SíNDROME DE ESTOCOLMO POR EMILIO MELUK

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SíNDROME DE ESTOCOLMO POR EMILIO MELUK La información presentada a continuación fue el resultado de una investigación "El Secuestro, una muerte suspendida" realizada por Emilio Meluk en 1998, sobre los efectos Psicológicos del secuestro en sus víctimas. Este trabajo ha sido un gran aporte a la problemática social del secuestro; su estudio se centra en las experiencias vividas por ochenta ex secuestrados después de su liberación y un número similar de familias. La expectativa por saber si padecieron, o padecen el Síndrome de Estocolmo es una de las preocupaciones más expresadas por parte de los ex secuestrados después de la liberación. Se preguntan, reiteradamente, si Ciñéndonos a la definición de síndrome de Estocolmo de Skurnik, antes señalada, éste no se pre- sentó en los secuestrados que se analizaron para esta investigación sino en una porción insignificante y de manera episódica durante el cautiverio. Nunca se observaron sentimientos de auto responsabilidad por lo ocurrido y comportamientos evidentes, arraigados y constantes de alianza con los secuestradores durante períodos largos de tiempo. Contrasta lo que se halló en estos ex secuestrados colombianos con las afirmaciones de Raymond. Este autor afirma que "el punto en común de todos los secuestrados (que él analizó) fue una ausencia de resentimiento hacia sus secuestradores" (Raymond, S-G.. 1992 : 1 10). Así mismo señala que "se ha podido destacar, en las narraciones de ciertos se- cuestrados, una especie de

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SíNDROME DE ESTOCOLMO POR EMILIO MELUK

La información presentada a continuación fue el resultado de una investigación "El Secuestro, una muerte suspendida" realizada por Emilio Meluk en 1998, sobre los efectos Psicológicos del secuestro en sus víctimas. Este trabajo ha sido un gran aporte a la problemática social del secuestro; su estudio se centra en las experiencias vividas por ochenta ex secuestrados después de su liberación y un número similar de familias.

La expectativa por saber si padecieron, o padecen el Síndrome de Estocolmo es una de las preocupaciones más expresadas por parte de los ex secuestrados después de la liberación. Se preguntan, reiteradamente, si algunos de sus comportamientos durante el cautiverio, y después de haber sido liberados, corresponden a esta secuela del secuestro. Lo ex-presan con signos claros de temor y remordimiento, como si de haberse presentado en ellos significara haber sido "débiles”, “haber claudicado”', o ser portadores de un estigma nefasto y vergonzante.

Hay que aclarar, en primera instancia, que por misma

Ciñéndonos a la definición de síndrome de Estocolmo de Skurnik, antes señalada, éste no se pre-sentó en los secuestrados que se analizaron para esta investigación sino en una porción insignificante y de manera episódica durante el cautiverio. Nunca se observaron sentimientos de auto responsabilidad por lo ocurrido y comportamientos evidentes, arrai-gados y constantes de alianza con los secuestradores durante períodos largos de tiempo.

Contrasta lo que se halló en estos ex secuestrados colombianos con las afirmaciones de Raymond. Este autor afirma que "el punto en común de todos los secuestrados (que él analizó) fue una ausencia de resentimiento hacia sus secuestradores" (Raymond, S-G.. 1992 : 1 10). Así mismo señala que "se ha podido destacar, en las narraciones de ciertos se-cuestrados, una especie de gratitud hacia los secuestradores, como si ellos quisieran agradecerles el haberlos colocado en una situación que les permitió reestructurar su personalidad y su sistema de valores. Como si el secuestro hubiera llegado en un buen momento para el secuestrado". En el caso de las personas que se analizaron en esta investigación, este fenómeno no se observó sí hubo quienes agradecieron la experiencia de secuestro porque les

