SOBRE LA POR WlttlB»

58

Transcript of SOBRE LA POR WlttlB»

Page 1: SOBRE LA POR WlttlB»

rmnQTQi üiO-LOSOBRE LA

PRESENTADA AL JURADO DE CALIFICACIONPOR

A8K£ Fo WlttlB»ALUMNO DE LA ESCUELA DE MEDICINA

DEL ESTADO.

GUADALA JARA,Tip. de Francisco Arroyo de Anda.—Calle de Balen , num . 18.

133 3'.

Page 2: SOBRE LA POR WlttlB»
Page 3: SOBRE LA POR WlttlB»

AL SEÑOR L1C.

l'fiiiiriota ÍVvoíií ifí cernía.TESTIMONIO PUBLICO DE GRATITUD

Page 4: SOBRE LA POR WlttlB»
Page 5: SOBRE LA POR WlttlB»

AL H. JURADO.de los obstáculos que encuentra el que desea obte-

ner el título en Medicina y Cirujia, es la foimacion de u-na tesis-, por que si bien es cierto que todos sus afanes sehan dirigido á reunir una suma de conocimientos que jus-tifique sus aspiraciones, no lo es ménos, que lo extensode los que á la Medicina conciernen, supera á su capaci-dad intelectual.

Imposible es que una tesis llene todas las exigenciascientíficas; por que siendo el corolario de las nociones delalumno que la presenta, debe tener el mismo grado deimperfección que estas.

Para adquirir en el piélago inmenso de los conocimien-tos médicos, los fundamentos sólidos de una tésis, seríanecesario sacrificar un tiempo mucho más largo que elque la ley señala.

La Escuela siembra en las inteligencias, la semilla queel alumno, después profesor, tiene que cultivar y hacerfructificar. Estos frutos, la sociedad los recoge; yo, á nom-bre de ella, os doy las gracias porque habéis cooperado ála formación de un miembro que desea serla útil.

Cuanto más penetraba en los oscuros arcanos delsaber, más convencido quedaba de mi insuficiencia; pe-ro apénas algún maestro trataba de explicar, y un torren-te de luzinundaba mi alma, haciéndome ver con clari-dad lo que ántes sólo veía entre tinieblas.

A vosotros, dignos profesores, dedico este trabajo; juz-gadlo con la severidad del juez que va á dar una senten-cia.

Page 6: SOBRE LA POR WlttlB»

6

Bien sé que al ejercicio de la profesión van unidas mildificultades que son otros tantos escollos con que tropiezael joven Médico.

Igualmente sé, que la ilustración, la abnegación y lamoralidad, son cualidades que deben ser inherentes á supersona.

Estas verdades han sido en todo tiempo proclamadasy reconocidas, y, á la vez que sancionadas por lá' Expe-riencia, han sido el ideal á que tienden los esfuerzos dela Escuela hacia sus educandos.

Este ideal se ha realizado, preciso es confesarlo; no'cito¡personalidades,-por que lb.4 hechos lo están demostrando'hasta la evidencia.

Me honro con haber pertenecido á la escuela que hadado hijos de tan renombrada ilustración.

Me satisface sobremanera encontrar en mi corazón lasverdades calcadas en la disciplina de la misma.

Me congratula el haber seguido en la práctica, el con-sejo de hombres probos que la misma Escuela ha tenidocomo directores.Si la Escuela de Medicina de Jalisco, ha producido emi-

nencias que han contribuido con su nombre á dar honraal Instituto, lamento no haber llegado á su altura; mi hu-milde trabajo lo demostrará. Espero que el H. Juradolo acogerá con benevolencia, sin ver en él, más que el ar-diente deseo de hacer una cosa digna de su aprobacioh,

Jr, #oitüa(e-¿ t

Page 7: SOBRE LA POR WlttlB»

7

Sinonimia y Definición-La palabra epilepsia, viene de un verbo griego que al

español se traduce por asir, sorprender-, derivación queprobablemente se la dió por el modo ordinario que tienede invadir la enfermedad que con dicha palabra se desig-na, puesto que casi siempre sorprende al individuo en me-dio de la salud, sin venir acompañada de fenómenos premo-nitores que hagan predecir que un individuo sufrirá unataque por primera vez.

Cuando ya está establecida definitivamente, el enfer-mo y los que le rodean, presienten la aproximación del a-taque, por un cambio en el carácter; pues sus ideas sufrenuna alteración tan marcada, que sin haber tratado á a-quella persona, se comprende que algo extraño hay enella: experimenta verdaderas alucinaciones, ó bien en-tra en un estado de abatimiento, por el que comprendeque dentro de breve tiempo pasará á un estado que ni élmismo podrá definir, ni ninguno otro podrá precaverle dela desgracia que le espera.

La etimología, pues, dá una idea vaga de lo que es lacosa, como que sólo dá á conocer la enfermedad en suprincipio.

Todos los sinónimos de la palabra, expresan con másó menos claridad, la idea que de esta afección se han for-mado los pueblos desde la más remota antigüedad eh quefuó conocida. Hipócrates se ocupó con especialidad deesta afección, y la llamó con el nombre de alto mal. Endiversas épocas, ha tomado distintos nombres: llamóse

Page 8: SOBRE LA POR WlttlB»

8

enfermedad hercúlea, por haberla padecido Hércules;enfermedad lunática, por creerse que las fases de la lunainfluyen en su aparición; otros nombres, como morbus sa-cer, morbus demonicus, tienen su razón de ser, en que sesuponía esta enfermedad como el castigo de los dioses.Los romanos, cuando sabían que alguien sufría de estaenfermedad, suspendían los comicios y sus asambleas, yde aquí le viene el nombre de mal comicial. Suponíanlos antiguos, que quien la padecía, estaba poseído del de-monio, y de aquí que la llamaran como antes se dijo. Otrosmuchos nombres, que sería prolijo enumerar, no dán unaidea médica ó que arroje alguna luz en el campo de laMedicina, sino que más bien dan á conocer las opinionesextravagantes que han versado sobre ella, inspiradas porel terror de que eran objetos tanto la misma enfermedadcomo el que la padecía. En la actualidad, se conserva suprimitivo nombre, y los autores que se ocupan de ella, só-lo hacen mención de su sinonimia como por memoria, ypara dar á entender su antigüedad.

Sí yo me propusiera dar una difinicion precisa quecomprendiera la naturaleza de la enfermedad, y que susimple enunciado bastara para darla á conocer en su esen-cia, incurriría en una petición de principio, por que su-pondría conocido lo mismo qne se trataba de dar á cono-cer. En efecto: saber en qué punto tiene su asiento la a-feccion, saber la naturaleza de la alteración, la extensiónque ocupa, lo mismo que la fisiología patológica, que vi-niera á demostrarnos que un órgano determinado sehalla alterado ó habían cesado las funciones á él encomen-dadas, serían los elementos de que me sirviera para for-mular una difinicion exacta; pero, no conociendo sino muypoco de estas partes componentes, es evidente que el to-do que con ellas construyera, adolecería del mismo defectode que se resienten todas y cada una de las mismas par-tes. Esta falta de certidumbre en la naturaleza íntima

Page 9: SOBRE LA POR WlttlB»

9

de la afección, la han reconocido y la confiesan ios auto-res modernos y de la antigüedad: por lo mismo, sería muyatrevido y pecaría contra las reglas del buen sentido, quienen las circunstancias actuales, quisiese definir esencial-mente una cosa que sólo se conoce por sus fenómenosy manifestaciones exteriores.

Apelo, pues, á una definición descriptiva, en estos tór-minos:

Neurosis cerebro-espinal caracterizada por la paráli-sis ó suspensión momentánea de la motilidad, de la sen-sibilidad, y de las facultades intelectivas y volitivas-, larespiración es estertorosa, el pulso frecuente, las venas seponen turgescentes, hay convulsiones tánicas y clónicas,espuma sanguinolenta en la boca, secreción de sudor fé-tido-, la orina, el esperma y las heces fecales salen de susreceptáculos en medio de la crisis; llega luego un estadocomatoso, al grado que él individuo permanece extrañoá las sensaciones exteriores: pasado el ataque, se presentaun estado de imbecilidad que dura más ó menos tiempoy que se reproduce cuando llega un segundo acceso. Es-tos son los caracteres que la distinguen en general, reser-vándome hablar de ellos especificadamente.La epilepsia la dividen los autores en grande y pequeño

ataque. Sus manifestaciones sintomáticas no abarcan,muchisimas veces, un cuadro tan extenso en este último,pues sólo hay vértigos ó ausenoias de corta duración, y áesto se reduce todo lo que se refiere á la descripciónde esta forma de la epilepsia. El pequeño mal, en laapariencia benigno, se asemeja á un niño mutilado, cuyaesfera de acción es rápida y poco extensa, pero que puedecausar los estragos del hombre bien conformado.

Patogenia y División-La predisposición individual constituye un terreno a

Page 10: SOBRE LA POR WlttlB»

10

propósito para el desarrollo de la enfermedad, y es tantomás manifiesta la influencia de la predispocicion, cuantoque se vó que diversos individuos expuestos á la mismacausa contraen distintas afecciones.Que una causa cualquiera obre sobre los centros nervio-

sos directa ó indirectamente, y el individuo predispuestoá la epilepsia sufrirá un primer ataque.

La causa que obra puede ser la expresión de otra afec-ción que tiene su asiento en el organismo ya predispues-to, y en tal caso los accesos no serán también sino las ma-nifestaciones de la sífilis, de la escrófula, de existencias ver-minosas en el tubo digestivo, y lleva entonces la denomi-nación de sintomática ó refleja .

Mas si la causa, sóanos ó nó conocida, nace directa-mente, determinando accesos que no reconocen á otraafección de la que sean un efecto, sino que obra indepen-dientemente en el sitio mismo que más ántes se dijo reci-bía la influencia á distancia, engendra en este caso la epi-lepsia esencial directa ó espontánea.\ Ahora bien: entrando en juego la predisposición y el con-curso de causas ocasionales, tenemos los elementos pato-génicos necesarios para que el resultado de su acción nosea otra cosaque la entidad epiléptica que latente al prin-cipio, sólo esperaba para manifestarse, algo que viniera áexcitar su punto de partida. ¿Cómo obran estas causas ádistancia? y sobre todo, ¿dónde empieza y dónde acaba lacausa cuya acción se traduce por un conjunto sintomáti-co complexo que se llama epilepsia? Cuestiones son estasque para resolverlas tendríamos que invocar varias hipó •

tesis, nada satisfactorias por cierto, al tratar de un puntocapital que nos podría dar la llave ’para la solución decuantos problemas se ofrecieran en el curso de este tra-bajo; sin embargo, suponiendo por ahora, como la gene-ralidad de los autores lo admite, y experiencias fisio-pa-tológicas parecen comprobarlo, que el sitio del mal está

Page 11: SOBRE LA POR WlttlB»

11

en el bulbo raquídeo, y que de allí parten todos esos fe-nómenos que en su conjunto forman el ataque; y, supo-niendo además que es cierta la relación que liga unos ór-ganos á otros, relación puramente funcional y que se hallamado simpatía por continuidad ó por contigüidad; consólo apelar á esta palabra tendríamos explicado el fenó-meno; pero, cuán poco satisfactorio es cubrir nuestra ig-norancia con palabras inventadas ad hoc, como hasta a-quí se ha venido haciendo! ¿Cómo, por ejemplo, un tu-mor intracraneano, suponiéndolo colocado sobre los hemis-ferios cerebrales, determina convulsiones epileptiformes deun carácter intermitente, y que hacen que el individuoentre en un acceso tan semejante al de una epilepsiafranca y esencial, que sin los antecedentes que el enfer-mo suministra y sin la persistencia de los síntomas decompresión, sería’imposible distinguirlos? Apélese á lasteorías que se quiera, para explicarla por medio de lassimpatías, yo no veo otra cosa sino que la acción refleja dela médula oblongada, determinada por la acción centrípe-ta de los nervios periféricos, se convierte en el bulbo,por un mecanismo que nos es desconocido, en convulsionespor parte de los músculos de la vida de relación, y en es-pasmos poí parte de los de la vida vegetativa. Estos dosactos convulsivos nos daú razón de la interrupción de laacción cerebral y de las congestiones en la cara, comotambién de las manchas equimóticas que aparecen en lafrente, cuello y parte superior del tronco: el mecanismocon que esta série de fenómenos se efectúa, es muy claro ipues basta recordar la influencia del gran simpático sobrela circulación capilar, y la dependencia que este nerviotiene del bulbo, puesto que alli se encuentra parte de suscentros de inervación,"para conocer sin gran trabajo el im-portante papel que desempeña en la producción del fenó-meno compléxo que caracteriza en gran parte al ataquecomicial.

