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Sistema político y partidos en Colombia William Restrepo Riaza" O cuparse de los partidos políti- cos, como uno de los factores fundamentales del poder y del sistema político, es asunto que hoy co- bra un interés creciente dada la situa- ción de crisis política y social generaliza- da del país; por ello, en el presente artí- culo se hace una aproximación teórica y política del origen de los partidos en Colombia y de las características de su organización y dinámica, en su relación con la sociedad y el Estado. Se intenta establecer una caracterización del siste- ma y los partidos políticos respecto de su responsabilidad histórica, como ins- trumentos y factores esenciales en el proceso de cambio participativo y de modernización política del país. La dinámica política materializa, estructural y coyunturalmente, una se- rie de factores que dan forma y esencia a lo que se denomina crisis política. Esta crisis remite a la necesidad teórica y metodológica de buscar un camino de explicación conceptual del fenómeno. Elrecurso más conocido en esta búsque- da parte del reconocimiento de la duali- .• Director del lnstitutode Estudios Políticos, Universidad de Antioquia dad entre lo histórico y lo conceptual de toda definición clarificadora del siste- ma político colombiano. Nuestro sistema político se concre- ta en la estructura y en las formas que adopta la lucha por el poder y su pro- yección en un tipo peculiar de control y de cualificación del Estado. Los partidos tradicionales, liberal y conservador, en el proceso histórico hacia el cumplimiento de uno de sus objetivos, como es la obtención y mane- jo del poder político, han definido las bases de 10que se conoce como el bipar- tidismo. Este, a pesar de losquiebres de su natural evolución, se caracteriza por un continuismo, cuyo sustento históri- co está dado por el valor dominante de la acción consuetudinaria y del tradicio- nalismo en sus principios, estructura y dinámica. Uno de los elementos del biparti- dismo que confluyen en el sistema polí- tico, es el mecanismo de la lucha política institucionalizadoen el subsistema elec- toral, el cual, a su vez, se corresponde conlalógicade lotradicionalpor laausen- cia de una real apertura participativa. De este modo, el Estado, los parti- dos y el mecanismo electoral dan forma 13

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Sistema político y partidos en Colombia

William Restrepo Riaza"

Ocuparse de los partidos políti-cos, como uno de los factoresfundamentales del poder y del

sistema político, es asunto que hoy co-bra un interés creciente dada la situa-ción de crisis política y social generaliza-da del país; por ello, en el presente artí-culo se hace una aproximación teórica ypolítica del origen de los partidos enColombia y de las características de suorganización y dinámica, en su relacióncon la sociedad y el Estado. Se intentaestablecer una caracterización del siste-ma y los partidos políticos respecto desu responsabilidad histórica, como ins-trumentos y factores esenciales en elproceso de cambio participativo y demodernización política del país.

La dinámica política materializa,estructural y coyunturalmente, una se-rie de factores que dan forma y esenciaa lo que se denomina crisis política. Estacrisis remite a la necesidad teórica ymetodológica de buscar un camino deexplicación conceptual del fenómeno.Elrecurso más conocido en esta búsque-da parte del reconocimiento de la duali-

.• Director del lnstitutode Estudios Políticos,Universidad de Antioquia

dad entre lo histórico y lo conceptual detoda definición clarificadora del siste-ma político colombiano.

Nuestro sistema político se concre-ta en la estructura y en las formas queadopta la lucha por el poder y su pro-yección en un tipo peculiar de control yde cualificación del Estado.

Los partidos tradicionales, liberal yconservador, en el proceso históricohacia el cumplimiento de uno de susobjetivos, como es la obtención y mane-jo del poder político, han definido lasbases de 10que se conoce como el bipar-tidismo. Este, a pesar de losquiebres desu natural evolución, se caracteriza porun continuismo, cuyo sustento históri-co está dado por el valor dominante delaacción consuetudinaria y del tradicio-nalismo en sus principios, estructura ydinámica.

Uno de los elementos del biparti-dismo que confluyen en el sistema polí-tico,es el mecanismo de la lucha políticainstitucionalizadoen el subsistema elec-toral, el cual, a su vez, se correspondecon la lógicade lo tradicionalpor laausen-cia de una real apertura participativa.

De este modo, el Estado, los parti-dos y el mecanismo electoral dan forma

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a la tríada que, en su función y formali-zación, define el denominado sistemabipartidista colombiano.

l. Origen de los partidospolíticos: una aproximaciónteóricaEl desarrollo del análisis teórico de

lo político, después de un largo y contra-dictorio caminar, ha retornado al reco-nocimiento de los factores que los clási-cos se plantearon en labúsqueda de unaconceptualización de sus parámetros yprincipios.

Dentro del debate actual, centradoen los interrogantes de los grandes pa-radigmas de la sociedad y de la política,se ha vuelto a los principios de la orga-nización institucional democrática comofundamentales para las posibilidadesde búsqueda de un orden político-socialideal más justo y digno para la sociedady los hombres que la integran.

El rescate de una discusión basadaen los principios de la democracia, deninguna manera se retorna mecánica-mente sino que se inscribe en las gran-des paradojas entre las propuestas teó-ricas y las limitaciones planteadas por lareal idad concreta de lospueblos. Enestesentido, son claras las elaboraciones so-bre las "promesas" no cumplidas de lademocracia (Bobbio) y la necesidad depensarla dentro de sus propias limita-ciones, asentada en la realidad y defini-da en términos de un proceso históricocontradictorio y conflictivo.

En las sociedades modernas, repu-blicanas y representativas, la lucha porel poder entre los hombres que buscanejercer el control sobre el Estado, está

mediada por los partidos; es decir, éstosse constituyen en puentes de conexiónentre la sociedad general y el Estado,plasmando de esa manera un sistemapolítico con vocación democrática. ElEstado debe simbolizar y representarlos intereses de la sociedad que se definecomo copartícipe de su mismo ordena-miento político.

