rama ardiente de la Biblia, para que sacudieran un pueblo entero, una fe,
tuvieron que entrar en contacto con una mentalidad adecuada, con algo turbio,
apasionado y doliente, dispuesto a aceptarlo todo y a multiplicarlo, es decir, con el
nihilismo que preparó el siglo XIX”390. Éste fue alentado gracias a un muy
identificable número de intelectuales de diversos orígenes (incluidos algunos
hebreos) que empezaron por atentar contra la Iglesia ortodoxa, contra el
tselostnost (palabra que soporta una variedad de actitudes típicamente rusas y
que significa plenitud, integridad, unidad de la persona), contra el sobornost (la
convicción de pertenecer a una comunidad única, que en este caso es la rusa) y
sólo hasta que las circunstancias lo permitieron, asestaron el golpe final contra la
autocracia representada por el Zar.391
Hasta este punto en el libro de Salvador Borrego, encontramos puntos de
coincidencia con otros autores, pero en definitiva, su investigación se aparta de la
generalidad cuando atribuye al “secreto comité judío”, la paternidad u origen de
toda una serie de posicionamientos políticos a nivel mundial con la finalidad
inmediata de detener, bajo cualquier costo, la consolidación y el posterior avance
del nacionalsocialismo alemán. En opinión de Borrego, Alemania, la piedra angular
390 Joseph, Kessel; op. cit. p. 13.391 Sobre este tema, existen ya investigaciones más profundas en donde queda expuesto el origen de los revolucionarios rusos, muchos de ellos hebreos, tanto los de las generaciones de 1840, 1860, 1880 y los que actuaron durante la revuelta de 1905 y la revolución de 1917. En mi tesis de licenciatura en ciencia política (UNAM) que lleva por título El combate de Dostoyevski contra el nihilismo, México, junio de 1996, abordo un poco sobre este tema.
319
en la que Lenin había soñado convertir al marxismo para de allí exportar a todo el
mundo la Revolución mundial, había caído en manos de un acuarelista empeñado
en un categórico nacionalismo apoyado en las ideas de patria y de raza. Es decir
que frente al movimiento internacionalista de origen político israelita, se oponía
otro que además de ser exclusivista nacional alemán, también poseía un
fundamento de antisemitismo político.
Siguiendo la exposición de Salvador Borrego, el nacional socialismo alemán
era un movimiento político que amenazaba los fundamentos mismos por los
cuales el secreto comité judío había venido luchando durante siglos para
apoderarse del control mundial, por lo cual debía ser extirpado, aniquilado de la
faz de la tierra:
Es importante observar cómo seis años antes de que se encontrara el falso pretexto de Polonia para lanzar al Occidente contra Alemania, ya la Federación Mundial Económica Judía le había declarado la guerra de boicot. La lucha armada fue posteriormente una ampliación de la guerra económica.392
En la investigación de Salvador Borrego, se propone que existen signos
inequívocos de que mucho antes de que el ataque alemán sobre la URSS
comenzara, ya se habían puesto piezas indispensables en el tablero geopolítico
para salvar bajo cualquier costo a la URSS. Sin embargo –escribe Borrego-, no
fue sino hasta 1941, cuando se hizo más evidente este principal objetivo de los
aliados:
Desde junio de 1941 en que se inició la lucha germano soviética, pero muy particularmente a partir de 1942, una vez que la movilización bélica de Rossevelt entró en su apogeo, la mayor parte de los recursos de Occidente fueron lanzados contra las espaldas del ejército alemán para salvar a la URSS.393
392 Salvador, Borrego; op. cit. p. 294.393 Salvador, Borrego; op. cit. p. 307.
320
“Salvar a la URSS, con todo lo que significó arrastrar a millones de seres
humanos hacia la muerte, para luego arrojar a otros tantos millones bajo el yugo
de la deicida bota soviética”, es lo que significa para Salvador Borrego que la
civilización de occidente fue traicionada y llevada a una Derrota Mundial.
Hacia 1953, a sólo 8 años de que terminara la guerra, es claro que pocos
estuvieran dispuestos a aceptar la aparición de este libro. Ya vemos y leemos que
las frases de Borrego suenan inmediatamente al estribillo que el más alto jerarca
nazi repetía incansablemente desde 1923 (cuando publicó su libro que en México
es conocido bajo el título de Mi lucha), hasta su muerte acaecida en 1945.
No bien acababa de reponerse la humanidad de una guerra que provocó la
muerte de al menos 40 millones de personas, millones de las cuales, según se
propalaba, eran de origen judío y que habían sido “brutalmente concentradas en
campos de exterminio para su asesinato en masa, mediante gaseamientos o
incineración, por órdenes exclusivas de Adolfo Hitler”, cuando apareció Derrota
Mundial, que además, desde su título lleva ya una fuerte dosis de juicio adverso
contra el resultado final de la contienda bélica.
Quizás, 8 años no eran suficientes para que Borrego ofreciera su
investigación que expone con pruebas argumentativas el estudio detallado de las
dos fuerzas políticas en pugna (marxismo vs nacionalsocialismo) que en ese
321
momento se habían enfrentado militar y políticamente, defendiendo distintos
intereses políticos, económicos e ideológicos.
El libro de Borrego se convirtió desde el principio en algo absolutamente
novedoso, completamente distinto y lejano de la idea romántica que podemos
encontrar en cualquier manual de la historia rusa.394
Quiero establecer aquí un paralelismo entre la obra de Salvador Borrego y la de
Ernst Nolte (uno de los más grandes especialistas actuales en el estudio de los
movimientos fascistas). Francois Furet en el libro El pasado de una ilusión dice
lo siguiente: (...) “A propósito de la interpretación del nazismo, el pensamiento de
Ernst Nolte fue objeto, en Alemania y en Occidente, de una condena tan sumaria,
que merece comentarios especiales. (...) Podemos concebir cómo y por qué los
libros de Nolte escandalizaron a las generaciones de posguerra, abrumadas por la
culpabilidad, o por el temor de debilitar el odio al fascismo tratando de
comprenderlo, o simplemente por conformismo de la época. Al menos en los dos
primeros comportamientos, las razones son nobles. El historiador puede y debe
respetarlas. Pero si la limitara se privaría de tomar en consideración el terror
soviético como uno de los elementos fundamentales de la popularidad del
394 Los manuales de la historia rusa normalmente nos indican acerca de los niveles de opresión que padecían los campesinos rusos durante el siglo XIX y la muy atrasada sociedad feudalista de Rusia a la que en nada había favorecido la reforma de 1861, por lo que, con el tiempo y bajo la influencia directa de las luchas campesinas, creció el movimiento revolucionario de las capas más avanzadas de la intelectualidad, representadas sobre todo por ilustres estudiantes. La década que corre de 1870 a 1880 bien puede considerarse como la de la rebelión de la intelectualidad. En esos años varios miles de sus componentes participaron en la fase educativa y propagandística del movimiento populista (narodnik) y una minoría de los mismos en su fase terrorista. A esta minoría terrorista a menudo también se le asigna el nombre de nihilistas. Prácticamente al mismo tiempo y en forma paralela a la aparición y extinción del populismo, se produjo un suceso social de importancia histórica: la formación del proletariado industrial en Rusia, que vino a constituir, mediante una mejor organización, la fuerza dirigente de la lucha contra la autocracia. Dirigidos por Lenin, gran estudioso de las ideas de Marx, los soviets llegaron al poder...Lenin dirigió una verdadera revolución social y económica. Historia de la URSS, URSS, ediciones Progreso, 1979, V1.
322
fascismo y del nazismo durante los años veinte y treinta. Tendría que ignorar lo
que el advenimiento de Hitler debe a la anterioridad de la victoria bolchevique y al
contra ejemplo de la violencia pura erigida por Lenin en sistema de gobierno; por
último, a la obsesión kominteriana de extender la revolución comunista a
Alemania. En realidad, el veto impuesto a ese tipo de consideraciones impide
construir la historia del fascismo; en el orden histórico, hace contrapeso al
antifascismo en su versión soviética en el orden político. Al prohibir la crítica del
comunismo, ese tipo de antifascismo historiográfico bloquea también la
comprensión del fascismo. Entre otros méritos Nolte tuvo el de romper ese tabú”.
395
Tanto Nolte como Borrego pretendieron hacer una temprana crítica del
comunismo así como una interpretación del nacional socialismo y el fascismo sin
limitaciones de evidente orden político. A cambio, ambos recibieron una condena
sumaria que a menudo vino más por la crítica hacia sus interpretaciones del
comunismo que por la construcción de una historia del fascismo.
Por lo que toca a Salvador Borrego, el rechazo a su investigación estaba
prácticamente garantizado. Entre otras cosas porque desde la primera edición de
Derrota Mundial cuestionó, en el penúltimo capítulo, la veracidad del llamado
“Holocausto”. Afirmar o decir esto en el año de 1953 era bastante temerario. En
países europeos, cuestionar el “Holocausto”, como en el caso de los revisionistas
históricos, les ha significado acoso, persecución policíaca y represión en distintos
395 Francois, Furet; op. cit. p. 189.
323
grados. En Alemania, por ejemplo (2003), se incurre en “delito de opinión” si se
niega el “Holocausto”, y se castiga con cárcel y multas.396
Afirmar que un Secreto Comité Judío se había encargado de encauzar la
Revolución Rusa y además argumentar que el llamado “Holocausto” no es de
ninguna manera en las proporciones como lo presentan los dogmáticos, motivó la
reacción inmediata de rechazo y de condena. La virulencia contra Salvador
Borrego fue en este caso mucho mayor que contra Ernst Nolte ya que este último
al principio de sus investigaciones no discutía la veracidad del genocidio, “varias
veces expresó su horror ante la exterminación de los judíos por los nazis, y ante la
singularidad del genocidio judío considerado como liquidación industrial de una
raza sostuvo la idea de que la supresión de los burgueses como clase por los
bolcheviques señaló el camino y que el GULAG es anterior a Auschwitz”.397
Mientras que Nolte o muchos otros historiadores alemanes que pretendían
hacer una historia del nacional socialismo tenían que adaptarse a una posición
más conservadora puesto que se encontraban en las entrañas de Europa, para
Salvador Borrego no fue tan difícil ofrecer en Derrota Mundial una investigación
especial acerca del tema del Holocausto. Sobre ese particular, Salvador Borrego
escribió un capítulo especial. Lo denominó: “Resurrección en masa de judíos”.
Advierto que en la edición de 1953, dicho documento fue construido con
investigaciones del autor a las que no se les daba crédito por su dudosa
procedencia. Sólo con el tiempo conforme documentos desclasificados hacían
396 El general Otto Ernst Remer fue condenado el 26 de noviembre de 1986 a tres meses de cárcel y a una multa por decir que el Holocausto era falso. Y en Francia, el líder Jean Marie Le Pen fue multado por afirmar que no había habido las famosas cámaras de gas (sep. 24 de 1988). Para conocer más casos como los anteriores existe la página de Internet con dirección: http://www.nuevorden.org/noticias (Noticias sobre la represión). 397 Francois, Furet; op. cit. p. 190.
324
flamantes revelaciones, Salvador Borrego fue agregando nuevos párrafos ya sin la
“fantasmagórica procedencia”. De aquí que en la edición del 2003, el apartado sea
mucho más extenso y consecuentemente, al autor le ha acarreado mayores
problemas debido a sus argumentaciones polémicas.
En una de las charlas, Borrego expresó lo siguiente:
Eso de que soy antisemita no es exacto, porque yo no estoy en contra del judío por ser judío, sino de un movimiento político hecho por judíos, como también muchos de izquierda no son anti germanos, sino son antinazis, un movimiento político hecho por alemanes. A mi me llaman antisemita porque me opongo a un movimiento político que está hecho por judíos pero no estoy precisamente en contra del judío por ser judío, porque eso sería tan absurdo como ser antifrancés o ser antiitaliano, esas son posiciones infantiles. Es como decir que alguien odia a los mexicanos porque somos trigueños, o porque venimos de dos razas, todo eso es absurdo. Es más fácil desacreditar a una persona con una palabra genérica que entrar a una comparación de ideas, no quieren entrar a una discusión de fondo, simplemente con una palabra pretenden descalificar lo que uno dice, pero eso es tan absurdo como a alguien se le rechace por ser “chaparro” o por ser “flaco”. En vez de discutir las ideas de esa persona, se le descalifica y ya. En vez de refutar las ideas y los hechos que se relatan en Derrota Mundial, descalifican con una sola palabra: antisemitismo. Y como el antisemitismo es impopular, con ese término ya eliminan toda discusión.398
Una lectura real a Derrota Mundial, revela que Salvador Borrego no aceptó de
ninguna manera la ortodoxia oficial de la historia de la Segunda Guerra Mundial.
Su libro impone una viva controversia histórica que a pesar de ofrecer diversas
contribuciones, desde 1953, no se le ha permitido ocupar un lugar tan sólo para el
debate público en el que se rebatan sus ideas con argumentaciones. Las
interpretaciones personales de Salvador Borrego no demeritan todo el trabajo de
investigación, éstas últimas entran en el derecho de la diversidad.
398 Salvador Borrego/Jasso Espinosa/Mayo 13 del 2000.
325
La sociedad contemporánea está siendo objeto de una homogeneización
política económica en todo el globo terráqueo. El interés por la diversidad como
contrapartida, está cada vez más arraigado en amplios sectores de la población. Y
a la diversidad en otros campos debe añadirse el derecho a la diversidad
intelectual, el derecho a la discrepancia. Investigar en aspectos poco conocidos de
la historia es un reto apasionante. Y el releer la historia al margen de los tabúes
políticos impuestos por el poder del momento, sigue siendo una de las asignaturas
pendientes de la historia contemporánea.399
Derrota Mundial es un texto que va más allá de un simple adjetivo. Y si en
todo caso tuviera que buscarle uno o algunos, me inclinaría por decir que se trata
de una “polémica crónica de la Segunda Guerra Mundial”.
