Sobre indigenismo: intelectuales y sus utopías

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    PREFACIO I

    CUADERNOSDEL CEDLA

    Centro de Estudios y Documentacin LatinoamericanosKeizersgracht 397, 1016 EK Amsterdam

    www.cedla.uva.nl

    MICHIEL BAUD

    INDIGENISMOYLAIMAGINACINDE AMRICALATINA

    INTELECTUALESYSUSUTOPAS

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    II INTELECTUALES Y SUS UTOPAS

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    PREFACIO III

    PREFACIO v

    CAPTULO 1 LOACADMICO, LOMORALYLOPOLTICO.INTELECTUALESLATINOAMERICANOSENUNCONTEXTOMUNDIAL 1

    CAPTULO 2 PARALADESCOLONIZACINDELAHISTORIALATINOAMERICANA 33

    CAPTULO 3 ELINDIGENISMOYEL DESGRACIADOINDIOEN AMRICALATINA 63

    CAPTULO 4 INTELECTUALESYSUSUTOPAS. MARIO VARGASLLOSAYJOS MARAARGUEDASSOBREELINDIGENISMO 87

    INDICE

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    IV INTELECTUALES Y SUS UTOPAS

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    PREFACIO V

    Los ensayos que se han incluido en este Cuaderno se centran en losmltiples intentos, a veces contradictorios, de los intelectuales tantodentro como fuera de Amrica Latina por entender el carcter de lassociedades latinoamericanas y por formarse una idea del pasado, delpresente y del futuro de estas sociedades. Se pasa revista a intelectualeslatinoamericanos conocidos como Jos Mara Arguedas o MarioVargas Llosa, a acadmicos extranjeros como Henri Favre y David

    Stoll y a intelectuales indgenas como Rigoberta Mench. Se tratasobre el indigenismo como una ideologa que estuvo buscandotrminos e ideas que podran definir una nueva realidad latino-americana. Tambin se analiza el papel de los acadmicos que hoyen da tratan de entender la realidad compleja y contradictoria deeste continente que pertenece al mundo occidental pero que obedecea las lgicas idneas y especficas de una historia propia.

    No es casual que este debate sobre la identidad y el carcter de

    esta regin haya sido tan intenso y a veces tan acalorado en el casode Amrica Latina. Este continente muchas veces ha dejado perplejosa los intelectuales y a los observadores debido a la complejidad, a lafragmentacin y a la variedad de su desarrollo. A causa de lacolonizacin, se convirti parcialmente en un continente europeo,pero al mismo tiempo estaba ubicado en el Nuevo Mundo de lasAmricas. Las lites se enfocaron principalmente en los pensadoresy en los modelos de desarrollo europeos, pero no podan eludir queuna gran parte de su poblacin se caracterizaba por tener una culturay una organizacin social no europeas. Adems, resultaba difcilmedir el desarrollo poltico y social del continente atenindose a lasnormas de la utopa europea de la modernidad, de la democracia yde la igualdad poltica. Amrica Latina siempre ha conocidotendencias humanistas y democrticas fuertes, pero el espectro

    PREFACIO

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    VI INTELECTUALES Y SUS UTOPAS

    poltico latinoamericano se caracteriza tambin por el clientelismo,el autoritarismo y por una enraizada desigualdad social y econmicaque sigue persistiendo.

    Los ensayos que se han reunido aqu intentan determinar en qusentido estos desarrollos especficos han influido en los intelectualeslatinoamericanos y de qu manera han determinado sus actividadesintelectuales. Se redactaron originalmente en holands. Fueronescritos con distintos motivos e iban dirigidos a un pblico dispar.A pesar de ello, tienen en comn esta misma preocupacin dedescribir y analizar en trminos concretos los debates intelectualesacerca del carcter y la identidad de las sociedades latinoamericanas.

    Adems, presentan una reflexin sobre las prcticas acadmicas delas ciencias sociales que se enfocan en Amrica Latina y sobre losconceptos e ideas explcitos e implcitos que determinan su anlisis.

    El Cuaderno empieza con un ensayo que se centra en el contextoy la prctica de la investigacin sociocientfica sobre Amrica Latina.Se enfoca sobre todo en la relacin entre la prctica de las cienciassociales en Amrica Latina y la difcil relacin de los intelectualeslatinoamericanos y sus colegas de Europa y de Estados Unidos. Esta

    relacin ha adquirido un significado nuevo en un mundo globalizado,pero quiero argumentar que lo esencial es que sigamos siendoconscientes de que los debates polticos y sociales locales y el contextopoltico especfico de la investigacin acadmica y del trabajointelectual en Amrica Latina marcan las pautas de la prctica de lasciencias.

    En los dos ensayos siguientes, la atencin se desplaza hacia elpapel cambiante de los intelectuales dentro de Amrica Latina. Sobre

    todo se pone el nfasis en las discusiones llevadas a cabo por losintelectuales blanco-mestizos sobre la posicin de la poblacinindgena en las nuevas repblicas latinoamericanas. Estas discusionesse entablaron dentro de lo que se llama en general el indigenismo:una gran gama de movimientos polticos y literarios dirigidos porpersonas que no eran indgenas y que intentaron configurar laintegracin de la poblacin indgena en el proceso de modernizacinmediante ideologas a menudo muy distintas. Esta corriente sola

    recalcar explcitamente el valor de la cultura indgena y de susestructuras sociales para la identidad de las jvenes sociedadeslatinoamericanas que se iban modernizando rpidamente. Sinembargo, tambin tocaba otros campos de la discusin social, comopor ejemplo la forma y la organizacin de la enseanza, el papel dela Iglesia, la organizacin de la sociedad rural y de la produccin

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    PREFACIO VII

    agraria. Al igual que las teoras posteriores de la Dependencia y dela Teologa de la Liberacin, se puede considerar el indigenismo comouna corriente intelectual tpica latinoamericana.

    La valoracin de la posicin histrica de las ideas indigenistas hasido muy divergente, pero algo queda bien claro. Provocaron uncambio fundamental en los trminos en los que se llevaba a cabo eldebate sobre la poblacin indgena. En muchos aspectos, elindigenismo sigui siendo una corriente ideolgica colonial, que sepuede analizar de la misma manera que Edward Said lo hizo con elorientalismo. Por otra parte, cambi los conceptos y los trminosque configuraron ese discurso colonial. Cre nuevos nichos discursivos

    que ofrecieron espacio a expresiones intelectuales anteriormentedesconocidas. Adems, en mi opinin, el indigenismo se puedeconsiderar como un intento latinoamericano nico de adaptar todotipo de teoras e ideas externas y sobre todo europeas a la complejarealidad latinoamericana. En este sentido, el estudio del indigenismopuede permitir formarse una imagen de los cambios que sufrieronlas ideas sobre Amrica Latina en el curso del tiempo, as como delas distintas maneras en que los intelectuales, a menudo en un proceso

    tambin difcil a nivel personal, intentaron captar esos cambios enpalabras, conceptos y esquemas analticos. Puede demostrar de qumaneras complejas y a menudo contradictoras se intentarondescolonizar las ideas sobre Amrica Latina. Cada ensayo de estevolumen intenta contribuir a su manera al debate en que se basanesos intentos.

    En el captulo dos me centro en dos temas relacionados entre s.Por una parte, profundizo an ms en la problemtica de la

    identidad latinoamericana, por otra parte, intento analizar losdilemas fundamentales, en mi opinin, que se plantean en el estudiode la historia latinoamericana. Este ensayo intenta indicar por ques correcto hablar de una rea investigativa de Amrica Latina sinque eso implique automticamente una negacin de la diversidadsocial, regional y tnica de la regin. Por ltimo, aporta ideas sobrelas posibilidades de liberar la historiografa de Amrica Latina de lasinfluencias coloniales. Para ello, utilizo un anlisis de las distintas

    interpretaciones del indigenismo con el fin de reflexionar sobre losconceptos que los acadmicos utilizaron para estudiar la realidadlatinoamericana. El captulo tres se puede considerar como unainterpretacin general de la problemtica y el fenmeno delindigenismo. Este anlisis iba destinado a un pblico generalinteresado y se propona hacer un balance de varias de mis visiones

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    VIII INTELECTUALES Y SUS UTOPAS

    con respecto a esa corriente intelectual y examinar de forma coherentelos dilemas y los debates descritos anteriormente.

    El libro concluye con un captulo breve que es una adaptacin

    de una resea del libro de Mario Vargas Llosa, La utopa arcaica. Eneste libro, Vargas Llosa analiza el indigenismo peruano y sobre todola obra de Jos Mara Arguedas. Al mismo tiempo, se sirve de laobra de Arguedas para presentar sus propias ideas sobre el desarrolloy el carcter de la sociedad peruana. He incluido este artculo en elpresente Cuaderno porque el libro de Vargas Llosa hace hincapi deforma tan acertada en la discusin intelectual urgente y a menudocasi desesperada entre los intelectuales latinoamericanos sobre la

    organizacin de su propia sociedad. Tambin pone de manifiestoque nosotros debemos analizar la produccin intelectual en AmricaLatina y sobre Amrica Latina a dos niveles: el texto en s y el contextoen el que se escribi. Por lo tanto, es necesario ser conscientes tantode las posiciones sociales y polticas especficas de los autores deesos textos como de la intencin social de los textos. Los acadmicosno slo deberan intentar describir la compleja realidad de AmricaLatina de la forma ms acertada y comprensible, sino que tambin

    deberan reflexionar sobre los conceptos y las teoras por los que serige esa investigacin. Por ltimo, deben tener una visin clara yuna comprensin de su propia prctica investigativa, de la relevanciaque tiene su trabajo y de las diferencias sociales y polticassubyacentes que existen a ese respecto dentro del contexto social ycientfico de los distintos acadmicos. Estas diferencias entre losacadmicos dentro de Amrica Latina y las existentes entre losacadmicos dentro y fuera de Amrica Latina podran aportar visiones

    importantes sobre la teorizacin y las interpretaciones opuestas quese dan en el estudio de Amrica Latina.

    Enero de 2003

    Michiel BaudCEDLA, Amsterdam

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    LO ACADMICO, LO MORAL Y LO PLITICO 1

    Una tarde durante la primera fase de mi investigacin sobre la GuerraSucia de Argentina y el papel del entonces (sub)secretario de Estadode Agricultura, Jorge Zorreguieta, en la misma, escrib impulsi-

    vamente un mensaje de correo electrnico a un amigo y colegaargentino.1 Le ped que me diera algunas sugerencias sobre biblio-grafa reciente. Me lleg su respuesta casi al instante. Me facilitabavarios ttulos, y acto seguido pona:

    Yo no trabajo esos temas porque no puedo hacerlo, no tengo ni estmagoni tranquilidad de espritu - perd tanta gente querida: amigos, amigas,una ex-novia form parte de los montoneros que colaboraron con elproyecto de la Marina y as pudo salvarse (), mi primo hermano que era

    1

    LO ACADMICO, LO MORAL Y LO POLTICOINTELECTUALES LATINOAMERICANOS EN UN CON-TEXTO MUNDIAL

    1 Esta investigacin desemboc en: Michiel Baud, El padre de la novia. Jorge Zorreguieta,la sociedad argentina y el rgimen militar(Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica,2001). Fue una investigacin por encargo del Gobierno holands en reaccin a undebate pblico en el pas sobre la culpabilidad de funcionarios que sirvieron a ladictadura militar del general Videla (1976-1981).