En el sentido institucional, la de-mocracia adquiere vigencia, entre otras,por medio de la función instrumentalde los partidos que, por lo menos teóri-camente, deben ejercer un liderazgo enla captación de la energía socio-políticay de los diversos intereses generales dela sociedad civil. Todo ello, por mediode la organización formal de un sistemapolítico que, en esta opción, se definecomo representativo al establecer y uti-lizarel recurso del sistema electoral comoforma y espacio de materialización de lalucha entre losdistintos intereses sociales.

Lospartidos desempeñan un do-ble papel en la representación políti-ca. En primer lugar, encuadran a loselectores, es decir, a los representa-dos. Encuadran también a los elegi-dos, es decir, a los representantes. Sonasí una especie de mediadores entreelegidos y electores. Esta mediaciónes discutida y, a menudo, en las de-mocracias occidentales se critica a lospartidos. Sin embargo, es indispensa-ble. Sin partidos políticos el funciona-miento de la representación política,es decir, de la base misma de las ins-tituciones liberales, es imposible.'

La formación partidista, desde losmomentos más primarios en donde to-davía se confunde con formas de expre-

1. Maurice Duverger. Instituciones pollticas y derecho constitllcional. Barcelona, Ariel, 1988. p. 89.

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sión y manifestaciones sociales de inte-rés indistinto, ha evolucionado haciaformas más desarrolladas con identida-des estructurales, funciones y dinámicadefinidas racionalmente.

[...] El nacimiento de los parti-dos, está ligado pues, alde losgruposparlamentarios y los comités electo-rales.Sinembargo, algunos manifies-tan un carácter más o menos desvia-do en relación con este esquema ge-neral: su génesis se coloca fuera delciclo electoral y parlamentario, sien-do esta exterioridad su carácter co-mún más neto.'

Elorigen de los partidos en Colom-bia no se da propiamente en el marcoelectoral y parlamentario, como es elcaso de las sociedades europeas moder-nas. Las condiciones históricas de nues-tro país en el siglo XIX,dieron origen alas primeras manifestaciones partidis-tas a través de lo que Maurice Duvergerdenomina" creación exterior", o sea, pormedio de grupos de interés que se con-cretaron con identidad de ideas, clubescon perspectivas sociales e ideológicasdiversas yasociaciones--como fuenues-tro caso-- clericales o intelectuales.

"[...] En un número bastante gran-de de casos [...].El conjunto de un parti-do es establecido esencialmente por unainstitución ya existente, cuya actividadpropia se sitúa fuera de las elecciones ydel Parlamento. Entonces se puede ha-blar justamente de creación exterior."?Iglesia y periodismo fueron, en Colom-bia, espacios y, a la vez, mecanismosque precedieron y condujeron a la con-formación partidista.

En nuestro país fue clara la identi-dad del pensamiento y la acción políticaa través de grupos y asociaciones deinterés que, como forma de ejercicio depoder y de influencia sobre el Estado, seconformaban para la discusión y para laproyección reivindicadora de sus prin-cipios y de su ser social. En este sentido,se presentó una correlación entre laforma de gestación histórica denuestros partidos y los supuestos teóri-cos que propone Duvergercomo una delas alternativas del origen de losmismos.

La influencia de las sociedadessecretas y de las agrupaciones clan-destinas puede unirse a lade las ligasen la formación de los partidos. Setrata, en efecto, en ambos casos, deorganismoscon finespolíticosque noactúan en el terreno electoral y parla-mentario, las primeras porque noquieren, lassegundas porque nopue-den, por sufrir una prohibición legal[...].Cuando la prohibición legal des-aparece, las agrupaciones clandesti-nas tienden a transformarse en partí-dos.'

En Colombia, los primeros avan-ces hacia la conformación partidista, seenmarcan en la lucha entre conservado-res y liberales, movidos en suscontradicciones por el elemento ideoló-gico de los principios, valores y podermaterial de la institución eclesiástica deuna manera más notoria que otros ele-mentos.

Ladefinición del origen de nuestrospartidos según el modelo de "creaciónexterior", se reafirma por su carácter de

2. Maurice Duverger. Los partidos polñicos. México, F.C.E., XI edición, 1987. p. 16.3. 1bid. p. 22.4. 1bid. p. 25.

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unidad grupista en un contexto degrandes limitaciones geopolíticas yculturales para la identidad nacional,fenómeno que condujo a un dominiopráctico descentralista y autonomistaque incidió,por una parte en su localismoreforzado por los poderes particularesde aquellos que en el plano políticoejercían liderazgo y, por otra, en laausencia de una conformación dejerarquía piramidal.

Con las luchas políticas se tratabade llenar el vacío político-estatal dejadopor la ruptura con los lazos dedominación colonial. El desequilibrio,la inconsistencia y las gravescontradicciones, propios de unasociedad más o menos estancada,definían la crítica confusión y lo amorfode la organización socio-material delpaís. Es en este espacio históricotradicional en donde el proceso políticoadoptó la forma de choque y de violenciaa través del caudillismo.

En este contexto se organizó unEstado formal, republicano y re-presentativo, que no se compadecía conla formación de la Nación, histó-ricamente aún ligada a pequeñas ograndes autarquías regionales quefueron espacios geopolíticos propiciospara la generalización de las luchaspolíticas por la vía de la confrontaciónma terial entre pequeños o grandesseñores.

Los caudillos manifestaban su po-der autónomo, regional o local, a nom-bre de un federalismo confuso y contra-dictorio. Lo mismo sucedfa con las tesiscentralistas, basadas en un ideal sin asi-dero en las condiciones reales de inte-

5. [bid. p. 33.

gración socio-material como expresiónde un auténtico proceso de construc-ción de la unidad nacional.