399 Roger, Garaudy; Los mitos fundacionales del Estado de Israel, (http://abbc.com/aaargh/espa/garaudy/mitos1.html).
326
6.7 Acerca de América Peligra.
En el año de 1964, ya con el antecedente de rechazo hacia Derrota Mundial,
Salvador Borrego publicó el libro América Peligra, que con poderoso bisturí
diseccionó en las entrañas de la historia mexicana. Sin desperdiciar otras fuentes
no convencionales, el autor indagó en el origen y la formación de la nación
mexicana, así como en las relaciones exteriores de México desde su formación. El
resultado: una investigación disímil.
América Peligra representó también para Borrego una respuesta al
acérrimo boicot editorial al que estaba siendo sometido Derrota Mundial.
Ambos libros fueron privados de la alternativa crítica, por lo que es
prácticamente imposible medir el “escándalo” o el nivel de aceptación que generó
la circulación de América Peligra. Pocas son las referencias hemerográficas que
esta investigación logró reunir sobre América Peligra. Derrota Mundial ocupa un
lugar preponderante en las críticas hacia la obra de Salvador Borrego. Muchos
investigadores y personajes del mundo de la academia conocen el libro Derrota
Mundial y desconocen que exista América Peligra, esto por no hablar ya de los
otros libros de Salvador Borrego.
Es realmente asombroso que quienes critican a Salvador Borrego, no
mencionen la investigación histórica expuesta en América Peligra, libro que debió
merecer mucha más atención que la que comúnmente se le dispensó a Derrota
Mundial.
327
Las pocas críticas con las que pudimos dar respecto a América Peligra,
mencionan una constante repulsa hacia el libro de un “escritor nazi”, pero poco o
nada argumentan contra su contenido. Una y otra vez encontramos el
descalificativo de “antisemita” o “filo nazi”, pero nunca el juicio razonado y
demostrativo del por qué la investigación de Borrego pudiera carecer de validez.
De cualquier manera, sí existe un punto en común para sus “críticos”, unos
como otros no niegan que América Peligra es un “texto de Historia” opuesto al
oficial. De aquí que durante mucho tiempo se creyera que la publicación de este
libro era la evidente muestra del descontento de toda una generación que se
manifestó en contra de la imposición de la enseñanza oficial a través de los textos
gratuitos, particularmente contra la imposición del texto gratuito de Historia.
Respecto a este libro, Borrego se refiere a él de la siguiente manera:
Después de ver que lo de la Guerra Mundial (la segunda) estaba muy enredada pero que se podía aclarar, y que Derrota Mundial lo aclara, hasta donde es posible según creo, dije bueno la historia de México también está muy enredada, parece una “cena de negros”. Que los conservadores son los malos, y que no, que los conservadores son los buenos, y que no. Eran dos corrientes históricas contradictorias. Entonces yo busqué un punto de equilibrio, ni todos han de ser malos aquí ni todos han de ser buenos y entonces me interesó investigar. A Madero siempre lo trataban muy mal los conservadores no revolucionarios y a mi me pareció que Madero era bien intencionado. Y cuando escribí América Peligra lo dije y luego recibía críticas porque hablé bien de Madero. Por ejemplo, me decían con tono despectivo: “No, Madero era un espiritista y un revolucionario”. No, no, pero Madero tuvo muy buenas intenciones, se opuso a la reforma agraria que tan desastrosa ha sido para el país y lo mataron por instigación del embajador Wilson. Lo de manifestarse en contra de los textos gratuitos no fue una determinante para que escribiera América Peligra, es un elemento pero no determinante. Lo de los textos gratuitos empezó desde la época de Calles, se habló de una educación oficial, sectaria, que luego después vino Cárdenas y ya la implementó, pero no, más bien
328
la intención de América Peligra fue esclarecer la historia de México a la luz de la influencia de Estados Unidos que se ejerce sobre México. Porque el mexicano no ha hecho propiamente su historia libremente, le ha sido impuesta por influencias que vienen de Estados Unidos, de otro modo no se entiende la historia. Eso de que la revolución se hizo porque los campesinos ya estaban hartos de que no hubiera democracia en México, no, no. No sabían nada de eso. Y que luego se levantaron en Chihuahua, les dieron armamento. ¿Quién hacía rifles en Chihuahua?, todos se los pasaban desde Fort Bliss. Villa pudo levantar cinco mil hombres porque le dieron armas en Estados Unidos.400
400 Salvador Borrego/Jasso Espinosa/ Enero 28 del 2000.
329
6.8 América Peligra: un ideario de la historiografía conservadora
mexicana.
Al hacer una lectura de América Peligra, lo primero que se infiere, es la ubicación
del libro dentro de la historiografía conservadora mexicana.
La historia de la historiografía conservadora mexicana, en definitiva no ha
sido bien investigada, existen documentos en donde podemos abordar su estudio
401, pero la carencia de trabajos reflexivos, determina el somero análisis de dicho
fenómeno.
Situando a América Peligra bajo el esquema general de la historiografía
conservadora mexicana, advertiremos que su obra adquiere un amplio significado,
que lo convierte en denotada figura de esa corriente de pensamiento.402
Por principio, observaremos en la investigación de Salvador Borrego tres
grandes temas que despuntan:
I el tema de su época,
II el revisionismo histórico, y
III la historia de México a la luz de la influencia que Estados Unidos ejerce
sobre México.
I) El tema de su época:401 Para un estudio del tema véase el excelente trabajo de Jaime, Del Arenal Fenochio; “La historiografía conservadora mexicana del siglo XX”, México, Revista Metapolítica, marzo-abril 2002, número 22,. 402 Escritores de los siglos XIX y XX, han sostenido tesis similares a las de Salvador Borrego. En conjunto, las aportaciones conforman un ideario de la historiografía conservadora mexicana. En casi todos los casos, les ha conducido al descrédito o a la descalificación por parte de la historiografía académica del siglo XX.
330
La lección inaugural de América Peligra consiste en hacer hincapié en que
México (1964) es un conjunto de diversos matices que busca adquirir conciencia
de una nueva nacionalidad. Conforme se avanza en la lectura, es notable que
para Salvador Borrego existe la atención y curiosidad por un tema de palpitante
interés para la época en que escribió el libro: la investigación y el ahondamiento
de lo que, dentro del concierto total de la cultura, podría aislarse y definirse como
una cultura mexicana. Recordemos que él como muchos escritores de su época
tienen la inquietud por realizar crítica social, política y psicológica, se preguntan
por el ser y la naturaleza del alma mexicana, todo esto con base en la
interpretación histórica.
En la literatura socioantropológica mexicana, muchas son las contribuciones
que intentan precisar los rasgos del alma, las connotaciones específicas de la
identidad nacional. En su multiplicidad, presentan diferencias ya sea por su valor
intrínseco o por el método y la perspectiva ideológica. El proceso de identificación
varía con base en las distintas modalidades de reconstrucción de la historia
nacional. Los estudios sobre el carácter y la mentalidad del mexicano son muchos
y diversos. Hay quienes aseguran que el núcleo original de tales consideraciones
puede encontrarse ya en Justo Sierra, en las obras de Ezequiel Chávez; también
se pueden considerar los estudios de Manuel Gamio, Julio Guerrero, Martín Luis
Guzmán, Andrés Molina Enríquez, y las obras más recientes de D. Brading, P.
Romanell y un largo etc. Adolfo Castañón señala a dos familias de las que
surgirán los descendientes del ensayo mexicano que a fines del siglo XX animan
331
la escena literaria, cultural y aún política del México contemporáneo: la
generacional del Ateneo y la de los Contemporáneos.
De este conjunto de escritores y generaciones constantemente se nos
recuerda que en la primera mitad del siglo XX, Samuel Ramos y Octavio Paz
hicieron las más sonadas investigaciones sobre los temas: ¿qué es la cultura
mexicana? y a un mismo tiempo ¿qué es eso de la identidad nacional? A menudo
se nos dice que, aunque hicieron investigaciones por separado, cada uno en su
muy particular estilo, analizaron los diversos factores que dieron lugar al
advenimiento de esa cultura. Dilucidando con penetrante criterio, Samuel Ramos
reconoció en el espíritu español una vital gravitación en la formación del alma
mexicana; igual importancia revistió la influencia francesa preponderante en el
siglo XIX; con Octavio Paz observamos que, gracias a la revolución mexicana,
“México comulga consigo mismo en sangrienta fiesta. La explosión revolucionaria
es una portentosa fiesta en la que el mexicano, borracho de sí mismo, conoce al
fin, en abrazo mortal, al otro mexicano”. Gracias a la revolución mexicana –dice
Octavio Paz-, se reconoce por fin un pasado antaño negado: el México
prehispánico. Habrá que añadir que hacia la década de los 70s correspondió a
Carlos Fuentes enriquecer la discusión iniciada por esos dos escritores. Con la
visión de un México poli cultural y multirracial: un México diferenciado del resto de
los países, por su capacidad de soportar una gran cantidad de culturas dentro de
ese mosaico que conforma a la cultura mexicana. Es claro que la obra de Carlos
Fuentes nos insiste siempre en el carácter mestizo, indo-ibero-afro-americano de
332
nuestra cultura, que es lo que la hace particularmente rica en relación a otras
culturas cerradas.
A la discusión de estos temas, iniciados en la primera mitad del siglo XX, se
ha excluido invariablemente al libro América Peligra de Salvador Borrego.
América Peligra, toca muchos otros temas además del origen e identidad de la
nación mexicana, pero no creo que haya lugar a dudas acerca de que el tema
inicial en la investigación de Borrego se inclina hacia la discusión de su época.
Doce capítulos componen América Peligra:
Capítulo I Alma en Formación“ “ II Premexicano, Mexicano, Antimexicano“ “ III Un Pasado Todavía Presente (1325 – 1821)“ “ IV Luchando por el Botín (1821 – 1847)“ “ V Oportunidades Perdidas (1848 – 1867)“ “ VI Oportunidad Aprovechada (1867 – 1911)“ “ VII Wilson nos Impone el Punto VI (1911 – 1923)“ “ VIII Morrow Salva a Calles (1923 – 1934)“ “ IX Cárdenas Acelera y Luego Frena“ “ X Una Tregua, no una Victoria“ “ XI Supercapitalismo Contra Capitalismo“ “ XII América Peligra
De los doce capítulos, los primeros dos son una continua exposición de lo
que representa la naturaleza de México y en consecuencia, el ser mexicano.
Interesa a Borrego el origen de la nacionalidad mexicana, lo que le imprime su
sello y lo que se empeña en hacerla no nítida.
La simiente de la nacionalidad mexicana, o lo que le imprime su sello, le
toman al autor no menos de cuarenta páginas. El escudriñamiento marcha
entonces hasta cierto punto paralelo al trabajo de otros autores de su época. De
333
esta parte coincidente con otras investigaciones podemos encontrar las siguientes
reflexiones de Borrego:
Toda empresa comienza en el hombre y es simple efecto de las fuerzas espirituales que mueven a éste. La Patria misma es realización y consecuencia de los hijos que integran, pero no antecedente de ellos ni don gratuito. Y México no adquiere aún su madurez porque somos un conglomerado de tendencias contradictorias, un heterogéneo conjunto de voluntades activas y de voluntades inmóviles, de arranques pasionales sin continuidad de esfuerzo y de influencias extrañas. En ese torbellino de energías difusas van dificultosamente abriéndose paso los impulsos que tienden a formar la conciencia nacional. Frecuentemente son esfuerzos aislados entre los cuales median abismos, desiertos de inconsciencia y de irresponsabilidad.
No somos prolongación del Imperio Azteca y es torpe e irreal que nos juzguemos desposeídos de sus logros. Aquéllos no éramos nosotros, aunque algo llevamos de ellos. E igualmente ocioso es suspirar por la grandeza de la colonia; México fue entonces el primer centro político, económico y cultural de América, pero principalmente por obra de españoles, y aquéllos tampoco éramos nosotros, aunque algo llevamos de ellos.
Con el nombre de México no podemos designar ni al Imperio Azteca, que sucumbió con la Gran Tenochtitlán, ni a la Nueva España que desapareció con la Independencia. México es la resultante de esas dos fuerzas y su evolución hacia la plenitud se realiza a medida que sus hijos adquieren conciencia de su nueva nacionalidad.
PREMEXICANO, MEXICANO Y ANTIMEXICANO.LOS TRES GRUPOS DE POBLACION.
Mucho se ha hablado del mexicano para mal y para bien y demasiadas cosas suenan a falso, lo mismo cuando se le enaltece que cuando se le censura. Las definiciones que se han hecho del mexicano contienen algo de verdad, pero no lo abarcan; lo presentan como sombras exageradamente densas o con ilusorios resplandores de grandeza. La confusión surge de la falsa hipótesis de que los 38 millones de habitantes de México integran una misma conciencia nacional; ciertamente pertenecen al mismo país, pero tanto en sus costumbres como en sus sentimientos hay tres claros grupos distantes entre sí por divergencias de anhelos y por abismos de siglos en su evolución.
La dificultad de definir al habitante de México se simplifica cuando se advierte la evidencia de que hay una minoría dotada ya de conciencia de nacionalidad (el mexicano), una mayoría sin esa
334
conciencia (el premexicano) y una minoría consciente, pero negativa (el antimexicano), y que las tres conviven bajo el mismo nombre. Este nombre genérico es el denominador común de los tres grupos, cuyas características y tendencias son distintas y frecuentemente opuestas entre sí. Los dos grupos minoritarios son los activos y los que de tiempo en tiempo chocan mutuamente y arrastran consigo contingentes más o menos numerosos de la masa premexicana, atraída por destellos de verdades o por el falso brillo del engaño.
