Sindrome toxico mineral
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SINDROME TOXICO MINERAL
INTRODUCCIÓN
Los minerales son compuestos químicos, en los que se encuentran presentes todos los elementos
naturales, y por lo tanto su manipulación en un yacimiento o en una colección presenta los riesgos
generales inherentes a la manipulación de cualquier producto químico. Afortunadamente el
coleccionismo de minerales se extiende cada día más, pero también son cada día más las personas,
incluidos niños, que están en contacto con materiales potencialmente peligrosos sin saberlo. Una
actitud sin temores exagerados, pero también con algunas precauciones, es sin duda la adecuada. En
estas páginas se indican los principales riesgos que presentan los minerales. Debe tenerse en cuenta
que la lista de minerales peligrosos no es exhaustiva, por lo que el que un mineral no sea mencionado
aquí no significa en absoluto que sea inofensivo. El conocimiento de su composición permitirá en
general formarse una idea acerca de sus propiedades.
Ya en el siglo XVI, el alquimista Paracelso, el primero que describió un método para el aislamiento del
arsénico, sostenía que "sólo la dosis hace el veneno". En cantidades grandes, cualquier substancia
representa un riesgo. La halita, la vulgar sal de cocina, puede causar la muerte de una persona que
ingiera, de una vez, la cantidad que corresponde al tamaño de un ejemplar no muy grande de
colección, y sin embargo no se la considera habitualmente un mineral venenoso. Esto debe tenerse en
cuenta cuando se examinan las listas de substancias que se consideran como un riesgo para la salud en
la industria. La misma halita, el talco o el carbonato cálcico están considerados materiales con riesgo.
Las cantidades que maneja un coleccionista de minerales, y la forma en que lo hace, no son
equivalentes, y por lo tanto tampoco lo son los peligros que corre.
En la mayoría de los casos, además de la toxicidad propia de los elementos químicos constituyentes del
mineral, debe tenerse en cuenta su solubilidad. Para que un elemento ingerido pueda resultar
efectivamente tóxico es necesario que se absorba en el tubo digestivo, y para eso debe estar en forma
soluble. Por ejemplo, la witherita, (carbonato de bario), se disuelve en el medio ácido del estómago y
el bario, elemento muy tóxico, pasa al organismo. La baritina, (sulfato de bario) es extremadamente
insoluble, y por tanto prácticamente inofensiva, utilizándose por ejemplo en medicina como contraste
en radiografías del aparato digestivo. También depende del estado de agregación del mineral. Un
ejemplar pulverulento se disolverá siempre más fácilmente que uno compacto o que un cristal.
Desde el punto de vista del riesgo para los niños hay que tener en cuenta así mismo el aspecto atractivo
del mineral, que tenga colores vivos, o que pueda confundirse con una golosina, así como la menor
dosis necesaria para causar un efecto peligroso.
Minerales venenosos
Los minerales de arsénico son los más importantes de entre éstos, tanto por su abundancia como por su
elevada toxicidad, y siempre deben manejarse con precaución.
Todos aquellos que son solubles, como los óxidos y los arseniatos de metales alcalinos y algunos de
los alcalinotérreos son muy peligrosos, deben manejarse con extremo cuidado y no dejarse nunca al
alcance de niños.
Entre estos minerales están la arsenolita, claudetita (poco más de 100 miligramos de cualquiera de
ellos pueden causar la muerte), farmacolita, picrofarmacolita, weilita, bukowskita, guerinita,
haidingerita, rauenthalita, hoernesita, mcnearita .
Al disminuir la solubilidad, disminuye el riesgo, pero otros arseniatos, como la escorodita, eritrina o
annabergita, y sulfuros como oropimente y rejalgar, exigen aún adoptar ciertas precauciones. En el
extremo de la escala de peligrosidad de los minerales con arsénico están minerales como el la
arsenopirita (mispiquel) o la mimetita, con los que basta el sentido común. Aún así, siempre teniendo
en cuenta que se trata de minerales de arsénico.
