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La bondad de Dios y la malicia del hombreBondad de Dios.Dios es infinitamente bueno y todas sus obras son buenas[footnoteRef:1]. El concepto de bien, aplicado a Dios. La bondad es uno de los atributos ms claros del ser divino, tanto desde el horizonte de la revelacin como desde la luz de la razn. La misma nocin de la divinidad implica siempre la perfeccin absoluta y la bondad suma en el ser; incluso aunque no se admitiera su existencia. Un Dios malo, o simplemente no bueno, parece algo inconcebible, absurdo. [1: Catecismo de la Iglesia Catlica 385. ]

La bondad, aplicada a Dios, puede tener un triple sentido, que incluso puede dar lugar a diversos tratados teolgicos: a) Puede significar la bondad o perfeccin ontolgica del ser divino, como un atributo de su divina esencia; b) Pero puede tener un sentido ms personal; y entonces designar la cualidad de hacer el bien a los dems; en donde nos encontramos con los atributos u operaciones divinas del amor, la misericordia, la providencia, etc. c) Finalmente, puede revestir un sentido ms moral y hasta religioso; se referir entonces a la santidad de Dios.La malicia del hombre.El hombre, tentado por el diablo, dej morir en su corazn la confianza hacia su creador (cf. Gn 3,1-11) y, abusando de su libertad, desobedeci al mandamiento de Dios. En esto consisti el primer pecado del hombre (cf. Rm 5,19). En adelante, todo pecado ser una desobediencia a Dios y una falta de confianza en su bondad.En este pecado, el hombre se prefiri a s mismo en lugar de Dios, y por ello despreci a Dios: hizo eleccin de s mismo contra Dios, contra las exigencias de su estado de criatura y, por tanto, contra su propio bien. El hombre, constituido en un estado de santidad, estaba destinado a ser plenamente "divinizado" por Dios en la gloria. Por la seduccin del diablo quiso "ser como Dios" (cf. Gn 3,5), pero "sin Dios, antes que Dios y no segn Dios" (San Mximo el Confesor, Ambiguorum liber: PG 91, 1156C)[footnoteRef:2]. [2: Catecismo de la Iglesia Catlica 397.398.]

Todos los hombres estn implicados en el pecado de Adn. San Pablo lo afirma: "Por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores" (Rm 5,19): "Como por un solo hombre entr el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y as la muerte alcanz a todos los hombres, por cuanto todos pecaron..." (Rm 5,12). A la universalidad del pecado y de la muerte, el apstol opone la universalidad de la salvacin en Cristo: "Como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenacin, as tambin la obra de justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos una justificacin que da la vida" (Rm 5,18).[footnoteRef:3] [3: Catecismo de la Iglesia Catlica 402. ]