El mexicano se distingue por el rasgo propio de aquilatar el bien de México como un factor importante de su acción, en tanto que el antimexicano persigue el bien personal como meta y justificación de todas sus acciones. Pese a los fracasos sufridos, el mexicano es idealista y no ha perdido la llama de la fe; distingue causas justas e injustas y está presto a luchar por las primeras. El antimexicano es de fría desilusión y no busca lo justo o lo injusto, sino lo conveniente a su egoísmo, al cual disfraza y justifica como viveza y sentido práctico.
Para el mexicano cuenta más el ideal y para el antimexicano el poder; de ahí que éste no se incline a ninguna causa que no ofrezca seguridades de victoria inmediata, en tanto que aquél sacrifica los logros materiales en aras de los valores morales.
En el torbellino de la confluencia de las sangres indias e ibéricas, el mexicano representa la síntesis que no naufragó en la borrasca y que emergió con sentido armónico; que no conservó en su espíritu el recuerdo angustioso de la derrota india ni el rasgo rapaz del vencedor. Y el antimexicano es el fracaso de esa unión, es el fruto inarmónico que perdió la fe en lo nacional y se refugió en el cinismo del bienestar puramente material. Grupo de rapiña que no siente obligaciones y que cuando se acerca a las masas es para usarlas de ariete o fortín.
Entre esos dos polos, hermanos por la sangre y rivales por el espíritu, vegeta la masa del premexicano, población inerte heredera de un torbellino de influencias raciales que aún no cristalizan en conciencia nacional. En este grupo yacen energías formidables que al resumirse a través de las generaciones buscan su propio equilibrio y su integración.
Esta masa premexicana no se halla exteriormente en acción y no se dirige a ningún punto. Su más acentuada característica negativa es la inconsciencia y su rasgo positivo es el estoicismo, esa fuerza pasiva que le permite sufrir privaciones infrahumanas y soportar silenciosamente el atropello.
La existencia casi vegetal del premexicano ha sido factor preponderante en las desgracias de nuestra historia. Pero aún no termina la lucha y está por decidirse si esa fuerza neutra,
335
aparentemente petrificada, se volverá positiva aliada del mexicano o se tornará cautiva y dañina en poder del antimexicano.403
Hasta este punto, insisto, las exposiciones de Borrego marchan en forma
semejante al tema y discusión de la época. Pero lo que sigue después, es decir,
lo que a juicio de Borrego se empeña en hacer no nítida la formación de la
nacionalidad y la historia mexicana, es lo que distingue y separa a su investigación
del resto de otras, y aun mismo tiempo convirtió al libro y a su autor en “un ser
indeseable”.
II) El revisionismo histórico:
De la lectura del libro América Peligra se puede inferir inmediatamente que el
autor busca, partiendo del primer elemento, no renunciar al ejercicio de “subvertir y
reinterpretar la historia de México desde sus orígenes”. Se trata de un ejercicio ya
realizado anteriormente por Salvador Borrego en su libro Derrota Mundial.
Ejercicio consistente en hacer a un lado la “historia oficial” para ensayar un nuevo
403 Octavio Paz, en El laberinto de la soledad escribe: No toda la población que habita nuestro país es objeto de mis reflexiones, sino un grupo concreto, constituido por esos que, por razones diversas, tienen conciencia de su ser en tanto que mexicanos. Contra lo que se cree, este grupo es bastante reducido. En nuestro territorio conviven no sólo distintas razas y lenguas, sino varios niveles históricos. Hay quienes viven antes de la historia; otros como los otomíes, desplazados por sucesivas invasiones, al margen de ella. Y sin acudir a estos extremos, varias épocas se enfrentan, se ignoran o se entredevoran sobre una misma tierra o separadas apenas por unos kilómetros. Bajo un mismo cielo, con héroes, costumbres, calendarios y nociones morales diferentes, viven “católicos de Pedro el Ermitaño y jacobinos de la Era Terciaria. Las épocas viejas nunca desaparecen completamente y todas las heridas, aún las más antiguas, manan sangre todavía. A veces, como las pirámides precortesianas que ocultan casi siempre otras, en una sola ciudad o en una sola alma se mezclan y superponen nociones y sensibilidades enemigas o distantes. El laberinto de la soledad. Obras Completas; México, ediciones del Fondo de Cultura Económica, volumen 8, p. 48.
336
examen de los “hechos documentados”, y de esta manera comprobar si se
soporta la veracidad de la Historia.
Reinterpretar la historia no era una tarea ociosa sino crítica. Contados
historiadores realizaron la misma práctica, casi siempre utilizando el ensayo.
Nuevamente advertiremos que a la discusión de estos temas se ha excluido
invariablemente a América Peligra. Y eso a pesar de que algunos críticos
liberales concedan a autores no específicamente consagrados al ejercicio de las
letras “carta de ciudadanía en la república literaria”. Adolfo Castañón señala, por
ejemplo, que “la historia del ensayo en México no podría recluir los nombres de
algunos historiadores en los anales de la historiografía. Son muchos los
personajes a lo largo de los siglos XIX y XX, pero en todos los casos resalta la
condición ensayística de reflexionar sobre la historia sin perder UN PUNTO DE VISTA
PERSONAL.” 404
Deseo recalcar que América Peligra tiene otras cualidades mucho más
peligrosas que exceden a los adjetivos de “antisemita” o “nazi”. La primera de esas
cualidades es la de cuestionar la escritura de la historia producida en los espacios
hegemónicos de poder. Esta es la voz más empeñada de Borrego y la que más
han querido callar, su crítica hacia la Historia oficial:
404 Entre otras cosas, la riqueza de la literatura ensayística de hoy estriba en la amplitud del arco generacional que cubre, así como en el caudal y calidad de sus diversos actores, protagonistas múltiples que o bien son escritores que incursionan en dominios periféricos a la cultura literaria o bien son autores no específicamente consagrados al ejercicio de las letras pero que en virtud de la calidad de su escritura tienen carta de ciudadanía en la república literaria. Tal es el caso de los historiadores. México, país con una historia a la vez honda y tentativa, una historia a la par milenaria y en proceso de escritura, no ha dejado de producir, sobre todo desde la independencia, una memoria escrita de plástico y vigoroso trazo. Si la historia de México puede leerse como un ensayo, ¿cómo no incluir en la historia del ensayo el capítulo de la historiografía que de Alamán a Mora, Pereyra y Bulnes, nutre la idea de la prosa en México? Adolfo, Castañon; “Brevísima relación de los que ensayaron y sobrevivieron en México a fin de siglo”, México, revista Vuelta, mayo de 1996, No 234.
337
Pero la obra de Borrego no se limita al mero cuestionamiento de la
escritura de la historia, sino que, al mismo tiempo plantea el problema de la
legitimidad de las versiones alternativas. En esto ha sido enfático, su libro
propone que se conozca la validez histórica de las fuentes alternativas en las que
se basan sus escritos. Borrego sugiere que los “silencios irrecuperables de la
historia no se olviden”, para ello las opciones alternas permiten rescatar lo
particular, lo singular, lo heterogéneo con la intención de afectar la memoria
histórica oficial.
Escrito por un periodista profesional y no por un historiador, América
Peligra apareció con un estilo diferente para su tiempo. Mientras la mayoría de los
escritores de su época hacían del ensayo el “vehículo formal de sus exploraciones
con la característica consistencia y severidad no sólo de orden conceptual sino
también léxica y sintáctica”, además del rigor propio de una acción pedagógica
casi siempre convertida en monólogo, o transcribían hechos documentados y
repetidos hasta el cansancio con su fuerte dosis de solemnidad, Borrego intercaló
varios elementos notoriamente novedosos. Mencionaré 2 de ellos. Cuando
Borrego explora el siglo XIX, a parte de recordarnos que, por ejemplo, los
conservadores también eran seres humanos, recupera la voz de los vencidos. En
América Peligra se reciben como “garbanzos de a kilo” las palabras textuales de
quienes de ante mano sabemos que nunca van a tener un lugar privilegiado en la
historia de México. Las voces soterradas y condenadas al silencio toman en el
libro de Borrego un lugar preponderante. El segundo elemento se encuentra
cuando el autor analiza el siglo que le tocó vivir (prácticamente todo el siglo XX),
utilizando un elemento característico de su siglo: la entrevista.
338
En efecto, el libro América Peligra, muestra un trabajo de investigación
directo donde se recurrió a entrevistas con algunos personajes que fueron parte
de los acontecimientos más importantes de la historia mexicana y algunos otros
que la historia oficial no reconoce tan destacados. Añadiendo a su investigación
este elemento característico del periodista, su texto se hizo más dinámico.
Dejando hablar a los personajes, venciendo la solemnidad, su texto debió ser
visto de un estilo herético. Al interrumpir el silencio sagrado de los muertos que
invariablemente la historia oficial presenta, fue donde se causó problemas. Si bien
hurgar en la historia no lo hizo alguien temible, la difusión de sus pesquisas lo
convirtió en un escritor incómodo, tal como lo fuera José Vasconcelos.
El libro de Salvador Borrego es finalmente una interpretación de la historia
mexicana, pero los “críticos” de su época le respondieron sobre todo con el insulto,
la violencia, la fuerza injusta de la ley o con vagas consideraciones políticas,
morales o filosóficas. En esencia es la misma respuesta que recibieron los
escritores revisionistas de Europa por atreverse a reinterpretar la historia. El libro
quedó entonces en eso, en una sola expresión acusatoria: antisemita. Lo curioso
es que el estilo de “sedicente intelectual” de Borrego que insisto, rompe hasta con
los géneros estilísticos, décadas después vino a ser utilizado por otros escritores,
y hoy existen autores a los que le son reconocidas sus obras por el hecho de
haber sido escritas “a caballo”, entre el reportaje, la historia oficial y la
reinterpretación, incluso el rescate de la tradición oral. 405
405 Muestra de algunos son el escritor polaco Ryszard, Kapuscinski, particularmente su libro El emperador; España, Anagrama, 1989; y el italo-alemán Claudio, Magris, autor de El danubio, España, Anagrama, 1990.
339
III) La historia de México a la luz de la influencia que Estados Unidos ejerce
sobre México.
No olvidemos y tengamos presente que Salvador Borrego expresó al principio de
este apartado, lo que para él significó la construcción de América Peligra:
... la intención de América Peligra fue esclarecer la historia de México a la luz de la influencia de Estados Unidos que se ejerce sobre México. Porque el mexicano no ha hecho propiamente su historia libremente, le ha sido impuesta por influencias que vienen de Estados Unidos, de otro modo no se entiende la historia.
En efecto, América Peligra es una continua exposición de cómo los
Estados Unidos han operado poderosamente con ineludibles repercusiones para
la historia de México.
En el esclarecimiento de esta acción velada de los Estados Unidos,
Salvador Borrego recurre al ideario de la historiografía conservadora mexicana.
Para Salvador Borrego, las acciones emprendidas por los norteamericanos sólo
pueden ser entendidas por las conjuras masónicas tendientes a destruir tanto a la
Iglesia católica como al imperio Español. Si algo caracteriza al libro de Salvador
Borrego, es precisamente el señalamiento del papel desempeñado por las
sociedades secretas de orígenes oscuros para lograr el desmembramiento del
Imperio español406.
Salvador Borrego es un defensor de la obra española. Concibe a España
como la madre patria que nos había dado el castellano y la religión católica. En la
obra de Salvador Borrego, la conquista española, entre otras cosas, evitó que los
406 En el primer capítulo de esta investigación, se utilizó el libro de Francisco Xavier, Guerra: México del Antiguo Régimen a la Revolución, para explicar la importancia real de las sociedades masónicas en la toma de decisiones políticas de este país.
340
indígenas se siguieran comiendo unos a otros. Para un hispanista como Salvador
Borrego, España trajo la fe y nos creó como nación, nos unificó en el idioma, nos
enseñó a pensar en griego y latín, y nos trajo las luces de la civilización occidental.
Pero toda la labor que habían hecho ilustres españoles y mexicanos,
empezó a ser atacada por la “Revolución”, minando la grandeza hispánica,
empujando al país y a las naciones hispanoamericanas a su desunión y
decadencia, sobre todo por la acción de los norteamericanos protestantes.
En el siglo XVI, una fuerza milenaria adoptó novedosas formas religiosas, económicas y políticas para dar un nuevo paso y vigoroso empuje a su lucha. Al establecer el libre examen de las Escrituras, el protestantismo propició el nacimiento de numerosas ramas o sectas, y algunas se han mantenido en el plano puramente religioso. Esto debe tenerse presente para no confundirse o hacer juicios erróneos. En cambio, una “élite” conservó sus expansivos principios sociales, o sea: considerarse como “elegida del Señor”, ante los “no elegidos”, predestinados a la condenación.
De ahí derivó la “élite” una especial licitud de toda combinación que acrecentara su poder económico-político como “marca visible de la predestinación”.
La avanzada de esa élite comenzó a llegar a través del Atlántico a las costas noriorentales de las colonias de Norteamérica. En 1620 desembarcó en la bahía de Massachusetts un grupo de calvinistas “puritanos” y fundó la colonia de New Plymout, de donde se expandió a vasto territorio.
Samuel Oppenheim dice que el primer grupo organizado de emigrantes judíos, al mando de Asser Levy, llegó en 1654 a lo que ahora es New York.
Otro historiador del mismo origen, el doctor Rudolf Glanz, dice que en la primera mitad del siglo XVIII, los grupos hebreos ya tenían mayor preponderancia. Los tres primeros presidentes del colegio de Harvard fueron notables sabios judíos. Durante más de 150 años los ejercicios iniciales de dicho colegio constituían una oración hebrea... La misma situación reinaba en el colegio de Yale y en King’s Collage, ahora Universidad de Columbia.