    El procedimiento con que se quiso extirpar lo hbrido y lo extranjerizo,fue adoptar las formas externas de lo europeo. Y as se aada lo falso a lo

    autntico. Se lleg a hablar francs e ingls; a usar frac; pero el gauchoestaba debajo de la camisa de plancha.... E. Martnez Estrada, Radiografade la Pampa, 1933 (1993), p. 253.

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    un hermano y una hermana presa por mucho tiempo que muri aunqueya en el exilio. Es quizs una explicacin de porque me dedico a temaslights y marginales.

    Su mensaje me afect mucho pues me di cuenta de que mi solicitudde ayuda formulada de forma rpida y fugaz, haba hurgado en elpasado de mi colega y haba desatado emociones cuya intensidadapenas poda sospechar, y de las que tampoco fui consciente al enviarel mensaje de correo electrnico.

    Este pequeo incidente desvi mi atencin hacia un tema queme ha fascinado de distintas maneras desde el principio de mi carreraacadmica: las diferencias entre el contexto social y poltico en el

    que yo, un investigador holands, realiz mi trabajo acadmico enAmrica Latina y el de mis colegas latinoamericanos. Estoy conven-cido de que en los estudios acadmicos del mundo no occidental enEuropa y Estado Unidos, que a menudo se engloba bajo el trminoestudios regionales (area studies), se ha prestado demasiada pocaatencin a esta relacin crucial para la temtica, la ndole y losresultados de la investigacin cientfico-social. Esta diferencia noslo es importante a nivel personal, sino tambin para nuestra

    percepcin y nuestro anlisis de la realidad y consecuen-tementetambin para los resultados y la integracin de nuestra investigacincientfica. Por eso, en este ensayo quiero profundizar en la relacinentre los acadmicos europeos y norteamericanos y sus colegaslatinoamericanos, y en la consecuencia de esta relacin para el dilogocientfico entre ellos.

    Acadmicos en diferentes partes del mundo

    Empezar con una constatacin trivial que se pasa por alto condemasiada frecuencia. Los acadmicos occidentales que se dedicanal mundo no occidental, estudian un mundo que en todo caso alprincipio les resulta extrao. Hacen trabajo de campo, hablan concolegas del lugar, leen y copian documentos y tratan de entenderesta sociedad ajena. A continuacin vuelven a sus universidades oinstitutos occidentales para escribir estudios acadmicos en base al

    material recopilado. En su propio pas no siempre se les tomatotalmente en serio porque sus estudios tratan sobre temas extraosy se publican en revistas poco conocidas. Esta situacin puedeimplicar un riesgo para esos investigadores sobre todo en pocas derecortes econmicos.

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    LO ACADMICO, LO MORAL Y LO PLITICO 3

    Los colegas del lugar se encuentran en una situacin totalmentedistinta. Viven y trabajan en una sociedad con la que estnfamiliarizados desde pequeos. Normalmente tambin es el nico

    pas sobre el que publican. Los problemas econmicos y la inse-guridad financiera les suelen obligar a buscar un equilibrio difcilentre la investigacin y la supervivencia econmica. A menudo tienendos o tres empleos y se ven obligados a realizar todo tipo de actividadesremuneradas que les distraen del trabajo acadmico. Los fondos parainvestigacin son sumamente escasos y por lo tanto su prcticainvestigadora depende ms de circunstancias prcticas que de unametodologa sistemtica. Los libros procedentes del extranjero son

    caros y las bibliotecas estn incompletas, debido a lo cual es difcilseguir las discusiones internacionales. Por lo general, las universidadespblicas viven en unas condiciones precarias y los recursos financierosson escassimos teniendo en cuenta el nmero de estudiantes queha aumentado mucho. A nivel interno, con frecuencia las univer-sidades estn muy politizadas, lo cual repercute negativamente ensu estabilidad administrativa y profesional. Adems, en muchospases las universidades sufrieron mucho bajo los regmenes

    autoritarios que intentaron por todos los medios controlarlas. Lasituacin de las universidades privadas suele ser un poco mejor,aunque en ellas tambin predominan la inestabilidad y la depen-dencia. Aparte de un grupo reducido de investigadores privilegiadosque mantienen lazos ms o menos estructurales con universidadesextranjeras, hay pocos cientficos sociales en el Tercer Mundo quepueden mantener su independencia y un nivel acadmico alto.2

    Actualmente estamos asistiendo al surgimiento de un grupo de

    acadmicos transnacionales, que investigan su propia sociedad desdeuniversidades americanas o europeas. Encontraron trabajo en Estados

    2 Se ha escrito poco sobre esta temtica. Para un ensayo chistoso vase: Richard M.Morse, On grooming Latin Americanists, en: Richard M. Morse, New WorldSoundings(Baltimore/London: Johns Hopkins University Press, 1989); pp. 169-200. Para visiones interesantes con respecto a Latinoamrica: Roderic A. Camp,Intellectuals and the State in Twentieth-Century Mexico (Austin: University of TexasPress, 1985), en concreto captulo 10, pp. 208-222; Victoria Peralta y MichaelLaRosa, Los Colombianistas. Una completa visin de los investigadores extranjeros queestudian a Colombia(Bogot: Planeta, 1997), sobre todo las entrevistas con FrankSafford (pp. 160-69) y Joanne Rappaport (pp. 244-52). Para una perspectiva literaria:

    Jean Franco, The Decline and Fall of the Lettered City. Latin American in the Cold War(Cambridge/London: Harvard University Press, 2002).

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    Unidos o en Europa y mantienen el contacto con su patria de distintasmaneras. Su posicin se suele caracterizar por una relacin profesionalambigua con sus colegas. Esta ambigedad tiene aspectos institu-cionales y personales. Desde el punto de vista institucional, a menudoocupan una posicin intermedia entre los colegas de su pas de origeny los investigadores extranjeros que se dedican a Latinoamrica. Anivel personal, a estos investigadores a veces les resulta difcildeterminar su posicin entre culturas distintas. En la introduccinde su maravilloso libro sobre las relaciones raciales en Cusco, Marisolde la Cadena, de origen norteamericano y peruano, manifiesta, porejemplo, que a menudo se vea enfrentada con dos percepcionesconflictivas una norteamericana y una peruana sobre la identidadracial suya y la de la gente con la que llevaba a cabo las investi-gaciones.3 El antroplogo venezolano Daniel Mato que peridica-mente da clases en Estados Unidos, afirma que el discurso acadmicode los cientficos como l (de doble pertenencia) se mueveinevitablemente entre dos aguas.4 En este sentido, son la personi-ficacin de las ambigedades de la ciencia mundial.

    Desigualdad acadmica

    Es obvio que esta simple dicotoma entre los acadmicos del Nortey del Sur perjudica a la diversidad y a la complejidad de las comuni-dades acadmicas en ambas regiones, pero da una indicacin de ladesigualdad internacional a nivel acadmico.El trabajo de losacadmicos latinoamericanos a menudo no se toma muy en serio ytiene poco impacto fuera de las propias fronteras nacionales. Las

    teorizacin no tiene influencia internacional hasta que alguna revistacientfica renombrada y algn editorial norteamericano o europeopublican sus trabajos y los acadmicos occidentales los califican comovaliosos. La comunicacin entre los acadmicos latinoamericanos seproduce con demasiada frecuencia a travs de conferencias y publi-caciones en el Norte. Hace ya casi veinte aos, en un artculo cortoy ahora casi olvidado, Carol Smith mostr que los acadmicosnorteamericanos generalmente ignoraron los debates intelectuales

    en Guatemala. Es ms: los originales estudios de algunos autores

    3 Marisol de la Cadena, Indigenous Mestizos. The Politics of Race and Culture in Cuzco,Peru, 1919-1991 (Durham/London: Duke University Press, 2000); p. 11.

    4 Mensaje de correo electrnico dirigido al autor, 24 de septiembre de 2001.

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    centroamericanos slo se dieron a conocer cuando unos aos despusse reprodujeron sus ideas en un libro norteamericano.5 Daniel Matoobserv en una serie de artculos la desigualdad que sigue existiendo

    en el ejercicio actual de las ciencias sociales.6 Aunque no llega tanlejos como Walter Mignolo que habla sobre la subalternizacin delos acadmicos latinoamericanos, Mato observa que las ciencias enEstados Unidos tienden a considerar a los colegas in situ comoinformantes. Se utiliza con gratitud la informacin en sus trabajos,pero no se les considera capaces de estimar el impacto de estos datosy de formular ideas originales. Constata: Muy pocas veces estaproduccin es considerada por sus aportes tericos, es decir como

    discursos de colegas.7Uno de los motivos principales para dedicarme a esta temtica

    fue precisamente este mecanismo que yo tambin reconoc en mipropio trabajo. Cuando puse en marcha un nuevo proyecto deinvestigacin en Cuenca, Ecuador, como extranjero recib muchoapoyo de varios intelectuales locales. Le su obra y absorb susconocimientos y visiones.8 Sin embargo, en un momento dado segumi propio camino. Volv a Holanda, formul mis propias visiones y

    utilic todo eso para publicarlo en los crculos acadmicos ecuato-riano e internacional. La aportacin crucial de aquellos colegas localesse redujo a los agradecimientos usuales y a la mencin en las notasa pie de pgina. Segu albergando el sentimiento de que algo noestaba bien, sin saber por otra parte lo que podra hacer.

    Podemos sacar otro ejemplo de esta desigualdad de un debatedel influyente Hispanic American Historical Review en 1999 sobrela llamada nueva historia cultural, la variante histrica de los

    5 Carol Smith, Ideologies of Social History, Critique of Anthropology, 7:2 (1987); pp.51-60.

    6 Vase sobre todo: Daniel Mato (comp.), Estudios Latinoamericanos sobre cultura ytransformaciones sociales en tiempos de globalizacin (Buenos Aires: CLACSO, 2001) yDaniel Mato (coordinador),Estudios y otros prcticas intelectuales latinoamericanas encultura y poder(Caracas: CLACSO, 2002).