11. Partidos tradicionales.Caracterización históricaCuando se habla de partidos

políticos es necesario asumir el reco-nocimiento de una tipología dua!. Deun lado, aquellos que conceptual ehistóricamente se definen como tradi-cionales o arcaicos y, de otro lado, losque responden a una estructuraciónacorde con los principios, organizacióny función modernas.

Los partidos tradicionales estáncaracterizados: a)porel dominio de unainformalidad que los coloca en la fronte-ra entre simples grupos de interés ygrupos con dominio del hacer y del serpolíticos, b) por la forma como se estruc-tura la jerarquía de poder en su interiory el reflejo de ésta en su organización, ye)por la forma que adopta su lucha porel ejercicio del poder y control sobre elEstado.

La ejemplificación más reconocidade esta tipología partidista, se ha dadoen los países del tercer mundo.

[...}Lospartidos de tipo arcaicoy prehistórico, finalmente, que en-contramosenalgunospaíses deOrien-te,del MedioOriente, de Africa,de laAmérica Latina o de Europa Central(antesde 1939):[son]simples cliente-lasagrupadas alrededor de un perso-naje influyente, clanes constituidosalrededor de una familia feudal, ca-marillas reunidas por un jefe militar[.·V

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Desde luego, no hay lugar parareafirmar mecánicamente la identidadentre esta concepción y la realidad par-tidista de nuestro país, salvo por la se-mejanza "figurada" de lo que pudo ha-ber sido la estructura, organización yfunción partidista en el siglo XIX<Es I

necesario guardar las distancias históri-cas y conceptuales entre lo propuesto ynuestra peculiar realidad política du-rante ese siglo.

Los partidos modernos, por su par-te, son asociaciones racionalmente es-tructuradas sobre la base de unos recur-sos físicos y humanos que se dirigenhacia W1 fin ----elpoder de control sobreel Estado-- y que cuentan o deben con-tarcon unos mecanismos establecidos ysistemáticos para el ejercicio de sus ob-jetivos y funciones. Desde el punto devista político, estas organizaciones ca-nalizan la energía potencial de la socie-dad respecto a sus ideales para la con-formación de su propio orden político.

[...] En las comunidades gran-des y durables [...] Los miembros seintegran en un marco institucional,en una armazón más o menos com-pleja: la comunidad global es un con-junto de pequeñas comunidades debase, ligadas unas a otras por meca-nismos coordinadores. En los parti-dos modernos, esta armazón alcanzauna gran importancia; constituye elmarco general de la actividad de losmiembros, la forma impuesta a susolidaridad; determina los mecanis-mos de selección de los dirigentes ylos poderes de éstos,"

El concepto con el que tradicional-mente se define a los partidos políticos

6. lbid. p. 34.

en Colombia, los ubica bajo la nomina-ción de partidos de clientelas. Con ellose hace referencia a la relación interde-pendiente de sus miembros a través deuna adhesión que no está sustentada enla identidad de principios, ideales o pro-yectos, sino en la dependencia personaly jerarquízada entre los miembros queconforman la colectividad. Este concep-to, en el caso colombiano parte del reco-nocimiento, hasta ahora no cuestiona-do, de que el clientelismo no sólo seexpresa y sustenta en el ordenamientointerno de los partidos, sino que se pro-yecta hasta abarcar y condicionar la es-tructura y funcionamiento del sistemapolítico, para dar lugar a lo que se deno-mina "sistema clientelista".

Eneste caso,encontramos una iden-tidad entre la estructura y dinámica denuestros partidos tradicionales y el sis-tema político, lo cual, a su vez, nos per-mite establecer la correlación entre estaubicación de nuestra realidad políticapartidista y el modelo general de lapropuesta de Duverger, que remite auna tipología de partido en las socieda-des tradicionales que éldenomina triba-les o de clientela.

Desde el punto de vista del Estado,el proceso de modernización materialdel país incidió para el fortalecimientoburocrático de los partidos a través deun clientelismo que se identificó con elsistema político mismo. En este sentido,

Los partidos no se moderniza-ron. Por el contrario se acomodarona la utilización del erario y al clien-telismo que se convirtió en el méto-do no sólo predominante de la ac-ción política, sino en el único medio

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de acercar a lasurnas a unos cuantosmillones de colombianos, que sebeneficiaron de esta manera de lasmigajas que el poder liberal-conser-vador repartía, materializado enpuestos públicos, auxiliosparlamen-tarios, y en general, en la utilizaciónexclusiva y excluyente de los recur-sosde lahacienda pública para man-tener el predominio de unos parti-dos y unas instituciones cerradas ala participación ciudadana."

La ausencia de rasgos dominan-tes de modernización en la estructu-ración y dinámica de los partidos ennuestro país y, a la vez, su jerarquiza-ción y organización bajo el signo deinterdependencias personales, ha sidocondición histórica para las escisionesinternas, propias de las luchas paraasumir un comando y liderazgo sus-tentado bajo el principio y juego delmercado electoral. Así, las constantesluchas dentro de los partidos, másque estar explicadas por diferenciasconceptuales, de principios o de ideas,son expresión de intereses personalespor ascender en la jerarquía partidis-ta; todo esto formalizado a nombre deuna pretendida actitud diferente quese autodenomina modernizante den-tro de la estructura partidista respec-tiva.

En realidad, estos vastos parti-dos de clientela son algo inestables,pues si están basados en losjefessub-alternos esdifícilconservarloscoliga-dos dentro de un partido numeroso ybrotarán lasdesavenienciasenlacima,y si se basan en supremos jefes [...]

perderán estoselcontactodirecto conla población: los lugartenientes devarias clases [...] adquirirán influen-ciagradualmente y comenzarán a te-ner partidarios. Esta es la razón deque lospartidos de clientela propen-dan a tener una estructura nacionaldébil y a ser poco disciplinados."

