Sociólogxs para que nº13

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Sociólogos Para Qué? | El Viejo Topo | Otoño 2013

Editorial

Sociolog@s para que? es una publicación de El Viejo Topo -CAUCE de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidadde Buenos Aires. El objetivo de la revista es generar un espacio

tanto para la reflexión teórica como para la reflexión sobre la práctica a par-tir de promover la produccion de conocimiento critico. Por ello el contenidode los artículos no refleja necesariamente la opinión de la Agrupación. Para comunicarte con nosotras y nosotros, para críticas, sugerencias omandarnos una propuesta de publicación, podés hacerlo vía correo electró-nico a: [email protected] o en nuestras mesas en cada

sub-sede de la Facultad.

Retomamos aquella pre-gunta porque partimos dela idea de que no somossujetos neutrales en estasociedad, y que el ámbitode la ciencia y la culturason terrenos donde se ex-presan también distintosproyectos sociales. Enten-demos a la universidadcomo un territorio de disputa por la orientaciónde la producción de conocimiento, como una trin-chera más en la lucha y la organización de laclase trabajadora. Creemos que el conocimientohegemónico que se produce en la Universidadestá al servicio de la acumulación de capital, quese nos impone bajo una lógica individualista,fragmentada, privatista, conocimiento que tiendea enmascarar las relaciones sociales de todotipo de opresión. En el sendero de carcomer yagrietar las infamias de este sistema, desde ElViejo Topo -CAUCE- alzamos nuestra voz paracontrarrestar la influencia de la ideología -y de laciencia- dominante.Somos conscientes de que no podemos cons-truir una Universidad de tipo socialista en una so-ciedad capitalista, pero entendemos que haymomentos en que se pueden abrir brechas que

Mientras avanza el otoño del 2013, El ViejoTopo -CAUCE- tiene el agrado de sacar a lasaulas y a las calles (por qué no) un nuevo nú-mero de la revista SPQ? (Sociólogxs paraqué?) -ni más ni menos que la número 13. Cre-emos que volver a producir colectivamente unanueva revista es sumar un leño más al fuego,continuar el camino lento y minucioso de exca-var las galerías subterráneas de la vieja socie-dad. Otra vez aquí, buscamos arrojarpreguntas, generar incomodidad allí en dondemanda el conformismo de lo dado y reinan losdiscursos apologistas del posibilismo.Nos es en vano que volvamos a aquella pre-gunta inicial: alguna vez te preguntaste so-

ciologxs para qué? Nosotrxs respondemos:para aportar desde nuestra especificidad comofuturos profesionales a la conformación de unafuerza social transformadora. Porque somos loque hacemos para cambiar lo que somos,vemos como primordial empezar por casa, em-pezar a mirarnos y cuestionarnos a nosotrxsmismxs, comenzar por desmenuzar aquelloque nos determina como futurxs cientistas so-ciales. Y es por ello que nuestra crítica debeser radical; y como decía un tal Karl Marx, serradical es atacar el problema por la raíz. Y laraíz, para el hombre (y la mujer), es el hombre(y la mujer) mismx.

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gar la historia oculta, aportar herramientaspara desentrañar las formas concretas queadquiere la acumulación de capital en Ar-gentina, el papel del Estado en la reproduc-ción de las relaciones sociales, lasestrategias de control social y disciplina-miento sobre las clases subalternas.Esta insolente revista es un incidente máscontra el status quo académico, contra laspalabras y las vicisitudes que embellecen lamiseria omnipresente en la superficie de lascosas. No tenemos intenciones de ilustrar niadoctrinar a algunx. Eh aquí un insurgentey alegre grito contra la rutina erudita, contrael letargo y la resignación que adormece losdebates sobre nuestra formación y el pro-ceso de aprendizaje. En esta tierra que esuna herida, lanzamos otra brasa subvertidapara que crezca el fogón, mientras segui-mos acumulando fuerzas para transformarla carrera y la universidad, y convertirla enuna usina de pensamiento rebelde y activo,vinculada a las luchas por la supresión detodo aquello que nos humilla, nos explota,nos aliena, nos distancia, nos mutila. Convencidxs que no hay tarea más creativaque la destrucción de lo caduco, seguiremosavanzando de modo paciente, abriendo bo-quetes de luz subterránea, socavando los ci-mientos de esta sociedad absurda.

¡Adelante, con todas las fuerzas de lahistoria!

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amplían el marco de lo posible; brechasdonde dar la disputa por ir prefigurando ins-tancias de producción y reflexión de cono-cimiento crítico, en conjunto conorganizaciones sociales de lxs trabajadores,aportando soluciones concretas a proble-mas concretos, luchando por la democrati-zación y socialización de saberes yexperiencias de lxs de abajo.Nuestro quehacer se enmarca entonces enla búsqueda de conocer para la acción yen la acción; en romper el esquema cienti-ficista del laboratorio académico (tan dis-tante, tan escéptico, tan indiferente, y sinembargo tan funcional al reino de lo dado)y pasar a la acción, comprometiéndonoscon la lucha cotidiana por construir una so-ciedad sin explotadxs ni explotadorxs. Hur-

Editorial

Mayo

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5Un marxismo humanista enraizado en la realidad argentina

Si es posible hablar de una nueva izquierda en argentina, sin dudaSilvio Frondizi sería uno de sus fundadores. Por supuesto lonuevo no es sinónimo automático de “bueno” o de mejor que loanterior de por sí. ¿Quién fue Silvio Frondizi y qué aportes resca-tamos de él?

Una vida dinámica, dialéctica, contradictoria, vivaz

Podemos reconocer en la trayectoria de Silvio –siguiendo la des-cripción que de él hace Tarcus- tres grandes momentos: Una pri-mera, la del “liberal consciente de la crisis del liberalismo” (-nacidoen 1907 en una familia liberal progresista- llegaría hasta 1945),una segunda, la del “marxista crítico” que postula la revoluciónsocialista y la construcción del sujeto revolucionario entre 1945 y1960 y, por último, aquella signada por “la soledad del marxistafrancotirador” (término que discutiremos más adelante), centradoen la actividad docente y la defensa de presos políticos y gremia-les, que abarcaría desde 1961 hasta su asesinato en 1974.

El período de mayor fuerza creadora fue el segundo (aunque detodas maneras indisolublemente ligado a los otros dos). Frondizi

Silvio Frondizi (1907-1974)

Un chabón Grosso

olvidado por la

sociología

En esta sección nos proponemos poner de relieveel legado de aquellos autores que concibieron sureflexión intelectual, no como una mera preocupa-

ción “teórica”, sino como un momento de su acción polí-tica. No es casualidad que muchos de los pensadores queaportaron a contribuir a un desarrollo científico y transformadorsean sistemáticamente olvidados por la currícula de la carrera desociología. A veces, en el mejor de los casos, tan sólo los estudia-mos en alguna clase perdida entre una abrumadora cantidad deautores, sin poder darnos el tiempo de pensar en qué contexto seconstruyó su aporte y ni qué práctica política se desprendió desu teoría.En este número de SPQ? decidimos detenernos en Silvio Frondizi,Fundador de Praxis y Movimiento de Izquierda Revolucionaria(MIR-Praxis), relacionado con la Revolución Cubana y el PRT argen-tino. Fue abogado y también escribió numerosos ensayos socio-lógicos sobre nuestro país

Por Leandro Rodríguez (El Viejo Topo CAUCE)

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Un Chabón Groso Olvidado por la Sociología: Silvio Frondizi

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fue –entre muchas otras cosas- el fundador delgrupo Praxis, grupo que puede considerarse asu vez como fundacional de la nueva izquierdaen argentina. A fines de los años ’40 una serie de factores se-ñalaban una clausura de la perspectiva revolu-cionaria para la izquierda partidaria tradicionalen el país. La coexistencia pacífica entre el lla-mado capitalismo occidental y el “socialismoreal” o capitalismo de estado estalinista, hacíanvisibles a las masas dos caminos que no eransocialistas y que impedían de alguna maneratomar al marxismo en un sentido crítico-revolu-cionario. En este marco se dio una pérdida dela perspectiva socialista construida democráti-camente por los propios trabajadores, por unlado con el PC y eL PS abandonando el socia-lismo a secas y, por otro, con el trotskismo porsu concepción dogmática y sectaria que poníalas fórmulas manejadas por el partido por en-cima de la subjetividad real de la clase. Estosumado a los “errores” en la caracterización delcapitalismo en ese período y también en la ca-racterización del peronismo, lo cual llevó aaquellas fuerzas a una separación hostil –en elcaso del PC y el PS- respecto a los trabajado-res peronistas .El grupo Praxis se distinguió de la izquierda tra-dicional en todos esos factores, aunque sóloestaba en condiciones de hacerlo en el planoteórico. En primer lugar el grupo Praxis cons-truyó e impulsó una visión antidogmática. Fron-dizi fue criticando su propia visión liberal delmundo y forjando un marxismo humanista yabierto, a diferencia de quienes adoptaban unmarxismo envasado y cerrado con el sello delPC . Se apoyó para ello en una actitud rebeldeante las injusticias y la falta de libertad, asícomo en la reflexión sobre experiencias y lec-turas también rebeldes, como el luxembur-guismo, Lukacs, Korsch, Lefebvre, Goldmann,Gramsci, Fromm y muchos otros. Esto hizo quetempranamente ubicara la alienación comoproblema central a superar por medio de expe-riencias democráticas de masas.En segundo lugar, ante la salida de la segundaguerra mundial, previó una integración mundialcapitalista bajo hegemonía yanqui, con plenavigencia de la ley del valor, es decir internacio-nalización de las fuerzas productivas con per-manentes innovaciones tecnológicasmotorizadas por inversiones de las transnacio-nales, bajo la protección de los EEUU. Todoesto se contraponía a una visión monopólicadel capitalismo, como se interpretaba del “Im-

perialismo…” de Lenin.En tercer lugar, caracterizaba al peronismocomo “la tentativa más importante y la única derealización de la revolución democrático-bur-guesa en la Argentina, cuyo fracaso se debe ala incapacidad de la burguesía nacional paracumplir con dicha tarea. A través de su desarro-llo, el peronismo ha llegado a representar a laburguesía argentina en general. Dicha repre-sentación ha sido directa, pero ejercida a travésde una acción burocrática que lo independizóparcial y momentáneamente de dicha burgue-sía (...) Esto nos ha evitado caer en los dostipos de errores cometidos respecto al pero-nismo: la idealización de sus posibilidades pro-gresistas, magnificando sus conquistas ydisimulando sus fracasos, y, por el otro lado, lacrítica negativa v reaccionaria de la "oposicióndemocrática", que tachó al peronismo de fas-cismo” (de su artículo “El Peronismo”).

¿Qué factores hicieron posible a Praxis y aSilvio Frondizi realizar estos –y otros- apor-tes?

Silvio Frondizi nació en la provincia de Corrien-tes, hijo de inmigrante italiano, maestro mayorde obras contratista en obras de puentes yrutas. En una familia liberal y progresista, decatorce hermanos, los tres últimos fueron inte-lectuales comprometidos con su tiempo: Silvio,Arturo (el presidente desarrollista) y Risieri(considerado el mejor rector en la historia de laUBA). Criados en el litoral, estos tres hicieronla secundaria en el –en ese entonces- presti-gioso Colegio Nacional Mariano Moreno deBuenos Aires. Vivieron entonces la crisis de lossectores medios radicales que se enfrentaronsin armas de ningún tipo a la crisis del modeloagro exportador.Silvio completará la carrera de Derecho en laUBA y el profesorado de Historia, ganando unconcurso para dar cátedra en la Universidad deTucumán. En esa década del 30, la UNT erafloreciente en ricos y avanzados debates, comoel caso del historicismo y del humanismo, de lamano de la presencia de intelectuales perse-guidos en la vieja Europa, como el caso de Ro-dolfo Mondolfo.En el medio, el golpe nacionalista del ’43 inter-venía la UNT con un rector fascista y Silvio re-nunciaría a su cargo de profesor exclusivo enprotesta, mudándose nuevamente a BuenosAires y dando clases sólo en un instituto públicono estatal fundado por grandes personalidades

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de la cultura porteña comoAlejandro Korn y AníbalPonce, con un órgano depublicaciones dirigido porArturo, el hermano de Sil-vio. En este marco el pa-saje teórico al marxismo esno sólo teórico, sino tam-bién práctico. A partir desus clases en aquel insti-tuto, Silvio y su ayudantemarcos Kaplan irán su-mando estudiantes a ungrupo teórico y político quese llamará primero ADI(Acción Democrática Inde-pendiente) y finalmentePraxis. En general –aunque notodos- quienes se fueronsumando a Praxis compar-tían esas características –llamemos- intelectuales. El factorantidogmático y la honestidad de búsqueda su-mados al hecho de contar con una sólida y am-plia formación intelectual permitió la formacióndel grupo Praxis como grupo de “intelectualesorgánicos sin partido” (y sin sindicato ni ningúnmovimiento social en general). El período que va del ‘55 al ‘59 conmoverá pro-fundamente a la sociedad en general, presen-tando la posibilidad de encarnación de lasideas de Praxis en las masas populares y allíla vivificación, puesta a prueba y enriqueci-miento de esa teoría.La formación de Praxis se entendía como unmomento necesario para que la revoluciónlleve efectivamente a un socialismo de la manode los propios trabajadores. Así lo señala Silvioen 1959: “Creemos que en Latinoaméricaestán dadas las condiciones para una revolu-ción socialista, pero nos faltan todavía algunascondiciones subjetivas. Claro está que el aná-lisis de esta situación significa resolver el graveproblema —tal vez el más grave que enfrentala revolución socialista en el mundo— sobre lasrelaciones entre masa, partido y dirección. ElM. I. R. (Praxis) ha enfrentado y buscado solu-cionar estos problemas, mediante la formaciónde cuadros medios obreros, manuales e inte-lectuales, que puedan llegar a ser grandes con-ductores sociales..

Un paso atrás inesperado

Si bien las previsiones de Silvio sobre el des-envolvimiento del capitalismo mundial y nacio-nal se van confirmando una a una, la tendenciaa una creciente ligazón de capas medias a laclase obrera, hacia la formación de una fuerzasocial revolucionaria, no podrá ser asumida co-lectivamente desde Praxis.En el contexto de la agudización de la lucha declases de 1959, se ilegalizaba tanto a las orga-nizaciones sindicales como a las políticas yentre ellas, el presidente Arturo Frondizi ilega-lizó incluso a la organización dirigida por su her-mano Silvio, el MIR-P. En este año Silvio viajaa Cuba e influye en la radicalización del Che,el cual toma con fuerza los principales postula-dos de Praxis, pero no concreta una organiza-ción común. Luego viaja a Europa, dondeconoce y se entusiasma con la experiencia au-togestiva yugoslava. Pero tampoco aquí esta-blecerá lazos orgánicos.Al volver al país se encuentra con los integran-tes del MIR-P decididos a dar el paso de la for-mación de cuadros a la construcción partidaria.Silvio comparte esta necesidad pero duda. Noquiere repetir las experiencias de organizacio-nes burocráticas que van perdiendo su esencialiberadora al reproducir a su interior la divisióndel trabajo manual-intelectual sin construir unamilitancia integral. No coincide por otra parte enlanzarse a la lucha armada ni en un pase sos-tenido a la clandestinidad.En un momento de rupturas por doquier y rápi-

Rescantando a Silvio Frondizi

del olvido académicoPrincipales libros y folletos de Silvio Frondizi (ninguno selee en nuestra carrera):

El Estado Moderno. Ensayo de crítica constructiva. Losada1945La realidad argentina. Ed Praxis 1956 (está en la biblio deFSoc)La revolución cubana. Su significación histórica. Ed Cienciaspolíticas. Montevideo 1960Argentina. La autodeterminación de su pueblo. Ciencias políti-cas 1973La integración mundial, última etapa del capitalismo. ADI 1947La crisis de la democracia. Praxis 1953Interpretación materialista dialéctica de nuestra época. Libera-ción 1960Bases y punto de partida para una solución popular. Cienciaspolíticas 1961 (está en la biblio de FSoc)Manifiesto de la reconstrucción nacional. Sin sello editor 1964

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Un Chabón Groso Olvidado por la Sociología: Silvio Frondizi

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das decisiones, Silvio duda y finalmente proponepromover un movimiento popular revolucionariopara lo cual había que “traducir” los clásicos delmarxismo a la cultura y tradición popular, de modode generar un movimiento integral desde abajo quevaya elaborando una nueva concepción prácticadel mundo, vía conquista de experiencias demo-cráticas de masas desde los municipios hacia ór-ganos superiores del estado y en menor medidadesde los lugares de trabajo. En “Bases y punto departida para una solución popular” propone este“Tercer Movimiento Histórico”, apuntando a la au-todeterminación popular con esta especie de co-munalismo integral.Pero el MIR-P había sido “descuidado”, al punto deque esta propuesta será poco discutida y la mayo-ría de los militantes seguirá distintos rumbos, ge-nerándose así una diáspora de la antigua Praxis.Lurgo, la nueva izquierda argentina florecerá en los’60, en parte por la semilla plantada por el MIR-P yreforzada por otros agrupamientos de visión globalcomo el de Pasado y Presente cordobés y el MLNen Buenos Aires. Pero con la casi disolución delMIR-P la nueva izquierda se dispersará en frag-mentos pequeños y con contornos algo difusos.

¿Un francotirador marxista?

Algunos le asignan ese concepto en general, sibien otros como Tarcus lo restringen a su último pe-ríodo (después del ’61 o el ’64). Como ya vimos,no es un título que le calce bien.A los 60 años tuvo de alguna manera que “volver aempezar” o más bien tuvo que “mantenerse en lasenda”. Y lo logró arraigando posiciones en variosterritorios. En un caso en la academia, por mediode su trabajo (cabe destacar aquí que entre otrascátedras, dio clases de Introducción a la cienciapolítica y Sociología política en nuestra carrera deSociología). En otro caso, ligado a la izquierda re-volucionaria en general y al PRT en particular: diri-giendo el quincenario Nuevo Hombre, expresión dela izquierda revolucionaria en un sentido amplio du-rante la primera mitad de los ’70; siendo parte dela dirección del FAS (Frente Antiimperialista por elSocialismo) que fue el principal frente integradorde las fuerzas revolucionarias de nuestro país enaquellos años; y como abogado fue uno de losprincipales defensores de presos políticos y gre-miales de esa época. Finalmente, también se mos-tró siempre dispuesto a recibir en su oficina y ensu casa a todos los militantes locales y de otros pa-íses que le pedían reunirse y debatir con él.Silvio ha sido llamado “pensador trágico”. Pero hayque decir que lo trágico es entendido de diferentes

maneras. Sin duda Silvio vio “venir la muerte” yeligió enfrentarla y no irse del país. ¿Por qué, side todos modos él no estaba en condiciones decorregir el rumbo que había tomado la lucha declases? En todo caso, objetivamente, lo trágicono es necesariamente aceptar el ser aniquilado.

La tragedia como momento temporal –y pa-sajero- de la acción transformadora.

Silvio Frondizi tal que despertó la denominada“simpatía trágica”, la simpatía como legitimidadética del sufriente, la simpatía con su potencia.De tal forma su asesinato -la negación hacia él-no destruyó su práctica, su “esencia”. Siguiendoa Marx en la 6° tesis sobre Feuerbach: “la esen-cia humana no es algo abstracto inherente acada individuo, es, en su realidad, el conjunto desus relaciones sociales”. Tal vez… y decimos tal vez porque al momentode recordar a alguien y ponerlo en nuestra his-toria, estamos a su vez haciendo historia, tantocomo quienes olvidan. Y esto en una dinámicapermanente, que renueva esa historia cada vezque la repasa. Como decía Walter Benjamin: “ar-ticular históricamente el pasado significa adue-ñarse de un recuerdo tal como ésterelampaguea en un instante de peligro (…) sólotiene derecho a encender en el pasado la chispade la esperanza aquel historiador traspasado porla idea de que ni siquiera los muertos estarán asalvo del enemigo, si éste vence. Y este ene-migo no ha dejado de vencer.”

