Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edición de 1974), de Juan B. Coimbra.

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  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    1/98

    ffi

    ffi'

    w

    Ei.

    w

    #

    ffiffiffiffiflna

    I

    UAN

    B.

    ffiolltBRA

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    2/98

    JUN.8.

    COIMBRA

    SIRINGA

    MEMORIAS

    DE

    UN COLONIZDOR DEL

    BENI

    SEGUND

    EDICION

    LA PAZ

    .

    BOLIVI

    L97

    4

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    3/98

    Juan

    B.

    Coimbra

    }Jay

    que

    releer

    "SIRINGA'

    PoT

    FELIX

    PINTO

    SAUCEDO

    "Y

    bajbamos

    blandamente

    ms

    por

    un

    mar

    de verdura

    que

    de agua"

    (1)

    Quiz

    en

    las nacientes

    del

    ro

    Magdalena,

    quiz

    en las nacien.

    tes

    del

    rio

    Parun, se

    sienta

    lo

    que percibe

    un

    beniano

    al

    leer

    estos

    versos:

    el

    cbaruular

    cercano,

    lo mata

    de

    patujti

    y

    la canoa

    abriendo

    gl

    targpe

    para que

    fluya

    el ro

    y

    los

    remos

    se hundan en

    la

    super-

    ficie

    lquida.

    Cuando

    en

    1954 escrib

    la letra

    del

    Himno

    del Colesio

    luan

    B.

    Coimbra

    en

    la

    capital

    del Itnez,

    dirig

    mis

    palabras

    m"s

    aL exal.

    tacin

    de

    la

    tierra

    itonama

    (2).

    Es

    que

    desde

    mucho

    tiempo

    an-

    tes,

    esto es,

    desde que

    tuve en

    mis manos

    un ejemplar

    de SIRIN.

    GA,

    empec acariciando

    la

    idea de un

    da

    tentar

    la

    gran

    poesa

    be-

    niana

    dentro del contexto de

    la

    l.rica

    boliviana,

    y

    tentar incorporar

    el

    acervo

    pctico

    beniano,

    el

    poema

    naturalista

    que

    es SIRINGA

    Memorias

    de

    un

    Colonizador

    del

    Beni,

    el

    libro

    de

    la

    elva

    ama-

    'znca.

    i

    Yo

    participo

    del criterio

    de

    que

    la

    gran poesa

    no

    es sa

    pro-

    duccin suelta

    lograda

    al acaso

    de

    nuesttas

    neurosis

    (a

    la

    madruga-

    da,

    despus

    de algn encuentro deprimente o estimulante).

    La

    poe-

    srmaestra

    es la

    de

    aquel

    vate

    que

    tomando

    un

    asunto,

    divino o

    La

    orma

    versificada

    del texto original,

    es

    una

    licencia

    del

    autor,

    Nombre de Ia

    tibu indgena

    que

    sitvi de base

    paru

    la

    fundacin

    del

    pueblo

    de

    Magdalena, capital

    de

    la

    provincia

    Itnez.

    (1)

    (2)

    d.,

    VII

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

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    humano,

    regional

    o universal,

    Io

    vierte

    al

    libro

    por

    un

    camino

    egregio

    de

    millares de versos.

    Gregorio Reynolds

    nos

    brind una

    obra

    ambiiosa

    de

    este

    tipo en

    1948,

    al cumplirse el

    primer

    cen-

    tenario

    de

    la

    creacin

    del

    Beni.

    Juan

    B.

    Combra

    habla sobre

    su vocacin

    potica

    al

    referirse

    en el Canto

    de

    SIRINGA, a

    la vida

    social

    en

    Riberalta.

    De

    Nico-

    ls el

    nombre

    que

    adopt

    dentro del

    poema,

    dice:

    "

    Lo

    mismo era

    el

    trcvador

    de las

    serenatas

    que

    el bardo

    inspirado

    de

    las

    postales

    de natalicio".

    Es

    fcil

    concebir

    que

    de

    su

    pluma,

    en

    1897,

    con

    L9

    afros

    de

    edad, salieran letrillas,

    baladas, acrsticos,

    para

    las Brunildas,

    Lau-

    ras o

    Eloisas,

    en

    un

    ambiente de

    vino, mujeres

    y

    msica. .

    .

    Combra escribi

    SIRINGA

    sin la

    preocupacin

    del

    verso

    si-

    lbio,

    de

    la

    consonancia

    perfecta

    o

    de la mtrica

    implacable.

    S'

    lo

    verdad

    y

    belleza

    juntas

    que

    son

    el

    supremo

    atributo de

    aquello

    que

    convencionalmente

    llamamos

    poesa.

    "Caminos

    perdidos

    entre

    montes

    y

    bajos,

    camrnos

    tan

    extensos

    que

    las_

    leguas

    eran

    marcadas

    por

    viejos

    tajibos

    o,

    palmeras

    solitarias'.

    Es

    la

    distole

    potica,

    caracterstica

    de

    JBC.

    El

    amaba sus

    descubrimientos.

    Experimentaba

    deslumbramiento

    y

    admiracin

    por

    las

    coss

    a

    cuya

    contemplacin

    y

    estudio se

    consagraba.

    Inte-

    lectualmente

    vivla

    la

    fiebre

    y

    la

    embriaguez

    gue

    vivieron los capi-

    tanes

    de

    la

    conquista.

    Escribi sin

    duda muchos

    versos. Su

    ootica

    menuda,

    ispersa en

    los

    peridicos

    de

    la

    regin, an' est

    trt, r.r

    recopilda.

    ^

    El

    mismo

    inici

    en vida

    la

    ordenacin

    de

    su

    quehacer

    potico

    en

    un

    cuaderno

    manuscrito

    al

    que

    puso

    el ttulo

    de

    "Selvticas".

    r,

    .urn,o

    al

    indio, su

    estro

    no va

    avor

    de

    la

    lnea

    con'

    ceptual

    de Gabriel

    Ren

    Moreno. Combra

    fue

    siempre un

    pane-

    eiiista

    del

    pueblo

    en

    su

    raz

    esencial,

    la

    de

    esas

    muieres

    morenas

    [auu",

    senos

    apuntaban

    como

    dos

    pitones", sin

    ms

    ropa

    que

    el

    "siri

    de

    sus

    Collares",

    ni

    ms

    defensa

    que

    "su

    gesto de

    panteras

    acosadas

    ".

    Reirindose

    a

    la

    ieyenda

    de

    las

    amazonas,

    aquellas

    varonas

    que

    guerreaban

    a

    caballo,-segn

    el

    delirio del

    capitn

    Francisao

    de

    Orellana.

    As

    escribi:

    '

    "Estaban

    con

    sus hombres

    en

    el

    secreto

    de

    Ia

    alta

    noche

    y

    de

    sus

    partos,

    mataban

    a

    los

    nifios

    salvando

    slo

    las

    muieres

    a

    las

    que

    temprno

    entrenaban

    en

    la

    titnia

    luha".

    "Al

    ternblor de

    las

    hoias

    crearnos

    str

    siendo

    espiados

    por

    e$tas

    henrbras

    .,rgullomt

    de

    trenzados cabellos

    en

    la

    cabeza.

    desnudas.

    como

    mltiples

    Godiva.c.

    v

    siempre cen

    un

    blanco [rara

    su diestra

    flecha'?.

    Cmbra ampli

    el

    lenguaje

    orriente

    on

    riquzo

    de

    bcnirr.

    nismos

    que

    hasta

    entonces

    nadie

    pe

    animaba

    a

    usar,

    para

    dnr

    purr

    v

    noveCad

    a la

    figura

    potica:

    "Tdo

    sapir

    abri

    perezosamente

    los oios verdes

    como una boy".

    Apur

    nuestra

    sensibilidad:

    "Calles anchas

    de

    casas

    bajas

    y

    sombreadas.

    Todo srsiego

    por

    dentro.

    Tctaises

    superqndo

    l

    monte.

    Al

    soplar

    el

    viento,

    un

    lejanc

    rumor de-mry'

    '.

    ..

    Y

    al

    pelar

    el sol,

    un

    inquietante

    olor afrodisaco".

    'iAlL

    a

    lo

    lejos

    los

    cucrpos

    e

    alejafuan

    de su

    materializacin

    conYcrtidos

    en

    alas

    abiertas,,.

    Irrgrir,iclo

    el vrlumen

    de

    la

    fronda

    clciincorporada,

    t

    r';rrrsfr:rrrribits

    en ntrbe.

    r\lrrrrurrtitir.lrr

    por

    la melodiosa

    atmsfera

    clc

    toclas

    las

    le1'es de

    la

    gravedad.

    .

    .

    "

    Estinrr.rl

    nuestr

    imaginacin:

    "

    Nos

    letuvimos

    *la

    milsima

    vzr

    nnte

    unil

    siringuera

    ioven,

    de

    tronco

    liso

    y

    alto.

    i;,;;;;;';;i"'.i

    barranco.

    ,a;*;

    un cirio

    crepitando

    ante l'altar

    del

    universo',

    '',

    E,l

    accro afilado

    ;;;;;o-'*

    un

    cristai,

    Llnls

    hoiaE

    anchas,

    en

    forma

    de mano

    lc

    brrrrrjaban

    Ia

    vista.

    IX

    III

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    5/98

    En

    el

    pulmr.

    azor^nte,

    bosque

    {eqso.y

    vitarninoso,

    rnezcl-banse

    penumbras

    de

    catedrales

    y

    resonancias

    de

    catacumba",

    Lejos

    de

    m

    tratar de

    enc-asillar

    la

    pcesa

    de' SIRINGA

    -

    en

    tn

    "ismo".

    Esto

    no

    tiene cabida.

    La^obta

    es un

    poema subie-

    ivo:

    depende

    del

    "yo" lector.

    Alejado de

    todo

    juego

    alucinante

    de

    a

    form,

    alejado

    d

    toda

    pretensin

    literaria,

    el libro

    sita en

    sus

    ILII

    Cantoi,

    el

    menudo

    afn

    humano,

    trgico-

    por

    vec-es

    y-

    por

    reces

    grotesco,

    de

    encuentro

    con el

    "pthos" de

    la

    naturaleza

    fus'

    ica,

    Estos

    son

    los dos extremos

    (sujeto

    y natutaleza) en

    que est

    rumada

    la

    parbola

    de

    SIRINGA.

    Hay

    que

    releer

    SIRINGA.

    ,

    Por

    inacabada,

    la

    obra

    encierra

    un

    excitante

    sentido de

    mis'

    erio.

    El libro

    no es

    apenas

    lo que

    a

    primera

    vista

    quisier

    pensarse:

    egistro del

    "

    arriesgado

    cambalache

    de

    temeridades y

    de

    miserias

    pcr

    rn

    pu-iado

    de

    oro",

    como

    el

    propio

    Combra

    dice.

