Sobre el placer y la ingenuidad

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  • 8/14/2019 Sobre el placer y la ingenuidad

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    Sobre e l placer y la ingenuidadPor Daniel Alvarez Gorozpe

    S, creo que en conjunto es una buena idea dijo, con la astucia de una loca que

    sortea el punto central de la cuestin.Doris Lessing, La habitacin diecinueve

    Considero que la mejor forma de explorar el papel de la mujer en las letras y la vida es

    partiendo del hecho que soy hombre, y mi visin sobre su rol ser por naturaleza

    limitado y reaccionario, es decir, mi argumento se desarrolla a partir de la interaccin y

    no de la reflexin o la soledad femeninas. Paz hablaba enEl Arco y la lira del enigma

    que envuelve a la mujer en una herida que no cicatriza, en un misterio que abruma y

    excita, un manantial que sangra, la mujer es por naturaleza una criatura extraordinaria y

    bella para el hombre.

    No quiero decir con este primer acercamiento que la mujer se anida en la extraeza de

    su naturaleza, o que las relaciones mixtas parten de la heterogeneidad entre ambossexos. Al tiempo que hablar de una complementariedad fortuita, por el hecho mismo de

    la fisiologa, sera ingenuo y frustrante, el acto sexual no radica en el complemento de

    dos seres, sino en el placer de stos fatalmente unidos por su sexo, su razn y la

    ansiedad de goce y soledad; no es el rol del hombre y de la mujer un ensayo anlogo

    del acto sexual en la vida pblica y cotidiana?

    Ella se deja seducir con la certeza de que tendr el ltimo veredicto, l se acerca con la

    seguridad de que el xito de su seduccin torpe lo supera, y el fracaso no ser,

    afortunadamente, su responsabilidad. La mujer vulnerable y herida vive condenada a

    una realidad que a pesar de ser ajena, le pesa: la mujer es responsable de la fortaleza del

    hombre, del silencio de sus demonios y las ventanas de su hogar. Su belleza reside en lagenialidad de su eficiencia: es buena ama de casa, independiente, trabajadora, buena

    madre, y nada parece agobiarle. El hombre es un ser tan aterrado por la sola idea de

    lidiar con esa belleza, que sacraliza todas sus formas de acercamiento a la mujer: la

    busca con cautela, la cela, la consiente y malcra, simplemente no puede entender cmo

    es que una criatura tan bella y emotiva sea tan fuerte e inexplicable, e inmerso en la

    obstinacin de una fortaleza endeble: juega a que la protege. Y peor an, cree en su

    inseguridad, que ahora es capaz de entenderla y protegerla incluso de ella misma

    mediante patrones culturales de aspiraciones dogmticas y realidades frustrantes: ella

    se ha casado conmigo para que la proteja y le d hijos y apellido; la mujer no tiene

    frente a estos paradigmas facultades para actuar por ella misma, es una criatura sin

    identidad propia, la cobijan el apellido de su padre y posteriormente el de su esposo.

    La pretensin de la mujer est en la sensatez de su emotividad, es decir, como un ser

    que por su belleza y divinidad est destinado a ser sensible y expresivo, es capaz de

    abstraer su propia naturaleza y asimilar el rol impuesto en un marco social donde el

    hombre satisface su necesidad de ser protector e imprescindible, por dialctica duro y

    ajeno a las emociones. Este absurdo se manifiesta de distintas maneras en nuestra crisis

    cotidiana: el hombre es sensible cuando sale de l mismo, cuando est ebrio, cuando

    est solo, cuando est con la mujer que cela (ama). La fortaleza del hombre muchas

    veces se apoya en el silencio de la mujer, en la constante reafirmacin de una virilidad

    territorial, al hombre todo le pertenece: su apellido, su mujer, su trabajo, su casa; a la

    mujer todo le satisface: su apellido, su casa, sus hijos, su estatus. La intimidad entre el

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    hombre y la mujer se diluye cuando busca en todas estas convenciones sociales su

    pasin, su sensualidad y su excitacin.

    Existe entre escritoras una convencin de sublime fortaleza, de un silencio

    inquebrantable, de un arte esencialmente apasionado y sensato a la vez. Pero esto

    significa que acaso la mujer es por naturaleza visceral y racional? Y de ser as elhombre slo reafirma esta postura sin siquiera saberlo? Lo hace en forma de padre,

    esposo, o amante con la satisfaccin de entender lo quesu mujer necesita, llenando consu sexo la herida que sangra, da a luz y sentencia, compadeciendo esa difcil tarea con

    una vida segura, sexo casual, regalos y licencias. Las mujeres de la literatura entienden

    esta ingenuidad del hombre, esta necesidad de tradicin y vulnerabilidad que soporta su

    rol en la vida y sacrifican sus demonios por la divinidad de su sexo, de su belleza y

    sensualidad. Pareciera que el placer de ambas partes no radica en su complemento sino

    en su divergencia, ambos buscan cosas diferentes en el acto sexual, en la vida en pareja,

    la madurez les llega a contratiempo y lo largos silencios de esta meloda mortal

    sucumben al son de la vida diaria: la vida en pareja es tan endeble que necesita agotar la

    intimidad para subsistir, la mujer lo sortea las ms de la veces, el hombre mejor trabajaduro y protege su hogar.