Socio Antro Polo Gia

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NEGRITUD Y CONCIENCIA El candente tema de la Negritud y su problemática social se esboza de vez en cuando por parte de algunos periódicos de provincia. Sin embargo, aparece muy veladamente el tema de la discriminación racial, pues, presupone encender polémicas étnicas en un país donde la persona negra ha sido integrada, lo que no necesariamente significa que no segregada. En este sentido particular gira esta importante obra de un valor intelectual de la Costa Pacífica, como lo es Juan de Dios Mosquera quien, no obstante su juventud, se perfila como un destacado sociólogo de la etnia negra. Quienes hemos seguido de cerca su periplo de vida consagrada al estudio y la investigación y, por ende, la seriedad de su trabajo, su honestidad y su conciencia de identidad étnica, tenemos que relievar sus condiciones de líder entre las Comunidades Afrocolombianas. Los derechos históricos, étnicos y culturales han sido considerados un tema tabú, dadas las circunstancias de marginalidad de este gran grupo étnico, abandonado por el Estado e inserto en lo profundo de nuestra nacionalidad. El valor moral y de conciencia que Mosquera encara - bien documentado - con sapiencia y sentido de su responsabilidad con su pueblo; es un llamado de alerta a nuestros gobernantes y a nuestra sociedad indiferente. En los últimos años, ha dedicado todos sus esfuerzos no sólo a investigar la Costa Pacífica, sino también en pro del progreso social de Santa Cecilia, su tierra natal. Como apóstol, dedica su tiempo libre a la tarea de enunciar la marginación y el atraso a que están sometidas las comunidades negras. Educa, organiza conferencias y foros, escribe artículos, y promueve el rescate de la identidad afrocolombiana. Predica entre las juventudes la adopción de la conciencia negra y la organización, como únicos caminos para conquistar una vida y un futuro más digno; todo ello, afincado sobre teorías sin alinderamientos políticos ni mucho menos con veneno racial. Por deferencia especial del autor presento, a manera de prólogo, el libro Las Comunidades Negras de Colombia, que a no dudarlo será polémica, sin que ello merme su validez sociológica y su objetividad histórica. Es un documento de denuncia que encarna la verdad. Esta modesta carta de referencia es escrita por un hombre solidario con los movimientos de la Cultura Negra de América y, a la vez, comprometido con la valorización del hombre colombiano, por encima de cualquier precepto que se le endilgue. Si juzgamos desprevenidamente pero con intención humanística las condiciones de vida de las Comunidades Negras de Colombia, tenemos necesariamente que volver los ojos con detenimiento al novedoso enfoque,

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NEGRITUD Y CONCIENCIA

El candente tema de la Negritud y su problemática social se esboza de vez en cuando por parte de algunos periódicos de provincia. Sin embargo, aparece muy veladamente el tema de la discriminación racial, pues, presupone encender polémicas étnicas en un país donde la persona negra ha sido integrada, lo que no necesariamente significa que no segregada. En este sentido particular gira esta importante obra de un valor intelectual de la Costa Pacífica, como lo es Juan de Dios Mosquera quien, no obstante su juventud, se perfila como un destacado sociólogo de la etnia negra.

Quienes hemos seguido de cerca su periplo de vida consagrada al estudio y la investigación y, por ende, la seriedad de su trabajo, su honestidad y su conciencia de identidad étnica, tenemos que relievar sus condiciones de líder entre las Comunidades Afrocolombianas.

Los derechos históricos, étnicos y culturales han sido considerados un tema tabú, dadas las circunstancias de marginalidad de este gran grupo étnico, abandonado por el Estado e inserto en lo profundo de nuestra nacionalidad. El valor moral y de conciencia que Mosquera encara - bien documentado - con sapiencia y sentido de su responsabilidad con su pueblo; es un llamado de alerta a nuestros gobernantes y a nuestra sociedad indiferente.

En los últimos años, ha dedicado todos sus esfuerzos no sólo a investigar la Costa Pacífica, sino también en pro del progreso social de Santa Cecilia, su tierra natal. Como apóstol, dedica su tiempo libre a la tarea de enunciar la marginación y el atraso a que están sometidas las comunidades negras. Educa, organiza conferencias y foros, escribe artículos, y promueve el rescate de la identidad afrocolombiana. Predica entre las juventudes la adopción de la conciencia negra y la organización, como únicos caminos para conquistar una vida y un futuro más digno; todo ello, afincado sobre teorías sin alinderamientos políticos ni mucho menos con veneno racial.

Por deferencia especial del autor presento, a manera de prólogo, el libro Las Comunidades Negras de Colombia, que a no dudarlo será polémica, sin que ello merme su validez sociológica y su objetividad histórica. Es un documento de denuncia que encarna la verdad. Esta modesta carta de referencia es escrita por un hombre solidario con los movimientos de la Cultura Negra de América y, a la vez, comprometido con la valorización del hombre colombiano, por encima de cualquier precepto que se le endilgue.

Si juzgamos desprevenidamente pero con intención humanística las condiciones de vida de las Comunidades Negras de Colombia, tenemos necesariamente que volver los ojos con detenimiento al novedoso enfoque, que con agudeza presenta Mosquera, en defensa de su grupo étnico. El autor conoce de qué habla: no respira por la herida del resentimiento; al contrario, plantea objetivamente las condiciones reales en que se desenvuelven más de diez millones de compatriotas, doblemente segregados tanto por etnia como por clase.

El lector habrá de ser su mejor juez. Los centros de estudios sociales tendrán una herramienta para el análisis de estas sociedades. Si algún pensador francés videnció alguna vez que este siglo sería el siglo de las etnias, su acierto está concatenado con los movimientos negros e indígenas que reclaman sus derechos como participación de una sociedad pluriétnica e integrada.

Queda como testimonio este estudio, para muchos lacerantes para otros de meditación. Las negritudes crecen en nuestro continente, si bien parecen adormiladas o indiferentes, no por ello se intuya que carezcan de valores culturales; son manifiestos y habrán de multiplicarse pródigamente cuando las condiciones sean propicias para esta diáspora simbiotizada con las demás etnias americanas. La historia lo dirá.

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Hugo Angel Jaramillo

 

 

INTRODUCCIÓN

Desde Africa hasta América fueron secuestradas violentamente millones de personas, miembros de múltiples y complejas sociedades desarrolladas en el decurso de la historia en el gran continente africano. Las clases dominantes esclavistas las identificaron y definieron a todas por igual, como "negros", iniciando así el despojo forzado y obligatorio de sus culturas ancestrales y el desconocimiento e irrespeto de su dignidad humana.

También, en forma indiscriminada, los hombres y mujeres de las sociedades Azteca, Maya, Inca, Chibcha, Caribe, Arawak y demás culturas del continente americano de diferente desarrollo social, fueron denominadas "indios".

El capitalismo desarrollado en Europa y difundido por los europeos, en su etapa de acumulación originaria y posterior ascenso, convirtió a los africanos en "negros" y a los indígenas americanos en "indios".

Con el descubrimiento de América por los europeos se inició en el continente el más activo y trascendental proceso de integración étnica y cultural jamás conocido por la humanidad. La sociedad colonial esclavista generó su propia dinámica de poblamiento y de relaciones interétnicas. Del mestizaje surgió un nuevo hombre africano que integró sexual, étnica y culturalmente a los representantes de los grupos étnicos africanos; lo mismo sucedió entre los europeos. Los caracteres culturales del grupo étnico ceden ante una nueva cultura, resultado de la unificación no sólo de los africanos entre sí sino de éstos con los europeos y los indígenas. Las relaciones esclavistas imponen un sistema de castas delimitado por fronteras de color de la piel y unas culturas oprimidas en resistencia frente a la cultura dominante cristiana.

En adelante la formación étnico-cultural de América Latina se conformaría por grandes grupos raciales surgidos del intenso mestizaje interno entre los individuos que representaban a cientos de grupos étnicos africanos, y del mestizaje entre los miembros de las etnias europeas reencontradas en el escenario colonial. Recíprocamente, africanos, europeos y grupos étnicos indígenas originaron al hombre latinoamericano, sinónimo de trietnicidad y de pluralidad cultural. En el Caribe no debemos olvidar los aportes de las comunidades filipinas e hindúes, que también sufrieron la esclavitud o el trabajo forzado.

Los tres grandes grupos raciales surgidos en el proceso del desarrollo de la formación étnica latinoamericana y determinados socialmente son: el grupo blanco-mestizo, comunidad mayoritaria y dominante en la estructura social, agente de las relaciones sociales introducidas en América por los europeos y en la actualidad difusor de las relaciones capitalistas de producción; y las Comunidades Negras e indígenas, explotadas y discriminadas históricamente.

La discriminación étnico-cultural y el etnocentrismo, la explotación económica y la desigualdad en todas las esferas de la vida social han caracterizado las relaciones entre la comunidad blanca dominante a través de sus clases dirigentes y las "minorías étnicas" dominadas. Clase y raza se

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conjugan como dos elementos de una misma contradicción social, que es imposible separarlos en el análisis de los problemas étnicos y sociales de la población latinoamericana, porque son un producto especial del desarrollo del capitalismo. Los efectos y consecuencias de los 400 años de esclavitud y servidumbre de las Comunidades Negras e indígenas inciden y determinan objetivamente las sociedades que protagonizamos.

¿Existe en Colombia la discriminación racial? ¿Cuáles son sus manifestaciones? ¿Existe el prejuicio racial en la conciencia social de los colombianos?

Para responder correctamente estos interrogantes debemos investigar y analizar las condiciones de vida y la índole de la existencia en las Comunidades Negras e indígenas: unas violentamente despojadas de sus raíces, las otras sin limitaciones, mutiladas hasta la extinción casi total. Ambas han sido víctimas de la explotación por el capital, y ningún holocausto, ningún drama en el desarrollo de la sociedad capitalista es comparable al desmembramiento de las culturas americanas y africanas.

Tradicionalmente, los colombianos han rechazado la existencia de prácticas de discriminación racial y tan pronto una persona negra o indígena las denuncia se la considera víctima de complejos sin fundamento. La idea más generalizada es defendida por quienes niegan la discriminación afirmando que en Colombia no tenemos los problemas de segregación racial que afrontan las personas negras, indígenas y latinoamericanas en los Estados Unidos, ni existen las condiciones que impuso el apartheid en la República blanca de Suráfrica, contra africanos negros y descendientes de asiáticos.

Otra idea trata de demostrar que sí existe discriminación con el argumento del rechazo que muchas personas, reconocidas socialmente como blancas, manifiestan contra las personas negras al insultarles con frases inferiorizantes. Ambos criterios son incorrectos y nos permiten apreciar la confusión que experimenta el conjunto de los colombianos, y en especial las propias comunidades afros e indígenas, sobre los problemas raciales y la realidad de la formación étnico-cultural del país.

En Colombia está muy difundida la idea de la no existencia de problemas raciales, y la gran mayoría de los intelectuales sepultan la historia e ignoran las condiciones históricas y sociológicas de la participación nacional y la vida de las comunidades étnicas, históricamente explotadas y opriinidas culturalmente. La discriminación racial es una realidad que todos los colombianos reconocen como común en las relaciones de la vida cotidiana pero que no interpretan como tal; las relaciones de clase creadas en 400 años de sociedad esclavista, generaron profundas contradicciones de color y cultura, identificadas genéricamente como contradicciones de "raza", que en la sociedad capitalista siguieron reproduciéndose y desarrollándose hasta hoy, en cada país de manera diferente.

La discriminación racial adopta entre los colombianos una forma concreta, objetiva, y otra ideológica, subjetiva. Primero, la practican el Estado y las clases dirigentes al mantener, históricamente, a las "minorías étnicas", en condiciones de aislamiento territorial, y de atraso y marginalidad económica, social, cultural y política. Segundo, en la conciencia social de todos los colombianos, persiste el prejuicio racial patente en estereotipos y expresiones lingüísticas, que inferioriza y desvaloriza la dignidad e igualdad de la persona negra e indígena. Sobrevive como una herencia colonial esclavista, recreada en las actuales condiciones de vida de las Comunidades Negras e Indígenas y es estimulada y reproducida en la influencia cultural estadounidense que recibimos a través de la televisión, la radio, la prensa, las revistas, las tiras cómicas. Los programas educativos de enseñanza oficial y privada, al ignorar su presencia y aportes en la historia y la vida nacional, estimulan el desarrollo del prejuicio racial. Los miembros de las Comunidades Negras e indígenas son considerados ciudadanos de segunda categoría.