CAUSAS DE LA CRISIS DEL PECADOCAUSAS DE LA CRISIS. Se trata de analizar las causas que han motivado la crisis, tanto de la vida como de la doctrina moral. Se sealan algunas ms destacadas. Pero cabe una aportacin en el Aula que enriquezca la lectura de la situacin actual de la moral, tal como se entiende en el texto.1. Se sealan en primer lugar algunos factores ajenos al cristianismo. Se mencionan los siguientes:a) La crtica marxista a tres niveles: la influencia en la descristianizacin, la crtica de ciertos ambientes culturales a la religin catlica y la acusacin de su ineficacia en orden a conseguir la justicia social en la poca moderna.b) La psicologa naturalista, en su versin freudiana, refuta la moral cristiana y la acusa de ocasionar ciertos traumatismos al insistir en el tema del pecado y porque no presta atencin al subconsciente humano. Esta teora ha sido superada por la crtica a que ha sido sometida. A este propsito, los estudios de Vctor Frankl son especialmente tiles para la moral catlica.c) La filosofa existencialista atea ha contribuido a crear la crisis debido adems de su crtica a la religin catlica a que niega la naturaleza del hombre, al cual reduce a pura existencia, y, en consecuencia, porque sobrevalora las circunstancias. De ella deriva la "tica de situacin".d) Casi todas las causas antes apuntadas han conducido a la cultura actual a un relativismo exagerado, lo cual da lugar a un pluralismo ilegtimo, que trata de conciliar la moral con cualquier forma de vida relativizando los conceptos de "bien" y de "mal" morales.2. Otra serie de causas de la crisis moral tiene su origen en problemas intraeclesiales. Se apuntan algunos que parece que han contribuido ms decididamente:a) La necesidad sentida por amplios sectores de reformar los estudios y planteamientos de la tica teolgica. Pero la reforma se entorpeci a causa de la precipitacin y el apasionamiento entre algunos sectores de la Iglesia.b) La necesidad de una exposicin bblica de la doctrina moral tropez con algunas exgesis que se separan de las enseanzas permanentes respecto de la vida moral. En ocasiones, algunas exgesis van al margen cuando no en contra de la doctrina moral expresada por el Magisterio.c) La situacin sociocultural de nuestro tiempo, tan pluralista, encuentra dificultades a la hora de aceptar unas normas universalmente vlidas. Esto ha provocado una situacin en contra del valor y aceptacin de las normas y preceptos morales.d) Uno de los temas ms debatidos en el estudio de la tica teolgica es la relacin entre conciencia y norma moral. Si en alguna poca se subray la importancia de las normas, hoy algunos defienden el inters exclusivo por la conciencia, en contraposicin a la norma.e) Se seala una causa en la que confluyen todas las anteriores: la secularizacin de la vida, que se presenta como ajena a cualquier instancia religiosa. El secularismo imperante en amplios sectores de la cultura actual, tiene diversas manifestaciones, todas ellas opuestas a la moral cristiana[footnoteRef:4]. [4: http://bibliotecacatolicadigital.org/MORAL/Aurelio/1-03_crisis_de_la_vida_moral.htm.]

Definiciones ms comunes del pecado segn la tradicin moral.Los Padres Apostlicos describan el pecado como Amarta que grava la conciencia o Anomia, como quebrantamiento de la ley y de los mandamientos. Pero el vocablo ms utilizado es Kaka, o sea, mal o maldad: el pecado es mal por excelencia[footnoteRef:5]. [5: Teologa moral I moral fundamental, 767. ]

El pecado es una falta contra la razn, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prjimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido definido como una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna (San Agustn, Contra Faustum manichaeum, 22, 27; San Toms de Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 71, a. 6) )[footnoteRef:6]. [6: Catecismo de la Iglesia Catlica, 1849.]

El pecado es una ofensa a Dios: Contra ti, contra ti slo pequ, comet la maldad que aborreces (Sal 51, 6). El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de l nuestros corazones. Como el primer pecado, es una desobediencia, una rebelin contra Dios por el deseo de hacerse como dioses, pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal (Gn 3, 5). El pecado es as amor de s hasta el desprecio de Dios (San Agustn, De civitate Dei, 14, 28). Por esta exaltacin orgullosa de s, el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jess que realiza la salvacin (cf Flp 2, 6-9)[footnoteRef:7]. De igual forma para san Agustn ser tambin la violacin de la ley, pecado es toda accin, palabra o deseo contra la ley eterna[footnoteRef:8]. [7: Catecismo de la Iglesia Catlica, 1850.] [8: Teologa moral I moral fundamental, 779.]