    No

    es apenas el

    egiitro

    de ese

    forcejeo de

    sudores,

    ambiciones

    y

    crmenes

    que

    rmontona

    aquello

    que

    rotulamos de

    Historia.

    'Es

    el

    hallazgo

    de

    la

    rclleza

    de

    cda

    ia,

    por

    entre

    los abrojos

    de

    la

    vida.

    Es

    la

    tentativa bien lograda

    de

    presentar

    un

    equilibrio entre

    as decisiones

    y

    los

    xtasis

    del ser

    elemental

    y

    las

    acciones

    y

    los

    errores

    de

    los

    capitanes

    de

    empresa.

    El libto es

    la

    apiehensin

    y

    seleccin de

    asuntos

    en sucesin

    :intica

    que

    coinciden

    con nuestra

    preferencia

    literaria,

    y

    deter-

    ninan

    que

    la

    aceptacin

    de

    la obra sea

    as

    grande y positiva.

    Esos

    cuadros

    y

    la

    querella

    de

    los

    hombres

    que

    en ellos

    se

    nueven,

    no valen

    por

    lo

    que

    ellos son en

    s:

    valen'por

    la

    jerat-

    1ua

    que

    el

    ingenio les

    dio.

    Juan

    B.

    Combra estimulado

    por el

    nundo de

    cosas

    que

    descubra,

    en

    las

    que

    l

    detectaba su inspira-

    :in, arrib

    sin esfuerzo a la

    tesis

    de los

    valores.

    Compuso

    la

    axio-

    oga

    del

    mur:do

    siringuero. Del

    mundo

    camba,

    para usar

    un

    tr-

    nino

    ms amplio

    y

    de

    actual

    circulacin.

    "

    Al brillar

    la

    primera estrella,

    h,

    ;;il;;

    ,il

    ;;

    ;;in'..r.,t.,.

    Nada

    hay en

    los

    grandes

    ros

    ms

    sugestivo

    que

    esta hora:

    Hasta

    las

    gaviotas,

    en

    nostlgica fuga,

    tocando

    las

    olas

    con

    las

    alas,

    parece

    que

    se

    persignaran".

    Y

    as,

    religiosamente,

    muy

    modestamente,

    )'o

    he

    tenti'-lo colll-

    pletar

    la

    letra

    del

    himno

    al Cclegio

    "Juan

    B.

    Ccmbra"'

    Solmente

    el

    arte

    ofrece

    la

    posibilidad

    cle

    qtre

    nuestrr

    norlr-

    bre o

    nuestra

    memoria

    no

    sea

    apagada

    por

    la

    muerte. Trcinta

    aflos.despus de

    su

    paftida,jBC.comienza

    a

    scr discuticlo;

    cs clccir'

    comienza a vivir

    paru

    la

    posteridad.

    Sepultado

    en

    suelo

    beniano,

    quiso

    l

    pulverizar

    sus huesos

    en-remolinos

    de

    fuerza

    germinal.

    Para

    renacer

    con

    la

    yerba,

    para

    subir-coR

    la savia

    y

    estallar

    en el aroma

    de

    los

    rutos.

    para

    ser

    la

    salud

    y

    el bien

    de nuestros

    hiics,

    y

    para

    filtrar,

    por siempre,

    con

    recndita

    ternura.

    la

    sangre

    de

    nuestro

    pueblo.

    LaPaz,1972.

    x

    XI

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    6/98

    rRrNG/r

    es el

    ro*hc

    qu los

    loblcdorcs

    dc

    h

    boya

    amaztica dat

    al

    ,fubol

    del ca*clto.

    Darante

    medio

    siglo este

    uocablo

    fae

    anc

    aoz

    mgica

    que sonaba o

    libtas

    esteilittas

    y saba a

    derocbe,

    a

    fiodno,

    a fastuosidad, a

    inflaencia

    poltica

    y

    social.

    La siringa

    doniuba

    carozot es

    y

    cutciencias,

    Era

    h

    imfinilld,

    el libertiruie

    y

    k

    ulacia.

    Ante

    ella

    enm*dcclar los

    digos

    y se

    dobhban

    hs

    autoridtdes,

    como

    dominadas

    fior

    *n

    soilegio. Er

    esc

    faranst

    de

    Boliaia

    4ae

    ru

    d

    inperio

    de

    le

    gome

    mcenado

    en el

    caadriht*o

    de aq*ellas

    gretdes

    aeria

    llauiales

    del

    Bmi,

    el Madrc de

    Dios, el Ane y el Madna,

    se ba

    dicbo

    rs

    de

    uu

    aez

    qte

    ilo

    regia el afiatlo

    44,

    o sec

    el

    calibte dc

    la carabina

    'Vhtcbcstet''.

    Pobkciones

    ntlerus summetor

    trugadcs

    io,

    h

    uonighte

    de

    h

    selua

    gumfna.

    Prlmno Molos,

    desfus

    Cbq*itos y Coililleru,

    pot

    l-

    timo

    Saa

    Ct*z de

    h

    Sirzra,

    Pogdrol

    sa tuibato a este

    Moloc

    merno

    que

    fao

    el

    tbol de la

    gomc.

    Numetosas e

    htcesantes

    cdraaoflos

    de

    aam-

    tureros awcee

    crnzdton el

    ancbo

    tnritorio

    de

    Mojos,

    runbo

    a la

    re-

    gin

    dcl

    "oto

    ttegro",

    m la

    qae,

    segn

    la

    conseja

    lopuhr,

    se

    improuisabut

    fortaaas

    de h

    ttocbe

    a

    le

    mtiana

    El diano de

    los

    grandes

    poteados

    de

    la

    siringa

    cona

    a rasdales

    pm

    las

    calles ilc S&ta

    Cruz

    ile

    la Sieno, en

    forma

    de

    anticipos

    y hah-

    iitaciones,

    faru

    sustituir

    a

    los

    obr*os desaparccidos.

    Las

    bardas,

    tle

    mthica

    tn

    cesaban de

    sonar

    en

    las

    casas

    de

    erganclx, m

    tanto

    que,

    en

    ks cartinas

    de

    toda

    cspecie

    se

    consuma

    la

    cerueza y los licores

    con

    qu.

    lat

    fastuosos

    agentes se

    ettregaban

    a la

    caza

    ile

    Peones,

    la

    mayoria

    de

    1t

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    7/98

    los

    cuales

    no

    aolui

    a uer el

    suelo

    natiuo,

    Hasta

    bace

    rtoco

    se

    lea

    atin

    efi and de las

    casas

    ile los

    extramuros

    de

    Santa

    Cruz

    este

    letrero:

    "Calle

    del

    Bmi,

    por

    donde

    se

    aa

    y

    ,ro

    se

    uuelue."

    El

    xodo

    aquL, qae

    tanto

    preocupara

    a

    las autoridades

    ctucefras,

    confrenda

    no slo

    al

    elemmto

    trabajador,

    sino a toilas las

    clases so-

    ciales

    de

    Santa

    Cruz:

    Abogados,

    comerciantes,

    agrictltores,

    nniaeni-

    tarios, todos

    corrani

    bacia

    la

    siringa, como atrailos

    for

    una

    fuerua

    irresistible.

    Muchos

    iumes

    abandonaran

    sus estudios,

    decididos

    a

    ltobar

    fortana

    en

    las

    seluas

    del

    Norceste, conuertidas

    en

    un

    pas

    de

    leyenda.

    Enhe

    estos

    lthnos

    parti

    al Beni,

    en

    1t96,

    Juan

    B.

    Coimbta,

    tpmas

    obtenido

    el

    ttulo de

    bacbiller.

    Coimbra recorri

    y

    conoci de este

    modo

    el

    pais

    de

    la

    goma.

    Eatr

    por

    Guarayos

    a

    la

    frouincia

    de

    ltnez,

    qae

    eflt

    como la antesala del

    impnio

    del

    cau.cbo,

    e hizo,

    en

    batelones

    a re?ila, la

    trauesa

    d.e

    las

    ca-

    cbuelas del

    Mamor

    y

    del

    Madera,

    la

    mts grande

    de las

    ptoezas.

    Llegado

    a

    Nbnalta, la capital

    surgida

    conto

    ,t, milagro

    del caucbq,

    basc

    oct.pacin.

    l mismo relata

    la

    escefla.

    -aCwl

    es su

    oficio?

    -le

    preganta

    un industrial.

    --Soy

    tipografo

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    8/98

    consume

    eren de

    lo

    ms calificado

    que poda

    conocere'

    y en

    lo

    que

    a

    su persona

    se refera,

    no

    habi quien

    llevara lo

    que

    l usaba

    ni

    quien

    pisara donde

    l

    pisaba;

    era

    nico

    "-tn

    u

    propio

    con-

    ceptr

    en

    la seleccia

    de

    las cosas.

    Haca

    confcccionar

    us

    traies

    de diario

    con

    telas

    que

    eacargaba

    de

    ultramar,

    insimos

    linos lexi-

    bles

    y

    claros

    casimires iagleses.

    'Pra

    diferenciarse

    de

    "los

    otros",

    no

    llevaba

    el

    reloj

    con

    la

    cd"o" de

    oro

    pendiente

    de bolsillo

    a

    bolsillo,

    sobre el

    chaleco:

    lo

    ejustaba en

    el ojal

    de

    la

    solapa

    y

    lo

    introduca

    en

    el bolsillo

    izquierdo del

    vestn.

    En

    su mano

    derecha,

    un regio

    topacio

    solitario.

    Durante

    las ceremonias

    oficiales

    o reli-

    giosas

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    9/98

    rrnesolaba

    al lomo

    viscoso

    de

    los saurios,

    cuyos

    ojos

    sin

    prpados

    nos miraban

    fijos

    y

    vidriosos. LJn

    siniestro

    ruido

    de

    crtalos

    les

    haca

    cortejo..."

    Los

    peligros

    da la selua. .

    .

    Coimbra

    rehta

    *w

    de tuttas escerr'tt

    y

    lo

    boce

    con

    el anismo

    nico

    e*

    su

    phnnaz

    "Fresca

    estaba

    la

    historia

    de doa

    delaida

    Pedreza.

    Su

    metdo,

    don Isidro Flurtado,

    dueo

    del Tacuaral,

    empresdi

    viaje

    al

    cre,

    llevando

    vveres

    en cuetro

    monteras.

    Y,

    como estaba

    recin

    casado,

    .

    en'Fluacaraje,

    no se

    anim

    a deitr a

    la

    mujer

    tan sole,,

    durante

    un tiempo

    que

    seria

    bien-l-rgo..Era

    bonita

    doa

    deaida. un-

    qrre

    --decan

    las

    gentes- un

    poq{o acopaibada".

    camparon

    por

    una

    de esas mrgenes

    del Itnez,

    lia&s

    por

    las arboledas

    de

    tajibos.