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El Estado y las clases dirigentes han permanecido indiferentes ante las condiciones de atraso de las "minorías étnicas", cuyas comunidades han estado condenadas al desarrollo desigual con respecto a las poblaciones del interior del país.

Grandes regiones habitadas por las Comunidades Negras están separadas de los centros de desarrollo capitalista, y los pocos carreteables que existen son intransitables.

Las poblaciones diseminadas por la Costa Pacífica  permanecen aisladas entre sí y del resto de Colombia. No hay sistemas de navegación fluvial y marítima eficientes y organizados. Los hombres siguen caminando por trochas, navegando los ríos y el mar en canoas, balsas, pequeñas lanchas y en destartalados buques de cabotaje. Las pocas pistas de aterrizaje no cumplen las exigencias técnicas y científicas de la navegación aérea.

La población afrocolombiana trabaja en la minería del oro y el platino, el aserrío de maderas, la pesca artesanal, la agricultura; en general, continúa realizando en el interior del país los trabajos que en el siglo pasado eran exclusivos de los esclavos: cortar la caña en los ingenios, recoger las cosechas en las plantaciones y encargarse de la construcción de obras públicas y edificios.

El medio natural donde desenvuelven su vida las comunidades posee gran riqueza en recursos naturales muy valorados en la economía moderna que, contradictoriamente, son explotados por los habitantes con técnicas tradicionales poco productivas, heredadas de la esclavitud o inventadas por ellos al rigor de las dificiles condiciones de trabajo y de vida.

La minería se explota con el "barequeo o mazamorreo", el "socavón", el "zambullidero" y el "hoyo", técnicas que exigen gran derroche de fortaleza fisica, para obtener al final de las jornadas una producción exigua. Las maderas se cortan con hacha, son aserradas con serruchos manuales y movilizadas en "balsadas" y canoas. La pesca se practica con atarrayas, "cabos", "catangós" y otros instrumentos tan precarios como las canoas y barcas que les impiden adentrarse en el mar. La agricultura es practicada en pequeñas explotaciones llamadas "claros", en las orillas de los ríos, donde se cultiva maíz, plátano, chontaduro, yuca, arroz, cocos, árbol del pan, ñames y frutales; es una agricultura de subsistencia con técnicas tradicionales y escasos rendimientos que procura el sustento diario y algo para intercambiar en el mercado.

Mientras las comunidades laboran con las uñas, afrontando dificiles condiciones de trabajo, en contraste, el Estado sólo se acuerda de ellas cuando entrega inmensas extensiones de sus regiones a compañías mineras y forestales extranjeras, que con grandes adelantos técnicos saquean incontrolada e impunemente la riqueza del país violando la soberanía nacional. Grandes compañías forestales y aserríos arrasan los bosques de Urabá y la Costa Pacífica. La pesca industrial es insignificante y está desorganizada; los barcos pesqueros extranjeros usurpan sin temor y limitaciones los bancos de pesca de los mares. Esta región es una gran reserva de los monopolios extranjeros y nacionales y el Estado actúa como cómplice indiferente ante la realidad subhumana de sus habitantes.

Las condiciones sociales son inconcebibles en una época de revolución científica y técnica como la actual. De cada diez poblaciones, nueve carecen de agua potable, acueducto, alcantarillado, luz eléctrica, puestos de salud u hospitales, farmacias, médicos y enfermeras. La vivienda es precaria e inadecuada; se sufre hambre en numerosos poblados; el desempleo es creciente y no hay fuentes estables de trabajo en los centros urbanos, donde los salarios son inferiores al mínimo legal. Los niños mueren de desnutrición y enfermedades gastrointestinales y los adultos de malaria, fiebre tifoidea, tuberculosis. Los sectores políticos que dirigen y hacen de voceros de las localidades, comercian con las necesidades, angustias, ignorancia y miseria que afrontan las gentes.

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Son estas las causas del atraso de las Comunidades Afros y no la llamada "pereza" o el ancestro africano de las gentes, argumentos tomados de ideologías racistas y expuestos por intelectuales y políticos olvidadizos e ignorantes, que pasan por alto las condiciones históricas y sus graves consecuencias. Son condiciones que expulsan de sus lugares de origen a miles de hombres y mujeres quienes salen hacia el interior del país en busca de trabajo y mejores oportunidades sociales, siendo, en cambio, absorbidos como mano de obra no calificada y barata por la agroindustria, la construcción, el servicio doméstico, el ejército, engrosando así las filas de los subempleados en los cinturones de miseria de las grandes ciudades. El trabajador negro sigue en las labores del esclavo y a los jóvenes se les presenta el deporte o la música como alternativas para salir de la pobreza.

De otra parte, la Comunidad Negra ha sido marginada de los cargos de responsabilidad en la administración pública. No tiene representación acorde con su población porcentual en las instituciones estatales. En las Fuerzas Armadas no tiene acceso a la oficialidad pero sí es "carne de cañón" en la suboficialidad, como soldados y policías, donde los mejores jóvenes permanecen improductivos. La jerarquía eclesiástica católica siempre ha excluido del clero a los jóvenes negros y pueden contarse con los dedos de una mano los sacerdotes afrocolombianos.

La otra forma de existencia de la discriminación racial, la constituye el prejuicio racial que persiste en la conciencia social, en el inconsciente colectivo de los colombianos.

Durante 400 años de opresión esclavista fueron numerosos los estereotipos que, a manera de imágenes de la Comunidad Negra, pretendieron demostrar la supuesta inferioridad del esclavo. Los esclavitas animalizaban la persona esclava y se consideraban a sí mismos como los únicos poseedores de cualidades y atributos humanos. Esta herencia colonial quedó impresa en la formación lingüística latinoamericana en cientos de frases que expresan la situación en la sociedad del hombre esclavo.

En la actualidad el prejuicio racial es reproducido como reflejo en la sicología social de las condiciones de vida de los pueblos negros, por el aparato educativo y por la influencia cultural y la penetración que imponen los Estados Unidos a través de la televisión, las revistas, las tiras cómicas y la prensa.

Los programas y textos del sistema educativo son transmisores especiales del prejuicio racial. Primero, no están elaborados en función de la realidad histórica y las necesidades sociales, económicas, culturales y espirituales de la Comunidad Afrocolombiana. Se manipula un material educativo que sólo representa blancos y sólo para blancos se fabrican los juguetes.

Segundo, los programas desconocen el aporte histórico africano y afrocolombiano a la economía, la sociedad, la cultura y la nacionalidad e ignoran la sangre derramada por los esclavos en las luchas de independencia, cuando las guerrillas cimarronas fueron escuelas para los ejércitos patriotas que lucharon contra la dominación colonial española.

Tercero, el Estado ha incumplido el reconocimiento del derecho a la igualdad dentro del sistema educativo nacional. En los pueblos no hay bibliotecas públicas, ni librerías, ni promoción estatal de la cultura comunitaria. Las escuelas funcionan en locales inadecuados, a excepción de algunas situadas en las concentraciones urbanas; y en las zonas de dificil acceso no existen.

Los jóvenes bachilleres tienen pocas posibilidades de ascender a niveles de cultura universal y 70 veces menos oportunidades de ingresar a una universidad del interior del país.

Desde el siglo pasado, la educación de las Comunidades Negras fue entregada por el Estado a la Iglesia bajo el llamado "Régimen de tierras de Misiones". Los misioneros establecieron un "Modelo Educativo Misionero", destinado a enseñar a leer, escribir y contar rezando, pero su objetivo real

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fue formar maestros apóstoles reproductores de la ideología misionera. Este sistema educativo estuvo orientado hacia el cielo y no promovió el progreso económico, social, cultural y político de la comunidad, con base en sus propias potencialidades sociales y culturales. Desde 1975 la educación misional pasó a llamarse "educación contratada", siguiendo vigente los mismos criterios administrativos e ideológicos del pasado.

La Comunidad Negra debe despertar del largo sueño en que ha vivido. La juventud está en obligación de imponerse grandes retos demostrando su dinamismo, capacidad e inconformidad. Es necesario elaborar una conciencia comunitaria y construir formas de organización propias, que con la movilización colectiva y nacional puedan conquistar el respeto de los Derechos Humanos y rescatar la personalidad histórica y la identidad étnica y cultural, como componente histórico de la cultura e identidad nacional.

Estamos en mora de elaborar un programa de reivindicaciones económicas, sociales, culturales y políticas, en torno al cual puedan concientizarse y movilizarse las comunidades, organizadas en un novedoso movimiento nacional con filiales en todas las localidades Afros y en las ciudades del interior. El progreso social y la satisfacción de sentidas aspiraciones sólo podrán lograrse con una nueva conciencia sobre el pensamiento, la organización y la acción comunitaria. Uniendo todas las manos y estrechando en un solo abrazo a las Comunidades Afros, las juventudes deben pronunciarse por sus derechos históricos. Es hora de convertir a cada joven en un nuevo cimarrón y a cada localidad en un palenque por la dignidad y la igualdad real y efectiva de la Comunidad Afrocolombiana

CAPÍTULO 1 CONDICIONES DE VIDA DE LAS COMUNIDADES AFROCOLOMBIANAS  

Presencia y etnicidad afrocolombiana

Colombia tiene 37 millones de habitantes. La población afrocolombiana, los colombianos de origen y ascendencia étnica africana, está conformada por 15 millones de personas, lo que equivale al 45% de la población nacional. El Pueblo Afrocolombiano constituye la mayoría étnica de la población nacional, y está integrado por tres grandes poblaciones, ellas son: 

1. Los africanos criollos. La población que ha mantenido las características fenotípicas africanas. Son la mayoría en la región Pacífica, las islas de San Andres, Providencia y Santu Catalina, y en algunos territorios de la llanura del Caribe.

 2. Los afroindígenas. La población resultado del mestizaje entre los africanos criollos y los pueblos indígenas. Son la mayoría de los habitantes de la llanura del Atlántico, y los valles de los ríos Cauca y Magdalena.

3. Los afromestizos. La población resultado del mestizaje entre los africanos criollos y los pueblos mestizos indohispanos, autodenominado como "blanco". Son notorios en las poblaciones de los departamentos de Antioquia y Valle, y en las grandes ciudades y capitales departamentales. En el pasado fueron identificados como mulatos por los españoles.

 

Durante la sociedad colonial esclavista las personas africanas, con toda su diversidad étnica y cultural, fueron convertidos e identificados por los europeos simplemente como "negros". La

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persona africana fue adjetivizada y estigmatizada como "los negros", "el negro", "la negra", "los negritos" "la negrita", "el negrito". El africano fue reducido al color de la piel, racializado y estereotipado; se le quitó su nombre, su historia, su cultura, su dignidad, el derecho a ser persona y se le redujo a "negro", sinónimo de animal, esclavizado y subordinado. A pesar de la opresión cultural esclavista, gracias a los etnónimos africanos que sobrevivieron y están incorporados en el español y la cultura colombiana, por todo el territorio nacional podemos encontrar huellas y nombres de las regiones, naciones y pueblos de donde, posiblemente, fueron secuestrados en Africa nuestros antepasados: Arará, Lucumí, Carabali, Balanta, Congo, Angola, Bente, Biáfara, Mina, Biohó, Popó, Bran, Mandinga, Conú, Zapé, Aracú; Polú, Ocoró, Aponsá, Kalonge, etc. 

Para los europeos (españoles, franceses, ingleses, holandeses, portugueses, etc.) que organizaron en América el sistema colonial esclavizador, todo mestizaje surgido de la mezcla entre los africanos con los europeos (blancos) y los pueblos indígenas (indios) era identificado y estigmatizado como "negro" y esclavo. No importaba el color que tuviese la persona para considerarlo esclavo y de sangre impura. Para los europeos, en el pasado, y para los mestizos indohispanos o blancos en el presente, se es "negro" porque se tiene origen africano. La definición de "negro" fue sinónimo, y es hoy sinónimo, de Pueblos Africanos, de Pueblo Afrocolombiano. 

Debemos devolvemos el sustantivo, la calidad de personas y anteponerla al adjetivo "negro". Somos personas; Pueblo Negro porque somos personas de origen africano, porque somos Pueblo Afrocolombiano. El concepto afrocolombiano nos permite redescubrir y reencontrar nuestra identidad étnica y cultural africana, fundamento de la construcción y desarrollo de la identidad mestiza de la sociedad nacional. El adjetivo "negro" es la prueba viva, plasmada en el lenguaje y la cultura colombiana, de la enorme explotación, injusticia y opresión cultural que han vivido los afroamericanos y afrocolombianos en la historia de los países del continente americano.