NotasEl caso del trotskismo es, por cierto, más dis-

cutible que los casos del PC y del PS. Una crí-tica extensa y documentada puede verse en“Crítica al programa de transición” y en “Méto-dos de discusión en ámbitos de izquierda”,ambos de Rolando Astarita.Silvio define en 1959 su marxismo “según su

carácter abierto, humanista, utopista, autoges-tionario, libertario”.Promoviendo formas de democracia directa

en los que se veían como órganos naturales depoder popular en un nivel molecular (socieda-des de fomento, vecinales, etc.). “A través deorganizaciones populares de este tipo y am-pliando la esfera de su acción, es que podre-mos hallar el mecanismo que permita al puebloorganizarse, luchar y dirigir.”

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Clase Trabajadora y

Producción de Conocimiento

Facundo Lastra (economista y estudiante de Sociología -El Viejo Topo)

Apuntes para el estudio de la transformación delproceso productivo.En esta nota nos proponemos abrir algunas líneas de reflexiónacerca del rol que tiene la clase trabajadora en la producción deconocimiento, bajo la forma capitalista de organizar la sociedad.Este tema es de largo alcance en varias producciones de los “clá-sicos” de la sociología, pero también tiene mucha relevancia ac-tualmente. En primer lugar, explicaremos brevemente qué rol tienen los “in-telectuales” en la obra de Max Weber, un autor ampliamente tra-bajado en las aulas de la carrera de Sociología y que sin dudanos moldea en la forma de vernos a nosotros mismos, como fu-turos profesionales de la ciencia social. Luego, le opondremos aesta visión, la explicación de Marx, retomando su libro “El Capital”y sus capítulos “Cooperación”, “Manufactura” y “Gran Industria”.En esos textos, Marx despliega un proceso de conocimiento dia-léctico sobre las transformaciones del proceso de trabajo, que sesucedieron desde la aparición del capitalismo. Por último, deba-tiremos sobre la necesidad de hacer un uso crítico de la obra deeste autor, para enfrentarnos por nosotros mismos a las necesi-dades del capital, necesidades por las que se transforma la pro-ducción de conocimiento en la actualidad.

Hernán Moreno (estudiante avanzado de Sociología)

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Los intelectuales según Weber

Nos parece interesante introducir los supuestosepistemológicos que rodean la obra de MaxWeber acerca de la realidad, ciencia, sujeto yobjeto de conocimiento, porque de allí surge laforma en que este autor plantea el rol de loscientíficos e intelectuales en la sociedad.Con una visión de la realidad por fuera del sujetoinvestigador, Weber asume que ésta se presentacaóticamente y opaca. El “observador” se parapor fuera de ella para ordenarla, darle sentido,recortarla como objeto de estudio. De esta ma-nera, el científico actúa sobre la realidad socialcon toda su carga valorativa y social, y hacer vi-sible esta posición es el punto de partida de latarea intelectual.Además, al analizar la composición de las clasesy las situaciones de clase en “Economía y So-ciedad”, Weber describe a la “intelligentsia” den-tro de las clases medias y como clases socialesen sí. En su obra, hay una división entre clasestrabajadoras o proletarias y las clases medias ylos intelectuales, que se ubican por fuera de laclase obrera. Por otra parte, es constante su recordatorioacerca del carácter objetivo que pretende de laciencia, despojada de valoraciones personales,pero por otra parte sitúa a “su” ciencia socialcomo claramente burguesa. Socialmente, los in-telectuales en Weber portan un prestigio que losposiciona en situaciones de clase privilegiadas,pero su labor en la sociedad nunca debe ser or-denar cómo actuar desde su posición de privile-gio, sino proporcionar los medios adecuados (oracionales) para lograr determinados fines. Asípretende que el intelectual no diga qué hacer,sino cómo hacerlo. En “El político y el científico”

profundiza esta se-paración entre cien-cia y política, comodos esferas que nodeben intersectarse,inclusive dentro delámbito de las aulasuniversitarias.

Problematizandoel rol del intelec-tual, a partir deun uso crítico dela obra de Marx

¿Pero como pode-mos relacionar lapropuesta de MaxWeber con la situa-ción de la vida Universitaria tiene en la actuali-dad? ¿Cómo pensarnos a nosotrxs, comocientistas sociales por fuera de la clase trabaja-dora, si, como regla general, vendemos nuestrafuerza de trabajo a cambio de un salario (ya seadurante o luego de cursar la carrera)? Reto-mando el debate sobre el carácter de clase delestudiantado publicado en el anterior número deSociólog@s Para Qué?, podemos decir que: “Cuando se quiere analizar la formación del uni-versitario, lo primero que debe tenerse en cuentaes que esta formación es el proceso de produc-ción de una fuerza de trabajo portadora de de-terminados atributos. Con esto ya se pone enevidencia que el estudiante es un miembro de laclase obrera, y no simplemente a futuro, sino ensu actualidad. Estudiar implica un gasto defuerza de trabajo, pero uno que no tiene por ob-jeto inmediato la producción de valores de usopara otros, sino la producción de la propia fuerzade trabajo del individuo. En consecuencia, susdeterminaciones caen dentro del terreno delconsumo individual en que el obrero se producey reproduce a sí mismo.” (Juan Iñigo Carrera,2012, SPQ?)Siguiendo el planteo que Marx realizó en El Ca-pital, durante el período de la “gran industria”, locaracterístico son las modificaciones que se lle-van a cabo en el medio de trabajo, es decir en elsurgimiento de la maquinaria. Si bien Marx noespecifica un período claramente determinadoen su texto, las referencias históricas que utilizason las de mediados del siglo XIX, tiempo en elque escribía su obra. Es decir, que cuando es-cribe este capítulo, Marx se está enfrentando alas modificaciones del proceso de trabajo, que

Clase Trabajadora y Producción de Conocimiento

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se transformaban conforme a las necesidadesdel capital de su propia época.La revolución técnica que significó la constitu-ción de la gran industria llevó a que la mismabase técnica de la que surgió, es decir la manu-factura, se vea revolucionada por completo. Elproceso de trabajo perdió su componente sub-jetivo, en tanto que la combinación de obrerosparciales fue reemplazada por la organizaciónbasada en el estudio científico del proceso pro-ductivo. “La gran industria – dice Marx – poseeun organismo de producción totalmente objetivoal cual el obrero encuentra como condición deproducción material, preexistente a él y aca-bado” (p. 470). En cuanto a la modificación en las característi-cas del obrero, hasta la manufactura, observá-bamos cómo el artesano individual iba perdiendocapacidades productivas en la tarea parcial querealizaba. Pero, igualmente, seguía siendo élquien manipulaba y transformaba, con su manoo mediante una herramienta, el objeto de tra-bajo.Con la institución de la gran industria, el obrerosólo realiza ciertos movimientos necesarios paraque la máquina funcione, ya sea trasladando lamateria prima dentro de la fábrica o manipulandodeterminadas partes de la máquina como sifuera una herramienta. Es decir que el trabajadoractúa como un apéndice de la máquina y se de-termina, a partir de ella, los atributos que son ne-cesarios para que éste forme parte del procesode producción.Hay otro efecto que nos interesa especialmentepara esta nota: el surgimiento del análisis cientí-fico del proceso de producción dentro de la clasetrabajadora. La necesidad de tener un conoci-miento objetivo de este proceso da lugar, en elcapitalismo que analiza Marx, al “obrero científi-camente educado”, que está a cargo del controlde la maquinaria y la innovación. Esta es, segúnel autor, una “división del trabajo puramente tec-nológica” y tiene como consecuencia la instau-ración de un nuevo tipo de personal empleado,que según Marx era “numéricamente carente deimportancia”.Hasta el período de producción manufacturera,la forma que tomaba la producción de plusvalíarelativa era la degradación de las capacidadesproductivas del trabajador. Pero en la actualidadsería necio pensar que la producción de conoci-miento científico no es llevada a cabo por laclase trabajadora. Igualmente, es común encon-trar en la actualidad autores que sostengan queel capitalismo tiende unilateralmente a propagar

una degradación homogénea de los atributosproductivos de la clase obrera en su conjunto. Acontinuación, debatiremos sobre este supuesto.

Diferenciación de la clase obrera comonecesidad de la producción de conoci-miento científico.

Que el conocimiento científico surga necesari-mente de la subjetividad de la clase obrera esalgo que sólo se desarrolla en la Gran Industria.Lo más potente para estudiar este proceso esalejarnos de la mirada dogmática que utiliza lateoría de Marx de una forma positivista y quesólo intenta “contrastar” cómo se verifica la su-puesta permanente degradación de la claseobrera en un contexto de “descomposición so-cial” o “crisis crónica” del capitalismo.Una perspectiva que se proponga realizar un co-nocimiento dialéctico, enfrentándose por unomismo a las necesidades del capitalismo en laactualidad, puede permitirnos ubicar transforma-ciones distintas a la degradación de la claseobrera, en el marco de las necesidades produc-tivas del capital. Así es posible observar que la clase trabajadorasiguió, como regla general, tres cursos divergen-tes: un sector se consolidó como mano de obrasobrante para el capital, otro sector continuó con

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la degradación de sus capacidades pro-ductivas y, por último, un fragmento dela clase trabajadora expandió su subje-tividad productiva como necesidad de surelación social enajenada en el capital.Es interesante, en esta misma perspec-tiva, poder pensar que: “En tiempos de Marx, el desarrollo de laconciencia científica como atributo inhe-rente de manera exclusiva a la subjetivi-dad obrera apenas comenzaba adesarrollarse. Por eso no había modo deenfrentarse a las determinaciones con-cretas de su sujeto. Hoy, dar cuenta deldesarrollo de este sujeto, es clave paracualquier programa revolucionario”(Juan Iñigo Carrera, 2008: p.20)Un uso crítico de El Capital, nos lleva aentender que Marx realizó un valioso aporte alestudio de los procesos de trabajo; pero esto noimpide que encontremos nuevas formas concre-tas que no estaban presentes a mediados delsiglo XIX, de las cuales se necesita dar cuentadesde el marxismo. Por lo pronto, una acciónpolítica que intente constituir una organizaciónunitaria entre los diversos sectores que el capitalnos fragmenta, es necesaria para la constitución

de una fuerza social revolucionaria. Para empe-zar por casa, en la Universidad debemos dejarde concebirnos como un “ente” aparte de laclase trabajadora, sino como un sector de ellaque tiene mucho que aportar en el cambio so-cial.

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Ya Nadie va a Escuchar

tu Remera

Sección de Poesías

¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?también les queda no decir aménno dejar que les maten el amorrecuperar el habla y la utopíaser jóvenes sin prisa y con memoriasituarse en una historia que es lasuyano convertirse en viejos prematuros

¿qué les queda por probar a los jóve-nesen este mundo de rutina y ruina?¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bra-vas?les queda respirar / abrir los ojosdescubrir las raíces del horrorinventar paz así sea a ponchazosentenderse con la naturalezay con la lluvia y los relámpagosy con el sentimiento y con la muerteesa loca de atar y desatar

¿qué les queda por probar a los jóve-nesen este mundo de consumo y humo?¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?también les queda discutir con diostanto si existe como si no existetender manos que ayudan / abrirpuertasentre el corazón propio y el ajeno /sobre todo les queda hacer futuroa pesar de los ruines de pasadoy los sabios granujas del presente.

por Mario Benedetti

Subcomandante Marcos

I. Constrúyase un cielo más bien cóncavo. Pín-

tese de verde o de café, colores terrestres y

hermosos.

Salpíquese de nubes a discreción.

Cuelgue con cuidado una luna llena en occi-

dente, digamos a tres cuartas sobre el hori-

zonte respectivo. Sobre oriente inicie,

lentamente, el ascenso de un sol brillante y

poderoso. Reúna hombres y mujeres, hábleles

despacio y con cariño, ellos empezarán a andar

por sí solos. Contemple con amor el mar. Des-

canse el séptimo día.

II. Reúna los silencios necesarios.

Fórjelos con sol y mar y lluvia y polvo y noche. Con

paciencia vaya afilando uno de sus extremos. Elija un

traje marrón y un pañuelo rojo. Espere el amanecer y, con

la lluvia por irse, marche a la gran ciudad.

Al verlo, los tiranos huirán aterrorizados, atropellándose

unos a otros. Pero… ¡no se detenga!… la lucha apenas se

inicia

Instrucciones paracambiar el mundo

¿Qué les queda por probar alos jóvenes en este mundo depaciencia y asco?

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“Tala Llévese estos ojos, piedritas decolores, esta nariz de tótem, estos la-bios que saben todas la tablas demultiplicar y las poesías más selec-tas. Le doy la cara entera, con la len-gua y el pelo, me quito las uñas ydientes y le completo el peso. Nosirve esa manera de sentir. Qué ojosni qué dedos. Ni esa comida recalen-tada, la memoria, ni la atención, comouna cotorrita perniciosa. Tome las in-ducciones y las perchas donde cuel-gan las palabras lavadas yplanchadas. Arree con la casa, fuerade todo, déjeme como un hueco, ouna estaca. Tal vez entonces, cuandono me valga la generosidad de Dios,eso boy scout, y esté igual que la al-fombra que ha aguantado su lenta llu-via de zapatos ochenta años y esurdimbre no más, claro esqueletodonde se borraron los ricos pavorrea-les de plata, puede ser que sin vosdiga tu nombre cierto puede ocurrirque alcance sin manos tu cintura.”

Somos el miedo de los gobiernos que

mienten en nombre de la verdad. El miedo

del poder militar, económico y jurídico que

impide la comunicación humana de pueblo

a pueblo. Somos el miedo de la soberanía de los pi-

ratas del mundo que mutilan el estado de

ánimo e impiden la emociones reveladoras.

Somos el miedo del poder de los déspotas

que reside en mecanismos impersonales.

El miedo de las estructuras burocráticas

que desalientan las conductas explorato-

rias. El miedo de las grandes fortunas que

se robaron de los derechos naturales. El

miedo de los centros de poder que amena-

zan con la destrucción total . El de esos va-

rones sensatos y "prácticos" que desean

dejar su huella en la historia y creen sola-

mente en lo que pueden forzar y controlar.

Somos el miedo de quienes nos adiestran

a ser corteses cuando alguna institución

nos pisotea. El miedo de quienes temen a

los cambios pues su status depende de la

rutina y del tiempo de otras personas. El

miedo de las tecnologías caprichosas que

nos obligan a valorarlas adoptando siempre

sus supuestos básicos.

Somos el viejísimo miedo agazapado en

todos los rincones del Imperio y estamos

encantados ¡encantados!

¿Cuánto te pagan

por izar la bandera?por Carlos Solari Julio Cortázar

Bansky

Page 16: Sociólogxs para que nº13

Introducción

Los clásicos se hicieron estas preguntas y daban diferentes res-puestas; toda teoría social que reflexionó seriamente sobre lasrelaciones sociales se ha enfrentado a estos cuestionamientos.Desde El Viejo Topo –CAUCE- queremos levantar del tapete al-gunos debates que rondan usos y lecturas de un tal Foucault. Aningún/a amigo/a del método foucaultiano debe sorprender queexistan dos o varios Foucault. Su particular análisis rompe la clá-sica unidad de obra y autor: evitar clasificar, ponerle un mote oun solo nombre a toda una trayectoria e incluso a un libro.En sintonía con la gran magnitud de sus producciones, tambiénle han llovido una enorme cantidad de críticas de todos los colo-res, lugares y tamaños. Desde nuestro lugar creemos que es im-portante tomar las riendas de estos interrogantes y poder avanzaren críticas constructivas y posiciones propias para una cienciasocial transformadora. Con nuestras humildes lecturas y análisis no pretendemos agotarla inmensa producción teórica de este personaje, sino tener he-rramientas que nos ayuden a complejizar las concepciones mar-xistas clásicas sobre el poder y el Estado; la especificidad deciertas relaciones de opresión que complementan la opresión pri-

Dossi

er

Tras el rastro de Foucault

Pensar Hoy el

Control Social

por Matías Gonzáles(estudiante de Sociología -El Viejo Topo)

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migenia en el capitalismo (la re-lación capital-trabajo); nuevoselementos para pensar la cons-trucción de un poder propio ennuestras organizaciones desdeabajo; y los alcances y limita-ciones en la construccionesde institucionalidades delos/las trabajadores/as que nolleven a nuevas formas deopresión.

Encerrados en un laberintosocial ¿Cómo piensa el poderFoucault?

Cuando Foucault incursiona ensus investigaciones entiendeque hay ciertas formas de con-cebir el poder que no dancuenta de una forma acabadade lo que es y produce real-mente. Descubre que estas vi-siones instauradas a partir de laEdad Media y continuadascomo justificación del poder enla conformación de los Estadosmodernos hacen referencia auna concepción negativa delpoder: “[…] la noción de repre-sión es totalmente inadecuadapara dar cuenta de lo que hayjustamente productivo en elpoder. Cuando se definen losefectos de poder por la repre-sión se da una concepción pu-ramente jurídica del poder; seidentifica el poder a una ley quedice no” (1). Para Foucault nosólo el poder actúa mediante uncarácter restrictivo de determi-nadas formas de ser, actuar ode pensar, sino que el poder eslo que las constituye histórica-mente: “produce cosas, induceplacer, forma saber, producediscursos; es preciso conside-rarlo como una red productivaque atraviesa todo el cuerpo so-cial”(2) . Esta concepción posi-tiva del poder viene a rompercon la tradición jurídica dondeacento está puesto en sus efec-tos represivos.De esta manera lo que defineuna relación de poder es queopera sobre el campo de po-sibilidad en que se inscribe elcomportamiento de los suje-tos actuantes, sobre sus ac-ciones virtuales o actuales. El

planteo desplaza del centro de laatención de la opresión pormedio de la violencia material ofísica y la acción de las grandesinstituciones sociales, que noson más que cristalizaciones derelaciones de dominación.Donde hay que desentrañar lalógica del poder es en cómose inscribe en la subjetividad,estableciendo marcos de po-sibilidades de acción, molde-ando los deseos individualesy colectivos.Las consecuencias teórico-polí-ticas de comprenderlo como unared de relaciones que atravie-san todo el cuerpo social y a lossujetos permite pensar al poderno como algo externo encarnadoen relaciones asimétricas quetenemos que combatir; sinocomo parte integrante de dis-tintas relaciones complejas depoder que se articulan y pro-ducen saberes, prácticas, dis-cursos que hacen a nuestrapropia constitución como su-jetos. Esta visión está discutiendo conlas concepciones vulgarizadasdel marxismo sobre el carácterdel “aparato del estado” y latoma del poder por parte de laclase obrera (contemporánea-mente al autor expresado enparte por el Partido Comunistafrancés y los “maos”, como lesllama Foucault). Más específica-mente a la luz de la experienciasoviética y el stalinismo, va a seruna problemática que va a estarpresente en sus trabajos: “Lapretensión de Foucault pasa porno obnubilarse frente a las gran-des formaciones de poder sino

en ras-trear losmicropo-d e r e sconcre -tos quele sirvende soporte material, los verdade-ros puntos de actividad, los luga-res y las formas en las que seejerce la dominación. Si el poderes una red de relaciones; susubversión requiere la forma-ción de nuevas relaciones. Porlo tanto, la sola toma del poderpor la clase obrera o la atribu-ción de nuevas funciones a lasformas existentes del poderdejan intactas estas formas.[…] una teoría que dirige su aten-ción exclusivamente al carácterde la clase que ejerce el podercomo su instrumento y de estemodo subestima las formas pormedio de las cuales esa claseejerce su domino” (3).No hay que negar que varios au-tores marxistas y el mismo Marx,han teorizado sobre el carácterdel Estado y su posterior destruc-ción tras la toma del poder por laclase obrera, asumiendo que lasmismas estructuras y relacionessociales tienen que ser reempla-zadas por otras nuevas. La posi-bilidad de transformar esasrelaciones está en la potenciali-dad de un sujeto colectivo capazde articular distintos niveles deorganización y luchas específi-cas en cada territorio; con un ho-rizonte estratégico que no diluyala necesidad de la toma delpoder por la clase oprimida, perosaber que ello no representa lasolución definitiva. “Al decir que

Tras el rastro de Foucault

Pensar Hoy el

Control Social

La dominación se orga-niza en una estrategia

coherente y unitariadonde los distintos

procedimientos disper-sos y locales de poderson reajustados y re-forzados por estrate-

gias globales.