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definición de este síndrome, la identificación con los propósitos de los secuestradores debe ser un proceso psicológico inconsciente; por lo tanto, cuando se presenta el síndrome de Estocolmo, el secuestrado expresa simpatías por los plagiarios sin un propósito deliberado ni con un objetivo explícito. El Síndrome de Estocolmo es simplemente algo que la víctima de secuestro percibe, siente y cree que es razonable que sea de esa manera, sin percatarse de la identificación misma ni sentirla como tal. Solamente un observador externo podría encontrar desproporcionado e irracional el que la víctima defienda o adopte actitudes para disculpar a los secuestradores y justificar los motivos que tuvieron para secuestrarlo. Para que se pueda desarrollar el Síndrome de Estocolmo los expertos del tema aseguran que es necesario que el secuestrado no se sienta agredido, violentado ni maltratado por los plagiarios. De lo contrario, el trato negativo se transforma en una barrera defensiva contra la posibilidad de identificarse con sus captores y aceptar que hay algo bueno y positivo en ellos y sus propósitos. Si se tiene en cuenta que los ex secuestrados califican las condiciones de secuestro y el trato de los plagiarios como

permitió replantearse algunos aspectos de su vida personal, sin que por eso se presentaran sentimientos positivos hacia los plagiarios en el sentido que lo plantea Skurnik. Hicieron una divi-sión clara entre lo que fue la experiencia de secuestro y los secuestradores; la primera intenta-ron positivarla, asumirla como algo a tener en cuenta en el desarrollo posterior de sus vidas; y a los segundos, los condenaron lo mismo que a sus prácticas que calificaron de deleznables, y a sus ideales políticos.

Ninguna de las víctimas de secuestro analizadas se auto responsabilizan de él, ni justifican los propósitos políticos de la organización que los plagió, ni los defiende públicamente. Algún grado e auto responsabilidad por el secuestro se da en aquellos casos que existiendo amenazas previas indirectas de secuestro, la víctima no se protegió lo suficiente. El no presentarse el Síndrome de Estocolmo indica que hay en los ex secuestrados conciencia del daño y de la agresión de que son objeto durante el cautiverio, que lo objetivan en los secuestradores y no e sí mismo y que rechazan asumir como propias las razones que llevan a su secuestro. Los únicos indicios de la presencia del Síndrome de Estocolmo entre los

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deleznable, y afrentoso, esos mismos hechos impiden el desarrollo del Síndrome. Es más, muchos de los ex secuestrados antes del plagio, sienten algún tipo de simpatía por el movimiento guerrillero en Colombia o encuentran algún tipo de justificación en el comportamiento de la delincuencia común, dadas las desigualdades socio-económicas propias del país; pero al padecer el secuestro y enfrentar a la guerrilla y a la delincuencia común, ya no como un discurso teórico sino desde la experiencia de la proximidad con la propia muerte, se produce un cambio radical en la percepción que tienen de ellos. Se podría decir que en estos casos analizados antes que desarrollarse el Síndrome de Estocolmo, se modificaron los juicios favorables que tenían de los subversivos y delincuencia común. Las actitudes de complacencia, los comportamientos condescendientes y las afirmaciones hechas por los secuestrados para hacerles pensar a los secuestradores que están de su parte, las realizan intencionalmente para manipularlos y obtener algún beneficio. Son comportamientos al servicio de la supervivencia, una expresión más de la esperanza de vivir. Es importante establecer

plagiados que se analizaron, se presentaron cuando el trato que les dieron los secuestradores durante el cautiverio fue ultrajante y definitivamente malo; entonces se manifestaron en el secuestrado marcados auto reproches. El auto reproche se presenta cuando la víctima asume gran parte de la responsabilidad del tratamiento deleznable del cual fue objeto, por no haber tomado las medidas de prevención necesarias para evitar el secuestro. Claro está que estos reproches no se traducen en una defensa explícita de los secuestradores y de sus propósitos, únicamente se responsabilizan por no haber sido precavidos.

Dos de los casos analizados presentaron alguna similitud con el Síndrome de Estocolmo, pero sin llegar a configurarlo; su análisis puede contribuir a la reconceptualización dada por Skurnik. Se trata de dos mujeres jóvenes, de 20 y 21 años, secuestradas por un delincuente aislado y por la guerrilla, durante 15 días y dos meses y medio, respectivamente. Posiblemente por su edad cronológica, se les percibía como inmaduras, con un lenguaje y algunas actitudes un tanto infantiles. Ambas salieron del cautiverio manifestándole a familiares y amigos cercanos un profundo vínculo afectivo con sus

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esta diferencia, pues se aclaran dos comportamientos distintos que pueden darse durante un secuestro y que podrían confundirse.