En sentido estricto no podría afir-marse que la organización contemporá-nea de los partidos en Colombia seaidéntica a aquella de la primera parte deeste siglo. Lospartidos indudablementehan avanzado, diría mos que irrerned ia-blemente, aunque estos cambios no sonel producto de la racionalización de suobjeto y función, sino que han ocurridode manera connatural a los procesosgenerales de adaptación o acomoda-ción a losnuevos tiempos. Así, porejem-plo, las rupturas en algunos lugares conel dominio personalista y el cacicazgono son exclusivas del momento actual;ellas se han presentado como uno de losfactores propios del faccionalismo.

111.Partidos y sistema políticoEl análisis de la relación entre par-

tidos y sistema político requiere preci-sar conceptos básicos como lapolítica, elEstado y el sistema político. La políticase entiende como la reflexión teórica ycientífica sobre la sociedad, el Estado,las relaciones entre ellos y las accionesde los hombres tendientes a la confor-mación de una organización estatal. Eneste sentido, el Estado se constituye ensujeto y a la vez objeto de la 11 acciónpolítica 11 de los hombres. La abstraccióny generalización de esa dinámica da

7. Cerinaldo Márquez. "Violencia política y diálogo nacional". Revista Foro. No. 8. Bogotá, Fundación ForoNacional por Colombia, febrero de 1989. p. 52-53.

8. [ean Blondel. IIItrodllcci6/1 al ",tlldio comparativo de losgobiernos. Madrid, Revista de Occidente, 1972.p. 130-131.

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forma al sistema político, entendido estecomo "[...]el conjunto de relaciones quese establecen entre instituciones, orga-nizaciones y ciudadanía, y apartir de lascuales se estructura una forma peculiarde dirección, gestión y competenciapolíticas. Se quiere subrayar aSÍ, ade-más de la configuración propia de lainstitucionalidad del sistema, el carác-ter dinámico del mismo y la interdepen-dencia de sus componentes."?

El Estado como sujeto, por mediode principios y funciones, da origen a lainstitucionalización del gobierno queestablece determinaciones vinculantessobre los hombres. ElEstado como obje-to, se expresa en la acción de identida-des y / o contradicciones entre los hom-bres o grupos de interés por controlar,dominar, negar o combatir el mismo.

La constitución del Estado comosujeto y objeto, hace aparecer 10 quepodría reconocerse como uno de losfines-objeto de la política, esto es, elasunto del poder, que constituye todoun símbolo teórico y práctico de la polí-tica misma. En este contexto aparecenlos partidos, inscritos en los orígenes, lanaturaleza y ladinámica del poder, comolos instrumentos que dan cuenta delproceso social en el plano político y, portanto, como los mecanismos decomuni-cación entre la sociedad civil y el Estado.

El sistema político colombiano in-tegra la estructura de las diversas insti-tuciones gubernamentales --€n sus ni-

. veles ejecutivo, legislativo y judicial-,con los mecanismos e instrumentos que

_concretan la lucha por el poder -lospartidos políticos-, bajo la forma delbipartidismo histórico.

Mediante la lucha partidista sebus-ca captar el apoyo electoral como formade acceder al poder y control sobre elEstado. Los partidos adquieren su realdimensión en el aparato electoral y éste,consecuentemente, es uno de los funda-mentos del sistema político vigente. Sinla función electoral, los partidos se venausentes y sin presencia en el acontecernacional frente a problemas fundamen-tales referidos a la economía, a la socie-dad, a la cultura y, paradójicamente, a lamisma política. Los debates electorales,bastante comunes en nuestro país, de-terminan la presencia de los partidos enel contexto nacional, pero circunscrita ala lucha por el control en el mercado delpoder político, sin presentar reflexionesy proyectos para enfrentar los proble-mas que definen una sociedad en crisiscomo la nuestra.

Lo anterior ha incidido definitiva-mente no sólo en la cualificación delsistema político sino, sobre todo, en lasituación en que se debate el mismosistema. El sometimiento y la depen-dencia del Estado al poder bipartidistaes, entre otros, un factor fundamentalpara la afirmación de su debilidad encuanto ente político que debe expresarel orden social en términos de la prima-cía de lo público sobre lo privado. Eneste caso, la privatización del poderpolítico, representada en el círculo vi-cioso del mercado electoral, controladoy usufructuado por el bipartidismo,acentúa hoy la debilidad del Estado.

En consecuencia, la disponibilidaddel reparto político y material es cadavez más escasa y, en la misma medida,la presión por el control del poder insti-

9. Roberto Gutiérrez. "Cultura política y transición a la democracia. PRI y PRO en la coyuntura actual".SociológicIl. No. 11. México, septiernbre-diciembre de 1989.p. 43-44..

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tucional aumenta, lo que agudiza elproceso de crisisque se manifiestaen lasdiversas conductas de la corrupciónpública y administrativa; factoresque in-ciden en la deslegitimacióndel Estado.

En tales circunstancias, un capi-tal electoral constituye la base pri-mordial para disponer de cualquieriniciativa política:es la llave que abretodas las puertas de la administra-ción pública. El problema para la lla-mada «clase política» consiste, enton-ces, en conseguir y mantener un capi-tal electoral, lo que llevó al bipartidis-mo a la utilización para elefecto de losrecursos estatales a su disposición."

El sistema político, al no represen-tar y captar la energía propia del interéspúblico, entra a convertirse en un ins-trumento que expresa la voluntad uni-lateral de quienes hacen parte del meca-nismo del sistema electoral, generali-zándose así el proceso de privatización.A la par con el fenómeno descrito, sepresenta un desequilibrio entre la socie-dad civily quienes están usufructuandoel sistema en el momento de la reparti-ción acumulativa de los recursos dispo-nibles del Estado. El fenómeno de laingobernabilidad aparece, entonces,como inherente al sistema político vi-gente en nuestro país.