Page 12: SOBRE LA POR WlttlB»

12

Supongamos á un individuo predispuesto por la he-rencia, y que una emoción moral viva, como el miedo, óla vista de un horroroso espectáculo, venga á ocasionaren él un acceso; ¿qué ha sucedido en éste caso? ¿endónde acción refleja que en el caso anteriorsirvió de punto de partida para explicar, valiéndonosde la simpatía por continuidad, la producción de unacceso cuya causa obró á cierta distancia del bulbo? No ha-biendo la existencia de una causa de esta naturaleza, sinosolamente una predisposición que el individuo trajo alnacer como un legado que la naturaleza ha puesto en suOrganización, es manifiesto, que en el órgano que recibiala influencia de causas lejanas, se halla ahora el principalelemento, cuya acción habría quedado muda sin una cau-sa ocasional, que llegara á despertar su excitabilidad,la cual fué repentinamente sorprendida por la causa ocasio-nal que no obraba en el organismo como otra entidadmorbosa que tuviera por síntoma la complexión fenome-nal de la epilepsia.

Aquí tenemos el aislamiento de una sola afección, quonos pone en evidencia de causa, dándonos á conocer queel concurso de una ocasional con otra predisponente, hadado origen á la entidad patológica, que más ántes vimosproducirse á favor de otra afección, de la cual no era másque un síntoma. Aquí, las manifestaciones exterioresparten del bulbo mismo, y no de un punto lejano de él:luego hay accesos cuyas causas obran de la periferia alcentro, y otros en que la causa se encuentre en el centromismo. Los primeros requieren que la excitación nervio-sa que se ejercita á distancia, encuentre un terreno apro-piado, donde se produzca el ataque que en otras circuns-tancias quedaría sin resultado: los segundos no nesesitanmás que el órgano epileptógeno reciba la impresión queen otras circunstancias quedaría muda sin el concurso dela causa ocasional. Estas son las dos primeras divisiones

Page 13: SOBRE LA POR WlttlB»

13

que se hacen del alto mal; sintomático y esencial: y rea-sumen en sí, la cuestión importantísima del diagnósticoy del tratamiento.

Esta neurosis, tiene el carácter, cuando felizmente nose complica de alguna otra afección que influya sobre sumarcha, de dejar al individuo en un estado aparente desalud.

Cuando se complica de una neuralgia del quinto par enalguna de sus ramas, que se conoce con el nombre deneuralgia epileptiforme, tic doloroso, ó por alguna otraneurosis como la angina de pecho, que, aunque tambiénestas llegan por paroximos, no pierden, sin embargo, el ca-rácter de la epilepsia, que en tal caso toma el nombre delarvada, la salud del paciente no es tan satisfactoria en laapariencia, como lo es en la epilepsia franca.

Suele esta enfermedad quedar ignorada del mismo in-dividuo que la padece, hasta por espacio de diez años, enrazón de que los accesos vienen por la noche, y el enfer-mo no se apercibe de su mal, sino por cierto cansancioque siente otro dia al despertar, por las señales evidentesque deja en la lengua lo mismo que una cefalalgia, conobtusión de las ideas y la emisión de orina en la cama, e-fectuada en medio del ataque. Como esta cefaléa puedetener el tiempo de disiparse, en el que transcurre desde laproducción del ataque hasta las primeras horas del dia,llama poco la atención, sino es en el caso en que hayauna luxación ó alguna otra lesión que haga necesarioConsultar al médico; quien, en tal caso, por la circunstan-cia de la emisión de la orina, de heces fecales muchas ve-ces, ypor las manchas equimóticas en las partes superiores»á la vez que por las mordeduras de la lengua, forma sudiagnóstico. Todas aquellas señales que estuvieron lla-mando, aunque poco, la atención del enfermo, y que pa-ra él eran de poco valor, son signos evidentes para el fa-cultativo, de accesos nocturnos de epilepsia que, á no ser

Page 14: SOBRE LA POR WlttlB»

14

por un accidente casual, habrían pasado desapercibidos, yde aquí que se les llame diurnos y nocturnos.

El pequeño mal puede transformarse en el grande mal,y casi siempre cuando se obtiene un caso de curación, hayregresión del grande al pepueño, y no es raro obser-var la coexistencia en un mismo individuo de vértigos yaccesos convulsivos, que se suceden á largos intervalos,hasta quedar difinitivamente establecido uno de los dos;y como si no fuera idéntico en cuanto á su esencia el pe-queño al grande, parece que uno engendra al otro sirvién-dole como de causa predisponente, pues en el fondo es lamisma enfermedad que tiene dos modos distintos de ma-nifestarse, pero que en un caso es más ruidosa, digámos-lo así, y en otra es más silenciosa.

Dos principios capitales que pueden servirnos de basepara darnos razón de la patogenesia, son la anemia cere-bral y las funciones fisiológicas del bulbo. Cuando exis-te la primera, hay cesación de las funciones cerebrales,y esta es causada por la anérnia que á su vez es depen-diente del espasmo de la fibra lisa en los vasos capilares •

En cuanto á las funciones fisiológicas del bulbo, sólo di-rémos, que estando allí sentadas radicalmente las excita-ciones motrices de los músculos de fibra estriada, por na-cer de allí mismo la inervación de estos, no puede ménosque hacer resentir su exitacion anormal en las partes dis-tantes, á donde manda su influjo nervioso, como son losmúsculos de los miembros inferiores, superiores y deltronco; y por esto podemos explicar los fenómenos subse-cuentes, ó las convulsiones: por la excitación del gransimpático, explicamos la constricción de los vasos, que setraduce por la palidez cadavérica al principio del ataque.La pérdida del conocimiento y de la sensibilidad, son elresultado inmediato de la disminución en el aflujo san-guíneo, hácia la pia madre y á la masa cerebral. Comodurante el periodo convulsivo, hay un estado de rigidez

Page 15: SOBRE LA POR WlttlB»

15

tetánica que dura un corto espacio de tiempo, estado delque se afectan áun los músculos respiratorios, se producecierto grado de axfixia, que unido á la cesación del es-pasmo vascular determina inmediatamente un estado con-gestivo hácia el cerebro, y de aquí sigue el periodo de lasconvulsiones.

Al agotamiento nervioso que es la consecuencia obliga-da de toda exageración en el funcionamiento de este sis-tema, sigue el estado de abatimiento, de fatiga ó de estu-por, miéntras el nervio recobra parte de la suma de fuer-za gastada, y esto nos dá razón del coma que sobrevieneen pos de un ataque de epilepsia.

Anatomía patológica-Por lo que anteceda se deja conocer el asiento ó sitio

de la enfermedad.En las investigaciones neeroscópicas, sobre los que han

muerto durante ó después de un acceso, se han halladolesiones en los centros nerviosos, que justifican la aserciónsupradicha de que allí es donde se encuentran las altera-ciones anátomo-patológicas.

En la masa cerebral, en el bulbo raquídeo especialmen-te, es donde se encuentran las huellas de las causas mor-bosas que presidieron á los ataques de epilepsia. Abrien-do el ráquis con escrupulosidad, cuidando de no hern-ias cubiertas de la médula, presenta de£de luego la duramadre, un estado de congestión qüe no puede atribuirseá la que viene post mortem, supuesto que es exclusiva enel género de estas investigaciones. En el Cerebro, el mis-mo estado se encuentra áun cuando el individuo por algúnaccidente haya muerto en el primer periodo; pues porcorto que se suponga el periodo de la agonía, cesará elprimero para dar lugar al Segundo periodo en que se aca-ba el espasmo vascular que trae consigo la congestión.

Page 16: SOBRE LA POR WlttlB»

16

Esto, más principalmente, se observa en el estado del mal,

ó lo que es lo mismo, cuando los ataques son subintrantes,pues en tal caso se suceden con intervalos de muy corta du-ración; en todos casos se encuentra en los ventrículos la-terales un derrame sero-sanguinolento, más ó ménos a-bundante, el plexo coroides congestionado y de un colorlívido, violeta, y en la misma masa cerebral un puntilleorojo morenusco; igual cosa sucede en el canal raquídeo.Estos derrames no son causa del ataque epiléptico, comoalgunos autores lo han asegurado, sino su consecuencia»como con mucha razón ha tratado de sostenerlo uno delos clínicos más eminentes de la época. (Trousseau.) Eléxtasis venoso, después que pasó la faz tetánica, nos dácuenta de estos derrames, lo mismo que de las equimosissubcutáneas en la frente y en la parte superior del tron-co.

Todos estos fenómenos se encuentran y se explican dela misma manera, en el caso en que la epilepsia sea sínto.mática de una afección que exista fuera ó en los centrosnerviosos.

Cuando el alto mal es esencial, en el bulbo es donde seencuentra el mayor número de lesiones, consistiendo enlos que mueren en medio del acceso, en congestiones ha-cia ese órgano: y si la epilepsia es inveterada, se encuen-tran los vasos en ese punto con sus paredes engrosadas,pasando muchas veces por un estado que tiende á la osi-ficación; por parte de la sustancia misma de la médula o-blongada, esta se encuentra endurecida al grado de crujirbajo el filo del escalpelo, sin poderse decir que hay un es-tado sirrósico, pues léjos de disminuir, aumenta de volü-men y se encuentra degenerado de una manera especial,de tal suerte, que no es posible, ni con ayuda del microsco.pió, decir que hay predominio de uno ú otro de sus ele.montos, sino que parece que las células de Bemak han au-

Page 17: SOBRE LA POR WlttlB»

17mentado uniformemente en todas sus partes constituyen-tes, y que sin perder sus relaciones recíprocas, han ejerci-do á distancia, unas sobre otras y sobre los centros delgran simpático, lo mismo que sobre los nervios de la vidade relación, la compresión ó sea esa modalidad sui gentrisque se traduce de una manera periódica por los accesos.

Queda en pie la cuestión de saber la naturaleza ó esen-Cia que requieran estas lesiones, para ser consideradas co*iüo la causa de la epilepsia.

Conocer la modalidad que adquieren las células nervio*sas, ha sido hasta aquí el desiderátum que han ambicio*nado nuestros antepasados y los contemporáneos,

Quiza más tarde llegue á resolverse tan importanteproblema, y entonces se obtendrá un triunfo en el terrenode la terapéutica, cuyos medios han venido demostrandosu ineficacia, por no poder establecerse un paralelo, queobrando en sentido inverso, restituya á la celdilla nervio*8a su vitalidad primera.

En dos autopsias cadavéricas practicadas, una y otrabaje la dirección del I)r. Miguel Mendoza López, quien ac-tualmente ejerce en el manicomio del Hospital de esta lo*colidad, se encontró lo siguiente:

Pablo N. de 30 años de edad, y vecino de Arandas,entró al Hospital en el año de 79 con objeto de curarsede Unas quemaduras de segundo grado, situadas en la par-te inferior é interna del pie izquierdo que, al caer por efec-to de un ataque, se causó en una hoguera. Temperamentoliní'átieo-sanguineo. Desde la adolescencia había comenza-do á sufrir de los primeros ataques, que se fueron haciendomás frecuentes al grado de causar en su inteligencia talesalteraciones, que fué necesario enviarlo al Hospital á cu-rarse de locura. Este enfermo murió de una afección in-testinal, que al fin se complicó de una*peritonítis sobre a-guda. Hecha la autopsia, se encontraron adherencias taníntimas, entre la aracnóides y el cerebro, que era imposi-

Page 18: SOBRE LA POR WlttlB»

18

ble separarla de éste sin causar desgarraduras; lo prime*to que se presentó b la vista, fué un tubérculo en la cuar-ta circunvolución derecha, otro en la parte inferior del ló-bulo anterior en la masa del cuerpo estriado, del tamañode un garbanzo que, al descubrirlo hallamos que era unverdadero quiste, cuyo contenido era duro y tal vez com-puesto de sales calcáreas, pues al resquebrajarlo entre losdedos se sentía al tacto como si se tomaran gránulos de are-na; en el mismo lóbulo, otro tubérculo entre la segunda ytorcera circunvolución, incrustado en la sustancia gris;otro, de la misma naturaleza, se encontró en la sustanciablanca del pedúnculo cerebral derecho; en la sustanciagris de la segunda circunvolución del mismo lóbulo ha-bía otro; en el tálamo óptico del mismo lado, se encontróun tubérculo en el ángulo anterior de este centro, á unoy medio centímetros de distancia del que existía en elcuerpo estriado.

Por fin, se encontraron otros dos en la parte superiordel hemisferio en la sustancia gris, y otros dos en la sus-tancia blanca. Procediendo luego á buscarlos en los pul-mones, sólo había uno en cada vértice pulmonar. Enel peritonéo no se encontró nada de particular, sino única-mente la lesión correspondiente á la inflamación que fuéla causa inmediata de la muerte.