 

Condiciones de vida de las Comunidades Afrocolombianas

El Pueblo Afrocolombiano está presente en 800 municipios del territorio nacional, incluyendo las regiones Oriental y Amazónica. Los principales territorios afrocolombianos son: las llanuras del Atlántico y del Pacífico, los valles medio y bajo de los ríos Magdalena y Cauca, Urabá y Norte del Cauca. Las concentraciones urbanas más importantes están en las ciudades de: Bogotá, Cali, Medellín, Cartagena, Barranquilla, Santa Marta, Riohacha, Montería, Sincelejo, Buenaventura, Quibdó, Tumaco, Turbo y Guapi.

Durante el siglo XX las clases dirigentes de Colombia se negaron a crear una base de estadisticas aftocolombianas. Ni en el Departamento Nacional de Estadística -DANE- ni en el Departamento Nacional de Planeación -DNP- existe unidades de estadística y planificación sobre la presencia y realidad del Pueblo Afrocolombiano.

Las instituciones gubernamentales y privadas no pueden disponer de datos sobre las Comunidades Negras cuando requieren analizar, planificar y atender la situación de subdesarrollo, pobreza y marginalización en que transcurre la vida afrocolombiana. El 10 de julio de 1998, el DNP hizo un gran lanzamiento de sus publicaciones conmemorando sus 40 años de fundación; entre 80 libros e informes de estudios, no hubo siquiera uno dedicado a la realidad afrocolombiana.

Para analizar las condiciones de vida de las Comunidades Afrocolombianas, lo mejor es hacer un recorrido por la realidad de los municipios de la región del Pacífico.

La Región Pacífica es una extensa llanura selvática que se extiende desde la frontera con la República de Panamá hasta la frontera con el Ecuador. Está integrada por 32 municipios, de los siguientes departamentos:

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1. Departamento del Chocó:Quibdó, Acandí, Alto Baudó, Lloró, Bagadó, Babía Solano, Bellavista, Condoto, Istmina, Juradó, Litoral del San Juan, Novita, Nuquí, Riosucio, Sipí, Tadó, Bajo Baudó, Unguía y Citará.

2. Departamento del Valle:Buenaventura y Dagua.

3. Departamento del Cauca:López, Timbiquí y Guapi.

4. Departamento de Nariño:Santa Bárbara, El Charco, Mosquera, Olaya Herrera, Magui, Barbacoas, Roberto Payán y Tumaco.

La Región Pacífica está poblada por cerca de dos millones de habitantes, de los cuales las Comunidades Negras conforman el 90 por ciento y conviven con un 5 por ciento de indígenas, organizados en resguardos en las zonas montañosas y ribereñas, y con un 5 por ciento de mestizos "blancos", que controlan el comercio urbano y la mayor parte de los medios de producción. En los centros urbanos, de 2.000 a 10.000 habitantes, localizados en las orillas de los ríos y del mar, reside el 30 por ciento de la población mientras el 70 por ciento se concentra en las ciudades de Buenaventura, Tumaco, Quibdó y Guapi.

"En el Pacifico colombiano se encuentran entre siete y ocho mil especies de plantas (de las 45.000 que puede haber en Colombia). El Departamento del Chocó contiene 3.866 especies. También se encuentra una de las mayores concentraciones de plantas y animales endémicos, es decir, con una distribución geográfica pequeña. Por lo menos la cuarta parte de las plantas son exclusivas de la región. La fauna, aunque menos conocida, es muy rica y los anfibios muy diversos. También hay gran cantidad de especies endémicas y otras aún sin describir, especialmente en las selvas de la cordillera. Entre las aves, hay varios centenares de especies en las tierras bajas. Es una de las áreas con grandes concentraciones de especies endémicas de Sur América.

Revista Ecológica No. 15-16 mayo octubre 1993.

La Región del Pacífico es uno de los territorios más ricos en biodiversidad en el mundo, y uno de los pocos pulmones verdes productores de oxígeno que aún quedan en el planeta; posee enormes recursos de flora y fauna; pesqueros, madereros, hidrológicos y mineros. Sin embargo, su mayor riqueza es su población, las Comunidades Negras e Indígenas, sus dueños ancestrales, que han vivido sumergidos en la más absoluta pobreza, ignorancia y marginalización.

 

Condiciones económicas

En la Costa Pacífica hay dos tipos de economías: la economía capitalista de enclave, o de saqueo colonial, y la economía tradicional de subsistencia. Las Comunidades Negras del interior del país forman parte del campesinado pobre y del proletariado, explotados por empresas agroindustriales, mineras y de la construcción. 

La economía capitalista de enclave o de saqueo colonial la realizan empresas extranjeras y nacionales, las cuales sobre-explotan los recursos naturales y a los trabajadores nativos, teniendo como bases las ciudades de Buenaventura, desde donde envían al interior maderas, pescado y oro; y Tumaco, centro de exportación de maderas a Estados Unidos y otros países. La Costa

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Pacífica y las Comunidades Negras son víctimas del colonialismo interior y del colonialismo exterior. 

Buenaventura moviliza el 80 por ciento de las exportaciones e importaciones del país generando en la comunidad las deformaciones inherentes a las economías portuarias de los paises subdesarrollados: contrabando, tráfico de drogas, prostitución, altos salarios para una minoría de obreros portuarios, exagerada carestía de la vida, creciente aumento poblacional por el flujo migratorio que recibe, déficit de servicios públicos y sociales, hacinamiento de viviendas, angustioso desempleo que afecta especialmente a la juventud, y pérdida de la identidad cultural comunitaria. 

El problema del desempleo es agudo. Por cada 100 jóvenes hay 45 desempleados, muchos de ellos dedicados al comercio de mercancías baratas ofrecidas en las calles. "La única fuente segura de trabajo es el muelle" sobre el cual presionan los trabajadores en paro forzoso. Cientos de jóvenes son enrolados por las mafias de drogas y contrabando, o emigran a los Estados Unidos, Venezuela y Panamá, países desde los cuales cada semana llegan ataúdes con jóvenes asesinados en las calles por la policía o los mafiosos. Numerosas mujeres van al interior o emigran a Venezuela a trabajar en el servicio doméstico, y un alto porcentaje termina en poder de los negocios de prostitución. 

Como si estuviésemos en Bogotá, Medellín o Cartagena, en las ciudades que controlan la riqueza de la Región Pacífica, Cali y Buenaventura, se practica abiertamente la discriminación racial. Los empleadores mestizos, poniendo en práctica sus prejuicios racistas, niegan el empleo a la juventud negra porque los consideran "perezosos y no saben atender a los clientes". Esto ocurre no solo en las empresas privadas, sino también en entidades estatales como Telecom, Impuestos Nacionales. Esta situación lentamente se viene transformando por la creciente influencia de líderes negros en los destinos políticos del departamento del Valle.

No hay fábricas que procesen las materias primas extraídas y demanden fuerza de trabajo masiva. Las fuentes de trabajo son escasas y los jóvenes que logran terminar una profesión tienen ante sí la perspectiva única de conseguir un empleo estatal o trabajar en las instalaciones portuarias. La mayoría de los egresados negros son educadores, constituyéndose el magisterio en la primera fuente de empleos. Un importante núcleo de los desempleados es absorbido por las fuerzas militares que los utilizan como soldados y policías sin permitírseles ascender a los grados de la oficialidad y alta comandancia. 

La economía tradicional o de subsistencia la desarrollan las comunidades. El campesino de la Costa Pacífica es agricultor, pescador, minero, artesano, leñador, boga, marino, cazador y jornalero. Según sus necesidades realiza una u otra actividad. Las técnicas rudimentarias que utiliza le obligan a emigrar de una a otra zona de la región, de acuerdo con las épocas de siembra y la rotación de los suelos. La mujer trabaja en las actividades domésticas y participa junto al hombre en las labores agrícolas, mineras, artesanales, pesqueras y comercia al por menor, casa a casa, los productos. 

Los niños en edad escolar, estén o no estudiando, colaboran en las tareas productivas del hogar. Todos en la familia, desde temprana edad contribuyen de acuerdo a sus capacidades en la economía familiar. Es una economía natural donde predominan los valores de vida comunitarios de respeto y armonía con la naturaleza y los conceptos de solidaridad colectiva, de la reciprocidad en las relaciones interpersonales. La producción va hacia la familia y un reducido porcentaje al mercado. Los pocos programas de crédito implementados por la Caja Agraria y el Incora son restringidos e insuficientes para satisfacer las necesidades del campesino que los solicita. 

Las prácticas culturales de la agricultura moderna no son acogidas por los campesinos, si tratan de imponerse desde fuera, como alternativas únicas de progreso opuestas a las prácticas de la

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agricultura tradicional. La incomprensión e ignorancia de las instituciones y sus técnicos sobre la concepción del uso de la tierra y la cultura agrícola de la comunidad, conllevan a rotundos fracasos en los intentos de organización de pequeñas empresas agroindustriales. 

El Incora introdujo un sistema de cultivo industrial intensivo de palma africana y cocos, desadaptando al campesino del cultivo de productos de primera necesidad como arroz, plátano, maíz, yuca, etc. ; la alteración del ambiente ecológico produjo la plaga del "anillo rojo", que arrasó con los cocales y arruinó al campesino que participaba en el programa. Las instituciones oficiales han amenazado con quitar las tierras a las familias, las cuales exigen la condonación de las deudas por su incapacidad para pagarlas. Las palma africana fue sembrada sin instalarse previamente las factorías de procesamiento. El fantasma del hambre está rondando en los hogares del litoral atraído por la improvisación y la indiferencia oficial. 

Para agravar la situación del campesinado, los cultivos de cacao, tradicionales en la región, fueron destruidos por las plagas denominadas "escoba de bruja" y "monilia". Hasta hoy, los campesinos siguen esperando el socorro de los institutos especializados del Estado. 

En las zonas rurales todos los habitantes son propietarios de tierras de pequeña extensión, situadas en las orillas de los ríos y sembradas de cultivos de pancoger como chontaduro, plátano, coco, yuca, caimito, papachina, borojó, cacao, arroz, banano y frutales. Los ingresos por familia son inferiores a 100.000.oo pesos mensuales y por persona llegan a un promedio de 24.500 pesos mensuales. El 56 por ciento de los campesinos y trabajadores devenga menos del mínimo legal. 

Las condiciones culturales e históricas que ha vivido el campesinado afrocolombiano en relación con la tierra, el mar y los ríos, le han permitido crear su propia percepción y conciencia de la realidad, diferente e incomprendida en el interior del país. El inmigrante blanco llegado del interior y llamado "paisa" en la región, aprovecha estas características culturales para explotar y especular en las localidades. Como depositario y difusor de las relaciones económicas capitalistas, llega en actitud colonialista y avara, decidido a conseguir plata fácilmente. Es dueño del comercio al por mayor y al detal, de los medios de producción, y controla los deficientes medios de transporte. En las zonas urbanas, en cada esquina, hay una tienda en la que se especula y abusa con los precios de los artículos de primera necesidad y se adquieren por sumas irrisorias los productos locales. 

Por otra parte, los salarios pagados a los trabajadores de las pesqueras, aserraderos y en las pocas fábricas de la zona franca de Buenaventura son inferiores al mínimo decretado cada año por el gobierno; lo mismo ocurre en hoteles, restaurantes, cafeterías, griles y supermercados. Es de anotar que nos referimos a los trabajadores negros quienes ocupan en la empresas los cargos inferiores; los trabajadores que son contratados en el interior del país, reciben tratamiento especial, buenas oportunidades laborales y excelentes sueldos.

 

Explotación de los recursos naturales

Explotación forestal:

Hay dos formas de explotación de los recursos forestales: la realizada tradicionalmente por los campesinos y la de los aserraderos y compañías como Cartón Colombia, Industrias de Mangle y otras que veremos más adelante, casi todas compuestas de capital extranjero disfrazado en empresas con nombres nacionales, que se dedican a extraer la madera en bruto sin instalar en la región industrias procesadoras de materias primas intermedias.

Los aserraderos y compañías madereras hacen del campesino aserrador, también llamado "cortapalos", su víctima. Aprovechan sus angustias, ignorancia y necesidades económicas para

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explotarlo conjuntamente con sus propios bosques. El proceso de explotación a que está sometido el campesino es el siguiente:

1. Cortar los árboles, con hacha, machete o sierra eléctrica, selva adentro, donde pueda conseguirlos y sin tener en cuenta normas sobre protección de los recursos naturales.