Debe tenerse en cuenta también la presencia de minerales peligrosos "camuflados". Por ejemplo, la
alteración por la acción de la luz del rejalgar produce óxidos de arsénico, así como la oxidación del
arsénico nativo, y ya hemos dicho que su solubilidad los hace muy peligrosos. La arsenopirita, al aire
libre en las escombreras o expuesta al agua en las galerías mineras, se altera fácilmente, formando una
costra que incluye arseniatos más o menos solubles. Por lo tanto debe tenerse cuidado especialmente
con los materiales de escombreras que contienen minerales de arsénico (no sólo filones de sulfuros; el
mispíquel abunda también en algunas pegmatitas), no comiendo ni fumando sin lavarse antes las
manos.
Son especialmente peligrosos los antiguos hornos de tostación y sus chimeneas, conductos, etc., que
pueden estar recubiertos de una gruesa capa de óxidos de arsénico. En algunas escombreras o minas de
carbón en las que se ha producido una combustión espontánea pueden aparecer también óxidos o
sulfuros de arsénico.
El antimonio es un pariente próximo del arsénico. Aunque es menos venenoso, debe tenerse cuidado
especialmente con los minerales pulverulentos llamados a veces ocres de antimonio, producto de
alteración sobre todo de la estibina. Entre ellos están la cervantita, senarmontita, estibiconita,
bindehimita y otros, que abundan en las escombreras de las minas de antimonio. Estos minerales
representan un riesgo adicional cuando los ejemplares de antimonita se tratan con ácidos para eliminar
la calcita que la acompaña, y a veces engloba completamente los cristales. En primer lugar se forman
compuestos de antimonio solubles y venenosos. Pero además puede formarse el hidruro de antimonio,
un gas muy tóxico. Este compuesto se forma en presencia de metales atacables por el ácido que se está
usando, como por ejemplo el hierro, por lo que nunca deben emplearse objetos metálicos (recipientes,
pinzas, etc.) cuando se limpien con ácido minerales de antimonio. El bismuto, tercer miembro de esta
familia, no suele representar un riesgo serio debido a su relativamente baja toxicidad y la insolubilidad
de sus minerales.
Como ya se ha dicho antes, la solubilidad es decisiva en el caso del bario. Los minerales solubles,
como la witherita, alstonita y baritocalcita pueden ser peligrosos, sobre todo en forma pulverulenta. Lo
mismo sucede con los fluoruros. La villiaumita es muy venenosa, y su color rosa y su exfoliación
hacen que un niño pueda confundir ciertos ejemplares con un caramelo. Una pieza de ese tamaño
puede resultarle mortal. La fluorita, en cambio, no requiere evidentemente ninguna precaución especial
en su manejo.
Los minerales solubles de hierro y cobre, como la calcantita y melanterita, son relativamente
venenosos, y de hecho causan intoxicaciones de niños con cierta frecuencia, probablemente al
confundir sus cristales (artificiales en la mayor parte de los casos) con caramelos. La calcantita es
especialmente peligrosa, ya que tiene un sabor metálico dulzón que no resulta especialmente
desagradable, así como la melanterita. Este último material (de origen artificial) es una de las causas
importantes de intoxicaciones infantiles en Estados Unidos. Otros minerales de hierro son menos
tóxicos y en muchos casos su sabor es suficientemente repugnante como para que la cantidad ingerida,
y el riesgo corrido, no resulte muy grande.
Un científico especialista en alimentos escribió una vez que, a dosis excesivas, todo puede resultar
nocivo, incluso el amor de una madre. Lo mismo puede decirse de la halita, silvina, carnalita, sulfatos
y carbonatos de sodio, y potasio, nitratos, y fosfatos y boratos solubles, que en general no representan
un riesgo cuando se encuentran en una colección de minerales, aunque los boratos (de los que unos
cuantos gramos pueden ser letales para un niño) tienden a acumularse en el organismo, y los nitratos
unen a una cierta toxicidad la posibilidad, en determinadas circunstancias de intervenir en la formacion
de nitrosaminas, substancias reconocidas como cancerígenas.