Es de notarse, que sólo en e\ hemisferio cerebral dere-cho, existia este conjunto de tubérculos, pues en el iz-quierdo nada se encontró, con excepción del estado conges-tivo y cierto engrosamiento del plexo coroides con un de-rrame sero-sanguinolento enjnuy corta cantidad; altera-ciones que existían igualmente en el lado izquierdo.

Al hablar de los síntomas, se verá que los fenómenosconvulsivos predominan en un lado del cuerpo, y tal vezesto esté de acuerdo can la existencia de lesiones cerebra-les en el lado opuesto que, en el’caso presente, se encon-tró ser tubérculos. Tal Yes experiencias ulteriores den

Page 19: SOBRE LA POR WlttlB»

19

a conocer ¿si realmente son estos la causa de la epilepsia óla determinan sintomáticamente.

En la segunda autopsia del individuo cuya muerte sejuzgó ser causada por la epilepsia, se encontró solamenteun tubérculo en el pedúnculo cerebral izquierdo en lasustancia blanca.

La nocion que poseemos respecto á la anatomia patoló-gica de esta neurosis, es incompleta como todas las de [suclase, por no decir sumamente desconocida; pues las au-topsias de epilépticos que hasta aquí se han practicado,adolecen del defecto de no revelar causa alguna que hayapresidido durante la vida á las manifestaciones morbo-sas. Si alguna rama de la Patología ha adelantado bienpoco, es ciertamente la que trata de las neurosis.

Pero no es que se resienta de los adelantos de la épocapor que atraviesa, sino que [por la naturaleza é índolede estas investigaciones, se vé el espíritu precisado á a-bandonar esta clase]de trabajos, donde no puede darse unpaso por que no hay un punto de apoyo que pudieraguiarnos en este interesante estudio, pues todos los au-tores se reducen á decir que todo es desconocido quenada se encuentra, forzosamente debe de haberalgo. i

Si al bulbo se han dirigido todas las miradas del aná-tomo-patologista, desgraciadamente allí existe bien pocoque deja ménos que satisfechos á los espíritus exigentes-

Que el bulbo sea el centro epileptógeno es en lo quemás están de acuerdo los autores. Brown-Sequard qui-taba el cerebro y cerebelo de animales, mantenía la res-piración artificial, excitaba al bulbo y se producía el con-junto de fenómenos de un ataque epiléptico.

M. Yoisin producía los mismos fenómenos obrando acierta distancia del bulbo sobre la médula espinal, al nivelde la primera vértebra dorsál, y quince óveinte dias des-pués, se verificaba el primer ataque, de donde él, con

Page 20: SOBRE LA POR WlttlB»

20

Scbroeder ván der Kolk, concluyeron que el centro dedonde parten las manifestaciones epilépticas, está en elbulbo; pues cuando la excitación se limitaba á la regiónsuperior de la médula, sólo habia síntomas propios á lalesión de este órgano en su parte superior sin que llegaraá hacer explosionbl acceso epiléptico sino hasta el dia enquo la lesión alcanzaba los límites de la médula espinal,punto en que comienza la médula oblongada ó bulbo ra-quídeo,

Etiología-La epilepsia es propia do todas las edades, pero es más

propia de la infancia y de la pubertad: es propia de todoslos temperamentos y constituciones. El temperamentonervioso predispone más al desarrollo de esta enfermedad,que se presenta en casos aislados y nunca endémica 6 epi-démicamente. Los curiosos casos que se citan de contagioentre dos cónyuges, por ejemplo, queal tiempo de su enlaceuno de ellos era epiléptico, con los no ménos curiosos de ge-neralización de la neurosis en un manicomio ú hospicio, co-mo refiere Calmeil haberlo observado en Bicétre,pueden ex-plicarse que, por una imitación automática, en individuosimpresionables por la situación moral en que se encuentranse trasmiten de uno á otro poruña especie de simpatíaque reina entro dos ó mas individuos entregados á la mis-ma suerte.

La causa que ménos negable se ha encontrado, es la he-rencia en la linea recta ó colateral; y realmente es la fí-nica que debe admitirse sin objeción, pues las demás, co-mo las afecciones morales vivas, los excesos venéreos yalcohólicos, la edad de la pubertad en uno y otro sexo, laedad de la menopausia y tantas otras que seria largo enu-merar, solo han sido causas ocasionales que hacen estallarel ataque con unaregularidad que no está conforme con eltiempo en que obra la causa.

i

Page 21: SOBRE LA POR WlttlB»

21

El miedo es á lo que generalmente atribuyen las perso-nas el primer ataque; pero si profundizando en el interro-gatoiio adquirimos antecedentes de familia, con cuidadode no ofender la suceptibilidad de las personas, iremos áparar en que ha habido entre sus deudos algún maniaco,algún sordo-mudo ó que ha habido nacimientos de algunaunión consanguínea. Un susto por la conmoción nerviosaque imprime á la médula y al gran simpático, trae efectosinmediatos que á nadie por lo común se le escapan; pero,¿seria capaz de engendrar en el organismo esa modifica-ción sui géneris, que partiendo del bulbo hace sus mani-festaciones periódicas más ó menos regulares, y pone alindividuo apto para engendrar á su vez toda su prole, yque de una generación á otra tiene que pasar dejando porherencia el triste legado recibido ai tiempo de su concep-ción? Evidentemente que no.

Han observado los autores especialistas que han pasadola mayor parto de su vida viendo y observando epilépticos,como Yoisin y Calmeil en Salpetriérre que el ataque nosigue inmediatamente á la emoción sufrida, sino que á unestado particular del organismo que le va minando y quelo hace más impresionable á las agentes exteriores, sigueel primer acceso que á su vez es seguido de otros con másó ménos regularidad.

Un ingeniero, amigo mió, me refiere que una persona desu familia recibió un susto en presencia de un espetáculosangriento que se efectuó en la persona de un asesinoperseguido por la justicia: que esto ful un principio biensignificativo para él, para que tres meses después, se ob-servaran ataques de epilepsia entre su familia; pero si-guiendo el curso de la narración me refirió que uno de sustios era oomo imbécil y sufría una que otra vez ataquesque les llamaban de alferecía. Por este tenor he vistoen Trousseau la misma duda de la influencia que las emo-ciones morales vivas pueden tener sobre la génesis del

Page 22: SOBRE LA POR WlttlB»

22

mal comicial, y se expresa con tanta claridad, que no deja,duda respecto á este punto etiológico, pues elimina cuantascausas banales circulan en el terreno de las teorías, y dejala herencia como la única causa incontrovertible en la ge-neración del alto mal.

Hay otras causas que pueden figurar al lado de esta, co-mo los matrimonios consanguíneos. Me reservo hablarde ellas al exponer, en el tratamiento, la profilaxis de laepilepsia.

Puede decirse enregla general, que todas las causas másó menos probables de la epilepsia obran asi en razón de lamodificación que engendran en el sistema nervioso, en es-pecial en la médula oblongada y demás centros de iner-vación. La masturbación extinguiendo los sentimientosindividuales de familia, agota hasta los últimos restos defuerza que quedaban al organismo, y de este agotamientose resiente la médula oblongada que puede recibir las re-petidas excitaciones por medio de las comisuras que launen al cerebelo, ó bien recibe la misma conmoción cau-sada sobre la médula espinal, y por esto la consideran co-mo causa poderosísima de la epilepsia.

Se ha asignado como causa la supresión de un exuto-rio, de un herpes, la de una hemorragia á que está habi-tuado el organismo y la continencia prolongada. Todasestas causas podrán tener una significación más ó menosverdadera, y de hecho que la tienen porque desaparecien-do la causa presunta, desaparecen los efectos que por re-percusión han tomado sér en un organismo ya debilitadoy habituado á las pérdidas que por ellas se ocasionan. Es-tas han tomado en él el rango de necesarias para mantenerel equilibrio orgánico-funcional.

El estado eléctrico de la atmósfera tiene á no dudarlouna influencia marcada sobre la aparición de los accesos,al grado que puede decirse que estos individuos son unaespecie de barómetros que señalan las cualidades del tiem-po.

Page 23: SOBRE LA POR WlttlB»

23síntomas.AtTRA EPILÉPTICA.

Este fenómeno sensitivo que precede casi en la mitadde los casos á los ataques de epilepsia, es la sensa-ción que, partiendo de un punto del organismo in-vade con rapidez las partes superiores hasta llegar alencéfalo; los enfermos comparan este fenómeno á un va.por ó á un sentimiento de calor que se vá haciendo másintenso á medida que invade los puntos mas elevados.Puede considerarse [como el periodo prodrómico de laenfermedad, pues al decir de Piorry, no hay acceso queno venga precedido de aura epiléptica, y si alguna vez nose siente no es que falte, sino que estando colocado supunto de partida muy próximo al cerebro; v. g.,en el ner-vio óplico, el individuo no puede darse cuenta, por haberisocronismo entre el aura y la aparición del ataque.

Autores de nota, en su mayoría sostienen que puedefaltar muchísimas veces este fénomeno que no es inheren-te de una manera esencial á los ataques; y que las teoríasque sostienen todo lo contrario son ingeniosas, y honran ásus autores, pero que sirven bien poco para dirimir unacuestión de poca importancia.

Los prodrómos cuando existen pueden ser próximos ólejanos; estos últimos preceden de algunos dias ó algunashoras solamente, á la aparición del grande ataque convul-sivo, aquellos preceden al mismo, un tiempo casi inapre-ciable.

En el pequefio mal son estos mucho mas raros, pues ca-si siempre sorprende el mal en esta de sus formas, sin a-nunci arse por fenómenos precursores.

La duración del aura puede ser desde dos hasta treintasegundos y esta rapidez basta para diagnosticarla del au-ra histérica

, que camina con ménos velocidad ocupando-más de dos ó tres minutos en recorrer su trayecto; ade-

Page 24: SOBRE LA POR WlttlB»

24

xnás, la turbación nerviosa que sobreviene después de laepilepsia y que se traduce por una cefalalgia frontal y ob-tusión en las ideas, es suficiente para formar el diagnósti-co de las dos auras cuando queda duda respecto de su na-turaleza. Algunas veces el ataque queda reducido á laaparición del aura, y esta es una de las formas anómalasque la epilepsia presenta en su multiplicidad de] manifes-taciones;

La misma aura presenta variedades: á veces consiste enuna congestión en el órgano que le sirve de punto de par*ti da, el cual adquiere una coloración lívida; ó bien, al con-trario, se pone enteramente pálido; otras veces se manDfiesta por movimientos fibrilarés que se sienten al tocar,ó por convulsiones parciales y dolorosas que se limitan almiemb ro donde comenzaron, y es lo que Augusto Yoisinllama epilepsia parcial, pues todas sus manifestacionesque ;an reducidas á este solo fenómeno.

El aura puede ser ascendente, lo que es más común; ódescendente, y en este caso parte de la cabeza hácia eltronco y de allí á los miebros. Buede á la vez afectar lasdos formas: Bonet refiere un caso en que de la regióninguinal, partía hácia las dos extremos del cuerpo un hor-migueo que al posesionarse del vórtice, hacia caer al indi-viduo presa de un acceso.

El sitio del aura puede ser visceral y en este caso esmuy posible confundirla, tomándola como una afecciónque formara una entidad patológica. El estómago, el co-razón, el útero y los órganos respiratorios pueden servirlede sitio, y dado el caso de que quede reducido á ella elacceso, dará lugar á equivocaciones de diagnóstico que unexárnen sostenido puede evitar.

En la sala de Dios Hijo existe una joven de diez y o-cho años de edad, temperamento linfo-sanguíneo malaconstitución: desde su infancia padece de ataques, y alter-nan por espacios de tiempo irregulares. =con un sentimiento

Page 25: SOBRE LA POR WlttlB»

25

do sofocación (apopsiquia) que dura algunos dias sola-mente, y luego llega el ataque. Aquí en este caso podríatomarse este fenómeno por una entidad morbosa distinta,ó complicativa. El Doctor D. Pablo Vázquez en cuyoservicio estuvo esta enferma, nos liizo algunas observacio-nes para evitar caer en un error de diagnóstico.

Examinando el corazón, mientras dura este periodo desofocación, los latidos son fuertes y tumultuosos, el pulsoes dicroto; en el intervalo nada anormal hay en esta vis-cera. Siendo esto así, es de creerse en el aura visceral, queteniendo su punto de partida en el corazón afecta las fun-ciones que dependen de la circulación, quedando á estoreducido todo el ataque unas veces, y otras siendo seguidoefe las convulsiones.