Otra definicin de Santo Toms que podemos ver es la siguiente: El pecado no es otra cosa que un acto humano malo. Un acto es humano cuando es voluntario Y es malo, en cuanto que carece de la media que le es debida, por referencia a una regla determinada. Por eso San Agustn expone el pecado del hombre como un acto libre de su voluntad.Nomenclatura del Antiguo Testamento Respecto al Pecado. Al mirar la riqueza del trmino en el A.T. nos deja ver el lugar destacado que ocupa el tema del pecado en la enseanza bblica. Unos de los trminos ms usador es el termino es el de hattat, derivado del verbo hatta que en las diferentes formas verbales se encuentra 232 veces. El sustantivo hattat se menciona 290, siempre en relacin al pecado, bien sea al pecado en s (16 veces) o el ofrecimiento ritual por los pecados (123 veces).Por su parte el sustantivo hattat, quiere decir desviarse, caer y, en sentido moral, adquiere la acepcin de separacin del camino o alejarse de la norma moral que indica el camino o dar un paso en falso. Tenemos entonces que el trmino ms usado en el A.T. lleva consigo anexo el concepto de conculcacin (infraccin) de una norma, y ella comporta el separarse del recto camino. Por ejemplo, Amibelech dice a Abraham que es pecado suyo y del pueblo no haberle dicho que Sara era su esposa (Gn 20,9); David reconoce su pecado ante el profeta Natn (2 Rey 12, 13); el faran confiesa su pecado a Moiss (Ex 9, 29; 10, 16).Tenemos tambin el trmino pesa usado frecuentemente, que como forma verbal se encuentra 43 veces y sustantivado 92. Significa rebelarse o sublevarse contra alguien. El sustantivo se expresa en 93 textos y trasmite la idea de rebelin, pero designa, a su vez, un acto que es delito o accin mala en relacin a una trasgresin a una norma y por ello ser infiel. Por ejemplo, Jacob reconoce sus pecados (Gen 31, 36) y Moiss pide perdn por los pecados del pueblo (Num 14, 18). Tambin es frecuente el uso del trmino awon. Este verbo slo se encuentre 17 veces, significa equivocarse o estar equivocado, pero incluye un error querido, por lo tanto connota la idea de equivocacin inicua. El sustantivo awon se repite en 227 textos con el significado de inquietud, delito, culpa. Adems de estos trminos encontramos otros que incluyen aspectos propios de pecado, como lo podemos ver nebalah, que significa infamia, locura; asam en sentido de delito, nbalah que indica crimen e impiedad; maal, igual a accin mala y perfidia; raah, que cabe traducir mal o maldad; siklut, que equivale a necedad[footnoteRef:9]. [9: Cfr.Teologa moral I moral fundamental, 741.]