Tales inmigrantes experimentados en luchas políticas y religiosas, trajeron a Norteamérica los “cuadros” para formar hermandades masónicas esotéricas. En aquel vasto y rico territorio, sin ninguna
341
fuerza coercitiva, ascendieron velozmente en las finanzas. Haym Salomón, Roberto Morris, los Cohen y los Mins ayudaron económicamente a la lucha de George Washington y luego obtuvieron licencia para abrir el Banco de América (con 28 sucursales) y con prerrogativas que les permitían hábiles especulaciones.
El presidente Jefferson nombró Tesorero General a Alberto Gallatin, recién llegado de Ginebra, y esto fue una bendición para la “élite”. La influencia económica se transmutaba fácilmente en influencia política, pues subvencionaba las campañas electorales para que determinados candidatos escalaran puestos en el Congreso, la Suprema Corte o las gubernaturas.
Operaban ya en Estados Unidos (1875) diez mil logias, entre las cuales la más influyente era la Orden Independiente de los Hijos del Pacto (B’nai B’rith), integrada casi exclusivamente por “los elegidos”.
Vista en panorámica, la época de la Reforma fue, nuclearmente, un novedoso esfuerzo de los cabalistas por adquirir poder. Aunque no lograron todo lo que querían –debido a la Contrarreforma- de ahí en adelante utilizaron el calvinismo y la proliferación de logias para ganar influencia económica y política. Y más tarde, el siglo pasado, crearon el marxismo como otro nuevo instrumento de conquista.
Ahora bien, es claro que la “élite” actuante desde el nacimiento de los Estados Unidos traía de Europa una irreductible enemistad contra España y contra la Religión Católica. Y como en el Continente Americano México representaba esas dos entidades, sobre México recayó una acción que siempre se ha reflejado en los momentos decisivos de nuestra historia.
Pretender que la historia de México ha dependido exclusivamente de nuestras propias fuerzas y de nuestros propios errores, sería tanto como suponer que somos una isla en el vacío sideral, solitaria y soberana, ajena a toda influencia exterior. En cambio, ver nuestra historia como el resultado de una interacción de fuerzas –en donde la fuerza externa es con frecuencia la mayor- puede parecer desagradable, pero es más real.
Un examen de este género nos ayuda a entender mejor diversos sucesos nacionales y a precisar los límites de nuestra acción y de nuestra responsabilidad.
Es función vital de la historia penetrar hasta las causas profundas de su acontecer. Y para lograrlo necesita derribar falacias o dogmas pseudohistóricos.
No obstante que la historia es “sólo pasado”, sobre el pasado se explica el presente, y sobre el presente se plantea el futuro. La
342
influencia del pasado sigue actuante de un modo u otro. Un pueblo con historia deformada es un pueblo con memoria enferma.
Como lo dice Fernández Campo: “La amnesia, al paralizar la memoria de una persona –aunque la memoria es sólo pasado- modifica su presente y su futuro. Del mismo modo, sustraerle y alterarle a un pueblo partes esenciales de su historia no es sólo vana ficción de ‘lo que fue’, sino decisiva influencia en lo que es y en lo que será”. 407
En 600 páginas, Borrego explora la historia de México sin renunciar a
exponer su ideario de la historiografía conservadora mexicana. E indudablemente,
su investigación se torna exhaustiva por la cantidad de información que maneja.
Por esta razón, es notable que sean pocos los atrevidos a realizar una lectura
completa del libro.408
A manera de conclusión, señalo que desde que leí con integridad los libros
de Salvador Borrego, he pensado a menudo que es una verdadera ofensa contra
este hombre todas las supercherías que se han escrito sobre él y sus libros.
Se puede no estar de acuerdo con lo que Salvador Borrego ha escrito a lo
largo de los últimos cincuenta años, sin embargo, un análisis de su obra
demuestra que ha sido consecuente en la exposición de sus ideas. Las ideas que
aparecen en América Peligra (1964) son esencialmente las mismas de los
últimos libros que esta investigación revisó, como por ejemplo Hasta dónde nos
quieren llevar (2003).
En sus libros, Salvador Borrego no ha renunciado a todo aquello que
caracteriza a la historiografía conservadora. Lo que caracteriza principalmente a la
407 Salvador, Borrego; Pueblos Cautivos, México, ediciones del autor, 1987. 408 El propio Del Arenal Fenochio, autor citado líneas atrás, no incluye a América Peligra dentro de su investigación de la historiografía conservadora mexicana.
343
historiografía conservadora mexicana es la ubicación de la tesis
antirrevolucionaria, entendiendo a ésta como una reacción contra la mayoría de
los postulados básicos de la Revolución francesa. En el primer capítulo de esta
investigación, se adelantó que, según esa tesis409, el mundo occidental fue víctima,
a partir de la Revolución francesa, de una conjura masónica tendiente a destruir a
la Iglesia católica y al catolicismo en general. De esta manera, la historia
occidental de los siglos XIX y XX se explica, casi en su totalidad, como una lucha
permanente entre la Iglesia católica y las sociedades secretas de origen oscuros.
Siguiendo esa tesis, el poder político de los estados modernos, europeos y
americanos, estaría controlado por sociedades masónicas cuya meta sería la
“descristianización” de Occidente. El catolicismo, su gran enemigo, sería
suplantado por los ideales revolucionarios franceses, seculares, ateos, laicos,
modernos: la tolerancia religiosa, el liberalismo, la libertad de prensa, el divorcio, la
propiedad individual casi sin límites, el individualismo, el laicismo, en la educación
y la secularización de la vida en todo sentido.
Consecuentemente, Salvador Borrego ha sido un crítico infatigable del ideal
de la “Revolución”. Palabra clave para entender a la historiografía conservadora
mexicana del siglo XX, invocada con frecuencia para designar a la “Revolución
judeomasónica” dirigida a descatolizar a Occidente, y cuyos primeros pasos
habrían sido dados con la Reforma protestante. Para Salvador Borrego, en el siglo
XVI, Lutero fue el primer instrumento en la gran lucha para acabar con la iglesia
409 Escritores de los siglos XIX y XX, han sostenido tesis similares a las de Salvador Borrego. En conjunto, las aportaciones conforman un ideario de la historiografía conservadora mexicana. En casi todos los casos, les ha conducido al descrédito o a la descalificación por parte de la historiografía académica del siglo XX.
344
católica, después, durante el siglo XVIII fueron las sociedades de iluminados,
concretamente las logias masónicas, las que continuaron con esta tarea. En las
ideas predominantes de Salvador Borrego, a México llegaron esas sociedades
secretas para desarticular la herencia española, afectando principalmente el
vínculo tradicional de la familia mexicana mediante un constante ataque a la
generalizada fe católica, lo cual con el tiempo repercutió en una gran cantidad de
fenómenos sociales antes desconocido para México, por ejemplo, los niveles
alarmantes de violencia y asesinatos; también, la pérdida de valores antaño
tradicionales: compasión, respeto por la vida, comunión espontánea. Salvador
Borrego lo sintetiza en un par de palabras: disolución social410.
Mas allá de ser un simple autor antisemita, como sus “críticos” lo han
descalificado durante generaciones, Salvador Borrego es sin duda una
personalidad destacada del pensamiento conservador en México. Pese a la
significación de Borrego (44 ediciones de Derrota Mundial y 20 de América
Peligra, que conforman un gran total hasta el año de 2003 de 217,000
ejemplares), no tiene ficha biográfica ni en la Enciclopedia de México ni en el
Diccionario Biográfico de Humberto Mussacchio.
Salvador Borrego como autor, merece su lugar en los libros de referencia
biográfica así como dentro del conocimiento crítico y sistemático de un
pensamiento que se mantiene vigorosamente dinámico en la segunda mitad del
410 El propio Salvador Borrego tiene un libro titulado Disolución Social. Sobre el particular también puede verse la entrevista que realizó Guadalupe Appendini a Salvador Borrego, publicada en Excelsior el 4 de febrero del 2001.
345
siglo XX y que recorre toda la historia del México independiente. Ocupar casi 30%
de estos 120 años merece una lectura crítica y atenta411.
411 Sobre el escaso análisis que se ha hecho de la obra de Salvador Borrego, véase el artículo periodístico de Víctor Manuel, Muñoz Patraca; “Anticapitalista Concurrencial Diccionario Biográfico”, México, Excélsior del 8 de febrero del 2001.
346
CONCLUSION.
Es posible afirmar que los cuatro autores escogidos para esta investigación,
tuvieron elementos en común. Empero, no presentaron mayor vínculo entre ellos.
Su único nexo verificable es haber asumido una postura ideológica de derecha,
durante la cual escribieron líneas con orientación hacia el conservadurismo
mexicano. Sin embargo, la investigación demuestra que Gerardo Murillo, Rubén
Salazar Mallén y José Vasconcelos, asumieron dicha postura hacia el final de sus
vidas, verificándose también en ese periodo, la creación de sus respectivos textos
reivindicativos de las doctrinas políticas autoritarias. Excepción de Salvador
Borrego, quien ha mantenido a lo largo de toda su vida, una constante obra
literaria con la cual se le puede identificar con el conservadurismo mexicano.
Las respectivas posturas hacia la derecha de Gerardo Murillo, Rubén
Salazar Mallén y José Vasconcelos, no llegaron a coincidir porque históricamente
se presentaron en un periodo de la vida nacional en el que aún no se habían
sentando las bases ideológicas para la aparición de una derecha mexicana
organizada, bajo los lineamientos de la participación política moderna:
concretamente, organizados en un partido político que aglutinara las diversas
corrientes del pensamiento de la derecha. Escenario que empezó a ser posible a
principios de la década de los cuarenta, con la fundación del Partido Acción
Nacional. Aunque también es oportuno señalar que no todos los representantes de
la derecha mexicana se integraron a ese partido.
347
Lo que caracteriza al conservadurismo mexicano en su etapa posterior al
régimen de Lázaro Cárdenas, es su constante apelación a la tesis
antirrevolucionaria, consecuentemente, es adverso a los regímenes
revolucionarios donde imperan las doctrinas políticas emanadas del marxismo-
leninismo (o sus variantes), es fundamentalmente católico, nacionalista, pro
hispánico y anti norteamericano.
Sin embargo, antes del régimen de Lázaro Cárdenas, y aún antes de que
concluyera este periodo, las distintas personalidades que se manifiestan a la
derecha de la Revolución Mexicana, realizan sus actividades en forma
desorganizada, sin articulación, y casi siempre a título individual. Esta falta de
cohesión es identificable en los escritos de Gerardo Murillo, Rubén Salazar Mallén
y José Vasconcelos.
En los panfletos de la Colección Acción Mundial, en los que Gerardo
Murillo, reivindica a la Italia Fascista y a la Alemania de Adolfo Hitler, puede
observarse que el Dr. Atl fijó una posición adversa con respecto a la Iglesia
católica. Pero esta posición opuesta es manifiesta desde su anterior participación
como agente de propaganda del constitucionalismo. Esta misma postura también
es evidente en la novela El padre Eterno, Satanás y Juanito García, que bajo la
editorial Botas apareció en 1938. En ella, el Dr. Atl se burla de varios de los
postulados de la Iglesia católica, y de paso se mofa de varios autoerigidos
defensores de esa fe, destacando dentro de éstos a “Pepito
Vasconcelos...derrochador de los dineros públicos y traidor a los amigos que
dieron valimento a su imbecilidad”.
348
Por donde se mire la obra de Gerardo Murillo, y aún en los panfletos que
fueron objeto de estudio de esta investigación, no hay grandes evidencias de que
el Dr. Atl fuera un hombre religioso ni defensor de la Iglesia católica.
Esta postura ideológica contraria al catolicismo, o bien donde no se observa
su apoyo, también es manifiesta en varios de los artículos que Gerardo Murillo
entregó al diario El Universal en el año de 1932. Las entregas las realizó por el
mes de marzo y podemos observar que el Dr. Atl celebra en sus artículos la
invasión a China por parte del Japón:
Los cañonazos que el Imperio del Sol Naciente ha dirigido contra China derrotaron a la vieja nación y al derecho internacional.412
La celebración de Gerardo Murillo ante la agresión del Japón a China, no
coincide con el análisis que de la misma situación elabora José Vasconcelos. Lo
que para Gerardo Murillo es el “Imperio del Sol Naciente”, para José Vasconcelos
es el “agresivo imperio amarillo”. Adviértase que a Vasconcelos no le preocupó
tanto la “ficticia” amenaza militar del Japón a nuestras costas del Pacífico, sino la
exportación de su religión, opuesta a la católica.
Por lo que toca a la rivalidad de Gerardo Murillo contra José Vasconcelos,
es revelador que a pesar de tener puntos de coincidencia (como su indiscutible
creencia en el “súper hombre” o su anticomunismo y asimismo en su
antisemitismo, o su oposición a la recepción en México a “las oleadas de rojos que
trajo el régimen cardenista de España”), es más fácil encontrar testimonios de sus
enconos; sobre todo del pintor hacia el ex Secretario de Educación: en un artículo
412 Gerardo, Murillo; “La Acción”, en El Universal, México, 12 de marzo de 1932.
349
del Dr. Atl, escrito durante el régimen de Lázaro Cárdenas, titulado “Las ideas del
señor presidente”, Murillo arremete contra algunos ministros y empleados del
señor Cárdenas. De modo que contra Vasconcelos, opina lo siguiente:
bajo la protección de un mentecato al que llaman Pepito Vasconcelos (...) se cubrieron los muros de la Secretaría de Educación de propaganda comunista pintada por Diego Rivera en donde las banderas rojinegras, los letreros antimejicanos y el signo de la hoz y el martillo aparecen por todas partes... 413
Como quiera que haya sido el “pleito ratero” en el que se enfrascaron estos
dos personajes, que existan testimonios hasta de sus actividades más simplonas
414, revela por principio, que aún en los peores momentos de sus carreras -como el
periodo específico en el que estuvieron comprometidos con la defensa del
fascismo- no dejaron de estar acompañados, ya sea por sus amistades o por sus
discípulos, algunos de los cuales más tarde excusarían a los “maestros”.