    Encontraron

    varios

    "mutunes"

    y un "ig"hi",

    carne

    rica

    para

    el "pa-

    cumuto".

    A

    la orilla del

    uego,

    charhfdo

    y bostezaodo,

    se

    queda-

    ron

    hasta

    bien

    entrada

    la

    aoche.

    s

    qrie --+n

    medio

    del

    sueo a

    la

    madrugada-

    aprovecharon

    los brbaros

    para

    asaltarlos,

    lanzando

    gritos

    tremendos.

    Sin

    atinr

    a

    taide-

    t-1ni

    siquiera

    e

    tomar

    los

    ri-

    fles -

    mozos,

    ptronos

    y

    todos

    /ttreron

    despavoridos,

    empujaron

    los batelonesr

    /

    con

    ms

    barull

    que tiempo,

    se

    lanzaron ro

    aden-

    tro.

    l

    cabo, el

    peligro

    qued atrs.

    Comenzeron

    entonce

    e

    Pre-

    guntr por doa

    delaida.

    ;Nadat

    La

    buena

    mujer

    haba desapare-

    cido.

    . , Durante

    muchos

    aios

    todos

    estuvieron

    seguros

    de

    que

    viva

    la

    sefrora. Y

    ms seguros

    todava

    de

    que,

    algn

    da, uno

    de esos

    jefes

    de

    tribu

    aparecera heredando

    sus

    oios celestes

    y

    su cera blanca

    y

    rma...

    Coimbra

    tiene

    su

    lxico,

    cono

    tieme

    tanbi,n s*

    tcnica

    y

    s*

    rcrica.

    "Al

    alba

    del da

    siguiente

    Partimos.

    Siempre

    rio arriba,

    pecheando

    la

    corriente..."

    :

    "Por

    ah

    viboreaba

    una

    senda que

    procedia de

    Guayaramerin

    y

    llegaba

    a

    Riberalta..."

    Estirpe

    de

    grandes outodidactas,

    el

    autor

    /a

    Siringa

    "o

    taao

    maestros

    ni ambiente

    propicio,

    igual

    que

    Gil,

    su

    biio,

    -el

    pintor- que

    sali

    le

    la tinru

    natal,

    sin

    escaeh

    ri modelosr'a

    cqrrer

    tnando,

    armailo

    .de

    los

    piaceles.

    ,s

    Ete

    ano

    y otro

    fioseer

    h

    s*frema

    esfontaneidad

    de

    Ja selaa.

    16

    laan

    B.

    Coimbta

    ba

    tmido el

    Priailegio

    de asistir

    al apogn y

    al

    occso

    de

    una

    poca.

    Del

    Beni

    y

    el Noroeste

    que

    l

    conoci

    ya

    ao

    quedt

    sfuo el rcmerdo.

    Permanece irtacto

    el

    faisaje,

    perc

    el

    ahna

    que

    h

    di

    aila

    ba

    safrido

    una

    ftofunda

    transformtcin.

    Sc

    acabo

    el mistetio de

    la

    tierra

    gumtna.

    Esfamse h

    poesla

    dc

    Baares, donde

    Coimbta

    encor

    todaua

    los rcstos

    de

    h antigua

    orga-

    aiztcin

    de

    las

    Misiones.

    Han umido

    a

    ,rreflos

    el espletdor

    y

    la actiaillad

    y

    el

    eio mcanto de

    los

    faeblos

    itth.omas,

    arya

    caPital

    -Magdaletu

    l*,

    h

    auu

    de

    la

    mts rancia

    aristoctacfu

    mojea. tJno a

    ano

    aan des-

    rfirrccietdo los lttulalgos

    uecinos

    que

    hbtaron la

    prospntulad

    de

    la

    fro-

    ukcia..

    .

    Cor

    el ruido

    de

    las libas estnlinas

    y

    las carauanas de

    in*igrcntes

    y

    hs ajes o temo

    por

    hs rcnfiees del Mcnor y

    del

    Mderu

    y

    los

    nulores

    de

    los saluajes y hs graades

    partidas

    de

    iu.ego

    y hs

    fiestas

    y

    hs

    bxracas rurnbosas, se

    Petdi

    el

    mito

    de

    h

    siringa.

    Mas,

    qaedn

    cslc

    libro,

    qae

    es crno h odisea

    de aquella

    poca.

    A

    faerza

    de sircefidad

    y

    de rcalismo,

    luan

    B.

    Coimbta,

    acaso sht

    sosPecbailo,

    modestammte, silerciosamtttte,

    nos

    ba

    deiado las

    fuglnas

    aus

    itttcrsas de

    h

    litnatuta

    boliaiana.

    FAMN VACA CHVBZ.

    It Ptz,

    dlcicnbtc 1942.

    HOJAT

    Y EUOS

    DE LA

    AIEIXOA

    17

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    10/98

    De

    roo zo

    EscRIro

    PoR

    EL HIMBRE,

    AMo

    IO

    ESCRIIO

    coN

    sU PRoPI

    SNGRE:

    ESCRIDB

    T

    TAMBIN

    COJV

    SNGRE

    Y ?RENDERS

    QU8

    L

    slGRE

    Es

    EsPRIru'

    NrETzscI{,.

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    11/98

    PRIMER

    PRTE

    SUGESflN

    DE LA

    SELVA

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    12/98

    REENGNCTTES

    EN

    SNT

    CRAZ

    r,

    descubrimiento

    de

    la

    hevea

    elstica

    o

    "hevea

    bnsiensis",

    que

    mejor

    sera

    llamar

    "hevea

    boliviana",

    heclo

    Por

    esforzados

    ex-

    ploradores crucefios

    all por

    las

    regiones

    del

    rio

    yn:.y

    :s

    "f**

    slo fu

    realidad

    en el

    ,ltimo tercio

    del

    siglo

    pasedo.

    Llegedo

    el

    aio

    60

    la

    industria

    extractiva

    de

    este

    producto

    ye se

    precticaba

    en

    confines.

    Los hombres

    haban

    locizzdo

    ya

    definitiveocnte

    lo

    que

    durante

    le

    conquista,

    fu

    la

    fascinacia

    de

    la

    aveotura

    castellana:

    la Tierra

    del

    Grri

    Mo*o

    o

    del Gran

    Paytiti.

    Pero

    las riquezas

    de

    "oro

    y

    pedrerie"

    ao

    se

    vean

    en forma

    precisamente

    minerel'

    '

    '

    El heo

    de haberse

    organizado

    loe

    primeros

    centro

    de

    trabajo

    en

    los

    ros

    Beni,

    Madre

    de

    Dios,

    Orton

    y

    cu

    rePcctivos

    afluentes'

    tuvo

    profuoda

    repercusin

    eo

    tdes

    les

    poblacioace

    del

    pas, ePecialmente

    1",

    *rg*.,

    del

    rio Madera

    por

    colonies

    de brasileos

    y

    bolivienos

    ell

    ertable"id"s,

    pues

    la

    p'reciosa

    resine

    se

    habe

    colocado

    Proto

    a

    la- cr-

    beza

    de

    los

    mejores

    artculos

    de

    exportacin

    alcanzando

    halagadoras

    cotizaciones

    en los

    mercados

    de mrica

    del Nortc

    y dc ultramar'

    Este

    trabajq

    di

    por

    consecuencia

    un

    progresivo

    comercio

    estimulando

    la

    poblacin

    d.

    .r*

    tierras

    cubiertas

    rcr

    itrmesos

    bosques

    milenerios

    y

    nutridas

    por

    le

    linfa de

    loa

    grandes rios

    amaznicoo'

    Los

    mirajes

    que

    surgreron

    de

    estas

    perspectivas,

    revelaron

    la

    necesidrd

    y la importaoci"

    de

    todes

    aquellas

    accioaes

    creadoras

    de

    fuentes

    de

    ri-

    qro:a

    y

    rePresentativ",

    de

    L

    soberena

    nacional

    eo

    los

    ms

    remoto

    {

    23

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    13/98

    en

    sent cruz,

    cuyos

    hijos

    haban

    coronado

    las

    hazaas

    ms

    loables.

    cuantos

    cruceos

    retornaban

    del

    Norte,

    de

    las

    selvas

    ---er

    ntisuyo

    para

    loe Incas-

    todos

    eran portado:es

    de

    la

    buena

    nueva,

    encareciendo

    Ia

    urgencia

    de

    elemento

    humano,

    cuyo

    concurso

    era necesario

    para

    el xito

    de

    la naciente

    iadustria.

    Estos

    hombres

    referan

    las

    maravillas

    qu

    haban

    visro

    en

    aquellas

    regiones

    de

    riqueza incalculable,

    aparejando sus

    relatos

    "o' l"

    "irio

    itolgica

    de

    sufrimientos

    y

    trabajos

    que

    conronraba

    el viaje

    a la

    siringa,

    por largos

    recorridos

    a

    rravs

    de caminos

    en

    que

    no

    se

    hallabe

    un alrna

    cristiana;

    pmpas

    infrnitas

    y

    bosques

    infestados

    de

    tribus

    salva-

    jes

    enemigas

    de los

    civilizados

    y pronras

    ai

    asalto

    por

    traicin,

    heHaban

    de

    las

    panreras

    y

    los

    cocodrilos,

    animales

    feroces

    y

    porentes;

    hablabaa

    de

    las

    vboras y

    de

    toda suerte

    de

    alimafias

    venenoss

    que

    forman

    Ia

    fauna tropical,

    aparte

    de enjambres

    de

    insectos

    trasmisores

    de

    enfer-

    medades

    repugnnres

    y

    mortales.

    sc

    pintaba

    Ia imponencia

    de los

    ros

    de

    brava

    corriente

    y

    oleajes

    formidables

    en

    cuyo

    mbito

    desaparecan

    las

    frgiles

    embarceciones;

    o

    bien,

    el

    misterio

    de los

    arroyos

    -*ola*,

    en

    donde

    acechaban

    enormes

    caimanes

    o

    pururabr

    rt

    sican,

    serpientc

    que

    se

    engulla los

    animales

    despus

    de

    triturades

    los

    huesos

    po,

    ",a'"o-

    ulacin.

    se

    descubra

    el poder

    mortal

    de

    ras

    raycs,

    que

    hieren

    con

    flecha

    ponzoiosa,

    y

    de

    millares

    de otros

    bichos

    mortificanres,

    reares,

    aunque

    las

    ms

    de

    las

    veces

    creados

    por

    la

    fntasa,

    esa

    fantasa

    que

    seoreaba

    entre

    las

    pocas

    ideas

    de

    la

    enorme

    masa

    ignorante

    d.