En un secuestro, los intentos de manipulación son frecuentes, en casi todos los casos los secuestrados manifiestan que lo hacen con el objeto de conseguir información para garantizar, con mayor probabilidad, la vida y sus bienes, un mejor trato de los plagiarios y condiciones físicas de cautiverio más aceptables, Son con comportamientos y actitudes fingidas para poder sobrevivir, tienen un sentido de ataque y no de sometimiento Son expresiones de la limitada capacidad de defenderse que se tienen en una situación de secuestro y de la forma que adopta la defensa de los plagiados durante el cautiverio.

Esto se ve más claramente al comparar la actitud que tienen los secuestrados con sus plagiarios durante el cautiverio y la forma como ellos mismos se refieren a los secuestradores cuando han quedado libres. Mientras en cautiverio pudieron tener actitudes condescendientes y comportamientos amigables, adquirida la libertad y ausente el riesgo inminente de morir, los ex secuestrados se refieren a ellos

plagiarios y que sentían atracción y agradecimiento hacia ellos. Ambas fueron entrevistadas tres y doce días después de la liberación y se encontraban aún en un estado de euforia, un tanto confundidas e incoherentes en su discurso y con signos evidentes de no haber tomado plena conciencia de estar por fuera de la situación de se-cuestro. Es posible pensar que las manifestaciones de afecto que expresaron estas dos mujeres hacia sus plagiarios se daban porque su liberación era muy reciente en el momento de la entrevista y, en el espacio de tiempo para tomar conciencia y elaborar parcialmente la situación vivida era poco. Es válido, entonces, plantear la pregunta siguiente: si se entrevistara a estas dos personas un mes después de la liberación, expresarían los mismos sentimientos hacia sus captores? En los demás ex secuestrados, que llevaban más tiempo de haber recobrado la libertad, nunca se presentaron estos sentimientos. Se esperaría que estos dos casos evo-lucionaran en el mismo sentido, lo cual no se pudo comprobar porque la primera joven salió del país y la segunda no se pudo contactar.

Las afirmaciones anteriores no le restan validez al concepto de Skurnik, simplemente que para diagnosticarlo habría que

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de un modo negativo, con epítetos denigrantes y deseándoles el peor de los futuros. Lo cual señala que lo expresado en cautiverio no es una identificación con los plagiarios sino un anhelo de sobrevivir. También se dan algunos casos en donde se presenta una relación ambivalente.

La esperanza de vivir no solamente se expresa en los comportamientos y actitudes condescendientes. Algunos recuren a la simulación de enfermedades o a la dramatización de algunas ya existentes, con el objeto de movilizar y manipular a sus secuestradores para lograr un trato más considerado, o simplemente para sentir que tienen algún control sobre la situación, y sobre ellos. Fingir un infarto, un ataque epiléptico o exagerar una deformación física es frecuente. En últimas, cuando el secuestrado logra el objetivo de poner en su favor algunos sentimientos de los secuestradores y obtiene respuesta que los benefician de esa manera, conjura la posibilidad de morir durante el cautiverio o aproxima la probabilidad de obtener la liberación. Uno de los casos de secuestro, analizados por Arias y Sepúlveda (269, 1993)

introducirle la noción de tiempo. Es decir, que lo que él describe como síndrome de Estocolmo es válido siempre y cuando hubiese pasado un tiempo prudencial entre la finalización del secuestro y el diagnóstico. De esta manera se analizaría la persona cuando ha salido del estado de euforia y la elación, se encuentra integrada nuevamente a sus rutinas habituales y ha interiorizado la finalización de la situación de cautiverio.

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también ilustra este tipo de manipulación y acercamiento.

VIVIR EL SECUESTROUna de las cosas más traumáticas que una persona puede vivir es ser víctima de un

secuestro

Ser víctima de un secuestro es vivir la humillación, impotencia, vulnerabilidad y terror

más intenso que se puede vivir

El secuestro express o rápido, es un tipo de secuestro muy aterrador. La rapidez y

violencia del mismo lo hace muy intenso

Las fases del secuestrado son: terror, parálisis, vulnerabilidad, negociación,

aceptación, depresión y ajuste.

La persona secuestrada vive situaciones tan violentas y traumáticas que el orgullo y la

dignidad muchas veces se sacrifican

Muchas veces no solo el secuestro, es la también la violencia, la violación y la

constante amenaza de muerte

En la tipología del secuestrador, la dominación forma parte sustancial de su accionar.

Allí radica la violencia de su comportamiento

El secuestrador típico es violento, locuaz, líder, inteligente, sin apego a reglas morales

pero códigos específicos de comportamiento

La victima de secuestro siente su vida a merced de seres que no respetan la misma.