La posteridad de Vasconcelos ha sido polémica y contradictoria. Sus
discípulos más inmediatos, como la generación de los “siete sabios”, a la que
pertenecieron Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín y Antonio Castro
Leal entre otros, lo llamaron “un maestro imposible”.
El filósofo Cardiel Reyes dice que a esta generación de los siete sabios,
Vasconcelos:
Los conmovía dándoles la razón y luego los sorprendía, contradiciéndolos y contradiciéndose. Los dejaba perplejos, defendiendo opiniones que parecían del todo equivocadas y luego los hacía caer en plena indignación con afirmaciones que sonaban al mayor disparate del mundo. Pero siempre tuvieron la conciencia muy clara que detrás
413 Gerardo, Murillo; “Las ideas del señor presidente”. Caja 2a expediente 85. sf. 414 Para otra fuente de la rivalidad entre Vasconcelos y Gerardo Murillo, véase la biografía de Alfonso Taracena que escribió sobre Vasconcelos: “El Dr, Atl me diría que no perdonaba a Vasconcelos por haberle borrado una pintura suya, (...) El Dr. Atl era el principal propalador de las versiones sobre Vasconcelos y sus efebos, pese a que en El Desastre, escribió el ‘Ulises Criollo’ que la providencia lo habría librado de dos pecados únicamente: ‘la soberbia y la sodomía’. Atl aseguraba haberlo sorprendido con Torres Bodet y Montellano en posiciones equívocas”. Alfonso, Taracena; José Vasconcelos, México, editorial Porrúa, 1982, p. 52.
350
de toda esa avasalladora y contradictoria personalidad, había enormes fondos de verdad, que todo ello estaba unido indisolublemente a un mundo extraño pero de sublimes esencias, descompuesto y al mismo tiempo de suprema exaltación espiritual. 415
En La marca del tiempo, Cardiel Reyes también argumenta cómo la
generación que con mayor justicia se ha llamado la vasconcelista (Germán de
Campo, Mauricio Magdaleno), es irónicamente la que ha hablado con mayor
amargura de su magisterio que, sin renegar de sus ideales y de sus heroicidades,
confiesa (de manera individual) estoicamente sus desatinos y sus aciertos, sus
pasiones y sus debilidades.416
Por su parte, el Dr. Atl también formó escuela y seguidores. Pero a decir de
sus biógrafos, nadie quiso seguir al escritor sino al pintor. Con lo cual se le hizo un
gran favor.
Que prácticamente haya sido imposible reconstruir las actividades de
Rubén Salazar Mallén durante la presente investigación, confirma lo dicho alguna
vez por Octavio Paz: “se trata de un autor que ya nadie recuerda”. Y agreguemos:
“del que ya nadie quiere acordarse”. Es sintomático que su novela más lograda
lleve por título Soledad. Disciplina en la que debió formarse otro apasionado por el
ideal del “súper hombre”: Rubén Salazar Mallén.
A diferencia de Gerardo Murillo, Rubén Salazar Mallén y José Vasconcelos,
a Salvador Borrego Escalante, le es reconocida desde hace 50 años, su amplia
labor como ideólogo del pensamiento de derecha mexicana, concretamente a
partir de la publicación de Derrota Mundial, en 1953.
415 Raúl, Cardiel Reyes; La marca del tiempo, México, editorial UNAM, 1987, p. 250. 416 Raúl, Cardiel Reyes; op. cit. p. 250.
351
Esta postura inextinguible, que podríamos señalar como posición de
privilegio de Salvador Borrego, históricamente era imposible de asumir para
Gerardo Murillo, Rubén Salazar Mallén y José Vasconcelos dado que, en el
periodo en el que manifestaron sus ideas –en la década de los treinta, durante el
cardenismo y al final de éste--, se estaban originando las condiciones socio
políticas para la formación de una ideología de derecha, precisamente como
reacción contra las acciones emprendidas durante el cardenismo
De modo que el pensamiento de Salvador Borrego no se nutrió de un vacío
histórico. Irónicamente, parte de su robustez se la debe al periodo de la
Revolución mexicana que más se afanó en destruir los rasgos característicos del
Antiguo Régimen mexicano, y que al mismo tiempo engendró una creciente
disidencia de carácter civil y militar, que necesariamente habría de exigir una
concreta ideología de derecha.
Lo que caracteriza a la obra de Salvador Borrego, es su habilidad para
saber integrar la mayor parte de los componentes del conservadurismo mexicano:
una constante apelación a la tesis antirrevolucionaria, perenne adversidad a los
regímenes revolucionarios donde imperaron las doctrinas políticas emanadas del
marxismo-leninismo (o sus variantes), además, su pensamiento es
fundamentalmente católico, nacionalista, prohispánico y antinorteamericano.
Salvador Borrego es un ideólogo muy importante del pensamiento de
derecha en México. Su obra define y da forma a un sector de esta corriente de
pensamiento. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, sus escritos han sido
leídos por generaciones.
352
El caso de Salvador Borrego mereció una investigación a fondo. La censura
que editorialistas e intelectuales de izquierda mexicanos han impuesto a sus
libros, no permite polemizar siquiera acerca de su obra. Sin embargo, sus libros se
han vuelto referencia obligada para los simpatizantes del conservadurismo
mexicano417
Durante la investigación se pudo comprobar que sus trabajos, tienen amplia
demanda en el mercado de libros de habla hispana y no sólo el mexicano,
particularmente su libro Derrota Mundial.
417 El investigador Edgar González Ruiz, señala en su reciente libro La última cruzada, que “los militantes de la extrema derecha se identifican con la obra de Salvador Borrego de quien incluso recomiendan el libro Derrota Mundial”. Edgar, González Ruiz; La última cruzada (de los cristeros a Fox), México, editorial Grijalbo, 2001.
353
BIBLIOGRAFIA POR CAPÍTULOS.
CAPÍTULO 1.
• Caso, Antonio. “El bovarismo nacional”. Discursos a la nación mexicana.
México: librería Porrúa, 1922.
• Cioran, Emile. Del inconveniente de haber nacido. Madrid: editorial
Taurus, 1995.
• Del Arenal Fenochio, Jaime. “La historiografía conservadora mexicana del
siglo XX”. México: Revista Metapolítica, número 22, marzo-abril 2002.
• Furet Francois. El pasado de una ilusión. México: Ed. Fondo de Cultura
Económica, 1993.
• Gide, André. Retorno de la URSS. Barcelona: editorial Muchmik, 1982.
• Guerra, Francisco Xavier. México: del Antiguo Régimen a la Revolución.
2 Volúmenes, México: ediciones del FCE, 2001.
• Guisa y Azevedo, Jesús. Doctrina política de la reacción. México:
editorial Polis, 1941.
• Hernández Busto, Ernesto. Perfil Derecho. México: editorial Aldus, 1996.
• López Cámara, Francisco. La génesis de la conciencia liberal en México.
México: Editorial UNAM, 1980.
• Mayer, Arno. La persistencia del Antiguo Régimen. España: editorial
Alianza, 1984.
354
• Moore, Barrington. Los orígenes Sociales de la Dictadura y la
Democracia. Barcelona: ediciones Península, 1991.
• Nolte, Ernst. La guerra civil europea 1917-1945 (nacionalismo y
bolchevismo). México: Editorial FCE, 2002,
• Paz, Octavio. Obras Completas: El peregrino en su patria. Vol. 8.
México: Ed. Fondo de Cultura Económica, 1994.
• Pérez Montfort, Ricardo. Hispanismo y falange. México: Ediciones del
FCE, 1992.
• Solzhenitsyn, Alexander Isaevich. Archipiélago Gulag (1918-1956: ensayo
de investigación literaria). Barcelona: Plaza Janés, 1974.
• Zea, Leopoldo. Dependencia y liberación en la cultura latinoamericana.
México: Editorial Joaquín Motriz, 1974.
• Zea, Leopoldo. La filosofía americana como filosofía sin más. México:
ediciones Siglo XXI, décimo quinta edición, 1994.
CAPÍTULO 2
• Abascal, Salvador. Mis Recuerdos. México: editorial Tradición, 1980. P.
285.
• Bernal de León, José. La Quinta columna en el continente americano.
• Borrego, Salvador. “El astuto fraude de los santones del PAN”. En La Hoja
de Combate, Año IX, No 100, del 12 de enero de 1976.
• Calderón, Miguel Ángel. El impacto de la crisis de 1929 en México.
México: Sep/80, 1982.
355
• Campbell, Hugh: La derecha radical en México, 1929-1949. México:
sepsetentas, número 276, 1976.
• Careaga; Gabriel. El Siglo Desgarrado. México: Ediciones de la Secretaría
de la Defensa Nacional, 1990.
• Céline, Louis-Ferdinand. Viaje al fin de la noche. Barcelona: editorial
Edhasa, 1983.
• Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales. Barcelona: Editorial
Aguilar, 1984.
• Fijalkowski, Jürgen. La trama ideológica del totalitarismo. Madrid:
Editorial Técnos. 1966.
• Friedman, Milton y Anna Jacobson. Monetary history of the United
States, 1867-1960. New York: Princeton University Press, Princeton. 1971.
• Galbraith, John Kenneth. El Crac del 29. Barcelona: editorial Seix Barral,
1965.
• García Cantú, Gastón. La derecha. Volumen 5. México: Ed. FCE,
CONACULTA, 1991.
• Gil, Mario. La década bárbara. México: Imprenta Madero. 1970.
• González y González, Luis. Los días del presidente Cárdenas. Historia de
la revolución mexicana 1934 - 1940, México: el Colegio de México.
Volumen 14, 1981.
• Grossman, Henryk. La Ley de la acumulación y del derrumbe del
sistema capitalista. México: Editorial siglo XXI, 1984.
356
• Guardini, Romano. El fin de los tiempos modernos. Buenos Aires:
ediciones sur, 1958.
• Guisa y Azevedo, Jesús. Acción Nacional es un Equívoco. México: Ed.
Polis. 1966.
• Krauze, Enrique. Una religiosidad práctica (Manuel Gómez Morín), en
Enfoque de Reforma. México: No 163, 23 de febrero de 1997.
• Le Goff, Jacques. Pensar la historia. España: editorial Altaya, 1995.
• Lerner, Victoria. La educación socialista. México: ediciones del Colegio de
México, volumen 17, 1979.
• Medina, Luis: “La idea de unidad nacional”. México: editado por El Colegio
de México. Lecturas de política mexicana. 1977.
• Meyer, Jean. El sinarquismo, ¿un fascismo mexicano? 1937 -1947.
México: editorial Joaquín Motriz, 1979.
• Meyer, Lorenzo. “Límites de la política exterior cardenista”. Revista de la
Universidad, 1969.
• Meyer, Lorenzo. México y Estados Unidos en el conflicto petrolero
(1917-1942). México: El Colegio de México, 1968.
• Novo, Salvador. La vida en México en el periodo presidencial de Lázaro
Cárdenas. México: Ediciones de CONACULTA, 1995.
• Orestes Aguilar, Héctor. Carl Schmitt, Teólogo de la política. México:
FCE. 2001.
• Pérez Montfort, Ricardo. Hispanismo y Falange. México: editorial FCE,
1992.
357
• Raby, David. “La dinámica de la revolución y la contrarrevolución: México
bajo Cárdenas 1934 -1940”. Revista Estudios Políticos. Volumen IV,
número 16, octubre diciembre de 1978.
• Rodriguez Piña, Javier. “México, crisis y reestructuración del poder político
(1929-1940)”. El impacto político de la crisis del 29 en América Latina.
México: Ediciones de Conaculta, número 30 de la colección “los noventa”,
1989.
• Schmitt, Carl. La dictadura. Madrid: Editorial Alianza, 1985.
• Serrano Álvarez, Pablo. La batalla del espíritu. México: Ediciones de
Conaculta. Dos tomos. 1998.
• Skirius, John. José Vasconcelos y la cruzada de 1929. México: Ediciones
Siglo XXI. 1978.
• Sosa Elízaga, Raquel. Los códigos ocultos del cardenismo. México:
Coedición UNAM y Plaza y Valdés Editores. 1996.
• Spengler, Oswald. La decadencia de Occidente. Madrid: Editorial Espasa,
1934.
• Taracena, Alfonso. José Vasconcelos. México: Ed. Porrúa, 1982.
• Toynbee, Arnold Joseph. Estudio de la historia. Madrid: Alianza, 1970.
• Vasconcelos, José. La flama. México: Ed. FCE, 1959.
CAPÍTULO 3.
• Archivo Gerardo Murillo Cornadó (Dr. Atl) de la Biblioteca Nacional de
México.
358
• Archivo Zapata: AZ, 27:21. Actas de la conferencia entre Emiliano Zapata y
el Dr. Atl., celebrada el 28 de julio de 1914.
• Avilés Fabila, René (coordinador). Dr. Atl. Conciencia y Paisaje. México:
INBA, 1985.
• Bernal de León José. La Quinta columna en el continente americano.
México: ediciones culturales mexicanas. S.f.
• Casado Navarro, Arturo. Gerardo Murillo Dr. Atl., México: editorial UNAM,
1984.
• Cassigoli, Armando. Antología del fascismo italiano. México: Ediciones
UNAM, FCPyS (serie lecturas número 3), 1976.
• El liberal entregas correspondientes al 28 y 29 de agosto de 1914, en
donde el Dr. Atl., se manifestó a favor de un encuentro razonado entre los
enviados de Carranza (Antonio Villarreal y Luis Cabrera) con Emiliano
Zapata.