Sociólogos Para Qué? | El Viejo Topo | Otoño 2013

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Dossier: Pensar el control social hoy | Tras el rastro de Focault

no existe una sociedad sin rela-ciones de poder, no se afirmaque las relaciones establecidassean necesarias. Al revés, elanálisis, la elaboración, el cues-tionamiento de las relacionesde poder y el «agonismo»entre las relaciones de podery la intransitividad de la liber-tad es una tarea política per-manente, inherente a todaexistencia social.”(4)

La lucha contra el poder

“Si se lucha contra el poder, en-tonces todos aquellos sobre losque se ejerce el poder comoabuso, todos aquellos que lo re-conocen como intolerable, pue-den comprometerse en la luchaallí donde se encuentran y apartir de su actividad (o pasivi-dad) propia. Comprometiéndoseen esta lucha que es la suya, dela que conocen perfectamente

el blanco y de la que pueden de-terminar el método, entran en elproceso revolucionario. Comoaliados ciertamente del proleta-riado ya que, si el poder seejerce tal como se ejerce, esciertamente para mantener laexplotación capitalista. Sirvenrealmente la causa de la revolu-ción proletaria luchando precisa-mente allí donde la opresión seejerce sobre ellos. (…) Y estosmovimientos están unidos almovimiento revolucionario delproletariado mismo en la me-dida en que él ha de combatirtodos los controles e imposi-ciones que reproducen entodas partes el mismo poder.(...) Lo que produce la genera-lidad de la lucha, es el sistemamismo de poder, todas las for-mas de ejercicio y de aplica-ción del poder”(5). Entendemos que un análisis delas relaciones de poder por más

rico, complejo e inteligenteque pueda ser no estácompleto si no se pone enconsideración la potenciali-dad para la transformaciónde las condiciones de exis-tencia. Las tareas quedebe darse el sujeto re-volucionario actualmenteparecen hacer agua enFoucault a la hora depensar alguna variantede mediación políticaentre todas las formas deresistencia locales quese dan en contra delpoder disciplinario. La posibilidad de estable-cer una relación entre lasformas generales de domi-nación capitalista y los mi-cropoderes particularesque se ejercen, y que pue-dan desprenderse de elloelementos prácticos de ar-ticulación y solidaridad delas luchas, de organizaciónde una fuerza social trans-formadora queda un tantorelegado en sus reflexio-nes. Más bien, suele adu-cir que cualquiermediación política para latotalización de las lu-chas, cualquier institu-

cionalización de ciertas formasde poder, traería consigo la re-producción de una nueva formadominación. Quedamos así en-cerrados en una visión espon-taneísta de la acción política: lasmasas oprimidas en sus resisten-cias locales contra el poder ten-drían la capacidad de erradicarloen pos de la emancipación socialplena; lo que generaría la unidadde todas esas resistencias sería elmismo poder global. “Este espon-taneísmo objetivista tiene una his-toria en la filosofía política y elmarxismo y puede remitir a dosfuentes diferentes: o bien se con-sidera que una fuente externa a laacción política de los hombres(como las anónimas fuerzas pro-ductivas) “hacen todo el trabajo” ose postula metafísicamente ciertaarmonía preestablecida, ciertabondad originaria inhibida del su-jeto social, de modo que solo hacefalta despojarse de las institucio-nes que, roussoneanamente, es-tropean la bondad, el“comunismo” natural de lasmasas.” (6).Sin embargo, Foucault tambiénesboza otras herramientas paracomprender la historia que pode-mos retomar. Dijimos que las rela-ciones de poder son coextensivasal cuerpo social y tienen un carác-ter multiforme. No hay que com-prender estas afirmaciones entérminos de un esquema de rela-ciones “anárquico”, desorgani-zado: el entrecruzamiento de lasrelaciones de poder esboza for-mas generales de dominación.La dominación se organiza enuna estrategia coherente y uni-taria donde los distintos proce-dimientos dispersos y localesde poder son reajustados y re-forzados por estrategias globa-les. En este sentido, lasrelaciones de poder pueden serutilizadas en estrategias. De ahíque Foucault ve necesario ana-lizar los hechos históricos entérminos de genealogías, de re-laciones de fuerza, desarrollosestratégicos, de tácticas. “Lahistoricidad que nos arrastra y nosdetermina es belicosa […] La his-toria no tiene “sentido”, lo que no

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quiere decir que sea absurda eincoherente. Al contrario es inte-ligible y debe poder ser anali-zada hasta su más mínimodetalle: pero a partir de la inteli-gibilidad de las luchas, de lasestrategias y de las tácticas” (7).Siguiendo el argumento, las re-sistencias para no quedar sub-sumidas y aisladas localmentedeben estar encuadradas en unmarco estratégico que com-prenda la lógica general de ladominación capitalista, jugandoun papel fundamental a la horade combatir contra los distintosmecanismos de opresión en losque el poder se ejerce de ma-nera específica

¿Y el saber académico qué?¿Qué universidad para quésociedad?

En un recordado duelo televi-sivo con Chomsky, un Foucaultenérgico afirma que tenemos lacostumbre de considerar que elpoder se encuentra en manosdel gobierno y que se ejerce através de un cierto número deinstituciones (la Administración,la Policía, el Ejército), que trans-miten órdenes y velan porque seapliquen y castiguen a los quedesobedecen. “Pero creo que elpoder se ejerce además, tam-bién, a través de un cierto nú-mero de instituciones queparecen no tener nada encomún con el poder político, queparecen independientes, perono lo son. Sabemos que la Uni-versidad, y generalmente el sis-tema escolar -queaparentemente, tiene comoúnico fin difundir el conoci-miento- está pensado para man-tener en el poder a una ciertaclase social y negar los instru-mentos de poder a otra clasesocial”.El saber académico de la ma-nera que está configurado, ex-presa relaciones de poder en lascuales se dan formas diferencia-les de acceso a los saberes. “Enrealidad, funciona según unjuego de represión-exclusión:exclusión de aquellos que notienen derecho a saber, o que

no tienen derecho a un determi-nado tipo de saber; imposiciónde un cierto filtro de saber quese oculta bajo el aspecto desin-teresado, universal, objetivo delconocimiento”(8).Un ejemplo que grafica esta si-tuación desde un ángulo similar,es el que pone Foucault sobre elsaber obrero: “Hay por una partetodo un saber técnico de losobreros que ha sido objeto deuna incesante extracción, trasla-ción, transformación por partede los patrones y por parte delos que constituyen los “cuadrostécnicos” del sistema industrial:con la división del trabajo […] seconstituye todo un mecanismode apropiación del saber, queoculta, confisca y descalifica elsaber obrero”Aunque el saber académico senos presenta como una produc-ción propia de la Universidad ode las instituciones científicasestá en íntima relación a cómose configuran los saberes en lasociedad y estructurado por ladivisión social del trabajo. Apesar que la Universidad seauto-instituye como el ámbito deproducción del conocimiento“verdadero”, “científico”, “obje-tivo”; oculta relaciones de poderdonde hay saberes que son ex-propiados y otros descalificadosen pos de la construcción del co-nocimiento científico, que se es-tablece como el único saber“valido”. Saber que como men-cionamos anteriormente, tiene elobjetivo de perpetuar la domina-ción de clase, como instrumentoideológico del modo de produc-ción capitalista. Existe todo uncúmulo de saberes popularesarraigados en el la clase traba-jadora, así como saberes-prácticas que producimos losoprimidos producto de la acu-mulación de experiencia his-tórica, en la lucha de clases,que son separados o exclui-dos del saber académico. Lo rescatable de este planteo esque se está poniendo al saberacadémico y a la ciencia misma,no como ámbitos donde circulael conocimiento objetivo y válidosobre la realidad, sino que pode-

mos pasar a pensarlos como pro-ductores de verdad en institucio-nes sociales. Esto implica que lalucha por la verdad es unalucha ideológica, es un terrenomás de disputa donde lxs queabocamos nuestros esfuerzos a latransformación social tenemosque dar una batalla, que no se ter-mina ahí, sino que tiene que for-mar parte de una estrategia parala transformación de la sociedadtoda.Siguiendo la línea del planteo,nuestro accionar tiene que estardirigido a una problematizaciónconstante de las condiciones enque nos formamos y producimosconocimiento, así como al conte-nido del mismo producto de rela-ciones de poder históricamentedeterminadas. Foucault le da unrol muy importante a la crítica:no la crítica por la críticamisma, sino como una actitudpráctica frente al conocimiento:“hay que concebirla como una ac-titud, un ethos, una vida filosóficaen la que la crítica de lo quesomos es a la vez análisis his-tórico de los límites que nosson impuestos y prueba de suposible transgresión”(9). En pa-labras de Foucault, la crítica seráel arte de la inservidumbre volun-taria, de la indocilidad reflexiva.

Notas

1)“Verdad y poder” en Michel Foucault.Microfísica del poder. Ediciones de La Pi-queta, 3ra edición, España, 19922)Idem3)Martín Mosquera, militante de CAUCE-COB La Brecha, “Los usos de Foucault”en 400 Golpes Revista de filosofía, Bue-nos Aires, Abril 20124) Foucault, Michel, “El sujeto y el poder”,en Revista mexicana de sociología, Vol.50, nro. 3, Julio – Septiembre de 1988, p.17.5) “Los intelectuales y el poder” en MichelFoucault. Microfísica del poder. Edicionesde La Piqueta, 3ra edición, España, 1992(el texto resaltado no corresponde al ori-ginal, es un agregado nuestro)6) Mosquera op. cit.7) “Verdad y poder” en Michel Foucault.Microfísica del poder. Ediciones de La Pi-queta, 3ra edición, España, 19928) Idem

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Nuestro país ha sufrido una de las peores crisis hacia fines de la dé-cada del 90 y principios de 2000. El saldo de la crisis para los traba-jadores fue la reducción del salario real a niveles nunca antes vistos.La desocupación llegó a rondar el 20 %. Con el correr de los años,se vivió una recuperación del empleo que encierra una particularidady es esta la que entendemos representa la necesidad de desarrollarnuevos mecanismos de control.Según un análisis del EDI, “Durante la última década ha sido signifi-cativa la consolidación de la fractura del mercado laboral iniciada enlos ’90, no sólo entre los trabajadores formales e informales, sinotambién al interior de la estructura formal. Siendo que la precariza-ción se extiende por el conjunto. Mientras que el 20% de los trabaja-dores mejor remunerados del sector privado capta el 52% de la masasalarial, el 20% ubicado en la base percibe el 5,2% de ese total . (…) Así el modelo ha consolidado la categoría del “trabajador pobre”(que no cubre la canasta familiar), frente a la figura del “desocupadopobre” que prevalecía en la crisis del 2001.” En estos últimos años se han visto múltiples expresiones de luchade este sujeto colectivo que no logra, a través de su salario, repro-ducir sus condiciones de vida. La lucha por vivienda que expresó supico con el conflicto del Parque Indoamericano, la resistencia a losdesalojos en la Ciudad de Buenos Aires, la lucha de los terciarizadosdel ferrocarril en donde fuera asesinado Mariano Ferreira, la protestade los trabajadores autogestionados y cooperativistas contra la bajade los subsidios del Programa de Trabajo Autogestionado (PTA) sonsólo algunos ejemplos en los que este sujeto se manifiesta en su ca-pacidad de acción colectiva. Algunos de estos conflictos son ilustra-tivos en cuanto a la combinación de estrategias represivas yasistenciales por parte del Estado.El aspecto represivo deja al descubierto que la clase dominante ga-rantiza su dominación no sólo mediante el consenso y la hegemonía

El disciplinamiento deltrabajo precarizado,entre la asistencia y la represión

por Jorgelina Matusevicius(Trabajadora Social. Comisiónde docentes e

investigadores de CAUCE. Militante de AGD-UBA)

El presente artículo intenta dar cuentade las transformaciones en los meca-nismos de control social y disciplina-

miento en el marco de los cambios producidos en elmundo del trabajo. Según analizaremos las estra-tegias de contención de la conflictividad socialcombinan distintos mecanismos, en apariencia, di-ferentes y dirigidos a distintos sectores de la po-blación, pero definitivamente parte de un mismoproyecto de clase.

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Para garantizar la acumulaciónde capital es indispensable laexistencia de una masa de la po-blación que se erija como exce-dentaria en relación a lasnecesidades del capital. Ya Marxdescribía esto: “La acumulacióncapitalista produce de maneraconstante, antes bien, y precisa-mente en proporción a su ener-gía y a su volumen, unapoblación obrera relativamenteexcedentaria, esto es, excesivapara las necesidades medias devalorización del capital y portanto superflua” Este sector de la clase cumpleun papel fundamental como ejér-cito industrial de reserva. Paraavanzar mediante ciclos de ex-pansión y recesión, el capita-lismo debe contar con unareserva de trabajadores. La ex-cesiva oferta de trabajo, cuandohay muchos trabajadores quebuscan empleo, hace que aque-llos que están asalariados tien-dan a aceptar peorescondiciones de trabajo, bajos sa-larios, etc. El miedo a perder eltrabajo, a ser reemplazado fácil-mente por otro trabajador operacomo un eficaz control de la pro-testa obrera y una parte centraldel disciplinamiento de la clase.Pero para que esto funcione esnecesario que en los momentosde recesión estos trabajadoresdesocupados no se deterioren alpunto de que no puedan serconsiderados una competenciapara los ocupados. Esto quiere

decir que no se deterioren sus atri-butos productivos, que conservencierta capacitación, disciplina deltrabajo, salud. Pero, por otro lado, históricamenteexiste una parte de la poblaciónque se verifica como superpobla-ción obrera consolidada que pordistintos motivos no logra vendersu fuerza de trabajo pero tampocofunciona como ejército industrialde reserva Nos referimos a aque-llos sectores que, dada su largatrayectoria en su situación de noventa de fuerza de trabajo, nocuentan con los atributos produc-tivos que se requieren en el mer-cado de trabajo. Esta parte de lapoblación viene creciendo enforma acelerada por las modifica-ciones en el mundo del trabajo yen tanto no puede vender sufuerza de trabajo, se constituye ensobrante para las necesidades delcapital, esto significa verse pri-vado para producir la propia vida.Mientras que para algunos traba-jadores desocupados el Estadodestina algunos recursos paraconservarlo (en tanto cumplen lafunción de presionar los salarios ala baja), a esta parte de la pobla-ción se la viene condenando auna muerte acelerada.Las múltiples formas en las queesto se manifiesta merecerían unestudio riguroso, pero podemosmencionar algunos indicadores.Se conoce que miles de jóvenesson muertos año a año a manosde la represión policial, en comi-sarías, cárceles e institutos demenores. Como veíamos anterior-mente, esta represión preventivaopera con selectiva de clase yestá dirigida a jóvenes pobres.También podríamos considerarcomo parte del aniquilamiento a lallamada violencia horizontal en vi-llas asentamientos y barrios po-bres, para el caso de BuenosAires una sobremortalidad mascu-lina en la franja de 15 a 30 años,que solo se explica por la cantidadde muertes violentas (las llama-das en la codificación causas ex-ternas) . Podríamos agregar aesto otras formas del aniquila-miento que no pasa por la des-

sino a travésde la coerción,

dado que lalucha de clases

se expresa encon f ron tac iones

múltiples y uno desus momentos supone

la consolidación de unaparato militar. Es por eso

que nos interesa pensar la crimi-nalización de la protesta socialcomo un mecanismo que el Es-tado adopta en complementarie-dad con otros destinados aldisciplinamiento de la clase tra-bajadora. Para eso debemospensar qué particularidades his-tóricas presenta la acumulaciónde capital en nuestro país, querequiere el reforzamiento de de-terminadas estrategias represi-vas (viejas conocidas) en undoble sentido de criminalizaciónde la protesta (represión selec-tiva) y de criminalización de lapobreza (represión preventiva) .A su vez, ambas se combinan ycomplementan con políticasasistenciales dirigidas también abuscar una aceptación de con-diciones desfavorables de re-producción para la clasetrabajadora.

No es nuevo que el sistema ca-pitalista, funciona a costa dedejar en la pobreza y al límite dela posibilidad de subsistencia avastos sectores de la población.

Sociólogos Para Qué? | El Viejo Topo | Otoño 2013

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aparición física sino por el dete-rioro subjetivo (institutos psi-quiátricos, jóvenes deterioradospor el consumo de sustanciasaltamente destructivas como lapasta base, etc.) Este lento y silencioso aniquila-miento combina la cara más re-presiva del Estado, a partir de laadopción de “novedosas” estra-tegias, que han llevado a algu-nos autores a hablar de unnuevo tipo de Estado penal (au-mento de las penas, más poli-cía, ejército de ocupación) , conpolíticas asistenciales signadaspor la focalización, la burocrati-zación, la ausencia de una pers-pectiva de derechos y,alternativamente la ausencia li-teral de respuestas (adicciones,violencia horizontal, emergenciahabitacional)En relación al aspecto represivose reconocen distintas corrien-tes que intentan “teorizar” y brin-dar legitimidad a estaspropuestas. Se trata de los dis-cursos de la Tolerancia Cero, laventana rota, la limpieza declase. América Latina adoptadesde fines de los 90 en ade-lante las ideas de más EstadoPolicial y Penal. Si en los 70 sehacen fuertes las ideas demenos Estado de la mano delos Chicago Boys – Friedmanhoy de la mano de los New YorkBoys y el Manhattan Institute sehacen fuertes las principalesusinas de pensamiento de la pe-nalidad capitalista en su faseneoliberal.Los barrios pobres son el blancoprincipal del accionar de lasfuerzas del orden. Allí las fuer-zas de seguridad se comportancomo un verdadero ejército deocupación. Si tenemos encuenta que no se persigue a losque cometen fraude comercial,corrupción, empresas que des-truyen el medio ambiente, másque de tolerancia cero debería-mos hablar de una intoleranciaselectiva: como guerra selectivasin cuartel contra los pobres “so-brantes” para las necesidades

de valorización del capital.El ejemplo más claro en estesentido es la instrumentación delPlan de Seguridad “CinturónSur” a mediados del 2011 quegenera un despliegue de fuerzasde seguridad sobre los barriospobres de la Ciudad de BuenosAires. Según CORREPI “La mi-litarización de los barrios no esun invento propio. Es un modeloimitado de Brasil y Colombia,donde la policí¬a tomó el lugarde los narcotraficantes locales alos que antes les hací¬an lalogí¬stica. Lo que sí¬ es nuevo,es el dato significativo del gradode vigilancia a la que está some-tida la sociedad porteña: en laciudad de Buenos Aires, haymás policí¬as que en NuevaYork y en Londres. A partir de fe-brero seremos vigilados por18.000 verdugos. La mayorparte de estos verdugos estándestinados a los barrios más po-bres: Barracas, Lugano, Soldati,Pompeya, La Boca y Parque Pa-tricios. Con los nuevos anuncios,se sumará Retiro. Es claro queestas medidas apuntan a la vigi-lancia de los trabajadores, de lospobres, para que no se organi-cen, para que vean saturada suscalles de policí¬a. Con el temainstalado de la inseguridad, laclase dominante se asegura detener a la clase media de su ladoy a la clase trabajadora vigiladay amedrentada. Los “cursos dederechos humanos” y los “pla-nes de seguridad ciudadana”que llaman al vecino a “involu-crarse en la construcción de laseguridad”, no son más que lalegitimación de esta militariza-ción de la sociedad.” Este Plan se suma a la estrate-gia del gobierno porteño de ge-neración de la policíametropolitana con sus ya cues-tionados métodos y la criminali-zación de trapitos ycuidacoches. Desde ópticas po-líticas distintas y con justificacio-nes y discursos diferenciados laresultante para los habitantes delos barrios pobres es un control

policial de su vida cotidiana.La contracara de estos mecanis-mos son las nuevas formas queadoptan las políticas asistencialesque históricamente han sido me-canismos para gestionar la re-serva de fuerza de trabajo,contribuyendo a su disciplina-miento. Ahora bien, si observamoslos cambios operados en el mer-cado de trabajo, si reconocemosque desde los 70 a esta parte hacrecido significativamente la partede la clase que no logra reproducirsus condiciones de vida ¿Quécambios se han planteado en elplano de las políticas asistencia-les? Lawrence Mead, politólogo neo-conservador de la Universidad deNueva York sostiene que el Es-tado providencia norteamericanode los 70 / 80 no logró reabsorberla pobreza, no porque sus progra-mas de ayuda fueran demasiadogenerosas, sino porque eran “per-misivos” y no imponían ningunaobligación estricta de comporta-miento a sus beneficiarios. Plan-tea que el problema de ladesocupación obedece más acuestiones morales y de compor-tamiento individual que a cuestio-nes sociales o económicas.Conclusión: el Estado no tieneque hacer más atractivo el com-portamiento deseado (por ejemplosubir el salario o mejorar la cober-tura social) sino castigar a quienno lo adopta. Dice Mead “necesi-tamos saber cómo y por qué lospobres son meritorios o no, y quétipo de presiones pueden influirsobre su comportamiento.”Cuando observamos algunos pro-gramas que se implementan ennuestro país dirigidos a población“vulnerable” podremos observar laincorporación de los planteos deMead. Muchos de estos progra-mas imponen contraprestacionesu obligaciones a los beneficiarios,