    7 Mato, Estudios y otras prcticas Latinoamericanos en cultura y poder, 12. Walter

    Mignolo, Posoccidentalismo: el argumento desde Amrica Latina, en: SantiagoCastro-Gmez y Eduardo Mendieta (eds), Teoras sin disciplinas: Latinoamericanismo,

    poscolonialidad y globalizacin en debate(Mxico: University of San Francisco, 1998).8 Se trataba concretamente del historiador local Lucas Achiq y del filsofo Carlos

    Rojas. Vase tambin: Michiel Baud, Campesinos indgenas contra el Estado. Lahuelga de los indgenas de Azuay, 1920/21, Procesos. Revista ecuatoriana de historia(Quito), 4 (1993); pp. 41-72.

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    Estudios Culturales en el estudio de Latinoamrica. Dos histori-adores norteamericanos, Eric Van Young y Florencia Mallon,escribieron artculos especializados para defender los intereses de

    esta nueva historia cultural de Mxico. En el artculo de Mallon nofigura ninguna referencia a autores latinoamericanos. En las 78 notasdel artculo de Van Young se mencionan exactamente 100 publica-ciones en ingls y 33 en espaol de autores latinoamericanos. Deestas 33, 12 se agrupan en una sola nota para demostrar que a pesarde sus tendencias etnogrficas un poco tradicionales no es imposibleque con un poco de buena voluntad este trabajo de colegaslatinoamericanos pueda aportar visiones interesantes.9 Esta miopa

    acadmica es precisamente problemtica para esta corriente acad-mica, porque se presenta explcitamente como poscolonial oanticolonial. En el articulo mencionado, Carol Smith llam laatencin sobre la misma tendencia entre sus colegas norteamericanosen Centroamrica. Ella afirma:

    [R]econociendo sus deudas intelectuales con (si no es dependencia de)los acadmicos latinoamericanos, estos autores podran haber cuestionadoel hecho as como la idea de que el Primer Mundo domina la produccin

    intelectual del Tercer Mundo de la misma manera que cuestionan el hechoas como la idea de que el Primer Mundo domina la vida social del TercerMundo.10

    Otro fenmeno igualmente paradjico se manifiesta en los EstudiosCulturales donde no slo no se ignora a los autores latinoamericanossino que por el contrario ellos ocupan un lugar muy destacado.Esto significa que las ciencias sociales en Estados Unidos no estntan cerradas en s mismas como quizs podra sugerir el ejemplo

    anterior. Son capaces de reconocer nuevas fuentes de inspiracin yde incorporarlas a su propio discurso acadmico. Pero precisamentepor esa capacidad de incorporar perspectivas ajenas se ha criticado

    9 Special Issue: Mexicos New Cultural History: Una Lucha Libre?, Hispanic AmericanHistorical Review, 79:2 (May 1999). Los artculos citados son: Eric Van Young, TheNew Cultural History Comes to Old Mexico, pp. 211-247 y Florencia E. Mallon,Time on the Wheel: Cycles of Revisionism and the New Cultural History; pp.

    331-351. La frase completa de Van Young es: [La etnohistoria mexicana] reclamasus credenciales culturalistas ms bien en base a sus tendencias etnogrficas un pocotradicionales que en base a cualquier genealoga de estudios postmodernistas oculturales, de manera que se tiene que leer teniendo en cuenta los significadosculturales y las exgesis simblicas que se supondra que son tpicos de la nuevahistoria cultural, en vez de proporcionarlos deliberada y abiertamente (pp. 232-3).

    10 Smith, Ideologies of Social History, 59.

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    esta tendencia desde Latinoamrica.11 Nelly Richard, especialistachilena en literatura afirma: la heterogeneidad de lo local latino-americano tiende a ser homogeneizado por el aparato de traduccin

    acadmica del latinoamericanismo y de los estudios latinoame-ricanos.12 Autores latinoamericanos como Nstor Garca Canclini,Jos Joaqun Brunner, Nelly Richard, Jess Martn Barbero, RenatoOrtiz, Beatriz Sarlo, Elisabeth Jelin y muchos otros han hecho unaaportacin muy original al debate sobre los procesos de cambiocultural actuales y su trabajo ha influido mucho en autoresnorteamericanos y europeos. Sin embargo, tanto Martn-Barberocomo Garca Canclini se han visto obligados en varias ocasiones a

    declarar que haban formulado sus ideas antes de los EstudiosCulturales norteamericanos y europeos e independientemente delos mismos y que slo despus oyeron hablar de la Escuela deBirmingham o de los gurus de los Estudios Culturales en EstadosUnidos.13 Por lo tanto, los autores latinoamericanos a quienes seincorpora en los cnones de los Estudios Culturales corren el peligrode que se les arrebate implcitamente su originalidad y su indepen-dencia intelectual.

    Estas discusiones sobre la economa poltica de las cienciasmuchas veces toman una connotacin lingstica en el caso deAmrica Latina. Muchos acadmicos latinoamericanos consideranel ingls como un idioma (neo)colonial que est enzarzado en unalucha permanente con el espaol. Se trata de un debate interesanteporque el espaol tambin es un idioma colonial en Latinoamricaque prima sobre una multitud de lenguas indgenas desde hace msde 500 aos.14 Este debate resulta sobre todo complicado porque

    11 Esta cualidad se puede considerar como la caracterstica ms peculiar delcolonialismo.Vase: Tzvetan Todorov, La Conqute de lAmrique. La questionde lautre(Paris: Seuil, 1982).

    12 Nelly Richard, Globalizacin acadmica, estudios culturales y crtica latino-americana, en: Mato, Estudios Latinoamericanos sobre cultura, 185-199; cita en p.188. Se basa en Alberto Moreiras que observa: A travs de la representacinlatinoamericanista, las diferencias latinoamericanas quedan controladas, catalogadas

    y puestas al servicio de la representacin global: Alberto Moreiras, The Exhaustionof Difference. The Politics of Latin American Cultural Studies(Durham/London: DukeUniversity Press, 2001; p.32.

    13 Mato, Introduccin, 20.14 Vase por ejemplo: Ral Avila, Lenguaje, medios e identidad nacional, Revista

    Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe/European Review of Latin Americanand Caribbean Studies, 64 (junio de 1998); pp. 105-112.

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    en nombre de objetivos polticos progresistas recurre a ideas ultra-nacionalistas del siglo XIX que ven el ingls y la cultura anglosajonaligada a este idioma como una amenaza directa a una cultura hispa-

    nista (superior). Estas ideas estn vinculadas en Latinoamrica conla obra del escritor uruguayo Jos Enrique Rod, que public suensayo Ariel en 1900, en el que se rebelaba con fuerza contra lainfluencia liberal y decadente del imperialismo norteamericano.

    Por la trayectoria especial del continente, esta situacin, en laque se confrontan distintas visiones acadmicas, tiene un significadoespecfico en Amrica Latina. No me di cuenta de ello hasta que leun interesante ensayo de Benedict Anderson publicado en 1992,

    en el que describe el desarrollo histrico de los Estudios sobre elSureste Asitico en Estados Unidos. Menciona el surgimiento deuna intelectualidad importante de acadmicos y no acadmicosnacionales (l usa la palabra nativos) en la regin como un cambioimportante en el conjunto de los estudios sobre el sureste asitico.15

    Me asombr esta observacin y de golpe me di cuenta de lo nicaque es Latinoamrica en el surgimiento de una lite intelectual queha llevado a cabo de manera compleja y contradictoria un dilogo

    constante con las tradiciones intelectuales occidentales desde el sigloXIX y en realidad desde hace ms tiempo.16 La existencia de unalite intelectual emancipada y a veces ruidosa que expresaba susideas sirvindose de las visiones y las ideas occidentales - a veces porimitacin esclava, a veces por manipulacin y apropiacin rebelde ycreativa -, marc en gran medida el panorama intelectual (ecologaacadmica dira Anderson) de Amrica Latina. Corrientes como elarielismo hispanista que surgi con base en la obra de Rod, el

    indigenismo que intent llevar a cabo la incorporacin de la pobla-cin indgena en los nuevos Estados-Nacin latinoamericanos, lasteoras sobre la dependencia que denunciaban la dependencia econ-

    En este contexto el concepto Amrica Latina tampoco es indiscutible. Vase elcapitulo 2 de este Cuaderno.

    15 Benedict R. Anderson, The Changing Ecology of Southeast Asian Studies in theUnited States, 1950-1990, en: Hirschman, Keyes and Hutterer, Southeast Asian

    Studies in the Balance, pp. 25-40, sobre todo p. 36.16 Escribiendo este ensayo me di cuenta de que se tambin era el tema central de:

    Angel Rama, La ciudad letrada(Hanover: Ediciones del Norte, 1984). Vase tambin:Nicola Miller, In the Shadow of the State: Intellectuals and the Quest for NationalIdentity in Twentieth-Century Spanish America(London/New York: Verso, 1999).Esta caracterstica tambin fue la base de la discusin sobre la identidadlatinoamericana que analizo en los captulos 2 y 3 de este Cuaderno.

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    mica y poltica del Tercer Mundo y en cierto sentido tambin laTeologa de la Liberacin, son teoras tpicamente latinoamericanasque han influido profundamente en nuestras ideas.

    Una caracterstica de la sociedad latinoamericana hasta la fechaes que gente de todo tipo de niveles siente la necesidad de describirsu propia sociedad de varias maneras y de proporcionarle un contextohistrico.17 Muchos de esos estudios se editaron por cuenta propiay apenas cumplen con las normas existentes para las publicacionescientficas. Por eso, raramente llegan a los crculos acadmicosnacionales, y an menos a la comunidad acadmica internacional.Sin embargo, gozan de un gran prestigio en la sociedad local y se

    leen con gusto. Y tambin los antroplogos o los historiadores nodudan en servirse de las visiones nicas de la sociedad local queofrecen estas publicaciones. En algunos casos, como por ejemplo elindigenismo en Per, constituyeron la base de corrientes queterminaron teniendo una relevancia nacional.18

    Por lo tanto, se puede afirmar que el investigador europeo onorteamericano actual debe estar preparado en Amrica Latina paraun dilogo intenso con los intelectuales locales. Algunos de estos

    intelectuales operan en el mismo crculo internacional que losinvestigadores extranjeros, pero otros desempean simplemente unpapel local. En todos los casos, en general su investigacin estestructurada e integrada de otra manera que la investigacin de losinvestigadores europeos o norteamericanos. Veamos un primerejemplo de este proceso.

    Arguedas y Favre

    La complejidad de este dilogo queda muy clara en el debate sobreel libro Todas las Sangres de Arguedas que tuvo lugar en 1965. Taly como veremos en el captulo 2, varios cientficos sociales atacaronduramente a Arguedas. Le acusaron de presentar una imagen romn-tica de la sociedad indgena andina y de un aferramiento nostlgicoa un pasado mtico. Sobre todo el socilogo peruano Anbal Quijano

    17 Angel Rama sugiere que esa fascinacin por la palabra escrita en parte fue unareaccin a la inestabilidad poltica endmica del continente. Rama, La ciudadletrada, 9: Esta palabra escrita vivira en Amrica Latina como la nica valedera, enoposicin a la palabra hablada que perteneca al reino de lo inseguro y lo precario.

