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SOCIALES1 Las ciencias sociales La sociología no es la única ciencia social; antes y después de ella otras disciplinas han reclamado campos particulares de trabajo complementarios a la sociología que configuran el campo —más amplio— de las ciencias sociales. Es un campo que comparte conceptos, paradigmas y explicaciones, pero que difiere de otros campos científicos por la distinta forma de abordar los problemas, como veremos un poco más adelante. Las más importantes de estas disciplinas son la historia, la antropología, la ciencia política, la economía, la geografía, el derecho y la psicología social. A continuación describiremos brevemente ciertos límites entre unas y otras, que sin embargo, nunca son demasiado precisos porque las disciplinas se entrecruzan y complementan mutuamente. Todas están de una u otra manera relacionadas con la sociología; en ocasiones, de manera casi inseparable como sucede con las llamadas “ciencias de la comunicación” que han merecido un recuadro aparte. Ciencia y objetividad Uno de los problemas que enfrenta el sociólogo es el de hasta qué punto su disciplina constituye efectivamente una “ciencia” y si sus resultados son lo que se espera de un trabajo científico. La respuesta no es fácil. Aunque se llegue a un acuerdo en torno a las características del método científico y los requisitos que una ciencia debe tener, persiste la dificultad derivada del propio objeto de estudio: a diferencia de las ciencias físicas, la sociología, como las otras ciencias sociales, estudia un objeto en constante cambio y su jeto a la voluntad y decisión de los propios individuos. Es decir, aun cuando la sociología realice su mayor esfuerzo y llegue a conclusiones acertadísimas sobre la realidad social, siempre habrá un elemento de incertidumbre aportado por la propia acción humana. Un movimiento religioso, un líder carismático, una baja en los precios del petróleo y hasta un fenómeno físico (un temblor de tierra o una inundación, por ejemplo), pueden modificar las decisiones de las personas en un momento dado y transformar de manera radical todas las previsiones hechas acerca de una determinada organización social. Ello ha obligado a una constante reivindicación de las ciencias sociales frente a quienes exigen que sus resultados sean tan rigurosos como los de las ciencias naturales y critican su aparente falta de rigor, en particular cuando se trata de prever un comportamiento social en el futuro, tarea en la que las ciencias sociales suelen limitarse a pronosticar tendencias o elaborar escenarios posibles. 1

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Las ciencias sociales

La sociología no es la única ciencia social; antes y después de ella otras disciplinas han reclamado campos particulares de trabajo complementarios a la sociología que configuran el campo —más amplio— de las ciencias sociales. Es un campo que comparte conceptos, paradigmas y explicaciones, pero que difiere de otros campos científicos por la distinta forma de abordar los problemas, como veremos un poco más adelante. Las más importantes de estas disciplinas son la historia, la antropología, la ciencia política, la economía, la geografía, el derecho y la psicología social. A continuación describiremos brevemente ciertos límites entre unas y otras, que sin embargo, nunca son demasiado precisos porque las disciplinas se entrecruzan y complementan mutuamente. Todas están de una u otra manera relacionadas con la sociología; en ocasiones, de manera casi inseparable como sucede con las llamadas “ciencias de la comunicación” que han merecido un recuadro aparte.

Ciencia y objetividad

Uno de los problemas que enfrenta el sociólogo es el de hasta qué punto su disciplina constituye efectivamente una “ciencia” y si sus resultados son lo que se espera de un trabajo científico. La respuesta no es fácil. Aunque se llegue a un acuerdo en torno a las características del método científico y los requisitos que una ciencia debe tener, persiste la dificultad derivada del propio objeto de estudio: a diferencia de las ciencias físicas, la sociología, como las otras ciencias sociales, estudia un objeto en constante cambio y su jeto a la voluntad y decisión de los propios individuos. Es decir, aun cuando la sociología realice su mayor esfuerzo y llegue a conclusiones acertadísimas sobre la realidad social, siempre habrá un elemento de incertidumbre aportado por la propia acción humana. Un movimiento religioso, un líder carismático, una baja en los precios del petróleo y hasta un fenómeno físico (un temblor de tierra o una inundación, por ejemplo), pueden modificar las decisiones de las personas en un momento dado y transformar de manera radical todas las previsiones hechas acerca de una determinada organización social.

Ello ha obligado a una constante reivindicación de las ciencias sociales frente a quienes exigen que sus resultados sean tan rigurosos como los de las ciencias naturales y critican su aparente falta de rigor, en particular cuando se trata de prever un comportamiento social en el futuro, tarea en la que las ciencias sociales suelen limitarse a pronosticar tendencias o elaborar escenarios posibles.

Ciertamente, la utilización de métodos y técnicas propios, junto con una aspiración a establecer generalizaciones a partir de la lógica interna y los caracteres comunes de los fenómenos sociales de una época, constituyen los elementos más importantes para reclamar la condición científica de la sociología. Ésta no se propone el descubrimiento de principios generales en una perspectiva totalizadora sino, más bien, tendencias que implican un alto grado de certeza pero que están sujetas a los cambios impuestos por el azar, y a la libertad y la racionalidad de los actores sociales.