Dossier: Pensar el control social hoy | Tras el rastro de Focault

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quienes deben someterse a unacantidad de prácticas institucio-nales de disciplinamiento (eneste caso del control social más“blando”) .Desde los organismos interna-cionales se estimula la adopciónde los Programas de Transfe-rencia Condicionados (PTC)que impliquen una obligaciónpara aquellos que requieran elbeneficio. Según la página delBanco Interamericano de Des-arrollo:“Esta generación de programas--hoy referentes a nivel interna-cional y en constante evolución-- proporciona recursosmonetarios supeditados al au-mento de la escolaridad y el usode servicios preventivos desalud y nutrición entre los po-bres y las personas que vivenen extrema pobreza. Estas ini-ciativas, apoyadas en muchospaíses por el Banco Interameri-cano de Desarrollo, permiten laacumulación de capital humanoal mejorar el rendimiento escolary la salud y en consecuencia unmayor rendimiento y productivi-dad en el mercado laboral.“La promoción de un creci-miento inclusivo requiere esfuer-zos en dos direcciones: mejorarla capacidad productiva de lospobres y promover su acceso alos mercados con mayoresoportunidades de empleo y degeneración de riqueza”, afirmóManuel Rapoport, gerente deoperaciones del BID para elCono Sur, en la apertura del en-cuentro. “Dado que el trabajo esel principal factor productivo delos pobres, un elemento críticoen la lucha contra la pobreza yla desigualdad es el fortaleci-miento de las inversiones en ca-pital humano desde la tempranainfancia”, sostuvo. En nuestro país son reconoci-dos como PTC el plan Asigna-ción Universal por Hijo, ElPrograma Ciudadanía Porteña,El Plan Jefes y Jefas de Hogary El Plan Familias por la Inclu-sión Social (este último finan-ciado por el BID). EstosProgramas conllevan en un

nivel más cotidiano el someti-miento de las familias a prácti-cas de disciplinamientoinstitucional y una suerte de res-ponsabilización por su situaciónde pobreza. Lo que se encuen-tra por detrás del discurso inclu-sivo es la mentirosa igualdad deoportunidades que daría el ac-ceso universal a la educación ya la salud. Esto esconde la ver-dadera cara de la desigualdaden el acceso al mundo del tra-bajo para los trabajadores po-bres. Más educación noredundará en mejores niveles deempleo para esta parte de la po-blación, sino en la calificaciónmayor de una fuerza de trabajode reserva dispuesta a obtenerun trabajo que no logre cubrirsus necesidades de reproduc-ción. La política asistencial, deesta manera repone la fragmen-tación del mercado laboral sig-nado por la precarización.Asimismo la política asistencialserá utilizada también como he-rramienta disciplinadora de laconflictividad social. La misma,al constituir un complemento in-dispensable del sala-rio, será usada comovariable de condicio-namiento ante los“comportamientosdesviados”. Un ejem-plo claro de elloconstituyó la ame-naza de quitar losplanes asistencialesa todos aquellos quehubieran estado enintentos de toma detierras en los suce-sos del Parque Indo-americano endiciembre del 2010.Las organizacionesde los trabajadoresson las que se levan-tan contra las múlti-ples formas dedisciplinamiento. Sonquienes debelan elaniquilamiento, quie-nes enfrentan estacondena a la paupe-rización y quienesante la pérdida de

conquistas laborales se organi-zan día a día en sus espacios detrabajo. Los trabajadores ocupa-dos que recuperan sindicatospara la lucha, los movimientosde trabajadores desocupados,las organizaciones del movi-miento estudiantil, los vecinosque enfrentan la destrucción delmedioambiente. A ellos se dirigeen forma selectiva la represióndirecta en movilizaciones, las ta-reas de inteligencia, la promo-ción de causas judiciales sobremilitantes y el encarcelamiento. Desde la universidad debemoscontribuir a dicha confrontación,construyendo un conocimientoque nos permita desentrañarestos mecanismos, un conoci-miento que no quede en lo aca-démico (como mero saberenciclopédico) sino un conoci-miento vivo, comprometido quese constituya en praxis transfor-madora, que se forje al calor deesta lucha por una sociedad sinexplotadores ni explotados.

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¿Qué aspectos de la coacción y

control de los cuerpos y cons-

trucción de la subjetividad com-

plejiza la obra de Foucault sobre

el disciplinamiento de la fuerza

de trabajo (FT)?

Foucault plantea que en primerlugar la burguesía se dio uncuerpo a sí misma y después seocupó de darle un cuerpo a laFT. Los cuerpos son construidosa partir de ciertas prácticas ruti-narias, hábitos, deseos, ideales,aptitudes que se constituyencomo rituales de la vida coti-diana–evocando aquí a Althus-ser-, que van a conformar elcuerpo de la FT, construida en lafábrica o en la oficina, pero tam-bién en todos los ámbitos de lavida cotidiana. Yo tomaría cuatro dimensio-nes, aunque se podrían tomarmás. En primer lugar, me inte-resa recuperar la importanciaque Foucault le da a los espa-cios para la construcción de loscuerpos, básicamente de la FT.Se trata, ante todo del diseño

urbano, proceso que desde unaperspectiva productiva del poderes una condición de posibilidadpara la constitución de ciertoshábitos, a través de la ubicacióny características de barrios obre-ros, hospitales, escuelas,calles yplazas al mismo tiempo, que,en una dimensión coactiva delpoder permitió la coerción de lafuerza de trabajo –en situacio-nes de rebeldía- a través del tra-zado de diagonales, porejemplo, lo cual facilita un mássencillo desplazamiento de fuer-zas del orden. La cuestión del di-seño urbano tiene dos aspectos:por un lado alude a la construc-ción de los espacios públicos ypor otro a la del espacio domés-tico de los trabajadores. El liberalismo, en Argentina,pensó al espacio público, talcomo leerse en el Censo de laCiudad de Buenos Aires de1887, como un lugar donde losdesiguales puedan mirarse ysentirse como iguales. Por elcontrario, en el neoliberalismo,el espacio urbano se está recon-

figurando. Es falso afirmar que elactual ejecutivo no hace nada;sino que activamente está cons-truyendo una ciudad empresa,de la cual paulatinamente estánsiendo expulsados los pobres ypasará algo similar con las cla-ses medias a través del aumentode los impuestos y otras técni-cas. Esto se complementa con el di-seño del espacio íntimo, que esinteresante pensarlo en el di-seño de la casa obrera (dondesurgen a través de diferencia-ción de los espacios, la configu-ración de conductas ligadas allugar esperable para el varón, lamujer, el niño, la niña) en el sigloXIX y XX. El lugar de la casa esfundamental para la construc-ción de la familia y la moral, quese forma en una cantidad de ri-tuales y prácticas de la vida coti-diana. El diseño de estos espaciosdiversos -que se complemen-tan- va a hacer que se consti-tuyan paulatinamente ciertasprácticas, que operan a la ma-nera de rituales que van aconstituir las aspiraciones oideales, -“ideología” diría Al-thuser- en base a las cuales laFT va a concebir como natu-ral, a menudo, su ubicación enlas jerarquías sociales, la sub-ordinación a un capataz o a unjefe; los espacios, en su orga-nización, construyen obe-diencia, construyenjerarquías.El segundo elemento que incor-

Entrevista a Susana Murillo Susana Murillo es investigadora y docente de la UBA,

perseverante en el estudio de las relaciones entrepoder, saber, cuestión social, gubernamentabilidad y

construcción de subjetividades. En la carrera de Sociología esprofesora de una teoría sociológica sobre Foucault y un semi-nario de investigación sobre liberalismo y neoliberalismo. Re-flexionamos juntxs sobre la obra foucaultiana y sus aportes alpensamiento crítico, a repensar la acción política a partir delanálisis de las relaciones de poder, sobre los mecanismos deconstrucción de la subjetividad y el control de los cuerpos dela fuerza de trabajo y los rasgos distintivos de la construcciónde las sociedades de seguridad e inseguridad en nuestra so-ciedad .

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pora Foucault es la variabletiempo, sus textos nos permitenpensar cómo el tiempo se va re-construyendo a partir de laemergencia del capitalismo ycómo la temporalidad va cam-biando según los distintos mo-mentos y según los diversossectores sociales. La tempora-lidad en el mundo neoliberales una temporalidad frágil, efí-mera, ligada al instante y a lainmediatez; en cambio en el li-beralismo la temporalidadestá ligada a una vida enten-dida como carrera que atra-viesa etapas y esas etapasvenían pautadas, en buenamedida, por un cuidadoso di-seño de los espacios. Esa construcción del tiempo seda a partir del cómo los cuerposy fundamentalmente los cuerposde la FT deben ajustarse a losespacios. El ajustarse al espacioy los tiempos del lugar trabajova construyendo la temporalidaddel trabajador; pero no sola-mente esto, sino también cómoajustar al cuerpo al espacio dela casa que también constituyeel tiempo del trabajador: eltiempo del ocio, el tiempo libre,también está pautado por cómoestá internalizado el espacio dela casa y el espacio del ocio enlos lugares públicos. También es fundamental en laconstrucción del tiempo en la FTel proyecto de una vivienda. Laconstrucción de una viviendasupone una proyección en eltiempo, esfuerzo, ahorro, ajustarlas propias aspiraciones a aque-llo que está establecido. Otroelemento fundamental en laconstrucción de la temporalidaddel trabajador ha sido y es la in-troducción de la tecnología en lavida cotidiana. Por un lado,obliga al endeudamiento, nosólo para construir la vivienda,sino para adquirir objetos de lavida cotidiana sin los cuales noes reconocido como sujeto porel otro (hoy un joven que no

porta un celular prácticamenteno es reconocido como tal). Esteproceso constituye una tempora-lidad endeudada, en la que lasubjetividad de hombres y muje-res queda prisionera de por vida.Esto es una problemática actuala nivel mundial, parte de la crisisinternacional, ya que el trabaja-dor está endeudado de por vida. Además la introducción de latécnica en la vida cotidiana vaa modificar las relaciones hu-manas de vida íntima, entrecompañeros, las relaciones la-borales; por ende la FT modi-fica la manera de relacionarseentre sí. Fundamentalmente, laintroducción de la tecnología enlas grandes empresas modificóradicalmente a partir de la dé-cada del ´70 la configuración dela FT a nivel mundial. El efectoque produce es la desapariciónde la FT semi y altamente califi-cada como FT mayoritaria. Lasnuevas tecnologías que apare-cen en la década del ´70 van arequerir de una FT poco califi-cada ligada a los servicios y deuna minoría de trabajadoressimbólicos que sí tienen queestar calificados. Peroademás, requieren unaconstante reconfiguracióno reaprendizaje (todo loque aprendés ahora tenésque volverlo a aprenderconstantemente) de esaFT, con lo que se recons-truye la temporalidadcomo una temporalidadinstantánea, efímera. Esoes lo que instala la revolu-ción tecnológica de la dé-cada de los ´70 enadelante: la flexibilidad deproductos lleva a la flexibi-lidad de procesos y, en re-lación con ello, los sujetostienen que reciclarse cons-tantemente. La situaciónse agrava pues la nuevastecnologías facilitaron y fa-cilitan la precarización dela FT y la pérdida de millo-

nes de puestos de trabajo pro-ceso que ya no disciplina a la FT,simplemente la expulsa o ge-nera el constante riesgo de serexpulsado, fenómeno que llevaa complejas consecuencias anivel subjetivo y poblacional.Un tercer elemento muy impor-tante que aparece en Foucault yda elementos para pensar en laconstitución de la FT, y que estágado a los anteriores, es la pro-blemática de la salud. En el arteliberal de gobierno, la estructura-ción del dispositivo sanitario estádirectamente ligado al corazóndel Estado (esto se ve clara-mente en nuestro país); entrenosotros la planificación detodos los aspectos de la vida hu-mana, los que tienen que vercon el trabajo, la vida en elhogar, el ocio, la educación, asícomo la circulación, por ejemplola entrada y salida de mercan-cías y personas por caminos,mares y ríos, fue diseñadodesde el Departamento Nacionalde Higiene y desde él, se confi-guraron las técnicas de forma-ción de una “raza argentina”, así

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como las figuras que podían im-plicar la alteración del orden. ElDepartamento Nacional de Hi-giene, en la configuración delEstado Nación constituyó -bajoel lema de la salud física ymoral, individual y social- entreotros: el control de la delincuen-cia, el de las contravenciones, lapolicía industrial, la policía deltrabajo, la policía de las aguas,la currícula escolar. Lo que per-mite comprender la articulaciónespacio/temporal es la terceravariable que es la salud. La salud, a través del cuidadode los cuerpos, opera en losubjetivo sobre la poblaciónconformando ciertos idealesque se encarnan en el cui-dado de los cuerpos. En estesentido, el cuidado de la saludha atravesado todos los as-pectos de la vida de los traba-jadores, desde la escuela,hasta el ocio, pasando por ellugar de trabajo; de ese modoconfigura los aspectos afecti-vos, cognitivos y morales dela subjetividad en relación a locolectivo. En el arte liberal del

gobierno estoestá ligado a una idea muy típicaque viene del higienismo: lasalud es física y moral, individualy social. Un aporte sugerente deFoucault ha consistido en resca-tar el concepto de que en el libe-ralismo la salud es ante todosalud social (esto lo podemosejemplificar en lo que fueron lasepidemias, entre otras la de fie-bre amarilla, en la Buenos Airesde fines de siglo XIX).Este vínculo muy fuerte entredispositivo médico y Estado, seva a modificar con el adveni-miento del arte neoliberal de go-bierno. El 11 de septiembre de1973 –con el golpe de Estado

contra el pueblo chi-leno- es la fecha em-blemática en la cual elneoliberalismo entraen Nuestra América,porque a partir de ahíse van a implementarlos planes de la Es-cuela de Chicago ydesde ahí se van a ex-pandir a toda América,donde la cuestión de lasalud va a ocupar unlugar muy importante.En torno del cuidadodel cuerpo se constitui-rán paulatinamenteuna serie de valorescentrados en la ficciónde eterna juventud,que en el neolibera-lismo están muy liga-dos al cuidado del sí, al

egoísmo, al individualismo y a lacompetencia. La construcción deestos valores tiene un primermomento emblemático cuandoMilton Friedman visita Chile en1975 bajo una consigna -queviene de la psicología- según lacual someter a los sujetos a unestado tremendamente violento,de shock, de tensión, de horror,genera una sensación tal dedesamparo que hace que acep-ten nuevas ideas y valores demodo acrítico. Y eso fue lo quepasó en Chile, donde se imple-mentaron velozmente una canti-dad de medidas neoliberalescomo por ejemplo la desapari-ción de la educación pública. Ensegundo lugar, para mostrar laimportancia que cobra la saluden la articulación delespacio/tiempo en la construc-ción de la fuerza de trabajo, esmirar actualmente los planes dela Organización Mundial de laSalud (OMS) y pensar que quiéndirige actualmente el BancoMundial es un médico. La OMStraza planes de salud a nivelmundial que -según lo informa elreporte de 2008- tienen que po-sibilitar la gobernanza mundial.Un tercer ejemplo son los ma-nuales clasificatorios de desór-denes psíquicos que organiza laAsociación de Psiquiatría Ameri-cana (APA), que se implementanen diversos países del mundo enámbitos públicos y privados. Elaño que viene saldrá la quinta

En torno del cuidado del cuerpo se

constituirán paulatinamente una

serie de valores centrados en la

ficción de eterna juventud, que en

el neoliberalismo están muy liga-

dos al cuidado del sí, al egoísmo, al

individualismo y a la competencia.

Dossier: Pensar el control social hoy | Tras el rastro de Focault

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edición del manual (DSM porsus siglas en inglés) que seaplica en escuelas, manicomios,hospitales, compañías de segu-ros, cárceles, selección de re-cursos humanos; es decir, entodos los ámbitos por dondetransita la FT. El DSM V tiendea patologizar todas las conduc-tas de los humanos: desde elduelo (cuando dura más de 15días), pasando por la timidez(que la califica como una formade autismo, considerado comoun modo de la psicosis), hastala infancia y la adolescencia –con lo que el DSM V denomina“conductas desafiantes”,cuando en realidad la rebeldíasobre todo en el adolescente,así como el duelo ante la muerteson parte de la condición hu-mana. Se patologiza y luego semedicaliza y se farmacologiza.Esto no sólo es preocupante porla estrecha unión entre organis-mos de salud y empresas far-macológicas, sinofundamentalmente porque seinstala una especie de policíauniversal del psiquismo hu-mano y en especial de la FT.Un ejemplo de ello es la imple-mentación en algunos países(como Uruguay y EEUU), dondees obligatorio que los niños desectores pobres caracterizadospor tener déficits atencionalsean medicados.Por último, en la construcción dela FT se desprende de la obrade Foucault una cuarta variableque es la importancia que tienela seguridad y la construcciónde la seguridad o la construc-ción de la inseguridad, comouna forma de romper lazos so-ciales y aislar a los sujetos y devencer resistencias.

En los últimos años se incre-

mentó notoriamente el presu-

puesto y el personal de la policía

federal, metropolitana, bonae-

rense, de la gendarmería, pre-

fectura y seguridad aeropuertua-

ria. Las políticas de criminaliza-

ción de la protesta se hicieron

más visibles con la sanción de la

ley Antiterrorista, el proyecto X,

la militarización de barrios popu-

lares. ¿Qué herramientas con-

ceptuales podemos recuperar

para problematizar este au-

mento del aparato represivo?

Yo creo que hay que recuperaralgunos aportes que hace Fou-cault –pero que es necesarioampliarlos y problematizarls-respecto de las característicasdel neoliberalismo, que me pa-rece que hay que pensarlo anivel global. El proyecto neo-liberal es un proyecto de go-bernanza global; el núcleoestá centrado en producir uncambio civilizatorio, un cam-bio de valores, dónde lo cen-tral es el mercado, lacompetencia, el individua-lismo y donde prima la idea deque a nivel global la pobreza yla desigualdad no sólo son ne-cesarias sino inevitables por-que son un incentivo a lacompetencia. En este contexto,las políticas neoliberales a nivelglobal están generando unaserie de situaciones tremenda-mente complejas (en Grecia hoylas cámaras infrarrojas se utili-zan para detectar cuándo vieneninmigrantes ilegales para atra-parlos, expulsarlos o colocarlosen campos de concentración).Esto tiene que ver con la proble-mática de la seguridad que Fou-cault trabaja y es una constanteen toda la historia del capita-lismo, que va tomando caracte-rísticas diversas. En elneoliberalismo la problemáticade la seguridad a nivel global, esun elemento fundamental de go-bierno de las poblaciones y delos sujetos colectivos e indivi-duales.Por un lado, se da la construc-ción de una especie de policía

imperial quepuede interve-nir en cual-quier lugar,ligada a la ideade la desapari-ción de la soberanía los EstadosNación. ¿Qué quiere decir esto?Que en la medida en la que seva eliminando la soberanía delos Estado Nación, puede porejemplo intervenir una fuerzamundial como la ONU o unaalianza como la de EEUU e In-glaterra en Irak; no en nombrede potencias enemigas que seenfrentan en una guerra (con locual habría derechos humanosque respetar), sino como verda-deras excursiones en el nombrede la “paz mundial”.Pero hay otro aspecto de la se-guridad que no tiene que versólo con estas excursiones vio-lentas, sino con la construcciónconstante en la sociedad de lasensación de la inseguridad.Creo que vivimos a nivel globalen lo que se podría denominar la“sociedad de la inseguridad”.Más allá de que existan insegu-ridades reales (como las del su-jeto endeudado), hay unaconstrucción constante de sen-saciones de inseguridad que tie-nen mucho que ver con loimaginario y que hace que laspoblaciones salgan a demandarseguridad, no se trata sólo de laclase media, sino también de lossectores populares, que en partesí padecen la inseguridad: en lasvillas y asentamientos los narcosefectivamente actúan y matan alos pibes. En la década del 90´arribó a Buenos Aires el grupoBratton-Giuliani que maneja elInstituto de Manhattan, que esuno de los grupos más grandesde seguridad internacional, paratransformar a Buenos Aires en lavidriera de la inseguridad a nivelde América Latina para venderjustamente empresas de seguri-dad y además, políticamente -

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que es lo que más interesantepensar- para construir la sensa-ción de inseguridad. Este pro-ceso rompe lazos sociales,porque el sujeto que se sienteinseguro en primer lugar seaísla porque está aterrrorizado,se ensimisma y en segundolugar comienza a aceptar cual-quier mensaje que le prometa laficcional idea de que la seguri-dad le será restaurada (esto seve perfectamente en el casoBlumberg). Complementaria-mente proyecta o deposita lascausas del terror en ciertas figu-ras con lo cual constituye unOtro que debe ser atacado, pe-nalizado e incuso matado.¿Cómo se explica la paradojade que las poblaciones vayan areclamar a la policía que pre-suntamente es corrupta que lasdefienda? ¿Cómo se explica laparadoja de que haya manifes-taciones que se dicen a sí mis-mas “apolíticas” en las que seles pide a los políticos mayorseguridad? Hay una complejarelación a través de la cual seinstala a nivel global la insegu-ridad en las poblaciones paraque estas demanden seguridadque termina -entre muchosefectos- en la criminalización dela pobreza y en la instalación decampos de concentración. Elsignificante “inseguridad” esen realidad un significanteflotante, en el cual la pobla-ción proyecta una cantidadde inseguridades que tienenque ver con los procesos ob-jetivos y subjetivos genera-dos en el neoliberalismo. Enuna sociedad centrada en elindividualismo y en la compe-tencia, los lazos laborales,afectivos, amistosos, barria-les se fragilizan. Ello generauna profunda inseguridadantropológica que se pro-yecta en la palabra “inseguri-dad”, la cual invisteimaginariamente a la figura

del pobre, y en especial aljoven varón pobre. De estemodo se constituye esta de-manda que es un ida y vueltaque involucra a las empresas,a la llamada “sociedad civil” yal estado.