    18 Vase por ejemplo: Manuel Aquzolo (ed.), La polmica del indigenismo (Lima:Mosca Azul, 1976).

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    y Henri Favre, un antroplogo francs an joven en aquella poca,criticaron duramente esta visin. Favre caracteriz la postura deArguedas como absolutamente indigenista, por consi-derar a la

    poblacin india por definicin buena y no corrompida. Detest eldeterminismo biolgico implcito de la novela por el cual los indiossiempre hacan el bien. Segn l, la novela no daba una imagencorrecta de la sociedad peruana. Durante los dos aos que habarealizado investigaciones en Huancavlica, no haba conocido aningn indio, slo campesinos explotados.19 Manifest que al finalla influencia del libro de Arguedas sera negativa para Per. Quijanose adhiri a esta crtica. No crea que la poblacin india y su cultura

    podran desempear un papel importante en la transformacin socialy econmica que estaba experimentando Per. A continuacin sedio un debate duro, en el que Arguedas intentaba demostrardesesperadamente que se estaba interpretando mal su novela. Envano! Cuatro aos despus el escritor se suicid. Aunque hubo variascausas, tambin de ndole personal, sin lugar a duda este actotambin fue la consecuencia de la incomprensin que suscit suinterpretacin de la sociedad india andina.

    En los aos sucesivos, este episodio desempe un papelimportante en las ideas sobre el carcter de la sociedad peruana.Con el tiempo, Arguedas pas a convertirse en un personaje de culto.La perspectiva neomarxista de la sociedad campesina peruana perdipoco a poco terreno y surgi un nuevo inters por el lugar de lasociedad indgena en el proceso de desarrollo social y econmico dePer. La visin arguediana de la vitalidad de la cultura indgena derepente pas a ser compartida por muchos y se consider a Arguedas

    como el que haba predicho los nuevos movimientos de emanci-pacin indios.20 Su trgica muerte no hizo ms que aumentar elpoder de atraccin mgico del autor. Flores Galindo constata: [L]aactualidad de la obra de Arguedas est en la capacidad de compene-trarse con el pas y de fundir, adems, los problemas sociales ycolectivos con los problemas personales.21 El debate que acabo de

    19

    He vivido en vano? Mesa Redonda sobre Todas las Sangres, 23 de Junio de 1965(Lima:IEP, 1985); p. 38.20 Vase, por ejemplo, la biblioteca virtual cyberayllu, en la que la obra de Arguedas

    desempea un papel crucial (www.ciberayllu.org). El historiador peruano AlbertoFlores Galindo desempe un papel crucial en esta revalorizacin. Vase: AlbertoFlores Galindo, Buscando un Inca(Lima: Horizonte, 1988).

    21 Alberto Flores Galindo, Dos ensayos sobre Jos Mara Arguedas(Lima: Sur, 1992), p. 34.

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    describir brevemente, desempea un papel importante en larevalorizacin de Arguedas. En 1985 se public por primera vez latranscripcin de dicho debate. En el ao 2000 se reedit el reportaje

    acompaado de dos Cd-roms, en los que tambin se puede escucharla mayor parte del debate.22

    La resonancia de este debate de 1965 fue tan fuerte que el entoncesrespetado latinoamericanista Favre se vio obligado en 1996 a explicaruna vez ms su papel en la discusin.23 Declar no sentirse de ningunamanera culpable de la postura que haba adoptado en su momento.Segn l fue una discusin abierta sobre un tema importante yactual, y ni mucho menos fue el tribunal de la inquisicin del que

    hablaron despus algunos observadores. Si alguien se habacomportado mal, aada, se era el propio Arguedas. Como prueba,cont la historia de los dos encuentros anteriores con Arguedas aquien haba visitado cuando era un antroplogo joven. La imagenque presenta de Arguedas ni mucho menos es halagadora. El famosoescritor apenas se dign a hablar con el francs y le trat con undesprecio evidente. Esta postura irrit a Favre an ms teniendo encuenta que no estaba muy de acuerdo con la visin de Arguedas,

    que l y sus amigos consideraban como pasadista y arcaizante. Elbreve artculo de Favre dej claro que la discusin entre estos dosintelectuales prosigui incluso tras el fallecimiento de Arguedas.

    Lo que me parece particularmente interesante de esta historiano es el drama personal de un gran escritor peruano, ni lainterpretacin de la compleja realidad peruana que era la base de ladiscusin arriba mencionada. He citado el episodio anterior paraplantear la relacin entre los intelectuales latinoamericanos y extran-

    jeros y sus ideas. Favre era un antroplogo francs que se introdujoen una discusin sobre el carcter de la sociedad peruana sinpensrselo mucho. Otros factores ms personales y polticos seocultaban bajo la discusin de contenido que se llev a cabo esanoche. Arguedas era un escritor muy respetado dentro del mundointelectual peruano y tambin se comportaba como tal. Favre conocaindudablemente esta conducta por la Academia francesa de ese

    22 He vivido en vano? y Guillermo Rochabrn (ed.), La Mesa Redonda sobre Todas lasSangres del 23 de junio de 1965(Lima: IEP/Editorial de la Pontificia UniversidadCatlica del Per, 2000).

    23 Henri Favre, Jos Mara Arguedas y yo. Un breve encuentro o una cita frustrada?,Socialismo y participacin 74 (Junio 1996); pp. 107-111.

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    periodo, pero era precisamente ese tipo de comportamiento contrael cual l y los de su generacin se rebelaban con tanta fuerza. Ensus declaraciones posteriores, Favre reconoci claramente que su

    crtica mordaz contra Arguedas tambin form parte de la luchaque los estudiantes franceses entablaron contra su propio establish-ment intelectual en 1968. Por su parte, Arguedas se debi quedarestupefacto ante el violento ataque del que fue objeto por parte deljoven francs, y encima en su propio terreno.24 Qued patente queArguedas no supo cmo actuar ante la crtica de Favre en el debate.25

    Una primera reflexinMe atrevera a afirmar que todos los acadmicos extranjeros que hantrabajado en Amrica Latina y han participado en discusiones concolegas latinoamericanos se han visto enfrentados a esos conflictosintelectuales y personales. Se derivan de una tensin que es inherenteal estudio de otra cultura o sociedad. En Holanda tambin miramoscon cierta desconfianza a los extranjeros que dan su opinin sobreelementos de nuestra historia. En el caso del estudio del Tercer

    Mundo, hay que aadir la historia del colonialismo y la constantedesigualdad a escala mundial. En Amrica Latina, por ejemplo, nadiepuede ignorar la dominacin poltica y econmica de los EstadosUnidos y las ideas antiamericanas tan enraizadas en la sociedad y enel pensamiento del continente.26 En un texto espaol, hablamoscasi constantemente casi automticamente de Norteamricapara hacer la distincin entre los poderosos Estados Unidos y la

    24 Flores Galindo afirma: All le (a Arguedas; MB) dicen, con el tono doctoral deFavre, un historiador francs, que l no ha entendido el mundo andino, que hahecho una caricatura y que ha retratado un mundo que ya no existe; Flores Galindo,Dos ensayos, 23. Sobre la sensibilidad de Arguedas a la crtica de los doctores:

    Alfredo Quintanilla Ponce, El wakchaArguedas y los doctores, www.ciberayllu.org(2000).

    25 A la luz de esta discusin es interesante mencionar que el historiador peruanoNelson Manriqe demostr hace poco que a su vez Arguedas estuvo muy influidopor todo tipo de teoras culturalistas procedentes de Estados Unidos que se haban

    difundido en Per a travs del lder indigenista Luis Valcrcel: Nelson Manrique,Jos Mara Arguedas y el problema del mestizaje en: Maruja Martnez y NelsonManrique (eds), Amor y fuego. Jos Mara Arguedas 25 aos despus(Lima: SUR,1995). Tambin disponible en: www. ciberayllu.org (1999).

    26 Para un anlisis desde la perspectiva de Estados Unidos: Fredrick B. Pike, TheUnited States and Latin America. Myths and Stereotypes of Civilization and Nature(Austin: University of Texas Press, 1992).

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    otra Amrica Latina. Tambin la contraposicin entre el mundooccidental y no occidental que tambin se utiliza por doquier noresulta aceptable para muchos intelectuales latinoamericanos porque

    se consideran parte del rea cultural occidental. Y el recuerdo deuna historia colonial en Amrica Latina no slo afecta a los gringos.A m mismo me recordaron en una acalorada discusin en laRepblica Dominicana que el sistema del apartheid surafricano fueun invento holands.

    Lo importante no es cuestionar si este reproche est justificado;lo importante es que nosotros como investigadores somos portadoresde nuestra propia cultura e historia, nos guste o no. El politiclogo

    colombiano Gonzalo Snchez constata: [L]a participacin y elcompromiso del intelectual depende no slo de la ubicacin de stecomo categora social, sino tambin del tipo de sociedad en la cualmaterializa su intervencin, y de su entronque con la organizacinde la cultura.27 Si estamos de acuerdo con l y yo opino que nonos queda ms remedio -, es de suma importancia que reflexionemossobre nuestra propia posicin como acadmicos. Si intentamosadquirir experiencia y conocimientos sobre otras sociedades o

    culturas, es igual de necesario que incluyamos dentro de nuestrareflexin la posicin de nuestros colegas originarios de esas sociedadeso culturas. Como dice Carol Smith: [E]l discurso intelectual formaparte de la historia social. Como tal, participa en un sistema mundialideolgico en el que los investigadores asumen un papel activo, yasean plenamente conscientes de su papel o no.28

    Nuestro dilogo con los intelectuales que intentan investigar lasmismas realidades en condiciones muy distintas e intentan responder

    a preguntas similares, a la fuerza est lleno de malentendidos ytensiones que se manifiestan en aspectos tanto a nivel personal comode contenido. Los acadmicos tienden a no hablar abiertamentesobre estas tensiones que conlleva su trabajo acadmico. Quizsporque son difciles de manejar o de solucionar. Dar un ejemplode mi propia prctica. Hace mucho aos estuve realizando el segundoperiodo de investigacin archivstica en el Archivo General de laNacin de la Repblica Dominicana. Ya haba establecido una buena

    27 Gonzalo Snchez Gmez, El compromiso social y poltico de los intelectuales,Intervencin en el otorgamiento de la Diskin Memorial Lectureship durante laConferencia de la Latin American Studies Association, Miami, marzo de 2000. Sepuede consultar en: www.mamacoca.org/sanchez_intelectuales; pp. 2-3.