• Espejo, Beatriz. Dr. Atl. El paisaje como pasión. México: Fondo Editorial
de la Plástica Mexicana, 1994.
• Fernández Delgado, Miguel Ángel. Visiones periféricas (antología de la
Ciencia Ficción Mexicana), Argentina: ediciones Lumen, 2001.
• Furet, Francois. El pasado de una ilusión. México: Ed. FCE,
• Hernández Campos, Jorge. “El Dr. Atl en la cultura mexicana”.
• Luna Arroyo, Antonio. El Dr. Atl (Paisajista Puro). México: Ed. Cultura
(cuadernos populares de pintura mexicana moderna), 1952.
359
• Malvido Adriana. Nahui Olin, la mujer del sol. México: ediciones Diana,
1993.
• Meyer, Michael. Huerta, un retrato político. México: editorial Domés,
1983.
• Murillo Gerardo. Ante la carroña de Ginebra.
• Murillo Gerardo. Las artes populares en México, México: Instituto
Nacional Indigenista, 1980.
• Murillo Gerardo. Las sinfonías del Popocatépetl, México: Secretaría de
Cultura de Puebla, en la colección Verdehalago, 1999.
• Murillo, Gerardo. ¿Cómo nace y crece un volcán? El Paricutin. México:
INBA, 1943.
• Murillo, Gerardo. “Carta a Carlos Pellicer”. México:en semanal de La
Jornada, 12 de enero de 1997.
• Murillo, Gerardo. Cuentos Bárbaros. México: Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes, 1990.
• Murillo, Gerardo. Cuentos de todos los colores. México: Editorial Botas,
1933.
• Murillo, Gerardo. El futuro del mundo.
• Murillo, Gerardo. Gentes profanas en el convento. México: ediciones
Botas, 1950.
• Murillo, Gerardo. Iglesias de México. 6 volúmenes. México: edición de la
Secretaría de Hacienda, 1924 -1927.
360
• Murillo, Gerardo. La actividad del Popocatépetl. México: editorial Polis,
1939.
• Murillo, Gerardo. La Conferencia de la Habana.
• Murillo, Gerardo. La defensa de Italia en México. México: Ediciones de la
representación diplomática en México. 1937.
• Murillo, Gerardo. La defensa de Italia en México. México: Ediciones de la
representación diplomática en México. 1937.
• Murillo, Gerardo. Paz germana o paz judaico-británica.
• Murillo, Gerardo. Quienes ganarán la guerra.
• Murillo, Gerardo. Un grito en la Atlántida. México: ediciones Stylo, 1947.
• Orozco, José Clemente. Autobiografía. México: Ediciones Occidente,
1945.
• Ortiz Garza, José Luis. México en guerra. México: editorial Planeta, 1989.
• Pacheco, José Emilio. Proceso No 851. México, febrero 22 de 1993.
• Pacheco, José Emilio. Proceso No 852, México, marzo 1 de 1993.
• Ridley, Jasper. Mussolini. Bilbao, España: editorial Vergara, 1999.
• Sánchez Hernández, Sergio. Fuentes para el estudio de Gerardo Murillo
Dr. Atl. México: Ediciones UNAM, 1994.
• Taibo II, Paco Ignacio. “Atl, Carranza, la Casa del Obrero Mundial y el pacto
de 1915”
• Tibol, Raquel “Cuando Atl espió a Zapata”, en Proceso, México: D. F., 6 de
agosto de 1979.
361
• Vega, Patricia. “Pellicer, poeta admirado pero poco difundido” En Semanal
de La Jornada 15 de enero de 1997.
• Womack, John. Zapata y la revolución mexicana. México: ediciones siglo
XXI, 1992.
CAPÍTULO 4.
• Brading, David. Octavio Paz y la poética de la historia mexicana. México:
editorial FCE, 2002.
• Castillo Mireles, Ricardo. “El guerillerismo visto desde dentro” (entrevista a
Rubén Salazar Mallén) en Excélsior, 6 de marzo de 1983.
• Domínguez Christopher. Tiros en el concierto. México: Ediciones Era,
1997.
• Elguero, José. “Editoriales breves”, en Excélsior, 19 y 20 de octubre de
1932.
• Frank, Joseph. Dostoyevski. México: Fondo de Cultura Económica, 1989.
• Gómezjara, Francisco. “Hacia una sociología de la sociología
vasconceliana.” en José Vasconcelos de su vida y su obra (textos
selectos de las jornadas vasconcelianas de 1982). México: Ed. UNAM,
1984.
• Hernández Busto, Ernesto. Perfil Derecho. México: editorial Aldus, 1996.
362
• Jasso Espinosa, Miguel Ángel. El combate de Dostoyevski contra el
nihilismo. México: tesis de licenciatura en Ciencia Política, UNAM, FCPyS,
1996.
• Martínez, José Luis. Literatura mexicana del siglo XX. Antigua librería
Robredo, 1949.
• Novo, Salvador. La vida en México durante el periodo presidencial de
Lázaro Cárdenas. México: Ed Conaculta 1999.
• Ontiveros, José Luis. Bitácora de un forastero. México: INBA, 1995.
• Ontiveros, José Luis. Rubén Salazar Mallén: Subversión en el subsuelo.
México: Universidad Veracruzana, 1988
• Op.cit. P. 347.
• Pacheco, José Emilio. “Examen y Cariátide (1932)”. Proceso número 247,
del 27 de julio de 1981.
• Paz, Octavio. “Respuesta y algo más”. Suplemento México en la cultura
del 27 de diciembre de 1959.
• Paz, Octavio. Generaciones y semblanzas. México: FCE, 1987.
• Prólogo a La sangre Vacía, libro de Rubén Salazar Mallén. México: FCE
(segunda serie de lecturas mexicanas número 102), 1987.
• Prólogo a Soledad, libro de Rubén Salazar Mallén. México: Premiá Editora.
1985.
• Revistas Literarias Mexicanas Modernas: Antena, Monterrey, Examen,
Número. México: FCE, 1980.
363
• Salazar Mallén, Rubén. “Acción Popular Mexicana. Remembranzas de un
desmemoriado”. En Jueves de Excélsior, n. 3235, julio 19 de 1984.
• Salazar Mallén, Rubén. Las utopías del siglo veinte. México: Ed. UNAM
(FCPyS, serie Estudios No 53), 1977.
• Salazar Mallén, Rubén. Páramo. México: ediciones Stylo, 1944.
• Salazar Mallén, Rubén. Soledad. México: Premiá Editora. 1985.
• Sánchez Mc Gregor, Joaquín. “Un enfoque crítico del bolchevismo en
México y en Rusia”. En Cuadernos Americanos. Nueva Época, año XV,
Volumen 6, número 90, noviembre diciembre del 2001.
• Sheridan, Guillermo. Contemporáneos ayer. México: Editorial FCE, 1985.
• Sheridan, Guillermo. México en 1932: la polémica nacionalista. México:
FCE, 1997.
• Sicilia, Javier. Cariátide a desatiempo. México: Ediciones del gobierno de
Veracruz, 1980.
• Sicilia, Javier. Cariátide a destiempo. México: Ediciones del gobierno de
Veracruz, 1980.
• Silva Herzog Márquez, Jesús. El Antiguo régimen y la transición en
México. México Ed. Planeta, 1999. p. 28.
CAPÍTULO 5
• Ahumada, Herminio. José Vasconcelos. México: ediciones botas, 1937.
364
• Bar Lewaw. José Vasconcelos (vida y obra). México: editora
intercontinental. 1965.
• Blanco, José Joaquín. Se llamaba Vasconcelos, México: Editorial F.C.E.,
1977.
• Borrego, Salvador. Derrota Mundial. México: Ediciones del autor. 1953.
• Carballo, Emanuel. 19 protagonistas de la cultura mexicana. México:
Ediciones de la SEP (lecturas mexicanas, segunda serie, número 48), 1986.
• Cardiel Reyes, Raúl. La marca del tiempo. México: editorial UNAM, 1987.
• Fornet Betancurt, Raúl. Transformaciones del marxismo (Historia del
marxismo en América Latina). México: Plaza y Valdés Editores, 1ª edición,
2001.
• Gómezjara, Francisco. Hacia una sociología de la sociología vasconceliana.
En José Vasconcelos de su vida y su obra (textos selectos de las
jornadas vasconcelianas de 1982). México: Ed. UNAM, 1984.
• Krauze, Enrique. En “Una religiosidad práctica”, artículo del semanario
Enfoque de Reforma, N° 163, Febrero 23 de 1997.
• Le Goff, Jacques. Pensar la historia. España: ediciones Altaya, 1993.
• Matute, Álvaro. La “Breve historia de México”: una lectura de 1982. En José
Vasconcelos de su vida y de su obra (textos selectos de las jornadas
vasconcelianas de 1982).
• Ortiz Garza, José Luis. México en guerra. México: editorial Planeta, 1989.
• Paz, Octavio. Obras completas. México: FCE, 1998.
365
• Perdomo Reyes, Salvador. José Vasconcelos (de su vida y de su
pensamiento político). México: UNAM, tesis de licenciatura, FCPyS, 1990.
• Philips, Richard Baker. José Vasconcelos and the Mexican Revolution of
1910. Stanford University. July 1953.
• Ruiz Díaz, Ángeles. La campaña vasconcelista. México: tesis para
obtener el grado de licenciatura en sociología política. UAM, 1978.
• Skirius, John. José Vasconcelos y la Cruzada de 1929. 1a Ed. México:
Siglo XXI. 1978.
• Taracena, Alfonso. José Vasconcelos. México: Editorial Porrúa. 1982.
• Vasconcelos José. Breve historia de México. México: Fernández Editores.
Vol. 2, 1967.
• Vasconcelos, José. El desastre. México: Editorial. FCE, 1989.
• Vasconcelos, José. Octavio Paz, en El Ángel de Reforma, 24 de marzo de
1994.
CAPÍTULO 6.
• Borrego Salvador. América Peligra. México: ediciones del autor, 1964 y
2000.
• Borrego Salvador. Arma económica. México: ediciones del autor, 2001.
• Borrego Salvador. Derrota Mundial. México: ediciones del autor, 1953 y
2003.
366
• Borrego Salvador. Inflación empobrecedora, deflación empobrecedora.
México: ediciones del autor, 1980.
• Borrego Salvador. La biografía de García Valseca. México: ediciones del
autor, 1984.
• Borrego Salvador. Metas políticas. México: ediciones del autor, 1983.
• Borrego Salvador. Pueblos Cautivos. México: ediciones del autor, 1987.
• Borrego Salvador. Waffen SS. México: ediciones del autor, 2001.
• Borrego, Salvador. Neoliberalismo. México: ediciones del autor, 1994.
• Bracher, Karl Dietrich. Controversia de historia contemporánea sobre
fascismo, totalitarismo, democracia. Barcelona: Editorial Alfa, 1983.
• Bracher, Karl Dietrich. Génesis, estructura y consecuencias del
nacionalsocialismo. Madrid: Alianza, 1973.
• Castañon, Adolfo. “Brevísima relación de los que ensayaron y sobrevivieron
en México a fin de siglo”. México: Vuelta No 234, mayo de 1996.
• Castañón, Adolfo. Arbitrario de la literatura mexicana. México: editorial
Vuelta, 1993.
• Del Arenal Fenochio, Jaime. “La historiografía conservadora mexicana del
siglo XX”. México: Revista Metapolítica, número 22, marzo-abril 2002.
• El siglo XX. Europa 1918 – 1945. México: Ed. Siglo XXI.
• Faurisson, Robert. “Las organizaciones judías imponen el credo del
Holocausto”, (http://www.abbc.com/aaargh/espa/solavaya.html).
367
• Faurisson, Robert. “Los dirigentes de los estados musulmanes deberían
romper el silencio sobre la impostura del Holocausto”. 31 de marzo del
2001. www. abbc.com/aaargh/espa/fauris/RF10322e.html
• Finkelstein, Norman G. La industria del holocausto. España: Editorial
Siglo XXI, 2001.
• Flores, Linaloe. “Adolfo Hitler Intenta Renacer en México”. México: El
Financiero. 10 de Mayo de 1995.
• Flores, Linaloe. “Los Ejércitos Fanáticos del Fascismo Mexicano”. México:
El Financiero. 11 de Mayo de 1995.
• Furet Francois. El pasado de una ilusión. México: Editorial FCE, 1993.
• Garaudy, Roger. Los mitos fundacionales del Estado de Israel.
http://www.nuevorden.org/noticias (Noticias sobre la represión).
• Guisa y Azevedo, Jesús. Doctrina política de la reacción. México:
editorial Polis, 1941.
• Historia de la URSS. V1. URSS; Ed. Progreso, 1979.
• Intercambio epistolar entre Salvador Abascal I. y el obispo de Cuernavaca,
Méndez Arceo, se reproduce en La Hoja de combate No 262
correspondiente a julio 12 de 1989.
• Kessel Joseph, “El bolchevismo a través de Dostoyevski”. México: revista
Vuelta N° 199, México, junio de 1993.
• Mayer, Arno. titulado Why Did the Heavens not Darken? The Final
Solution in History, Nueva York: Pantheon Books, 1988.
368
• Muñoz Patraca, Víctor Manuel. “Anticapitalista Concurrencial Diccionario
Biográfico”. México: Excélsior del 8 de febrero del 2001.
• Ortiz Garza, José Luis. México en guerra. México: editorial Planeta, 1989.
• Página de Internet de la Secretaría Internacional de la Asociación de
Antiguos Aficionados a Relatos de Guerra y Holocausto (AAARGH; www.
abbc.com/aaargh/espa/solavaya/.html).
• Paz, Octavio. Obras completas. México: FCE, 1998.