    "rrtoo-

    es-.

    ffash

    la

    falta

    de

    alimento.era

    mentada

    como

    un

    castigo.

    pues

    todavia

    no

    se

    acepreba

    como

    buenos,

    ciertos

    comestibres

    descoaocidoc,

    como los

    huevos

    de tortuga

    (tracay),

    las plantas

    acuticas,

    algunas

    races

    o

    tubrculos,

    una

    de

    ellas,

    la

    yuca,

    de

    donde

    proveni"

    d

    Jt.o_

    cante

    y

    nutritivo

    chiv.

    Como

    est

    visro,

    con

    respecto

    al

    Antisuyo

    nada

    haba

    ^u^n,^do

    l

    criterio

    que

    de

    l

    se tena

    en

    los tiempos

    de

    Guamn

    poma

    de

    Ayale.

    Y

    no

    es

    de extraiarse.

    Medio

    siglo

    atrs,

    en

    Ias

    gentes crucefies,

    sencinas

    y

    crdulas,

    todos

    los

    recelos

    florecan

    y

    se

    daba

    pbulo

    "

    iodo,

    Io,

    fantasmas.

    Especialmenre

    al fantasma

    del

    "monte",

    del fondo

    del cuar,

    como rodeado

    de siniestra

    aureola,

    vena surgiendo

    el

    mito

    pnico

    de

    la

    Siringa.

    t;.

    ,v:--r*-

    24

    El

    antiguo

    barriq

    de

    Srn

    Roque,

    en

    Srnte

    Cruz'

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    14/98

    lencia

    y

    con aire de manirrotos,

    propiciaban

    interminables

    convites

    y

    estines,

    accionando muy sueltos

    para

    hacer

    tintinear

    en los

    puos

    lrr

    esterlinas

    de

    sus tibies.

    Despus,

    hartos

    ya

    de

    francachelas, se

    dabrn

    a

    la contratacin

    de

    trabajadores,

    con

    los cuales

    deban

    incrementar

    cl

    desarrollo

    de

    la industria gomera.

    Estos

    personajes traan,

    en

    realidad, abundante

    oro,

    de aquel buen

    oro del

    Banco de Londres. su

    influjo,

    surgieron

    los

    reenganches

    de

    peonada;

    primero

    en forma franca;

    pero ms tarde,

    cuando entrron

    en accin los especuladores, viciada

    y

    claadestinar

    yr

    por

    ltimo, en

    pleno

    imperio

    de

    la mala

    fe

    que

    lo

    suma

    todo

    en uno

    como comercio

    de negrera,

    con

    la

    intervencin

    de funcionarios armados que

    imponian

    el cumplimiento

    de

    las

    leyes

    creadas

    a raz precisamente

    de tan

    cspcci.l

    situacin.

    LANZAS

    Y GUITA]IRS

    r.

    pueblo

    crucefio,

    alegre

    y

    crisriano,

    hecho

    a Ia

    molicie,

    de

    pronto

    se

    encontr

    abocado

    a

    un

    problema

    que

    puso

    a prueba

    ,r.r

    a.*_

    peramenro.

    Era

    la

    encrucijada

    de

    la

    vida

    y

    de

    i"

    muerre.

    Una.

    gran mayoa,

    aenada

    al

    terruo

    y

    a

    Ia tradicin, no

    encontr

    entonce

    causa

    ni

    poder

    suficienres

    para

    cambiar

    ea vide

    regarada

    y

    colorida,

    por

    aquella

    otra

    que

    significaba

    pegro

    y

    coraje.

    Saata

    Cruz

    de

    la

    Sierra,

    ciudad

    undada

    po"

    lo,

    ms

    temerarios

    conqstadores,

    alimentados

    de

    carne

    como

    los

    -pastores

    de si"",

    rvro_

    rena,

    fu

    un

    pueblo

    de lanzas

    y

    arcabuces,

    un

    pueblo

    guerrero

    ,

    **

    qstador'

    El transcurso

    de rres

    ,y

    medio sigros

    de pazi

    re

    hizo

    vor"".

    Ios

    ojos

    a

    la

    tierra,

    tornndolo

    ajricultor.

    i

    "li*.it.do

    y"

    d.

    f*t"r,

    se

    coavirti

    en pueblo

    nocturno,

    en

    el

    pueblo

    de

    las

    guitarr",

    y

    d.

    1",

    coplas,

    Pero lanzas

    y guitarras,

    siempre

    han

    podido

    enrrar

    en

    el

    mismo

    cuadro.

    Fombres dotados

    de

    coraje

    y

    penetracin,

    y

    sobre

    todo, de

    ambi_

    ciones:

    hombres

    en

    cuys

    venas

    si

    se

    haba

    doimido,

    "o

    p.raia

    ;"_a,

    su

    impulso

    Ia

    sangre

    celtibera,

    reaccionaron

    como

    era

    d"

    erper.".

    y

    estimulados

    por

    los

    nuevos

    ricos,

    por

    esos

    gomeros

    que

    andaban

    con

    la

    fbula

    a

    flor

    de

    labio

    y

    su fama

    1i.o

    gro""d"

    de

    ..iombres,,,

    se

    apres_

    ,taron

    lo

    mejor

    posible

    para

    marcha,

    **bo

    a

    lo

    desconocido.

    -Los

    contratistas

    paseaban

    por el

    pueblo

    su

    arrogante

    esrampa.

    Gruesa

    cadena

    de

    oro

    les

    cruzaba

    el

    chaleco

    floreado

    y

    ^rro.

    lardeando

    opu-

    26

    ?7

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    15/98

    IOS

    CONQUISLz{I)OR/,S

    I

    NoaNoo

    los

    meses

    y al ejemplo

    de

    algunos

    expedicionarios

    a

    quie-

    la

    nes

    acompafi

    Ia

    suerte,

    la gente

    moza

    se conrraraba

    resuelta-

    L

    Imente,

    LJnos, calculando

    reE,lizar

    a

    corto

    plazo

    una

    ortuna

    que

    les

    permitiera

    volver a

    comprrirla con los

    suyos,

    en

    medio de las

    co-

    modidades

    y

    del

    placer burgus.

    Orros,

    en la

    simple

    confiania

    de s

    mismos,

    crean

    llegada

    la oportunidad

    para

    probarse.

    Los

    ms,

    llevados

    casi

    instintivmente

    de

    lo

    misterioso

    y

    romntico

    de

    la

    fbula.

    si,

    en cada

    pelotn

    se

    destacaban

    no

    pocos

    muchachos

    encandilados

    con el

    espiritu

    de la

    poca

    creyndose

    conquisradores

    de

    "El

    Dorado-Fantas-

    ma" como

    Ia

    llam

    a esas

    tierras

    el

    padre

    Constantino

    Bayle.

    Los

    hombres

    se echaban

    a, gozar

    por

    anticipado,

    derrochando

    en

    msica,

    bebida

    y

    mujeres

    -sin

    pensar

    en lo que pudiera

    ysri1_

    lsds

    el

    dinero

    que

    reciban

    de sus

    contratantes

    como

    anticipo.

    Las

    esposas

    o las

    novias

    se

    encargaban

    de la

    buena

    alforja.

    No

    decimos

    ras mJr.r,

    que

    ninguna

    madre

    del mundo manda

    a sus

    hijos

    a

    una

    de

    estas em_

    presas

    tan

    arriesgadas

    como

    la

    misma

    guerra.

    No

    hay

    para

    qu

    detenerse

    en

    patentizar

    el

    desenvolvimiento

    de los

    recnganches

    que

    por

    los mtodos

    raudulentos

    e ignominiosos

    que

    em_

    plearon

    algunos

    agenrs,

    llegaron

    a

    la

    ms

    tenebrosa

    cerebridad.

    se re-

    clutaba

    hasta

    entre

    los prvulos

    y

    se robaba

    los

    sirvientes.

    pero

    esto

    no

    era

    lo

    malo,

    sino

    la forma

    violenta

    y arenratoria

    con que

    despus

    se

    proceda

    a conducirlos.

    y

    no

    queremos

    describir

    tales

    cuadros,

    pues

    comprendemos

    que

    semejantes

    enmenos

    sociales

    se

    han

    repetido

    .i-_

    28

    {zuELA,

    {

    \

    F

    t

    rt

    c

    t

    3ln

    llctBt

    DOLtVtAll0

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    16/98

    pre,

    donde

    quiera

    que habindose

    descubierto

    riquezas

    extraordinarias,

    ee haya

    requerido

    imperiosamente

    el

    aporte

    del

    btazo humano

    para

    su

    explotacin.

    Cabe

    hacer

    constar

    que

    -como

    lo

    veremos

    despus-

    este

    moi_

    miento

    convergente

    a la

    regin gomera,

    interes

    tambin

    a

    muchos

    paceos

    que

    pronto

    rompieron

    lanzas

    poniendo

    en alto su

    espritu

    valeroso,

    con

    ms

    fortuna

    que

    los

    emisarios

    del

    Inca. Transpusieion

    la

    sierra

    escarpada,

    vencieron

    las

    terribles

    quebradas

    de

    los

    ios,

    hasta

    llegar

    a

    la

    tierra

    deseada.

    y

    tambin

    -

    c.rando

    er

    auge

    de

    la

    siringa

    fu

    pregonado

    dentro

    y

    f.aera

    del'pas-,

    concurrieron

    al

    Beni

    sabios

    y

    eventureros

    oriundos

    de

    otros

    pueblos

    del

    mundo.

    MAURO

    T\or

    vas

    se

    hallaban

    habilimdas

    para

    viajar

    de

    Santa

    Cruz hacia

    L

    el Beni.

    La

    ms recuentada

    tomaba

    rumbo

    al

    Norte pasando

    I

    -

    por

    la

    poblacin

    de

    Portachuelo

    (capital

    de

    la

    provincia

    del

    Sara),

    el

    cantn

    Palometas

    y

    varios establecimientos

    agropecuarios

    im-

    portantes,

    hasta

    dar

    con

    Cuatro Ojos,

    puerto

    oicial en

    el ro

    pira,

    en

    un

    recorrido

    de

    treinta

    leguas.

    ll

    empezaba

    la

    navegacin

    que,

    en

    ciertas

    esraciones

    del

    ario,

    dependa

    de las crecientes

    de

    dicho

    ro,

    tal

    como

    ocurre

    en

    todas

    las

    precipitadas

    corrientes

    que

    no

    se

    detienen

    hasta

    estar encauzadas

    en

    las

    grandes

    cuencas

    fluviales.