¿Es posible pensar desde la

óptica foucaultiana las posibi-

lidades de resistencia y trans-

formación social y el vínculo

entre las relaciones de poder,

la explotación capitalista y el

Estado?

Creo que se puede pensar latransformación social en lamedida en que el objeto deestudio de Foucault estuvocentrado en las relaciones depoder; y las relaciones depoder se desarrollan en ámbi-tos diversos, donde ademásesas relaciones están atrave-sadas por resistencias. Ahorabien, el problema es que Fou-cault no estudió las resisten-cias. Su objeto de estudio escómo se ejerce el poder, elcómo del poder. En todo caso,el elemento que brinda, la po-tencialidad que tiene, es queaquellos que quieran resistir,que quieran organizarse y lu-char deben primero conocercómo actúa el poder o los di-versos poderes. Pero tambiénlo que despliega Foucaultno es una teoría del poder,sino una analítica del poderque es algo bien distinto. Unateoría del poder significaríadar leyes generales o univer-sales de cómo funciona elpoder, y esto es justamente loque Foucault no quiere hacer;pues sería políticamente unerror dado que no implicaríatomar en cuenta la historiaefectiva. En todo caso, sí hayuna potencialidad en Fou-cault: se trata de pensarcómo apela al estudio de lahistoria efectiva, y cómo en lahistoria efectiva, los sujetos

sometidos se han ido confor-mando. Pero creo que el análi-sis de las resistencias ytransformaciones sociales hayque desplegarlo en la historiaefectiva de las luchas de los tra-bajadores a lo largo de los si-glos.

¿Cómo se explicaría desde

Foucault el surgimiento de una

acción política crítica desde un

sujeto? ¿Qué potencialidades y

qué limitaciones tiene su pensa-

miento para pensar la creación

de espacios de auto(organiza-

ción) de la clase subalterna en

el camino de la construcción de

poder popular?

Foucault planteó en alguna oca-sión que sus trabajos eran unacaja de herramientas para serutilizadas en las luchas. Y eneste punto sirve para ver cómose configura el poder en distin-tos lugares y en cada espacioconcreto. Las resistencias sonsiempre locales, elaborar unateoría a nivel general o univer-sal es algo que Foucault senegó siempre, con lo cual yocoincido porque esto sería algoasí como constituirse en la van-guardia esclarecida del proleta-riado que intenta dar una teoríade cómo se debe organizar y lahistoria nunca funcionó así enmi opinión. Me parece que entodo caso, la potencialidadestá en que los trabajos deFoucault permiten ampliar,resignificar, dar herramientaspara pensar desde los luga-res donde se entablan las lu-chas, mirando la historiaefectiva de las luchas. En todocaso eso que se llama “revolu-ción” es una codificación estra-tégica que se hace luego demuchas resistencias.

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Aula y disposición de los cuerpos

La distribución de los cuerpos en el aula nos dice bastante sobrecómo se expresan las relaciones de saber-poder en la Universidad.Lxs estudiantes separados en sus bancos individuales anotamos ennuestros cuadernos, mientras el/la docente detrás de su escritorio ycon la pizarra como aliada “nos enseña o explica” tal o cual problemao autor/a. Cada tanto esboza una mirada espía, circula la lista de asis-tencia y nos dictamina “¿Quién leyó para la clase de hoy?” Las rela-ciones de saber-poder se explicitan. El/la docente es quién detentael conocimiento y lo transfiere y deposita en nuestras cabecillas iner-tes. Los mecanismos disciplinares trazan con sutileza el sendero dela suavidad-producción-provecho. Nuestros cuerpos están subsumi-dos en esta lógica productora de sujetxs pasivxs, inhibidxs: no discu-tas, no interpeles a quien tiene el saber, escuchá al docente paraaprobar las materias. Está en nosotrxs romper la inercia que nos im-pone la institución. Está en nosotrxs la búsqueda por re-apropiarnosdel aula como lugar de debate y discusión, de crítica práctica, de par-ticipación, de disputa por construir un conocimiento critico, de cues-tionamiento cotidiano a la sociología legitimadora del sistema.

¿Y por esta “alta casa” cómo andamos?

el control social en la Universidad

Nos proponemos cuestionar y desna-turalizar las relaciones de saber-poder hegemónicas en el interior de

nuestra “alta casa” de estudios. Creemos queesta humilde iniciativa puede servir como un pun-tapié para repensar conjuntamente cómo las téc-nicas de disciplinamiento nos atraviesan, muchasveces a través de pequeñas cosas que nos pasandesapercibidas, en la Universidad produciendo de-terminadas aptitudes y formas de saber, legiti-mando prácticas institucionales jerárquicas,moldeándonos como sujetxs dóciles. Buscamos ircuestionando estas prácticas, con el desafío y elejercicio constante de dar respuestas colectivasa problemas colectivos.

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por Julián Wolpowicz(estudiante de Sociología -El Viejo Topo)

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Ahora bien: ¿Cómo se cons-truye ese nosotros distinto y aesos sujetos activos? ¿Acasoes un mero acto de voluntad in-dividual esta transformación?La respuesta es compleja, peroentendemos que puede venirpor el lado de la organizacióncon otrxs, de comenzar a viven-ciar y experimentar otras prácti-cas, otros dispositivosalternativos y otras distribucio-nes de los cuerpos que tenganla posibilidad de generar otrasdisposiciones en nosotros, dis-posiciones a participar, a inter-venir en nuestra realidad y ensus determinaciones.

A transpirar la casaca… estiempo de examen.

Largas y, a veces, solitariashoras dedicamos de nuestrotiempo a estudiar para el día delexamen. En caso de ser “es-crito”, nos sentamos, transpira-mos un poco, producimos,pensamos, escupimos defini-ciones que memorizamos cualmanual de metodólogx. Un nú-mero no tan mágico distribuye alargo de una escala nuestrodesempeño, nos clasifica y je-rarquiza a lxs estudiantes entresí, al tanto que también desca-

lifica, invalida, desprestigia.Después a esperar, a quenuestrx docente nos senten-cie con la anhelada promo-ción o al temido descenso. Sicorremos la no tan buenasuerte de irnos a final puedeocurrir que el/la titular de cá-tedra tenga pretensiones desentirse poderosx y hacernospasar un mal trago, querer pa-searnos por todo el programade la materia, o simplementeignorarnos mientras desarro-llamos nuestras ideas. Pero…¿por qué es que el examentiene que ser una situaciónestresante, angustiante, tran-sitada con sufrimiento? Cree-mos que la formapredominante que se pre-senta la producción de cono-cimiento al interior de laUniversidad responde a unalógica de producción indivi-dual, fragmentada, especiali-zada y jerarquizada. Por másque nuestrxs compañerxs sesienten al lado nuestro, nuncasabemos qué ideas desarro-llan; la relación de mi parcialcon el de un/a compañerxsiempre es de competitividad.Nos parece necesario replan-tearnos estas las formas deevaluación. Entendemos queel examen como instancia de

producción deconocimiento noes malo de porsí; sino que, si esabordado de ma-nera colectiva,puede ser unmomento intere-sante de elabo-ración, dediscusión connuestrxs compa-ñerxs, de sínte-sis de horas deestudio.

Carrerismo ypaperismo

¿Cuáles son los

mecanismos bajo los cualesse busca domesticar, docilizary hacer inofensivo el conoci-miento producido en la univer-sidad? Aquellxs quepretenden iniciarse en estatarea en algún momento seenfrentarán a la “carrera aca-démica”, que implica some-terse muchas veces a laslógicas de poder en la univer-sidad. Se estimula una com-petencia feroz entreinvestigadorxs, se privilegia laproducción individual porsobre la cooperativa y colec-tiva. La lógica productivista eindividualista que rige la posi-bilidad de seguir avanzandoen la carrera de investigadorx,implica estar más pendientede publicar algo (“cualquiercosa” si es necesario) que detomarse el tiempo y darle eltiempo necesario a para la in-dagación. La ciencia social esuna usina clave para la repro-ducción de la ideología domi-nante de este sistemaperverso e injusto, naturaliza-dor de relaciones de explota-ción y opresión. Está ennuestro caminar el reto coti-diano de pensar nuevas for-mas de producir conocimientocrítico, colectivamente con or-ganizaciones de lxs trabajado-res, prefigurando nuevasrelaciones sociales hoy parala transformación de la socie-dad.

¿Género oprimido entrelos muros académicos?

Nos es una novedad que es-tamos subsumidos en una so-ciedad patriarcal, dónde la vozdel hombre tiene más eco quela de la mujer. La violenciamachista se manifiesta en eltrabajo, en la casa, en el ba-rrio, en los medios de comuni-cación, en la escuela. ¿Serála universidad la instituciónprovilegiada que esté por

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Dossier: Pensar el control social hoy | Tras el rastro de Focault

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fuera de estas relaciones depoder patriarcales? Nosotrxscreemos que no. Si vemos lacomposición de lxs titulares decátedra de sociología vemosque en una inmensa mayoríalxs que están detrás del escrito-rio son varones. En las materiastroncales de introducción a lasociología, economía, teoría so-cial, historia, filosofía es exclu-sivo el predominio varonil; unespacio más intermedio podríaser el terreno pantanoso de lasmetodologías; en tanto que lastitulares mujeres suelen encon-trarse relegadas a materiascomo psicología social, proble-máticas de identidad/subjetivi-dad/género. Además, ennuestra cotidianidad reproduci-mos casi sin darnos cuentastoda una serie de actitudes pa-triarcales, heterohegemónicas(la palabra de un varón tienemás receptividad que la de unacompañera en un curso, asícomo algunxs profesores pre-fieren evaluar a mujeres que ahombres).

Yendo del consejo direc-tivo al departamento dealumnxs

Caminando por la populosa es-calera de mt, nos adentramosen un pasillo largo donde seocultan los despachos de la ad-ministración de nuestra altacasa de estudios. Deambula-mos entonces de la sala de pro-fesores a tesorería pasando porel consejo directivo y la direc-ción de la carrera de sociología,retomamos nuestro sendero yllegamos al departamento dealumnxs. Pero… ¿Qué es-conde esta nominación? Enten-demos que la existencia de estedepartamento de alumnxs vienea consagrar el lugar pasivx delxs estudiantes. Paradójica-mente somos nosotrxs lxs su-jetxs que llenamos de vida lasaulas, pasillos y espacios de la

facultad; en tanto quelos despachos buro-cráticos esconden ellugar de quiénestoman las decisiones.En el departamentode alumnxs, mientrashacemos largas filaspor un comprobantede alumnx regular,vemos una ventanillaque dice “títulos”. Acáalguien se nosacerca y nos dice“me contó un pajarito que a lahora de recibirnos la acade-mia nos abre dos puertas a lahora de jurar por el título: te-nemos que optar por la patriao por los santos evangelios”.Medio desorientadxs no en-tendemos si volvimos a laedad media, se viene la patriasocialista o dios es argentinoy tiene una sucursal en la fa-cultad de sociales.

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Sociólogos Para Qué? | El Viejo Topo | Otoño 2013

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Documentos para una

Nueva Izquierda

En el presente número de la revista inauguramos esta nueva sección con laintención de aportar desde esta humilde herramienta teórica, al rearme deargumentos y bases sólidas, que den consistencia a los nuevos proyectos re-

volucionarios de la incipiente nueva izquierda argentina. Sabemos que la última gran de-rrota que sufrió el bloque subalterno con la dictadura del ́ 76, no sólo implicó el retrocesopolítico de la clase; sino que esta embestida del capital se expresó también en la derrotamilitar, cultural y teórica del proyecto transformador. Durante muchos años las tareasde acumulación de fuerzas para un nuevo ciclo de luchas, que devinieron en las jornadasdel 2001-2002, se centraron en cuestiones de militancia de índole social. El despertarpolítico de nuevas franjas de la sociedad, la aparición en una escala aun embrionaria peroacechante de agrupamientos políticos de base, impone la tarea de jerarquizar el debateestratégico, ante la reaparición del problema del poder, sus formas de plasmarse y loscanales de organización del mismo. Una nueva izquierda se ha ido gestando en los últimosaños, con la ausencia de una tradición política que la cobije, y el interrumpido proceso quesupuso la dictadura, nos distanció del acervo teórico-político que había caracterizado alos grupos más emblemáticos de aquel período.Aspiramos a colaborar en esta ardua tarea, recuperando la capacidad explicativa de lateoría social crítica, enfrentándola a los desafíos del presente. Para ello, traemos parala reflexión de nuestros tiempos, textos y documentos políticos que intentaron darcuenta del sendero revolucionario en otros tiempos. Muchas experiencias y organizacio-nes aguardan ser redescubiertas por las nuevas generaciones militantes. La historia deluchas de nuestros pueblos son muy ricas como para permitirnos la soberbia de la inno-vación rutinaria y caprichosa, ignorante de los aportes del pasado. El presente solo esmejor en tanto superación de ese pasado. Y para ello, hay que comenzar la indagacióncrítica y desprejuiciada.

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En este número de Sociólogxs para

que? donde inauguramos esta

nueva sección de "Documentos

para una Nueva Izquierda", queremos

desempolvar una de las experiencias

más ricas en cuanto a elaboración teó-

rica, ya sea por su originalidad como por

su rigurosidad. Presentamos aquí un do-

cumento del grupo Pasado y Presente,

que tuvo su desarrollo en Córdoba entre

la década del 60 y 70. De clara inspira-

ción gramsciana, Pasado y Presente se

propuso ser, en palabras de uno de sus

referentes, José M. Aricó, "la expresión

de un centro de elaboración cultural re-

lativamente autónomo de la estructura

partidaria (el PC) y un punto de conver-

gencia de los intelectuales comunistas

con aquellos que provenían de otros

sectores de la izquierda argentina". Su

intención, mediante la publicación de

cuadernos de debate (donde aparecían

desde ensayos políticos, hasta análisis

de otras obras, así como la traducción

de autores desconocidos en el país) era

recuperar la capacidad hegemónica de

la teoría marxista, en abierta demarca-

ción con el llamado "marxismo-leni-

nismo" en tanto patrimonio teórico y

político fundante de una cultura de la

transformación. Esta búsqueda intentó

esquivar los atajos del doctrinarismo para

comprometerse de lleno en repensar los

caminos de la transformación social radi-

cal. En proceso de ruptura con los cáno-

nes pre-establecidos por la autoridad del

partido al que pertenecían (el PC, del que

fueron expulsados tras la aparición de su

primer ejemplar), dieron nacimiento a

una de las experiencias mas emblemá-

ticas de la nueva izquierda argentina.

Con preocupaciones similares, aunque

atravesados por otros contextos que de-

terminan nuestros días, hacemos propias

la siguiente frase que aparece en su pri-

mera editorial: “La autonomía y la origina-

lidad absoluta del marxismo se expresa

también en su capacidad de comprender

las exigencias a las que responden otras

concepciones del mundo. No es abroque-

lándose en la defensa de posiciones pre-

constituidas como se avanza en la

búsqueda de la verdad, sino partiendo de

criterio dialéctico de que las posiciones

adversarias, cuando no son meras cons-

trucciones, derivan de la realidad, forman

parte de ella y deben ser reconsideradas

por una teoría que las totalice”.

¿Por qué Pasado y Presente?