ElFrente Nacional coincidió conla necesidad de expansión del Estadoinstitucional [...].Esta necesidad coin-cidía con la urgencia del régimen defortalecer las instituciones del Esta-do, para contrarrestar eldebilitamien-to ideológico y de cobertura de un

bipartidismo que constituía su esen-cia misma [...]A partir de allí, la admi-nistración pública tuvo a su disposi-ción un número creciente de recursosy controles, con la característica espe-cial de que la prioridad de su utiliza-ción tendió a adecuarse a las necesi-dades de sostenimiento del biparti-dísmo."

La paradoja en que se debaten lospartidos tradicionales actualmente, seexpresa en su debilidad en cuanto par-tidos de masa y en cuanto a su represen-tatividad, en contraste con su fortalezacomo beneficiarios del sistema políticoa través del monopolio que todavía ejer-cen sobre el mecanismo electoral. Lafuerza del sistema político ha alcanzadotal magnitud que sólo así puede expli-carse que unas organizaciones políticas,con un bajo nivel de reconocimiento,representatividad y legitimidad en to-dos los sectores, mantengan y ejerzan suférreo control sobre el sistema general.

Asísereconoce laparadójicaduali-dad del sistema político colombiano: apesar de estar sumido en una crisis quese define consustancial a él, no se con-creta un momento de ruptura del siste-ma; es decir, la crisis parece asimiladacomo parte y fundamento del sistemamismo.

IV. Estado, partidosy democraciaLa ubicación conceptual y práctica

de la crisis política en América Latinatiende a precisarse, entre otros paráme-tros, a través de lo que se denomina la

10. Francisco Leal Buitrago. "La crisis política en Colombia: alternativas y frustraciones". Allálisis Politico.NO.l. Bogotá, Instituto de Estudios Polfticos y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Colombia,mayo-agosto de 1987. p. 78.

11. lbid. p. 78.

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"cuestión tecnocrática" ,entendida comoelemento y símbolo que define el proce-so de modernización con lasconsecuen-cias que tal proceso tiene para el desa-rrollo de la democracia.

En efecto, en la medida en que laconstrucción de la democracia ennuestro medio implica toda una re-conducción de la acción estatal, elfenómeno tecnocrático se pone demanifiesto, tanto en el proceso de ladecisión política como en el de laeventual ampliación de la participa-ción de los ciudadanos en el controldel Estado.'?

Nuestro sistema político, definidodentro del esquema de una democraciarestringida --con una participación con-trolada y limitada a través del mecanis-mo de clientelas, y su consecuencialdominio del interés privado sobre elpúblico-- presenta una crisis cada vezmás acentuada que implica la necesi-dad histórica de una reacomodaciónmodernizan te e intencional de aperturaparticipativa. En las condiciones actua-les del país, se gesta una transformacióndentro de la sociedad civil que, poco apoco, intenta abrir un espacio a la partí-cípación. generalmente en oposiciónmarginal al sistema político y ajena a lospartidos tradicionales.

En este sentido, la Constituyente yla nueva Constitución dan forma a unsimbolismo histórico ypolítico de trans-formación --aún no materializado--,que se refiere a los espacios e instrumen-tos llamados a construir un nuevo siste-ma y una nueva dinámica política, estoes, la sOCiedad civil, los movimientos

sociales y los partidos.La consolidación de este proceso

en nuestro país, conduce a una crisisdual.de gobernabilidad, determinada:a) por la presión que ejerce la sociedaden busca de mayor participación, y b)p.orlas implicaciones sociales y políticasque presenta la aplicación del modeloneoliberal, al colocar el mercado comoel paradigma de organización de unEstado que cede su paso a las leyespropias de la oferta y la demanda, y alfortalecer, de esa manera, la estructura yfunción privada sobre la pública con lascontradicciones que esto contiene.

El proceso de transformación de laestructura y la función del Estado den-tro del nuevo modelo, presenta profun-dos desajustes y limitaciones en rela-ción con el modelo histórico preceden-te. Aquél era definido en términos de sucompromiso y responsabilidad con lasnecesidades colectivas no cum plidas enel plano de loprivado. Elnuevo modelode Estado coloca en la marginalidad elcometido del interés colectivo y lo so-mete al libre juego de la contienda delmercado que, dentro del paradigma dela modernización, inscribe los asuntoseconómicos internos en la dinámica su-pranacional.

En esta dirección, la transforma-ción implica un reacomodamientoque, pese al reconocimiento generali-zado de sus posibilidades, encuentradesajustes en el campo de los proyec-tos sociales. El reacomodamiento delmodelo político estatal conlleva a undesfase de mayor impacto sobre elideal histórico de construir un equili-

12. Alfredo Ramos [iménez, "Notas sobre la crisis del Estado y el ascenso de la tecnodernocracia". RevistaVenezolmlil de Ciencia Politica. Año 3. No. 6. Mérida, Universidad de los Andes, agosto de 1990. p. 82.

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brio entre modernización y moderni-dad.