Los llamados "metales pesados" son todos venenosos, pero en la naturaleza se encuentran en general
en forma de minerales muy insolubles, y los ejemplares de colección no suelen representar un riesgo.
El plomo es el más importante, por su gran difusión, debiendo adoptarse algunas precauciones en
casos de ejemplares pulverulentos, como suelen ser los de minio, coronadita (mineral más común de lo
que parece) y algunos de cerusita o anglesita. La anglesita es relativamente soluble en agua (casi un
gramo en dos litros), pero se disuelve muy lentamente. La cotunnita es aún más soluble, pero muy rara.
El carbonato de plomo pulverulento, conocido cbn el nombre de albayalde, equivalente a la cerusita, y
utilizado antiguamente para la gfabricación de pinturas, ha producido muchos millares de
intoxicaciones, y cientos de muertes. El riesgo de intoxicación aguda por plomo puede ser también
importante en el caso de beber agua de las corrientes o filtraciones de una mina, una barbaridad
evidente pero más común de lo que se pensaría a primera vista. La manipulación de compuestos de
plomo durante mucho tiempo puede dar lugar a intoxicaciones crónicas, ya que este metal tiende a
acumularse en el organismo.
El talio es un elemento muy peligroso, por su toxicidad aguda y por los riesgos a largo plazo, ya que
también se acumula en el organismo. Sus minerales (como la lorandita, raguinita, pierrotita y
galkhaita) son raros, pero deben manejarse con precaución, sobre todo si están acompañados de
productos de alteración pulverulentos, que se forman fácilmente.
El cadmio es también tóxico, con efectos acumulativos semejantes a los de otros metales pesados, pero
incluso más difícilmente reversibles. El único mineral relativamente frecuente de este metal es la
greenockita, que es ligeramente soluble en agua y además aparece prácticamente siempre en forma
pulverulenta. Aunque este materiall, artificial, se utilizó antiguamente incluso para colorear jabones,
los datos de la bioacumulación de cadmio en los riñones son cada vez más preocupantes, de modo que
también es preferible ser cuidadosos en este caso.
En el caso de la pirolusita, y en general de los óxidos de manganeso, su peligrosidad no está tanto en
su contenido de manganeso como en su acción oxidante y en la posibilidad de que forme cloro con el
ácido clorhidrico del estómago. Su habitual aparición en forma pulverulenta incrementa también sus
riesgos al aumentar su reactividad.
El mercurio representa un caso especial. Sus compuestos solubles son muy venenosos, pero
extremadamente raros en la naturaleza. Sin embargo el propio mercurio metálico es un tóxico
acumulativo por inhalación. Aunque no lo parezca, las pequeñas gotitas de mercurio se evaporan (muy
lentamente, claro está) pudiendo pasar a través de los pulmones al sistema nervioso. Allí se acumula,
pudiendo ocasionar en casos extremos trastornos neurológicos gravísimos e incluso la muerte. Los
ejemplares con mercurio nativo deben guardarse pues en cajas herméticas, y el cinabrio u otros
minerales, limpiarse muy cuidadosamente hasta eliminar cualquier rastro de mercurio, incluyendo el
presente en las grietas, y sellándolas si esto no es posible. El calomelanos, al alterarse por la acción de
la luz, forma mercurio metálico y cloruro mercúrico, también conocido como "sublimado corrosivo",
un producto muy peligroso. Esto debe tenerse en cuenta al manipular ejemplares antiguos de este
mineral.
El selenio es el elemento en el que la dosis indispensable y la que resulta tóxica están más próximas,
siendo la primera sólo diez veces más grande que la segunda. En algunas zonas, su presencia en la
hierba, que lo capta desde el suelo, hace que ésta resulte nociva para el ganado. Usualmente, los
minerales de selenio algo solubles no pasan del tamaño de "micromounts", pero no obstante su
toxicidad debe tenerse presente.