    Las

    embarcaciones,

    impulsadas

    a remo, navegaban

    dos

    o

    tres

    das

    para

    llegar al ro

    Grande

    o

    Guapay,

    y

    orros tanros

    hasra

    Ia confluen-

    cia del

    mismo

    con el

    Chapare,

    desde

    donde

    surge

    imponente

    el

    ro

    Mamor,

    uyas agu.s tumultuosas

    cantan

    un salmo

    de

    vida, haciendo

    lorecer estanciis

    industriales,

    pequefios

    rancheros

    y poblaciones.

    Quiz

    sta

    u

    la

    ruta

    seguida

    por

    los

    remoros

    intenros

    de

    con-

    quista inca,

    como por

    las

    empresas

    de espaoles

    que

    se

    alistaron

    en

    Charcas,

    desde

    139 hasta

    l20

    (Pedro

    de Candia,

    pedro

    de

    nzures,

    Gmez

    de

    Tordoya,

    Juan

    Nieto, Lujn

    lvarez

    Maldonado,

    enue

    los

    pocos que

    recordamos).

    La

    otra

    rute se orientaba

    al

    Noroeste,

    por

    el

    camino

    que

    conduce

    a

    las poblaciones

    de

    Chiquitos,

    misma rura que

    desde

    el

    siglo

    XVI,

    vino

    tragndose

    vidrs

    no

    solamente

    de crucefios

    sino

    de

    mercenarios

    cortra-

    10

    3t

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    17/98

    tados

    en

    Lima,

    Potos

    o

    Buenos Aires.

    Recurdesc

    al

    Gobernador

    Surez

    de Figueroa

    (1180),

    a

    Torres Palomino

    (lr9t)

    y

    sobre

    rodo,

    recur-

    dese

    aquella

    aciaga

    expedicin

    del

    Gob,ernador

    don

    Juan

    de

    Mendozr,

    cuya

    gente

    amotinada

    cay

    bajo

    el

    fusilamiento

    o

    pereci

    en la

    fugr,

    a

    Ia desbandada.

    Por

    Chiquitos

    entr Aguilera,

    cuando Mojos

    ya

    eri

    una

    Gober-

    nacin.

    f,rv

    enero

    de

    1896,

    se

    alistaron

    en

    Srntr

    Cruz

    de

    Ia Sierra,

    tres

    em-

    IJ

    p..t.t de conquista

    conducidas

    por

    patrones

    felizmente ya cxperi-

    mentados,

    patrones que

    gozaban

    de

    confianza

    por

    el

    buen

    trato

    que

    dr-

    ban a su

    personal.

    Comandaba

    una

    de estts

    empresas

    el

    Dr.

    Feliciano

    n-

    telo,

    abogado

    que llevaba

    el

    propsito

    de

    ejercer

    su

    profesin

    en los

    distritos

    judiciales

    recin

    establecidos,

    q

    la vez

    que realizar negocios

    ayu-

    dado

    por

    la

    gente de su

    dependencia.

    La

    orra, don

    Ramiro

    Jusriniano,

    es-

    tudiante de Medicina,

    distinguido

    por

    su capacidad

    intelectual

    y

    apre-

    ciado

    por

    sus cualidades de

    nobleza

    y

    generosidad.

    La

    rercera,

    orro

    joven,

    don

    Jos

    Iurtado

    Justiniano,

    que, como

    los

    anteriores,

    er

    un espritu

    inquieto

    y

    emprendedor;

    haba

    renunciado

    a

    los

    libros

    y

    aprendizajes

    de oro

    gnero,

    enrolndose

    en las

    primeras

    expediciones

    que

    respon-

    dieron

    al descubrimiento

    de

    la

    hevea.

    compaaba

    a este

    ltimo

    su

    hermano

    Maurp, de

    2l

    aios, tallu-

    do, de

    espesas

    cejas

    negres

    y

    una

    temprana

    voz

    grave.

    Carcter

    impul-

    sivo.

    Testarudo

    y

    temerario.

    Bueno para

    los

    puos.

    Sus

    compafieros

    requeran de su sociedad,

    pare gozer

    de

    su

    buen humor

    al par que

    por Ia

    secreta

    admiracin

    que

    despertaba

    su uerza siempre

    al servicio

    -

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    18/98

    -Pasaba

    rechinando

    por

    nuesrre

    puerr

    quc

    mi

    mrd*

    crrnbr

    todr

    azoreda.

    unas

    banderolas

    rojas

    sealaban

    las

    numcronr

    crltr

    blc.

    tadas por

    la

    peste.

    su

    sensibilidad

    esruvo

    as

    ejercitada

    desde

    tempreno.

    En

    lor

    ruh.

    siguientes

    afios

    de la

    viruela,

    oy las quejas

    de los

    vecinor

    conridrrlndo

    Ias

    calamidades

    que

    los

    afliga.

    Esa gente

    estaba

    ciertr

    de

    qur

    atrn

    sil.

    tigos

    del

    Cielo

    por

    los

    vicios

    y

    la

    corrupin

    reinrntc.

    sc

    rpoyrbt

    en que

    el

    padre

    Cabot,

    un

    ranciscano

    vagabundo,

    heba

    parado

    prt

    diciendo

    mayores

    desgracias,

    para

    ro

    que

    eortaba

    el

    rrrcpurtimliato

    y

    la

    irmeza

    de la fe.

    como todas

    estas cosas

    de

    tono

    fabuloso

    se

    presteben

    r rrr pullrr,

    Mauro

    que

    quera

    entraablemente

    al

    mucha"ho

    y

    .a

    ,eorrbr

    r

    u

    Iado para

    orle, siempre

    sacaba

    era

    por

    l

    gritando:

    -iSosiguense

    ustedes,

    carajo

    lNo

    hacen pizca

    de

    graciat

    ICOLS

    CUTI,R

    a*rntN

    vena

    con nosotros

    un

    adolescente

    de

    diecisis

    afios

    que

    se

    incorpor

    a

    nuestre

    cuadrilla de

    puro

    mosquetero.

    Era

    un

    pecoz.

    Haba ya

    vencido

    la instruccin

    secundaria

    pero

    viva

    sin

    consejos

    ni

    orientacin

    saludables.

    se

    llamaba

    Nicols Cuflar.

    e

    Ias

    dos

    puertas,

    sobre

    la

    misma

    cuadra

    de

    nuestra

    csa

    en Ia

    calle

    Velazco

    del

    barrio

    de

    San

    Roque,

    vivia

    su amilia.

    Nico,

    como

    se

    le

    deca,

    no

    conoci

    a

    su

    padre

    de

    cuya lejana

    as-

    cendencia

    hidalga

    tena referencias

    y

    documentos

    que

    le

    haca saber

    su

    abuela,

    une

    vereran

    dada

    a

    las lecturas

    y

    a

    los

    f"peles.

    Su

    madre,

    brava

    criolla

    garrida

    y

    valiente,

    con

    slo

    su

    trabajo

    habia

    sostenido

    su educacin

    y

    la

    de

    sus

    hermanos.

    cuando

    Nico estaba

    en

    tren

    de

    hablar,

    nos revelaba

    sus

    impresiones

    de

    infancia.

    Recordaba

    difusa-

    mente

    -y

    slo tena

    tres

    afios

    de

    edad-

    cmo

    sus familiares

    lo

    sacaban

    por

    las

    madrugadas

    para

    enseiarle

    el

    cometa,

    visible

    a esa

    hora,

    en

    Ios

    primeros

    meses

    de 1882.

    -Yo

    no poda

    abrir

    los

    ojos.

    pero

    cuando

    me

    pregunraban

    si

    Io

    haba

    yisto,

    contestaba

    que

    s,

    a

    fin

    de

    que

    me

    volvieran

    e la

    cam.

    Tambin conservaba

    el

    recuerdo

    de

    angustia

    colectiva

    que

    produjo

    la

    epidemia

    de

    viruela.

    Llna carreta,

    con

    aires

    de

    "carreta

    d.i

    otro

    -r.-

    do",

    precedida

    de

    gritos

    que lanzaban

    los camilleros

    previniendo

    a las

    gentes,

    recorra

    las

    calles trnsportando

    enfermos

    al

    lazareto

    y cadveres

    al

    cementerio.

    34

    r:iri

    As

    tres

    caravanas

    citadas,

    tomaron

    la

    ruta

    de Chiquitos.

    l-t La

    primera

    impresin

    fuerte

    que

    recibimos

    los

    viajeros,

    fu la

    quc

    nos

    caus

    el

    ro

    Grande,

    a

    quince

    leguas

    de

    la

    ciudad,

    que

    por

    estrr

    dc

    avenida

    con las

    torrenciales

    lluvias,

    ostentaba

    una anchura

    mnime

    dc

    media

    legua.

    Pareca

    una

    gigantesca

    lombriz

    viscosa

    que

    se

    moviese

    pot

    la

    llanura.

    su

    corriente,

    entre

    malvones

    y

    atronedoras

    oles,

    arrasttrba

    r

    lo

    largo

    de

    su recorrido,

    una tupicin

    de rboles

    arrancadog

    de

    cuejo.

    semejante

    especrculo,

    apavoraba

    el

    oimo an

    de los

    individuos

    con

    l

    familiarizados.

    Nosorros

    -genre

    bisoa

    y rimorat-

    no

    podamos

    imaginar

    Ie

    or-

    ma

    de

    cmo

    habramos

    de

    pasar

    sin

    peligro

    de

    nuesrra

    vida

    tan

    cstupcndo

    obstculo.

    Pero

    ahi

    esraban

    los

    vaderos,

    domadores

    del

    vrtice

    bravo.

    Ellos,

    asistidos

    por sus

    hercleas

    fuerzas

    y

    confiados

    en

    su

    habilidrd

    para'nadar

    horas

    y

    an

    das

    enteros,

    .rop.r"roo

    a

    trensportar

    de

    orillr

    a

    otilla,

    personas, animales

    y

    catg

    ,

    imperturbabl.,

    y

    *g,rror,

    entrc

    cl

    bufar

    de las

    bestias

    y

    el desasosiego

    de

    los

    viajeros.

    Nos encomendbrmor

    a todos

    los

    santos,

    tocndonos

    el pecho

    para

    ,,er

    si

    tenamos

    aun

    lor

    "detenres"

    y las

    medallas

    benditas

    de las

    despedidas.

    y

    permanecirmor

    mudos,

    con

    ambas

    manos

    romadas

    del

    duro

    borde

    de

    las'pelotas,

    Estas

    "pelotas"

    eran

    cajas

    de

    cuero

    vecuno

    dispuesas

    de

    tal

    euerte,

    que

    hacan

    las

    veces de

    chalana,

    sostenidas

    por livianoo

    troncoc

    utilizr-

    dos como

    flotadores.