Y,sin embargo, desde la con-cienciade ingobernabilidad asumidacasi unánimemente, aquel incumpli-mientode laspromesas haperdido suvalor de criteriode bondad y justicia,puesto que [...] es necesario abando-nar el sueño ilustrado de la emanci-pación que solidariamente se cifrabaen la igualdad y libertad, para reco-nocer los límites necesarios impues-tos tanto por una economía libre demercado, como por la complejidadcrecientede la organización y prácti-capolíticas.Peroconello,lasituaciónasí dibujada nos remite a una dobleinsuficienciapercibida cada vez conmás fuerza: una, la falta de legitimi-dad política;la otra, hace referenciaalacrisisde identidad normativaexpe-rimentada dentro de lacrecienteano-mia social.'?En Colombia, la crisis se acentúa

por la ausencia de transformaciones enla mentalidad colectiva que den origena nuevos referentes y expresen la racio-nalidad y la civilidad como elementoscohesionadores en tomo a una identi-dad como pueblo. El gran vacío entre elnuevo proyecto constitucional y losidea-les de transformación en el sistema po-lítico, empieza y termina en los parti-dos, que no han asumido racionalmentela necesidad de un cambio que los colo-que en concordancia con el momentohistórico que se vive.

V. Partidos y participaciónLacrisisde gobernabilidad en nues-

tro país, se expresa en los desequilibrios

que se presentan entre la presión queejercen los diferentes sectores socialessobre el Estado, para el cumplimientode sus demandas, y las profundas limi-taciones materiales de éste para respon-der a ellas.

La presión ciudadana se manifies-ta en dos niveles: el primero, se refiere alas reivindicaciones sociales y el segun-do, aunque de manera pasiva, a la rei-vindicación política por una aperturaparticipativa y democrática. Estas de-mandas responden a un proceso histó-rico y se expresan como factores de lacrisis de las sociedades modernas o enproceso de modernización.

En el nivel de la demanda política,el conflicto adquiere forma en la cues-tión de la participación ciudadana. Laslimitaciones del sistema político se re-flejan, de manera directa, en la crisisestructural del Estado, con sus manifes-taciones cíclicas acentuadas en los últi-mos tiempos. La problemática de la go-bernabilidad en el país, conduce a lareflexión acerca de la democracia, no entérminos de su pertinencia sino en loreferido a la forma adecuada para ha-cerla factible y eficiente.

El fenómeno político contempo-ráneo de mayor trascendencia, siguesiendo la convocatoria a la AsambleaNacional Constituyente y su resulta-do, la nueva Constitución Política de1991. Esa Constituyente se dio comoalternativa de solución a la crisis polí-tica y social del país y, desde sus ini-cios, presentó una clara tendencia ha-cia la conformación de un Estado so-cial de derecho, con la aspiración de

13. José M. González y Fernando Quesada (Coords.). Teorlas de 111 democracia. Barcelona, Anthropos, 1988.p.8.

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fortalecer una democracia modernade carácter participativo.

Lacrisis política del país tiene comopunto de convergencia obligado lascon-tradicciones y limitaciones del mismoEstado que pese a su intento por confor-marse en un sentido nacional y moder-no, no encuentra correspondencia conotros cambios fundamentales en elhom-bre y en el orden social. Esto da cuentade los límites de la pretendida e idealmodernidad en Colombia.

Desde el punto de vista político, laentronización y generalización de lasconductas propias de la modernidad sebasa, como es sabido, en la universaliza-ción de los principios de racionalidad yresponsabilidad ética y civil en el marcosocial e institucional, sustentada en unacultura política ideal del respeto y delconsenso, sobre la base de la libertad, laresponsabilidad y la participación.

Dentro del marco general de laslimitaciones de nuestro sistema políti-co, se debe enfatizar en la estructura yfunción de los partidos, como instru-mentos que canalizan los intereses de lasociedad en el campo de la política y enrelación con el Estado. Aunque los par-tidos han cumplido el papel de canalesde expresión política, no han alcanzadouna forma de organización y menosaún de funcionalidad que permita sureconocimiento como entidades políti-cas modernas.

.La ausencia de una identidad autó-noma de los partidos respecto del apa-rato estatal, les da un carácter bien pecu-liar en el contexto de la política, pues suexistencia está, de un lado, condiciona-da en y para usufructuar un sistemacerrado y circular, y de otro, determina-da porypara la función electoral. Sibien

estas funciones son fundamentales delos partidos en cualquier sociedad, enColombia adquieren un carácter distor-sionado y excluyente, en la medida enque no hacen parte de un contexto fun-cional y dinámico más amplio.

Esta reducción de sus funciones alaspecto electoral deja de lado todo elcomplejo de responsabilidades y fun-ciones que deben cumplir los partidosen la acepción moderna del término,estoes,captar,procesaryproyectar~ntérminos de plataformas, planes y pro-gramas- los intereses de la sociedadcivil.

Hoy día, no se visualiza en los par-tidos tradicionales una transformaciónestructural de los principios y funda-mentos políticos y, por tanto, no apareceuna conciencia sobre la necesidad deefectuar cambios que respondan al acon-tecercontemporáneo de nuestro país. Elconcepto de cambio, demasiado trajina-do y manoseado por ambos partidos, noha pasado de ser un instrumento o eslo-gan utilizado por los subgrupos y lasnuevas generaciones en su afán de jugarun papel determinante dentro de la es-tructura tradicional de los partidos.

La evolución interna de los parti-dos, a partir de la coyuntura de la nuevaConstitución, se ha expresado en el re-crudecimiento de la clásica contiendaentre sus facciones internas yen la bús-queda de solución del conflicto por elviejo camino de los acuerdos que inte-gren los intereses personales, a través decompromisos fundamentados en laspromesas de repartición del poder. Estemovimiento circular no se ha roto y elloimplica una acomodación del modelotradicional del ser y del hacer político alas realidades que supuestamente se

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inscriben en el nuevo proyecto políticoconstitucional.

Desde el punto de vista de su orga-nización interna, lospartidos no presen-tan una estructura institucional ni unosniveles de organización administrativaque les permita configurarse a partir deunos objetivos definidos de acuerdo consu función política. Por el contrario, re-producen internamente el modelo delusufructo del erario público medianteel control burocrático, en la medid~ enque la organización, la estructura jerár-quica y elmismo poder interno es deter-minado por la respectiva cuota electo-ral. Este proceso, en el nivel del aparatoy la función pública, hace parte de laprivatización del poder en el contextoestatal.