Este caso es curioso por hallarse en él la doble mani-festación de la neurosis que, según la muy respetable opi-nión del Sr. Vázquez, es la epilepsia. No recuerdo habervisto en ningún otro autor de los que he consultado, uncaso de esta naturaleza.

Trousseau sólo afirma que liay coexistencia de las dosformas del mal.

¿Qué no será esto lo que Voisin llama epilepsia par-cial, combinada con el grande ataque convulsivo? Pare-ce mas satisfactorio considerar la duplicidad de estefenómeno, como la manifestación de una sola entidad,que á veces hace toda su explosión, quedando en otrasreducida á una de sus partes.

La neurósis del corazón que simula la angina de pechocaracterizada por un dolor que con más frecuencia se ex-tiende por el miembro superior izquierdo, es otra de lasformas con que se reviste el aura epiléptica y es más fre-cuente sentirlo partir de la mano hacia el corazón y quedaralinimitado, que pasar hasta el cerebro y detérminarun acceso con la integridad de sus manifestaciones.

La neuralgia del quinto par acompañada de ligeras

Page 26: SOBRE LA POR WlttlB»

26

convulsiones, es, á decir de muchos autores, otra forma deaura que por tal motivo ha llevado desde los trabajos delilustre Calmeil el nombre de neuralgia epileptiforme.

El aura, en cualquiera de sus variedades, particular-mente aquella, que de ordinario parte ele las últimas fa-langes, es comparada por los enfermos á un viento sutilí-simo, á un vapor ligero etc, que sube hasta llegar el encé-falo, y en llegando allí determina un acceso.

El ataquo de epilepsia en su forma convulsiva presen-ta regularmente tres periodos: el de convulsiones tónicas,el de convulsiones clónicas y el coma. En ella sucede loque en las fiebres intermitentes, que no siempre se pre-sentan sus estadios en número completo, pues faltan uno ódos de ellos en un acceso, pudiendo limitarse en la epilep-sia al convulsivo únicamente ó bien al estado comatoso sinobservarse los demás; mas no por esto debe negarse abso-lutamente su existencia, pues su duración puede ser tancorta que pase desapercibida á los ojos del observador.

En la primera faz de un ataque es casi constante obser-var el grito, la caída, la palidez de la cara con pérdidaabsoluta del conocimiento, la suspensión momentánea dela respiración y la disminución de los latidos cardiácos.

El grito, que es simultáneo con la caída que por lo re-gular es haciá delante, sin cuidarse el enfermo de no caeren el fuego, en el agua ó en algún precipicio, ni siquierade meter las manos para evitar, aúnque fuese instintiva-mente las contusiones de las partes prominentes, lo atri-buye la mayoría de los autores al espasmo de los múscu-los de la laringe y á la constricción del tórax, que es á unmismo tiempo que la de las otras partes; el grito es des-templado y de corta duración, muy semejante al del per-ro cuando repentinamente recibe un golpe fuerte en la ca-ja torácica.

La palidez de los tegumentos de la cara es un síntomade mucha significación, bajo el punto de vista médico-le-

Page 27: SOBRE LA POR WlttlB»

27

gal] puesto que no pudiendo producirse á voluntad nos

induce a descubrir la verdad en los ataques simulados.Más adelante tendré que ocuparme de éste punto.

El primer periodo de convulsiones tónicas (tetanismo)dura de diez á cuarenta segundos, y concluido que es, ha-ce lugar al segundo, de convulsiones clónicas. Durante elprimero, el pulso es pequeño, frecuente y dicroto; unahuella sacada en este estado, presenta la línea ascen-dente recta y de mayor longitud; termina en un vérticeagudo al continuarse con la descendente, que forma con-traste con la anterior en razón de su pequeñez y ondula-ciones, que le dan todos los caractéres del pulso de Córri-gan.

Al tacto los músculos dan la sensación de cuerdas duras,dibujándose separadamente bajo la piel y se notan ex-tremecimientos fibrilares de muy corta extensión. La ri-gidez tetánica predomina en un lado del cuerpo y por lacontracción del músculo esterno-cléido-mastoidéo, la carase vuelve sobre la espalda del lado opuesto. El brazocorrespondiente al mismo lado, se tuerce sobre si mis-mo y hacia fuera; el pulgar se pone bajo los otros de-dos de la mano en la adduccion forzada, el miembro pel-viano correspondiente, en una extensión y rigidez comple-tas, torciéndose en el mismo sentido que el miembro torá-cico: y este es el periodo en que se observan luxaciones dela espalda y con ménos frecuencia de otras articulaciones*

En la sala de Dios Padre hay un gendarme que ocupala cama núm. 47. Al entrar al Hospital llevaba una luxa-ción de la cabeza del húmero hacia adelante, la cual severificó á consecuencia de la caída que al principio del a-taque sufrió al descender por una escalera: más ántes ha-bía sentido otros accesos, epilépticos probablemente, se-gún las reseñas recogidas de sus deudos y la repeticiónque han tenido ahora después de su entrada al Hospital-

Guando los ataques son nocturnos, estas luxaciones ve-

Page 28: SOBRE LA POR WlttlB»

28

rificadas sin conciencia dol enfermo, son un elemento domucho valor para el diagnóstico. En el periodo de teta-nismo, la lengua por la contracción permanente de losmúsculos genioglosos, sale de las arcadas dentarias, y losmúsculos de la cara se contraen de un lado. Pasado estemomento de la crisis, entra el segundo periodo, ó de con-vulsiones clónicas. A la pálidez cadaverosa sucede la con-gestión, la cara toma una coloración lívida y este ins-tante es aquel en que se verifican las equimosis frontalesque tanto valor tienen en un caso de diagnóstico dudosoLas manchas equimóticas, teniendo por carácter no desa-parecer, bajo la presión del dedo, se asemejan á picadura 3

de pulga y aparecen á la vista algunas horas después deverificado el ataque, pudiendo retardar su aparición hastapor espacio de tres dias. Cuando todo ha entrado en órden,desaparecen ellas también, para reaparecer en otro acceso'

La lengua que, durante el primer periodo estaba entrelas arcadas dentarias, es herida al comenzar el segundo: deestas heridas, ó la caída de un diente ó de otro traumatis-mo que se hubiese verificado en las fosas nasales al tiempode caer, proviene la sangre que se mésela á la secreciónabundante de saliva que da la apariencia de una espumasanguinolenta;

Las contracciones son más fuertes en el lado donde pre-dominó el tetanismo en el primer periodo. Estas convul-siones se suceden de segundo en segundo ó mas frecuen-temente aún, y van siendo más extensas y retardadas ámedida que se prolongan; al fin hay una contracción exten *

sa que termina el ataque en el segundo periodo y luegollega el tercero. Las pupilas están dilatadas ó insensiblesá la luz: la sensibilidad es enteramente abolida; en esteestado puede pincharse la piel, y el enfermo no dar el me-nor signo de sentir; puede causarse una detonación y quedaigualmente desapercibida; puede acercarse sentido delolfato un frasco con amoniaco, y el individuo inerte, per-

Page 29: SOBRE LA POR WlttlB»

29

manece extraño á las sensaciones, por parte de todos lossentidos. Las emisiones se hacen involuntariamente.

Al cabo de medio minuto ó dos que dura este periodo*un suspiro demuestra que va á comenzar el tercero, en elcual queda el enfermo en un estado comatoso, con una res-piración estertorosa que le asemeja á un individuo queduerme profundamente.

El hábito exterior presenta las contusiones que hayanpodido hacerse durante el segundo periodo y la fisonomíaes la de un estúpido; pues el individuo parece estar heri-do de apoplegía cerebral ó bien que está en el embruteci-miento que causa la embriaguez por la ingestión de bebi-das alcohólicas. Este estado dura un cuarto ó una mediahora, quedando mientras pasa, inmóvil y en el esturpormás completo.

Terminando este tercer periodo, abre los ojos, vó en suderredor con indiferencia, tratando de ocultarse, como a-vergonzado, á las miradas de los que le observan; hayconfusión en sus ideas, pérdida de la memoria, y algunasveces queda en un estado delirante. Contesta con pala"bras ininteligibles á las preguntas que se le dirigen; haycefalalgia intensa, acompañada de ese trastorno de las fa-cultades intelectuales, que le asemeja á un imbécil porsello de estupidez que marca en su fisonomía. Este estadodura algunas horas, fin de este tiempo, va entrandogradualmente en su estado normal, adquiriendo las apa-riencias de la salud no perturbada, mientras no llega elsegundo ataque.

En los ataques de epilepsia, hay una similitud tan mar-cada entre unos y otros, que Guersand los compara á lasnegativas fotográficas que son casi indénticas al original.Hay casos en que pasada la crísis(*)queda un estado para-

[*] Esta palabra crisis la he usado, no en el sentido en que la to-ma Hipócrates, sino en el que la toman otros aurores para signi-ficar un periodo b el conjunto de ellos.

Page 30: SOBRE LA POR WlttlB»

30

plégico que se disipa bien pronto para reaparecer cuandollega otro acceso.

Todos estos síntomas están de acuerdo con las nocionesde anatomía patológica que dejó sentadas al principio; suexplicación queda hecha ai hablar de la patogenia y esrazón para que no entre en largos detalles en esta parteque la considero como completa.

Hasta aquí, he descrito los síntomas del grande mal,paso á describir ahora los del pequen >, que abarca uncuadro mónos extenso, pero que di lugar á cierto númerode variedades, al grado que el obseivador puede vacilaren el diagnóstico sin saber si se trata de una forma deepilepsia ó de una afección de alguno de los órganos con-tenidos en las cavidades esplácnicas.

En esta forma, el individuo siente que la razón leabandona repentinamente, y queda con un aire de sorpre-sa que dura seis ú ocho segundos, pero ageno á cuantopasa en su derredor. Vuelto en sí, no conserva el menorrecuerdo de lo que ha pasado, si no es que algún objetoque haya tenido en su3 manos se le halla escapado y al le-vantarlo comprende que algo han sufrido sus facultadesintelectuales, puesto que por un momente ha quedado in-conciente: si tenia alguna conversasion, interrumpe lafrase y la reanuda después del ataque, siguiendo conel mismo aplomo en el tema qu# tenia. Si alguienle pregunta lo que le ha pasado no entiende, porqueno conserva el menor recuerdo: otras veces estalla enrisa, que no teniendo por qué venir al caso, preguntannaturalmente los sircunstantes la causa de ella y él noí abe qué contestar. Puede también llegar un delirio, peroeste estado pasa desapercibido para los demás, por creersepropio de su carácter individual siempre que no pase decierto grado de racionalidad, que haga sospechar en él unestado mental anómalo.

En estos individuos se observa cierto tacto al ejecutar

Page 31: SOBRE LA POR WlttlB»

31

estas acciones en medio del delirio, pues se ha vistoque algunos operarios corren por los andatnios sin perder elpaso, y vueltos en sí se sorprenden a) hallarse distantes delpunto donde se hallaban ai tomarles el ataque.

En todos estos modos que tiene de manifestarse, se ob-serva un éxtasis pasagero, en que el individuo, ó suspendícompletamente sus acciones, ó las sigue ejerciendo nía-

quinalmente sin tener conciencia de ello, ni darse cuentade lo que ha pasado, Otras veces parece que hay un ac-ceso de sonambulismo en que el individuo se levanta, vaen cierta dirección, evitando los obstáculos y ejecuta al.gunas acciones razonables en apariencia, que son la con-secuencia obligada de alucinaciones que experimentan sussentidos.

En una variedad en que se cuenta la ausencia el éxta-sis no es tan completo, pues si durante ella se interpela ajenfermo sale de su modo de ser, sin conservar la memoriadel pasado. Podemos decir en tésis general: que la insen-sibilidad, inmobilidad, descoloracion de la cara, ligerasconvulsiones, distorsión de los globos oculares y de lascomisuras labiales que por su corta duración pasan casisiempre desapercibidas, son fenómenos que caracterizan lafaz vertiginosa del pequeño mal. En la ausencia hay mé-nos que observar, hay más tranquilidad por decir así, sindejar de sufrir el organismo en la ausencia y en el vérti-go lo que sufre en los ataques del grande mal, ó en la for-ma convulsiva,

Oigamos á Voisin cómo se expresa á este respecto:n El vértigo y áun la más ligera ausencia van acompa-

ñados y seguidos de modificaciones del pulso que el tactoy el esfigmógrafo demuestran claramente. Las huellassacadas con este instrumento, muestran que las pulsacio-nes son de tres á cinco veces más altas; que la linea as-cendente es vertical; el ángulo superior agudo, y que la

Page 32: SOBRE LA POR WlttlB»

32

línea descendente ofrece una depresión muy marcada co-mo en el dicrotismo más evidente,

“Al mismo tiempo, el número de pulsaciones aumentade veinte á cuarenta por minuto.