Cuadernos Pasado y Presente | abril/junio 1973

La “larga marcha” al socialismoen ArgentinaSi la revolución socialista no se presenta hoycomo la afirmación de una realidad nueva ges-tada en el interior de la vieja sociedad, si única-mente es concebible como un proceso derevolucionarización permanente de un universoproductivo en definitiva ambiguo y contradicto-rio, la formación de un bloque de poder alterna-tivo presupone la elaboración de un proyectoconsciente, de una alternativa programática fun-dada en la transformación global del sistema yen la construcción, como proceso gradual perode iniciación inmediata a la ruptura revoluciona-ria, de un nuevo orden social comunista. Dicha

alternativa, que parte de una crítica radical y con-creta de todas las manifestaciones de la actualsociedad burguesa dependiente, de su modo deproducir, de consumir, de pensar, de vivir, debeestar presente en la lucha de las masas antes dela ruptura revolucionaria para que esta sea posi-ble. Porque si es verdad que la revolución no esun resultado ineluctable y que en las condicionesdel capitalismo moderno dejaron de tener validezlas estrategias tradicionales de la izquierda quesuperponían la estrategia de poder de una van-guardia jacobina a la rebelión espontánea y ele-mental de las masas, no es concebible laformación de un movimiento de masas que cues-tione al sistema en cada sector, sin un proyectogeneral alternativo que de sentido a las luchas

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parciales y que eluda el peligro de la corpo-rativización. Y aunque la elaboración de dichaalternativa plantea un conjunto de problemasteóricos de difícil resolución es a las masas aquien corresponde en primer lugar resolver-las. Son ellas las que deben crear en el senomismo de la sociedad capitalista un movi-miento anticapitalista y unitario que agreda alsistema a nivel de sus estructuras sociales: lafábrica, la escuela, el barrio, la ciudad, lasprofesiones, etcétera. Solo la participaciónplena de las masas, adoptada como métodopermanente del movimiento, puede permitirresolver el problema de la organización polí-tica y la elaboración de una estrategia capazde determinar una crisis general del sistemay de dar a ésta una resolución positiva. Las luchas obreras y populares ocurridas ennuestro país fundamentalmente a partir de1969 en adelante demuestran que la partici-pación de las masas es la característica dis-tintiva de la actual coyuntura, que losverdaderos protagonistas del proceso revolu-cionario han comenzado a sacudirse las ata-duras con que el sistema impidió su expresiónautónoma. Una nueva oposición social surgedesde la fábrica, donde los obreros luchancontra la explotación y pugnan por reconstruirsus organizaciones de clase enfrentando alos burócratas, los patrones y el Estado;desde la escuela, en lucha en contra de unainstitución “separada” de la sociedad queapunta a garantizar la reproducción de losroles sociales de la burguesía y la aceptaciónde la división capitalista del trabajo; desde losbarrios y ciudades, contra un sistema cadavez más irracional de resolución de los pro-blemas de la vivienda, del transporte y otrosservicios, de la contaminación, etc.; desde lasregiones marginalizadas y empobrecidas porla expansión del capital monopolista; desdetodos aquellos lugares y sectores donde nue-vas contradicciones acumulan tensiones ypuntos de fracturas. Esta nueva oposición so-cial fija su impronta a la crisis argentina, queya no es tanto el producto de los viejos pro-blemas heredados del “atraso” como la expre-sión de las tensiones creadas en la sociedadpor un único mecanismo capitalista de des-arrollo bajo dirección monopólica. Más que unestado pasajero de protesta económica –fac-tible de ser absorbido con relativa facilidadpor las clases dominantes-, el impulso debase que surge de las entrañas de la vidaproductiva y social revela a nuestro entenderun elevado potencial de rechazo político delos desequilibrios. El crecimiento de la con-ciencia combativa de las masas no tiene unmero carácter económico-profesional, ni laexigencia de direcciones sindicales no “buro-

cráticas” expresa únicamente el deseo delos trabajadores de perfeccionar los meca-nismos de delegación del poder. Lo queestá subyacente en las luchas contra la buro-cracia sindical, los desequilibrios, el autoritarismopatronal y del Estado, la opresión económica, po-lítica y social de las masas populares, es unanueva voluntad política, una nueva conciencia derechazo de la realidad presente que reclama unareestructuración total de la sociedad argentina.Es este nivel alcanzado por la lucha de clases elque permite explicarnos algunos rasgos distinti-vos de las luchas sociales de los últimos años,que han sorprendido al observador superficial porla aparente desproporción entre las reivindicacio-nes declaradas y los instrumentos de lucha em-pleados. En un período de crisis profunda de losinstrumentos de mediación y de representaciónes natural, sin embargo que aparezca bajo laforma de explosiones populares o de huelgas“salvajes” un descontento y una protesta muchomás generalizada que no logra concretarse anivel colectivo en propuestas políticas adecua-das. Pero la extrema “contagiosidad” de talesmovimientos, especialmente en zonas donde lascontradicciones del capitalismo dependienteamenazan retrotraer la situ8ación a etapas ante-riores, demuestra que lo que se está abriendopaso en la coyuntura actual es un rechazo demasas que cuestiona al propio sistema.En la Argentina de 1973 la destrucción del capi-talismo ha dejado de ser el sueño de unos pocospara convertirse en una necesidad económica,social y política del presente. Solo una sociedadde nuevo tipo, socialista, podría estar en condi-ciones de recomponer, unificar y dar plena satis-facción a los requerimientos de conjunto de lasfuerzas sociales liberadas por la crisis del sis-tema. Y no es casual que la maduración del re-chazo popular a las contradicciones delcapitalismo dependiente se haya expresado enel triunfo masivo en las elecciones del 12 demarzo del peronismo y de su propuesta de unasociedad socialista nacional. (El término nacionales lo suficientemente confuso como para que se

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amparen en él todas las expresiones internasdel peronismo desde la extrema derecha a laextrema izquierda).Sin embargo, nos equivocaríamos si dejándo-nos llevar por un optimismo injustificado con-fundiéramos las consecuencias objetivas en losocial y en lo político de las luchas obreras ypopulares, con una consciente voluntad políticaantagonista al sistema. Es cierto que los com-portamientos de las masas populares no co-rresponden a determinadas decisiones yplanes de las clases dominan-tes, pero no podemos deducirde esta “no disponibilidad” delas masas la existencia en laclase obrera de una conscientevoluntad política hacia la reali-zación de objetivos de revolu-ción socialista. Para que la “nodisponibilidad” pueda conver-tirse en “antagonismo político”es preciso que exista unafuerza política (no importa laforma que adquiera su estruc-tura organizativa) capaz de unificar todos loscomponentes de las luchas sociales en una es-trategia común y capaz, por lo tanto, de definirclaramente un programa de alternativa socia-lista. Y es precisamente la existencia de esafuerza la que prueba que la situación políticaestá colocada en el terreno del antagonismo yde que la no disponibilidad de las masas nopodrá estar sujeta a las reacciones del propiosistema.De ahí que podamos sostener que aún cuandodesde el 11 de marzo se ha modificado profun-damente la relación de fuerzas políticas y so-ciales, en un país maduro objetivamente parael socialismo como es la argentina, no estánpresentes todavía las condiciones instrumenta-

les para la instauración de un poder revolucio-nario socialista. No bastan en este sentido lasinvocaciones acerca de la “toma del poder”. Hoysabemos que el poder no se “toma” sino a travésde un prolongado período histórico, de una“larga marcha”, porque no constituye una insti-tución corpórea y singular de la que basta apo-derarse para modificar el rumbo de las cosas. Elpoder capitalista constituye un sistema de rela-ciones que es preciso subvertir en sus raícespara que una nueva sociedad se abra paso. En

sociedades complejas como la nuestra la revo-lución socialista no puede ser un hecho súbito,sino un extenso y complicado proceso históricoque hunde sus raíces en las contradicciones ob-jetivas del sistema, pero que se despliega comoun cuestionamiento del conjunto de sus institu-ciones.Se trata de crear una relación entre las luchas

reivindicativas y las perspectivas políticas queposibilite en todos los niveles de construcción deun bloque de fuerzas revolucionarias, inspiradoen un programa anticapitalista y de construcciónde una verdadera sociedad sin clases. Plante-arse desde el presente de la lucha anticapitalistaobjetivos “comunistas” significa reconocer comoideas directrices del programa revolucionario lalucha contra la división capitalista del trabajo,

por la igualdad económica y socialde los hombres y por la gestión co-lectiva de la sociedad, superando ala democracia burguesa en cuantoforma mistificadora de la real natu-raleza de clase de la sociedad capi-talista. Las condiciones para queesta perspectiva comunista se tra-duzca en objetivos de luchas con-cretas surgen de las propiasacciones obreras y populares, de al-gunos de sus objetivos y formas delucha que iluminan las contradiccio-nes de la hipótesis reformista y con-curren a la formación de unaalternativa revolucionaria. La homo-geneización de aquellos elementosde las plataformas reivindicativasque crean las condiciones para una

Hoy sabemos que el poder no se “toma”

sino a través de un prolongado período

histórico, de una “larga marcha”, porque

no constituye una institución corpórea y

singular de la que basta apoderarse para

modificar el rumbo de las cosas.

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unificación a nivel social del movimiento antica-pitalista es una tarea ardua, pero al mismotiempo posible. No puede garantizarla una con-signa política general, ya que esta exige comocondición previa para tener capacidad moviliza-dora, cierto desarrollo del movimiento demasas, que es precisamente lo que falta y sequiere lograr. Unificar los movimientos de lu-chas aparentemente tan diversos como los delcampo y de la ciudad, de los ocupados y de losdesocupados, de los obreros y de los estudian-tes, de las villas miserias y de los intelectuales,no puede significar entonces convertirlos ensimples correas de transmisión de objetivos po-líticos no suficientemente comprendido por lasmasas y elaborados por un “Estado Mayor dela revolución”. Este es el error fundamental delas corriente extremistas que creen factible uni-ficar la multiplicidad de acciones reivindicativasúnicamente en el momento en que se tornan ex-plosivas adosándoles la consigna, abstracta-mente política de la toma del poder. En nuestraopinión, unificar el movimiento significa elaborarobjetivos de lucha de masa que sean visualiza-bles como comunes por los distintos componen-tes sociales y que para ser conquistadosrequieran de una ruptura del equilibrio político,y que, al mismo tiempo, tengan un valor prefi-gurador tal como para expresar acabadamenteel potencial revolucionario de ese movimiento. Sin embargo, en las luchas sociales desarrolla-das en el interior del sistema capitalista estánsiempre presentes dos lógicas opuestas, unahomogénea y otra antagónica al propio sistema.Del mundo concreto de las condiciones socialesespecíficas de los obreros, de los estudiantes,de los intelectuales, de la presión de las nece-sidades de las masas, nacen impulsos quecuestionan al sistema, pero aparecen tambiénlas respuestas con las que el sistema intenta“corporativizarlos” o sea encerrarlos en sucampo específico, impidiendo que se socialicen.Politizar la lucha económica y socializar la luchapolítica de las masas es la única respuesta vá-lida que puede ofrecer una estrategia revolucio-naria a los peligros corporativos que acechanlas luchas sociales. Porque es ilusorio pretenderconservar la unidad de los trabajadores, porejemplo adhiriéndose a las reivindicaciones es-pecíficas de cada grupo, aceptando de hechouna tendencia a la fragmentación corporativaque es connatural al sistema. Y lo mismo ocurrecon los demás sectores sociales. Para “politizar”las luchas obreras no basta adosarles una so-brecarga cuantitativa sobre los objetivos sindi-cales, ni superponer a la lucha reivindicativauna propaganda política revolucionaria. Es pre-ciso elaborar y experimentar plataformas reivin-dicativas y formas de organización y de luchaque intrínsecamente tiendan a construir la uni-

dad de la clase, un sistema de alianzas, nuevasinstituciones político-sindicales en la fábrica, y porlo tanto, estructuren un movimiento político demasas.El surgimiento en los puntos nodales del poder

económico, real, en la organización de la produc-ción y del trabajo, de un poder que cuestione enforma permanente el mecanismo sobre el que seasienta la explotación de los trabajadores, resul-tará ser así la expresión más acabada del gradode autonomía conquistada por la clase obrera.Una autonomía que rechaza el confinamiento cor-porativo en el ghetho de la fábrica y que parte dela lucha por el control social del proceso produc-tivo para cuestionar la estructura social del pro-ceso productivo para cuestionar la estructurasocial en su conjunto. La aparición de un poderobrero en la fábrica (ambiguo, transitorio, peroesencialmente autónomo) estará indicando queen la sociedad se opera un proceso de desplaza-miento de las luchas del plano económico-reivin-dicativo al de la superestructura política y que enla práctica de la lucha de masas se delimita el te-rreno concreto para la unificación de estas masasen un movimiento verdaderamente anticapitalista.El punto de partida de una acción que tenga porobjeto la conquista de la plena autonomía políticade la clase obrera debe por ello ser situada en lafábrica.a) porque en las condiciones actuales de la Ar-gentina es ahí donde se están acumulando loselementos fundamentales de fricción con las es-tructuras institucionales del poder;b) porque sólo en la fábrica el obrero mantienesu unidad de clase y su fisonomía en cuanto por-tador de valores que reclaman una organizaciónradicalmente distinta del trabajo, de la educación,de la vida cotidiana, de la dirección de la socie-dad. Excluido del campo de las relaciones de tra-bajo, el obrero no es sino un “consumidor” más,expoliado por la voracidad de un sistema cruel eimplacable;c) porque, en consecuencia, partir de la fá-brica para llegar a la sociedad es el único caminoque permite elaborar un discurso efectivamentesocialista, y no una mera ideolo-gía justificadora de una nuevaopresión social.“Partir de la fábrica” para elabo-rar una estrategia socialistatiene para nosotros el valor deuna forma paradigmática. A tra-vés de esta expresión sintetiza-dora se intenta fundar lanecesidad de un desplaza-miento radical de lo que hastaahora ha sido la problemáticaclásica de la izquierda reformistao revolucionaria. Un desplaza-

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miento no tanto de objeto sino de método. Espreciso pensar desde el interior de la propiaclase, desde los núcleos de la vida productiva yasociativa del país las experiencias de lucha,las instituciones y organizaciones políticas y so-ciales de la clase. Porque si la clase obrera esuna realidad autónoma que crece y se realizaen las relaciones de producción no se puedepretender definirla desde una filosofía de la his-toria de las organizaciones que pretendieron di-rigirla. La vinculación entre estructura de clase,relación de producción y propuesta organiza-tiva, que constituye el canon de interpretacióndel materialismo histórico, resulta de ese modosustituida por una visión puramente intelectua-lista que funda la alternativa revolucionaria entérmino de “valores”. A partir de esa visión laclase obrera será revolucionaria o reformista,habrá que abandonarla a su expresión espon-tánea o activarla desde el exterior con una van-guardia iluminada, pero en ambos casos es unmismo método idealista el utilizado. El problemade cómo hacer para que fuera la propia claseobrera la que instalara en el centro de su con-ciencia la preocupación por la conquista delpoder en la fábrica y en la sociedad, quedó re-legado en la tradición de un movimiento obreromundial cada vez más obsesionado por la cons-trucción de organizaciones “perfectas” y su-puestamente a salvo de las ambivalenciaspropias de las fuerzas que se baten en la socie-dad capitalista.Sin embargo, es en el interior de la fábrica

donde el mecanismo de valorización del trabajoreproduce a la vez la relación de explotación ylos condicionamientos ideológicos con que seintenta someter a los trabajadores al autorita-rismo y al despotismo patronal. Lo que explicaporqué el rechazo del mecanismo capitalista devalorización comporta objetivamente el rechazode los velos ideológicos con que se recubre.Cuando los obreros dejan de considerar comodadas las relaciones de trabajo existentes en lafábrica y cuestionan los salarios y las califica-ciones, los horarios y los ritmos, aún sin ser de-masiado conscientes de eso estáncuestionando un uso capitalista de las máqui-nas, una concepción de la técnica y de la cien-cia, un modelo de estructura productiva que laburguesía se empeña en presentar como “ra-cional”. La tarea fundamental de la acciónobrera revolucionaria en el interior de las em-presas es volver consciente este cuestiona-miento latente, articulando una políticareivindicativa y de poder vinculada al tema defondo de la “condición obrera” que impulse a lostrabajadores a liberarse de su subordinación alplan del capital y a la afirmación de un poder au-

tónomo. Indepen-dientemente de laforma institucionalque adopte, estepoder permane-cerá ambiguomientras subsistael poder capitalista,pero será no obs-tante un factor de-cisivo para lamaduración de unaconciencia revolucionaria de los trabajadores.La idea de autonomía de la acción obrera im-

plica, por lo tanto, la necesidad de basar las lu-chas reivindicativas en la realidad concreta de larelación de trabajo, exaltando su potencial polí-tico, para plantearse la exigencia del control so-cial sobre el proceso productivo y la creación deun poder –sindical, político y de gestión- capaz decuestionar el poder capitalista en la fábrica y enla sociedad.Con estas consideraciones no se quiere afirmar

el carácter explosivo o revolucionario de las lu-chas de fábrica, para descalificar de algún modoel valor disruptivo de las luchas sociales en gene-ral. Tomando a la “fábrica” como ejemplo de ac-ción autónoma de clase, queremos enfatizar quela lucha dentro de lo específico contra el modocapitalista de plantear los problemas de la cien-cia, de la salud, o de la instrucción, contra elmodo capitalista de producir y de distribuir losbienes y servicios, en síntesis, contra el rol asig-nado a los hombres en la fábrica, en la escuela,o en las distintas instituciones del sistema, ad-quiere en la actualidad un nuevo valor: 1°) porquecrea en los grupos sociales un proceso de politi-zación intensa; 2°) porque al chocar con la con-tradicción fundamental del trabajo alienadodespierta en las masas un conjunto de necesida-des sólo factibles de ser satisfechas en unanueva sociedad; 3°) porque estimula la búsquedade instrumentos de contrapoderes sociales, pro-duciendo de este modo una activación de masa,una voluntad y una difundida capacidad de auto-gestión, que son las condiciones insustituiblespara la constitución de un movimiento político demasas.Un movimiento articulado de este modo, o sea através de una soldadura a nivel social del con-junto de tendencias implícitamente convergentesque rechazan la lógica del capitalismo, represen-taría una fuerza irreductible al poder integradordel sistema. Sería un eje a través del cual podríavertebrarse un nuevo bloque histórico revolucio-nario, capaz de sostener un programa de trans-formación de la sociedad y de convertirse en elnúcleo de un antagonismo efectivo contra el sis-tema capitalista. Una estrategia reformista, en

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cambio, que superponga un discurso político-ideológico a un movimiento de lucha que ensus contenidos permanezca en el interior delsistema, gradualista y reivindicativo, será siem-pre incapaz de determinar una crisis general ymás aún de ofrecer a la crisis una salida posi-tiva. La experiencia de las luchas ocurridas enlos últimos años en la Argentina condena al re-formismo y a su probada incapacidad de ali-mentar cualquier movimiento de masa en tornoa plataformas de lucha convincentes y movili-zadoras. Concibiendo a las luchas socialescomo movimientos de opinión orientados a pre-sionar sobre las fuerzas políticas y las institu-ciones representativas del sistema, elreformismo lleva al movimiento a la impotencia.Porque lo que resulta de su política es un mo-vimiento demasiado genérico y desarticuladocomo para permitir la participación de lasmasas, o demasiado instrumentalizado por losobjetivos políticos de partido como para crearmomentos verdaderamente unitarios. Para su-perar estas deficiencias el movimiento debe ne-cesariamente escapar del andarivel reformista,pero sólo puede hacerlo si logra darse objetivosde poder y una estructura democrática de baseque lo lleven a cuestionar permanentemente alsistema.Resulta imposible, no obstante, pensar en la

unificación política del conjunto de movimientosque nacen de la lógica concreta de una condi-ción social dada sin la existencia de una estruc-tura organizada del movimiento, capaz deelaborar plataformas, de coordinar iniciativas,de dirigir en todos los niveles las conquistas ob-tenidas, de vincular la lucha de los distintossectores cada vez que la situación lo exija. Elmovimiento no puede quedar en un nivelamorfo, porque en ese caso no estaría en con-diciones de resistir una fase de repliegue ni desoportar las tensiones que crean en su interiorel enfrentamiento de las vanguardias. El espon-taneísmo, que en su comienzo desempeño unafunción positiva en la medida en que estimulólas experiencias de cuestionamiento del sis-tema y de gestión democrática de las luchas,se convierte ahora en el mayor de los obstácu-los para su desarrollo; es el caldo de cultivo enel que prosperan las distintas vanguardias, quepugnan en el interior del movimiento por quienlogra más adhesiones y militantes. La necesi-dad de una organización se vuelve imprescin-dible para que el movimiento crezca y no sedisgregue.Pero esta organización no puede ser ni la del

sindicato ni la del partido. El sindicato se mueveinstitucionalmente dentro de un horizonte con-tractual que lo obliga a respetar ciertas compa-

tibilidades. Colocar la lucha de masas en el in-terior de la fábrica bajo la dirección sindical ex-clusivamente significa debilitar la tendencia a lapolitización y a la generalización de la luchaobrera. Mejor dicho, la lucha se transfiere delcampo contractual al político sólo al precio deabandonar el terreno decisivo de la batalla, laestructura productiva, para concentrarse en lasreivindicaciones generales del obrero como“consumidor”. Por otra parte, fuera de la fábricael sindicato tiene una estructura burocrática se-mejante a la de los partidos y se presenta antelas masas como una representación delegada,ausente de su control y privada de instrumentosde movilización.En cuanto al rol de los partidos, tampoco ellospueden sustituir la necesidad organizativa delmovimiento de masa. Un partido implica siem-pre una determinada visión del mundo, una es-trategia definida. Si asumiera la gestión de lasluchas sociales de masa acabaría por compro-meter su unidad, el carácter específico de unmovimiento que deriva de una situación socialparticular, y que debe ser controlado por laspropias masas. Las luchas de fábrica y las lu-chas sociales, sin embargo necesitan de un in-terlocutor político, porque sin la presencia ensu interior de una teoría general de la sociedad,y de organizaciones políticas que la expresen,no podrían estas luchas configurar un movi-miento en el que prevalezca la componente re-volucionaria por sobre la componentecorporativa, y en el que dicha componente re-volucionaria se convierta en un discurso críticoy positivo y en un proyecto consciente de alter-nativa a la sociedad burguesa. El partido, o enlas condiciones presentes de la Argentina, lasvanguardias en general, son esenciales paralas luchas dentro y fuera de la fábrica paracombatir su momento corporativo, estimular su

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desarrollo político, la toma de conciencia de losnexos generales y también para esbozar sudesembocadura política a niveles más genera-les. Pero sólo pueden realizar esta labor orien-tadora desde el interior de un movimiento demasa que debe ser esencialmente autónomo,unitario y organizado. Aparece como necesariaa la propia lucha de masas una estructuraciónautónoma del movimiento que lo exprese y quele dé una base organizativa estable. Y esta es-tructuración no puede ser otra que la red de co-mités y de consejos (o sea, de organismosreivindicativos y políticos a la vez) que encuanto órganos de democracia directa puedanser controlados por las masas y expresen alconjunto de los sectores en lucha.Es evidente que un movimiento de este tipo nopuede crecer como un sistema de contrapode-res, que paulatinamente se fuera apoderandode un espacio social hasta un momento dadoen que un cambio en la dirección política delEstado sancionara una “revolución” ya reali-zada en los hechos. El esbozo de un poder an-tagónico que avance en dirección opuesta a ladel sistema está destinado inevitablemente aproducir una crisis política y social mucho antesque una alternativa haya madurado plena-mente, puesto que no es posible una coexis-tencia entre la producción dirigida porestructuras capitalistas y el consumo dirigidosegún criterios socialistas. Y esta es la razón

de porqué el movimiento de masa tiene siem-pre un carácter cíclico, en cuanto realiza con-quistas que si no encuentran luego una formade generalización son reabsorbidas por el sis-tema. No se puede, por lo tanto, renunciar alcarácter de salto cualitativo o “violento” del mo-mento revolucionario, ni a la necesidad de unaorganización política de vanguardia, cuya es-trategia, cuyas formas organizativas, cuyos ob-jetivos inmediatos sean tales como para asumirlos contenidos y las nuevas exigencias de lalucha a nivel de base y de masa. Pero lo quehay que tener en claro es que esta crisis revo-lucionaria no puede determinarse si en el pro-pio seno de la sociedad capitalista no crece uncontrapoder de masa, un cuestionamiento con-creto y permanente de los distintos aspectos dela estructura social, que den lugar a nuevas ten-siones, que definan propuestas alternativas,que formen nuevas capacidades de dirección,que produzcan un nuevo nivel de conciencia yde organización.