VI. Sociedad civil y partidosUna de las características de los

partidos políticos en Colombia, es suorigen y su dinámica polic1asista. Ellosno expresan el interés particular de nin-guno de los sectores que constituyen lasociedad general.

A causa de su estructura poli-clasista,lospartidos colombianosfor-mulan plataformas ideológicasy pro-gramas que pretenden atraer a unaaudiencia amplia, lo que hace quefrecuentemente sea por lo menos di-fícildistinguirlos ideológicamente.l.Aunque es claro el reconocimiento

de la divergencia de intereses entre elpartido liberal y conservador en los pe-ríodos precedentes al Frente Nacional,hoy día existe un reconocimiento gene-ralizado, tanto de la debilidad ideológi-ca de los partidos, como de la inexisten-

cia de fronteras entre ellos, por ejemplo,en su concepción de la sociedad, delEstado y de sus funciones. Además, lospartidos tradicionales no presentan unareflexión proyectiva sobre los asuntosdel Estado y del país que les permitaasumir y resolver la problemática con-creta que se vive en el momento.

Esto ha incidido para que los parti-dos no hayan evolucionado en la bús-queda y construcción de unos princi-pios sociales y políticos que puedanproyectarse históricamente hacia lacon-formación de una identidad diferencialque los caracterice por la defensa y rei-vindicación de los intereses propios delsector o los sectores que pretenden re-presentar.

En este punto hay que mencionarla tendencia actual de reafirmación delpolic1asismo a través de las candidatu-ras suprapartidistas, aduciendo el argu-mento de ruptura de las fronteras parti-distas en favor de una supuesta causapopular.

La pérdida de identidad ideológi-co-política, sumada a la lejanía de lossectores sociales frente a los partidos, seintenta resolver por el camino de unsuprapartidísmo estratégico y coyuntu-ral, que no tiene ningún fundamentosocial y político. Esta estrategia no hacemas que evidenciar el "agotamiento"de los partidos como aglutinadores delinterés popular.

El proceso de modernización so-cialy material del país, viene proyectan-do un tímido fortalecimiento de la socie-dad civil. Paradójicamente, se ha acre-centado un peligroso desface entre losintereses cada vez más racionalizados

14. Gary Hosldn. "Los partidos políticos colombianos y la crisis coyuntural". En: Patricia Vasquez deUrrutia (Comp.) Democracia en blanco y negro. Bogotá, Cerec, Universidad de los Andes, 1989. p. 205.

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de los sectores de la sociedad civil y laausencia de unos espacios políticos queinstrumentalmente capten y canalicenesas aspiraciones sociales.

La desconexión de intereses entrelos partidos y la sociedad civil,constitu-ye uno de los factores de mayor pesopara hablar de las limitaciones de nues-tro sistema político. Las crecientes de-mandas sociales, materiales yculturalesde la sociedad civil se han ido canalizan-do de manera espontánea a través de losmovimientos cívicos,sindicales, gremia-les o de las Organizaciones no Guberna-mentales.

En este vacío se construye una ba-rrera entre la sociedad civil y el Estadoque, por su pérdida de identidad dentrodel sistema político, crea unos mecanis-mos materiales, legales y políticos queinciden en la peligrosa marginalizaciónde las organizaciones de base.

Los partidos, indiferentes ante lamodernización social, no se han perca-tado de la pérdida de su más originalobjeto y naturaleza, es decir, serel espa-ciopara la captación, expresión y defen-sa de los intereses de la sociedad civilcomo un todo. La relación de los parti-dos con la sociedad es abstracta y sim-bólica, en el sentido en que sólo mani-fiesta una vaporosa vinculación que seconcreta en ese policlasismo participa ti-vo e instrumental, propio de la relaciónclientelista. Ese comportamiento ha de-jado a los partidos sin un contenidoideológico y político, pues en ningunode ellos existe un pensamiento sistemá-tico y estructurado que sea producto dela información y captación de los intere-ses sociales, para poder proyectar unpensamiento que lesde identidad y fuer-za política. Los ensayos en esta direc-

ción han sido tímidos, sin fuerza y sinrepresentación.

La sociedad civil, al no encontraren los partidos ese canal de expresión,se queda sin mecanismos de raciona-lización política que le permitan con-ducirse con seguridad hacia el logrode sus objetivos políticos y sociales.Además, sus propias limitaciones in-ternas la conduce hacia formas de ex-presión instrumentalmente contesta-tarias que dan lugar al fortalecimien-to, dentro del sistema político, de unaposición de confrontación por la fuer-za material y legal. El resultado deeste proceso es la ausencia de puntos"formales" que dinamicen el encuen-tro entre Estado y sociedad civil y, portanto, la marginalidad generalizadade los movimientos sociales.

Algunas conclusionesUno de losmodelos explicativos de

nuestra crisis política, tiene que ver conla afirmación según la cual existe unsistema político cerrado y excluyentecon muy poca apertura hacia las posibi-lidades de participación de las distintasalternativas políticas. Aunque esta con-cepción no puede validarse de maneraabsoluta, tampoco se debe llegar al ex-tremode reconocer una apertura yavan-ce considerable hacia la participaci6n.

De allí que la pervivencia de lospartidos tradicionales no deba abordar-se desde la perspectiva contestataria yabsolutista -ideológica y mecánica-,de la negación por la negación, pues ellono permite un análisis racional paraevaluar los partidos y el sistema político.