Estas modificaciones duran una hora y media ó dos ho-ras ordinariamente, así como lo he observado en el casosiguiente de vértigo:

“Gr se sobrecoge repentinamente; está pálido sucabeza en la actitud del hombre que reflexiona; no pro-nuncia palabra alguna, no tiene convulsiones; sacude sucasquete, dá algunos pasos y busca algo bajo la cama. Lafisonomía tiene una expresión estúpida, desgarra el casque,te, y escarmena los pedazos de algodón que se halla. A unapregunta que le hice, respondió de una manera ininteligi-ble. Estos fenómenos duran cinco minutos, al cabo delos cuales vuelve enteramente en si y parece estar en unestado normal.

“Sin embargo, no es así á juzgar por el pulso que de 92que presentaba al principio del vértigo, ha descendido á 84-y se ha vuelto impulsivo y dicroto al fin de veinte minu-tos. Una hora y media después del vértigo el pulso está& 72 por minuto, es dicroto y fuerte y las huellas esfig-mogróficas no denotan una notable diferencia con el pul-so tomado algunos minutos después del principio del a-taque. El pulso no recupera sus caractéres normales sinodespués de una hora y cuarenta minutos del principiode los accidentes. Estos fenómenos han sido casi loámismos en muchos individuos afectados de vértigos y doausencias.

“Esta forma y esta división de las modificaciones, mehan parecido tanto más importantes para señalarlas, cuan-to que se pudiera creer, viendo los enfermos sufrir un li-gero accidente epiléptico, que el estado general ha sufridobien poco y que la ausencia ó el vértigo una vez habien-

Page 33: SOBRE LA POR WlttlB»

33

do pasado, el paciente no presenta nada de morboso; puesbien' mis observaciones me han probado que no es así, yque el vértigo y la ausencia obran sobre todo el sistemacirculatorio de una manera tan intensa como los grandesataques.

“Este fenómeno nada tiene, por lo demás, de sorpren-dente si se reflexiona que la ausencia es el resultado deuna acción esténica mórbida, que se ejerce sobre los vaso-motores del cerebro y principalmente de la sustanciagris periférica, y que produce áun á la larga en la epilep-sia lesiones de nutrición señaladas por todos los autores”.

De aquí podemos deducir dos consecuencias en el terre-no fisiológico y psicológico. Dejando esta última paracuando trate de la responsabilidad criminal de los epilép-ticos, expongo la primera.

El vértigo, por ligero que sea, trae desórdenes en la cir-culación, y por inducción podemos llegar á conocer lo queexperimenta todo el organismo; si la circulación algo su-fre, podemos inferir que la médula y el trisplácnico hanrecibido la influencia que caracteriza á esta neurosis, yparticipando el gran simpático de esta lesión, es evidenteque las secreciones, la respiración, y las demás funcionesde la vida vegetativa, han resentido igualmente en pro-porción al gran simpático y á la médula, la influencia quesobre estos ejerce la neurosis.

Diagnóstico-El diagnóstico de la epilepsia, presenta muchas veces

graves dificultades por confundirse con otras neurósis.Trato de poner los principios que pueden servir de ba-

se en un caso clínico para dar un diagnóstico diferencial;Dos cuestiones pueden presentarse.

1. 3 ¿Hay epilepsia?2. ¿Es esencial, ó sintomática?

Page 34: SOBRE LA POR WlttlB»

34

Para resolver la primera cuestión, necesitamos la obser-vación de los síntomas. La rigidez tetánica, la adducciondel pulgar, la pérdida absoluta del conocimiento, la insen-sibilidad con que en la mayor parte de los casos se caracte-riza el grande ataque; juntamente con la palidez y caídaliácia delante, es lo primero que se presenta al observador,que atento ve pasar la primera faz de la enfermedad: puesbien, veamos ahora en qué otras afecciones se pueden pre-sentar algunos de los síntomas enumerados, y con la agre-gación de sus caractéres distintivos, dejarémos solamente»por exclusión, los que son la expresión clara y neta de laepilepsia.

La eclampsia, raras veces se confunde con la epilepsia:sus circustancias y manifestaciones la distinguen fácil-mente. Tiene una marcha aguda, su duración es muy corta,y pronto termina por la salud ó la muerte.

El embarazo y la albuminuria casi siempre la acompa-ñan, y aunque la epilepsia pueda venir bajo las mismascondiciones, sin embargo es ya una presunción de muchovalor para el diagnóstico.

En el año de 1881, entró al hospital, ocupando la camanúm. 20 en la sala de S. Miguel, una mujer á los ochomeses de la gestación, quien, al presentarse los primerosdolores, fué presa de convulsiones con pérdida del conoci-miento y de la sensibilidad.

Al siguiente dia, el Doctor Fortunato Arce practicó laversión] delante de los alumnos á quienes nos daba unaconferencia clínica; practicada que fué, nació de pies un fe-to muerto, y la madre siguió en el mismo estado de insen-sibilidad, repitiéndose los aesesos con intérvalos de diezá quince minutos hasta el siguiente dia en que murió enestado comatoso. En este caso, las circunstancias de serprimípara, el carácter de las convulsiones, la marcha rápi-da y una pronta terminación, fueron los elementos que sir-vieron para fundar el dignóstico.

Page 35: SOBRE LA POR WlttlB»

35

El histerismo, con el cual presenta cierta analogía, dejaun estado en el intervalo de los ataques, que en nada escomparable con el que deja la epilepsia, pues quedan ma-nifestaciones neurósicas muy variadas, tanto en las fun-ciones de la vida animal, como en las de la vida orgánica.Hay perversiones en la motilidad, sensibilidad y faculta-des afectivas; lo mismo pasa por parte de la inteligencia.

El histerismo es más frecuente en el sexo femenino, ypor parte de las funciones generatrices hay sensaciones ácuya existencia refiere la enferma el principio del ataque.

En la misma sala de S. Miguel, en el núm. 20, habia unamujer que sentía sensaciones que comparaba á una bolaque del epigástrio subía hasta la faringe, sintiendo des-pués una sofocación que atribuía al obstáculo que aquelcuerpo oponía á la entrada del aire: á la vez sentía un do-lor circunscrito en un punto del cráneo, en una extensiónarredondeada (clavo histe'rico); poco después se declarabael ataque, y aunque quedaba en un estado de estupidez,ésta se disipaba al poco tiempo, pero quedaban otros fe-nómenos que unidos á las sensaciones primeras (aura his-térica) nos dieron los elementos para diagnosticar el his-terismo.

Las convulsiones de los niños en el trabajo de la den-tición ó al principio de una fiebre eruptiva, se imponenpor una epilepsia en su forma subintrante; pero, teniendoen cuenta las circunstancias ántes dichas, con los antece-dentes, se evitará caer en un error deplorable. En efecto:los paroxismos en éste caso son más repetidos, y aunquela sensibilidad y la inteligencia sufren de una maneramarcada, hay casos en que al excitar la piel, los pequeñosenfermos dan muestras de sentir, y aun reconocen á laspersonas que se acercan á su lecho, lo cual no se observaránunca en la epilepsia.

Una vez ciertos de la existencia de la afección, cuyodiagnóstico se desprende de los síntomas ya enumerados,nos resta saber si es esencial ó sintomática.

Page 36: SOBRE LA POR WlttlB»

36Cuando en el intérvalo de los accesos, la salud es apa-

rentemente buena, hay presunciones que indican la sim*plicidad de la epilepsia. Si por el contrario, hay contrac-turas, parálisis, cefalalgia ó algunas otras manifestacionesdiatésicas, de sífilis ó escrófula, un hábito exterior contodos los atributos de una descomposición de la sangre ólos síntomas de entozoarios en el tubo digestivo, ó unacontusión anterior con fractura del cráneo, nos decidire-mos por una epilepsia sintomática, que en nada se dife-renciará de la esencial en cuanto á sus manifestacionesexteriores, sino sólo por los fenómenos subsecuentes..

En la sala de Dios Padre, en el núm. 70 está actual-mente Antonio Echeverría, de 33 años de edad, que alpiincipio del año de 1881, entró á curarse de una fractu-ra del cráneo, situada en el parietal derecho. Habiendocurado de la herida, volvió en este año con ataques epi-lépticos que se declararon al estarse efectuando la cicatri-zación. Estos ataques se repiten una ó dos veces á la se-mana, y después de ellos queda un estado soporoso que seprolonga de doce á veinticuatro horas.

Como antes de recibir esta contusión no los había pa-decido, nos vemos autorizados á creer que son sintomáti-cos.

La caries dentaria, las afecciones de la oreja interna,la tenia y la dispepsia, dan lugar á vértigos que se tomanpor el vértigo epiléptico. Inútil me parece insistir sobrelos medios de diagnóstico, pues tal confusión grosera sólola cometería quien no estuviera prevenido contra estasafecciones, al saber que pueden dar lugar á un síntomaformidable, que por un efecto simpático, párte de un órga-no distante de los centros de inervación y aparenta seruna forma de la epilepsia.

Otras afecciones nerviosas, y que son convulsivas, nopueden imponer por la epilepsia: la corea, con todas sus

Page 37: SOBRE LA POR WlttlB»

37

variedades, presenta un sindromo bien caracterizado co-mo exclusivo propiamente de ella.

En resumen: lo que pasa ántes, al tiempo, y después delataque, nos dá luces con las que podemos guiarnos al tra-tar de establecer un diagnóstico cierto y seguro para eltratamiento.

Marcea, duración, terminaciones ycomplicaciones.

Su marcha es crónica, y sólo en la forma subintrantepuede decirse que tiene una marcha aguda, pues sus ata-ques se repiten con frecuencia; aunque este estado vienemucho tiempo después de estar establecida en toda for-ma. Mientras más inveterada se ha hecho, los accesosse aproximan más unos á otros, pudiendo repetirse cinco,seis, veinte ó sesenta veces en veinticuatro horas, que-dando apenas un intervalo de corta duración entre uno yotro. Trousseau refiere el caso de un niño en que se re-petían 150 veces en un solo dia.

En cambio, pueden transcurrir muchos años sin que a-parezcan, y en el intérvalo gozar el enfermo de una saludsatisfactoria. Cuando hay la repeticiondfrecuente, se vandebilitando más y más las funciones intelectuales; la me-moria se pierdo, y las facultades afectivas se perviertenal grado de que estos individuos caen en la imbecilidad.

Para explicar la intermitencia de los accesos, han in-ventado algunos autores una teoría, en que comparan laexplosión de un ataque con la descarga del aparato eléc-trico de algunos animales, ó de una botella de Leyden, enque para efectuarse una nueva descarga se requiere cier-to tiempo para que se haga un nuevo acopio de fluido.Siendo esto así, los centros nerviosos necesitan de ciertoespacio de tiempo para reponerse de las pérdidas que su-fren durante un ataque, para estallar en seguida con la

Page 38: SOBRE LA POR WlttlB»

38

misma ó mayor fuerza. Esto no pasa de ser una ex-plicación que poco satisface, y queda la teoría, como ladel paludismo en sus intermitencias, sin dar á conocermás que con hipótesis la verdades naturaleza del princi-pio morbífico, y en consecuencia no nos explica el por quéde las intermitencias. Una enfermedad intercurrente demarcha aguda, suspende los accesos mientras aquella reco-rre sus periodos; y si termina por la salud, sigue la epilepsiasu marcha acostumbrada; la menopausia, lo mismo que elestablecimiento de la pubertad, la curan ó hacen que sedoble su fuerza.

Si.el matrimonio se ha citado como un medio curativo,no es sino en razón de que restablece el curso de las reglassuspendidas, ó por que es un medio regularizador en untemperamento fogoso; pues en general puede decirse queel matrimonio apresura la marcha de la enfermedad.

Su duración es indefinida, y suele acompañar toda lavida de quien la padece. Puede terminar de tres mane-ras:

O termina por la muerte durante un acceso. Esta pue-de acaecer por una de las causas siguientes: ó porque secomplique de algún accidente durante la caída, ó, estandocompuesto de accesos subitrantes, hay un agotamiento ner-vioso, ó bien por que apresura la terminación de otras en-fermeda les, como las aneurismas, cuyo saco, en virtud delas impulsiones más fuertes y repetidas del corazón, se rom-pe, sucediendo otro tanto por parte de este órgano, ó bienporque las congestiones determinan una hemorragia cere-bral.