    28 Smith, Ideologies of social history, 59.

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    relacin con algunos colegas dominicanos que tambin solan trabajaren el archivo. Un da uno de los auxiliares que se dedicaba a cargarcon los documentos y con quien ya mantena una buena relacin,

    se acerc a m con un poco de prudencia. Me llam para quehablramos en privado y me cont que todos esos aos yo habaestado pagando 25 centavos por fotocopia mientras que todo elmundo saba que slo haba que pagar 10 centavos dirigiendo unasimple solicitud al director. A menudo he reflexionado sobre esteincidente. Y todava no me lo explico del todo. Por una parte, mesenta traicionado. Por qu nunca me lo haba contado ninguno deesos colegas? Era porque pensaban que tena mucho dinero? Estaba

    claro que se no era el caso en esa fase de mi investigacin, aunquenaturalmente vena de un pas rico y de una u otra manera habapodido financiarme el viaje y la estancia. Tal vez esos colegas nosentan tanta simpata por m? Y cmo deba interpretar el hechode que precisamente haba sido ese auxiliar, que se encontraba en elescaln ms bajo de la jerarqua, quien finalmente me haba confiadola verdad? En realidad, todava no tengo respuesta, pero les puedodecir que me qued claro por primera vez que slo las buenas

    intenciones no eran suficientes en el contacto acadmico inter-cultural.

    ste no es el lugar adecuado para seguir analizando dichoincidente quizs insignificante, pero espero que haya podido dejarclaro que los conflictos acadmicos como el que se produjo entreFavre y Arguedas a menudo van asociados a diferencias cotidianas ytriviales dentro de nuestra prctica investigadora, que a veces inclusose fundamentan en dichas diferencias y que por lo tanto es impres-

    cindible explicitar estas diferencias cotidianas e incluirlas en nuestrasreflexiones acadmicas.

    La reflexin anterior se enfoca sobre todo en la relacin entre losacadmicos. Desde hace poco la voz de la poblacin indgenatambin se est haciendo or en el debate acadmico sostenido dentroy fuera de Amrica Latina. Los grupos indgenas intentan transmitirde distintas maneras su propia visin de la realidad latinoamericanay de su historia. Un grupo de intelectuales indios que crece con

    rapidez est utilizando sus conocimientos y su experiencia en bene-ficio de la lucha de emancipacin de la poblacin indgena y de larevalorizacin de la lengua y la cultura indgenas. Esta tendencia essimilar en muchos aspectos a la revalorizacin de la experiencia y los

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    conocimientos locales de los intelectuales campesinos locales quese constata en otras partes del mundo.29 Estos intelectuales localesse sirven de una cultura global en la que los derechos de los pueblos

    indgenas cada vez pueden contar con ms apoyo poltico.30 Lascomplejas consecuencias que esta tendencia ha tenido en el dilogoacadmico, quedan bien claras en el siguiente ejemplo.

    Rigoberta Mench y David Stoll

    En 1982, Elizabeth Burgos, la esposa del famoso revolucionariofrancs Regis Debray escribi la biografa de una mujer maya de

    Guatemala, Rigoberta Mench. El libro se public en 1984 y ponade manifiesto con mucha elocuencia la posicin oprimida y sinperspectiva de la poblacin indgena en Guatemala. 31 Se trataba deuna denuncia clara de la poltica genocida del rgimen militar bajoel que haban sido asesinados ms de 150.000 campesinos indios.La historia de una mujer analfabeta cuyos padres y hermanos habansido vctimas de la represin militar caus mucha impresin.Enseguida tuvo una gran influencia en la opinin pblica europea

    y norteamericana y fue un libro de lectura obligatoria en muchoscursos sobre Amrica Latina. Rigoberta Mench se convirti en laabanderada del movimiento maya que en las dos ltimas dcadasdel siglo XX luch por una mejor posicin de la poblacin india enGuatemala y por poner fin a la dictadura militar. En 1992 recibiel Premio Nbel de la Paz. Fue un ao simblico porque la conme-moracin del quinto centenario del descubrimiento de Amrica porparte de Coln supuso al mismo tiempo un resurgimiento de la

    lucha indgena. La lucha de la poblacin maya fue un factor impor-tante para la vuelta definitiva a la democracia en Guatemala. En los

    29 Steven Feierman, Peasant Intellectuals. Anthropology and History in Tanzania(Madison:University of Wisconsin Press, 1990). Para una interpretacin histrica: FlorenciaE. Mallon, Peasant and Nation. The Making of Postcolonial Mexico and Peru (Berkeleyetc.: University of California Press, 1995).

    30 Joanne Rappaport, Cumbe Reborn. An Andean Ethnography of History(Chicago/

    London: University of Chicago Press, 1994); Alison Brysk, From Tribal Village toGlobal Village. Indian Rights and International Relations in Latin America(Stanford:University of California Press, 2000).

    31 Elizabeth Burgos,Me llamo Rigoberta Mench y as me naci la conciencia(Barcelona:Seix Barral, 1992 (orig. 1983). Para saber cmo se escribi este libro, vase laIntroduccin de Elizabeth Burgos. Tambin: David Stoll, Rigoberta Mench and theStory of All Poor Guatemalans(Boulder: Westview Press, 1999); pp. 177-88.

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    Acuerdos de Paz que se firmaron en diciembre de 1996, se explicitel carcter pluricultural de la nueva Guatemala.32

    Rigoberta Mench desempe un papel importante en esa lucha,

    pero su posicin fue menos representativa del movimiento maya delo que sus admiradores en el extranjero quisieron hacer creer. Juntocon Elizabeth Burgos, Mench desde el principio form parte delos grupos que crean que la nica solucin para Guatemala sera underrocamiento revolucionario del antiguo orden. Los lderes en elexilio del CUC (Comit de Unidad Campesina), del cual eranmiembros sus familiares y que desempeaba un papel importanteen el libro, redactaron en parte su libro.

    Muchos grupos mayas que lucharon por la revitalizacin culturalde la poblacin maya slo estaban parcialmente de acuerdo con lasinterpretaciones y con los puntos del programa de Mench, y paranada con la posicin dominante que se le atribuy desde del extran-jero.33 Las noticias sobre las discusiones estratgicas a nivel polticoque se produjeron a consecuencia de esta contraposicin, apenasllegaron al extranjero. Y si penetraron, los intelectuales extranjeroslas acallaron para no perjudicar la lucha legtima de la poblacin

    maya contra un rgimen genocida. Incluso la relacin con quienhaba escrito su historia, Elizabeth Burgos, empeor poco a poco.Al final se produjo un conflicto sobre las responsabilidades por elcontenido y los derechos de autor, al cual tampoco se le diopublicidad.34

    Este silencio se rompi abruptamente con la publicacin de unlibro del antroplogo norteamericano David Stoll que inici unataque frontal contra Rigoberta Mench y contra la historia con la

    que se haba hecho famosa.35

    Ya desde 1990 haba revelado sus

    32 Vase el artculo 5 de los acuerdos: El reconocimiento de la identidad y derechosde los pueblos indgenas es fundamental para la construccin de una nacin deunidad nacional multitnica, pluricultural y multilinge. El respeto y ejercicio delos derechos polticos, culturales, econmicos y espirituales de todos losguatemaltecos, es la base de una nueva convivencia que refleje la diversidad de sunacin. Acuerdo de paz , Guatemala, 29 de diciembre de 1996. http://www.minugua.guate.net/acuerdos/firmeyduradero.htm.33 Kay B. Warren, Indigenous Movements and Their Critics. Pan-Maya Activism in Guatemala(Princeton: Princeton University Press, 1998); pp. 116-117.

    34 Elizabeth Burgos, The Story of a Testimony, Latin American Perspectives26:6 (Nov.1999); pp. 53-63.

    35 David Stoll, Rigoberta Mench and the Story of All Poor Guatemalans (Boulder:Westview Press, 1998). La versin en espaol del libro est disponible en el sitio

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    ideas dentro del crculo reducido de sus colegas acadmicos, perostas haban tenido poca resonancia. Entre 1993 y 1995 llev acabo investigaciones complementarias, pero no public su libro hasta

    1998.36 Declar que esper mucho tiempo por miedo de poner enpeligro la lucha legtima contra el rgimen de terror.

    Stoll atac varios puntos del testimonio de Mench. En primerlugar, intent demostrar que la mayor parte de la poblacin indgenano apoyaba la lucha revolucionaria que ocupaba un lugar tan centralen el libro de Mench. Por el contrario, sugera que esa lucha slohaba prolongado el sufrimiento de esa poblacin. En segundo lugar,seal todo tipo de fallos e inconsistencias en la biografa de Rigoberta

    Mench. Segn l, su padre no haba desempeado ningn papelimportante en el CUC y el hermano de Mench viva an, encontraposicin con lo que haba contado en su relato. No negaba laenvergadura del genocidio cometido por los militares, pero asignabauna parte de la responsabilidad a la guerrilla. Por ltimo, concluaque Mench y adems de ella, todos los intelectuales que la habanapoyado haba dado en general una imagen tergiversada delconflicto social y de la realidad guatemalteca.

    No slo la prensa norteamericana sino tambin la prensa europeadedic mucha atencin a la publicacin del libro de Stoll. Losespecialistas en Guatemala ya conocan en lneas generales las ideasde Stoll, pero cuando public el libro se desataron reacciones fuertes.Las reacciones eran de lo ms variadas, entre furiosas y analticas.Algunos consideraban sus declaraciones como la prueba de que Stollcomo hombre blanco norteamericano nunca podra entender la luchade la poblacin colonizada. Sin embargo, en general los latinoameri-

    canistas y los expertos en Guatemala reaccionaron de forma seria ymeditada ante la crtica de Stoll. La discusin se llev a cabo sobretodo a nivel de contenido y generalmente en revistas y congresoscientficos.37 Las reacciones se referan sobre todo al anlisis de Stollde la guerra civil guatemalteca. Basndose en sus propias investi-

    web de Stoll: http://community.middlebury.edu/~dstoll/rm.html. Vase tambin:

    Peter Canby, The Truth about Rigoberta Mench, The New York Review of Books,XLVI:6 (April 8, 1999).

    36 Vase Stoll, Rigoberta Mench, 239-42. Tambin: David Stoll, Rigoberta Menchand the Last-Resort Paradigm, Latin American Perspectives26:6 (Nov. 1999); pp.70-80.

    37 Durante dos congresos de la Latin American Studies Association (LASA) se dedicaronsesiones especiales a esta discusin. Vase tambin el nmero especial de Latin

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    gaciones, rebatan que la situacin de la poblacin maya estuvieramejorando en el momento en que Mench cont su historia.Cuestionaban tambin la afirmacin de Stoll de que la inmensa

    mayora de la poblacin indgena se hubiera puesto en contra de laguerrilla.38 En general, los colegas de Stoll estaban de acuerdo conl en que se deberan investigar ms estos temas.