2. Arrastrar la madera hasta el rio, caño o estero cercano.

3. Sacarla por el río hasta el mar, rumbo a Buenaventura,Tumaco y demás centros de acopio, en canoas, lanchas y balsadas, las cuales muchas veces son destruidas por los barcos de cabotaje o pesqueros que no reconocen indemnización alguna.

4. Al llegar con la madera al sitio de compra de la población, queda a merced de los supervisores y compradores de la empresa, quienes seleccionan a su voluntad las maderas: "este palo no sirve", "no compramos de este palo", "esa madera está muy mala".

5. Como le es imposible arrastrarla nuevamente por el mar y los ríos hacia el monte se ve obligado a vender la madera al precio que impone la compañía.

Esta es la rutina diaria de miles de condenados de la tierra. Largas caravanas de camiones se llevan día a día el sudor y las fuerzas de la comunidad, trasladan su riqueza rumbo al mercado nacional e internacional.

Cuando el proceso de exportación se realiza dentro de las concesiones forestales, las condiciones se tornan más graves para los campesinos. "Las concesiones son un mecanismo por medio del cual el Estado entrega a una persona natural o jurídica una extensión de bosques naturales para que explote la madera existente, exigiéndole en contraprestación el pago de un canon y la obligación de efectuar el corte de madera que asegure la reproducción forestal. Bien sabemos que lo primero es burlado, con base en informes de explotación subavaluados, y que lo segundo no se cumple, lo cual ha llevado a una vertiginosa extinción de los bosques de casi una mitad en los últimos decenios".   ( 1   )

Colmenares presenta una relación de empresas que tienen concesiones de bosques en el territorio nacional; entre ellas seleccionamos las que afectan a las Comunidades Negras:

- Triplex Pizano 139.290 hectáreas- Cía. Maderera del Atrato 52.000 hectáreas- Cía Exportadora de Maderas de Urabá - Madurabá -48.110 hectáreas- Productora de papel - Propal - 48.000 hectáreas- Láminas del Caribe - Madeflex - 47. 283 hectáreas- Cartón Colombia 40.000 hectáreas- Industrias del Mangle (Curtientes) 30.000 hectáreas- Chapas de Nariño (Triples cóndor) 26.554 hectáreas,- Tomny Beck (exportador) 20.595 hectáreas,- Cía. Colombiana de Maderas Compensadas (Triplex Codemaco) 13.800 hectáreas- Diego Calle Restrepo (exministro de Hacienda y destacado dirigente liberal) 11.050 hectáreas- Masson Duplessis Exportaciones 8.342 hectáreas- Indumaco 2.180 hectáreas

En la lista encontramos los monopolios que manejan las industrias del papel, el cartón y las láminas de madera, como es el caso de Cartón Colombia, Propal, Triplex Pizano y Láminas del Caribe.

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Estas concesiones comprenden enormes extensiones de tierras de las cuales las compañías informan al Estado de una mínima parte. Cuando los campesinos asierran maderas en estos bosques, son obligados a venderlas a los representantes de las compañías a los precios que ellos determinan o de lo contrario son decomisadas. La Comunidad Negra ha sido despojada de sus recursos naturales; los propios poblados forman, en muchos casos, parte de las concesiones, sus tierras constituyen una gran reserva forestal y minera de los monopolios extranjeros.

Si recorremos las tierras del Litoral Pacífico Sur podemos observar la siguiente situación:

Industrias del Mangle S.A. arrasó en su totalidad con 241.900 hectáreas de bosques de manglares, alterando el entorno ecológico y destruyendo los esteros, que son los nichos criaderos de los peces y de diversas especies de fauna y flora marina y terrestre.

De 789.500 hectáreas de bosques mixtos de Guandal han sido explotadas incontroladamente 424.900, quedando para defender 354.600. Entre las explotadas se incluyen los bosques de fácil extracción que han sido totalmente agotados.

De igual forma, las reservas actuales son propiedad en concesiones de la empresa Cartón de Colombia S.A. que "pertenece en un 66 por ciento a la empresa estadounidense Container Corporation; como accionistas colombianos se destacan los Carvajal, los mayores impresores del país, con 4 por ciento, Suramericana de Seguros 2 por ciento, y con sendos 1 por ciento Mario Uribe Uribe, familia Bedout ; otros impresores, familia Sardi y familia Eder". ( 2   )

Cada año las regiones habitadas por las Comunidades Negras pierden más de cuatro millones de metros cúbicos de madera, sin recibir beneficios económicos y sociales, ni la reparación de los enormes daños causados a la naturaleza. El entorno ecológico se ha alterado, los ríos pierden caudales, los peces se extinguen y las gentes siguen condenadas a la pobreza y a la miseria.

"Da risa que el valor del bosque intacto, sin tocar, sin desarrollar ni mejorar, es 300 veces más que cualquiera de los usos "productivos" de este.

Significa que cuando tumban los bosques para practicar la ganadería, se está destruyendo su valor económico, siendo por ello una pésima inversión. No solamente por su valor como fuente de belleza estética, ecológica o como fuente de agua, sino por su valor económico en términos de dinero reembolsable si se comercializaran los productos del bosque intacto "

Alwyn Gentry.Revista Ecológica Nros. 15-16 de 1993.

La explotación minera

En busca de oro y platino, las comunidades explotan a los ríos y quebradas, valiéndose de herramientas utilizadas hace 400 años durante el régimen de trabajo minero esclavista - la batea, el almocafre, el mate, baldes para sacar agua, la barra, el recatón -y de técnicas como el hoyo, el cacavón, el canalón, el zambullidero y el barequeo o mazamorreo.

Cada mañana los campesinos mineros se reúnen en "grupos de trabajo" que recorren durante el día las orillas de los ríos, haciendo gran derroche de energía fisica, de capacidad de trabajo, y obteniendo a cambio una pírrica producción cuyo peso lo determinan aún con medidas coloniales, tales como el castellano, el grano, y otras inventadas entre las gentes, como la cuchilla. El esfuerzo colectivo e individual de los mineros queda siempre en manos de intermediarios compradores.

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En claro contraste observamos los estragos producidos por las enormes dragas de "la transnacional estadounidense International Mining Co. de Nueva York, que desde 1886 ha mantenido el control absoluto sobre la producción de metales preciosos a través de sus filiales Cía. Minera Chocó Pacífico S. A., Frontino Gold Mines Ltda., Pato Consolidated S.A., Novita Mines Corporation, Cía. Promotora Colombiana S. A., Mineros Ltda., y Pacific Metals Corporation. De acuerdo con algunos estudios, la I. M. C. ha sacado del país más de 3.000 millones de dólares en oro y platino, con una inversión insignificante" . ( 3   )

Dueña de grandes extensiones de tierra en forma de concesiones, ha destruido los ríos y convertido la tierra en pedregales inservibles, arruinando a cientos de poblaciones, que derivaban el sustento diario de la minería tradicional. Miles de familias han quedado sumidas en la pobreza, sus miembros sin trabajo, perplejos ante los nuevos desiertos y ante la complicidad de las altas esferas gubernamentales.

En la zona minera del Chocó la transnacional suspendió operaciones en 1975; se declaró en quiebra cuando ya tenía agotadas las zonas de explotación, desconoció los derechos económicos y sociales de los trabajadores, y a cambio les ofreció las viejas y obsoletas dragas.

Todo ocurrió con la complicidad del gobierno de Alfonso López Michelsen, y de un influyente jefe político local, Jorge Tadeo Lozano Osorio, quien en vez de defender los derechos de los trabajadores del pueblo chocoano, representó a la Compañía gringa, como su abogado asesor, traicionando los intereses y aspiraciones de su propia gente. La opinión pública del Chocó y los trabajadores fueron engañados, y las aisladas voces de protesta no tuvieron eco en la opinión pública nacional.

Veamos la realidad. "En la Bolsa de Metales de Nueva York se comunicó que "empresarios colombianos le habían comprado a la Internacional Mining el 10 por ciento de las acciones de la Chocó Pacifico por 10 millones de dólares". De esta manera parece que la tal "colombianización" ha sido una forma de "reencauchar" a la desprestigiada International Mining, siendo aprovechada la oportunidad por la oligarquía colombiana para participar en el jugoso negocio minero. De acuerdo con cálculos conservadores, las reservas probadas de oro y platino (fuera de las probables) de las minas de la Chocó Pacífico pasan de 1.000  millones de dólares. Al mismo tiempo, otros hechos sugieren que la International Mining no piensa retirarse del país. No, obstante que la Chocó Pacifico dizque había vendido la totalidad de sus acciones a Mineros Colombianos con fecha 13 de junio de 1974 ;el 5 de agosto del mismo año el gobierno concedió, según contrato No 2714, una concesión minera de 450 hectáreas. Es posible que la empresa extranjera continúe como dueña o concesionaria de las minas, cobrando cuantiosas regalías, y la empresa nacional sea un simple operador. Como es obvio, Mineros Colombianos S. A. no está conformada por pequeños mineros. Es una empresa constituida por los grupos financieros Grancolombiano, Bogotá y Suramericana... " ( 4   )

Y en 1985, el Chocó seguía siendo saqueado por el colonialismo exterior. Con el título "Atropellos y vejámenes de empresa extranjera en la Equis" el periódico Presente de Quibdó denuncia la acción de una nueva transnacional, que saquea silenciosamente las riquezas minerales del suelo chocoano. En la edición de marzo de 1985, el trabajador José Blandón relata el tratamiento que reciben los trabajadores: "El administrador es un extranjero a quien llaman Sebastián y tiene un estilo nazi en el tratamiento a los obreros. Hay que trabajar 10 horas diarias, a pesar de que las leyes en Colombia establecen jornada diaria de ocho horas. A todo momento se escuchan gritos amenazantes del administrador. Apenas cada dos semanas hay un descanso de dos días que el obrero pierde trasladándose hasta Quibdó. La compañía prometió transporte y no ha cumplido. No pagan horas extras ni días festivos, aunque obligan a trabajarlos. Enganchan personal sin examen médico y si el obrero se enferma es despedido inmediatamente. Si se accidenta queda advertido que la próxima vez será desvinculado de la empresa. Allí no se paga ningún tipo de prestaciones

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sociales. Pedimos que la oficina del trabajo y los Seguros Sociales remedien este infierno". (Presente, marzo 1985)

Mientras el Estado permite a las compañías mineras y forestales la violación de las leyes colombianas y el atropello a la población, las comunidades sienten la crudeza de la vida en las condiciones del atraso y la marginación oficial. La Empresa Mineros del Chocó, heredera de las chatarras de dragas gringas de la Chocó Pacífico, y de sus obligaciones prestacionales con jubilados y obreros, es un ahogado que baja río abajo; para sus trabajadores es una enorme frustración, y una injusta pesada carga impuesta sobre sus espaldas por la confabulación entre los explotadores extranjeros y sus agentes nacionales y chocoanos; no sobra decir, que los propios trabajadores, sus hijos y sus nietos se organizan para cobrar la venganza, más temprano que tarde.

La explotación pesquera

Es de dos clases: la pesca tradicional del nativo, llamada también artesanal, y la pesca industrial realizada por empresas pesqueras. El pescador costeño trabaja con técnicas e instrumentos artesanales casi siempre fabricados por él o por artesanos especializados. Los más usuales son el anzuelo, el calabrote, el cabo o galandro, el chinchorro o red de arrastre, la red agallera, la nasa, y el catango o corral. Como medio de transporte utiliza la canoa, llamada también champa o potro, que por su fragilidad le impide adentrarse en el mar en busca de los bancos de peces y lo limita a pescar en los ríos y esteros. Algunos pescadores han formado cooperativas pequeñas, pero en general reina la desorganización y aislamiento en la actividad.

El pescador tradicional está desapareciendo como consecuencia de la pesca industrial. Los barcos pesqueros no respetan las normas estatales que delimitan las zonas vedadas a la pesca industrial. Penetran en los esteros y desembocaduras de los ríos destruyendo los criaderos y capturando peces pequeños con mallas prohibidas en esas zonas; destruyen los instrumentos del pescador nativo y, en muchos casos, han llegado a ahogarlo al inundar las canoas con el oleaje levantado a su paso.