En consecuencia la indefensión es inmensa

El secuestro generalmente es motivado por el dinero pero en términos psicológicos, el

juego dominador sometido es estructural

El secuestrador típico juega a seducir a su víctima. La amenaza con la muerte y a

ratos se pone condescendiente

El famoso síndrome de Estocolmo (asociarse al secuestrador) nace después de más

de 6 meses de secuestro

Existen algunas técnicas que pueden aminorar la violencia del secuestro y quizás

hasta el tiempo de cautiverio

No ver a los ojos, asumir actitud sumisa (mirando abajo y hombros caídos) son

técnicas para aminorar violencia del secuestro

Otra técnica para reducir violencia del secuestro implica hablar en voz calma, mostrar

el miedo, tratarlo siempre como ser superior

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Reducir la violencia del secuestro es factible si la víctima se muestra enferma o

incapacitada

El secuestrador es un individuo con sed de poder. Mostrarle sumisión es una buena

técnica para reducir violencia del acto

Si la persona secuestrada piensa escapar debe asegurarse de lograrlo. La situación

se pone en extremo violenta si fracasa

Una técnica muy efectiva para reducir violencia en el secuestro es mostrarse muy

religioso y hablar del amor de Dios y el perdón

Es incierto saber el tiempo de secuestro, pero una técnica que sirve es mostrarse

demandante de alimento, sed y necesidades

Otra técnica para reducir tiempo de secuestro es mostrarse con enfermedades

importantes

Los secuestradores son sociópatas, apelar a la moral, la culpa, el amor es totalmente

ineficiente. Más bien los fastidia y torna violentos

Los secuestradores en su mayoría son supersticiosos. Apelar a creencias

chamanicas, indígenas o naturalistas puede ser muy efectivo

Una técnica muy eficiente para reducir la violación en un caso de secuestro es

mostrarse fría, mirar hacia abajo y arrastrar los pies

Mientras más agresividad verbal del secuestrador menos posibilidad de violencia

física ocurra. Lo contrario aplica

Después de un secuestro en la gran mayoría de los casos se desarrolla síndrome de

estrés post traumático. Dolencia tan negativa como el secuestro

Lidiar con el post secuestro es algo altamente difícil de hacerse sin ayuda profesional.

El trauma es DEMASIADO grande

Las técnicas antes expuestas solo tienden a reducir los eventos relacionados al

secuestro. En ningún caso son una garantía

 

 

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Síndrome de EstocolmoEl síndrome de Estocolmo se refiere a un grupo de síntomas

psicológicos que se producen en algunas personas en cautiverio o

situación de los rehenes. Se ha recibido una publicidad considerable de

los medios en los últimos años, ya que se ha utilizado para explicar el

comportamiento de tales víctimas de secuestro conocidos como Patty

Hearst (1974) y Elizabeth Smart (2002). El término toma su nombre de

un atraco a un banco en Estocolmo, Suecia, en agosto de 1973. El ladrón

tomó cuatro empleados del banco (tres mujeres y un hombre) en la caja

fuerte con él y los mantuvo como rehenes durante 131 horas. Después

de que los empleados fueron puestos en libertad, por último, que

parecían haber formado un vínculo emocional con la paradoja de su

captor, que dijo a los periodistas que vieron a la policía como su enemigo

en vez de el ladrón de bancos, y que no tenían sentimientos positivos

hacia el penal. El síndrome fue nombrado por primera vez por Nils

Bejerot (1921-1988), profesor de medicina que se especializa en la

investigación de la adicción y se desempeñó como consultor psiquiátrico

de la policía sueca durante el enfrentamiento en el banco. Síndrome de

Estocolmo es también conocida como Síndrome de Supervivencia de

identificación.

Síndrome de Estocolmo se considera una reacción compleja a una

situación alarmante, y los expertos no se ponen de acuerdo por completo

en todos sus rasgos característicos, o de los factores que hacen que

algunas personas sean más susceptibles que otras a desarrollarlo. Una

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de las razones para el desacuerdo es que no sería ético para poner a

prueba las teorías sobre el síndrome mediante la experimentación en

seres humanos. Los datos para la comprensión del síndrome se derivan

de situaciones de rehenes reales desde 1973, que difieren

considerablemente de unos a otros en términos de ubicación, el número

de personas involucradas, y los plazos. Otra fuente de desacuerdo se

refiere a la medida en que puede ser el síndrome utilizado para explicar

otros fenómenos históricos o más tipos comunes de las relaciones

abusivas. Muchos investigadores creen que el síndrome de Estocolmo,

ayuda a explicar ciertos comportamientos de los sobrevivientes de los

campos de concentración de la Segunda Guerra, miembros de cultos

religiosos, mujeres maltratadas, víctimas de incesto, y físicamente o

emocionalmente los niños maltratados, así como a las personas tomadas

como rehenes por criminales o terroristas.