Divisin de los Pecados.Distincin entre el pecado personal y el pecado social.Pecado Personal: El pecado, en sentido verdadero y propio, es siempre un acto de la persona, porque es un acto libre de la persona individual, y no precisamente de un grupo o de una comunidad (documento Reconciliacin y Penitencia). Es cierto que el hombre est condicionado por pocos factores internos y externos que pueden atenuar, en mayor o menor grado, su libertad y, por lo tanto, su responsabilidad y culpabilidad. Pero es una verdad de fe, que la persona humana es libre. Pecado Social: todo pecado tiene una dimensin social, pues la libertad de todo ser humano posee por s mismo una orientacin social, en el pecado social hay tres acepciones diversas: 1) Todo pecado individual tiene repercusiones sociales, segn R.P: en virtud de una solidaridad humana tan misteriosa como real y concreta, el pecado de cada uno repercute en cierta manera en los dems. Es la otra cara de la solidaridad que se desarrolla en la comunin de los santos. Todo pecado repercute, con mayor o menor intensidad, con mayor o menor dao, en todo el conjunto eclesial y en toda la familia humana. 2) El pecado contra el prjimo. Que tambin tiene otras acepciones: A) pecado contra el prjimo individual; B) el pecado contra la justicia el pecado contra la justicia en las relaciones interpersonales como en las personas de la sociedad y aun de la comunidad con la persona. C) los pecados cometidos contra los derechos de la persona; D) el pecado de obra o de omisin de los dirigentes polticos, econmicos y sindicales, as como el de los trabajadores que no cumplen sus deberes de presencia y colaboracin al bienestar de la sociedad.3) Relaciones entre las distintas comunidades humanas: la obstinada oposicin entre las naciones debe considerarse como un mal social. Debe entenderse el pecado social como la acumulacin de muchos pecados personales.Diferencia entre pecado mortal y pecado venial:Si atendemos a la gravedad de la ofensa que el pecador infiere a Dios con su pecado, ste puede ser mortal y venial.El pecado mortalSe llama pecado mortal a la trasgresin consciente y voluntaria de la ley de Dios en materia grave. Es el alejamiento total de Dios y, por contra, el amor gravemente desordenado a las criaturas.El hombre est obligado a ordenar y referir toda su vida -acciones, pensamientos y palabras-, a Dios, nico y ltimo fin. Y cuando no lo hace, su vida se vuelve vaca y sin sentido. Precisamente eso es el pecado mortal: romper totalmente la ordenacin de nuestros actos debida a Dios; un alejamiento de Dios, motivado por acciones desordenadas, que lleva inseparablemente unido un acercamiento y un apegarse de tal manera a las criaturas, que se las prefiere a Dios: se est dispuesto a perder a Dios, antes que dejar o renunciar a la criatura.La existencia de pecados mortales se deduce claramente de la Sagrada Escritura. Habla, en efecto, de ciertos pecados que son objeto de "la clera divina" (cfr. Rom 1,18), "causa de la condenacin eterna" (cfr. 2Cor 5,10), que "llevan la muerte espiritual" (cfr. Iac 1,15), etc. San Pablo, adems, repetidas veces aduce un catlogo de acciones que excluyen del Reino de los Cielos (cfr. Gal 5,19-21). Parecidas relaciones vienen en 1 Cor 6, 9 ss y en Rom 2, 29 y ss. En la Exhort. Apost. Reconciliatio et paenitentia, 2-XII-87, Juan Pablo II afirma: se" ha querido recordar que es pecado mortal, lo que tiene como objeto una materia grave y que, adems, es cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento. Es un deber aadir -como se ha hecho tambin en el Snodo-, que algunos pecados, por razn de su materia, son intrnsecamente graves y mortales. Es decir, existen actos que por s mismos, independientemente de las circunstancias, son siempre gravemente ilcitos por razn de su objeto. Estos actos, si se realizan con el suficiente conocimiento y libertad, son siempre culpa grave."El pecado venialComnmente se define el pecado venial como "la trasgresin de la ley de Dios en materia leve". A diferencia del pecado mortal, no connota el apartamiento o aversin total de Dios y anhelo por conseguir el ltimo fin.La Sagrada Escritura prueba suficientemente la existencia de los pecados veniales. Lo hace cuando habla de dos clases de pecados entre s contrapuestos y totalmente diferentes: unos gravsimos, que excluyen del Reino de los Cielos; y otros ms pequeos, enteramente compatibles con la santidad y la gracia: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engaamos y somos mentirosos" (cfr. 1 Ioh 1,8), "el justo cae siete veces" (cfr. Prv 24,16), "con muchos pecados ofendemos cada da al Seor" (cfr. Iac 3,2), etc.El Magisterio de la Iglesia tambin se refiere expresamente a los pecados veniales. En concreto, el Concilio de Trento declara que "por ms que en esta vida mortal, aun los santos y los justos caigan alguna vez en pecados, por lo menos leves y cotidianos que se llaman tambin veniales, no por eso dejan de ser justos" (Dec. De iustificatione, DS1537). Y el Papa San Po V condena como hertica la proposicin de Miguel Bayo que dice: "Ningn pecado es venial por naturaleza, sino que todo pecado merece castigo eterno" (Ex omnibus afflictionibus, DS1920. Cfr. Reconciliatio et paenitentia, 17). Pertenece pues, a la doctrina de la fe, que existen pecados veniales, es decir, pecados que, de suyo, no producen la prdida de la gracia santificante, ni la muerte del alma[footnoteRef:10]. [10: http://www.mercaba.org/TEOLOGIA/CURSO/45_esencia_y_consecuencias_del_p.htm.]