    Afuera

    de

    cada

    pelota,

    en

    medio

    del ro,

    nrdando

    ,t

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    19/98

    con

    una

    mano

    y

    asidos

    con

    la

    otra, precavidos,

    vigilantes,

    remaban

    los

    vaderos.

    Parecan

    vikingos

    hacindose

    a

    la

    mar. Bien

    ceido

    el cinro

    que

    agarcaba

    el machete

    cruzado

    por

    detrs

    de

    los

    rif,ones,

    peleando

    con las

    olas y

    la

    empalizada,

    ganaban

    la

    orilla

    opuesra

    despus

    de haber

    bajado

    con

    la corriente

    varios tornos

    desde

    el

    punto

    de

    partida.

    Los puertos

    de

    llegada,

    por

    eso, siemi,re

    quedaban

    muy

    distantes.

    Pero benfica reaccin produjo

    en

    nuesrro

    espiritu

    est

    primera x-

    periencia.

    dmiramos

    la

    valenta

    de aquellos

    hombres

    y

    nos

    convenci-

    mos,

    una

    vez

    ms,

    del

    poder

    de la

    voluntad.

    otras

    quince

    leguas

    a

    travs

    del bosque

    cada

    vez

    ms crecido,

    for-

    maban

    el

    resro

    del camino.

    Prevenidos

    contra los

    salvejes

    cuyas

    huellas

    se

    descubrian

    de

    ranto

    en renro,

    llevbamos

    los

    rifles

    bala

    en

    boca.

    eue

    Ios brbaros,

    si

    vencen,

    no

    es

    por

    el

    poder

    venenoso

    de

    sus flechas

    ni

    por Ia

    rapidez

    de

    sus

    ataques,

    sino

    porque

    jams

    muestran

    care,

    seguros

    de

    la eficacia

    de

    la traicin.

    Los

    salvajes

    que poblaban

    esta

    zone (Sirionoses,

    yanaguas

    y

    Cha-

    pacuras)

    constituan

    agrupaciones

    primitivas,

    tribus

    nmadas

    de

    vi-

    da vagabunde

    cuya

    nica

    preocupacin

    era

    la

    de

    srtisfacer

    por

    cual-

    quier

    medio

    su

    subsistencia, buscndose

    arriba

    y

    ebajo

    los

    elementos

    de

    su

    nutricin.

    Por

    eso

    ern

    peligrosos.

    cuando

    llegaba

    pare

    ellos la

    estacin

    de los

    peces,

    infestaban

    la

    orilla

    de

    los

    ros

    poblando

    las

    um-

    bras

    de

    espinas

    de pescado

    y esqueletos

    de

    caimn.

    gotado

    esre

    recurso,

    dirigan las

    lechas

    hacia

    los

    animales

    del monte

    o

    la cacera

    de

    aves,

    que

    abundaban

    en

    tales

    o

    cuales

    sitios.

    Luego

    gustaban

    de

    nurrirse

    de

    rutas

    y

    enronces

    se

    trasladaban

    a la regin

    de ros

    rboles

    frutales.

    por

    cste

    imperativo,

    tales

    brbaros

    llevaban

    una

    vida errnre.

    No cultivaban

    la

    tierra como

    los

    mojos.

    Eran

    belicosos

    y sanguinarios.

    l atardecer

    de

    un

    da

    caluroso,

    los caravaneros

    nos

    mostrron,

    orillas del ro

    san

    Miguel,

    Ia

    barraca

    de san

    Julin.

    cuando

    llegamos

    al

    puerto,

    ya

    la noche

    haba

    cado; pero

    el dia,

    an

    pareca

    temblar

    all

    cn los confines

    de

    la

    pampa.

    .

    .

    RATA

    sorpresa

    caus

    a los

    virjeros

    Ia

    vista

    del

    puerto

    baudzrdo

    ,

    con

    el

    nombre

    de

    San

    Julin,

    no sabemos

    si

    por

    el Condc

    do

    ^y -

    Andalucia

    que

    pele

    contre

    el

    Rey Rodrigo,

    o

    por

    cl

    rmto

    obispo

    de

    cuenca.

    En

    la

    margen

    derecha

    der io,

    hinado,

    ie dectrcrbr

    CR

    ABELAS

    la

    casa

    de

    hacienda,

    perteneciente

    entonces

    al

    Dr.

    Guillermo

    velrrco.

    .

    Para

    vincular

    los

    pueblos

    de

    la

    provincia

    velasco

    con ros

    dc Nufro

    de

    Chvez

    y

    las

    Misiones

    de

    Guarayos,

    haba

    desde

    esre puerto

    un

    crmi-

    tto

    terresrre,

    muho

    ms

    socorrido

    que

    el

    que

    acabbamos

    de

    dcjtr.

    Los

    viajeros

    nos

    senramos

    ferices

    de

    ra travesa.

    Nos

    igurirmor

    haber

    llegado

    al

    trmino

    de nuesrra

    peregrinacin

    y

    sin

    exftrimcnc*

    myores

    cambios;

    es decir,

    no vislumbrbamos

    siquier"

    ,emotamontc

    lor

    brutales_

    trabajos

    que

    nos

    esperaban.

    Coincidiendo

    con

    nosotror,

    ttogr*

    los

    batelones

    tripulados

    uertemente

    por

    nefitos

    guerayor.

    _

    I-a

    sola

    contemplacin

    de

    esas

    cscaras

    de

    nuez,

    cn

    que

    nuno.

    no

    habriamos

    atrevido

    a

    embarcarnos

    y

    que

    tenan

    quc

    soportlr

    e

    mr

    dd

    equipaje,

    el

    crecido

    nmero

    de

    los

    viajeros,

    produjo

    en

    nucstro

    orpiritu

    el.pavor

    de

    lo

    ignoto.

    vino

    a

    nuesrre

    imaginacin

    rr.csccnl

    dcl

    rdict

    all

    en

    Santa

    Cruz,

    cuando

    nuestras

    madres

    con

    su

    ilanto,

    nor

    drbm

    la

    medida

    del

    sacrificio

    que

    hacan;

    los

    unos

    quc prrtan

    y

    ror

    otrur

    que

    quedaban

    en

    espera.

    -

    .

    Sin

    embargo,

    igual

    quc

    cn

    crr dolorom

    dtq.

    pedida,

    serenados

    los

    espritus

    tras

    el primer

    p.ro,

    ,ortrnidor

    por

    h

    r

    en

    Dios

    que

    da

    cmpo

    a

    la

    esperanz

    a,

    cl

    corazn

    se

    roreg,

    mciclrndo

    r

    los

    temores,

    un

    imperceptible

    escozor

    de

    curiocidrd.

    ,6

    ,l

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    20/98

    En

    el fondo

    del

    rio, las

    barcazas

    tiraban de

    sus

    amaras guebrando

    el

    reflejo

    del

    cielo.

    Los

    indios

    preparaban

    sobre ellas

    anchos

    cemerorlt

    de palla.

    Pero

    no

    todos

    estaban resignados.

    No

    todos

    miraban

    la corriente

    dcl

    ro San

    Miguel

    con

    los ojos

    redondos

    de quien

    mira Io

    inexorable,

    do

    quien

    asiste

    a

    la hora

    del

    destino.

    Haba

    pechos

    d'entro

    de los

    cuales,

    lr

    opresin se les

    suba

    a la

    garga;ntl.

    y

    les

    manaba

    por

    los ojos,

    renegabrn

    del

    atolondramiento

    que haba primado

    en

    su resolucin.

    por

    volver al

    Iado

    de

    los suyos,

    all en

    la dulce

    casona

    familiar, hubieran

    querido

    que

    se

    operase un milagro.

    Tal

    vez

    por

    esras

    reacciones

    inacallables

    en

    el

    hombre,

    fu que

    loc

    petrones

    cambiaron

    de conducta

    con la

    peonada,

    distinguiendo

    y

    lla-

    mando cerc

    de

    s

    a los

    ms

    resueltos

    y

    acabando

    la amiganza

    que hastr

    entonces haba

    reinado

    entre

    nosotros.

    IJna

    mafiana de

    color

    muy malva,

    la

    Naturaleza

    se despert

    como

    intocada.

    Las cosas

    del orbe presentaban

    la

    virginidad

    de

    los recin

    na-

    cidos. .

    .

    Nos

    sentimos

    como

    empequef,ecidos

    e inocenres.

    .

    .

    Tras

    dc

    hincar

    los

    remos,

    el

    gua

    comenz

    a rebullir.

    . .

    Nuestros caicaroneg

    eran

    carabelas

    sin

    mstiles

    ni lona.

    Al

    fin,

    partimos.

    . .

    Partimos como

    los

    argonauts

    tras el vellocino.

    "Trar

    de Lincar los

    remol,

    cl agur

    corncnz

    r rcbullir.,."

    ,9

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    21/98

    EL

    RO

    SN MI6T/EI.

    s el de

    ms largo

    curso

    cn h

    hidrogrrfir nncion.rl

    y prrr.r,le

    dccirsc

    que

    es

    la

    arreria

    ms

    substrncial

    del

    suelo

    holivirno.

    N.rcr. en

    el

    Departamento

    de Chuquisirc.,

    recorre lr

    Provinciir

    de

    Cordillcn

    en

    el

    Deparrmento

    de santa

    cruz

    insumindose

    cn lor

    lrcnrles

    de

    lzozog.

    De

    all

    reaprece

    con

    el

    nombre

    de

    pr.pcti

    y rumbo

    al Norte.

    ofrece

    su

    linfa

    a

    muchos

    pueblos

    llaneros,

    cxtendindosc

    cntre

    los

    pr.-

    lelos

    que

    abarca

    la planicie

    oriental

    hrsta

    llegrr

    rl

    lrgo

    dc concepcin,

    en chiquiros.

    vuelve

    a

    form*se

    y

    sale

    dc rtli

    con

    el

    nombre

    dc

    srn

    Miguel y

    ms

    tarde

    con el

    de

    Sen

    Julin,

    y,

    finalmentc, sirviendo

    los

    intereses

    de las

    Misiones

    de Guarryos,

    cl dc

    srn

    prblq

    confundiendo

    sus

    agus

    con el

    gran

    lago

    de.san

    Luis

    o

    ltonrmru.

    Ro histrico.

    Brind su

    corricnre

    r

    los

    colonizrdorcs

    erprf,olcc.

    Di

    recurso

    a los

    guerilleros

    de

    la Indepcndencie.

    prcocnci

    les

    luches de

    los

    indomables

    chiriguanos

    (sirions

    y

    orroe

    trupo)

    contn lr

    dominacin

    de

    los

    blancos.

    Y por

    ltimo,

    hr

    pocos

    rfioo,

    se

    tii

    con lr sangre

    de los

    defensores

    del

    Chaco.