La mayoría de los expertos, sin embargo, coinciden en que síndrome de

Estocolmo tiene tres características centrales:

Los rehenes tienen sentimientos negativos acerca de la policía u otras

autoridades.

Los rehenes tienen sentimientos positivos hacia su captor.

Los captores desarrollar sentimientos positivos hacia los rehenes.

Causas y síntomas

Síndrome de Estocolmo no afecta a todos los rehenes (o personas en

situaciones comparables), de hecho, una Oficina Federal de

Investigaciones (FBI) de estudio de más de 1.200 incidentes de toma de

rehenes se encuentran que el 92% de los rehenes no desarrollaron el

síndrome de Estocolmo. Los investigadores del FBI entrevistaron a los

asistentes de vuelo que habían sido tomados como rehenes durante el

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secuestro de aviones, y concluyó que tres factores son necesarios para

el síndrome de desarrollar:

La situación de crisis tiene una duración de varios días o más.

Los secuestradores permanecen en contacto con los rehenes, es decir,

los rehenes no se colocan en una habitación separada.

Los secuestradores muestran cierta bondad para con los rehenes o se

abstenga, al menos de hacerles daño. Los rehenes maltratados por sus

captores suelen sentir ira hacia ellos y por lo general no desarrollan el

síndrome.

Además, las personas que a menudo se sienten impotentes en otras

situaciones estresantes de la vida o están dispuestos a hacer cualquier

cosa para sobrevivir parecen ser más susceptibles a desarrollar el

síndrome de Estocolmo, si son tomados como rehenes.

Las personas con síndrome de Estocolmo reportar los mismos síntomas

que las personas diagnosticadas con el trastorno de estrés postraumático

(TEPT): insomnio, pesadillas, irritabilidad general, dificultad para

concentrarse Mayor facilidad para sobresaltarse, sensaciones de

irrealidad o de confusión, incapacidad para disfrutar de las experiencias

antes le resultaban placenteras, aumento de la desconfianza de los

demás y flashbacks.

Diagnóstico

Síndrome de Estocolmo es un término descriptivo para un patrón de

hacer frente a una situación traumática en lugar de una categoría

diagnóstica. La mayoría de los psiquiatras utilizan los criterios

diagnósticos para el trastorno de estrés agudo o trastorno de estrés

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postraumático en la evaluación de una persona con síndrome de

Estocolmo.

Tratamiento

El tratamiento de síndrome de Estocolmo es la misma que para el

trastorno de estrés postraumático, por lo general una combinación de

medicamentos para los trastornos del sueño a corto plazo y la

psicoterapia para el tratamiento sintomático a largo plazo.

Pronóstico

El pronóstico para la recuperación del síndrome de Estocolmo es

generalmente buena, pero la duración necesaria del tratamiento depende

de varias variables. Estos incluyen la naturaleza de la situación de los

rehenes, la longitud de tiempo que la crisis duró, y cada paciente en

particular el estilo general de afrontamiento y la experiencia previa (s) de

trauma.

Prevención

Prevención del síndrome de Estocolmo, en el nivel de la sociedad en

general incluye un mayor desarrollo de habilidades de intervención en

crisis por parte de la aplicación de la ley, así como las estrategias para

prevenir el secuestro o toma de rehenes incidentes en el primer lugar.

Prevención a nivel individual es difícil a partir de la década de 2000

porque los investigadores no han sido capaces de identificar todos los

factores que pueden poner a algunas personas en mayor riesgo que

otros y, además, no están de acuerdo sobre los mecanismos específicos

psicológicos implicados en el síndrome de Estocolmo. Algunos

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consideran el síndrome como una forma de regresión (volver a los

patrones infantiles de pensamiento o de acción), mientras que otros se

explican en términos de parálisis emocional (“miedo congelado”) o la

identificación con el agresor.