En un informe del técnico pesquero Arnold Janson sobre la pesca en la Costa Pacífica, citado en un estudio del litoral hecho por el Banco Ganadero, leemos: "En la costa del Pacífico se encuentran reunidas todas las condiciones ideales con que sueñan los industriales pesqueros de otros paises: fondos variados, unos planos, otros rocosos; fondos profundos para la pesca trawe; fondos apropiados para la pesca con nasas; playas arenosas convenientes para la pesca con chinchorros y parajes ideales para la pesca con redes de arrastre. A las condiciones ideales anteriores se agregan las especialísimas topografias y las de metereología e hidrología. Las corrientes frías del golfo crean ciertas condiciones de vida marina que favorecen la propagación de los peces".

Los trabajadores de los barcos pesqueros no devengan salarios justos ni se les reconocen derechos de seguridad social e industrial. Las empresas "embarcan" en los buques a los trabajadores con el compromiso de reconocerles porcentajes de la pesca obtenida; pero muchos son chantajeados y obligados a permanecer en los barcos al no poder pagar deudas contraídas.

La pesca como actividad industrial apenas comienza a desarrollarse y la producción consumida por los colombianos es capturada en un 80 por ciento por pescadores tradicionales. El pescado es un costoso alimento sólo accesible a las clases adineradas; mientras, en contraste, el Estado es indiferente ante el saqueo de nuestros recursos pesqueros por grandes buques de diversas banderas y de paises tan distantes como Japón, que explotan la Costa Pacífica como si fuese parte de sus mares y sin ningún impedimento.

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En la década de los 90´s surgieron en Tumaco las empresas camaroneras, que en grande estanques producen camarones cautivos para la exportación a los mercados internacionales, en especial de Japón y los Estados Unidos.

Las empresas camaroneras se han establecido sin estudios sobre el impacto ambiental y social que provocarían. La industria camaronera destruye la biodiversidad y el equilibrio ecológico y comunitario. Para instalar los estanques es necesario desalojar a las familias poseedoras de los territorios y destruir totalmente el paisaje y el eco sistema de los manglares. Los campesinos sin tierra se han desplazado forzosamente hacia la zona urbana de Tumaco. Los propietarios de las camaroneras son empresarios del interior del país que suelen llevar mano de obra foránea para operar las empresas, negando a la juventud afrotumaqueña el derecho al trabajo en su propia tierra.

Protección de los recursos naturales

El Ministerio del Medio Ambiente es la entidad oficial encargada de la vigilancia y control de la explotación racional de los recursos naturales, y está representada en las localidades por las Corporaciones Autónomas Regionales. En el litoral pacífico no hay control sobre las formas de explotación de los recursos forestales, mineros y marinos. Las compañías extranjeras y nacionales ejercen su propio poder, de acuerdo con sus intereses en los territorios de concesiones, explotando y sojuzgando a personas y comunidades; sus mecanismos de gobierno son independientes de las leyes nacionales.

Los inspectores de bosques y los funcionarios ambientales responsables del control son sobornados fácilmente, o cuando actúan, las sanciones que imponen no intimidan a los infractores. Los alcaldes, concejos municipales y la policía nacional son indiferentes ante la destrucción del entorno ecológico; en Buenaventura y Tumaco los grandes barcos mercantes y los pequeños de cabotaje y pesca, sueltan desechos en las bahías, sin recibir sanciones o recriminaciones de las autoridades que los obliguen a reparar los daños ocasionados.

Condiciones sociales

Servicios públicos:

El 80 por ciento de las Comunidades Afrocolombianas carecen de acueducto, aunque están surcadas por toda clase de corrientes de agua; en las poblaciones que lo poseen, el agua no tiene sistema de tratamiento y recibe infiltraciones del exterior, causa de las enfermedades gastrointestinales, que hacen de los niños sus víctimas permanentes.

El servicio de alcantarillado es prácticamente inexistente. En los pocos municipios que lo tienen, la cobertura se reduce al sector central de la población, mientras el 70 por ciento de la localidad no dispone de tan vital servicio. En la Costa Pacífica, apenas siete municipios tienen alcantarillado, con la característica anotada, incluyendo el puerto de Buenaventura donde más de la mitad de la comunidad no goza de él. Si no fuese por los flujos de las mareas, las epidemias harían estragos entre las gentes, pues ellas arrastran las suciedades de debajo de las casas hasta el mar. Tumaco se sirve de aguas lluvias para el consumo doméstico y el sistema de alcantarillado es la marea ; la ciudad de Puerto Tejada, en el Cauca, no posee acueducto, ni alcantarillado, a pesar de su constante movilización popular; en Quibdó el agua que consumen las gentes la aportan las lluvias, porque el acueducto funciona unas pocas horas.

Miles de pobladores de las Comunidades Negras no conocen la energía eléctrica y sus beneficios revolucionarios de la vida cotidiana. Pequeñas plantas Diesel alumbran cuando pueden en las noches en algunas poblaciones; pero los inconvenientes para el transporte de los combustibles, los

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costos adicionales y las dificultades para la adquisición de repuestos las mantienen paralizadas gran parte del año y, cuando funcionan, lo hacen de tres a cinco horas durante la noche.

Los pueblos negros del interior están conectados a la red de lnterconexión Eléctrica S.A., que en los últimos años llegó a Quibdó, Istmina, Tadó, Andagoya, Condoto y Buenaventura. A pesar de estos progresos las gentes siguen condenadas a vivir a oscuras aunque son dueñas de envidiables recursos hídricos, en especial caudales y caídas de agua, que permitirían la instalación de microcentrales o aun de grandes centrales hidroeléctricas de enormes rendimientos.

Comunicación y Transporte:

Las localidades de la Costa Pacífica están aisladas entre sí y con el interior del país. No hay carreteras ni caminos transitables, las comunicaciones fluviales y marítimas son deficientes y los ríos y esteros carecen de servicio de dragado, afectados por la sedimentación y las obstrucciones ocasionadas por los troncos y desechos. En la región predomina el transporte fluvial y marítimo en barcos pequeños de cabotaje o embarcaciones menores como lanchas y canoas; los muelles de cabotaje son improvisados e inseguros.

La navegación aérea es peligrosa por el pésimo estado de los aeropuertos y la falta de mantenimiento de los aviones que cubren las rutas; además, los altos costos de los pasajes son malcanzables para la población campesina.

La movilización por mar, aire y tierra es motivo de angustia para los viajeros del litoral pacífico debido a las condiciones de inseguridad reinantes en los sistemas de transporte. Las poblaciones no disponen de sistemas de guardacostas ni de movilización de urgencias, tales como patrullas de avionetas, helicópteros y lanchas que presten auxilio y vigilancia en beneficio de las comunidades.

 

Problemática educativa:

Las condiciones de educación y cultura de las comunidades afrocolombianas, específicamente de la Costa Pacífica, son notoriamente inferiores y desiguales con respecto al resto del país. Por indiferencia o conscientemente, como política oficial en todo el proceso del desarrollo histórico nacional, el Estado colombiano ha mantenido a las Comunidades Negras en la oscuridad de la ignorancia. Para demostrar estas afirmaciones, tomemos el caso de Buenaventura:

El Puerto de Buenaventura, con más de 350.000 habitantes, ha sido el más importante del país y goza de prestancia mundial; sin embargo, en 1999, aún carece de librerías y bibliotecas públicas y escolares. En 1931 se inauguró la primera escuela, inicialmente para blancos, y apenas en 1946 fue creado el colegio Pascual de Andagoya, cuya primera promoción egresó en 1952.

Poblaciones del interior del país que no tienen la importancia del Puerto, cuentan desde hace varios siglos con excelentes instituciones educativas. La comunidad no goza de vida cultural organizada, ni formas populares de recreación, y sus expresiones culturales propias son mantenidas por grupos aislados y son despreciadas por las juventudes. En los espacios urbanos no hay zonas verdes ni parques infantiles, ni escenarios deportivos. Los arenales donde jugaban los muchachos fueron absorbidos por las viviendas y, a pesar de estar a orillas del mar, éste es inalcanzable para las gentes, que no pueden pagar los altos pasajes para trasladarse a las playas situadas fuera de la contaminada bahía.

Las Comunidades Negras, después de las Comunidades Indígenas, tienen el porcentaje de analfabetismo más alto del país. En las zonas rurales es del 75 por ciento y en las urbanas alcanza

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el 45 por ciento. A semejanza de Buenaventura, el 98 por ciento de los centros urbanos carecen de bibliotecas y librerías; en ambas zonas hay déficit de escuelas y colegios.

Las ciudades de Buenaventura y Tumaco no tienen universidades que capaciten a la juventud en la investigación y explotación racional de los recursos forestales, marinos, hídricos, mineros y agrícolas. La comunidad de Buenaventura hace años exige el funcionamiento real de la Universidad del Pacífico con facultades de Ingenierías, Geología y Minas, Medicina, Agronomía, Piscicultura, Zootecnia, Ciencias del mar, Ciencias educativas, etc.; un centro científico que domine el mar y los recursos naturales del Pacifico en beneficio de la región y de todos los colombianos. A poblaciones de menor importancia en el conjunto nacional e internacional, el Estado les ha creado centros universitarios (Santa Rosa de Cabal, Cartago, Palmira, Málaga, etc.), mientras niega este derecho al puerto.

La insuficiencia de colegios en los principales centros urbanos deja sin cupos al 50 por ciento de los aspirantes, y los rechazados deambulan por las calles sin trabajo y sin posibilidades de educación. El promedio de estudiantes por profesor, tanto en primaria como en secundaria, llega a 50 alumnos, mientras en el interior es de 30; en las zonas rurales el 90 por ciento de las escuelas están en manos de sólo un maestro que tiene a su a cargo varios grupos y varios cursos.

El 90 por ciento de las escuelas y colegios funcionan en locales inadecuados que no reúnen las condiciones técnicas y pedagógicas normales. No están dotados de materiales y ayudas educativas y, en la mayoría de las escuelas, los estudiantes no poseen pupitres y existen casos en que desconocen el mapa de Colombia. Las poblaciones de dificil acceso no tienen escuelas o, si las poseen, los educadores no son nombrados, y mucho menos estimulados para laborar en ellas.

En estas condiciones, el porcentaje de deserción es muy alto y se acentúa por las dificultades de acceso a los establecimientos. Para llegar a la escuela, numerosos jóvenes y niños deben hacer diariamente, a pie o en canoa, un recorrido que varía entre una y tres horas. Y todo esto, sin comprender para qué les servirá ir a estudiar.

Gran parte de la educación en las Comunidades Negras sigue administrada y controlada por la Iglesia Católica Misionera, bajo la llamada "Educación Contratada", forma jurídica que adoptó, desde 1975, el antiguo "Convenio de Tierras de Misiones" que regía desde 1886.

El modelo educativo misionero tiene como ideal enseñar a leer, escribir y contar rezando. "La educación se concibió como medio auxiliar de la evangelización. Los agentes de la evangelización eran al propio tiempo maestros de escuela (nativos) y la educación se llevó adelante como rama dependiente del apostolado, de ahí la idea tan difundida de considerar al educador como apóstol" ( 5   )

El modelo no ha sido liberador, estableció un sistema de Escuelas Normales formadoras de maestros cuya misión ha sido educar personas para ganarse el cielo y no personas para ganarse el pan de cada día, en condiciones de ejercicio de sus Derechos Humanos y de vida con dignidad e identidad.

Los maestros no han sido preparados para orientar la conciencia del pueblo trabajador y campesino en torno a las complejas y angustiosas situaciones que afronta, en la perspectiva de transformar la sociedad; al contrario, son indiferentes ante la problemática comunitaria y predican la resignación y conformidad con la voluntad de Dios, como si El y Jesucristo estuvieran de acuerdo con las injusticias.

Los educadores no saben determinar qué tipo de valores e ideales deben inducir y reflejar en la conciencia de los estudiantes y son meros transmisores de una ideología dominante, la ideología de la deshumanización y el individualismo, la ideología que volvería a crucificar a Cristo si

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renaciese en los corazones de la juventud impulsándole para organizar y movilizar a sus comunidades por la justicia y la dignidad. Los pueblos reclaman de sus educadores la formación de jóvenes con conciencia de personas libres y no personas con conciencia de autoesclavos.

De otra parte, la educación en las comunidades no ha correspondido a la exigencia de luchar contra el atraso histórico, ni estimula y promueve el progreso económico, social, cultural y político partiendo de las propias potencialidades y capacidades comunitarias. Es un modelo al margen de la realidad, que impone pautas de comportamiento y valores culturales y sociales considerados "civilizados" en oposición a los creados y desarrollados por las comunidades en su batalla por sobrevivir, y que secularmente han sido juzgados como "incivilizados". La educación religiosa ha ignorado y desconocido la identidad étnica, la historia, la cultura y el aporte histórico de la Comunidad Negra colombiana; nos ha inducido a avergonzarnos de nuestra Negritud y africanidad, comenzando con nuestro pelo ensortijado y nuestra piel oscura, inculcándonos la renuncia a cualquier sentimiento de identidad. En los últimos años, gracias de la política de pastoral afroamericana impulsada desde el CELAM, y a los reclamos de los movimientos comunitarios, la mayoría de los religiosos y religiosas están comprometidos con sembrar la conciencia de la Afrocolombianidad y apoyar el proceso de organización y reivindicación.