O por la curación. Esta es rara, sin embargo de que unaperturbación viva, como una emoción moral al mismo gra-do que la que se le asigne como causa, lo mismo que unafuerte quemadura ó un cambio de clima, asi como un tra-tamiento bien dirigido, pueden suspender los ataques de-finitivamente. Rivier y II. Girará, asientan como un

Page 39: SOBRE LA POR WlttlB»

39

hecho cierto que, las fiebres intermitentes, en especial lasde tipo cuartano, traen la curación decisiva de la epilep-sia. Yo no sé hasta que grado será cierta esta teoría;nunca he visto esta terminación ni he oído decir á nadieel haberla observado; más bien he visto que sucede lo con-trario.

Una enferma que estaba en el servicio del Dr. D. Sal-vador Camarena el año de 81, era un caso que no dejabaduda en el diagnóstico, pues era una mujer que presenta-ba en la cara una ancha quemadura con varias cicatricesque liabian causado un ectropion del párpado inferiorizquierdo; para remediar éste, se practicó la anaplastiapor el método francés, y la deformidad quedó enteramen-te remediada.

Los accesos se repetían cada cuatro ó cinco dias. Aho-ra bien, sobrevinieron fiebres infeimitentes de tipo tercio,se combatieron con la quinina, pero los accesos epilépti-cos continuaron su marcha como si no hubiera habido na-da en lo particular.

O por la imbecilidad. Esta terminación es la más fre-cuente; la inteligencia va degradándose hasta el punto depervertirse sus facultades, y el individuo experimenta uncambio en el carácter que de apacible se hace pendencieroy hace insoportable la vida para los demás.

Respecto de complicaciones, la neurosis que se asocia áesta con más frecuencia, es el histerismo, (histero-epilepsía)ó las otras del mismo género, como la corea; sin estar inmu-ne de complicarse con alguna otra enfermedad.

Haciendo la reserva ántes dicha, relativa á una enfer-medad aguda, es curioso ver un cuadro de síntomas queocultan la afección primera, y al 'mismo tiempo difícil deestablecer un diagnóstico diferencial entre las dos ó másafecciones reunidas, pues si son paroxísticas, suelen ata-car á un mismo tiempo, fusionándose sus síntomas, quehacen venga la perplejidad ó la duda por parte del mé-dico.

Page 40: SOBRE LA POR WlttlB»

40

En el mismo servicio del Dr. Camarena, había una en-ferma que presentaba una aura histérica y accesos con-vulsivos, que evidentemente eran epilépticos, pues queda-ban las consecuencias de estos, y el ataque en su conjuntopresentaba síntomas evidentemente histéricos, por lo quese diagnosticó en la clínica histero epilepsia.

Parts Médico-legal,Entre las enfermedades que exceptúan del servicio mi-

litar, se cuenta la epilepsia. El médico puede ser llamadoá dar su parecer sobre si un individuo realmente padeceó simula los ataques.

No es extraño que un individuo cometa un crimen y eldefensor alegue estar su defendido bajo la influencia delas perturbaciones mentales que preceden y siguen á losataques del mal comicial. En este caso, el médico tendráque dar su opinión sobre la no responsabilidad del acusa-do supuesta la epilepsia. Asi es que pueden proponerseestas cuestiones, y habrá que exonerar de un cargo for-mulado á quien se dice estar afectado del alto mal.

Los más célebres médicos han sido víctimas del engaño,pues ninguna afección, tal vez, se simula con más frecuen-cia por ser demasiado conocida del vulgo y dar lugar á laconmiseración de aquel que realmente la padece: en ningu-na se pone á prueba la sagacidad del perito como cuandose trata de que descubra el engaño;no obstante, tiene rasgostan característicos, que nadie puede fl voluntad producir-los, ni siquiera el médico á quien fueran familiares los sín-tomas, podría reproducirlos de manera que imitase á lanaturaleza en todas y cada una de las partes de que secompone un acceso. En efecto: el verdadero epilécticono elige el lugar ni las personas que tiene interés de quepresencien el ataque; para él lo mismo dá estar al frentede una hoguera, de un pricipicio cualquiera; cae sin me-

Page 41: SOBRE LA POR WlttlB»

41

ter las manos, y apegar de las personas que él no quisieraao cercioraran d; 6u padecimiento. , , {

Nadie absolutamente puede simular la palidez cadavé-rica que se declara inmediatamente desoues de la caldaen el primer periodo, así como la que se observa despuésdel segundo, en el principio del tercero. Del mismo ór-den es la dilatación de la pupila que permanece dilatadaaun cuando se acerque una luz muy viva y del mismo estambién la sensibilidad general y orgánica. Estando a*

bolida puede acercarse á la mucosa nasal un frasco deamoniaco y el verdadero epiléptico no dá muestras depercibir; igual cosa sucede si se practican las más dolord-sas quemaduras: todos los sentidos permanecen extrañosá las sensaciones de causa externa, de manera [que puededescargarse junto á él una arma de fuego y no percibirála detonación.

El que simula oye hablar de los medios dolorosos quees necesario poner en práctica para disipar y curar losataques y en el acto vuelve en sí, reclamando otra clasede socorros que no sean los qu© entre sueños ha oído de-cir que se requiere poner eh juego.

La adduccion del pulgar, de manera que queda Ocultoentre los demás, la ponen también en práctica los que si-mulañ; pero en el verdadero epiléptico primero se produ-cirá una luxación ó una fractura, que poder separar elpulgar del lugar en que se ha colocado; el que finje dejaque se ponga en cualquiera otra posición y comienza áimprimirle movimientos convulsivos antes de que hayapasado el periodo tetánico y comiencen en otro lugar lasconvulsiones.

L03 caráctéres del pulso son inversos en el ataque si-'mulado, pues debido á la fatiga se pone ancho, ámplio, yen el verdadero epiléptico es concentrado, pequeño, fili-forme y hay dicrotismo. Voisin pone como[síntoma pa-tognoménico 4 huella sacada al tiempo del acceso, y dice

Page 42: SOBRE LA POR WlttlB»

42qtié seria imposible modificar la circulación de tal mane»ra que produjera una huella esfígmográfica con los miarmos caracteres, Lo que saben á maravilla es finjir ébp'eriódo de convulsiones clónicas, el periodo estertoroso i«imismo que el estupor; la espuma sanguinolénta la produ**cén chupando la sangre de sus propias venas, momentosáíítes del en que desean ser vistos con el ataque, ó bienponen en el fondo gíngivó-labial una sustancia coloranteque di la apariencia de espuma sanguinolenta á la salivaqúe se mcscía á ella. éar&neaareheijq ¿hilod

Cuenta Hidalgo Carpió de un mendigo que para excitarla conmiseración pública se finjía epiléptico.

Para poderlo curar de su enfermedad, se preparó deantemano un lecho de paja y se le mandó poner allí cuan-do ya estaba próximo á estallar el ataque. El mendigose fue acercando hasta llegar á colocarse en el centro, ycomenzó su ataque con toda fuerza; se prendió fuego porlas cuatro esquinas al lecho antes preparado y el mendi-go corrió dando á conocer la superchería.

Estudiar la pasión dominante en el individuo que finje,es unq de los puntos principales á que deben tender lasprimeras investigaciones del médico. A un aváro, v. g.,le llama fuertemente la atención con el sonido del oro; áuna dama elegante, puede amenazársela con raparla, conobjeto de poner un cáustico ó una vejiga con hielo, ó biencon cualquiera otra operación dolorosa y que deje huellaspersistentes y visibles.

Estos ataques finjidos abundan en la alta sociedad; elrefinamiento de las costumbres unido á un exceso de sen-sibilidad (?) hacen que á cada pasó reclamen por e¡ste me-dio las consideraciones negadas, ó traten d<5 dar á cono- rcer el pesar que, les ha causado una desgracia de familiaque es imposible remediar.! aro!:

Lleguemos ahora á la cuestión de responsabilidad cri-

Page 43: SOBRE LA POR WlttlB»

43min&l ó civil. Para que haya crimen se necesita el con-curao de la voluntad y la nocían del mal quo se causa» Síun epiléptico está eü tales circustandas que esté fuera deJa razón ántes y despües del ataque, de manera que sus fa-facultades intelectuales y sentimientos afectivos estenpervertidos á un giado tal que se confundan «n él las nov-elones del bien y del mal y al efectuar sus acciones seaimpelido por una fuerza irresistible, es claro que la'ley no debe hacerlo responsable del daño que causa,siempre que en la perpetración del hecho no haya lia-

f)ido el pleno goce de sus facultades intelect .ales y vo*itivas. La integridad de las primeras se requiere paradistinguir el bien del mal que se hace. La de las segun-das para decidirse, después de una deliberación, á abrazarun extremo que llevaba imbíbita la nocion de la res-ponsabilidad legal á que se sujeta al consumar el hecho.

La repetición de los accesos va dejando una huella quemarca el debilitamiento de la inteligencia, y esta manerade ser del epiléptico, vá en aumento hasta hacerse habi-tual en él la perturbación de sus facultades. Un maniácoque río goza de intervalos lúcidos en medio de uno y otroacceso, es lo quo llega á ser quien desgraciadamente es*por mücho tiempo presa de la epilepsia; Antes del acce-so hay un estado prodrómico, digámoslo asi, que se maní*fiesta por un cambio del carácter del individuo: busca la so -

l$dad, se pone triste, vagos presentimientos cruzan porSapiente, haciéndole concebir imágenes de séres que nohan existido ni existen en la realidad. Todos sus actos17777 t i i3 «Eli¿Mi 0c'91ip OTJDIVen consecuencia son el escolio necesario de su estado men •

t§l, pues, siguiendo un orden lógico sus acciones, no sonmás que las consecuencias de las premisas que sirvierondg principio á una determinación de la misma naturalezaque la,de aquellos de donde se derivan. Si las ideas ilu-sorias toman forma, ,de manera que parece que oye, vé ysiente fantasmas y enemigos que le persiguen, trasforman:

Page 44: SOBRE LA POR WlttlB»

44

do íes objetos exteriores en instrumentos de sujriña, esta,lia en delirio furiosoffen un todo conforme con el estadomental y alucinaciones en que actualmente se encuentracolocado.......Llega el ataque y pasado que es, entra en unestado de abatimiento*y*estupor de manera que contestacon palabras incoherenfces'á las preguntas que se le diri-gen por las personas presentes, de quienes trata'Jde ocul-tarse, huyendo como avergonzado, al creer que su enfer-medad es un estigma que le señala ante la sociedad comoá un estúpido’ó á ¿un demente que merece ser secues-trado. Esta perturbación mental dura algunas horas; egindependiente y distinta de la que existe ántes del ata.que y es más sensible por las aberraciones á que se pre-cipita él epiléptico quien tiene tendencias al suicidio, alasesinato, al incendio, á cometer, en una palabra, todas lasacciones prohibidas por las leyes y por la moral. Supon*gamos que en tal estado, sea arrastrado irresistiblemente ácometer un crimen, que asesine, que incendie: ¿Será res-ponsable del delito, y por tanto acreedor á las penas quola ley impone á otros hombres que deliberadamente y conpleno conocimiento del mal que van á causar, 'hiéa sea enel órden civil ó en el criminal, será responsable digo, delhecho que ha consumado?..

Si uñ dbrio, en completo estado de embriaguez, cométaél crimen más horroroso, la ley, considerando que est&bafuera deí ejercicio regular de sus funciones cerebrales ypor lo mismo en un estado análogo al en que está un indi-vidúo que se halla enagenado, lo considera fuera del casoen que debería ser castigado conforme á la dispocicion queel código penal expresa, al formular una sentencia sobre unindividuo én: eircüstáricias normales. En el óbrio puede to*mar esta circustancia como atenuante, luógo con más razónen un epiléptico que no estuvo de su mano prevenir el ata*qué aun cuando prevee tal vez inconcientemente ycontra (oda voluntad tenga que suceder desde luego que

Page 45: SOBRE LA POR WlttlB»

45entra & ese periodo anómalo, en que lo coloca la «¡atúrale*za de su enfermedad.