    La

    ruta

    que

    emprendimos

    era

    de

    reciente

    practicabilidad.

    Dos

    ros

    entes'

    en

    1894,

    haba

    sido

    explorade

    y

    utilizade

    por

    cl

    Dr.

    velasc.-cl

    propietario

    de

    San

    Julin-

    e quien

    siguieron

    otroe

    bucrneros

    dc

    tr

    selva, que

    hallaban

    estmulo

    en

    el

    ejcmplo

    de

    los

    padres

    conversorer

    dc

    las reducciones

    gurnyas

    que

    quedaban

    ms dentro.

    Crbcceaban

    loo

    rboles sobre

    las

    mrgencs

    del

    ro

    Su

    pocr

    lnchun,

    trrjo

    confianza

    a

    los

    novicios.

    Las

    cuabeles

    bejabrn

    blandrmcnrc.

    mfu

    40

    por

    un

    mar

    de

    verdura

    que de

    agua. La

    corficnto

    x monbl

    ttllillr

    Pero

    de pronto

    vinieron

    las sorpresas del

    rnncchl.

    Y

    r lor pocol

    dlrll

    la

    sorpresa

    de

    las cachuelas.

    Cuatro

    grandes pedrones

    sordos

    y

    enhietos, rcprcmbrn

    h

    OOffhatl

    dejando

    slo

    espacios

    breves por entre

    sus redondrr

    crbot. Dr

    ul

    selto violento,

    el agua

    se

    converta

    en

    polvo que cubr

    m arpht

    a

    confundirse

    con

    las

    nubes. Haba

    un bullicio

    engordccodor y

    atnor

    como de antros

    rotos

    y

    pjaros

    siniestros.

    El

    sol

    -e

    intct?rlor-

    an

    hincaba

    sus

    doradas

    espinas castigndo

    nuestros

    nervios

    tcntot.

    Pero

    no hubo

    desmayos.

    Gobernados

    a gritos

    por

    los

    sudorosos

    pilotgs, encostrmot

    con

    mo.

    vimiento

    rpido,

    y maniobrando

    con

    uns

    sogas desde tierm,

    hicirnot

    pasar

    las

    bateleras con

    ielativa

    facilidad. En

    todos

    los rostror lcnacl

    lt

    ilegra.

    Y

    los

    nuevos

    cuatro

    s1h9s

    -u69s

    ms fieros

    quc

    otrto,-

    que

    embarazaban

    al

    viajero,

    /

    no requirieron

    de

    tanto cuidaCo

    psn rl

    superedos.

    Pero en cada

    uno

    los

    baqueaaos,

    entre bocanadar

    dc

    humo

    y

    salivazos,

    tornaban

    a

    comentr Io

    "begatelas"

    que

    eran

    teles

    corrcatlolr

    comparados

    con

    las grandes y

    temibles

    cachuelas

    del

    Mamor.

    Por

    la

    encorvada espalda

    de.los

    guarayos,

    caa

    a

    chorros

    el

    mdor

    que

    iba

    a reunirse en los rifiones.

    Accionaban

    los renos

    con

    sus

    ltlticoa

    msculos

    y

    slo

    dejaban

    de

    hacerlo

    un

    instante pera espenter

    elgn

    tbano

    o simplemente

    para

    ensalivar

    las

    manos.

    Empleamos

    ocho

    das

    en el

    treyecto

    de Sen

    Julin

    e

    Srn

    Prblo,

    hallndonos

    ya

    en

    la

    jurisdiccin

    de

    las

    Misiones. Por

    este ltimo

    pucblo

    crucefio, que

    impone su

    nombre

    al rio San

    Miguel

    segua ctmino dc

    tierra

    que conduca

    a

    los pueblos

    mojefios

    del Mamor,

    frecuentrdo

    en

    tiempo

    seco

    -de

    junio

    a diciembre

    -por

    numerosos

    comcriantcs

    trct.

    catadores de

    ganado para

    Santa

    Cruz.

    San Pablo,

    por

    esos,dias, se

    hdlrbr

    en

    el

    proceso

    de su organiztcin.

    Los

    padres

    franciscanos,

    Domnico

    -i361i11s,

    como su nombrc

    lo

    anticipe-

    Volfgang,

    austraco, y

    otros ms, tenan

    a

    su

    carg

    el

    go.

    bierno

    de

    pequeos centro

    de aborgenes diseminados

    sr

    la

    zonr. Gozr-

    ban

    del

    respeto

    y

    el

    recuerdo agradecido

    de

    todos

    los

    viaieros,

    por

    cl

    socorro

    que

    tributaban con

    diligencia sin

    medida

    a

    quien

    guierr

    quc r

    aventurar

    por ten

    recnditos parajes.

    Por

    esos

    tiempos estabr

    en

    todo

    su

    vigor la

    hidalga costumbre de hospedar

    al

    peregrino,

    propdcionn

    dole todo

    lo

    mejor

    que

    pudiera

    tenerse

    para

    rehacer

    su

    cuerpo

    /

    con-

    fortar

    su

    espritu,

    y

    los franciscenos eren err verdad

    un

    brazo

    dcl

    Srnto

    Pobrecito de ss.

    ,01

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    22/98

    IOS

    BRBROS

    N semana

    esruyimos

    en

    Ia

    Misin

    de

    San

    pablo.

    AI

    cabo,

    arreando

    alforjas,

    capachos

    nuevamente

    r"pl.to,

    y

    calafateadas

    ya

    las

    barcazas

    harro

    resenridas

    po,

    .l

    ,rJ,

    Lrr"r_o,

    nuestros

    puestos

    en Ios

    batelones.

    y

    de

    ,r,r.rro

    .rrrr

    cielo

    y

    ;r"r.

    E;;;:

    ;;',

    orilla,.

    cada

    vez

    ms

    poblados

    de

    ronos

    y

    gucamayos.

    Cierta

    ,tarde

    baja

    y

    nulosa,

    a

    don

    frpaiAn

    Ortiz,

    piloto

    de

    nues-

    ta naye,

    Ie

    vino

    la

    idea

    de

    que

    ,o

    "o.rpo-

    rr.cesitaba

    "lg

    .rti_rlr"r..

    Lo

    senta

    "quebreo,,.

    De entre

    el

    aptejo

    d,e

    cargas,

    sac

    una

    botella

    de

    ,^o y

    rransparenre

    resacado,

    ^

    "iy"

    ou

    uir..

    todos

    sintieron

    q;

    ;,

    Ies

    haba

    secado

    la

    gargante...

    y

    soplaba

    un

    vientecillo

    delgado

    que

    escarrnenaba

    Ia

    copa

    de

    los

    rboles.

    l

    ritmo

    de

    los

    remos

    fu.

    circulando

    el

    jutnecbi.

    Los

    mozos

    lirnpia-

    ban

    con

    Ia

    mano

    el

    pico

    de

    la

    botella

    y

    "hr.rp.b.o

    .ro

    ar.go,

    ,u-gt'h

    costumbre'

    Pronro,

    en

    bu,iciosa

    aregii,

    desbord

    er

    ninio

    de

    ia

    tri

    pulacrotL

    Lleg

    Ia

    noche

    -

    Elegida

    la

    pascana

    par4

    pernoctar,

    encallados

    los

    batelones,

    encen-

    didos-Ios

    uegos

    y

    atadas

    las

    hamacas,'alguien

    _como

    tena

    que

    ser_

    sac

    la guitama.

    su

    conjuro

    se allegarJn

    b

    caja

    y

    las

    mandolinas.

    y

    cohenz

    una

    media

    jaraua

    que

    dur

    hasta

    muy adentro

    d

    Ia

    madru-

    gada.

    Fu la

    primera

    noche

    de

    disipacin

    de

    nuestros

    hombres,

    que

    harro

    Ia

    necesitaban

    pare

    amodorrar

    rrr"lo,

    lo,

    cuerpos

    tan

    castigados

    por

    Ia

    intemperie.

    42

    7.,,

    Jopa

    Cnrmaa$=o

    Los

    Chorls

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    23/98

    Ia

    mafiana

    siguiente

    y

    al

    alba,

    como

    es cosrumbre,

    y por

    entn

    una

    baja

    neblina

    que

    suba

    der

    roco,

    cadr

    cual

    tom

    su

    embarcacin

    llevando

    e

    cuesres

    su

    bolsa,

    crsi

    sin

    ,i._po

    para

    saborear

    en

    paz

    el

    pocillo

    de

    ca

    que

    nos

    alcanzaban

    las

    muyeres.

    -ilistos

    -grit

    el

    iefe

    desde

    el tin:on.

    Dos

    peones

    metidos

    en

    el

    agua

    empujaron

    el

    barcln

    a la

    corriente,

    y

    prontq

    a favor

    del

    viento,

    "r,o"i_*'ro

    abajo.

    Dejamos

    .i-*oo."

    on

    su

    olor

    a

    brea

    y

    a pescado

    frito.

    No

    habamos bajado

    ni

    uo

    torno

    y

    en

    ec

    vea

    cl humillo

    dc

    nucs_

    tro

    campamento,

    cuando

    una

    [uvir

    dc

    flcchac

    comenz

    a rasger

    el

    aire.

    -ilos

    choris

    ;Los

    choris.

    . .

    El

    piloto

    y

    los

    rerneros

    eran

    el

    blanco.

    Nos

    sunch

    Mauro:

    -1gchense

    En

    su

    expresin,

    nosorros

    vimos

    el

    peligro.

    Tratemos

    de

    refugiarnos,

    pero

    "o_o'

    i

    fondo

    .de

    Ia

    embarcacia

    estaba

    ran

    lleno

    y

    el

    atolondrlmi.rrro

    o,.

    -t"r,

    gr"odu,

    slo

    el

    instinto

    nos

    gui

    en

    medio

    del

    pnico

    a

    replegarnos

    dellado

    opr.rro

    "

    i"r-ff._

    chazos.

    La

    embarcacin

    se

    inclina

    i.i"i

    _oao

    que

    esruvo

    a

    punto

    de

    zozobrar.

    .

    .

    La

    gritera

    de

    los

    viajerci*-se mezclaba

    ar .,jrpapeo,,

    ensordecedor

    de

    Ios

    salvajes.

    Nos

    pareca

    que

    los

    brbaros,-mientras

    unos

    estiraban

    sus

    arcos,

    otros

    tocaban

    tambores

    y

    se

    lenzeban

    a

    nado

    sobre

    nosotros.

    ..

    r.ra.

    colmo

    de

    males,

    -no

    se

    vea

    el

    encmigo

    y

    el

    viento,

    meciendo

    loc

    rboles'

    muldplicaba

    Ia

    impresin

    .sis."i'."ao

    faatsticameoru

    "i

    p.-

    ligro.