    Un segundo elemento de la discusin se refera al carcter dellibro. Los simpatizantes de Mench se preguntaban hasta qu puntoera importante que ciertos hechos relativamente insignificantes delrelato no fuesen ciertos. Argumentaban que lo que importaba sobretodo era la relevancia que haba tenido la biografa de Rigoberta

    Mench para la lucha contra el terror militar en Guatemala. Segnel antroplogo norteamericano Gary Gossen, la historia de Menchno se deba contemplar como un testimonio personal en el quefuera posible (o necesario) discernir la verdad de la mentira.Consideraba el libro como un ejemplo de literatura pica, en elque se describa y se justificaba la lucha legtima de la poblacinmaya en Centroamrica. Seal que la condensacin de una historiapersonal y la sustitucin del yo por el nosotros son caractersticastpicas del universo cultural de la poblacin maya.

    El anlisis de Stoll sobre las inconsistencias en la historia deRigoberta Mench se basaba, segn Gossen, en la preguntaequivocada. No queda lugar a duda que Mench haba nacido enuna familia india bastante acomodada e importante dentro delcontexto local. Precisamente este medio del que proceda le permitidesempear un papel tan importante. El hecho de que ms o menosocultase ese medio del que proceda, se puede explicar por conside-raciones poltico-estratgicas por parte de ella y de Elizabeth Burgos.

    Sin embargo, indudablemente tambin tiene un fundamentocultural, que por lo que parece Stoll no quiere ver. La importanciade su historia reside en fusionar una historia personal con laexperiencia colectiva de la poblacin. Precisamente desde su posicinalgo ms prominente, fue capaz de converger en su persona lasexperiencias de la poblacin maya de su zona. Los hechos que Stollpresenta pueden ser ciertos en gran parte, su marco analtico se basa

    American Perspectives26:6 (Nov. 1999) y la revistaLateral. Revista de Cultura(Abril2002), www.lateral-ed.es/revista. Para un resumen del debate: Arturo Arias, (ed.)The Rigoberta Menchu Controversy(Minneapolis/London: University of MinnesotaPress, 2001).

    38 Vase por ejemplo: Carol A. Smith, Why Write an Expos of Rigoberta Mench?,Latin American Perspectives26:6 (Nov. 1999); pp. 15-28.

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    en una separacin estricta entre la experiencia personal y colectiva,que prcticamente no tiene sentido en el contexto local. En esesentido, el libro de Stoll sigue siendo un libro norteamericano para

    un pblico acadmico norteamericano. Gossen concluye:Cuando se calme la borrasca de la actual controversia, pienso que el libroocupar el lugar que le corresponde como una carta magna para elrenacimiento cultural y poltico maya que se est produciendo en nuestrapoca.39

    Un ltimo punto del debate, que acapar la atencin de forma menosexplcita, pero que es muy interesante para el tema de este ensayo,se refera a la posicin de los acadmicos involucrados. En la

    presentacin de su libro, Stoll sugiri una y otra vez que el mundoacadmico haba cerrado los ojos deliberadamente a los descubri-mientos dolorosos y difciles de aceptar que haba presentado en sulibro. Afirm de forma provocadora que los ltimos partidarios deRigoberta fueron los europeos y los norteamericanos que primerorespondieron a su historia y que le encarrilaron por el camino de lafama.40 Incluso acus a los acadmicos norteamericanos de cobardamoral (moral angst). En su opinin, estaban tan influidos por las

    corrientes postmodernas y polticamente correctas que no se atrevana afrontar las mentiras y la postura dudosa de Rigoberta Mench.

    Desechando la investigacin emprica como una forma de dominacinoccidental, la izquierda universitaria puede caer en el error de interpretartextos en trminos de estereotipos simplistas de colectividad, autenticidady resistencia que, debido a que son autorizados por identificacin con lasvctimas, se consideran por encima de todo debate.41

    Aunque algunas reacciones por su predisposicin poltica y porsu jerga parecan confirmar las afirmaciones de Stoll, se debeconstatar que la seriedad con la que se trat el libro de Stoll en laacademia norteamericana demuestra principalmente que Stoll notena razn en este punto.42

    El libro de Stoll suscit menos reacciones en Guatemala. Laindignacin y la rabia reinaban entre la poblacin maya y los

    39 Gary H. Gossen, Rigoberta Mench and Her Epic Narrative, Latin AmericanPerspectives26:6 (Nov. 1999); pp. 64-99. La cita se encuentra en p. 69.

    40 David Stoll, Life Story as Mythopoesis,Anthropology Newsletter(April 1998).41 Stoll, Rigoberta Mench, 347. Aade: Las imgenes simplistas de inocencia, opresin

    y desafo pueden ser utilizadas para construir mitologas de pureza para faccionesuniversitarias que reclaman una autoridad moral basada en su identificacin con losoprimidos.

    42 Un ejemplo es la observacin reprobadora de George Gugelberg que Stoll eraresistente a la teora literaria y cerraba los ojos al enorme poder de este texto

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    intelectuales de izquierda, pero lo que ms llam la atencin detoda la controversia entre Stoll y Mench fue la relativa indiferenciacon la que se acogi esta controversia en Guatemala.43 Por supuesto

    que se escribieron reseas del libro de Stoll y se publicaron algunosartculos en la prensa, pero se debe concluir que el libro provocmenos polmica en Guatemala que en Estados Unidos.44 Estadiferencia puede deberse en parte al hecho de que el libro de Stollse public originalmente en ingls, pero se explica sobre todo porotros factores. La principal razn para que no se produjera unadiscusin residi en el desarrollo del debate social en la mismaGuatemala. En cierto sentido, el libro de Stoll ya haba perdido

    actualidad cuando se public en Guatemala. En 1998 y 1999 pormediacin de la Iglesia Catlica se publicaron dos informes en losse describan la envergadura y las atrocidades de la represin militar,el informe Recuperacin de la Memoria Histrica (REMHI) y elinforme de la Comisin de Esclarecimiento Histrico (CEH).45 Estosinformes eran muy explcitos en cuanto a la envergadura y a lasatrocidades de la represin militar y ofrecieron las pruebas contun-dentes del genocidio que se produjo como consecuencia. Muchos

    atacaron a Stoll por haber publicado su libro en un momento taninoportuno, que coincida con la publicacin de estos informes tandolorosos para el pueblo guatemalteco. En ese contexto, no era muylgico que entonces se llevara a cabo un debate intenso sobre elestudio de David Stoll.46

    El debate social en Guatemala se centra hoy en da sobre todoen el futuro. La lucha contra la dictadura y la represin ha idoengendrando paulatinamente un gran grupo de intelectuales mayas,

    que ha desempeado un papel que hubiera sido inimaginable

    literario, como si sta fuera la esencia de su anlisis: George M. Gugelberger,Stollwerk or Bulwark? David meets Goliath and the Continuation of the TestimonyDebate, Latin American Perspectives26:6 (Nov. 1999); pp. 47-52. Cita en p. 47.

    43 Vase por ejemplo: Paul Jeffrey, In the end, the poor may decide, National CatholicReporter, 3 May 1999: www.natcath.com/NCR_Online/archives/030599/030599m.

    44 Para varias reacciones guatemaltecas: Arias, The Rigoberta Mench Controversy.

    45 Informe de la Comisin para el Esclarecimiento Histrico: Guatemala: Memoria delSilencio. Proyecto lnterdiocesano de Recuperacin de la Memoria Histrica(REMHI): Guatemala: Nunca Ms. Se pueden consultar los dos documentos en:http://www.zmag.org/LAM/zguatemala.html.

    46 Kay Warren, Telling Truths. Taking David Stoll and the Rigoberta Mench ExposSeriously, en Arias, The Rigoberta Mench Controversy, pp. 198-218, sobre todo pp.210-11.

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    anteriormente en la discusin en torno al proceso de paz.47 Estosintelectuales estn intentando imponer el cumplimiento de losacuerdos de paz y ayudar en la construccin de una nueva

    Guatemala. Se consideran los representantes de la poblacin mayaen Guatemala e intentan defender la causa de la poblacin campe-sina guatemalteca de distintas maneras. Esta lucha es tanto msnecesaria en cuanto que la actividad cultural y poltica se lleva acabo en una situacin que se sigue caracterizando por la violenciaimpune y los asesinatos polticos.

    Estos lderes indgenas desconfan mucho de la manera de pensary de los conceptos occidentales y neocoloniales que consideran

    enemigos de un nuevo nacionalismo maya.48 Interpretan las dudasde los intelectuales y de los cooperantes occidentales como una faltade comprensin de la lucha que llevan librando desde hace aos enla clandestinidad. Por otra parte, aceptan el apoyo de los investi-gadores extranjeros siempre y cuando su trabajo acadmico supongaun apoyo a su lucha por la emancipacin. La antroploga norte-americana Kay Warren demuestra en su libro sobre el activismoPan-Maya las discusiones intelectuales tan complicadas en las que

    puede desembocar esta postura y lo difcil que es para las cienciasoccidentales descolonizar realmente su prctica investigadora. Poruna parte, muchos antroplogos estn dispuestos a someter a telade juicio su propia posicin como investigadores; por otra parte, sesienten incmodos con todo tipo de interpretaciones esencialistasde la cultura maya que tambin forman parte de la ideologa delactivismo cultural de los mayas. Su anlisis muestra las dificultadesy complejidades de este tipo de meta-reflexin. Se puede decir que

    en la interpretacin de Warren tambin se disciernen ciertas tenden-cias coloniales. Ella hace bastante hincapi en la tendencia esencialistadel movimiento maya. Sostiene, por ejemplo: Los mayistas afirmanque hay una manera indgena de saber especfica desde el punto de

    47 Jorge Rogachevsky, Review van Stolls Rigoberta Mench etc., Zmagazine(July/August 1999), www.zmag.org/ZMag/articles/july99toc. Afirma: La guerra civil

    tuvo como consecuencia la apertura de un espacio poltico para que la mayora delos guatemaltecos se afirmara de maneras que haban sido inimaginables durantetoda la historia anterior de ese pas

    48 Vase: Edward F. Fischer y R. McKenna Brown (eds), Maya Cultural Activism inGuatemala(Austin: University of Texas Press, 1996) y Edward F. Fischer, CulturalLogics and Global Economies. Maya Identity in Thought and Practice(Austin: Universityof Texas Press, 2002).

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    vista cultural: una posicin subjetiva que nadie ms puede ocupary a continuacin concluye que slo se acepta a los antroplogosnorteamericanos si los resultados de sus investi-gaciones confirman

    la continuidad de una cultura maya eterna.49 Sin embargo, elmovimiento maya es menos simplista en sus deseos polticos de loque ella sugiere. Un autor maya como Demetrio Cojti propone unanlisis de la historia y de la situacin actual de la poblacin mayaque es mucho ms matizado que lo que sugiere Warren.50 Pareceque la interpretacin de Warren se basa sobre todo en sus contactospersonales con los intelectuales mayas y menos en sus testimoniosescritos.