La "permanencia y fortaleza" delos partidos tradicionales --aún dentrode la crisis de representación y legitimi-

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dad en que se debaten-, así como laabstención electoral que es una constan-te histórica de nuestro sistema político,constituyen una de las grandes contra-dicciones para pensar el sistema políticoy los partidos.

Las limitadas posibilidadesdeapa-rición y fortalecimiento de terceras al-ternativas, no pueden ser interpretadassólo como el producto de un sistemapolítico que se afirma estrecho y usu-fructuado por los partidos, sino que sucausalidad debe buscarse en las limita-ciones históricas de la sociedad civil enemergencia y en la existencia de unalarga tradición dominada por una cul-tura política pasiva que ha dejado alpeso de la simple inercia y la costumbrela adhesión a los partidos. Con lo ante-rior se intenta cuestionar la afirmaciónque culpa de todos los males políticos ysociales del país a los partidos y, porende, al Estado.

La paradoja se encuentra en la pre-sencia de un sistema político asentadoen la supervivencia del bipartidismo,usufructuario del poder y del controlsobre el estado, y en la coexistencia deunos partidos sin legitimidad ni recono-cimiento en la sociedad civil.

Además de las limitaciones de laestructura y función partidista, que he-mos tratado de esbozar, existen otrosfactores aparentemente externos, peroque también son parte de la causalidadde las limitaciones del sistema. Uno deellos, tiene que ver con la presencia deunos referentes colectivos que dan for-ma a un marginamiento, casi connatu-ral, del hombre común respecto de susintereses frente a la cosa pública, a lapolítica, lo político y el gobierno. Esevacío antropológico cultural se expresa

en la inexistencia de un imaginario co-lectivo que, por ejemplo, valore y déimportancia a la autoridad como líneaque define y hace efectivo el necesarioequilibrio entre libertad y responsabili-dad individual dentro del todo social.Aparece también, por esta vía, el fenó-meno del abstencionismo como un ele-mento que define nuestra cultura política.

Abstencionismo y usufructo delpoder político por parte de los partidostradicionales, parecen ser los caracteresque definen nuestro sistema político ycolocan la reflexión en un punto crucialen cuanto al potencial idea lde una aper-tura participativa que pueda y debasustentarse en alternativas diferentes alos partidos tradicionales. Sin embargo,el peso de estos últimos.aún debilitadosy deslegitimados, es de tal magnitudque no parecen visualizarseprocesosderuptura, sobre todo cuando considera-mos que existe un condicionante mayordeterminado por los factores socio-a n-tropológicos de nuestra comunidad.

Es necesario insistir en la existenciade un remanente histórico cultural en-raizado en nuestra condición de puebloyen la introyección de ese valor tergiver-sado y nominado liberal-conservador.No parece fácil esperar en el presenteuna disposición afirmativa para cons-truir visiones y alternativas políticas,que en su contenido, puedan integrarsecon la firmeza histórica necesaria.

Así, pues, este momento podríapensarse como el resultado de una dis-tribución de costos políticos consolida-dos en orientaciones sustentadas enemociones y valores que se han tomadoestables, precisamente, por que llenanlas visiones introyectadas de grupossociales indistintos y de hombres que

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asumen esa adhesión como consustan-cial a ellos y al país. A menos que ocu-rran grandes rupturas históricas quepermitan que los grupos y los hombresse planteen una redefinición valorativade los símbolos integrados en los parti-dos históricos, la cultura política domi-nante continua rá reproduciéndose den-tro de la matriz del bipartidismo, 10 queimplicaría una continuidad institucio-nal que, aunque deteriorada, seguirámanteniendo sus tentáculos en el siste-ma y la cultura política vigentes.

Loanterior no significa que se otor-gue validez instrumental y excluyente alos partidos tradicionales, como los úni-cos mecanismos para cumplir con elcometido transformador e impulsor delrumbo hacia la modernización política.Sinemba rgo, las posibilidades reales deconstruir alternativas diferentes, seagra-van cuando, precisamente, los partidostradicionales están cada vez más aleja-dos de la posibilidad de constituirse eninstrumentos de cambio o como capta-dores de esa nueva energía social quepotencialmente se está gestando.

La enorme responsabilidad futu-ra de establecer mecanismos y alterna-tivas políticas, contrasta de un lado,con el atraso, la debilidad y la inci-piencia de nuevas expresiones, y deotro, con la pervivencia de unos parti-dos tradicionales que siguenusufructuando el poder, pero que deninguna manera inciden en la proyec-ción y avance socio-político del paísen el sentido moderno.

Los partidos siguen convencidosde su seguro equilibrio y dominio res-pecto del statu qua y, por tanto, estáncompletamente ajenos a la trascenden-cia de la coyuntura para el futuro políti-codel país. No existe, entonces, la condi-ción primaria para llevar a cabo el cam-bio, esdecir, lospartidos aún no asumenla conciencia de su crisis y, por ello, nohan elaborado un programa racional detransformación.

La gestación de un movimientosocial y una sociedad civil débil y sinuna clara dirección histórica, la au-sencia de factores históricos, socialesy culturales que den fuerza y asideroreal a terceras alternativas y la inexis-tencia de una conciencia de cambio enlos partidos tradicionales, son facto-res que inciden de manera negativa enel recrudecimiento estructural de lacrisis.

En este sentido, la anemia políticano parece encontrar salida y ello haincidido en el mantenimiento del statuquo, con el agravante de que la historiaen sus contradicciones no se detiene,sobre todo cuando nuestro país se en-cuentra en elumbral transicional de unasociedad tradicional hacia una sociedadmoderna. Los destiempos vuelven aaparecer para reafirmarel desequil ibrioentre modernización y modernidad, ylos lugares comunes de los desencantospolíticos resurgen en una sociedad yuna cultura políticas marcadas por losparámetros de las temporalidades ma-condianas.

Almo Motel'

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