    Los

    del

    bateln

    trasero,

    dando

    grandes

    voces

    pedan

    auxilio

    a

    los

    compaeros

    que

    -por

    mejor

    tripurados-

    nos

    llevaban

    Ia

    derantera.

    Pero

    sus

    jefes

    no nos

    hacan

    "r-,-

    p,r.,

    _como

    en

    Ia vieja

    fbula_

    a

    costa

    de

    tanto

    simurar

    estos

    asartos

    con

    argazaras

    emeiantes,

    habamos

    perdido

    el

    crdiso.

    *

    n..:

    una

    de

    las

    tripulaciones

    di

    media

    vuelta

    y

    rres

    de

    ella,

    la otra.

    Repartian riros

    por

    el

    aire. Las

    rnujeres

    .r,

    .l

    ""*.rote,

    dban chillidos

    desconcerranres.

    El

    viejo

    Ortiz

    orden

    aodo

    ,.*o

    para

    salir

    de

    la

    zona

    dc.

    peligro

    y

    por

    fin,

    torcida

    la

    punra

    del

    torno

    y

    tras

    de

    avistado

    un

    sitio

    propicio,

    encostamos

    para

    reprar

    ros

    desperfectos.

    Meuro

    sec

    dos

    flechas

    del

    tabin

    del

    leme

    y

    .o *g.ri",

    a los

    lloros

    lastimeros

    de

    Asunra

    Languidey

    y una

    sirvienra,

    todos

    abrimos

    ,"mafios

    los

    ojos:

    otra

    flecha,

    a..rp.rrrro

    el

    camarore,

    haba

    herido

    con

    milagro_

    44

    .

    ptcisir

    I h

    drvicnto

    en h nriz

    y

    r h

    otm

    cn

    el

    odo,

    dojrndo

    I

    rmbas

    ct

    modio

    dr

    un temblor entrccortrdo.

    Leoncio

    Sog

    comcnz

    a

    lrvu

    I

    ru mujcr recogindole la cangrc

    a

    F**

    u

    tuturne.

    El rsto

    de

    le rnozndlr

    pulotomdo

    con descnfrdo, ec

    dodic

    rcthycr

    srcrs,

    cdrfltear los

    rgujeror,

    rjurtrr lrr guarcr

    y

    lucgo, r

    brlrse le crm

    y

    los

    brezos

    sudoroldt.

    -El"y

    lo

    quc

    sacs

    vtls por mercrt

    I fitor.

    .

    ,

    -lVos

    hombre, que

    hrs

    uado la

    guituml

    Unos a

    otrolr

    se

    recriminrban.

    Y en los

    comcttrriog, ao

    fdt

    quicn

    le

    adjudicrm serenidrd

    y

    vrlor, y

    un,

    guien airmera

    haber

    virto r

    lol

    sdvajes

    por

    la orilla,

    saltando

    entre los

    pajares.

    Lo cierto

    es

    que,

    hrt0l

    los que pelaron

    las

    armas,

    lo hicieron

    a

    la

    buena

    de

    Dios, sin

    punter.i

    como

    se hacen

    lrs

    cosas

    cuando

    s est atufado.

    Curtro

    dlrc dccpur,

    Lconcio qucd

    viudo.

    4'

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    24/98

    SUR Y

    CHILCHI

    UANDo

    entramos

    en rierras

    vecinas

    a

    la

    jurisdiccin

    del Beni,

    co-

    menzaron

    a

    menudear

    los

    encuentros

    con pequeas

    canoas

    que

    pasaban

    arribando. Otras

    que haban

    salido de San

    Julin

    des-

    pus

    de nosorros,

    nos

    dieron

    alcance

    y nos

    pasaron.

    Eran ras

    amoss

    "co-

    misiones"

    o "propios",

    Ios

    chasquis

    del

    agua

    que

    empleaban,

    ya

    sean las

    autoridades

    para

    comunicarse

    con los

    lejanos

    pueblos de

    abajo

    o

    ya ros

    estancieros

    ptra

    ir

    a

    las predios

    vecinos.

    l

    divisarnos

    desde

    el

    exrremo

    del

    torno,

    tocaban

    -y

    nosotros

    tambin-

    una

    trompe

    de

    cuerno

    y

    enarbolaban

    una

    banderola

    hecha

    de cualquier

    camisa. Era

    la

    consigna.

    En una

    de

    estas

    canoas

    fu

    reconocido

    un seffor

    serrate,

    vecino

    de

    Mag-

    dalena,

    y

    don

    Francisco

    Landivar

    que,

    segn

    se

    dijo, era

    el

    nuevo

    sub-

    prefecto

    del

    (nez.

    Por

    cuenta

    de los

    naveganres

    y

    con

    la

    colaboracin

    de algunos

    cen-

    tros

    ms prximos,

    se

    efectuaba

    la

    limpieza

    de

    los

    ros, cortando

    los

    puentes

    de

    los

    brbaros

    y canalizando

    los

    camalores

    y

    las

    empalizadas

    rcumulados

    por

    la

    corriente.

    l

    entrar

    en

    el

    lago

    de

    San

    Luis,

    el

    ro

    se haca

    dificil.

    para

    aho-

    rrar

    tiempo

    se

    haba

    hecho

    por terreno

    bajo,

    una

    zanja,

    que lo ligaba

    sin

    mayores

    vuelras

    con

    el

    lago.

    con este

    auxilio y

    mediante un

    corte

    practicado

    en

    la parte

    ms angosta

    de

    este

    ltimo,

    en

    medio

    de

    un

    yomomal

    extraordinario,

    se salvaba

    en seis

    horas

    -si

    haba

    .tiempo

    pro-

    picio--

    lo

    que

    de

    otro

    modo

    se hacia

    en

    una

    semana.

    Este lago

    es

    tan

    grande

    como

    el

    Rogoaguado.

    ,16

    Sobre

    el

    yomomo del

    San Luis,

    como

    jams

    volvimos

    e

    Yer

    cn

    otras

    partes bajas

    y

    cenegoss

    de

    la regin,

    se

    habia formado

    por

    acumulr'

    cin

    del

    fofadal,

    un denso

    pelmazo

    que

    se afirmaba

    en

    un trama

    dc

    nces acuticas.

    Habia verdaderas

    islas

    lotantes en cuya

    pequefrr

    ve'

    getacin se

    albergaba toda

    especie de piaros

    salvajes.

    Solo

    altaba

    seres

    humanos

    pera

    precerse

    a

    las

    playas

    de

    totora

    de

    los Urus

    eE

    el

    Titicaca.

    nsiosos

    de contemplar

    la

    parte

    limpia

    del lago en tod

    su

    vastedad,

    entrmos

    en

    l

    durante la

    maiana

    de

    un

    da

    sofocante,

    despus

    de

    sor-

    teai

    los

    ribazos de

    la zrnja.

    Por entre

    el

    latui

    algunos

    troncos

    toma-

    ban

    la

    forma

    y

    el

    color

    de

    los

    reptiles

    y

    estaban

    ah,

    como adormila-

    dos.

    . . Tocados

    con

    ,ruestras

    yers,

    se

    hundan

    removiendo le

    lama del

    fondo

    para

    volver

    a flote

    poco

    ms

    all.

    En el

    cielo

    se atropellaban uns

    aubes redondas,

    mecidas

    Por

    ua

    soplo ligero

    y alto.

    Un

    olor denso

    proveniente

    de

    la disgregacin

    de toda

    clase

    de des-

    pojos

    vegetales,

    inundaba

    el

    ambiente caliginoso

    y

    hmedo.

    Tbanos,

    hormigas

    coloradas,

    bejucos,

    races

    de isip,

    tejan ea el

    aire

    y

    en el

    .gua

    un arabesco

    desesperante...

    Ni

    siquiera

    se

    poda

    beber

    ese

    l-

    quido bullente

    y

    viscoso.

    Pronto

    se nubl por

    completo

    el

    cielo

    y

    el viento

    parci

    resuelto a

    soplar

    seriamente. Salimos una

    enseada. Sobre

    las aguas

    bajaron

    nu-

    barrones

    grises y

    blancos que se

    perseguan,

    y

    toda

    la

    superficie empez

    moverse

    en una forma

    amenazete. ..

    nocheci.

    El pilago agitado acentu

    un

    rumor

    de

    tromba.

    Impelidos

    por

    fu-

    rioso

    vendaval,

    empezaron a moverse

    velozmente

    los

    islotes

    en urr

    espectculo

    grandioso

    y complejo de

    ceguera csmica.

    .

    .

    Luces

    y

    rui-

    dos.

    .

    .

    Por

    momento rreciaba el

    retumbo del

    chubasco, alarmndonos

    el

    fuerte

    y

    seguido

    gotear

    por

    dentro

    de

    los

    toldos.

    Resbalando

    por los

    cueros

    y

    iltrndose en los

    batelones, el

    agua

    henchia

    la

    madera

    y la

    estoPa.

    Los relmpagos

    tornaban a encorvrnos

    por'la

    verza, sobre

    el

    bam-

    boleante

    bateln

    a

    la

    deriva.

    .

    .

    Todo

    eterredos,

    oamos

    cmo

    las olas

    golpeaban

    los

    tablones

    con

    sus manoplas,

    parecindonos

    que

    las

    islas

    con

    nuestres

    barcazas, eran el centro

    de

    un

    gigantesco

    torbellino...

    Pjaros

    atoreros

    con

    graznidos

    lejanos y lgubres, comenzeror su so-

    netr

    malta.

    . .

    Sobre

    aquel

    ocano-fantasma,

    ausentes

    de

    todo

    paisaje,

    yrcmos

    como

    agobiados

    por

    algo

    oscuro

    y terrible

    que

    se

    cernia

    en

    47

  • 7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.

    25/98

    nuesrrs

    vidas...

    iE:

    .

    urazo.en

    plenot

    ;El

    azote

    gue

    aplasta

    y

    que

    disgrega

    las

    eelvas

    su

    paso.

    .

    .

    t

    Vimos

    gue

    los

    guarayos

    tenan

    el

    coraje,

    ertimndo

    Ia

    cabeza,

    d

    irar

    el

    firmamento

    con

    aires

    de

    estrcrcros

    iu

    b,

    tio*pus

    de Garileo.

    .

    ,

    Ia

    luz

    de

    los

    rermpago,

    tornaoraba

    cr

    lomo

    viscoso

    de

    loc saurior,

    uyos

    ojos

    sin

    prpados,,nos

    mireban

    fij";

    ;

    vidriosog.,.

    Un siniesrro

    uido

    de

    crtalos

    les

    haca

    cortejo.

    .

    .

    '

    t

    La

    tempestad haba.deshecho en

    poco tiempo,

    cl rngosto

    paoo

    rbier_

    to