7. Doble criterio para distinguir entre diversos pecados mortales.Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: Es pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave y que, adems, es cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento (RP 17).La materia grave es precisada por los Diez mandamientos segn la respuesta de Jess al joven rico: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre (Mc 10, 19). La gravedad de los pecados es mayor o menor: un asesinato es ms grave que un robo. La cualidad de las personas lesionadas cuenta tambin: la violencia ejercida contra los padres es ms grave que la ejercida contra un extrao.El pecado mortal requiere plena conciencia y entero consentimiento. Presupone el conocimiento del carcter pecaminoso del acto, de su oposicin a la Ley de Dios. Implica tambin un consentimiento suficientemente deliberado para ser una eleccin personal. La ignorancia afectada y el endurecimiento del corazn (cf Mc 3, 5-6; Lc 16, 19-31) no disminuyen, sino aumentan, el carcter voluntario del pecado.La ignorancia involuntaria puede disminuir, y an excusar, la imputabilidad de una falta grave, pero se supone que nadie ignora los principios de la ley moral que estn inscritos en la conciencia de todo hombre. Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones pueden igualmente reducir el carcter voluntario y libre de la falta, lo mismo que las presiones exteriores o los trastornos patolgicos. El pecado ms grave es el que se comete por malicia, por eleccin deliberada del mal.

El pecado mortal es una posibilidad radical de la libertad humana como lo es tambin el amor. Entraa la prdida de la caridad y la privacin de la gracia santificante, es decir, del estado de gracia. Si no es rescatado por el arrepentimiento y el perdn de Dios, causa la exclusin del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno; de modo que nuestra libertad tiene poder de hacer elecciones para siempre, sin retorno. Sin embargo, aunque podamos juzgar que un acto es en s una falta grave, el juicio sobre las personas debemos confiarlo a la justicia y a la misericordia de Dios[footnoteRef:11]. [11: Catecismo de la Iglesia Catlica, 1854-1861.]