Pero eni a irresponsabilidad se extiende tan sólo á lasacciones cometidas en los momentos que preceden y si-gnen al verdadero ataque, pues si en los intervalos come*ten una acción fuera de toda influencia epiléptica y estaes del órdeli Criminal, es claro que son tan responsablescomo los demás, así como ló es un demente que en intéiHvalos de lucidez ejecuta una acción en pleno goce de su»facultades intelectuales; , ‘ • i>l ■ i-

La apreciación de las circunstancias son los medios morarales que nos inducen á descubrir la verdad; en un asesi-nato (v. g.) es nesesario apreciar y ponderar el Ínteres queel asesino haya tenido en la desaparición del occiso; el be-neficio directo ó indirecto que ai epiléptico ó á las perso-nas que con el se ligan resulte de aquel asesinato, i r ;

Cuando se es consultado sobre si un individuo estabaefectivamente bajo la influencia del estupor ó dél delirioepiléptico, al tiempo de consumar un hecho que se le imr>puta como criminal, se procede á hacer un interrogatorio:para apreciar el estado habitual de la inteligencia y cono-cer si hay un estado de manía habitual, Indagando losmotivos que le indujeron á cometer el hecho, lo induci-remos á que nos describa lo que pensó é hizo antes y enel acto de la perpetración, y si efectivamente es epilépticoliónos dará razón de nada, por que la memoria se pierdé 1eh ésos 1 momentos y no queda vestigio de ló que se habléó se hizo en un tiempo en que no era dueño de si mis-mo y se ha perdido la nocion del ya para reaparecer con <claridad en concluyendo la crisis.-' Pero aquí surge la di-ficultad de saber-si un individuo que ha estado sugefco»desdé algún tiempo ánfeeH á los accesos y£comete j cop xil-gunos dias dó anticipación ó después que ha terminadoUn acceso, con dias dé intervalo* una acción punible. ¿E* <5>narespoBsitble? X, oaih &\'hrmb\ wwtíeau&iv

Page 46: SOBRE LA POR WlttlB»

46Ya dije quo gérmralmente entra é¡1 epiléptico en el ca-

tado normal después de su ataque, dije también que larepetición de estos va dejando'un vestigio de estúpidasque llega hasta la demencia y que en el primer caso sonresponsables, no siéndolo en el segundo. Pero hay un es-tado intermediario á estos.

Esto intermedióle llama J?álrett pequeño mal intelec-tual) á la manía declarada con accesos de delirio furioso,..grande mal intelectual. Asi como en una de las formasde la epilepsia el pequeño mal causa en el organismo losmismos ó peores efectos qué el grande mal, asi tambiénuno y otro mal intelectual, siendo el resultado de ataque®precedentes, expresan una perturbación silenciosa en uncaso, y de más aparato en el otro, pero ambos tienen ob-jetos diferentes y un asiento distinto entre los órganosde las facultades cerebrales, y de allí la diferencia entralos dos en cuanto al modo de manifestarse. En el fondo,son los mismos, por consiguiente en cuanto á la cuestiónde responsabilidad deben colocarse en el mismo grupo enque la ley comprende á los enagenados.

ÍROHÓSTXCOAntes de hablar del tratamiento quiero decir algo so-

bre el pronóstico. Hay elementos favorables y des-favorables, con auxilio de los cuales, sirviéndonos deellos como de dato.?, podemos preveer las terminacionesprobables, de ,1a epilepsia. ¿ Su incurabilidad esproverbialentre algunos autores; este depende de, la naturaleza mis-mc£ del mal; y.si se quiere, muchas veces de la inconstan-cia de parte del médico y del paciente.

Yoy á sentar algunos datos que nos puedan servir parapronosticar, ypara no¡desfigur%r¡ los conceptos del autor dodonde tomo estas'notas las transcribo textualmente; "comocircunstancias favorables, dice JLegrand; deben contarse-

Page 47: SOBRE LA POR WlttlB»

47el sexo femenino, la complexión robusta, la estatura ele-vada, la inteligencia muy desarrollada, la edad avanzada,el principio reciente aún de la enfermedad, la rareza delos accesos la benignidad y semejanza perfecta de las crisis.

Se consideran como circunstancias indiferentes: el tem-peramento, él estado civil, el grado de comodidad de losenfermos, y la hora de los ataques. Se indican comó cir-cunstancias desfavorables: el sexo masculino, el nacimien-to ántesde tiempo, la atrofia dedos miembros, la imbeci-lidad, el idiotismo, los accesos de delirio maniaco ó im-pulsivo, la edad viril, el periodo de fecundación de lamujer, la frecuencia de las crisis y la coexistencia en elmismo enfermo de vértigos y accesos convulsivos”

El Sr. Liceaga en una memoria que corre inserta en la"Revista Médica de Guadalajara” pone la epilepsia en elnúmero de las neurósis que pueden curarse en el mayornúmero de casos. Apropósito del desarrollo de sus con-ceptos cita mas de cuarenta casos de curación, en el tér-mino de tres años y medio. Estas observaciones las re-cojió de entre su propia clientéla, y de la de otros médi-cos de la Capital.

Haciendo un cómputo de las curaciones obtenidas eneste y otros países, donde reconociendo la rebeldía de di-cha afección se ha combatido con perseverancia' teniendoen cuenta además las observaciones de Voisin y Calmeiímédicos, en Bicétre y Salpetriéire, ardientes defensoresde la curabilidad de esta afección por el bromúro de po-tásio, se siente inclinado el espíritu á admitir para la epi-lepsia un pronóstico de poca gravedad, pues cura en elmayor numero de casos; y es precisamente la inversa dela proposición que sienta la mayoría de lqs autores.

No, tengo hechos prácticos que justifique» estas -aser~ciones y por lo mismo no las afirmo ni las rtiegó, úpicaTmente creo que su pronóstico os gravo. n

Page 48: SOBRE LA POR WlttlB»

48

TRATAMIENTO ¿TSi al emprender un tratamiento es necesario tener

presente aquel axióma de medi-eína práctica que dice: áupa enfermedad crónica, se instituye una medicacióncrónica, en el alto mal, ciertamente no ha de olvidarse,que siendo como es esencialmente crónico requiere laperseverancia para desarraigar el hábito que se ha esta-blecido en el organismo aún después de haber desapare-cido la causa orgánica que le daba origen. Cuando se halogrado retirar los accesos, una tregua de algunos añossimula una curación según dice Trousseau. Es necesarioadvertir al enfermo dándole á conocer el sacrificio que enbien prbpio.se requiere, de que una vez emprendido eltratamiento, es'condicion no interrumpirlo, sino cuando sehaga necesario en fuerza de la medicación que se hayaelegido para la curación de esta enfermedad que se repu-ta como incurable, precisamente por la dificultad que seencuentra de continuar la medicación cuando se obtieneun grado de alivio que para él equivale á la curacióndefinitiva, pero no asi para el módico que sabe que'al po*co tiempo reaparecerán los ataques tal vez con recrudes-cencia y esto no significa otra cosa sino que comenza-ba á efectuarse una curación que por motivos poco plau-sibles se ha interrumpido/

Éh vista de los pocos resultados que en todo tiempo'han dado las sustancias preconizadas al efecto, se han en-sayado otras muchas que sugería la nocion poco cierta dela naturaleza de la enfermedad, en épocas en que nadaabsolutamente se conocía de su anatomía patológica.Cuando, aventurando ideas más ó ménos gratuitas se laconsideraba, ya como una inflamación de la médula, ya có-mo una forma de congestión, se partía de estos principiosy se e ífcablecian medicaciones absurdas que hicieron caeren descrédito á sus autores; entonces era dispensable este

Page 49: SOBRE LA POR WlttlB»

49

modo de proceder. Posteriormente, cuando la medicinaetaniaó á la par de los demás conocimientos humanos ha-biendo para ella una predilección particular por p' rte delos gobiernos y adhesión por parte de las inteligencias másculminantes de la época; cuando comenzó á desarrollarsela anatomía patológica, se instituyeron métodos de trata-miento más racionales que vinieron perfeccionándoseá medida que se extendían los conocimientos que son elfruto de las generaciones pasadas.En Inglaterra, Laycock, fué el primero que comenzó á u-

sar del bromuro de potásio. En París desde Debreynecomenzó hacerse uso de la belladona. Duelos, de Tours>preconizó la digitália, fundándose en las relaciones que lacirculación tiene con las funciones cerebrales.

Para obtener resultados del bromúro, es necesario queesté químicamente furo, que no contenga yodo ni algunaotra sustancia extraña á su composición de sal aloidéa.

Ingerido á la dósis ue 4 á 8 gramos, su absorción severifica en término de un cuarto de hora, ó más tiempo, se-gún que el estómago está vacío ó contiene las materias de ladigestión: hay al principio un sentimiento de ardor, náu-seas, y la secreción salival aumenta lo mismo que la uri-naria. Hay una excitación genésica, y un bienestar queconvida al sueño.

Los fenómenos de sensibilidad refleja disminuyen algrado que el cosquilleo en los pies no se siente; ésta insensi-bilidad comienza y se hace más manifiesta en la mucosaretrofaringéana de manera que, aprovechando esta opor-tunidad se puede explorar la laringe con el espejo larin-goscopio, sin que el enfermo experimente náuseas; las se-creción de las mucosas aumenta, y al fin de algún tiempoaparecen en la piel’pústulas de acnéa, y si el tiempo es máslargo aún hay anafrodísia. *

El pulso se pone lento, la respiración ménos frecuentey hay un sentimiento refrigeración agradable. So-

Page 50: SOBRE LA POR WlttlB»

50cLnt c >m > es, trace hr pnotismo, y pasado este, despiertael indi vi iuo con a cabeza pesaba obtusión en las ideas;la tnar ha es incierta y vacilante.

Ta ios estos f > óm nos fisiológicos demuestran que elbron Aro ub>a sobre los centros nerviosos. En la médulab b e las células excito inoti ices y centros ganglionares dolgran simpático.

El bromúro. al contrario do los otros narcóticos, ccmQel cloroformo y el éter, obra primitivamente sobra la mé-dula y despiitv sobre el encéfalo.

Como sal do potasio, es un alcalino, y por tanto trse a lalarga la an- tnia; razón por la que muchas receses necesa*rio suspenderlo ó asociarlo á los ferruginosos.

A dósis crecientes se toma ántes de los alimentos, comen*zanio por uno ó por dos gramos hasta obtener la erup-ción pustulosa ó la insensibilidad de la mucosa faríngea;lo cual viene á d *cir que se alcanzó la dósis terapéutica;se d* ja estacionaria esa cantidad, observando por lo ménoacada ocho dias sus efectos fisiológicos y terapéuticos, parasuspenderlo del todo ó disminuir la dósis hasta obtener elresultado que se desea,

Las facultades intelectuales perturbadas en un princi-pio entran en la via razonable juntamente con la desapa-,ricion progresiva de los accesos, pues se van haciendo más*y más raros conforme se hace uso de este medicamentoTrousseau cuenta 150curaciones en el término ce 12 añosque lo puso en experimentación, y los casos refractarios lostrató por otros medios, obteniendo la curación perfecta óbien procurando un notable alivio por la disminución enla frecuencia de los accesos.

Cuando el bromuro de potásio obra favorablemente, elgrande ataque desaparece y es reemplazado por el pe-queño.

En la sala de S. Vicente est$ cupapdose Clarade 30 años de edad, soltera y vesiíjjf §£ 3apotlan. Sugeta

Page 51: SOBRE LA POR WlttlB»

51al bromúro desde qne entró al Hospital, en diciembre deíañó pasado, ha sentido una mejoría notable. pues los acce-sos teniendo lugar dos ó tres veces en las 24 horas, ahorasólo se manifiestan 2 ó 3 á la semana El Sr. Vaz ¡uez encuyo servicio está esta mujer, me hizo notar la ane-mia que trae el uso prolongado del bromúro. el cualsuspendió para tratar la anemia por la medicación tóni-co analéptica.

Es de esperarse que los accesos se hogan progresiva-mente ménos frecuentes hasta su compl ta desaparición,ns> obstante que á la edad de 11 años sufrió el primer ata-que y ha venido áreclamar los auxilios de la medicina des-pués de 20 años de padecer. Las dosis en el adulto y ennuestro clima pueden elevarse de 2 hasta 12 gramos. Enlos niños de 2 á 3 años de edad, se dá á la de un gramo áIV 50. A la edad de 5 á 19 años, se dá á la de 2 á 5 gramos,según la tolerancia individual.

El bromúro sódico, en razón de que las sales d e sosacarecen del inconveniente de perturbar las funciones di-gestivas al mismo grado que las sales de potásio, se puededar á una dosis más elevada.

El bromúro de alcanfor, en cualquiera forma quelse ad-ministre, sólo está indicado cuando se quiere combatir jun-tamente con la epilepsia, el priapísmo en el hombre y laninfomanía en la mujer, de que se acompaña como sínto*toma algunas veces, é induce al enfermo á contraer tóaloshábitos, que se señalan á priori como causa generatriz.

Las solanéas se han puesto en uso sobre todo la bella-dona, el estracto de sus hojas, mezclado con partes igualesdel polvo, á la dosis de un centigramo para una píldora,aumentando una cada mes, hasta que se obtengan efectosbien marcados de su acción, como son la dilatación de lapupila, cierto principio de embriaguez, resequedad de lafaringe, hasta entónces debe suspenierse, para volverretrogradando á las dosis del principio.