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En la Universidad, el procedimiento habitual para “cons-tatar” el conocimiento adquirido por lxs estudianteses mediante los exámenes. Momentos en los que la autoridad (el/ladocente) del templo (del conocimiento, el aula) prueba cuanto han estu-diado lxs “alumnos”, cuanto conocimiento han logrado incorporar en el angosto pa-sillo que lleva al titulo, el reconocimiento oficial de la institución. Pero con la pretensión dedesnaturalizar la rutina universitaria, poniendo en cuestión los cimientos ideológicos sobrelos que se asienta, lxs compañerxs de El Viejo Topo-CAUCE creemos que las cosas pueden sermuy distintas a como están actualmente. Que el sentido de los parciales, su significación paralxs propios estudiantes, puede cambiar.Partimos de considerar, como nos alertaba P. Freire, que “todos ignoramos algo, todos sabe-mos algo, por eso siempre aprendemos”. Así, partiendo de esta premisa y fomentando para-lelamente la producción colectiva de conocimiento, creemos que esos parciales que a lo largode la carrera se nos van presentando como obstáculos a superar, pueden reinterpretarse enclave de disputa. En una disputa contra la concepción iluminista en la Academia en torno a laproducción de conocimiento. Queremos difundir las voces que no suelen ser escuchadas en lafacultad, que resultan invisibles, a veces, hasta a nosotrxs mismxs.Como nos preguntábamos en el Nº 5 de esta revista: “Alguna vez nos pusimos a calcular lashoras y pilas que hay puestas en trabajos domiciliarios, trabajos prácticos grupales o indivi-duales, o simplemente en algo que quisimos escribir para no dejar que los pensamientos se es-tanquen en nuestras cabezas?Creemos que lxs estudiantes podemos promover una mirada critica de la realidad, y animarnosa descubrir en nuestras propias elaboraciones capacidades, reflexiones, interpretaciones, queabonen a combatir la idea sostenida por la Universidad sobre lxs alumnos (sujetos sin luz, sinconocimiento) y su supuesta capacidad relativa para producir conocimiento.Aquí, un intento de empezar a conocer para transformar, pero desde las producciones de losestudiantes, desde la oscuridad de la ignorancia según la academia.

La sección donde te presentamos parciales

de estudiantes de sociología

Sacalo del cajón!!!

“Estado, Poder y Socialismo” de Nicos Poulantzas

Presentación del autor. Nacido en Grecia en 1936, Nicos Poulantzas comenzó sus estudios a los 17

años cursando Derecho en su ciudad natal, Atenas. Graduado en 1957 empezó a invo-lucrarse tímidamente con grupos de tendencia marxista-socialista, como lo fue la AlianzaDemocrática Griega (organización amplia y legal del proscrito Partido Comunista).

Nicos abandona las intenciones de ejercer su profesión como abogado y se mar-cha a París en 1960 para incorporarse a La Sorbona, donde será profesor de SociologíaPolítica, Derecho y Filosofía hasta su muerte en 1979. Francia abre un nuevo campode acción para Poulantzas. Allí comienza a tejer nuevas relaciones que lo nutren aca-démicamente y sobre todo políticamente. Conoce a Sartre, Beauvoir, lee a Gramsci, yse relaciona íntimamente con Louis Althusser. En 1968, luego de una ruptura internaen el comunismo griego tras las discusiones por el golpe de los coroneles de 1967,Poulantzas adhiere al Partido Comunista Griego del Interior -escindido del PCG pro-

por Lisandro Silva Mariños (El Viejo Topo)reseña crítica presentada a la materia Sociología Política

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los diversos modos de producción, de natura-leza y esencia cuasi aristotélico, autorreprodu-cible y autorreguladapor una especie de combinación interna. Estaconcepción oculta el papel delas luchas alojadas en el corazón mismo de lasrelaciones de producción yexplotación. (1979; 9) Según Poulantzas estaconcepción apareja dos interpretaciones erró-neas: entender al Estado como reflejo de loeconómico o entender al conjunto social comoautónomo por esencia. En definitiva, las dosconcepciones ven la relación estado-economíacomo exteriores. A esta dicotomía el autor res-ponde que es el modo de producción- unidadde conjunto de determinaciones económicas,políticas e ideológicas- quien delimita los cam-pos y asigna las fronteras, donde el lugar delEstado respecto a la economía no es siempremás que la modalidad de una presencia cons-titutiva del Estado en el seno mismo de las re-laciones de producción y de su reproducción. Aunque no exista una teoría general del Es-tado, o una sobre la transición de un Estado aotro, según Poulatzas “hay siempre una distan-cia estructural entre la teoría y la práctica,-entrela teoría y la realidad” (idem: 21). Para el autorla teoría del estado capitalista no puede estarseparada de la historia de su constitución y desu reproducción, relacionándola con la con lahistoria de las luchas políticas bajo el capita-lismo.Con ánimos de provocación el autor nos plan-tea la siguiente pregunta ¿El Estado= repre-sión +ideología? Con tinte Althuserianoentiende que la ideología no es un mero sis-tema de ideas o de representaciones, tambiénimplica un conjunto de prácticas materiales yque la ideología dominante se encarna en losaparatos del estado. La ideología no es neutra,es ideología de clase.En relación al Estado y las clases dominantes,Poulantzas vuelve a desmarcarse de la visióninstrumentalista, y por ende dogmatica-estali-niana, que entiende que en el Estado se ejerceel poder de una clase sin tensiones internas.Para el autor, las contradicciones de clase sedan también al interior del Estado. Si bien elEstado representa y organiza la clase o las cla-

soviético-, que años más tardese incluiría en la corriente euro-comunista.

El bagaje teórico apren-dido en la academia Francesca,sumado a sus lecturas sobre elmarxismo británico (Tom Nair yPerry Anderson) es la brújulaque orienta sus discusiones yestudios sobre el Estado capitalista ya como to-talidad abarcadora. Con esta brújula y el Estadocomo nudo central de discusión, Puolantzas noslega sus mejores trabajos: En 1968 públicaPoder político y clases sociales que sentara lasbases del debate debate “instrumentalismo ver-sus estructuralismo” junto a Miliband. En 1970otorgando contribuciones marxistas al análisisdel fascismo, edita Fascismo y dictadura, y en1974 aparece Las clases sociales en el capita-lismo de hoy. Dos años después, en 1976 pu-blica La crisis de las dictaduras (trabajandoespecialmente con Franco en España, Salazaren Portugal y Papadopoulos en Grecia). En1978 sale su último trabajo en vida titulado Es-tado, Poder y Socialismo. Póstumo solo se haencontrado El Estado en discusión (1981). Quienes acompañaron a Poulantzas hasta susúltimos días, expresan que un marco donde laizquierda francesa se debilitaba poco a poco,ascendían las políticas neoliberales y el mar-xismo se opacaba afectaron tanto en lo personalcomo en la carrera intelectual de Nicos. Estoshabrían sido los motivos del suicidio del mismoel 3 de octubre de 1979, cuando se lazo al vacíodesde un edificio del barrio Parisiense. Otrossospechan que Nicos fue víctima de la Opera-ción Gladio, una red clandestina secreta antico-munista que operó en Italia durante la GuerraFría, vinculada a la OTAN y a cuya financiacióncontribuyó la Agencia Central de Inteligencia(CIA) estadounidense.

Resumen temático global.

El trabajo de Nicos Poulantzas “Estado, poder ysocialismo” (EPS) podemos entenderlo comouna discusión constante con las corrientes mássimplistas del marxismo en relación a los tresconceptos que portan el titulo de su trabajo. Estedebate recorre las cuatro partes del libro y unapropuesta final de socialismo democrático.Poulantzas se enfrente a la concepción instru-mentalista que reduce el aparato del Estado alpoder del Estado, donde todo Estado no seríamás que una dictadura de clase. A su vez buscadesmarcarse de una concepción economicistaformalista que considera la economía comocompuesta de elementos invariantes a través de

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ses dominantes, representa las facciones de laclase burguesa, es la unidad política de la clasedominante, y puede cumplir este papel porqueposee una autonomía relativa respecto de lasfracciones e intereses. Tiene una separaciónrelativa con lasrelaciones de producción a la especificidad delas clases y las luchas de clasesbajo el capitalismo. Vale aclarar que aun así,entendiéndose no como un bloque monolíticosino un campo estratégico, consigue asegurarel funcionamiento de la sociedad capitalista ypor lo tanto beneficia a la clase capitalista.

Con respecto al poder, el autor lo defineaplicándolo a las clases sociales, la capacidadde una o varias clases para realizar sus intere-ses específicos. El poder referido a las clasessociales es un concepto que designas elcampo de su lucha, el de las relaciones de fuer-zas y de las relaciones de una clase con laotra.(idem: 177). Es aquí que existe una rela-ción. Empapado de una concepción Foucaul-tiana, Poulantzas entiende que al ser unarelación, no es una cosa que se puede “tomar”,cuantificar y dividir. Si bien el autor retomar alpoder como relación, crítica la concepción Fou-caultiana de micropoder, con innumerables mi-crosituaciones de poder. Para Poulantzas, todopoder existe únicamente materializado en apa-ratos.

Sobre el tercer concepto que engloba el titulode la obra, Poulantzas tiene una propuesta quese posiciona en el debate de la época. Élapuesta a un Socialismo Democrático paraabordar el problema estratégico de la transiciónal socialismo. La alternativa se presenta frenteal siguiente dilema: “o bien mantener en condi-ciones el Estado existente, atenerse exclusiva-mente a la democracia representativa en la quese hacen modificaciones secundarias, lo quelleva al estatismo socialdemócrata y al llamadoparlamentarismo liberal, o bien atenerse exclu-sivamente a la democracia directa de base, omovimiento autogestionario, lo que conduce in-eludiblemente, en un plazo más o menos largo,a un despotismo estatista o a una dictadura delos expertos” (idem: 313)

Discutiendo directamente con la con-cepción de “doble poder” desarrollada porLenin en la estrategia rusa del ´17, el autor ex-presa que las masas no apuntan a crear doblepoder, sino que se apunta a las contradiccionesinternas al interior del Estado. No se puede“tomar” el poder y cambiarlo por otro, por ellose debe realizar una lucha de masas tal quemodifique la relación de fuerzas internas en losaparatos del Estado, que son según el autor, elcampo estratégico de las luchas políticas. Valeaclarar que este también se distancia de unaestrategia meramente reformista-electoralistareconociendo un punto de inflexión, cuando lacorrelación de fuerzas es favorable a lasmasas. En síntesis su estrategia para el socia-lismo democrático es articular la transformacióndel Estado y la democracia representativa conel despliegue de la democracia directa de basey el movimiento autogestionario.

Examen crítico. A la hora de hacer un examen crítico de la obraEstado, Poder y Socialismo, he decidido abo-carme a discutir con el problema estratégicohacia un socialismo democrático, donde a miparecer se hace una apropiación parcial deLenin, y aunque coincido en algunas instanciascon el autor, creo que es incompleta la estrate-gia, por algunas cuestiones que mencionaremas tarde. Si bien el autor reconoce que Lenin fue quienpor primera vez tenía en sus manos el desafíode la transición al socialismo y la destruccióndel Estado, y a su vez reconoce esquematizarla transición en donde se remplaza un poderpor el otro, creo que se llega a subestimar laconcepción de doble poder, partido revolucio-nario y toma del poder.El autor afirma que “la concepción del Partidoen ¿Qué hacer?, la de la teoría aportada desdeel exterior a la clase obrera por los revolucio-nario profesionales, etc., desempeñan un papel

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importante en lo que ocurrió después” (idem:310) Debemos reconocer que esta frase espoco feliz, pero puede darnos a entender unLenin como un militante intelectual es un sentidoiluminista y no de un militante obrero. Sin poneren duda el principio de que la emancipación delos trabajadores será obra de la clase obreramisma, Lenin ubica la necesidad del partido enel modo concreto en que la clase obrera ad-quiere conciencia. En una situación de repro-ducción normal del sistema capitalista, las ideasde la clase dominante son las que predominanen el conjunto de la sociedad y no sólo – ni prin-cipalmente- porque los dueños de los medios deproducción impongan su ideología por distintosmedios, sino porque el propio funcionamientodel capitalismo crea y recrea esa conciencia.Vale aclarar que Lenin reconoce distintos nive-les de conciencia entre los trabajadores y estadiferenciación real de la clase obrera es la quejustifica la necesidad de la organización sepa-rada de militantes revolucionarios. Esta definición a favor de un partido de cuadrosno significa abogar por la constitución de unasecta, ni menospreciar el trabajo de masas, niapostar a un nucleamiento de intelectuales que“vaya al pueblo”. El trabajo de masas es funda-mental no sólo para evitar los microclimas sec-tarios sino para contribuir a desarrollar laorganización y la conciencia entre nuestroscompañeros de clase. Hablar de cuadros no esreferirse a intelectuales sino a trabajadores con-sientes. Es necesario recordar la insistencia deLenin en el carácter estratégico de la integraciónde obreros al partido y el modo en que esto sevio en la propia experiencia de los bolcheviques.Si en el primer (seudo) congreso de 1898 de laPSDR hubo 8 personas, en 1917 el partido bol-chevique tenía cerca de 80.000 militantes y tresmeses más tarde, en el sexto congreso los de-legados representaron a 167.000 adherentes.Con esto queremos enfatizar que la concepciónleninista (y la nuestra) de partido de cuadros nosupone en absoluto la aspiración de mante-nerse como pequeño grupo.Con respecto al concepto de doble poder, creoque Poulantzas lo desestima frente a la disputaen la interna estatal, es decir, modificar la rela-ción de fuerzas interna en los aparatos del es-tado. Aquí encuentro dos problemas. Primero nose reconoce en el doble poder (su forma con-creta en asambleas, cooperativas, comisionesinternas, consejos) su potencialidad prefigura-tiva. Es allí donde se están forjando las nuevasrelaciones que en el capitalismo reinan. ErnestoGuevara decía “En nuestro país, el error del me-canicismo realista no se ha dado, pero sí otrosigno de contrario. Y ha sido por no comprenderla necesidad de la creación del hombre nuevo,que no sea el que represente las ideas del siglo

XIX, pero tampoco las de nuestro siglo decadentey morboso. El hombre del siglo XXI es el que de-bemos crear, aunque todavía es una aspiraciónsubjetiva y no sistematizada.”(2007: 169). Estehombre nuevo solo es posible en estos espaciosde autogobierno, donde se prefigura la sociedadde mañana. El otro problema que veo es por unlado que el autor no menciona concretamenteque es “modificar la relación de fuerzas internaen los aparatos del estado” y menos aun cualesson las limitaciones que se encuentran y las “so-luciones” a esas limitaciones.Por último, creo que la estrategia del autor, esdecir la trasformación del Estado y el desplieguede la democracia directa de base enmarcada enuna perspectiva global de extinción del Estado,carece de un concepto polémico pero real lla-mado violencia. Vale aclarar que reconoce que lavía democrática al socialismo no será cierta-mente un simple paso pacífico. El problema esque Poulantzas relaciona directamente al doblepoder con el “vanguardismo” o lo que a Guevarase lo acusaba de “foquismo”. Lenin era claro enesto: “Nosotros no somos blanquistas, no somospartidarios de la toma del poder por una minoría.”(1950: 30). Ningún partido puede “crear” de lanada una situación revolucionaria pero sí puede-y debe- ante una situación así no encontrarsepor detrás de los acontecimientos. Al lanzarse ala acción las masas alumbrarán medios de luchae instancias de organización nuevos y generaránsaltos cuantitativos y cualitativos en los hombresy mujeres dispuestos a organizarse política-mente. Sabiendo que la actividad de las masaspuede superar rápidamente cualquier tipo de pro-nóstico, sabiendo que el desarrollo entre la dis-posición al enfrentamiento y la conciencia declase tiende a ser desigual y que la historia mues-tra cómo el heroísmo y la entrega de cientos ymiles de combatientes no resulto acabar con ladominación de clase, sabiendo esto es que latarea del partido o “vanguardia” es no solamenteacompañar sino señalar en el fragor de los acon-tecimientos qué errores hay que evitar, qué alter-nativas hay que tomar, profundizando siempre laconciencia de extremo que surge espontánea-mente entre las masas en lucha y promoviendoque la combatividad en los enfrentamientos seallevada a todos los planos. La conciencia de clasejuega en estas situaciones un papel estratégico,definitorio, para evitar que la burguesía, expertaen el ejercicio del poder, recomponga a través dela coerción y el consenso su hegemonía.La extinción del estado, dice Lenin recuperandoa Engels, será posible luego de un período detransición que se inicia con una revolución vio-lenta. Es durante esa transición que el proleta-riado ha de convertirse en clase dominante, loque no significa que deba simplemente ocupar elaparato estatal heredado de la burguesía y redi-

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reccionarlo en sus fines. Aquí, hay una relaciónentre la meta de la emancipación humana de laexplotación y la opresión y las tareas de la etapade transición. No es por mero paso del tiempoque el estado se extinguirá, sino que ya desdeel inicio la toma del poder va de la mano de ladestrucción del estado de la burguesía.Puede que estas conclusiones o críticas al autorcorran el riesgo de adoptar un postura leninistaun tanto acrítica que no reconoce la identifica-ción del centralismo democrático con una ten-dencia ineludible al stalinismo, es decir que elleninismo necesariamente deriva en stalinismo.Como buenos marxista es necesario hacernoscargo críticamente del stalinismo, esto no signi-fica reivindicarlo o hacer bandera de él. Solo sig-nifica reconocer que no nació de un repollo yque seguramente con Lenin en vida esta ten-dencia existió. Si a un cristiano le exigimos ha-cerse cargo de la inquisición, ¿por qué unmarxista no se haría cargo del stalinismo? Estarea de todo revolucionario criticar el pasado,para no errar en el futuro

Evaluación o conclusiones.