8. Distincin especfica y numrica de los pecadosEs doctrina constante del Magisterio de la Iglesia, que en el sacramento de la Penitencia deben manifestarse, por institucin divina, todos y cada uno de los pecados mortales, segn su especie y su nmero, cometidos despus del Bautismo (cfr. Conc. Trento, Dec.De poenitentia, DS1680, 1682, 1707, 1708).Distincin especficaLaespecie teolgicase determina por la relacin del acto pecaminoso con Dios; y segn esta relacin, los pecados pueden ser mortales o veniales: los primeros apartan totalmente de Dios, mientras que los veniales no.Laespecie o clase moral, en cambio, deriva de la malicia propia y particular que se da en el pecado determinado, v.g., el hurto, la blasfemia, etc. Y como esta malicia, principal y fundamentalmente, viene determinada por los objetos de esos actos -elfinis operis-, se suele decir que la especie -distincin- moral de los pecados nace de los objetos moralmente distintos, v.g., la distincin especfica de la blasfemia y el homicidio.Pero no todos los autores se sirven de este criterio para diferenciar especficamente los pecados. Algunos prefieren decir que los pecados se distinguen por las virtudes a que se oponen. Otros, por los preceptos que se quebrantan. En realidad, sin embargo, son criterios coincidentes, porque tanto las virtudes como los preceptos se diferencian y especifican por sus objetos.Segn este criterio,los pecados que se distinguen especficamenteson de especie moral diversa en los siguientes casos:- Se oponen avirtudes distintas: el robo contra la justicia; la fornicacin contra la castidad.- Se oponen a la misma virtud, pero de manera diversa: v.g., los malos pensamientos, la fornicacin y la homosexualidad son pecados distintos dentro de la lujuria, porque contraran de modo diferente la misma virtud de la castidad.- Se oponen apreceptos formales distintos: v.g., comete dos pecados diferentes quien quebranta el ayuno, al que estaba obligado por precepto de la Iglesia, e impuesto a la vez como penitencia en el sacramento de la Confesin.Estas malicias, especficamente diversas, pueden darse, por tanto, en un solo acto, siempre que este acto est mandado -o prohibido- por virtudes -o defectos- formalmente distintos. Por eso, el adulterio, por ejemplo, encierra dos pecados, el de lujuria y el de injusticia.Distincin numricaLos pecados que son distintos especficamente (v.g., el homicidio y la blasfemia), son distintos tambin numricamente. Y esto, aunque se realicen, -como acaba de decirse-, en una nica accin: v.g., un adulterio, que lesiona las virtudes de la castidad y la justicia, da lugar a dos pecados.El problema de la diferenciacin numrica existecuando se trata de pecados de la misma especie; v.g., varios hurtos, varias blasfemias, etc. Para solucionarlo, los moralistas suelen establecer los siguientes criterios de diferenciacin:a)Se dan tantos pecados numricamente distintos cuantos son los actos de la voluntad, con tal de que se trate de actos distintosLos actos de la voluntad, que versan sobre el mismo objeto o contenido, se hacen distintos si la voluntad interrumpe su quererY la interrupcin del querer voluntario puede darse de varias maneras:- Porvoluntaria retractacin: Quien decide vengarse del prjimo, a continuacin rechaza esos pensamientos, y de nuevo vuelve a consentir en ellos, comete dos pecados distintos.- Porcesacin voluntaria: En el fondo coincide con laretractacin, -orevocacin-, porque, apartar voluntariamente la atencin, equivale a una retractacin, al menos implcita.- Por cesacin ointerrupcin voluntaria, pero con determinadas condiciones, segn se trate de actosmeramente internos-v.g., los pensamientos-, actosen cierta manera externos-v.g., los deseos-; o de actosexternos-v.g., cualquier accin-.En los actosmeramente internos, es decir, aquellos que se consuman en la voluntad, cualquier interrupcin, aun involuntaria, es suficiente para constituir un nuevo pecado; v.g., el que se complace en un pensamiento de odio, pasa a conversar con un amigo un largo espacio de tiempo, y vuelve a los pensamientos anteriores, comete dos pecados de odio numricamente distintos. En la prctica, sin embargo, a veces resulta difcil determinar con precisin si es o no un nuevo acto. Cuando se trata deactos en cierta manera internos y externos, como los deseos malos, estos se consideran como unsolo todo moral, siempre que procedan de la misma intencin. As, quien, con el fin de cometer un robo, hace proyectos, compra las armas, etc..., tan slo comete un pecado, aunque emplee varios das en ello. En losactos externosdebe distinguirse: si son comopartesomediospara la consumacin del pecado, que es como el todo; entonces, en todos ellos, slo hay un pecado: v.g., el comprar el arma, acechar al enemigo y disparar, etc..., forman un slo pecado de homicidio. La interrupcin involuntaria, dedicndose, por ejemplo, a otras cosas, no rompe la unidad del acto moral. Pero si se trata de actos externosen s completos, es decir, si cada uno de ellos puede considerarse como un todo acabado, independientemente de los dems (v.g., la masturbacin), hay que decir que cada acto da lugar a un pecado numricamente distinto, aunque se realicen bajo el impulso de la misma pasin.b)se dan tantos pecados numricamente distintos, cuantos objetos morales distintos, aunque se realicen bajo el mismo impulso de la voluntad.Esto es as o porque no se ordenan al mismo tiempo o porque, de hacerlo, cada uno es en s mismo completo, sin formar parte de los dems. De esta manera el que con una sola bomba da muerte a cinco personas, es