Lo anterior conduce a otro problema: el de la “objetividad” del sociólogo, relaciona estrechamente con el doble carácter del propio investigador, que es a la vez sujeto y objeto de su disciplina; es decir, al mismo tiempo que la estudia es miembro activo de su sociedad, con opiniones e ideas que influyen en sus perspectivas y conclusiones pretendidamente científicas.

La objetividad, entendida como un alejamiento emocional del investigador respecto a su objeto de estudio, que le permita hacer un análisis frío y, por lo tanto, verdadero, encuentra sus límites en la propia historia del sociólogo, es decir, en su relación personal con la sociedad que estudia. La verdad, dice Max Weber, no siempre es bella o agradable y elsociólogo, en particular el dedicado a la enseñanza

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y no al liderazgo político, está comprometido a exponer la verdad y sostenerla incluso por encima de sus convicciones políticas.

La ciencia, continúa Weber (en El político y el científico) provee al estudioso social de conocimientos técnicos que permiten dominar tanto a las cosas como a la conducta de los hombres, proporciona métodos para pensar y disciplina para hacerlo, y aporta claridad sobre la relación entre medios y fines. Finalmente, dice Weber, la ciencia puede advertir al individuo acerca de los valores que están detrás de las acciones humanas, orientando así el curso de su acción, pero dejando ésta a la responsabilidad personal del individuo (del estudiante, en este caso particular). De acuerdo con el mismo Weber, el resultado de esa actitud ante la ciencia social será una sociología comprometida con la verdad y no con los valores personales del científico.

Nace la sociología

La industrialización, la aparición de los grandes núcleos urbanos, el surgimiento de la clase obrera y las penosas condiciones de vida de esta última influyeron en la vida colectiva de los seres humanos y llevaron a los intelectuales a iniciar un estudio sistemático y razonado de la vida social. Éstos percibían que aun cuando el mundo se había transformado, las personas no eran por ello más felices. Las expectativas surgidas de la Revolución Francesa e, incluso, del imperio napoleónico se enfrentaban a la dura realidad de la des igualdad, la pobreza y la inestabilidad política. Muchos pensadores respondieron a ello con propuestas en torno a la sociedad, ya considerada como un ente colectivo con reglas propias. Aunque la preocupación se centró por un lado en el restablecimiento del orden, trastornado desde la revolución, la tendencia predominante se orientó hacia la reorganización social y la solución a los problemas de la clase trabajadora. Surgieron así las utopías socialistas, producto de la imaginación de una generación de intelectuales que, como dijo Federico Engels, intentaron “descubrir un sistema nuevo y más perfecto de orden social para implantarlo en la sociedad desde fuera, por medio de la propaganda y, de ser posible, con el ejemplo, mediante experimentos que sirvieran de modelo”. William Godwin, Charles Fourier, Robert Owen y el conde Henri de Saint-Simon pertenecen a este grupo de autores conocidos como los socialistas utópicos, en cuyos proyectos de reorganización social latía el germen de lo que sería el estudio moderno de la sociedad.

La sociedad está formada por individuos que actúan colectivamente. Ya sea como parte de su familia, grupo escolar, núcleo de trabajo, sindicato o club, los seres humanosrealizan actividades que guardan una estrecha relación con las de otros seres humanos. Esen esas actividades que se constituyen a sí mismos como sujetos sociales y se convierten, por ello, en objeto de estudio de la sociología.

Analicemos nuestra vida cotidiana: todos somos sujetos sociales en tanto que convivimos con los demás, pues desempeñamos las tareas que se nos han asignado y cumplimos con las obligaciones impuestas por la familia, la religión o la ley; expresamos nuestro acuerdo o desacuerdo con lo que sucede; nos reunimos en un partido político, una asociación de servicio o un grupo de estudio; nos divertimos con amigos y aprendemos de la experiencia de quienes nos han precedido.

Sin embargo, lo anterior no significa que la sociedad, como conjunto, tenga un carácter homogéneo. Por lo general, la actividad colectiva se desarrolla en un escenario marcado por profundas contradicciones cuyo origen es la desigualdad entre los hombres. Las costumbres, el ingreso, la educación y las formas de ganarse el sustento de los integrantes de una sociedad difieren, a veces, de manera drástica. Junto con los anteriores, otros factores como el género, la edad, la ocupación o la creencia en una causa determinada separan a los hombres y los llevan a pertenecer a grupos diferenciados y en ocasiones antagónicos.

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Es por ello que en el estudio de lo social es preciso tener presentes estos dos elementos fundamentales: 1) la acción colectiva de los hombres y 2) la desigualdad intrínseca de la sociedad. En torno a estos dos aspectos fundamentales y a la relación que guardan entre sí, la sociología ofrece diversas explicaciones.

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