 

Problemática de salud:

La asistencia médico - sanitaria es precaria y de cobertura reducida a las grandes poblaciones, donde está concentrado el 80 por ciento de los deficientes recursos técnicos y humanos. En la Costa Pacífica cada médico debe responder a la demanda de 32.000 habitantes. En las zonas rurales de dificil acceso no hay puestos de salud ni asistencia médico - sanitaria. Los centros urbanos carecen de puestos de salud en los barrios y de programas de medicina preventiva. Los hospitales de Buenaventura, Quibdó, Tumaco, Guapí, Turbo, como otras localidades negras del interior del país, no tienen personal médico y paramédico especializado y capacitado eficientemente. Las farmacias y equipos de movilización de urgencias no existen en poblaciones pequenas.

En las Comunidades Negras, enfermedades como el sarampión, la malaria, la tuberculosis, el piam y la leishmaniasis siguen cobrando víctimas. El 70 por ciento de la población infantil presenta algún grado de desnutrición y por cada 1.000 niños nacidos, 200 mueren antes de cumplir el primer año de vida. El Instituto de Bienestar Familiar ofrece atención a sólo el 15 por ciento de la población infantil menor de 7 años, limitando su acción a los centros urbanos importantes. El servicio de guarderías infantiles es inferior en un 50 por ciento al prestado en las ciudades del interior y no existen programas de comedores infantiles y de asistencia a las madres embarazadas y con lactantes.

Las condiciones de salud son agravadas por la anarquía urbana, la alta contaminación ambiental producida por las basuras y por los comportamientos culturales que rechazan determinadas pautas médicas y de sanidad.

Los elementos predominantes en la alimentación son el pescado fresco o salado, el arroz, los plátanos, el maíz, queso salado, harina de trigo; son escasos la carne, los huevos, las hortalizas y los frutales. En aquellas comunidades que no tienen acceso al pescado, ya sea de río o de mar, la base alimenticia se reduce al plátano y al arroz, acentuándose así el grado de desnutrición de la población.

Condiciones de vivienda

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Las condiciones de vivienda constituyen uno de los grandes problemas de las concentraciones urbanas de las Comunidades Negras. Una reforma urbana con un programa de mejoramiento de la vivienda afectaría al 85 por ciento de las casas. El déficit en Buenaventura está calculado en 25.000 y en Quibdó es del orden de las 10.000 viviendas.

Buenaventura, Tumaco, y Quibdó, exceptuando los núcleos urbanísticos llamados "centros" de la población, están formados por extensas zonas tuguriales de precarias casas. Tienen como características comunes la anarquía y el desorden urbanístico, la deficiencia o inexistencia de servicios públicos y la proliferación de basureros; carecen de zonas verdes, parques y campos de recreación popular y las calles de los barrios populares no están pavimentadas. El 70 por ciento de las viviendas albergan una "familia extensa", con más de 12 miembros como promedio.

La vivienda es de madera, guadua, palma o material. En las localidades importantes la falta de techo ha obligado a las gentes a construir palafitos, casas sobre pilotes de madera sumergidos en las orillas de los ríos o en el mar; estas habitaciones son afectadas por las inundaciones y las pujas o mareas altas.

El tipo de construcción tradicional es inadecuado para atenuar las condiciones climáticas cálido - húmedas, e insuficiente para acomodar los miembros de la familia. Alrededor de la casa, en el solar y debajo del piso, existen los focos de problemas fitosanitarios, pues allí son depositadas las basuras. Los barrios populares no gozan del servicio de recolección de basuras y limpieza de las calles, por doquier se crean basureros al aire libre, o se obstruyen los caños por donde suben las mareas, alcantarillas naturales de las localidades costeras.

 

La administración pública

En las Comunidades Negras no existe una clase dirigente nativa que oriente, dirija y proyecte su progreso. Nuestros pueblos no han definido el camino por recorrer y los objetivos que se han de alcanzar en el diario trajinar por la existencia. Al frente de los partidos políticos, divididos en diversos grupos, están las personas que no son de la región ni residen en las localidades, o cuando son de las comunidades son personas sin ninguna idea de los objetivos e intereses del quehacer político como servicio comunitario. No existen dirigentes políticos que defiendan los intereses regionales, se aprovechan de la ignorancia de las gentes y comercian con sus necesidades, angustias y miseria. Por indiferencia ignoran los problemas del pueblo y practican el prejuicio racial y los estereotipos contra la persona negra a quien consideran incapaz. Son promotores del nombramiento de funcionarios del interior, en los cargos de dirección administrativa y de responsabilidad estatal y privada, y subestiman las capacidades profesionales, intelectuales y administrativas de los profesionales nativos.

Los concejos municipales son instituciones improductivas manejadas por personas sin calidades intelectuales y técnicas, y sin visión del progreso de las poblaciones; los concejales desconocen sus funciones y su actividad se reduce a defender las cuotas burocráticas en la administración municipal.

Los políticos, alcaldes y concejales de los municipios afrocolombianos deben asumir la visión y el liderazgo por el desarrollo de la Afrocolombianidad, y la gestión de un proyecto de vida con equidad y dignidad para las comunidades del Pueblo Afrocolombiano.

En todos los municipios afrocolombianos las autoridades deben erradicar las diversas formas de corrupción administrativa que caracteriza la actividad política y gubernamental, promoviendo la organización comunitaria para la participación ciudadana y enalteciendo y difundiendo los valores afrocolombianos y la Etnoeducación Afrocolombiana. Es necesario provocar la elevación de la

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autoestima social y cultural, y el espíritu de liderazgo, superación y autogestión de nuestras Comunidades Afrocolombianas.

Pasará mañana

Cada día, en cada noche, cada hora y segundo, debemos pensar en el futuro en lo que pasará mañana a nuestros niños, a todos si hoy organizados no luchamos.

Cada día, en cada noche, en cada hora y segundo, debemos pensar en el futuro cuando arrasen los bosques, cuando terminen de saquear el oro, cuando los ríos y los peces se mueran por el lodo, y jamás podamos volver a nadar en el arroyo. Cuando ya no podamos labrar una canoa porque no crecen palos ni nacen artesanos, cuando ya no podamos echar una batea porque las orillas se volvieron piedras.

Cada día, en cada noche, en cada hora y segundo, no debemos olvidar el futurocuando las manos se nos queden solas, porque sólo las manos nos dejó el despojopara venderlas al patrón de oro. Cuando sólo nos quede el hambre porque la comida que había se fue lejos, cuando ya la esperanza se haya ido y no tengamos respuesta a nuestros hijos. Cuando sigan viviendo aquí los mismos cerca pero tan lejos de nuestra, en otro tiempo, madre tierracondenados al desempleo, el hambre, la pobreza y el desprecio.

Cada día, en cada noche, cada hora y segundo, no debemos olvidar el futurode todos nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros niños todos,cuando ellos nos reclamen con un grito que porqué no luchamos por el nido para sembrar la historia, para cosechar con dignidad el compromiso de vivir luchando por lo más querido.

JUAN DE DIOS MOSQUERA M. 1988

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CAPÍTULO II RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y LAS COMUNIDADES NEGRAS

 

El 5 de julio de 1978, el periódico El Tiempo de Bogotá publicó un documento titulado "Diagnóstico de la Realidad Colombiana", el cual recogió las conclusiones de los obispos colombianos que serían presentadas en la Conferencia Episcopal de Puebla, México, y que en la parte demográfica afirmaba: "Las diferencias étnicas no son tan fuertes en Colombia como en otros países de América Latina debido al mestizaje, sin embargo las minorías étnicas, han sido secularmente descuidadas como componente poblacional y social". Esta verdad expuesta por los prelados católicos confirma la situación histórica de marginalidad y atraso social en que transcurre la vida de las comunidades negras e indígenas en el interior de la nación, denunciada por diversos sectores intelectuales nacionales e internacionales.

 

"La historia colombiana se ha fraguado tristemente a partir de la violenta sustracción de tierras a los indígenas y de la expatriación obligada de los Negros del Africa, que fueron arrancados de su suelo para laborar en tierras ajenas ".

 

Corte Constitucional Sentencia T-422/96

 

La formación étnica y cultural de la sociedad colombiana es diversa y plural e íntegra en sus relaciones a los descendientes de los grupos étnicos indígenas que componían las culturas precolombinas, los descendientes de los africanos y los descendientes de las etnias europeas, españolas la mayoría. El mestizaje produjo una verdadera revolución étnica y cultural, en la cual el elemento fundamental para la diferenciación social de los grupos étnicos pasó a ser el color de la piel. En Colombia se definen socialmente tres grandes grupos raciales:

 

Primero, las Comunidades Indígenas, en proceso de desaparición al ser víctimas de políticas genocidas y etnocidas. Soportan la angustia de una muerte fisica y cultural incontenida y lenta, producida por la marginación social, la violencia de los terratenientes, el aislamiento y las imposiciones llamadas civilizadoras.

Segundo, la Comunidad Afrocolombiana o Comunidad Negra *, que es el resultado de la mezcla de los diferentes grupos étnicos africanos que se encontraron en América sometidos a la esclavitud. Este sorprendente proceso de mestizaje produjo nuevos grupos étnicos de origen africano, portadores de una cultura dominante enriquecida y recreada con rasgos culturales africanos e indígenas. Es el grupo étnico mayoritario dentro de la formación étnica nacional.

El africano y sus descendientes fueron convertidos en "Negros" en la América esclavista. Fueron ellos quienes levantaron con sus huesos las bases del país económico actual; con su cultura han sido componentes básicos para la construcción de la identidad cultural nacional; con su sangre conquistaron en campos de batalla la abolición de la esclavitud para sí y la independencia para

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todos los colombianos; y con su inteligencia y capacidad fisica siguen engrandeciendo el territorio y la nación, pero cargando en sus espaldas los efectos dañinos que produjo la esclavitud en la sociedad.

Tercero, la comunidad blanca y mestiza, conformada por relaciones de mestizaje de gran diversidad, donde sobresalen las características de etnias europeas, en la mezcla con las personas negras e indígenas. Los europeos (españoles) mestizados entre sí y con las comunidades indígenas produjeron un nuevo grupo étnico llamado mestizo **, calificado socialmente como blanco. Es el grupo dominante en la vida social, portador del proyecto de organización nacional y estatal y difusor de la versión de sociedad y cultura europea implantada desde la colonia hasta hoy en el país.

La comunidad mayoritaria blanca y mestiza ha concentrado históricamente los instrumentos de dominio en todas las esferas de la sociedad colombiana. El etnocentrismo y la marginación han caracterizado las relaciones con las comunidades étnicas negras e indígenas. Durante la colonia sus clases dirigentes conformaban el sector social de los blancos criollos ricos, que concentraban el poder económico - minas, haciendas, comercio y esclavos - y luchaban por co-gobernar el Estado colonial o desalojar a los españoles de él. Con las guerras de independencia conquistaron el Estado, y una vez arriba, siguieron beneficiándose de las relaciones sociales existentes heredadas de la colonia, y traicionaron las promesas hechas a los esclavos sobre la abolición de la esclavitud a cambio de su participación militar en las luchas anticolonialistas.

Las actitudes sicológicas y los intereses sociales frente al trabajador negro no variaron en las condiciones republicanas establecidas bajo el control de los criollos ricos. Hasta tanto la esclavitud no constituyó una barrera para el tipo de desarrollo económico capitalista que se pretendía instaurar en el país, las Comunidades Negras, continuaron esclavizadas y sus amos nunca cambiaron. Sólo hay la excepción de los esclavos que pertenecian a propietarios proespañoles. En 1851 se abolió legalmente la esclavitud, provocando profundas contradicciones entre las clases dominantes criollas, sirviendo de acicate, junto a permanentes nuevos motivos para las guerras civiles ocurridas el siglo pasado.

La Comunidad Negra pasó de la colonia española a la república blanca criolla como esclavizada y desde 1851, abolida la esclavitud, pasó del modo de vida esclavo al modo de vida del obrero agrícola o industrial asalariado ocupado en los trabajos nidos y de baja calificación, como campesino pobre, y como ciudadano de segunda categoría dentro de la sociedad nacional.