    La relacin entre los militantes polticos que se enfocan en lograrresultados polticos y en influir en la opinin pblica es fundamen-talmente distinta a la que existe entre los acadmicos que se enfocanen entender y analizar lo mejor posible la realidad. En la prcticadiaria, esta situacin puede causar grandes tensiones. Estndispuestos los acadmicos occidentales a que su simpata por losgrupos subalternos, colonizados influya en los resultados de susinvestigaciones? En caso de que no, de qu maneras dan forma a su

    dilogo (y posible discrepancia) con los intelectuales locales?51 Laformulacin de contrahistorias desde la perspectiva de los mayas esuna parte crucial de la emancipacin india, pero al mismo tiempoprovoca nuevas tensiones con las ciencias acadmicas.

    Ni mucho menos hay unanimidad sobre la interpretacin delmovimiento maya dentro del mundo acadmico guatemalteco.Algunos investigadores se inclinaban hacia lo que consideran comonuevo esencialismo y se adhirieron implcita o explcitamente

    al anlisis de Stoll. Consideran los movimientos de identidad tnicosun peligro para la construccin de una sociedad democrtica, puestoque parten de nuevas diferencias sociales fundamentadas racialmente.El escritor Mario Roberto Morales est expresando esta crtica en elcontexto guatemalteco. Para ello, se sirve de la jerga literaria de losEstudios Culturales de una manera provocadora. Hace nfasis en

    49 Warren, Indigenous Movements, 37, 74.50 Vase por ejemplo: Demetrio Cojt Cuxil, The Politics of Maya Revindication, en:

    Fischer y McKenna Brown, Maya Cultural Activism, 19-50. Vase tambin elexcelente: Fischer, Cultural Logics and Global Economies, sobre todo pp. 3-29.

    51 Para un buen debate sobre este tipo de tensiones: Les W. Field, Complicities andCollaborations. Anthropologists and the Unacknowledged Tribes of California,Current Anthropology40:2 (April 1999); pp. 193-209.

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    el mestizaje, la hibridez, la mimesis, las identidades mltiples, pormencionar unas cuantas palabras clave de esta jerga, para argumentarque el movimiento indgena actual es un smbolo del pasado y que

    el movimiento maya est propagando una ideologa esencialistapeligrosa y en cierto sentido racista. Afirma que en el esquema delos activistas mayas no hay lugar para jvenes indios con tenis Reebok,peinados punk y una predileccin por la msica heavy metal.52

    Acusa a los intelectuales extranjeros y a las organizaciones interna-cionales de haber proyectado estos esquemas simplistas en lacomunidad guatemalteca a partir de una mezcla de empata, arro-gancia e intereses econmicos. En cuanto a este ltimo punto, seala

    sobre todo el turismo que tiene muchos intereses en el mantenimientoy en la propagacin de imgenes que sugieran una cultura indiatradicional e intacta. No es de extraar que tenga grandes dudascon respecto a la veneracin internacional de la biografa de RigobertaMench. Desconfa del apoyo internacional exento de crtica a lalucha nacional de izquierdas de Mench y afirma:

    [E]stos sectores encontraban en el discurso de Mench, en ella misma yen la adhesin y solidaridad hacia ella y hacia lo que ellos perciban que

    ella representaba (el pueblo maya de Guatemala y los pueblos indgenasdel mundo), un emblema y un sujeto vivo que les serva para darle a suactividad acadmica una proyeccin que transcendiera las aulas ycoadyuvara a la revolucin popular en Centroamrica.53

    En su opinin, los intelectuales extranjeros se han apropiado de lavoz (autntica?) de Rigoberta Mench para alcanzar sus propiosobjetivos polticos e intelectuales.

    As volvemos al tema principal de este ensayo: la compleja relacin

    entre los intelectuales y los acadmicos del mundo euronorteame-ricano y sus colegas de Amrica Latina. Los ejemplos de Guatemalademuestran lo complicada y contradictoria que puede ser estarelacin. Vemos a una mujer maya que se hizo famosa a nivel mundialcon ayuda de una escritora franco-venezolana y que se convirti enel smbolo de la lucha indgena en Latinoamrica y en el mundoentero. De esa manera, abri el camino a una nueva generacin deintelectuales indgenas, que (a veces con un ttulo norteamericano

    52 Mario Roberto Morales, La articulacin de las diferencias o el sndrome de Maximn.Los discursos literarios y polticos del debate intertnico en Guatemala (Guatemala:Flacso, 1998); pp. 295-390. Tambin: Warren, Indigenous movements and theircritics, 41-42.

    53 Morales, La articulacin de las diferencias, 134-135.

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    de PhD) se han convertido en actores polticos importantes en laGuatemala actual. Vemos cmo un antroplogo norteamericano estintentado analizar la historia de esta mujer en aras de la verdad

    acadmica. Estos intentos no estn dando lugar a mucho debate enla Guatemala de despus de la guerra civil, pero estn teniendocomo resultado una fuerte discusin en la academia norteamericana,donde no se cuestionan tanto los hechos, sino la interpretacin deesos hechos y de sus consecuencias polticas y sociales. Por ltimo,encontramos un acadmico y periodista guatemalteco que se doctoren la Universidad de Pittsburgh y que utiliza la jerga literariapostmoderna en Guatemala para resistirse contra lo que l considera

    un movimiento indgena racista y esencialista, apoyado porintelectuales norteamericanos que se sirven de este movimiento paraencontrar una solucin a sus propios problemas con la raza y laidentidad.

    Una segunda reflexin

    En primer lugar estos ejemplos demuestran que sera una equivo-

    cacin confrontar simplemente a los intelectuales latinoamericanoscon los investigadores extranjeros.54 Dentro de cada grupo se dangrandes diferencias y se producen debates de contenido en losdistintos grupos. Las relaciones polticas y acadmicas ya no selimitan a las fronteras nacionales, y quizs nunca lo hayan hecho enel caso de Amrica Latina. Las nuevas posibilidades de comunicacinpermiten que los investigadores que tienen las mismas ideasmantengan contacto peridico y dan espacio a la creacin de redes

    acadmicas internacionales. Latinoamrica es un continente muyinformatizado y durante los ltimos veinte aos he experimentadoen mi propia carne cmo el mundo latinoamericano se ha idoaproximando cada vez ms a nuestro mundo. El contacto diario y

    54 En sus intentos de concebir un nuevo paradigma para el estudio de LatinoamricaMoreiras afirma: Los latinoamericanistas latinoamericanos, o los que asumen tal

    posicin, realmente no tienen derecho de asumir la representacin de la negacinsubalterna, porque tambin piensan partiendo del discurso colonial, al igual que,por ejemplo, los latinoamericanistas norteamericanos (y todos los demscosmopolitas y neocosmopolitas, siempre que sean latinoamericanistas) no sonrepresentantes intachables del sistema de dominacin epistmico. La posicinacadmica, aqu, siempre se ha cruzado y entrecruzado, en: The Exhaustion of Difference, 17

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    directo se ha convertido en algo tan normal que casi nos olvidamoslo difcil que era la comunicacin an hace poco. Ya hemos vistocmo los movimientos de emancipacin se sirven cada vez ms de

    esta globalizacin para dar ms fuerza a su lucha local. He demostradocmo este proceso ha desembocado en formas nuevas y a veces igualde complejas de dilogo intelectuales.

    Por otra parte, el mundo intelectual se sigue caracterizando porgrandes diferencias de poder a nivel econmico, poltico y cultural.Estas diferencias de poder son una herencia de las estructurascoloniales y neocoloniales, pero tambin se deben a las nuevas desi-gualdades econmicas a nivel mundial. Sin embargo, lo que yo quiero

    argumentar es que eso no implica que consecuentemente la agendaintelectual tambin se determine en el centro del poder mundial.

    Estas agendas se elaboran y se ejecutan en todas partes a distintosniveles.55 Estas agendas se confrontan entre s en los lugares ymomentos ms inesperados. La crtica de Favre cort de raz lautopa de Arguedas? Todo lo contrario. Esa crtica consigui en parteque Arguedas se convirtiera en una especie de personaje cultural ypoltico de culto en Per. Al mismo tiempo, este episodio tampoco

    le perjudic a Favre. La discusin con Arguedas consolid en partesu fama como antroplogo. Demostr a sus seguidores acadmicosque era un pensador independiente y que daba mucha importanciaa los valores acadmicos de la objetividad y la controlabilidad.

    En el caso de Rigoberta Mench vemos otro proceso. Consiguidesempear un papel importante en Guatemala por el reconoci-miento internacional que qued simbolizado con el Premio Nobel.Podemos preguntarnos: El anlisis de Stoll debilit su posicin?

    Por una parte s, pero esa influencia fue insignificante dentro delcontexto local. Si perdi influencia, en gran parte fue a consecuenciade los conflictos internos en Guatemala.56 Por otra parte, difcilmentepodemos considerar a Stoll como un miembro representativo de lapoderosa academia norteamericana. La crtica mordaz que le hizo a

    55 Para un anlisis provocador de las distintas agendas en el estudio de los Andes:

    Orin Starn, Rethinking the Politics of Anthropology: The Case of the Andes,Current Anthropology 35:1 (February 1994); pp. 13-38. Vase tambin: DanielMato, Reflexiones para un dilogo sobre Agendas intelectuales crticas en AmricaLatina, Discurso durante el Seminario Internacional Agendas intelectuales crticasen Amrica Latina, un dilogo, Buenos Aires, 27-29 de agosto, 2001.

    56 Victor D. Montejo recalca esta contraposicin: Truth, Human Rights, andRepresentation, en: Arias, The Rigoberta Mench Controversy, 372-391.

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    57 Warren, Telling Truths, 207.

    Mench se explica en parte debido a su posicin un poco marginaldentro del mundo acadmico norteamericano.57 Tambin losreproches de arrogancia o de adoptar una postura neocolonial que

    me hicieron en la Repblica Dominicana ponen de manifiestoagendas contrapuestas. Quizs fueron el resultado de la frustracino del enojo de un colega dominicano. Pero acabo de presentar esteincidente en un ensayo acadmico para intentar convencer a mislectores del anlisis que hice. Por lo tanto, el dilogo acadmico quefue el punto de partida de estas reflexiones es mucho menos unvocoy simple de lo que tal vez suponamos al principio. Tiene variascaras. Todos los partidos manipulan la retrica de los dems, se

    apropian de los elementos discursivos y los vuelven a utilizar en suspropias agendas acadmicas o polticas.Naturalmente, esto no implica que las diferencias de poder y de

    capital simblico hayan pasado a ser irrelevantes. Slo el hecho deque les estudiemos a ellos y que ellos casi nunca sean capaces dehacer lo mismo con nosotros, es una prueba de esta desigualdad.Una monografa publicada en una editorial universitaria norte-americana tiene mucho ms impacto acadmico que un estudioeditado por la universidad latinoamericana local. La crtica a la posi-cin de poder terica de la academia norteamericana (y hasta ciertopunto: europea), que han expresado acadmicos latino-americanos,resulta justificada en muchos aspectos.

