Sobre La Existencia de Dios
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Diego Fernando Gomez Noriega
Sergio Andrés Henao López
Experimento Mental
12 de agosto de 2012
Sobre la existencia de Dios
Puede que nuestro papel en este planeta no sea alabar a Dios sino crearlo.
» Arthur C. Clarke (1917-?) Escritor inglés de ciencia ficción
Resulta difícil cuestionarse sobre el tema de la existencia de Dios, después de todo ¿qué
sabemos de su naturaleza? Podemos aseverar que Dios es la potencia, el movimiento, la
verdad, la benevolencia, la justicia, la omnipotencia, la omnipresencia, el amor, el ser, y
todo cuanto sea lo máximo en su escala, o como Platón lo llamaría: el Demiurgo, una idea
absoluta que comprende todas las demás. ¿Para mí qué significa?, bueno, sigo sin
decidirme, pero sea lo que sea voy a tratar de concluir su existencia o no existencia.
La razón y la lógica humanas parecen ser el mejor motor para impulsar a la humanidad
hacia la verdad; sin embargo, a partir de la lógica podemos llegar a conclusiones
contradictorias y paradójicas:
El tiempo tiene un inicio, lo podemos concluir porque el tiempo que transcurrió para
que llegara el momento en que yo escribiera esto ya transcurrió, y sólo pudo haberlo hecho
si es finito, de lo contrario nunca habría llegado el momento de escribir esto. Ahora, el
tiempo tuvo que iniciar el algún punto, y como nada puede surgir de la nada, algo tuvo que
crear el tiempo, es decir, tuvo que haber un creador, uno eterno, porque de lo contrario
tendría que existir en algún tiempo determinado, y él existió aún sin existir el tiempo. Ergo
Dios existe.
Bueno, ya está demostrado que Dios existe. Sin embargo, ahora pensemos esto,
Dios es benevolencia en su mayor grado, así que podemos decir que si existe Dios, no
puede existir el mal, porque si es bondadoso no permitirá que exista el mal, sin embargo,
podemos presenciar el mal en cualquier momento. Ergo Dios no existe.
Como vemos, Dios existe y no existe, eso es lo que dictamina nuestra razón. El problema de
esto surge de la subjetividad que hay en los conceptos y de nuestra ignorancia sobre la
naturaleza de las cosas.
La subjetividad de los conceptos se presenta cuando definimos cosas como la maldad, la
bondad, la verdad, la justicia, y demás conceptos que entendemos como absolutos. Por un
lado, la justicia no significa lo mismo para mí que para el panadero de la panadería que
frecuento: para mí puede ser justo que un niño que se está muriendo de hambre tome un pan
sin pagarlo para que pueda alimentarse; mientras que para el panadero puede ser un crimen
inaceptable. De la misma forma nos sucede a los siete mil millones de personas que
existimos, de tal manera que podemos inferir que no hay una verdad absoluta entre
nosotros.
Pensemos, por otro lado, en la subjetividad humanidad vs. Universo. ¿Acaso tendría sentido
decir que es injusto o malo que un meteorito de magnitudes colosales impacte a la Tierra y
devore toda la vida existente en ella? Por supuesto que no, esto es algo que ocurre con los
conceptos humanos, que adquieren sentido sólo en un sistema conformado por humanos.
Teniendo en cuenta esto me atrevería a decir que quizá un concepto como la existencia y la
vida sólo tiene sentido hablando en términos humanos y no por fuera de estos.
Aunque la razón es conocida como la particularidad diferenciadora de los hombres con
respecto a cualquier otra cosa conocida, yo diría que es la ignorancia, porque es aquello que
nos permite juzgar la realidad de las cosas, delimitarlas, describirlas, darles un nombre y
crearlas. El problema de la ignorancia es que asumimos que la realidad que describimos
corresponde a la realidad, a la naturaleza inherente de las cosas; sin embargo, no sabemos si
esto es así, por ejemplo, en el caso de la previa demostración de la existencia de Dios,
hablamos de la naturaleza del tiempo, de su transcurrir y de la necesidad de un inicio para
llegar a este preciso instante. Ahora, eso puede ser cierto para un tiempo con una dirección,
un tiempo que está siempre fluyendo, un tiempo en movimiento; sin embargo, podemos
verlo como algo que es, como algo definido y en cambio que nosotros seamos los que
estamos moviéndonos a lo largo de él. Ergo el tiempo puede ser eterno y no hay necesidad
de que haya un creador de esencia eterna.
Lo que quiero decir con la demostración de que el tiempo puede ser eterno, precisamente,
no es que es eterno, sino que no sabemos cuál sea su naturaleza, además de que podría sólo
tener sentido hablar del concepto tiempo en nuestros términos, por ejemplo, una idea no
“sufre el paso del tiempo” (o como propuse hace un rato, una idea no se mueve a lo largo
del tiempo), de ahí que se diga que son inmortales.
Las anteriores ideas que he expuesto parecen tener algo de razón, pero al mismo tiempo
parecen estar regadas sin un orden ni un fin, así que reuniendo lo que he dicho quiero
justificar mi posición acerca de una posible demostración de la existencia de Dios:
Mi posición acerca de Dios y su existencia depende del punto de vista que tomemos.
Principalmente voy a tomar tres posiciones y a desarrollar mi idea sobre la demostrabilidad
de Dios en cada una de ellas.
Primero, si suponemos que los conceptos que hemos acuñado como humanidad a lo largo
de la historia tienen validez en el Universo de manera independiente de nosotros es
imposible que demostremos la existencia de Dios, porque nuestros sentidos y razón son
limitados, porque cada vez que escudriñamos más con nuestra deificada ciencia, más vemos
que no tenemos idea de lo que sucede afuera de la burbuja en que se encuentra la
humanidad y el yo (aunque algunos tiendan a aseverar que cada teoría es la última palabra
sobre la naturaleza de la realidad). Aunque me gustaría ahondar más en lo que a la
naturaleza del yo se refiere, sólo puedo decir que a mi modo de ver, el solipsismo es una
barrera infranqueable, siempre habrá un yo observador que no puede estar seguro de nada
de lo que está afuera de él.
Ahora, supongamos que los conceptos que manejamos dependen totalmente de si están en
un sistema humano, en este caso, también es imposible (y sin sentido) demostrar la
existencia de Dios, porque la naturaleza de un ser como el descrito es totalmente
incomprensible para nosotros: jamás entenderíamos un ápice de él y no tiene sentido alguno
hablar de la existencia de algo fuera de nuestro sistema, porque no sabemos si la existencia
sólo es algo que tiene sentido en función de nuestra mentalidad humana.
Por último, si suponemos que el desarrollo de la naturaleza depende del “observador”, el yo;
es irrefutable la existencia de Dios, porque todo cuanto depende del “yo” son ideas, y
claramente la idea de Dios existe, si no yo no estaría tratando de llegar a alguna conclusión
sobre él. Para concluir, expondré una idea fascinante relacionada con este último punto de
vista, esta es la idea de que quizá Dios sólo es la idea que tiene de sí mismo el yo, el ser del
que depende su propia esencia.