Minerales cancerígenos
Aunque afortunadamente son relativamente pocos, uno de ellos, o más bien una familia, el asbesto,
está muy difundido. El mas peligroso es el llamado "asbesto azul" o crocidolita, pero ningún
componente de la familia está exento de riesgos. El peligro está en el paso a los pulmones de fibras
diminutas de estos minerales, producidas en la extracción o limpieza de ejemplares. Cuanto más
pequeñas son las fibras, mas peligrosas resultan. En consecuencia deben adoptarse precauciones,
evitando procesos como el serrado de piedras en seco, o utilizando mascarillas en trabajos en minas en
las que esté presente este mineral. Debe tenerse en cuenta la existencia de asbesto "invisible", por
ejemplo en ejemplares de serpentina, incluso en los de calidad de talla. Es preferible que los piroxenos
y anfiboles fibrosos (del tipo de la bisolita) estén en cajas cerradas. Un material peligroso, que debe
manejarse con cuidado, es la magnesioriebeckita que acompaña a los cuarzos azules de algunas ofitas,
Dentro del urazo es obviamente inofensiva, pero cuando forma masas fibrosas deben extremarse las
precauciones. Los ejemplares con este material deberían conservarse en recipientes cerrados, para
evital la liberación de partículas al aire.
La carcinogenicidad de los silicatos depende en gran parte de las carecterísticas físicas de las fibras, de
tal forma que otros silicatos también pueden ser peligrosos. La erionita, una zeolita, es también
carcinógena por inhalación, y consecuentemente debe manejarse con cuidado. En algunas zonas de
Turquía se producen muchos casos de mesotelioma por la presencia de esta zeolita en el suelo, y el uso
para el recubrimiento de paredes de materiales que la contienen. No existen evidencias de que otras
zeolitas fibrosas también lo sean, pero aún así, es razonable tener un poco de cuidado con ellas. Gran
parte de los silicatos fibrosos menos comunes no se han estudiado en absoluto.
En general, respirar polvo de cualquier mineral puede resultar muy nocivo para la salud. En las minas
en activo se toman usualmente las precauciones adecuadas, que deben extrapolarse a las actividades de
recolección de minerales en minas abandonadas, escombreras, etc., y a la preparación y manipulación
de los ejemplares.Algunos derivados de metales como el cromo o el níquel se consideran como
factores de riesgo de cáncer en toxicología industrial. Sin embargo, en el caso de ejemplares
mineralógicos, las especies comunes son extremadamente insolubles o no están en el estado químico
necesario, mientras que las que podrían ser cancerígenas (por ejemplo, la lopezita) son sumamente
raras.
Minerales radiactivos
El uranio es por si mismo un elemento tóxico, afectando especialmente a los riñones, lo que debe
tenerse presente al manejar sus minerales. Además, tanto sus minerales como los de torio presentan
básicamente tres tipos de riesgos debidos a la radiactividad. Estos riesgos son la irradiación externa, la
irradiación interna por ingestión y la irradiación interna por inhalación de los productos de fisión del
radón.
El primer riesgo no suele ser excesivamente serio por varias razones. En primer lugar, una parte
importante de la emisión del uranio y torio es en forma de partículas alfa. Su poder de penetración es
muy reducido, deteniéndolas en su mayor parte una pequeña capa de aire, o una hoja de papel. Por
supuesto, el propio mineral detiene todas las que proceden de su interior. Además, al disminuir la
radiación recibida con el cuadrado de la distancia, simplemente colocando los ejemplares en la parte
más interior de los cajones o vitrinas se reduce mucho la dosis. Evitando actuaciones evidentemente
imprudentes, como coleccionar muestras de tamaño grande y muy ricas, almacenar muestras
duplicadas debajo de la cama, llevarlas en el bolsillo, o convertir la casa en una "anomalía radiactiva",
como cierto coleccionista americano, cuyo desván fue detectado en una campaña de prospección aérea
de minerales de uranio, la irradiación externa no es muy preocupante.