    Dilogo y confrontacin en un mundo global

    Estas reflexiones son an ms importantes en un continente comoAmrica Latina, donde las ciencias y la vida intelectual estn en

    general muy vinculadas, casi de forma inseparable, a todo tipo dedebates polticos y sociales. Los intelectuales latinoamericanos sonmuy conscientes de la vinculacin social y poltica de su trabajo y seconsideran los protagonistas en el debate poltico. Fernando HenriqueCardoso, uno de los principales representantes de la escuela de ladependencia, fue presidente de Brasil; Jorge Castaeda, autor famosode un estudio muy detallado sobre el movimiento de izquierdaslatinoamericano y bigrafo de Che Guevara, es ministro de Relaci-

    ones Exteriores de Mxico. Jos Joaqun Brunner, un autor impor-tante sobre la modernidad de Latinoamrica, fue ministro de Educa-cin del Gobierno chileno.

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    Esta situacin no slo tiene consecuencias econmicas para laspersonas involucradas, sino tambin acadmicas porque determinaa quines se les asigna puestos de poder acadmicos o fondos para

    una nueva investigacin. Por supuesto, existen redes de acadmicosemparentados disciplinar o tericamente, pero me cost muchotiempo darme cuenta de que en Latinoamrica las redes msimportantes y ms fuertes de acadmicos son polticas. Y por lotanto tambin las lneas divisorias ms importantes. Peleas oconflictos que son insignificantes o que apenas son relevantes desdeuna perspectiva acadmica, pueden desembocar en enemistadesprofundas debido a estas contradicciones polticas. Los intereses

    polticos desempean un papel importante en las ciencias. Losintelectuales pueden pasar al Gobierno o a la oposicin al igualque los partidos polticos. Se mira con mucha desconfianza a losintelectuales que realizan trabajos para el Gobierno o que ejercencargos gubernamentales. A m personalmente tambin me criticaronvarios amigos y colegas latinoamericanos (y holandeses!) despusde haber aceptado un encargo del Gobierno holands. Cmo fueposible que me dejara seducir por el sistema tan fcilmente! Este

    comportamiento desemboca a veces en lo que Peter Wilson llamcrab antics en el mundo intelectual.58 Los acadmicos se relacionanentre s por un abrazo fatal de desconfianza que les impide desem-pear un papel social independiente desde un punto de vistaacadmico.

    Por mucho que quieran olvidar esta situacin, a los acadmicoslatinoamericanos se lo recuerdan cada da. No tiene por qu ser tanextrema como la situacin en Colombia donde las amenazas a los

    acadmicos y a los lderes de opinin estn a la orden del da ydonde se han asesinado a decenas de intelectuales en los ltimosaos. O como en Per, donde el instituto cientfico IEP respetadoen todas partes ha tenido que buscar un trmino medio en sus anlisisentre la presin poltica del rgimen Fujimori y la intimidacin ylas amenazas de los grupos aliados con Sendero Luminoso.59 Tambinpuede deberse simplemente al carcter del debate poltico y a lapolarizacin social que influyen en la organizacin y en la dinmica

    de la investigacin acadmica en Amrica Latina.

    58 Peter J. Wilson, Crab antics: the social anthropology of English-speaking Negro societiesof the Caribbean (New Haven: Yale University Press, 1973).

    59 Para los interesados: Institute of Peruvian Studies (IEP): A nest of counterinsurgencypropaganda: www.blythe-org/peru-pcp/newflag

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    En Holanda tambin una parte de la investigacin cientfico-social est vinculada a la poltica. Una parte significativa de nuestrosacadmicos ms ambiciosos estn afiliados implcita o explcitamente

    a un partido poltico. A pesar de ello, tendemos a considerar lavinculacin poltica de las ciencias latinoamericanas como un puntodbil, vinculacin que impide a los acadmicos dedicarse de pleno auna investigacin de alta calidad. Enseguida consideramos comomolesto el debate acadmico politizado de Amrica Latina. Por otraparte, se suele acoger con incredulidad a los investigadores europeosen Latinoamrica cuando intentan explicar que vienen exclusiva-mente a hacer investigaciones.60 Los latinoamericanos nos suelen

    considerar como casos perdidos de una ingenuidad casi inverosmilcuando negamos el contexto poltico de nuestro trabajo y lasrelaciones de poder a las que est vinculado. En realidad, ellos notienen en ningn momento la ilusin de poder realizar su trabajofuera del contexto poltico y social. Su trabajo es poltica. Tal ycomo observa Gonzalo Snchez:

    En Amrica Latina (), para el intelectual no es una opcin sino unanecesidad estar en la poltica. Incluso la neutralidad se les enrostra a losintelectuales y se les cobra como traicin.61

    Los acadmicos latinoamericanos siempre han sido conscientes delas implicaciones polticas de su trabajo. Y con frecuencia partes de suobra acadmica van encaminadas directamente a movilizar la opininpblica.62 No es por nada que el ensayo poltico-moral es uno de los

    60 Para un informe de una discusin de este tipo: Lynn Stephens,Zapata Lives! Historiesand Cultural Politics in Southern Mexico (Berkeley etc: University of CaliforniaPress, 2002; p. 10).

    61 Snchez, El compromiso social, 14.62 Ejemplos de intervenciones explcitas son las cartas que los intelectuales colombianos

    escribieron a la guerrilla en 1992: Colombian Intellectuals and the Guerrilla, en:Charles Bergquist, Ricardo Pearanda y Gonzalo Snchez G. (eds), Violence inColombia 1990-2000. Waging War and Negotiating Peace (Wilmington: ScholarlyResources, 2001); pp. 214-225, y el testamento poltico que el historiador peruanoFlores Galindo escribi poco antes de su muerte: Alberto Flores Galindo,

    Reencontremos la dimensin utpica, Socialismo y Participacin 50 (Junio 1990);pp. 83-88. Dos ejemplos chilenos interesantes son: Alfredo Jocelyn-Holt Letelier,El Chile perplejo. Del avanzar sin transar al transar sin parar (Santiago: Planeta,1998), y: Sergio Grez y Gabriel Salazar (comps.), Manifiesto de Historiadores(Santiago: LOM, 1999). Vase tambin el maravilloso anlisis retrospectivo de laRevolucin Sandinista de Sergio Ramrez: Sergio Ramrez,Adis muchachos. Unamemoria de la revolucin sandinista(Mexico: Aguilar, 1999).

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    productos ms caractersticos de la intelectualidad latinoamericana.63

    Para sealar esta contraposicin, Daniel Mato hizo una distincinentre los acadmicos occidentales y los intelectuales latinoa-mericanos.64

    El primer grupo puede vivir de forma bastante autnoma e independientede su trabajo acadmico. El segundo grupo apenas se puede permitir ellujo de dedicarse exclusivamente a las ciencias. Los problemaseconmicos y polticos les obligan a llevar una vida multidimensional.Las circunstancias polticas determinan por lo general la direccin y laintensidad de su trabajo. Este trabajo nunca est libre de juicios devalor. En algunos casos incluso puede tener como consecuencia unamuerte violenta, la prisin o el exilio. El hecho de que Holanda cuente

    an con un grupo de intelectuales chilenos y argentinos que se quedaronen Holanda despus de que finalizara su exilio es un testimonio dramticoy silencioso de esta situacin.

    Por lo tanto, nos vemos confrontados a una situacin paradjica.Por una parte, cada vez ms, la globalizacin ha tenido comoconsecuencia una cooperacin acadmica internacional y una interna-cionalizacin de los debates acadmicos. Por otra parte, ese procesono ha tenido como consecuencia un contexto uniforme en el que se

    lleven a cabo los debates acadmicos. Las circunstancias locales y lasdesigualdades mundiales determinan en gran parte las agendasintelectual y poltica.65

    Conclusin

    Estoy muy consciente de dos limitaciones del anlisis anterior. Seha enfocado casi exclusivamente en la situacin de Latinoamrica,

    63 Sobre esta caracterstica de los intelectuales latinoamericanos: Pedro Morande,Cultura y modernizacin en Amrica Latina(Santiago de Chile: Instituto de sociologa,Pontificia Universidad Catlica de Chile, 1984). Tambin: Rama, La ciudad letrada.Es interesante que la (re)valorizacin de estos ensayos tambin influye en la discusinentre los investigadores latinoamericanos y norteamericanos sobre los EstudiosCulturales. Algunos acadmicos latinoamericanos sostienen que el referentehegemnico de los estudios culturales est silenciando la tradicin del ensayismolatinoamericano que, sin embargo, anticip varios de los actuales desplazamientosde fronteras disciplinarias que tanto se celebran internacionalmente; Richard,Globalizacin acadmica, 187.

    64 Mato, Introduccin, 18.65 ste tambin es el tema de: Mariano Plotkin y Ricardo Gonzlez Leandri (eds),

    Localismo y globalizacin. Aportes para una historia de los intelectuales en Iberoamrica(Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 2000).

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    lo cual no quiere decir que esta temtica slo sea relevante para esaregin. Estos dilogos y confrontaciones entre acadmicos e intelec-tuales se producen en el mundo entero y sera muy interesante

    compararlos. En segundo lugar, estoy consciente de que se ha llevadoa cabo un debate terico muy amplio sobre esta temtica durantelos ltimos aos.66 He pasado por alto una gran parte del mismo.Me he ceido deliberadamente a los aspectos ms concretos deldilogo acadmico, porque creo que hay una falta de reflexinprecisamente a ese nivel. Este anlisis seala inevitablemente que lareflexin sobre las premisas y el contexto de nuestro trabajo acadmicodebe ser una parte integral en nuestras investigaciones. El estudio

    de otras sociedades debe incluir tambin una reflexin sobre elcontexto del trabajo de nuestros colegas. Esto es totalmente crucialsi nos dedicamos a temas con una connotacin moral y polticacomo las relaciones raciales, la identidad, la problemtica de desar-rollo o los derechos humanos.67

    Empec este ensayo con la declaracin conmovedora de un colegaargentino. Su visin pas a ser una parte esencial de mi anlisisacadmico de la historia reciente de Argentina. En mi informe sobre

    Jorge Zorreguieta y la Guerra Sucia en Argentina opt por tratar

    66 Por nombrar unos cuantos estudios: Edward W. Said, Orientalism (New York:Pantheon, 1978); Kwame Anthony Appiah, In My Fathers House. Africa in thePhilosophy of Culture (New York/Oxford: Oxford University Press, 1992); Arjun

    Appadurai,Modernity at Large. Cultural Dimensions of Globalization (Minneapolis:University of Minnesota Press, 1996); Ranajit Guha (ed.) Subaltern Studies, variostomos; Gyan Prakash (ed.), After Colonialism. Imperial Histories and Postcolonial

    Displacements(Princeton