Page 52: SOBRE LA POR WlttlB»

52

Puede emplearse,"y es mejor, la atropina en solución; 5centigramos de sulfato néutro para 5 gramos de aguadestilada; cada gota contiene J miligramo, que equivale ála cantidad que se dá en el extracto y polvo: se hace conella la misma gradación que con las píldoras arriba men-cionadas. c .

En una y otra forma se toma la atropina por la noche,al recojerse, y cualquiera que sea el número de píldoras<5 gotas, debe tomarse en una sola vez: se llega así k in-gerir la cantidad, al cabo de 8 ó 10 meses, de 8 ó10 pildoras ó gotas, tiempo en que ha llegado ya la opor-tunidad de apreciar los efectos de la medicación.

M. Duelos, uno de los representantes de la Escuelade Bretonveau, empleaba con suceso la digital. Elextracto hidroalcohólico, en la forma pilular lo administra-ba á la dósis de 5 centigramos el primer dia,al segundo 10,uno por la mañana y otro por la noche, al tercero, 3, uno enla mañana y dos por la noche, al cuarto, 4, dos en la ma-ñaña y otros tantos por la noche y así succesivamentehasta obtener una modificación notable sobre la circula-ción, la que se obtiene generalmente al cabo de 12 dias.Pasado este tiempo, se suspende la medicación para vol-ver á ella después de algunos dias de reposo. Ascendiendopor dósis progresivas, se observa el mismo efecto sobre lacirculación y se suspende de nuevo, prolongando el núme-ro de dias de reposo, y así en la 3 03 hasta alcanzar el e-,fecto curativo.

Los efectos saludables de la digital se explican por larelación constante entre la circulación y las funciones delos centros nerviosos: en efecto, deprimiendo la digitalinala circulación por disminución de los latidos cardiácos á lavez que aumenta la tensión vascular, el encéfalo y la mé-dula no tienen en la misma medida su excitante natural;y de aquí, una hipostenizacion que hace perder el hábitomorboso, en razón de que ha desaparecido la causa ©Casio»

Page 53: SOBRE LA POR WlttlB»

53nal, cual es la excitación producida por un mayor aflujosanguíneo.

En la América Septentrional se hace del nitrato de pla-ta cristalizado la medicación por excelencia; pero los insu-cesos superan á los resultados obtenidos con otras sustan-cias.

Las sales de zinc, el lactado, ó el óxido á la dósis de 30centigramos ó un gramo diarios, así como los compuestosde valeriana, son médios terapéuticos á los que se ha recu-rrido en desesperación de los medios enumerados y ensa-yados al principio, los cuales han sido considerados porI03 autores de tedas partes y de todas épocas, como los más,eficaces para alcanzar el resultado apetecido.

Para llenar la indicación causal, cuando se tiene pre-sunción de una epilepsia sintomática, se combate la causaque se presume, obrando sobre Ja afección que se suponeser causa de donde se irradia hacia los centros nerviososla excitación, que ocasiona los ataques.

Antes de emprender cualquier género de tratamiento,es bueno administrar Jcousso de Abisinia 6 el aceite dericino Jcoussado; porque muchas veces una epilepsia quese juzgaba esencial, no es sino sintomática de ascárides ú.otros entozoarios como \o. tenia, que expulsados han dadolugar á la cesación de los accidentes.

Si se encuentran antecedentes sifilíticos es de presumir,que una exostósis intracranéana esté sosteniendo los acce-sos, que naturalmente ceden al desaparecer la causa, bajola influencia de los entisifilíticos en el 3. er periodo.

La anemia ó cloro-anemia dá lugar á accesos convulsi-vos y es claro que haciendo desaparecer la causa visibledesaparecen también los efectos que se la atribuyen.

La sangría y los revulsivos que dán resultado en un casode plétora sanguínea, ya sea aplicando sanguijuelas en laregión mastoidéa, ó abriendo la vena, ó estableciendo un

Page 54: SOBRE LA POR WlttlB»

54

sedal en los músculos d- la nuca, 6 vejigatorios volantesfrecüentém iré repetidos, no están en igualmente.

Cuando el acceso e anuncia, por el aura, se ha puestóuna liga restrictiva entre el coraron y ei plinto de dondepárte, y si éste se presta á ello, se logra á veces hacer a-bortar el ataque, pero si esto no se consigue hiere al in-dividuo con más fuerza y por lo mismo se recomiendadejarlo que llegue, teniendo sólo cuidado de remover losobjetos en que pudiera herirse al caer, ó en el periodoconvulsivo, y limitarse á ser un espectador cuando seasimple el ataque, pues cuando se compone de paroxismoses útil recurrir a los derivativos sobre la piel y en algu-nas veces á la sangría cuando se cree la inminencia deuna hemorragia por las congestiones repetidas.

Cuando se está seguro de una epilepsia sintomática laablación de la causa trae consigo la desaparición de la epi-lepsia, pero queda en el organismo el hábito morboso quetiene que desaparecer á medida que se hacen más raroslos accesos.

Los medios higiénicos, que se han puesto en uso son elcambio de clima, un régimen suave, empleando para man-tener la libertad del vientre, lo cual es de precepto, lige-ros laxantes de tiempo en tiempo, usando los mecánicosmás bien que los dialíticos por la constipación que vienedespués de ellos.

Tudos los excitantes difusíbles como el alcohol, el café, elusó del tabaco, las emociones morales, la permanencia enun lugar de una temperatura muy baja ó muy elevada óen donde no se respire un aire puro, deben evitarse. Lapermanencia en el campo, en compañía de una personaestimada lo mismo que los ejercicios moderados y los ba*ñós de ducha, han dado un feliz y notable resultado encasos en que la terapéutica ha sido impotente.

Como medio profiláctico deberían prohibirse los matri-monios consaguineos, pero es tan antigua esta costumbre

Page 55: SOBRE LA POR WlttlB»

55

que seria inútil todo usfaerzo por parte de los gobiernos.Las leyes canónicas y las c*viles la autorizan sin más res-tricción que e itre hermanos y parientes, ó «n un g-ado in-mediato en Iíií lín as ascenden e y dependente Sucedecon frecuencia que los hijos nacidos de estos m-itrirnoniosti sen alguna deformidad ó algún enfermedad de los cen-tros nerviosos, como la soido-n uc z, el idiotismo y unapropensión marcadísima á ia eoil p.sia, que se va here-dando por las generaciones subí cuentes: y de aquí, unode los medios de pr pagacion de esta enfermedad.

Troussanu uno de los autoridades más competpntes enla mateiia, profesa esta doctrina apoyado en sus observa-ciones.

Hay un punto en que están de acuerdo todos los auto-res, y es que frecuentemente los matrimonios entie pa-rientes por consanguinidad, son esté'i es y si hay produc-tos de la concepción, los nacimientos son antici ados ylos abortos son en mayor número, pudiendo notarse enlos que se verifican á término algún vicio de conforma-ción de los ya mencionados.

Si la ley que autoriza estas uniones, tendiera al mejo-ramiento de la raza, deberia subsistir; pero evidenciada•en sus inconvenientes, no tiene ya otra razón de ser que3a sanción de los siglos y las dificultades en que se caeríaá cada paso, siempre que se procurara conciliar los inte-reses de dos personas que tratasen de efectuar una uniónde esta naturaleza.

Romberg, citado por Jaccoud, hablando del tratamien-to profiláctico, dice así: “En las familias en quienes laepilepsia es hereditaria, I03 matrimonios consanguíneosdeben ser proscritos, y una madre epiléptica no debe alac-tar á su hijo; es necesario que lo confie i una nodriza sa-na y robusta.n

Claro está que de estás uniones nace una buena parte4e epilépticos, que á la pación son inútiles, cotao que es

Page 56: SOBRE LA POR WlttlB»

56

una de las enfermedades que exceptúan del servicio mili-tar y un amago para la soci- dad en que vi en por lasaberraciones á que impulsiva nente oa Irg rsinqn seanresponsables de su* hechos; peto no Pernio posibU la mo-dificación. en algún sentido de las leyes que autorizan es-tas uniones c^nfouñémonos con reconocer sus defectos, sininculpar al legi> a lor que obra en fuerza de las circus->tancias imprescindibles de la sociedad, para evitar de dosmales el de mayor trascendencia.

APÉNDICE.Para concluir voy á dar la reseña de un nuevo medica-

mento puesto en uso en la América del Sur, y del cualhasta aquí no se ha ocupado algún autor. Me refiero alhueso del Manatí.El Manat pertenece al género de los mamíferos anfibios,vive igusln ente en las aguas dulces que en las saladas.Habita en las cortas y en la dísembocadura de los rics.Jamás se le encuentra en alta mar.

En las antillas, en la costa-norte de Cuba, es donde seencuentran en mayor número.

Su cuerpo es cilindrico, largo de 4 metros 40 centíme-tros, doblemente récio por la parte anterior, en la que es-tá provisto de dos nadaderas en forma de manos y de es-ta paiticularidad le viene su nombre; en la parte posterioree confunden en una sola nadadera en forma de pala: lamandíbula inferior está provista de barbas. Su piel esgruesa, de color negruzco cubierta de pelos ásperos y ra*

los. Es indígena de América y de Asia. Se nutre de ve-getales que sale á buscar á la ribera ó de algas marinasy otras sustancias que flotan en la superficie.

Parecerá una paradoja que la sustancia ósea de estevertebrado baya empleados© en estos últimos tiempos,

Page 57: SOBRE LA POR WlttlB»

57

pudiendo creerse que sus partes óseas tienen la mismacomposición química que tiene el esqueleto de otros ver-tebrados; pero si consideramos que, un vegetal á pesar deque la Química, puede con sus procedimientos extraer deél el principio activo, que empleado daría, al parecer i-déntico resultado con el de la planta de donde se extrajo,y que es de experiencia no obrar uno y otro de la mismamanera, se verá que nada tiene de extraño el que un ani-mal que vive en dos medios diferentes, que se nutre deplantas que ban vegetado dentro y fuera de las aguas delmar, y por consiguiente absorbe las sales que circulan conla savia de la planta en donde tal vez se han metamorfo-seado; á la vez que absorbe directamente las de las aguas,decía, que nada tiene de extraño considerar en él una com-posición química de sus huesos distinta de la de los huesosde otros animales y que luya en él un algo dosconocidoque viene á obrar sobre la economia modificando la ex-citabilidad del bulbo de una manera tal vez mas prove-chosa que aquella como obran las otras sustancias hastaahora conocidas.

El selino de los pautónos vegetal que crece en las orillasde los rios, por las sustancias de que se nutre se ha pro-bado que obra de una manera favorable en el trata-miento de la epilepsia.

No hay, que yo sepa, alguna memoria en que se hablede este hueso, sé por el Sr. Dr. Camarena, D. Salvador, queen México y en la Habana lo vio á su paso por estas ciu-dades, emplear con buen éxito. El mismo en el Hos-pital de esta ciudad, lo aplicó á la dosis de dos gramosdiarios, (después de haber empleado con profusión los bro-muros y las otras sustancias sin algún resultado), y los ac-cesos que se repetian en la semana, se retiraron por untiempo indifinído, pues á los dos años supe por el pacien-te que no habia vuelto otro acceso.

En la Habana e3 vulgar su empleo y los médicos de

Page 58: SOBRE LA POR WlttlB»

58

aquella localidad han teni4o que aplicar fuertemente suatención sobre este punto de estudio, que versa sobre unamateria que empieza ya á ser del dominio del charlatanis-mo, pues se anuncia en un diario de la capital de la Repú-blica una medicina de patente con el título de Manatípreparado como infalible para la curación de la epilepsia.

Hasta ahora no se ha analizado, y muy poco se conocede sus propiedades fisiológicas: una de estas es el pria-prísmo que experimentan los que se someten á él; sus digestiones se hacen con más facildad con excepción de unaconstipación, que es necesario, como dije antes, vencer. Es-ta estitiquez es debida probablemente á los fosfátos que en-tran enfsu composición; y las erecciones frecuentes, debidastal vez á cierta cantidad de fósforo que se desarrolla bajt)la influencia de los ácidos del estómago.

No tengo más datos que exponer. Estos que doy biencomprendo que son insuficientes para introducir una no-vedad en la materia de mi tesis; pero espero que esto se-rá un principio que se desarrollará después con la experi-mentación. Esta es la razón por que hago de ella un a

•dilamento kvpongo en ei .cuerpo de la tésis porfaltarle aún la sanéion de la práctica y de la experien-cia.

Omito sacar conclusiones de este estudio sobre la epi-lepsia porque nada puede desprenderse que no esté cal-cado en lamente de los profesores, y si algo nuevo hay enél, renuncio al honor que por olio í mi me pertenece enfavor de la Escuela que me honra al contarme en el número de sus hijos.

FIN-