La irradiación interna por ingestión puede evitarse no comiendo ni fumando mientras se manipulan los
minerales, lavándose las manos después, etc. Como en el caso de la toxicidad, la solubilidad del
mineral, y su grado de división, resultarán también importantes. Afortunadamente, en este caso
muchos minerales con tendencia a aparecer en forma pulverulenta, como la carnotita, son también muy
insolubles.
La emisión de radón puede ser el mayor riesgo de los minerales radiactivos. Este gas es un producto de
desintegración del radio que a su vez lo es de la del uranio. En los minerales primarios antiguos, estos
elementos están en equilibrio, mientras que en los secundarios, más modernos en general, es posible
que el contenido de radio y la emisión de radón sea menor. El torio también emite radón en su
desintegración, pero otro isótopo diferente. El radón es un gas químicamente inerte, con una vida corta.
El riesgo principal aparece cuando se desintegra, dando lugar a isótopos químicamente muy reactivos y
de vida relativamente larga, que se unen a cualquier partícula presente en el aire (procedente, por
ejemplo, del humo del tabaco) y pueden así alcanzar e irradiar los pulmones. Se considera que esta
irradiación es un factor de riesgo importante en la aparición del cáncer del pulmón. Las medidas de
precaución a adoptar pueden ir desde guardar los minerales radiactivos en lugares ventilados a hacerlo
en recipientes herméticos.
Dado que el humo del tabaco actúa de forma combinada con los productos de desintegración del radón,
una forma muy razonable de reducir el riesgo global es dejar de fumar. Si a la reducción de riesgo se
une la estimación del ejemplar de colección (o de los libros, o de los viajes de búsqueda) que uno
puede comprarse cada año con el valor del tabaco que quema, la elección para cualquier fumador está
clara: Pasar a ser ex-fumador.
CARACTERISTICAS DE LOS MINERALES
MACROMINERALES
Azufre:
Función:Necesario para la asimilación de la proteína corporal, importante para el hígado y las células
de la piel y para todo el metabolismo. Es útil en el tratamiento de la piel (eccema, psoriasis,
dermatitis).
Alimentos que lo contienen: Judías, ortigas, queso, huevos, frutos secos, salvado, pescado, carnes
magras, acelgas, cebollas, nabos, coliflor, grosella negra y roja, ajo, ostras, puerro, espinacas, col
rizada, tusílago, eufrasia e hinojo.
Calcio:
Función:Este mineral reconstruye huesos y dientes y colabora en la coagulación de la sangre. Ayuda a
prevenir las hemorragias e inflamaciones y asegura una respuesta normal del músculo y de los
nervios. Ayuda a metabolizar el hierro.
Su deficiencia o carencia puede producir: Dolores en las articulaciones aumento del
colesterol, calambres musculares, nerviosismo, raquitismo, osteoporosis, caries dental, entre otros.
Su exceso puede producir:
Estreñimiento, nausea y dolores abdominales. En casos severos, delirio y estado de coma.
Alimentos que lo contienen: Lácteos (leche, queso, yogurt), espárrago, judía, coliflor, almejas,
remolacha, repollo, zanahoria, apio, almendras, berro, espinaca, cebollas, limones, mandarinas, bayas
de saúco, ortiga, berro, nabo, cabezas de nabos, verduras, alfalfa, equiseto, colinabo, hojas de
frambuesa y semillas de calabaza.
Cloro
Función: Activa y regula la función muscular. Necesario para la digestión normal. Activa las
secreciones y los enzimas gástricos.
Alimentos que lo contienen: Algas kelp, aceituna, trigo integral, queso, col, apio, dátiles, huevos,
endibias, pescado, patatas, ostras, espinacas, cebolla v chucrut.
Fósforo
Función: Se combina con el calcio para formar los huesos, mantiene el sistema alcalino, activa los
enzimas y el metabolismo de las grasas y los hidratos de carbono. Ayuda a la regeneración celular.
Su deficiencia o carencia puede producir: Huesos y dientes frágiles, fatiga, inapetencia y propensión a
infecciones.