reo -si lo hace voluntariamente- de cinco homicidios.9. La opcin fundamental y el valor moral de actos singulares La doctrina de la opcin fundamental se empezara a emplear por algunos autores para explicar las enseanzas de Santo Toms sobre la primera conversin del hombre a Dios, su ltimo fin. La conversin a Dios, en efecto, se explica como una ordenacin al fin ltimo en el primer acto plenamente libre del hombre, por la ley de la caridad.Esta decisin ms radical y profunda, tomada en unos momentos determinados, no est, es claro, desligada de las dems y sucesivas decisiones de la vida, que podran llamarse superficiales o perifricas; al contrario, guardan entre s una estrecha relacin vital: en cuanto a los actos y decisiones anteriores, preparan esta opcin o decisin ms profunda, y adems porque los actos y actitudes que la siguen, sirven para manifestarla. Si bien esta ordenacin al fin se mantiene en el cristiano habitualmente e influye virtualmente en todos los actos sucesivos, puede romperse, sin embargo, por cualquier acto que la lesione gravemente, es decir, por toda trasgresin deliberada de un precepto sustancial en materia grave -pecado mortal-, porque la oposicin al orden de los medios es oposicin al orden del fin.Esta decisin total de la persona -continan estos autores- slo puede romperse por otra decisin contraria especialmente profunda e intensa que, brotando tambin del fondo mismo de la persona, compromete la accin anterior y la cambie por la contraria. Los actos aislados y particulares, es decir, aquellos que tienen por objeto algo particular, aunque sea sobre materia grave -aseguran-, como no nacen de una "actitud" contraria, slo contradicen de forma leve la opcin y, por tanto, no deben tenerse en cuenta."Algunos autores llegan a afirmar que el pecado mortal que separa de Dios, slo se verifica en rechazo directo y formal de la llamada de Dios, o en el egosmo que cierra al amor del prjimo completa y deliberadamente. Slo entonces tendr lugar una opcin fundamental, es decir, una de aquellas decisiones que comprometen totalmente a la persona, y que seran necesarias para constituir un pecado mortal. Por ella tomara o ratificara el hombre, desde el centro de su personalidad, una actitud radical en relacin con Dios o con los hombres. Por el contrario, las acciones que llaman perifricas (en las que niegan que se d, por lo regular, una actitud decisiva) no llegaran a cambiar una opcin fundamental. Y tanto menos cuanto que, segn se observa, proceden de hbitos contrados. De esta suerte, esas acciones pueden debilitar las opciones fundamentales, pero no hasta el punto de poderlas cambiar por completo" (Decl. Persona humana, 10).Segn esta teora, carecera de sentido hablar de distincin numrica y especfica de los pecados -a lo sumo sera una cuestin tcnica, pero no pastoral-. Y si, a veces, se admite la divisin de los pecados en graves y leves, se explica de tal manera que aquellos en la prctica no se dan: los pecados mortales no seran los pecados graves "ordinarios", sino los "extraordinarios", los que nacen de una actitud radical contraria; algunos los identifican con el endurecimiento, al final de la vida, en el mal.Juan Pablo II ha tratado ampliamente este tema en la Exhortacin Apostlica Reconciliatio et paenitentia, con visin positiva, pero exigiendo claridad y fidelidad a la doctrina de la Iglesia: "Del mismo modo se deber evitar reducir el pecado mortal a un acto de 'opcin fundamental' -como hoy se suele decir- contra Dios, entendiendo con ello un desprecio explcito y formal de Dios o del prjimo. Se comete, en efecto, un pecado mortal tambin, cuando el hombre, sabiendo y queriendo, elige, por cualquier razn, algo gravemente desordenado. En efecto, en esta eleccin est ya incluido un desprecio del precepto divino, un rechazo del amor de Dios hacia la humanidad y hacia toda la creacin: el hombre se aleja de Dios y pierde la Caridad. La opcin fundamental puede ser pues radicalmente modificada por actos particulares. Sin duda pueden darse situaciones muy complejas y oscuras bajo el aspecto psicolgico, que influyen en la imputabilidad subjetiva del pecador. Pero de la consideracin de la esfera psicolgica no se puede pasar a la constitucin de una categora teolgica, como es concretamente la 'opcin fundamental' entendida de tal modo que, en el plano objetivo, cambie o ponga en duda la concepcin tradicional del pecado mortal".En este Documento, Juan Pablo II sale al paso de algunas peticiones para que la divisin venial-mortal se transformara en venial-grave-mortal. Estas propuestas, a las que se podra dar una motivacin pastoral, tienen tambin una fuerte carga doctrinal, en cuanto que proceden de los autores que reducen el pecado mortal a la opcin fundamental (Decl. Persona humana, n. 10 y las palabras de Juan Pablo II arriba citadas). Sin rechazar esa clasificacin, el Santo Padre deja bien clara la existencia de los pecados mortales y la de los veniales, sean o no graves: "Durante la asamblea sinodal, algunos Padres propusieron una triple distincin de los pecados, que podran clasificarse en veniales, graves y mortales. Esta triple distincin podra poner de relieve el hecho de que existe una gradacin en los pecados graves. Pero queda siempre firme el principio de que la distincin esencial y decisiva est entre el pecado que destruye la caridad y el pecado que no mata la vida sobrenatural: entre la vida y la muerte no existe una vida intermedia" (n. 17)[footnoteRef:12]. [12: Cfr. http://www.mercaba.org/TEOLOGIA/CURSO/45_esencia_y_consecuencias_del_p.htm.]