• Ramírez, José Agustín. Tragicomedia mexicana. México: editorial Planeta,
1990-92.
• Said Edward. “Palestinos bajo sitio”. www.comunidad
palestina.org/indice_articulos.htm
369
BIBLIOGRAFIA
• Abascal, Salvador. Mis Recuerdos. México: Editorial Tradición. 1980.
• Aguilar J. Hitler y la Iglesia. España: editorial Nos, 1973.
• Aguilar, José Antonio y Rojas, Rafael. El republicanismo en
Hispanoamérica. Ensayos de historia intelectual y política. México:
FCE, 2002.
• Ahumada, Herminio. José Vasconcelos. México: ediciones botas, 1937.
• Aragón Leyva, Agustín. La vida tormentosa y romántica del general
Adolfo León Ossorio y Aguero. México: Ediciones Costa Amic, 1962.
• Arban, Dominique. Las imágenes modeladoras del Gran Inquisidor (el
nihilismo ruso). Venezuela: Monte Ávila editores, 1970.
• Avilés Fabila, René (coordinador). Dr. Atl Conciencia y Paisaje. México:
INBA, 1985.
• Bar Lewaw Itzhak. José Vasconcelos (vida y obra). México: editora
intercontinental. 1965.
• Bar Lewaw Itzhak. La revista Timón y José Vasconcelos. México:
Editorial Edimex, 1971.
• Barrington Moore. Los orígenes Sociales de la Dictadura y la
Democracia. Barcelona: ediciones Península, 1991.
• Basurto, Jorge. La clase obrera en la historia de México (del
avilacamachismo al alemanismo, 1940-1952). México: Instituto de
Investigaciones Sociales y editorial siglo XXI, 1984.
370
• Berdiaeff, Nicolás. El espíritu de Dostoyevski. Barcelona:, ediciones
Apolo, 1951
• Bernal de León, José. La Quinta columna en el continente americano.
México: ediciones culturales mexicanas. S.f.
• Blackburn, Robin. Después de la caída: El fracaso del comunismo y el
futuro del socialismo. México: Editorial Cambio XXI, 1994.
• Blanco, José Joaquín. Se llamaba Vasconcelos, México: Editorial F.C.E.,
1977.
• Bobbio, Norberto. Derecha e izquierda. Madrid: Editorial Taurus, 1995.
• Borrego Salvador. América Peligra. México: ediciones del autor, 1964 y
2000.
• Borrego Salvador. Arma económica. México: ediciones del autor, 2001.
• Borrego Salvador. Derrota Mundial. México: ediciones del autor, 1953 y
2003.
• Borrego Salvador. Inflación empobrecedora, deflación empobrecedora.
México: ediciones del autor, 1980.
• Borrego Salvador. La biografía de García Valseca. México: ediciones del
autor, 1984.
• Borrego Salvador. Metas políticas. México: ediciones del autor, 1983.
• Borrego Salvador. Pueblos Cautivos. México: ediciones del autor, 1987.
• Borrego Salvador. Waffen SS. México: ediciones del autor, 2001.
• Borrego, Salvador. Neoliberalismo. México: ediciones del autor, 1994.
371
• Bracher, Karl Dietrich. Controversia de historia contemporánea sobre
fascismo, totalitarismo, democracia. Barcelona: Editorial Alfa, 1983.
• Bracher, Karl Dietrich. Génesis, estructura y consecuencias del
nacionalsocialismo. Madrid: Alianza, 1973.
• Brading, David. Octavio Paz y la poética de la historia mexicana. México:
editorial FCE, 2002.
• Buendía, Manuel. La ultraderecha en México. México: editorial Océano,
1984.
• Buron Thierry. Los fascismos. México: FCE (colección popular número
226), 1983.
• Calderón, José María. “Las clases medias rurales y urbanas”; en Génesis
del presidencialismo en México. México: ediciones el caballito, 1972.
• Calderón, Miguel Ángel. El impacto de la crisis de 1929 en México.
México: Sep/80, 1982.
• Campbell, Hugh. La derecha radical en México (1929 – 1949). México:
Editorial SepSetentas. 1976.
• Carballo, Emanuel. 19 protagonistas de la cultura mexicana. México:
Ediciones de la SEP (lecturas mexicanas, segunda serie, número 48), 1986.
• Cárdenas Héctor. Historia de las relaciones entre México y Rusia.
México: Editorial F.C.E., 1992.
• Cárdenas, Joaquín. Vasconcelos visto por la casa blanca (según los
archivos de Washington D. C.). México: ediciones RA, 1978.
372
• Cardiel Reyes, Raúl. La marca del tiempo. México: ediciones UNAM,
1987.
• Careaga; Gabriel. El Siglo Desgarrado. México: Ediciones de la Secretaría
de la Defensa Nacional, 1990.
• Casado Navarro, Arturo. Gerardo Murillo. (El Dr. Atl). México: Editorial
UNAM, 1984.
• Caso, Antonio. “El bovarismo nacional”. Discursos a la nación mexicana.
México: librería Porrúa, 1922.
• Cassigoli, Armando. Antología del fascismo italiano. México: Ediciones
UNAM, FCPyS (serie lecturas número 3), 1976.
• Castañón, Adolfo. Arbitrario de la literatura mexicana. México: editorial
Vuelta, 1993.
• Castellanos, Armando. “El Dr. Atl, en la Quinta Columna”, en Conciencia y
paisaje. México: Ediciones del INBA, 1984.
• Céline, Louis-Ferdinand. Viaje al fin de la noche. Barcelona: editorial
Edhasa, 1983.
• Chase, Allan. Falange (el ejército secreto del eje en América). La
Habana, Cuba: Editorial Caribe, 1943.
• Cioran, Emile. Breviario de podredumbre. Madrid: editorial Taurus, 1998.
• Davidson, Eugene. Cómo surgió Adolfo Hitler. México: FCE (colección
popular número 193), 1981.
• Domínguez Michael, Christopher. Servidumbre y grandeza de la vida
literaria. México: Ediciones de Joaquín Motriz, 1998.
373
• Domínguez Michael, Christopher. Tiros en el concierto. México: ediciones
Era, 1997.
• El siglo XX (Historia Universal Siglo XXI). México: editorial siglo XXI, 1990.
• Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales. Barcelona: Editorial
Aguilar, 1974.
• Espejo, Beatriz. Dr. Atl. El paisaje como pasión. México: Fondo Editorial
de la Plástica Mexicana, 1994.
• Fernández Delgado, Miguel Ángel. Visiones periféricas (antología de la
Ciencia Ficción Mexicana), Argentina: ediciones Lumen, 2001.
• Fijalkowski, Jürgen. La trama ideológica del totalitarismo. Madrid:
Editorial Técnos. 1966.
• Finkelstein, Norman G. La Industria del Holocausto. España: editorial
Siglo XXI, 2001.
• Fornet Betancurt, Raúl. Transformaciones del marxismo (Historia del
marxismo en América Latina). México: Plaza y Valdés Editores, 1ª edición,
2001.
• Friedman, Milton y Jacobson, Anna. Monetary history of the United
States, 1867-1960. New York: Princeton University Press, Princeton. 1971.
• Fukuyama. El fin de la historia y el último hombre. México: editorial
Planeta, 1992.
• Furet Francois. El pasado de una ilusión. México: Editorial FCE, 1993.
• Galbraith, John Kenneth. El Crac del 29. Barcelona: editorial Seix Barral,
1965.
374
• Galbraith, John Kenneth. La era de la incertidumbre. México: editorial
Diana, 1986.
• Gall, Olivia. Asesinato en Coyoacán. México: Editorial El nacional, 1990.
• García Cantú, Gastón. El desafío de la derecha. México: Ediciones
Joaquín Motriz, 1987.
• García Cantú, Gastón. El pensamiento de la reacción mexicana. México:
ediciones UNAM, 1980.
• García Cantú, Gastón. La derecha. México: Coedición FCE-Conaculta,
1991.
• Gide, André. Retorno de la URSS. Barcelona: editorial Muchmik, 1982.
• Gil, Mario. La década bárbara. México: Imprenta Madero. 1970.
• Gojman de Backal. Camisas, escudos y desfiles militares (Los Dorados y
el antisemitismo en México). México: Editorial FCE – UNAM. 2000.
• Gómezjara, Francisco. Hacia una sociología de la sociología vasconceliana.
En José Vasconcelos de su vida y su obra (textos selectos de las
jornadas vasconcelianas de 1982). México: Ed. UNAM, 1984.
• González Ruiz Edgar. La última cruzada (de los cristeros a Fox). México:
Editorial Grijalbo, 2000.
• González y González, Luis. Los días del presidente Cárdenas. Historia
de la revolución mexicana 1934 - 1940. México: el Colegio de México.
Volumen 14, 1981.
• González y González, Luis. Todo es Historia. México: Ed. Cal y arena,
1989.
375
• Grossman, Henryk. La Ley de la acumulación y del derrumbe del
sistema capitalista. México: Editorial siglo XXI, 1984.
• Guardini, Romano. El fin de los tiempos modernos. Buenos Aires:
ediciones sur, 1958.
• Guisa y Azevedo, Jesús. Acción Nacional es un Equívoco. México:
editorial Polis, 1966.
• Guisa y Azevedo, Jesús. Doctrina política de la reacción. México:
editorial polis, 1941.
• Hernández Busto, Ernesto. Perfil Derecho. México: ediciones Aldus, 1996.
• Hitler, Adolfo. Mi lucha. México: editorial Época (9ª edición) 1975.
• Jasso Espinosa Miguel Ángel. El combate de Dostoyevski contra el
nihilismo. México: tesis de licenciatura en Ciencia Política, UNAM, FCPyS,
1996.
• Kapuscinski, Ryszard. El emperador. México: Siglo XXI, 1980.
• Lajous, Alejandra. Los orígenes del partido único en México. Editorial
UNAM, 1979.
• Le Goff, Jacques. Pensar la historia. España: ediciones Altaya, 1993.
• Leal, Juan Felipe. “Crisis y destrucción del Estado liberal oligárquico, 1900-
1914”, en La burguesía y el Estado mexicano. México: ediciones El
caballito, 1972.
• León, Samuel y Maraván, Ignacio. La clase obrera en la historia de
México (del avilacamachismo al alemanismo, 1940-1952). México: Instituto
de Investigaciones Sociales y editorial siglo XXI, 1985.
376
• Lindholm, Charles. Carisma. España: editorial Gedisa, 1982.
• Lombardo Toledano, Vicente. ¿Moscú o Pekín?, la vía mexicana hacia el
socialismo. México: ediciones del partido popular socialista, 1975.
• López Cámara, Francisco. La génesis de la conciencia liberal en México.
México: Editorial UNAM, 1980.
• López Portillo y Rojas, José. Elevación y caída de Porfirio Díaz. México:
editorial Porrúa, 2a edición, 1975.
• Lowry, Malcolm. Bajo el Volcán. México: editorial Era, 1964
• Loyola, Rafael. Entre la guerra y la estabilidad política. México: ediciones
del Conaculta, colección los Noventa, 1990.
• Luna Arroyo, Antonio. El Dr. Atl (Paisajista Puro). México: Editorial Cultura
(cuadernos populares de pintura mexicana moderna), 1952.
• Magris, Claudio. El Danubio. Barcelona: Anagrama, 1990.
• Malvido, Adriana: Nahui Olin, la mujer del sol. México: ediciones Diana,
1993.
• Martínez, José Luis. Literatura mexicana del siglo XX. México: antigua
librería Robredo, 1949.
• Martínez, José Luis. Literatura mexicana del siglo XX. México: Antigua
librería Robredo, 1949.
• Martínez, José Luis. Revistas Literarias Mexicanas Modernas.
México:,Fondo de Cultura Económica, 1980.
• Maser, Werner. Hitler. España: ediciones Acervo, 1983.
377
• Matute, Álvaro. La “Breve historia de México”: una lectura de 1982. En José
Vasconcelos de su vida y de su obra (textos selectos de las jornadas
vasconcelianas de 1982) Difusión cultural UNAM, 1984.
• Mayer, Arno. La persistencia del Antiguo Régimen. España: editorial
Alianza, 1985.
• Mayer, Arno. Why Did the Heavens not Darken? The Final Solution in
History. Nueva York: Pantheon Books, 1988.
• Medina, Luis. La idea de unidad nacional. México: editado por El Colegio
de México. Lecturas de política mexicana. 1977.
• Meyer, Jean. La Cristiada. Mexico: Siglo XXI, 1980.
• Meyer, Jean. El sinarquismo, ¿un fascismo mexicano? 1937 -1947.
México: editorial Joaquín Motriz, 1979.
• Meyer, Jean. El sinarquismo, el cardenismo y la Iglesia (1937-1947).
México: Editores Tiempo de memoria Tusquets, 2002.
• Meyer, Lorenzo. México y Estados Unidos en el conflicto petrolero
(1917-1942). México: El Colegio de México, 1968.
• Meyer, Michael. Huerta, un retrato político. México: editorial Domés,
1983.
• Monsivais, Carlos. Amor Perdido. México: Editorial ERA-SEP, 1986.
• Murillo Gerardo. Ante la carroña de Ginebra. México: Editorial Polis. 1941.
• Murillo Gerardo. La derrota de Inglaterra (reflexiones ante una película).
México: Sin pie de imprenta, 1941.
378
• Murillo Gerardo. Un hombre más allá del universo. México: ediciones
Cultura, 1935.
• Murillo, Gerardo. Paz, neutralidad y guerra. México. Sin pie de imprenta,
sin fecha.
• Murillo, Gerardo. ¿Cómo nace y crece un volcán? El Paricutin. México:
INBA, 1943.
• Murillo, Gerardo. Cuentos bárbaros. México: Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes, 1990.