Su exceso puede producir: Dificultad de absorción del calcio.
Alimentos que lo contienen: Manzanas, alfalfa, almendras, cebada, judías, salvado, queso, huevos,
lentejas, hígado, leche, espárragos, col, maíz, apio, coliflor, pescado, higos, centeno, trigo integral,
guisantes, lechuga, espinacas, tomates, uvas, frambuesa, mandarinas, berro, col rizada, lecitina y todos
los productos de la soja, rizoma de lirio.
Magnesio
Función:Fortalece el sistema cardiovascular esencial para la estructura de los huesos y para los nervios.
Activa enzimas necesarios para el proceso digestivo.
Su deficiencia o carencia puede producir: Riesgo de diabetes, fatiga, arritmias, espasmos musculares y
nerviosismo.
Alimentos que lo contienen: Miel, almendras, cebada, acelga, berro, judías, almejas, maíz, guisantes,
ciruelas, higos, uvas pasas, patata, dátiles, chirivías, col verde, diente de león, coles de Bruselas,
plátanos, zanahoria, pescado, bayas de saúco, limones, frambuesa, endibias, ortiga, alfalfa y berro.
Potasio
Función: Esencial para el crecimiento normal, los músculos sanos y los nervios.
Su deficiencia o carencia puede producir: Debilidad muscular, nauseas, cansancio e insuficiencia
cardiacos.
Alimentos que lo contienen: Alfalfa, judías, aceitunas, salvado, granadas, frutos secos, ciruelas, patata,
apio, uvas pasas, espinacas, cerezas, lechuga, limones, col rizada, verduras de hoja verde de todo tipo,
plátanos, remolacha, col, zanahoria, uvas y mandarinas.
Sodio
Función: Ayuda a los músculos a funcionar y protege los tejidos cuando se pierde agua en el cuerpo.
Su exceso puede producir: Nausea, presión alta y retención de líquido
Alimentos que lo contienen: Sal, tomate, diente de león, melocotones, queso, almejas, ostras, ternera,
remolacha, aceitunas, uvas pasas, zanahoria. leche, acelga, nabo, berro, germen de trigo, apio, huevos,
espinacas y cerezas.
MICROMINERALES
Cobre
Función: Necesario para la formación de hierro y hemoglobina. Esencial para la formación de
colágeno.
Su deficiencia o carencia puede producir: Caída del cabello y canas prematuras
Su exceso puede producir: Destrucción del tejido ocular. Las personas con problemas en la vista deben
equilibrar su consumo de cobre con el de hierro, zinc y calcio.
Alimentos que lo contienen:
Judías, hígado, setas, guisantes, verduras de hojas, frutos secos, alimentos de origen marino, grosella
negra y roja, cereales integrales, col rizada, patatas, espárragos, melocotones, salvado y berro.
Flúor
Función: Protege y preserva los huesos. Interviene en el metabolismo del calcio y el fósforo.
Su deficiencia o carencia puede producir: Aparición de caries dentales y fracturas óseas.
Alimentos que lo contienen: Trigo rojo, remolacha, productos lácteos, col, ajo, espinacas, alimentos de
origen marino, trigo-integral, centeno, y berro.
Hierro:
Función: Necesario para el desarrollo de los glóbulos rojos y para transportar oxígeno a las células.
Su deficiencia o carencia puede producir: Anemia, cansancio, tristeza, depresión y caída del cabello.
Su exceso puede producir: Cardiopatías en los hombres, producción de radicales libres y cáncer.
Alimentos que lo contienen: Almendras, miel, coco, remolacha, hojas de remolacha, col rizada,
coliflor, apio, diente de león, acelga, yema de huevo, cogollo de lechuga, hígado, todo tipo de
alimentos de origen marino, dátiles, ciruelas, uvas pasas, berro, naranjas, aves de corral, grosella negra
y roja, frambuesa y hojas de frambuesa, aíbaricoques, perejil, ortiga, alfalfa, capullos de trébol rojo,
judías, habichuelas, copos de avena, amapola, alcaravea, anís, romero, hinojo, salvia, caléndula y
semillas de calabaza.