En el presente siglo, la actitud objetiva e histórica de las clases dirigentes hacia la comunidad Negra, a través del Estado, no ha cambiado significativamente; las relaciones capitalistas la recrean y desarrollan en la actualidad y las consecuencias de los 400 años de esclavitud siguen afectando notoriamente las condiciones de vida de los pueblos negros y las relaciones interétnicas de la sociedad en general. El Estado republicano y las clases dominantes que surgieron del Estado colonial español, después de los procesos independentista, mantuvieron la misma conciencia racista colonial hacia las Comunidades Negras esclavizadas. Las aislaron de los proyectos de organización política, estatal y nacional, de la toma de decisiones sociales y de los mecanismos de participación en los programas de servicio y responsabilidades estatales.

Las Comunidades Negras e Indígenas fueron marginadas como componentes étnico - culturales de la nueva nación, reducida al estrecho marco del mercado y la producción cafetalera, y obligadas a vivir alejadas de los centros de poder político y económico. Al pretender determinar los valores reales e ideales de la identidad nacional, las clases dominantes criollas y sus descendientes adoptaron el llamado sentimiento hispnoamericano, que no se reducía a la comunidad de lenguaje sino también a la versión colombiana de la cultura española, de la cultura de la "madre patria". Consideraron la diversidad étnica y cultural, que brota de la fusión triétnica, como un problema para solucionar con la uniformidad teórica que impone la ley con la categoría de ciudadano, olvidando la

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historia y creyendo borrar con ello las diferencias culturales que impregnan de sentido y enriquecen al hombre nacional.

Las Comunidades Negras, con las cadenas que ataban sus manos y pies, fueron absorbidas por la marginalidad y los sectores sociales explotados, después de la abolición legal de la esclavitud. El atraso y la pobreza, la desigualdad y la marginalidad, fueron los únicos "derechos" reconocidos por los ex-amos republicanos, y el conjunto de la Comunidad Negra Nacional se dispuso a enfrentar un dificil proceso de readaptación que sigue vigente hasta hoy. La discriminación racial constituye un complejo y soslayado fenómeno social, ideológico y político; la sociedad actual la recrea en el interior del círculo vicioso de las relaciones de clase, donde cambia de forma, pero se mantiene la esencia que reproduce en mayor grado toda clase de desigualdades y discriminaciones, en función de los intereses egoístas de unos pocos.

 

"La discriminación, aplicada a un grupo, se expresa a través de la invisibilidad que los miembros de este adquieren para el grupo dominante y que explica que se puedan negar hechos que son públicos y notorios, como son la presencia negra en el país y su significativo aporte a la cultura colombiana ".

 

Corte Constitucional Sentencia T-422/96

 

Amparados por la Convención Internacional de Derechos Humanos, por la Convención Internacional por la Eliminación de todas las formas de Discriminación racial y por la Convención contra la Discriminación de la Mujer, es fácil demostrar la práctica de la discriminación racial en Colombia. El Estado y las clases dirigentes practican la discriminación racial cuando mantienen históricamente a las "minorías étnicas" en condiciones de aislamiento territorial y de atraso y marginalidad económica, social, cultural y política. El Estado excluye normalmente a las comunidades de los programas de desarrollo; gobierno tras gobierno son ignoradas y omitidas en los famosos planes presidenciales.

 

Los asentamientos de las Comunidades Negras e Indígenas presentan un lamentable estado de atraso y marginación, cuyas peculiaridades son únicas en el país. La presencia y asistencia gubernamental llegan tenuemente, son insignificantes, y los altos funcionarios visitan las poblaciones en forma oportunista durante los períodos pre-electorales buscando votos para sus partidos.

Instituciones y empresas estatales como Aduana, Colpuertos, Impuestos Nacionales, Telecom e Inderena, recaudan cada año una suma superior a los cincuenta mil millones de pesos en Buenaventura, Tumaco, Guapi, Quibdó y Turbo; este dinero sale hacia Bogotá para redistribuirlo en programas sociales en el interior, sin corresponderle un peso por derechos a las comunidades. Estas entidades estatales practican la discriminación racial abierta en los empleos porque desprecian a los jóvenes negros y sus plantas de personal están compuestas en mayor parte por personal blanco trasladado desde el interior.

Las concesiones forestales y mineras, de vastos territorios pertenecientes a las Comunidades Negras e Indígenas, a compañías extranjeras, constituyen violaciones abiertas de la soberanía nacional, y manifestaciones francas de la indiferencia y el desprecio que le merecen las minorías

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étnicas a los círculos gobernantes del país. Imponen un régimen de trabajo que sobreexplota la fuerza de trabajo nativa, somete a los trabajadores a condiciones infrahumanas de vida, y son los extranjeros o sus agentes quienes administran y regulan la vida cotidiana en sus zonas de operación.

El aislamiento territorial, la indiferencia del Estado, la complicidad de los partidos políticos tradicionales, la corrupción administrativa y la falta de organización y conciencia de las comunidades, posibilitan el mantenimiento del colonialismo exterior e interior cuya actividad es el saqueo del oro, el platino, los bosques, los peces y la fauna.

Una visible práctica de discriminación racial estatal es la exclusión de las Comunidades Negras de los cargos de responsabilidad en la administración pública nacional y regional. Las oligarquías políticas impiden el acceso de políticos, profesionales, técnicos y personalidades negras a los altos cargos de los ministerios, embajadas e institutos descentralizados.

En las poblaciones negras más importantes existe un sector político, conformado por comerciantes blancos, que controla los directorios políticos y la administración pública, aprovechando la desorganización comunitana para usurpar el derecho a la autodirección de la comunidad; sus miembros ocupan alcaldías y cargos burocráticos de mando, relegando a los profesionales negros a cargos secundarios. Esta clase dirigente pirata piensa que la Costa Pacífica llegará al progreso cuando se logre estimular una fuerte corriente inmigratoria desde el interior del país y desprecian los recursos humanos y las capacidades nativas; utilizan la administración para defender y expandir sus intereses económicos con criterios contrarios a la realidad social, indiferentes ante las necesidades locales y con la visión tradicional creada por los estereotipos racistas contra la comunidad.

Esta minoría, apoyada por los dirigentes políticos regionales y nacionales, ha convertido las concentraciones urbanas negras, en especial a Buenaventura, en tierras de nadie, en islas dentro del país, donde reina la desorganización, el caos urbanístico, la corrupción y la anarquía ciudadana. Ante esta situación es prioritario que la comunidad organice su propia clase dirigente, sus propios grupos de presión y sus organizaciones reivindicativas, políticas y culturales que autodetenuiflen su destino social.

Otra demostración de la política discriminatoria de los sectores dirigentes del país es el llamado "Convenio de Tierras de Misiones", vigente desde finales del siglo pasado hasta 1975. En virtud de la ley 89 de 1890, el Estado entregó a la Iglesia Católica la administración, organización e implementación de la educación de las "minorías étnicas" consideradas salvajes. Así dice su artículo lo "La legislación general de la República no regirá entre salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada por medio de Misiones. En consecuencia, el gobierno, de acuerdo con la autoridad eclesiástica, determinará la manera como esas incipientes sociedades deben ser gobernadas". Las Comunidades Negras, Indígenas y campesinas blancas situadas dentro de las jurisdicciones de los territorios de misiones quedaron bajo el gobierno y poder decisorio de la Iglesia. Desde 1975 el Convenio de Tierras de Misiones pasó a llamarse "Educación contratada" entre la Iglesia y el Estado, sin que hayan variado las condiciones del control misionero de la educación.

Las misiones católicas compiten en numerosas comunidades con los misioneros protestantes estadounidenses del Instituto Lingüístico de Verano -I.L.V.- cuyas actividades entre los indígenas han sido denunciadas ampliamente por investigadores y estudiosos de las ciencias sociales, por ser violatorias de las de la soberanía nacional y porque atentan contra el patrimonio cultural de las sociedades indígenas. Las protestas no han tenido eco en las esferas gubernamentales, que obedecen sin cuestionar los planes e intereses estratégicos e ideológicos del imperialismo de Estados Unidos.

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A las condiciones de la "Educación contratada" se suman la prácticas de discriminación racial en los programas y textos educativos desde primaria hasta la universidad.

Primero, no están elaborados en función de la realidad histórica y las necesidades sociales, económicas y culturales de la Comunidad Negra, enmarcada dentro de la comunidad nacional que conformamos todos los colombianos. En el inconsciente de los niños negros se fija el prejuicio racial contra sí mismos. Segundo, los programas desconocen el aporte histórico desarrollado por la Comunidad Negra en la economía, la cultura y las luchas de independencia del colonialismo español.

Para el sistema educativo colombiano las personas negras no tienen personalidad histórica y cultural y su trascendencia en la vida nacional ha sido insignificante. Aunque Colombia posee una de las poblaciones negras más numerosas de América, las universidades no tienen programas de post-grado en estudios afroamericanos y afrocolombianos, que proporcionen a la nación profesionales especialistas en investigación y docencia. La educación colombiana no ha logrado salir del etnocentrismo europeo y estadounidense y es por ello que no pueden desarrollar en la conciencia de la niñez y la juventud un verdadero sentimiento de identidad nacional. Tercero, el Estado ha incumplido el reconocimiento del derecho a gozar de igualdad educativa dentro del sistema educativo nacional. Hace más de 50 años las comunidades de la Costa Pacífica exigen la fundación de la Universidad del Pacífico en Buenaventura, con facultades de Ingeniería, Geología, Minas, Medicina, Enfermería, Agronomia, Zootecnia, Ciencias del mar, Ciencias educativas, etc., que capaciten a la juventud del litoral y de la nación para la investigación y explotación racional de los recursos forestales, marinos, hídricos, mineros y agrícolas en beneficio de la Comunidad Negra y de los colombianos en general. Contando con valiosos y enormes recursos naturales, los pueblos negros no disponen de oportunidades sociales y estatales para formar sus propios técnicos y científicos, intelectuales y artistas promotores de progreso social.

Los jóvenes bachilleres tienen pocas posibilidades de acceder a niveles de cultura universitaria. Tienen 70 veces menos oportunidades de ingresar a una universidad del interior. Los padres, en un 95 por ciento, no estén en capacidad económica para sostenerles el estudio fuera de la localidad. Las pruebas de Estado, el costo excesivo de matrículas y pensiones, los costos elevados de arriendos, alojamiento, transporte y libros son barreras que no pueden salvar los estudiantes universitarios de las Comunidades Afrocolombianas.

Los colegios nacionales, construidos y administrados por el Estado en las poblaciones importantes, han significado un gran avance con respecto a la educación misionera; sin embargo, el 70 por ciento de las localidades carecen de colegios de secundaria y las instituciones educativas funcionan en locales inadecuados, a excepción de algunas localizadas en las poblaciones de Buenaventura, Tumaco y Quibdó; además, no disponen de bibliotecas públicas, ni librerías, ni de instituciones para la promoción estatal de la cultura característica de las Comunidades Negras y de la cultura universal.

Finalmente, es importante anotar que aunque el gobierno colombiano está suscrito a la "Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial", aprobada por la Organización de las Naciones Unidas, no ha promulgado legislación alguna que impida la generación del prejuicio racial en programas de televisión, el cine, la radio, la prensa y las tiras cómicas.

 

Estado, legislación y pueblo afrolombiano

La Constitución Nacional de 1991 y sus leyes reglamentarias establecen el derecho de diferenciación positiva e importantes mecanismos para la protección y desarrollo de los derechos

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étnicos y culturales de las Comunidades Afrocolombianas, tanto urbanas como rurales, y en todo el territorio nacional. Debemos destacar las siguientes leyes:

 

- Ley 70 de 1993: Ley de las Comunidades Negras- Ley 99 de 1993: Ley del Medio Ambiente- Ley 115 de 1994: Ley General de la Educación- Ley 152 de l994: Ley Orgánica del Plan de Desarrollo- Ley 191 de l995:Ley sobre Zonas de Fronteras- Ley 335 de 1996: Ley de Televisión- Ley 397 de 1997:Ley de la Cultura- Ley 375 de 1997: Ley de la Juventud

 

 

En cada una de estas leyes, entre otras, se institucionalizan espacios de participación donde las Comunidades Afrocolombianas tienen representación directa a través de sus organizaciones, posibilitándoles el ejercicio y gestión de sus derechos y aspiraciones de desarrollo social y cultural, en el proceso de concertación con las instituciones gubernamentales y los diversos sectores sociales.