• Murillo, Gerardo. Cuentos de todos los colores. México: Editorial Botas,
1933.
• Murillo, Gerardo. El futuro del mundo. México: Sin pie de imprenta, 1941.
• Murillo, Gerardo. Gentes profanas en el convento. México: editorial Botas,
1950.
• Murillo, Gerardo. Iglesias de México. 6 volúmenes. México: edición de la
Secretaría de Hacienda, 1924 -1927.
• Murillo, Gerardo. La actividad del Popocatépetl. México: editorial Polis,
1939.
• Murillo, Gerardo. La conferencia de la Habana y la Guerra. Sin pie de
imprenta, sin fecha.
• Murillo, Gerardo. La defensa de Italia en México. México: Ediciones de la
representación diplomática en México. 1937.
• Murillo, Gerardo. La victoria de Alemania. México: Sin pie de imprenta,
1941.
379
• Murillo, Gerardo. Las artes populares en México. México: edición del
Instituto Nacional Indigenista, 1980.
• Murillo, Gerardo. Las sinfonías del Popocatépetl. México: edición de la
Secretaría de Cultura de Puebla, colección Verdehalago, 1999.
• Murillo, Gerardo. Los judíos sobre América. México: editorial la Reacción,
1942.
• Murillo, Gerardo. Paz germana o paz judaico-británica. México: Sin pie de
imprenta, 1941.
• Murillo, Gerardo. Quienes ganarán la guerra. México: Sin pie de imprenta,
1941.
• Murillo, Gerardo. Un grito en la Atlántida. México: ediciones Stylo, 1947.
• Nolte, Ernst. La guerra civil europea 1917-1945 (nacionalismo y
bolchevismo). México: Editorial FCE, 2002.
• Novo, Salvador. La vida en México durante el periodo presidencial de
Lázaro Cárdenas. México: Ed Conaculta 1999.
• Ontiveros, José Luis. Bitácora de un forastero (Rubén Salazar Mallén).
México: Ediciones del Instituto Nacional de Bellas Artes, 1995.
• Ontiveros, José Luis. Subversión en el subsuelo. México: ediciones de la
Universidad Veracruzana, 1987.
• Orestes Aguilar, Héctor: Carl Schmitt, Teólogo de la política. México:
FCE. 2001.
• Orozco, José Clemente. Autobiografía. México: Ediciones Occidente,
1945.
380
• Ortega y Gasset, José. La rebelión de las masas. Madrid: Espasa-Calpe,
1948.
• Ortiz Garza, José Luis. México en guerra. México: editorial Planeta, 1989.
• Paris, Robert. Los orígenes del fascismo. España: ediciones Península,
1968.
• Paz, Octavio. El laberinto de la soledad. México: FCE, Vol. 8 de las Obras
completas,
• Paz, Octavio. Obras completas. México: FCE, 1998.
• Perdomo Reyes Salvador. José Vasconcelos (de su vida y su
pensamiento político). México: UNAM, tesis de licenciatura FCPyS, 1990.
• Pérez Montfort Ricardo. Por la patria y por la raza (la derecha secular en
el sexenio de Lázaro Cárdenas). México: Editorial UNAM, 1993.
• Pérez Montfort, Ricardo. Hispanismo y Falange. México: FCE, 1992.
• Philips, Richard Baker. José Vasconcelos and the Mexican Revolution of
1910. Stanford University. July 1953.
• Poliakov, León. Historia del Antisemitismo. Barcelona: editorial Muchnik,
1984.
• Ramírez, José Agustín. Tragicomedia mexicana. México: editorial Planeta,
1990-92.
• Richard Lionel. Nazismo y cultura. México: editorial Diana, 1993.
• Ridley, Jasper. Mussolini. Bilbao, España: editorial Vergara, 1999.
• Rivera Diego. Mi arte, mi vida. México: editorial Herrero, 1963.
381
• Roberto Blancarte, El pensamiento social de los católicos mexicanos
México: Fondo de Cultura Económica, 1996.
• Robles, Martha. Entre el poder y las letras. México: FCE, 2a ed., 2002.
• Rodriguez Piña, Javier. “México, crisis y reestructuración del poder político
(1929-1940)”. El impacto político de la crisis del 29 en América Latina.
México: Ediciones de Conaculta, número 30 de la colección “los noventa”,
1989.
• Romanescu, Traian. La gran conspiración. México: edición del autor,
1984.
• Romero, José Luis. Pensamiento Conservador. Venezuela: Biblioteca
Ayacucho, número 31. 1991.
• Ruiz Díaz, Ángeles. La campaña vasconcelista. México: tesis para
obtener el grado de licenciatura en sociología política. UAM, 1978.
• Salazar Mallén Rubén. Camaradas (crónica novelada del nacimiento del
PCM). México: editorial Universo, 1987.
• Salazar Mallén, Rubén. La sangre Vacía. México: ediciones de la
Secretaría de Educación pública, (prólogo de Evodio Escalante), 1987.
• Salazar Mallén, Rubén. Las utopías del siglo veinte. México: Ed. UNAM
(FCPyS, serie Estudios No 53), 1977.
• Salazar Mallén, Rubén. Soledad. México: Premiá Editora. 1985.
• Salgo, Andrés. Don Quijote en el siglo XX. México: editorial de los
estados, 1969.
382
• Sánchez Hernández, Sergio. Fuentes para el estudio de Gerardo Murillo
Dr. Atl. México: Ediciones UNAM, 1994.
• Schmitt, Carl. La dictadura. Madrid: Editorial Alianza, 1985.
• Serrano Alvarez, Pablo. La batalla del espíritu. México: Ed. Conaculta.
Dos tomos. 1998.
• Sheridan, Guillermo. 1932, la polémica nacionalista. México: Ed. FCE,
1997.
• Sheridan, Guillermo. Contemporáneos ayer. México: Editorial FCE, 1985.
• Shulgovski, Anatol. México en la Encrucijada de su Historia.
• Silva Herzog Márquez, Jesús. El antiguo régimen y la transición en
México. México: editorial Planeta, 1999.
• Skirius, John. José Vasconcelos y la Cruzada de 1929. México: Editorial
Siglo XXI. 1978.
• Solzhenitsyn, Alexander Isaevich. Archipiélago Gulag (1918-1956: ensayo
de investigación literaria). Barcelona: Plaza Janés, 1974.
• Sosa Elízaga, Raquel. Los códigos ocultos del cardenismo. México:
Coedición UNAM y Plaza y Valdés Editores. 1996.
• Spengler, Oswald. La decadencia de Occidente. Madrid: Editorial Espasa,
1934.
• Taracena, Alfonso. José Vasconcelos. México: Editorial Porrúa. 1982.
• Tocqueville, Alexis. El antiguo régimen y la revolución, México, 1998.
• Tocqueville, Alexis. La democracia en América. Barcelona. Espasa Calpe,
1985.
383
• Toynbee, Arnold Joseph. Estudio de la historia. Madrid: Alianza, 1970.
• Vargas, Hugo. Cuando la derecha nos alcance. México: Editorial Pangea,
1997.
• Vasconcelos, José. El desastre. México: Editorial. FCE, 1989.
• Vasconcelos, José. El Proconsulado. México: Editorial FCE, 1989.
• Vasconcelos, José. La flama. México: Editorial CECSA, 1959.
• Vasconcelos, José. La raza cósmica. Madrid: Editorial Aguilar, 1967.
• Vasconcelos, José. Ulises Criollo. México: Ed Botas, 3a edición, 1935.
• Vasconcelos. José. Breve historia de México. México: Fernández
Editores. Vol. 2, 1967.
• Victoria Lerner: La educación socialista. México: ediciones del Colegio de
México, volumen 17, 1979.
• Wilkie, James. México visto en el siglo XX (entrevistas con Vicente
Lombardo Toledano). México: editorial Partido Popular Socialista, 1982.
• Womack, John: Zapata y la revolución mexicana. México: ediciones siglo
XXI, 1992.
• Zea, Leopoldo. Dependencia y liberación en la cultura latinoamericana.
México: Editorial Joaquín Motriz, 1974.
• Zea, Leopoldo. La filosofía americana como filosofía sin más.
• Zea, Leopoldo. La filosofía como compromiso de liberación. Venezuela:
Biblioteca Ayacucho, 1991.
384
385
HEMEROGRAFÍA.
• Aguilar Camín, Héctor. “Las dos Cubas”. México: La Jornada, 26 de enero
de 1998.
• Appendini, Guadalupe. “Entrevista a Salvador Borrego”, México: Excelsior,
4 de febrero del 2001.
• Archivo Zapata: AZ, 27:21. Actas de la conferencia entre Emiliano Zapata y
el Dr. Atl., celebrada el 28 de julio de 1914.
• Borrego, Salvador. “El astuto fraude de los santones del PAN”. En La Hoja
de Combate, Año IX, No 100, del 12 de enero de 1976.
• Calles, Plutarco Elías. Informe presidencial del 1° septiembre de 1928.
• Castañón, Adolfo. “Brevísima relación de los que ensayaron y sobrevivieron
en México a fin de siglo”. México: Revista Vuelta Nº 234, mayo de 1996.
• Castillo Mireles, Ricardo. “El guerillerismo visto desde dentro” (entrevista a
Rubén Salazar Mallén) en Excélsior, 6 de marzo de 1983.
• Delgado, Álvaro. “La amenaza del Yunque”. Proceso (Sin Maquillaje) Con
Fecha del 22 de Noviembre del 2000.
• Del Arenal, Fenochio. Jaime. “La historiografía conservadora mexicana del
siglo XX”. México: Revista Metapolítica, número 22, marzo-abril 2002.
• “Entrevista a José Vasconcelos, la última de su vida”, en revista Señal.
México: 30 de junio de 1959.
• Finkelstein, Norman G. “Preocupa a Finkelstein la aceptación de su libro por
la extrema derecha”. En La Jornada. México: 8 de febrero del 2001.
386
• Flores, Linaloe. “Adolfo Hitler Intenta Renacer en México”. México: El
Financiero. 10 de Mayo de 1995.
• Flores, Linaloe. “Los Ejércitos Fanáticos del Fascismo Mexicano”. México:
El Financiero. 11 de Mayo de 1995.
• Furet, Francois. “El fin de la utopía”, en Nexos No 245, México: mayo de
1998.
• Gall, Olivia. “Trotsky y la vida política mexicana”. México: revista Estudios
Políticos. FCPyS. Tercera época, No 5, enero- marzo de 1991.
• González Ruiz Edgar. “El peligro del nazismo”. México: revista Siempre
Número 2186. 11 de mayo de 1995.
• Kessel Joseph. “El bolchevismo a través de Dostoyevski” en Vuelta Nº 199.
junio de 1993.
• Krauze, Enrique. Una religiosidad práctica (Manuel Gómez Morín), en
Enfoque de Reforma. México: No 163, 23 de febrero de 1997.
• Meyer, Lorenzo. “Límites de la política exterior cardenista”. Revista de la
Universidad, 1969.
• Muñoz Patraca, Víctor Manuel. “Anticapitalista Concurrencial Diccionario
Biográfico”. México: Excélsior del 8 de febrero del 2001.
• Pacheco, José Emilio. Proceso No 851. México, febrero 22 de 1993.
• Pacheco, José Emilio. Proceso No 852, México, marzo 1 de 1993.
• Pérez Montfort Ricardo. ”Nazismo en México”. En Semanal de La Jornada.
México: Nº 234, diciembre 5 de 1993.
387
• Raby, David. “La dinámica de la revolución y la contrarrevolución: México
bajo Cárdenas 1934 -1940”. Revista Estudios Políticos. Volumen IV,
número 16, octubre diciembre de 1978.
• “La ultraderecha en México”. Revista Contenido No 217, junio de 1981.
• Sánchez Mc Gregor, Joaquín. “Un enfoque crítico del bolchevismo en
México y en Rusia”. En Cuadernos Americanos. Nueva Época, año XV,
Volumen 6, número 90, noviembre diciembre del 2001.
• Savarino Roggero, Franco. “Entre nacionalismo y fascismo: las relaciones
italo-mexicanas en los años treinta”. Ponencia del XIII Congreso
Internacional de Ahila, Ponta Delgada, Portugal. Universidad de las Azores,
3-8 de septiembre del 2002.
• Savater, Fernando. “Savater y las dolencias de los intelectuales”. México:
en Reforma del 2 de marzo de 1997 (suplemento cultural El Ángel).
• Sosenski, Gregorio. “Correspondencia entre revolucionarios”, en Sólo
Historia (boletín informativo del INEHRM), México: Año 2, N° 12, abril- junio
del 2001.
• Tibol, Raquel. “Cuando Atl espió a Zapata”, en Proceso, México: 6 de
agosto de 1979.
• Vasconcelos, José. “Octavio Paz “, en El Ángel de Reforma, 24 de marzo
de 1994.
• Vasconcelos, José. “Abascal, cabeza sinarquista”, en cuatro entregas en la
Revista Así. México: (I) 28 de junio de 1941, pp. 22-23,65; (II) 5 de julio de
388
1941, pp. 38-40; (III) 12 de julio de 1941, pp. 39-41; (IV) 19 de julio de 1941,
pp. 38-41.
• Vega Patricia. “Pellicer, poeta admirado pero poco difundido”. En Semanal
de La Jornada, 15 de enero de 1997.
389
FUENTES COMPLEMENTARIAS.
• Faurisson, Robert. “Los dirigentes de los estados musulmanes deberían
romper el silencio sobre la impostura del Holocausto”. 31 de marzo del
2001. www. abbc.com/aaargh/espa/fauris/RF10322e.html.
• Garaudy, Roger. Los mitos fundacionales del Estado de Israel.
(http://abbc.com/aaargh/espa/garaudy/mitos1.html).
• www.artehistoria.com/frames.htm .
390