10. El pecado debilidad o malicia.Un pecado es de malicia cuando se hace con la expresa intencin de ofender a Dios, para fastidiarle, por odio a l. Este tipo de pecado no es habitual. Lo ms frecuente es que un pecado mortal se cometa por debilidad. Es decir, no por ofender a Dios, sino para buscar la parte buena que me atrae a aquella accin mala, a pesar de que ofenda a Dios[footnoteRef:13]. [13: Cfr. Un bicho que busca a Dios, 161.]

Pecados de debilidad son los que provienen de una violenta pasin que arrastra la voluntad al consentimiento. El alma espiritual es dbil, en efecto, cuando su voluntad cede a la violencia de los movimientos de la sensibilidad. Pierde as la rectitud del juicio prctico y de la eleccin voluntaria o de eleccin, bien sea por miedo, ira o cualquier otra mala inclinacin[footnoteRef:14]. [14: Las tres edades de la vida, 359.]

"Antes no se conoca la distincin que hacemos ahora entre pecados mortales y veniales. Ms bien se hablaba de pecados de malicia y pecados de debilidad. Los primeros eran perdonados por la penitencia mayor o propiamente dicha; los segundos lo eran por la penitencia cotidiana. Cules son los pecados de debilidad y cules los de malicia? No se puede medir fsicamente, sino que se trata de una apreciacin moral que depende de muchas circunstancias. Cmo se haca la penitencia cotidiana?. Observando la antigedad cristiana, encontramos estas formas: las buenas obras, la limosna, la oracin, or la palabra de Dios..."Pero tratemos de ver qu entiende por pecados de debilidad. Lo trata con ms detalle al preguntarse qu es un pecado venial, "San Agustn, en el siglo IV, distingua dos clases de pecados: los de malicia y los de fragilidad (De div. quest. 83,26). Los pecados debidos a nuestra fragilidad eran fcilmente perdonables, sin necesidad de recurrir a la difcil penitencia pblica: se perdonaban con la oracin, las buenas obras, etc. Con razn se llamaban veniales, o sea fciles de perdonar"[footnoteRef:15]. [15: http://www.opuslibros.org/Index_libros/Recensiones_1/pascual_ref.htm]

(PASCUAL I JOSA, Andreu. (Reflexions sobre el sagrament del perd) Delegaci Diocesana de Catequesi de Barcelona. Editorial Flama, Sant Sadurn d'Anoia 1986 (3 ed. revisada). Con licencia eclesistica del Arzobispo de Barcelona).