 

La ley 70/93, es la ley marco para orientar la atención gubernamental a las Comunidades Afrocolombianas. Es un valioso instrumento legal para el reconocimiento de los derechos y el mejoramiento de las condiciones de vida, y el ejercicio de la participación organizacional y política dentro de la sociedad colombiana. Las políticas fundamentales que institucionaliza la Ley 70 son las siguientes:

 

1. La construcción y legalización de los territorios afrocolombianos mediante la titulación colectiva y la participación en la gestión ambiental y de explotación de los recursos naturales.

 

2. El Plan de Desarrollo Nacional Afrocolombiano, que cada gobierno debe diseñar e integrar al Plan Nacional de Desarrollo en sus primeros meses de gestión administrativa.

3. La Etnoeducación Afrocolombiana como política educativa estatal, y la promoción del acceso de la juventud afrocolombiana a la educación tecnológica y universitaria, a través de cupos especiales y un Fondo de Créditos Condonables.

4. La creación de importantes espacios mixtos - instituciones gubernamentales y organizaciones-, para la concertación, evaluación y proyección de la atención a la problemática afrocolombiana y la implementación de la Ley 70/93, y todos los mecanismos para la protección de los derechos étnicos y culturales afrocolombianos.

5. La creación de la Dirección de Asuntos para las Comunidades Negras, en el Ministerio del Interior. Primera oficina, durante la historia republicana, dedicada a la atención y orientación de la política estatal para las Comunidades Afrocolombianas.

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Es importante tener en cuenta que la Ley 70/93 tiene serios vacíos de formulación, contenidos, aplicación y financiamiento, que desde las Comunidades Afrocolombianas debemos precisar y lograr su superación a través de propuestas legales y de acciones concretas que desarrollen el derecho a la diferenciación positiva, establecido en el artículo 13 de la Constitución Nacional y refrendado e interpretado por la Corte Constitucional en la sentencia número T-422/96, que en algunos apartes sienta jurisdicción en los siguientes términos:

 

 

"La diferenciación positiva corresponderá al reconocimiento de la situación de marginación social de la que ha sido víctima la población negra y que ha repercutido negativamente en el acceso a las oportunidades de desarrollo económico, social y cultural... Como ocurre con grupos sociales que han sufrido persecución y tratamientos injustos en el pasado que explican su postración actual, el tratamiento legal, especial, enderezado a crear nuevas condiciones de vida, tiende a instaurar la equidad social y consolidar la paz interna y, por lo mismo, adquiere legitimidad constitucional... Las mayores oportunidades de participación en los procesos sociales que se brindan a grupos antes marginados, constituyen medios a través de los cuales se busca reducir el deflcit de poder efectivo que ostentan en la sociedad global".

 

Corte Constitucional. Sentencia Nro. T-422/96.

 

Las organizaciones afrocolombianas de todo tipo, las autoridades y los políticos de los territorios afrocolombianos deben convertirse en grupos permanentes de presión y gestión ante el gobierno nacional y los gobiernos departamentales y municipales, para conquistar la implementación de la Ley 70/93. Es necesario fortalecer el proceso organizativo y potenciar la capacidad de movilización de los sectores afrocolombianos para poder conquistar la voluntad política y presupuestal suficientes para su implementación en toda la Nación.

 

 

"Debemos darnos unas instituciones que correspondan a los anhelos y a las aspiraciones del Pueblo Colombiano, que resuelvan problemas ancestrales, que le den cabida y expresión a sectores de la vida colombiana que por décadas o por centurias han sido marginados de la vida de nuestra Nación. Es el caso específico de las Comunidades Negras, a quienes la sociedad colombiana sometió al abandono, al marginamiento, al desconocimiento de sus derechos, y nunca quiso reconocer sus particulares condiciones. Y las Comunidades Negras, abnegadamente, por décadas y décadas, fueron dejando pasar esa situación de indiferencia e injusticia ".

 

César Gaviria Trujillo Presidente de la República Quibdó. Chocó. agosto 27 de 1993. Promulgación de la Ley 70/93.

 

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La etnoeducación afrocolombiana, un reto nacional

 

En desarrollo de los mandatos de la Constitución Nacional, la ley 70/93, y la ley 115/94, Ley General de la Educación, la Etnoeducación Afrocolombiana es integrada al sistema educativo nacional como política educativa de Estado que debe implementarse en todas las instituciones docentes públicas y privadas. Una de las medidas más importantes es el decreto 1122 de 1998, que crea la Cátedra de Estudios Afrocolombianos, de obligatorio cumplimiento en los niveles de primaria y secundaria.

La tarea etnoeducativa es uno de los retos mas exigentes que tenemos los colombianos en los próximos años. Debemos superar el crimen que se ha venido cometiendo de negarle a los colombianos el derecho a descubrir y reconocer su Africanidad y Afrocolombianidad. Cada colombiano(a) y la Nación en su conjunto, tenemos el derecho a comprender y asumir nuestra Afrocolombianidad como un patrimonio histórico y cultural inalienable e irrenunciable, que llevamos dentro de nosotros mismos y ejercemos en todas las facetas y esferas de la sociedad colombiana, indistintamente del querer personal o del color de la piel.

Debemos comprender y asumir la Etnoeducación Afrocolombiana como el proceso de investigación, enseñanza y socialización a todas las colombianas(os) de la Afrocolombianidad, a través de los sistemas educativo, cultural, familiar y de los medios de comunicación. La Afrocolombianidad es un patrimonio de todos los colombianos(as) indistintamente de la diversidad racial y cultural que poseamos.

La Etnoeducación Afrocolombiana es el enaltecimiento y desarrollo de los valores históricos, culturales, etnológicos, sociales y políticos; del extraordinario aporte de los pueblos africanos y afrocolombiano en la construcción y desarrollo de la nacionalidad y de todas las esferas de nuestra sociedad colombiana. La incorporación de la Afrocolombianidad en el sistema educativo debe ser y asumirse como el reconocimiento, autoestima y legitimación nacional del protagonismo, identidad y creatividad de la persona y el Pueblo Afrocolombiano, legitimándolos en la conciencia personal a través de los planes de estudio, la Cátedra Afrocolombiana, y las políticas culturales, oficiales y privadas.

La Etnoeducación Afrocolombiana se inscribe en el proceso de construcción de valores éticos y estéticos para erradicar las múltiples formas de violencia que nos afectan por doquier y aprender a respetarnos y a convivir en paz. No debe confundirse con la sola Cátedra Afrocolombiana, o con la mera introducción de valores tradicionales de las culturas locales en los contenidos de las asignaturas. Debe ser una estrategia integral que transversalice el sistema educativo y convoque la construcción de un movimiento pedagógico departamental y nacional, que provoque una nueva actitud ética y una visión sin prejuicios raciales de los colombianos(as) mestizos o blancos, en sus relaciones con las personas y Comunidades Afrocolombianas. Debe ser propósito fundamental de la Etnoeducación Afrocolombiana propiciar el entendimiento interracial e intercultural entre las diversas etnias y poblaciones que integran la formación étnica y cultural de la Nación Colombiana. (Ver libro La Etnoeducación Afrocolombiana. Juan de Dios Mosquera Mosquera).

La implementación responsable de la Etnoeducación Afrocolombiana debe generar una revolución cultural que destruya los prejuicios y la estigmatización del "Ser Afrocolombiano", de la persona y la Comunidad Afrocolombiana, que persisten en la sicología social como nefasta herencia racista de la sociedad colonial esclavista. El proceso etnoeducativo exige la atención adecuada de los Ministerios de Educación, Cultura y Comunicaciones. Se deben crear las Direcciones Nacionales

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de Etnoeducación con presupuestos suficientes y las condiciones operativas necesarias. Las universidades públicas y privadas deben fundar licenciaturas, postgrados y centros de investigación sobre la Etnoeducación y los Estudios Afrocolombianos. Devolvernos nuestra Afrocolombianidad debe constituir un gran propósito nacional.

La discriminación racial en las fuerzas armadas

Las condiciones de atraso y marginalidad que afrontan las Comunidades Negras expulsan permanentemente a la población económicamente activa, en especial a los jóvenes en edad de cumplir el servicio militar o de estar estudiando la secundaria. Abandonan las localidades rumbo a las zonas agro-industriales y urbanas, con la esperanza de alcanzar las anheladas oportunidades de progreso y de contribuir al sustento de las familias abandonadas. Viajan huyendo del mundo del aislamiento y la pobreza, de los cascajales y pedregales dejados por las compañías mineras extranjeras, y de los bosques arrasados, donde obtenían trabajo y sustento.

Después de laborar durante la semana, los jóvenes salen a los pueblos y ciudades vecinas a descansar y distraerse, siendo detenidos por las redadas militares que los obligan a inscribirse para el servicio militar obligatorio. No comprenden por qué deben ir, y en últimas, se resignan pensando que la libreta militar de primera clase les abrirá las puertas de las fábricas y empleos remunerados sin tener que exponerse al sol, o piensan que en el ejército se vuelven hombres, ignorando que desde tierna edad lo han sido.

En las fuerzas militares existe la práctica abierta de la discriminación racial y de clase. En las escuelas de formación de oficiales de la armada, el ejército y la policía, los jóvenes negros son rechazados y discriminados, precisamente por ser negros y por ser pobres. En Colombia sólo 1 de cada 1.000 oficiales es negro; en la oficialidad de las Fuerzas Navales no existen porque no los admiten.

Los campesinos blancos, negros e indígenas, en su calidad de soldados, policías y suboficiales, son utilizados como carne de cañón por la élite militar y las clases dirigentes. Los jóvenes destacados fisicamente son ascendidos a dragoneantes y, al cumplir el tiempo del servicio, les ofrecen continuar como suboficiales. Una persona que haya concluido la escuela primaria en el cuartel, que procure el sustento como jornalero, minero o aserrador, en el ejército es responsabilizado del comando de soldados; cuando le reconocen autoridad y mando, siente realizarse un sueño considerado imposible: ascender socialmente, asegurarse un empleo digno en la sociedad y como respuesta, defiende su posición siendo un agradecido y eficiente suboficial, que automáticamente cumple las órdenes de sus superiores. Aunque tenga un desempeño ejemplar y cumpla muchos años servicio jamás podrá aspirar a ser oficial.

Los militares negros son víctimas del prejuicio racial en las guarniciones. Las expresiones inferiorizantes y los estereotipos son el pan de cada día en las órdenes superiores y el trato cotidiano, especialmente por parte de la oficialidad. La práctica del prejuicio es evidente en los casos siguientes:

El estereotipo "negro fuerte, negro esclavo", se aplica cuando son destinados a los trabajos pesados y rudos en forma preferencial; así mismo, cuando son enviados numerosos soldados negros a los frentes de guerrillas porque, según los oficiales, pueden soportarlos climas malsanos y los medios geográficos difíciles.

El estereotipo "negro doméstico, negro siervo" se aplica en el hecho generalizado de destacar soldados negros para las labores de cocina y aseo.

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El estereotipo del "negro deportista" se ejemplifica en las escuelas militares en los deportes donde el 70 por ciento de los atletas seleccionados son negros.

Las Comunidades Negras, a través del servicio militar, son obligadas a contribuir con lo mejor de su juventud al sostenimiento de las clases dominantes y el Estado, que les niegan el  derecho a vivir dignamente en sus pueblos. Los jóvenes ofrendan sus vidas defendiendo a los "ciudadanos de bien" y el orden institucional de desigualdad e injusticia, que les discrimina y margina.

El Ministerio de la Defensa debe establecer en todas las escuelas de formación de oficiales militares y de policía un programa institucional de diferenciación positiva en favor de los y las jóvenes afrocolombianos para estimular su ingreso y permanencia en los centros docentes. Se les debe otorgar el cupo y una beca suficiente que cubra los gastos del matrícula, sostenimiento y dotación de uniformes. Los altos costos de los aspectos mencionados son los que obligan a las jóvenes negros a desertar antes de concluir los estudios, o a pensar que no pueden ingresar a las escuelas.

Otro aspecto de especial significación es la incorporación en los planes de estudios de las escuelas de formación de la Etnoeducación Afrocolombiana y la reflexión, con proyectos especiales, sobre temas como la Afrocolombianidad, el racismo y las formas de la discriminación racial dentro de la sociedad colombiana. La institución militar y policial debe asumir como propósito oficial la lucha contra el racismo y la incorporación, en todas sus esferas y niveles superiores, de todas las caras de la Nación.

 

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