Entiendo que la siguiente frase de Mabel Thwai-tes Rey “Poulantzas dedica el último capítulo deEstado, poder y socialismo a formular algunaspropuestas teórico-políticas que pueden consi-derarse como su testamento y como el lúcidoseñalamiento de cuestiones que tendrían pro-funda actualidad 30 años después.” 261. Re-

sume como entiendo la obra de este autor. Sibien en los restantes cuatro capítulos, Poulantzasda una batalla contra el instrumentalismo y el es-talinismo-dogmatismo ya que era la necesidadhistórica de la época, y que entre muchos autoresde la tradición marxista dieron la batalla (enmayor o menor medida).Podría afirmar que Nicos Poulantzas es el Fre-derich Engels del siglo XX. Allá por 1895, en uncontexto donde el PSDA llegaba a los 1.800.000votos, el autor alemán generó una ruptura al in-terior del marxismo, pero no con el marxismo.Afirmaba que el momento era avanzar por la víadel Estado con el arma del sufragio, hasta querebalse el poder por los limites estatales. Anteesto, el alemán, elude la etiqueta reformista ysentencia que el derecho a la revolución, es elúnico derecho irrenunciable. Poulantzas a su ma-nera vuelve a traer del debate y al igual que En-gels, muere meses después de plantarlo. Los dosintentan escapar a la etiqueta reformista, perosolo es eso, una etiqueta, que el dogmatismo (yhasta el sectarismo) tanto le gusta utilizar. Estees el valor de Nicos Poulantzas, que si bien nocoincido totalmente en el planteo sobre la estra-tegia del Socialismo Democrático, valoro la inci-tación a la incomodidad hacia tantos marxistasde manual, que hasta hoy se lamentan la falta deun testamento marxiano que indique la “toma,sustitución y construcción” de un estado socia-lista. A ellos, el llamado a la reflexión de JoséCarlos Mariategui: “la revolución no debe ser nicalco ni copia, sino creación heroica”

Ficha bibliográfica.Poulantzas, N. Estado, poder y socialismo, Ma-drid, Siglo XXI. 1979.Thwaites Rey, M. Estado y Marxismo. Un siglo ymedio de debates. Bs.As. Prometeo Libros. 2007Guevara E. El socialismo y el hombre en Cuba.Bs.As. Colectivo Editorial Ultimo Recurso. 2007Vladímir Ilich Uliánov, «Lenin». Acerca de la dua-lidad de poder. Bs.As. Obras Completas, Car-tago. 1950, tomo XXIV.

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La expresión según la cual la religión solo seríael opio del pueblo, es una frase que podría con-siderarse más moderada y menos parcial de loque se cree. Aunque la misma exprese una po-sición crítica frente a la religión, existen diferen-tes análisis marxistas de la religión que hacenreferencia al carácter dual de los fenómenos re-ligiosos y en particular sobre el cristianismoTomando como punto de partida el pensamientode Marx y el análisis que realiza respecto de lareligión, podemos notar que la crítica de la reli-gión es anterior a la elaboración de su conceptode lucha de clases. Para el joven Marx, más cer-cano al pensamiento de los neohegelianos deizquierda, la religión es la enajenación de laesencia humana, el desgarramiento del hombreque se encuentra en las bases sociales mismas,en contraposición a la idea de la filosofía de laIlustración que veía a la iglesia solamentecomo un cuerpo reaccionario y denunciaba a lareligión simplemente como si fuera una conspi-ración del clero y nada más. En los textos del 44y en particular en la introducción de la Contribu-

ción de la crítica de la filosofía del derecho de

Hegel nos dice que la religión es el universo dela ilusión y de la irrealidad, el complemento ima-ginario del mundo real. Según Marx, la concep-ción idealista no toma en cuenta el mundo realsocial, sino, por el contrario, su expresión teó-rica; no el original sino una copia. Hasta aquí elanálisis de la religión, era premarxista, no haciareferencia a las clases y aun era ahistórico. Esla crítica de la religión, la que nos conduce almundo real, es decir, la que nos ubica en la so-ciedad y el análisis de la sociedad nos conducea sus constituyentes reales. Por otra parte al serun pensamiento dialéctico, captaba el caráctercontradictorio del “desaliento” religioso: eratanto una legitimación de las condiciones exis-tentes como una protesta en contra de ellas. Sepuede decir que descubre el carácter dual delfenómeno religioso, considerándolo una expre-sión y una protesta contra el sufrimiento real. El estudio marxista de la religión, como una re-

alidad social e histórica no la encontramos hastaque escribió junto a Engels La ideología alemana

(1846). Aquí analiza la religión como una de lasmúltiples formas de ideología, como producciónespiritual de un pueblo, de la producción deideas, representaciones y conciencia, determina-das por la producción material y sus correspon-dientes relaciones sociales. Mas adelante,describe como en ciertas circunstancias históri-cas, la religión puede tener un papel decisivo enla vida de una sociedad. En los Grundrisse

(1857), adelantándose a Weber, habla de que elculto al dinero tiene su ascetismo, abnegación ysu sacrificio. En varios pasajes de El Capital

(1867) hace referencia a la contribución que hizoel protestantismo a la primitiva acumulación decapital y describe al capitalismo como una "reli-gión de la vida cotidiana". También utiliza para sucrítica económica, la idea de idolatría para des-arrollar su concepto de fetiche. Y muestra como,en la sociedad burguesa- al igual que en elmundo religioso, en donde los productos de lamente humana parecen figuras autónomas, do-tadas de vida propia en relación unas con otras yen relación con los hombres-, las mercancías,arrastran resabios teológicos ya que tambiénaparentan tener una voluntad independiente desus productores.

Por su parte Engels en su análisis Sobre la his-

toria del cristianismo primitivo, mostró otro interés

Las corrientes materialistasy el fenómeno religioso

por ErnestoParcial para la materia Sociología de la Religión I, cátedra Rubén Dri

"La inquietud religiosa es al mismo tiempo

la expresión del sufrimiento real y

una protesta contra el sufrimiento real.

La religión es la queja de la criatura oprimida,

el sentimiento de un

mundo sin corazón y

el espíritu de un estado de

cosas desalmado.

Es el opio del pueblo."

Karl Marx. (1844)

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por los fenómenos religio-sos y su papel histórico. Suprincipal contribución al es-tudio marxista de las religio-nes es su análisis de larelación que tienen las re-presentaciones religiosascon la lucha de clases. Ale-jándose de la polémica filo-sófica Materialismo vs.Idealismo, le interesaba en-tender y explicar las formassociales e históricas concre-tas de la religión. Así el cris-tianismo aparece no yacomo una esencia intempo-ral, como pensaba Feuer-bach, sino también como unespacio simbólico, endonde se disputan fuerzassociales antagónicas y tam-bién como un sistema cultu-ral que fue sufriendotransformaciones a lo largode los diferentes periodoshistóricos: primero fue la re-

ligión de los esclavos, luego la ideología estataldel Imperio Romano, luego se amoldó a la jerar-quía feudal y finalmente se adaptó a la sociedadburguesa. A diferencia de los filósofos de la Ilus-tración, descubre que el clero no es un cuerpo so-cial homogéneo, ya que en ciertas coyunturashistóricas se dividió según su composición declase: alto clero, cima feudal de la jerarquía y elbajo clero ideólogos de la reforma y del revolucio-nario movimiento campesino. Captó también aligual que el joven Marx, el carácter dual del fenó-meno religioso, es decir, tanto su papel en la le-gitimación del orden establecido, como al mismotiempo y según las circunstancias sociales, sufunción crítica, disidente e incluso revolucionaria.En este sentido, podemos decir que Engels reco-noce que la lucha entre materialismo y religión nose corresponde necesariamente con la guerraentre revolución y contrarrevolución, sino que larelación seria en un sentido totalmente opuesto:religión revolucionaria contra materialismo abso-lutista. La mayoría de sus estudios concretoshacen referencia a las formas rebeldes de reli-gión. Definió al cristianismo primitivo como la re-ligión de los pobres, los desposeídos, loscondenados, los perseguidos y los oprimidos. Losprimeros cristianos venían de los sectores másbajos de la sociedad. Trazó un paralelo entre elcristianismo primitivo y el socialismo moderno:ninguno de los dos movimientos fueron creados

por grandes líderes o profetas, sino por movi-mientos de masas; ambos son movimientos deoprimidos, que sufrieron persecución; ambospredican la liberación inminente de la esclavitudy la miseria. La diferencia esencial entre ambosmovimientos para Engels, es que los cristianosprimitivos trasponían la liberación al más allá,en tanto el socialismo la ubica en este mundo.Aunque la mayoría de los estudios marxistasposteriores sobre la religión del siglo XX se li-mitan a continuar o a desarrollar las ideas deMarx y Engels se pueden rescatar distintosaportes para analizar la religión.

La contradicción que existe entre las accionesdel clero y las enseñanzas del cristianismo sonmateria de reflexión en el pensamiento deRosa Luxemburgo, que propone rescatar la di-mensión social de la tradición cristiana para elmovimiento de los trabajadores y superar lasideas de ese momento sobre el cristianismoque tenían los marxistas del movimientoobrero, hostiles a la religión. En su ensayo Elsocialismo y las iglesias (1905) intenta dejarclaro que la Iglesia Católica es la base delpoder político e instrumento de la clase domi-nante y que ésta nada tiene que ver con el ver-dadero cristianismo. La religión cristiana nosdice, apareció en un momento en donde un pu-ñado de ricos vivían a costa de una inmensamasa popular hundida en la pobreza. Así, enRoma se formo un enorme ejército de despo-seídos carentes inclusive de la posibilidad devender su fuerza de trabajo. La industria nopodía absorber a esos proletarios provenientesdel campo (privados de sus tierras y de pan) yse convirtieron en víctimas de la pobreza, enuna gran masa popular y sin trabajo. Deacuerdo a la situación material de los integran-tes de esta clase, los primeros cristianos levan-taron la consigna de la propiedad común: elcomunismo; era una religión que defendía alpueblo y que predicaba la igualdad de todos loshombres. En sus orígenes era como una tablade salvación, un consuelo, un estímulo y seconvirtió, desde sus comienzos, en la religiónde los esclavos en épocas de Imperio romano.Por otro lado, atacó tanto a la religión, comotambién las políticas reaccionarias de la iglesia,declarando que los socialistas modernos sonmás fieles a los principios originales del cristia-nismo que el clero conservador. Denunciacomo el clero apoya a los ricos que explotan yoprimen a los pobres, no sirven a Dios sino aMamón. Es el movimiento socialista, el que

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lleva a los pobres el evangelio de la fraternidady la igualdad no falsificando como hace el clerolas primeras enseñanzas del cristianismo. Ana-liza cómo se fueron modificando las relacionesentre la iglesia y el pueblo en el curso de los si-glos, y cómo dentro del seno mismo de la igle-sia se van formando dos sectores claramentecontrapuestos. Por un lado, el clero superiorque absorbía toda la riqueza y, por el otro, unamasa de curas rurales con muy modestos in-gresos. Por una parte, se puede notar comoestos sectores sin privilegios son los que se al-zarán contra el clero superior, y en 1789, du-rante la Gran Revolución, se unirán al pueblopara luchar contra el poder de la nobleza secu-lar y eclesiástica. Y por otro como en épocasfeudales la Iglesia era miembro de la clase do-minante, la nobleza y defendía con pasión elpoder de ésta contra la revolución. A fines delsiglo XVIII y comienzos del XIX los pueblos deEuropa central liquidaron la servidumbre y losprivilegios de la nobleza. En ese momento laIglesia se volvió a aliar con las clases dominan-tes: la burguesía industrial y comercial. De estamanera la Iglesia se ha adaptado a los tiemposmodernos, trasformándose de señor feudal encapitalista de la industria y el comercio. Por úl-timo podemos decir que también, al igual queEngels traza un paralelo entre la cristiandad pri-mitiva y el socialismo moderno como movi-mientos de masas. Sin embargo, las

reivindicaciones quelevantan los social-demócratas con elobjetivo de convertiren propiedad comúnlos instrumentos detrabajo, los mediosde producción, paraque la humanidadpueda vivir y trabajar

en armonía nada tienen que ver con la creenciade los cristianos de un paraíso celestial, si-tuado en un mas allá, lejos de la miseria, la in-justicia y la opresión. Estos creían poderremediar la pobreza del proletariado con las ri-quezas dispensadas por los poseedores. Deesa manera el comunismo cristiano era incapazde cambiar o mejorar la situación económica yno prosperó. Otros aportes que podemos incluir dentro de lacorriente marxista son los de José Carlos Ma-riategui que tiene la particularidad de ser unpensamiento Latinoamericano. En su intentopor adaptar el socialismo a la realidad latinoa-mericana llama la atención sobre la falta de unmito, de una fe, de una esperanza en la civili-zación burguesa. Para este autor el mito bur-gués ha perdido su contenido. Ni la Razón ni laCiencia pueden ser un mito, ni pueden satisfa-cer toda la necesidad de infinito que hay en elhombre. Es por eso que nos dice que la crisisde la civilización burguesa se hizo evidentedesde el momento que se dio cuenta de la ca-rencia de un mito. Es necesario que el proleta-riado cree su propio mito, es el mito el quemueve al hombre en la historia. Sin un mito laexistencia del hombre no tiene ningún sentidohistórico. El hombre se resiste a seguir una ver-dad mientras no la cree absoluta y suprema, esnecesario proponerle un mito, una fe, una ac-ción. Encuentra un terreno común entre lamente religiosa y la revolucionaria, y rescata elcarácter religioso, místico y metafísico del so-cialismo. Declara que la emoción del revolu-cionario es una emoción religiosa. El mito delproletariado es la revolución social. La fuerzade los revolucionarios no esta en su ciencia,esta en su fe, en su pasión, en su voluntad. Esuna fuerza religiosa, mística, espiritual. Es lafuerza del Mito. Los mitos religiosos se handesplazado del cielo a la tierra. No son divinos,son humanos, son sociales. Gramsci por suparte, le da una particular atención a las cues-tiones religiosas. No se detiene a analizar elcristianismo primitivo, sino el funcionamiento dela iglesia católica, el papel contemporáneo dela iglesia y el peso de la cultura religiosa entrelas masas populares. Criticó las formas masconservadoras de la religión, percibiendo la di-mensión utópica de las ideas religiosas, descri-biendo a la religión como una de las utopíasmás gigantescas donde fermentan las ideas deigualdad, fraternidad y libertad entre los hom-bres. También insistió en las diferencias inter-nas de la iglesia según las orientacionesideológicas, donde cada religión se convierteen una multiplicidad de religiones diferentes y

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a menudo contradictorias. Por último, ErnstBloch fue otro autor marxista que modifico dealguna manera el marco teórico, sin abandonarla perspectiva marxista y revolucionaria. Aligual que Engels distinguió dos corrientes so-cialmente opuestas: las religiones teocráticasde las iglesias oficiales, el opio del pueblo, elaparato engañoso al servicio de los poderososy por el otro, la religión subterránea, subver-siva, no disfraz de los intereses de clases. Elprimero queda dentro de lo que denomino "lacorriente fría del marxismo", análisis materia-lista de las ideologías, los ídolos y las idolatrías;el segundo como la "corriente cálida del mar-xismo" que rescata el excedente cultural utó-pico de la religión, su fuerza crítica yanticipatoria. Para este autor en sus formas deprotesta y de rebelión la religión es una de lasformas más significativas de la conciencia utó-pica, una de las expresiones más ricas del prin-cipio de esperanza. Reconoce así el carácterdual del fenómeno religioso, su aspecto opre-sivo y su potencial revolucionario.

Bibliografía.

Engels, Federico: Sobre la historia del cristia-nismo primitivo.Henry, Michel (1991): Fenomenología de la

vida, Columna, Barcelona.Löwy, Michael (1996): Guerra de Dioses: Reli-gión y Política en América Latina, Siglo XXI,México.Luxemburgo, Rosa: El socialismo y las iglesias.Mariátegi, José Carlos: El hombre y el Mito.Marx, Karl: El Capital. Cáp.1 Punto 4: El carác-ter fetichista de la mercancía y su secreto

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Consigna: 

¿Cuáles son las principales características de la reproducción ampliada delcapital y qué implicancias tiene para el conjunto de la fuerza de trabajo?

En el régimen capitalista de producción el proceso de trabajo no es más que unmedio para el proceso de valorización, al tanto que la reproducción simplementees un medio para reproducir como capital. El divorcio inicial entre producto deltrabajo y el trabajo mismo es el punto de partida del modo capitalista de produc-ción. Este proceso, se recrea y repite constantemente, transformando cotidiana-mente la riqueza material en capital, en tanto que el obrero sale tambiéndiariamente como fuente personal de riqueza pero despojado de todos los ele-mentos imprescindibles para realizar esa riqueza en su propio provecho. En estesentido el obrero produce todos los días la riqueza objetiva como capital (comouna potencia extraña a él que la domina y explota), mientras el capitalista produce

Sociólogos Para Qué? | El Viejo Topo | Otoño 2013

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Sacalo del Cajón!! : Marx y Foucaultla infertilidad de los sectores populares. La reproducción ampliada del capital asumeconsecuencias notorias sobre el conjunto de lafuerza de trabajo. Este es un proceso de carac-terísticas mundiales, pero que podemos verlotambién en manifestaciones particulares. En losúltimos años somos testigos de cómo fue cam-biando la composición de la clase trabajadora:cada vez más la productividad del trabajo ya notiene límites, ya no importa la fuerza física delobrero. La población obrera sobrante existebajo diversas modalidades, se manifiesta ge-neralmente con carácter agudo en períodos decrisis, o con carácter más crónico en épocas denegocios flojos, y que Marx clasifica en tres for-mas constantes: la flotante, la latente y la inter-mitente.cuerpos dóciles. La disciplina va a cumplir unrol muy importante en la acumulación del capi-tal, ya que irá estableciendo un control minu-cioso de las operaciones del cuerpo quegarantizan la sujeción constante, construyendoprincipios de inteligibilidad y organizando a loscuerpos y los comportamientos entre lo normaly lo patológico. El poder disciplinario irá cons-truyendo un cierto tipo de cuerpo apto para eldesarrollo de la gran industria, produciendo, se-leccionando, reclutando cuerpos para su expo-liación capitalista.Es interesante ver cómo Foucault problematizacómo los aparatos disciplinarios trabajan el es-pacio a través de determinar lugares para cadacuerpo, donde habrá que cumplir ciertas funcio-nes útiles, organizándose espacios seriales apartir de clasificaciones. Al tanto que el controlde las actividades se complejiza al ver cómohay un tiempo establecido para cada acto y seirán articulando determinadas articulacionesentre cuerpo, objeto y gesto. A través de estosdispositivos, se irán configurando distintas for-mas de comportamiento, de normalización y declasificación de esos actos, al tanto que secomplejizarán las formas permanentes de con-trol y vigilancia al interior del proceso productivoy en los demás ámbitos de la reproducción so-cial (escuela, hospitales, cárceles, ejército). Apartir de este análisis podemos complejizar lasaplicaciones del ejercicio del poder, viendocómo constantemente produce y restringe la li-bertad, garantizando la eficacia y la economíaa la hora de clasificar e intervenir en el com-portamiento de los cuerpos.

permanentemente la fuerza de trabajo comofuente subjetiva de riqueza, separada de losmedios de realización y materialización. Esdecir que esta constante reproducción o eter-nización del obrero es condición intrínseca a laproducción capitalista.Decimos entonces que la cosa se complejiza amedida que se van desarrollando diferentesmecanismos propios de la reproducción am-pliada del capital. La reproducción en escalaampliada del capital reproduce el régimen delcapital a una escala superior (al de la máschata reproducción simple) creando más capi-talistas poderosos, por un lado, y más obrerosasalariados, por el otro. La ampliación de la re-producción del capital lleva por un lado a unproceso de concentración (expansión de las re-laciones sociales capitalistas), y por otro lado,a la centralización (por fusión o unificación dedistintos capitales individuales). Cabe aclararque no se trata solamente de una dilatacióncuantitativa, sino que además, los obreros seven obligados a someterse incesantemente alcapital como medio de explotación: la acumu-lación del capital supone en este sentido un au-mento del proletariado.Cuando Marx analiza la composición orgánicadel capital ve una relación de mutua interde-pendencia entre el capital constante –mediosde producción- y capital variable –fuerza vivade trabajo. La reversión constante de plusvalíaa capital adopta la forma de un aumento del ca-pital invertido en el proceso de producción,sobre la base de ampliar la escala de produc-ción. Entonces, a medida que se desarrolla elrégimen capitalista de producción, se sucedeel incremento de la masa de medios de produc-ción a comparación de la masa de fuerza detrabajo que la pone en movimiento; se desarro-lla una permanente cambio cualitativo de sucomposición, aumentando incansablemente elcapital constante a costa del variable. Lo enmarañado de todo este proceso es queademás la población obrera crece más rápidoque el del capital variable (de los medios deocupación que éste suministra). Vemos que elcrecimiento de la acumulación del capital pro-duce una población obrera excesiva para lasnecesidades medias de explotación del capital,una población obrera remanente o sobrante.Esta población obrera sobrante constituye unejército industrial de reserva, un contingentedisponible para las necesidades del capital. Noes una bendita casualidad que sigan en bogaciertos discursos en favor de la castración y de

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