Manganeso
Función: Esencial para el crecimiento y para la respiración tisular. Favorece los reflejos
musculares. Previene el cansancio.
Su deficiencia o carencia puede producir: Acumulación de colesterol mal en las arterias,
raquitismo, infertilidad
Alimentos que lo contienen: Plátanos, judías, remolacha, salvado, acelga, guisantes, verdura de hojas
de todo tipo, cereales integrales y almendras.
Selenio
Función: Necesario para el pelo, la piel y las uñas saludables, y una ayuda para las membra¬nas
mucosas y los vasos sanguíneos, útiles en caso de agotamiento, impotencia y deficiencias minerales de
tipo general.
Su deficiencia o carencia puede producir: Trastornos en el cuero cabelludo y uñas, trastornos
gastrointestinales y neurológicos.
Alimentos que lo contienen: Cebollas, avena, equiseto, cebada, levadura de cerveza, avena, germen de
trigo y aceite de sésamo.
Yodo
Función: Necesario para la salud y las funciones glandulares de la tiroides. Necesario para el
metabolismo normal.
Su deficiencia o carencia puede producir: Bocio, disfunción tiroides, cansancio, colesterol alto,
aumento de peso, estreñimiento.
Alimentos que lo contienen: Todo tipo de alimentos de origen marino, plantas marinas, salvado,
brócoli, mantequilla, zanahorias, cerezas, cebollas, ajo, higos, setas, avena, almendras, espárrago,
judías, col rizada, apio, acelga, diente de león, yema de huevo, cogollo de lechuga, hígado, grosellas,
ciruelas, dátiles, uvas pasas, berros, naranjas y aves de corral.
Zinc
Función: Es importante para el funcionamiento correcto de la glándula prostática y los demás órganos
reproductivos. Previene el acné y ayuda a la regulación de las glándulas sebáceas
Su deficiencia o carencia puede producir: Debilidad de las uñas y manchas blancas en ellas,
alteraciones en el crecimiento, fatiga, acné y retardo en la maduración sexual.
Su exceso puede producir:
Parece estar relacionado a la enfermedad de Alzheimer.
Alimentos que lo contienen:
Ostras, remolacha, brócoli, germen de trigo, salvado de trigo, leche, yema de huevo, guisantes, judías,
berro, hígado, diente de león, lentejas, semillas, espinacas, pescado, lechuga roja, manzanas, col y
frutos secos.
Minerales peligrosos
Existen minerales que el organismo no necesita, pero que los recoge de los contaminantes industriales
del aire, el agua y de ciertos hábitos nocivos como fumar (el humo de los cigarrillos contiene no sólo
nicotina sino una sustancia tóxica producida por la combustión del papel, los preservantes,
aromatizantes y saborizantes) y que representan un peligro para la salud.
Algunos de estos minerales peligrosos son:
Cadmio:
Deteriora gravemente los riñones y favorece la osteoporosis. Se encuentra en algunos alimentos
marinos (ostras) y en vísceras animales (hígado). Los fumadores lo inhalan en gran cantidad.
Plomo:
Suele proceder de las emanaciones de los automóviles y es absorbido por los pulmones. Las cañerías
de plomo para la conducción del agua y las soldaduras de plomo en las latas de conserva son también
altamente contaminantes. Produce dolores de cabeza, vértigo, insomnio, irritabilidad, debilidad y
anemia.
Mercurio: Es generado de la utilización de combustible fósil, la fabricación de pinturas, los procesos
en las minas y la preparación de la pasta de papel. Igualmente, los compuestos de este mineral, como
el mercurio etílico, nos llegan por medio de abonos fungicidas en los cereales o a través del pescado.
Su acumulación en el organismo afecta al sistema nervioso.
La mejor protección contra estos
minerales peligrosos es consumir
alimentos de origen biológico o
con la menor cantidad posible de
preservantes y colorantes.